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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Sasa oh my god muchas gracias no lo puedo creer de verdad te amo
a que de como la bf de la rayis oh god y con horan es lo mas que hubiera podido pedir Gracias!!!!
Espero que la sigas pronto..
Besos Jess xx
a que de como la bf de la rayis oh god y con horan es lo mas que hubiera podido pedir Gracias!!!!
Espero que la sigas pronto..
Besos Jess xx
Jessica.
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Capitulo 7
La mañana siguiente me vestí con el uniforme de las seleccionadas: pantalones negros, camisa blanca y la flor de mi provincia —un lirio— en el pelo. Los zapatos los pude escoger. Me decanté por unos rojos bajos desgastados. Pensé que más valía dejar claro desde el principio que no tenía madera de princesa.
Estábamos ya a punto para salir en dirección a la plaza. Cada una de las seleccionadas iba a tener una ceremonia de despedida en su provincia de origen, y a mí la mía no me hacía ninguna ilusión. Toda aquella gente allí mirándome, y yo de pie como una tonta. La escena en conjunto era ridícula, ya que tenía que recorrer los tres kilómetros de trayecto en coche, por motivos de seguridad.
El día fue incómodo desde el principio. Meg vino con Liam (Hemsworth) para despedirme, lo cual fue todo un detalle, teniendo en cuenta que estaba embarazada y cansada. Kota también vino, aunque su presencia no hizo más que añadir tensión. En el camino de casa hasta el coche que nos habían dejado, Kota fue con mucho el más lento, de modo que los fotógrafos y curiosos pudieran verle bien. Papá se limitó a menear la cabeza, y en el coche nadie dijo nada.
May era mi único consuelo. Me cogió de la mano e intentó transmitirme parte de su entusiasmo. Cuando llegamos a la atestada plaza aún íbamos de la mano. Daba la impresión de que toda la provincia de Carolina había acudido a despedirme. O a ver qué tenía yo de especial. Desde la tarima en la que me encontraba, vi la masa de gente que me observaba.
Allí de pie pude comprobar las diferencias entre las castas. Margareta Stines era una Tres, y ella y sus padres me perforaron con la mirada. Tenile Digger era una Siete, y me lanzaba besos. La gente de las castas superiores me miraba como si les hubiera robado algo que les perteneciera. Las Cuatros y la gente de castas inferiores me animaban, veían en mí a una chica del montón que había triunfado. Me di cuenta de lo que significaba para aquellas personas, como si representara algo para cada una de ellas.
Intenté concentrarme en aquellas caras, levantando la cabeza. Estaba decidida a hacerlo bien. Sería la mejor de mi grupo: la heroína de la plebe. Aquello me dio una razón de ser. _____ Singer: la campeona de las castas bajas.
El alcalde hizo un discurso lleno de florituras:
—¡… y Carolina animará a la bella hija de Magda y de Shalom Singer, Lady _____ Singer!
La multitud aplaudió y me vitoreó. Algunos lanzaron flores.
Registré aquel sonido por un momento, sonriendo y saludando con la mano, y luego volví a escrutar a la multitud, pero esta vez con un objetivo diferente.
Quería ver su rostro una vez más si podía. No sabía si habría venido. El día anterior me había dicho que estaba preciosa, pero se había mostrado aún más distante y reservado que en la casa del árbol. Habíamos acabado, y lo sabía. Pero no puedes amar a una persona casi dos años y luego olvidarlo de la noche a la mañana.
Tuve que pasear la vista varias veces por entre la gente, pero por fin lo encontré, y de inmediato deseé no haberlo hecho. Aspen estaba allí de pie, con Brenna Butler delante de él, agarrándola por la cintura desenfadadamente y sonriendo.
Quizá sí había gente que podía olvidar de la noche a la mañana.
Brenna era una Seis y debía de tener mi edad. Era bastante guapa, supongo, aunque no se parecía en nada a mí. Tal vez ella se quedara con la boda y la vida que antes iba a ser para mí. Y, al parecer, a Aspen la posibilidad de ser reclutado no le importaba ya tanto. Ella le sonrió y luego fue a reunirse con su familia.
¿Acaso ya le gustaba Brenna desde antes? A lo mejor se veían cada día, mientras que yo solo le daba de comer y le cubría de besos una vez por semana. Tal vez todo el resto del tiempo del que no me hablaba durante nuestras conversaciones furtivas no se correspondía simplemente con largas horas de tediosos inventarios.
Estaba demasiado furiosa como para llorar.
Además, tenía admiradores que reclamaban mi atención. Y Aspen ni siquiera se había dado cuenta de que lo había visto. Me volqué con aquellos rostros entregados. Volví a lucir mi mejor sonrisa y me puse a saludar. No le iba a dar a Aspen la satisfacción de romperme el corazón una vez más. Estaba allí por su culpa, e iba a aprovecharlo.
—¡Damas y caballeros, despidamos como se merece a _____ Singer, nuestra hija de Illéa predilecta! —jaleó el alcalde.
Detrás de mí, una pequeña banda tocó el himno nacional.
Más vítores, más flores. De pronto me encontré al alcalde hablándome al oído.
—¿Querrías decir algo, querida?
No sabía cómo decir que no sin parecer maleducada.
—Gracias, pero estoy tan impresionada que no creo que pueda.
—Por supuesto, pequeña —dijo él, cogiéndome las manos entre las suyas—. No te preocupes. Yo me ocuparé de todo. Ya te prepararán para estas cosas en palacio. Lo necesitarás.
Entonces el alcalde procedió a ensalzar mis virtudes ante la audiencia, mencionando solapadamente que era muy inteligente y atractiva, para ser una Cinco. No parecía un mal tipo, pero a veces hasta los miembros más agradables de las castas superiores se mostraban condescendientes.
Al pasar la vista por la multitud, una vez más vi el rostro de Aspen. Parecía que lo estaba pasando mal. Su expresión era el extremo opuesto a la que le había visto cuando estaba con Brenna, unos minutos antes. ¿Otro jueguecito? Aparté la mirada.
El alcalde acabó su discurso. Sonreí y todo el mundo aplaudió, como si aquel hombre hubiera soltado un discurso legendario.
Y de pronto llegó el momento de decir adiós. Mitsy, mi asistente personal, me indicó que me despidiera con calma pero sin extenderme, y que luego ella me acompañaría hasta el coche que me conduciría al aeropuerto.
Kota me abrazó y me dijo que estaba orgulloso de mí. Luego, con menos sutilidad, me pidió que le hablara de sus creaciones al príncipe Harry. Me libré de su abrazo con la máxima elegancia posible.
Meg estaba llorando.
—Apenas te veo ya. ¿Qué voy a hacer cuando no estés?
—No te preocupes. Volveré pronto.
—¡Sí, ya! Eres la chica más guapa de toda Illéa. ¡Se enamorará de ti!
¿Por qué todo el mundo pensaba que todo dependía de la belleza? A lo mejor era así. Tal vez el príncipe Harry no necesitaba una esposa con la que hablar, sino solo una que fuera guapa. Me estremecí, considerando la posibilidad de que mi futuro se redujera a eso. Pero había un montón de chicas mucho más guapas que yo en la Selección.
Resultó difícil abrazar a Meg con aquella barriga, pero lo conseguimos. Liam (Hemsworth), al que en realidad tampoco conocía tanto, también me abrazó. Entonces llegó Gerad.
—Sé bueno, ¿de acuerdo? Prueba con el piano. Estoy segura de que se te dará de fábula. Quiero oírte cuando vuelva, ¿vale?
Gerad se limitó a asentir, de pronto embargado por la tristeza, y se lanzó hacia mí abriendo sus pequeños bracitos.
—Te quiero, _____.
—Yo también te quiero. No estés triste. Volveré pronto.
Él volvió a asentir, pero se cruzó de brazos e hizo morritos. No tenía ni idea de que se lo fuese a tomar así. Era justo lo contrario que May, que estaba dando saltitos, de puntillas, emocionadísima.
—¡Oh, _____, vas a ser la princesa! ¡Lo sé!
—¡Venga ya! Preferiría ser una Ocho y quedarme con vosotros. Tú sé buena y trabaja duro, ¿eh?
May asintió y dio unos saltitos más, y luego le llegó el turno a papá, que estaba al borde de las lágrimas.
—¡Papá! No llores —dije, y me dejé caer entre sus brazos.
—Escucha, gatita: ganes o pierdas, para mí siempre serás una princesa.
—Oh, papá… —Aquello hizo que me echara a llorar yo también y sacara al exterior todo mi miedo, mi tristeza, la preocupación, los nervios… Precisamente aquella frase de papá, que dejaba claro que nada de todo aquello importaba.
Si después de aprovecharse de mí me descartaban y tenía que volver a casa, él seguiría estando orgulloso de mí.
Tanto amor era difícil de sobrellevar. En palacio estaría rodeada de un ejército de guardias, pero no podía imaginar un lugar más seguro que los brazos de mi padre. Me separé de él y me giré para abrazar a mamá.
—Haz todo lo que te digan. Intenta no protestar y sé feliz. Pórtate bien. Sonríe. Mantennos informados. ¡Hija mía! Sabía que acabarías demostrándonos que eres especial.
Lo dijo como un halago, pero no era eso lo que necesitaba oír. Me habría gustado que me hubiera dicho que para ella ya era especial, como lo era para mi padre. Pero supuse que ella nunca dejaría de desear algo más para mí, algo más de mí. Quizá fuera algo típico de las madres.
—Lady _____, ¿está lista? —preguntó Mitsy.
Yo estaba de espaldas a la multitud, y enseguida me limpié las lágrimas.
—Sí, estoy lista.
Mi bolsa esperaba en el reluciente coche blanco. Ya estaba. Eché a caminar hacia las escaleras al borde de la tarima.
—¡_____!
Me giré. Habría reconocido aquella voz en cualquier parte.
—¡_____!
Miré y vi a Aspen agitando los brazos. Iba apartando a la multitud. La gente protestaba ante sus empujones, no demasiado considerados.
Nuestros ojos se encontraron.
Se detuvo y se me quedó mirando. No pude leerle el rostro. ¿Preocupación? ¿Arrepentimiento? Fuera lo que fuera, era demasiado tarde. Negué con la cabeza. Ya tenía bastante de los juegos de Aspen.
—Por aquí, Lady _____ —me indicó Mitsy, al pie de las escaleras.
Me detuve un segundo para asimilar que me iban a llamar así a partir de entonces.
—Adiós, cariño —dijo mi madre.
Y se me llevaron de allí.
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Meg ya aparecio!!! No podía aguantarme y subí antes el capitulo y tal vez suba otro...
Beshitos con lovee
Att: Sasa xx:)
Invitado
Invitado
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Oh God ame el capítulo fue tan hdhdahgahajakk
May que linda
Aspen no me simpatiza (más o menos)
Ah ya se va que emoción
Bitches comienza la acción
Si sube otro capítulo PLEASE quiero ver que pasa
Besos Jess xx
May que linda
Aspen no me simpatiza (más o menos)
Ah ya se va que emoción
Bitches comienza la acción
Si sube otro capítulo PLEASE quiero ver que pasa
Besos Jess xx
Jessica.
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Capitulo 8
Era la primera vez que iba al aeropuerto, y estaba aterrada. La mareante emoción del encuentro con la multitud había quedado atrás, y ahora me enfrentaba a la terrible experiencia de volar. Viajaría con otras tres chicas seleccionadas, así que intenté controlar los nervios. No quería sufrir un ataque de pánico delante de ellas.
Ya había memorizado los nombres, las caras y las castas de todas las seleccionadas. Empecé a hacerlo como ejercicio terapéutico, como rutina para calmarme. Había puesto en práctica esa técnica otras veces, memorizando escalas y curiosidades. Al principio buscaba rostros amables, chicas con las que pudiera compartir el tiempo mientras estuviera allí. Nunca había tenido una amiga de verdad. Me había pasado la mayor parte de la infancia jugando con Meg y Kota.
Mamá se había encargado de mi educación, y era la única persona con la que trabajaba. Y al irse mis hermanos mayores, yo me había dedicado a May y a Gerad. Y a Aspen…
Pero Aspen y yo nunca habíamos sido solo amigos. Desde el momento en que fui consciente de su presencia, me enamoré de él.
Ahora iba por ahí cogiendo a otra chica de la mano.
Gracias a Dios que estaba sola. No habría podido soportar llorar delante de las otras chicas. Me dolía. Muchísimo. Y no había nada que pudiera hacer.
¿Cómo me había metido en aquello? Un mes atrás me sentía segura de todo lo que pasaba en mi vida, y ahora no quedaba nada familiar en ella. Un nuevo hogar, una nueva casta, una nueva vida. Y todo por un estúpido papel y una foto. Tenía ganas de sentarme a llorar por todo lo que había perdido.
Me pregunté si alguna de las otras chicas estaría triste en aquel momento. Supuse que todas se sentirían pletóricas. Y al menos tenía que disimular y fingir que yo también lo estaba, porque todo el mundo me estaría mirando.
Hice acopio de valor para enfrentarme con todo lo que se me venía encima. Afrontaría todo lo que se pusiera en mi camino. Y en cuanto a todo lo que dejaba atrás, decidí que haría exactamente eso: dejarlo atrás. El palacio sería mi santuario. No volvería a pensar ni a pronunciar su nombre. No tenía derecho a acompañarme en aquel viaje: aquella sería mi propia norma para aquella pequeña aventura.
Se acabó.
Adiós, Aspen.
Una media hora más tarde, dos chicas vestidas con una camisa blanca y unos pantalones negros como los míos atravesaron las puertas con sus asistentes, que les llevaban las bolsas. Ambas sonreían, lo que confirmaba mi sospecha de que yo era la única de las seleccionadas que estaba deprimida.
Era el momento de cumplir mi promesa. Respiré hondo y me puse en pie para darles la mano.
—¡Hola! —saludé, animada—. Yo soy _____.
—¡Ya lo sé! —respondió la chica de la derecha. Era de complexión delgada, delicada y elegante como una modelo profesional su rostro era de rasgos suaves y inocentes que cautivaban, sus hermosos ojos color ámbar que delatan su forma de pensar y ver la vida. Estos contrastaban perfectamente con su piel la cual estaba ligeramente bronceada, al igual que su cabello castaño claro. Su corta cabellera, la cual terminaba bajo sus hombros caía sobre sus hombros dando a notar su ligera ondulación en él. La reconocí inmediatamente como Jessica Kerr, de Kent. Una Cuatro. No hizo caso de mi mano tendida; se echó adelante y me dio un abrazo sin pensárselo dos veces.
—¡Oh! —dije.
Aquello sí que no me lo esperaba. Aunque Jessica era una de las chicas que tenía cara de buena persona, mamá llevaba toda la semana advirtiéndome de que considerara a todas aquellas chicas enemigas, y su pensamiento agresivo había ido penetrando en mi mente. Así que ahí estaba, esperando como mucho un saludo cordial por parte de unas chicas dispuestas a luchar a muerte por alguien a quien yo no quería. Y lo que recibí fue un abrazo.
—Yo soy Jessica. Esta es Ashley.
Sí, Ashley Brouillette de Allens, una Tres. Ella también tenía el cabello rubio, pero mucho más claro que el de Jessica, y unos ojos azules de aspecto delicado que le daban a la cara una imagen serena. En comparación con Jessica, parecía frágil.
Ambas eran del norte; supuse que por eso habían venido juntas. Ashley me hizo un gesto con la mano y sonrió, pero eso fue todo. Yo no estaba segura de si era porque era tímida o porque ya estaban analizándonos. Tal vez es que era una Tres de nacimiento y sabía comportarse mejor en público.
—¡Me encanta tu pelo! —exclamó Jessica—. Ojalá yo hubiera sido pelirroja de nacimiento. Te da mucha vida. He oído que los pelirrojos tienen mal carácter. ¿Es cierto?
A pesar del día asqueroso que llevaba, Jessica hablaba con tal desparpajo que no puede evitar sonreír.
—No creo. Quiero decir que yo puedo ponerme de muy mal humor a veces, pero mi hermana también es pelirroja y es la criatura más dulce del mundo.
De ahí pasamos a una conversación distendida sobre lo que nos hacía enfadar y lo que siempre nos hacía recuperar la calma. A Jessica le gustaban las películas, y a mí también, aunque raramente tenía ocasión de ir al cine. Hablamos de actores guapísimos, algo que resultaba extraño, ya que nos disponíamos a integrarnos en el grupo de novias de Harry.
Ashley soltaba alguna risita tímida de vez en cuando, pero nada más. Si le hacíamos alguna pregunta directa, daba una respuesta breve y volvía a su sonrisa comedida.
Jessica y yo nos llevábamos bien, y aquello me dio esperanzas de que al final de la aventura al menos hubiera ganado una amiga. Aunque probablemente hablamos más de media hora, el tiempo se nos pasó volando. No habríamos dejado de hablar de no haber sido por el claro sonido de unos tacones altos repiqueteando contra el suelo. Las tres nos giramos al mismo tiempo. Jessica abrió la boca tan de golpe que oí el ruido de sus labios.
Una morena con gafas de sol se dirigía hacia nosotras. Llevaba una margarita en el pelo, pero teñida de rojo para que hiciera juego con su pintalabios. Contoneaba las caderas al andar, y sus tacones de siete centímetros acentuaban su paso decidido. A diferencia de Jessica y de Ashley, no sonreía.
Pero no era porque no estuviera contenta. No, es que estaba concentrada. Había estudiado su entrada para intimidarnos. Y funcionó con la educada Ashley, que murmuró un «Oh, no» apenas audible.
La nueva chica, a la que reconocí como Celeste Newsome, de Clermont, una Dos, no me preocupaba. Ella suponía que luchábamos por el mismo objetivo. Pero no pueden quitarte algo si en realidad no lo quieres.
Cuando llegó a nuestra altura, Jessica la saludó alegremente, intentando mostrarse amistosa, pese a aquella puesta en escena. Celeste se limitó a mirarla brevemente y suspiró.
—¿Cuándo nos vamos? —preguntó.
—No lo sabemos —respondí, sin el más mínimo miedo—. Te has hecho esperar un poco.
Aquello no le gustó nada, y me dio un repaso con la mirada. Lo que vio no le impresionó nada.
—Lo siento, había bastante gente que quería despedirse de mí. No pude evitarlo —dijo, mostrando una gran sonrisa, como si fuera evidente que todo el mundo debía adorarla.
Y yo iba a verme rodeada de chicas como aquella. Genial.
Como si estuviera esperando su momento, por una puerta a nuestra izquierda apareció un hombre.
—Me han dicho que las cuatro chicas seleccionadas están aquí. ¿Es cierto?
—Desde luego —respondió Celeste con una voz dulce.
El hombre se quedó algo azorado, se le veía en los ojos. Vaya. Así que aquel era su juego.
El capitán hizo una breve pausa y luego reaccionó:
—Bueno, señoritas, si me quieren seguir, las llevaremos al avión y a su nuevo hogar.
El vuelo, que en realidad no resultó tan terrible, salvo por el despegue y el aterrizaje, duró unas horas. Nos ofrecieron películas y comida, pero lo único que yo quería era mirar por la ventanilla. Observé el país desde lo alto, impresionada ante lo grande que era todo.
Celeste decidió pasarse el vuelo durmiendo, lo cual agradecimos. A Ashley le instalaron un escritorio plegable y ya estaba escribiendo cartas sobre su aventura. Bien pensado, lo de llevar papel. Estaba segura de que a May le habría encantado que le contara aquella parte del viaje, aunque no incluyera al príncipe.
—¡Es tan elegante! —me susurró Jessica, indicando con la cabeza a Ashley. Estábamos sentadas una frente a la otra, en las cómodas butacas de la parte delantera del pequeño avión—. Desde el primer momento, ha sido educadísima conmigo. Va a ser una dura rival —dijo, con un suspiro.
—No puedes planteártelo así —respondí—. Sí, tienes que intentar llegar al final, pero no derrotando a las demás. Simplemente has de ser tú misma. ¿Quién sabe? A lo mejor Harry prefiere a alguien más informal.
Jessica se lo quedó pensando.
—Supongo que es un buen planteamiento. Pero es difícil que no le guste a alguien. Es de lo más amable. Y también guapa. —Asentí, y Marlee bajó el volumen de voz hasta hablar en un murmullo—: Celeste, en cambio…
Abrí bien los ojos y meneé la cabeza.
—Ya. Solo llevamos juntas una hora y ya estoy deseando que se vaya a casa.
Jessica se tapó la boca para ocultar su risa.
—No quiero hablar mal de nadie, pero es muy agresiva. Y eso que aún no hemos visto siquiera a Harry. Me pone un poco nerviosa.
—No hagas caso —la tranquilicé—. Las chicas así se eliminan ellas solas de la competición.
—Eso espero —dijo Jessica, con un suspiro—. A veces desearía…
—¿Qué?
—Bueno, a veces desearía que los Doses tuvieran una idea de lo que se siente cuando te tratan como ellos nos tratan a nosotros.
Asentí. Nunca me había planteado estar al mismo nivel que una Cuatro, pero supongo que nuestra situación era similar. Si no eras una Dos o una Tres, lo único que variaba en tu vida era el nivel de las dificultades a las que te enfrentabas.
—Gracias por hablar conmigo. Me preocupaba pensar que cada una fuera a lo suyo, pero Ashley y tú habéis sido muy amables. A lo mejor al final esto resulta divertido y todo —dijo, y la voz se le llenó de esperanza.
Yo no estaba tan segura, pero le devolví la sonrisa. No tenía motivo para rechazar a Jessica ni para ser maleducada con Ashley. Quizá las otras chicas no fueran tan llanas.
Cuando aterrizamos, todo estaba en silencio. Recorrimos el trecho entre el avión y la terminal flanqueadas por unos guardias. Pero cuando se abrieron las puertas, nos encontramos con un estrépito de gritos que rompían los tímpanos.
La terminal estaba llena de gente que gritaba y nos jaleaba. Nos habían abierto un camino con una alfombra dorada flanqueada de postes y una cuerda a juego. Por la alfombra, a intervalos regulares, había guardias que echaban nerviosas miradas a su alrededor, preparados para golpear al primer indicio de peligro. ¿Es que no tenían cosas más importantes que hacer?
Por fortuna, Celeste iba por delante y se puso a saludar. Enseguida supe que aquella era la respuesta correcta, no la de encogerse. Y como las cámaras estaban ahí para captar todos nuestros movimientos, agradecí doblemente no ir en primera fila del grupo.
La multitud estaba extasiada. Aquella sería la gente que tendríamos más cerca, y todos estaban impacientes por ver a las chicas que llegaban a la ciudad. Una de nosotras sería algún día su reina.
Me giré una docena de veces en cuestión de segundos al oír mi nombre por toda la terminal. También había carteles con mi nombre. Estaba atónita. Allí ya había gente —gente que no era ni de mi casta ni de mi provincia— que esperaba que fuera yo la escogida. Sentí una punzada de culpabilidad en el estómago al pensar en la decepción que les causaría.
Bajé la cabeza un momento y vi a una niña apretujada contra la barrera. No podía tener más de doce años. En las manos llevaba un cartel que decía: «¡Las pelirrojas molan!». Yo sabía que era la única pelirroja de la competición, y observé que tenía el pelo casi del mismo tono que el mío.
La niña quería un autógrafo. A su lado, alguien pedía una fotografía, y más allá alguien deseaba darme la mano, y así fue todo el camino; también tuve que girarme un par de veces para hablar con la gente al otro lado de la alfombra.
Fui la última en salir, y las otras chicas tuvieron que esperarme al menos veinte minutos. Sinceramente, es probable que me hubiera entretenido aún más si no fuera porque estaba a punto de llegar el siguiente avión con chicas seleccionadas, y me pareció de mala educación quitarles protagonismo.
Al subir al coche vi la cara de hastío de Celeste, pero no me importó. Aún estaba impresionada de ver lo rápido que me había adaptado a algo que tanto me asustaba solo un momento antes. Había superado las despedidas, había conocido a las primeras chicas, había tomado mi primer vuelo y me había relacionado con las fans. Y todo sin hacer nada que me dejara en mal lugar.
Pensé en las cámaras que me seguían por la terminal y me imaginé a mi familia viendo por televisión mi llegada. Esperaba que estuvieran orgullosos de mí.
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Solo tengo una cosa que decir:
Jessica, amame xdd Nahh es broma, este capitulo va dedicado a ti :)
Beshooos con lovee
Att: Sasa xx:)
Invitado
Invitado
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Oh God sasa ame el capítulo
Lo ame demasiado
Morí literal
Ya apareciiiiiiii
Muchas gracias por dedicarme el CAP
Gracias
Estoy que bailo...
Ya te amo
Love u bae
Besos otra ves Jess xx
Lo ame demasiado
Morí literal
Ya apareciiiiiiii
Muchas gracias por dedicarme el CAP
Gracias
Estoy que bailo...
Ya te amo
Love u bae
Besos otra ves Jess xx
Jessica.
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
*oooooooooooooooooooo*
me odio, odio el colegio -.-
PERDÓN POR NO VENIR ANTES RECIÉN LEGO DE MI INSTITUTO :CCCCCC
y y ..... me perdí estos dos caps tan maravilloso??
continuala!!!
enserio eh amado por completo los caps
*----*
es que .... waaaa ya llegaron y la competencia!!!
ame lo de "las pelirrojas molan" ajajaj que tierna *ooooooooooo*
es increíble que tenga fans yo también me sentiría muy feliz, vaya celeste si que es muy...plástica? bueno no la conozco bien pero como rayis dice, con su actitud demuestra todo XD
y jess waaaa bitch nos vemos en otra nove :*****
y apareciste *o*
jaj AMO tu actitud eh ;)
SIGUELAAAAAA SASA!!
:3
AMO COMO ESCRIBES!!
;)
:3
me odio, odio el colegio -.-
PERDÓN POR NO VENIR ANTES RECIÉN LEGO DE MI INSTITUTO :CCCCCC
y y ..... me perdí estos dos caps tan maravilloso??
continuala!!!
enserio eh amado por completo los caps
*----*
es que .... waaaa ya llegaron y la competencia!!!
ame lo de "las pelirrojas molan" ajajaj que tierna *ooooooooooo*
es increíble que tenga fans yo también me sentiría muy feliz, vaya celeste si que es muy...plástica? bueno no la conozco bien pero como rayis dice, con su actitud demuestra todo XD
y jess waaaa bitch nos vemos en otra nove :*****
y apareciste *o*
jaj AMO tu actitud eh ;)
SIGUELAAAAAA SASA!!
:3
AMO COMO ESCRIBES!!
;)
:3
.Sweet Angel.
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Me alegro de que te haya gustado el cap :)Jessica. escribió:Oh God sasa ame el capítulo
Lo ame demasiado
Morí literal
Ya apareciiiiiiii
Muchas gracias por dedicarme el CAP
Gracias
Estoy que bailo...
Ya te amo
Love u bae
Besos otra ves Jess xx
De nada linda :)
Yo igual honey x3
Besoos
Att: Sasa xx:)
Invitado
Invitado
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Cuando escribiste el comentario en españa eran las 3:17 de la mañana xdd.Sweet Angel. escribió:*oooooooooooooooooooo*
me odio, odio el colegio -.-
PERDÓN POR NO VENIR ANTES RECIÉN LEGO DE MI INSTITUTO :CCCCCC
y y ..... me perdí estos dos caps tan maravilloso??
continuala!!!
enserio eh amado por completo los caps
*----*
es que .... waaaa ya llegaron y la competencia!!!
ame lo de "las pelirrojas molan" ajajaj que tierna *ooooooooooo*
es increíble que tenga fans yo también me sentiría muy feliz, vaya celeste si que es muy...plástica? bueno no la conozco bien pero como rayis dice, con su actitud demuestra todo XD
y jess waaaa bitch nos vemos en otra nove :*****
y apareciste *o*
jaj AMO tu actitud eh ;)
SIGUELAAAAAA SASA!!
:3
AMO COMO ESCRIBES!!
;)
:3
Ahh que lindaa <33
Verdad que si? Yo morí muerta ah *----*
Voy a hacer spam, Celeste es una plastica y es mala xdd
Ya la sigoo.
Ahh te amooo <33
Att: Sasa xx:)
Invitado
Invitado
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
acabo de entrar y vi que subiste! Perdón por no comentar! Es que no estaba con internet. perdooon!
Ame los capítulos! Amo tu nove! Síguela linda (:
Ame los capítulos! Amo tu nove! Síguela linda (:
emilu
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Que Shulaaaaaa!! Siquelaaa Siguelaaaaaaaaaaaaa :D
barbie_herrera_69
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Siguelaaaaaaaa
Ahora me voy al cole así que cuando vuelva quiero ver cap!!
:3 <3
Ahora me voy al cole así que cuando vuelva quiero ver cap!!
:3 <3
.Sweet Angel.
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Capitulo 9
Pese a que en el aeropuerto ya habíamos tenido una recepción sonada, las calles que llevaban a palacio estaban flanqueadas de masas de gente que nos hacían llegar sus buenos deseos. La lástima era que no nos dejaban bajar las ventanillas para responderles. El guardia del asiento delantero nos dijo que pensáramos que éramos una extensión de la familia real. Muchos nos adoraban, pero había gente ahí afuera a quien no le importaría atacarnos para hacerle daño al príncipe. O a la propia monarquía.
En el coche, un modelo especial que tenía dos asientos enfrentados en la parte trasera y ventanillas oscuras, me encontré junto a Celeste, y teníamos a Ashley y Jessica enfrente. Jessica estaba pletórica, mirando a través de la ventanilla, y el motivo era evidente. Su nombre figuraba en muchos de los carteles. Era imposible contar la cantidad de admiradores que tenía.
El nombre de Ashley también se veía aquí y allá, casi tanto como el de Celeste, y mucho más que el mío. Ashley, siempre elegante, se tomó muy bien no ser la favorita. Celeste —era obvio— estaba molesta.
—¿Qué crees que habrá hecho? —me susurró al oído, mientras Jessica y Ashley hablaban entre sí de su casa.
—¿Qué quieres decir? —susurré.
—Para ser tan popular. ¿Crees que habrá sobornado a alguien? —dijo, mirando fríamente a Jessica, como si estuviera sopesando a su rival.
—Es una Cuatro —respondí, escéptica—. No tendría los medios necesarios para sobornar a nadie.
Celeste chasqueó la lengua.
—Por favor. Una chica tiene más de un modo de pagar por lo que desea —dijo, y se puso a mirar de nuevo por el cristal.
Tardé un momento en entender lo que sugería, y no me gustó nada. No porque fuera evidente que a alguien tan inocente como Jessica nunca se le ocurriría irse a la cama con alguien —o siquiera infringir la ley— para conseguir ventaja, sino porque cada vez tenía más claro que la vida en palacio podía llegar a ser una lucha despiadada.
Desde mi posición no pude ver muy bien la llegada al palacio, pero sí vi los muros. Estaban cubiertos de yeso amarillo pálido y eran muy muy altos. Había guardias apostados en lo alto, a ambos lados de la gran puerta que se abrió al acercarnos. Tras cruzarla, nos encontramos en un largo camino de grava que rodeaba una fuente y que llevaba a la puerta principal, donde nos esperaba un grupo de funcionarios.
Con apenas un «hola», dos mujeres me cogieron de los brazos y me hicieron entrar.
—Lamentamos mucho apremiarla, señorita, pero su grupo llega tarde —dijo una.
—Vaya, me temo que es culpa mía. Me puse a hablar un poco en el aeropuerto.
—¿A hablar con la multitud? —preguntó la otra, sorprendida.
Intercambiaron una mirada que no entendí y a continuación procedieron a anunciar las estancias por las que íbamos pasando.
El comedor estaba a la derecha, me dijeron; el Gran Salón, a la izquierda. A través de las puertas de vidrio pude entrever unos enormes jardines. Me habría gustado parar, pero, antes incluso de poder procesar dónde nos encontrábamos, me empujaron a una enorme sala llena de gente muy ajetreada.
La multitud nos hizo espacio y vi una fila de espejos con gente que trabajaba en el peinado de las chicas y les pintaba las uñas. Había unos colgadores llenos de ropa, y se oían gritos como «¡Ya he encontrado el tinte!» o «¡Eso la hace gorda!».
—¡Ahí están! —exclamó una mujer acercándosenos. Estaba claro que era la que mandaba—. Soy Silvia. Hemos hablado por teléfono —dijo, como presentación, e inmediatamente pasó al trabajo—. Lo primero es lo primero: necesitamos fotos del «antes». Venid aquí —ordenó, indicándonos una silla en una esquina, con un fondo artificial detrás—. No hagáis caso de las cámaras, chicas. Vamos a hacer un programa especial sobre vuestra transformación, ya que todas las chicas de Illéa querrán parecerse a vosotras cuando hayamos acabado.
Efectivamente, había un montón de gente con cámaras paseándose por la sala, haciendo primeros planos de los zapatos de las chicas y entrevistándolas. Cuando acabaron con las fotos, Silvia empezó a lanzar órdenes.
—Llevaos a Lady Celeste a la estación cuatro, a Lady Ashley a la cinco…, y parece que en la diez ya han acabado: llevad allí a Lady Jessica, y a Lady _____ a la seis.
—Bueno, esto es lo que tenemos —dijo un hombre bajito y moreno, muy expeditivo, haciéndome sentar en una silla con un seis en el dorso—. Tenemos que hablar de tu imagen.
—¿Mi imagen?
¿Así que no se trataba de mí, tal cual? ¿No era eso lo que me había llevado hasta allí?
—¿Qué aspecto queremos darte? Con esa mata pelirroja, podemos hacerte toda una seductora, pero, si quieres un aire más tranquilo, también podemos dártelo —afirmó, con total naturalidad.
—No voy a cambiar radicalmente para satisfacer a un tipo al que ni siquiera conozco —dije. «Y que ni siquiera me gusta», añadí solo para mí.
—Vaya por Dios. La niña tiene personalidad —me regañó, como si fuera una cría.
—¿No la tenemos todos?
El hombre me sonrió.
—Bueno, está bien. No te cambiaremos la imagen; solo la potenciaremos. Necesito pulirte un poco, pero quizás esa aversión que tienes hacia todo lo postizo sea tu mayor activo. No pierdas eso, cariño. —Me dio una palmadita en la espalda y se alejó, dando instrucciones a un grupo de mujeres que me rodearon en un momento.
No me había dado cuenta de que cuando decía «pulir» lo decía de un modo literal. Me encontré con que aquellas mujeres me frotaban el cuerpo porque, al parecer, no debían de confiar en que supiera lavarme sola. Luego cubrieron cada pedacito de piel que quedaba a la vista con lociones y aceites que me dejaron un olor a vainilla, que, según la chica que me las aplicaba, era uno de los olores favoritos de Harry.
Cuando acabaron de dejarme tersa y suave, pasaron a fijar su atención en las uñas. Me las cortaron, me las limaron y las pequeñas durezas de la piel quedaron suavizadas milagrosamente. Les dije que prefería que no me pintaran las uñas, pero se quedaron tan decepcionadas que tuve que consentir en que me hicieran las de los pies. La que se encargó escogió un agradable tono neutro, así que tampoco fue tan grave.
El equipo de manicuras se fue y llegó otra chica. Yo me quedé allí, sentada en mi silla, esperando la siguiente ronda de embellecimiento. Una cámara pasó a mi lado e hizo un primer plano de mis manos.
—No te muevas —ordenó una mujer, que se fijó en mi mano—. ¿No te han puesto nada en las manos?
—No.
Suspiró, tomó el plano que buscaba y pasó de largo.
Yo también lancé un profundo suspiro. De refilón vi un movimiento repetitivo a mi derecha. Me giré y me topé con una chica con la mirada perdida y que agitaba la pierna arriba y abajo bajo una gran capa de peluquero.
—¿Estás bien?
Mi voz la despertó de su trance. Suspiró.
—Quieren teñirme de rubio. Dicen que quedará mejor con mi tono de piel. Estoy algo inquieta, supongo.
Esbozó una sonrisa nerviosa, y yo se la devolví.
—Eres Sosie, ¿verdad?
—Sí —dijo, sonriendo más abiertamente—. Y tú, _____, ¿no? —Asentí—. He oído que has llegado con esa tal Celeste. ¡Es terrible!
Puse la mirada en el cielo. Desde que habíamos llegado, cada pocos minutos todos los presentes en la sala podían oír a Celeste gritándole a alguna sirvienta que le trajera algo o que se apartara de su vista.
—No te lo puedes ni imaginar —murmuré, y ambas soltamos unas risitas nerviosas—. Oye, en mi opinión, tienes un cabello precioso. —Y lo era, ni demasiado oscuro ni demasiado claro, y con mucho cuerpo.
—Gracias.
—Si no quieres teñírtelo, no deberías hacerlo.
Sosie sonrió, pero noté que no estaba completamente segura de si se lo decía como amiga o para dejarla en desventaja. Antes de que pudiera responder, un montón de gente nos rodeó y se puso a trabajar, hablando entre ellos tan alto que no pudimos acabar nuestra conversación.
Me lavaron el cabello con champú, acondicionador, hidratante y suavizante. Yo lo llevaba largo e igualado —solía cortármelo mi madre, y no sabía hacer más—, pero, cuando acabaron conmigo, lo tenía bastante más corto y escalado. Me gustó; hacía que se crearan interesantes reflejos con la luz. A algunas chicas les hicieron una cosa que llamaban «mechas»; a otras, como Sosie, les cambiaron el color del pelo completamente. Pero mis peluqueros y yo estábamos de acuerdo en que no había que tocar el color del mío.
Una chica muy guapa me maquilló. Le dije que no se pasara, y se mostró muy amable. Muchas otras de las chicas parecían mayores o más jóvenes, o simplemente más guapas, tras el maquillaje. Yo seguía siendo yo. Por supuesto, Celeste también seguía siendo ella misma, ya que insistió en que le dieran una buena capa de pintura.
Había pasado la mayor parte del proceso vestida con una bata, y cuando acabaron de arreglarme me llevaron hacia donde estaban los colgadores con ropa. Mi nombre estaba sobre una barra en la que habría vestidos para toda la semana. Supuse que las aspirantes a princesa no llevaban pantalones.
El vestido que acabó tocándome era de color crema. Me dejaba los hombros al descubierto, se ajustaba perfectamente en la cintura y acababa justo a la altura de las rodillas. La chica que me ayudó a ponérmelo lo llamó «vestido de día». Me dijo que todos mis vestidos de noche ya estaban en mi habitación, y que ya llevarían el resto. Luego me puso un broche plateado en la parte alta del vestido. Llevaba mi nombre en letras brillantes. Por fin me colocó unos zapatos con «tacones chupete», como los llamó ella, y me envió de nuevo al rincón para que pudieran hacerme la fotografía del «después». De allí me mandaron a la primera de una serie de cuatro pequeñas estaciones que había junto a la pared. En cada una había una silla frente a un falso fondo; enfrente, una cámara sobre su trípode.
Tomé asiento, como me indicaron, y esperé. Una mujer con una carpeta en la mano se sentó a mi lado y me dijo que esperara un momento a que encontrara mis papeles.
—¿Para qué es esto? —pregunté.
—Para el especial sobre vuestra transformación. Hoy emitiremos vuestra llegada; el miércoles, la transformación; y el viernes haréis vuestro primer Report. La gente ha visto vuestras fotos y ya saben un poco de lo que dijisteis en vuestras solicitudes —afirmó, mientras localizaba los papeles y los ponía en lo alto del montón. Luego cruzó los dedos y prosiguió—. Pero queremos que tomen partido por vosotras, y eso no ocurrirá a menos que puedan conoceros. Así que te haremos una pequeña entrevista, y tú da tu mejor cara en los Reports, y no seas tímida cuando nos veas rondando por el palacio. No estamos aquí todos los días, pero estaremos por ahí.
—De acuerdo —dije, dócilmente. En realidad no tenía ningunas ganas de hablar con equipos de televisión. Me parecía una pérdida de intimidad tremenda.
—Así que te llamas _____ Singer, ¿verdad? —preguntó, a los pocos segundos de que se encendiera una luz roja en lo alto de la cámara.
—Sí —respondí, intentando mantener los nervios a raya.
—A decir verdad, no me parece que te hayan cambiado mucho. ¿Nos puedes contar qué es lo que te han hecho en la sesión de transformación de hoy?
Me lo pensé un momento.
—Me han escalado el pelo. Eso me gusta. —Me pasé los dedos por entre la melena pelirroja, sintiendo la suavidad de mi cabello tras los cuidados recibidos—. Y me han cubierto de una crema con olor a vainilla. Huelo como si fuera un postre —dije, olisqueándome el brazo.
Ella se rio.
—Eso es fantástico. Y ese vestido te queda realmente bien.
—Gracias —respondí, echando un vistazo a mi vestido nuevo—. No suelo ponerme muchos vestidos, así que voy a tardar un poco en acostumbrarme.
—Es cierto —apuntó mi entrevistadora—. Solo sois tres Cincos en la Selección. ¿Cómo describirías la experiencia hasta el momento?
Intenté pensar algo que describiera la sensación que me producía todo lo vivido durante el día. Desde mi decepción en la plaza a la sensación de volar o a la reconfortante compañía de Jessica.
—Sorprendente —dije.
—Imagino que habrá más sorpresas de camino —intervino ella.
—Espero que al menos sean más tranquilas que las de hoy —dije, suspirando.
—¿Qué te parece la competición hasta ahora?
Tragué saliva.
—Las chicas son muy agradables. —Con una clara excepción.
—Mm-hmm —soltó ella, interpretando mi respuesta—. ¿Y qué te parece cómo te han transformado? ¿Te preocupa el aspecto de alguna otra chica?
Me planteé la respuesta. Decir que no sonaría a altanería; decir que sí sonaría a inseguridad.
—Creo que el equipo ha hecho un gran trabajo sacando lo mejor de cada chica.
Ella sonrió.
—Muy bien, creo que eso es todo.
—¿Es todo?
—Tenemos que meteros a las treinta y cinco en hora y media, así que tengo de sobra.
—Vale. —No había ido tan mal.
—Gracias por tu tiempo. Puedes esperar en ese sofá de ahí, y ya vendrán a buscarte.
Fui a sentarme en el gran sofá circular de la esquina. Allí estaban dos chicas que aún no conocía, charlando tranquilamente. Eché un vistazo a la sala y vi que alguien anunciaba la llegada del último grupo. Se volvió a montar un gran revuelo. Estaba tan absorta en todo aquello que casi no me di cuenta de que Jessica se sentaba a mi lado.
—¡Jessica! ¡Qué pelo más bonito!
—¿Verdad? Me han puesto extensiones. ¿Crees que a Harry le gustará? —Parecía que le preocupaba de verdad.
—¡Claro! ¿Qué chico puede resistirse a una morena despampanante? —dije, con una sonrisa divertida.
—_____, eres un encanto. Toda aquella gente del aeropuerto se quedó prendada de ti.
—Bueno, solo quise ser amable. Tú también hablaste con mucha gente.
—Sí, pero ni la mitad que tú.
Bajé la cabeza, algo avergonzada porque me felicitaran por algo que me parecía tan obvio. Cuando levanté la vista, me giré hacia las otras dos chicas que estaban sentadas a nuestro lado: Emmica Brass y Samantha Lowell. No nos habían presentado, pero yo sabía quiénes eran. Al principio no reaccioné. Me estaban mirando como si me pasara algo. Antes de que pudiera siquiera preguntarme por qué, Silvia, la mujer de antes, se nos acercó.
—Muy bien, chicas. ¿Estamos listas? —Echó un vistazo al reloj y nos miró a todas, expectante—. Voy a enseñaros un poco el lugar y os llevaré a las habitaciones que se os han asignado.
Marlee dio una palmada y las cuatro nos pusimos en pie. Silvia nos dijo que el lugar en el que nos habían peinado y maquillado era la Sala de las Mujeres. Normalmente la usaban la reina, sus doncellas y las otras mujeres de la familia real.
—Acostumbraos a esta sala: pasaréis mucho tiempo en ella. De camino hacia aquí habéis pasado por el Gran Salón, que suele usarse para fiestas y banquetes. Si fuerais muchas más, allí es donde comeríais. Pero el comedor principal es lo suficientemente grande para vosotras. Vamos a verlo un momento.
Nos enseñaron dónde comía la familia real, en una mesa independiente. Nosotras nos sentaríamos a unas mesas largas a los lados, de modo que el conjunto tenía una forma de U. Ya teníamos nuestros asientos asignados, con elegantes etiquetas. Yo tendría al lado a Ashley y a Tiny Lee, a la que había visto en la Sala de las Mujeres antes; enfrente estaría Kriss Ambers.
Dejamos el comedor y bajamos una escaleras hasta la sala desde donde se emitía el Illéa Capital Report. Volvimos a subir y nuestra guía nos indicó un salón donde se pasaban la mayor parte del tiempo trabajando el rey y Harry. Teníamos prohibida la entrada.
—Otro lugar al que no podéis acceder: la tercera planta. Allí es donde tiene sus aposentos la familia real, y no se tolerará ningún tipo de intrusión. Vuestras habitaciones están en la segunda planta. Ocuparéis una gran parte de las habitaciones de invitados, pero no hay que preocuparse: aún nos queda espacio para cualquier visita que se presente. Estas puertas de ahí dan al jardín trasero. Hola, Hector, Markson.
Los dos guardias apostados en la puerta asintieron con un gesto decidido. Tardé un momento en darme cuenta de que el gran arco que teníamos a la derecha era una puerta lateral del Gran Salón, lo que quería decir que la Sala de las Mujeres estaba a la vuelta de la esquina. Me sentí orgullosa de mí misma por haberlo descubierto. El palacio era como un opulento laberinto.
—No debéis salir al exterior bajo ninguna circunstancia —prosiguió Silvia—. Durante el día, habrá momentos en que podréis pasear por el jardín, pero no sin permiso. Es una simple norma de seguridad. Por mucha vigilancia que pongamos, los rebeldes ya han conseguido introducirse en el recinto anteriormente.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo.
Doblamos una esquina y subimos las enormes escaleras que llevaban a la segunda planta. Bajo los pies sentía las alfombras mullidas, como si me hundiera un par de centímetros cada vez que daba un paso. La luz se colaba por unos altos ventanales, y olía a flores y a aire libre. De las paredes colgaban grandes pinturas de reyes del pasado, así como unos cuantos retratos de líderes estadounidenses y canadienses. Al menos, eso supuse que serían. No llevaban ninguna corona.
—Vuestras cosas ya están en las habitaciones. Si la decoración no os parece apropiada, decídselo a vuestras doncellas. Cada una tenéis tres, y también os esperan en vuestras habitaciones. Os ayudarán a deshacer las maletas y a vestiros para la cena.
»Esta noche, antes de la cena, os reuniréis en la Sala de las Mujeres para asistir a la emisión especial del Illéa Capital Report. ¡La semana que viene seréis vosotras las que aparezcáis en el programa! Hoy podréis ver parte de las grabaciones realizadas cuando dejasteis vuestras casas y de vuestra llegada aquí. Promete ser algo muy especial. Tenéis que saber que el príncipe Harry aún no ha visto nada de eso. Esta noche él verá lo mismo que toda Illéa. Será mañana cuando os presentaréis ante él oficialmente.
»Todas cenaréis en grupo, para que podáis ir conociéndoos, ¡y mañana empieza el juego!
Tragué saliva. Demasiadas normas, demasiada estructura, demasiada gente. Me habría gustado estar sola con un violín.
Fuimos recorriendo la segunda planta, dejando a cada una de las seleccionadas en su habitación por el camino. La mía estaba en un rincón, junto a un pequeño pasillo, con la de Bariel, la de Tiny y la de Jenna. Agradecí que no estuviera en pleno meollo, como la de Jessica. Quizás así pudiera disfrutar de cierta intimidad.
Cuando nuestra guía se fue, abrí la puerta y me encontré con los grititos ahogados de tres mujeres muy excitadas. Una estaba en un rincón, cosiendo, y las otras dos estaban limpiando una habitación ya impecable. Se acercaron corriendo y se presentaron como Lucy, Andy y Emily, pero inmediatamente se me olvidó quién era quién. Me costó un poco convencerlas de que se fueran. No quería ser maleducada, puesto que parecían deseosas de servirme, pero necesitaba estar un rato sola.
—Solo necesito echar una cabezadita. Estoy segura de que vosotras también habréis tenido un día muy largo, preparándolo todo. Lo mejor que podríais hacer es dejarme descansar, y descansar un poco vosotras. Os agradeceré que vengáis a despertarme cuando sea la hora de bajar.
Pese a mi oposición, se deshicieron en una sucesión de agradecimientos y reverencias interminables, y por fin me quedé sola. No sirvió de nada. Necesitaba echarme en la cama, pero tenía todo el cuerpo en tensión, lo que me impedía ponerme cómoda en un lugar que, estaba claro, no estaba hecho para mí.
Había un violín en el rincón, así como una guitarra y un piano espléndido, pero no me sentía con fuerzas de tocar. Mi mochila estaba perfectamente cerrada, esperando a los pies de la cama, pero aquello también me parecía demasiado trabajo. Sabía que me habrían dejado cosas especiales en el armario, en los cajones y en el baño, pero no me apetecía explorar.
Me quedé allí tumbada, inmóvil. Era consciente de que eran horas, pero me pareció que solo habían pasado unos momentos cuando mis doncellas llamaron suavemente a la puerta. Las hice entrar y, pese a lo extraño que me resultaba, dejé que me vistieran. Estaban tan encantadas de ser útiles que no podía pedirles que se fueran.
Me recogieron el cabello hacia atrás con toda delicadeza y me retocaron el maquillaje. El vestido —al igual que el resto de mi vestuario, obra suya— era de un verde intenso y llegaba hasta el suelo. Sin aquellos minúsculos tacones me lo habría pisado todo. Silvia llamó a mi puerta y a la de mis tres vecinas a las seis en punto, para que saliéramos, y nos condujo por el pasillo hasta el rellano de la escalera, donde esperamos a que llegaran todas. A continuación nos dirigimos a la Sala de las Mujeres. Jessica salió a mi encuentro y fuimos juntas.
El sonido de treinta y cinco pares de zapatos de tacón por las escaleras de mármol era como la música de una elegante estampida. Se oyeron algunos murmullos, pero la mayoría de nosotras mantuvimos silencio. Al pasar junto al comedor observé que las puertas estaban cerradas. ¿Estaría dentro la familia real? Quizás estarían tomando su última comida los tres solos.
Me parecía extraño que fuéramos sus invitadas pero que aún no hubiéramos visto a ninguno de ellos.
La Sala de las Mujeres había cambiado desde nuestra visita. Los espejos y los colgadores habían desaparecido, y había mesas y sillas repartidas por la estancia, así como algunos sofás de aspecto muy cómodo. Jessica me miró e indicó con la cabeza uno de los sofás, y nos sentamos juntas.
Cuando estuvimos todas instaladas, encendieron la pantalla de televisión y vimos el Report. Incluía las mismas noticias de siempre —actualizaciones sobre el presupuesto de los diferentes proyectos, el progreso de las guerras, otro ataque rebelde en el este— y luego, la última media hora, aparecieron las grabaciones que nos habían hecho durante el día, comentadas por Gavril.
—Aquí, la señorita Celeste Newsome se despide de sus numerosos admiradores en Clermont. Esta encantadora jovencita necesitó más de una hora para separarse de sus fans.
Celeste sonrió complacida cuando se vio en la pantalla. Estaba sentada junto a Bariel Pratt, que llevaba el cabello liso como una tabla y hasta la cintura, y de un rubio tan pálido que parecía blanco. No había otro modo de decirlo: tenía unos pechos enormes. Se le salían del vestido sin tirantes, desafiando a cualquiera a que apartara la vista.
Bariel era guapa, pero de una belleza típica. Tenía un estilo similar al de Celeste. Sin saber muy bien por qué, al verlas juntas no pude evitar pensar aquello de «Los enemigos, mejor cuanto más cerca». Supuse que ambas se habían identificado mutuamente como las rivales más duras.
—Las otras seleccionadas del Medio-Este también han disfrutado de un gran seguimiento. La actitud tranquila y elegante de Ashley Brouillette la distingue inmediatamente como una dama. Mientras se abre paso entre la multitud, muestra una expresión humilde y un bello rostro que recuerdan a la propia reina.
»Y Jessica Kerr, de Kent, que se ha mostrado de lo más participativa en su despedida de hoy, llegando incluso a cantar el himno nacional con la banda. —En la pantalla aparecieron imágenes de Jessica sonriendo y abrazando a la gente de su provincia—. Enseguida se ha convertido en la favorita de muchas de las personas que hemos entrevistado hoy mismo.
Jessica me tendió la mano y apretó la mía. Estaba decidido: era mi favorita.
—Con la señorita Tames también viajaba _____ Singer, una de las tres Cincos que han superado la Selección.
Dieron una imagen de mí mejor de la que me esperaba. Lo único que recordaba era mi tristeza al escrutar a la multitud. Pero las escenas que habían elegido, mirando al público, daban una imagen de madurez y proximidad. La imagen del abrazo con mi padre fue conmovedora, preciosa.
Aun así, aquello no fue nada comparado con las imágenes en las que aparecía en el aeropuerto.
—Pero ya sabemos que las castas no significan nada en la Selección, y parece que Lady _____ es una participante que habrá que tener en cuenta. En el aeropuerto de Angeles, Lady Singer se convirtió en la protagonista, y se detuvo a tomarse fotos, a firmar autógrafos y a hablar con todo el mundo. A la señorita _____ Singer no le importa nada ensuciarse las manos, cualidad que muchos consideran necesaria para ser nuestra futura princesa.
Casi todas se giraron a mirarme. Lo vi en sus ojos, la misma mirada que me habían echado Emmica y Samantha. De pronto aquellas miradas cobraron sentido. No importaban mis intenciones. Ellas no sabían que yo no quería aquello. A sus ojos, era una amenaza. Y estaba claro que deseaban librarse de mí.
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Ya salieron todass yay!!! Chicas, hoy no subiré otro capitulo sorry :( Tuve un día muy ajetreado y estoy cansada, espero que me entiendan :/
Beshiitos con lovee
Att: Sasa xx:)
Invitado
Invitado
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
Oh God ame demasiado el capítulo
No es nada pero celeste me cae mal
Síguela cuando puedas linda
Besos Jess xx
No es nada pero celeste me cae mal
Síguela cuando puedas linda
Besos Jess xx
Jessica.
Re: ♕La Selección [Harry y tu] |TERMINADA|♕
yaaay!!! jajaja esta bien (: síguela cuando puedas!
No es por nada pero no me cae muy bien Celeste, es tan... ajj
Bueno síguela cuando puedas linda
No es por nada pero no me cae muy bien Celeste, es tan... ajj
Bueno síguela cuando puedas linda
emilu
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