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Pride & Prejudice
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Página 5 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: Pride & Prejudice
Tessaaa. Me encantó, te lo juro. No sabes como me encanta la forma en la que narras, es demasiado perfecto. A mí me parece que sabes mucho de esa época.. Pues, hablas tan cúl. En serio.
Ame todo. De verda'. Quiero saber más. ñ-ñ Espero el próximo.
Ame todo. De verda'. Quiero saber más. ñ-ñ Espero el próximo.
deutch.
Re: Pride & Prejudice
A mi me parecio hermoso el capitulo, resulto ser totalmente bueno, te lo juro.
Adoro tu forma de narrar y como reflejas con palabras el ambiente y las emociones, me resulto tan bello al final, cuando ella toca y que no sabe que Roderick la escucha con algo más de sentimiento.
Ay, me quede con ganas de más u.u Espero el proximo.
besos.
Adoro tu forma de narrar y como reflejas con palabras el ambiente y las emociones, me resulto tan bello al final, cuando ella toca y que no sabe que Roderick la escucha con algo más de sentimiento.
Ay, me quede con ganas de más u.u Espero el proximo.
besos.
trunks
Re: Pride & Prejudice
Tessa, en serio, me encanta muchisimo tu manera de narrar
Eso de que no estas narrando con la epoca aun se sobreentiende, porque te quedo muuy genial el capitulo :')
Me gusta mucho la personalidad de Angeline, la chica esta perfectamente unicamente con su musica. No le hace falta mas nada y eso esta perfecto :')
Pero viene la sra. Bennet con sus manias de por vida de te-casas-o-seras-una-desgracia y no-tenemos-dinero-para-mantenerlas-si-no-se-casan(???? muy largo me ha salido
Roderick me agrada ademas de que es demasiado bello, hermoso, o sea Parece un hombre de su casa(?) amable y eso, me cae bien hasta ahora n.n
Pobre Señor Mason, lo iban a ignorar y dejar de lado
RODERICK SE QUEDO BOBAZO BOBAZO MIRANDO A LA ANGELINE
Me lo imagine todo y fue genial Lo ame
Seguire tan pronto pueda, nenas
PD: Pregunta, puedo editar el tamaño del cap? el ancho del texto?
Eso de que no estas narrando con la epoca aun se sobreentiende, porque te quedo muuy genial el capitulo :')
Me gusta mucho la personalidad de Angeline, la chica esta perfectamente unicamente con su musica. No le hace falta mas nada y eso esta perfecto :')
Pero viene la sra. Bennet con sus manias de por vida de te-casas-o-seras-una-desgracia y no-tenemos-dinero-para-mantenerlas-si-no-se-casan(???? muy largo me ha salido
Roderick me agrada ademas de que es demasiado bello, hermoso, o sea Parece un hombre de su casa(?) amable y eso, me cae bien hasta ahora n.n
Pobre Señor Mason, lo iban a ignorar y dejar de lado
RODERICK SE QUEDO BOBAZO BOBAZO MIRANDO A LA ANGELINE
Me lo imagine todo y fue genial Lo ame
Seguire tan pronto pueda, nenas
PD: Pregunta, puedo editar el tamaño del cap? el ancho del texto?
hange.
capítulo 4.
- leer(?:
- Edite la cabecera para poner dos imgs, la otra me salia mal ): espero que no haya problema con eso. Trate de escribir lo mas georgianamente(?) posible (??
Espero que les guste <3 Perdon si hay errores ):
Sigue Jace
Capítulo 004
Katherine Bennet y Lucius Collins
Katherine había estado esperando la invitación a la familia para el baile del sábado desde que escucho a la señorita Loraine Collins, su más cercana amiga en todo Longbourn, presumir sobre la llegada a su hogar de la misma con una anticipación de tres días. Podría mentir y decir que se alegró grandemente por su amiga. Pero siendo honesta —brutalmente honesta, según muchos—, la verdad es que se había frustrado con exuberancia porque a su familia no le había llegado ninguna carta.
¿Significaba eso que el rumorado apuesto (y bastante rico) dueño temporal de Netherfields no tenía pensado invitarlas al baile? Porque de ser así, se estaría perdiendo al espectáculo más entretenido de todo Hertforshire —la familia Bennet era de las residentes más populares. Ya fuese por el talento de sus hijas como Angeline, la pianista; Mary, una de las más bellas del condado; o bien, por los escándalos provocados por la menor y la más inquieta, Katherine, los cuales llegaban hasta los oídos de los hogares más alejados del centro del condado.
Se reservó la información de que en su familia la carta no había sido recibida los siguientes días. Estaba segura de que si lo decía, sería el hazmerreír de las chicas por un buen tiempo. El viernes en la mañana, después de asearse y colocarse un vestido de algodón color verde pálido, decidió bajar al salón común para ver con que se distraían sus hermanas. Muchas veces Kathie se encontraba aburrida en todo el sentido de la palabra, sin ganas de realizar ninguna de las actividades en las que sus hermanas encontraban placer.
Y les hizo saber aquello —o se los recordó— cuando observó como Elizabeth leía un libro y Elena terminaba de tomar el té, con el objetivo de irse a montar caballo. Al menos, eso supuso Katherine —la había visto montar con el señor Hamilton, y decidió guardárselo para sí misma. Se podía escuchar a Angeline tocando suaves notas en el piano de cola, que había pasado de generación en generación en la familia de su padre.
—¿Alguna desea ir a Merytown conmigo? —cuestionó la joven, caminando con su característica gracia, adoptada después de tantos años de bailar danza clásica.
—No otra vez, Kathie; ayer estábamos allá —protestó Madeleine, mientras dejaba de mirar por un segundo al bordado que estaba realizando para dedicarle una mirada reprochadora a su prima.
—Eso lo dices porque iras a verte con el señor Levi —se mofó la pequeña. Un atisbo de sonrisa se asomó por su rostro cuando noto el sonrojo en su prima— O, espera; ¿vendrá el a comer aquí? No me sorprendería realmente.
—Lo que sea que estas tratando de insinuar, prima, déjalo. No es verdad —bufó Madeleine y evitó la mirada brillante de burla de Katherine.
La risa hiperactiva y melodiosa de Katherine retumbó por las paredes del salón, haciendo que por unos segundos, Angeline perdiera su concentración y sintiera esos deseos de que su hermana pudiera pausarse por horas. Hasta la cena, sería conveniente. Elena, risueña por siempre, se unió a las risas al comprender el sentido de las palabras de su hermana.
—La casamentera no puede usar sus poderes en sí misma y esta cegada. La ironía de la vida —dijo para sí misma, mientras sacudía la cabeza de lado a lado y sonreía abiertamente.
Fue a quedarse de pie junto al ventanal y miró distraídamente hacia el paisaje frontal de su vivienda.
—No comprendo cómo les puede atraer más el pasarse una tarde leyendo o tocando el piano que el andar por el pueblo, capturando la atención de aquellos caballeros en busca de una dama digna para contraer matrimonio —suspiró la joven, confirmándole otra vez a sus hermanas y a su prima, el enorme parecido que tenía ella con la señora Bennet.
Claramente se destacan las diferencias que la hija no es tan histérica ni mandona.
—No es que tenga deseo de unirme maritalmente con un hombre por el momento —continuó especulando— al menos que sea un atractivo Lord, no creo poder resistirme a tal tentación. A pesar de mis deducciones, estoy al tanto de que aun puedo disfrutar un par de años de libre albedrío. Claro, tampoco está en mis planes dejar mi juventud irse por la borda sin tener un anillo de compromiso en mi dedo. Como Amelia.
—¡Kathie! —reprocharon todas al unísono, atrayendo la atención de una de las criadas que pasaba por allí.
La chica solo se encogió de hombros. Hablaba con la verdad. Y la culpa de que su hermana no estuviera casada en este momento con alguien que la amaba, era únicamente de ella misma. Katherine era caracterizada a menudo por su vanidad y deseo de estar con un hombre de buen porte y riqueza; no obstante, era una mujer. Todo lo que una mujer deseaba, verdaderamente, era contraer matrimonio con un hombre que la amase y que la tratase como a una princesa. Por eso se alegró en cantidad cuando notó que su hermana encontró a alguien así. Sin embargo, nada importó. Su hermana se dejó dominar de su madre que, aunque la amaba más que a muchas cosas, no siempre tenía la razón.
Katherine tenía la silenciosa creencia de que si encontrabas a un hombre que te amara con todo su corazón, no deberías dudar en aceptarlo y darle el tuyo de vuelta. Las maneras de ganar dinero vendrían después, en el caso de Amelia, porque el hombre tenía deseos y talento para aspirar a la milicia.
Aunque esta creencia la mantenía para cualquier dama que no fuese ella. Estaba renegada a dejar desperdiciar su belleza, de la que estaba muy al tanto, en un hombre de poco porte. Podría enamorarse con facilidad de cualquier caballero de clase alta.
El jueves en la tarde se encontraba junto con la señorita Sarah, otra de sus amigas más cercanas y su prima Coraline. Había aceptado una invitación a tomar el té antes de partir a su casa. Se encontraban sentadas en el salón, en los sillones decorados con tonos pasteles y armoniosos.
—¿Creen que podemos contar con la presencia del sr. Lucius Collins en el baile? —preguntó Coraline.
Como muchas jóvenes solteras del condado, Coraline sentía un amor platónico o atracción hacia el señor Lucius Collins. Era uno de los jóvenes más elegantes del lugar, soltero y con herencia respetable de los Collins, otra de las familias más importantes además de los Bennet. Sin embargo, era un hombre misterioso, silencioso, casi inalcanzable. Era el sueño más común aspirar a ser la joven que lo sacara de su burbuja y lo hiciera caer en el amor, y posteriormente, matrimonio.
—Ciertamente esto espero —suspiró Sarah, con aires de ilusión.
Katherine rodó sus ojos y se imaginó a su amiga Loraine, quien era hermana menor del señor Lucius, hacer una mueca de disgusto ante esos comentarios.
—Pues yo no concibo cual sea su gran atractivo —comenzó a decir la joven Bennet. — De acuerdo, dicen que posee rasgos altamente apuestos. Pero fuera de eso, puedo atreverme a decir que es tan aburrido y monótono como el pasearse por las tiendas sin comprar nada. Tal vez, inclusive, ni sepa como bailar propiamente.
—¿Cómo osas decir esas cosas? ¡Que no te escuche nadie más! —reprochó la señorita Sarah.
—¿Por qué es tan importante la danza? Hay caballeros que poseen atributos más prestigiosos que saber mover los pies al ritmo de la música.
—¡Patrañas! ¿Quién ha visto una mejor forma de enamorarse, que danzar al unísono con alguien que sepa hacerlo?
Para el sábado en la mañana Katherine estaba atravesando una etapa de decepción. Había pensado meticulosamente en cual vestido utilizar en el baile, con la esperanza de que la carta llegaría a primera hora del día. Pero no fue así. Sin embargo, su angustia duró poco tiempo, pues la adolescente se vio aliviada cuando cuatro horas antes del baile, por fin, llegó la tan esperada carta.
Algunas de sus hermanas —por no decir todas— se mostraron disgustadas con la tardanza del dueño de Netherfields en enviarles la invitación. Madeleine discutió con la señora Bennet por la misma razón, pues no tenía tiempo de encontrar un vestido digno.
—¡Patrañas! Ahora mismo vamos a ver que ponerse, tienen unos vestidos de noches que las harán ver mucho más bellas y finas de lo que ya son. —exclamó la señora Bennet. Angeline suspiró con desgana, ya comenzaba su madre a ponerse histérica— ¿Tienen alguna idea de las personas, los caballeros, los coroneles y los Lord que habrán en ese baile? Todos de muy gran importancia y lugar en la sociedad, eso se los aseguro. Así que vamos, vamos, hay que comenzar a preparase —aplaudió consecutivamente unas seis veces y se colocó de pie, dejando en claro que no estaba, ni por consideración, bromeando.
La tarde de aquel día no se fue tan rápido como quiso Katherine ni tan lentamente como quisieron las demás. No había que equivocarse y asumir que a las jóvenes de la familia Bennet les disgustaban los bailes, para nada. Era la actitud ruidosa, vanidosa, y algunas veces altanera cuando se lo proponía, que adoptaba su madre. Sus modales pasaban a ser más impertinentes y vergonzosos que en otras ocaciones. Y a pesar de que las seis aprecian mucho a la señora, eso no era justificación de las escenas que podía ser capaz de montar una vez bajada alguna copa de vino tinto.
Los vestidos siempre blancos de tela fina, pero cada uno poseía sus detalles y decoraciones diferentes. El escote cuadrado y con cuello bordado de encaje, lucia más que hermoso en cada una de ellas. Katherine admiro los vuelos que tenía en el borde de la falda y sus guantes hasta el codo de piel de cabrito, con un color rosa pastel. Admiro su cabello suelto, recogido a los lados y sujetado con ganchos brillantes y sonrió al ver sus ondas naturales llegar a un poco por encima de la mitad de su espalda. Se encontraban listas y aquel ambiente de emoción, ansiedad y anticipación se podía sentir en el camino desde Longbourn hasta el baile.
El lugar estuvo a las expectativas de la señora Bennet. El señor Bennet solo se limitaba a asentir y a mirar con aquel brillo de picardía joven que nunca abandonaba su arrugado rostro. Los candelabros, las paredes, los cuadros, el suelo —todo gritaba a los cuatro vientos que el dueño actual de Netherfields era una persona con bastante dinero a su poder. Eso solo sirvió para aumentar las ganas del señor Bennet de irse a presentarse con él y de paso, presentarle a sus amadas hijas —incluyendo a Madeleine.
No obstante, no fue hasta cuando Angeline finalizó de tocar su tercera canción que la familia se ha acercado hasta donde ella y con eso, el dueño de Netherfields se acercó con curiosidad al ver tan numeroso grupo. El señor Bennet, con el as bajo la manga desde edad temprana, sorprendió a todas las damas al saludar al señor Dedrick Wellington como si ya lo conociese.
—Me alegro mucho de que haya podido venir y acompañarnos esta noche, señor Bennet —sonrió el hombre encantadoramente. Los rumores sobre que era apuesto eran totalmente verdad, con certeza podría ser uno de los más apuestos del condado. — Y nuevamente, mis disculpas por la tardanza de la carta, algo paso con la dirección que escribí —su semblante adopto una emoción parecida a la vergüenza— Si le soy honesto, no soy considerado un escritor talentoso.
—Descuide, señor Wellington. Estamos agradecidos de haber sido invitados —respondió el cabeza de familia. Sintiendo la mirada expectante de la señora Bennet, se colocó en medio del joven y de las damas, para hacer las presentaciones adecuadamente. — Le presento a mi familia, señor Wellington. Esta la señora Bennet, mi esposa —como todo un caballero, el beso su mano con respeto.
A continuación, paso a presentar a las jóvenes de la casa, comenzando por la mayor en edad. Todas estaban cómodas con la presentación y la nueva relación, pues el señor Wellington parecía ser un hombre jovial, risueño, honesto y con buenas emociones dentro de sí. No parecía poseer malicia alguna y eso capturó el ojo de una de las Bennet, aunque trató de disimularlo lo más posible. No quería ser víctima de su madre por esta noche.
Katherine, por siempre observadora, notó como en el intercambio de presentaciones con su hermana mayor y el señor Wellington fue más pausada y con un aura ligeramente diferente que el de las demás. Sus ojos marrones brillaron más —si es que eso podía ser factible— y sus sonrisas se ensancharon al mismo tiempo. Algo paso allí. Y por la sonrisa ladina de Elizabeth, noto que su hermana también lo había notado.
La noche avanzó grandiosamente. Una vez que los músicos habían comido algo, volvieron a su labor y nadie se imaginó la alegría y satisfacción de la señora Bennet al observar como el mismísimo señor Wellington invitaba a una de sus hijas preferidas a bailar la pieza con él. Aplaudió y lanzó risas al aire, sentada junto al señor Bennet, observando el intercambio de miradas entre su hija y el caballero.
Katherine y Elena se encontraban junto con Alexander y unos colegas de él, que pertenecían a la milicia. Elena era una joven sociable y se daba más que bien conversando con los caballeros, mientras Katherine se reía y lanzaba comentarios burlones y sarcásticos de vez en cuando. Al pensar en que el señor Wellington había invitado al baile a Alexander, cuya posición para algunos señores con la misma posición que él no era digna, le hizo sentir una sensación muy satisfactoria. El caballero además, parecía ser humilde. Por una vez los rumores se asemejaban a la verdad.
Bailó con uno de los amigos de Alexander, el señor Judd, el cual resulto ser una buena compañía pero Katherine lo descartó cuando le dio un pisón y se equivocó de lugar en un giro. ¿Qué más daba? La chica quería ir al baile para danzar junto con alguien que siguiera sus pasos, alguien que la inspirara a bailar toda la noche junto a él. Asimismo como el señor Wellington había invitado a su hermana a bailar tres veces. Una en el principio, después bailo junto con Elizabeth, luego con una señorita que parecía ser su hermana y los dos bailes siguientes, volvió a Mary.
Los violines comenzaron a sonar de una manera que me le recordaron a la señorita Katherine una de sus más preciadas instrucciones de danza. Ella no había aprendido a bailar con lo mejor de lo mejor, no había sido nadie más que su tía, la cual se tomó el tiempo de enseñarle todos sus conocimientos acerca del ballet clásico desde muy temprana edad. El waltz era un increíble género de música, la melodía hizo que una sonrisa curvara sus labios y se olvidara de lo que estaba haciendo antes de que sonaran.
En la esquina en donde se encontraba, comenzó a moverse inconscientemente de lado a lado, dando pequeños pasos en su lugar. No pensó en lo extraña que les parecería a las demás personas, en especial a los caballeros, al bailar sola de aquella manera. Para Katherine no existía nada más en aquel momento. Movió sus brazos con el ritmo, por igual, hacia arriba y de lado a lado. Apoyo todo su peso corporal en la punta de sus pies y tomo impulso para dar un giro de 360 grados.
Que gran sorpresa fue encontrarse con unos brazos que la sujetaron, firme pero con suavidad, justo antes de acabar el giro. Las manos del hombre rozan todo el camino desde sus codos hasta las manos de la joven, para así guiarla y terminar el giro pulcramente. Cuando estuvieron ambos de frente, automáticamente Katherine subió su mano al hombro del caballero y este poso la suya en la pequeña cintura de ella.
De inmediato, Katherine subió el rostro y al hacerlo, se encontró la mirada más única en la que había alguna vez posado sus ojos. Verde oscuro, grandes, parecía contemplarla profundamente.
—¿Me permite esta pieza de baile? —cuestiono con una voz profunda y quizá cortante o rígida, pero aun así con amabilidad, dando la sensación de que no acostumbraba a hablar muy a menudo.
La joven, aun atrapada en los ojos de aquel hombre, solo pudo atinar a asentir con la cabeza. Y así comenzaron a moverse al ritmo del delicioso waltz, con una gracia y elegancia que atrajo la mirada de muchas damas y unos cuantos caballeros. ¿Quién era aquel caballero, que casi no se veían en bailes de sociedad? ¿Qué no era esa la escandalosa Katherine Bennet? En definitiva, conocían como darle vida a un baile de salón.
Y efectivamente, la señora Bennet se iría a la cama esta noche con una enorme sonrisa.
—¡Bailaste con él! —susurró con emoción contenida la señorita Sarah, cuando pudo apartar a Katherine de su hermana, llevándosela a una esquina desierta.
—¿Eh?
—¡Y decías que era aburrido, por Dios! —se unió otra voz, lo más probable Coraline. Katherine no podía distinguir bien las cosas, pues se encontraban en un lugar sin luz.
—¿Me pueden explicar por qué estamos en este lugar? —inquirió la joven Bennet, frunciendo el ceño con confusión.
—Acabas de tener, probablemente, el segundo baile más hermoso y romántico de la noche, Kathie. —comento Sarah, ignorando el disgusto y confusión de su amiga— ¡Bailaste con el señor Collins!
Allí fue cuando la joven recordó los orbes verdes y con un aura de misterio alrededor de ellos. Su ceño fruncido se profundizo. ¿Qué señor Collins? Ella conocía a todos los Collins de Longbourn, pues por algo había sido una gran amiga de la señorita Lenora desde hace muchos años. ¿Había bailado con…? Y entonces recordó aquella tarde en la que fue presentada ante toda la familia Collins, mientras tomaban el té y conversaban del último casamiento ocurrido en el condado. Aquel hombre silencioso, que apenas le dio un asentimiento de cabeza y que a diferencia del resto de sus hermanos, se retiró del salón tan pronto tuvo la oportunidad.
¿Aquel había sido el señor Lucius? ¿El mismo que ella había acusado de monótono y mal bailarín? Si le hubieran pedido a Katherine que hablara sobre un tema de gran grado, como la situación de Francia e Inglaterra, la joven no hubiese respondido algo más que un “eh” distraído a causa de sus pensamientos en aquel momento.
Solo bastaron un par de chistes y chismoteo para que la distracción se alejara de la cabeza de la más pequeña de las Bennet. Quince minutos después ya era su normal persona, y se encontraba de aquí para allá riendo y conversando junto con Elena, coqueteando descaradamente con cualquiera que le dedicase una mirada apreciativa y se viera como alguien de grandes riquezas. Claro, luego de haber sido presentadas por Alexander o cuando alguno de ellos se acercaba con toda la confianza y certeza del mundo. El baile en Netherfields tenía la apariencia de volverse uno de los mejores de la temporada, pues no se veía ni un rostro disgustado o aburrido. La música, la comida, las conversaciones —absolutamente todo era digno de ser disfrutado.
¿Significaba eso que el rumorado apuesto (y bastante rico) dueño temporal de Netherfields no tenía pensado invitarlas al baile? Porque de ser así, se estaría perdiendo al espectáculo más entretenido de todo Hertforshire —la familia Bennet era de las residentes más populares. Ya fuese por el talento de sus hijas como Angeline, la pianista; Mary, una de las más bellas del condado; o bien, por los escándalos provocados por la menor y la más inquieta, Katherine, los cuales llegaban hasta los oídos de los hogares más alejados del centro del condado.
Se reservó la información de que en su familia la carta no había sido recibida los siguientes días. Estaba segura de que si lo decía, sería el hazmerreír de las chicas por un buen tiempo. El viernes en la mañana, después de asearse y colocarse un vestido de algodón color verde pálido, decidió bajar al salón común para ver con que se distraían sus hermanas. Muchas veces Kathie se encontraba aburrida en todo el sentido de la palabra, sin ganas de realizar ninguna de las actividades en las que sus hermanas encontraban placer.
Y les hizo saber aquello —o se los recordó— cuando observó como Elizabeth leía un libro y Elena terminaba de tomar el té, con el objetivo de irse a montar caballo. Al menos, eso supuso Katherine —la había visto montar con el señor Hamilton, y decidió guardárselo para sí misma. Se podía escuchar a Angeline tocando suaves notas en el piano de cola, que había pasado de generación en generación en la familia de su padre.
—¿Alguna desea ir a Merytown conmigo? —cuestionó la joven, caminando con su característica gracia, adoptada después de tantos años de bailar danza clásica.
—No otra vez, Kathie; ayer estábamos allá —protestó Madeleine, mientras dejaba de mirar por un segundo al bordado que estaba realizando para dedicarle una mirada reprochadora a su prima.
—Eso lo dices porque iras a verte con el señor Levi —se mofó la pequeña. Un atisbo de sonrisa se asomó por su rostro cuando noto el sonrojo en su prima— O, espera; ¿vendrá el a comer aquí? No me sorprendería realmente.
—Lo que sea que estas tratando de insinuar, prima, déjalo. No es verdad —bufó Madeleine y evitó la mirada brillante de burla de Katherine.
La risa hiperactiva y melodiosa de Katherine retumbó por las paredes del salón, haciendo que por unos segundos, Angeline perdiera su concentración y sintiera esos deseos de que su hermana pudiera pausarse por horas. Hasta la cena, sería conveniente. Elena, risueña por siempre, se unió a las risas al comprender el sentido de las palabras de su hermana.
—La casamentera no puede usar sus poderes en sí misma y esta cegada. La ironía de la vida —dijo para sí misma, mientras sacudía la cabeza de lado a lado y sonreía abiertamente.
Fue a quedarse de pie junto al ventanal y miró distraídamente hacia el paisaje frontal de su vivienda.
—No comprendo cómo les puede atraer más el pasarse una tarde leyendo o tocando el piano que el andar por el pueblo, capturando la atención de aquellos caballeros en busca de una dama digna para contraer matrimonio —suspiró la joven, confirmándole otra vez a sus hermanas y a su prima, el enorme parecido que tenía ella con la señora Bennet.
Claramente se destacan las diferencias que la hija no es tan histérica ni mandona.
—No es que tenga deseo de unirme maritalmente con un hombre por el momento —continuó especulando— al menos que sea un atractivo Lord, no creo poder resistirme a tal tentación. A pesar de mis deducciones, estoy al tanto de que aun puedo disfrutar un par de años de libre albedrío. Claro, tampoco está en mis planes dejar mi juventud irse por la borda sin tener un anillo de compromiso en mi dedo. Como Amelia.
—¡Kathie! —reprocharon todas al unísono, atrayendo la atención de una de las criadas que pasaba por allí.
La chica solo se encogió de hombros. Hablaba con la verdad. Y la culpa de que su hermana no estuviera casada en este momento con alguien que la amaba, era únicamente de ella misma. Katherine era caracterizada a menudo por su vanidad y deseo de estar con un hombre de buen porte y riqueza; no obstante, era una mujer. Todo lo que una mujer deseaba, verdaderamente, era contraer matrimonio con un hombre que la amase y que la tratase como a una princesa. Por eso se alegró en cantidad cuando notó que su hermana encontró a alguien así. Sin embargo, nada importó. Su hermana se dejó dominar de su madre que, aunque la amaba más que a muchas cosas, no siempre tenía la razón.
Katherine tenía la silenciosa creencia de que si encontrabas a un hombre que te amara con todo su corazón, no deberías dudar en aceptarlo y darle el tuyo de vuelta. Las maneras de ganar dinero vendrían después, en el caso de Amelia, porque el hombre tenía deseos y talento para aspirar a la milicia.
Aunque esta creencia la mantenía para cualquier dama que no fuese ella. Estaba renegada a dejar desperdiciar su belleza, de la que estaba muy al tanto, en un hombre de poco porte. Podría enamorarse con facilidad de cualquier caballero de clase alta.
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El jueves en la tarde se encontraba junto con la señorita Sarah, otra de sus amigas más cercanas y su prima Coraline. Había aceptado una invitación a tomar el té antes de partir a su casa. Se encontraban sentadas en el salón, en los sillones decorados con tonos pasteles y armoniosos.
—¿Creen que podemos contar con la presencia del sr. Lucius Collins en el baile? —preguntó Coraline.
Como muchas jóvenes solteras del condado, Coraline sentía un amor platónico o atracción hacia el señor Lucius Collins. Era uno de los jóvenes más elegantes del lugar, soltero y con herencia respetable de los Collins, otra de las familias más importantes además de los Bennet. Sin embargo, era un hombre misterioso, silencioso, casi inalcanzable. Era el sueño más común aspirar a ser la joven que lo sacara de su burbuja y lo hiciera caer en el amor, y posteriormente, matrimonio.
—Ciertamente esto espero —suspiró Sarah, con aires de ilusión.
Katherine rodó sus ojos y se imaginó a su amiga Loraine, quien era hermana menor del señor Lucius, hacer una mueca de disgusto ante esos comentarios.
—Pues yo no concibo cual sea su gran atractivo —comenzó a decir la joven Bennet. — De acuerdo, dicen que posee rasgos altamente apuestos. Pero fuera de eso, puedo atreverme a decir que es tan aburrido y monótono como el pasearse por las tiendas sin comprar nada. Tal vez, inclusive, ni sepa como bailar propiamente.
—¿Cómo osas decir esas cosas? ¡Que no te escuche nadie más! —reprochó la señorita Sarah.
—¿Por qué es tan importante la danza? Hay caballeros que poseen atributos más prestigiosos que saber mover los pies al ritmo de la música.
—¡Patrañas! ¿Quién ha visto una mejor forma de enamorarse, que danzar al unísono con alguien que sepa hacerlo?
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Para el sábado en la mañana Katherine estaba atravesando una etapa de decepción. Había pensado meticulosamente en cual vestido utilizar en el baile, con la esperanza de que la carta llegaría a primera hora del día. Pero no fue así. Sin embargo, su angustia duró poco tiempo, pues la adolescente se vio aliviada cuando cuatro horas antes del baile, por fin, llegó la tan esperada carta.
Algunas de sus hermanas —por no decir todas— se mostraron disgustadas con la tardanza del dueño de Netherfields en enviarles la invitación. Madeleine discutió con la señora Bennet por la misma razón, pues no tenía tiempo de encontrar un vestido digno.
—¡Patrañas! Ahora mismo vamos a ver que ponerse, tienen unos vestidos de noches que las harán ver mucho más bellas y finas de lo que ya son. —exclamó la señora Bennet. Angeline suspiró con desgana, ya comenzaba su madre a ponerse histérica— ¿Tienen alguna idea de las personas, los caballeros, los coroneles y los Lord que habrán en ese baile? Todos de muy gran importancia y lugar en la sociedad, eso se los aseguro. Así que vamos, vamos, hay que comenzar a preparase —aplaudió consecutivamente unas seis veces y se colocó de pie, dejando en claro que no estaba, ni por consideración, bromeando.
La tarde de aquel día no se fue tan rápido como quiso Katherine ni tan lentamente como quisieron las demás. No había que equivocarse y asumir que a las jóvenes de la familia Bennet les disgustaban los bailes, para nada. Era la actitud ruidosa, vanidosa, y algunas veces altanera cuando se lo proponía, que adoptaba su madre. Sus modales pasaban a ser más impertinentes y vergonzosos que en otras ocaciones. Y a pesar de que las seis aprecian mucho a la señora, eso no era justificación de las escenas que podía ser capaz de montar una vez bajada alguna copa de vino tinto.
Los vestidos siempre blancos de tela fina, pero cada uno poseía sus detalles y decoraciones diferentes. El escote cuadrado y con cuello bordado de encaje, lucia más que hermoso en cada una de ellas. Katherine admiro los vuelos que tenía en el borde de la falda y sus guantes hasta el codo de piel de cabrito, con un color rosa pastel. Admiro su cabello suelto, recogido a los lados y sujetado con ganchos brillantes y sonrió al ver sus ondas naturales llegar a un poco por encima de la mitad de su espalda. Se encontraban listas y aquel ambiente de emoción, ansiedad y anticipación se podía sentir en el camino desde Longbourn hasta el baile.
El lugar estuvo a las expectativas de la señora Bennet. El señor Bennet solo se limitaba a asentir y a mirar con aquel brillo de picardía joven que nunca abandonaba su arrugado rostro. Los candelabros, las paredes, los cuadros, el suelo —todo gritaba a los cuatro vientos que el dueño actual de Netherfields era una persona con bastante dinero a su poder. Eso solo sirvió para aumentar las ganas del señor Bennet de irse a presentarse con él y de paso, presentarle a sus amadas hijas —incluyendo a Madeleine.
No obstante, no fue hasta cuando Angeline finalizó de tocar su tercera canción que la familia se ha acercado hasta donde ella y con eso, el dueño de Netherfields se acercó con curiosidad al ver tan numeroso grupo. El señor Bennet, con el as bajo la manga desde edad temprana, sorprendió a todas las damas al saludar al señor Dedrick Wellington como si ya lo conociese.
—Me alegro mucho de que haya podido venir y acompañarnos esta noche, señor Bennet —sonrió el hombre encantadoramente. Los rumores sobre que era apuesto eran totalmente verdad, con certeza podría ser uno de los más apuestos del condado. — Y nuevamente, mis disculpas por la tardanza de la carta, algo paso con la dirección que escribí —su semblante adopto una emoción parecida a la vergüenza— Si le soy honesto, no soy considerado un escritor talentoso.
—Descuide, señor Wellington. Estamos agradecidos de haber sido invitados —respondió el cabeza de familia. Sintiendo la mirada expectante de la señora Bennet, se colocó en medio del joven y de las damas, para hacer las presentaciones adecuadamente. — Le presento a mi familia, señor Wellington. Esta la señora Bennet, mi esposa —como todo un caballero, el beso su mano con respeto.
A continuación, paso a presentar a las jóvenes de la casa, comenzando por la mayor en edad. Todas estaban cómodas con la presentación y la nueva relación, pues el señor Wellington parecía ser un hombre jovial, risueño, honesto y con buenas emociones dentro de sí. No parecía poseer malicia alguna y eso capturó el ojo de una de las Bennet, aunque trató de disimularlo lo más posible. No quería ser víctima de su madre por esta noche.
Katherine, por siempre observadora, notó como en el intercambio de presentaciones con su hermana mayor y el señor Wellington fue más pausada y con un aura ligeramente diferente que el de las demás. Sus ojos marrones brillaron más —si es que eso podía ser factible— y sus sonrisas se ensancharon al mismo tiempo. Algo paso allí. Y por la sonrisa ladina de Elizabeth, noto que su hermana también lo había notado.
La noche avanzó grandiosamente. Una vez que los músicos habían comido algo, volvieron a su labor y nadie se imaginó la alegría y satisfacción de la señora Bennet al observar como el mismísimo señor Wellington invitaba a una de sus hijas preferidas a bailar la pieza con él. Aplaudió y lanzó risas al aire, sentada junto al señor Bennet, observando el intercambio de miradas entre su hija y el caballero.
Katherine y Elena se encontraban junto con Alexander y unos colegas de él, que pertenecían a la milicia. Elena era una joven sociable y se daba más que bien conversando con los caballeros, mientras Katherine se reía y lanzaba comentarios burlones y sarcásticos de vez en cuando. Al pensar en que el señor Wellington había invitado al baile a Alexander, cuya posición para algunos señores con la misma posición que él no era digna, le hizo sentir una sensación muy satisfactoria. El caballero además, parecía ser humilde. Por una vez los rumores se asemejaban a la verdad.
Bailó con uno de los amigos de Alexander, el señor Judd, el cual resulto ser una buena compañía pero Katherine lo descartó cuando le dio un pisón y se equivocó de lugar en un giro. ¿Qué más daba? La chica quería ir al baile para danzar junto con alguien que siguiera sus pasos, alguien que la inspirara a bailar toda la noche junto a él. Asimismo como el señor Wellington había invitado a su hermana a bailar tres veces. Una en el principio, después bailo junto con Elizabeth, luego con una señorita que parecía ser su hermana y los dos bailes siguientes, volvió a Mary.
✯✯✯✯
Los violines comenzaron a sonar de una manera que me le recordaron a la señorita Katherine una de sus más preciadas instrucciones de danza. Ella no había aprendido a bailar con lo mejor de lo mejor, no había sido nadie más que su tía, la cual se tomó el tiempo de enseñarle todos sus conocimientos acerca del ballet clásico desde muy temprana edad. El waltz era un increíble género de música, la melodía hizo que una sonrisa curvara sus labios y se olvidara de lo que estaba haciendo antes de que sonaran.
En la esquina en donde se encontraba, comenzó a moverse inconscientemente de lado a lado, dando pequeños pasos en su lugar. No pensó en lo extraña que les parecería a las demás personas, en especial a los caballeros, al bailar sola de aquella manera. Para Katherine no existía nada más en aquel momento. Movió sus brazos con el ritmo, por igual, hacia arriba y de lado a lado. Apoyo todo su peso corporal en la punta de sus pies y tomo impulso para dar un giro de 360 grados.
Que gran sorpresa fue encontrarse con unos brazos que la sujetaron, firme pero con suavidad, justo antes de acabar el giro. Las manos del hombre rozan todo el camino desde sus codos hasta las manos de la joven, para así guiarla y terminar el giro pulcramente. Cuando estuvieron ambos de frente, automáticamente Katherine subió su mano al hombro del caballero y este poso la suya en la pequeña cintura de ella.
De inmediato, Katherine subió el rostro y al hacerlo, se encontró la mirada más única en la que había alguna vez posado sus ojos. Verde oscuro, grandes, parecía contemplarla profundamente.
—¿Me permite esta pieza de baile? —cuestiono con una voz profunda y quizá cortante o rígida, pero aun así con amabilidad, dando la sensación de que no acostumbraba a hablar muy a menudo.
La joven, aun atrapada en los ojos de aquel hombre, solo pudo atinar a asentir con la cabeza. Y así comenzaron a moverse al ritmo del delicioso waltz, con una gracia y elegancia que atrajo la mirada de muchas damas y unos cuantos caballeros. ¿Quién era aquel caballero, que casi no se veían en bailes de sociedad? ¿Qué no era esa la escandalosa Katherine Bennet? En definitiva, conocían como darle vida a un baile de salón.
Y efectivamente, la señora Bennet se iría a la cama esta noche con una enorme sonrisa.
✯✯✯✯
—¡Bailaste con él! —susurró con emoción contenida la señorita Sarah, cuando pudo apartar a Katherine de su hermana, llevándosela a una esquina desierta.
—¿Eh?
—¡Y decías que era aburrido, por Dios! —se unió otra voz, lo más probable Coraline. Katherine no podía distinguir bien las cosas, pues se encontraban en un lugar sin luz.
—¿Me pueden explicar por qué estamos en este lugar? —inquirió la joven Bennet, frunciendo el ceño con confusión.
—Acabas de tener, probablemente, el segundo baile más hermoso y romántico de la noche, Kathie. —comento Sarah, ignorando el disgusto y confusión de su amiga— ¡Bailaste con el señor Collins!
Allí fue cuando la joven recordó los orbes verdes y con un aura de misterio alrededor de ellos. Su ceño fruncido se profundizo. ¿Qué señor Collins? Ella conocía a todos los Collins de Longbourn, pues por algo había sido una gran amiga de la señorita Lenora desde hace muchos años. ¿Había bailado con…? Y entonces recordó aquella tarde en la que fue presentada ante toda la familia Collins, mientras tomaban el té y conversaban del último casamiento ocurrido en el condado. Aquel hombre silencioso, que apenas le dio un asentimiento de cabeza y que a diferencia del resto de sus hermanos, se retiró del salón tan pronto tuvo la oportunidad.
¿Aquel había sido el señor Lucius? ¿El mismo que ella había acusado de monótono y mal bailarín? Si le hubieran pedido a Katherine que hablara sobre un tema de gran grado, como la situación de Francia e Inglaterra, la joven no hubiese respondido algo más que un “eh” distraído a causa de sus pensamientos en aquel momento.
Solo bastaron un par de chistes y chismoteo para que la distracción se alejara de la cabeza de la más pequeña de las Bennet. Quince minutos después ya era su normal persona, y se encontraba de aquí para allá riendo y conversando junto con Elena, coqueteando descaradamente con cualquiera que le dedicase una mirada apreciativa y se viera como alguien de grandes riquezas. Claro, luego de haber sido presentadas por Alexander o cuando alguno de ellos se acercaba con toda la confianza y certeza del mundo. El baile en Netherfields tenía la apariencia de volverse uno de los mejores de la temporada, pues no se veía ni un rostro disgustado o aburrido. La música, la comida, las conversaciones —absolutamente todo era digno de ser disfrutado.
hange.
Re: Pride & Prejudice
Depper.
Me encantó, y hablas tan bien a esa era(? Es tan Shakespeare. xD
Me imaginó la sorpresa que se debió haber llevado Katherine al darse cuenta con quién había bailado.
Me gustó muuucho, también quede con más ganas de saber más. Me encanta el personaje de ella, es tan vivo y tan kljfdsd no sé.
Espero el próximo.
Me encantó, y hablas tan bien a esa era(? Es tan Shakespeare. xD
Me imaginó la sorpresa que se debió haber llevado Katherine al darse cuenta con quién había bailado.
Me gustó muuucho, también quede con más ganas de saber más. Me encanta el personaje de ella, es tan vivo y tan kljfdsd no sé.
Espero el próximo.
deutch.
Re: Pride & Prejudice
Me encantó el capítulo, Depper
Esa Katherine esta siguiendo los pasos de la señora Bennet, noooo, y sólo hace enojar a todas. Idk, me encanta su actitud tan despreocupada y juguetona a la vez.
Dios, bailo con Lucius y no sabía que era él :ali:Eso fue lo que más me gusto, me encanto y me enamoro. Ah, el amor
Quiero leer el siguiente, me dejadte intrigada ;-; Esperare pacientemente.
Sigo yo, estaré escribiendo
besos.
Esa Katherine esta siguiendo los pasos de la señora Bennet, noooo, y sólo hace enojar a todas. Idk, me encanta su actitud tan despreocupada y juguetona a la vez.
Dios, bailo con Lucius y no sabía que era él :ali:Eso fue lo que más me gusto, me encanto y me enamoro. Ah, el amor
Quiero leer el siguiente, me dejadte intrigada ;-; Esperare pacientemente.
Sigo yo, estaré escribiendo
besos.
trunks
Re: Pride & Prejudice
ay, chicas.
leí los capis de milu, tessa y mily. siento no poder darles un comentario apropiado a cada una, pero debo resumir todo en que me han fascinado. me encanta, el vocabulario, la esencia, y la música en el cap de mily. me encantó. sus personajes son únicos, quiero ver que haré yo con el mío, tengo nervios. no sé. me encanto. espero a la siguiente.
leí los capis de milu, tessa y mily. siento no poder darles un comentario apropiado a cada una, pero debo resumir todo en que me han fascinado. me encanta, el vocabulario, la esencia, y la música en el cap de mily. me encantó. sus personajes son únicos, quiero ver que haré yo con el mío, tengo nervios. no sé. me encanto. espero a la siguiente.
khaleesi.
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Re: Pride & Prejudice
EMSSS tu capítulo, me recordó muchísimo al libro narras perfecto y en definitiva Katherine es uno de mis personajes favoritos en este momento, se me a figura una muchacha que es relajada con el tema de conseguir marido xdd aunque sus exigencias son...peculiares jajaja xdd
Son de esos capítulos donde te dices, un solo párrafo y terminas leyéndolo completo xd me quede prendada leyendo la impaciencia de Kathie para que llegara la carta y eso.
Y Dedrick ese picaro ya le echo el ojo a alguien de las Bennet. Era demasiado tentador para cualquiera xdd
No se porque pero las canciones me hicieron sentir como en aquella época, como si estuviera verdaderamente en el baile y eso también me fascino, otro toque para mantenerte leyendo e imaginando.
Como ella bailaba sola y de pronto BAM esta el misterios señor Collins bailando con ella, apuesto a que sus amigas se les cayo la boca al piso al verla bailar con semejante chico, a mi no me mienten e.é
Y que agregar, me encanto y estuvo increíble Ems
Espero a la siguiente con ansias
Besotes<33
Son de esos capítulos donde te dices, un solo párrafo y terminas leyéndolo completo xd me quede prendada leyendo la impaciencia de Kathie para que llegara la carta y eso.
Y Dedrick ese picaro ya le echo el ojo a alguien de las Bennet. Era demasiado tentador para cualquiera xdd
No se porque pero las canciones me hicieron sentir como en aquella época, como si estuviera verdaderamente en el baile y eso también me fascino, otro toque para mantenerte leyendo e imaginando.
Como ella bailaba sola y de pronto BAM esta el misterios señor Collins bailando con ella, apuesto a que sus amigas se les cayo la boca al piso al verla bailar con semejante chico, a mi no me mienten e.é
Y que agregar, me encanto y estuvo increíble Ems
Espero a la siguiente con ansias
Besotes<33
Kurisu
Re: Pride & Prejudice
Capítulo 005
Madeleine Turner & Oscar Venn.
Con una sola mirada al cielo bastaba para darse cuenta de que se hacía tarde.
Madeleine seguía caminando por el jardín concentrada y con cuidado de no hacer algo que pudiese estropear su vestido, llevaba sus manos entrelazadas debajo del mentón, y procuraba no caminar tan apresuradamente.
Las horas habían pasado desde que la carta de Netherfield había llegado a los Bennet y Lizzie aún no llegaba; algo que traía completamente apurada a la señora Bennet.
Faltaba muy poco para el tan esperado baile cuando la joven decidió volver a la finca para evitar un regaño por parte de su tía, aunque sabía muy bien que se llevaría por lo menos un sermón innecesario.
Cruzó el camino que anteriormente recorrió y se sorprendió cuando encontró al señor Bennet en la entrada del jardín mirando más allá de Madeleine.
La rubia retiro las manos de su mentón y las entrelazo detrás de ella. Le dedico una pequeña sonrisa a su tío y se colocó a su lado.
—Es tarde Madeleine. —mencionó mirando a la joven fijamente.
—Discúlpeme señor Bennet, no me había percatado de qué se hacía tarde. —Se disculpó desviando la mirada.
—Tu tía está enfadada por la ausencia de Lizzie, es mejor estar afuera que adentró. —dijo con una sonrisa el señor Bennet.
—Siempre es mejor salir que entrar. —afirmó la rubia— Pero en muchas ocasiones es necesario entrar, y esta es una ocasión especial. —Su tío le miró con curiosidad y asintió.
Madeleine entro a la casa y subió las escaleras, con cada escalón que subía podía escuchar más claramente la voz de la señora Bennet.
Caminó hasta su habitación y cerró la puerta detrás de ella para evitar a toda costa los reclamos por parte de su tía.
Su rubio y rizado cabello terminó de peinar escasos segundos antes de que los chillidos de la señora Bennet se acercaran.
La joven inmediatamente se colocó frente a la ventana de su pequeña habitación y miró el bosque que se encontraba más allá de la finca, esperando ver a alguien afuera, y se desilusionó al comprobar que nadie pasaba por ahí.
De un portazo la puerta se abrió, haciendo que la rubia se sobresaltara, y rebeló a su tía ya arreglada pero con una notable cara de preocupación.
—¡Oh, Madeleine! ¡Pensaba que te habías fugado! —exclamó la señora Bennet y caminó por toda la habitación.
—No tenía intención alguna de hacerlo, tía. —La joven miraba con cuidado como su tía asentía aliviada—. ¿No se hace tarde? —preguntó.
—En efecto, es muy tarde y Lizzie aún no vuelve. ¡Esa niña estará en problemas si no llega antes de que nos marchemos! —Madeleine se llevó una de sus delgadas manos a la boca para evitar sonreír.
La mujer parloteaba sobre la decepcionante huida de Elizabeth mientras la rubia fingía escuchar a su tía con interés. Siempre que algo le preocupaba a la señora Bennet solía ir a quejarse con una de las muchas señoritas que había en la casa, y en esa ocasión la desafortunada fue Madeleine.
En la primera planta se escucho la voz del señor Bennet junto con alguien más.
—¡Alguien llegó! —exclamó la mujer y desapareció por el umbral de la puerta.
La ojiazul soltó un suspiro de alivio y cerró sus ojos con pesadez.
Desde qué sus padres murieron ella se vio obligada a vivir con sus únicos parientes vivos: los Bennet. Ellos la recibieron con los brazos abiertos a pesar de su situación económica y el montón de hijas que tenían.
Eran una buena familia y con el paso del tiempo Madeleine les cogió afecto a cada uno de ellos, incluida la señora Bennet, aunque la mayor parte del tiempo la mujer sólo parecía importarle el matrimonio y los hombres ricos.
Todo Longbourn parecía estar esperando el baile con anhelo, pues desde la mañana nadie había salido a pasear, y todo resultaba estar tranquilo; algo que era muy poco común teniendo a sólo una milla Meryton.
Madeleine abrió los ojos cuando escucho la risa de su tía y unos pasos que se acercaban de nuevo. La joven se puso en pie cuando la señora Bennet apareció de nuevo en la puerta; aunque su cara de preocupación había sido reemplazada por una sonrisa ilusionada.
—Te vez hermosa con ese vestido Mad, te dije que no había necesidad de que usaras algo más. —exclamó aún sonriendo— Debemos comprarte más vestidos así.
—Gracias tia, aunque pienso que no es necesario invertir en más vestidos de estos pata mi. —opinó con una pequeña sonrisa la joven.
Le aterraba la sonrisa de su tía, esa que sólo mostraba cuando algo de su agrado ocurriera.
—Tonterías, todas necesitan más vestidos para ocasiones como estas. —Miró con un impaciencia a su sobrina—. ¡El baile!
—Si, creo que se hace tarde, el tiempo puede ser el enemigo. —mencionó Mad.
—O tu amigo. —Sonrió la señora Bennet de nueva cuenta haciendo que Madeleine se sintiera incomoda.
—¿A qué viene eso querida tia? —preguntó la rubia.
—A nada cariño, a nada. Sólo estoy muy contenta por ir a Netherfield y conocer a su nuevo dueño —exclamó—, que de seguro es demasiado apuesto. El marido ideal para cualquiera de ustedes.
—Y para todas las demás doncellas de Longbourn y Meryton tía. —añadió con gracia la muchacha.
—Lástima que no todas tienen la suerte de ser bonitas como ustedes. —Aplaudió la mujer contenta.
La señora Bennet se puso en pie y desapareció, una vez más, dejando a Madeleine más confundida que antes.
•❈•❈•❈•
Netherfield se encontraba a más de una milla de Longbourn.En todo el camino Madeleine permaneció callada y mirando el paisaje que recorrían, añadiendo uno que otro comentario en la charla que la señora Bennet se dispuso a impartir para todas.
La joven aún seguía confundida por la actitud que mostró su tía anteriormente.
El tiempo parecía el enemigo la mayor parte del día para la señora Bennet y no era normal que cambiara de opinión tan drásticamente. Algo pasaba y la mujer no quería hablar de ello, supuso la prima de las Bennet.
—No sean descorteses con los señores. —dijo la tía de la rubia después de estar menos de un minuto en silencio— Sean encantadoras y sonrían a todos. Una mujer sonriente es mucho mejor que una totalmente sería.
—¿Y si ellos no sonríen? —preguntó Elizabeth mirando a su madre.
—Sería descortés por parte de ellos. Los señores de la alta sociedad no son descorteses, Lizzie, es todo lo contrario —Sonrió la mujer a todas las muchachas.
El silencio se apoderó de nuevo cuando llegaron a Netherfield.
La señora Bennet se alivió al comprobar que no habían llegado tarde cuando entraron a la hermosa residencia y no se veían por ahí los vecinos.
Aunque era temprano la música ya estaba presente en el gran salón y la mayoría de los invitados presentes se encontraban bailando en debajo de unos enormes candelabros de cristal que colgaban del techo.
Madeleine miraba a todos lados con la esperanza de encontrar a alguien que le resultará familiar; necesitaba hablar con alguien que no fuera ninguno de sus tíos o sus primas.
La señora Bennet no paraba de parlotear sobre lo hermoso que era Netherfield y la gran calidad de las cosas que adornaban cada rincón del salón. El señor Bennet por su parte se dedicaba a tranquilizar a sus hijas para que no hiciesen algún espectáculo que se pudiera agregar al tema de conversación de todos los vecinos por los próximos meses; como solía pasar cada que asistían a algún evento importante.
En pocos minutos el salón se llenó con todos los invitados y el número de parejas bailando había incrementado mucho.
—¡Es maravilloso señor Bennet! —exclamó la tía de la rubia cuando ella se acerco.
—No hay que apresurar las cosas aún querida. —mencionó el hombre.
—¡Tendremos pronto a nuestra Mary comprometida con el señor Wellington! —dijo alzando la voz para que los demás pudiesen escucharla—. ¿No vio como bailo con ella en dos ocasiones? ¡Dos veces! ¡Y una con Lizzie!
El señor Bennet asintió dejando que su mujer siguiera disfrutando de su felicidad.
Después de haber bailado por lo menos tres veces seguidas con diferentes caballeros Madeleine se sentía aturdida y un poco acalorada.
Se alejó un poco de la multitud y comenzó a abanicarse con su propia mano.
Desde su paradero podía ver a la perfección como Mary estaba teniendo una conversación, al parecer agradable, con el señor Wellington. Y la joven se sintió aliviada y contenta por su prima; una menos para conseguirle marido, pensó ella.
Si bien Madeleine era una joven encantadora que conocía a gran parte de las personas que vivían en Longbourn y Meryton, por lo que le encantaba hacer el rol de cómplice con sus amistades para presentar personas entre sí.
Y a pesar de que conocía a un sinfín de caballeros nunca se consideró atraída por alguno de ellos.
Después de que los músicos dejaron de tocar Angeline se acercó al piano y comenzó a tocar; algo que a Madeleine le gustaba mucho.
Muchas veces se sentía completamente celosa del don que su prima tenía.
La rubia no poseía ningún don tan especial como el que muchas de sus primas tenían, aunque muchas le juzgaban de ser una gran casamentera, y le causaba satisfacción él disfrutar de lo que sus primas hacían.
El tiempo pasó y la música no tardo en aparecer una vez más, al igual que las parejas, cuando Angeline se retiró del piano después de haber deleitado a todos con sus lindas melodías.
—¿Me permite este baile señorita Turner? —preguntó una voz algo peculiar detrás de la chica.
Madeleine se sobresaltó un poco y volteó a mirar por detrás de ella.
—Claro que si señor Levi. —contestó.
La rubia dedicó una sonrisa a su amigo que la miraba de igual manera.
El señor Oscar Levi le tendió una mano a Madeleine y ella gustosa la tomó para después adentrarse entre las personas para poder bailar.
- Hola.:
- Bueno, les pido disculpas por la tardanza, yo siento que me tarde en subir ;-; idk.
Trate de hacerlo lo menos aburrido posible y ni tan corto pero tampoco tan largo, y esto fue lo que hice, aunque se que no se compara con todos sus hermosos capítulos chicas. Ustedes son geniales
Y sin más que decir, les mandó saludos a todas y espero el siguiente.
Sigue: Stark.
trunks
Re: Pride & Prejudice
JACEEEEE. Me encantó tu capitulo, demasiado perfecto.. Quisiera saber más, es como.. kasdajlkflkdfj. No puedo poner caritas porque algo le paso.. y no puedo D:
El punto, me gusta demasiado como escribes, y el cap estuvo ^^..
Bueno, espero el próximo..
El punto, me gusta demasiado como escribes, y el cap estuvo ^^..
Bueno, espero el próximo..
deutch.
Re: Pride & Prejudice
lo siento estuve hundida
Pero ame el capitulo, mujer siempre me dejan con ganas de que sean mas largos Me gusta mucho como escribes, Jace; es lindo <3 Y me encantaron las implicaciones de la Sra. Bennet a cada rato, esa mujer es demasiado picara para su edad (? Y Madeleine esta en negacion porque si le atrae alguien y yo se quien s lo saben todos
Pero ame el capitulo, mujer siempre me dejan con ganas de que sean mas largos Me gusta mucho como escribes, Jace; es lindo <3 Y me encantaron las implicaciones de la Sra. Bennet a cada rato, esa mujer es demasiado picara para su edad (? Y Madeleine esta en negacion porque si le atrae alguien y yo se quien s lo saben todos
hange.
Re: Pride & Prejudice
Gracias por sus comentarios chicas ;-;
Según yo sigue stark, Where are you?
Según yo sigue stark, Where are you?
trunks
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