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Pesadilla en la calle Elm.
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Re: Pesadilla en la calle Elm.
Capítulo 026.
Estaba viva. O al menos eso decía la máquina que sonaba constantemente a su lado marcando cada uno de los latidos de su corazón, sin embargo, llegaba pensar que hasta eso estuviera disfuncional, estaba segura de que latía más rápido, si es que lo hacía del todo.
Vivir. Que tan amplio puede llegar a ser el significado de esa palabra, pero, realmente, ¿cuál significado es al cuál se le toma importancia? ¿Cuál es el que define su situación? ¿Podría su situación alguna vez llegar a definirse? En la última hora había memorizado todas las definiciones del diccionario relacionadas a la palabra. Ninguna calzaba con sus emociones, con lo que sentía. Así que decidió agregar una nueva definición.
Vivir: cuando todo a tu alrededor sigue igual, cuando tu corazón aún late pero no tiene motivo de hacerlo, cuando tu piel aún siente pero tu corazón a dejado de hacerlo, cuando todo dentro de ti está muerto, pero tu cuerpo, ya un caparazón, te sigue manteniendo de pie.
Cerró los ojos ante un punzante dolor de cabeza, mas los abrió rápidamente ante la súbita oscuridad y el miedo que le llegó a provocar la misma. ¿Deberá vivir así el resto de su vida? Aterrada ante la oscuridad, ante el sueño, incluso ante su misma reflexión. ¿Se le podría llamar a eso vivir? ¿Quería seguir haciéndolo?
La vista de Christina estaba fijada en la ventana cuando sintió que alguien entraba, guardó el diccionario junto con el pedazo de papel debajo de las sabanas, mas no movió su mirada. Escuchaba a los doctores y las enfermeras entrar y salir de la habitación, escuchaba voces, sentía como analizaban sus reacciones, cambiaban su venda, la atiborraban con preguntas que no se sentía capaz de responder.
¿Estás bien?
Su respuesta era un asentimiento, aunque realmente no lo estuviera y dudara que alguna vez pudiera estarlo de nuevo.
¿Sientes mucho dolor?
Negaba. El dolor que sentía no era físico, era un dolor meramente psicológico que drenaba sus energías, sus ansias de vivir el verdadero significado de esa misma palabra y la hacía acercarse cada vez más al borde de la locura.
¿Te molestaría declarar de nuevo?
Sí, le molestaba, sin embargo negó, preparándose para permitir que la mentira más grande que jamás había dicho escapara de sus labios.
– Necesitaba estar sola. Simplemente, recordé haber escuchado de ese lugar y quería ver cómo era. Llevaba un tiempo ahí cuando me atacaron por detrás, me pidieron que diera lo que tenía, pero me negué a hacerlo. Uno de ellos fue el que me hirió, el otro se asustó por lo que ambos salieron corriendo.
– ¿Eran dos?
– No lo sé, sólo escuché dos, pero estaban a mis espaldas.
– ¿Entonces no los recuerda?
– No.
– Antes había mencionado a Freddy Kruger, ¿Qué pasó con eso? – se encogió ante la simple mención del nombre, mas ese pequeño desliz pareció desapercibido ante los oficiales.
– Estaba bajo efectos de la morfina, no creo que hayan esperado que mis palabras pudieran tener algún tipo de coherencia.
– Pero no dejaba de mencionarlo.
– Había leído sobre él en un artículo, he estado investigando ante un pequeño sentimiento de curiosidad, supongo que aún pensaba sobre ello, no obstante, no viene a lugar ante el incidente.
Ambos asintieron, agradecieron y se marcharon, tenían su historia, tenían a sus sospechosos, que aún que aún no tuvieran características o datos, ahora tenían una declaración que podían marcar como verídica, no un simple cuento de terror que ella aún no creía. A pesar de todo, ya no podía negarlo, no después de los últimos días.
Si existía un infierno, estaba segura que había pasado toda su inconsciencia en él. Sonaba ridículo y loco, incluso cuando resonaba en sus pensamientos, por ende, nadie más tendría que saberlo.
– Christina – llamó su madre al entrar en su habitación, seguida por su esposo, y verla con la mirada fija en sus manos.
– Madre – respondió simplemente esperando que fuera suficiente.
– Hemos hablado con el oficial. – declaró acercándose a su cama, su padre atento en el teléfono, Chris levantó la cabeza para mirar a sus progenitores – Pero que cosa más tonta la que has hecho. –prosiguió su madre –No hubieras ido ahí desde un principio y nos hubiéramos ahorrado los problemas. Fuiste, y tras de eso, recaíste en la estupidez de no dar lo que tenías. Se compran otras y listo, ¿no crees que es más caro y más molesto esperar en el hospital?– Asintió, sin ganas de hablar. Su madre bufó. – ¿Estás bien?
Asintió de nuevo, sabiendo que lo preguntaba más por deber que por preocupación.
– De acuerdo, espero verte en la casa para la cena. – declaró antes de contestar una llamada y dirigirse a la salida, no obstante, antes de salir, se detuvo, dejó la llamada un momento en espera y se volvió a mirarla – Por cierto, quiero que dejes el tema de Freddy de lado. Murió, no hay por qué cavar en el pasado. Es la única vez que lo digo. – sentenció, esperó a que la castaña postrada en la cama de hospital asintiera de nuevo antes de salir por la puerta y desaparecer por el pasillo.
– Estoy bien Daniel – declaró por centésima vez desde que sus amigos habían entrado en la habitación. Daniel no se despegaba de su lado derecho, Niall tampoco lo hacía de su lado izquierdo, Jamie la miraba con una sonrisa desde el sillón y Sam estaba sentada al pie de la cama.
Los tres a su alrededor se veían exhaustos, ojeras en sus párpados inferiores y sus ojos hinchados de las lágrimas que creyó derramaron por ella. Por el, presuntamente, medio a perderla. Sin embargo, ella misma suponía que ya lo habían hecho, ella sentía que no era la misma, ¿cómo podría serlo luego de las eternas horas que pasó encerrada en una pesadilla donde el protagonista no era nada más ni nada menos que Freddy. Un infierno, mi infierno sin escapatoria, se recordó.
Luego de que el oficial les aclarara la nueva historia y la “real”, todos dejaron el tema de Freddy de lado. Sin embargo, Niall y Sam se veían un poco molestos al principio, Daniel no le dio importancia, al parecer lo único que él quería era estar a su lado. A Niall le pasó la molestia luego de ver a Chris y saber que se encontraba bien, no pasó lo mismo con Sam. Le había dedicado una sonrisa y un abrazo, no obstante, la veía seria desde su posición en la cama y, como ya la conocía, sabía que estaba enojada con ella. No quería que lo estuviera, era su único soporte, además de los hombres a su lado, y no podía perderla, no a ella, luego de perderse a sí misma, no tenía a nadie más.
Al caer la noche, Samantha aún la ignoraba, había intentado hablar con ella, pero nada parecía funcionar, al menos no hasta que dijera que la historia de Freddy era la verdadera; se negaba a hacerlo. Así la perdiera; no lo diría. No quería dejarla ir, pero tampoco quería aceptar ante ella que Freddy había vuelto. Entre las dos, Christina siempre había sido la que había apoyado a Sam cuando las pesadillas volvían, ella se volvió fuerte y calló sus propios miedos para cuidar a su amiga. Aceptar que había vuelto sería aceptar que le había fallado, que no había podido protegerla y no había nada que pudiera hacer al respecto, y eso le dolía, le dolía mucho más que su indiferencia.
Se tenía que quedar esa noche para que los doctores pudieran ver como proseguía la herida y por si le dolía algo durante su estadía ahí, luego de insister como por al menos una hora, Sam, Niall y Jamie ya se habían ido desde hacía varios minutos, Daniel se había quedado con ella, insistiendo que se negaba a dejarla. Además Niall había accedido irse sólo si alguien en quien confiara se quedara con ella y lo llamara si cualquier cosa sucedía.
– Lo siento – volteó para mirar al castaño que tenía la vista fija en su mano entrelazada con la de ella, se había negado a soltarla desde que llegó a su lado.
– ¿Por qué? No fue tu culpa.
– Te dejé sola. Fui estúpido y me alejé, claro que fue mi culpa. Si me hubiera quedado contigo, todo, todo sería diferente.
– Claro que no, igual necesitaba estar sola.
– Ese es el punto. – exclamó exaltado mirándola a los ojos. – No deberías querer estarlo. Deberías querer estar conmigo, porque te sientes mal y para estar bien deberías recurrir a mí. Pero no he estado para ti. Con la muerte de…
– No tienes que seguir Dani.
– Tengo que, por favor, sólo, déjame explicar – asintió al ver la súplica en los ojos del castaño – Con su muerte, él, él era cercano, era mi amigo y se fue. No lo volveré a ver y el dolor que sentí al perderlo a él no fue nada comparado con el que pensé que sentiría si te perdiera a ti también y tenía razón. Por eso me alejé, pensé que si me distanciaba dolería menos si algo te pasara, pero me equivoqué, fui un estúpido al pensar que alguna vez podrías dejar de importante tanto como lo haces. Que podría sacarte de mi corazón, pero no puedo, te quiero Christina.
– Yo también te quiero Dani. – habló con una sonrisa luego de asimilar sus palabras y dejar que unas lágrimas resbalaran por sus mejillas ante el dolor que reflejaba el castaño.
Daniel frunció el ceño y cerró los ojos. La miró de nuevo con una triste sonrisa.
– No, no entiendes, no como amigo, yo no…
– Daniel. – éste maldijo al reconocer la voz y cambió la vista de Chris a su hermano que lo miraba desde la puerta.
La castaña frunció el ceño y siguió la vista de su amigo hasta llegar a la puerta donde otro muchacho lo miraba preocupado.
– ¿Qué rayos haces aquí y cómo diablos me encontraste? – Chris frunció el ceño ante el súbito cambio de actitud de Daniel. Cuando se había comportado dulce y compresivo, casi vulnerable, con ella, volvió a ser el mismo Daniel que había visto estos últimos días, indiferente, rebelde, despreocupado y frío en cuestión de segundos.
– Deberías agradecer que lo hice, mamá ha estado a punto de volverse loca. – exclamó Liam comenzando a molestarse.
– ¿Y a mí qué?
– Diablos Daniel, ¿qué te sucede?
– Que eres una maldita molestia eso sucede. Y ahora también eres un detective o qué, ¿cómo rayos me encontraste?
– Mamá llamó a un amigo tuyo, Niall.
– Maldito duende. – Christina podía asegurar que nunca había visto a Daniel tan molesto o con la mandíbula tan tensa como la tenía ahora.
El castaño al lado de la puerta negó con la cabeza, al percatarse de que no eran los únicos ahí miró a la muchacha tendida en la cama y sintió unos escalofríos al momento en que sus miradas se encontraron. Se dijo a sí mismo que no podía ser ella, que sólo estaba alucinando, por lo que dejó los pensamientos de lado.
– Lo siento, yo, me enteré de lo que sucedió – titubeó el recién llegado – ¿Estás bien?
Christina entrecerró los ojos ante la manera en que había dicho esas palabras, el tono en el que lo dijo y la mirada con la que la veía, no era la primera vez que se lo preguntaba. El mismo sentimiento que tenía en el campo volvió en ese momento.
Liam, al ver el cambio de reacción en ella lo supo. Si era la Christina que el recordaba, su Christina. Su corazón se encogió ante el pensamiento, no, nunca fue suya, sólo era una pequeña niña asustada que buscaba protección en él, una niña que, aunque ella no lo recuerde, quedó permanentemente marcada en su mente y en su corazón.
Chris analizó de nuevo al muchacho que la miraba con expresión melancólica y se acercaba lentamente a la cama donde ella estaba.
– Yo, ¿te conozco? – lo miró por unos segundos apreciando aquellas mismas características que parecía estar recordando.
– Sí, digo, no. Se supone que no. – susurró Liam.
– ¿Disculpa? – preguntó Chris con las mejillas sonrojadas al no haber comprendido sus murmullos.
– Yo... eh, no, no me conoces. Me llamo Liam, gusto en, bueno, en conocerte. - él también se sonrojó al tenderle la mano. Chris le devolvió el saludo, sin embargo, al sentir el roce entre sus manos, sabía que él no le estaba siendo sincero.
Vivir. Que tan amplio puede llegar a ser el significado de esa palabra, pero, realmente, ¿cuál significado es al cuál se le toma importancia? ¿Cuál es el que define su situación? ¿Podría su situación alguna vez llegar a definirse? En la última hora había memorizado todas las definiciones del diccionario relacionadas a la palabra. Ninguna calzaba con sus emociones, con lo que sentía. Así que decidió agregar una nueva definición.
Vivir: cuando todo a tu alrededor sigue igual, cuando tu corazón aún late pero no tiene motivo de hacerlo, cuando tu piel aún siente pero tu corazón a dejado de hacerlo, cuando todo dentro de ti está muerto, pero tu cuerpo, ya un caparazón, te sigue manteniendo de pie.
Cerró los ojos ante un punzante dolor de cabeza, mas los abrió rápidamente ante la súbita oscuridad y el miedo que le llegó a provocar la misma. ¿Deberá vivir así el resto de su vida? Aterrada ante la oscuridad, ante el sueño, incluso ante su misma reflexión. ¿Se le podría llamar a eso vivir? ¿Quería seguir haciéndolo?
La vista de Christina estaba fijada en la ventana cuando sintió que alguien entraba, guardó el diccionario junto con el pedazo de papel debajo de las sabanas, mas no movió su mirada. Escuchaba a los doctores y las enfermeras entrar y salir de la habitación, escuchaba voces, sentía como analizaban sus reacciones, cambiaban su venda, la atiborraban con preguntas que no se sentía capaz de responder.
¿Estás bien?
Su respuesta era un asentimiento, aunque realmente no lo estuviera y dudara que alguna vez pudiera estarlo de nuevo.
¿Sientes mucho dolor?
Negaba. El dolor que sentía no era físico, era un dolor meramente psicológico que drenaba sus energías, sus ansias de vivir el verdadero significado de esa misma palabra y la hacía acercarse cada vez más al borde de la locura.
¿Te molestaría declarar de nuevo?
Sí, le molestaba, sin embargo negó, preparándose para permitir que la mentira más grande que jamás había dicho escapara de sus labios.
– Necesitaba estar sola. Simplemente, recordé haber escuchado de ese lugar y quería ver cómo era. Llevaba un tiempo ahí cuando me atacaron por detrás, me pidieron que diera lo que tenía, pero me negué a hacerlo. Uno de ellos fue el que me hirió, el otro se asustó por lo que ambos salieron corriendo.
– ¿Eran dos?
– No lo sé, sólo escuché dos, pero estaban a mis espaldas.
– ¿Entonces no los recuerda?
– No.
– Antes había mencionado a Freddy Kruger, ¿Qué pasó con eso? – se encogió ante la simple mención del nombre, mas ese pequeño desliz pareció desapercibido ante los oficiales.
– Estaba bajo efectos de la morfina, no creo que hayan esperado que mis palabras pudieran tener algún tipo de coherencia.
– Pero no dejaba de mencionarlo.
– Había leído sobre él en un artículo, he estado investigando ante un pequeño sentimiento de curiosidad, supongo que aún pensaba sobre ello, no obstante, no viene a lugar ante el incidente.
Ambos asintieron, agradecieron y se marcharon, tenían su historia, tenían a sus sospechosos, que aún que aún no tuvieran características o datos, ahora tenían una declaración que podían marcar como verídica, no un simple cuento de terror que ella aún no creía. A pesar de todo, ya no podía negarlo, no después de los últimos días.
Si existía un infierno, estaba segura que había pasado toda su inconsciencia en él. Sonaba ridículo y loco, incluso cuando resonaba en sus pensamientos, por ende, nadie más tendría que saberlo.
– Christina – llamó su madre al entrar en su habitación, seguida por su esposo, y verla con la mirada fija en sus manos.
– Madre – respondió simplemente esperando que fuera suficiente.
– Hemos hablado con el oficial. – declaró acercándose a su cama, su padre atento en el teléfono, Chris levantó la cabeza para mirar a sus progenitores – Pero que cosa más tonta la que has hecho. –prosiguió su madre –No hubieras ido ahí desde un principio y nos hubiéramos ahorrado los problemas. Fuiste, y tras de eso, recaíste en la estupidez de no dar lo que tenías. Se compran otras y listo, ¿no crees que es más caro y más molesto esperar en el hospital?– Asintió, sin ganas de hablar. Su madre bufó. – ¿Estás bien?
Asintió de nuevo, sabiendo que lo preguntaba más por deber que por preocupación.
– De acuerdo, espero verte en la casa para la cena. – declaró antes de contestar una llamada y dirigirse a la salida, no obstante, antes de salir, se detuvo, dejó la llamada un momento en espera y se volvió a mirarla – Por cierto, quiero que dejes el tema de Freddy de lado. Murió, no hay por qué cavar en el pasado. Es la única vez que lo digo. – sentenció, esperó a que la castaña postrada en la cama de hospital asintiera de nuevo antes de salir por la puerta y desaparecer por el pasillo.
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– Estoy bien Daniel – declaró por centésima vez desde que sus amigos habían entrado en la habitación. Daniel no se despegaba de su lado derecho, Niall tampoco lo hacía de su lado izquierdo, Jamie la miraba con una sonrisa desde el sillón y Sam estaba sentada al pie de la cama.
Los tres a su alrededor se veían exhaustos, ojeras en sus párpados inferiores y sus ojos hinchados de las lágrimas que creyó derramaron por ella. Por el, presuntamente, medio a perderla. Sin embargo, ella misma suponía que ya lo habían hecho, ella sentía que no era la misma, ¿cómo podría serlo luego de las eternas horas que pasó encerrada en una pesadilla donde el protagonista no era nada más ni nada menos que Freddy. Un infierno, mi infierno sin escapatoria, se recordó.
Luego de que el oficial les aclarara la nueva historia y la “real”, todos dejaron el tema de Freddy de lado. Sin embargo, Niall y Sam se veían un poco molestos al principio, Daniel no le dio importancia, al parecer lo único que él quería era estar a su lado. A Niall le pasó la molestia luego de ver a Chris y saber que se encontraba bien, no pasó lo mismo con Sam. Le había dedicado una sonrisa y un abrazo, no obstante, la veía seria desde su posición en la cama y, como ya la conocía, sabía que estaba enojada con ella. No quería que lo estuviera, era su único soporte, además de los hombres a su lado, y no podía perderla, no a ella, luego de perderse a sí misma, no tenía a nadie más.
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Al caer la noche, Samantha aún la ignoraba, había intentado hablar con ella, pero nada parecía funcionar, al menos no hasta que dijera que la historia de Freddy era la verdadera; se negaba a hacerlo. Así la perdiera; no lo diría. No quería dejarla ir, pero tampoco quería aceptar ante ella que Freddy había vuelto. Entre las dos, Christina siempre había sido la que había apoyado a Sam cuando las pesadillas volvían, ella se volvió fuerte y calló sus propios miedos para cuidar a su amiga. Aceptar que había vuelto sería aceptar que le había fallado, que no había podido protegerla y no había nada que pudiera hacer al respecto, y eso le dolía, le dolía mucho más que su indiferencia.
Se tenía que quedar esa noche para que los doctores pudieran ver como proseguía la herida y por si le dolía algo durante su estadía ahí, luego de insister como por al menos una hora, Sam, Niall y Jamie ya se habían ido desde hacía varios minutos, Daniel se había quedado con ella, insistiendo que se negaba a dejarla. Además Niall había accedido irse sólo si alguien en quien confiara se quedara con ella y lo llamara si cualquier cosa sucedía.
– Lo siento – volteó para mirar al castaño que tenía la vista fija en su mano entrelazada con la de ella, se había negado a soltarla desde que llegó a su lado.
– ¿Por qué? No fue tu culpa.
– Te dejé sola. Fui estúpido y me alejé, claro que fue mi culpa. Si me hubiera quedado contigo, todo, todo sería diferente.
– Claro que no, igual necesitaba estar sola.
– Ese es el punto. – exclamó exaltado mirándola a los ojos. – No deberías querer estarlo. Deberías querer estar conmigo, porque te sientes mal y para estar bien deberías recurrir a mí. Pero no he estado para ti. Con la muerte de…
– No tienes que seguir Dani.
– Tengo que, por favor, sólo, déjame explicar – asintió al ver la súplica en los ojos del castaño – Con su muerte, él, él era cercano, era mi amigo y se fue. No lo volveré a ver y el dolor que sentí al perderlo a él no fue nada comparado con el que pensé que sentiría si te perdiera a ti también y tenía razón. Por eso me alejé, pensé que si me distanciaba dolería menos si algo te pasara, pero me equivoqué, fui un estúpido al pensar que alguna vez podrías dejar de importante tanto como lo haces. Que podría sacarte de mi corazón, pero no puedo, te quiero Christina.
– Yo también te quiero Dani. – habló con una sonrisa luego de asimilar sus palabras y dejar que unas lágrimas resbalaran por sus mejillas ante el dolor que reflejaba el castaño.
Daniel frunció el ceño y cerró los ojos. La miró de nuevo con una triste sonrisa.
– No, no entiendes, no como amigo, yo no…
– Daniel. – éste maldijo al reconocer la voz y cambió la vista de Chris a su hermano que lo miraba desde la puerta.
La castaña frunció el ceño y siguió la vista de su amigo hasta llegar a la puerta donde otro muchacho lo miraba preocupado.
– ¿Qué rayos haces aquí y cómo diablos me encontraste? – Chris frunció el ceño ante el súbito cambio de actitud de Daniel. Cuando se había comportado dulce y compresivo, casi vulnerable, con ella, volvió a ser el mismo Daniel que había visto estos últimos días, indiferente, rebelde, despreocupado y frío en cuestión de segundos.
– Deberías agradecer que lo hice, mamá ha estado a punto de volverse loca. – exclamó Liam comenzando a molestarse.
– ¿Y a mí qué?
– Diablos Daniel, ¿qué te sucede?
– Que eres una maldita molestia eso sucede. Y ahora también eres un detective o qué, ¿cómo rayos me encontraste?
– Mamá llamó a un amigo tuyo, Niall.
– Maldito duende. – Christina podía asegurar que nunca había visto a Daniel tan molesto o con la mandíbula tan tensa como la tenía ahora.
El castaño al lado de la puerta negó con la cabeza, al percatarse de que no eran los únicos ahí miró a la muchacha tendida en la cama y sintió unos escalofríos al momento en que sus miradas se encontraron. Se dijo a sí mismo que no podía ser ella, que sólo estaba alucinando, por lo que dejó los pensamientos de lado.
– Lo siento, yo, me enteré de lo que sucedió – titubeó el recién llegado – ¿Estás bien?
Christina entrecerró los ojos ante la manera en que había dicho esas palabras, el tono en el que lo dijo y la mirada con la que la veía, no era la primera vez que se lo preguntaba. El mismo sentimiento que tenía en el campo volvió en ese momento.
Liam, al ver el cambio de reacción en ella lo supo. Si era la Christina que el recordaba, su Christina. Su corazón se encogió ante el pensamiento, no, nunca fue suya, sólo era una pequeña niña asustada que buscaba protección en él, una niña que, aunque ella no lo recuerde, quedó permanentemente marcada en su mente y en su corazón.
Chris analizó de nuevo al muchacho que la miraba con expresión melancólica y se acercaba lentamente a la cama donde ella estaba.
– Yo, ¿te conozco? – lo miró por unos segundos apreciando aquellas mismas características que parecía estar recordando.
– Sí, digo, no. Se supone que no. – susurró Liam.
– ¿Disculpa? – preguntó Chris con las mejillas sonrojadas al no haber comprendido sus murmullos.
– Yo... eh, no, no me conoces. Me llamo Liam, gusto en, bueno, en conocerte. - él también se sonrojó al tenderle la mano. Chris le devolvió el saludo, sin embargo, al sentir el roce entre sus manos, sabía que él no le estaba siendo sincero.
Última edición por Grimes. el Mar 02 Jun 2015, 12:04 pm, editado 1 vez
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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Re: Pesadilla en la calle Elm.
Ally!!! Subisteee!! Aii mi dios santoo! Pesadilla ha vuelto y no saben que feliz me hace leer esto! Tu sabes cuanto ansiaba este capitulo, solo tu sabes todo lo que te fasitidie x estoo (bueno, espero qe no haya sido mucho xd) pero my god, la espera valio la pena! Aii me mata Chris! Y que con Liam?! Con qe se conocen?! Aii ally! Tu siempre sabes como dejarme con las ganas de mas! Porfavor, sigamos, sigamos con esto, esto es genial! Hemos vuelto!
Invitado
Invitado
Re: Pesadilla en la calle Elm.
Bueno chicas, perdón por no comentar antes sobretodo tú Ally bc el capítulo es tuyo pero tuve que estudiar, la universidad me está matando. Tuve que finalizar tres materias en una semana, en fin, el capítulo me encanto. Lo de Liam me dejo algo confundida pero también tengo algunas leves sospechas de porqué se conocen con Christina, idk, pero creo que lo sé :) Estoy feliz de que la nc haya vuelto, espero el próximo capítulo chicas, saludos ♥
jungkook.
Re: Pesadilla en la calle Elm.
Capítulo 027.
Él se encontraba ahí, caminando bajo la densa y helada lluvia, protegido por un triste paraguas de color azul oscuro. Se escuchaban sus pasos resonando bajo la llovizna, como sus pies pisaban charco tras charco, salpicándolo todo y mojando los pies de sus pantalones.
—Invoco desde el mundo de los vivos al alma en pena de Frederick Charles Krueger.
Silencio. Abel esperó unos segundos, esperando a que el marcador se moviera pero no sucedió nada.
—¿Freddy, estás aquí?
Solamente se escuchaba su ansiosa respiración. Joder, las manos le sudaban cada vez más. Se las llevó a los pantalones, limpiándoselas y las volvió a colar. Se sentía ahogado por la desesperación y el terror. Gritó inconscientemente:
—¡Manifiestate, Krueger!
Casi le dio un infarto allí mismo.
Plash. Plash.
Aún podía escuchar esa grotesca risa infernal resonar en todas partes, la curva de su desfigurada sonrisa al clavar las brillantes y afiladas cuchillas que sustituían unos dedos humanos en el cuerpo de la desprotegida chica de sus sueños. Era una sonrisa triunfadora, de una autosatisfacción absoluta, decía claramente: he ganado. Si cerraba los ojos, aunque fuera por unos instantes, él podía contemplar el lívido rostro de ella y su mueca de espanto y terror. Jamás había visto semejante expresión en alguien y esperaba no volver a verla nunca más. Era la cara de a quien se le desliza la vida entre los huecos de los dedos, cayendo en un profundo y negro abismo inalcanzable.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal, poniéndole la piel de gallina. No supo decir si era por culpa de aquellos oscuros pensamientos que pasaban por su mente o por el frío del exterior. Abel giró la esquina, caminando por el centro de la pequeña ciudad en la que vivía, y adentrándose todavía más en su mundo.
Desde entonces no había vuelto a tener la pesadilla, como si jamás hubiera existido y lo único que había obtenido había sido un nombre. Un nombre tan común en este mundo... Elizabeth. Jesús, ¿cuántas Elizabeth’s había en este mundo? Miles… Incluso millones y no tenía nada más. Su rostro tan sólo era un recuerdo difuso y no muy exacto del ayer. Sabía que era rubia, no mucho menor de diecinueve años… Y una calle. Tenía una calle pero no sabía si era ficticia o real. Lo malo de las premoniciones es que todo en general tenía un significado y no había que tomarse cualquier cosa como a la ligera, tal y como la había visto.
Y eso le frustraba y le agobiaba y no le dejaba dormir. Había intentado volver a soñar con ello pero simplemente no recordaba. Era como si alguien hubiera roto todas las conexiones y se encontrará atrapado en una fuerte ventisca incomunicado. Cerró los ojos ante la punzada de dolor que golpeaba su cabeza y suspiró afligido, subiendo de dos en dos los peldaños hasta la puerta transparente de la biblioteca municipal. El vaho voló frente a él y replegó el paraguas, agitándolo y quitándole gran parte del agua. Entró en el lugar.
Una cálida corriente de aire golpeó su rostro lo cual resultó muy reconfortante y dejó en una especie de cubo su paraguas. Esperó encontrárselo cuándo regresará y le dedicó una amable sonrisa a la bibliotecaria llamada Sally, quien le observó por encima de las gafas que se encontraban en la punta de su nariz, le sonrió con dulzura y prosiguió con su tarea de pulsar teclas como si la vida le fuera en ello.
Abel prosiguió caminando, paseando entre estanterías repletas de libros de poesía inglesa y ascendió por unas grandes escaleras que conducían al piso superior donde se encontraban los ordenadores para uso público. Pronto se encontró sentándose en una de las sillas baratas del Ikea, encendiendo uno y quitándose el abrigo y la bufanda lentamente. Sus mejillas estaban sonrojadas por la subida de la calefacción y sus manos entumecidas por el cambio de temperatura.
Soltó aire, llevándose una mano a la cara y pensando en la larga y aburrida tarde que parecía empezar. No sabía muy bien que buscar exactamente, nunca se había visto en semejante situación. Abel supuso que aquel hombre era un asesino en serie. Una persona normal no hubiera tenido semejante soltura a la hora de matar a alguien, o de hacerlo en un futuro, y parecía tener conocimientos suficientes de anatomía como para acabar con la vida de alguien en una sentada. Pensó que quizá sería buena idea buscar psicópatas en los últimos veinte años.
[…]
La busca se prolongó más de lo que él esperaba. Llevaba ya casi cuatro horas frente a la pantalla, con los ojos enrojecidos de pasar tanto tiempo buscando y la mano derecha dolorida de mover tanto el ratón. Se llevó las manos al rostro, estirando la piel para abajo en un gesto de clara desesperación y miró hacia arriba. Nada. No había encontrado nada y se estaba comenzando a impacientar. ¿Cómo era posible que no saliera absolutamente nada? Había buscado asesinos, psicópatas de los últimos veinte años, en la cárcel todavía o en libertad, muertos o vivos pero nada. Como si la tierra se lo hubiera tragado.
Abel podía sentir al Karma reírse de él, diciendo: já. Eso te pasa por joder a Maddie. Se arrepintió de haberla dado plantón esa tarde también. Era increíble, hasta había puesto la peculiar característica de las cuchillas en las manos… Se detuvo en seco, sintiendo una descarga en la cabeza. Su rostro… Lo había visto antes. La cara quemada, como si hubiera sido condenado a arder… Abel se quitó la mano de la cara.
Freddy.
Ese era su nombre.
Freddy nosequé.
Su abuela, su abuela le había hablado una vez de él. Era lo que denominaba un espíritu maligno. Ella le había contado algo sobre que echo una especie de maldición, que ella le había visto una vez en sueños, cuando vivía en aquella pequeña casa de Gales y una noche después había muerto aquella familia… ¿Cómo era su nombre? ¿Los Winter? Sí, Winter, que eran mitad ingleses mitad galeses y que todos habían muerto por una fuga de gas sospechosa y sólo habían sobrevivido dos de sus hijas.
Abel tecleó velozmente, escribiendo el nombre de aquel sujeto y la palabra asesino y surgieron millones de páginas que hablaban sobre él, sobre la atroz historia que tras él había: el asesinato de su mujer, los niños muertos, el suicido de su madre, la venganza que tomaron los padres de éstos y como acabó muriendo quemado vivo. Un profundo estremecimiento le recorrió. En efecto, todo aquello sucedió en la calle Elm. No pudo contener la burlona sonrisa que se dibujó en su rostro.
Tecleó en Google Maps el nombre de la calle y encontró el nombre de la ciudad a la que pertenecía. Springwood, en Ohio, a no más de cinco horas conduciendo sin dormir. Se echó el pelo hacía atrás, victorioso. No pudo evitar pensar que la podría salvar a ella… Un hormigueo alborotó su estómago y se puso en pie, cerrando las páginas abiertas y apagando el ordenador y agarró sus cosas sintiéndose un triunfador, algo así como el Rey del Universo. Nunca había sentido semejante sensación y no quería deshacerse de ella.
Bajó trotando las escaleras sin borrar esa estúpida sonrisa y enfundando sus largos brazos en las mangas del abrigo. Se despidió alegremente de Sally y a pesar de que su paraguas no se encontrará allí no dejo de sentirse eufórico. Fuera ya había dejado de llover.
Salió al exterior y volvió a casa. Eran las casi las once de la noche y sabía que su madre no estaría en casa porque tenía turno de noche y su padrastro… Bueno, simplemente no se encontraría allí. Eso acrementó su ya imposible buen humor y comenzó a planear la escusa perfecta para marcharse a Springwood cuanto antes. Era descabellado todo, incluso irreal pero nada podía salir mal o así lo sentía él. Entonces a su descabellada cabeza se le ocurrió una idea. ¿Y si invocaba a Freddy? Solamente para saber a qué se enfrentaba. Un simple vistazo no haría daño, ¿no? Casi pudo escuchar a su abuela April advertirle de cuan mala idea era aquello pero lo ignoró.
Definitivamente esa noche invocaría a Freddy, averiguando su paradero y su modus operandi. Descubriría su punto débil, trazaría un buen plan y salvaría a Elizabeth de una muerte asegurada.
[…]
Encendió la última vela blanca, cerrando así el pentagrama a su alrededor y coló los largos dedos sobre el tablero de ouija que mantenía escondido en una de las cajas del ático, lejos de los ojos de su abuela y su madre. Se lo compró hace un par de años, para casos de emergencia pero nunca se había imaginado sacándola de su envoltorio y usándola.
Cerró los ojos y se hinchó el pecho con una profunda respiración que se suponía que era para conseguir un poco de valentía y confianza en sí mismo pero lamentablemente no obtuvo nada. Solamente podía escuchar el apresurado latido de su corazón en sus oídos, donde la sangre se acumulaba rápidamente. Abrió sus ojos contemplando la pieza de madera que tocaban sus yemas.
Observó las letras y los números, los decorados tallados en la madera… Le daba incluso lástima imaginarse quemando semejante pieza de arte para destruir la conexión entre ese mundo y el más allá.
Bu bum. Bu bum. Bu bum…
Las palmas de las manos le sudaban y su pulso era débil. Mierda, ¿dónde se encontraba aquella determinación que le había arrastrado a esa situación? No sabía si quiera qué decir o si funcionaría.
No es tarde para arrepentirse, Pettyfer… murmuró su subconsciente con los ojos grandes y colmados de miedo. Aquello no iba a salir bien.
Cerró los ojos una vez más y le vino el rostro de Elizabeth. Era por ella, por una desconocida con la que se sentía seguro y en paz. Como si la conociera de toda la vida… Antes de darse cuenta, ya estaba diciendo:
—Invoco desde el mundo de los vivos al alma en pena de Frederick Charles Krueger.
Silencio. Abel esperó unos segundos, esperando a que el marcador se moviera pero no sucedió nada.
—¿Freddy, estás aquí?
Solamente se escuchaba su ansiosa respiración. Joder, las manos le sudaban cada vez más. Se las llevó a los pantalones, limpiándoselas y las volvió a colar. Se sentía ahogado por la desesperación y el terror. Gritó inconscientemente:
—¡Manifiestate, Krueger!
Lo que sucedió a continuación fue extraño. Las ventanas se abrieron de par en par, permitiendo que una fuerte ventisca se colara en la habitación y apagara de un soplo las velas, dejándole a oscuras. Había sido un viento tan gélido que le hizo castañear los dientes. Abel sintió pánico.
Después hubo un fuerte sonido, como cuchillas arañando el suelo, y algo le golpeó fuertemente la cabeza, mientras el tablero salía disparado contra la gruesa pared y se partía en miles de pedazos distintos. El joven sintió como su cuerpo se caía al suelo violentamente y alguien le abría la piel del antebrazo. Luego dolor y oscuridad y sangre y… Abel se despertó sobresaltadamente, tomando fuertes bocanadas de aire.
Se encontraba en la sala de ordenadores de la biblioteca. Pasó una mano confuso por su rostro. Miró la hora: las ocho menos cuarto. ¿Cuánto tiempo había dormido? Suspiró aliviado. Una pesadilla… Una simple pesadilla…
Movió el brazo y sintió un profundo dolor. Asustado levantó la manga, con precaución y descubrió un mensaje grabado en su piel: no te metas, chico.
Casi le dio un infarto allí mismo.
Black Widow.
Re: Pesadilla en la calle Elm.
¡Por la memoria de Wes Craven! Diosss mio esto fue demsiado gebial!!! Ya extrañaba leerte! Y no te haces una idea de lo que me gustooo<3 awesome, perfecto, de principio a fin. Ese Abel ya me agrada, wow! Freddy' back! Las pesadillas han vuelto! Me alegra muchisimo que sigamos al fin! Esperare a pris con ansias.. Y luego resolveremos como seguimos :)
Invitado
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Re: Pesadilla en la calle Elm.
Yo también extrañaba escribir en esta nc!!! Muchas gracias por tu comentario, Vic <3louis boss. escribió:¡Por la memoria de Wes Craven! Diosss mio esto fue demsiado gebial!!! Ya extrañaba leerte! Y no te haces una idea de lo que me gustooo<3 awesome, perfecto, de principio a fin. Ese Abel ya me agrada, wow! Freddy' back! Las pesadillas han vuelto! Me alegra muchisimo que sigamos al fin! Esperare a pris con ansias.. Y luego resolveremos como seguimos :)
Black Widow.
Re: Pesadilla en la calle Elm.
¿Cómo lo va a invocar? NOOOO, se merece que le roben el paraguas
todos tratando de huir y este lo llama
Amé el capi, en serio lo amé y me alegra mucho que volvamos con la colectiva
Espero ansiosa el siguiente
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
---------
Re: Pesadilla en la calle Elm.
JAJAJAJJAJAJAJA "se merece que le roben el paraguas" por pendejo, no? Jajajajaj aii ally me hiciste reír xd
Invitado
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Re: Pesadilla en la calle Elm.
Muchas gracias por el comentario <3 Se merecen que le roben el paraguas y más. Tengo muchas cosas preparadas para Abel y los demás jojojojo A mi también me alegra que hayamos vuelto y espero el cap e Pris con ansiasGrimes. escribió:
¿Cómo lo va a invocar? NOOOO, se merece que le roben el paraguas
todos tratando de huir y este lo llama
Amé el capi, en serio lo amé y me alegra mucho que volvamos con la colectiva
Espero ansiosa el siguiente
Black Widow.
Re: Pesadilla en la calle Elm.
Capítulo 028.
Sus pies no dejaban de moverse porque por alguna razón su cuerpo sabía que estaba en peligro. Sentía como sus pulmones quemaban pero la desesperación aumentaba, haciendo que Sam corriera aún más rápido.
Nuevamente la oscuridad la atormentaba. Nuevamente aquel suelo frió bajo sus pies descalzos parecía conspirar en su contra impidiéndole huir.
Huir de aquella voz que le producía escalofríos, de aquella risa que le indicaba que nada de eso saldría bien.
Sam siguió corriendo mientras aquel nombre maldito se repetía una y otra vez en su cabeza.
Freddy. Freddy Krueger.
Apresuro la marcha aunque no veía absolutamente nada.
Y entonces, algo o alguien tomo uno de sus pies, provocando que perdiera el equilibrio y terminara en el piso.
Un grito se escapó de su garganta al sentir una fuerte punzada en su pie izquierdo. Algo la estaba arañando, apretando lo suficientemente fuerte como para inmovilizarla del dolor.
Movió su otro pie intentado liberarse, mas fue inútil. El mismo fue inmovilizado también.
—Sammy—una voz escalofriante pronuncio su nombre. Una corriente corrió por toda su columna provocando aún más miedo en la castaña. –Sammy, solo vamos a jugar. ¿Acaso ya no te gustan los juegos?
Sus mejillas estaban húmedas y por más que intentara gritar, no podía. La oscuridad y el miedo la inundaban, pero sabía muy bien a quien se estaba enfrentando. Lo había dibujado varias veces.
Sabía de memoria el número de quemaduras que había en su cara, el largo de las cuchillas que sobresalían de sus manos, los colores de su vestimenta, y como sus pupilas resplandecían con una mezcla entre deseo y maldad.
—Llego el momento Sammy. Ahora no podrás escapar…
Grito. Finalmente, sus cuerdas vocales reaccionaron dejando salir un fuerte grito que expresaba muchas cosas y nada a la vez.
—Samantha.— Al abrir los ojos, lo primero que vio la castaña fueron aquel par de ojos azules tan cálidos y fríos a la vez. Una gran sonrisa adornaba la cara de su amigo invitándola a sentirse feliz a pesar de la horrible pesadilla que acabada de tener. —Christina despertó.
Se había quedado dormida luego de que Niall le relatara la muerte de su hermano. Ambos los había hecho, a excepción de que el rubio había preferido utilizar la cama de sus padres dejándole la suya a Sam.
Necesitaba ese descanso más que cualquier otra cosa puesto que habían pasado toda la noche despiertos esperando noticias de su amiga en común. No dudaron en pegar los ojos cuando tuvieron la ocasión.
Samantha se levantó rápidamente, dejando de lado lo que acababa de ocurrir y se colocó los zapatos para luego seguir al rubio escaleras abajo.
—Jamie nos espera afuera. Llego hace un par de minutos y me aviso que ella había despertado. Al parecer Daniel intento llamarme pero estaba demasiado dormido como para escuchar—explico el rubio. Sam miro su celular para comprobar que efectivamente Daniel los había estado llamando a ambos y que había llegado a dormir casi dos horas. — Al parecer todo está bien. Están dejando entrar a los familiares y amigos así que no dude en despertarte.
Sam le brindo una sonrisa antes de salir por la puerta principal. La camioneta de Jamie ya estaba afuera esperando por ellos. Sin más, corrieron y se subieron a la misma. Mientras más rápido llegaran al hospital, más rápido verían a su amiga. Aunque la castaña escondía sus propias intenciones.
Estaba segura que Christina la entendería.
Vaya sorpresa se llevó cuando entro corriendo al hospital. Sam nunca imagino que su amiga haría semejante cosa.
La conocía desde pequeña, eran mejores amigas desde que tenía uso de razón, y sabia más que bien que odiaba las mentiras porque lo que ella era incapaz de decir una. Entonces, ¿Cómo podía su amigas mencionar aquel nombre y luego dar una declaración totalmente diferente? ¿Cómo podía sonreírle y asegurarle que todo estaría bien cuando ambas sabían que eso era mentira?
Lo veía en sus ojos, ahí sentaba frente a ella, a sus pies. Podía ver el miedo detrás de sus pupilas, podía ver como sus labio temblaban levemente cada vez que le preguntaban si estaba bien y ella respondió con un tímido "Si, estoy bien. Solo fue un susto." Inclusive, Samantha podía ver como sacaba tema tras tema impidiendo así que todos se fueran.
Christina escondía algo.
Se limitó a sonreírle de vez en cuando, a mirarla con compasión, y a brindarle un abrazo cada que pudo. Mas no dijo nada. Si abría la boca se vería obligada a preguntarle. Sam se conocía demasiado bien como para saber que le saldría la madre sobre-protectora de adentro.
Posiblemente le echaría en cara el hecho de que se había ido sola a un lugar alejado de todo y no había recurrido a ella, o quizás mencionaría el hecho de que debió avisar a donde iba. Nada de eso venia al caso.
Es por eso que cuando volvió a estar al frente de la casa de Niall, fue cuando finalmente hablo.
—Debo ir al baño—informo la castaña. El rubio los había invitado a ambos a entrar y ella no desaprovecho el momento para escaparse de todos y comprobar aquello que tanto miedo le daba desde que Niall la había despertado horas antes.
Siguió las indicaciones que le había dado su amigo para luego entrar al pequeño cuarto -que a decir verdad era mucho más grande que el de ella- y cerrar la puerta detrás de ella con llave.
Miro el reflejo que le brindaba el espejo encontrándose con una imagen un tanto desafortunada de ella misma. Sus ojos estaban enmarcados por grandes manchas cafés, su piel estaba más pálida de lo normal resaltando así aún más las pequeñas pecas de salpicaban su nariz. Su cabello se encontraba hecho un nudo sobre su cabeza en un intento de ser una cola de caballo.
Respiro varias veces antes de sentarse en el suelo para poder tener una mejor visión de sus piernas, y de esta forma levanto el pantalón negro dejando a la luz aquello que había estado molestando desde que bajo como loca por las escaleras y corrió al auto de su novio para ir a ver a su amiga.
Un par de rasguños abrazaban sus pantorrillas. Pequeños rastros de sangre las rodeaban. Sentía como aún estaban hinchadas, inclusive, aun podía ver como pequeñas gotitas de sangre salían de las heridas.
Se controló a sí misma para no llorar. No necesitaba que sus amigos volvieran al hospital por algo tan insignificante. En cambio, abrió un pequeño armario que había en el cuarto buscando algún tipo de botiquín. Su madre sabía guardarlo ahí, quizás la madre de Niall hacia lo mismo.
Sonrió cuando vio la pequeña caja blanca con una enorme cruz roja resaltando en la misma. Tomo un par de gasas y cinta, e hizo el intento de envolver las heridas. Al menos así dejarían de sangrar.
Recordó su sueño, la forma en la que había clavado las garras en su piel, el dolor. Todo había sido más que real, de otra forma, ¿Cómo podía ella lastimarse de esa forma? Por qué de algo estaba segura: Niall no había hecho tal cosa.
Pero, ¿Cómo?
¿Cómo había sucedido? ¿Cómo podía ser real? ¿Cómo había llegado a mezclarse la ficción con la realidad?
El miedo se apodero de la castaña. No sabía qué hacer ni que pensar. Ni siquiera sabía si lo que estaba pensando era lo correcto, o realmente había caído en un delirio del que sería incapaz de salir.
La necesidad de saber más acerca de aquel llamado Freddy Krueger reemplazo al miedo. Quizás, si lograba describir que él seguía vivo todo eso se acabaría. O tal vez, aquella cosa tenia familiares vivos buscando venganza.
Pero, ¿Que tenían que ver sus amigos y ella?
Samantha bajo las escaleras lo más rápido que pudo y se apresuró a buscar a su novio y a su ahora nuevo amigo.
Los encontró a ambos en la cocina, compartiendo unas cervezas mientras decidían si pedir comida china o pizza.
—Creo que deberíamos investigar a Freddy Krueger— soltó Sam entrando en el campo de visión de ambos. Jamie no tardo en soltar una carcajada.
—¿Acaso estas enferma? ¿Te duele algo?— Sam recordó las horribles marcas en su pantorrilla, mas no dijo nada. Miro a su amigo esperando que el mismo le diera la razón para así correr a la computadora y revisar todo lo encontraran sobre aquel horrible hombre y su misteriosa muerte, pero Niall no dijo nada. El mismo se limitó a mirarla, sin ninguna expresión en su rostro. –Sam, enserio.
—Estoy bien, Jamie— respondió ella con un toque de amargura en sus palabras.
—Freddy Krueger está muerto, todo el mundo lo sabe.
—Pero qué tal si no es así- sugirió Sam. –Qué tal si logro escapar y ahora anda merodeando en la cuidad, lastimando a las personas o algo así.
—Eso sería imposible, Sam—comento su novio. El rubio había dejado su cerveza de lado puesto que las palabras de la castaña habían logrado preocuparlo. – En el caso de que Freddy estuviese vivo aun, sería un anciano ya, y no veo muy factible la idea de que un anciano ande atormentando una ciudad como esta.
Por una parte, el punto de su novio era bastante lógico. Si aquel hombre había escapado, no podía estar haciendo todo eso por su cuenta.
—No creo que todo sea pura coincidencia—dijo Sam, más para ella misma.—Creo que debíamos investigar—repitió con más convicción. – Hay algo más detrás de todo esto, estoy segura.
-Si es por Chris, creo que quedó muy claro lo que ocurrió.
-Dios, no es por Christina, Jamie-respondió la castaña ya lo suficientemente enojada.
—¿Entonces?— Sam quiso contarle, relatar cada uno de sus sueños y como ahora su pierna ardía producto de un par de heridas que no habían sido producto de una caída común y corriente, mas Niall, detrás de su novio le indico que mantuviera la boca cerrada. –Sera mejor que nos vallamos.
Sam agradeció mentalmente a su amigo por frenarla. Jamie no iba a entenderla. Él no era un chico escéptico, no creía en historias de fantasmas ni nada semejante.
—Niall, lo dejamos para otro momento.
—No te preocupes- hablo finalmente el rubio.
Jamie tomo a Sam de la mano y sin dejarle ni siquiera despedirse de su amigo, la saco de aquella casa para luego subirla a su camioneta.
Mil cosas pasaban por la cabeza de la castaña, y su pierna no ayudaba en absolutamente nada. Todo lo contrario, estaba ahí, recordándole que todo aquello era real. Que aquellas garras se habían clavado en su piel dejando un trazo rojo en su paso.
Aun podía sentir el frío metálico de las cuchillas, aun podía escuchar aquella horrible voz pronunciar su nombre, aquella risa que le erizaba la piel. Los latidos de su corazón, su respiración agitada, sus pies parecían cansados, como si realmente hubiese corrido kilómetros.
Su celular vibro sobre su falda haciendo que Sam volviera en sí. Jamie parecía discutir algo con ella, más la castaña lo ignoraba por completo.
Desbloqueo el aparato, encontrando un mensaje reciente cuyo número desconocía pero a su vez, se imaginaba quien podía ser el autor del mismo.
“Mañana, después de clases en la biblioteca.
N.”
Rápidamente, Sam volvió a bloquear su teléfono y sin darse cuenta soltó un suspiro de alivio. Alivio de que al fin alguien compartía la misma preocupación que ella. Alivio de que quizás encontraría algo o alguien que pondría fin a esas horribles pesadillas.
Porque después de todo, Samantha ya no creía que todo aquello era una simple coincidencia.
- Spoiler:
- Bueno, al fin mi cap. Se que es aburrido, pero necesitaba escribirlo para luego dar pie al siguiente capitulo donde las cosas se pondrán peor, al menos según mis planes.
En fin, espero que les guste.
Antes de irme déjenme decirles que leí todos los caps que me faltaban y me fascinaron. Chicas realmente me sorprende lo bien que escriben. Ademas me inspiraron demasiado debo admitir. Y bueno, estoy contenta de seguir con esta nc.
wang.
Re: Pesadilla en la calle Elm.
priiiiiiiiiiiis qué capítulo. te dijo que aún me duele que las amiguitas estén peleadas, pero se entiende la razón, pero sólo se tienen la una a la otra y ninguna de las dos lo ve
Por otro lado, el vibe entre Sam y Niall se nota se nota,
Qué más puedo decir, amé el capítulo, amo como escribís, es hermoso.
Espero a la que sigue para que siga (?) ahqué. las amo
Por otro lado, el vibe entre Sam y Niall se nota se nota,
Qué más puedo decir, amé el capítulo, amo como escribís, es hermoso.
Espero a la que sigue para que siga (?) ahqué. las amo
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
---------
Re: Pesadilla en la calle Elm.
ABURRIDO? NO TE LO PERMITO! Aii diossss, ¿Como no noté antes que habias subido¿? perdon por eso, LO AME POR COMPLETO, yo amo demasiado esta nc y ustedes bien lo saben. Niall ya me está agradando mucho ♥ pobre Sam, su novio la cree loca u.u ME ENCANTO PRISS y lo pongo con mayusculas porque me emocione jajajaja las amooo ♥
pd: ahorita hablamos en el muro de quien sigue, pasense por ahi
Invitado
Invitado
Re: Pesadilla en la calle Elm.
Vic, te cambiaste el user? o tenes una cuenta nueva? No entiendo nada.
wang.
Re: Pesadilla en la calle Elm.
tengo una cuenta nuevawang. escribió:Vic, te cambiaste el user? o tenes una cuenta nueva? No entiendo nada.
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