Run in the dark || H.S || Capítulo 10 Publicado.

Capítulo 008

ByDecember.

Jane observaba a su cuidador, como él le había dicho que era. Pero, ella sabía que solo era un secuestrado más, o así lo pensaba. Los ojos color esmeralda del joven hacían que ella quisiera bajar la mirada al suelo, por la intensidad con la que la observaba, pero no lo haría. No era de vencerse fácilmente, y hoy no sería el caso.

Los brazos de Harry se encontraban cruzados sobre su pecho mientras que respiraba serenamente, y Jane, todo lo contrario. Su corazón se aceleraba a cada segundo que pasaba. Ninguna de sus preguntas habían sido respondidas, pero se sentía mejor al saber que nadie la había tocado… Aún.

 —¿Aún tienes dolor de cabeza?

Había pasado un día desde aquel ataque que recibió de uno de los hombres del lugar. Según Harry, el golpe lo recibió por parte de Scott, aquel idiota con un arma en su mano.

—Estoy bien —respondió fríamente, luego tomó una pausa y añadió —: Déjame salir de aquí.

El joven le respondió con una sutil risa dándole a entender que había dicho alto totalmente imposible.

—No bromeo —dijo entre dientes aquello, y con sus puños aferrando fuertemente las piernas sobre su pecho.

—Yo tampoco cuando digo que no podrás salir.

—¿Van a venderme? —Preguntó esta vez con un tono de temor en su voz.

El negó con su cabeza antes de responderle —: Será algo peor, te lo aseguro.

Jane tragó nerviosa al oír aquello. Necesitaba a su hermana en estos momentos. Era demasiado para ella. Tan solo tenía diecisiete años y no podía manejar todo lo que les estaba sucediendo. Pensó en Barbara y supuso que ella lo haría mejor.

—¿Qué? —Preguntó en tono de burla el joven —. ¿Te comió la lengua el gato?

Luego de decir aquello Harry rió y Jane apartó la vista. Esta vez, pequeñas lágrimas estaban preparadas para salir de sus ojos, la ira que sentía se había acumulado, también,  pero la tristeza ganó la ronda por lo que rompió en llanto.

—No servirá que hagas eso, nadie tiene lástima por alguien aquí.

—No es lo que buscaba —respondió enfadada —. Eres una persona totalmente insensible, ¿verdad?  Podrías ponerte en mi lugar, me quitaron todo.

Harry borró la sonrisa en su rostro y realizó una mueca.
—Podría ser peor  —se encogió de hombros.

Ella soltó una corta risa sin humor alguno en ésta.

—De verdad —le aseguró  —, podrías ser la joven que abrió las puertas de las celdas.

—¿Cómo se llama?

—Su nombre era Camille —respondió esta vez quitando la vista una vez que se apoyó contra la pared blanca que se encontraba frente a ella.

—¿Era? —Preguntó con temor.

—Su cuidador… Bueno, Camille no resistió el castigo que le dieron… Ella, se encontraba demasiado débil ya que decidió no comer desde hacía varios días. Estaba enferma.

Jane acumuló las lágrimas en sus pequeños ojos, y soltó un gemido del dolor al imaginarse los crueles castigos que podían esperarle.

—Fue una idiota —susurró el joven.

—Fue valiente —corrigió con ira en su voz.

Harry realizó una mueca.

—Veo que tenemos diferentes puntos de vista.

Una vez que él descruzó sus brazos, volvió a observarla, aunque ella ya no lo hacía. Notaba como sus manos temblaban alrededor de sus piernas desnudas.  El pintauñas que traía se había despintado y solo quedaba poco rastro de un color rojo carmesí.

El silencio de apoderó de la habitación. Jane lloraba en silencio mientras que notaba la mirada del joven sobre ella, pero poco le importaba. Comenzó a pensar en su hermana mayor, y lo que debía estar haciendo en aquel momento. Si tan solo la hubiera escuchado, fue una idiota al tratar de ayudar a aquel muchacho en el suelo. Luego de aquello, el mismo sujeto que la había apuntado con un arma la tomó desprevenida por detrás  y le dio un fuerte golpe en la cabeza, nuevamente, pero aquella vez, eso logró dejarla inconsciente.

—¿Por qué estoy encerrada aquí, si no van a venderme? —Preguntó con temor y se asombró de la valentía con la que lograba hablarle.

—No tengo permitido responder eso.

Jane bufó.

—¿Cuántas… Cuántas somos? —Preguntó en voz baja.

—Doce.

La joven abrió sus ojos sorprendida cuando lo observó preocupada. Doce jóvenes igual que ella, con temor y deseos de que aquello jamás hubiera sucedido.

—Diez  ahora, si sacamos a Camille y… A alguien más.

—¿Por qué?

—Ya te lo he dicho, esa información no puedo dártela —respondió nuevamente, aunque el mismo no sabía exactamente el motivo. Pero, debía asegurarse que Jane le temiera para que no le sucediera lo mismo que a Stephen. Aunque, no había nadie más peligroso que él. Bueno, tal vez Scott. Le debía quedar en claro que no podía salirse con la suya, no con él a cargo.

—¿Qué objetivo tiene todo esto? Quitarme todo ¿para qué? —Se quejó en voz baja pero luego elevó su voz —. Me secuestraron, y cada tanto me sedan, y quien sabe que es lo que hacen conmigo… ¿Van a matarme, verdad? Simplemente me están preparando para eso —finalizó aquellas palabras con un tono de dolor.

—Acertaste —respondió con una voz neutral. Ella lo observó con desprecio para luego quitar la mirada —. ¿Qué? Tú misma respondiste a la pregunta.

—¿Por qué quieren hacerlo?

Harry suspiró nervioso. Aquello lo había escuchado de una conversación entre Scott y su hermano. Las mataban por un solo motivo. Pero no sabía la razón.

—Para reemplazar.

—¿Disculpa? —Preguntó totalmente perdida.

—Eso es todo, he dicho demasiado —susurró una vez que abría la puerta completamente —. En lo único que puedo ayudarte es con el laberinto de los corredores. Encuéntralo, y serás libre. Mi padre piensa que una joven inteligente, vale demasiado. Solo recuerda que no puedes esconderte, él te estará vigilando.

Las últimas palabras de joven se quedaron grabadas en ella. ¿Quién era ese sujeto al que llamaba padre? Se estremeció al pensar que estaban observándola, pero tenía asunto más urgente. Podría sonar estúpido, pero sentía un deseo profundo de ir al váter. Bufó al darse cuenta de que sería imposible que Harry regresara. Debería esperar.

Las horas pasaron y aquello le jugó en contra. Observó una rejilla en el suelo que antes no había notado. Era rectangular y se encontraba en una de las esquinas justo enfrente de la puerta. Tragó nerviosa al pensar que allí era donde tendría que ir. Aquello no podía ser más vergonzoso e antihigiénico.

Luego de algunos minutos, sus pensamientos fueron  interrumpidos cuando la puerta se abrió. Todas las ganas de preguntar la ubicación de váter desaparecieron al notar que aquel idiota del arma era el que había entrado.

—Hora de dormir —dijo con una jeringa en su mano una vez que se acercaba a ella.

Sabía que le sería inútil protestar, así que solo dejó que aquel sujeto tomara su brazo e inyectara en su sangre aquel líquido.

Una vez había oído que el sueño reflejaba lo que deseaban. No cabía duda en eso, ella inconscientemente había imaginado que aquel día en el centro comercial, minutos antes de que la secuestraran, ella habría oído las palabras de su hermana y hubiese dado media vuelta. Jamás se acercó a aquel joven en el suelo, ella llegó con Barbara y llamaron a un guardia de seguridad, y sobre todas la cosas, jamás había desaparecido.  

Despertó sin saber la hora que era. Observó la puerta de su celda abierta y decidió  salir, nuevamente. Esta vez, una lámpara sin ninguna protección colgaba del techo. Pudo notar doce  puertas de habitaciones en el corredor y una, se encontraba sellada. Dedujo que era la de Camille y realizó una mueca algo apenada. Avanzó lentamente, con temor a encontrarse con algo desconocido. Jamás le había temido a la oscuridad, pero en aquel momento, parecía que sus peores pesadillas se escondían es ésta solo para atacarla.

Avanzó por el mismo lugar donde había ido la primera vez. Al doblar, se encontró con un corredor totalmente oscuro, salvo por la pequeña luz que salía de una ventana recubierta por unas rejas negras. Avanzó hacia allí con paso rápido y sintió la luz de la luna sobre su rostro. Jamás se había sentido tan feliz. El cielo estrellado le hizo sonreír, tal  vez su hermana estuviera viéndolo en aquel momento, también.

—¿Hola? —Preguntó una voz a su costado.

Ella dirigió su mirada hacia la muchacha que se encontraba delante de ella. No podía distinguirla demasiado bien, ya que aún se ocultaba en las sombras.

—¿Quién eres? —Preguntó nerviosa.

Al principio, aquella desconocida dudó, pero luego se atrevió a hablar —: Chlöe.

—Jane.

—¿Irás hacia la derecha? —Preguntó la joven de ojos color azul celeste.

Jane dirigió una pequeña mirada hacia el lugar mencionado. Solo se notaba  un gran vacío allí. Luego, volvió su vista a ella y asintió.

—¿Quieres que…

—Por favor.

Chlöe comenzó su recorrido y Jane caminó a su lado. Ambas se mantuvieron en silencio. Estaban demasiado aterradas como para hablar. Por otra parte, deseaba encontrar a aquella joven que la había ayudado a encontrar la salida. Tenía una vaga idea sobre su ubicación pero era pésima recordado ubicaciones.

—¿ Chlöe?

—¿Qué?

—Dime, ¿cómo es que van al baño aquí? —Preguntó avergonzada.

—Oh —dijo entre risas —. Créeme que no quieres saberlo.

Del otro lado de la ciudad, un joven encapuchado caminaba por las calles. Había conseguido aquel buzo azul de una tienda. En realidad, lo había tomado prestado. Aún traía un pantalón blanco de mal gusto y aún húmedo a causa del agua.

Sin darse cuenta, tropezó contra una joven de cabello color castaño claro, quien venía acompañada por una muchacha con un rostro bastante familiar y un joven de cabellera rubia.

—Lo siento —susurró aquel sujeto pero rápidamente notó como su carpeta había caído al suelo, y con ella, el viento se llevaba lo que había dentro.

Trató de ayudarla y recogió todo lo que pudo luego de oír como aquella desconocida se lamentaba.

Visualizó una hoja con una foto cerca de la acera y la tomó rápidamente.

—Oh, gracias por la ayuda —dijo la joven cuando se acercó a él. Pero no obtuvo ninguna respuesta. Se había quedado asombrado por el nombre que sobresalía de aquel artículo del diario. Conocía a aquella muchacha. Debía encontrarla.

Mientras tanto, dentro de aquel laberinto Christine aún aguardaba en su habitación, o así era como le llamaban. Luego de unos minutos, su cuidador entró en ésta.

—¡Liam! —Exclamó la joven pero el susurró que no gritara y ella asintió como respuesta.

— Christine, lo siento —dijo con dolor en su voz —. Pero no puedo sacarte de aquí. No luego de que una joven ya lo hiciera.

—¿Qué? —Preguntó enfadada. Había hecho lo imposible para que Liam se encariñara con ella, y ahora todo había sido en vano.

—Stellan duplicó la seguridad. Es imposible salir de aquí.

—No si me dices donde se encuentra la famosa puerta que siempre busco.

El joven negó con su rostro.

—Aún no lo entiendes —suspiró —. No existe tal salida. Solo es para encontrar a la elegida. Aquella que supere todas las expectativas.

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