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Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú)

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Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú) Empty Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú)

Mensaje por C.J. Potter Miér 05 Sep 2012, 5:39 pm

Nombre: Nunca digas nunca.
Autor: Julieta Elizabeth Potter (LALALA, Harry es mi esposo y les vale -__- quien diga lo contrario puede hablar con mi varita y su Crucio(?)
Adaptación: Si, de todos los libros de J.K. Rowling.
Género: De todo un poco...
Advertencias: Por Merlín, es Draco Malfoy, como no van a haber escenas Hot! Eh, quizá haya alguna escena hot, no sé, TAL VEZ :¬w¬:
Otras páginas: No, exclusividad por sobre todo(?




Introducción
¿Alguna vez dijeron “nunca haré esto”? ¿O, “Esto jamás sucederá”? Estoy segura que sí…
Pues bien, hay veces que uno no puede controlar que NO va a pasar… Es tan imposible que da tristeza… ¿Ejemplos? Fácil: Cuando decimos “Nunca lo lograré”, “Jamás aprenderé eso”, “Nunca se irá”, y los más normales y –en mi caso- reales: “Nunca me enamoraré de ÉL”. Por supuesto, lo más triste es que ese “él” sea tu peor enemigo, tu némesis, quien odiaste desde el primer momento en que lo viste, como me sucedió a mi… ¿Qué quién es?... No le digan a Harry, pero… Draco Malfoy…


Déjenme explicarles un poco de quien serán.

Tu nombre es _______ Granger (me va a costar un riñón hacerlo con rayitas, pero así me gustan leerlas a mí , les daré el lujo(?)
Acertaste! Eres pariente de Hermione :) Su hermana, para ser exactos.

Tu historia:

Creciste bajo los libros, por así decir. Pero, a pesar de ser la hermana melliza de Hermione, no fuiste seria en ningún momento; podríamos decir que siempre fuiste la divertida, claro que sin dejar de ser una sabelotodo.

Poco sorprendió a ______ la llegada de la carta de Hogwarts, puesto que alrededor de ustedes siempre sucedían cosas "extrañas", aunque a tus padres pareció darles histeria.

Finalmente ambas partieron a Hogwarts. Allí se hicieron mejores amigas de Ron y Harry, (y tú de los gemelos, con los que constantemente haces bromas; y de Luna… Oh… ¿No lo había mencionado? ¡Eres una Ravenclaw!), y también ganaron enemigos: Draco Malfoy y su séquito de Australophytecus, cuyo insulto habitual es "maldita sangre sucia", sospechas que es lo único que saben decir.

Así pasaron 3 años. ¡Increíble! ¿Verdad? Acompañaste a Harry, Ron y tu hermana en cada aventura, sin excepciones, son inseparables, pero... ¿Qué sucederá cuándo las mariposas comiencen a revolotear en tu estómago, y sean debido a cierto muchacho de ojos grises?...

Sobre tu persona:

Personalidad: ¿Qué decir? Una Granger. Inteligente, irónica, madura y estudiosa. Claro, lo que te diferencia de tu hermana, es tu carácter para las bromas; así es, eres muy divertida y tratas de no tomarte las cosas en serio, definitivamente no eres una fanática a cumplir las reglas, y eso hace que tu hermana se vuelva loca tratando de que te comportes. Por lo demás son iguales, claro que tu imaginación es la que te llevó a quedar en la casa de las Águilas.
Apariencia:
Tienes el cabello castaño algo oscuro, y ojos de un pardo que es verde opaco a la luz del sol. Tu estatura es la normal para alguien de 14 años, y tu cuerpo es de infarto, lo que te hace a la vez ser “codiciada” por los chicos de Hogwarts. Tu tez es algo morena, de familia, pero definitivamente no eres idéntica a Hermione.



Última edición por JulyPotter2012 el Mar 16 Oct 2012, 2:47 pm, editado 1 vez
C.J. Potter
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Mensaje por Lita Malfoy Miér 05 Sep 2012, 7:04 pm

siiiguela
Lita Malfoy
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Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú) Empty Re: Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú)

Mensaje por C.J. Potter Miér 05 Sep 2012, 8:28 pm

Capítulo 1 "Expreso de Hogwarts"

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Miraba por la ventana, mientras escuchaba música con mi mp3, usando los auriculares. La espesa lluvia salpicaba en las ventanillas con tal fuerza que apenas distinguían nada del exterior. Ron abrió su baúl, sacó la túnica de gala de color rojo oscuro y tapó con ella la jaula de Pigwidgeon para amortiguar sus gorjeos.
Ron dijo algo, malhumorado, sentándose al lado de Harry, así que me quité el auricular—. En los Mundiales, ¿recuerdan? — ¿Cómo olvidar el “atentado” durante el Mundial… Vaya susto me había pegado…—. Pero mi propia madre es incapaz de decir nada. Me pregunto qué...
— ¡Shh! —susurró de pronto Hermione, poniéndose un dedo en los labios y señalando el compartimiento de al lado.
Agucé el oído, para oír una familiar voz, arrastrando las palabras…
—... Mi padre pensó en enviarme a Durmstrang antes que a Hogwarts. Conoce al director. Bueno, ya saben lo que piensa de Dumbledore: a ése le gustan demasiado los sangre sucia... En cambio, en el Instituto Durmstrang no admiten a ese tipo de chusma. Pero a mi madre no le gustaba la idea de que yo fuera al colegio tan lejos. Mi padre dice que en Durmstrang tienen una actitud mucho más sensata que en Hogwarts con respecto a las Artes Oscuras. Los alumnos de Durmstrang las aprenden de verdad: no tienen únicamente esa porquería de defensa contra ellas que tenemos nosotros...
Negué con la cabeza y me puse de pie, para cerrar la puerta del compartimiento.
—Así que piensa que Durmstrang le hubiera venido mejor, ¿no? —dije irritada por alguna razón—. Me gustaría que lo hubieran llevado allí. De esa forma no tendríamos que aguantarlo.
— ¿Durmstrang es otra escuela de magia? —preguntó Harry.
—Sí —dijo Hermione desdeñosamente—, y tiene una reputación horrible. Según el libro Evaluación de la educación mágica en Europa, da muchísima importancia a las Artes Oscuras.
—Creo que he oído algo sobre ella —comentó Ron pensativamente—. ¿Dónde está? ¿En qué país?
—Ah, eso nadie lo sabe Ron— me apresuré a decir.
—Eh... ¿por qué no? —se extrañó Harry.
—Hay una rivalidad tradicional entre todas las escuelas de magia. A las de Durmstrang y Beauxbatons les gusta ocultar su paradero para que nadie les pueda robar los secretos —explicó Hermie con naturalidad.
— ¡Vamos! ¡No digas tonterías! —exclamó Ron, riéndose—. Durmstrang tiene que tener el mismo tamaño que Hogwarts. ¿Cómo van a esconder un castillo enorme?
— ¡Pero si también Hogwarts está oculto! —dijo Hermione, sorprendida.
— Eso lo sabe todo el mundo. Bueno, todo el mundo que ha leído Historia de Hogwarts— continué.
—Sólo ustedes, entonces —repuso Ron—. A ver, ¿cómo han hecho para esconder un lugar como Hogwarts?
—Está embrujado —explicó Hermione—. Si un muggle lo mira…
—… lo único que ve son unas ruinas viejas con un letrero en la entrada donde dice: «MUY PELIGROSO. PROHIBIDA LA ENTRADA.» — finalicé. Ambos se habían acostumbrado a aquella extraña sincronía que yo y mi hermana teníamos. Éramos la versión femenina de George y Fred… Más listas…
— ¿Así que Durmstrang también parece unas ruinas para el que no pertenece al colegio?
—Posiblemente —contestó Hermione, encogiéndose de hombros—. O podrían haberle puesto repelentes mágicos de muggles, como al estadio de los Mundiales. Y, para impedir que los magos ajenos lo encuentren, pueden haberlo convertido en inmarcable.
— ¿Cómo?
—Bueno, se puede encantar un edificio para que sea imposible marcarlo en ningún mapa— expliqué, al ver que Mione me cedía el paso.
—Eh... si tú lo dices... —admitió Harry.
—Pero creo que Durmstrang tiene que estar en algún país del norte —dijo Hermione reflexionando—. En algún lugar muy frío, porque llevan capas de piel como parte del uniforme.
— ¡Ah, piensa en las posibilidades que eso tiene! —dijo Ron en tono soñador—. Habría sido tan fácil tirar a Malfoy a un glaciar y que pareciera un accidente... Es una pena que su madre no quisiera que fuera allí.
Solté una carcajada.
— ¡Tienes razón! Y de haber sido así, te hubiese ayudado, no lo dudes— dije, divertida.
La lluvia se hacía aún más y más intensa conforme el tren avanzaba hacia el norte.
El cielo estaba tan oscuro y las ventanillas tan empañadas que hacia el mediodía ya habían encendido las luces. El carrito de la comida llegó traqueteando por el pasillo, y Harry compró un montón de pasteles en forma de caldero para compartirlos con los demás.
Varios de los amigos de los chicos pasaron a verlos a lo largo de la tarde, incluidos Seamus
Finnigan, Dean Thomas y Neville Longbottom.
Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú) Tumblr_m6m5p9YoaO1rsqulo
Después de una media hora, Hermione, harta de la inacabable charla sobre quidditch, se puso a leer una vez más el Libro reglamentario de hechizos, curso 4º, e intentó aprenderse el encantamiento convocador.
— Vamos Hermie, no seas aguafiestas, ¡Es quidditch! ¿Cómo no te puede gustar? — pregunté.
Ella bufó.
— Que a ti te encante no significa que y tenga que pensar igual— replicó.
Decidí por una vez no parecer un hombre al discutir excitadamente sobre quidditch, así que me puse los auriculares de nuevo, con la música baja, y tomé una revista de mi bolso de mano. Escuchaba distraídamente la conversación de los chicos…
Mientras los chicos revivían el Mundial, Neville oía con envidia
—Mi abuela no quiso ir —dijo con evidente tristeza—. No compró entradas. Supongo que habrá sido impresionante...
—Lo fue —asintió Ron—. Mira esto, Neville...
Revolvió un poco en su baúl, que estaba colgado en la rejilla portaequipajes, y sacó la miniatura de Viktor Krum.
— ¡Vaya! —exclamó Neville maravillado, cuando Ron le puso a Krum en su rechoncha mano.
— Oh si, Ron se casará con Krum, está perdidamente enamorado— dije que sorna desde detrás de mi revista, a lo que todos, incluida Hermione, rieron.
—Lo vimos muy de cerca, además —añadió Ron, ignorando con fastidio mi broma. Se las hacía desde la primera vez que le vi—, porque estuvimos en la tribuna principal...
—Por primera y última vez en tu vida, Weasley.
Draco Malfoy acababa de aparecer en el vano de la puerta, y no pude evitar dar un respingo, (cosa que me venía sucediendo cada vez que le veía, desde el año anterior). Detrás de él estaban Crabbe y Goyle, sus enormes y brutos amigotes, que parecían haber crecido durante el verano al menos treinta centímetros cada uno. Evidentemente, habían escuchado la conversación a través de la puerta del compartimiento, que Dean y Seamus habían dejado entreabierta. Enseguida solté la revista Cosmopolitan y me quité los auriculares, atenta a si decía algo hiriente a alguno de mis amigos.
—No recuerdo dejarte entrar, Malfoy. ¿Dónde están tus modales, serpiente? — dije, fastidiada con su sola presencia.
— ¿Qué es eso, Weasley? —preguntó Malfoy, señalando la jaula de Pigwidgeon.
Una manga de la túnica de gala de Ron colgaba de ella balanceándose con el movimiento del tren, y el puño de puntilla de aspecto enmohecido resaltaba a la vista. Ron intentó ocultar la túnica, pero Malfoy fue más rápido: agarró la manga y tiró de ella.
— ¡Miren esto! —Exclamó Malfoy, encantado, enseñándoles a Crabbe y a Goyle la túnica de Ron—. No pensarás ponerte esto, ¿eh, Weasley? Fueron el último grito hacia mil ochocientos noventa...
— Malfoy, ¿Qué te parece si te tiras a un pozo y no sales nunca? — solté, molesta.
— No te metas Granger— dijo él.
— Oh, disculpa, creí que él que se metió donde no lo llamaron eras tú, ¿por qué no te vas a tu compartimiento?
— ¡Vete a la mierda, Malfoy! — gritó recién entonces Ron, tan rojo como un rábano.
Malfoy se rió de él sonoramente. Crabbe y Goyle se reían también como tontos.
— ¿Así que vas a participar, Weasley? ¿Vas a intentar dar un poco de gloria a tu apellido? También hay dinero, por supuesto. Si ganaras podrías comprarte una túnica decente...
— ¿De qué hablas? —preguntó Ron bruscamente.
— ¿Vas a participar? —Repitió Malfoy—. Supongo que tú sí, Potter. Nunca dejas pasar una oportunidad de exhibirte, ¿a que no?
— Eres un imbécil— bramé.
—Malfoy, una de dos: explica de qué estás hablando o vete —dijo Hermione con irritación, por encima de su Libro reglamentario de hechizos, curso 4º.
Una alegre sonrisa se dibujó en el pálido rostro de Malfoy.
— ¡No me digas que no lo sabéis! —dijo muy contento—. ¿Tú tienes en el Ministerio a un padre y un hermano, y no lo sabes? Dios mío, mi padre me lo dijo hace un siglo... Cornelius Fudge se lo explicó. Pero, claro, mi padre siempre se ha relacionado con la gente más importante del Ministerio... Quizá el rango de tu padre es demasiado bajo para enterarse, Weasley. Sí... seguramente no tratan de cosas importantes con tu padre delante.
Le miré con rabia, y él me la devolvió, directo a los ojos… Por alguna estúpida, torpe, e inconsciente razón, me paralicé con aquella mirada. Tenía ojos grises, como el acero y…
Sacudí la cabeza y exclamé:
— ¡Váyanse! ¡O nos contagiaran su pureza! — llevé una mano a su hombro, evitando sus ojos, y le giré de lleno, para luego empujarlo fuertemente hasta el pasillo.
Enseguida sus monos me miraron amenazantes, pero él les hizo una seña y se fue a su compartimiento, no sin antes mirarme asesinamente.
Cuando entré de nuevo, Ron se puso en pie y cerró la puerta corredera del compartimiento dando un portazo tan fuerte que el cristal se hizo añicos.
— ¡Ron! —le reprochó Hermione. Luego sacó la varita y susurró—: ¡Reparo!
—Los trozos se recompusieron en una plancha de cristal y regresaron a la puerta.
—Bueno... ha hecho como que lo sabe todo y nosotros no —dijo Ron con un gruñido—. «Mi padre siempre se ha relacionado con la gente más importante de Ministerio...» Mi padre podría haber ascendido cuando hubiera querido... pero prefiere quedarse donde está...
—Por supuesto que sí —asintió Hermione en voz baja—. No dejes que te moleste Malfoy, Ron.
— ¿Él? ¿Molestarme a mí? ¡Como si pudiera! —replicó Ron cogiendo uno de los pasteles en forma de caldero que quedaban y aplastándolo.
— Vamos Ron… Es un imbécil de nacimiento… Su madre debe haber bebido algo malo durante el embarazo, o quizá se cayó de la cuna al nacer… O ambas— razoné.
Harry y Hermione sonrieron con gracia, pero el pelirrojo no se inmutó…
Suspiré rendida. A veces lo mejor era guardar silencio y que el otro pensara tranquilo.
A Ron no se le pasó el malhumor durante el resto del viaje. No habló gran cosa mientras se cambiaban para ponerse la túnica del colegio, y seguía sonrojado cuando por fin el expreso de Hogwarts aminoró la marcha hasta detenerse en la estación de Hogsmeade, que estaba completamente oscura.
Cuando se abrieron las puertas del tren, se oyó el retumbar de un trueno.
Hermione envolvió a Crookshanks con su capa, al igual que lo hice yo con Queeny, y Ron dejó la túnica de gala cubriendo la jaula de Pigwidgeon antes de salir del tren bajo el aguacero con la cabeza inclinada y los ojos casi cerrados. La lluvia caía entonces tan rápida y abundantemente que era como si nos estuvieran vaciando sobre la cabeza un cubo tras otro de agua helada.
— ¡Eh, Hagrid! —gritó Harry, viendo una enorme silueta al final del andén.
— ¿Todo bien, Harry? —Le gritó Hagrid, saludándolo con la mano—. ¡Nos veremos en el banquete si no nos ahogamos antes!
Era tradición que los de primero llegaran al castillo de Hogwarts atravesando el lago con Hagrid.
— ¡Ah, no me haría gracia pasar el lago con este tiempo! —aseguré enfáticamente, tiritando mientras avanzábamos muy despacio por el oscuro andén con el resto del alumnado. Cien carruajes sin caballo nos esperaban a la salida de la estación.
Los cuatro, más Neville, subimos a uno; la puerta se cerró con un golpe seco y un momento después, con una fuerte sacudida, la larga procesión de carruajes traqueteaba por el camino que llevaba al castillo de Hogwarts.




Bueno, acá está, el primer capítulo :) Espero que les guste, la verdad llevaba rato debatiendome si hacer una novela más, pero me surgió la idea de que fuera sobre Draco, y no me resistí .__.

Por cierto, gracias por comentar Lita :)

Bueno! Comenten a ver que les pareció! :D Besos chicas ^^
C.J. Potter
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Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú) Empty Re: Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú)

Mensaje por C.J. Potter Sáb 08 Sep 2012, 11:29 pm

Capítulo 2 “Torneo de los Tres Magos”

Nunca digas nunca (Draco Malfoy & Tú) 0001k8eg

Inspeccioné las caras de los nuevos alumnos y sonreí ligeramente. Se veían tan asustados. Justo como nosotros aquella vez, y así sería siempre…
— _____— saludó una rubia risueña, sentándose a mi lado.
— ¡Luna! — exclamé contenta, abrazándola—. Lo siento, no te vi en el tren— disculpé.
— Oh, no te preocupes. No estaba en ningún compartimiento. Sucede que hay nargles. ¡Muchos de ellos! Ten cuidado. Estuve advirtiéndoles a todos.
Solté una risita. Luna era tan verdadera, tan… Luna. Jamás cambiaría, y yo no quería que lo hiciera.
— ¿Enserio? Mm… Te dijeron todo menos linda, ¿no es así? — cuestioné, con el ceño fruncido de golpe, al darme cuenta de que los demás no pensaban igual que yo.
— De hecho, si. Pero no importa. Al menos los nargles no se salieron con la suya.
Negué con la cabeza.
— No debes dejarte pisotear, Luna. Plántales cara.
— Para eso estás tú, _______— convino sinceramente, viendo como la profesora McGonagall acomodaba el sombrero.
— Tienes razón, pero insisto, no te dejes.
Voltee yo también a ver al sombrero. No había caso. Luna jamás aceptaba esas cosas, decía que no le importaba en absoluto si ella era feliz. La admiraba por eso.
El sombrero comenzó a cantar:

“Hace tal vez mil años
que me cortaron, ahormaron y cosieron.
Había entonces cuatro magos de fama
de los que la memoria los nombres guarda:
El valeroso Gryffindor venía del páramo;
el bello Ravenclaw, de la cañada;
del ancho valle procedía Hufflepuff el suave,
y el astuto Slytherin, de los pantanos.
Compartían un deseo, una esperanza, un sueño:
idearon de común acuerdo un atrevido plan
para educar jóvenes brujos.
Así nació Hogwarts, este colegio.
Luego, cada uno de aquellos fundadores
fundó una casa diferente
para los diferentes caracteres
de su alumnado.
Para Gryffindor
el valor era lo mejor;
para Ravenclaw,
la inteligencia.
Para Hufflepuff el mayor mérito de todos
era romperse los codos.
El ambicioso Slytherin
ambicionaba alumnos ambiciosos.
Estando aún con vida
se repartieron a cuantos venían,
pero ¿cómo seguir escogiendo
cuando estuvieran muertos y en el hoyo?
Fue Gryffindor el que halló el modo:
me levantó de su cabeza,
y los cuatro en mí metieron algo de su sesera
para que pudiera elegiros a la primera.
Ahora ponme sobre las orejas.
No me equivoco nunca:
echaré un vistazo a tu mente
¡y te diré de qué casa eres!”
Las cuatro mesas aplaudieron, y la Ceremonia de Selección dio inicio.
No fue diferente a las otras, salvo por aquel niño Creevey, hermano de Colin, que miró a Harry como si fuese un súper héroe. Cuando el pelinegro giró incómodo, le lancé una mirada elocuente, para prevenirle de mis bromas sobre el tema, y me pareció verlo estremecerse.
Sonreí.
— ¿Hablando con Harry Potter mediante miradas? — preguntó Luna.
— ¿Eh? — solté, dejando de verlo a él, para poner mi atención en ella.
— ¿Te gusta Harry?
— ¡No! Claro que no, es como mi hermano…
— Pero siempre dices que es lindo, y que te extraña que no tenga pareja.
— Si, pero solo eso… Merlín, Luna. No vuelvas a decirlo, es como… PUAJ.
— ¿No te parecía lindo?
— Si, pero una cosa es eso, y otra muy diferente que me plazca salir con él…— expliqué, poco cómoda con la situación.
Nunca en la vida se me ocurriría salir con Harry, NO.
Alcancé a oír el “¡A comer!” de Dumbledore, y acto seguido vi la comida aparecer.
Me serví pollo y papas, aunque no tenía mucha hambre.
En la mesa de Gryffindor, Hermione parecía reprender a Ron por la manera animal en que él comía.
Reí para mí, y me acomodé. Ellos estaban junto a Hufflepuff, y yo estaba sentada con la cabeza hacia Slytherin; para verlos tenía que girarme, y resultaba cansador.
— ¿Qué has hecho este verano, Luns?
— Yo y mi padre buscamos nargles.
— ¿Toodo el verano?
— Así es. Pero ahora ya sé como detectarlos. Mira, aquel chico tiene uno en la cabeza— señaló a la mesa de las serpientes.
— ¿Quién?
— Ese— apuntó más concretamente a un rubio de ojos grises.
Bufé.
— Te equivocas. Malfoy no tiene NADA en la cabeza.
Ella rió un poco, y volvió a comer.
— Si. Y le está golpeando la nariz— afirmó, para volcarse de lleno en su plato.
Entrecerré los ojos. No sabía si creerlo o no.
Miré a Draco Malfoy, buscando ver algún leve atisbo de que le estuvieran golpeando la nariz, pero parecía normal. Entonces me percaté de que me miraba extrañado.
Enseguida desvié la mirada, sonrojada.
¿Por qué me avergonzaba? ¿POR QUÉ ME RUBORIZABA? ¡Es Malfoy, por Dios!
El resto de la comida transcurrió normal, hasta que finalizó el postre. Entonces Dumbledore habló.
Comenzó su discurso habitual sobre las cosas que Filch NO quería que hiciéramos, y noté que me lanzó una mirada a mí, a Fred y a George. Cuando lo hizo, me encogí de hombros, inocentemente.
La boca de Dumbledore se crispó un poco en las comisuras. Luego prosiguió:
—Como cada año, quiero recordaros que el bosque que está dentro de los terrenos del castillo es una zona prohibida a los estudiantes. Otro tanto ocurre con el pueblo de Hogsmeade para todos los alumnos de primero y de segundo.
Es también mi doloroso deber informaros de que la Copa de quidditch no se celebrará este curso.
— ¿QUÉ? — bramé, poniéndome de pie.
Dumbledore me miró, inclinando la cabeza levemente, para indicarme que me sentara; continuó:
—Esto se debe a un acontecimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso, acaparando una gran parte del tiempo y la energía de los profesores... pero estoy seguro de que lo disfrutaréis enormemente. Tengo el gran placer de anunciar que este año en Hogwarts...
Pero en aquel momento se escuchó un trueno ensordecedor, y las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe.
En la puerta apareció un hombre que se apoyaba en un largo bastón y se cubría con una capa negra de viaje. Todas las cabezas en el Gran Comedor se volvieron para observar al extraño, repentinamente iluminado por el resplandor de un rayo que apareció en el techo. Se bajó la capucha, sacudió una larga melena en parte cana y enparte negra, y caminó hacia la mesa de los profesores.
Un sordo golpe repitió cada uno de sus pasos por el Gran Comedor. Llegó a un extremo de la mesa de los profesores, se volvió a la derecha y fue cojeando pesadamente hacia Dumbledore. El resplandor de otro rayo cruzó el techo.
— Por Merlín…— solté involuntariamente.
Aquella luz había destacado el rostro del hombre, y era un rostro muy diferente de cuantos había visto en mi vida. Parecía como labrado en un trozo de madera desgastado por el tiempo y la lluvia, por alguien que no tenía la más leve idea de cómo eran los rostros humanos y que además no era nada habilidoso con el formón. Cada centímetro de la piel parecía una cicatriz. La boca era como un tajo en diagonal, y le faltaba un buen trozo de la nariz. Pero lo que lo hacía verdaderamente terrorífico eran los ojos.
Uno de ellos era pequeño, oscuro y brillante. El otro era grande, redondo como una moneda y de un azul vívido, eléctrico. El ojo azul se movía sin cesar, sin parpadear, girando para arriba y para abajo, a un lado y a otro, completamente independiente del ojo normal... y luego se quedaba en blanco, como si mirara al interior de la cabeza.
El extraño llegó hasta Dumbledore. Le tendió una mano tan toscamente formada como su cara, y Dumbledore la estrechó, murmurando palabras que no conseguí oír. Parecía estar haciéndole preguntas al extraño, que negaba con la cabeza, sin sonreír, y contestaba en voz muy baja. Dumbledore asintió también con la cabeza, y le mostró al hombre el asiento vacío que había a su derecha.
El extraño se sentó y sacudió su melena para apartarse el pelo entrecano de la cara; se acercó un plato de salchichas, lo levantó hacia lo que le quedaba de nariz y lo olfateó. A continuación se sacó del bolsillo una pequeña navaja, pinchó una de las salchichas por un extremo y empezó a comérsela. Su ojo normal estaba fijo en la salchicha, pero el azul seguía yendo de un lado para otro sin descanso, moviéndose en su cuenca, fijándose tanto en el Gran Comedor como en los estudiantes.
—Les presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo animadamente Dumbledore, ante el silencio de la sala—: el profesor Moody.
Lo normal era que los nuevos profesores fueran recibidos con saludos y aplausos, pero nadie aplaudió aquella vez, ni entre los profesores ni entre los alumnos, a excepción de Hagrid y Dumbledore. El sonido de las palmadas de ambos resonó tan tristemente en medio del silencio que enseguida dejaron de aplaudir. Todos los demás parecían demasiado impresionados por la extraña apariencia de Moody para hacer algo más que mirarlo.
— Ojo Loco Moddy— murmuré, sorprendida de su presencia. Esta misma mañana, el señor Weasley había ido a ayudarlo por un presunto ataque mortífago falso. Estaba loco.
Moody parecía totalmente indiferente a aquella fría acogida. Haciendo caso omiso de la jarra de zumo de calabaza que tenía delante, volvió a buscar en su capa de viaje, sacó una petaca y echó un largo trago de su contenido. Al levantar el brazo para beber, la capa se alzó unos centímetros del suelo, y vi, por debajo de la mesa, parte de una pata de palo que terminaba en una garra.
Dumbledore volvió a aclararse la garganta.
—Como iba diciendo —siguió, sonriendo a la multitud de estudiantes que tenía delante, todos los cuales seguían con la mirada fija en Ojoloco Moody—, tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar durante los próximos meses, un evento que no se celebraba desde hacía más de un siglo. Es un gran placer para mí informaros de que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los tres magos.
— ¡Está bromeando! —dije, en voz alta, poniéndome de pie.
Era imposible…
Repentinamente se quebró la tensión que se había apoderado del Gran Comedor desde la entrada de Moody. Casi todo el mundo se rió, y Dumbledore también, como apreciando la intervención.
—No me estoy burlando de nadie, señorita Granger—repuso—, aunque, hablando de quedarse con la gente, este verano me han contado un chiste buenísimo sobre un trol, una bruja y un leprechaun que entran en un bar...
La profesora McGonagall se aclaró ruidosamente la garganta.
—Eh... bueno, quizá no sea éste el momento más apropiado... No, es verdad —dijo Dumbledore—. ¿Dónde estaba? ¡Ah, sí, el Torneo de los tres magos! Bien, algunos de ustedes seguramente no saben qué es el Torneo de los tres magos, así que espero que los que lo saben me perdonen por dar una breve explicación mientras piensan en otra cosa.
»EI Torneo de los tres magos tuvo su origen hace unos setecientos años, y fue creado como una competición amistosa entre las tres escuelas de magia más importantes de Europa: Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang. Para representar a cada una de estas escuelas se elegía un campeón, y los tres campeones participaban en tres pruebas mágicas. Las escuelas se turnaban para ser la sede del Torneo, que tenía lugar cada cinco años, y se consideraba un medio excelente de establecer lazos entre jóvenes magos y brujas de diferentes nacionalidades... hasta que el número de muertes creció tanto que decidieron interrumpir la celebración del Torneo.
— ¿Muertes? — susurró Luna, sorprendida—. Creí que fue por culpa de los Snorkack de cuernos arrugados…
La miré, confundida. ¿Snorkacks de cuernos arrugados? Me encogí de hombros. Era Luna…
—En todo este tiempo ha habido varios intentos de volver a celebrar el Torneo —prosiguió Dumbledore—, ninguno de los cuales tuvo mucho éxito. Sin embargo, nuestros departamentos de Cooperación Mágica Internacional y de Deportes y Juegos Mágicos han decidido que éste es un buen momento para volver a intentarlo. Hemos trabajado a fondo este verano para asegurarnos de que esta vez ningún campeón se encuentre en peligro mortal.
»En octubre llegarán los directores de Beauxbatons y de Durmstrang con su lista de candidatos, y la selección de los tres campeones tendrá lugar en Halloween. Un juez imparcial decidirá qué estudiantes reúnen más méritos para competir por la Copa de los tres magos, la gloria de su colegio y el premio en metálico de mil galeones.
En cada una de las mesas, se veía a estudiantes que miraban a Dumbledore con expresión de arrebato, o que cuchicheaban con los vecinos completamente emocionados. Pero Dumbledore volvió a hablar, y en el Gran Comedor se hizo otra vez el silencio.
—Aunque me imagino que todos estarán deseando llevarse la Copa del Torneo de los tres magos —dijo—, los directores de los tres colegios participantes, de común acuerdo con el Ministerio de Magia, hemos decidido establecer una restricción de edad para los contendientes de este año. Sólo los estudiantes que tengan la edad requerida (es decir, diecisiete años o más) podrán proponerse a consideración. Ésta —Dumbledore levantó ligeramente la voz debido a que algunos hacían ruidos de protesta en respuesta a sus últimas palabras, especialmente los gemelos Weasley, que parecían de repente furiosos— es una medida que estimamos necesaria dado que las tareas del Torneo serán difíciles y peligrosas, por muchas precauciones que tomemos, y resulta muy improbable que los alumnos de cursos inferiores a sexto y séptimo sean capaces de enfrentarse a ellas. Me aseguraré personalmente de que ningún estudiante menor de esa edad engañe a nuestro juez imparcial para convertirse en campeón de Hogwarts. —Sus ojos de color azul claro brillaron especialmente cuando los guiñó hacia los rostros de Fred y George, que mostraban una expresión de desafío—. Así pues, les ruego que no pierdan el tiempo presentándose si no han cumplido los diecisiete años.
»Las delegaciones de Beauxbatons y Durmstrang llegarán en octubre y permanecerán con nosotros la mayor parte del curso. Sé que todos trataran a nuestros huéspedes extranjeros con extremada cortesía mientras están con nosotros, y que darán su apoyo al campeón de Hogwarts cuando sea elegido o elegida. Y ya se va haciendo tarde y sé lo importante que es para todos ustedes estar despiertos y descansados para empezar las clases mañana por la mañana. ¡Hora de dormir! ¡Andando!
Dumbledore volvió a sentarse y siguió hablando con Ojoloco Moody. Los estudiantes hicieron mucho ruido al ponerse en pie y dirigirse hacia la doble puerta del vestíbulo.
— ¡No pueden hacer eso! —protestó George, que no se había unido a la multitud que avanzaba hacia la salida sino que se había quedado quieto, de pie y mirando a Dumbledore—. Nosotros cumpliremos los diecisiete en abril: ¿por qué no podemos tener una oportunidad?
—No me van a impedir que entre —aseguró Fred con testarudez, mirando a la mesa de profesores con el entrecejo fruncido—. Los campeones tendrán que hacer un montón de cosas que en condiciones normales nunca nos permitirían. ¡Y hay mil galeones de premio!
— Sí —asintió Ron, con expresión soñadora—. Sí, mil galeones...
— Por favor, chicos… Es imposible que burlen a Dumbledore. Sería como golpear a Voldemort en la cabeza y pretender que no te mate.
Los tres Weasley y mi hermana se estremecieron.
— Quien tú sabes está muerto— dijo Hermione, con el ceño fruncido.
Rodé los ojos.
— Nunca dije lo contrario…
— Eso ya lo veremos— respondió entonces George.
— Si, y cuando estemos compitiendo en el Torneo, tendrás que darnos 1 galeón a cada uno.
— Por supuesto— ironicé.
—Vamos —dijo Hermione—, si no nos movemos nos vamos a quedar aquí solos.
Salimos por el vestíbulo; los gemelos iban hablando de lo que Dumbledore podía hacer para impedir que participaran en el Torneo los menores de diecisiete años.
— ¿Quién es ese juez imparcial que va a decidir quiénes serán los campeones? —preguntó Harry.
—No lo sé —respondió Fred—, pero es a él a quien tenemos que engañar. Supongo que un par de gotas de poción envejecedora podrían bastar, George...
—Pero Dumbledore sabe que no tienes la edad — insistí.
—Ya, pero él no es el que decide quién será el campeón, ¿no? —dijo Fred astutamente—. Me da la impresión de que cuando ese juez sepa quién quiere participar escogerá al mejor de cada colegio y no le importará mucho la edad. Dumbledore pretende que no lleguemos a presentarnos.
— ¡Pero ha habido muertos! —señaló Hermione con voz preocupada mientras atravesaban una puerta oculta tras un tapiz y comenzaban a subir otra escalera más estrecha.
—Sí —admitió Fred, sin darle importancia—, pero eso fue hace años, ¿no? Además, ¿es que puede haber diversión sin un poco de riesgo? ¡Eh, Ron!, y si averiguamos cómo engañar a Dumbledore, ¿no te gustaría participar?
— Ni se te ocurra, Ron Billus Weasley. Te colgaré de la torre de Astronomía si imitas a estos estúpidos— amenacé.
— ¿Por qué a ellos no les dices eso? — preguntó, entre intimidado (porque realmente lo haría) e indignado.
— Primero, ellos son estúpidos, tú tonto. Ellos son imposibles de cambiar, pero en cambio tú podrías amainarte saliendo con alguien como mi hermanita— Hermione me dio un codazo—, eso quiere decir que puedo salvarte aún. Además, al menos están más preparados, tú no.
—Yo, desde luego, no lo estoy —dijo desde detrás de Fred y George la voz triste de Neville—. Supongo que a mi abuela le gustaría que lo intentara. Siempre me dice que debería mantener alto el honor de la familia. Tendré que... ¡Ay!
Neville acababa de hundir un pie en un peldaño a mitad de la escalera. En Hogwarts había muchos escalones falsos como aquél. Para la mayor parte de los estudiantes que llevaban cierto tiempo en Hogwarts, saltar aquellos escalones especiales se había convertido en un acto inconsciente, pero la memoria de Neville era nefasta.
Entre Harry y Ron lo agarraron por las axilas y le liberaron el pie, mientras una armadura que había al final de la escalera se reía con un tintineo de sus piezas de metal.
— ¡Cállate! — le grité. Enseguida paró. Realmente mi reputación en Hogwarts no era de ángel…
— Nos vemos chicos. ¿Vamos Luns? — saludé, al llegar a donde nos separábamos para ir a nuestras correspondientes casas.
Se despidieron de mí y de Luna, y juntas caminamos con los otros Ravenclaws.
— ¿Cuántos animales tengo en casa, sabiendo que todos son perros menos dos, todos son gatos menos dos, y que todos son loros menos dos? — preguntó el águila de la puerta.
Suspiré pesadamente y avancé hasta llegar al frente de todos.
— Un perro, un loro y un gato— respondí.
La puerta se abrió y todos entramos en tropel.
— Cada vez son más sencillas— me quejé, subiendo las escaleras con mi amiga.
— No, cada vez te acostumbras más a usar tu cerebro— corrigió.
— Quizá… Como sea, hasta mañana Luns— saludé, cuando ella entró en la habitación de tercero.
Continué hasta la de cuarto.
Apenas llegué me puse el piyama y me desplomé en la cama. Día largo…


Los dos días siguientes pasaron sin grandes incidentes, a menos que se cuente como tal el que Neville dejara que se fundiera su sexto caldero en clase de Pociones. El profesor Snape, que durante el verano parecía haber acumulado rencor en cantidades nunca antes conocidas, castigó a Neville a quedarse después de clase. Al final del castigo, Neville sufría un colapso nervioso, porque el profesor Snape lo había obligado a destripar un barril de sapos cornudos.
Los chicos me contaron lo que sucedió en su primera clase de DCAO, y me sorprendió mucho.
— ¿Es eso legal? — pregunté a Hermione—. Yo no he escuchado que se pudiese hacer eso en una escuela…
— No, no lo es. Si el Ministerio se entera, lo más probable es que hagan líos con Dumbledore.
— Eso está mal… Pobre Neville… ¿Qué le habrá sucedido?
— No lo sé, eso mismo me pregunto… Fue muy extraño y… Horrible…
Rodee sus hombros con mi brazo. Hermione odiaba los maleficios imperdonables por alguna razón. Nunca le pregunté por eso.
— Era solo una araña, Minnie…
— Lo sé, pero créeme que no fue nada agradable… La torturó… ¡Eso es inhumano!
Me acerqué para susurrarle:
— ¿Crees que Ojoloco es humano?
Se rió.
— Tienes razón… Deberíamos inve…
— No investigaré, Minnie, no estoy de un humor tan bueno, solamente apoyo a mi hermana— interrumpí, previendo lo que sugeriría.
Suspiró, y continuó escribiendo su trabajo de Historia de la Magia. Decidí hacer lo mismo.
Ella lo terminó temprano, y se fue a su Casa por insistencia mía. Llevaba en la biblioteca toda la tarde. Tenía que descansar.
Finalicé mi trabajo de Herbología, y me paré a guardar los libros.
Llevaba el Hierbas venenosas y como detectarlas, que era el más pesado, arriba del todo, así que fui a guardar ese primero, confiando de mis instintos, pues la pila tapaba mi cara.
Gracioso.
Llegué a la estantería, y me pregunté como diablos se me había ocurrido llevarlos todos.
— Por Merlín— farfullé, haciendo lo posible por no tirar todo.
— Déjame que te ayude— dijo entonces una voz masculina, sacándome de encima casi todos los libros, permitiéndome ver.
Me sorprendí al descubrir quién era.
— Malfoy— solté.
— Granger. No sabía quien era— excusó, lanzándome una mirada envenenada.
Bufé.
— Por supuesto que no— acomodé los pocos que me quedaban en las manos, y voltee para irme, pero me detuvo.
— ¿Piensas dejarme así?
— Claro que sí.
— ¡Hey! ¡Acabo de ayudarte!
— Pero no lo hiciste con la intención.
— Si no me ayudas lo suelto.
— No lo harías…
— Sí, lo haré.
— No te atreverías— voltee, mirándolo amenazadoramente.
— Mírame…— sacó una mano y corrí para que no cayeran, sosteniéndolos yo del lado izquierdo.
Mala idea… Había quedado demasiado cerca de él, y…
— ¿Tan desesperada estás? — preguntó con sorna, y su aliento me dio de lleno en la mejilla.
¡Maldito olor a menta!
Fruncí los labios y le di un pisotón.
— ¡Ouch! ¿Qué te pasa?
— Estoy loca. Sostén esto así guardo los libros, imbécil.
Me miró receloso, pero me obedeció.
Fui guardándolos todos, hasta que sus manos quedaron vacías.
— Perfecto, ahora ¿me dejaras estudiar o piensas volver a agredirme?
Le miré amenazante.
— No te pases. Siempre estarán las puertas de Zonko’s abiertas para una buena venganza— murmuré con malicia.
Por una milésima de segundo pude ver el miedo en su rostro perfec… ROSTRO, a secas.
Malfoy era uno de mis blancos favoritos, al igual que Ron lo era para los gemelos.
— De acuerdo, no diré nada más. Ahora vete, contaminas mi aire, san…
— …Sangre sucia— interrumpí cansinamente, girando para ir a buscar mis cosas—. ¡Siempre dicen lo mismo! Deben cambiar de insulto…— grité, mientras me iba.
Guardé todo, fastidiada. Pero… extrañamente sonreía…


Acá traje otro capítulo :) Bueno, beauties, realmente no veo interesadas... :/ No sé si seguirla así...
Bueno, bueno, besitos! ^^
C.J. Potter
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Mensaje por javiswiftie Dom 09 Sep 2012, 5:25 pm

SIIIGUELAAAAA! AMO LAS NOVES DE DRACO! Y LA TUYA ES GENIAL!
javiswiftie
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Mensaje por #CrucioBitch Dom 09 Sep 2012, 5:30 pm

¡HOOOOOOOOOLA!
Mi nombre es Candela(: y ¡TU NOVELA ME ENCANTA!
Siguela.
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Mensaje por C.J. Potter Dom 09 Sep 2012, 8:10 pm

Que bonitas, me alegraron la noche :3
Graacias por comentar! Y no tengan dudas de que la seguiré, me entusiasmaron! ^^
C.J. Potter
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Mensaje por Lita Malfoy Mar 11 Sep 2012, 8:54 pm

siguela, esta magnifica
Lita Malfoy
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Mensaje por carstairs. Vie 14 Sep 2012, 2:44 pm

NUEVA LECTORA C:
Me encanta tu novela y no puedo esperar a que la sigas *-* kasjdksal
carstairs.
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