Guerra De Dioses

Libre. Sí esa era la palabra, el agua, su elemento, su escondite el único sitio donde se sentía más que segura. Por su puesto, si puedes durar más de cinco horas en las profundidades, si puedes hacer del agua como quieres, sabes que ese es tu lugar.

Kirei McCarthy, Aun desconocía el hecho de porque le sucedía todo aquello, pero no sé quejaba. El lago a dos cuadras de su casa, era su sitio favorito, era un escape a su realidad, tampoco es que fuera mala, vive en una pequeña casa, junto a su madre, ¿su padre?, nunca lo conoció, bueno ese es su mayor anhelo.

Después de dos horas de interminable buceó, se dispuso a salir.
Volvió a mirar a todos lados, sentía que alguien la observaba. Sacudió esa idea de la mente, y emprendió su camino por el escurridizo muelle. Mientras caminaba, seguía sintiendo esa sensación, de ser observada.

Los arbustos que cubrían el camino después del muelle empezaron a moverse, causando el sobresalto de la chica.
Un resplandor cubrió dicho matorral, de él emergió una silueta, pronto se mostró más visible, dejando ver a una señora muy joven, alta con una cabellera negra, con un par de reflejos castaños. Ojos gris tormenta y una sonrisa imborrable.

— ¡Kirei!—dijo
— ¿Quién…Quién es usted?—fue la pregunta que medio aturdida logro pronunciar la castaña.
—Soy Atenea, la diosa de la sabiduría y estrategia en la batalla—contestó sonriente la diosa.
Antes de que Kirei pudiera contestar otra cosa, otra persona salió del arbusto.

Era otra chica, alta, su cuerpo era voluptuoso, de cabellos marrones totalmente liso.

—Hay por favor— bufó la recién aparecida a la diosa para luego mirar a Kirei—No finjas sorprenderte, si puedes hacer cosas inexplicables en el agua, y adivinare, no conoces a tu padre.

Kirei estaba perpleja, cómo sabía esas cantidades de cosas, primero una diosa se le aparece, luego otra chica sale de quien sabe dónde y le dice sin tapujos todo aquello.

—Laura, no es la manera, mira como pusiste a la chica—reprendió Atenea.
—De una buena vez tiene que saberlo, nos facilitara el trabajo—comentó la aludida.

Laura no le gustaba la compañía de los dioses, ¿la razón?, no confiaba en ellos. Su vida había sido bastante dura. Su madre una poderosa diosa, bueno era la diosa de la lujuria, no es exactamente un poder máximo, pero era una diosa, y la abandonó, y que lindo nunca se mostraron preocupados por ella mientras sufría en silencio con sus "padres", ahora ellos necesitan de ella.

—Mira, ven con nosotras, no te haremos daño, y te explicaremos mejor en el camino—habló nuevamente Laura, mirando fijamente a los ojos, Kirei no parecía asustada más bien confundida como que si toda su vida hubiera esperado que eso pasara. Se dedicó a asentir.

Laura sonrió y Atenea la miró fulminante.
—Ventaja de ser hija de Ayax—comentó satisfecha la pelo liso.
Era cierto Laura poseía además de una belleza ese don con la mirada y unas simples palabras podía lograr que las personas lograran lo que ella decía, encanto vocal, había mencionado varias veces Atenea. No le importaba como se llamase, pero gracias ello había logrado sobrevivir.

Bien ya habían buscado a la hija de Poseidón, faltaban otros. ¡Maldición Afrodita! ¡¿Por qué te antojaste de destruir el planeta?! Pensó mientras se transportaba junto a Atenea y Kirei.


Esto no estaba resultando como Laura creía, repasó mentalmente la lista: Tolerar a los dioses, listo; Mudarse de país para no aguantar esto, en proceso; Ir por la hija de Poseidón, listo; Tolerar a los dioses, creía que ya estaba listo. Pero lo último sería ir por una hija de Atenea…y ¿Eros?

El lugar era bastante extraño para disgusto de Kirei y Laura. A Kirei le costaba confiar en aquellas dos extrañas que se le habían aparecido, pero después de lo que vivía día a día y lo que hasta ahora había experimentado, sabía que esto iba en serio.
El sitio parecía una especie de urbanización, muchas casas juntas, los tejados y los pequeños jardines.

— ¿A quién exactamente buscamos?—se atrevió a preguntar Kirei.

Atenea esbozó una sonrisa. Laura rodó los ojos.

—La hija de mami sabia—respondió fastidiada.
Atenea fulminó a Laura, esta rió. Kirei se confundía cada vez más con sus actitudes.
De repente de una de las casas, salió una chica, con jeans rasgados, cabellos ondulados, castaños y ojos verdes azulados.
—Es ella—afirmó la diosa.
— ¡Hey tú!—llamó Laura.
Atenea miró sorprendida a Laura. Pero efectivamente la chica parecía mirarlas extrañada y llegarse hasta ellas.
— ¿Quiénes son y que quieren?—habló una vez junto a ellas la chica.
— Me gusta esa actitud, al grano—comentó Laura.
—Sarah Lewis—pronunció Atenea, la chica abrió sus grandes ojos verdes—Puede que ahora no entiendas, pero tu vida no es normal del todo, claro supongo que ya lo sabes, controlas los elementos como tu padre.
—Usted…usted ¿sabe quién es mi padre?—preguntó aturdida
—Laura—murmuró Kirei a la aludida para que no interviniera.
—Tu padre el dios de los elementos Eros y por supuesto hija mía—finalizó Atenea.

La chica analizaba todo rápidamente, ella no era una chica común y corriente, ni siquiera sabía si era humana, era todo muy razonable. Había crecido con una familia, aparte de falsa disfuncional, a pesar de que toco en una familia de alta sociedad.

—Iré—respondió al fin.
—Tú me caes bien—dijo Laura viendo a Sarah.
Todo estaba listo Atenea llevaría a estas chicas en protección a la tierra.


Muy bien una guerra apocalíptica causada por su madre era lo menos que ella esperaba. Sí, eso era posible siendo su madre la diosa de la belleza y el amor. Todo lo que quería era sobrevivir como cualquier persona claro, ella no era cualquier persona, una semidiosa. Además de ella había otra chica, su mejor amiga Anderlys o como le decía Andy.

Había sido citada en el Olimpo, no se quejaba, le agradaba mucho aquel lugar, después de todo había nacido allá, aunque los dioses creyeran que sus raíces eran griegas por su madre Afrodita y Nórdicas por su padre, el dios nórdico Loki, pero ella no sabía se sentía más griega que nadie y sobre todo por el secreto que ocultaba.

— ¡Ximena!—Repitió cansinamente el Rey del Olimpo y de los dioses, Zeus.

La castaña ojiverde suspiró nuevamente, malhumorada no había dormido bien por estar hablando toda la noche con Andy, sobre quien es el más guapo en el Olimpo-si se preguntan hubo un empate entre Apolo, Balder y Aquiles-

—Quiero que me hagas un favor— Pidió Zeus al recibir la atención de la chica—¿Te enteraste de lo de Afrodita?-
—Sí, mi madre se volvió loca que novedad—dijo irónica
—Como sea, Mandé a Atenea por los Semidioses, pero no creo que todos quepan, así que...—comenzó mandando una indirecta bastante obvia a la castaña quien la captó de inmediato
—No iré por los que faltan—masculló ella mirándolo por última vez antes de darse la vuelta, estaba a punto de ir hasta que…
—Me enteré de que quieres ganarte la licencia para conducir un Pegaso—sonrió maliciosamente el Rey del Olimpo
— ¿Y?—inquirió fastidiada Ximena
—Si vas por los chicos, Prometo ayudarte a conseguirla más rápido—finalizó triunfante sabía que su estrategia funcionaria.
–No cambias, Sólo una condición—dijo ella mirándolo, el dios se quedó callado para que prosiguiera
—Quiero llevar a Andy conmigo—concluyó sonriendo.
Zeus sonrió, no era ni mala idea, confiaba en su hija Andy más que en nadie.
— ¿Prometen no alocarse?—preguntó él mirándola fijamente, ella asintió sonriendo, todos en el Olimpo sabían que si Ximena y Andy se juntan son Dinamita pura.
—No se diga más, vamos antes que la amorosa de mi “hermanita” Afro destruya el poco planeta que queda—interrumpió la conversación una chica alta de cabellos rubios y ojos azules, que entraba a la sala de los dioses.

Ximena soltó una risa, Zeus negó con la cabeza.

Anderlys Wilde, bien simplemente Andy. Parecía verle un lado positivo, dramático y espontaneo a todo. Era la que levantaba el ánimo en el Olimpo, a diferencia de cualquiera Andy es una semidiosa, hija de Zeus y una simple mortal, sin embargo fue criada largo tiempo de su vida en el Olimpo, compartió de niña con Ximena en aquella ciudad Celestial, hasta que ambas fueron mandadas a la tierra a distintas ciudades, pero lo bueno siempre perdura ya que poco después se reencontraron en una localidad de Londres. Ahora ambas frecuentan el Olimpo.

—Tráiganlos vivos—recalcó Zeus mirando a ambas jóvenes.
—Si si—contestó con desdén Ximena.
Andy asintió.
—Esto se pondrá bueno—dijo la rubia— ¡ I love papi!— volvió a decir dirigiéndose al dios, quien adopto una mueca chistosa.


—Gracias por la demostración señorita Stevens—afirmó un hombre bastante mayor dirigiéndose a la pelinegra.
Asintió sonriente y se dirigió de nuevo a su asiento.
—Clase con eso finalizamos, nos vemos la semana que viene, recuerden la prueba de la próxima semana—indicó el hombre.

Tras el penetrante sonido del timbre, todos los estudiantes salieron a velocidad del salón, dejándolo completamente vacío. La chica se puso en pie, para dirigirse a la salida, pero fue detenida por la llamada del profesor.

—Señorita Stevens, ¡esperé!—pidió
—Dígame, señor Holt—dijo la mencionada.
—Me parece que en mi clase de música eres la que más destacas—objetó pensativo y con una sonrisa el viejo maestro.

La chica sonrió. Daniela Stevens, alta, cabellos enrulados pelinegro, ojos cafés. Digamos que no era chica normal. Meditó un momento en lo que le contestaría a su maestro de poesía y música. "—Claro es que mi padre es Apolo, el dios de la poesía, música, medicina, sol y los oráculos". Desistió de esa idea. Sabía que pensaría que estaba loca, de hecho hace unos meses ni ella misma podía creérselo, de todo el instituto sólo sus dos amigas, conocían de ello, y sólo porque eran igual que ellas.

—Si hago lo mejor que puedo, y sobretodo amo lo que hago-intentó decir sin borrar su sonrisa.
El maestro de música, el señor Smith pareció vacilar.
— ¡Dani!—

La aludida giró hacia la puerta allí se encontraban dos chicas, una de cabellos marrones, ondulados, y la otra con cabellera oscura quien llevaba su cabello trenzado.

—Me tengo que ir…ehh nos vemos después—se despidió Daniela a toda prisa dirigiendo su rumbo hacia donde sus amiga se encontraban.
— ¿Que sucedió?—inquirió con una sonrisa la de cabellos chocolate, Camila
—Digamos que no me resistí, y presente ante la clase una cancioncita—contestó con tono de inocencia Daniela.
—Dani, ya habíamos hablado de esto, ¡nos pueden mandar a un psicólogo o lo que es peor a un psiquiatra!—se alteró su otra amiga, Abby
—No exageres, sólo hizo uso de sus dones, no es como si fuera a decirle algo al profesor—comentó burlona Camila

Las tres chicas recorrían los pasillos de aquella Academia, ya no tendrían más clases, por lo cual se dirigían a la salida.

La mirada de Daniela y Abby se mantuvo un momento fija en los jardines de la escuela. Unas siluetas masculinas aparecieron de pronto. Un chico de cabellos negros, y otro más alto de cabellos rojizos. Los chicos parecían sonreírles a su vez parecían que no estuvieran totalmente allí.

— ¡Chicas, chicas!—llamaba preocupada Camila, chasqueando sus dedos frente a ellas.
—Ehh, sí, sí ¿qué pasa?—reaccionó de repente Daniela.
— ¿Viste eso?—musitó aturdida Abby

Ante los rostros pálidos de ambas chicas, Cami comenzó a preocuparse. Paseó su vista por los alrededores, y efectivamente sólo había visto a muchos chicos sentados en las esquinas o en la grama, algunos estudiaban, otros bromeaban.
Iba a decirles otra cosa, pero un estruendoso viento irrumpió. Lo próximo fueron gritos por parte de la gran población estudiantil.
Durante la desesperación, chicos, maestros y obreros corrían.

— ¿En serio?, ¿una secundaria?—ironizó Andy caminando tratando de esquivar el viento entre los estudiantes que corrían.
—Andy, ¿no puedes calmar esto?—preguntó también luchando contra la ventisca la chica de cabellos chocolate, Ximena.
—Creo que si—contestó, para luego mirar las corrientes de aire y con un movimiento de manos aplacaba el viento, cuando creyó haberlo acabado por completo, volvió a retomarse más fuerte.

Andy frunció el ceño, eso nunca había ocurrido, como hija de Zeus los vientos, parte del clima y rayos los manipulaba perfectamente.

—Parece que viene de una fuerza superior, como si no fuera sólo un viento común—balbuceó la ojiazul.
Ximena aun no comprendía lo que sucedía, sin embargo levanto la vista y observo a tres chicas, no parecían confundidas simplemente trataban de controlar aquello.

—Son ellas—susurró Ximena.

Ximena y Andy corrieron hacia las chicas, hasta que pudieron llegar hasta ellas.

—No es necesario explicaciones—dijo La hija de Zeus.
—El Olimpo, la tierra las necesita—completó Ximena.

Abigail miró a sus dos amigas, siempre esperó una oportunidad así, desde que supo que era una semidiosa, hija de Hades, para completar, siempre quiso conocer más allá de lo normal.
En lo que concierne a Camila, no le parecía mucho la idea, sin embargo sentía que pertenecería a algo importante.

—Ehh...—empezó Daniela.
Pero fue interrumpida por una muchacha alta cabellos rojizos con rulos que venía hasta ellas.
Respiraba entre cortadamente.

—Las estaba buscando—consiguió decir.
— ¿Tu Eres?—inquirió Ximena al verla
—Noah Dark—respondió—Las vi en un sueño, la tierra, el Olimpo todo está en riesgo, soy…soy hija de Poseidón y Atenea—culminó.
—Pero mira nada más, ya sabía que las peleas de mi hermana y el tío P, llegaría a algo—dijo burlona Andy.

Luego de eso se formó un tenso silencio entre las seis chicas.

¡SALÍ! ''Pero mira nada más, ya sabía que las peleas de mi hermana y el tío P. llegarían a algo'' Dios ahí si que me reí bastante.

Espero con ganas el próximo capítulo.

Love Always, Noah.

PD: Un pequeño detalle, si no os importa, en el capítulo dice que soy pelirroja y con rulos, pero en la ficha puse que era castaño con toques dorados y ondulado, espero que no os moleste.