the book of our story.

Estampé el pesado libro, que contenía alrededor de cuatrocientas páginas, contra su escritorio. James, quien permanecía sentado detrás de éste, me miró con asombro.

—¿PERO QUÉ RAYOS TE SUCEDE? —se quitó las gafas, enfadado.
—Pasa que para ti soy una loca problemática, con trastornos de personalidad y actitud agresiva. —mis ojos se aguaron, me había descrito tal y como era.
—Y pues, fíjate, casi partes mi escritorio en dos con mi propio libro. —volvió a colocarse los anteojos, con aires de superioridad.
—Puedo demandarte por esta basura, ¿sabes? —amenacé.
—Hazlo, atrévete, sé que no lo harás. Eres una cobarde. —sonrió de manera vengativa.

Desvié la mirada de la suya, puesto que no entendía como la persona que más amé en este mundo se había transformado en una cosa tan cruel y rencorosa. Después de aquello que alguna vez reconocimos como "amor verdadero", dolía demasiado haber dado todo para obtener este repugnante resultado.

—¿Quién eres? —pregunté luego de derramar algunas lágrimas, él no contestó— ¿Puedes decirme dónde yace el alma de ese hombre del cual me enamoré? —«Un año atrás, palabras así jamás hubieran salido de mi boca», pensé.

—La destruiste. —pronunció, con la vista fija en el suelo.
—Oh dios mío, ¡¿por qué yo no influí en ti, como tú influiste en mi?!
—Quiero que te vayas. —musitó, casi inaudible, luego de unos minutos en silencio.

Seguía examinándolo en mi cabeza, y mis lágrimas no dejaban de caer. El resentimiento se reflejaba en sus ojos, tornándolos de un color verde opaco que disfrazaba esos de color verde radiante que transmitían confianza y ternura, esos que alguna vez me observaron con amor, y me envolvían, seduciéndome y brindándome sentimientos únicos.

—No te dejé porque no te amara, ni porque quisiera verte sufrir, tu carrera siempre estuvo primero.
—Sólo eres una chiquilla insegura, incapaz de hacer algo sola. —trató de camuflar su dolor, en vano.
—Ojalá algún día reconozcas todo lo que hice por nosotros —pausé— Por ti.

James fue mi profesor en mi último año de secundaria. Mis sentimientos hacia él se hicieron presentes desde el primer momento, mas lo nuestro era arriesgado e ilegal. Desarrolló trastornos bipolares agudos, tenía un carácter bastante jodido y no había quien lo soportase.

—¿Aún me amas? —ahogó un sollozo. Además era ciclotímico, lo recordaba muy bien.

Había esperado tanto tiempo que volviera por mí, haciéndome esa misma pregunta, para seguir con nuestro arriesgado romance. Pero ya era demasiado tarde, pasado pisado.

—No, pero nunca dejaré de quererte. —respondí con dificultad— Te esperé durante un dos interminables años, tenía que seguir con mi vida.
—Recuerda quien dejó a quién. —pausó— ¡Rayos, Emma, siempre eres tú la víctima!
—¿Acaso nunca entenderás qué lo nuestro era ilegal? ¿Qué yo podía joder toda tu puta carrera? —y allí estábamos las mismas personas de hace dos años atrás, la inocente y el terco.
—¡Toda mi carrera podía joderse por ti, Emm! Yo hubiera dejado mi vida por ti... —sus ojos rojos atravesaron los míos— y hoy... hoy también lo haría.
—No me hagas esto, Jay, por favor.
—Pues vete —pronunció en tono masoquista, sádico— Me enteré que te casarás, y deseó que seas muy feliz.

Mi cabeza trataba de registrar todo lo que acababa de suceder, mis piernas comenzaban a andar sin mi consentimiento. Lágrimas se deslizaban rápidamente por mis rojas mejillas, mientras trotaba lo más velozmente posible, alejándome de aquel ser humano que había significado todo para mi.

El cantinero sirvió mi segundo vaso de cerveza helada. Me hallaba nuevamente ahogando penas en alcohol, todo mi esfuerzo tirado a la basura.
Mi mente se encontraba lejos de aquel lugar, analizando todo lo que ese maldito libro decía; nuestra historia, problemas, aventuras, momentos, amor. Me describió con exactitud, sí que lo hizo, pero no era necesario ser tan cruel. Luego de dos largos años aparecía con ésto, ¿lo hacía a propósito?

bazofia: