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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Sáb 10 Ene 2015, 9:42 pm
FICHA DE PRESENTACIÓN
Nombre: Viejos amigos.
Autor/a: Aioriana08
Adaptación: Si.
Género: Drama, acción y romance.
Advertencias: Cuando las haya, aviso.
Otras páginas: Por ahora no.
Categoría: Saint Seiya.
PRESENTACIÓN DE PERSONAJES
June:
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Mino:
Shunrei:
Esmeralda:
Eri:
Saori Kido/La diosa Athena:
Shun:
Ikki:
Shiryu:
Hyoga:
Seiya:
ATENCIÓN: los personajes de esta novela no me pertenecen a mi, les pertenecen a Masami Kurumada, la creadora de Saint Seiya.
SINOPSIS
Shun y June eran amigos desde pequeños. Cuando él fue enviado a la Isla de Andrómeda para entrenar y convertirse en un caballero, la conoció y se hicieron mejores amigos. Ella fue quien lo alentaba a seguir, diciéndole que no tenía que rendirse, que si quería llegar a su meta debía hacerse fuerte y jamás abandonar. Pasaron 5 años y el apuesto Shun logró hacerse caballero de Athena, y June, por su parte, se hizo el caballero femenino de la constelación del Camaleón. Cuando las dos metas se cumplieron, los dos partieron hacia Tokio, donde se suponía que estarían los demás caballeros de bronce, y no se equivocaban. Con la gran confianza que se tenían, y con lo mucho que se conocían, los dos empezaron a hablar de cosas sin sentido, se hacían upa, se alzaban a caballito, se golpeaban, reían y se enojaban, aunque después volvían a arreglarse. La relación entre ellos dos era tan bella y pura que cualquiera que los veía quizá sentía envidia. Cuando llegaron a la mansión Kido, se encontraron con Seiya, Shiryu, Hyoga e Ikki, los otro cuatro caballeros de bronce. Los saludaron y los chicos querían saber quién era la rubia enmascarada, tenían mucha curiosidad de que Shun les dijera si era una amiga, una desconocida o una novia, pero hasta que él no lo haya aclarado, no podían hacer más que suponer. Todos los caballeros femeninos debían llevar puesta la máscara, y el caballero que haya visto el rostro de un caballero femenino sin su máscara, se consideraba como un insulto, peor que que la hayan visto desnudas, por eso, quien tenía dicho honor, era amado o matado. Cuando ella se dirigió hacia la cocina para saludar a Saori, los chicos aprovecharon y le hicieron un cuestionamiento de más o menos 80 preguntas sobre quién era esa joven y qué hacía ahí. El caballero de pelo verde aclaró que solo eran amigos y que pasaron por allí solo para saludarlos, y justo ahí, llegó ella.
Última edición por Aioriana08 el Vie 16 Ene 2015, 7:33 am, editado 10 veces
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Dom 11 Ene 2015, 10:12 am
...El caballero de pelo verde aclaró que solo eran amigos y que pasaron por allí solo para saludarlos, y justo ahí, llego ella.
Capítulo 1: La llegada de Orfeo y Euridice.
Nadie entendía el porqué de que ella estuviera ahí. La vieron con esa sonrisa esperanzadora y hermosa como siempre, con su vestido blanco y ese lazo celeste terminado en un moño, que le remarcaba esa curva y atractiva cintura. Los cinco caballeros de bronce quedaron boquiabiertos ante la figura de esa chica tan blanca como la nieve, con ese cabello de color amarillo encantador, con esos ojos negros y con ese cuerpo que atrapaba a cualquiera.
- Hola chicos, ¿cómo están? ¡Hace mucho tiempo no los veo! -comentó ella, y por más esfuerzo que hacían, ninguno podía articular palabra- ¿Les pasa algo? -preguntó extrañada, puesto que ella no entendía porqué la cara de los caballeros.
- ¿Qué haces aquí? -Hyoga del Cisne fue el primero en tomar la iniciativa- Creí, o más bien, todos creímos que estabas muerta. - siguió el rubio.
- Él me salvó -contestó poniendo su mejor sonrisa mientras señalaba atrás suyo. Y detrás de ella, salió un chico de cabello turquesa y ojos del mismo color. Tenía puesto un jean negro, una musculosa que remarcaban sus abdominales y dejaban ver unos fuertes brazos y unas zapatillas grises-. Él es Orfeo, y fue quien se atrevió a ir hasta donde Hades y me rescató de sus malignas garras. Gracias a su valentía hoy estoy aquí -y dicho esto, dio por terminada la explicación.
- En ese caso.. qué bueno que estés aquí -comentó Ikki del Fénix.
- Si, me pone muy contento que estés de vuelta -siguió Shun de Andrómeda.
- Estamos felices todos -dijo Shiryu del Dragón con una sonrisa.
- Es verdad, nos alegra que estes aquí de nuevo con nosotros Euridice -respondió Seiya regalándole una sonrisa coqueta. Orfeo, que se dio cuenta de esto, sintió una punzada en su estómago, y la ira lo invadió.
- No tienes porqué sonreírle de ese modo -le contestó molesto al caballero de pegaso, mientras que este se sorpendió. Creyó que solo Euridice se había dado cuenta de su gesto, pero vio que el otro por más callado que sea, también era observador y bastante atento- Acaba de llegar y ya le insinúas cosas, ¿qué rayos te sucede? -preguntó, sin dejar de estar molesto y con una mirada muy amenazante. Seiya no respondió, no quería pelear con él. Orfeo estaba por seguir, cuando de la cocina llega Saori junto a cinco chicas más. Y en ese momento fue él quien quedo boquiabierto ante esas cinco bellezas. Saori lo saludó con toda la confianza que dos personas podrían tener, y les presentó a las chicas.
-Orfeo, ella es Shunrei -dijo señalando a una morocha de pelo largo trenzado. Ella vestía un pantalón blanco con un top ajustado que le remarcaba toda la figura, y Orfeo no pudo hacer más que abrir los ojos en señal de que era muy linda. Shunrei entendió el gesto y se sonrojó-. Ella es Erina, pero todos la llamamos Eri -y señaló a una rubia de ojos negros hipnotizantes, que tenía el pelo recogido en un gran y bonito rodete, y tenía puesto un vestido blanco con un cinturoncito de cadenas en la cintura. El caballero de pelo azul abrió más los ojos quedando encantado con Eri-. Ella, se llama Esmeralda -ahora señaló a otra rubia de pelo largo y suelto, pero de ojos verdes, que llevaba un vestido rosa con flores rojas. Orfeo, que no podía tener más abiertos los ojos, abrió un poco la boca, como todo un baboso. Esmeralda se dio cuenta y tuvo la misma reacción que tuvo Shunrei momentos atrás-. Ella es Mino, es la encargada de los niños de nuestro orfanato -y le presentó a una morocha de ojos grandes y negros que hechizaban aún a la distancia. Tenía dos colitas bajas y un vestido celeste claro con un lazo blanco, y como a todas las demás, su vestimenta le remarcaba ese cuerpo armonioso que poseía, y el caballero abrió más la boca, y extrañamente, los ojos también-. Y ella, es June -dijo ahora señalando a la rubia enmascarada. Orfeo, que en ese momento ya tenía los ojos como dos platos y la boca hasta el piso, quedó atrapado en aquella amazona.
- ¡Hola! -dijeron las cinco a coro con una sonrisa reveladora. Y con esto, se abalanzaron hacia Orfeo, que estaba más que contento. Se sentía todo un Don Juan con cinco chicas realmente hermosas alrededor suyo. Las chicas quedaron encantadas con Orfeo y su figura musculosa de boxeador, y se sintieron unas malditas babosas, ¿pero qué más daba? El peli azul estaba como para cometer un crimen y ellas no se podían resistir a darle un abrazo, pero de manera cortés, como bienvenida.
Y ahora quienes sentían ira eran los cinco caballeros de bronce, que tenían la cara roja de rabia. Querían matar a Orfeo con sus puños y alejarlo de sus chicas. No lo querían cerca de ellas ni por asomo, sentían la no leve necesidad de sacárselas de sus brazos, aunque las chicas no quisieran. El primero en reaccionar fue Ikki, que con mucha rabia encima, agarró a Esmeralda y la separó de él, puesto que Ikki estaba enamorado de ella desde que era chiquito.
- ¿Qué te pasa? -cuestionó ella sorprendida, pero él no le contestó y se la llevó hacia el lindo jardín de la mansión Kido. Cuando llegaron ahí, él la soltó- Ikki, ¡¿qué te pasa!? -gritó preguntando la de ojos claros, sin entender nada de lo que pasaba. Estaban completamente solos en aquel lugar, así que nadie podía interrumpirlos.
- ¿¡Qué te pasa a ti Esmeralda!? ¿¿¡¡Por qué esa acción de abrazar tanto a ese idiota!!?? -chilló él.
- No hables así de él, ¡no creo que sea ningún idiota! -respondió ella.
- ¿¿¿¿¿Así que ahora lo defiendes????? Ni siquiera lo conoces y ya lo abrazaste como si fuera una persona amadísima por ti -acotó el Fénix enojadísimo, nunca se había enojado tanto como aquella vez. Esa fue la primera vez que experimentó la furia de verdad. Y Esmeralda comprendió, ahí lo comprendió.
- ¿Estás celoso? -preguntó tímida, sin dejar salir una pequeña sonrisa. Ikki se sonrojó ante esta pregunta, y no supo qué contestar. Si que estaba celoso, re celoso, no soportaba verla con alguien más que no fuera él.
- ¿Y qué si lo estuviera? Si después de esto, vas a ir y te vas a abalanzar a él como lo hiciste antes -contestó, enojándose más de lo que ya estaba por imaginarse la situación que acababa de decir.
- No, no lo haré, ¿y sabes por qué? -el Fénix se sentó en el pasto, y no la miraba, pero la escuchaba- Porque aprendiste la lección -él seguía sin mirarla, pero estaba impresionado. ¿Lección? ¿Qué lección?- Las chicas y yo ya estábamos presentes en la sala cuando llegó Euridice con Orfeo, y nosotras vimos la manera en la que ustedes la miraban, le hablaban, y le sonreían -ahí si la miró, y no dejaba de sorprenderse-. Por eso corrimos hacia Orfeo y le dimos ese abrazo que tanto les molestó, solo para que sintieran lo mismo que nosotras sentimos cuando ustedes hicieron lo suyo con la recién llegada -terminó fría y secamente Esmeralda, y con esto le dio la espalda. Pues era verdad, ella estaba enojadísima por lo que habían hecho ellos, pero no con los demás, sino con Ikki, si ella solo lo tenía a él en su mente. Sorprendidísimo, se levantó y la abrazó por detrás, mientras que la rubia no pudo evitar sonrojarse de una manera sobrenatural.
Ikki y Esmeralda eran amigos desde los 7 años más o menos, aunque ella era un año menor que el Fénix.
- Eres mala cuando quieres -le susurró en el oído, haciendo que ella se estremezca-, pero así te quiero -siguió, y en ese momento la dio vuelta, posando ahora sus manos en esa cintura que lo volvía loco más que cualquier cosa. No supo cómo se estaba atreviendo a eso, pues ella y él eran amigos y no pasaban de esa, siempre estaban limitados en un margen. Pero esa vez ya no tenía nada que perder, ya no podía contenerse. Hacía 11 años que se aguantaba las ganas de tenerla entre sus brazos, de besarla cálidamente, de que sea suya y de nadie más, y viceversa. Pudo ver esos ojitos que tanto le gustaban y esas mejillas coloradas. Soltó una pequeña risita al verla así, siempre le había gustado que estuviera nerviosa- Me gusta que seas así de enojona con migo, siento que me proteges, que me cuidas, y eso me gusta -Esmeralda sentía como su sangre se daba vuelta e iba directo a su cabeza. Tenía esas mariposas de las que tanto se hablaba en su estómago, sin poder evitarlas. Estaba más que nerviosa, apenas podía controlarse. Había esperado esas palabras durante mucho tiempo. Siempre esperó que Ikki reaccionara algún día y le diga todo lo que quería oír, y por fin estaba pasando- Esmeralda... -el que se estaba poniendo nervioso en ese instante era él, y ella no aguantó más. En un impulso, lo jaló hacia ella, se puso de puntitas para acortar la distancia de altura, posó sus manos en su cuello, y lo besó.
Capítulo 1: La llegada de Orfeo y Euridice.
Nadie entendía el porqué de que ella estuviera ahí. La vieron con esa sonrisa esperanzadora y hermosa como siempre, con su vestido blanco y ese lazo celeste terminado en un moño, que le remarcaba esa curva y atractiva cintura. Los cinco caballeros de bronce quedaron boquiabiertos ante la figura de esa chica tan blanca como la nieve, con ese cabello de color amarillo encantador, con esos ojos negros y con ese cuerpo que atrapaba a cualquiera.
- Hola chicos, ¿cómo están? ¡Hace mucho tiempo no los veo! -comentó ella, y por más esfuerzo que hacían, ninguno podía articular palabra- ¿Les pasa algo? -preguntó extrañada, puesto que ella no entendía porqué la cara de los caballeros.
- ¿Qué haces aquí? -Hyoga del Cisne fue el primero en tomar la iniciativa- Creí, o más bien, todos creímos que estabas muerta. - siguió el rubio.
- Él me salvó -contestó poniendo su mejor sonrisa mientras señalaba atrás suyo. Y detrás de ella, salió un chico de cabello turquesa y ojos del mismo color. Tenía puesto un jean negro, una musculosa que remarcaban sus abdominales y dejaban ver unos fuertes brazos y unas zapatillas grises-. Él es Orfeo, y fue quien se atrevió a ir hasta donde Hades y me rescató de sus malignas garras. Gracias a su valentía hoy estoy aquí -y dicho esto, dio por terminada la explicación.
- En ese caso.. qué bueno que estés aquí -comentó Ikki del Fénix.
- Si, me pone muy contento que estés de vuelta -siguió Shun de Andrómeda.
- Estamos felices todos -dijo Shiryu del Dragón con una sonrisa.
- Es verdad, nos alegra que estes aquí de nuevo con nosotros Euridice -respondió Seiya regalándole una sonrisa coqueta. Orfeo, que se dio cuenta de esto, sintió una punzada en su estómago, y la ira lo invadió.
- No tienes porqué sonreírle de ese modo -le contestó molesto al caballero de pegaso, mientras que este se sorpendió. Creyó que solo Euridice se había dado cuenta de su gesto, pero vio que el otro por más callado que sea, también era observador y bastante atento- Acaba de llegar y ya le insinúas cosas, ¿qué rayos te sucede? -preguntó, sin dejar de estar molesto y con una mirada muy amenazante. Seiya no respondió, no quería pelear con él. Orfeo estaba por seguir, cuando de la cocina llega Saori junto a cinco chicas más. Y en ese momento fue él quien quedo boquiabierto ante esas cinco bellezas. Saori lo saludó con toda la confianza que dos personas podrían tener, y les presentó a las chicas.
-Orfeo, ella es Shunrei -dijo señalando a una morocha de pelo largo trenzado. Ella vestía un pantalón blanco con un top ajustado que le remarcaba toda la figura, y Orfeo no pudo hacer más que abrir los ojos en señal de que era muy linda. Shunrei entendió el gesto y se sonrojó-. Ella es Erina, pero todos la llamamos Eri -y señaló a una rubia de ojos negros hipnotizantes, que tenía el pelo recogido en un gran y bonito rodete, y tenía puesto un vestido blanco con un cinturoncito de cadenas en la cintura. El caballero de pelo azul abrió más los ojos quedando encantado con Eri-. Ella, se llama Esmeralda -ahora señaló a otra rubia de pelo largo y suelto, pero de ojos verdes, que llevaba un vestido rosa con flores rojas. Orfeo, que no podía tener más abiertos los ojos, abrió un poco la boca, como todo un baboso. Esmeralda se dio cuenta y tuvo la misma reacción que tuvo Shunrei momentos atrás-. Ella es Mino, es la encargada de los niños de nuestro orfanato -y le presentó a una morocha de ojos grandes y negros que hechizaban aún a la distancia. Tenía dos colitas bajas y un vestido celeste claro con un lazo blanco, y como a todas las demás, su vestimenta le remarcaba ese cuerpo armonioso que poseía, y el caballero abrió más la boca, y extrañamente, los ojos también-. Y ella, es June -dijo ahora señalando a la rubia enmascarada. Orfeo, que en ese momento ya tenía los ojos como dos platos y la boca hasta el piso, quedó atrapado en aquella amazona.
- ¡Hola! -dijeron las cinco a coro con una sonrisa reveladora. Y con esto, se abalanzaron hacia Orfeo, que estaba más que contento. Se sentía todo un Don Juan con cinco chicas realmente hermosas alrededor suyo. Las chicas quedaron encantadas con Orfeo y su figura musculosa de boxeador, y se sintieron unas malditas babosas, ¿pero qué más daba? El peli azul estaba como para cometer un crimen y ellas no se podían resistir a darle un abrazo, pero de manera cortés, como bienvenida.
Y ahora quienes sentían ira eran los cinco caballeros de bronce, que tenían la cara roja de rabia. Querían matar a Orfeo con sus puños y alejarlo de sus chicas. No lo querían cerca de ellas ni por asomo, sentían la no leve necesidad de sacárselas de sus brazos, aunque las chicas no quisieran. El primero en reaccionar fue Ikki, que con mucha rabia encima, agarró a Esmeralda y la separó de él, puesto que Ikki estaba enamorado de ella desde que era chiquito.
- ¿Qué te pasa? -cuestionó ella sorprendida, pero él no le contestó y se la llevó hacia el lindo jardín de la mansión Kido. Cuando llegaron ahí, él la soltó- Ikki, ¡¿qué te pasa!? -gritó preguntando la de ojos claros, sin entender nada de lo que pasaba. Estaban completamente solos en aquel lugar, así que nadie podía interrumpirlos.
- ¿¡Qué te pasa a ti Esmeralda!? ¿¿¡¡Por qué esa acción de abrazar tanto a ese idiota!!?? -chilló él.
- No hables así de él, ¡no creo que sea ningún idiota! -respondió ella.
- ¿¿¿¿¿Así que ahora lo defiendes????? Ni siquiera lo conoces y ya lo abrazaste como si fuera una persona amadísima por ti -acotó el Fénix enojadísimo, nunca se había enojado tanto como aquella vez. Esa fue la primera vez que experimentó la furia de verdad. Y Esmeralda comprendió, ahí lo comprendió.
- ¿Estás celoso? -preguntó tímida, sin dejar salir una pequeña sonrisa. Ikki se sonrojó ante esta pregunta, y no supo qué contestar. Si que estaba celoso, re celoso, no soportaba verla con alguien más que no fuera él.
- ¿Y qué si lo estuviera? Si después de esto, vas a ir y te vas a abalanzar a él como lo hiciste antes -contestó, enojándose más de lo que ya estaba por imaginarse la situación que acababa de decir.
- No, no lo haré, ¿y sabes por qué? -el Fénix se sentó en el pasto, y no la miraba, pero la escuchaba- Porque aprendiste la lección -él seguía sin mirarla, pero estaba impresionado. ¿Lección? ¿Qué lección?- Las chicas y yo ya estábamos presentes en la sala cuando llegó Euridice con Orfeo, y nosotras vimos la manera en la que ustedes la miraban, le hablaban, y le sonreían -ahí si la miró, y no dejaba de sorprenderse-. Por eso corrimos hacia Orfeo y le dimos ese abrazo que tanto les molestó, solo para que sintieran lo mismo que nosotras sentimos cuando ustedes hicieron lo suyo con la recién llegada -terminó fría y secamente Esmeralda, y con esto le dio la espalda. Pues era verdad, ella estaba enojadísima por lo que habían hecho ellos, pero no con los demás, sino con Ikki, si ella solo lo tenía a él en su mente. Sorprendidísimo, se levantó y la abrazó por detrás, mientras que la rubia no pudo evitar sonrojarse de una manera sobrenatural.
Ikki y Esmeralda eran amigos desde los 7 años más o menos, aunque ella era un año menor que el Fénix.
- Eres mala cuando quieres -le susurró en el oído, haciendo que ella se estremezca-, pero así te quiero -siguió, y en ese momento la dio vuelta, posando ahora sus manos en esa cintura que lo volvía loco más que cualquier cosa. No supo cómo se estaba atreviendo a eso, pues ella y él eran amigos y no pasaban de esa, siempre estaban limitados en un margen. Pero esa vez ya no tenía nada que perder, ya no podía contenerse. Hacía 11 años que se aguantaba las ganas de tenerla entre sus brazos, de besarla cálidamente, de que sea suya y de nadie más, y viceversa. Pudo ver esos ojitos que tanto le gustaban y esas mejillas coloradas. Soltó una pequeña risita al verla así, siempre le había gustado que estuviera nerviosa- Me gusta que seas así de enojona con migo, siento que me proteges, que me cuidas, y eso me gusta -Esmeralda sentía como su sangre se daba vuelta e iba directo a su cabeza. Tenía esas mariposas de las que tanto se hablaba en su estómago, sin poder evitarlas. Estaba más que nerviosa, apenas podía controlarse. Había esperado esas palabras durante mucho tiempo. Siempre esperó que Ikki reaccionara algún día y le diga todo lo que quería oír, y por fin estaba pasando- Esmeralda... -el que se estaba poniendo nervioso en ese instante era él, y ella no aguantó más. En un impulso, lo jaló hacia ella, se puso de puntitas para acortar la distancia de altura, posó sus manos en su cuello, y lo besó.
Última edición por Aioriana08 el Mar 13 Ene 2015, 5:40 pm, editado 4 veces
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Lun 12 Ene 2015, 11:56 am
...En un impulso, lo jaló hacia ella, se puso de puntitas para acortar la distancia de altura, posó sus manos en su cuello, y lo besó.
Capítulo 2: Revelaciones.
Aún en la sala, estaban los cuatro caballeros de bronce, Euridice, Orfeo, Saori y las cuatro damas restantes. Todos se habían sorprendido con la reacción de Ikki, aunque ya era sabido por todos que el Fénix sentía cosas por la rubia. Las chicas se separaron de Orfeo, le dieron un cálido beso en la mejilla como despedida, y se fueron divertidas con la mirada enojada de los chicos sobre ellas. Euridice, por su parte, sentía las mismas ganas que sentían los chicos para matar a Orfeo, solo que ella con las chicas. Quería agonizando una por una, pero no se atrevía a hacerle daño a nadie, y menos sabiendo que ni siquiera era una amazona como para enfrentarse a alguien. Los chicos no hicieron más que mirar fulminantemente al peli turquesa, y se fueron tras las chicas.
- ¿Quieren quedarse aquí? Digo, porque ya está oscureciendo, y no tengo ningún problema en que se hospeden el tiempo que quieran -dijo amablemente Saori.
- Gracias Saori, si no somos molestias, con gusto nos quedaremos -respondió Euridice, y Orfeo simplemente asintió.
- Que no se diga más, ahora mismo mando a preparar una habitación para los dos -acotó-, ¿o duermen en habitaciones separadas? -incomodó la diosa. Ahí si que los dos se quedaron callados.
- En habitaciones separadas -dijo secamente Euridice, por lo que sorprendió a los otros dos.
- Bueno, no se preocupen que para la noche tendrán todo listo -y diciendo esto, los dejó solos.
Euridice no tenía las más mínimas ganas de hablar o estar con Orfeo, mientras que él se moría por hacer eso con ella, así que sin más le dio la espalda.
- Euridice... -la llamó él.
- Qué -contestó fría y secamente ella. Después de lo que había pasado no quería ni mirarlo.
- ¿Por qué me hablas así? -cuestionó él, ya que no entendía la causa de que ella fuera tan dura al hablar si hace un rato estaban lo más bien.- ¿Qué te hice? -"Sufrir", pensó ella, pero aún así no contestó- Vamos Euridice, ¿qué es lo que te sucede? Dímelo -exigió, sin tener éxito-, ¿acaso hice algo que te haya molestado? -claro que había hecho algo para molestarla, y Euridice pensaba decírcelo, pero antes de hacerlo se dio cuenta de que solo eran amigos y que no podía reclamarle nada. Se entristeció gracias a eso, y se dio vuelta, dando cara a cara con el hombre que le había salvado la vida.
- Nada niño, nada -contestó lo más dulce que pudo-. No te preocupes, estoy bien.
Entonces él tomó sus manos y las puso en su pecho abrazándola, haciéndola sentir protegida.
- Sabes que siempre me preocuparé por ti, y que pase lo que pase, estaré a tu lado siempre -dijo acomodando uno de sus cabellos rubios detrás de su oreja.
Y en ese momento, Euridice lo recordó. Recordó ese momento.
- Orfeo, quiero hacerte una pregunta -indagó ella-. ¿Por qué reaccionaste así cuando Seiya me sonrió? -preguntó ella, directa, firme, sin dudar.
Él sintió como un leve sonrojo cubría sus mejillas, tratando de disimularlo, mientras buscaba la mejor excusa para contestarle. Obviamente no iba a decirle la verdad.
- Ya sabes porqué -inició-. Sólo lo hice para protegerte, como te acabo de decir recién -y con esto dicho, terminó su corta explcación. Simplemente esperaba que su amiga se lo creyera, y con eso quedaría libre de toda pregunta.
Euridice se limitó a creer lo que su compañero le había dicho y salió de su abrazo, pero sin alejarse de él.
- Gracias -agradeció dulcemente.
- De nada... -le contestó con brillo en los ojos, y besó su frente de manera tierna.
En otro lado de la casa, exactamente en el comedor, estaban Seiya y Mino discutiendo. Los dos estaban enojados, claro que sí. Él porque ella había abrazado al nuevo visitante, y ella porque él la había mirado de manera coqueta, sumándole la sonrisa insinuadora.
- ¿Y qué quieres que haga? -exclamaba ella- Tú no puedes reclamar ni pedirme explicaciones de nada -continuaba-, así que cálmate porque no quiero que espantes al nuevo y lindo visitante -terminó ella, haciendo que Seiya se enojara más por aquel comentario.
- Bueno, entonces tú tampoco puedes impedirme que la mire, ¿no es así? -le retrucó él, haciendo callar a Mino- Así como yo no tengo derecho, tú tampoco lo tienes - terminó, dejándola sola y asombrada. Se la había retrucado bastante bien, teniendo toda la razón.
No quería admitirlo, pero el caballero de pegaso fue bastante vivo y la dejó sorprendida. Poco a poco sintió como sus ojos se cristalizaban, queriendo soltar las primeras lágrimas entre pequeños sollozos. Entonces entró Hyoga y Eri, discutiendo por la misma causa que ella y Seiya habían terminado peleados. Al parecer, todos los caballeros discutían con ellas por la misma razón, así que antes de que pudieran notarla o verla llorar, se fue. Atravesó todo el comedor, luego la cocina, luego el living, y por último el patio, para dirigirse al orfanato. Necesitaba estar sola, pensar, ¿y qué mejor ese lugar para hacerlo? Estaría tranquila y sin ninguna molestia, o al menos eso pensaba. Cuando llegó, fue directo al patio trasero. Le encantaba ese lugar, era su favorito desde que era una niña, e increíblemente le ayudaba a pensar y sentirse relajada. Se sentó en el pasto, y dejó caer todo su cuerpo, sintiéndolo relajado, aunque en su cabeza todavía estaban esas palabras que tanto le dolían. "No tienes derecho", era lo único que retumbaba en su cabeza. ¿Cuándo tendría ese "derecho"? Ella quería tenerlo, obvio, y aunque sintiera celos y enojo por Seiya, no podía hacer nada más que aguantar. No sabía cuánto tiempo más aguantaría así, sabía perfectamente que algún día estallaría y que dejaría ver todo lo que le pasaba con el joven.
- Ojalá se de cuenta -suspiraba la joven-. Ojalá... -pero antes de que pudiera seguir, escuchó un ruido, e instintivamente se paró- ¿Quién está ahí? -preguntó con un poco de miedo. Ya era de tarde, el cielo tenía un color anaranjado, casi por oscurecer, y ella estaba sola en ese lugar, sin que nadie pudiera ayudarla si le pasaba algo. Como se esperaba, nadie contestó, pero no pudo volver a sentarse o estar tranquila luego- ¿Quién está ahí? -repitió una vez más, sin éxito. Y de un árbol que estaba frente a ella, cayó Seiya, quedando al descubierto.
- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Me espíabas? ¡¡Atrevido!! -exclamó ella, sin entender nada.
- Espera un poco, yo no te espíaba. Cuando me fui de la mansión Kido vine aquí a pensar, no me malinterpretes -contestó de la misma manera que ella.
Mino, que ya no tenía ganas ni de verlo, se dio media vuelta para irse, pero él la agarró del brazo impidiéndo que se vaya.
- No te vayas -le rogó.
- Suéltame -ella estaba firme, pero en realidad no quería irse, se quedaría al lado de él por siempre si se lo pedía.
- Sólo quédate -suplicó una vez más, y la morocha pudo ver tristeza y arrepentimiento en su mirada. La miró a los ojos y le pidió una vez más-. Quédate con migo, no me dejes solo, por favor.
Ella no pudo más y lo abrazó.
- Perdóname si te herí antes, no era mi intención -comentó él, al borde del llanto, pese a que se estaba aguantando muy bien.
- Te perdono -contestó ella con sinceridad, sin dejar de abrazarlo. No podía decirle que no la había hecho sufrir, no le iba a mentir- Hay que volver - dijo ella de repente, mirándolo, provocando que él se sintiera hipnotizado por esa mirada.
- Tienes razón, vamos -contestó él.
Y fundidos en un abrazo, volvieron a la mansión Kido.
Capítulo 2: Revelaciones.
Aún en la sala, estaban los cuatro caballeros de bronce, Euridice, Orfeo, Saori y las cuatro damas restantes. Todos se habían sorprendido con la reacción de Ikki, aunque ya era sabido por todos que el Fénix sentía cosas por la rubia. Las chicas se separaron de Orfeo, le dieron un cálido beso en la mejilla como despedida, y se fueron divertidas con la mirada enojada de los chicos sobre ellas. Euridice, por su parte, sentía las mismas ganas que sentían los chicos para matar a Orfeo, solo que ella con las chicas. Quería agonizando una por una, pero no se atrevía a hacerle daño a nadie, y menos sabiendo que ni siquiera era una amazona como para enfrentarse a alguien. Los chicos no hicieron más que mirar fulminantemente al peli turquesa, y se fueron tras las chicas.
- ¿Quieren quedarse aquí? Digo, porque ya está oscureciendo, y no tengo ningún problema en que se hospeden el tiempo que quieran -dijo amablemente Saori.
- Gracias Saori, si no somos molestias, con gusto nos quedaremos -respondió Euridice, y Orfeo simplemente asintió.
- Que no se diga más, ahora mismo mando a preparar una habitación para los dos -acotó-, ¿o duermen en habitaciones separadas? -incomodó la diosa. Ahí si que los dos se quedaron callados.
- En habitaciones separadas -dijo secamente Euridice, por lo que sorprendió a los otros dos.
- Bueno, no se preocupen que para la noche tendrán todo listo -y diciendo esto, los dejó solos.
Euridice no tenía las más mínimas ganas de hablar o estar con Orfeo, mientras que él se moría por hacer eso con ella, así que sin más le dio la espalda.
- Euridice... -la llamó él.
- Qué -contestó fría y secamente ella. Después de lo que había pasado no quería ni mirarlo.
- ¿Por qué me hablas así? -cuestionó él, ya que no entendía la causa de que ella fuera tan dura al hablar si hace un rato estaban lo más bien.- ¿Qué te hice? -"Sufrir", pensó ella, pero aún así no contestó- Vamos Euridice, ¿qué es lo que te sucede? Dímelo -exigió, sin tener éxito-, ¿acaso hice algo que te haya molestado? -claro que había hecho algo para molestarla, y Euridice pensaba decírcelo, pero antes de hacerlo se dio cuenta de que solo eran amigos y que no podía reclamarle nada. Se entristeció gracias a eso, y se dio vuelta, dando cara a cara con el hombre que le había salvado la vida.
- Nada niño, nada -contestó lo más dulce que pudo-. No te preocupes, estoy bien.
Entonces él tomó sus manos y las puso en su pecho abrazándola, haciéndola sentir protegida.
- Sabes que siempre me preocuparé por ti, y que pase lo que pase, estaré a tu lado siempre -dijo acomodando uno de sus cabellos rubios detrás de su oreja.
Y en ese momento, Euridice lo recordó. Recordó ese momento.
- Orfeo, quiero hacerte una pregunta -indagó ella-. ¿Por qué reaccionaste así cuando Seiya me sonrió? -preguntó ella, directa, firme, sin dudar.
Él sintió como un leve sonrojo cubría sus mejillas, tratando de disimularlo, mientras buscaba la mejor excusa para contestarle. Obviamente no iba a decirle la verdad.
- Ya sabes porqué -inició-. Sólo lo hice para protegerte, como te acabo de decir recién -y con esto dicho, terminó su corta explcación. Simplemente esperaba que su amiga se lo creyera, y con eso quedaría libre de toda pregunta.
Euridice se limitó a creer lo que su compañero le había dicho y salió de su abrazo, pero sin alejarse de él.
- Gracias -agradeció dulcemente.
- De nada... -le contestó con brillo en los ojos, y besó su frente de manera tierna.
En otro lado de la casa, exactamente en el comedor, estaban Seiya y Mino discutiendo. Los dos estaban enojados, claro que sí. Él porque ella había abrazado al nuevo visitante, y ella porque él la había mirado de manera coqueta, sumándole la sonrisa insinuadora.
- ¿Y qué quieres que haga? -exclamaba ella- Tú no puedes reclamar ni pedirme explicaciones de nada -continuaba-, así que cálmate porque no quiero que espantes al nuevo y lindo visitante -terminó ella, haciendo que Seiya se enojara más por aquel comentario.
- Bueno, entonces tú tampoco puedes impedirme que la mire, ¿no es así? -le retrucó él, haciendo callar a Mino- Así como yo no tengo derecho, tú tampoco lo tienes - terminó, dejándola sola y asombrada. Se la había retrucado bastante bien, teniendo toda la razón.
No quería admitirlo, pero el caballero de pegaso fue bastante vivo y la dejó sorprendida. Poco a poco sintió como sus ojos se cristalizaban, queriendo soltar las primeras lágrimas entre pequeños sollozos. Entonces entró Hyoga y Eri, discutiendo por la misma causa que ella y Seiya habían terminado peleados. Al parecer, todos los caballeros discutían con ellas por la misma razón, así que antes de que pudieran notarla o verla llorar, se fue. Atravesó todo el comedor, luego la cocina, luego el living, y por último el patio, para dirigirse al orfanato. Necesitaba estar sola, pensar, ¿y qué mejor ese lugar para hacerlo? Estaría tranquila y sin ninguna molestia, o al menos eso pensaba. Cuando llegó, fue directo al patio trasero. Le encantaba ese lugar, era su favorito desde que era una niña, e increíblemente le ayudaba a pensar y sentirse relajada. Se sentó en el pasto, y dejó caer todo su cuerpo, sintiéndolo relajado, aunque en su cabeza todavía estaban esas palabras que tanto le dolían. "No tienes derecho", era lo único que retumbaba en su cabeza. ¿Cuándo tendría ese "derecho"? Ella quería tenerlo, obvio, y aunque sintiera celos y enojo por Seiya, no podía hacer nada más que aguantar. No sabía cuánto tiempo más aguantaría así, sabía perfectamente que algún día estallaría y que dejaría ver todo lo que le pasaba con el joven.
- Ojalá se de cuenta -suspiraba la joven-. Ojalá... -pero antes de que pudiera seguir, escuchó un ruido, e instintivamente se paró- ¿Quién está ahí? -preguntó con un poco de miedo. Ya era de tarde, el cielo tenía un color anaranjado, casi por oscurecer, y ella estaba sola en ese lugar, sin que nadie pudiera ayudarla si le pasaba algo. Como se esperaba, nadie contestó, pero no pudo volver a sentarse o estar tranquila luego- ¿Quién está ahí? -repitió una vez más, sin éxito. Y de un árbol que estaba frente a ella, cayó Seiya, quedando al descubierto.
- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Me espíabas? ¡¡Atrevido!! -exclamó ella, sin entender nada.
- Espera un poco, yo no te espíaba. Cuando me fui de la mansión Kido vine aquí a pensar, no me malinterpretes -contestó de la misma manera que ella.
Mino, que ya no tenía ganas ni de verlo, se dio media vuelta para irse, pero él la agarró del brazo impidiéndo que se vaya.
- No te vayas -le rogó.
- Suéltame -ella estaba firme, pero en realidad no quería irse, se quedaría al lado de él por siempre si se lo pedía.
- Sólo quédate -suplicó una vez más, y la morocha pudo ver tristeza y arrepentimiento en su mirada. La miró a los ojos y le pidió una vez más-. Quédate con migo, no me dejes solo, por favor.
Ella no pudo más y lo abrazó.
- Perdóname si te herí antes, no era mi intención -comentó él, al borde del llanto, pese a que se estaba aguantando muy bien.
- Te perdono -contestó ella con sinceridad, sin dejar de abrazarlo. No podía decirle que no la había hecho sufrir, no le iba a mentir- Hay que volver - dijo ella de repente, mirándolo, provocando que él se sintiera hipnotizado por esa mirada.
- Tienes razón, vamos -contestó él.
Y fundidos en un abrazo, volvieron a la mansión Kido.
Última edición por Aioriana08 el Mar 13 Ene 2015, 3:33 pm, editado 4 veces
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Mar 13 Ene 2015, 1:36 pm
...Y fundidos en un abrazo, volvieron a la mansión Kido.
Capítulo 3, primera parte: Debilidades.
Eri salió corriendo de ese lugar sin rumbo fijo. No quería estar con nadie, solo quería huir del mundo y disfrutar de su propia soledad. Corría y corría atropellando a todo aquel que se le cruzara. Al cabo de unos minutos, paró y se relajó sobre una pared. Estaba cansada de tanto correr, pero su cuerpo le decía que siga para así estar sola definitivamente, dado que todavía la gente seguía en la calle paseando, caminando, etc.
"No puedo más", se decía a sí misma. "Ojalá algún día se de cuenta de todo esto" pensaba.
Pasado 5 minutos, retomó con una caminata, y sin saber cómo, llegó al puerto. La luna la iluminaba levemente, haciendo reflejos anaranjados sobre sus cabellos rubios. Siguió caminando hasta que dio frente al mar, y allí se detuvo. Miro hacia el cielo y divisó muchas estrellas que inundaban el mismo. Era una preciosa vista, algo admirable de ver. Sin mucho que decir, se quedó ahí, le parecía un buen lugar, porque raramente la relajaba. Quiso desaparecer a toda la gente de su cabeza y hacer un vacío blanco en ella, pero inevitablemente él aparecía. "¿Cómo voy a hacer para sacarte de mi?" se preguntaba, "Si eres lo único verdaderamente hermoso que poseo." y unas lágrimas se le escapaban por accidente de sus ojos, resbalando en su suaves mejillas.
- ¿En dónde estará? -Hyoga estaba muy preocupado. Eran casi las 10 de la noche y Eri no regresaba.
- Yo la vi salir, pero fue hace 2 horas mínimo, y no se la veía nada bien -anunció Shunrei también preocupada.
- Esto no se ve nada bien -comentó Shun caminando en círculos-, hay que ir a buscarla.
Y sin que nadie diga nada, los cinco caballeros de bronce partieron en busca de la rubia, dejando a los visitantes preocupados y el cuidado de la mansión a las chicas.
- ¿Por dónde empezamos? -gritó Shiryu, ya que estaban corriendo y el ruido que emitían al pisar el suelo era un tanto fuerte.
- ¡Hay que dividirnos! -contestó de la misma manera Seiya.
Sabiendo que el pegaso tenía razón, todos tomaron caminos diferentes. Shiryu fue a la zona del parque, Shun al aeropuerto, Ikki al bosque, Hyoga al orfanato y Seiya al puerto. Buscaron, buscaron, buscaron y buscaron sin éxito. La chica parecía perdida, ninguno tenía rastros de ella y todos se desesperaban cada vez más. Ya en el punto de reunión, se comentaban las novedades, aunque en realidad no había ninguna.
- ¿Y? ¿Encontraron algo o alguna pista? -preguntó desesperado Hyoga. Se moría si a ella le pasaba algo. Simplemente se moría.
- No, nada -contestaron todos a coro.
- ¡MALDICIÓN! -el rubio golpeó el piso con sus pies con tanta fuerza que rompió una baldosa.
- Hey, ¡cálmate! Seguro ya aparecerá -lo paró Shun, pero sabía que sería inútil. Hyoga no se calmaría hasta verla sana y salva.
Capítulo 3, primera parte: Debilidades.
Eri salió corriendo de ese lugar sin rumbo fijo. No quería estar con nadie, solo quería huir del mundo y disfrutar de su propia soledad. Corría y corría atropellando a todo aquel que se le cruzara. Al cabo de unos minutos, paró y se relajó sobre una pared. Estaba cansada de tanto correr, pero su cuerpo le decía que siga para así estar sola definitivamente, dado que todavía la gente seguía en la calle paseando, caminando, etc.
"No puedo más", se decía a sí misma. "Ojalá algún día se de cuenta de todo esto" pensaba.
Pasado 5 minutos, retomó con una caminata, y sin saber cómo, llegó al puerto. La luna la iluminaba levemente, haciendo reflejos anaranjados sobre sus cabellos rubios. Siguió caminando hasta que dio frente al mar, y allí se detuvo. Miro hacia el cielo y divisó muchas estrellas que inundaban el mismo. Era una preciosa vista, algo admirable de ver. Sin mucho que decir, se quedó ahí, le parecía un buen lugar, porque raramente la relajaba. Quiso desaparecer a toda la gente de su cabeza y hacer un vacío blanco en ella, pero inevitablemente él aparecía. "¿Cómo voy a hacer para sacarte de mi?" se preguntaba, "Si eres lo único verdaderamente hermoso que poseo." y unas lágrimas se le escapaban por accidente de sus ojos, resbalando en su suaves mejillas.
- ¿En dónde estará? -Hyoga estaba muy preocupado. Eran casi las 10 de la noche y Eri no regresaba.
- Yo la vi salir, pero fue hace 2 horas mínimo, y no se la veía nada bien -anunció Shunrei también preocupada.
- Esto no se ve nada bien -comentó Shun caminando en círculos-, hay que ir a buscarla.
Y sin que nadie diga nada, los cinco caballeros de bronce partieron en busca de la rubia, dejando a los visitantes preocupados y el cuidado de la mansión a las chicas.
- ¿Por dónde empezamos? -gritó Shiryu, ya que estaban corriendo y el ruido que emitían al pisar el suelo era un tanto fuerte.
- ¡Hay que dividirnos! -contestó de la misma manera Seiya.
Sabiendo que el pegaso tenía razón, todos tomaron caminos diferentes. Shiryu fue a la zona del parque, Shun al aeropuerto, Ikki al bosque, Hyoga al orfanato y Seiya al puerto. Buscaron, buscaron, buscaron y buscaron sin éxito. La chica parecía perdida, ninguno tenía rastros de ella y todos se desesperaban cada vez más. Ya en el punto de reunión, se comentaban las novedades, aunque en realidad no había ninguna.
- ¿Y? ¿Encontraron algo o alguna pista? -preguntó desesperado Hyoga. Se moría si a ella le pasaba algo. Simplemente se moría.
- No, nada -contestaron todos a coro.
- ¡MALDICIÓN! -el rubio golpeó el piso con sus pies con tanta fuerza que rompió una baldosa.
- Hey, ¡cálmate! Seguro ya aparecerá -lo paró Shun, pero sabía que sería inútil. Hyoga no se calmaría hasta verla sana y salva.
Última edición por Aioriana08 el Mar 13 Ene 2015, 5:31 pm, editado 3 veces
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Mar 13 Ene 2015, 5:22 pm
...- Hey, ¡cálmate! Seguro ya aparecerá -lo paró Shun, pero sabía que sería inútil. Hyoga no se calmaría hasta verla sana y salva.
Capítulo 3, segunda parte: La desaparición intrigante.
En la mansión Kido, nadie podía dormir, ni siquiera el perrito de Saori. Ya eran las 3 de la madrugada y Eri no aparecía por ningún lado. La habían buscado hasta por el lugar más remoto, pero no había caso. Los chicos no sabían qué hacer, ya no se les ocurrían opciones. La tensión en el aire era mutua, todos estaban contagiados por la misma preocupación y desesperación, hasta Euridice sentía eso.
- Yo saldré a buscarla -rompió el hielo June, la amazona del Camaleón.
- ¡No! ¡Quédate aquí! -la detuvo Shun.
- No puedo quedarme aquí como una inútil sabiendo que mi amiga podría estar en grave peligro. Lo siento, pero debo irme Shun -dijo firme y dura, y Shun la agarró del brazo y en voz baja, para que solo ella escuche, le dijo:
- Por favor, quédate, no soportaría que te pase algo a ti también.
June no pudo evitar estremecerse al sentir el aliento cálido del caballero en su oreja, su piel se erizó al saber que él la cuidaba y sonrió bobamente sin que nadie la vea, gracias a la máscara.
- Por favor -le volvió a decir él, bajando de su brazo a su mano-, quédate aquí con migo, quédate así puedo permanecer tranquilo, por favor.
June no sabía qué hacer. Ella siempre había sido terca, y nada podía hacerle cambiar de opinión, pero aquel caballero le podía y mucho. Él era el único que le sacaba lo testaruda y hacía verle las cosas desde otra perspectiva, pero su corazón también le decía que su amiga estaba en grave peligro, y no dejaría que nadie, incluso él, impida que vaya tras ella.
- Perdóname Shun -dijo ella saliendo de su agarre-, pero debo ir tras ella.
- ¡No June! ¡No te vayas, quédate! -gritó Shunrei, apoyando a Shun.
- June, sé más prudente -pidió Mino, siguiendo la corriente de Shunrei.
- ¡Espera! -ahora la que la paraba era Saori- ¡No te vayas! ¡Aún nos queda una opción! ¡Tengo una idea!
- ¡Pero si no voy tras ella sé que algo malo le pasará! -exclamó desesperada, pero fría a la vez.
- Te propongo algo -dijo la diosa acercándose a ella-, si no funciona mi idea, dejaré que vayas a buscarla y no te detendré, pero al menos intentémoslo -le pidió, tomando la mano que Shun había soltado hace unos cuantos segundos. June se enderezó y solo asintió.
- ¿Cuál es tu idea? -preguntó June, mostrándose más que fría.
- La fundación Graude, fundada por mi difunto abuelo y ahora dirigida por mi, tiene los medios suficientes como para poder encontrarla. Quizá haya algo en las cámaras de seguridad, y no perdemos nada con intentarlo -explicó dulcemente la diosa.
- Yo creo que podemos intentarlo -comentó Esmeralda, captando la atención de todos, debido a que hasta ese momento había permanecido totalmente callada.
- ¡Yo apoyo a Esmeralda! -exclamó Orfeo, sorprendiendo a los demás y despertando celos en Ikki y Euridice.
- Entonces vallamos ya mismo para allá -ordenó Saori.
Dicho esto, todos salieron de la sala amontonados, e Ikki aprovechó el momento y tomó a Esmeralda de manera posesiva, más que nada para dejarle bien en claro a ese idiota que ella era de él y de nadie más. Esmeralda se dio cuenta de esto y lo regañó con la mirada, aunque en realidad le había causado muchísima ternura.
- Ya sabes que te quiero solo a ti -le dijo dulcemente.
- Lo sé, pero ese idiota te está mirando mucho y eso no me gusta -afirmó con cara enojada. Ella rió y depositó un suave beso en su mejilla, haciendo que él se sonroje completamente. Le hubiese gustado más que ese beso hubiera sido en otra parte, pero tenían que ser discretos.
Una vez en la fundación de Saori, ella ordenó que se fijaran en todas las cámaras de seguridad lo sucedido entre las 8 y 12 de la noche, para así encontrar algo. Pasaron varios minutos buscando, sin éxito alguno, hasta que uno de los empleados habló.
- ¡¡Señorita, mire esto!! -dijo casi gritando del susto el hombre, y todos corrieron hacia la máquina en la que estaba.
Capítulo 3, segunda parte: La desaparición intrigante.
En la mansión Kido, nadie podía dormir, ni siquiera el perrito de Saori. Ya eran las 3 de la madrugada y Eri no aparecía por ningún lado. La habían buscado hasta por el lugar más remoto, pero no había caso. Los chicos no sabían qué hacer, ya no se les ocurrían opciones. La tensión en el aire era mutua, todos estaban contagiados por la misma preocupación y desesperación, hasta Euridice sentía eso.
- Yo saldré a buscarla -rompió el hielo June, la amazona del Camaleón.
- ¡No! ¡Quédate aquí! -la detuvo Shun.
- No puedo quedarme aquí como una inútil sabiendo que mi amiga podría estar en grave peligro. Lo siento, pero debo irme Shun -dijo firme y dura, y Shun la agarró del brazo y en voz baja, para que solo ella escuche, le dijo:
- Por favor, quédate, no soportaría que te pase algo a ti también.
June no pudo evitar estremecerse al sentir el aliento cálido del caballero en su oreja, su piel se erizó al saber que él la cuidaba y sonrió bobamente sin que nadie la vea, gracias a la máscara.
- Por favor -le volvió a decir él, bajando de su brazo a su mano-, quédate aquí con migo, quédate así puedo permanecer tranquilo, por favor.
June no sabía qué hacer. Ella siempre había sido terca, y nada podía hacerle cambiar de opinión, pero aquel caballero le podía y mucho. Él era el único que le sacaba lo testaruda y hacía verle las cosas desde otra perspectiva, pero su corazón también le decía que su amiga estaba en grave peligro, y no dejaría que nadie, incluso él, impida que vaya tras ella.
- Perdóname Shun -dijo ella saliendo de su agarre-, pero debo ir tras ella.
- ¡No June! ¡No te vayas, quédate! -gritó Shunrei, apoyando a Shun.
- June, sé más prudente -pidió Mino, siguiendo la corriente de Shunrei.
- ¡Espera! -ahora la que la paraba era Saori- ¡No te vayas! ¡Aún nos queda una opción! ¡Tengo una idea!
- ¡Pero si no voy tras ella sé que algo malo le pasará! -exclamó desesperada, pero fría a la vez.
- Te propongo algo -dijo la diosa acercándose a ella-, si no funciona mi idea, dejaré que vayas a buscarla y no te detendré, pero al menos intentémoslo -le pidió, tomando la mano que Shun había soltado hace unos cuantos segundos. June se enderezó y solo asintió.
- ¿Cuál es tu idea? -preguntó June, mostrándose más que fría.
- La fundación Graude, fundada por mi difunto abuelo y ahora dirigida por mi, tiene los medios suficientes como para poder encontrarla. Quizá haya algo en las cámaras de seguridad, y no perdemos nada con intentarlo -explicó dulcemente la diosa.
- Yo creo que podemos intentarlo -comentó Esmeralda, captando la atención de todos, debido a que hasta ese momento había permanecido totalmente callada.
- ¡Yo apoyo a Esmeralda! -exclamó Orfeo, sorprendiendo a los demás y despertando celos en Ikki y Euridice.
- Entonces vallamos ya mismo para allá -ordenó Saori.
Dicho esto, todos salieron de la sala amontonados, e Ikki aprovechó el momento y tomó a Esmeralda de manera posesiva, más que nada para dejarle bien en claro a ese idiota que ella era de él y de nadie más. Esmeralda se dio cuenta de esto y lo regañó con la mirada, aunque en realidad le había causado muchísima ternura.
- Ya sabes que te quiero solo a ti -le dijo dulcemente.
- Lo sé, pero ese idiota te está mirando mucho y eso no me gusta -afirmó con cara enojada. Ella rió y depositó un suave beso en su mejilla, haciendo que él se sonroje completamente. Le hubiese gustado más que ese beso hubiera sido en otra parte, pero tenían que ser discretos.
Una vez en la fundación de Saori, ella ordenó que se fijaran en todas las cámaras de seguridad lo sucedido entre las 8 y 12 de la noche, para así encontrar algo. Pasaron varios minutos buscando, sin éxito alguno, hasta que uno de los empleados habló.
- ¡¡Señorita, mire esto!! -dijo casi gritando del susto el hombre, y todos corrieron hacia la máquina en la que estaba.
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Mar 13 Ene 2015, 9:25 pm
...-¡¡Señorita, mire esto!! -dijo casi gritando del susto el hombre, y todos corrieron hacia la máquina en la que estaba.
Capítulo 3, tercera parte: Un secuestro, un corazón roto.
Todos miraban atónitos la pantalla, ninguno podía creerlo. Tal y como se mostraba, Eri había sido secuestrada a las 9:35 de la noche en el puerto. La cámara mostraba perfectamente la secuencia: ella estaba sola mirando el mar, de la nada las olas empiezan a crear un remolino con gran violencia, del remolino sale una mujer que jamás habían visto en sus vidas, y con su tridente hace posesión de la rubia llevándola al fondo del mar. A todos les parecía imposible lo que estaban viendo, pero no, era lo que realmente había pasado.
- Debo encontrarla -balbuceó Hyoga, pero estaba decidido.
- Alto Hyoga, no puedes hacerlo, ni siquiera sabes en donde está -lo detuvo Shiryu.
- Y para eso voy, para encontrarla -afirmó él.
- Yo te acompaño -dijo June, que no quería más que encontrar a su amiga.
- ¿Irán solos? -cuestionó sarcásticamente Shun, haciendo que las mejillas de June se pongan rojas, pero como llevaba la máscara, nadie lo notó- Es obvio que los acompañaremos -afirmó el caballero de Andrómeda... ¿molesto?
- Que no se hable más, vamos -impulsó Seiya.
- ¡Esperen! -exclamó Mino- Yo también quiero ir.
- ¿Tú? ¿Y para qué? -preguntó Ikki, casi despectivamente.
- Quiero ayudarlos a encontrar a Eri, ¿acaso es mucho pedir? -Mino ya estaba enojada. Ella lo único que quería era hallar a su amiga y ellos no querían llevarla.
Todas las miradas de los caballeros, incluso la de June, fueron a parar a Seiya, como esperando a que él dijera o haga algo. Él suspiró y avanzó hacia la morocha.
- Quiero que te quedes aquí -le pidió apoyando sus manos en sus hombros.
Mino lo miró sorprendida. Podía esperar eso de cualquier caballero menos de él. Todos excepto él.
- No sé a qué clase de tipos nos enfrentaremos, y tú no estás lista para estas cosas. Será mejor que te quedes aquí a salvo -Mino seguía sin creerlo.
- Yo quiero ir -le contestó agresivamente mientras sacaba sus manos de sus hombros.
- Pero no puedes -le retrucó, ignorando el gesto y el tono de voz.
- Si que puedo, tú no quieres, que es algo muy distinto -se avivó esta vez ella.
- No, debes quedarte aquí, sana y a salvo -dijo mirándola a los ojos.
- Entiende que solo quiero estar con mi amiga, por favor, ¡solo entiéndeme! -ella ya estaba por derramar un par de lágrimas, pero se contuvo.
- ¡No discutan más! ¡Parecen niños! -Hyoga ya estaba harto- ¡Vamos Seiya, hay que irnos! -ordenó el rubio.
- Perdóname Mino, pero quiero que te quedes aquí, quiero que estes bien y con vida -le dijo él tristemente, antes de ir con los chicos y June.
- Esperen, yo también iré -comentó Orfeo, asombrando a todos.
- ¿Tú? ¿Y para qué? -el amargado del grupo tronó esa frase una vez más. Si, así es, Ikki.
- Yo también soy caballero, no se olviden de eso -indagó, haciendo callar al Fénix, y con paso rápido, se dirigió hacia ellos.
- ¿Vamos? -preguntó, provocando la ira de los cinco caballeros de bronce.
- ¡Hasta luego Saori, hasta luego chicas! -saludaron a coro los caballeros, June y Orfeo.
Se despidieron, y los siete partieron al puerto. Una vez allí, se asomaron al mar en busca de pistas.
- Hay que repartirnos en varias zonas de aquí -recomendó June-, es la única forma de hallarla más rápido.
- Supongo que eso estaría bien -apoyó Shiryu-. Nos separaremos en varios grupos de a dos y cada uno tendrá asignado un lugar que tenga que ver con esta zona -lideró.
- Estoy de acuerdo con tigo -dijo Shun-, pero somos siete, uno tendrá que ir solo.
- Yo -se ofreció Ikki-, yo iré solo.
- Está bien -consintió Shiryu-, si tú quieres..
- ¿A dónde debo ir? -lo apuró el Fénix.
- Ve al muelle, quizá veas algo ahí -le ordenó el Dragón.
Ikki no tardó en desaparecer en medio de la luz de la luna para ir al muelle.
- Bueno, ahora organicen sus grupos ustedes. Seiya, tú vienes con migo, ¿no? -dudó Shiryu.
- Si, yo voy con tigo -aclaró Pegaso.
De repente, la incomodidad inundó el aire. Todos sabían que debían hacer un grupo de a dos, y Shun y Hyoga no querían ir con Orfeo, puesto que todavía le guardaban rencor por lo sucedido el día anterior en la sala con las chicas. Shun iba a ofrecerle a June ir con él, pero antes de que pudiera decir algo, ella se le adelantó.
- Yo voy con Orfeo -dijo firme y sin titubear. Esto sorprendió a todos los presentes en la escena, ni siquiera el mismo Orfeo se lo esperaba, y mucho menos Shun, que además de estar asombrado, ardía de celos, y al que se le había transformado la cara de "¿quieres ir con migo?" a "vete al diablo". No podía creer lo que acababa de hacer June, y de un momento a otro se sintió traicionado. Ella era su amiga, se suponía que iría con él, pero no.
- Bueno -suspiró Shiryu-, ustedes dos irán juntos. Les encargo la zona del farol, no está muy lejos de aquí, pero tendrán que esforzarse.
Diciendo esto, los dos asintieron y empezaron a correr hacia el destino.
- Hyoga, tú irás con Shun -confirmó con una sonrisa burlona el Dragón cuando June y Orfeo ya se habían ido-. Ustedes tienen la zona del parque que está alrededor del muelle, y Seiya y yo iremos a las bodegas que hay aquí en el puerto.
- Entendido.
Y dicho esto, los cuatro salieron disparados hacia sus lugares indicados.
Capítulo 3, tercera parte: Un secuestro, un corazón roto.
Todos miraban atónitos la pantalla, ninguno podía creerlo. Tal y como se mostraba, Eri había sido secuestrada a las 9:35 de la noche en el puerto. La cámara mostraba perfectamente la secuencia: ella estaba sola mirando el mar, de la nada las olas empiezan a crear un remolino con gran violencia, del remolino sale una mujer que jamás habían visto en sus vidas, y con su tridente hace posesión de la rubia llevándola al fondo del mar. A todos les parecía imposible lo que estaban viendo, pero no, era lo que realmente había pasado.
- Debo encontrarla -balbuceó Hyoga, pero estaba decidido.
- Alto Hyoga, no puedes hacerlo, ni siquiera sabes en donde está -lo detuvo Shiryu.
- Y para eso voy, para encontrarla -afirmó él.
- Yo te acompaño -dijo June, que no quería más que encontrar a su amiga.
- ¿Irán solos? -cuestionó sarcásticamente Shun, haciendo que las mejillas de June se pongan rojas, pero como llevaba la máscara, nadie lo notó- Es obvio que los acompañaremos -afirmó el caballero de Andrómeda... ¿molesto?
- Que no se hable más, vamos -impulsó Seiya.
- ¡Esperen! -exclamó Mino- Yo también quiero ir.
- ¿Tú? ¿Y para qué? -preguntó Ikki, casi despectivamente.
- Quiero ayudarlos a encontrar a Eri, ¿acaso es mucho pedir? -Mino ya estaba enojada. Ella lo único que quería era hallar a su amiga y ellos no querían llevarla.
Todas las miradas de los caballeros, incluso la de June, fueron a parar a Seiya, como esperando a que él dijera o haga algo. Él suspiró y avanzó hacia la morocha.
- Quiero que te quedes aquí -le pidió apoyando sus manos en sus hombros.
Mino lo miró sorprendida. Podía esperar eso de cualquier caballero menos de él. Todos excepto él.
- No sé a qué clase de tipos nos enfrentaremos, y tú no estás lista para estas cosas. Será mejor que te quedes aquí a salvo -Mino seguía sin creerlo.
- Yo quiero ir -le contestó agresivamente mientras sacaba sus manos de sus hombros.
- Pero no puedes -le retrucó, ignorando el gesto y el tono de voz.
- Si que puedo, tú no quieres, que es algo muy distinto -se avivó esta vez ella.
- No, debes quedarte aquí, sana y a salvo -dijo mirándola a los ojos.
- Entiende que solo quiero estar con mi amiga, por favor, ¡solo entiéndeme! -ella ya estaba por derramar un par de lágrimas, pero se contuvo.
- ¡No discutan más! ¡Parecen niños! -Hyoga ya estaba harto- ¡Vamos Seiya, hay que irnos! -ordenó el rubio.
- Perdóname Mino, pero quiero que te quedes aquí, quiero que estes bien y con vida -le dijo él tristemente, antes de ir con los chicos y June.
- Esperen, yo también iré -comentó Orfeo, asombrando a todos.
- ¿Tú? ¿Y para qué? -el amargado del grupo tronó esa frase una vez más. Si, así es, Ikki.
- Yo también soy caballero, no se olviden de eso -indagó, haciendo callar al Fénix, y con paso rápido, se dirigió hacia ellos.
- ¿Vamos? -preguntó, provocando la ira de los cinco caballeros de bronce.
- ¡Hasta luego Saori, hasta luego chicas! -saludaron a coro los caballeros, June y Orfeo.
Se despidieron, y los siete partieron al puerto. Una vez allí, se asomaron al mar en busca de pistas.
- Hay que repartirnos en varias zonas de aquí -recomendó June-, es la única forma de hallarla más rápido.
- Supongo que eso estaría bien -apoyó Shiryu-. Nos separaremos en varios grupos de a dos y cada uno tendrá asignado un lugar que tenga que ver con esta zona -lideró.
- Estoy de acuerdo con tigo -dijo Shun-, pero somos siete, uno tendrá que ir solo.
- Yo -se ofreció Ikki-, yo iré solo.
- Está bien -consintió Shiryu-, si tú quieres..
- ¿A dónde debo ir? -lo apuró el Fénix.
- Ve al muelle, quizá veas algo ahí -le ordenó el Dragón.
Ikki no tardó en desaparecer en medio de la luz de la luna para ir al muelle.
- Bueno, ahora organicen sus grupos ustedes. Seiya, tú vienes con migo, ¿no? -dudó Shiryu.
- Si, yo voy con tigo -aclaró Pegaso.
De repente, la incomodidad inundó el aire. Todos sabían que debían hacer un grupo de a dos, y Shun y Hyoga no querían ir con Orfeo, puesto que todavía le guardaban rencor por lo sucedido el día anterior en la sala con las chicas. Shun iba a ofrecerle a June ir con él, pero antes de que pudiera decir algo, ella se le adelantó.
- Yo voy con Orfeo -dijo firme y sin titubear. Esto sorprendió a todos los presentes en la escena, ni siquiera el mismo Orfeo se lo esperaba, y mucho menos Shun, que además de estar asombrado, ardía de celos, y al que se le había transformado la cara de "¿quieres ir con migo?" a "vete al diablo". No podía creer lo que acababa de hacer June, y de un momento a otro se sintió traicionado. Ella era su amiga, se suponía que iría con él, pero no.
- Bueno -suspiró Shiryu-, ustedes dos irán juntos. Les encargo la zona del farol, no está muy lejos de aquí, pero tendrán que esforzarse.
Diciendo esto, los dos asintieron y empezaron a correr hacia el destino.
- Hyoga, tú irás con Shun -confirmó con una sonrisa burlona el Dragón cuando June y Orfeo ya se habían ido-. Ustedes tienen la zona del parque que está alrededor del muelle, y Seiya y yo iremos a las bodegas que hay aquí en el puerto.
- Entendido.
Y dicho esto, los cuatro salieron disparados hacia sus lugares indicados.
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Miér 14 Ene 2015, 7:14 am
...Y dicho esto, los cuatro salieron disparados hacia sus lugares indicados.
Capítulo 4, primera parte: La aparición del caballero negro.
Yendo hacia el farol, June y Orfeo se toparon con un caballero negro.
- ¿Quiénes son ustedes? -chilló el desconocido.
- Eso nos toca decir a nosotros -respondió de mala manera Orfeo-, ¿quién eres tú?
- Jajajajajajaja -rió maliciosamente él-, yo soy el caballero negro de la constelación del Dragón.
- ¿¿¿¿¿DE QUÉ????? -June y Orfeo no podían creerlo. El único caballero que había de la constelación del Dragón era Shiryu, sólo él poseía esa armadura.
- Del Dragón, como oyeron -afirmó arrogantemente.
- ¿Cómo puedes ser del Dragón si ya hay uno que posee esa armadura? -cuestionó Orfeo.
- Eres un niño bonito pero muy tontito -afirmó el caballero negro negando con la cabeza.
- Todavía no nos has dicho quién eres -exigió June con un tono molesto.
- Yo soy Shinadekuro de Dragón Negro, y si quieren pasar por aquí, tendrán que pelear con migo primero -los retó.
June y Orfeo se miraron. Tenían que llegar al farol lo antes posible y no tenían tiempo de sobra.
- Yo combatiré con tigo -se envalentonó la rubia, dejando pasmado de asombro a su compañero y al caballero negro.
- ¿Así que una mujer peleará con migo? -preguntó machista, cosa que enfureció muchísimo a June.
- No creas que porque soy mujer no sé pelear, porque no hace falta ser hombre para ser caballero y pelear bien -contestó ella, pues tenía razón y le cerró la boca.
- Como tú digas -suspiró Shinadekuro.
Y antes de que él pudiera hacer algo, June ya lo estaba atacando con su látigo. Orfeo la miraba sorprendido mientras ella combatía ferozmente contra el caballero. Shinadekuro, por su parte, no podía ni defenderse. Ella era muy rápida y no paraba de dar latigazos ni un segundo. Cuando la rubia vio que él ya no poseía energías, usó "el puño del camaleón" como técnica de combate, dejando en el piso al arrogante caballero negro.
- Sigamos -ordenó ella cuando pudo recuperarse. Orfeo asintió bobamente. Estaba sorprendido por todo lo que era capaz de hacer June. Sinceramente, esa amazona lo estaba volviendo loco.
Siguieron corriendo hasta llegar a un puente que daba con el farol y por lo que veían, no tenían otra opción que cruzarlo. Caminaron lo más delicadamente que pudieron sobre ese puente de madera sucio y viejo, hasta llegar al otro lado.
- Por fin llegamos -se sintió orgulloso Orfeo, pero June lo ignoró.
- Si, pero aún nos falta la parte más difícil -aclaró ella-. Hay que encontrar las malditas pistas.
- Seguro ya la encontraremos -le contestó, rozando su mano en la cinturita de la rubia.
Ella sintió como un escalofrío recorría su cuerpo ante aquel contacto con su compañero, pero prefirió hacer que no había sentido nada, no quería ningún escándalo. Siguieron caminando en silencio, ella no quería hablar y él no sabía si ella se dio cuenta de su gesto o no. Cuando dieron finalmente con el farol, frenaron sorprendidos, pues se encontraron con una fea sorpresa.
Capítulo 4, primera parte: La aparición del caballero negro.
Yendo hacia el farol, June y Orfeo se toparon con un caballero negro.
- ¿Quiénes son ustedes? -chilló el desconocido.
- Eso nos toca decir a nosotros -respondió de mala manera Orfeo-, ¿quién eres tú?
- Jajajajajajaja -rió maliciosamente él-, yo soy el caballero negro de la constelación del Dragón.
- ¿¿¿¿¿DE QUÉ????? -June y Orfeo no podían creerlo. El único caballero que había de la constelación del Dragón era Shiryu, sólo él poseía esa armadura.
- Del Dragón, como oyeron -afirmó arrogantemente.
- ¿Cómo puedes ser del Dragón si ya hay uno que posee esa armadura? -cuestionó Orfeo.
- Eres un niño bonito pero muy tontito -afirmó el caballero negro negando con la cabeza.
- Todavía no nos has dicho quién eres -exigió June con un tono molesto.
- Yo soy Shinadekuro de Dragón Negro, y si quieren pasar por aquí, tendrán que pelear con migo primero -los retó.
June y Orfeo se miraron. Tenían que llegar al farol lo antes posible y no tenían tiempo de sobra.
- Yo combatiré con tigo -se envalentonó la rubia, dejando pasmado de asombro a su compañero y al caballero negro.
- ¿Así que una mujer peleará con migo? -preguntó machista, cosa que enfureció muchísimo a June.
- No creas que porque soy mujer no sé pelear, porque no hace falta ser hombre para ser caballero y pelear bien -contestó ella, pues tenía razón y le cerró la boca.
- Como tú digas -suspiró Shinadekuro.
Y antes de que él pudiera hacer algo, June ya lo estaba atacando con su látigo. Orfeo la miraba sorprendido mientras ella combatía ferozmente contra el caballero. Shinadekuro, por su parte, no podía ni defenderse. Ella era muy rápida y no paraba de dar latigazos ni un segundo. Cuando la rubia vio que él ya no poseía energías, usó "el puño del camaleón" como técnica de combate, dejando en el piso al arrogante caballero negro.
- Sigamos -ordenó ella cuando pudo recuperarse. Orfeo asintió bobamente. Estaba sorprendido por todo lo que era capaz de hacer June. Sinceramente, esa amazona lo estaba volviendo loco.
Siguieron corriendo hasta llegar a un puente que daba con el farol y por lo que veían, no tenían otra opción que cruzarlo. Caminaron lo más delicadamente que pudieron sobre ese puente de madera sucio y viejo, hasta llegar al otro lado.
- Por fin llegamos -se sintió orgulloso Orfeo, pero June lo ignoró.
- Si, pero aún nos falta la parte más difícil -aclaró ella-. Hay que encontrar las malditas pistas.
- Seguro ya la encontraremos -le contestó, rozando su mano en la cinturita de la rubia.
Ella sintió como un escalofrío recorría su cuerpo ante aquel contacto con su compañero, pero prefirió hacer que no había sentido nada, no quería ningún escándalo. Siguieron caminando en silencio, ella no quería hablar y él no sabía si ella se dio cuenta de su gesto o no. Cuando dieron finalmente con el farol, frenaron sorprendidos, pues se encontraron con una fea sorpresa.
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Miér 14 Ene 2015, 12:38 pm
...Cuando dieron finalmente con el farol, frenaron sorprendidos, pues se encontraron con una fea sorpresa.
Capítulo 4, segunda parte: El mensaje del farol.
Orfeo y June miraban paralizados el farol, ninguno de los dos podía articular palabra.
- Busca a los demas -ordenó como pudo la amazona.
- Yo voy, pero quédate aquí -le pidió él.
- ¿Y a dónde crees que voy a irme? -gritó histérica.
Lo que vio en el farol la había dejado peor de lo que ya estaba, y Orfeo lo entendió, por eso no dijo nada y fue en busca de los demás caballeros.
- ¿Encontraste algo? -le preguntó Shiryu a Seiya.
- Negativo, aquí no hay nada -el caballero de Pegaso le hablaba de forma a militar a su compañero, pero no sabía bien si era para hacerlo reír o por lo nervioso que estaba.
- Vamos, ¡debe haber algo! -refunfuñó el caballero del Dragón.
Por más que buscaran y buscaran, no encontraban ni una prieda.
- Esto es inútil -se desganó Seiya. Ya llevaban bastante tiempo recorriendo ese lugar sin éxito.
- ¿Desde cuándo te rindes? Eso no es propio de ti -lo regañó su amigo.
- Lo siento, pero estoy cansado -le respondió sentándose en el piso, mientras recostaba su espalda en el tronco de un árbol.
- Se supone que no tendrías que estar descansando -escucharon una voz que hablaba desde lejos, pero que cada vez se acercaba más.
Los dos caballeros se pusieron en guardia, por ahí era un enemigo y tendrían que combatirlo.
- No hace falta que peleemos, soy yo -se anunció, saliendo de las sombras.
Los dos vieron como Orfeo se les acercaba a paso rápido con la mirada baja, pero con una sonrisa placentera.
- ¿Qué haces aquí? ¡Tú deberías estar con June! -le gritó Seiya.
- Cálmate -le dijo el Dragón-, tienes que dejar de ser tan impulsivo -y extrañamente él se calmó, y le pidió disculpas con la mirada.
- Tu amigo tiene razón -interrumpió el de pelo turquesa-, tú no sabes porqué estoy aquí.
- ¿Por qué estás aquí? ¿Le pasó algo a June? ¿¡Qué le hiciste!? -volvió a gritar Seiya, esta vez agarrándolo del cuello de su musculosa.
- ¡¡He dicho que te calmes!! -reclamó Shiryu, ya estaba harto de los impulsos de su compañero.
- Déjalo, no aprenderá -Orfeo se quitó de encima a Seiya con solo una mano, y miró al Dragón-. June está en el farol, ella está bien, pero me mandó a que los busque a ustedes y a los que faltan, pues encontramos algo allá que los sorprenderá -y con esto, los tres se dirigieron hacia el muelle en busca de Ikki.
- No puede ser -decía Hyoga-, ¡¡¡¡¡NO-PUEDE-SER!!!! -gritaba mientras golpeaba el piso con sus puños- ¡¡¡¡MALDICIÓN!!!! -realmente estaba irritado.
- Yo sé que no puedes calmarte, pero tienes que hacerlo, así no hallaremos nada -lo retó Shun.
- Pero no puede ser, no puede ser Shun, ¿entiendes? Hace una hora estamos aquí, UNA HORA -remarcó lo último-, Y NO ENCONTRAMOS NADA. ¿ESO TE PARECE BIEN? -de más está decir que el caballero del Cisne estaba alteradísimo.
- Pero debes calmarte, ya te dije que así no llegarás a ningún lado -Andrómeda estaba serio. Él solía tener una sonrisa reconfortadora y ojos llenos de amabilidad siempre, pero esta vez estaba serio y sus ojos estaban apagados, sin vida. Esto sorprendió al Cisne e increíblemente se calmó.
De repente, se dan vuelta y ven llegar a Shiryu, Seiya, Ikki y a.... Orfeo. Hyoga no entendía nada y a Shun le empezó a hervir la sangre. Todavía no olvidaba que él se había ido con su amiga, claro que no lo olvidaba. Los cuatro caballeros corrieron hacia los otro dos, le comentaron lo sucedido y sin perder más tiempo, Orfeo los dirigió hacia el farol.
Capítulo 4, segunda parte: El mensaje del farol.
Orfeo y June miraban paralizados el farol, ninguno de los dos podía articular palabra.
- Busca a los demas -ordenó como pudo la amazona.
- Yo voy, pero quédate aquí -le pidió él.
- ¿Y a dónde crees que voy a irme? -gritó histérica.
Lo que vio en el farol la había dejado peor de lo que ya estaba, y Orfeo lo entendió, por eso no dijo nada y fue en busca de los demás caballeros.
- ¿Encontraste algo? -le preguntó Shiryu a Seiya.
- Negativo, aquí no hay nada -el caballero de Pegaso le hablaba de forma a militar a su compañero, pero no sabía bien si era para hacerlo reír o por lo nervioso que estaba.
- Vamos, ¡debe haber algo! -refunfuñó el caballero del Dragón.
Por más que buscaran y buscaran, no encontraban ni una prieda.
- Esto es inútil -se desganó Seiya. Ya llevaban bastante tiempo recorriendo ese lugar sin éxito.
- ¿Desde cuándo te rindes? Eso no es propio de ti -lo regañó su amigo.
- Lo siento, pero estoy cansado -le respondió sentándose en el piso, mientras recostaba su espalda en el tronco de un árbol.
- Se supone que no tendrías que estar descansando -escucharon una voz que hablaba desde lejos, pero que cada vez se acercaba más.
Los dos caballeros se pusieron en guardia, por ahí era un enemigo y tendrían que combatirlo.
- No hace falta que peleemos, soy yo -se anunció, saliendo de las sombras.
Los dos vieron como Orfeo se les acercaba a paso rápido con la mirada baja, pero con una sonrisa placentera.
- ¿Qué haces aquí? ¡Tú deberías estar con June! -le gritó Seiya.
- Cálmate -le dijo el Dragón-, tienes que dejar de ser tan impulsivo -y extrañamente él se calmó, y le pidió disculpas con la mirada.
- Tu amigo tiene razón -interrumpió el de pelo turquesa-, tú no sabes porqué estoy aquí.
- ¿Por qué estás aquí? ¿Le pasó algo a June? ¿¡Qué le hiciste!? -volvió a gritar Seiya, esta vez agarrándolo del cuello de su musculosa.
- ¡¡He dicho que te calmes!! -reclamó Shiryu, ya estaba harto de los impulsos de su compañero.
- Déjalo, no aprenderá -Orfeo se quitó de encima a Seiya con solo una mano, y miró al Dragón-. June está en el farol, ella está bien, pero me mandó a que los busque a ustedes y a los que faltan, pues encontramos algo allá que los sorprenderá -y con esto, los tres se dirigieron hacia el muelle en busca de Ikki.
- No puede ser -decía Hyoga-, ¡¡¡¡¡NO-PUEDE-SER!!!! -gritaba mientras golpeaba el piso con sus puños- ¡¡¡¡MALDICIÓN!!!! -realmente estaba irritado.
- Yo sé que no puedes calmarte, pero tienes que hacerlo, así no hallaremos nada -lo retó Shun.
- Pero no puede ser, no puede ser Shun, ¿entiendes? Hace una hora estamos aquí, UNA HORA -remarcó lo último-, Y NO ENCONTRAMOS NADA. ¿ESO TE PARECE BIEN? -de más está decir que el caballero del Cisne estaba alteradísimo.
- Pero debes calmarte, ya te dije que así no llegarás a ningún lado -Andrómeda estaba serio. Él solía tener una sonrisa reconfortadora y ojos llenos de amabilidad siempre, pero esta vez estaba serio y sus ojos estaban apagados, sin vida. Esto sorprendió al Cisne e increíblemente se calmó.
De repente, se dan vuelta y ven llegar a Shiryu, Seiya, Ikki y a.... Orfeo. Hyoga no entendía nada y a Shun le empezó a hervir la sangre. Todavía no olvidaba que él se había ido con su amiga, claro que no lo olvidaba. Los cuatro caballeros corrieron hacia los otro dos, le comentaron lo sucedido y sin perder más tiempo, Orfeo los dirigió hacia el farol.
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Jue 15 Ene 2015, 6:17 am
...Los cuatro caballeros corrieron hacia los otros dos, le comentaron lo sucedido y sin perder tiempo, Orfeo los dirigió hacia el farol.
Capítulo 4, tercera parte: Un destello de luz.
Cuando llegaron, vieron a June haciendo guardia.
- ¡June! -Shun corrió a abrazarla- ¡Qué bueno que estás bien! -la agarró de la cintura y la apretó contra su pecho y luego le susurró- Estaba muy preocupado por ti.
June sintió como una corriente eléctrica atravesaba todo su cuerpo al oír esas palabras del caballero de Andrómeda.
- A mi también me alegra verte, y también estaba preocupada por ti -le respondió dulcemente mirándolo a los ojos, sonriendo bobamente.
Shun también la miró, pero no pudo apreciar ningún gesto de la chica porque llevaba puesta su máscara de amazona; máscara que desde hace tiempo quería sacarle. Muchas veces quiso arrancarle esa máscara para poder ver sus ojos y el color que poseían, su sonrisa, las caras que hacía al estar o hablar con alguien, para admirar cada facción de su rostro. Se había ido a acostar varias noches imaginando la belleza de su cara, con la esperanza de algún día conocerla. Por otra parte, June también se moría por mostrarse al caballero, pero sabía que si lo hacía debía amarlo o matarlo, y ella lo amaba, claro que sí, pero nunca podrían tener nada concreto por las leyes del Santuario, que dictaban estrictamente que un caballero femenino no puede juntarse jamás con un caballero, sin importar de la clase que sean y si eran descubiertos, recibirían un castigo; ¿pero qué más daba? Si él era el único que despertaba sentimientos en ella, y no quería perderlo por nada del mundo.
- ¿Qué les pasa a esos? -preguntó bajito Shiryu a los demás viendo que Shun y June estaban muy abrazadotes mientras se observaban hace ya más de 5 minutos.
- No sé, pero yo no puedo permitir esto -aclaró Ikki-, debo protegerlo -y por instinto, separó a su hermano de la amazona.
- ¡Hey! ¿qué te pasa? -se quejó Shun y June miraba asombrada a Ikki.
- Lo que pasa es que tú eres mi hermano y yo debo protegerte -le contestó jalándolo de la mano.
- Pero June no me hará ningún daño -Shun quiso salirse de su agarre, pero no pudo-, solo somos amigos -aclaró, y esas palabras fueron como una daga para la rubia.
Por un momento pensó que estaba la grava posibilidad de que no fuera correspondida con sus sentimientos hacia él y que a él no le pasara lo mismo que ella.
- Unos amigos comunes y normales no se la pasan abrazados durante más de 5 minutos -dijo, y los dos se sonrojaron. Era verdad, habían estado abrazados durante ese tiempo, pero ellos no se habían dado cuenta.
- Fue la emoción del momento -respondió Shun nervioso, buscando alguna excusa en su cabeza-, entiende que ella es mi amiga y al serlo me preocupo por lo que pudiera pasarle.
- Sea como sea -ignoró Ikki-, hemos venido hasta aquí para ver un mensaje, ¿podemos comenzar con lo que realmente importa? -indagó seco.
- Tienes razón, vengan, es por aquí -comentó June, saliendo de un interno trance, disimulando su tristeza y nerviosismo.
Con paso firme y decidido, llevó a los caballeros que permanecían expectantes.
- Aquí está -serenamente, señaló un mensaje que estaba escrito en la pared, y como ella y Orfeo, los cinco caballeros padecieron la misma sorpresa.
- Que asco -balbuceó Seiya-, está escrito con sangre. ¿Quién haría algo tan asqueroso como esto?
Ninguno salía de su asombro. Habían pasado por muchas cosas juntos, pero un mensaje diabólico escrito con sangre, no habían visto jamás.
- Lo peor de todo es que está escrito en otro idioma -dijo Hyoga.
- Solamente hay que acercarse -Orfeo dio esa indicación arrogantemente, como si supiera todo.
- ¿Y cómo sabes eso? -cuestionó Shun, aprovechando cada momento para discutir con él.
- He leído varias historias que tienen partes como estas, y lo único que hay que hacer es escribir una "x" a la mitad del mensaje con la sangre -aseguró asombrando a todos.
- ¿Qué clase de historias lees tú? -ironizó Hyoga.
- ¡Ugh! Hazlo tú -dijo Ikki con asco.
- Ustedes son los que quieren encontrar a Eri, ¿no es así? Yo solo he venido a ayudarles -se negó Orfeo
- Dejen, lo haré yo -se ofreció June, viendo que pese a que son caballeros de Athena eran semejantes maricones.
- ¡No lo hagas! ¡Mira si te pasa algo! -como siempre, Shun la detuvo.
- Pero si no lo hago yo, ninguno lo hará, ninguno se anima -menospreció ella, provocando enojo en los chicos, incluso en Shun.
- Yo si me animo, lo que pasa es que me da asco -se excusó Seiya, viendo como la rubia se acercaba a la pared para hacer lo prometido.
- No te excuses, déjalo así, si yo no me ofrecía ninguno lo hacía, admítanlo -rió.
Y con esto, apoyó su dedo índice tomando la suficiente sangre como para poder escribir esa "x" en medio del mensaje. Lo que hacía le estaba dando mucho asco, pero debía hacerlo para dejarles bien en claro que las mujeres no son ningunas tontas como ellos pensaban y que podían tener mejores cualidades que ellos. Cuando terminó, se alejó un poco de la pared. Permanecieron callados 3 minutos, esperando algún resultado, pero nada había cambiado.
- ¿Ves? ¡Yo sabía...! -exclamaba Seiya, pero fue interrumpido por un destello de luz proveniente de aquella pared.
La luz inundó aquel oscuro lugar, impresionándolos, rompiendo el muro de aquella pared. Cada uno presenciaba la escena como podía, escuchando como el metal se partía. Cuando el ruido cesó, admiraron un agujero bien cortado, pero estaban asombrados. Adentro de ese agujero, no estaba el intieror del farol, sino más luz, que según Orfeo, era una especie de "portal" que los transportaba al lugar donde estaba Eri.
- ¡Yo iré por ella! -exclamó Hyoga, sin pensarlo dos veces.
- ¡No lo hagas! -gritaron todos, pero ya era tarde, Hyoga ya estaba adentrándose en aquella luz misteriosa. Ninguno lo pensó tampoco, corrieron tras Hyoga, entrando en ese "portal", importándoles poco todo lo que les podría pasar.
Capítulo 4, tercera parte: Un destello de luz.
Cuando llegaron, vieron a June haciendo guardia.
- ¡June! -Shun corrió a abrazarla- ¡Qué bueno que estás bien! -la agarró de la cintura y la apretó contra su pecho y luego le susurró- Estaba muy preocupado por ti.
June sintió como una corriente eléctrica atravesaba todo su cuerpo al oír esas palabras del caballero de Andrómeda.
- A mi también me alegra verte, y también estaba preocupada por ti -le respondió dulcemente mirándolo a los ojos, sonriendo bobamente.
Shun también la miró, pero no pudo apreciar ningún gesto de la chica porque llevaba puesta su máscara de amazona; máscara que desde hace tiempo quería sacarle. Muchas veces quiso arrancarle esa máscara para poder ver sus ojos y el color que poseían, su sonrisa, las caras que hacía al estar o hablar con alguien, para admirar cada facción de su rostro. Se había ido a acostar varias noches imaginando la belleza de su cara, con la esperanza de algún día conocerla. Por otra parte, June también se moría por mostrarse al caballero, pero sabía que si lo hacía debía amarlo o matarlo, y ella lo amaba, claro que sí, pero nunca podrían tener nada concreto por las leyes del Santuario, que dictaban estrictamente que un caballero femenino no puede juntarse jamás con un caballero, sin importar de la clase que sean y si eran descubiertos, recibirían un castigo; ¿pero qué más daba? Si él era el único que despertaba sentimientos en ella, y no quería perderlo por nada del mundo.
- ¿Qué les pasa a esos? -preguntó bajito Shiryu a los demás viendo que Shun y June estaban muy abrazadotes mientras se observaban hace ya más de 5 minutos.
- No sé, pero yo no puedo permitir esto -aclaró Ikki-, debo protegerlo -y por instinto, separó a su hermano de la amazona.
- ¡Hey! ¿qué te pasa? -se quejó Shun y June miraba asombrada a Ikki.
- Lo que pasa es que tú eres mi hermano y yo debo protegerte -le contestó jalándolo de la mano.
- Pero June no me hará ningún daño -Shun quiso salirse de su agarre, pero no pudo-, solo somos amigos -aclaró, y esas palabras fueron como una daga para la rubia.
Por un momento pensó que estaba la grava posibilidad de que no fuera correspondida con sus sentimientos hacia él y que a él no le pasara lo mismo que ella.
- Unos amigos comunes y normales no se la pasan abrazados durante más de 5 minutos -dijo, y los dos se sonrojaron. Era verdad, habían estado abrazados durante ese tiempo, pero ellos no se habían dado cuenta.
- Fue la emoción del momento -respondió Shun nervioso, buscando alguna excusa en su cabeza-, entiende que ella es mi amiga y al serlo me preocupo por lo que pudiera pasarle.
- Sea como sea -ignoró Ikki-, hemos venido hasta aquí para ver un mensaje, ¿podemos comenzar con lo que realmente importa? -indagó seco.
- Tienes razón, vengan, es por aquí -comentó June, saliendo de un interno trance, disimulando su tristeza y nerviosismo.
Con paso firme y decidido, llevó a los caballeros que permanecían expectantes.
- Aquí está -serenamente, señaló un mensaje que estaba escrito en la pared, y como ella y Orfeo, los cinco caballeros padecieron la misma sorpresa.
- Que asco -balbuceó Seiya-, está escrito con sangre. ¿Quién haría algo tan asqueroso como esto?
Ninguno salía de su asombro. Habían pasado por muchas cosas juntos, pero un mensaje diabólico escrito con sangre, no habían visto jamás.
- Lo peor de todo es que está escrito en otro idioma -dijo Hyoga.
- Solamente hay que acercarse -Orfeo dio esa indicación arrogantemente, como si supiera todo.
- ¿Y cómo sabes eso? -cuestionó Shun, aprovechando cada momento para discutir con él.
- He leído varias historias que tienen partes como estas, y lo único que hay que hacer es escribir una "x" a la mitad del mensaje con la sangre -aseguró asombrando a todos.
- ¿Qué clase de historias lees tú? -ironizó Hyoga.
- ¡Ugh! Hazlo tú -dijo Ikki con asco.
- Ustedes son los que quieren encontrar a Eri, ¿no es así? Yo solo he venido a ayudarles -se negó Orfeo
- Dejen, lo haré yo -se ofreció June, viendo que pese a que son caballeros de Athena eran semejantes maricones.
- ¡No lo hagas! ¡Mira si te pasa algo! -como siempre, Shun la detuvo.
- Pero si no lo hago yo, ninguno lo hará, ninguno se anima -menospreció ella, provocando enojo en los chicos, incluso en Shun.
- Yo si me animo, lo que pasa es que me da asco -se excusó Seiya, viendo como la rubia se acercaba a la pared para hacer lo prometido.
- No te excuses, déjalo así, si yo no me ofrecía ninguno lo hacía, admítanlo -rió.
Y con esto, apoyó su dedo índice tomando la suficiente sangre como para poder escribir esa "x" en medio del mensaje. Lo que hacía le estaba dando mucho asco, pero debía hacerlo para dejarles bien en claro que las mujeres no son ningunas tontas como ellos pensaban y que podían tener mejores cualidades que ellos. Cuando terminó, se alejó un poco de la pared. Permanecieron callados 3 minutos, esperando algún resultado, pero nada había cambiado.
- ¿Ves? ¡Yo sabía...! -exclamaba Seiya, pero fue interrumpido por un destello de luz proveniente de aquella pared.
La luz inundó aquel oscuro lugar, impresionándolos, rompiendo el muro de aquella pared. Cada uno presenciaba la escena como podía, escuchando como el metal se partía. Cuando el ruido cesó, admiraron un agujero bien cortado, pero estaban asombrados. Adentro de ese agujero, no estaba el intieror del farol, sino más luz, que según Orfeo, era una especie de "portal" que los transportaba al lugar donde estaba Eri.
- ¡Yo iré por ella! -exclamó Hyoga, sin pensarlo dos veces.
- ¡No lo hagas! -gritaron todos, pero ya era tarde, Hyoga ya estaba adentrándose en aquella luz misteriosa. Ninguno lo pensó tampoco, corrieron tras Hyoga, entrando en ese "portal", importándoles poco todo lo que les podría pasar.
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
por Aioriana08 Vie 16 Ene 2015, 8:40 am
...Ninguno lo pensó tampoco, corrieron tras Hyoga, entrando en ese "portal", importándoles poco todo lo que les podría pasar.
Capítulo 5: Un lugar desconocido.
Todos instintivamente, gritaban mientras sentían como eran transportados de un lugar a otro. De repente, cayeron sobre un suelo pavimentado, haciéndoles doler hasta el último de sus huesos, pero pronto se recuperaron como si no hubiera pasado nada.
- ¿En dónde estamos? -preguntó Shiryu observando el lugar.
- No lo sé... -contestó Seiya sobándose la cabeza, ya que él había caído verticalmente- pregúntale a Orfeo, él tiene que saber -y le lanzó una mirada fulminante, pero el destinatario no se intimidó.
- Estamos en otra dimensión -aseguró a lo arrogante.
- ¿¿¿¿¿EN OTRA DIMENSIÓN????? -se asombraron los demás.
- Si, tal como oyeron -respondió él lo más normal.
- ¿¡Y por qué no nos avisaste!? -Hyoga estaba muy histérico.
- Tú no puedes quejarte -le dijo mientras lo apuntaba con el dedo índice-, tú querías salvar a Eri, ¿no es así? Cruzar ese portal era necesario para rescatarla, además eres tú el culpable de que estemos aquí.
Hyoga apretó sus puños con ira, en señal de que en cualquier momento le daría una buena golpiza.
- Y tú tampoco puedes quejarte, nos seguiste por voluntad propia -Shun aprovechaba cada momento para entrar en discusión con Orfeo.
- Porque sabía que solos no podrían -rió, manifestando soberbia.
Ahora el que apretaba los puños era Shun, con la diferencia de que él ya había aguantado bastante. Si el otro llegaba a decir una cosa más, solo una, él ya no lo pensaría dos veces y se le lanzaría encima para golpearlo.
- ¡No nos desvalorices! ¡Tú no eres quien para decir que somos inútiles o inservibles! ¡Te quitas la arrogancia o te la quito yo! -gritó Ikki, y fue tal el grito, que sorprendentemente asustó a Orfeo y lo calló.
- ¡Basta! -la que gritaba en ese momento era June, levantándose del piso y captando la atención de todos. Estaba cansadísima de las peleas contra el de pelo turquesa- ¡Dejen de pelear! ¡No vinimos hasta acá para discutir entre nosotros! -aunque ellos no podían ver su rostro, ella estaba realmente enojada- ¿Qué es lo que tienen con Orfeo? Pelean todo el tiempo con él, ¡¡¡ya me tienen harta!!! -y diciendo esto, dio una patada al piso, y a paso rápido comenzó a caminar hacia el frente, dejando a los chicos impresionados por su reacción.
- ¡Espera! ¡No te vayas! -Shun quiso frenarla, pero para eso June ya estaba lejos de ellos- ¡¡¡June!!! -se levantó del suelo e intentó seguirla, pero una mano lo detuvo.
- Déjala -era Ikki, que ya se había serenado-, quiere estar sola, por eso se ha ido. Cuando tenga ganas volverá, pero hasta eso hay que seguir con nuestra misión.
Él no quería admitirlo, pero su hermano tenía razón. Sacó su mano, y con el rostro bajo dijo:
- Vamos, hay que seguir.
Y como pudieron, se pusieron de pie y empezaron a caminar en la misma dirección que June tomó, dado que era la única que había.
En el camino ninguno hablaba, se sentían culpables de la ida de la amazona, ya que si no hubieran peleado cada que podían, ella todavía estaría con ellos.
- Lo lamento Shun -se disculpó Shiryu-, sé que fue nuestra culpa que tu amiga se haya ido.
- Si, lo sentimos -dijo Seiya-. Sabemos que la quieres mucho y que te preocupa lo que le pudiera pasar, fue por nosotros que se fue.
Orfeo permanecía callado, sabía que la raíz de todo eso era él, él causó todos los revuelos.
- Tranquilos, la culpa también es mía -consoló el caballero de Andrómeda, fingiendo una sonrisa.
Que su amiga ya no estara, le dolía más que cualquier cosa. Estaba consciente de todo lo que pasaba, y su partida le llegaba al alma.
"Vuelve pronto...", pensaba él, "y estés donde estés, cuídate." le pedía a través de su mente, haciendo bien.
Capítulo 5: Un lugar desconocido.
Todos instintivamente, gritaban mientras sentían como eran transportados de un lugar a otro. De repente, cayeron sobre un suelo pavimentado, haciéndoles doler hasta el último de sus huesos, pero pronto se recuperaron como si no hubiera pasado nada.
- ¿En dónde estamos? -preguntó Shiryu observando el lugar.
- No lo sé... -contestó Seiya sobándose la cabeza, ya que él había caído verticalmente- pregúntale a Orfeo, él tiene que saber -y le lanzó una mirada fulminante, pero el destinatario no se intimidó.
- Estamos en otra dimensión -aseguró a lo arrogante.
- ¿¿¿¿¿EN OTRA DIMENSIÓN????? -se asombraron los demás.
- Si, tal como oyeron -respondió él lo más normal.
- ¿¡Y por qué no nos avisaste!? -Hyoga estaba muy histérico.
- Tú no puedes quejarte -le dijo mientras lo apuntaba con el dedo índice-, tú querías salvar a Eri, ¿no es así? Cruzar ese portal era necesario para rescatarla, además eres tú el culpable de que estemos aquí.
Hyoga apretó sus puños con ira, en señal de que en cualquier momento le daría una buena golpiza.
- Y tú tampoco puedes quejarte, nos seguiste por voluntad propia -Shun aprovechaba cada momento para entrar en discusión con Orfeo.
- Porque sabía que solos no podrían -rió, manifestando soberbia.
Ahora el que apretaba los puños era Shun, con la diferencia de que él ya había aguantado bastante. Si el otro llegaba a decir una cosa más, solo una, él ya no lo pensaría dos veces y se le lanzaría encima para golpearlo.
- ¡No nos desvalorices! ¡Tú no eres quien para decir que somos inútiles o inservibles! ¡Te quitas la arrogancia o te la quito yo! -gritó Ikki, y fue tal el grito, que sorprendentemente asustó a Orfeo y lo calló.
- ¡Basta! -la que gritaba en ese momento era June, levantándose del piso y captando la atención de todos. Estaba cansadísima de las peleas contra el de pelo turquesa- ¡Dejen de pelear! ¡No vinimos hasta acá para discutir entre nosotros! -aunque ellos no podían ver su rostro, ella estaba realmente enojada- ¿Qué es lo que tienen con Orfeo? Pelean todo el tiempo con él, ¡¡¡ya me tienen harta!!! -y diciendo esto, dio una patada al piso, y a paso rápido comenzó a caminar hacia el frente, dejando a los chicos impresionados por su reacción.
- ¡Espera! ¡No te vayas! -Shun quiso frenarla, pero para eso June ya estaba lejos de ellos- ¡¡¡June!!! -se levantó del suelo e intentó seguirla, pero una mano lo detuvo.
- Déjala -era Ikki, que ya se había serenado-, quiere estar sola, por eso se ha ido. Cuando tenga ganas volverá, pero hasta eso hay que seguir con nuestra misión.
Él no quería admitirlo, pero su hermano tenía razón. Sacó su mano, y con el rostro bajo dijo:
- Vamos, hay que seguir.
Y como pudieron, se pusieron de pie y empezaron a caminar en la misma dirección que June tomó, dado que era la única que había.
En el camino ninguno hablaba, se sentían culpables de la ida de la amazona, ya que si no hubieran peleado cada que podían, ella todavía estaría con ellos.
- Lo lamento Shun -se disculpó Shiryu-, sé que fue nuestra culpa que tu amiga se haya ido.
- Si, lo sentimos -dijo Seiya-. Sabemos que la quieres mucho y que te preocupa lo que le pudiera pasar, fue por nosotros que se fue.
Orfeo permanecía callado, sabía que la raíz de todo eso era él, él causó todos los revuelos.
- Tranquilos, la culpa también es mía -consoló el caballero de Andrómeda, fingiendo una sonrisa.
Que su amiga ya no estara, le dolía más que cualquier cosa. Estaba consciente de todo lo que pasaba, y su partida le llegaba al alma.
"Vuelve pronto...", pensaba él, "y estés donde estés, cuídate." le pedía a través de su mente, haciendo bien.
Aioriana08
Re: ✖Viejos amigos.✖ (Shun y June, Seiya y Mino, Ikki y Esmeralda, Hyoga y Eri, Shiryu y Shunrei)
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