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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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MI ANGEL GUARDIAN || NC
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Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
nosotras seguimos con los capitulos guapa asi como un libro el prologo es general es el inicio de la historia -en este caso- nosotras la continuaremos con nuestras respectivas historias a partir de esto
sumner.
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
Okay! uff ya quiero que me llegue, espero que pronto.. Bueno gracias por decirnos
Suicida
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
Que pena que soy la ultima
Pero acepto que todas las que están acá son fantasticas, y seguramente responsables con las novelas
Y tambien acepto de que quiero leer ¡AHORA!
Pero acepto que todas las que están acá son fantasticas, y seguramente responsables con las novelas
Y tambien acepto de que quiero leer ¡AHORA!
Suicida
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
CAPÍTULO 01
❝Nothing's changed, no one can take your place... It gets harder everyday.❞
Ojos cerrados, dolor.
Ojos abiertos, más dolor.
Aquello era en lo que últimamente se había transformado la rutina de Charlotte Aubrey Dawson. Las noches en vela, las lágrimas sobre la almohada y las constantes depresiones habían pasado a ser parte de su día a día. Quería escapar pero, no tenía ni idea de adónde iría. Había insistido a su madre tantas veces para que se volviesen a mudar como siempre habían hecho, pero ésta, terca como una mula, negaba con la cabeza para luego alegar que Londres iba a ser su hogar de ahora en adelante, que parecía ser el indicado. Por suerte, aquel pensamiento únicamente era propiedad de su madre, porque su padre esperaba con ansias que le saliese trabajo en cualquier lugar para así poder decirle adiós a todos los horribles londinenses.
Charlie siempre había estado enamorada de todo lo británico, las calles, los museos, las esculturas, el ambiente, e incluso aprendió a amar el idioma inglés, a pesar de que sus padres prácticamente la forzaron para que lo aprendiese. Pero nada más ingresar en una de las más prestigiosas escuelas de la ciudad, su sueño de llegar a ser alguien en un futuro cayó directamente al suelo destrozado en mil pedazos. Ahí fue cuando se dio cuenta de que, al contrario de lo que creía, sus compañeros no eran tan permisivos con los extranjeros, mucho menos si esos mismos les usurpaban el lugar de “favorito del profesor” o se pasaban horas y horas dentro de una solitaria biblioteca con la pésima y única compañía de los libros viejos y estropeados.
Con el ánimo por los suelos, la pelirroja decidió levantarse de la cama, quedaba poco más de media hora para que la secundaria abrisese sus puertas y ella no se había ni duchado. Y era más que obvio que no podía ir sin estar limpia a la escuela, no quería ganarse otro desprecio más por no oler a rosas. Además de que había desarrollado una extraña manía –quizá heredada de su madre– en la que todas las cosas que la envolvían debían estar perfectas, tan perfectas como la chica debía ser.
Dicho y hecho, se metió bajo la ducha y dejó que las gotas de agua resbalasen por su cuerpo hasta llegar precipitadamente al suelo, justo igual que sus lágrimas. No estuvo allí mucho tiempo tampoco, a los pocos minutos salió y se enfundó en el uniforme de la secundaria, una camisa de botones blanca por debajo de un suéter beige sin mangas, una falda a cuadros rojos y marrones que aunque a muchas les llegaba por debajo del trasero, ella sería mucho más conservadora y la bajaba hasta que quedase arriba de sus magulladas rodillas. Deslizó los calcetines negros hasta cubrir toda su pantorrilla y luego se colocó sus botas del mismo color, junto con un largo suspiró de pesadez.
Ni siquiera se molestó en desayunar, no lo hacía y tampoco necesitaba engordar ya que, como no dejaban de recordarle sus compañeros, estaba muy gorda y necesitaba urgentemente adelgazar. Tan solo cogió las monedas exactas para pagarse el autobús y salió de casa disparada domo una bala, deteniéndose en la parada. Inhaló y exhaló aliviada cuando se dio cuenta de que había llegado bastante justa para coger el autobús. Entro y le pago al conductor, buscando algún lugar para sentarse ya que la gran mayoría estaban ocupados. Después de unos segundos vagando por el interminable pasillo del autobús, se pudo sentar al lado de un chico castaño lleno de tatuajes, con un piercing en el labio inferior y unos ojos azules que quitaban la respiración. No conocía ni su nombre y ya sentía mis piernas temblar. Quizá si no hubiese estado con unos enormes auriculares en las orejas le habría hablado, quizá. Nada más sentarse, sus dedos comenzaron a tamborilear encima del libro que estaba apoyado en su regazo.
—Oye, pelirroja, deja de hacer eso —Cuando escuchó aquella voz ronca, se giró, encontrándose con el chico-quita-respiraciones—. Lo digo en serio, me estás poniendo de los nervios.
—¿Eh? —Repitió confusa, él tan solo miró sus dedos— ¡Ah! Entiendo, pero... ¿Qué más te da si tú estás escuchando música? —Frunció el ceño, señalando sus auriculares.
—¿Te refieres a esta música? —Quitó uno de los cascos de su oreja y lo coloco en la de ella, pero no se escuchaba nada. Al ver su cara de confusión, sonrió enseñándole su preciosa hilera de dientes blancos y perfectos— Exacto. No suena nada.
—¿Entonces para que los llevas puestos?
—Te creía un poco mas lista, pelirroja —Ofendida, la chica volvió a fruncir el ceño—. Está bien, está bien, no me mires así —El chico sonrió—. Los tengo puesto para que la gente no me moleste, piense que estoy escuchando música y me deje en paz. ¿Lo entiendes ahora? —Asintió levemente.
—Eso no es un poco... ¿Misantrópico? —Aquella vez fue el chico quien frunció el ceño confundido— Eh... La misantropía es odiar a todo el mundo. Sí.
—Ah, bueno, entonces creo que has acertado —Se encogió de hombros y volvió a mirar por la ventanilla, dando fin a su conversación.
Charlie se mordió el labio inferior y miro también por la ventanilla, dándose cuenta de que quedaban pocas paradas para llegar a la escuela. Se levantó y caminó hacia la puerta, o al menos eso pretendía, pues en seguida notó como una mano atrapaba con fuerza su muñeca. Se volteó y frunció el ceño al encontrarse con el muchacho de antes.
—¿Puedo saber tu nombre? —Preguntó con la típica sonrisa de capitán de fútbol de la secundaria que intenta ligar con las animadoras.
—Soy Charlie —Sonrió la pelirroja—. ¿Y el tuyo?
—Te lo diré la próxima vez que nos veamos, Charlie la pelirroja —Y la soltó mientras le dedicaba un seductor guiño de ojo.
Confundida y frustrada, Charlotte bajó del autobús, apretó el agarre de su mochila y se dirigió hacia su primera clase, donde le esperaba el escuálido Sr. Brown, posiblemente el peor profesor de toda la escuela, con sus gafas de culo de vaso y su pelo cayéndose a mechones, contaba las historias de su ex-mujer, quien le dominaba completamente y le obligaba a hacer exactamente todo lo que ella mandaba, también le obligaba a pagar la pensión de sus hijos cuando le daba la gana y la cantidad que ella deseaba. Era un buen hombre, pero pésimo maestro.
Caminó por los pasillos acelerada, pero al estar mirando sus libros, cuando se quiso dar cuenta ya era tarde por lo que se estrelló con una chica rubia, que rápidamente la hizo caer de culo al suelo, desparramando todos los libros por el suelo y con la aguda risa de la animadora clavada en su cabeza.
—¿Cómo te atreves a chocarte conmigo? Sé que estás gorda y no cabes por los pasillos, pero... ¿Por qué no dejas de comer? Así se solucionarán tus problemas —Sonrió con elegancia, arreglándose su dorado pelo—. Será mejor que te vayas ahora si no quieres que se lo diga a mi novio, una palabra y estás muerta.
—Pero... Ahora tengo clase y... —Intentó excusarse, antes de que ella le interrumpiera.
—¡Vete de aquí, monstruo!
Y como si aquello hubiese sido su detonante, se levantó temblorosa y corrió hacia el único lugar donde estaría a salvo: La biblioteca. Ni siquiera se molestó en recoger sus libros. Estar rodeada de libros era como una droga para ella, le hacía aislarse de toso el mundo, alejarse de los desprecios y de las insistencias diarias de su madre para ser perfecta. En aquel momento, quería olvidarse de todo.
Le daba exactamente igual perderse la clase de Matemáticas, no le importaba lo que pudiesen decir de ella. Simplemente entró en la habitación y mentalmente agradeció a Dios porque no hubiese absolutamente nadie, ni siquiera estaba la bibliotecaria, por lo que podía llorar todo lo que quisiese sin que le interrumpiesen. Cogió un libro y lo abrió por cualquier pagina, no le importaba, sabía que aquella hoja terminaría siendo bañada por sus lágrimas.
—No deberías estar llorando así, no en un lugar como este —Una voz masculina le despertó de su estado de trance. Alzo su cabeza y se encontró con un muchacho rubio, ojos azules y muy, muy alto, rodó los ojos, esperando a que fuese el típico popular.
Pero, lo que más le sorprendió, es que depositó una gran montaña de libros en la mesa. A la muchacha no le costo nada reconocer que aquellos mismos cuadernos eran los mismos que se cayeron al suelo cuando se tropezó con la chica rubia.
—¿Y qué más te da? Al fin y al cabo es la gente como tú quien me hace estar así —Murmuró ella, sabía que juntarse con gente de alta clase social en la escuela era peligroso, sobretodo para las personas que no valían nada, como la pelirroja.
—¿Gente como yo? —Rió roncamente— No tienes ni idea de como soy yo, preciosa.
—Oh, ya está, el señor-soy-tan-popular se ha ofendido, ¿Verdad? Os tocan vuestro punto débil y ya os creéis mejores que los demás —Quizá se estaba pasando bastante, pero ella también estaba enfadada.
—Lo digo muy en serio, nena. No soy quien tú crees —Ella rodó los ojos.
—¿Y entonces quién eres? —Preguntó, mirando como se sentaba en frente de ella y apoyaba ambos de sus codos en la mesa.
—Soy tu ángel guardián.
Ojos abiertos, más dolor.
Aquello era en lo que últimamente se había transformado la rutina de Charlotte Aubrey Dawson. Las noches en vela, las lágrimas sobre la almohada y las constantes depresiones habían pasado a ser parte de su día a día. Quería escapar pero, no tenía ni idea de adónde iría. Había insistido a su madre tantas veces para que se volviesen a mudar como siempre habían hecho, pero ésta, terca como una mula, negaba con la cabeza para luego alegar que Londres iba a ser su hogar de ahora en adelante, que parecía ser el indicado. Por suerte, aquel pensamiento únicamente era propiedad de su madre, porque su padre esperaba con ansias que le saliese trabajo en cualquier lugar para así poder decirle adiós a todos los horribles londinenses.
Charlie siempre había estado enamorada de todo lo británico, las calles, los museos, las esculturas, el ambiente, e incluso aprendió a amar el idioma inglés, a pesar de que sus padres prácticamente la forzaron para que lo aprendiese. Pero nada más ingresar en una de las más prestigiosas escuelas de la ciudad, su sueño de llegar a ser alguien en un futuro cayó directamente al suelo destrozado en mil pedazos. Ahí fue cuando se dio cuenta de que, al contrario de lo que creía, sus compañeros no eran tan permisivos con los extranjeros, mucho menos si esos mismos les usurpaban el lugar de “favorito del profesor” o se pasaban horas y horas dentro de una solitaria biblioteca con la pésima y única compañía de los libros viejos y estropeados.
Con el ánimo por los suelos, la pelirroja decidió levantarse de la cama, quedaba poco más de media hora para que la secundaria abrisese sus puertas y ella no se había ni duchado. Y era más que obvio que no podía ir sin estar limpia a la escuela, no quería ganarse otro desprecio más por no oler a rosas. Además de que había desarrollado una extraña manía –quizá heredada de su madre– en la que todas las cosas que la envolvían debían estar perfectas, tan perfectas como la chica debía ser.
Dicho y hecho, se metió bajo la ducha y dejó que las gotas de agua resbalasen por su cuerpo hasta llegar precipitadamente al suelo, justo igual que sus lágrimas. No estuvo allí mucho tiempo tampoco, a los pocos minutos salió y se enfundó en el uniforme de la secundaria, una camisa de botones blanca por debajo de un suéter beige sin mangas, una falda a cuadros rojos y marrones que aunque a muchas les llegaba por debajo del trasero, ella sería mucho más conservadora y la bajaba hasta que quedase arriba de sus magulladas rodillas. Deslizó los calcetines negros hasta cubrir toda su pantorrilla y luego se colocó sus botas del mismo color, junto con un largo suspiró de pesadez.
Ni siquiera se molestó en desayunar, no lo hacía y tampoco necesitaba engordar ya que, como no dejaban de recordarle sus compañeros, estaba muy gorda y necesitaba urgentemente adelgazar. Tan solo cogió las monedas exactas para pagarse el autobús y salió de casa disparada domo una bala, deteniéndose en la parada. Inhaló y exhaló aliviada cuando se dio cuenta de que había llegado bastante justa para coger el autobús. Entro y le pago al conductor, buscando algún lugar para sentarse ya que la gran mayoría estaban ocupados. Después de unos segundos vagando por el interminable pasillo del autobús, se pudo sentar al lado de un chico castaño lleno de tatuajes, con un piercing en el labio inferior y unos ojos azules que quitaban la respiración. No conocía ni su nombre y ya sentía mis piernas temblar. Quizá si no hubiese estado con unos enormes auriculares en las orejas le habría hablado, quizá. Nada más sentarse, sus dedos comenzaron a tamborilear encima del libro que estaba apoyado en su regazo.
—Oye, pelirroja, deja de hacer eso —Cuando escuchó aquella voz ronca, se giró, encontrándose con el chico-quita-respiraciones—. Lo digo en serio, me estás poniendo de los nervios.
—¿Eh? —Repitió confusa, él tan solo miró sus dedos— ¡Ah! Entiendo, pero... ¿Qué más te da si tú estás escuchando música? —Frunció el ceño, señalando sus auriculares.
—¿Te refieres a esta música? —Quitó uno de los cascos de su oreja y lo coloco en la de ella, pero no se escuchaba nada. Al ver su cara de confusión, sonrió enseñándole su preciosa hilera de dientes blancos y perfectos— Exacto. No suena nada.
—¿Entonces para que los llevas puestos?
—Te creía un poco mas lista, pelirroja —Ofendida, la chica volvió a fruncir el ceño—. Está bien, está bien, no me mires así —El chico sonrió—. Los tengo puesto para que la gente no me moleste, piense que estoy escuchando música y me deje en paz. ¿Lo entiendes ahora? —Asintió levemente.
—Eso no es un poco... ¿Misantrópico? —Aquella vez fue el chico quien frunció el ceño confundido— Eh... La misantropía es odiar a todo el mundo. Sí.
—Ah, bueno, entonces creo que has acertado —Se encogió de hombros y volvió a mirar por la ventanilla, dando fin a su conversación.
Charlie se mordió el labio inferior y miro también por la ventanilla, dándose cuenta de que quedaban pocas paradas para llegar a la escuela. Se levantó y caminó hacia la puerta, o al menos eso pretendía, pues en seguida notó como una mano atrapaba con fuerza su muñeca. Se volteó y frunció el ceño al encontrarse con el muchacho de antes.
—¿Puedo saber tu nombre? —Preguntó con la típica sonrisa de capitán de fútbol de la secundaria que intenta ligar con las animadoras.
—Soy Charlie —Sonrió la pelirroja—. ¿Y el tuyo?
—Te lo diré la próxima vez que nos veamos, Charlie la pelirroja —Y la soltó mientras le dedicaba un seductor guiño de ojo.
Confundida y frustrada, Charlotte bajó del autobús, apretó el agarre de su mochila y se dirigió hacia su primera clase, donde le esperaba el escuálido Sr. Brown, posiblemente el peor profesor de toda la escuela, con sus gafas de culo de vaso y su pelo cayéndose a mechones, contaba las historias de su ex-mujer, quien le dominaba completamente y le obligaba a hacer exactamente todo lo que ella mandaba, también le obligaba a pagar la pensión de sus hijos cuando le daba la gana y la cantidad que ella deseaba. Era un buen hombre, pero pésimo maestro.
Caminó por los pasillos acelerada, pero al estar mirando sus libros, cuando se quiso dar cuenta ya era tarde por lo que se estrelló con una chica rubia, que rápidamente la hizo caer de culo al suelo, desparramando todos los libros por el suelo y con la aguda risa de la animadora clavada en su cabeza.
—¿Cómo te atreves a chocarte conmigo? Sé que estás gorda y no cabes por los pasillos, pero... ¿Por qué no dejas de comer? Así se solucionarán tus problemas —Sonrió con elegancia, arreglándose su dorado pelo—. Será mejor que te vayas ahora si no quieres que se lo diga a mi novio, una palabra y estás muerta.
—Pero... Ahora tengo clase y... —Intentó excusarse, antes de que ella le interrumpiera.
—¡Vete de aquí, monstruo!
Y como si aquello hubiese sido su detonante, se levantó temblorosa y corrió hacia el único lugar donde estaría a salvo: La biblioteca. Ni siquiera se molestó en recoger sus libros. Estar rodeada de libros era como una droga para ella, le hacía aislarse de toso el mundo, alejarse de los desprecios y de las insistencias diarias de su madre para ser perfecta. En aquel momento, quería olvidarse de todo.
Le daba exactamente igual perderse la clase de Matemáticas, no le importaba lo que pudiesen decir de ella. Simplemente entró en la habitación y mentalmente agradeció a Dios porque no hubiese absolutamente nadie, ni siquiera estaba la bibliotecaria, por lo que podía llorar todo lo que quisiese sin que le interrumpiesen. Cogió un libro y lo abrió por cualquier pagina, no le importaba, sabía que aquella hoja terminaría siendo bañada por sus lágrimas.
—No deberías estar llorando así, no en un lugar como este —Una voz masculina le despertó de su estado de trance. Alzo su cabeza y se encontró con un muchacho rubio, ojos azules y muy, muy alto, rodó los ojos, esperando a que fuese el típico popular.
Pero, lo que más le sorprendió, es que depositó una gran montaña de libros en la mesa. A la muchacha no le costo nada reconocer que aquellos mismos cuadernos eran los mismos que se cayeron al suelo cuando se tropezó con la chica rubia.
—¿Y qué más te da? Al fin y al cabo es la gente como tú quien me hace estar así —Murmuró ella, sabía que juntarse con gente de alta clase social en la escuela era peligroso, sobretodo para las personas que no valían nada, como la pelirroja.
—¿Gente como yo? —Rió roncamente— No tienes ni idea de como soy yo, preciosa.
—Oh, ya está, el señor-soy-tan-popular se ha ofendido, ¿Verdad? Os tocan vuestro punto débil y ya os creéis mejores que los demás —Quizá se estaba pasando bastante, pero ella también estaba enfadada.
—Lo digo muy en serio, nena. No soy quien tú crees —Ella rodó los ojos.
—¿Y entonces quién eres? —Preguntó, mirando como se sentaba en frente de ella y apoyaba ambos de sus codos en la mesa.
—Soy tu ángel guardián.
- Spoiler:
- Y eso es todo, amigos. No sé sí me llega a las dos páginas del Word porque estoy desde la tablet, pero espero que sí. Lo siento sí no les gustó o algo, en serio, no estoy nada convencida con el capítulo, creo que he escrito mucho mejores. Estaré ausente estos días. Creo que la próxima era... ¿#LoveNeverFails?
Invitado
Invitado
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
Bella he amado tu cap! oh pobre Charlie! me dio mucha bronca la estúpida rubia esa, como escribí en el muro anteriormente, me encanta como escribes, y tu historia me resulta super interesante, yo quiero un ángel guardián así de sexy también jajaja, espero el próximo
Invitado
Invitado
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
Waaaa me encantó! Todo me encantó pero lo que más me gusto fue el final que le disté.
Dios escribes eternos en verdad que si, te quedo muy lindo y me dio mucha curiosidad saber que pasara más adelante. Espero la sigan pronto
Me encantó
Besos
Vane
Dios escribes eternos en verdad que si, te quedo muy lindo y me dio mucha curiosidad saber que pasara más adelante. Espero la sigan pronto
Me encantó
Besos
Vane
zayngirl.
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
Hola chicas! wjqwñlkjdlqwkdj amé el cap, pobre charlie! esta noche o mañana subo, pero alguien podria pasarme el link del muro? es que lo perdi, y no se si me perdí de algo importante que hayan hablado en la nove jajajaj besos
Invitado
Invitado
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
me siento tan afortunada de que les gustase el capítulo la verdad, lo volví a releer y no está tan mal
espero el siguiente capítulo con muchas ganas
espero el siguiente capítulo con muchas ganas
Invitado
Invitado
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
siii enserio estuvo genial! ademas la presión de ser primera no es fácil :Pboomer. escribió:me siento tan afortunada de que les gustase el capítulo la verdad, lo volví a releer y no está tan mal
espero el siguiente capítulo con muchas ganas
Invitado
Invitado
Re: MI ANGEL GUARDIAN || NC
Te informo que tu novela carece de la ficha reglamentaria. Pasa por las reglas y edita el primer mensaje o correrás el riesgo de que borremos tu historia sin aviso previo. Posees un plazo de 48 horas para cambiar lo requerido.
holiscrayolis
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