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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
olaaa chicas asiosas por su cap de hoy??? :¬w¬: AKI LO TIENEN!!!!
Se hallaba ya cerca de la puerta cuando una mano en el hombro lo detuvo.
—¿Ya te vas, Carrey? —le preguntó Malcolm Routier muy cordial.
—Se podría decir que sí.
—Esperaba verte esta tarde, amigo mío. ¿Qué te ha retenido? —inquirió ladino.
—No voy a seguir adelante, Routier —confeso Galen sin miramientos.
Los ambarinos ojos del comerciante lo miraron severos.
—¿Como dices? —preguntó con una sonrisa forzada de sus finos labios.
—Ya me ha oído, que no voy a seguir adelante con esto.
Routier rió con disimulo y, mirando a su alrededor, agarró a Galen por el brazo con todas sus fuerzas.
—Debo de haberte entendido mal. No te queda más remedio que seguir adelante.
Galen sacudió el brazo para zafarse de Routier y salió fuera, lejos del atestado vestíbulo, este lo siguió.
—¿Ya has olvidado lo que me debes? —le susurró furioso a la espalda.
Él se encogió de hombros y se metió las manos en los bolsillos.
—No, no lo he olvidado. Entrégueme a las autoridades si quiere, pero no conseguirá que tome parte en esto.
—¿Qué pasa, Carrey? ¿Tu preciosa primita ya no quiere calentarte la cama? —se mofó.
Galen se volvió de repente y lo estampó contra el muro de ladrillo, ignorando las miradas sobresaltadas de los invitados que llegaban al domicilio de los Wilmington.
—Ni se le ocurra, Routier, o le partiré el condenado cuello —lo amenazó entre dientes.
El hombre se enderezó, luego se estiró el chaleco como si nada.
—Eres un maldito imbécil, Carrey —murmuró mientras se recolocaba los gemelos de la camisa. —¿Tienes idea de lo que he hecho por ti? Yo lo planifiqué, me aseguré de que consiguiéramos lo que queríamos de Strait para que pudieras reclamar tu medio millón de libras. Me encargué de que no se interpusiera en nuestro camino...
—¿Qué? —exclamó Galen.
Routier puso los ojos en blanco.
—¿No se te había ocurrido que el honrado señor Strait podía contar lo que le había obligado a hacer si alguien le preguntaba? ¿Qué habría pasado entonces con tu reclamación? ¿Nunca lo habías pensado?
—¡Pensé que había aceptado hacerlo a cambio de una parte del botín!
—Pues pensaste mal. Por lo menos, era un hombre honrado —suspiró Routier con frialdad.
En aquel momento, el joven se sintió el mayor estúpido del mundo. No sólo había destruido a su prima, sino que había provocado la muerte de un hombre, aunque no hubiese apretado el gatillo, y todo porque el capitán nunca le había perdonado su inmadurez, su falta de responsabilidad. ¡Qué paradójico resultaba todo aquello de pronto! ¡Carrington tenía tanta razón…! No había más que ver lo que le había hecho a ____, a Darfield, a Strait.
—Me repugna —murmuró furioso, dirigiéndose a Routier, pero también a sí mismo.
Luego dio media vuelta con la intención de alejarse de ese individuo para siempre y encontrar a Darfield.
Routier entrecerró los ojos. Aquel bastardo de Carrey estaba a punto de costarle su única oportunidad de arruinar al marqués. Volvió al vestíbulo, furibundo. Aquello no iba a quedar así. Ni hablar. Puede que Darfield hubiera sufrido un golpe de fortuna, pero él se lo iba a hacer pasar mal.
____ se encontraba cerca de las puertas del balcón, rechazando a una pareja de baile tras otra. Como de costumbre, era un torbellino de sentimientos contradictorios. Quería ir a casa, meterse en la cama e intentar olvidar todo aquel horrible asunto. Pero le daba miedo ir allí. ¿Y si Galen se encontraba en ella? No estaba segura de lo que haría Nicholas cuando averiguara la verdad, pero no se le ocurría nada bueno. Además, tenía un problema de locomoción. Hasta que lady Paddington quisiera irse, estaba atrapada. De modo que se quedó allí, sola e incómoda, rechazando a un caballero tras otro, pensando angustiada en Galen. ¡Ay, Dios, cuánto le dolía su traición! Le dolía casi tanto como la del capitán, casi tanto como la de Nicholas.
—Buenas noches, lady Darfield.
____ miró a su derecha y forzó una sonrisa.
—Señor Routier, qué placer —dijo educadamente.
—No, señora, el placer es siempre mío. Discúlpeme, pero la veo muy cansada esta noche. Espero que sus náuseas de principios de semana no fuesen nada grave.
—Ah, no, estoy perfectamente, gracias. Supongo que me encuentro algo cansada. —Sonrió.
—¿En serio? —Los ojos ambarinos de Routier le sostuvieron la mirada un buen rato, despertando una sensación olvidada que trató de pasar por alto.
—Lo cierto es que no he dormido demasiado bien últimamente. Creo que sufro algo de insomnio.
Malcolm arqueó una de sus finas cejas.
—Vaya, cuánto lo lamento, ¿Le apetecería dar un paseo por los jardines?
Aquello le pareció muy buena idea. Si, un paseo por los jardines la alejaría del asfixiante salón y de las atenciones de una decena de dandis londinenses, y quizá la ayudara a aclarar sus ideas.
—Me encantaría —accedió, y sonriendo le tomó el brazo que le ofrecía.
Tras saludar a los Wilmington, Nicholas se dirigió aprisa al salón de baile. Exploró rápidamente la estancia, pero no vio a su esposa. Dio media vuelta y se encaminó al gran salón, pensando que lady Paddington podía haberla convencido para que jugase una partida de loó, pero tampoco estaba allí. Ya volvía al salón de baile cuando divisó a sus dos amigos, Joe y Alex, sentados a una mesa en la biblioteca, hablando desenfadadamente delante de un vaso de coñac. A pesar de su angustia, sonrió para sus adentros y cambió de rumbo. Sin duda, todas las debutantes de la ciudad debían de estar buscando el modo de meter a los dos solteros más solicitados del país en un salón de baile atestado de gente, mientras los dos solteros en cuestión ponían el mismo empeño en evitarlo.
—Darfield, no esperábamos verte aquí esta noche —dijo Alex, estirando sus largas piernas delante de sí.
Nicholas tomó asiento a la mesa y aceptó el coñac que le ofrecía un criado.
—No tenía previsto venir —admitió, —pero hay algo de lo que me gustaría mucho hablar con mi esposa. —No pudo remediarlo; se dibujó en sus labios una leve sonrisa.
Joe lo miró como si hubiese perdido el juicio; Alex soltó una carcajada.
—Personalmente, voy a lamentar mucho que los Darfield decidan asistir juntos a las veladas —le susurró éste a Joe en tono conspirador. —Me ha venido muy bien la disponibilidad de lady Darfield para atender a tía Paddy.
—Yo sólo espero que no haya altercados —se limitó a decir Joe.
Nicholas sonrió enigmático y bebió de su coñac
—Que yo sepa, no los habrá, claro que, con lady Darfield, nunca se sabe.
—Hablando del rey de Roma, ¿no es ésa la causa de vuestra disputa? —preguntó Alex en voz baja, señalando a la puerta.
Nicholas miró por encima de su hombro, y su semblante se ensombreció de inmediato al ver a Galen Carrey.
—¿Cómo demonios ha entrado aquí? —murmuró. Dejó la copa de coñac en la mesa y se levantó, mientras Galen, que ya lo había visto, se acercaba a él a toda prisa.
—¿Qué demonios hace aquí, Carrey? —masculló Nicholas. Galen miró nervioso a sus dos acompañantes, que lo estudiaron con desdén, luego alzó las manos con las palmas hacia afuera. —Escúcheme, Darfield, es lo único que pido.
—Ya estoy harto de oírlo, Carrey. Como que se lo he dejado bien claro esa tarde.
—No habría venido hasta aquí sí no fuera porque me preocupa ____...
—Ella no es asunto suyo...
—Quizá no —lo interrumpió, —pero he pensado que querría saber que corre peligro en estos momentos.
Aquello hizo enmudecer a Nicholas.
—¿A qué se refiere?
—Tenía razón en cuanto a mí, Darfield. Mi propuesta es una estafa —susurró Galen, mirando por encima de su hombro.
Nicholas no le quitaba ojo de encima, pero Alex y Joe se miraron alarmados. Los dos se incorporaron de repente y se inclinaron hacia adelante.
—¡Y que lo diga! ¡Menuda novedad! —se mofó Nicholas.
—¿Quiere que se lo cuente o no? —inquirió Galen.
Nicholas hizo una pausa para decidir, y, finalmente, le hizo una seña para que tomase asiento. El joven se sentó con cautela, rechazó con la cabeza el coñac que le ofrecía el criado y se agarró las rodillas con las manos, intentando serenarse. Luego respiró hondo y empezó a hablar. En un tono monótono y tranquilo, les relató una historia de proporciones fabulosas, protagonizada por el peor enemigo de Nicholas, aderezada de falsificación, asesinato y el cambio de parecer de un sinvergüenza.
Su audiencia estaba completamente absorta en el relato. De cuando en cuando, alguno de ellos preguntaba algo y él respondía con calma. Dejó bien claro que ____ nunca había sabido nada de su embuste y tan sólo había querido ayudarlo, ayudar a un primo al que tenía un cariño especial. La entusiasta defensa de Carrey no terminó de exonerar a su esposa ante Nicholas, porque le había mentido, pero sirvió para cerrar casi por completo la herida que tenía abierta. Cuando terminó de hablar, Galen miró a Darfield.
—¿Por qué me cuenta esto ahora? —quiso saber el aristócrata.
—____ me ha descubierto. Me ha mandado una nota insistiéndome en que nos viéramos aquí y luego me ha obligado a confesar. Y, cuando iba a buscarlo, Darfield, me he encontrado con Routier. Le he dicho que no iba a seguir adelante con esto y se ha puesto furioso, supongo que ya se imagina cómo, así que he pensado que debía saber...
Nicholas se levantó de inmediata
—¿Routier está aquí? —preguntó con una calma absoluta.
—Sí, anda por la casa.
De pronto, sin mediar palabra, salió de la biblioteca. Galen, Joe y Alex se miraron un segundo y lo siguieron.
____ siguió a Malcolm Routier por el balcón, disfrutando del aire fresco. Este estaba muy callado.
—El aire es muy refrescante, ¿no le parece?
—Supongo —respondió, de pronto muy seco.
Ella lo miró por el rabillo del ojo.
—Parece tenso, señor Routier.
—Puede que lo esté —dijo él sin más. La joven experimentó una leve sensación de alarma, que olvidó cuando él la miró y sonrió. —Claro que también puede que no. ¿Ha visto ya el laberinto de lady Wilmington? Al parecer, es el más espectacular de todo Londres.
—No, no lo he visto.
—Pues no debería perdérselo —le aseguró él, y se dispuso a bajar los escalones embaldosados para llevarla hasta allí.
—Pero, señor Routier, si está oscuro —rió ella.
—Hay luz de sobra, se lo aseguro. Encienden antorchas en el interior por si alguien se pierde.
De camino a la entrada del laberinto, ella tuvo un mal presentimiento.
—Creo que no deberíamos entrar. No me parece decoroso —rió nerviosa.
—¿Decoroso? ¿Desde cuándo le preocupa el decoro, lady Darfield? —le dijo con una sonrisa tan siniestra que se le puso la piel de gallina.
____ lo miró ceñuda, sin saber muy bien que había querido decir.
—Tengo entendido que el laberinto está reservado a los amantes, señor Routier, no a los paseantes esporádicos como nosotros.
—Yo lo considero perfecto para nosotros —murmuró él.
—¿Cómo dice?
—Estoy convencido de que me ha entendido perfectamente —dijo el muy cortante.
Estaban ya casi a la entrada del laberinto cuando él la cogió por el codo y se dirigió brioso al seto tirando de ella. Momentáneamente confundida, ____ se sobrecogió, pero, por desgracia, ya era demasiado tarde. Trató de zafarse de él, pero el hombre la empujó hacia el estrecho paso abierto en el seto y entró tras ella, tapando la abertura con su cuerpo una vez dentro, la empujó hacia adelante.
hasta mañana niñas!!!
Se hallaba ya cerca de la puerta cuando una mano en el hombro lo detuvo.
—¿Ya te vas, Carrey? —le preguntó Malcolm Routier muy cordial.
—Se podría decir que sí.
—Esperaba verte esta tarde, amigo mío. ¿Qué te ha retenido? —inquirió ladino.
—No voy a seguir adelante, Routier —confeso Galen sin miramientos.
Los ambarinos ojos del comerciante lo miraron severos.
—¿Como dices? —preguntó con una sonrisa forzada de sus finos labios.
—Ya me ha oído, que no voy a seguir adelante con esto.
Routier rió con disimulo y, mirando a su alrededor, agarró a Galen por el brazo con todas sus fuerzas.
—Debo de haberte entendido mal. No te queda más remedio que seguir adelante.
Galen sacudió el brazo para zafarse de Routier y salió fuera, lejos del atestado vestíbulo, este lo siguió.
—¿Ya has olvidado lo que me debes? —le susurró furioso a la espalda.
Él se encogió de hombros y se metió las manos en los bolsillos.
—No, no lo he olvidado. Entrégueme a las autoridades si quiere, pero no conseguirá que tome parte en esto.
—¿Qué pasa, Carrey? ¿Tu preciosa primita ya no quiere calentarte la cama? —se mofó.
Galen se volvió de repente y lo estampó contra el muro de ladrillo, ignorando las miradas sobresaltadas de los invitados que llegaban al domicilio de los Wilmington.
—Ni se le ocurra, Routier, o le partiré el condenado cuello —lo amenazó entre dientes.
El hombre se enderezó, luego se estiró el chaleco como si nada.
—Eres un maldito imbécil, Carrey —murmuró mientras se recolocaba los gemelos de la camisa. —¿Tienes idea de lo que he hecho por ti? Yo lo planifiqué, me aseguré de que consiguiéramos lo que queríamos de Strait para que pudieras reclamar tu medio millón de libras. Me encargué de que no se interpusiera en nuestro camino...
—¿Qué? —exclamó Galen.
Routier puso los ojos en blanco.
—¿No se te había ocurrido que el honrado señor Strait podía contar lo que le había obligado a hacer si alguien le preguntaba? ¿Qué habría pasado entonces con tu reclamación? ¿Nunca lo habías pensado?
—¡Pensé que había aceptado hacerlo a cambio de una parte del botín!
—Pues pensaste mal. Por lo menos, era un hombre honrado —suspiró Routier con frialdad.
En aquel momento, el joven se sintió el mayor estúpido del mundo. No sólo había destruido a su prima, sino que había provocado la muerte de un hombre, aunque no hubiese apretado el gatillo, y todo porque el capitán nunca le había perdonado su inmadurez, su falta de responsabilidad. ¡Qué paradójico resultaba todo aquello de pronto! ¡Carrington tenía tanta razón…! No había más que ver lo que le había hecho a ____, a Darfield, a Strait.
—Me repugna —murmuró furioso, dirigiéndose a Routier, pero también a sí mismo.
Luego dio media vuelta con la intención de alejarse de ese individuo para siempre y encontrar a Darfield.
Routier entrecerró los ojos. Aquel bastardo de Carrey estaba a punto de costarle su única oportunidad de arruinar al marqués. Volvió al vestíbulo, furibundo. Aquello no iba a quedar así. Ni hablar. Puede que Darfield hubiera sufrido un golpe de fortuna, pero él se lo iba a hacer pasar mal.
____ se encontraba cerca de las puertas del balcón, rechazando a una pareja de baile tras otra. Como de costumbre, era un torbellino de sentimientos contradictorios. Quería ir a casa, meterse en la cama e intentar olvidar todo aquel horrible asunto. Pero le daba miedo ir allí. ¿Y si Galen se encontraba en ella? No estaba segura de lo que haría Nicholas cuando averiguara la verdad, pero no se le ocurría nada bueno. Además, tenía un problema de locomoción. Hasta que lady Paddington quisiera irse, estaba atrapada. De modo que se quedó allí, sola e incómoda, rechazando a un caballero tras otro, pensando angustiada en Galen. ¡Ay, Dios, cuánto le dolía su traición! Le dolía casi tanto como la del capitán, casi tanto como la de Nicholas.
—Buenas noches, lady Darfield.
____ miró a su derecha y forzó una sonrisa.
—Señor Routier, qué placer —dijo educadamente.
—No, señora, el placer es siempre mío. Discúlpeme, pero la veo muy cansada esta noche. Espero que sus náuseas de principios de semana no fuesen nada grave.
—Ah, no, estoy perfectamente, gracias. Supongo que me encuentro algo cansada. —Sonrió.
—¿En serio? —Los ojos ambarinos de Routier le sostuvieron la mirada un buen rato, despertando una sensación olvidada que trató de pasar por alto.
—Lo cierto es que no he dormido demasiado bien últimamente. Creo que sufro algo de insomnio.
Malcolm arqueó una de sus finas cejas.
—Vaya, cuánto lo lamento, ¿Le apetecería dar un paseo por los jardines?
Aquello le pareció muy buena idea. Si, un paseo por los jardines la alejaría del asfixiante salón y de las atenciones de una decena de dandis londinenses, y quizá la ayudara a aclarar sus ideas.
—Me encantaría —accedió, y sonriendo le tomó el brazo que le ofrecía.
Tras saludar a los Wilmington, Nicholas se dirigió aprisa al salón de baile. Exploró rápidamente la estancia, pero no vio a su esposa. Dio media vuelta y se encaminó al gran salón, pensando que lady Paddington podía haberla convencido para que jugase una partida de loó, pero tampoco estaba allí. Ya volvía al salón de baile cuando divisó a sus dos amigos, Joe y Alex, sentados a una mesa en la biblioteca, hablando desenfadadamente delante de un vaso de coñac. A pesar de su angustia, sonrió para sus adentros y cambió de rumbo. Sin duda, todas las debutantes de la ciudad debían de estar buscando el modo de meter a los dos solteros más solicitados del país en un salón de baile atestado de gente, mientras los dos solteros en cuestión ponían el mismo empeño en evitarlo.
—Darfield, no esperábamos verte aquí esta noche —dijo Alex, estirando sus largas piernas delante de sí.
Nicholas tomó asiento a la mesa y aceptó el coñac que le ofrecía un criado.
—No tenía previsto venir —admitió, —pero hay algo de lo que me gustaría mucho hablar con mi esposa. —No pudo remediarlo; se dibujó en sus labios una leve sonrisa.
Joe lo miró como si hubiese perdido el juicio; Alex soltó una carcajada.
—Personalmente, voy a lamentar mucho que los Darfield decidan asistir juntos a las veladas —le susurró éste a Joe en tono conspirador. —Me ha venido muy bien la disponibilidad de lady Darfield para atender a tía Paddy.
—Yo sólo espero que no haya altercados —se limitó a decir Joe.
Nicholas sonrió enigmático y bebió de su coñac
—Que yo sepa, no los habrá, claro que, con lady Darfield, nunca se sabe.
—Hablando del rey de Roma, ¿no es ésa la causa de vuestra disputa? —preguntó Alex en voz baja, señalando a la puerta.
Nicholas miró por encima de su hombro, y su semblante se ensombreció de inmediato al ver a Galen Carrey.
—¿Cómo demonios ha entrado aquí? —murmuró. Dejó la copa de coñac en la mesa y se levantó, mientras Galen, que ya lo había visto, se acercaba a él a toda prisa.
—¿Qué demonios hace aquí, Carrey? —masculló Nicholas. Galen miró nervioso a sus dos acompañantes, que lo estudiaron con desdén, luego alzó las manos con las palmas hacia afuera. —Escúcheme, Darfield, es lo único que pido.
—Ya estoy harto de oírlo, Carrey. Como que se lo he dejado bien claro esa tarde.
—No habría venido hasta aquí sí no fuera porque me preocupa ____...
—Ella no es asunto suyo...
—Quizá no —lo interrumpió, —pero he pensado que querría saber que corre peligro en estos momentos.
Aquello hizo enmudecer a Nicholas.
—¿A qué se refiere?
—Tenía razón en cuanto a mí, Darfield. Mi propuesta es una estafa —susurró Galen, mirando por encima de su hombro.
Nicholas no le quitaba ojo de encima, pero Alex y Joe se miraron alarmados. Los dos se incorporaron de repente y se inclinaron hacia adelante.
—¡Y que lo diga! ¡Menuda novedad! —se mofó Nicholas.
—¿Quiere que se lo cuente o no? —inquirió Galen.
Nicholas hizo una pausa para decidir, y, finalmente, le hizo una seña para que tomase asiento. El joven se sentó con cautela, rechazó con la cabeza el coñac que le ofrecía el criado y se agarró las rodillas con las manos, intentando serenarse. Luego respiró hondo y empezó a hablar. En un tono monótono y tranquilo, les relató una historia de proporciones fabulosas, protagonizada por el peor enemigo de Nicholas, aderezada de falsificación, asesinato y el cambio de parecer de un sinvergüenza.
Su audiencia estaba completamente absorta en el relato. De cuando en cuando, alguno de ellos preguntaba algo y él respondía con calma. Dejó bien claro que ____ nunca había sabido nada de su embuste y tan sólo había querido ayudarlo, ayudar a un primo al que tenía un cariño especial. La entusiasta defensa de Carrey no terminó de exonerar a su esposa ante Nicholas, porque le había mentido, pero sirvió para cerrar casi por completo la herida que tenía abierta. Cuando terminó de hablar, Galen miró a Darfield.
—¿Por qué me cuenta esto ahora? —quiso saber el aristócrata.
—____ me ha descubierto. Me ha mandado una nota insistiéndome en que nos viéramos aquí y luego me ha obligado a confesar. Y, cuando iba a buscarlo, Darfield, me he encontrado con Routier. Le he dicho que no iba a seguir adelante con esto y se ha puesto furioso, supongo que ya se imagina cómo, así que he pensado que debía saber...
Nicholas se levantó de inmediata
—¿Routier está aquí? —preguntó con una calma absoluta.
—Sí, anda por la casa.
De pronto, sin mediar palabra, salió de la biblioteca. Galen, Joe y Alex se miraron un segundo y lo siguieron.
____ siguió a Malcolm Routier por el balcón, disfrutando del aire fresco. Este estaba muy callado.
—El aire es muy refrescante, ¿no le parece?
—Supongo —respondió, de pronto muy seco.
Ella lo miró por el rabillo del ojo.
—Parece tenso, señor Routier.
—Puede que lo esté —dijo él sin más. La joven experimentó una leve sensación de alarma, que olvidó cuando él la miró y sonrió. —Claro que también puede que no. ¿Ha visto ya el laberinto de lady Wilmington? Al parecer, es el más espectacular de todo Londres.
—No, no lo he visto.
—Pues no debería perdérselo —le aseguró él, y se dispuso a bajar los escalones embaldosados para llevarla hasta allí.
—Pero, señor Routier, si está oscuro —rió ella.
—Hay luz de sobra, se lo aseguro. Encienden antorchas en el interior por si alguien se pierde.
De camino a la entrada del laberinto, ella tuvo un mal presentimiento.
—Creo que no deberíamos entrar. No me parece decoroso —rió nerviosa.
—¿Decoroso? ¿Desde cuándo le preocupa el decoro, lady Darfield? —le dijo con una sonrisa tan siniestra que se le puso la piel de gallina.
____ lo miró ceñuda, sin saber muy bien que había querido decir.
—Tengo entendido que el laberinto está reservado a los amantes, señor Routier, no a los paseantes esporádicos como nosotros.
—Yo lo considero perfecto para nosotros —murmuró él.
—¿Cómo dice?
—Estoy convencido de que me ha entendido perfectamente —dijo el muy cortante.
Estaban ya casi a la entrada del laberinto cuando él la cogió por el codo y se dirigió brioso al seto tirando de ella. Momentáneamente confundida, ____ se sobrecogió, pero, por desgracia, ya era demasiado tarde. Trató de zafarse de él, pero el hombre la empujó hacia el estrecho paso abierto en el seto y entró tras ella, tapando la abertura con su cuerpo una vez dentro, la empujó hacia adelante.
hasta mañana niñas!!!
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO....... MIRA QUE ME DEJAS CON EL ALMA EN UN HILOOOOOOOOOO...
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAIIIIIIIII... PORFAAA PON OTROOOOOOO
AAAAAAAAAAAANNNNDAAAAAA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAIIIIIIIII... PORFAAA PON OTROOOOOOO
AAAAAAAAAAAANNNNDAAAAAA
chelis
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Waaaaaaaaaaaaa
Vamos SIGUELA por que nos dejas así
Vamos siguelaaaaaaaaaaaa
Amo la nove me encanta
Y quiero mas caps!!
Pliiiis SIGUELA!!
Vamos SIGUELA por que nos dejas así
Vamos siguelaaaaaaaaaaaa
Amo la nove me encanta
Y quiero mas caps!!
Pliiiis SIGUELA!!
Karli Jonas
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
no ! no puedo creer que la dejes asi ! por dios! esto es insolito jajaj xD te voy a matarrrrrrrrrrrr
Flor
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
OMG aaa no aguantooo aaaa siguelaa prontooooooo
Florjudith96
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
TE DIRE LO Q PENSE: HIJA DE...SOY MUY GROSERA :oops:
AKI SE VA ARMAR PLEITO Y FEO !!!
POR DIOS!
COMO TE ATREVES A DEJARLA ASI!?
MUERO,NO CREO AGUANTAR HASTA EL LUNES!
SIGUELA!!!!!
Q INTERESANTE ESTA NOVELA!!!!
AKI SE VA ARMAR PLEITO Y FEO !!!
POR DIOS!
COMO TE ATREVES A DEJARLA ASI!?
MUERO,NO CREO AGUANTAR HASTA EL LUNES!
SIGUELA!!!!!
Q INTERESANTE ESTA NOVELA!!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
OMG voy a tener que quedarme con las ganas de leer hasta el lunes :( pero bueno vale la pena :)
raqel d' Jonas(NJJ<3
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
oolaaaa chicas!!! como estan!!!! espero q esten bien!!! y creo q ya kieren cap!! verdad!! :¬w¬: esta parte esta cardiaca!!! asi q preparense!!!! y si tienen algo para apachurrar les sugiero q lo tengan a la mano..... aki va...
Ella dio un traspiés, luego se volvió de golpe hacia él y empezó a caminar de espaldas, mirándolo atónita.
—Señor Routier, ¿qué demonios le ocurre? ¡No quiero explorar el laberinto!
—Pero yo sí —dijo él despreocupado, acercándose a ella.
El miedo le recorrió el cuerpo entero. Routier la miraba muy serio y sus ojos ambarinos se habían vuelto tan fríos que ____ sintió un repentino escalofrío. El sobresalto de ella lo hizo sonreír; esbozó una sonrisa falsa y sarcástica.
—Si le he dado motivos para creer que mi amistad es algo más que simple amistad, lo siento de verdad. Soy una mujer casada, señor, y no me interesa en absoluto citarme con nadie en secreto. —Retrocedió y topó con el seto.
—Es usted una mujer incomparablemente hermosa, ¿lo sabía? —le dijo él con voz dulce mientras la examinaba con languidez, humedeciéndose el labio inferior con la lengua.
Ella levantó en seguida el brazo y lo extendió en un intento inútil de mantenerlo a raya.
—Le agradecería que se apartara, señor. Sus insinuaciones no me agradan —dijo muy seca.
Routier le dedicó una sonrisa lasciva.
—Se resiste. Así es como me gusta, ma belle.
Cielo santo, aquel hombre se había comportado como un amigo ¿Cómo podía pretender lo que ella estaba interpretando?
—A mí no. Sé que me ha entendido —insistió ella.
—Me parece que usted no me ha entendido a mi —soltó una carcajada siniestra. —Vamos, lady Darfield, estoy seguro de que también disfrutaría con otro hombre que no fuese Darfield. Debería haber convencido a ese bastardo para que le entregara su dote y haberlo abandonado. No es lo bastante bueno para usted, ¿es que no lo ve? No entiende lo mucho que la degrada. No sabe amar a una mujer, al contrario que yo —murmuró con voz pastosa.
El cuerpo entero de ____ reaccionó con violencia a aquellas palabras. No conocía nada ni a nadie más repugnante. Cerró los ojos un instante para contener un espasmo de miedo y desprecio y, cuando volvió a abrirlos al cabo de un segundo, lo tenía encima, la joven levantó las manos y le golpeó el pecho.
—Finge cuanto quieras cielo, que yo sé que a las mujeres como tú les gusta tener algo duro entre los muslos —le susurró con la respiración entrecortada.
____ le propinó un fuerte pisotón. Él se quedó de piedra y, entrecerrando los ojos le lanzó una mirada venenosa. Ella reculó, introduciéndose sin quererlo en la boca del lobo. Por Dios ¿qué estaba ocurriendo? ¿Se había vuelto loca toda Inglaterra? Tragó saliva para aliviar el pánico que amenazaba con paralizarla.
Mientras él estudiaba su rostro con frialdad, ella no se movió. Apenas respiraba. Sólo rezaba. Con fervor.
En los labios de Routier se dibujó una sonrisa grotesca que la hizo temblar como una hoja. En su vida había visto una mirada semejante, pero sabía lo que significaba. No iba a tolerar que le pusiese una mano encima.
—Darfield ya no te querrá si te han deshonrado, ¿verdad? ¿Es eso lo que le preocupa a esa cabecita tuya?
No esperó una respuesta, con un solo brazo, la atrapó por la cintura y le tapó la boca con una mano. Luego la cogió en brazos como si pesara poco más que una pluma. ____ se resistió inútilmente; Routier se limitó a reírse de sus esfuerzos
—Es natural que estés preocupada, querida. Darfield no volverá a tocarte si piensa que has sido mía. Y lo serás hasta el último rincón de tu delicioso cuerpo. —Se detuvo en un pequeño claro y, con una sonrisa lasciva, se pasó la lengua por los labios mientras la miraba. Como le tapaba la boca con la mano, ____ apenas podía respirar. —¡Qué dilema para el marqués! Su preciosa esposa deshonrada por Malcolm Routier. Claro que nunca tendrá la certeza de que no fuera consentido, ¿verdad? Me parece que le cuesta creerte. —Rió.
____ se resistió, furiosa; a Routier se le escapó la mano de su boca.
—Por favor, no lo haga —exclamó ella.
El hombre le respondió agarrándola del pelo y echándole la cabeza hacia atrás De algún modo, ____ logró zafarse de él y, dando media vuelta, echó a correr. Pero él volvió a atraparla por la cintura y la estrechó contra su pecho con tanta fuerza que le cortó la respiración.
—No te resistas, querida. Si lo haces, no disfrutarás —le susurró al oído. Histérica, ____ gritó. Routier le puso fin tapándole la boca con la mano húmeda y obligándola a volverse para que lo mirara. —No vuelvas a gritar, zorra —le dijo furibundo, quitándole la mano de la boca para sustituirla por sus labios.
Su beso fue brutal. Al ver que ella no separaba los labios le mordió. ____ abrió la boca para quejarse, y él aprovechó para introducirle la lengua hasta el fondo, lo que le produjo una arcada. ____ le aporreó el pecho y le buscó los pies con los suyos Routier se limitó a reír en su boca e intensificó el beso. Ella trató de escapar, pero él era mucho más fuerte y, mientras la mantenía anclada a su cuerpo por la cintura, le sujetaba la cabeza con el otro brazo. La arrimó al seto y la retuvo con su cuerpo robusto, luego le metió la mano por el corpiño del vestido y le estrujó con malicia el pecho.
Completamente histérica, siguió resistiéndose, pero sabía que jugaba con mucha desventaja, y jamás se había sentido más indefensa. No podía impedir que la asaltara. Cuando él empezó a levantarle las faldas del vestido, ____ le gritó en la boca.
Habría conseguido violarla si alguien no la hubiera arrebatado de sus brazos. Sin saber cómo, tuvo la sensación de que la echaban a un lado. Se pisó el bajo del vestido y cayó de espaldas golpeándose con fuerza la rabadilla. Anonadada, tardó unos instantes en tomar conciencia de la pelea que estaba teniendo lugar en la hierba, delante de ella. Alguien la agarró con fuerza por los hombros y la puso en pie.
—¿Se encuentra bien? —Lord Southerland la miraba muy preocupado.
Ella asintió con la cabeza mientras se palpaba con cuidado el labio que Routier le había mordido. Con un gesto de repugnancia, el duque se volvió de pronto hacia los dos hombres que se peleaban.
____ se obligó a mirar la pelea, y el corazón le dio un brinco. Nicholas, furibundo, luchaba con Routier. Profirió un chilillo ahogado cuando este le asestó un puñetazo en la mandíbula, que le echó la cabeza hacia atrás. Darfield se tambaleo y el comerciante se abalanzó sobre él preparado para golpearle. Sin embargo, su esposo logró esquivarlo y el puño de Routier se hundió en el seto.
De un salto, Nicholas tiró a Routier al suelo y lo inmovilizó boca arriba. Luego le asestó un puñetazo en la cara, seguido inmediatamente de otro. Routier intentó levantar las manos, pero Nicholas estaba decidido a matarlo a golpes. Fue el grito angustiado de ____ lo que, filtrándose en su conciencia, hizo que se detuviese un segundo. Más que suficiente. Routier le propinó un golpe casi letal que lo hizo caer de bruces sobre su pecho.
Antes de que Routier pudiese volver a atacar de repente, Joe lo cogió por detrás y le sujetó los brazos a la espalda. Alex agarró en seguida a Nicholas e hizo lo mismo.
—Caballeros —dijo lord Southerland muy serio. —Este asunto puede resolverse al amanecer en un duelo.
Furioso, Nicholas se zafó de Alex y se llevó la mano a la mandíbula para comprobar si la tenia rota.
—Encantado —espetó. —Considérate retado, Routier, si eres lo bastante hombre.
Este rió.
—Estoy impaciente. Si hubiera luz suficiente, le propondría que pusiéramos fin a esto ahora mismo.
____ escuchó horrorizada aquella conversación.
—¿Un duelo? —exclamó espantada. —¡Dios, no! —gimió.
Routier miró a ____ y sonrió perverso.
—Eso es, marquesa. Lo voy a matar. Debí haberlo hecho en Blessing Park, pero, por desgracia, en aquel momento, su esposa me pareció mejor blanco.
—¿Pistolas o espadas? —bramó Nicholas mientras Hunt se interponía entre los dos.
—Espadas —espetó Routier.
Nicholas asintió con la cabeza y se alejó de Alex, su mirada fija en ____. Sin mediar palabra, se dirigió a ella, se quitó la chaqueta y se la puso por los hombros. La gravedad de su semblante la hizo estremecerse. La apartó de Routier y, por primera vez, vio a Galen de pie a la entrada del pequeño claro, mirando furioso a aquél.
—Joe, ¿quieres ser mi padrino? —le preguntó Nicholas en voz baja. Este debió de asentir. —Carrey, vaya a por mi coche. La llevaré por el lateral de la casa. —Le pasó el brazo por los hombros, se la arrimó al costado y se dispuso a salir del laberinto, sin mirar atrás.
En el coche, los dos guardaron silencio mientras el vehículo avanzaba a toda velocidad en medio de la noche neblinosa hacia la mansión de Audley Street. Nicholas dejó de mirar por la ventanilla para mirarla a ella, que, con las mejillas sonrosadas, contemplaba su corpiño desgarrado. Como detectando los ojos de él, ____ alzó la mirada. Un intenso anhelo empañó sus ojos violeta fugazmente, luego se esfumó cuando ella volvió a mirarle el regazo.
Nicholas se sentía tan responsable... Debería haberla cuidado, haberla protegido, jamás debería haberla dejado salir de casa. Tenía constancia de que la vida de su esposa estaba en peligro, dato que había confirmado Routier al confesar que era ____ el blanco de su disparo. No obstante, su estupidez al creerla cómplice de la intriga de Carrey eclipsaba incluso aquello.
Cuando el coche llegó a la casa, Nicholas bajó de un salto, cogió a su esposa por la cintura y, sin decir nada, la dejó en suelo. Ninguno de los dos dijo una palabra hasta que llegaron al vestíbulo.
—Acuéstate —le dijo él en voz baja, por miedo a que una frase más larga revelara su intensa tristeza.
Ella no rechistó. Subió corriendo la escalera y desapareció de su vista. Nicholas giró sobre sus talones y se dirigió con paso firme a la biblioteca principal. No podía pensar en ella en aquel momento. Cuando hubiera matado a Routier, podría decidir cómo reparar el daño que se habían hecho.
Joe y Alex se reunieron con él para esperar el amanecer y, por más que lo intentó, no logró borrar a su esposa de su pensamiento. Poco antes de la hora en que se habían citado, se dirigió a la habitación de ella y abrió la puerta con la única intención de verla antes de reunirse con Routier. ____ se irguió sobresaltada. Obviamente no había dormido; envuelta en una bata de seda, se encontraba tumbada sobre la colcha. Nicholas cruzó el umbral, sosteniendo en alto el candil. ____ echó las piernas por encima del borde de la cama y se agarró a él por ambos lados de las piernas.
—¿Hay algo que pueda decir para que no sigas adelante con esto? —le susurró ella desesperanzada.
Casi con miedo a hablar, el marqués negó con la cabeza y cruzó despacio la estancia. La miró, sus ojos se pasearon por su rostro, por sus pechos, asimilando hasta el último detalle de ella. ¡Cielos, qué bonita era! Viéndola allí sentada, con el pelo oscuro cayéndole por los hombros, sus ojos violeta vivos y transparentes, se dio cuenta de que aquélla era una imagen que podría llevar consigo si moría. Bajó la vista a su abdomen y al hijo de los dos que llevaba en las entrañas. Ella (inconscientemente, creyó él), se llevó la mano al vientre, protectora. Nicholas se puso en cuclillas a su lado. Tenía tanto que decirle, tantas cosas, que no sabía por dónde empezar. ¿Le decía que lo sentía? ¿Que se había equivocado? ¿Le decía que la amaba? No quedaba mucho tiempo.
—Si no vuelvo...
—¡No! No digas eso, por favor, no lo digas —le suplicó, con un nudo en la garganta. Nicholas le cogió la mano y la apretó para tranquilizarla.
—____, escúchame bien. Joe es el albacea de mi patrimonio. Hazle caso, haz lo que te diga. Y prométeme... —Se detuvo, incapaz de seguir adelante viéndola al borde del llanto. —Prométeme —le susurró con voz ronca, —que el bebé que llevas en tu vientre llevará mi nombre.
____ abrió mucho los ojos antes de doblarse de dolor. Una pena como jamás había conocido otra se apoderó de ella.
—Vas a volver —le dijo entre sollozos. —Sé que lo harás. Volverás.
Nicholas no dijo nada. Sus ojos grises estaban ribeteados de rojo; ella no sabía si de fatiga o de emoción.
—____...
La miró un buen rato, con el corazón en los ojos, y la besó. Aquella efímera caricia albergaba una eternidad de tristeza y esperanza que decía todo lo que no eran capaces de expresar. Después, él se levantó despacio y se fue. Cuando oyó que se cerraba la puerta, ____ enterró el rostro en la colcha y rezó como no había rezado en su vida.
Podría haberse quedado allí todo el día, de no haber sido porque alguien empezó a aporrear la puerta de su dormitorio. Se levantó de un salto y miró el reloj. Era demasiado temprano; no podía haber vuelto ya. Fue corriendo hasta la puerta y la abrió de golpe. Un Galen muy sombrío esperaba al otro lado.
—Vamos, vístete —le dijo.
—Galen, ¿qué demonios...?
—Vamos a ver cómo se bate en duelo por ti. ¡Vamos, no te entretengas! No tenemos mucho tiempo —espetó él.
____ no se lo pensó dos veces. Olvidando cualquier pretensión de recato, se enfundó en el primer vestido que encontró.
La carriola que el joven había alquilado recorrió a toda prisa las calles desiertas del Londres y cruzó el Támesis Cuando se aproximaban a los jardines privados de Tarkinton, a las afueras de la ciudad, donde Nicholas iba a reunirse con Routier, ____ pudo ver dos carruajes, un caballo y a un grupo de hombres allí reunidos. Se esforzó por distinguir a su esposo entre ellos y, al divisarlo, se llevó la mano a la boca para contener un chillido.
El duelo ya había comenzado.
Galen detuvo en seco el pequeño carro; ____ ya estaba bajando de un salto.
—¿Qué demonios haces tú aquí? —le bramó Joe a Galen, que lo ignoró.
También Alex estaba allí, con un caballero que llevaba una bolsa negra. Otro hombre, desconocido para ella, estaba allí solo, sin duda el padrino de Routier. Tras echar un vistazo por encima, ____ clavó la vista en la lucha a espada y corrió al borde de la improvisada liza.
Nicholas, en mangas de camisa, era bastante bueno, pero Routier era mejor. Se estremeció cuando las afiladas armas chocaron y un clamor ensordecedor resonó por el pequeño jardín. Routier le iba comiendo terreno a Nicholas.
Pero a éste lo impulsaba una fuerza interior que el comerciante no podía calibrar. Recuperó su posición y, de pronto, atacó con vehemencia. Pilló por sorpresa a Routier, le pareció, porque retrocedió varios metros tambaleándose antes de recobrar el equilibrio. Entrecerrando sus ojos ambarinos, imprimió velocidad a sus ataques Imperturbable, Darfield siguió haciendo progresos igualando con su propia espada la extraordinaria velocidad de Routier. Sorprendido, oyó la voz de ____ gritarle. No podía ser, su mente debía de estar jugándole una mala pasada.
Ninguno de los dos hombres lograba robarle terreno al otro A Nicholas le parecía que llevaban horas luchando; el brazo empezaba a arderle por el peso del arma. El sudor le caía por la frente y, en ocasiones le costaba ver a su enemigo. Routier parecía igual de agotado; ya había bajado dos veces la punta de su espada, ocasión que él había aprovechado para atacar, casi acertándole al corazón negro del individuo. Estaba convencido de que, si contaba con una nueva ocasión, lo derribaría.
Los combatientes habían formado un círculo de barro en el suelo por el que se movían, con un ataque frontal, Routier hizo que Nicholas patinara hasta el borde de la liza. Detectó de pronto a los espectadores; estaban cerca. ¿Por qué demonios no se movían? Resbaló en el barro; logró evitar la caída, pero Routier lo tenía, sin duda, en sus manos. Volvió a atacar y, aquella vez, desarmó al marqués; la espada de Nicholas salió disparada.
En un intento desesperado por salvar la vida, el marqués se echó hacia la derecha, recobró el equilibrio y atacó a Routier, cegado por su propio sudor, mientras el hombre atacaba a su vez. De pronto, algo azul le golpeó el pecho. Se tambaleó, atrapando el peso que le había caído encima, y alzó la vista justo a tiempo para ver la hoja de Routier elevándose por encima de su cabeza. En un instante completamente surrealista, los ojos de éste se abrieron mucho y se clavaron en Nicholas. Se balanceó un poco, agitando la espada precariamente por encima de su cabeza y luego se desplomó de costado. Detrás de él estaba Galen, respirando con dificultad, con la espada ensangrentada del noble en la mano, mirando fijamente el cuerpo sin vida del comerciante.
Nicholas miró el peso azul que le había caído de la nada, y oyó un aullido agónico, de su propia garganta, al percatarse de que era ____ el peso muerto que tenía en sus brazos. La dejó con cuidado en el suelo y vio que un reguero de sangre se propagaba de prisa por debajo de su pecho, por el costado y por el brazo Nicholas se quedó anonadado; ____ se había interpuesto en la trayectoria de la hoja de Routier. Le había salvado la vida.
Estrechó contra su pecho el cuerpo inmóvil de su esposa, la cabeza se le cayó hacia atrás y una mata de pelo caoba cubrió el suelo. No parecía que respirase.
—¡Ay, Dios no, por favor! ¡No! —Nicholas enterró su rostro en el cuello de ella; bajo sus labios percibió el débil pulso de ____. Notó que Joe lo obligaba a soltarla y tumbarla en el suelo para que el médico pudiera verle las heridas En medio de la bruma de pánico que lo rodeaba, oyó a Alex dar orden de que se retirase el cuerpo de Routier y gritarle a Galen que huyese en seguida.
—Es una herida muy profunda. Está perdiendo mucha sangre... hay que llevarla a la ciudad —señaló el médico.
Nicholas se levantó de inmediato con el cuerpo desmadejado de la joven pegado a su pecho, mirándole el rostro demacrado.
—¡Vamos tenemos que irnos! —bramó Joe.
Nicholas asintió con la cabeza y empezó a avanzar a trompicones hacia el coche. El miedo lo atenazaba; y si ella no sobrevivía... ¡No quería ni pensarlo! ¡Dios cuánto la amaba! Cuánto la necesitaba.
—____, mi vida, no te rindas —le susurró al pelo. —Te necesito, cariño. ¡Por favor, aguanta! —Subió en seguida al coche, con su amigo detrás de él, y le gritó al cochero que volviera a la ciudad.
Ella dio un traspiés, luego se volvió de golpe hacia él y empezó a caminar de espaldas, mirándolo atónita.
—Señor Routier, ¿qué demonios le ocurre? ¡No quiero explorar el laberinto!
—Pero yo sí —dijo él despreocupado, acercándose a ella.
El miedo le recorrió el cuerpo entero. Routier la miraba muy serio y sus ojos ambarinos se habían vuelto tan fríos que ____ sintió un repentino escalofrío. El sobresalto de ella lo hizo sonreír; esbozó una sonrisa falsa y sarcástica.
—Si le he dado motivos para creer que mi amistad es algo más que simple amistad, lo siento de verdad. Soy una mujer casada, señor, y no me interesa en absoluto citarme con nadie en secreto. —Retrocedió y topó con el seto.
—Es usted una mujer incomparablemente hermosa, ¿lo sabía? —le dijo él con voz dulce mientras la examinaba con languidez, humedeciéndose el labio inferior con la lengua.
Ella levantó en seguida el brazo y lo extendió en un intento inútil de mantenerlo a raya.
—Le agradecería que se apartara, señor. Sus insinuaciones no me agradan —dijo muy seca.
Routier le dedicó una sonrisa lasciva.
—Se resiste. Así es como me gusta, ma belle.
Cielo santo, aquel hombre se había comportado como un amigo ¿Cómo podía pretender lo que ella estaba interpretando?
—A mí no. Sé que me ha entendido —insistió ella.
—Me parece que usted no me ha entendido a mi —soltó una carcajada siniestra. —Vamos, lady Darfield, estoy seguro de que también disfrutaría con otro hombre que no fuese Darfield. Debería haber convencido a ese bastardo para que le entregara su dote y haberlo abandonado. No es lo bastante bueno para usted, ¿es que no lo ve? No entiende lo mucho que la degrada. No sabe amar a una mujer, al contrario que yo —murmuró con voz pastosa.
El cuerpo entero de ____ reaccionó con violencia a aquellas palabras. No conocía nada ni a nadie más repugnante. Cerró los ojos un instante para contener un espasmo de miedo y desprecio y, cuando volvió a abrirlos al cabo de un segundo, lo tenía encima, la joven levantó las manos y le golpeó el pecho.
—Finge cuanto quieras cielo, que yo sé que a las mujeres como tú les gusta tener algo duro entre los muslos —le susurró con la respiración entrecortada.
____ le propinó un fuerte pisotón. Él se quedó de piedra y, entrecerrando los ojos le lanzó una mirada venenosa. Ella reculó, introduciéndose sin quererlo en la boca del lobo. Por Dios ¿qué estaba ocurriendo? ¿Se había vuelto loca toda Inglaterra? Tragó saliva para aliviar el pánico que amenazaba con paralizarla.
Mientras él estudiaba su rostro con frialdad, ella no se movió. Apenas respiraba. Sólo rezaba. Con fervor.
En los labios de Routier se dibujó una sonrisa grotesca que la hizo temblar como una hoja. En su vida había visto una mirada semejante, pero sabía lo que significaba. No iba a tolerar que le pusiese una mano encima.
—Darfield ya no te querrá si te han deshonrado, ¿verdad? ¿Es eso lo que le preocupa a esa cabecita tuya?
No esperó una respuesta, con un solo brazo, la atrapó por la cintura y le tapó la boca con una mano. Luego la cogió en brazos como si pesara poco más que una pluma. ____ se resistió inútilmente; Routier se limitó a reírse de sus esfuerzos
—Es natural que estés preocupada, querida. Darfield no volverá a tocarte si piensa que has sido mía. Y lo serás hasta el último rincón de tu delicioso cuerpo. —Se detuvo en un pequeño claro y, con una sonrisa lasciva, se pasó la lengua por los labios mientras la miraba. Como le tapaba la boca con la mano, ____ apenas podía respirar. —¡Qué dilema para el marqués! Su preciosa esposa deshonrada por Malcolm Routier. Claro que nunca tendrá la certeza de que no fuera consentido, ¿verdad? Me parece que le cuesta creerte. —Rió.
____ se resistió, furiosa; a Routier se le escapó la mano de su boca.
—Por favor, no lo haga —exclamó ella.
El hombre le respondió agarrándola del pelo y echándole la cabeza hacia atrás De algún modo, ____ logró zafarse de él y, dando media vuelta, echó a correr. Pero él volvió a atraparla por la cintura y la estrechó contra su pecho con tanta fuerza que le cortó la respiración.
—No te resistas, querida. Si lo haces, no disfrutarás —le susurró al oído. Histérica, ____ gritó. Routier le puso fin tapándole la boca con la mano húmeda y obligándola a volverse para que lo mirara. —No vuelvas a gritar, zorra —le dijo furibundo, quitándole la mano de la boca para sustituirla por sus labios.
Su beso fue brutal. Al ver que ella no separaba los labios le mordió. ____ abrió la boca para quejarse, y él aprovechó para introducirle la lengua hasta el fondo, lo que le produjo una arcada. ____ le aporreó el pecho y le buscó los pies con los suyos Routier se limitó a reír en su boca e intensificó el beso. Ella trató de escapar, pero él era mucho más fuerte y, mientras la mantenía anclada a su cuerpo por la cintura, le sujetaba la cabeza con el otro brazo. La arrimó al seto y la retuvo con su cuerpo robusto, luego le metió la mano por el corpiño del vestido y le estrujó con malicia el pecho.
Completamente histérica, siguió resistiéndose, pero sabía que jugaba con mucha desventaja, y jamás se había sentido más indefensa. No podía impedir que la asaltara. Cuando él empezó a levantarle las faldas del vestido, ____ le gritó en la boca.
Habría conseguido violarla si alguien no la hubiera arrebatado de sus brazos. Sin saber cómo, tuvo la sensación de que la echaban a un lado. Se pisó el bajo del vestido y cayó de espaldas golpeándose con fuerza la rabadilla. Anonadada, tardó unos instantes en tomar conciencia de la pelea que estaba teniendo lugar en la hierba, delante de ella. Alguien la agarró con fuerza por los hombros y la puso en pie.
—¿Se encuentra bien? —Lord Southerland la miraba muy preocupado.
Ella asintió con la cabeza mientras se palpaba con cuidado el labio que Routier le había mordido. Con un gesto de repugnancia, el duque se volvió de pronto hacia los dos hombres que se peleaban.
____ se obligó a mirar la pelea, y el corazón le dio un brinco. Nicholas, furibundo, luchaba con Routier. Profirió un chilillo ahogado cuando este le asestó un puñetazo en la mandíbula, que le echó la cabeza hacia atrás. Darfield se tambaleo y el comerciante se abalanzó sobre él preparado para golpearle. Sin embargo, su esposo logró esquivarlo y el puño de Routier se hundió en el seto.
De un salto, Nicholas tiró a Routier al suelo y lo inmovilizó boca arriba. Luego le asestó un puñetazo en la cara, seguido inmediatamente de otro. Routier intentó levantar las manos, pero Nicholas estaba decidido a matarlo a golpes. Fue el grito angustiado de ____ lo que, filtrándose en su conciencia, hizo que se detuviese un segundo. Más que suficiente. Routier le propinó un golpe casi letal que lo hizo caer de bruces sobre su pecho.
Antes de que Routier pudiese volver a atacar de repente, Joe lo cogió por detrás y le sujetó los brazos a la espalda. Alex agarró en seguida a Nicholas e hizo lo mismo.
—Caballeros —dijo lord Southerland muy serio. —Este asunto puede resolverse al amanecer en un duelo.
Furioso, Nicholas se zafó de Alex y se llevó la mano a la mandíbula para comprobar si la tenia rota.
—Encantado —espetó. —Considérate retado, Routier, si eres lo bastante hombre.
Este rió.
—Estoy impaciente. Si hubiera luz suficiente, le propondría que pusiéramos fin a esto ahora mismo.
____ escuchó horrorizada aquella conversación.
—¿Un duelo? —exclamó espantada. —¡Dios, no! —gimió.
Routier miró a ____ y sonrió perverso.
—Eso es, marquesa. Lo voy a matar. Debí haberlo hecho en Blessing Park, pero, por desgracia, en aquel momento, su esposa me pareció mejor blanco.
—¿Pistolas o espadas? —bramó Nicholas mientras Hunt se interponía entre los dos.
—Espadas —espetó Routier.
Nicholas asintió con la cabeza y se alejó de Alex, su mirada fija en ____. Sin mediar palabra, se dirigió a ella, se quitó la chaqueta y se la puso por los hombros. La gravedad de su semblante la hizo estremecerse. La apartó de Routier y, por primera vez, vio a Galen de pie a la entrada del pequeño claro, mirando furioso a aquél.
—Joe, ¿quieres ser mi padrino? —le preguntó Nicholas en voz baja. Este debió de asentir. —Carrey, vaya a por mi coche. La llevaré por el lateral de la casa. —Le pasó el brazo por los hombros, se la arrimó al costado y se dispuso a salir del laberinto, sin mirar atrás.
En el coche, los dos guardaron silencio mientras el vehículo avanzaba a toda velocidad en medio de la noche neblinosa hacia la mansión de Audley Street. Nicholas dejó de mirar por la ventanilla para mirarla a ella, que, con las mejillas sonrosadas, contemplaba su corpiño desgarrado. Como detectando los ojos de él, ____ alzó la mirada. Un intenso anhelo empañó sus ojos violeta fugazmente, luego se esfumó cuando ella volvió a mirarle el regazo.
Nicholas se sentía tan responsable... Debería haberla cuidado, haberla protegido, jamás debería haberla dejado salir de casa. Tenía constancia de que la vida de su esposa estaba en peligro, dato que había confirmado Routier al confesar que era ____ el blanco de su disparo. No obstante, su estupidez al creerla cómplice de la intriga de Carrey eclipsaba incluso aquello.
Cuando el coche llegó a la casa, Nicholas bajó de un salto, cogió a su esposa por la cintura y, sin decir nada, la dejó en suelo. Ninguno de los dos dijo una palabra hasta que llegaron al vestíbulo.
—Acuéstate —le dijo él en voz baja, por miedo a que una frase más larga revelara su intensa tristeza.
Ella no rechistó. Subió corriendo la escalera y desapareció de su vista. Nicholas giró sobre sus talones y se dirigió con paso firme a la biblioteca principal. No podía pensar en ella en aquel momento. Cuando hubiera matado a Routier, podría decidir cómo reparar el daño que se habían hecho.
Joe y Alex se reunieron con él para esperar el amanecer y, por más que lo intentó, no logró borrar a su esposa de su pensamiento. Poco antes de la hora en que se habían citado, se dirigió a la habitación de ella y abrió la puerta con la única intención de verla antes de reunirse con Routier. ____ se irguió sobresaltada. Obviamente no había dormido; envuelta en una bata de seda, se encontraba tumbada sobre la colcha. Nicholas cruzó el umbral, sosteniendo en alto el candil. ____ echó las piernas por encima del borde de la cama y se agarró a él por ambos lados de las piernas.
—¿Hay algo que pueda decir para que no sigas adelante con esto? —le susurró ella desesperanzada.
Casi con miedo a hablar, el marqués negó con la cabeza y cruzó despacio la estancia. La miró, sus ojos se pasearon por su rostro, por sus pechos, asimilando hasta el último detalle de ella. ¡Cielos, qué bonita era! Viéndola allí sentada, con el pelo oscuro cayéndole por los hombros, sus ojos violeta vivos y transparentes, se dio cuenta de que aquélla era una imagen que podría llevar consigo si moría. Bajó la vista a su abdomen y al hijo de los dos que llevaba en las entrañas. Ella (inconscientemente, creyó él), se llevó la mano al vientre, protectora. Nicholas se puso en cuclillas a su lado. Tenía tanto que decirle, tantas cosas, que no sabía por dónde empezar. ¿Le decía que lo sentía? ¿Que se había equivocado? ¿Le decía que la amaba? No quedaba mucho tiempo.
—Si no vuelvo...
—¡No! No digas eso, por favor, no lo digas —le suplicó, con un nudo en la garganta. Nicholas le cogió la mano y la apretó para tranquilizarla.
—____, escúchame bien. Joe es el albacea de mi patrimonio. Hazle caso, haz lo que te diga. Y prométeme... —Se detuvo, incapaz de seguir adelante viéndola al borde del llanto. —Prométeme —le susurró con voz ronca, —que el bebé que llevas en tu vientre llevará mi nombre.
____ abrió mucho los ojos antes de doblarse de dolor. Una pena como jamás había conocido otra se apoderó de ella.
—Vas a volver —le dijo entre sollozos. —Sé que lo harás. Volverás.
Nicholas no dijo nada. Sus ojos grises estaban ribeteados de rojo; ella no sabía si de fatiga o de emoción.
—____...
La miró un buen rato, con el corazón en los ojos, y la besó. Aquella efímera caricia albergaba una eternidad de tristeza y esperanza que decía todo lo que no eran capaces de expresar. Después, él se levantó despacio y se fue. Cuando oyó que se cerraba la puerta, ____ enterró el rostro en la colcha y rezó como no había rezado en su vida.
Podría haberse quedado allí todo el día, de no haber sido porque alguien empezó a aporrear la puerta de su dormitorio. Se levantó de un salto y miró el reloj. Era demasiado temprano; no podía haber vuelto ya. Fue corriendo hasta la puerta y la abrió de golpe. Un Galen muy sombrío esperaba al otro lado.
—Vamos, vístete —le dijo.
—Galen, ¿qué demonios...?
—Vamos a ver cómo se bate en duelo por ti. ¡Vamos, no te entretengas! No tenemos mucho tiempo —espetó él.
____ no se lo pensó dos veces. Olvidando cualquier pretensión de recato, se enfundó en el primer vestido que encontró.
La carriola que el joven había alquilado recorrió a toda prisa las calles desiertas del Londres y cruzó el Támesis Cuando se aproximaban a los jardines privados de Tarkinton, a las afueras de la ciudad, donde Nicholas iba a reunirse con Routier, ____ pudo ver dos carruajes, un caballo y a un grupo de hombres allí reunidos. Se esforzó por distinguir a su esposo entre ellos y, al divisarlo, se llevó la mano a la boca para contener un chillido.
El duelo ya había comenzado.
Galen detuvo en seco el pequeño carro; ____ ya estaba bajando de un salto.
—¿Qué demonios haces tú aquí? —le bramó Joe a Galen, que lo ignoró.
También Alex estaba allí, con un caballero que llevaba una bolsa negra. Otro hombre, desconocido para ella, estaba allí solo, sin duda el padrino de Routier. Tras echar un vistazo por encima, ____ clavó la vista en la lucha a espada y corrió al borde de la improvisada liza.
Nicholas, en mangas de camisa, era bastante bueno, pero Routier era mejor. Se estremeció cuando las afiladas armas chocaron y un clamor ensordecedor resonó por el pequeño jardín. Routier le iba comiendo terreno a Nicholas.
Pero a éste lo impulsaba una fuerza interior que el comerciante no podía calibrar. Recuperó su posición y, de pronto, atacó con vehemencia. Pilló por sorpresa a Routier, le pareció, porque retrocedió varios metros tambaleándose antes de recobrar el equilibrio. Entrecerrando sus ojos ambarinos, imprimió velocidad a sus ataques Imperturbable, Darfield siguió haciendo progresos igualando con su propia espada la extraordinaria velocidad de Routier. Sorprendido, oyó la voz de ____ gritarle. No podía ser, su mente debía de estar jugándole una mala pasada.
Ninguno de los dos hombres lograba robarle terreno al otro A Nicholas le parecía que llevaban horas luchando; el brazo empezaba a arderle por el peso del arma. El sudor le caía por la frente y, en ocasiones le costaba ver a su enemigo. Routier parecía igual de agotado; ya había bajado dos veces la punta de su espada, ocasión que él había aprovechado para atacar, casi acertándole al corazón negro del individuo. Estaba convencido de que, si contaba con una nueva ocasión, lo derribaría.
Los combatientes habían formado un círculo de barro en el suelo por el que se movían, con un ataque frontal, Routier hizo que Nicholas patinara hasta el borde de la liza. Detectó de pronto a los espectadores; estaban cerca. ¿Por qué demonios no se movían? Resbaló en el barro; logró evitar la caída, pero Routier lo tenía, sin duda, en sus manos. Volvió a atacar y, aquella vez, desarmó al marqués; la espada de Nicholas salió disparada.
En un intento desesperado por salvar la vida, el marqués se echó hacia la derecha, recobró el equilibrio y atacó a Routier, cegado por su propio sudor, mientras el hombre atacaba a su vez. De pronto, algo azul le golpeó el pecho. Se tambaleó, atrapando el peso que le había caído encima, y alzó la vista justo a tiempo para ver la hoja de Routier elevándose por encima de su cabeza. En un instante completamente surrealista, los ojos de éste se abrieron mucho y se clavaron en Nicholas. Se balanceó un poco, agitando la espada precariamente por encima de su cabeza y luego se desplomó de costado. Detrás de él estaba Galen, respirando con dificultad, con la espada ensangrentada del noble en la mano, mirando fijamente el cuerpo sin vida del comerciante.
Nicholas miró el peso azul que le había caído de la nada, y oyó un aullido agónico, de su propia garganta, al percatarse de que era ____ el peso muerto que tenía en sus brazos. La dejó con cuidado en el suelo y vio que un reguero de sangre se propagaba de prisa por debajo de su pecho, por el costado y por el brazo Nicholas se quedó anonadado; ____ se había interpuesto en la trayectoria de la hoja de Routier. Le había salvado la vida.
Estrechó contra su pecho el cuerpo inmóvil de su esposa, la cabeza se le cayó hacia atrás y una mata de pelo caoba cubrió el suelo. No parecía que respirase.
—¡Ay, Dios no, por favor! ¡No! —Nicholas enterró su rostro en el cuello de ella; bajo sus labios percibió el débil pulso de ____. Notó que Joe lo obligaba a soltarla y tumbarla en el suelo para que el médico pudiera verle las heridas En medio de la bruma de pánico que lo rodeaba, oyó a Alex dar orden de que se retirase el cuerpo de Routier y gritarle a Galen que huyese en seguida.
—Es una herida muy profunda. Está perdiendo mucha sangre... hay que llevarla a la ciudad —señaló el médico.
Nicholas se levantó de inmediato con el cuerpo desmadejado de la joven pegado a su pecho, mirándole el rostro demacrado.
—¡Vamos tenemos que irnos! —bramó Joe.
Nicholas asintió con la cabeza y empezó a avanzar a trompicones hacia el coche. El miedo lo atenazaba; y si ella no sobrevivía... ¡No quería ni pensarlo! ¡Dios cuánto la amaba! Cuánto la necesitaba.
—____, mi vida, no te rindas —le susurró al pelo. —Te necesito, cariño. ¡Por favor, aguanta! —Subió en seguida al coche, con su amigo detrás de él, y le gritó al cochero que volviera a la ciudad.
Andrea P. Jonas:)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Naaaa! No pudo estar tan bueno el cap!
Te felicito geniaaa! Amo tu noveee!
Salve la vida de nick y ahora corre riesgos la miaaa!
Me encanta tu novee!
Seguila por favorrrr!
Sos una genia escribiendoo!
Una de las mejor novelas que lei en mi corta vidaa!
Seguilaaaaaa!
Te adoroooo!
Te felicito geniaaa! Amo tu noveee!
Salve la vida de nick y ahora corre riesgos la miaaa!
Me encanta tu novee!
Seguila por favorrrr!
Sos una genia escribiendoo!
Una de las mejor novelas que lei en mi corta vidaa!
Seguilaaaaaa!
Te adoroooo!
Yuliaa
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
O.,O
NO!!!
COMO TE ATREVES A DEJARLA ASI!?
ME ENCANTO!!!
LA RAYIS SALVO A NICK Y GALEN MATO AL ASQUEROSO DE ROUTIER!
Q NO SE MUERA LA RAYIS!
SIGUELA!!!!!
ME ENCANTA!!!!
NO!!!
COMO TE ATREVES A DEJARLA ASI!?
ME ENCANTO!!!
LA RAYIS SALVO A NICK Y GALEN MATO AL ASQUEROSO DE ROUTIER!
Q NO SE MUERA LA RAYIS!
SIGUELA!!!!!
ME ENCANTA!!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
Ohhhh noooo
Por qu me heces sufir no la
Puedes dejar ahí plis siguelaaa
La rayis tiene que estar bien plis
SIGUELA ya!!
QUIEO CAP!!
muero de las ansias
Plis siguelaaa
Amo la nove es genial!!
Por qu me heces sufir no la
Puedes dejar ahí plis siguelaaa
La rayis tiene que estar bien plis
SIGUELA ya!!
QUIEO CAP!!
muero de las ansias
Plis siguelaaa
Amo la nove es genial!!
Karli Jonas
Re: "El diablo enamorado"(Nick Jonas y Tu) Terminada
aaaaaai noooooooooooo pobre Lady qweu buen capi te re felicitoooo!! :D
siigueeelaa protnooooo1!
ojala q se slve!!
chicas pasen por esta nove ayudemosla para que tenga lectoras tambn
https://onlywn.activoforo.com/t9268-volver-a-empezar-nick-y-tuno-pueden-perdersela#690106
https://onlywn.activoforo.com/t7448-te-necesito-a-mi-lado-nick-y-tu#690112
https://onlywn.activoforo.com/t8413-cambio-necesario-nick-y-tu
https://onlywn.activoforo.com/t7739-la-mision-de-un-angel-nick-tu#690146
siigueeelaa protnooooo1!
ojala q se slve!!
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Florjudith96
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