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"El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Florencia L.O escribió:ESPERAS QUE ME AYA GUSTADO? BUENO TENGO QUE DECIRTE QUE NO ME GUSTO .
no te gusto??? :(
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Florencia L.O escribió:ME ENCANTO FELIZ AÑO :D
valla q les gusta asustarme!!!! jejeje q bueno q te gusto!!! y FELIZ AÑO para ti tambien!!!! :hug:
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Fey escribió:*.* m encanto
siguela pronto porfa
FELIZ AÑO!!!
q bueno q te gusto!!! :D FELIZ AÑO!!!! :cheers: :lol!:
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
RosesScentedWithKisses... escribió:ME ENCANTO!!!
HAPPY JONAS YEAR XD
SIGUELA!!!
me alegra q te aya gustado!!!! :D
HAAPPYY JOOONAASS YEEAAR!!!! :lol!:
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
chelis escribió:me encantoooooooroooonn los caaaapiiiisss
porfaaaaaa
siguela y feliz año nuevo a todoooossss!!!!!
q bueeenooo q te gustaroon!!!! ya en un momento la sigo!! ;)
FELIZ AÑO!!!
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
*Karli Jonas* escribió:Ohhh lamento la desaparición
Es que salí de vacaciones con mi familia :D
Y waaaaaaaaaaaaaa
He amado los caps son geniales
Ohhhh amo como Nick trata a la rayis
Por que aun no le ha dicho que la ama!!?
Siguelaaaaa!!
FELIZ AÑO JONATICO!! :D
no te preokupes! ;) te entiendo ami me paso lo mismo jeje y me alegra q te gustaran los caps!!! y sobre lo d nick... mmm temo decirte q aun falta q pasen muchas cosas para q eso pase... pero sus acciones hablan por el no crees?? jejeje
FELIZ AÑO JONATICO!!!!!
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
flor_judith96 escribió:pobre!!qnervios aaaa me gusto el capi:DSiguela pronto y feliz año nuuuuuuuevooooooooo
q bueno q te gusto!!! y feliz año!!! :hug:
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
niñas aki les dejo otra parte del cap!!! espero q les guste!!! :D las kiero!!! :hug:
—Estaba yo en un baile muy parecido a éste... —declaró Nicholas impasible.
____ se volvió hacia él un instante, luego miró de nuevo a la multitud que tenía a sus pies.
—Los honorables condes de Wellingham —proclamó el mayordomo.
—Fue hace varios años, cuando aún se llevaban los calzones hasta la rodilla —prosiguió Nicholas. —Recuerdo a un tipo particularmente corpulento que llevaba un par de calzones cortos de satén púrpura, un chaleco verde claro y una chaqueta amarilla. Parecía un loro gordo.
—El señor y la señora de William Saunders, y la señorita Lillian Saunders.
____ le apretó el brazo con fuerza.
—Tuvo la desgracia de pisar a una mujer en lo alto de la escalera —continuó mientras daba un paso hacia adelante y le entregaba al mayordomo la invitación impresa. —Ella chilló y le dio un susto de muerte al pobre, y, él, al apartarse de ella sobresaltado, tropezó. —____ pensó que estaba loco por contarle aquella historia precisamente entonces, y lo miró ceñuda.
— ¡Los honorables marqueses de Darfield!
El bullicio del salón disminuyó visiblemente y todos los ojos se volvieron hacia la escalera.
—El tipo rodó escaleras abajo como una pelota de goma y terminó hecho un ovillo de colores a los pies del príncipe regente.
____ no pudo evitar imaginarse aquella escena tan ridícula y soltó una carcajada. Su propia risa le sonó espantosa. A Nicholas, melodiosa.
La multitud vio a una mujer hermosa riendo serena con su marido mientras ambos bajaban la escalera.
Cuando llegaron abajo, el gentío pareció moverse en bloque hacia ellos, en busca de una presentación.
—Prepárate, cariño —le murmuró Nicholas, e inmediatamente empezó a saludar a los rostros que revoloteaban a su alrededor.
____ tragó saliva. Milagrosamente, logró responder de forma conveniente a todas las personas que su esposo le presentaba. Había tantas, que las caras y los nombres pronto se convirtieron en una nebulosa indescifrable. En general, parecía que los hombres saludaban a su pecho y que las mujeres forzaban la sonrisa. Nicholas la ayudó a pasar el mal trago, se mantuvo a su lado en todo momento, tranquilizándola con toques sutiles en el codo, la mano y la espalda. Hubo un momento en que ella se volvió y le dedicó una sonrisa de agradecimiento; los ojos grises de él chispearon en respuesta.
Alguien puso una copa de champán en su mano, y ella se la bebió en seguida, le ofrecieron otra copa, y se la bebió también. El espumoso la ayudó; empezó a notar cómo se disipaba la tensión de su cuerpo. Hasta en los pies notó el cosquilleo. Cuando pasó el camarero, se sirvió otra copa, y ya llevaba la mitad cuando se percató de que Nicholas la miraba inquisitivo, con la ceja arqueada. Ella sonrió con dulzura y apuró la copa.
—Con semejante cohorte de aduladores, cualquier diría que estamos ante la reina de Inglaterra.
____ se volvió y sonrió a Joe.
— ¡Menos mal que ha venido! —le susurró histérica.
—La multitud es un poco agobiante, ¿verdad? —Rió y se situó entre ella y el grupo de jóvenes debutantes visiblemente curioso.
—Un poco —suspiró ella.
—Es perfectamente comprensible. Nicholas siempre ha fascinado a esta gente y ahora más que nunca. Pero no tema, he venido a salvarla —le susurró guiñándole un ojo.
Joe miró por encima de la cabeza de ____ a Nicholas, que sostenía una aburrida conversación con la anciana vizcondesa Varbussen.
—Mi querido Darfield, si tú no vas a bailar con tu esposa, ¿puedo yo? —preguntó Joe lo bastante alto para que varios lo oyeran.
Su amigo sonrió.
—No, señor. Estoy convencido de que lady Darfield me ha reservado el primer baile —respondió para delicia del círculo que los rodeaba.
Nicholas se despidió cortésmente de lady Varbussen y, disculpándose ante la pequeña multitud que los invadía, le cogió a ____ la copa de champán que llevaba en la mano y se la dio a Joe, luego la condujo a la pista de baile.
Aquello no fue fácil. Al menos tres veces los detuvieron invitados que se comportaban como si fuesen primos lejanos de Nicholas. Cuando llegaron al centro de la pista, Nicholas le hizo una reverencia, como era costumbre, y ____ se la devolvió. Abrió la boca para hablar, pero empezó a sonar la música y Nicholas la arrastró de inmediato al vals. Miró aquellos asombrosos ojos violeta algo borrosos y sintió una fuerte agitación en la entrepierna.
—No te pueden quitar los ojos de encima, cielo —observó con sinceridad.
— ¡Ja! Querrás decir que no me quitan los ojos del pecho o de este vestido tan pasado de moda. —Se apartó de un soplido un mechón de pelo que se le había soltado del recogido, empeñado en volver a taparle el ojo.
—Pero ¿qué dices? Tu vestido es precioso.
—La señorita Stanley me ha dicho que le sorprendía que hubiese encontrado el tejido, porque el color ya no se lleva esta temporada. Lady William le ha dado la razón y ha añadido que ella no había visto un diseño tan inusual y que le extrañaba que alguna modista hubiese querido cosérmelo —protestó.
—Ya veo —le sonrió Nicholas. —Por eso frunces el cejo. No es fácil ser el blanco de todas las envidias, ¿verdad?
— ¿Envidias? —inquirió ____ con tal inocencia que Nicholas no pudo evitar la carcajada.
—Esas mujeres te tienen unos celos enfermizos y te tendrán más cuando sus parejas las dejen solas para suplicar una oportunidad de bailar contigo —le explicó él mientras la estrechaba aún más contra su cuerpo y se acercaba a la orquesta.
— ¡Ah, no! ¡Yo no voy a bailar más que contigo! —señaló muy resuelta.
—Claro que lo harás —le replicó él risueño. Por más que quiera, no puedo permitirte que desaires a todos los hombres de este salón. Debes bailar.
— ¡No, no! Yo no quiero hacer eso —insistió ella meneando tanto la cabeza que volvió a caérsele el mechón de pelo por el ojo.
— ¿Por qué? ¡Si bailas muy bien!
— ¡No los conozco, Nicholas! ¿Y si digo algo desacertado? —le susurró nerviosa.
—Cariño, eres demasiado encantadora para ofender a nadie. No temas, todo saldrá bien —le aseguró, luego le besó la mejilla, consciente de que aquella muestra de afecto generaría otra oleada de risitas disimuladas entre los curiosos.
—Me refiero a que... —susurró, haciendo una pausa cuando Nicholas se la acercó al pecho para evitar la colisión con otra pareja—... ¿y si digo algo sobre lo que después puedan chismorrear? No quiero que hablen de nosotros.
—Si hablan de nosotros, cariño, es porque les cuesta creer la buena suerte que tengo.
Ella suspiro y le sonrió. Nicholas tampoco pudo reprimir una sonrisa de satisfacción. Dios, qué seductora era. Todos los presentes en aquel salón de baile que los miraban bailar pensaban lo mismo que él, estaba convencido.
Cuando terminó el baile, la joven se sirvió otra copa de champán y se dispuso a hacer lo que le había pedido. Nicholas le dio un codazo a Joe y le señaló a ____ con la cabeza.
— ¿Serías tan amable de ayudarme a vigilar un poco a mi esposa, Hunt? Atrae a los hombres como la miel a las abejas, y acaba de descubrir que le gusta el champán casi tanto como la cerveza —dijo con sequedad, y su amigo asintió risueño.
—Haré lo que pueda, pero ya hay cola para bailar con ella —señaló antes de abrirse paso diligentemente entre la multitud y pedirle a ____ que bailase con él.
A ____ le gustó bailar con Joe. Igual que Nicholas, era muy buen bailarín y la obsequiaba con comentarios sarcásticos sobre la aristocracia londinense, con lo que ella no paraba de reír mientras iban dando vueltas por la pista.
Cuando, al terminar el baile, Joe la sacaba de la pista, la interceptó el conde de Westchester. Era más bajo que ella y, mientras bailaban, el conde, que estaba ebrio, no paraba de mirarle descaradamente el pecho.
—Comentan que procede usted de las tierras de América —le dijo el conde al escote.
—No, milord, lo ha entendido mal —suspiró ____ hastiada. —Lo que dicen es que procedo de las guerras de América.
Como sospechaba, el conde estaba tan extasiado con el relieve de su pecho que no oyó su respuesta descabellada. Mientras trataba de ignorar a aquel viejo verde, rezando para que el baile terminara cuanto antes, vio a Nicholas bailar con otra mujer. No le gustó la sensación que le produjo, lo lógico era que él bailase con otras mujeres, eso lo sabía, pero el verlo sonreír a otra le encogía el corazón.
—Estaba yo en un baile muy parecido a éste... —declaró Nicholas impasible.
____ se volvió hacia él un instante, luego miró de nuevo a la multitud que tenía a sus pies.
—Los honorables condes de Wellingham —proclamó el mayordomo.
—Fue hace varios años, cuando aún se llevaban los calzones hasta la rodilla —prosiguió Nicholas. —Recuerdo a un tipo particularmente corpulento que llevaba un par de calzones cortos de satén púrpura, un chaleco verde claro y una chaqueta amarilla. Parecía un loro gordo.
—El señor y la señora de William Saunders, y la señorita Lillian Saunders.
____ le apretó el brazo con fuerza.
—Tuvo la desgracia de pisar a una mujer en lo alto de la escalera —continuó mientras daba un paso hacia adelante y le entregaba al mayordomo la invitación impresa. —Ella chilló y le dio un susto de muerte al pobre, y, él, al apartarse de ella sobresaltado, tropezó. —____ pensó que estaba loco por contarle aquella historia precisamente entonces, y lo miró ceñuda.
— ¡Los honorables marqueses de Darfield!
El bullicio del salón disminuyó visiblemente y todos los ojos se volvieron hacia la escalera.
—El tipo rodó escaleras abajo como una pelota de goma y terminó hecho un ovillo de colores a los pies del príncipe regente.
____ no pudo evitar imaginarse aquella escena tan ridícula y soltó una carcajada. Su propia risa le sonó espantosa. A Nicholas, melodiosa.
La multitud vio a una mujer hermosa riendo serena con su marido mientras ambos bajaban la escalera.
Cuando llegaron abajo, el gentío pareció moverse en bloque hacia ellos, en busca de una presentación.
—Prepárate, cariño —le murmuró Nicholas, e inmediatamente empezó a saludar a los rostros que revoloteaban a su alrededor.
____ tragó saliva. Milagrosamente, logró responder de forma conveniente a todas las personas que su esposo le presentaba. Había tantas, que las caras y los nombres pronto se convirtieron en una nebulosa indescifrable. En general, parecía que los hombres saludaban a su pecho y que las mujeres forzaban la sonrisa. Nicholas la ayudó a pasar el mal trago, se mantuvo a su lado en todo momento, tranquilizándola con toques sutiles en el codo, la mano y la espalda. Hubo un momento en que ella se volvió y le dedicó una sonrisa de agradecimiento; los ojos grises de él chispearon en respuesta.
Alguien puso una copa de champán en su mano, y ella se la bebió en seguida, le ofrecieron otra copa, y se la bebió también. El espumoso la ayudó; empezó a notar cómo se disipaba la tensión de su cuerpo. Hasta en los pies notó el cosquilleo. Cuando pasó el camarero, se sirvió otra copa, y ya llevaba la mitad cuando se percató de que Nicholas la miraba inquisitivo, con la ceja arqueada. Ella sonrió con dulzura y apuró la copa.
—Con semejante cohorte de aduladores, cualquier diría que estamos ante la reina de Inglaterra.
____ se volvió y sonrió a Joe.
— ¡Menos mal que ha venido! —le susurró histérica.
—La multitud es un poco agobiante, ¿verdad? —Rió y se situó entre ella y el grupo de jóvenes debutantes visiblemente curioso.
—Un poco —suspiró ella.
—Es perfectamente comprensible. Nicholas siempre ha fascinado a esta gente y ahora más que nunca. Pero no tema, he venido a salvarla —le susurró guiñándole un ojo.
Joe miró por encima de la cabeza de ____ a Nicholas, que sostenía una aburrida conversación con la anciana vizcondesa Varbussen.
—Mi querido Darfield, si tú no vas a bailar con tu esposa, ¿puedo yo? —preguntó Joe lo bastante alto para que varios lo oyeran.
Su amigo sonrió.
—No, señor. Estoy convencido de que lady Darfield me ha reservado el primer baile —respondió para delicia del círculo que los rodeaba.
Nicholas se despidió cortésmente de lady Varbussen y, disculpándose ante la pequeña multitud que los invadía, le cogió a ____ la copa de champán que llevaba en la mano y se la dio a Joe, luego la condujo a la pista de baile.
Aquello no fue fácil. Al menos tres veces los detuvieron invitados que se comportaban como si fuesen primos lejanos de Nicholas. Cuando llegaron al centro de la pista, Nicholas le hizo una reverencia, como era costumbre, y ____ se la devolvió. Abrió la boca para hablar, pero empezó a sonar la música y Nicholas la arrastró de inmediato al vals. Miró aquellos asombrosos ojos violeta algo borrosos y sintió una fuerte agitación en la entrepierna.
—No te pueden quitar los ojos de encima, cielo —observó con sinceridad.
— ¡Ja! Querrás decir que no me quitan los ojos del pecho o de este vestido tan pasado de moda. —Se apartó de un soplido un mechón de pelo que se le había soltado del recogido, empeñado en volver a taparle el ojo.
—Pero ¿qué dices? Tu vestido es precioso.
—La señorita Stanley me ha dicho que le sorprendía que hubiese encontrado el tejido, porque el color ya no se lleva esta temporada. Lady William le ha dado la razón y ha añadido que ella no había visto un diseño tan inusual y que le extrañaba que alguna modista hubiese querido cosérmelo —protestó.
—Ya veo —le sonrió Nicholas. —Por eso frunces el cejo. No es fácil ser el blanco de todas las envidias, ¿verdad?
— ¿Envidias? —inquirió ____ con tal inocencia que Nicholas no pudo evitar la carcajada.
—Esas mujeres te tienen unos celos enfermizos y te tendrán más cuando sus parejas las dejen solas para suplicar una oportunidad de bailar contigo —le explicó él mientras la estrechaba aún más contra su cuerpo y se acercaba a la orquesta.
— ¡Ah, no! ¡Yo no voy a bailar más que contigo! —señaló muy resuelta.
—Claro que lo harás —le replicó él risueño. Por más que quiera, no puedo permitirte que desaires a todos los hombres de este salón. Debes bailar.
— ¡No, no! Yo no quiero hacer eso —insistió ella meneando tanto la cabeza que volvió a caérsele el mechón de pelo por el ojo.
— ¿Por qué? ¡Si bailas muy bien!
— ¡No los conozco, Nicholas! ¿Y si digo algo desacertado? —le susurró nerviosa.
—Cariño, eres demasiado encantadora para ofender a nadie. No temas, todo saldrá bien —le aseguró, luego le besó la mejilla, consciente de que aquella muestra de afecto generaría otra oleada de risitas disimuladas entre los curiosos.
—Me refiero a que... —susurró, haciendo una pausa cuando Nicholas se la acercó al pecho para evitar la colisión con otra pareja—... ¿y si digo algo sobre lo que después puedan chismorrear? No quiero que hablen de nosotros.
—Si hablan de nosotros, cariño, es porque les cuesta creer la buena suerte que tengo.
Ella suspiro y le sonrió. Nicholas tampoco pudo reprimir una sonrisa de satisfacción. Dios, qué seductora era. Todos los presentes en aquel salón de baile que los miraban bailar pensaban lo mismo que él, estaba convencido.
Cuando terminó el baile, la joven se sirvió otra copa de champán y se dispuso a hacer lo que le había pedido. Nicholas le dio un codazo a Joe y le señaló a ____ con la cabeza.
— ¿Serías tan amable de ayudarme a vigilar un poco a mi esposa, Hunt? Atrae a los hombres como la miel a las abejas, y acaba de descubrir que le gusta el champán casi tanto como la cerveza —dijo con sequedad, y su amigo asintió risueño.
—Haré lo que pueda, pero ya hay cola para bailar con ella —señaló antes de abrirse paso diligentemente entre la multitud y pedirle a ____ que bailase con él.
A ____ le gustó bailar con Joe. Igual que Nicholas, era muy buen bailarín y la obsequiaba con comentarios sarcásticos sobre la aristocracia londinense, con lo que ella no paraba de reír mientras iban dando vueltas por la pista.
Cuando, al terminar el baile, Joe la sacaba de la pista, la interceptó el conde de Westchester. Era más bajo que ella y, mientras bailaban, el conde, que estaba ebrio, no paraba de mirarle descaradamente el pecho.
—Comentan que procede usted de las tierras de América —le dijo el conde al escote.
—No, milord, lo ha entendido mal —suspiró ____ hastiada. —Lo que dicen es que procedo de las guerras de América.
Como sospechaba, el conde estaba tan extasiado con el relieve de su pecho que no oyó su respuesta descabellada. Mientras trataba de ignorar a aquel viejo verde, rezando para que el baile terminara cuanto antes, vio a Nicholas bailar con otra mujer. No le gustó la sensación que le produjo, lo lógico era que él bailase con otras mujeres, eso lo sabía, pero el verlo sonreír a otra le encogía el corazón.
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
aaaiii esta celosaaa!!!!
y ese viejo que se creeee
jejejeje siguelaaa porfaaa
y ese viejo que se creeee
jejejeje siguelaaa porfaaa
chelis
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
uuuu qeu vijo verdee!! jajaja a mi tambien em daria celos ver a Nick con otra va ya con Delta es sficiente !! :@ siguela prontoooo!!
Florjudith96
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
me encantaron los capitulos =) ,FELIZ AÑO!!!
siguela cuado puedas pero no tardes =P
siguela cuado puedas pero no tardes =P
Dorin
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Ahhhhhhhh mi vidaaaaaa la rayis esta celosa!!
Y Nick agggggg por que hace eso ojalá también le entren celos
O siiiiiii haber que hace el condenado jejejejejejejeje
Awwww!! Amo la nove me encanta!! :D
Y claro las acciones de Nick valen mas
Que mil palabras!! :D
Y Nick agggggg por que hace eso ojalá también le entren celos
O siiiiiii haber que hace el condenado jejejejejejejeje
Awwww!! Amo la nove me encanta!! :D
Y claro las acciones de Nick valen mas
Que mil palabras!! :D
Karli Jonas
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
oolaaa niñas como andan?? espero q esten muy bien!!! aki les dejo el resto del cap! q lo disfruten! ;)
Perdió de vista a Nicholas durante los dos bailes siguientes. Después del conde, su siguiente pareja fue un anciano caballero muy amable, que a ____ le gustó en seguida.
—Conocí a su padre y era un gran admirador suyo. Coincidí con él en la India hace varios años —le contó el viejo barón de Sevionton.
— ¿En serio? —inquirió ____, emocionada por el recuerdo de su padre.
En serio. Me ayudó a solucionar un problemilla que tenía. Yo debía salir del puerto de inmediato y, de no haber sido por su padre, me habrían encontrado colgado de los mástiles —confesó con un destello de sus ojos legañosos. —Si alguna vez necesita algo, querida, venga a verme.
____ le agradeció su amable propuesta, preguntándose qué demonios podía haber hecho un hombre tan amable como él para precisar aquella ayuda.
Cuando el barón la sacó de la pista, vio a Nicholas, apoyado en una columna, observándola por encima de las cabezas de sus admiradoras con una peculiar sonrisa en el rostro. Ella le devolvió la sonrisa y, cuando se disponía a acercarse a él, alguien se interpuso en su camino. Algo irritada, levantó la vista despacio y se encontró a Malcolm Routier mirándola sonriente, con un brillo especial en sus ojos amarillentos.
—Qué placer volver a verla, lady Darfield. ¿Me concedería el honor de este baile? —preguntó con voz grave.
____ miró a Nicholas por encima del hombro de Routier, su sonrisa se había esfumado. No sabía bien qué hacer, no le apetecía nada bailar con él, pero no le parecía apropiado rechazarlo, dado que aún tenía huecos en su carnet de baile. Se mordió el labio inferior sin apartar la vista de su esposo, luego volvió a mirar a Routier. El champán le había embotado el sentido del decoro, pero podría rechazarlo.
—Quizá en otro momento —dijo él visiblemente desilusionado.
—No, no, señor Routier. No he querido... Me encantaría. —Se obligó a sonreírle.
El sonrió a su vez, pero la sonrisa no le llegó a los ojos. Lanzándole una rápida mirada de impotencia a Nicholas, ____ regresó a regañadientes a la pista. Era un vals, y ella sintió cierta repugnancia cuando Routier la tomó en sus brazos. Se sorprendió de aquella reacción, porque no le había ocurrido con sus anteriores parejas de baile. Sin embargo, ese hombre tenía algo que no lograba identificar, había un no sé qué en sus atractivos rasgos que a ella le resultaba repugnante.
— ¿Se está divirtiendo esta noche? —preguntó Routier muy educado.
—Oh, sí, mucho —respondió ella con fingido entusiasmo.
Él le miró los labios.
—Ha causado un gran revuelo. Todo el mundo habla de lady Darfield —señaló. —Ha tenido usted lo que se diría un éxito instantáneo.
____ se esforzó por sonreír.
—Perdone que disienta, señor Routier. No acabo de entender a qué se debe tanta fascinación, claro que nunca se sabe qué esperar cuando se entra a formar parte de un nuevo entorno, ¿no le parece?
—Sobre todo dadas las circunstancias de su esposo. Aunque seguía sonriendo, ____ se molestó.
— ¿Cómo dice?
Routier volvió a esbozar su sonrisa afectada.
—Le ruego que me disculpe; he hablado sin pensar. —Le hizo un gesto cortés con la cabeza y se la llevó al centro de la pista.
____ alzó la vista a las resplandecientes lámparas de araña para no tener que mirar a su pareja de baile. Aún se encontraba bajo el efecto del champán que había bebido y, al mirar a la luz centelleante que daba vueltas sobre su cabeza, no pudo reprimir la sonrisa. Ni el mareo. Bajó la vista de las luces al cuello rígido de la camisa de Routier y frunció el cejo.
— ¿Se encuentra mal, lady Darfield?
—No, sólo me estaba mareando un poco. —Cuando él sonrió, ____ se percató por primera vez de que su sonrisa de verdad era muy bonita.
—Si me permite el atrevimiento, señora, a mi juicio es usted la mujer más hermosa de la sala —le dijo en voz baja.
Incómoda, ____ notó que se sonrojaba y miró hacia otro lado, topándose sin querer con Nicholas, que llevaba por la pista a una rubia muy guapa. Los dos hablaban muy entretenidos, y no pudo dejar de mirarlos. Cuando Routier se interpuso entre ella y Nicholas, intentó mirar por encima de su hombro.
—Lady Davenport —dijo Routier muy seco.
— ¿Perdón? —graznó ____, volviéndose para mirarlo.
—Su marido está bailando con lady Rebecca Davenport.
____ no podía creer lo que estaba oyendo ¿Esa era lady Davenport? ¿Estaba bailando con su amante? ¡Cielo santo!, era tan hermosa como había temido.
— ¿Quién? —espetó ____ sin pensarlo
— ¿La conoce? —inquirió el hombre con una sonrisa perversa.
Ella estaba muerta de vergüenza, consciente de que Routier observaba muy de cerca su reacción.
—Lo cierto es que no he tenido el placer... —murmuró con tristeza.
La sonrisa perversa de Routier se intensificó.
—Lo suponía.
____ resistió la tentación de volver a mirar a Nicholas y, en su lugar, miró fijamente la pechera de volantes de su acompañante.
— ¿De modo que asistió usted a la fiesta del gobernador en Bombay, señor Routier? —preguntó ____ intentando en vano cambiar de tema.
Una leve sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de él.
—Yo, sí. ¿Recuerda el lío del gobernador?
____ negó con la cabeza.
—Vagamente. Era muy joven.
—Si no recuerdo mal, tenía diez u once años. Lo que sí recuerdo perfectamente es que estaba obsesionada con un caballero mayor que llevaba turbante —señaló.
La joven no pudo contener la risa.
— ¡No lo dirá en serio!
—Lo digo muy en serio —sonrió. —Su padre me dijo después que estaba decidida a averiguar qué llevaba aquel hombre debajo del turbante, pero la fiesta le parecía un lugar algo intimidante para desenmascararlo, por así decirlo. De modo que se acercó a él, le confesó su intención y le propuso reunirse con él en el muelle a la mañana siguiente antes de partir.
— ¿Le propuse a un completo desconocido que se reuniese conmigo en el muelle? —Rió como una tonta.
—Eso me han contado. Todo ello por el bien de la ciencia —espetó con fingida solemnidad.
—Mi padre no fue siempre... ¿cómo lo diría yo?... —sonrió cuando él le hizo un giro, —todo lo insistente que debía haber sido. —Rió, meneando la cabeza.
Routier forzó una sonrisa y sus ojos brillaron de un modo extraño.
—Pero sí que insistió en que se casara con Darfield, ¿verdad?
El comentario la sorprendió. Imaginó que Nicholas lo habría puesto al tanto de las circunstancias de su matrimonio el día en que se habían visto en Blessing Park. Nicholas y lady Davenport estaban de nuevo a la vista y se acercaban a ellos. Él no la había visto; estaba demasiado absorto en su conversación con la dama. ____ empezó a marearse.
Cuando empezaron a oírse los últimos compases de la pieza, se acercaron al borde de la pista. El señor Routier sonrió y le hizo una reverencia.
—Gracias, lady Darfield. —Hizo una pausa y la escudriñó extrañado. —La veo algo azorada. ¿Le apetece un poco de agua? —preguntó y, atrapándole la mano bajo el brazo, la condujo a la mesa de las bebidas antes de que pudiera responder.
De pronto, notó que una mano la agarraba por el codo.
—Si ya ha terminado de bailar con mi esposa, le ruego que nos disculpe —le dijo Nicholas a Routier desde detrás de ____.
Los ojos ambarinos del hombre lo miraron con dureza por encima de la cabeza de ella. Nicholas lo miraba a él impasible.
Routier sonrió a ____.
—Gracias otra vez, lady Darfield. —Con un gesto brusco de la cabeza, se alejó.
Nicholas agarró a su esposa del codo y la llevó de inmediato hacia las puertas que daban al balcón.
— ¿Has disfrutado del baile? —inquirió con frialdad.
A ____ le pareció inquieto, algo que le resultó divertidísimo, teniendo en cuenta que acababa de bailar con su amante.
—Soportable. ¿Y tú, has disfrutado del tuyo?
El frunció el cejo levemente, la sacó al balcón y la empujó a un rincón oscuro.
—A mí ni siquiera me ha parecido soportable —murmuró.
— ¿Ocurre algo? —preguntó ____ algo irritada por tan repentina frialdad.
—Sí, ocurre algo, ____. No te he besado en toda la condenada noche —señaló y, estrechándola entre sus brazos, la besó con vehemencia.
La joven, que le había detectado los celos en la voz, se derritió en sus brazos y profirió un gemido de placer. Nicholas ladeó la boca con una urgencia que ella entendía muy bien y, cuando él empezó a acariciarle los costados. ____ se retiro.
—Nicholas —lo reprendió, luego sonrió seductora.
El protestó y le besó la mano.
— ¿Habrá algún día un momento en que no te desee? —le susurró con voz ronca, luego bajó la cabeza despacio y le dio un beso muy suave y muy provocativo.
— ¡Cielo santo!, espero que no —murmuró ella cuando Nicholas levantó por fin la cabeza.
El rió y se la llevó a una zona aún más oscura.
—Parece que te gusta bailar.
—Me gusta bailar contigo, no con otros hombres. —Quería decirle que tampoco le agradaba verlo bailar con otras mujeres y que la enfurecía verlo con lady Davenport.
El rió en voz baja y le rodeó la cintura con los brazos.
—A mí tampoco —coincidió, y volvió a besarla antes de regresar con ella de mala gana al salón de baile, donde un pelotón de hombres esperaba impaciente para bailar con su esposa.
Poco después de las cuatro de la madrugada, Joe le dio un codazo a Nicholas y le señaló con la cabeza a la exhausta ____. Apartada de los invitados que quedaban, estaba apoyada en la pared con los brazos cruzados sobre la cintura y aquel persistente mechón de pelo tapándole el ojo. Apenas se podía mantener despierta y, agotada, disimuló un bostezo tapándose la boca con una mano enguantada. Nicholas le guiñó el ojo a su amigo, luego se acercó como si nada a ella. ____ intentó sonreír.
— ¿Cansada, cielo? —preguntó.
Ella asintió con la cabeza.
—Te llevo a casa —le dijo en voz baja, apartándole con dulzura el pelo de los ojos. —Creo que ya nos hemos dejado ver bastante por una noche.
Mientras el coche recorría las calles envueltas por la niebla, Nicholas contempló a ____, dormida profundamente sobre su pecho. Nunca se había creído un hombre celoso, pero el verla en los brazos de otros hombres lo había afectado. En su cabeza, aún la recordaba bailando con Routier, levantando la vista a las lámparas de araña y luciendo aquella sonrisa soñadora tan suya. Esa sonrisa le pertenecía, la tenía reservada sólo para él, y le dolía que ese hombre hubiese tenido la oportunidad de disfrutarla. Si hubiese estado más cerca de ellos, se la habría arrebatado de los brazos a aquel sinvergüenza y le habría entregado a la furibunda Rebecca.
Él no la había visitado, ni había respondido a sus patéticas cartas desde que había puesto fin a su relación. En las últimas semanas, Rebecca había pasado de dolida a rabiosa y, al ver a ____, había sacado los colmillos, la constancia de que Nicholas jamás iba a volver con ella había provocado una disputa entre los dos.
____ suspiró dormida y se recolocó en el pecho de su esposo. El miró al cielo.
Cuando el coche se detuvo delante de la casa, Nicholas la ayudó a bajar. Al poner los pies en el suelo ella se derrumbó sobre él, y él la cogió en brazos de inmediato y la llevó dentro, a su cuarto, ignorando sereno sus protestas en sueños. Le pidió a Damon que se retirara, la tumbó en el centro de su cama y se quitó rápidamente toda la ropa menos los pantalones. Luego volvió a la cama, a admirar la caída de sus pestañas, el contorno relajado de sus labios, el brazo descuidadamente colocado sobre el regazo la puso de lado con cuidado y le desabrochó la fila de diminutos botones de la espalda. Ella no abrió los ojos, pero sonrió somnolienta mientras le quitaba las joyas.
—Lady Delacorte me ha dicho: «Tienen que venir a cenar el miércoles que viene» lo informó ____, imitando en voz baja el habla de la oronda mujer. —«Asistirán los condes de Middlefield, que acaban de volver de América, querida. Estoy segura de que le encantará conocerlos.»
Nicholas rió para sí mientras le quitaba los zapatos y las medias.
— ¿Y qué les has dicho? —preguntó mientras se inclinaba sobre ella para soltarle el vestido de los hombros.
—Les he dicho que me sentía halagada, pero que tenía que consultarlo con el secretario de mi manido. Y lady Delacorte ha dicho: «Ah, por supuesto, ¡lord Darfield está muy solicitado!».
—Aja —dijo Nicholas distraído mientras se inclinaba a besar la piel sedosa de su hombro.
—Pero entonces me ha aclarado que me lo pedía a mí y no a ti —rió ____.
Su risa ligera y tintineante era demasiado provocativa; Nicholas se situó encima de ella y la cubrió con su cuerpo.
— ¿Conque ésas tenemos? ¿Haces una aparición triunfal entre la élite de Inglaterra y de pronto quedo relegado a cenar solo en casa mientras tú te diviertes por ahí? —le preguntó, besándole el hueco del cuello.
____ suspiró suavemente al notar los labios cálidos de Nicholas en su piel y le acarició el pelo con ternura.
—Lo que tenemos, hermoso señor mío, es que lady Delacorte y su condesa se pueden pudrir —espetó ____, riendo cuando Nicholas intentó robarle la sonrisa con un beso.
Al poco, ____ yacía con la espalda pegada al pecho de Nicholas, envolviendo con su brazo el brazo musculoso de su marido que la estrechaba posesivo, la noche había ido bien, a pesar de algunas miradas descaradas y ciertas preguntas inoportunas. Él se había divertido y a ella también le había gustado casi todo. Pero lo mejor era que por fin había terminado.
—¿____? —le dijo Nicholas con la boca pegada a su pelo, y la voz pesada de sueño.
—Te amo, Nicholas. Mi vida es perfecta gracias a ti —le susurró ella.
El gruñó, incapaz de pronunciar una respuesta adecuada, pero, en el fondo de su corazón, sabía que aquellas palabras convertían una noche estupenda en perfecta. Se alegraba de verdad de estar en casa.
Perdió de vista a Nicholas durante los dos bailes siguientes. Después del conde, su siguiente pareja fue un anciano caballero muy amable, que a ____ le gustó en seguida.
—Conocí a su padre y era un gran admirador suyo. Coincidí con él en la India hace varios años —le contó el viejo barón de Sevionton.
— ¿En serio? —inquirió ____, emocionada por el recuerdo de su padre.
En serio. Me ayudó a solucionar un problemilla que tenía. Yo debía salir del puerto de inmediato y, de no haber sido por su padre, me habrían encontrado colgado de los mástiles —confesó con un destello de sus ojos legañosos. —Si alguna vez necesita algo, querida, venga a verme.
____ le agradeció su amable propuesta, preguntándose qué demonios podía haber hecho un hombre tan amable como él para precisar aquella ayuda.
Cuando el barón la sacó de la pista, vio a Nicholas, apoyado en una columna, observándola por encima de las cabezas de sus admiradoras con una peculiar sonrisa en el rostro. Ella le devolvió la sonrisa y, cuando se disponía a acercarse a él, alguien se interpuso en su camino. Algo irritada, levantó la vista despacio y se encontró a Malcolm Routier mirándola sonriente, con un brillo especial en sus ojos amarillentos.
—Qué placer volver a verla, lady Darfield. ¿Me concedería el honor de este baile? —preguntó con voz grave.
____ miró a Nicholas por encima del hombro de Routier, su sonrisa se había esfumado. No sabía bien qué hacer, no le apetecía nada bailar con él, pero no le parecía apropiado rechazarlo, dado que aún tenía huecos en su carnet de baile. Se mordió el labio inferior sin apartar la vista de su esposo, luego volvió a mirar a Routier. El champán le había embotado el sentido del decoro, pero podría rechazarlo.
—Quizá en otro momento —dijo él visiblemente desilusionado.
—No, no, señor Routier. No he querido... Me encantaría. —Se obligó a sonreírle.
El sonrió a su vez, pero la sonrisa no le llegó a los ojos. Lanzándole una rápida mirada de impotencia a Nicholas, ____ regresó a regañadientes a la pista. Era un vals, y ella sintió cierta repugnancia cuando Routier la tomó en sus brazos. Se sorprendió de aquella reacción, porque no le había ocurrido con sus anteriores parejas de baile. Sin embargo, ese hombre tenía algo que no lograba identificar, había un no sé qué en sus atractivos rasgos que a ella le resultaba repugnante.
— ¿Se está divirtiendo esta noche? —preguntó Routier muy educado.
—Oh, sí, mucho —respondió ella con fingido entusiasmo.
Él le miró los labios.
—Ha causado un gran revuelo. Todo el mundo habla de lady Darfield —señaló. —Ha tenido usted lo que se diría un éxito instantáneo.
____ se esforzó por sonreír.
—Perdone que disienta, señor Routier. No acabo de entender a qué se debe tanta fascinación, claro que nunca se sabe qué esperar cuando se entra a formar parte de un nuevo entorno, ¿no le parece?
—Sobre todo dadas las circunstancias de su esposo. Aunque seguía sonriendo, ____ se molestó.
— ¿Cómo dice?
Routier volvió a esbozar su sonrisa afectada.
—Le ruego que me disculpe; he hablado sin pensar. —Le hizo un gesto cortés con la cabeza y se la llevó al centro de la pista.
____ alzó la vista a las resplandecientes lámparas de araña para no tener que mirar a su pareja de baile. Aún se encontraba bajo el efecto del champán que había bebido y, al mirar a la luz centelleante que daba vueltas sobre su cabeza, no pudo reprimir la sonrisa. Ni el mareo. Bajó la vista de las luces al cuello rígido de la camisa de Routier y frunció el cejo.
— ¿Se encuentra mal, lady Darfield?
—No, sólo me estaba mareando un poco. —Cuando él sonrió, ____ se percató por primera vez de que su sonrisa de verdad era muy bonita.
—Si me permite el atrevimiento, señora, a mi juicio es usted la mujer más hermosa de la sala —le dijo en voz baja.
Incómoda, ____ notó que se sonrojaba y miró hacia otro lado, topándose sin querer con Nicholas, que llevaba por la pista a una rubia muy guapa. Los dos hablaban muy entretenidos, y no pudo dejar de mirarlos. Cuando Routier se interpuso entre ella y Nicholas, intentó mirar por encima de su hombro.
—Lady Davenport —dijo Routier muy seco.
— ¿Perdón? —graznó ____, volviéndose para mirarlo.
—Su marido está bailando con lady Rebecca Davenport.
____ no podía creer lo que estaba oyendo ¿Esa era lady Davenport? ¿Estaba bailando con su amante? ¡Cielo santo!, era tan hermosa como había temido.
— ¿Quién? —espetó ____ sin pensarlo
— ¿La conoce? —inquirió el hombre con una sonrisa perversa.
Ella estaba muerta de vergüenza, consciente de que Routier observaba muy de cerca su reacción.
—Lo cierto es que no he tenido el placer... —murmuró con tristeza.
La sonrisa perversa de Routier se intensificó.
—Lo suponía.
____ resistió la tentación de volver a mirar a Nicholas y, en su lugar, miró fijamente la pechera de volantes de su acompañante.
— ¿De modo que asistió usted a la fiesta del gobernador en Bombay, señor Routier? —preguntó ____ intentando en vano cambiar de tema.
Una leve sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de él.
—Yo, sí. ¿Recuerda el lío del gobernador?
____ negó con la cabeza.
—Vagamente. Era muy joven.
—Si no recuerdo mal, tenía diez u once años. Lo que sí recuerdo perfectamente es que estaba obsesionada con un caballero mayor que llevaba turbante —señaló.
La joven no pudo contener la risa.
— ¡No lo dirá en serio!
—Lo digo muy en serio —sonrió. —Su padre me dijo después que estaba decidida a averiguar qué llevaba aquel hombre debajo del turbante, pero la fiesta le parecía un lugar algo intimidante para desenmascararlo, por así decirlo. De modo que se acercó a él, le confesó su intención y le propuso reunirse con él en el muelle a la mañana siguiente antes de partir.
— ¿Le propuse a un completo desconocido que se reuniese conmigo en el muelle? —Rió como una tonta.
—Eso me han contado. Todo ello por el bien de la ciencia —espetó con fingida solemnidad.
—Mi padre no fue siempre... ¿cómo lo diría yo?... —sonrió cuando él le hizo un giro, —todo lo insistente que debía haber sido. —Rió, meneando la cabeza.
Routier forzó una sonrisa y sus ojos brillaron de un modo extraño.
—Pero sí que insistió en que se casara con Darfield, ¿verdad?
El comentario la sorprendió. Imaginó que Nicholas lo habría puesto al tanto de las circunstancias de su matrimonio el día en que se habían visto en Blessing Park. Nicholas y lady Davenport estaban de nuevo a la vista y se acercaban a ellos. Él no la había visto; estaba demasiado absorto en su conversación con la dama. ____ empezó a marearse.
Cuando empezaron a oírse los últimos compases de la pieza, se acercaron al borde de la pista. El señor Routier sonrió y le hizo una reverencia.
—Gracias, lady Darfield. —Hizo una pausa y la escudriñó extrañado. —La veo algo azorada. ¿Le apetece un poco de agua? —preguntó y, atrapándole la mano bajo el brazo, la condujo a la mesa de las bebidas antes de que pudiera responder.
De pronto, notó que una mano la agarraba por el codo.
—Si ya ha terminado de bailar con mi esposa, le ruego que nos disculpe —le dijo Nicholas a Routier desde detrás de ____.
Los ojos ambarinos del hombre lo miraron con dureza por encima de la cabeza de ella. Nicholas lo miraba a él impasible.
Routier sonrió a ____.
—Gracias otra vez, lady Darfield. —Con un gesto brusco de la cabeza, se alejó.
Nicholas agarró a su esposa del codo y la llevó de inmediato hacia las puertas que daban al balcón.
— ¿Has disfrutado del baile? —inquirió con frialdad.
A ____ le pareció inquieto, algo que le resultó divertidísimo, teniendo en cuenta que acababa de bailar con su amante.
—Soportable. ¿Y tú, has disfrutado del tuyo?
El frunció el cejo levemente, la sacó al balcón y la empujó a un rincón oscuro.
—A mí ni siquiera me ha parecido soportable —murmuró.
— ¿Ocurre algo? —preguntó ____ algo irritada por tan repentina frialdad.
—Sí, ocurre algo, ____. No te he besado en toda la condenada noche —señaló y, estrechándola entre sus brazos, la besó con vehemencia.
La joven, que le había detectado los celos en la voz, se derritió en sus brazos y profirió un gemido de placer. Nicholas ladeó la boca con una urgencia que ella entendía muy bien y, cuando él empezó a acariciarle los costados. ____ se retiro.
—Nicholas —lo reprendió, luego sonrió seductora.
El protestó y le besó la mano.
— ¿Habrá algún día un momento en que no te desee? —le susurró con voz ronca, luego bajó la cabeza despacio y le dio un beso muy suave y muy provocativo.
— ¡Cielo santo!, espero que no —murmuró ella cuando Nicholas levantó por fin la cabeza.
El rió y se la llevó a una zona aún más oscura.
—Parece que te gusta bailar.
—Me gusta bailar contigo, no con otros hombres. —Quería decirle que tampoco le agradaba verlo bailar con otras mujeres y que la enfurecía verlo con lady Davenport.
El rió en voz baja y le rodeó la cintura con los brazos.
—A mí tampoco —coincidió, y volvió a besarla antes de regresar con ella de mala gana al salón de baile, donde un pelotón de hombres esperaba impaciente para bailar con su esposa.
Poco después de las cuatro de la madrugada, Joe le dio un codazo a Nicholas y le señaló con la cabeza a la exhausta ____. Apartada de los invitados que quedaban, estaba apoyada en la pared con los brazos cruzados sobre la cintura y aquel persistente mechón de pelo tapándole el ojo. Apenas se podía mantener despierta y, agotada, disimuló un bostezo tapándose la boca con una mano enguantada. Nicholas le guiñó el ojo a su amigo, luego se acercó como si nada a ella. ____ intentó sonreír.
— ¿Cansada, cielo? —preguntó.
Ella asintió con la cabeza.
—Te llevo a casa —le dijo en voz baja, apartándole con dulzura el pelo de los ojos. —Creo que ya nos hemos dejado ver bastante por una noche.
Mientras el coche recorría las calles envueltas por la niebla, Nicholas contempló a ____, dormida profundamente sobre su pecho. Nunca se había creído un hombre celoso, pero el verla en los brazos de otros hombres lo había afectado. En su cabeza, aún la recordaba bailando con Routier, levantando la vista a las lámparas de araña y luciendo aquella sonrisa soñadora tan suya. Esa sonrisa le pertenecía, la tenía reservada sólo para él, y le dolía que ese hombre hubiese tenido la oportunidad de disfrutarla. Si hubiese estado más cerca de ellos, se la habría arrebatado de los brazos a aquel sinvergüenza y le habría entregado a la furibunda Rebecca.
Él no la había visitado, ni había respondido a sus patéticas cartas desde que había puesto fin a su relación. En las últimas semanas, Rebecca había pasado de dolida a rabiosa y, al ver a ____, había sacado los colmillos, la constancia de que Nicholas jamás iba a volver con ella había provocado una disputa entre los dos.
____ suspiró dormida y se recolocó en el pecho de su esposo. El miró al cielo.
Cuando el coche se detuvo delante de la casa, Nicholas la ayudó a bajar. Al poner los pies en el suelo ella se derrumbó sobre él, y él la cogió en brazos de inmediato y la llevó dentro, a su cuarto, ignorando sereno sus protestas en sueños. Le pidió a Damon que se retirara, la tumbó en el centro de su cama y se quitó rápidamente toda la ropa menos los pantalones. Luego volvió a la cama, a admirar la caída de sus pestañas, el contorno relajado de sus labios, el brazo descuidadamente colocado sobre el regazo la puso de lado con cuidado y le desabrochó la fila de diminutos botones de la espalda. Ella no abrió los ojos, pero sonrió somnolienta mientras le quitaba las joyas.
—Lady Delacorte me ha dicho: «Tienen que venir a cenar el miércoles que viene» lo informó ____, imitando en voz baja el habla de la oronda mujer. —«Asistirán los condes de Middlefield, que acaban de volver de América, querida. Estoy segura de que le encantará conocerlos.»
Nicholas rió para sí mientras le quitaba los zapatos y las medias.
— ¿Y qué les has dicho? —preguntó mientras se inclinaba sobre ella para soltarle el vestido de los hombros.
—Les he dicho que me sentía halagada, pero que tenía que consultarlo con el secretario de mi manido. Y lady Delacorte ha dicho: «Ah, por supuesto, ¡lord Darfield está muy solicitado!».
—Aja —dijo Nicholas distraído mientras se inclinaba a besar la piel sedosa de su hombro.
—Pero entonces me ha aclarado que me lo pedía a mí y no a ti —rió ____.
Su risa ligera y tintineante era demasiado provocativa; Nicholas se situó encima de ella y la cubrió con su cuerpo.
— ¿Conque ésas tenemos? ¿Haces una aparición triunfal entre la élite de Inglaterra y de pronto quedo relegado a cenar solo en casa mientras tú te diviertes por ahí? —le preguntó, besándole el hueco del cuello.
____ suspiró suavemente al notar los labios cálidos de Nicholas en su piel y le acarició el pelo con ternura.
—Lo que tenemos, hermoso señor mío, es que lady Delacorte y su condesa se pueden pudrir —espetó ____, riendo cuando Nicholas intentó robarle la sonrisa con un beso.
Al poco, ____ yacía con la espalda pegada al pecho de Nicholas, envolviendo con su brazo el brazo musculoso de su marido que la estrechaba posesivo, la noche había ido bien, a pesar de algunas miradas descaradas y ciertas preguntas inoportunas. Él se había divertido y a ella también le había gustado casi todo. Pero lo mejor era que por fin había terminado.
—¿____? —le dijo Nicholas con la boca pegada a su pelo, y la voz pesada de sueño.
—Te amo, Nicholas. Mi vida es perfecta gracias a ti —le susurró ella.
El gruñó, incapaz de pronunciar una respuesta adecuada, pero, en el fondo de su corazón, sabía que aquellas palabras convertían una noche estupenda en perfecta. Se alegraba de verdad de estar en casa.
Andrea P. Jonas:)
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