American Horror Story {Murder house

Capítulo 008

una se acostumbra a ser la rara de la casa...

Definitivamente, Dallas se había ganado el premio a la más idiota de los Harmon del año. Su plan de emborracharse mientras sus padres no estaban, se había arruinado completamente cuando la camioneta que transportaba a la familia, sonó con su gran estruendo de un motor completamente inaguantable.

Como pudo tomó una tanda de cervezas completamente frías y corrió como si una jauría de leones la persiguiera, definitivamente estaba agitada y con miedo de ser descubierta. Pero, gracias a sus poderes atletas —que ni siquiera sabía que los tenía— llegó adentro de la pieza de su hermano justo cuando sus “amados” padres cerraban la puerta de entrada por completo.

Observó a su hermano cerrar la puerta con traba y caminar hasta al lado suyo y del pelirrojo, que ahora tenía como nombre Alan. Dallas tenía algo que confesar, el pelirrojo estaba fuerte; muy fuerte. Si no fuera por que aun no lo conocía bien, ya se lo hubiera tirado aunque sea homosexual.

—Bien—pronunció su hermano en voz baja, sabiendo que sus padres estaban por dormir la siesta—Tenemos que sobrevivir aquí hasta que tengan que volver al trabajo y ahí te irás; mientras tanto…—señaló a las cervezas— ¿Quién quiere una?
—Ni me lo preguntes, Jack—susurró Dallas—me tomaré todas si es posible.
— ¿Te ha pasado algo más? Digo, además de la vieja de química. —Su hermano abrió una botella pasándosela a Alan, para luego proseguir con la de su hermana—te conozco como si fueras mi hermana.

Dallas rodó los ojos, normalmente Jack solía decir chistes de muy mal gusto y que no causaban risa para nada. Pero su hermano tenía razón, no era todo lo que había pasado en ese tiempo que estuvo en el condenado edificio. Había más de lo que podía esperar.

—Un chico me ha invitado a salir—suspiró, reprimiendo las ganas de soltar alguna lágrima.
— ¡Aleluya! Y los dioses en el cielo me han escuchado—levanto los brazos con exageración—eres hermosa, en algún momento tenían que haber puesto los ojos sobre ti para querer follar, digo, ¡eres fuerte, nena!
—Debo acotar que, además de ser linda como tu hermano, eres completamente personal y yo, te daría… y no son consejos—otro mal chiste.

Dallas largó una risa diminuta, no quería despertar a sus padres.

Luego de unos minutos bebiendo, decidieron ver una película que Dallas amaba. Después de todo no era su día y no quería decir por que le ponía mal que un chico la invitara a salir. Cuando la película titulada “wind chill” empezó, Jack odió por completo que su hermana fuera fanática de las películas de terror.

Parecía que se metería con sus padres en la camita, no dormiría por durante una semana.

Cuando la película por fin se tituló como fin, Dallas se levantó crujiendo sus huesos. Las malas posiciones no eran lo suyo y quería pasar por el ático, definitivamente sería un buen lugar para pasar el resto de sus días hasta que su padre consiguiera otra de sus putas y tengan que mudarse nuevamente.

Besó la frente de su hermano. Él y su nuevo amigo se habían quedado dormidos durante la película, así que decidió no despertarlos e irse preparando para un sermón de sus padres si se enteraban que no habían ido a la escuela. Su hermano le debía mucho si lo sacaba de esa, juró que se lo pagaría.

Se acomodó la remera que su hermana le había cedido. Le quedaba bien, tenía que admitirlo, solo que no era de su estilo. Agradeció que sus ahorros fueran suficientes como para ir a comprar algo y decidió que saldría para que sus padres no sospechasen de su escapada de la escuela.

Tomó un par de dólares y abrió con muchísimo cuidado la puerta de entrada, nunca una puerta había echo tanto ruido en su vida. Suspiró cuando logró estar afuera y caminó lentamente hasta estar segura de no ser descubierta. Sacó unos enormes audífonos y su apreciado teléfono, conectó cada cosa en su lugar y busco la lista de reproducción perfecta hasta llegar a un lugar decente, con ropa decente y con gente decente.

“Bohemia rapsodia” de Queen, sonaba a todo volumen cuando Dallas paró delante de un negocio unisex. La ropa era verdaderamente excelente para el estilo que portaba la chica, así que no lo pensó dos veces al entrar. El lugar estaba adornado por luces de varios colores y la ropa estaba por montones; rojas, negras y azules eran el estilo de Dallas, así que corrió hacia el pasillo que más le llamaba la atención.

Sonrió al encontrar un short negro y lleno de tachas. Eran perfectos como para usar la mayoría del tiempo, tenía unos borcegos que combinaban perfectamente con el.

—Buena elección…—escuchó a sus espaldas—. Mi ex solía usarlos.

Se dio vuelta para ver al dueño de esa voz tan sexy. El chico no estaba para nada mal, necesitaba un buen polvo hace rato y quien más que ese hermoso y dios griego. No mentía, el chico era realmente lindo. Ojos verdes, cabello rubio y un buen físico; bastante trabajado.

—Gracias…—sonrió mientras batía sus pestañas— ¿Esa forma es la que usas para conquistar a las mujeres? ¿Comparando sus gustos con tu ex?
—No, bueno…—tartamudeo.
—Tranquilo—rió la castaña—yo, normalmente, si quiero acostarme con un chico le pregunto cuantos años tiene.

El rubio contuvo una risa, había captado su indirecta al instante.

—Tengo veinte—susurró.
—Está bien para mí—continuó.

Dallas tomó el brazo del chico y sintió toda su musculatura rápidamente, se estremeció. Definitivamente iba a tener un buen polvo, con un chico que estaba buenísimo y lograría soltar todo lo que venía guardando.

Cuando llegaron a uno de los vestidores sin que nadie los viera, trabaron la puerta. Dallas se lanzó sobre el chico y comió sus labios con desesperación, pidió para entrar con su lengua y con gusto, el chico, le correspondió. Las manos del rubio tomaban su trasero y Dallas gimió, aunque trató de contenerlo, nadie debía enterarse que lo hacían en el probador de un negocio. La remera y el sostén de Dallas yacían en el suelo, mientras que el chico solo tenía los pantalones bajados; besó el pecho de la joven mientras la chica bajaba lo que quedaba de pantalón y con el, sus calzoncillos.

—Dime tu nombre—gimió la chica.
—Ryan—apenas pudo titubear el rubio.
—Bien, me llamo Dallas. —termino con la conversación.

Las piernas de Dallas rodearon la cintura del chico y dejó que entrara en ella sin pensarlos. Contuvo un grito, hace mucho que no estaba tan excitada. Dejo que Ryan continuara con lo suyo tranquilamente, mientras que ella disfrutaba su primer polvo en un probador. Tenía que volver a repetirlo.



— ¡Llegué! —gritó una vez que cerró la puerta.

Obviamente, todos ya habían vuelto. Tomó las bolsas y caminó hacia su habitación, había llegado a comprar varias cosas con el poco dinero que tenía en los pantalones que le regaló su hermana, así que compró los shorts que tanto le habían gustado, dos o tres remeras y unos tacones, hacía tiempo que no los utilizaba.

Cuando por fin llegó al cuarto que le había cedido Jude, tomó algunas de sus cosas y subió se dirigió al sótano. Como pudo, bajo las viejas escaleras y sostuvo un pie sobre otro, hasta que llegó al escalón inestable. Si, había uno y Dallas no lo había notado hasta que lo pisó y calló. Calló sin poder parar ni un segundo y golpeó su cabeza con todas las fuerzas posibles contra el suelo, un grito se escucho por la casa y todo se volvió de un color neutro.



— ¡Mierda! —gritaron los muertos.

Adrien y Rew se encontraban hablando en el ático. Realmente querían hablar sobre sus amores y sentirse culpables por estar muertos. Nunca se habían unido tanto, ni llorado en el hombro del otro como en ese día. Se necesitaban, eran completamente amigos desde ese día y no volverían a hablar de otra cosa que no sean sus problemas.

Cuando Dallas cayó, ambos vieron cada movimiento. No iban a permitir que la chica sea la primera en morir de los Harmon, así que decidieron  que llamarían la atención de algún hermano que anduviera más cerca. Esa vez era peor que la primera, la sangre no paraba con nada y estaban completamente desesperados.

Corrieron hacia una morocha alta, habían escuchado que su nombre era Jude. Corrieron hasta ella, mientras se hacían visibles y trataban de pensar en cualquier cosa, menos en que una de las chicas estaba por morir desangrada.

— ¡Jude! —gritaron sin pensar.

La chica se dio vuelta sin entender por que la llamaban a ella, digo, nunca los había visto en su vida.

— ¿Si? —Contestó— ¿Quiénes son ustedes dos?
—Amigos de Roman—contestó Adrien sin pensarlo dos veces—Le ha pasado algo a tu hermana, Dallas. Se ha caído de las escaleras del sótano y no para de sangrar, sus piernas no se ven bien tampoco.
—Mierda…—Susurró la morena para empezar a correr como una loca.



Dallas despertó dos días después del accidente. Los ojos le ardían y los abrió, todo estaba oscuro, volvió a cerrarlos y abrirlos. Nada. Se los refregó millones de veces, pero no lograba ver nada. Largó un sollozo fuerte y gritó, gritó con todas sus fuerzas.

Una puerta se escucho abrir y una voz sumamente familiar sonó por el espacio.

—Dallas, despertaste—suspiró— ¿Qué pasa? ¿Por qué el grito?

El lugar estaba completamente oscuro para Dallas, no lograba ver nada de nada y dejo que varias lagrimas caigan por su cara. No quería que la vieran débil, no lo quería pero pasó. Ahora, nunca más reiría.

—Roman yo…—titubeó—no puedo ver. Roman, estoy ciega.