The Roadtrip

No había cosa que a Juliette le importara más- en ese momento- que Harry y Apple, y casualmente cada día pasaba menos tiempo con ellos. Muchas cosas estaban pasando por su mente los últimos días, cosas que le hubiese gustado compartir con su mejor amiga, mas esta parecía estar mas concentrada en otras cosas (las cuales la rubia no sabía). Por otro lado, Harry parecía un fantasma allí. Quizá llevaban unos cinco días sin hablar, y eso le dolía. Pero cuando intentaba buscarlos ambos tenían alguna excusa y, simplemente, se alejaban. Apple y Harry eran la razón por la cual Juliette seguía en aquel viaje, sin embargo, para ellos no era igual. O eso estaban haciendo parecer.

A pesar de esto, la rubia no se encontraba del todo sola, tenía a Will, quien se había convertido en una persona muy importante para ella, en poco tiempo. De alguna manera Sam se estaba volviendo cercano a ella y quizá podía contar con Myra. De algo estaba segura, debía comenzar a hablar mas, a dejar de ser tan malditamente tímida, porque no estaba consiguiendo nada. ¿Daniel? Después de lo sucedido, ni siquiera podía pensar en hablarle a aquel chico.

— ¿En que piensas, rubia? — Claro, ¿cómo podía haber olvidado al Rey de Roma, Holder Robbenson? Sonrió falsamente.
— ¿Te importa? No— contestó bruscamente.
— Oh, mi querida Jules, siempre tan a la defensiva.
— ¿Perdón? — soltó, elevando una ceja. ¿Jules? ¿En serio?
— No hay cuidado.
Prefirió ignorar aquel estúpido comentario, miró de reojo al castaño a su lado y suspiro. No quería arrepentirse de lo que estaba por hacer, entablar un conversación (decente) con Holder.
— ¿Qué haces aquí?
— Últimamente estas muy sola, Juliette. ¿Qué hay de tus amigos? — cuestionó, ladeando la cabeza. Era verdad, le extrañaba ver a Jules lejos de Harry y Apple. Y le molestaba, mucho, verla con Samuel.
— Tú siempre estas solo— discutió Stevens, mirando al chico que tenía al lado incisivamente.
— Que sea una persona solitaria, no significa que este solo, rubia— explicó, sonriendo de lado—. El caso es que tú no eres una persona solitaria.
— ¿Cómo puedes saber eso?
— ¡Vamos! Odias estar sola. Y aunque deteste decirlo, estas aquí, hablando con quien consideras un grandísimo idiota, para no estar sola. ¿Me equivoco?
— Mucho. A lo mejor, estoy intentando cambiar las cosas entre nosotros.
— Me hubiese gustado grabar eso— comentó Holder divertido, mientras se levantaba de su lugar.
— ¿Te vas? — inquirió la chica, casi sin pensarlo.

El castaño simplemente sonrió y se marchó. Juliette lo miraba alejarse sin entender, maldiciéndolo en su cabeza.


Holder no podía dejar de sonreír. Hoy había avanzado, tal vez, unos cinco casilleros con Juliette. Aunque probablemente, retrocedido diez con su última acción. No le importaba. Habían tenido una conversación sin insultarse, y ella parecía escuchar cada una de sus palabras con atención, a ella le interesaba lo que él estaba diciendo. Y con eso fue suficiente.

— Hold, ¿qué mierda te pasa? Quita esa maldita sonrisa de psicópata, me asustas— dijo Caitlin mirando a su amigo con los ojos entrecerrados.
— Lo siento, lo siento— se disculpó sonriendo.
— Dios, en serio me estas asustando, Robbenson— Cait pensó un instante antes de seguir hablando—. Dime que esa estúpida sonrisa no se debe a Juliette.
— ¿Qué? Ugh, sabes que si, Caitlin.
— La odio a ella. Te amo a ti. ¿Por qué todo es tan complicado? — resopló la castaña, dramáticamente.
— Cariño, ni siquiera te has tomado el tiempo de intentar conocerla.
— ¿Yo? ¿Caitlin Young? ¿Hablas en serio? Ni en un millón de años— negó, mirando mal a su amigo. Ella y Juliette, ¿amigas? No podía ni imaginárselo.

Realmente no sabía qué hacer. Caminaba de un lado a otro, buscando con la mirada a Apple, Harry, William, Sam o incluso al idiota de Holder.

Su mirada se cruzó con la del ojiazul, quien sonrió de lado. Juliette no supo comprender el mensaje al instante, pero luego de un gesto, sonrió devuelta y se acercó a él.

Mason.

— Hola— saludo al mismo tiempo que se acomodaba junto al castaño.
— Tú estas empeñada en hacer que Caitlin te odie— dijo Mason riendo levemente, a lo que Jules lo acompañó.
— Buen punto, pero juro que no lo hago apropósito.
— Daniel, Holder, Myra, ahora yo. ¿Quién sigue, Julie?

Realmente no sabía como tomarse eso. Por un momento, se sintió mal. Enterró su cabeza entre sus rodillas y lanzó un suspiro pesado.

— Oye, estaba bromeando. Lo siento, Juliette— se arrepintió el ojiazul de sus palabras. Solía no pensar en lo que decía estos últimos tiempos.
— No hay problema, Mason. Como sea, tienes razón.

El chico no dijo nada, simplemente sacó un cigarro de su bolsillo y se lo tendió a la rubia a su lado, la cual aceptó. Recordaba como Samuel le había enseñado a fumar hace apenas unos días. Susurró un “gracias” y esperó a que se lo prendiera.

— Esto apesta— soltó Juliette, Mason la miró sin comprender—. La vida apesta.
— Ni me lo digas— asintió, dándole una calada a su cigarrillo—. Pensaba que eras una niñita de papi, y por lo que me estas demostrando, no lo eres.
— Todos piensan lo mismo de mí— rió, pero no había una gota de humor en aquella risa.
— Tranquila, aquí todos piensan que soy un drogadicto que no sabe drogarse, depresivo y quizá, con tendencias suicidas. Puta vida.
— La estúpida niñita de papi y el depresivo drogón juntos— Jules sonrió mirando a Mason, exhalando el humo.
— Las vueltas de la vida, Julie.

Luego de su repentina charla con Mason, Juliette volvió a estar sola. Holder tenía razón, odiaba, más que nada, estar sola. Mas aun estando rodeada de personas. Jugaba con sus manos porque no tenía nada más interesante que hacer. Quería llorar. Estaba perdiendo a sus verdaderos amigos, dejando de lado el hecho de que estaba conociendo personas nuevas. No sabía, siquiera, donde se encontraban ahora.

Sus ojos se iluminaron al ver a Harry dirigirse hacia ella. Ahogó un grito y prácticamente, saltó arriba del chico de rulos.

— ¡Harold, maldición!
— Hey, Jules, ¿qué hay? — preguntó divertido.
— ¿Qué hay? ¿Hablas en serio? Desapareces junto con Apple, quien por cierto, no sé donde está. Y mierda, no sabes lo que es estar sola aquí.
— Yo… eh… — divagó, sin saber qué decir.
— Déjalo— escupió Juliette, soltando a su amigo. Y mirando hacia otro lado, aguantándose las ganas de llorar.
— Jul, ¿qué pasa?
— ¿Qué pasa? ¿Qué te pasa a ti, idiota? — gritó, sin controlarse, golpeando a Harry en el pecho— ¿Me están evitando? ¿Se hartaron de mí? Dímelo, dímelo, ¡vamos! Puedo con eso.
— ¡Juliette! Cálmate de una jodida vez— gritó ahora, Harry, agarrando los brazos de la rubia, quien se encontraba llorando.
— Odio ser así de estúpida— admitió, limpiándose las lágrimas con frustración.
— No eres estúpida, ven— dijo tendiéndole sus brazos para abrazarla. Jules moría de ganas por preguntarle dónde se encontraba Apple, pero prefirió no hablar en ese momento y simplemente disfrutar el abrazo de su único amigo.