The Third Magic War {Novela Colectiva

Capitulo 003

— ¡Maldición, Scorpius! —grité tan fuerte que creo que en  toda la casa se escuchó, pero no me importaba. Esta vez no se saldría con la suya.

Sus pasos resonaban por toda la sala. No me quedaba de otra que correr detrás de él. Aunque el muy condenado fuera más rápido.

— ¡Dame mi carta! —exigí. Ya por fin lo había alcanzado, claro las de ganar las tenía él, y más cuando yo me encontraba detrás de la pequeña mesa en medio de la sala y él en la punta de las escaleras.
—Hyperion, mi carta. ¡Por Merlín ya no eres un niño! —espeté alzando cada vez más mi voz.
—Astoria—dijo sonriente. Gruñí, odiaba que me llamasen por mi segundo nombre aunque ese fuera el de mi madre.
— ¿Qué dirá papá cuando lea esta carta dirigida a uno de los gemelos Scamander? —agregó aun riendo agitando la carta.

Era cierto, mi padre tras haber arreglado ciertas situaciones con Harry Potter, había cambiado bastante, pero eso no quitaba mi lealtad hacia mi apellido y mi familia. De los dos soy como que la más dura de sus hijos, no podía permitir que supiera la amistad que tengo con uno de los hijos de la que hace un tiempo se refería como lunática.

—No lo harías—le reté—Además creo que eso es mejor a tener contacto así sea visual con algún Weasley —dije irónica.
Su expresión cambió de momento.
—No lo haré, sabes, no soy igual que tú —dijo extendiendo su brazo entregándome un trozo de pergamino enrollado.

Lo miré impresionada, no por lo que estaba haciendo más bien por lo que había dicho.
Caminé lentamente acercándome a las escaleras. Aún lo miraba fijamente, no quería que intentara cualquier otra cosa.

— ¡¿Qué era todo ese escándalo que tenían?! —la voz de mi padre provocó que me sobresaltara. Mi hermano se giró hacia él.

Venía bajando las escaleras, vestía como de costumbre con camisa y corbata negra, encima de ella, un largo saco al tope de la rodilla. Su cabello rubio tenía una que otra matiz grisácea y su expresión normalmente seria.

— ¿Y bien? —exigió acercándose al primer escalón, donde estábamos  nosotros.
Yo no era capaz de pronunciar alguna palabra, mis ojos se mantenían fijos en el trozo de papel.
—Alguien iba a mandar una lechuza—comentó al ver el papel enrollado que sostenía mi hermano cerca de sus piernas para tratar de esconderlo.

Muy tarde, se acercó más a Scorpius y tomó mi carta.
De esta o sobreviviré. De cierta forma ¡todo es culpa de Hyperion!, pero esto no se quedará así y espero que me esté haciendo legeremancia porque no pienso repetírselo dos veces.


Otro año, la fresca brisa que soplaba en los andenes, silbaba en mis oídos. Esta vez caminaba más rápido que nunca, sin duda papá había leído la carta, no me había dicho nada, sólo era hosco conmigo y la risita de Scorpius no ayudaba. Mi madre trató de aligerar el ambiente. Aunque no lo hizo lo suficientemente bien.

Definitivamente cruzar el andén 9 ¾  me causaba mucha jaqueca. Ya llevaba mi uniforme puesto, el tren estaba repleto, como todos los años, pero aun así es difícil caminar sin ser juzgada, ser hija de quien fue un mortífago no es fácil, y más cuando los libros de Historia de la Magia e Historia de  Hogwarts  han sido renovados, contando grandes hazañas del famoso trío de oro  derrotando al señor tenebroso y a su seguidores, los mortífagos.

Ya había recorrido medio tren, y sin conseguir una cabina vacía. Tampoco había rastro de Lyssander. Es extraño como creé amistad con él. Lyssander Scamander, un completo Hufflepuff, revoltoso, divertido y algo torpe. Uno de los populares gemelos de Hogwarts , él y su hermano, muchas veces difíciles de distinguir, ambos poseen ese mismo cabello marrón ruloso, ojos verdes y esa sonrisa que sabes que te dará problemas, hijos de una de las heroínas de la batalla más grande de Hogwarts. Digamos que fue el único que no me juzgó durante un problemático primer año en Hogwarts, y más con las diferentes, en serio diferentes casas a las que pertenecíamos.

Portar un uniforme de las serpientes no facilita las cosas al encontrar cabina, la amabilidad es un poco escasa en nosotros. Pero tras caminar casi todos los vagones ya por fin había conseguido una cabina aparentemente vacía, por lo cual me dispuse a entrar.
Había sólo un chico, de cuclillas en el piso, que al darse cuenta de que las puertas se abrieron se giró hacia mí.

—Pensé que estaba vacía—dije viéndolo—Lo siento—esto último casi si lo pronuncie.
—No, no te vayas—habló el joven, era alto como de mi edad, su cabello era rojizo y sus ojos color avellana—No hay nadie más aquí, si quieres puedes sentarte, este año son muchos los que abordaron el tren y casi no hay puestos.

Por alguna extraña razón, asentí y me senté. Era un tanto incomodo dado que miraba por las ventanas y observaba los arboles alejarse, el expreso iba  a millón. El extraño chico aún estaba en el piso.

—No te asustes, sólo busco un cromo que cayó debajo de este asiento—comentó volviendo a la posición anterior, como lo había encontrado.
—Te ves muy grande para cromos—dije soltando una risa
—Nunca se es viejo para esas divertidas tarjetas—filosofó el chico.
—Sabes, no soy de las que hace esto—comencé arrepintiéndome de lo que diría—Pero te ayudare a buscarla—le prometí.
—Ahora, ¿de quién es el cromo? —pregunté zumbándome en el reducido espacio del piso a buscar la dichosa tarjeta.
—De Ron Weasley, es curioso yo buscando el cromo que habla de él, cuando puedo verlo todos los domingos en casa de mi abuela…
— ¿Lo conoces? —inquirí no queriendo averiguar lo que venía a continuación.
—Oh, sí, es mi tío. Por poco lo olvido soy Louis, Louis Weasley—se presentó.
—Charlotte Malfoy—correspondí el saludo dando mi mejor sonrisa retadora.

Sus ojos se abrieron como platos y fue entonces cuando pareció darse cuenta del escudo de mi uniforme.

Pero no mi importaba en qué pensaría de mí, sino que pensaría mi padre si supiera que estoy buscando una tarjetica, precisamente un cromo, en una cabina con lo que parecía ser un  Gryffindor, miembro de la numerosa familia Weasley.
Sí, el año sería interesante.

Capitulo 004

Estoy caminando por los pasillos del colegio, acariciando aquellas antiguas paredes con mi mano, mi vista esta clavada al frente, mientras el resto de las personas corren en sentido contrario sin mirar atrás. No sé que está sucediendo pero no puedo detenerme, es como si no pudiese controlar mi propio cuerpo, como si solo necesitara llegar al final y el resto no importa. Cuando finalmente lo hago, estoy observando hacia el patio del colegio y las personas allí están peleando, lanzándose hechizos unos a otros, asesinándose. Doy un paso hacia atrás asustada de ver tanta violencia e intento girarme, pero no puedo, una sombra se cierne sobre mi nublando mi vista, haciéndome perder el equilibrio y caigo; realmente estoy cayendo. Suelto un grito y mis brazos se agitan tratando de aferrarse a algo, pero no lo consigo y un poso oscuro me traga por completo.
Abro mis ojos de golpe y sé que estoy en mi casa, todo está bien, estoy a salvo. Solo fue un mal sueño. Lucho por recuperar mi respiración y por calmar los latidos acelerados de mi corazón, limpio el sudor en mi cuello con la manga de mi pijama y me siento en la cama, observando como el tibio sol se filtra a través de las cortinas finas en la ventana.
Últimamente tengo malos sueños, respecto a la inseguridad, al miedo, a lo que está viviendo el mundo mágico hoy en día y eso no me agrada. Desde que las escuelas mágicas internacionales de Durmstrang y Beauxbatons fueron atacadas, tengo ese horrible terror a que los próximos seamos nosotros, lo cual es absurdo, Hogwarts es completamente seguro. Nada puede volver a destruirlo como aquella vez, tenemos al Sr. Potter, todo es calma y permanencia.
Aun así… No dejo de tener temores, de pensar, “¿y qué tal si…?” y necesito dejar de pensar, de ser negativa, es mi anteúltimo año escolar, necesito ser positiva.
Salgo de la cama y voy al baño para lavarme los dientes y el rostro, no me cambio el pijama y bajo las escaleras en silencio, asomando mi cara de a poco, para espiar a mis padres en la cocina; observándolos calladamente. Ambos son muggles, por lo tanto, han trabajo mucho en comprender la magia, mi mundo, mi otro yo y sobre todo, por comprender que está sucediendo ahora, el porqué es peligroso para ellos que los magos oscuros los descubran como padres de una bruja; porque los asesinarían y luego a mí. No pretendo asustarlos o hacer que vivan con miedo, realmente no lo deseo así, pero si quiero que estén alerta, que puedan ser capaces de cuidarse entre ellos cuando yo esté lejos, es la única manera en que pueda marcharme tranquila.
Me acerco hasta papá y planto un beso en su mejilla, el sabe de guerras y es el hombre más fuerte que he conocido en mi vida. Papá es un ex soldado, ha combatido batallas por alguien más, ha dado su vida por su nación y estoy orgullosa de ello. A veces, cuando era pequeña y debía marcharse, me enviaba cartas y me prometía que volvería pronto; efectivamente siempre regresaba, pero la última vez, algo fue diferente… Papá volvió, pero le faltaba una pierna. Fue duro para el aceptarlo, acostumbrarse a la falta de algo necesario, saber que ya no podría hacer las cosas que amaba, como salir a correr cada mañana del domingo, pero él es fuerte y pudo superarlo. Su pierna artificial, por cierto, está bastante bien y se acostumbra rápido a ella.
Papá me sonríe cálidamente y continua leyendo su periódico, se que también tiene El Profeta escondido por allí, preparado para enterarse de lo que sucede entre los magos. Mamá vierte café en sus tasas y me trae un cuenco con cereal y leche mientras besa mi frente con cariño.
—Ultimo día con nosotros, debes estar ansiosa por regresar –comenta, uniéndosenos a la pequeña mesa redonda.
—No me importaría quedarme, pero estoy en sexto curso, solo dos años más y saldré de la escuela, no puedo saltearme un año.
—No, no puedes y tampoco queremos que lo hagas –interviene mi padre–. Sabes que estaremos a salvo, solo tienes que preocuparte por cuidarte tu.
Asiento más que nada por cortesía, porque no sé como un hombre con solo una pierna para sostenerse –y otra artificial que apenas está aprendiendo utilizar–, mas una mujer que cree poder defenderse con una cacerola de los enemigos, podrían estar a salvo sin alguien que sabe utilizar la magia. Pero no lo digo, porque ellos son fuertes y que sean muggles, no los hace menos que los magos.
—Los extrañare mucho.
—También nosotros, cariño –mamá le da un apretón a mi mano.
Soy hija única, por lo tanto, no tienen otro hijo en quien centrar su atención cuando yo no estoy, a veces hacen actividades para pasar el tiempo pero como ahora es inseguro salir mucho tiempo, será un poco difícil para ambos.
Cuando termino el desayuno, ayudo a limpiar y luego me siento frente a la ventana del living, vivimos en un pequeño vecindario en las afuera de Londres, las casas son todas iguales, de dos pisos pero muy pequeñas y pegadas la una a la otra, a pesar de ello, me crié aquí y me siento cómoda con lo que veo. Viviendo entre tantos muggles, siempre fue más sencillo que plantearme el vivir en el mundo mágico como algunos de mis amigos.
—¡VOY A SALIR! –advierto, decidida a pasear una última vez por el lugar, antes de irme mañana por la mañana, mediante Polvos Flu.
Mis padres solo gritan sus saludos desde la cocina, pidiéndome que tenga cuidado y vuelva pronto. Desde que volví para vacaciones, no salí mucho y pasamos tiempo frente a la chimenea, jugando juegos de mesa o viendo la televisión. Suena algo aburrido, pero estoy acostumbrada a que solo somos nosotros tres; mis amigos no vienen de visita y yo tampoco voy a sus casas como tantas veces me han pedido que lo haga. ¿Pero qué puedo hacer? Mi familia es lo principal, siempre.
Salgo afuera y subo a mi bicicleta color roja, a pesar de que el verano termino, el sol sigue siendo intenso sobre mí y me coloco una gorra vieja sobre la cabeza, además de unas gafas de sol oscuras. Comienzo a pedalear de apoco, observando el resto de las casas, a los niños jugando fútbol que se apartan para dejarme pasar y las niñas jugando a la rayuela saludándome con sus pequeñas manos. Incluso algunos perros, que ya me conocen, no salen a perseguirme como pensé que harían. Doblo al final de la calle y llego al viejo parque de juegos, que se encuentra tan oxidado y decadente, que ningún niño viene a jugar. Me acerco al gran manzano y me bajo de la bici para poder descansar un rato, me siento sobre el pasto verde y saco un cuaderno de dibujo de mi bolso, observando el paisaje y empezando a crear bocetos con el carbón entre mis dedos.
Quiero volver a Hogwarts, realmente lo extraño, pero… Sera difícil para mí este año, más que los anteriores y no lo digo porque no tenga amigos o porque tenga muchos enemigos, no es tan de ese modo. El punto es que, hace un tiempo atrás cometí el error de salir con un chico, pensé que era una buena persona y no escuche las advertencias de los demás, porque creí que solo tenían envidia y el término rompiendo mi corazón. Jugó con mis sentimientos, se rió de mi delante de todos sus amigos, simplemente me utilizo como a una más del montón y yo caí en sus falsas palabras. Nunca me sentí tan humillada y estúpida en mi vida, fue por ello que termine la relación pero él se encargo de que todos creyeran lo contrario y peor aún, he quedado marcada desde entonces y ningún chico que le haya escuchado, se acercaría a mi dos veces.
El problema con algunas chicas es lo mismo, ellas hablan de mi a mis espaldas, diciendo cuan zorra soy y que por tal motivo, él me dejo. No tengo buena reputación y es injusto, teniendo en cuenta que siempre me esfuerzo por ser buena alumna e ignorar lo que dicen los demás; pero hay veces, que simplemente quiero explotar, en que llorar es inevitable. Y realmente lo odio, no puedo perdonar lo que me hizo, la forma en que me trato cuando lo único que hice fue amarlo, ¿y saben lo peor de todo? Que realmente lo ame de verdad, yo le di algo importante de mi, algo que nunca podrá serme de vuelto, el se lo llevo consigo, así como mi dignidad, mi orgullo y todo lo que una mujer nunca, nunca debería entregarle a un mal hombre. Desgraciadamente, ambos pertenecemos a la misma casa en Hogwarts, así que verle y recordar lo idiota que fui, es algo de todos los días.
Contemplo el dibujo y me doy cuenta de que estoy dibujándome, nuevamente. Estoy sentada sola, bajo la sombra de un sauce llorón, observando hacia el frente, con el corazón entre las manos.
Cuando vuelvo a casa, es hora del almuerzo y solo puedo pensar, en que seré tan fuerte como me enseñaron a ser mis padres, sin importar que suceda este año, mantendré la frente tan alta como pueda, aunque mis sentimientos estén en el piso.

Estoy caminando por el andén 9 ¾, despedí a mis padres hace unos minutos atrás del otro lado del muro, pero ellos no van a entrar aquí conmigo, creen que ya soy grande y necesito mi espacio; lo cual agradezco. El carro se volvió inexplicablemente más pesado con los años, en vez de más liviano y lo empujo a cuestas por lo largo del perímetro, husmeando por la ventana del tren hacia su interior, mirando si encuentro algún compartimiento vació o medio lleno. Entre el barullo me detengo a descansar y aliso la falda de mi vestido, no estaba segura de utilizar uno en mi primer día, pero mamá me atrapo viéndome al espejo esta mañana y me pidió que lo utilizara. Mire a mi alrededor y decidí buscar a alguien con quien platicar adentro, saque como pude mi equipaje y entre por el pequeño pasillo; mi pobre lechuza Foggy soltaba quejidos o batía sus aletas color de la noche en su jaula.
Algunas personas se quejaban porque las empujaba o golpeaba con mis cosas y por más que me disculpara o pidiese permiso, se molestaban de igual modo. En una ocasión, un grupo de admiradoras de James Potter susurraron entre sí cuando estuve a punto –erróneamente–, de pedirles estar en su compartimiento; guardándome el orgullo, di media vuelta y salí de sus vistas.
Es mi primer día de regreso al colegio, no quiero tener problemas o amargarme el viaje, el punto es que al girarme, mis pies se enredaron y me caí al suelo.
—¡Qué tonta! –oí que una de las chicas exclamo, mientras caminaba hasta donde me encuentro y cerraba la puerta detrás de mí. Bien, gracias por nada.
—¿A ti se te perdió una lechuza?
¡Merlín! Al caerme olvide que traía al pequeño animalito conmigo, espero no se haya herido por mi culpa, mire la jaula que él chico traía entre sus manos y solté un suspiro, Foggy está a salvo.
—Perdona, me caí y no me di cuenta –murmure apenada.
—No te preocupes.
—Hum, le hablaba a la lechuza –dije seriamente y él chico se ruborizo, aunque lo ocultó enseguida, no pude evitarlo y me eche a reír–. Lo siento, era broma, si estaba hablándote a ti y gracias por traerla.
Me miro como si yo fuera algún espécimen raro y nuevo jamás descubierto, tal vez porque acabo de reírme de él sin siquiera conocerle. Me puse de pie como pude dejando de reír y le tendí la mano, lo más educadamente que podía.
—De verdad gracias, soy Aimé.
—Zach –esta vez sonrió y estrecho mi mano, él tiene ojos azules y cabello castaño oscuro, es bastante guapo pero no me permito pensar en ello, demasiado de chicos tuve el año anterior–. Y de nada, aunque las chicas no suelen burlarse de mí.
—¿Ha no? –enarque una ceja.
—¡Zach! –Llamó una muchacha de Slytherin de uno de los compartimientos–. ¿Qué estas asiendo?
¿Es de Slytherin, también? Siento que su nombre me suena de algo, pero no recuerdo de que, usualmente solo hablo con personas de mi casa o muy pocas de Hufflepuff y Ravenclaw, pero Slytherin jamás. Ambos somos consientes del silencio que reina a nuestro alrededor y nos miramos instintivamente. Decido que es demasiado de incomodidades y tomo mis cosas de nuevo, dispuesta a largarme de ahí.
—Bueno, mejor sigo mi camino.
—Eh, sí, claro –asiente–. Fue un gusto, Aimé.
—Aunque es raro, ¿no crees? Que recién nos conozcamos ahora –sonrió–, pero bueno, ten buen viaje.
Zach se queda en su lugar, viéndome irme y no volteo a saludarle, ¿lo habré cruzado antes en el castillo? Tal vez no lo note en ese tiempo, pero si nos vimos… Bah, como sea, no importa, los chicos no se me acercan y todo gracias a él, así que ¿Qué más da?
Encuentro un lugar a pocos compartimientos después, hay maletas de otros alumnos pero ellos no se encuentran aquí, así que, bueno, no creo que les moleste una más. Guardo mis cosas y le doy algo de comer a Foggy, luego, me siento junto a la ventana.
—¿Lily…? –la puerta se abre de golpe y lo veo.
Por impulso me pongo de pie y me quedo allí plantada, viendo a sus oscuros ojos, sintiéndome nerviosa, casi asustada, temerosa de que me vuelvan a lastimar. Su semblante en cambio, es todo lo contrario a mi inseguridad, cuando me reconoce sonríe con suficiencia y se apoya en el marco de la puerta, mirándome.
—Aimé Goodrick, que pequeño es el mundo, ¿o tengo que decir tren?
Y ahí estaban esos chistes, esos estúpidos chistes que él cree que son graciosos, que lo hacen cool, cuando solo demuestra lo poco inteligente que es. ¿Cómo pude alguna vez amar sus bromas? Que tonta fui, que rápido cae uno por el cariño de alguien más, por ser toda su atención. Desvío la mirada mientras aprieto mi mandíbula, sintiendo que pronunciar su nombre en voz alta, solo será para desatar una maldición.
—Potter.
—En realidad es James Sirius, no creo que lo hayas olvidado tan pronto, ¿cierto? –me guiña un ojo.
—¿A qué vienes?
—¿Qué? Oh si, busco a mi hermana.
—Bueno aquí no está –me cruzo de brazos a la defensiva, ¿Por qué no se va de una buena vez? ¡Esta torturándome!
—Sí, ya lo note –pasa una mano por su cabello, me indigna su maliciosa mirada, por lo tanto, me giro ignorándolo y me quedo viendo por la ventana–. Como sea, si la vez dile que la busco.
—Claro.
—Hasta luego, Aimé.
¿Qué…? Doy un respingo, porque estas últimas palabras las dijo en mi oído y no me di cuenta de cuando camino tan cerca, me giro desconcertada, solo para encontrarme con su sonrisa socarrona; luego, el se alejo por el pasillo, dejándome con sensaciones extrañas. ¿Qué estas tramando, Potter? No quiero caer de nuevo, no puedo permitirme hacerlo, ¿Quién comete el mismo error dos veces? Yo no, nunca me lo perdonaría, James nunca va a cambiar, él usa a las chicas y luego las desecha, incluso si utiliza a la misma chica en más de una ocasión, no debo ser así de fácil.
Aun con el escalofrió recorriéndome, me vuelvo a sentar porque el conductor está llamando a todos adentro, vamos a ir rumbo al colegio y lo único que quiero es meterme en un carruaje, llegar al castillo y encerrarme en mi habitación. Mientras menos me encuentre con él, mejores serán las cosas, ¿no?
El estúpido amor, que maravilloso y torturador es a la vez, ¿Cuál de las dos partes me tocara este año? Mejor estar pendiente de ello que de las guerras que están ocurriendo, la realidad puede ser más cruel de lo que uno espera. Solo deseo que podamos mantener la paz todo el tiempo que sea posible, mientras tanto, amigos, estudios y días en Hogsmeade es todo lo que necesito para ser feliz; eso y bueno, mantener a James Potter fuera de mi camino hasta que se gradúe este año.
Buena suerte con ello, entonces, Aimé.