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El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
.
Capítulo treinta y seis
Para Julia, el resto de abril pasó rápidamente en una vorágine de actividad. Tuvo que hacer correcciones finales en su proyecto, tuvo reuniones con la profesora Picton y visitas a Nicole y, los viernes por la noche, se encontraba con Paul.
Katherine le aseguró que el resultado final del proyecto era satisfactorio y que podía sentirse orgullosa de él. También le dijo que había hablado con Cecilia Marinelli, que aún estaba en Oxford, y que le había pedido que cuidara de ella el próximo otoño.
Por cierto, Paul sabía de una chica en Cambridge a la que le interesaba subarrendar su apartamento a Julia.
Ésta había empezado a leer los libros que Katherine le había sugerido para el seminario de la profesora Marinelli.
A finales de abril, recibió una carta de aspecto muy oficial del decanato. El doctor Aras solicitaba su presencia en la oficina en el plazo de una semana. Le aseguraba que el motivo de la reunión no tenía nada que ver con cuestiones disciplinarias y que el profesor Martin estaría presente.
Un lunes por la tarde, Julia cruzaba el campus muy nerviosa, abrazada a su mochila L. L. Bean. Su presencia la consolaba. Paul se había ofrecido a acompañarla, pero ella rechazó su oferta, argumentando que tenía que enfrentarse a aquello sola. Él entonces la había abrazado y le había dicho que la estaría esperando a la salida en su Starbucks favorito.
—Le agradezco que haya venido, señorita Mitchell. ¿Cómo ha ido el semestre? -Julia miró al doctor Aras, sorprendida.
—Ha sido... interesante. -Él asintió y se volvió para mirar al profesor Martin.
—Sé que este curso ha sido duro para usted. La he hecho venir para preguntarle si ha tenido algún otro problema desde el día de la vista. -Julia miró alternativamente a un hombre y a otro, examinándolos.
—¿Qué tipo de problemas?
—El doctor Aras se preguntaba si el profesor Tomlinson la había vuelto a molestar en algún momento. ¿Se ha puesto en contacto con usted por teléfono o por correo electrónico? ¿Le ha propuesto que se vieran en privado? -Aunque el profesor Martin parecía amistoso, algo en su tono de voz despertó las sospechas de Julia.
—¿Y para qué quieren saberlo? Consiguieron lo que querían. Se marchó de la ciudad. -La expresión del doctor Aras se endureció.
—No tengo ningún interés en reabrir el caso, señorita Mitchell. Ésta es una reunión de cortesía, un intento de asegurarnos de que ha podido llevar a cabo sus estudios sin interferencias. Tratamos de averiguar si el profesor Tomlinson ha cumplido su palabra y se ha mantenido a distancia.
—Recibí un correo electrónico suyo poco después de la vista, diciéndome que no volviera a ponerme en contacto con él y que todo había terminado. ¿Era eso lo que querían oír? —preguntó, sin poder disimular su amargura. Con una mueca, el profesor Martin miró a su colega.
—Estoy seguro de que estará encantada de olvidarse de todo este asunto. -Ella permaneció sentada, sin molestarse en responder.
—Puede marcharse. Enhorabuena por sus resultados académicos y por la admisión en Harvard. Nos veremos en la graduación. —El doctor Aras la despidió con una inclinación de cabeza.
Julia recogió la mochila del suelo y se acercó a la puerta. Pero cuando estaba a punto de abrirla, se volvió. Qué curioso, pensó, que aquellos dos hombres armados sólo con grandes mentes y armarios llenos de chaquetas de tweed, tuvieran tanto poder sobre su corazón y su felicidad.
—No me arrepiento de mi relación con el profesor Tomlinson, aunque acabara mal. Ustedes dos fueron increíblemente despectivos y condescendientes conmigo a lo largo de todo el proceso. Entiendo la importancia de proteger a alguien que lo necesita, pero las únicas personas de las que yo hubiera necesitado protección era de ustedes dos.
Tras fulminarlos con la mirada, salió de la oficina.
Katherine le aseguró que el resultado final del proyecto era satisfactorio y que podía sentirse orgullosa de él. También le dijo que había hablado con Cecilia Marinelli, que aún estaba en Oxford, y que le había pedido que cuidara de ella el próximo otoño.
Por cierto, Paul sabía de una chica en Cambridge a la que le interesaba subarrendar su apartamento a Julia.
Ésta había empezado a leer los libros que Katherine le había sugerido para el seminario de la profesora Marinelli.
A finales de abril, recibió una carta de aspecto muy oficial del decanato. El doctor Aras solicitaba su presencia en la oficina en el plazo de una semana. Le aseguraba que el motivo de la reunión no tenía nada que ver con cuestiones disciplinarias y que el profesor Martin estaría presente.
Un lunes por la tarde, Julia cruzaba el campus muy nerviosa, abrazada a su mochila L. L. Bean. Su presencia la consolaba. Paul se había ofrecido a acompañarla, pero ella rechazó su oferta, argumentando que tenía que enfrentarse a aquello sola. Él entonces la había abrazado y le había dicho que la estaría esperando a la salida en su Starbucks favorito.
—Le agradezco que haya venido, señorita Mitchell. ¿Cómo ha ido el semestre? -Julia miró al doctor Aras, sorprendida.
—Ha sido... interesante. -Él asintió y se volvió para mirar al profesor Martin.
—Sé que este curso ha sido duro para usted. La he hecho venir para preguntarle si ha tenido algún otro problema desde el día de la vista. -Julia miró alternativamente a un hombre y a otro, examinándolos.
—¿Qué tipo de problemas?
—El doctor Aras se preguntaba si el profesor Tomlinson la había vuelto a molestar en algún momento. ¿Se ha puesto en contacto con usted por teléfono o por correo electrónico? ¿Le ha propuesto que se vieran en privado? -Aunque el profesor Martin parecía amistoso, algo en su tono de voz despertó las sospechas de Julia.
—¿Y para qué quieren saberlo? Consiguieron lo que querían. Se marchó de la ciudad. -La expresión del doctor Aras se endureció.
—No tengo ningún interés en reabrir el caso, señorita Mitchell. Ésta es una reunión de cortesía, un intento de asegurarnos de que ha podido llevar a cabo sus estudios sin interferencias. Tratamos de averiguar si el profesor Tomlinson ha cumplido su palabra y se ha mantenido a distancia.
—Recibí un correo electrónico suyo poco después de la vista, diciéndome que no volviera a ponerme en contacto con él y que todo había terminado. ¿Era eso lo que querían oír? —preguntó, sin poder disimular su amargura. Con una mueca, el profesor Martin miró a su colega.
—Estoy seguro de que estará encantada de olvidarse de todo este asunto. -Ella permaneció sentada, sin molestarse en responder.
—Puede marcharse. Enhorabuena por sus resultados académicos y por la admisión en Harvard. Nos veremos en la graduación. —El doctor Aras la despidió con una inclinación de cabeza.
Julia recogió la mochila del suelo y se acercó a la puerta. Pero cuando estaba a punto de abrirla, se volvió. Qué curioso, pensó, que aquellos dos hombres armados sólo con grandes mentes y armarios llenos de chaquetas de tweed, tuvieran tanto poder sobre su corazón y su felicidad.
—No me arrepiento de mi relación con el profesor Tomlinson, aunque acabara mal. Ustedes dos fueron increíblemente despectivos y condescendientes conmigo a lo largo de todo el proceso. Entiendo la importancia de proteger a alguien que lo necesita, pero las únicas personas de las que yo hubiera necesitado protección era de ustedes dos.
Tras fulminarlos con la mirada, salió de la oficina.
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Holaaaaaaaaa seguilaaaaa. Subi más capitulosss,
Me encanta, es hermosa. Beso
Me encanta, es hermosa. Beso
Invitado
Invitado
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Esta situación es cada vez más desesperante. Necesito un reencuentro entre Julia y Louis, de verdad lo necesito. Por favor siguela pronto. No puedo más con esta incertidumbre,
Anna.
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
¡Así me gusta Julianne! ¡Di lo que te da la gana! Han hecho que el amor de tu vida se vaya a quién sabe donde, te mereces la oportunidad de insultar o gritar a cualquiera, incluso diría que tienes el derecho de darles una patada en el culo si te apeteciera. Por favor Karen sube cuanto antes el siugiente capítulo, yo ya no puedo esperar más para que estos dos locos enamorado se reencuentren.
¡Un beso!
¡Un beso!
Rachel116
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
.
Capítulo treinta y siete
Louis se quedó tanto tiempo en Asís que casi se convirtió en parte de la basílica. Cada día pasaba una hora sentado en la cripta de San Francisco, meditando. A veces, rezaba. A veces, sentía a Dios cercano; otras, parecía estar muy lejos. El deseo de estar con Julia nunca desaparecía, aunque se daba cuenta de que su relación había estado cargada de defectos desde el primer día. Había querido cambiar para ser digno de ella, cuando debería haber cambiado para dejar de ser un asno insufrible.
Un día, mientras comía en el restaurante del hotel, un compatriota americano entabló conversación con él. Se trataba de un médico de California que estaba de visita en Asís con su esposa y su hijo adolescente.
—Mañana nos vamos a Florencia —dijo el hombre de pelo cano—. Tenemos previsto pasar allí dos meses.
—¿Y qué van a hacer en la ciudad tanto tiempo? —preguntó Louis, mirándolo con curiosidad.
—Nos alojaremos con los franciscanos. Mi esposa es enfermera y trabajaremos como voluntarios en el hospital. Mi hijo ayudará a los sin techo. -Louis frunció el cejo.
—¿Van como voluntarios?
—Sí, queríamos hacer algo así los tres juntos, en familia. -El hombre lo miró como si acabara de ocurrírsele algo.—¿Quiere venir con nosotros? Los franciscanos siempre necesitan voluntarios.
—No —respondió él, pinchando un trozo de carne con decisión—. Yo no soy católico.
—Nosotros tampoco. Somos luteranos.
Louis lo miró con interés. Su conocimiento del luteranismo se limitaba a los escritos de Garrison Keillor (aunque nunca lo habría admitido en público).
—Queríamos echar una mano haciendo una buena obra —continuó el médico, con una sonrisa—. Quería que mi hijo ampliara sus horizontes más allá de unas vacaciones en la playa o de jugar a videojuegos.
—Gracias por la invitación, pero no puedo aceptarla. —Su respuesta fue tan firme, que el hombre cambió de tema.
Esa tarde, Louis miraba por la ventana de la habitación del hotel, pensando como siempre en Julia.
«Ella no se habría negado. Ella habría ido.»
Como siempre, fue consciente de la brecha que había entre su egoísmo y la generosidad de la joven. Una brecha que ni los meses pasados a su lado habían logrado llenar.
Dos semanas más tarde, Louis se encontraba frente al monumento a Dante en la Santa Croce. Finalmente, se había unido a la familia luterana en su viaje a Florencia y se había convertido en uno de los voluntarios más conflictivos de la comunidad franciscana. Se encargaba de servir comida a los pobres, pero horrorizado por la calidad de lo que les servían, encargó a un servicio de catering que les prepararan las comidas. Acompañó también a otros voluntarios que repartían artículos de limpieza y ropa limpia a gente sin hogar, pero se quedó tan afectado al ver las condiciones en que vivían, que encargó la construcción de un edificio de lavabos y duchas para los sin techo junto a la misión de los franciscanos.
En resumen, cuando Louis acabó de conocer todos los aspectos que abarcaba la labor de los franciscanos con los pobres, se propuso mejorarlo todo y se ofreció a pagar todas las reformas de su bolsillo. Luego visitó a varias ricas familias florentinas que conocía por su trabajo y les pidió que ayudaran económicamente a los monjes en su misión con los pobres. Esas donaciones les asegurarían fondos para los próximos años.
Mientras contemplaba el monumento dedicado a Dante, sintió una súbita afinidad con su poeta favorito. Dante había sido desterrado de Florencia. Y, aunque posteriormente la ciudad acabó perdonándolo y permitió que se erigiera un monumento funerario en su honor en la basílica, sus restos estaban enterrados en Rávena. Por un curioso giro del destino, ahora Louis sabía también lo que era ser expulsado de su trabajo, de su ciudad y de su hogar. Porque los brazos de Julianne siempre serían su hogar, aunque pasara el resto de su vida en el exilio.
Los monumentos funerarios que lo rodeaban le recordaban su propia mortalidad. Si tenía suerte, tendría una vida larga, pero mucha gente, como Grace, veía truncada su existencia bruscamente. Lo podía atropellar un coche, o tener cáncer, o un ataque al corazón. De pronto, su tiempo en la Tierra le pareció escaso y muy valioso.
Desde que se había marchado de Asís, había tratado de aliviar su culpabilidad haciendo buenas obras. Ofrecerse como voluntario había sido el primer paso en esa dirección. Pero sabía que si quería limpiar su conciencia tenía que arreglar las cosas con Paulina. Con ella aún estaba a tiempo, no como con Grace, o Maia, o con sus padres biológicos. ¿Y con Julianne? ¿Estaría a tiempo?
Louis se fijó en la escultura de una mujer desesperada que se inclinaba sobre lo que figuraba el ataúd de Dante.
Había aceptado su destierro, pero eso no significaba que hubiera dejado de escribirle cartas a Julia, cartas que nunca le había enviado.
Los cementerios desprenden una paz especial. Incluso los situados en el centro de grandes ciudades la poseen, un silencio sobrenatural que flota en el ambiente. Mientras paseaba por aquél, Louis no podía engañarse pensando que estaba en un parque. En los escasos árboles que salpicaban el paisaje no había pájaros. En la hierba, aunque verde y bien cuidada, no se veían corretear ardillas o algún conejo urbano que jugara con sus hermanos o buscara comida. Vio los ángeles de piedra a lo lejos. Sus esbeltas formas gemelas montaban guardia entre los demás monumentos. Eran de mármol, no de granito, y su piel era pálida y perfecta. Estaban de espaldas a él, con las alas extendidas. Le resultaba más fácil permanecer detrás del monumento y así no ver el nombre grabado en la piedra. Habría podido quedarse donde estaba, pero ésa hubiera sido la solución fácil y cobarde. Cerró los ojos y respiró hondo antes de rodear el monumento y detenerse frente a las letras.
Se sacó un pañuelo del bolsillo del pantalón. Si alguien lo hubiera visto, habría pensado que lo necesitaba para secarse las lágrimas, pero lo que hizo fue inclinarse sobre la lápida negra y limpiarla. El polvo salió con facilidad, pero el rosal había crecido demasiado y había empezado a tapar las letras. Tomó nota mental de que debía contratar a un jardinero para que lo podara.
Dejó unas flores frente a la lápida. Los labios se le movían como si rezara, pero no lo hacía. La tumba, por supuesto, estaba vacía.
Una lágrima o dos le nublaron la vista. Pronto les siguieron muchas más, hasta que tuvo la cara cubierta de ellas. No se molestó en secárselas mientras levantaba la vista hacia los ángeles, dos compasivas almas de mármol. Pidió perdón. Expresó la culpabilidad que sentía, una culpabilidad que sabía que lo acompañaría el resto de su vida. No pidió que lo liberaran del peso de la culpa, ya que le parecía consecuencia de sus actos. O, mejor dicho, consecuencia de lo que no había sido capaz de hacer para proteger a una madre y a su hija.
Sacó el iPhone del bolsillo y marcó un número guardado en la memoria.
—¿Hola?
—Paulina. Necesito verte.
Un día, mientras comía en el restaurante del hotel, un compatriota americano entabló conversación con él. Se trataba de un médico de California que estaba de visita en Asís con su esposa y su hijo adolescente.
—Mañana nos vamos a Florencia —dijo el hombre de pelo cano—. Tenemos previsto pasar allí dos meses.
—¿Y qué van a hacer en la ciudad tanto tiempo? —preguntó Louis, mirándolo con curiosidad.
—Nos alojaremos con los franciscanos. Mi esposa es enfermera y trabajaremos como voluntarios en el hospital. Mi hijo ayudará a los sin techo. -Louis frunció el cejo.
—¿Van como voluntarios?
—Sí, queríamos hacer algo así los tres juntos, en familia. -El hombre lo miró como si acabara de ocurrírsele algo.—¿Quiere venir con nosotros? Los franciscanos siempre necesitan voluntarios.
—No —respondió él, pinchando un trozo de carne con decisión—. Yo no soy católico.
—Nosotros tampoco. Somos luteranos.
Louis lo miró con interés. Su conocimiento del luteranismo se limitaba a los escritos de Garrison Keillor (aunque nunca lo habría admitido en público).
—Queríamos echar una mano haciendo una buena obra —continuó el médico, con una sonrisa—. Quería que mi hijo ampliara sus horizontes más allá de unas vacaciones en la playa o de jugar a videojuegos.
—Gracias por la invitación, pero no puedo aceptarla. —Su respuesta fue tan firme, que el hombre cambió de tema.
Esa tarde, Louis miraba por la ventana de la habitación del hotel, pensando como siempre en Julia.
«Ella no se habría negado. Ella habría ido.»
Como siempre, fue consciente de la brecha que había entre su egoísmo y la generosidad de la joven. Una brecha que ni los meses pasados a su lado habían logrado llenar.
Dos semanas más tarde, Louis se encontraba frente al monumento a Dante en la Santa Croce. Finalmente, se había unido a la familia luterana en su viaje a Florencia y se había convertido en uno de los voluntarios más conflictivos de la comunidad franciscana. Se encargaba de servir comida a los pobres, pero horrorizado por la calidad de lo que les servían, encargó a un servicio de catering que les prepararan las comidas. Acompañó también a otros voluntarios que repartían artículos de limpieza y ropa limpia a gente sin hogar, pero se quedó tan afectado al ver las condiciones en que vivían, que encargó la construcción de un edificio de lavabos y duchas para los sin techo junto a la misión de los franciscanos.
En resumen, cuando Louis acabó de conocer todos los aspectos que abarcaba la labor de los franciscanos con los pobres, se propuso mejorarlo todo y se ofreció a pagar todas las reformas de su bolsillo. Luego visitó a varias ricas familias florentinas que conocía por su trabajo y les pidió que ayudaran económicamente a los monjes en su misión con los pobres. Esas donaciones les asegurarían fondos para los próximos años.
Mientras contemplaba el monumento dedicado a Dante, sintió una súbita afinidad con su poeta favorito. Dante había sido desterrado de Florencia. Y, aunque posteriormente la ciudad acabó perdonándolo y permitió que se erigiera un monumento funerario en su honor en la basílica, sus restos estaban enterrados en Rávena. Por un curioso giro del destino, ahora Louis sabía también lo que era ser expulsado de su trabajo, de su ciudad y de su hogar. Porque los brazos de Julianne siempre serían su hogar, aunque pasara el resto de su vida en el exilio.
Los monumentos funerarios que lo rodeaban le recordaban su propia mortalidad. Si tenía suerte, tendría una vida larga, pero mucha gente, como Grace, veía truncada su existencia bruscamente. Lo podía atropellar un coche, o tener cáncer, o un ataque al corazón. De pronto, su tiempo en la Tierra le pareció escaso y muy valioso.
Desde que se había marchado de Asís, había tratado de aliviar su culpabilidad haciendo buenas obras. Ofrecerse como voluntario había sido el primer paso en esa dirección. Pero sabía que si quería limpiar su conciencia tenía que arreglar las cosas con Paulina. Con ella aún estaba a tiempo, no como con Grace, o Maia, o con sus padres biológicos. ¿Y con Julianne? ¿Estaría a tiempo?
Louis se fijó en la escultura de una mujer desesperada que se inclinaba sobre lo que figuraba el ataúd de Dante.
Había aceptado su destierro, pero eso no significaba que hubiera dejado de escribirle cartas a Julia, cartas que nunca le había enviado.
Los cementerios desprenden una paz especial. Incluso los situados en el centro de grandes ciudades la poseen, un silencio sobrenatural que flota en el ambiente. Mientras paseaba por aquél, Louis no podía engañarse pensando que estaba en un parque. En los escasos árboles que salpicaban el paisaje no había pájaros. En la hierba, aunque verde y bien cuidada, no se veían corretear ardillas o algún conejo urbano que jugara con sus hermanos o buscara comida. Vio los ángeles de piedra a lo lejos. Sus esbeltas formas gemelas montaban guardia entre los demás monumentos. Eran de mármol, no de granito, y su piel era pálida y perfecta. Estaban de espaldas a él, con las alas extendidas. Le resultaba más fácil permanecer detrás del monumento y así no ver el nombre grabado en la piedra. Habría podido quedarse donde estaba, pero ésa hubiera sido la solución fácil y cobarde. Cerró los ojos y respiró hondo antes de rodear el monumento y detenerse frente a las letras.
Se sacó un pañuelo del bolsillo del pantalón. Si alguien lo hubiera visto, habría pensado que lo necesitaba para secarse las lágrimas, pero lo que hizo fue inclinarse sobre la lápida negra y limpiarla. El polvo salió con facilidad, pero el rosal había crecido demasiado y había empezado a tapar las letras. Tomó nota mental de que debía contratar a un jardinero para que lo podara.
Dejó unas flores frente a la lápida. Los labios se le movían como si rezara, pero no lo hacía. La tumba, por supuesto, estaba vacía.
Una lágrima o dos le nublaron la vista. Pronto les siguieron muchas más, hasta que tuvo la cara cubierta de ellas. No se molestó en secárselas mientras levantaba la vista hacia los ángeles, dos compasivas almas de mármol. Pidió perdón. Expresó la culpabilidad que sentía, una culpabilidad que sabía que lo acompañaría el resto de su vida. No pidió que lo liberaran del peso de la culpa, ya que le parecía consecuencia de sus actos. O, mejor dicho, consecuencia de lo que no había sido capaz de hacer para proteger a una madre y a su hija.
Sacó el iPhone del bolsillo y marcó un número guardado en la memoria.
—¿Hola?
—Paulina. Necesito verte.
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Ay mi niño, ahora tengo muchas ganas de llorar. ¿Por qué no se da cuenta de que lo único que necesita es tener a Julia a su lado? ella lo ayudaría a encontrar el camino correcto.
Me parece que hablar con Paulina para solucionar las cosas es una gran paso y espero que ella no haga nada para separar a Julia y a Louis más de lo que ya lo están. Lo siguiente que debe hacer es coger un avión y buscar a su amada Beatriz. Debe solucionar las cosas con Julia de una vez por todas antes de que mi pequeño corazoncito sufra un ataque.
Siguela pronto ¿sí? por favor. de verdad que lo necesito. Cada vez se me hace más eterna la espera para leer un nuevo capítulo.
Besos y cuídate :)
Me parece que hablar con Paulina para solucionar las cosas es una gran paso y espero que ella no haga nada para separar a Julia y a Louis más de lo que ya lo están. Lo siguiente que debe hacer es coger un avión y buscar a su amada Beatriz. Debe solucionar las cosas con Julia de una vez por todas antes de que mi pequeño corazoncito sufra un ataque.
Siguela pronto ¿sí? por favor. de verdad que lo necesito. Cada vez se me hace más eterna la espera para leer un nuevo capítulo.
Besos y cuídate :)
Anna.
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
No, no, no, no, no, no, no y ¡¡¡¡¡no!!!! Esto no puede ser verdad, no ha podido llamar a esa asquerosa, no, a esa no, por favor, llama a la profesora dolor si quieres pero a Paulina no, ¡A PAULINA NO POR EL AMOR DE DIOS!
Karen no puedes hacerme esto, por favor, por favor, te lo ruego, sube cuanto antes el siguiente capítulo, ¡por favor!
¡Un beso!
Karen no puedes hacerme esto, por favor, por favor, te lo ruego, sube cuanto antes el siguiente capítulo, ¡por favor!
¡Un beso!
Rachel116
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Serenity escribió:Holaaaaaaaaa seguilaaaaa. Subi más capitulosss,
Me encanta, es hermosa. Beso
Ya subo maaassssss
Besoooss
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Anna. escribió:Esta situación es cada vez más desesperante. Necesito un reencuentro entre Julia y Louis, de verdad lo necesito. Por favor siguela pronto. No puedo más con esta incertidumbre,
Pronto, o tal vez no :((
Ya la sigooooo
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Rachel116 escribió:¡Así me gusta Julianne! ¡Di lo que te da la gana! Han hecho que el amor de tu vida se vaya a quién sabe donde, te mereces la oportunidad de insultar o gritar a cualquiera, incluso diría que tienes el derecho de darles una patada en el culo si te apeteciera. Por favor Karen sube cuanto antes el siugiente capítulo, yo ya no puedo esperar más para que estos dos locos enamorado se reencuentren.
¡Un beso!
Ya la siigoooooooo
BESOSS!
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Anna. escribió:Ay mi niño, ahora tengo muchas ganas de llorar. ¿Por qué no se da cuenta de que lo único que necesita es tener a Julia a su lado? ella lo ayudaría a encontrar el camino correcto.
Me parece que hablar con Paulina para solucionar las cosas es una gran paso y espero que ella no haga nada para separar a Julia y a Louis más de lo que ya lo están. Lo siguiente que debe hacer es coger un avión y buscar a su amada Beatriz. Debe solucionar las cosas con Julia de una vez por todas antes de que mi pequeño corazoncito sufra un ataque.
Siguela pronto ¿sí? por favor. de verdad que lo necesito. Cada vez se me hace más eterna la espera para leer un nuevo capítulo.
Besos y cuídate :)
No se por que no se da cuenta :/
Ya la sigoooooooo
Y mira que soy buena hoy ¡capítulo doble! Wiiiiii
Besitos
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Rachel116 escribió:No, no, no, no, no, no, no y ¡¡¡¡¡no!!!! Esto no puede ser verdad, no ha podido llamar a esa asquerosa, no, a esa no, por favor, llama a la profesora dolor si quieres pero a Paulina no, ¡A PAULINA NO POR EL AMOR DE DIOS!
Karen no puedes hacerme esto, por favor, por favor, te lo ruego, sube cuanto antes el siguiente capítulo, ¡por favor!
¡Un beso!
Tranuqilaaaaaa!
Ya subooo y hoy son DOS CAPITLOS
BESOOOSSSS,
karencita__mb
MARATÓN 1/2
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Capítulo treinta y ocho
El padre de Julia insistió en asistir a la graduación y se negó a permitir que Paul la ayudara con la mudanza a Cambridge en su lugar. Pagó el depósito y el alquiler de la habitación de Julia y voló a Toronto para asistir a la graduación de su única hija el 11 de junio. Con un sencillo vestido negro y unos bonitos zapatos, Julia dejó a Paul y a su padre en los escalones del salón de actos y ocupó su lugar en la cola, con los demás estudiantes graduados.
A Tom le gustó Paul. Le gustó mucho.
Era un chico directo y sincero, que estrechaba la mano con fuerza. Cuando hablaba con él, lo miraba a los ojos. Paul se ofreció a ayudar con la mudanza, cediéndoles una habitación en su granja de Burlington. Cuando Tom le dijo que podían hacerlo solos, él insistió.
Durante la cena con Julia, la noche antes de la graduación, Tom había dejado caer alguna insinuación sobre Paul, pero ella había fingido no entender a qué se refería.
Mientras los estudiantes entraban en fila en el salón, Julia no pudo evitar recorrer la sala con la vista, buscando a Louis. Con tanta gente, habría sido casi imposible verlo aunque hubiera ido. Sin embargo, al localizar el espacio reservado para el departamento, distinguió fácilmente a Katherine Picton, vestida con su toga de Oxford. Si los profesores estaban colocados alfabéticamente, como parecía, Julia pensó entonces que no le habría costado localizar a Louis, ataviado con su toga carmesí de Harvard. Pero él no estaba allí.
Cuando alguien pronunció el nombre de Julia, Katherine subió al estrado, con lentitud pero con seguridad, y le puso la toga de magister antes de estrecharle la mano formalmente. Tras desearle mucha suerte en Harvard, le entregó el diploma.
Esa noche, después de ir a cenar a un asador con Paul y su padre para celebrarlo, Julia vio que tenía un mensaje de Rachel en el buzón de voz.
A Tom le gustó Paul. Le gustó mucho.
Era un chico directo y sincero, que estrechaba la mano con fuerza. Cuando hablaba con él, lo miraba a los ojos. Paul se ofreció a ayudar con la mudanza, cediéndoles una habitación en su granja de Burlington. Cuando Tom le dijo que podían hacerlo solos, él insistió.
Durante la cena con Julia, la noche antes de la graduación, Tom había dejado caer alguna insinuación sobre Paul, pero ella había fingido no entender a qué se refería.
Mientras los estudiantes entraban en fila en el salón, Julia no pudo evitar recorrer la sala con la vista, buscando a Louis. Con tanta gente, habría sido casi imposible verlo aunque hubiera ido. Sin embargo, al localizar el espacio reservado para el departamento, distinguió fácilmente a Katherine Picton, vestida con su toga de Oxford. Si los profesores estaban colocados alfabéticamente, como parecía, Julia pensó entonces que no le habría costado localizar a Louis, ataviado con su toga carmesí de Harvard. Pero él no estaba allí.
Cuando alguien pronunció el nombre de Julia, Katherine subió al estrado, con lentitud pero con seguridad, y le puso la toga de magister antes de estrecharle la mano formalmente. Tras desearle mucha suerte en Harvard, le entregó el diploma.
Esa noche, después de ir a cenar a un asador con Paul y su padre para celebrarlo, Julia vio que tenía un mensaje de Rachel en el buzón de voz.
«¡Felicidades, Julia! Todos te mandamos recuerdos. Tenemos regalos para ti. Gracias por darme tu nueva dirección en Cambridge. Cuando estés instalada, te lo enviaré todo por correo. También el vestido de dama de honor.
Papá te ha sacado billete de Boston a Filadelfia para el veintiuno de agosto. Espero que te vaya bien. Él quería pagarlo y como sabía que querías venir con tiempo...
Seguimos sin tener noticias de Louis. Espero que haya ido a la graduación, pero, si no, espero que durante la boda puedan aclarar las cosas. Espero que venga a mi boda. Se supone que tiene que ser uno de los padrinos, ¡y ni siquiera tengo sus medidas para encargarle el esmoquin!»
karencita__mb
MARATÓN 2/2
.
Capítulo treinta y nueve
Cierto especialista en Dante de ojos azules leía Miércoles de ceniza, el poema de T. S. Eliot, antes de rezar sus oraciones vespertinas. Estaba solo, pero al mismo tiempo no lo estaba.
Mirando la fotografía que tenía en la mesilla de noche, pensó en su graduación. Qué bonita y orgullosa debía de estar con su toga de graduada. Suspirando, cerró el libro de poesía y apagó la luz.
En la oscuridad de su vieja habitación, en la antigua casa de sus padres adoptivos, pensó en las semanas pasadas. Después de Italia, había viajado a Boston y luego a Minnesota. Les había prometido a los hermanos franciscanos que volvería, porque éstos —que eran unos hombres sabios— le habían dicho que valoraban más su presencia que sus aportaciones económicas. Con ese agradable pensamiento en mente, cerró los ojos.
—Louis, es hora de levantarse. -Gruñó y se dio la vuelta, esperando que la voz lo dejara tranquilo. Dormir le daba paz. Lo necesitaba. —Vamos, sé que estás despierto. —La voz se echó a reír suavemente y sintió que la cama se hundía a la altura de sus caderas. Al abrir los ojos, vio a Grace, su madre adoptiva, sentada a su lado.
—¿Ya es hora de ir al colegio? —preguntó él, frotándose los ojos. Ella se echó a reír una vez más. El sonido era ligero, parecido a música.
—Ya eres un poco mayorcito para ir al colegio. Como alumno al menos. -Louis miró a su alrededor, confuso, y se sentó de golpe. Grace le sonrió con calidez y le tendió la mano. Louis disfrutó de la sensación de su mano suave antes de apretársela. —¿Qué pasa? —Ella lo miró con amabilidad, pero al mismo con curiosidad, mientras él le sostenía la mano entre las suyas.
—No pude despedirme. No pude decirte... —se interrumpió y respiró hondo— que te quiero.
—Una madre sabe estas cosas, Louis. Siempre lo he sabido. -Él sintió una gran emoción cuando la abrazó.
—No sabía que estabas enferma. Rachel me dijo que estabas mejor. Debí haber estado a tu lado. -Grace le dio unas palmaditas en la espalda.
—Quiero que dejes de culparte por todo. Tomaste la decisión más adecuada con la información de la que disponías en ese momento. Nadie espera que seas omnisciente. Ni perfecto. -Se apartó un poco para verle la cara. —No deberías exigírtelo. Quiero a todos mis hijos, pero tú fuiste el regalo que Dios me envió. Siempre has sido especial. -Madre e hijo vivieron un momento de comunión silenciosa. Luego, ella se levantó, alisándose el vestido. —Hay alguien a quien me gustaría que conocieras.
Louis se secó los ojos, se destapó y se levantó. Llevaba unos pantalones de pijama de franela, pero iba desnudo de cintura para arriba. Mientras trataba de peinarse con los dedos, Grace hizo entrar a una joven a la habitación. Louis se la quedó mirando. Se notaba que era una mujer joven, aunque parecía no tener edad. Era alta y esbelta, de pelo largo y rubio, y piel muy blanca. Sus ojos le resultaban familiares. Eran unos preciosos ojos azules como los zafiros y le sonreían con amabilidad, igual que sus labios rosados. Louis miró a Grace con la cabeza ladeada.
—Los dejaré solos para que puedan hablar —dijo ésta, antes de desaparecer.
—Soy Louis —se presentó él, tendiéndole la mano educadamente. Ella se la estrechó, sonriendo feliz.
—Lo sé. -Su voz era suave y muy dulce. A él le recordó a una campanilla.
—¿Y tú eres?
—Quería conocerte. Grace me contó cómo eras de niño y me dijo que eres profesor. A mí también me gusta Dante. Es muy divertido. -Louis asintió, sin comprender. La joven le dirigió una mirada melancólica.
—¿Podrías hablarme de ella?
—¿De quién?
—De Paulina. -Él se puso tenso y la miró con desconfianza.
—¿Por qué?
—Porque no la conozco. -Louis se frotó los ojos con el dorso de la mano.
—Ha ido a ver a su familia a Minnesota, para tratar de hacer las paces con ellos.
—Lo sé. Se siente feliz.
—Entonces, ¿por qué me preguntas a mí?
—Quiero saber cómo es. -Él reflexionó un momento antes de empezar a hablar.
—Es atractiva e inteligente. También muy tozuda. Habla varios idiomas y cocina muy bien. —Se echó a reír antes de continuar—. Pero no tiene talento para la música. No es capaz de afinar ni una sola nota.
—Eso he oído. —La joven lo miró con curiosidad—. ¿La querías? -Él apartó la vista.
—Creo que la quiero ahora, a mi manera. Cuando nos conocimos, en Oxford, éramos amigos. -La joven asintió y se volvió un momento hacia el pasillo, como si alguien la hubiera llamado.
—Me alegro de haberte conocido. Antes era imposible, pero nos volveremos a ver. —Y, con una sonrisa, se volvió para marcharse. Louis la siguió.
—¿Cómo has dicho que te llamas? -Ella lo miró expectante.
—¿No me reconoces?
—No, lo siento. Aunque tus ojos me resultan muy familiares. -La joven se echó a reír y él sonrió, porque su risa era contagiosa.
—¿Cómo no te van a resultar familiares? Son tus ojos. -La sonrisa se borró de la cara de Louis. —¿Aún no me reconoces? -Él negó con la cabeza. —Soy Maia.
Se quedó paralizado e, instantes después, su cara mostró todo un abanico de emociones, como nubes flotando en el cielo en un día de verano. Ella se inclinó hacia el tatuaje que tenía en el pecho y le dijo con un susurro cómplice:
—No tenías por qué hacer eso. Sé que me querías. Soy feliz aquí. Todo está lleno de luz, amor y esperanza. Y todo es precioso. -Poniéndose de puntillas, le dio un beso en la mejilla antes de desaparecer en el pasillo.
Mirando la fotografía que tenía en la mesilla de noche, pensó en su graduación. Qué bonita y orgullosa debía de estar con su toga de graduada. Suspirando, cerró el libro de poesía y apagó la luz.
En la oscuridad de su vieja habitación, en la antigua casa de sus padres adoptivos, pensó en las semanas pasadas. Después de Italia, había viajado a Boston y luego a Minnesota. Les había prometido a los hermanos franciscanos que volvería, porque éstos —que eran unos hombres sabios— le habían dicho que valoraban más su presencia que sus aportaciones económicas. Con ese agradable pensamiento en mente, cerró los ojos.
—Louis, es hora de levantarse. -Gruñó y se dio la vuelta, esperando que la voz lo dejara tranquilo. Dormir le daba paz. Lo necesitaba. —Vamos, sé que estás despierto. —La voz se echó a reír suavemente y sintió que la cama se hundía a la altura de sus caderas. Al abrir los ojos, vio a Grace, su madre adoptiva, sentada a su lado.
—¿Ya es hora de ir al colegio? —preguntó él, frotándose los ojos. Ella se echó a reír una vez más. El sonido era ligero, parecido a música.
—Ya eres un poco mayorcito para ir al colegio. Como alumno al menos. -Louis miró a su alrededor, confuso, y se sentó de golpe. Grace le sonrió con calidez y le tendió la mano. Louis disfrutó de la sensación de su mano suave antes de apretársela. —¿Qué pasa? —Ella lo miró con amabilidad, pero al mismo con curiosidad, mientras él le sostenía la mano entre las suyas.
—No pude despedirme. No pude decirte... —se interrumpió y respiró hondo— que te quiero.
—Una madre sabe estas cosas, Louis. Siempre lo he sabido. -Él sintió una gran emoción cuando la abrazó.
—No sabía que estabas enferma. Rachel me dijo que estabas mejor. Debí haber estado a tu lado. -Grace le dio unas palmaditas en la espalda.
—Quiero que dejes de culparte por todo. Tomaste la decisión más adecuada con la información de la que disponías en ese momento. Nadie espera que seas omnisciente. Ni perfecto. -Se apartó un poco para verle la cara. —No deberías exigírtelo. Quiero a todos mis hijos, pero tú fuiste el regalo que Dios me envió. Siempre has sido especial. -Madre e hijo vivieron un momento de comunión silenciosa. Luego, ella se levantó, alisándose el vestido. —Hay alguien a quien me gustaría que conocieras.
Louis se secó los ojos, se destapó y se levantó. Llevaba unos pantalones de pijama de franela, pero iba desnudo de cintura para arriba. Mientras trataba de peinarse con los dedos, Grace hizo entrar a una joven a la habitación. Louis se la quedó mirando. Se notaba que era una mujer joven, aunque parecía no tener edad. Era alta y esbelta, de pelo largo y rubio, y piel muy blanca. Sus ojos le resultaban familiares. Eran unos preciosos ojos azules como los zafiros y le sonreían con amabilidad, igual que sus labios rosados. Louis miró a Grace con la cabeza ladeada.
—Los dejaré solos para que puedan hablar —dijo ésta, antes de desaparecer.
—Soy Louis —se presentó él, tendiéndole la mano educadamente. Ella se la estrechó, sonriendo feliz.
—Lo sé. -Su voz era suave y muy dulce. A él le recordó a una campanilla.
—¿Y tú eres?
—Quería conocerte. Grace me contó cómo eras de niño y me dijo que eres profesor. A mí también me gusta Dante. Es muy divertido. -Louis asintió, sin comprender. La joven le dirigió una mirada melancólica.
—¿Podrías hablarme de ella?
—¿De quién?
—De Paulina. -Él se puso tenso y la miró con desconfianza.
—¿Por qué?
—Porque no la conozco. -Louis se frotó los ojos con el dorso de la mano.
—Ha ido a ver a su familia a Minnesota, para tratar de hacer las paces con ellos.
—Lo sé. Se siente feliz.
—Entonces, ¿por qué me preguntas a mí?
—Quiero saber cómo es. -Él reflexionó un momento antes de empezar a hablar.
—Es atractiva e inteligente. También muy tozuda. Habla varios idiomas y cocina muy bien. —Se echó a reír antes de continuar—. Pero no tiene talento para la música. No es capaz de afinar ni una sola nota.
—Eso he oído. —La joven lo miró con curiosidad—. ¿La querías? -Él apartó la vista.
—Creo que la quiero ahora, a mi manera. Cuando nos conocimos, en Oxford, éramos amigos. -La joven asintió y se volvió un momento hacia el pasillo, como si alguien la hubiera llamado.
—Me alegro de haberte conocido. Antes era imposible, pero nos volveremos a ver. —Y, con una sonrisa, se volvió para marcharse. Louis la siguió.
—¿Cómo has dicho que te llamas? -Ella lo miró expectante.
—¿No me reconoces?
—No, lo siento. Aunque tus ojos me resultan muy familiares. -La joven se echó a reír y él sonrió, porque su risa era contagiosa.
—¿Cómo no te van a resultar familiares? Son tus ojos. -La sonrisa se borró de la cara de Louis. —¿Aún no me reconoces? -Él negó con la cabeza. —Soy Maia.
Se quedó paralizado e, instantes después, su cara mostró todo un abanico de emociones, como nubes flotando en el cielo en un día de verano. Ella se inclinó hacia el tatuaje que tenía en el pecho y le dijo con un susurro cómplice:
—No tenías por qué hacer eso. Sé que me querías. Soy feliz aquí. Todo está lleno de luz, amor y esperanza. Y todo es precioso. -Poniéndose de puntillas, le dio un beso en la mejilla antes de desaparecer en el pasillo.
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
AY JOLIIIIN ESTOY LLORANDO COMO UNA MAGDALENA. POR FAVOR ES GRACE Y MAIA HAN IDO A VERLO Y Y Y.... AY DIOS. OJALÁ LO HAGAN ENTRAR EN RAZÓN Y LOUIS VAYA A BUSCAR A JULIA PORQUE DE VERDAD NO ENTIENDO CÓMO PUDO HABER FALTADO A SU GRADUACIÓN.
ESTA SITUACIÓN ES TAN DESESPERANTE. QUIERO QUE LOUIS Y JULIA VUELVAN A ESTAR JUNTOS.
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA POR FAVOOOOOOOOOOOOOOOOR
ESTA SITUACIÓN ES TAN DESESPERANTE. QUIERO QUE LOUIS Y JULIA VUELVAN A ESTAR JUNTOS.
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA POR FAVOOOOOOOOOOOOOOOOR
Anna.
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