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El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Anna. escribió:Pobrecito Paul, si es que es un amor, pero Louis es Louis y yo quiero a Louis. Cuanto Louis en la misma frase jeje
SE VAN A CASAR JEJEJEJEJEJE YO TAMBIÉN QUIERO. LOUIS CÁSATE CONMIGO MI AMOR YO TE QUIERO.
Vale, ya dejo de lado mi locura. Me ha encantado el capítulo pero me da muchisima pena que solo queden cinco para el final, gracias a dios todavía queda un libro.
Siguela pronto por favooooor
Siii poor Paul :((
Pero yo también quiero casarme con Louis! LOUIS TOMLINSON DECIDE ANNA, JULIA O YO!?
Y ahora solo quedarán cuatroooo, siiii eso es lo bueno el sgte libro será
Ya la siiiigoooooo
Besitos
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Rachel116 escribió:Hay, no, voy a llorar. Mi pobre Paul está sufriendo, y si Paul sufre, yo también sufro. Me voy a una esquina a llorar...
¿Solo cinco capítulos? No estoy preparada para que la novela se acabe... aunque sé que hay un tercer libro... No estoy lista...
Espero que muy rponto puedas subir el siguiente capítulo, tengo ganas de saber cómo sale la boda de estos dos.
¡Un beso!
PD: Sí, ya pusiste antes un gif de Paul Wesley y como te dije entonces, es muy injusto que pongas un gif de él porque en crónicas vampíricas a mí el que me gusta es Stefan y sin embargo Elena se queda con Damon, y aquí, me gustan ambos, pero ella se queda con Louis cosa que me alegra, pero una vez más, a mi amado Paul/Stefan le rompen el corazón :(
Paul esta en la friendzone de por vida
Ahora serán solo 4 so... Todo tiene su final Rachel
Ahora mismo la sigooo
Besos
Pd: Delena manda :solteria:
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
ivana acosta escribió:Hi!!! Bue... Siempre trato de ser elocuente y breve pero no creo q lo sea para nada, pero siempre te soy sincera, este capi me género una sensación agridulce, x un lado me encanta que hayas subido capítulo y más q nada q ya estén preparando el casorio pero... Me siento triste x Paul pobre mi tesoro, es un amor, realmente no me gusta el amor no correspondido, sufrí mucho x el, pero no viene al caso. No importa.
Bue... 5 capis, que puedo decir ante esto, la verdad es que quiero seguir leyendo está hermosa historia de amor, aunq se q está terminando. Sólo espero q subas pronto.
X favor no juegues conmigo a las frases ambiguas (como es eso q x ahora no hay nada de reparaciones, que en la otra sí?) ;-( no me corto las venas con una galletita de agua. Aclarame esto, mi vida depende de ello. Jajaja. Re Lok la mina ;-)
Bueno, hasta el proximo capitulo nena! Besos. Bye, bye!!!
P. D.: Sorry sigo cn problemas en la compu x eso no tipeo y mejoro mi comentario cm lo hacia antes, lo bueno es q x lo menos pueda comentar aunq sea asi d mi cel. :-D
Todas se han sentido mal por el pobre Paul, y acepto que yo también :sad:
Si me imagino que se debe pasar mal que no correspondan tu amor, pero igual las cosas pasan por algo.
Siii solo cinco, y ya mismo solo serán 4 perooooo habrá otra temporada
Jajajajjaja galletita de agua! Yo como esas galletas jajajajjajaja y nada, no te puedo decir nada solo sigue leyendo :pokerface:
Besitos :))
Pd: no te preocupes nena igual me encanto el comment
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
.
Capítulo Cincuenta y Cuatro
A pesar de que Tom había dado su bendición al enlace (a regañadientes, por supuesto), el conflicto surgió cuando la feliz pareja anunció dónde habían decidido casarse.
Los Clark estaban encantados de pasar una semana de vacaciones en Italia, pero Tom, que nunca había salido de Norteamérica, no estaba tan entusiasmado. Como padre de la novia, había pensado pagar el enlace de su única hija, aunque tuviera que hipotecar su nueva casa para hacerlo, pero Julia no quería ni oír hablar del tema.
Aunque la ceremonia sería íntima, los costes eran demasiado elevados para la economía de Tom. Y, para mayor humillación de éste, Louis estaba encantado de pagarlo todo. Para él era más importante que Julia tuviera la boda de sus sueños que tener al suegro contento.
Ella trató de mediar entre ambos hombres, señalando que había cosas que su padre podía pagar, como el vestido de novia o las flores.
A finales de noviembre, Julia vio el vestido perfecto en el escaparate de una elegante boutique de la calle Newbury de Boston. Era un vestido de seda de organza color marfil, con escote de pico y unas mangas minúsculas, que apenas cubrían los hombros. El talle estaba rodeado de encaje, y la falda, con mucho vuelo, formaba capas recordando a una nube.
Sin pensarlo, entró y pidió probárselo. La dependienta le alabó el gusto, diciéndole que los diseños de Monique Lhuillier eran muy populares.
Julia no había oído hablar nunca de la diseñadora. No miró el precio, porque el vestido no tenía etiqueta, pero al verse en el espejo, lo supo. Aquél era su vestido. Era precioso, clásico, y haría destacar su color de piel y su silueta. Sabía que a Louis le encantaría que dejara tanto trozo de espalda al descubierto. Sin caer en el mal gusto, por supuesto.
Se hizo una foto con el iPhone con él puesto y se la envió a su padre preguntándole qué le parecía. Éste respondió inmediatamente diciéndole que nunca había visto a una novia más hermosa. Tom le pidió que le pasara el teléfono a la dependienta y, sin que Julia llegara a enterarse en ningún momento del precio del vestido, se puso de acuerdo con la mujer para el modo de pago. Saber que le estaba comprando a su hija el vestido de boda de sus sueños lo ayudó a superar el hecho de no poder pagar el resto.
Tras despedirse de su padre, Julia pasó varias horas más en la tienda, comprando hasta completar el traje. Entre otras cosas, eligió un velo que le llegaba casi hasta los tobillos, unos zapatos de raso, de tacón pero con los que pudiera caminar sin caerse, y una capa de terciopelo blanco para protegerse del frío de Asís en enero. Con todo bien empaquetado, se fue a casa.
Dos semanas antes de la boda, Tom llamó a Julia para hacerle una pregunta importante.
—Sé que enviaste las invitaciones hace tiempo, pero ¿habría sitio para una persona más?
—Por supuesto —respondió ella, sorprendida—. ¿Me he olvidado de invitar a algún primo lejano?
—No exactamente.
—Entonces, ¿de quién se trata? -Él respiró hondo y contuvo el aliento. —Papá, suéltalo de una vez. ¿A quién quieres que invite? —Julia cerró los ojos y rezó a los dioses de las hijas de padres sin pareja para que intercedieran por ella y no permitieran que Deb Lundy asistiera a su boda. O, peor aún, que volviera a salir con su padre.
—A Diane. -Ella abrió mucho los ojos.
—¿Qué Diane?
—Diane Stewart.
—¿La del restaurante Kinfolks?
—Exacto.
La concisa respuesta de su padre le dio a Julia toda la información que necesitaba. Permaneció unos momentos en silencio, mientras se recuperaba de la impresión.
—Jules, ¿sigues ahí?
—Sí, estoy aquí. Claro... sí... por supuesto. La añado a la lista de invitados. ¿Podría decirse que es... esto... tu amiga especial? -Tom respondió al cabo de unos segundos...
—Sí, podría decirse.
—Ajá.
Su padre cortó la conversación en seguida y Julia se quedó mirando el teléfono, preguntándose qué plato combinado especial sería el responsable de aquel nuevo romance...
Los Clark estaban encantados de pasar una semana de vacaciones en Italia, pero Tom, que nunca había salido de Norteamérica, no estaba tan entusiasmado. Como padre de la novia, había pensado pagar el enlace de su única hija, aunque tuviera que hipotecar su nueva casa para hacerlo, pero Julia no quería ni oír hablar del tema.
Aunque la ceremonia sería íntima, los costes eran demasiado elevados para la economía de Tom. Y, para mayor humillación de éste, Louis estaba encantado de pagarlo todo. Para él era más importante que Julia tuviera la boda de sus sueños que tener al suegro contento.
Ella trató de mediar entre ambos hombres, señalando que había cosas que su padre podía pagar, como el vestido de novia o las flores.
A finales de noviembre, Julia vio el vestido perfecto en el escaparate de una elegante boutique de la calle Newbury de Boston. Era un vestido de seda de organza color marfil, con escote de pico y unas mangas minúsculas, que apenas cubrían los hombros. El talle estaba rodeado de encaje, y la falda, con mucho vuelo, formaba capas recordando a una nube.
Sin pensarlo, entró y pidió probárselo. La dependienta le alabó el gusto, diciéndole que los diseños de Monique Lhuillier eran muy populares.
Julia no había oído hablar nunca de la diseñadora. No miró el precio, porque el vestido no tenía etiqueta, pero al verse en el espejo, lo supo. Aquél era su vestido. Era precioso, clásico, y haría destacar su color de piel y su silueta. Sabía que a Louis le encantaría que dejara tanto trozo de espalda al descubierto. Sin caer en el mal gusto, por supuesto.
Se hizo una foto con el iPhone con él puesto y se la envió a su padre preguntándole qué le parecía. Éste respondió inmediatamente diciéndole que nunca había visto a una novia más hermosa. Tom le pidió que le pasara el teléfono a la dependienta y, sin que Julia llegara a enterarse en ningún momento del precio del vestido, se puso de acuerdo con la mujer para el modo de pago. Saber que le estaba comprando a su hija el vestido de boda de sus sueños lo ayudó a superar el hecho de no poder pagar el resto.
Tras despedirse de su padre, Julia pasó varias horas más en la tienda, comprando hasta completar el traje. Entre otras cosas, eligió un velo que le llegaba casi hasta los tobillos, unos zapatos de raso, de tacón pero con los que pudiera caminar sin caerse, y una capa de terciopelo blanco para protegerse del frío de Asís en enero. Con todo bien empaquetado, se fue a casa.
Dos semanas antes de la boda, Tom llamó a Julia para hacerle una pregunta importante.
—Sé que enviaste las invitaciones hace tiempo, pero ¿habría sitio para una persona más?
—Por supuesto —respondió ella, sorprendida—. ¿Me he olvidado de invitar a algún primo lejano?
—No exactamente.
—Entonces, ¿de quién se trata? -Él respiró hondo y contuvo el aliento. —Papá, suéltalo de una vez. ¿A quién quieres que invite? —Julia cerró los ojos y rezó a los dioses de las hijas de padres sin pareja para que intercedieran por ella y no permitieran que Deb Lundy asistiera a su boda. O, peor aún, que volviera a salir con su padre.
—A Diane. -Ella abrió mucho los ojos.
—¿Qué Diane?
—Diane Stewart.
—¿La del restaurante Kinfolks?
—Exacto.
La concisa respuesta de su padre le dio a Julia toda la información que necesitaba. Permaneció unos momentos en silencio, mientras se recuperaba de la impresión.
—Jules, ¿sigues ahí?
—Sí, estoy aquí. Claro... sí... por supuesto. La añado a la lista de invitados. ¿Podría decirse que es... esto... tu amiga especial? -Tom respondió al cabo de unos segundos...
—Sí, podría decirse.
—Ajá.
Su padre cortó la conversación en seguida y Julia se quedó mirando el teléfono, preguntándose qué plato combinado especial sería el responsable de aquel nuevo romance...
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Espero que no haya ningún imprevisto y a alguien -y con alguien me refiero a Christa o a... bueno ya todas sabemos a quien me refiero- se le ocurra interrumpir la boda porque armo una buena ¿eh? Louis se casa con Julia si o sí (a no ser que prefiera casarse conmigo, con eso no tengo inconveniente alguno)
Siguela pronto porfaaaa
Siguela pronto porfaaaa
Anna.
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Estaba muy tranquila y feliz después de haber leído el capítulo, ¡hasta que he leído el comentario de Anna. y me he acordado de que Christa sigue viva!
En serio, como esa lagarta impida que estos dos se casen le clave un tacón en la cara. Bastante gracia ha perdido ya el evento sabiendo que Paul no va a estar, como la bicha esa se meta entre los dos ¡no pienso controlarme!
Por favor, itienes que subir cuanto antes el siguiente capítulo! Necesito saber lo que pasará.
¡Un beso!
En serio, como esa lagarta impida que estos dos se casen le clave un tacón en la cara. Bastante gracia ha perdido ya el evento sabiendo que Paul no va a estar, como la bicha esa se meta entre los dos ¡no pienso controlarme!
Por favor, itienes que subir cuanto antes el siguiente capítulo! Necesito saber lo que pasará.
¡Un beso!
Rachel116
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Anna. escribió:Espero que no haya ningún imprevisto y a alguien -y con alguien me refiero a Christa o a... bueno ya todas sabemos a quien me refiero- se le ocurra interrumpir la boda porque armo una buena ¿eh? Louis se casa con Julia si o sí (a no ser que prefiera casarse conmigo, con eso no tengo inconveniente alguno)
Siguela pronto porfaaaa
Ojalá, ojalá.
Malas noticias, si decidió casarse con Julia no más
Bue.,. Ahora la sigooo
Besos :)
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Rachel116 escribió:Estaba muy tranquila y feliz después de haber leído el capítulo, ¡hasta que he leído el comentario de Anna. y me he acordado de que Christa sigue viva!
En serio, como esa lagarta impida que estos dos se casen le clave un tacón en la cara. Bastante gracia ha perdido ya el evento sabiendo que Paul no va a estar, como la bicha esa se meta entre los dos ¡no pienso controlarme!
Por favor, itienes que subir cuanto antes el siguiente capítulo! Necesito saber lo que pasará.
¡Un beso!
Siiiip, esta vivita y coleando...
Jjajjajajajajajajjajaja mejor que ni aparezca por ahí si no quiere tener un tacón en la cara
Ya la sigooo
Besos
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
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Capítulo Cincuenta y Cinco
El 21 de enero, Tom paseaba nervioso justo a la entrada de la basílica de Asís. Que su hija y sus damas de honor llegaran tarde no lo ayudaba a tranquilizarse. Se tiró una vez más de la pajarita para arreglársela y siguió esperando. En ese momento, una visión vestida de organza y cubierta de terciopelo blanco hizo su aparición como una nube radiante.
Tom se quedó sin habla.
—Papá —musitó Julia, acercándose a él con una sonrisa nerviosa.
Tammy y Rachel la ayudaron a quitarse la capa y a recolocarse la falda, desplegando la cola a su espalda. Luego, Christina, la organizadora de bodas que nunca se alejaba demasiado, les entregó a Rachel y a Tammy sus ramos, que eran una mezcla de lirios y rosas blancas, a conjunto con el color de los vestidos, de un lila intenso.
—Estás muy guapa —le dijo Tom finalmente, dándole un tímido beso a través del velo.
—Gracias. —Ruborizándose, Julia bajó la vista hasta su ramo, que consistía en dos docenas de rosas blancas y unas ramitas de acebo.
—¿Pueden darnos un minuto? —les preguntó Tom a las damas de honor.
—Por supuesto. -Christina se llevó a Rachel y a Tammy y las situó a la entrada de la basílica. Luego le indicó al organista que estaban a punto de hacer su entrada.
—Me gusta tu collar —dijo Tom, nervioso. Julia se llevó la mano a las perlas que le adornaban el cuello.
—Era de Grace. -Tras tocarse los pendientes de diamantes, decidió que no hacía falta explicarle su origen.
—Me pregunto qué opinaría de que te casaras con su hijo.
—Quiero pensar que la haría feliz. Me gusta imaginarme que nos está mirando desde arriba, sonriendo. -Su padre asintió y se metió las manos en los bolsillos del esmoquin.
—Me alegro de que me pidieras que te llevara al altar. -Julia lo miró sorprendida.
—No iba a casarme sin ti, papá. -Él carraspeó, arrastrando los zapatos a un lado y a otro.
—No debí haberte hecho volver con Sharon. Tendrías que haberte quedado conmigo —dijo, con la voz rota.
—Papá —susurró Julia, empezando a llorar. Él la abrazó con fuerza, tratando de decirle con su abrazo lo que no sabía decir con palabras. —Te perdoné hace mucho tiempo. No hace falta que volvamos a hablar del tema. —Ella se separó para mirarlo a los ojos—. Me alegro de que estés aquí. Y me alegro de que seas mi padre.
—Jules. —Tom carraspeó otra vez para aclararse la voz—. Eres una buena chica.
Al volverse hacia el largo pasillo que llevaba al altar, Tom vio que Louis esperaba junto a su hermano y su cuñado. Los tres hombres iban vestidos con esmoquin de Armani negro y camisa blanca inmaculada. Aunque Louis quería que llevaran pajarita, Scott y Aaron habían preferido ir con corbata, ya que, según ellos, las pajaritas eran cosa de viejos, miembros de las juventudes del Partido Republicano o profesores universitarios.
—¿Estás segura? Si tienes dudas, paro un taxi y nos volvemos a casa — preguntó. Julia le apretó la mano.
—Estoy segura. Louis no es perfecto, pero es perfecto para mí. Somos el uno para el otro.
—Le dije que esperaba que cuidara de mi niña. Que si no estaba dispuesto a hacerlo, tendríamos un problema. Me contestó que si algún día dejaba de tratarte como a una reina, fuera a buscarlo y le pegara un tiro. —Tom sonrió—. Le dije que me parecía buena idea. ¿Estás lista? -Ella respiró hondo.
—Sí.
—Pues vamos allá. —Ofreciéndole el brazo, asintió con la cabeza para indicarles a las damas de honor que podían abrir la comitiva al sonido de la música de Johann Sebastian Bach.
Cuando Julia y Tom echaron a andar, la música cambió y empezó a sonar otra pieza del mismo compositor.
Louis captó la mirada de Julia desde la distancia y el rostro se le iluminó con una amplia sonrisa. El sol de enero se colaba por las puertas de la basílica, iluminando a la novia desde atrás. Parecía como si un halo de luz la rodeara.
Louis no podía parar de sonreír. Sonrió durante toda la ceremonia, incluso mientras juraba respetar a su esposa y durante la actuación de la soprano que interpretó Despertad, la voz nos llama, de Bach y Exultate, jubilate, de Mozart.
Tras la ceremonia, sujetó el velo de Julia con dedos temblorosos y se lo levantó despacio. Con los pulgares, le secó las lágrimas de felicidad que le rodaban por las mejillas, y la besó. Fue un beso suave y casto, pero lleno de promesas. Luego fueron a la parte inferior de la basílica para visitar la cripta. No lo habían previsto, pero sin ponerse de acuerdo, se dieron la mano y se encontraron dirigiéndose a la tumba de san Francisco.
En aquel lugar tranquilo y oscuro donde Louis había tenido su inefable experiencia meses atrás, se arrodillaron y rezaron. Ambos dieron gracias, cada uno por tener al otro en su vida y por las numerosas bendiciones que habían recibido. Louis dio también las gracias por Maia y por Grace, por su padre y sus hermanos.
Cuando se levantó para encender una vela, ambos pidieron una última bendición. Un último pequeño milagro. Al acabar sus oraciones, una extraña paz se había adueñado de sus almas, envolviéndolas como una manta.
—No llores, dulce niña. —Louis le ofreció la mano a Julia para ayudarla a levantarse. Le secó las lágrimas antes de besarla—. Por favor, no llores.
—No puedo evitarlo. Soy tan feliz... —dijo ella, con los ojos brillantes y una sonrisa temblorosa—. Te amo tanto...
—Yo siento lo mismo. No dejo de preguntarme cómo ha podido pasar. Cómo es posible que te reencontrara y te convenciera de que fueras mi esposa.
—El cielo nos sonrió.
Se puso de puntillas para besar a su esposo junto a la tumba de san Francisco sin ninguna vergüenza, porque sabía que las palabras que acababa de pronunciar eran verdad.
Tom se quedó sin habla.
—Papá —musitó Julia, acercándose a él con una sonrisa nerviosa.
Tammy y Rachel la ayudaron a quitarse la capa y a recolocarse la falda, desplegando la cola a su espalda. Luego, Christina, la organizadora de bodas que nunca se alejaba demasiado, les entregó a Rachel y a Tammy sus ramos, que eran una mezcla de lirios y rosas blancas, a conjunto con el color de los vestidos, de un lila intenso.
—Estás muy guapa —le dijo Tom finalmente, dándole un tímido beso a través del velo.
—Gracias. —Ruborizándose, Julia bajó la vista hasta su ramo, que consistía en dos docenas de rosas blancas y unas ramitas de acebo.
—¿Pueden darnos un minuto? —les preguntó Tom a las damas de honor.
—Por supuesto. -Christina se llevó a Rachel y a Tammy y las situó a la entrada de la basílica. Luego le indicó al organista que estaban a punto de hacer su entrada.
—Me gusta tu collar —dijo Tom, nervioso. Julia se llevó la mano a las perlas que le adornaban el cuello.
—Era de Grace. -Tras tocarse los pendientes de diamantes, decidió que no hacía falta explicarle su origen.
—Me pregunto qué opinaría de que te casaras con su hijo.
—Quiero pensar que la haría feliz. Me gusta imaginarme que nos está mirando desde arriba, sonriendo. -Su padre asintió y se metió las manos en los bolsillos del esmoquin.
—Me alegro de que me pidieras que te llevara al altar. -Julia lo miró sorprendida.
—No iba a casarme sin ti, papá. -Él carraspeó, arrastrando los zapatos a un lado y a otro.
—No debí haberte hecho volver con Sharon. Tendrías que haberte quedado conmigo —dijo, con la voz rota.
—Papá —susurró Julia, empezando a llorar. Él la abrazó con fuerza, tratando de decirle con su abrazo lo que no sabía decir con palabras. —Te perdoné hace mucho tiempo. No hace falta que volvamos a hablar del tema. —Ella se separó para mirarlo a los ojos—. Me alegro de que estés aquí. Y me alegro de que seas mi padre.
—Jules. —Tom carraspeó otra vez para aclararse la voz—. Eres una buena chica.
Al volverse hacia el largo pasillo que llevaba al altar, Tom vio que Louis esperaba junto a su hermano y su cuñado. Los tres hombres iban vestidos con esmoquin de Armani negro y camisa blanca inmaculada. Aunque Louis quería que llevaran pajarita, Scott y Aaron habían preferido ir con corbata, ya que, según ellos, las pajaritas eran cosa de viejos, miembros de las juventudes del Partido Republicano o profesores universitarios.
—¿Estás segura? Si tienes dudas, paro un taxi y nos volvemos a casa — preguntó. Julia le apretó la mano.
—Estoy segura. Louis no es perfecto, pero es perfecto para mí. Somos el uno para el otro.
—Le dije que esperaba que cuidara de mi niña. Que si no estaba dispuesto a hacerlo, tendríamos un problema. Me contestó que si algún día dejaba de tratarte como a una reina, fuera a buscarlo y le pegara un tiro. —Tom sonrió—. Le dije que me parecía buena idea. ¿Estás lista? -Ella respiró hondo.
—Sí.
—Pues vamos allá. —Ofreciéndole el brazo, asintió con la cabeza para indicarles a las damas de honor que podían abrir la comitiva al sonido de la música de Johann Sebastian Bach.
Cuando Julia y Tom echaron a andar, la música cambió y empezó a sonar otra pieza del mismo compositor.
Louis captó la mirada de Julia desde la distancia y el rostro se le iluminó con una amplia sonrisa. El sol de enero se colaba por las puertas de la basílica, iluminando a la novia desde atrás. Parecía como si un halo de luz la rodeara.
Louis no podía parar de sonreír. Sonrió durante toda la ceremonia, incluso mientras juraba respetar a su esposa y durante la actuación de la soprano que interpretó Despertad, la voz nos llama, de Bach y Exultate, jubilate, de Mozart.
Tras la ceremonia, sujetó el velo de Julia con dedos temblorosos y se lo levantó despacio. Con los pulgares, le secó las lágrimas de felicidad que le rodaban por las mejillas, y la besó. Fue un beso suave y casto, pero lleno de promesas. Luego fueron a la parte inferior de la basílica para visitar la cripta. No lo habían previsto, pero sin ponerse de acuerdo, se dieron la mano y se encontraron dirigiéndose a la tumba de san Francisco.
En aquel lugar tranquilo y oscuro donde Louis había tenido su inefable experiencia meses atrás, se arrodillaron y rezaron. Ambos dieron gracias, cada uno por tener al otro en su vida y por las numerosas bendiciones que habían recibido. Louis dio también las gracias por Maia y por Grace, por su padre y sus hermanos.
Cuando se levantó para encender una vela, ambos pidieron una última bendición. Un último pequeño milagro. Al acabar sus oraciones, una extraña paz se había adueñado de sus almas, envolviéndolas como una manta.
—No llores, dulce niña. —Louis le ofreció la mano a Julia para ayudarla a levantarse. Le secó las lágrimas antes de besarla—. Por favor, no llores.
—No puedo evitarlo. Soy tan feliz... —dijo ella, con los ojos brillantes y una sonrisa temblorosa—. Te amo tanto...
—Yo siento lo mismo. No dejo de preguntarme cómo ha podido pasar. Cómo es posible que te reencontrara y te convenciera de que fueras mi esposa.
—El cielo nos sonrió.
Se puso de puntillas para besar a su esposo junto a la tumba de san Francisco sin ninguna vergüenza, porque sabía que las palabras que acababa de pronunciar eran verdad.
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
¡Se casaron! ¡Por fin se casaron!
Que bonito por dios, -demasiado bonito diría yo, creo que he extrañado el que Christa o Paulina apareciesen para fastidiarlo todo-.
¡¡¡Me encanta!!!
Siguela pronto, por favor
Que bonito por dios, -demasiado bonito diría yo, creo que he extrañado el que Christa o Paulina apareciesen para fastidiarlo todo-.
¡¡¡Me encanta!!!
Siguela pronto, por favor
Anna.
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! ¡SE HAN CASADOOOOOO! ¡Y NINGUNA ASQUEROSA LAGARTE HA APARECIDO PARA IMPEDIRLO! ¡SIIIIII!
Por favor, por favor, por favor, ¡te lo ruego! ¡Sube cuanto antes el siguiente capítulo!
¡Un beso!
Por favor, por favor, por favor, ¡te lo ruego! ¡Sube cuanto antes el siguiente capítulo!
¡Un beso!
Rachel116
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Anna. escribió:¡Se casaron! ¡Por fin se casaron!
Que bonito por dios, -demasiado bonito diría yo, creo que he extrañado el que Christa o Paulina apareciesen para fastidiarlo todo-.
¡¡¡Me encanta!!!
Siguela pronto, por favor
Dejemos que haya paz y tranquilidad por un momento, pleaseeeeee!
Yeah mr and mrs Tomlinson :luuv:
Ya la sigooo Anna
Besos
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Rachel116 escribió:¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! ¡SE HAN CASADOOOOOO! ¡Y NINGUNA ASQUEROSA LAGARTE HA APARECIDO PARA IMPEDIRLO! ¡SIIIIII!
Por favor, por favor, por favor, ¡te lo ruego! ¡Sube cuanto antes el siguiente capítulo!
¡Un beso!
Siiiiiii, que bueno que no paso nada malooo uff
Ya la sigooooooooo
Besos Rach :)
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
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Capítulo Cincuenta y Seis
Esa misma noche, vestidos ya con la ropa que habían elegido para emprender su luna de miel —un traje oscuro para Louis y un vestido lila para Julia—, viajaban en el coche con chófer que habían alquilado.
Cuando el vehículo se detuvo frente a una casa cercana a Todi, Julia vio que se trataba de la misma casa que Louis había alquilado cuando viajaron a Italia hacía poco más de un año.
—Nuestra casa —susurró ella, al darse cuenta.
—Sí. —Él le besó el dorso de la mano antes de ayudarla a bajar del coche. Y luego, levantándola del suelo, cruzó el umbral con ella en brazos. -¿Te gusta que hayamos venido aquí? Pensé que te apetecería que pasáramos unos días tranquilos, pero si lo prefieres podemos ir a Venecia o a Roma. Iremos a donde tú quieras —dijo, dejándola en el suelo.
—Es perfecto. Me encanta que hayas pensado en este lugar. -Julia le rodeó el cuello con los brazos. -Un rato más tarde, Louis se separó un poco de ella.
—Voy a subir el equipaje. ¿Tienes hambre? -Ella se echó a reír.
—Si me ponen algo delante, me lo comeré.
—¿Por qué no vas a echar un vistazo a la cocina, a ver si encuentras algo tentador? En seguida me reuniré contigo.
—Lo único que podría tentarme —comentó Julia con una sonrisa traviesa— sería verte a ti sentado a la mesa de la cocina.
Sus sensuales palabras hicieron que Louis recordara su anterior visita a la casa, cuando habían usado aquella mesa varias veces y no precisamente para amasar pan. Con un gruñido ronco, subió el equipaje a toda prisa, como si alguien lo estuviera persiguiendo.
En la cocina, Julia comprobó que la despensa estaba totalmente equipada, igual que la nevera. Se echó a reír al ver varias botellas de zumo de arándanos alineadas sobre la encimera, como si la estuvieran esperando. Acababa de abrir una botella de Perrier y de preparar un plato con trozos de queso, cuando Louis regresó. Al entrar corriendo en la cocina, le pareció mucho más joven, casi un niño, con los ojos brillantes y una expresión radiante.
—Tiene un aspecto delicioso. Gracias —dijo, sentándose a su lado y echando una insinuante mirada hacia la mesa—. Aunque creo que prefiero usar la cama las primeras veces. -Julia se ruborizó.
—Esta mesa me trae muy buenos recuerdos.
—A mí también, pero tenemos todo el tiempo del mundo para fabricar nuevos recuerdos. Algunos incluso mejores. —La miró con deseo. Ella sintió un cosquilleo en el vientre. —¿La boda ha sido tal como te la imaginabas? —preguntó él, ansioso, mientras llenaba dos vasos de agua.
—Mucho mejor. La misa, la música... casarnos en la basílica ha sido increíble. Se siente una paz tan especial allí... -Louis asintió. Sabía a qué se refería. —Me alegro de que sólo invitáramos a la familia y a los amigos más íntimos. Siento no haber podido hablar más rato con Katherine Picton, pero he visto que tú bailabas con ella. ¡Dos veces! —Julia se hizo la ofendida. Él le siguió la broma, alzando las cejas.
—¿De verdad he bailado con ella dos veces? Es impresionante para una septuagenaria. ¿Cómo habrá podido seguirme el ritmo? -Julia puso los ojos en blanco. Louis era único usando palabras que nadie más usaba. —Tú has bailado dos veces con Richard, señora Tomlinson. Supongo que estamos empatados.
—Ahora es mi padre también. Y es un excelente bailarín. Muy elegante.
—¿Mejor que yo? —Louis fingió estar celoso.
—Nadie es mejor que tú, querido. —Julia se inclinó sobre él para borrarle el falso enfado con un beso—. ¿Crees que volverá a casarse alguna vez?
—No.
—¿Por qué no? -Él le cogió la mano y le acarició los nudillos uno a uno.
—Porque Grace era su Beatriz. Cuando has conocido un amor como ése, cualquier otro parece una sombra del original. —Sonrió con melancolía—. Curiosamente, en el libro favorito de Grace, A Severe Mercy, aparecía la misma idea. Sheldon Vanauken no volvió a casarse tras la muerte de su esposa. Dante perdió a Beatriz cuando ella tenía veinticuatro años y pasó el resto de su existencia llorando su muerte. Si yo te perdiera, me pasaría lo mismo. Nunca habrá nadie que ocupe tu lugar. Nunca —recalcó Louis, con una mirada fiera pero cariñosa al mismo tiempo.
—Me pregunto si mi padre volverá a casarse.
—¿Te molestaría que lo hiciera? -Ella se encogió de hombros.
—No. Tardaría un poco en acostumbrarme, supongo, pero no. Me alegro de que esté saliendo con alguien amable. Quiero que sea feliz. Me gustaría que pudiera envejecer al lado de alguien que lo trate bien.
—Yo quiero envejecer a tu lado —dijo Louis—. No cabe duda de que eres amable.
—Yo también quiero envejecer a tu lado.
Marido y mujer intercambiaron una mirada y siguieron comiendo en silencio. Cuando acabaron, Louis le tendió la mano.
—Todavía no te he dado los regalos de boda. -Al tomarle la mano, Julia le tocó el anillo.
—Pensaba que los regalos eran los anillos y las inscripciones que llevan: «Yo soy de mi Amado y mi Amado es mío».
—Hay más cosas. —Louis la llevó hasta la chimenea y se detuvo delante.
Al entrar en la casa, Julia no se había fijado en que habían cambiado el cuadro que colgaba sobre la repisa. Su lugar lo ocupaba ahora una impresionante pintura al óleo de un hombre y una mujer unidos en un abrazo apasionado. Dio un paso adelante con la vista clavada en el cuadro, como hipnotizada.
La figura masculina y la femenina se estaban abrazando. El hombre estaba desnudo hasta la cintura y se lo veía ligeramente más abajo que la mujer, como si estuviera de rodillas, con la cabeza apoyada en el regazo de ella, que estaba inclinada hacia adelante, desnuda, a excepción de lo que parecía ser una sábana arrugada, agarrando con fuerza la espalda y el costado del hombre y apoyando la cabeza entre sus omóplatos. Lo cierto era que costaba distinguir dónde empezaba el uno y terminaba el otro. Estaban tan unidos que formaban una especie de círculo. La necesidad y la desesperación eran tan evidentes que casi saltaban del lienzo. Parecía que la pareja acabara de reencontrarse tras una larga ausencia o como si acabaran de reconciliarse tras una discusión.
—Somos nosotros —susurró Julia, parpadeando sorprendida.
La cara del hombre quedaba parcialmente oculta, apoyada en el regazo de ella, la boca apretada contra su muslo, pero no cabía duda: era la cara de Louis. Igual que la cara de la mujer era la cara de Julia, vuelta hacia el espectador con los ojos cerrados de felicidad y una sonrisa tímida en los labios. Parecía feliz.
—¿Cómo lo has hecho? -Él se le acercó por detrás y le rodeó los hombros con los brazos.
—Yo posé para el cuadro y para tu parte, le di fotografías al artista.
—¿Fotografías? -Él la besó en el cuello.
—¿No reconoces esa postura? ¿Recuerdas las fotos que hicimos en Belice? Las de la mañana siguiente a la noche en que te pusiste el corsé por primera vez... Estabas tumbada en la cama y... -Ella abrió mucho los ojos al recordar el momento. —¿Te gusta? —Louis sonaba extrañamente inseguro—. Quería algo... personal para celebrar nuestra boda.
—Me encanta. Sólo me ha sorprendido. -Él se relajó. —Gracias. —Julia le cogió la mano y le dio un beso en la palma—. Es un regalo precioso.
—Me alegro de que te guste. Aún queda otra cosilla. —Acercándose a la repisa de la chimenea, cogió una manzana dorada que no era la primera vez que ella veía.
—¿Cómo ha llegado hasta aquí? —preguntó Julia con una sonrisa.
—Ábrela, señora Tomlinson. -Ella levantó la parte de arriba y dentro encontró una llave antigua.
—¿Una llave mágica? —preguntó, mirando a Louis sin comprender—. ¿Es la llave de algún jardín secreto? ¿Del armario que lleva a Narnia?
—Muy graciosa. Ven conmigo. —La agarró por la muñeca y no pudo resistir darle un largo beso en la parte interna, como si le costara separarse.
—¿Adónde vamos?
—Ya lo verás.
Salieron por la puerta principal y Louis la cerró tras ellos. Entonces se quedaron quietos en el porche, sumidos en la oscuridad que sólo rompían las luces de la fachada.
—Prueba la llave.
—¿Qué? ¿Aquí?
—Pruébala. —Louis se balanceó sobre los talones, sin poder ocultar su nerviosismo.
Julia metió la llave en la cerradura y la hizo girar. Oyó el clic y un segundo después la puerta se abrió.
—Gracias por aceptar ser mi esposa —susurró él—. Bienvenida a tu casa. -Ella lo miró, incrédula. —Aquí fuimos felices —dijo Louis en voz baja—. Quería que tuviéramos un
lugar donde poder refugiarnos de vez en cuando. Un lugar lleno de buenos recuerdos. — Acariciándole el brazo con suavidad, añadió—: Podemos venir a pasar las vacaciones cuando no vayamos a Selinsgrove. Incluso podrías venir aquí a escribir tu tesis si quisieras. Aunque no creo que pueda soportar estar apartado de ti ni un día más.
Julia lo besó, dándole las gracias una y otra vez por sus generosos regalos. Y allí permanecieron varios minutos, disfrutando del tacto del otro, con el pulso cada vez más acelerado.
Cuando el vehículo se detuvo frente a una casa cercana a Todi, Julia vio que se trataba de la misma casa que Louis había alquilado cuando viajaron a Italia hacía poco más de un año.
—Nuestra casa —susurró ella, al darse cuenta.
—Sí. —Él le besó el dorso de la mano antes de ayudarla a bajar del coche. Y luego, levantándola del suelo, cruzó el umbral con ella en brazos. -¿Te gusta que hayamos venido aquí? Pensé que te apetecería que pasáramos unos días tranquilos, pero si lo prefieres podemos ir a Venecia o a Roma. Iremos a donde tú quieras —dijo, dejándola en el suelo.
—Es perfecto. Me encanta que hayas pensado en este lugar. -Julia le rodeó el cuello con los brazos. -Un rato más tarde, Louis se separó un poco de ella.
—Voy a subir el equipaje. ¿Tienes hambre? -Ella se echó a reír.
—Si me ponen algo delante, me lo comeré.
—¿Por qué no vas a echar un vistazo a la cocina, a ver si encuentras algo tentador? En seguida me reuniré contigo.
—Lo único que podría tentarme —comentó Julia con una sonrisa traviesa— sería verte a ti sentado a la mesa de la cocina.
Sus sensuales palabras hicieron que Louis recordara su anterior visita a la casa, cuando habían usado aquella mesa varias veces y no precisamente para amasar pan. Con un gruñido ronco, subió el equipaje a toda prisa, como si alguien lo estuviera persiguiendo.
En la cocina, Julia comprobó que la despensa estaba totalmente equipada, igual que la nevera. Se echó a reír al ver varias botellas de zumo de arándanos alineadas sobre la encimera, como si la estuvieran esperando. Acababa de abrir una botella de Perrier y de preparar un plato con trozos de queso, cuando Louis regresó. Al entrar corriendo en la cocina, le pareció mucho más joven, casi un niño, con los ojos brillantes y una expresión radiante.
—Tiene un aspecto delicioso. Gracias —dijo, sentándose a su lado y echando una insinuante mirada hacia la mesa—. Aunque creo que prefiero usar la cama las primeras veces. -Julia se ruborizó.
—Esta mesa me trae muy buenos recuerdos.
—A mí también, pero tenemos todo el tiempo del mundo para fabricar nuevos recuerdos. Algunos incluso mejores. —La miró con deseo. Ella sintió un cosquilleo en el vientre. —¿La boda ha sido tal como te la imaginabas? —preguntó él, ansioso, mientras llenaba dos vasos de agua.
—Mucho mejor. La misa, la música... casarnos en la basílica ha sido increíble. Se siente una paz tan especial allí... -Louis asintió. Sabía a qué se refería. —Me alegro de que sólo invitáramos a la familia y a los amigos más íntimos. Siento no haber podido hablar más rato con Katherine Picton, pero he visto que tú bailabas con ella. ¡Dos veces! —Julia se hizo la ofendida. Él le siguió la broma, alzando las cejas.
—¿De verdad he bailado con ella dos veces? Es impresionante para una septuagenaria. ¿Cómo habrá podido seguirme el ritmo? -Julia puso los ojos en blanco. Louis era único usando palabras que nadie más usaba. —Tú has bailado dos veces con Richard, señora Tomlinson. Supongo que estamos empatados.
—Ahora es mi padre también. Y es un excelente bailarín. Muy elegante.
—¿Mejor que yo? —Louis fingió estar celoso.
—Nadie es mejor que tú, querido. —Julia se inclinó sobre él para borrarle el falso enfado con un beso—. ¿Crees que volverá a casarse alguna vez?
—No.
—¿Por qué no? -Él le cogió la mano y le acarició los nudillos uno a uno.
—Porque Grace era su Beatriz. Cuando has conocido un amor como ése, cualquier otro parece una sombra del original. —Sonrió con melancolía—. Curiosamente, en el libro favorito de Grace, A Severe Mercy, aparecía la misma idea. Sheldon Vanauken no volvió a casarse tras la muerte de su esposa. Dante perdió a Beatriz cuando ella tenía veinticuatro años y pasó el resto de su existencia llorando su muerte. Si yo te perdiera, me pasaría lo mismo. Nunca habrá nadie que ocupe tu lugar. Nunca —recalcó Louis, con una mirada fiera pero cariñosa al mismo tiempo.
—Me pregunto si mi padre volverá a casarse.
—¿Te molestaría que lo hiciera? -Ella se encogió de hombros.
—No. Tardaría un poco en acostumbrarme, supongo, pero no. Me alegro de que esté saliendo con alguien amable. Quiero que sea feliz. Me gustaría que pudiera envejecer al lado de alguien que lo trate bien.
—Yo quiero envejecer a tu lado —dijo Louis—. No cabe duda de que eres amable.
—Yo también quiero envejecer a tu lado.
Marido y mujer intercambiaron una mirada y siguieron comiendo en silencio. Cuando acabaron, Louis le tendió la mano.
—Todavía no te he dado los regalos de boda. -Al tomarle la mano, Julia le tocó el anillo.
—Pensaba que los regalos eran los anillos y las inscripciones que llevan: «Yo soy de mi Amado y mi Amado es mío».
—Hay más cosas. —Louis la llevó hasta la chimenea y se detuvo delante.
Al entrar en la casa, Julia no se había fijado en que habían cambiado el cuadro que colgaba sobre la repisa. Su lugar lo ocupaba ahora una impresionante pintura al óleo de un hombre y una mujer unidos en un abrazo apasionado. Dio un paso adelante con la vista clavada en el cuadro, como hipnotizada.
La figura masculina y la femenina se estaban abrazando. El hombre estaba desnudo hasta la cintura y se lo veía ligeramente más abajo que la mujer, como si estuviera de rodillas, con la cabeza apoyada en el regazo de ella, que estaba inclinada hacia adelante, desnuda, a excepción de lo que parecía ser una sábana arrugada, agarrando con fuerza la espalda y el costado del hombre y apoyando la cabeza entre sus omóplatos. Lo cierto era que costaba distinguir dónde empezaba el uno y terminaba el otro. Estaban tan unidos que formaban una especie de círculo. La necesidad y la desesperación eran tan evidentes que casi saltaban del lienzo. Parecía que la pareja acabara de reencontrarse tras una larga ausencia o como si acabaran de reconciliarse tras una discusión.
—Somos nosotros —susurró Julia, parpadeando sorprendida.
La cara del hombre quedaba parcialmente oculta, apoyada en el regazo de ella, la boca apretada contra su muslo, pero no cabía duda: era la cara de Louis. Igual que la cara de la mujer era la cara de Julia, vuelta hacia el espectador con los ojos cerrados de felicidad y una sonrisa tímida en los labios. Parecía feliz.
—¿Cómo lo has hecho? -Él se le acercó por detrás y le rodeó los hombros con los brazos.
—Yo posé para el cuadro y para tu parte, le di fotografías al artista.
—¿Fotografías? -Él la besó en el cuello.
—¿No reconoces esa postura? ¿Recuerdas las fotos que hicimos en Belice? Las de la mañana siguiente a la noche en que te pusiste el corsé por primera vez... Estabas tumbada en la cama y... -Ella abrió mucho los ojos al recordar el momento. —¿Te gusta? —Louis sonaba extrañamente inseguro—. Quería algo... personal para celebrar nuestra boda.
—Me encanta. Sólo me ha sorprendido. -Él se relajó. —Gracias. —Julia le cogió la mano y le dio un beso en la palma—. Es un regalo precioso.
—Me alegro de que te guste. Aún queda otra cosilla. —Acercándose a la repisa de la chimenea, cogió una manzana dorada que no era la primera vez que ella veía.
—¿Cómo ha llegado hasta aquí? —preguntó Julia con una sonrisa.
—Ábrela, señora Tomlinson. -Ella levantó la parte de arriba y dentro encontró una llave antigua.
—¿Una llave mágica? —preguntó, mirando a Louis sin comprender—. ¿Es la llave de algún jardín secreto? ¿Del armario que lleva a Narnia?
—Muy graciosa. Ven conmigo. —La agarró por la muñeca y no pudo resistir darle un largo beso en la parte interna, como si le costara separarse.
—¿Adónde vamos?
—Ya lo verás.
Salieron por la puerta principal y Louis la cerró tras ellos. Entonces se quedaron quietos en el porche, sumidos en la oscuridad que sólo rompían las luces de la fachada.
—Prueba la llave.
—¿Qué? ¿Aquí?
—Pruébala. —Louis se balanceó sobre los talones, sin poder ocultar su nerviosismo.
Julia metió la llave en la cerradura y la hizo girar. Oyó el clic y un segundo después la puerta se abrió.
—Gracias por aceptar ser mi esposa —susurró él—. Bienvenida a tu casa. -Ella lo miró, incrédula. —Aquí fuimos felices —dijo Louis en voz baja—. Quería que tuviéramos un
lugar donde poder refugiarnos de vez en cuando. Un lugar lleno de buenos recuerdos. — Acariciándole el brazo con suavidad, añadió—: Podemos venir a pasar las vacaciones cuando no vayamos a Selinsgrove. Incluso podrías venir aquí a escribir tu tesis si quisieras. Aunque no creo que pueda soportar estar apartado de ti ni un día más.
Julia lo besó, dándole las gracias una y otra vez por sus generosos regalos. Y allí permanecieron varios minutos, disfrutando del tacto del otro, con el pulso cada vez más acelerado.
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Este es el tipo de hombre que toda mujer merece pero que realmente no exieste y eso me rompe el corazón porque yo quiero un Louis Tomlinson y/o un Gabriel Emerson en mi vida.
Que amor por favor, que le ha comprado la casa de sus sueños. A ver cuando un hombre hace algo así por mi...
Que amor por favor, que le ha comprado la casa de sus sueños. A ver cuando un hombre hace algo así por mi...
Anna.
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