Finally Free

por Invitado Miér 07 Ene 2015, 5:45 pm

Siento el dolor en mi mejilla y labio, caigo, mi cabeza choca contra el suelo.

El dolor me invade de inmediato. Siento el sabor férreo en mi boca, reprimo unas cuantas lágrimas de dolor, limpio mi herida, parece que me ha vuelto a reventar el labio inferior. Lo miro con odio. Marcus sigue gritándome, pero yo no lo escucho, tampoco es como si fuera a importarme lo que dice.

Yo nací y crecí allí Beacon Hills, es mi hogar. Conozco cada cara, cada nombre de todos en este pequeño pueblo. Ellos también me conocen, bueno conocían, pero nadie sabe quién o qué soy. Mi padre si sabía, yo lo heredé de él. Mi madre lo supo poco después de que él muriese por enfermedad, nunca me dijeron cual. Desamparada y desesperada, huyó del pueblo, compro una casa a las afueras, consiguió empleo en la taberna del poblado vecino y me llevo consigo, recurrió a la bebida, ahí conoció a Marcus, terminaron en el altar.

Yo siempre lo odié, nunca congeniamos y cuando mi madre murió en ese accidente de auto, tuve que quedarme con él, no tenía a nadie más.

Lo odió, porque él mando a mi mamá a la tienda Ese día, además hay otras razones, pero esa es la principal.

-Levántate mierdita. ¿Te crees que por qué Eli ya no está vas a estar todo el día lamentándote?- me grita.

La ira me invade, ¿Quién se cree?

-No te atrevas a mencionarla- siento que pierdo el control. Tranquila.

-¡Yo hago lo que quiero en mi puta casa! Si por mí fuera ya te habría hachado de aquí. ¡Parásito!

Tranquila. Tranquilízate. Tranquila.

Atácalo.

Y antes de que me dé cuenta, pasa.

Lo agarro por el cuello y lo lanzo.

Entonces reacciono, lo que acaba de pasar va a costarme muy caro.

-¡MONSTRUO! ¡Eres un monstruo!

No pierdo mi tiempo tratando de razonar con él. Corro a mi cuarto, cojo una mochila y meto en ella todo lo que pueda. Un jean, dos blusas, ropa interior, zapatos y una chaqueta. Entonces me detengo. Casi los olvido. Cojo la chaqueta de mi padre, el peluche en forma de lobo que me hizo mi mamá y nuestra foto, es la única que conservo de todos nosotros juntos.

No me preocupo por Marcus. En caso de que alguien escuche su historia, creerán que está pasado de copas. Para variar.

Tengo todo lo que necesito, me dirijo a la ventana, respiro hondo, cierro mis ojos y…

-¡¿A dónde crees que vas!?- entra en mi cuarto, lanzando la puerta.

Mierda. Ahora o nunca.

Salto sin pensarlo y en un parpadeo estoy en el piso. Miro hacia arriba, y aunque sé que es tentar al peligro, sonrío y le dedico mi dedo medio. Entonces corro.

No sé a dónde iré, tampoco me importa ahora.

¿Y a quién podría importarle?

Ya tengo la excusa que necesitaba para huir de allí y nunca más volver, él me tendrá miedo y no me dejará volver y yo tampoco tendré que hacerlo.

Ahora que ya revelé lo que soy, finalmente soy libre. La emoción me invade, luego me preocuparé de lo que tenga que hacer para sobrevivir.

Incluso si tengo que vivir bajo un puente y comer lo que encuentre. No podría importarme menos.

Ahora soy libre

Sigo corriendo.

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