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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Snappelle {audiciones abiertas}
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Re: Snappelle {audiciones abiertas}
Hey! soy JudsAlice_White y desde aquí subiré mi ficha jajajja
Judy_1D
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
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Adam & Scarlett
Representantes: James McVey & Amanda SeyfriedNombre del chico: Adam Gabriel Stewart
Nombre de la chica: Scarlett Janette Evans
Roles: El Alteratum y la chica Ángel
- escrito de tu autoría:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Ficha en nombre de: JudsAlice_White (por problemas de ser nueva en onlywn con la cuenta nueva. Que conste, que escribiré con la Nueva cuenta)
Judy_1D
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
¡quiero los resultados ahora!, sin preciones ;-;. porfavorsh publica los resultados prontoooo; besos<3.
hessa.
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
¡No cerréis, yo quiero! Ahora mismo dejo mi ficha, ¿se puede un shipp gay? ;-; Quiero hacer Destiel porque creo que viene perfecto para esta colectiva ;-; So.. eso.. ¡Hola Ginger, Hola Joker! Ya sabéis quién soy, así que.. eso, bye.
Invitado
Invitado
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
¡Necesito un ship gay, ahora mismo!Wolf. escribió:¡No cerréis, yo quiero! Ahora mismo dejo mi ficha, ¿se puede un shipp gay? ;-; Quiero hacer Destiel porque creo que viene perfecto para esta colectiva ;-; So.. eso.. ¡Hola Ginger, Hola Joker! Ya sabéis quién soy, así que.. eso, bye.
Ginger
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
hele tengo que enseñarte algo que encontré de misha xd
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
ginger. pues ahora mismo dejo la ficha
zoe. ¡no me tortures! solo enséñalo y ya ;-;
zoe. ¡no me tortures! solo enséñalo y ya ;-;
Invitado
Invitado
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
TARAAAAAAAAAA
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✦ ausente.✦
pixie.
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
idk me reí un rato con eso bc lo encontré buscando gifs escolares lol
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
¡Para! plz. No puedo con el gif. Ay, para, Zoe xdd. asjfoiajsofa, me esperaba algo más sensual(?) pero esto me ha gustado xd. Gracias, supongo(?)
Invitado
Invitado
Re: Snappelle {audiciones abiertas}
Dean & Cas.
Representantes: Jensen Ackles y Misha Collins.
Nombre del chico: Dean Winchester.
Nombre de la chica: Castiel Hayes.
Roles: El Alteratum y la chica Ángel.
- escrito de tu autoría:
Mi respiración se agitó. Tosí fuertemente. Abrí los ojos consiguiendo cerrarlos nuevamente por todo el peso que tenía encima. Mis pulmones se estrujaban cuanto más intentaba llevar aire a ellos. Me era casi imposible poder moverme. Y apenas podía respirar. No sabía dónde estaba y lo peor; estaba muriendo asfixiado.
Con mucha fuerza de voluntad, levanté el brazo derecho entre toda la tierra sobre mí y con esfuerzo y agilidad saqué la palma a la superficie. Me quedaba lo peor; sacar todo mi cuerpo. Y rápido.
Estirándome como podía alargué el brazo y me agarré a la raíz más próxima a mí e hice fuerza. Doble el brazo, sacando bíceps e hice con el brazo restante un pequeño agujero para sacar la cabeza fuera. Y tras mucho esfuerzo lo conseguí.
Una vez mis pulmones tocaron aire se abrieron como si de unas alas se trataran. El oxígeno acarició todo mi interior, llenándome de vida. Con la ayuda del brazo izquierdo, me agarré a la raíz sujeta al suelo y con un breve empujón, todo mi cuerpo yacía fuera de mi tumba.
— Al fin, cojones —susurré irritado. Inhalé y exhalé varias veces. Consecutivamente me levanté admirando mi alrededor.
Estaba rodeado de árboles de todos tipos, clases y tamaños. A lo lejos había una carretera desierta. Pero lo más asombroso era el encontrar troncos de árboles totalmente apilados tumbados en el suelo, uno al lado del otro, formando un círculo de donde había salido minutos atrás.
Sin darle mucha importancia anduve por la carretera alejándome de aquel lugar. Era mediodía, mi cabeza estaba hecha un lío, hacía un calor insoportable y no sabía dónde estaba. Así que lo último que me importaba en esos momentos eran unos troncos en el suelo.
Al rato de estar andando encontré una gasolinera junto a una cabina telefónica e intenté llamar a Bobby o Sam para que pasaran por mí. Sí, intenté. Porque para que funcionara se necesitaba dinero y yo no lo tenía:
— ¡Joder! —Exclamé estrellando el teléfono en la cabina.
Retomando mi camino hacia la casa de Bobby, me perdí en mis propios pensamientos de qué hacía aquí de nuevo. Del por qué. Pero lo más importante; quién lo había hecho.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Ya era casi de noche. Podía ver enfrente mía cómo el Sol se ocultaba para dejar paso a la oscuridad que reinaba, prácticamente, casi todo el cielo y tierra. Alguna que otra vez pasaban coches por la carretera, pero ninguno se dignaba a parar.
Oí el sonido de un motor. Giré mi cabeza hacia atrás para ver unas luces de un coche. Me paré, estiré el brazo derecho y levanté el pulgar rezando porque se parara y pudiera acercarme a casa de Bobby.
No tuve suerte.
El coche me pasó rápidamente haciendo volar mi camisa hacia atrás. Repentinamente le di un puñetazo al aire viendo al coche alejarse de mí.
— ¡Maldito hijo de puta! —Grité a todo pulmón viendo únicamente las luces rojas de la parte trasera del coche—. ¡Ojala te estrelles, cabronazo!
Pateé el suelo con indignación y enfado y seguí mi curso. Aún me quedaba un tramo, no era mucho pero aún así me quedaba algo.
Mis recuerdos se fueron a otro lugar mientras mis pies andaban sin dificultad hacia su destino ya conocido desde hacía unos años. En mi mente abarcaba en el lugar del que provenía. Del fatídico destino que me había dado la vida. Me llenaban los malos recuerdos procedentes del pasado. El dolor, los recuerdos, la soledad.. Todo me llenó en un mismo instante produciendo que mi cabeza se llenara de mala información y recayera en un pozo del dolor. Aún así, mis pies seguían andando como si nada pasara en mi mente.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
A lo lejos pude ver la las luces de la pequeña casa de Bobby. Cruzando el camino de tierra que nos separaba, llegué a su puerta. Y toqué. Pasaron unos segundos y la puerta se abrió para dar paso a un desarreglado y borracho Bobby.
Pasaban los segundos y ninguno decía ni hacía nada. Él me miraba de arriba abajo impresionado, incrédulo. Y yo lo miraba directamente a sus ojos asustados con una sonrisa cansada.
— Esto no puede ser… —Susurró casi inaudible.
— Bobby, soy yo. Estoy aquí —sin haber terminado la frase me encontré bañado en agua bendita—. No soy un demonio, maldita sea Bobby.
— Pero esto.. Es prácticamente imposible —volvió a examinarme con sus ojos audaces—. Deberías estar muerto.
— Lo sé —contesté para luego pasar dentro de la casa. Él cerró la puerta tras de mí.
— ¿Quieres una cerveza? —Añadió yendo a la cocina.
— Sí, estoy muerto de sed.
Me adentré en el salón. Había latas de cervezas por todos los lados, inclusive por el suelo. Miré al escritorio, todo lleno de papeles desordenados y esparramados por todo el lugar. Bobby nunca fue un obsesionado por la limpieza, pero tampoco tan guarro.
— ¿Qué te ha pasado, Bobby? —Susurré más para mí que para cualquier otra persona.
— ¿A mí? —Oí su voz tras de mí. Me volteé.
— Sí, Bobby. ¿Qué es todo este estropicio? —Me acerqué a una cerveza y la cogí—. ¿Qué es toda esta mierda?
— Es una cerveza, Dean.
Sacudí la cabeza mientras oía sus pasos dirigirse hacia mí y me abrazó como si nunca antes nos hubiéramos abrazado. Él era imposible. Sabía que no iba a hablar, que no me diría nada pero ya me enteraría. Lo miré; llevaba dos cervezas en la mano. Me estiró una y la agarré. Le pegué un trago y volví a mirar hacia todos los lados buscando a alguien, no algo:
— ¿Y Sammy? —Pregunté inocente. Dirigí mi vista hacia Bobby el cual apartó la vista, le pegó un trago a la cerveza, un buen trago, mientras se encogía de hombros.
— Llevo sin saber de él desde hace mucho tiempo. Le dejé varias llamadas pero nunca me las devolvió y supuse que había rehecho su vida.
— ¿Qué? ¡Y por qué no insististe, joder! —Exclamé, incrédulo.
— Pero, ¿qué quieres? Yo también tengo una vida, Dean —miré a mi alrededor, con asco y repulsión.
— ¿A esto lo llamas vida? —Su cara cambió radicalmente.
— Han cambiado muchas cosas, Dean. Demasiadas.
— Eso no me importa. Lo que me importa ahora es encontrar a Sam, ¿me ayudarás o lo haré yo solo?
Se terminó la cerveza y la dejó sobre la mesa del escritorio. Rebuscó en ella y encontró su móvil. Marcó unos números y se fue a la cocina para hablar en privado mientras yo me sentaba entre latas de cerveza vacías y una gran preocupación por mi hermano menor.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
— ¿Estás seguro que tu contacto te dijo que Sam estaba aquí? —Estrellé mis ojos de nuevo en la casa blanca enfrente de mí.
— Totalmente seguro. Él nunca me falla.
Según un contacto y viejo amigo de Bobby. Sammy estaba en esa casa. Hacía unos meses atrás, Bobby había estado vigilando de vez en cuando a Sam. Más que nada para mantenerlo a la vista y que no le sucediera nada o por si se metía en problemas, tuviera refuerzos. Puede que Bobby no lo hubiera insistido en sus llamadas, pero tuvo una gran idea al mantenerlo vigilado de esta manera.
Anduvimos hasta el porche de la casa blanca oyendo gritos que procedían del interior de la casa. Nos miramos, preocupados. Corrimos hacia la puerta, sacamos nuestras armas y con una gran patada a la puerta, entramos a la casa.
Lo primero que vi fue a un chico a cuatro patas. Estaba lleno de tatuajes y miraba al suelo, gimiendo. Lo segundo fue encontrar a Sam detrás de él, tomándolo por el único agujero libre que un hombre tenía en su cuerpo. Segundos más tarde de reconocer a Sammy, él se despegó del Chico a Cuatro Patas inmediatamente.
Los dos nos miraron asustados. Hasta que Sam me reconoció y se puso de pie con dificultad.
— ¿Dean? —Preguntó abrumado. El Chico a Cuatro Patas lo miró desconcertado.
— ¿Quiénes son estos tíos y por qué han entrado así a tu casa?
— ¡Oh, joder! ¿Queréis poneros algo de ropa? No me apetece ver vuestra manguera colgando —miré hacia Bobby sin ninguna expresión en la cara. Sam sonrió.
— Nunca cambiarás, ¿eh Bobby?
— Pero, ¿quiénes sois? —Antes de que ninguno pudiera contestar, volvió a hablar—. Olvidadlo, me largo.
Rápidamente se puso los calzoncillos y los pantalones y el resto lo agarró con las manos y salió de la casa velozmente. Antes de que pasara la puerta Sam le dijo:
— ¡Te llamaré!
— Sí, claro.. —Terminó de decir, antes de irse totalmente del lugar.
Volví a mirar a Sam, el cual aún seguía desnudo.
— ¿Te quieres poner algo, Sammy? Para vértela a ti me la veo a mí mismo.
— ¿Cómo es que estás vivo, Dean? —Añadió mientras se vestía tranquilamente.
— Ninguno lo sabemos.
Antes de que Bobby terminara ya estaba andando hacia Sam. Él comenzó a andar hacia mí y nos fundimos en un abrazo de hermanos mientras nos dábamos unas palmadas en las espaldas mutuamente.
— Me alegro de tenerte de vuelta otra vez, Dean —admitió con total sinceridad. Nos separamos mientras su cara cambiaba a un ceño fruncido—. ¿Cómo me habéis encontrado?
Giré mi cabeza para mirar a Bobby el cual estaba examinando todo el salón con sus pequeños pero astutos ojos.
— Casualidades del destino que estuviéramos por aquí y oyéramos los gritos.
— ¿Casualidades, Dean? —Levantó una ceja. Encogí mis hombros, restándole importancia.
— ¿Nos vamos?
— ¿A dónde?
— A descubrir quién sacó del infierno a Dean.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Aparqué mi preciado Impala a un lado del almacén abandonado y nos bajamos de él. Yendo al maletero sacamos todo lo que necesitábamos para poder invocar al ser que me había sacado del infierno y me hacía dejado una marca de una mano en mi brazo derecho.
— ¿Estáis seguros de lo que vais a hacer? —Habló la voz sabia de nosotros tres.
— No, pero ¿cuándo estamos nosotros seguros de algo?
Bobby siguió pintando todos los símbolos que se le ocurrían en las paredes del almacén. Sam recolectaba todos los exorcismos y esas clases de cosas por si necesitáramos ayuda de ellos y yo, bueno, yo me preparaba mentalmente para lo que fuéramos a invocar.
Una vez todo terminado y que todos estuviéramos listos para lo que se avecinara me asintieron con la cabeza y se alejaron de mí.
Respirando hondo, agarré un cuchillo y lo llevé a la palma izquierda, creé un puño y eché el cuchillo hacia atrás, produciendo así un corte superficial en ella seguida de sangre roja y viscosa. Dejé que cayera por mi palma hasta el cuenco de arcilla. Una vez la sangre estaba en el cuenco Sam dijo unas palabras en latín y explotó mi sangre.
Segundos después todo el recinto se llenó de una gran luz cegadora. Cerré mis ojos instantáneamente y me puse una mano sobre ellos por la cantidad de luz que había. Mientras la luz disminuía mis ojos se abrían sin problema hasta encontrar enfrente de mí a un chico de ojos azules y ceño fruncido.
— ¿Quién eres? —Pregunté casi al instante.
— Soy Castiel, un ángel del Señor —respondió con una voz totalmente neutral.
— ¿Un ángel? —Bobby me miró inmediatamente.
— Los ángeles no existen —habló tras de mí Sam.
Pocos segundos después una gran ráfaga de viento, proveniente del ángel, nos golpeó. Se oían rayos desde afuera y la luz del almacén parpadeaba continuamente.
Miramos al supuesto ángel y en la sombra de la pared pudimos ver sus grandes y negras alas expandiéndose hacia los lados admitiendo que él era un ángel.
— ¿Fuiste tú quién me sacaste del infierno?
— Sí, y traigo un mensaje para ti; para vosotros. El apocalipsis está cerca, demasiado cerca, y necesitamos toda la ayuda posible para no dejar que Lucifer sea liberado y llegue a la tierra con la intención de destruirla.
- Escrito de tu autoría 2:
Pasaba todo demasiado rápido delante de mis ojos. No me sentía cómoda con esta gente a mí alrededor, no me sentía cómoda con todos ellos por aquí, y mucho menos con Raissa sabiendo lo que pensaba a cada momento. No podía tener un poco de intimidad sin que alguien llegara a molestarme y yo necesitaba mi intimidad.
Las cosas habían cambiado. Las personas habían cambiado desde el día en el que descubrimos lo que éramos. Nuestras vidas habían dado un giro de 360 grados y nadie sabía a dónde nos iban a llevar las decisiones que estábamos tomando en esos momentos. Poníamos mucho empeño en seguir hacia delante en esta guerra que nos había tocado vivir obligatoriamente pero estábamos demasiado cansados intentando ganar nuestra propia guerra como para intentar seguir hacia delante contra unos viejos más poderosos de lo que cualquiera de nosotros se había pensando.
Llevábamos tiempo sin ir a clases y seguramente los profesores se estaban preguntando qué había de nosotros. Teníamos que pensar algo rápidamente porque todo se nos estaba amontonando y al final terminaría estallándonos en la cara. Teníamos que intentar compaginarnos con los estudios y los entrenamientos y a la misma vez tener cuidado y estar atentos por si nos atacaban los viejos.
Pero antes de buscar una escusa para los profesores y padres, debíamos arreglar algo más importante: Charlotte. Algo que tenía preocupados a muchos de nosotros. Solo había una única opción, y era matarla. Sin piedad. Sin compasión. No estaba dispuesta a morir por culpa de una chica a la que los viejos consiguen controlar. Aunque tuviera que prácticamente amenazar a Ryan para que haga lo que tenga que hacer con ella.
Todo estaba saliéndose de lugar. Y yo andaba más perdida que cuando Raissa nos habló el día de la fiesta y nos confesó lo que éramos.
Miré a mi alrededor mientras todos entrenaban con sus respectivas parejas y mi mirada cayó en Harry. Éramos los únicos sin pareja ya que Lucas y Aline habían desaparecido y nadie sabía a dónde se habían ido. Nadie sabía nada de ellos y por el momento no podíamos hacer nada más que esperar a que se dignaran a aparecer o quién sabe qué.
Antes de darme cuenta Harry miró en mi dirección, sabiendo que teníamos que juntarnos para poder entrenar ya que nuestras respectivas parejas se habían ido de “excursión”. A la misma vez, comenzamos los dos a andar directos; uno hacia el otro. Hasta estar a unos pasos de distancia.
— ¿Y bien? —preguntó, mirándome de arriba abajo.
— ¿Y bien, qué? —me crucé de brazos, sabiendo de lo que hablaba.
— ¿Entrenamos hoy o mañana?
Suspiré. Miré a su cara, serio como siempre. Un mechón de su pelo castaño atravesaba la mitad de su frente y su ojo derecho verdoso.
Fruncí el ceño, no deseando entrenar.
— Mira Harry, ninguno tiene ganas de entrenar qué te parece si.. —me interrumpió arrogante.
— ¿Si vamos al instituto para aparentar que estamos bien? —Lo pensó por un momento—. Vale.
Harry se fue a avisar a Steve dónde íbamos a estar para que no se pensaran que también habíamos desaparecido como Aline y Lucas. Y nos pusimos en marcha en uno de los tantos coches que hay en el garaje.✖✖✖
No hablamos durante el trayecto al instituto, lo cual estaba bien para mí porque no tenía nada que decir. Ninguno éramos de muchas palabras. Así que los dos estábamos cómodos con el ambiente que había entre nosotros.
Llegamos justo cuando tocaba el timbre de cambio de clase. Se pasaba a tercera hora. No me tocaba con él pero sabía que podría cuidarse solo. No era que me preocupara por él.
Bajamos del coche y entramos por las puertas. A lo lejos un chico pelinegro con el cual había visto a Harry un par de veces, le saludó levantando la mano. Este hizo un gesto con la cabeza dando a entender que lo había visto. El chico se fue a su clase, y Harry iba a perseguirlo cuando el director le impidió el paso.
— ¿Qué horas son estas de llegar? —Preguntó formalmente.
— Verás… —lo interrumpí rápidamente.
— Tuve un problema con mi coche, él pasaba por allí y decidió echarme una mano. Al final tuvimos que esperar a la grúa y aquí estamos —sonreí impaciente, intentado que se lo creyera.
— No me refiero a eso, señorita Hunt. Me refiero al hecho de que llevan varios días sin venir a clases. Podría decir que es una semana. Y no son los únicos, ¿me equivoco?
Harry y yo nos miramos disimuladamente sin saber exactamente qué decir. Se nos había ido de las manos y con lo estricto que era el director, seguramente llamaría a todas las casas. No era que a mí me importara. Yo no tenía familia. Pero había gente que sí. Y ellos no sabían que estaban faltando a clases.
— ¿Otro? ¿Qué otros? — Sonrió el director, escondiendo algo.
— Seguidme a mí despacho —terminó y echo a andar. Nosotros le seguimos un poco preocupados por lo que pudiera pasar.
Avanzamos por los pasillos del instituto completamente vacíos. Oíamos a los profesores dar clases, algunos ronquidos, risas e incluso debates. Pasamos de largo todas esas cosas y seguimos al director a su despacho grisáceo.
— Pasad y sentaos —se hizo a un lado. Nosotros entramos y nos sentamos en las únicas dos sillas que habían.
Cerró la puerta y se sentó en su respectivo lugar tranquilamente. Parecía, que fuera lo que fuese a decir no era tan malo como pensábamos.
Estábamos acabados. Nos habían pillado. Ahora llamarían a casa del resto, se los llevarían a sus hogares y los viejos los encontrarían y los matarían. Y así iba a terminar mi vida. Muerta por un viejo con poderes.
Siempre supe que mi muerte iba a ser a manos de alguien. Haciendo los trabajos que hago para la mafia, juntándome con la gente que me junto, ¿qué más podía esperar? Pero nunca me imaginé que moriría a manos de alguien a quien ni conozco. Y menos que nos pillarían de una manera tan tonta. Nunca debimos haber venido. Nunca.
— Tranquilizaos. Que os veo muy tensos —sonrió—. Ya veo que Steve no os ha hablado de mí, ¿no? —Nos miramos Harry y yo totalmente descuadrados—. Pues no.
— ¿Conoces a Steve?
— ¡Oh, por supuesto! Soy de la organización —nos miró expectantes, nosotros abrimos los ojos—. Sí, exacto, sé lo que sois. ¿Por qué os creéis que habéis durado tanto tiempo sin tener noticias del centro?
— ¿Eres de la organización?
— Sí, Styles. Eso mismo he dicho.
— Pero.. Steve no nos ha dicho nada de ti. Ni siquiera te ha mencionado —se encogió de hombros.
— ¡Vete a saber por qué! Ese hombre es bastante reservado.
— Entonces.. ¿Estamos a salvo del instituto?
— Podéis estar completamente seguros de que nadie del instituto ni vuestros padres se enterarán de que estáis faltando. Ya se me ocurrirá alguna escusa, pero eso sí, si podéis venir de vez en cuando hacerlo. Los profesores no son tontos.
El móvil de Harry comenzó a sonar. Me miró con sus ojos penetrantes:
— Es un mensaje de Steve, quiere que volvamos.
— Pues por mí podéis marcharos. Estaré en contacto con él aún así por si pasara algo y tuvierais que venir.
Lo miramos. Ninguno de los dos nos atrevíamos a darle las gracias. No éramos de ese tipo de personas. Abrí la boca pero antes de decir nada me interrumpió:
— Venga, ¡venga que es peligroso que estéis por aquí solos!
Automáticamente nos levantamos de nuestros asientos, y, complacidos por lo que había pasado y el hecho de que estábamos a salvo de los servicios sociales y los padres, nos dirigimos al edificio de la organización.✖✖✖
Abrí los ojos lentamente intentando acostumbrarlos a la oscuridad que me rodeaba. Una pequeña luz procedente de la Luna adornaba la parte derecha de mi cara. Fijé mis azulados ojos en el techo notando el móvil vibrar otra vez, sabiendo quiénes serían y lo que querían de mí.
Suspiré de cansancio y estiré el brazo para agarrar el móvil. Qué pena que antes de llegar a tocar el móvil mi mano tocó el cuerpo de alguien. Salté en la cama mientras rodaba rápidamente hacia el lado contrario de ese cuerpo anónimo y miré hacia arriba.
Mis ojos chocaron contra un hombre desconocido. Tenía los ojos azules cielo y el cabello corto y rubio tirando a blanco gracias a las canas esparcidas por su cabeza. Su ceño fruncido me vigilaba como si de una presa tratara. Llevaba los brazos cruzados en su pecho, imponiendo superioridad en el ambiente. Su boca totalmente plana comenzaba a colorearse de blanco —más de lo que su piel ya era.
— No tienes escapatoria —susurró con voz impenetrable—. Vayas donde vayas te encontraré, y te mataré. Tan lenta y dolorosamente como esta migraña que se propaga por mi cabeza desde el primer día en que supe que existías.
La Luna comenzó a desaparecer mientras que una inmensa oscuridad aparecía detrás de él y me envolvía en sus brazos como si de un bebé tratara.
Ojala hubiera sido tan fácil.
La oscuridad comenzó a asfixiarme. Mis pulmones se contraían. Se encogían. Mi cuerpo expulsaba la vida y lo único que veía era unos ojos azules tenebrosos. Caí al suelo de rodillas, agarrándome la garganta. No podía in utilizar mi poder. Mi pequeño e insignificante poder contra el de un viejo poderoso. Una niña contra un viejo. Una insensata contra un sabio. Alguien insignificante contra alguien importante. Oscuridad contra oscuridad.
— Keira. ¡Keira! —Gritó alguien a mi lado produciendo que cayera al suelo de cara aunque nunca llegué a tocar el suelo—. ¿Te encuentras bien?
— Sí, lo estoy… —susurré, agarrándome la garganta.
— Estabas ahogándote, ¡ahogándote! ¿Entiendes eso? ¡No estás bien! —Mis ojos dieron contra el azul profundo de los suyos. Podía ver el interior de Damon. Su alma.
Lentamente fui acercándome más hacia él. Algo me lo pedía. Era como si me llamaran sus ojos. Solo.. Solo quería ver la profundidad de sus ojos. Quería explorarlos hasta no tener otra cosa mejor que hacer. Pero la puerta se abrió asustándonos y con ello, mi caída al suelo de culo.
— ¿Qué ha pasado? —Susurró una Alice, inspeccionando la habitación.
— Soñé algo raro. Eso es todo —Damon bufó, como si supiera algo que yo no sabía.
— Estaba durmiendo tranquilamente hasta que algo me despertó. No puedo decir qué era exactamente..
— ¿Un viejo entró aquí? —Raissa lo interrumpió alarmada.
— ¿Qué? ¡No! Era… como una sensación que me decía que Kei estaba en apuros y necesitaba mi ayuda.
— ¿A qué te refieres con eso?
— Si lo supiera, ¿no crees que lo explicaría, Connor? —Pronunció arrogante el azulado a mi lado.
Hubo un pequeño bufido por parte de algunos por detrás de Connor a lo que Damon levantó una ceja, claramente enfadado por no poder estar durmiendo. Haciéndose paso entre el resto de los jóvenes, entró a la habitación Steve, claramente confundido.
— ¿Qué soñaste, Keira?
— Con uno de los viejos. Creo que era. ¡No lo sé! —Me paré mientras me levantaba del suelo—. Recuerdo despertarme porque mi móvil no paraba de vibrar. Alargué la mano para cogerlo y toqué a alguien, me levanté rápida y vi a un hombre, parecía viejo pero no iba con garrote ni nada por el estilo. Él solo me amenazó y luego una oscuridad me rodeó mientras comenzaba a asfixiarme.
— ¿Te dijo su nombre? —Le negué con la cabeza a Zayn.
— Espero que os vayáis dando cuenta de una puñetera vez por todas que si no os tomáis esto en serio acabaréis muertos —habló un Steve serio—. A partir de ahora a parte de entrenar en el gimnasio entrenaréis individual. Cada uno desarrollando sus poderes hasta que estéis tan cansados que no tengáis ganas de pelearos —fue diciendo mientras levantaba la voz poco a poco—. ¡Se acabaron las peleas entre vosotros! ¡Madurar de una vez y daros cuenta que si no lo hacéis como un equipo, todos acabaréis muertos! ¡Sin excepción alguna!
Y pateando el suelo con sus pies descalzos, Steve salió de la habitación como si de un cohete se tratara. El resto nos miramos con expresiones indescifrables, sabiendo que si no dejábamos de lado nuestras diferencias acabaríamos en una fosa muy profunda.
— Bueno, al menos moriríamos juntos, ¿no? —Saltó Ryan de la nada. Llevándose varios gruñidos, insultos y golpes por parte de los demás que salían de la habitación.✖✖✖
No había podido dormir en lo que restaba de la noche así que decidí vagar por el gran edificio. Con la ropa que utilizaba para dormir, iba andando por los largos y frescos pasillos del edificio, admirando y guardando en mi memoria todo lo que veía.
Parecía un laberinto. Habían pasillos y puertas cerradas por todos los lados, y, temiendo el haberme perdido, decidí entrar en la primera puerta que me llamó la atención; una puerta grande y alta, de color marrón tirando a negro.
Con sigilo abrí la puerta, la cual me sacaba más de tres cabezas, y asomé la cabeza.
Lo primero que vi fueron varias mesas de caoba repartidas por la inmensa habitación. Me adentré más y cerré la puerta tras de mí, después de ver estanterías repletas de libros. Cuanto más investigaba la habitación, la cual era una biblioteca, más asombrada me quedaba por la profundidad y la armonía del lugar.
Anduve por todo el lugar, recorriendo las estanterías sin buscar nada en concreto. Pasaba mi dedo índice por los bordes de los libros siguiendo el contorno de cada uno y parándome cada vez que algún libro me llamaba la atención lo suficiente como para echarle un vistazo rápido.
Seguí andando por los pasillos entre las diferentes estanterías y secciones, hasta llegar al final de la habitación y entrar en el último pasillo. Uno donde los libros no parecían ser cuentos o novelas, no parecía ser libros de ficción. El aire se hacía cada vez más pesado cuanto más entraba en ese pasillo. Oía susurros si pegaba mi oído a los libros. Mis vellos de los brazos y el cuello se me erizaban pero aún así seguía andando.
— Pero qué demonios… —susurré.
Dirigí mí vista al único libro que sobresalía más que los demás. Giré la cabeza, asegurándome que estaba sola y seguí hacia delante sin pestañear.
Una vez cerca del libro lo agarré. Y lo abrí por una página cualquiera para saber de qué trataba pero el libro estaba en blanco. Totalmente en blanco. Ninguna palabra tenía.
Con extrañeza fui a dejarlo en el mismo lugar pero oí una voz susurrándome tras la oreja:
—Ábrelo.. Ábrelo y relájate.. Relájate y concéntrate..
Giré la cabeza inmediatamente para afirmar que estaba sola en la biblioteca. Con determinación a averiguar qué había, me llevé el libro conmigo y me senté en una de las mesas que había cerca de la salida.
Soltando un suspiro abrí la tapa del libro. La primera página estaba en blanco pero yo seguía oyendo la voz extraña susurrándome. Así que cerré los ojos e intenté concentrarme. Pensé en todo lo que estaba pasando, en lo insignificante que era, en la vida que llevaba antes de que esto ocurriera, en mi pasado, en cómo descubrí el poder que tenía, en la situación que estaba —que estábamos—.
Abrí los ojos y encontré que comenzaban a aparecer las letras en las páginas. Iba palabra a palabra, rápidamente. Y salían del fondo del libro. Como si hubieran estado esperándome todo este tiempo. Pasé las yemas de mis dedos por encima e instantáneamente los aparté. Miré mis dedos. Estaban quemados con la silueta de las palabras que había rozado.
Siseé por el dolor y comencé a leer en voz alta, dándome cuenta que hablaba de mí poder:
—Dentro de la Manipulación Molecular pueden haber diferentes rangos. Como en todos los poderes de los demonios, todo tiene un principio y un final. Y no es diferente para este poder. El principio, el más sencillo, es el Inmovilización Molecular. Consiste en paralizar el tiempo o un cuerpo desacelerando sus moléculas. Luego está la Desaceleración Molecular capaz de reducir la velocidad de un objeto o cuerpo, sin llegar a paralizarlo. También está la Combustión Molecular, el cual consiste en explotar un cuerpo u objeto, acelerando sus moléculas hasta el punto de destruirlo. También puede hacer fuego o explotar algo a base de un elemento inflamable. A continuación está la Aceleración Molecular la cual es capaz de resplandecer moléculas a una velocidad que hace que se calienten rápidamente hasta conseguir que el objetivo se derrita o se queme. Y por último la Desviación. Este es el último en la escala de Manipulación Molecular y por eso mismo, es el más complicado de aprender a usar; es la capacidad de utilizar el poder de acelerar moléculas para desviar las energías y objetos en la dirección de procedencia.
Antes de poder haber encajado todo en mi mente. Las letras fueron desapareciendo igual que como aparecieron.
— No, no, no —susurraba mientras intentaba inútilmente, agarrarlas con las manos para que no se fueran—. No podéis dejarlo aquí. Necesito saber más. ¡Lo necesito, joder!
Inmediatamente la puerta se abrió y a los pocos segundos entró Raissa.
— ¿Todo bien, Keira? —Preguntó mirando al libro en blanco.
— Sí, creo que sí —cerré el libro, me levanté y lo llevé a su lugar.
Cuando volví a la puerta, Raissa seguía allí, investigando las primeras estanterías.
— ¿Cómo has llegado aquí? No sabía que hubiese una biblioteca —me encogí de hombros.
— Ni yo. Lo encontré por casualidad.
Al cabo de unos segundos, volvió a preguntar:
— ¿Preocupada por tus poderes?
— No. Solo quería documentarme. La mayoría saben cómo utilizarlos o se sienten seguros con ellos… —Raissa me interrumpió.
— Pero tú no. No te sientes segura con tu poder. Te asusta que un simple poder esté tan completo y que pueda hacer esas cosas —asentí con la cabeza, admitiendo por primera vez lo que me pasaba de verdad—. Pues no deberías de temerlo. Eres una de las más completas, lo que te hace fuerte. Solo tienes que practicarlo. Que saber controlarlo.
— ¿Tú sabes controlar el tuyo? —Pregunté. Si ella no lo había conseguido y su poder es más fuerte que el mío, yo menos.
— No es una pregunta sencilla —hizo una pausa—. Aún así, voy en camino de conseguirlo.
Nos quedamos calladas. Para nada un silencio incómodo. Más bien era un silencio donde le daba las gracias por esta conversación, que por muy tonta que pareciera me había transmitido calma y paciencia.
Ella me sonrió, a lo que contesté inmediatamente. Al final iba a resultar que no eran tan mala gente como pensaba.
— Volviendo a lo que vine; Liam te busca. Está en la habitación de Noah —asentí, andando hasta la puerta. Volví mi cabeza antes de salir, viendo cómo ella se adentraba por las estanterías, perdiéndose entre ellas. Y cerré la puerta.✖✖✖
Llegué a la habitación de Noah. Alcé la mano derecha y toqué dos veces antes de entrar.
Estaba amaneciendo y desde esa habitación se podía ver perfectamente al Sol dándome la bienvenida con sus rayos anaranjados. Eché un vistazo por todo el lugar viendo la cara de Liam en mi dirección y su mano en la frente de Noah.
— Me dijo Raissa que me buscabas —hablé seria, como siempre. Él volvió a mirar a Noah.
— No puedo quedarme cuidándola, no hay nadie más despierto salvo Raissa, tú y yo, y ella está ocupada y cansada. Alguien se tiene que quedar con Noah. No puede quedarse sola y tú eres la única opción —habló con su tono y cara característicos de él.
— ¿Y por qué no despiertas a alguien?
— Lo había intentado con Ryan, pero el idiota se quedó durmiendo otra vez —le regaló un bufido irritado al mencionado.
— Está bien —levantó la cabeza con las cejas juntas—. ¿Qué? —Le espeté.
— Nada. Solo que has aceptado demasiado pronto —se encogió de hombros, levantándose de la pequeña silla enfrente de la cama.
— Supongo que Steve tiene razón. Si queremos sobrevivir tendremos que hacer un esfuerzo.
Me miró, dándome la razón. Por mucho que nos costase admitirlo, nosotros más Keyla, Harry y algunos casos más, íbamos a necesitar mucho esfuerzo para no pelearnos con nadie. Claro, si nuestro carácter nos lo permitía.
Se marchó sin decir nada y yo me quedé ahí, sin saber qué hacer exactamente. Comencé a quitarle algunas manchas de sangre que tenía esparcidas por la cara y cuello pero antes de terminar de limpiarla completamente, abrió sus ojos y me miró fijamente. Sin creer que yo estuviera ahí, cuidándola.
— ¿Qué haces aquí? —Preguntó, un poco temblorosa por la respuesta.
— Solo estoy limpiándote y cuidándote —intentó incorporarse pero la paré—. No deberías. Aún estás débil.
— ¿Qué.. Qué me pasó? —Se tocó la cabeza mientras formulaba la pregunta.
— Te desmayaste y nadie sabe el por qué.
Por unos instantes se perdió en sus pensamientos. Me levanté sin saber por qué y acto seguido me volví a sentar. No sabía qué hacer. Estaba incómoda. Era una situación bastante incómoda.
— Es raro que estés aquí —dijo al fin. Acabando con el silencio incómodo.
— ¿Quieres que me vaya?...
— No, ¡no! Me gusta la compañía. Aunque no lo creas me gusta tu compañía. Eres diferente a los demás —se sinceró Noah.
— ¿A qué te refieres? —Pregunté, frunciendo el ceño.
— Me refiero a que tú no te metes conmigo. Y aquella vez en el colegio, cuando me defendiste de Keyla y sus amigos, me quedé, impresionada.
— No soy diferente contigo, que lo sepas.
— Sí, sí lo eres a pesar de que quieras aparentar otra cosa —se incorporó un poco mientras hablaba e inmediatamente se quejó de dolor.
— ¿Quieres que te traiga algo?
— Agua. Tengo mucha sed.
Me levanté y salí del lugar sin mirarla. No era verdad. No tenía razón. Yo la trataba igual que a todo el mundo. Exactamente igual. No había nadie a quien le tuviera más aprecio que a mí misma.
Andando por el edificio para llegar a la cocina me choqué contra alguien.
— ¡Eh! Ten cuidado —espetó ella.
— Ten cuidado tú. ¿Acaso estás ciega?
Nos miramos las dos a la vez. Lanzándonos miradas asesinas a nuestros ojos azules. Desafiándonos intensamente.
— No tengo tiempo para esto —movió su mano derecha en mi dirección, despreciándome.
— ¿Acaso tienes tiempo para algo que no seas tú, chula?
Antes de que ella pudiera contestar y así comenzar algo, apareció Alice y se la llevó lejos. Hablaban bajito, como si algo estuvieran ocultando o como si hubieran descubierto algo. No me importaba. Seguí mi camino no antes de oír gritar a Keyla:
— Ya nos veremos las caras por ahí, Keira. Te la tengo guardada desde hace tiempo.
Seguí mi camino sin inmutarme. Realmente no me daba miedo. No ahora que sabía lo que podía hacer. Solo necesitaba controlarlo, necesitaba aprender a hacerlo y le daría una buena lección.
Mientras andaba pasé por una habitación a tiempo de ver a Katrina y Damon hablando solos. Era raro, bastante raro a decir verdad. Después de la conexión que había sentido con Damon me hervía la sangre sin razón aparente cuando lo veía con otra. Aunque no hiciera nada malo. Antes de poder retomar mi camino se dieron cuenta que estaba ahí y me miraron fijamente, esperando a que me marchara para retomar la conversación. Y yo como buena persona que era, me marché a por ese vaso de agua para Noah.
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