friendzone | zayn malik.

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y aún así, sigues sin entenderlo, zayn. y ya nunca lo entenderás.

Escondida en la oscuridad. Sonrío como estúpida. Porque sin importar qué, siempre estuve ahí para ti. Siempre, escondida en la oscuridad.

Dijiste que la amabas, que era perfecta, que nunca la dejarías ir, yo te apoyé. Terminó contigo, yo te consolé. En tus tardes más frías, y los días más oscuros, estuve contigo. Fui tu único y gran apoyo durante su ruptura, e hice de todo para hacerte sentir mejor. Te hacía reír momentáneamente, te hacía llorar por razones diferentes, pero siempre lograba hacer que te la sacaras de la cabeza, aunque fuera por un momento pequeño.

Y aún así no lo entendiste, Zayn.

Conociste a una chica nueva, emocionante, maravillosa, preciosa. Todo lo que yo no soy para ti. Te enamoraste perdidamente de ella. Contuve mis lágrimas cuando me lo contabas, pero luego descargué toda mi rabia y frustración con la almohada.

Y aún así no lo entendiste, Zayn.

Los encontré besándose apasionadamente en una de las aulas, le dabas un regalo por San Valentín, le confesabas tu eterno amor hacia ella. Me limité a mirar, como una estúpida, escondida en la oscuridad de nuestra amistad. Ella, sin embargo, no sentía lo mismo, y al poco tiempo dejaron de hablarse.

Y aún así no lo entendiste, Zayn.

Hubo una última chica. ¿Sabes? ¿La recuerdas? Claro que sí. Esta era como las otras dos, pero combinadas, y aún más perfecta. Aún más asquerosa. Y aún así, todo lo que yo quería ser para ti.

Era preciosa, no lo niego. Tenía una larga cabellera rubia, y ojos color aguamarina. Era de facciones preciosas, perfectas, una estructura ósea capaz de cautivar a cualquiera. Siempre vestía colores pasteles, y disfrutaba los pequeños placeres de la vida.

Ella era todo lo que tú querías, y tú eras todo lo que ella quería. El día en el que decidiste declararle tu amor, ella lo hizo primero. Se abrazaron, se besaron, se fueron. Y yo me quedé allí, viéndolos, esperando que me notaras, que me vieras llorar, y que lo entendieras de una vez.

Y aún así no lo entendiste, Zayn.

No importa que no lo entendieras, ya era muy tarde. Aunque lo notaras, no cambiaría nada.

Cumplieron dos meses con ella. Solías contarme lo muy enamorado que estabas de ella, y que podías imaginar el día de su boda. La imaginabas con un largo vestido del color de su cabello, con accesorios del color de sus ojos, caminando hacia ti, haciéndote el hombre más feliz del mundo. Te imaginabas su expresión cariñosa al conocer a tus padres, que sucedería esa misma tarde. Me confesaste que temías que tu padre no la aceptara, ya que era muy estricto, pero a la vez te rectificaste. Por supuesto, todos podían amarla con locura.

Tic, tac. Llegó la hora. Salieron del instituto agarrados de la mano, y se fueron a tu casa, para empezar una vida juntos una vez que la presentaras a tus padres. Me contaste que le pedirías matrimonio si todo iba bien esa tarde, y que empezarían una nueva vida, juntos, sin mí.

Te deseé toda la suerte del mundo.

No pude contenerme. Los seguí cautelosamente. No notaste que estaba ahí parada, observando cómo entraba con pasos elegantes a tu casa, y abrazaba a tu madre, quien se veía muy feliz de conocerla finalmente. Nunca lo notas, no importa.

Tu padre se veía tan estricto como me habías dicho, pude notar su expresión seria a través de la ventana. En parte, esperaba que me vieras, y que finalmente lo entendieras. De repente, la situación cambió. Abriste la boca, dijiste algunas palabras que no pude entender. Tu padre sonrió ampliamente. Tu madre se levantó de la mesa, y abrazó a tu novia con mucho cariño. Se notaba que ella iba a llorar. Se lanzó sobre ti, dándote un gran abrazo, lleno de amor, y te susurró algo al oído.

Ah, por supuesto, le pediste matrimonio.

Sonreí. Amargamente. Una sonrisa de soledad, de odio, de rabia, de frustración, de tristeza, una sonrisa típica de una perdedora. Me fui, no quise ver más, esperaría a que me lo contaras por la mañana, y te diría la mejor mentira de todas:

Me alegro por ti.

Y así sucedió. Llegaste emocionado al instituto, y rápidamente me buscaste. Me contaste absolutamente todo, bastante detallado. E incluso, lo que nunca quise escuchar.

Con las mejillas encendidas, me confesaste que tuvieron su primera vez.

Sonreí de nuevo, con mucha amargura, mucha amargura. Me tragué las lágrimas, y miré al suelo, por si me ponía a llorar. Estuviste por preguntarme qué sucedía, pero ella llegó. Se abrazaron, se besaron, y se miraron con ternura.

La miré con todo el odio del mundo. Por primera vez, me atreví a hacerlo. Ella se dio cuenta, y te miró con preocupación. Te molestaste conmigo por ser así con ella, y te fuiste. Caí al suelo, empecé a llorar desconsoladamente, esperando que volvieras.

Y aún así no lo entendiste, Zayn.

Pasaron varios años, no te volví a ver. No pude disculparme contigo, ni tú conmigo, simplemente desapareciste. No sólo tú, ella también. Por supuesto, huiste con ella. Intenté llamarte, pasaste textos, hablar con tus padres. Nadie sabía dónde estabas.

Pasaron muchos años más, tantos que dejé de contar. Al principio contaba cada año, cada mes, cada día, cada hora, cada minuto. No después de que pasaron diez años. Me di por vencida.

… Conocí a alguien, ¿Sabes?

Solía llamarlo “Zayn” todo el tiempo, pero a él no le molestaba. Era la versión de ti que quería obtener. Castaño, ojos verdes, padre en la milicia. Chico dulce, atento, y algo rudo.

Pero no eras tú.

Ya se está haciendo de noche, debería irme. De nuevo estoy aquí, escondida en la oscuridad, esperando que algún día me notes. Que notes que no estoy ahí nada más para ser tu amiga, para apoyarte porque quiero que te enamores de otra. Para que te des cuenta de que no soy invisible, y está bien si intentas algo conmigo. Que sepas cuánto te quiero.

Ya es inútil decir todo esto, ¿No es así?

Yo estoy aquí, con cuarenta años más. Con arrugas, y ojeras de cansancio. Tengo una familia, mi esposo y dos hijos. Uno de ellos lleva tu nombre. Cada vez que lo llamo por su nombre me pongo a llorar, ya está acostumbrado. Irá a la escuela militar igual que tú, espero que se parezcan mucho.

¿Y tú? ¿Qué hay de ti? Ah, cierto. Estás cuatro metros bajo tierra. Tu corazón falló cuando menos lo esperabas. Te dije que ejercitar tanto no era sano. No es hora de regañarte, no, vine a despedirme, como nunca tuve oportunidad de hacerlo.

Sabes que te quiero, ¿Verdad? Y no como una amiga, nunca te quise como una simple amiga.

Dejaste atrás una esposa, una hija, a tus padres, a mí. Por poco lloré cuando supe que llamaste a tu hija como yo, ¿sabes? Porque me demostró que sí me querías…. Sí me querías…

Pero no como yo a ti.

Ésta vez sí tengo que irme. Se hace muy tarde, debo acostar a los niños. Sobre todo a Zayn, quien no puede dormir sin su oso de peluche, ni su cuento de hadas. Es igualito a ti cuando eras pequeño.

Sé que amaste a tu esposa. La amaste mucho. Mucho más que a mí.

Pero, yo también te amé, ¿Sabes?

Y aún así, sigues sin entenderlo, Zayn.

Y ya nunca lo entenderás.

¡Hola, terrícolas! :3: