Pride & Prejudice

Capítulo 001

Elizabeth Jane & William Thomas

16 de noviembre de 1799

Querida familia Bennet:

Este año tenemos el gusto de celebrar el baile público el día sábado dieciséis a las nueve de la noche. Esperamos que puedan...

Elizabeth había dejado de leer, pues su viejo padre la observaba de la entrada de la casa con ojos inexpresivos. La pelirroja se obligó a levantarse del tronco del árbol y, con un suspiro, avanzó a grandes zancadas hacia su padre.
—Te he dicho muchas veces que no debes quitarles las cartas a los criados. —La voz de su padre en ese tono tan serio le recordaba todas esas veces que había regañado a su hermana menor, Katherine, por las innumerables situaciones que había causado en un pasado.
—Al parecer llego muy tarde la carta o al menos que se hayan pensado bien en invitarnos.
—No haré especulaciones innecesarias, Lizzie.
—¿Iremos a esa baile? —Había hablado después de unos minutos de silencio.
—Debemos ir, todo el pueblo va... —Una pausa, un suspiro y una leve mueca— Además, tu madre no quiere faltar, pues me ha dicho que debo ir a hablar con aquellos riquillos que han rentado la finca Netherfield. Tu sabes la emoción que le causa a tu madre el tema del matrimonio con gente de esa clase.
—Sí, qué mal que lo más cerca de comprometerme ha sido con un pastelito. —Una sonrisa apareció en el rostro de la chica al recordar aquel día en que su madre le dio la plática de la importancia del matrimonio a esa edad.—Bien, suerte con los riquillos, papá.
Entró a la casa y, como de costumbre, el hermoso sonido del piano le inundó los oídos, con esa suave melodía de Händel. Guiada por ella, la joven siguió su camino hasta su habitación, sin antes tomar un pan de la mesa.
—¡Lizzie, aquí estas! —Le había gritado su madre, algo un poco común en ella. La tomó del brazo y la jaló hasta ese enorme espejo junto a su cama. —El baile público es en cuatro horas, ¿piensas irte así?
—Si esa es la única forma de no asistir, entonces sí.—Realmente no quería asistir a ese baile, era una forma irracional de conocer gente, y más cuando se trataba de ser presentada ante hombres ricos de la alta sociedad.
—¡No digas tonterías, niña!¿Y si conoces a tu futuro esposo? —Sus ojos se había iluminado de emoción al hablar de ese tema; era su sueño.
—No, mamá. Sólo el amor más profundo me persuadirá de contraer matrimonio, mientras tanto ten en mente que no me casaré por dinero. —Los ojos miel de la joven mostraba una seguridad interna demasiado fuerte que había causado una gran molestia en su madre.
—Pues acabaras soltera y vieja en la calle, niña. Te parecerás a esa vieja señora Nollet ¿De qué vivirás si no hay un hombre a tu lado?—Estaba enojada, lo notaba, su expresión era dura y fría. Además, el tema de conversación había cambiado otra vez, como siempre ocurría.
—Pues entonces no entiendo, ¿Por qué una mujer no puede ser independiente y valerse por sí misma?¿Por qué han de juzgar y rechazar a aquellas mujeres con un mente abierta? Sinceramente, no comprendo, madre. Y si es necesario ser una vieja soltera para defender mis principios, lamento decepcionarte, madre, pero entonces será así. —La joven se alejó de su madre, tomando de su escritorio su libro: La nueva Atlántida, y con paso firme salió de la habitación.
—El amor es deseable, pero el dinero es indispensable... —Le gritó su madre antes de que saliera completamente de la habitación y, con ello, dejarla de escuchar.El piano había dejado de sonar, Angeline de aseguro estaba componiendo una nueva sonata, por ello, el ruido de los cerdos había sido el remplazo de la suave música.  
Elizabeth entró al establo y tomó la yegua negra, saliendo a cabalgar un rato por las grandes praderas de Longbourn.
No quería discutir con su madre, la quería y todo eso, pero odiaba que le repitiera lo mismo una y otra vez.  Su madre había tenido suerte, había encontrado el amor y el dinero en su padre. Pero desafortunadamente, no todas las jóvenes tenía la misma suerte, ahí estaba la señora Nollet, una vieja soltera de cincuenta y ocho. Todo el pueblo conocía su historia: antes de contraer matrimonio, su prometido había muerto, y a pesar de eso, ella había viajado por toda Europa. Tal vez fue juzgada pero vivió feliz, eso era lo importante.
Después de unas horas de estar paseando por el bosque y nadar en el lago, la chica de ojos miel volvió a montarse a caballo y regresó a casa a las ocho en punto, lista para recibir su regaño por llegar tan tarde.
—¡Elizabeth Jane Bennet!¿Qué son estas horas de llegar?¡El baile ya va a comenzar, vayaa arreglarse! —Le grito su madre apuntando hacia su habitación, donde en la cama estaba el vestido azul con blanco. No perdió ni un minuto y empezó a vestirse.
Sabía que se iba a arrepentir de ir; lo sabía y lo sentía.

Spoiler:

Solo te puedo decir que el capitulo fue muy asdfghjklñ idk si me explico, pero casi pude imaginar la escena del libro con Lizzie, (quien es mi personaje favorito), fue muy parecida.