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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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The Roadtrip
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: The Roadtrip
- hello:
- os pido perdon por la tardanza, nunca había tardado tanto escribiendo para acá ._. Siendo sincera, escribí casi todo el capítulo anoche, desde el celu, así que...
Disfrutenlo, va para largo este cap y las amo. Espero que no se aburran.
pd. SIGUE VALE
CAPITULO 44.
BY KITTY SYKES 2014.
— ¿Mason? —pregunto algo confundida al ver ingresar a su amigo dentro de su carpa.
— Creí que querrías algo de compañía —una sonrisa torcida y tímida fue lo único que la morena observo en el castaño y automáticamente sonrió, pero sintiendo que algo le estaba pasando.
— Puede ser.
— ¿Y Daniel?
— Dormirá con Sebastien o con alguien más esta noche... y posiblemente las siguientes —respondió con un suspiro, mientras se acomoda a la par de Mason, ambos recostados de forma lateral... viéndose cara a cara.
— Te encontrabas tan enojada después de la cachetada que le diste a Juliette, que quería cerciorarme que todo estuviera en orden —si debía ser sincero, había venido para asegurarse de otro asunto.
— Dime ¿cómo te sentirías si vieras a tu pareja besándose con alguien más?
— Mal, dolido, traicionado, posiblemente enojado con los demás, pero sobre todo... conmigo mismo por haber sido tan idiota —sentía una amargura interna que iba en aumento con cada palabra que pronunciaba. Precisamente, de esa manera es como se sentía cuando la veía a ella con Daniel.
— Bueno..., podríamos decir que así es como me siento —Caitlin lo vio directo a los ojos, intentando buscar consuelo y aquella paz que tanto le traían aquel par de perlas azuladas..., pero no encontró nada y comenzó a preocuparse por el estado emocional de su amigo—. ¿Todo bien, Mason?
— Claro, pero dime algo, Cait —necesitaba saberlo, tenía aquella necesidad de saber si aun existía aquella mínima posibilidad de algún futuro para los dos, juntos, como algo más que solamente buenos amigos.
— Mason..., jamás te he mentido cuando me lo pides —comento, ganándose una mala mirada por parte del castaño.
— ¿Te gusta Daniel? —lo pronuncio con un tono de voz casi inaudible, pero que no paso por alto para ninguno de los dos.
— Te confesare algo: después de la muerte de mis padres, yo cerré las puertas de mi corazón y alce muros para impedir que las personas que llegase a conocer, entraran a mi vida; pero tu lograste entrar con aquella personalidad tan dulcemente protectora y te convertiste en alguien importante para mí..., y en cuanto a Daniel, de alguna forma, él logro pasar esos muros y hacerme creer que puedo querer a alguien, a pesar de haber caído en un abismo de odio, resentimiento y dolor —esas palabras fueron como un balde de agua fría para Mason, fue lo que necesitaba para caer en la cruel realidad, aquella que se había negado a aceptar hasta ahora.
Vio directo aquel par de ojos marrones que lo traían loco desde el primer momento en que los observo; sintió un nudo en el estómago y como todo alimento ingerido durante el día comenzaba a revolverse, fue cuando por fin cayo en cuenta de algo que siempre había sido más que obvio: nunca hubo ni habrá un Mason y Caitlin.
— ¿Lo amas? —esperaba que su voz no se hubiera escuchado tan decaída como el intuyo.
— No —respondió tras debatir internamente la respuesta que diría—. No puedo decir que amo a Daniel cuando recién nos conocemos. Querer y amar son cosas muy diferentes, Mason. Y siendo sincera, no sé cómo serán las cosas de ahora en adelante —añadió viéndolo a los ojos.
Tal vez no lo amaba, pero el hecho de que Caitlin sintiera algo era demasiado como para soportarlo. Ambos hacían una buena pareja, eran perfectos juntos, se querían y… Aquello lo mataba de una forma que él mismo se cuestionaba. No quería ver a Cait agarrando la mano de alguien más, besando a alguien más, diciendo palabras de cariño a alguien más… simplemente, Mason no quería ver a Caitlin con alguien más, pero debía empezar a mentalizarse el hecho de que las cosas no cambiarían nunca para su caso: él seguiría profundamente enamorado de ella, sin que ésta supiera los verdaderos sentimientos que tenía.
— No te vayas —la morena lo agarro de su mano tras el silencio y como él se retiraba de la carpa sin pronunciar alguna palabra.
— Es muy tarde y tienes que descansar —hablo Mason deshaciéndose de aquel normal nudo en su garganta que tenía constantemente.
— No me dejes, Mason... necesito un amigo —suplico Cait, sin soltar la mano de él.
— Descansa, Caitlin, mañana será otro día —fue lo último que pronuncio, mientras la veía a los ojos y rompía el agarre entre sus manos para retirarse de aquella tienda.
Caitlin dejó pasar la noche. No lograba conciliar el sueño, por más agotado que había resultado el día, la imagen de Daniel besándose con Juliette la despertaba cuando el cansancio comenzaba a ganar la batalla. Sentía una opresión en su pecho que no la dejaba en paz. Propicio un largo suspiro, pensando que con eso, el dolor que oprimía su corazón se esfumara por completo. Pero no fue así. Conforme más pasaban los minutos, más pensaba en todo lo acontecido durante las últimas horas, más se adentraba en la tristeza, que la consumía lentamente la mayor parte del tiempo, pero que ahora parecía ser el único sentimiento que identificaba con claridad.
Se sentía traicionada, pero sobre todo una estúpida por permitir que alguien entrara en su vida como lo hizo Daniel. Quería maldecirlo y odiarlo, pero sabía que no serviría para nada, ella tenía la culpa de haber empezado a ilusionarse con sentirte feliz nuevamente después de las cosas traumáticas por las que había pasado. Recordó las palabras de Mason y lograron que algo hiciera clic en su mente. No tenía porque replicar nada o exigir alguna explicación. ¿Acaso ella no había hecho lo mismo hace una aproximadamente una semana o más, y de igual manera en las mismas condiciones que Daniel? Ambos habían estado drogados o con bebidas de más dentro de su organismo. Ninguno había pensado con racionalidad lo que habían hecho, hasta unos segundos después de besar a alguien más que no fuera su pareja.
Reprimió un sollozo. Quería aferrarse a aquello y pensar que Turner no había tenido la intención de haberla herido, y en el fondo, sabía que así era. Pero el sentir como su corazón frio, después de recobrar algo de calidez, se resquebrajo ante la vista del beso entre la rubia estúpida de Juliette y Daniel. Su Daniel.
No pensó en nada más. Descanso su mente, sintiendo como el cansancio cedía y el sueño la abrazaba para por fin, cayo dormida para poder olvidar por un par de horas todo lo sucedido esta noche.
— Creí que querrías algo de compañía —una sonrisa torcida y tímida fue lo único que la morena observo en el castaño y automáticamente sonrió, pero sintiendo que algo le estaba pasando.
— Puede ser.
— ¿Y Daniel?
— Dormirá con Sebastien o con alguien más esta noche... y posiblemente las siguientes —respondió con un suspiro, mientras se acomoda a la par de Mason, ambos recostados de forma lateral... viéndose cara a cara.
— Te encontrabas tan enojada después de la cachetada que le diste a Juliette, que quería cerciorarme que todo estuviera en orden —si debía ser sincero, había venido para asegurarse de otro asunto.
— Dime ¿cómo te sentirías si vieras a tu pareja besándose con alguien más?
— Mal, dolido, traicionado, posiblemente enojado con los demás, pero sobre todo... conmigo mismo por haber sido tan idiota —sentía una amargura interna que iba en aumento con cada palabra que pronunciaba. Precisamente, de esa manera es como se sentía cuando la veía a ella con Daniel.
— Bueno..., podríamos decir que así es como me siento —Caitlin lo vio directo a los ojos, intentando buscar consuelo y aquella paz que tanto le traían aquel par de perlas azuladas..., pero no encontró nada y comenzó a preocuparse por el estado emocional de su amigo—. ¿Todo bien, Mason?
— Claro, pero dime algo, Cait —necesitaba saberlo, tenía aquella necesidad de saber si aun existía aquella mínima posibilidad de algún futuro para los dos, juntos, como algo más que solamente buenos amigos.
— Mason..., jamás te he mentido cuando me lo pides —comento, ganándose una mala mirada por parte del castaño.
— ¿Te gusta Daniel? —lo pronuncio con un tono de voz casi inaudible, pero que no paso por alto para ninguno de los dos.
— Te confesare algo: después de la muerte de mis padres, yo cerré las puertas de mi corazón y alce muros para impedir que las personas que llegase a conocer, entraran a mi vida; pero tu lograste entrar con aquella personalidad tan dulcemente protectora y te convertiste en alguien importante para mí..., y en cuanto a Daniel, de alguna forma, él logro pasar esos muros y hacerme creer que puedo querer a alguien, a pesar de haber caído en un abismo de odio, resentimiento y dolor —esas palabras fueron como un balde de agua fría para Mason, fue lo que necesitaba para caer en la cruel realidad, aquella que se había negado a aceptar hasta ahora.
Vio directo aquel par de ojos marrones que lo traían loco desde el primer momento en que los observo; sintió un nudo en el estómago y como todo alimento ingerido durante el día comenzaba a revolverse, fue cuando por fin cayo en cuenta de algo que siempre había sido más que obvio: nunca hubo ni habrá un Mason y Caitlin.
— ¿Lo amas? —esperaba que su voz no se hubiera escuchado tan decaída como el intuyo.
— No —respondió tras debatir internamente la respuesta que diría—. No puedo decir que amo a Daniel cuando recién nos conocemos. Querer y amar son cosas muy diferentes, Mason. Y siendo sincera, no sé cómo serán las cosas de ahora en adelante —añadió viéndolo a los ojos.
Tal vez no lo amaba, pero el hecho de que Caitlin sintiera algo era demasiado como para soportarlo. Ambos hacían una buena pareja, eran perfectos juntos, se querían y… Aquello lo mataba de una forma que él mismo se cuestionaba. No quería ver a Cait agarrando la mano de alguien más, besando a alguien más, diciendo palabras de cariño a alguien más… simplemente, Mason no quería ver a Caitlin con alguien más, pero debía empezar a mentalizarse el hecho de que las cosas no cambiarían nunca para su caso: él seguiría profundamente enamorado de ella, sin que ésta supiera los verdaderos sentimientos que tenía.
— No te vayas —la morena lo agarro de su mano tras el silencio y como él se retiraba de la carpa sin pronunciar alguna palabra.
— Es muy tarde y tienes que descansar —hablo Mason deshaciéndose de aquel normal nudo en su garganta que tenía constantemente.
— No me dejes, Mason... necesito un amigo —suplico Cait, sin soltar la mano de él.
— Descansa, Caitlin, mañana será otro día —fue lo último que pronuncio, mientras la veía a los ojos y rompía el agarre entre sus manos para retirarse de aquella tienda.
Caitlin dejó pasar la noche. No lograba conciliar el sueño, por más agotado que había resultado el día, la imagen de Daniel besándose con Juliette la despertaba cuando el cansancio comenzaba a ganar la batalla. Sentía una opresión en su pecho que no la dejaba en paz. Propicio un largo suspiro, pensando que con eso, el dolor que oprimía su corazón se esfumara por completo. Pero no fue así. Conforme más pasaban los minutos, más pensaba en todo lo acontecido durante las últimas horas, más se adentraba en la tristeza, que la consumía lentamente la mayor parte del tiempo, pero que ahora parecía ser el único sentimiento que identificaba con claridad.
Se sentía traicionada, pero sobre todo una estúpida por permitir que alguien entrara en su vida como lo hizo Daniel. Quería maldecirlo y odiarlo, pero sabía que no serviría para nada, ella tenía la culpa de haber empezado a ilusionarse con sentirte feliz nuevamente después de las cosas traumáticas por las que había pasado. Recordó las palabras de Mason y lograron que algo hiciera clic en su mente. No tenía porque replicar nada o exigir alguna explicación. ¿Acaso ella no había hecho lo mismo hace una aproximadamente una semana o más, y de igual manera en las mismas condiciones que Daniel? Ambos habían estado drogados o con bebidas de más dentro de su organismo. Ninguno había pensado con racionalidad lo que habían hecho, hasta unos segundos después de besar a alguien más que no fuera su pareja.
Reprimió un sollozo. Quería aferrarse a aquello y pensar que Turner no había tenido la intención de haberla herido, y en el fondo, sabía que así era. Pero el sentir como su corazón frio, después de recobrar algo de calidez, se resquebrajo ante la vista del beso entre la rubia estúpida de Juliette y Daniel. Su Daniel.
No pensó en nada más. Descanso su mente, sintiendo como el cansancio cedía y el sueño la abrazaba para por fin, cayo dormida para poder olvidar por un par de horas todo lo sucedido esta noche.
±±±
— ¿Te gusta Caitlin?
— ¿Qué cosa? —la pregunta de Mason lo había tomado completamente desprevenido como para saber que responder en ese momento.
— Escuchaste bien —insistió con la mirada fija en él.
— Si, pero tu pregunta es algo extraña —frunció el entrecejo ya que no le encontraba sentido a la pregunta que había hecho Mason.
— Se ve que ella te quiere... —susurro para sí mismo el peli castaño.
— Mason.
— Y tú a ella... –continuó, como si aquello lo repitiera para terminar de creerlo— Además, se merece a alguien que la cuide, como lo has estado haciendo, tengo la intuición de que tú no la lastimarás como Daniel lo hizo.
— Mason…, Caitlin es como una hermana para mí —aseguro Holder colocando una mano sobre el hombro de Cardiggan.
— Pero si apenas la conoces.
— Tal vez, pero dime ¿no te enamoraste de ella desde el primer momento en que la viste? —interrogó elevando sus hombros y tomando por sorpresa al oji azul número dos.
— No sé de qué me hablas.
— Lo sabes muy bien —insistió el peli negro, aunque sabía de más la respuesta.
— Nos vemos luego, Holder —dijo para después retirarse.
Se comenzaba a preguntar si era tan obvio para los demás sus verdaderos sentimientos hacia Caitlin, es decir, si Holder que recién llegaba ya tenía una vasta idea de que tan importante era ella para Mason, posiblemente los demás también lo hubiesen notado. Claro, todos excepto la morena.
— Tierra llamando a Mason, ¿hola? ¿Se encuentra mi amigo ahí? —el castaño salió de sus pensamientos al distinguir la voz de Myra. Sonrió, no le quedaba más que mostrar que se encontraba bien, cuando por dentro la tristeza se incrementaba con el paso del tiempo.
— Lo siento, pensaba en…
— No te molestes, sé en que estabas pensando. No tienes por qué inmutarte para hablar conmigo de ese tema, Mason. Soy tu amiga, recuérdalo.
— Lo sé, y te agradezco la oferta, pero no quiero hablar del tema en estos momentos.
— Tranquilo, cuando gustes, acá tendrás un hombro donde llorar y oídos que te escuchen sin alguna queja —la oji marrón lo había dicho en modo de broma, pero en estos momentos, Mason no le encontrado alguna gracia.
— Lo tendré en mente.
— Oh dios, se armará la grande —Myra tenía sus ojos fijos hacia un punto por detrás de su amigo. Mason siguió su mirada, para saber a lo que se estaba refiriendo.
Juliette se había puesto en frente de Caitlin, con los brazos cruzados y en actitud desafiante. Todo el mundo tenía la sospecha que nada bueno saldría de la conversación que tuvieran ambas. Aunque a Mason no le importará lo que Catlin le dijera a Jules, si no lo que la rubia fuera capaz de decir antes de medir de forma razonable sus palabras. Caitlin se encontraba en un estado deprimente en estos momentos, y lo último que él quería para ella, es que la molestarán aún más. Se acercó, para poder escuchar mejor el enfrentamiento que se avecinaba.
— ¿Se te ofrece algo? —Habló la morena con voz seca, sin ánimos de sonar dura o desafiante— Oh, ya sé, vienes a pedirme permiso de poder besar a mi… —la palabra novio se había quedado atascada en su garganta, sintiendo un sabor amargo ante la posibilidad de no decirla otra vez en voz alta—, a Daniel.
— No necesito tu permiso para hacerlo —contesto con algo de frialdad la oji verde. Caitlin solo atino a fruncir sus cejas, claramente en señal de confusión.
— ¿Qué vienes a decirme ahora? ¿A charlar o a que te propine otra cachetada? No me vendría mal hacerlo, ¿sabes? Tengo ganas de descargar mi odio con alguien, y pareces ser la candidata perfecta.
— Vengo a dejarte en claro la verdad de quién eres.
— ¿Disculpa? —ante el comentario de Juliette, la morena no le faltaban ganas de echarse a reír por la estupidez que había mencionado. ¿Decirle quién era ella? Lo tenía bastante claro desde hace tiempo.
— ¿Es muy difícil para tu cerebro entenderlo, Cait? —se paró, poniéndose enfrente de la rubia en modo amenazante.
— Mira, estúpida… —ni siquiera término de hablar cuando la voz de Juliette la interrumpió.
— No, mira tú. Tal vez te satisface mucho arruinar el buen ánimo de los demás, decir cosas hirientes sin la menor pena de lo que tus palabras puedan ocasionar. Y yo no permitiré que me trates como basura, Young.
— No resultaste tan miedosa como pensaba —no le habían gustado las palabras que dijo la chica, pero solo atinó a endurecer sus palabras, al igual que sus facciones.
— Dime, ¿te gustarían que te tratarán de la misma manera en que tú tratas a las personas? Lo dudo mucho. Simplemente, solo abres la boca para burlarte, reírte o para sentirte superior ante alguien, cuando no eres nadie, absolutamente nadie.
— Mide tus palabras Jules —habló usando un tono de voz cauteloso y firme.
— Jules… —se interpuso Mason en la plática, tratando de que esto acabará de una vez por todas.
— Me vale mierda lo que digas, Caitlin. Supongo que nadie te había hablado de esta manera antes, ¿verdad? Bueno, pues me alegra ser la primera en hacerlo. No estoy dispuesta a seguir soportando tus burlas, tus palabras duras y toda la mierda que me lances, o a los demás. En lo único que eres buena, es en lastimar a los demás, supongo que solo así te sientes bien contigo misma y olvidas lo sola que estás. Pero, a la larga, terminarás peor, sola, todos odiándote y nadie a tu lado para escucharte cuando lo necesites.
— Cállate —esperaba que su voz solo se hubiese escuchado tan rota en su mente.
— No. Tú no quieres a nadie, nadie aquí te importa, simplemente usas a las personas para que te hagan compañía en tu soledad. Me pregunto porque habrás huido de casa, tal vez tus padres no te querían, te menospreciaban, no lo sé. Tener a una hija como tú no era algo por lo cual sentirse muy orgullo, ¿verdad? —se dibujó una sonrisa sarcástica en el rostro de la rubia al terminar de hablar.
— Juliette, basta —Mason dio un paso al frente, elevando la voz. Él podía sentir el dolor que le causaban esas palabras a Caitlin.
— Dije que cerrarás la boca, Jules —todo lo que había escuchado era la gota que rebalsó el vaso. Caitlin sintió como se alojaba un líquido en sus ojos, quemándolos, pero no se permitiría llorar…, no en frente de Juliette, no enfrente de ninguna persona.
— Y ahora date cuenta que nadie vino para salvarte —la morena cayó en cuenta de aquello hasta que lo menciono. Volteo, notando a todos a su alrededor viéndolas. Probablemente disfrutaban que Juliette le hubiera dicho aquello.
Trago duro. Diferencio entre todos los rostros el de Holder y el Daniel; darse cuenta de que no trataron de intervenir la puso de por estado. Mason había sido el único que se interpuso. Decepción y traición, eran las únicas palabras que aparecían en su mente cuando trataba de identificar aquel dolor que le oprimía tanto el pecho.
Se tragó las palabras y las lágrimas para ella sola. Dio vuelta, atravesando los cuerpos que se cruzaban en su camino, para alejarse lo más que pudiera de todos. Quería estar sola y tratar de calmar la tristeza que sentía.
Escuchaba pasos tras su espalda, pero no se detuvo. Aceleró su paso, para alejarse de quién quiera que la estuviera siguiendo.
— Caitlin detente —la voz de su mejor amigo la detuvo, pero no se inmuto, simplemente se quedó estática... con la mirada hacia el frente—. Date la vuelta —demando el peli negro y como si hubiese presionado un botón, el cuerpo de la morena obedeció.
— ¿Qué quieres, Holder? —cuestiono con voz tangente y dura. No quería ver a nadie en estos momentos... y verdaderamente, no deseaba ver a su amigo ni ahora ni nunca.
— Hablar —respondió sin más mientras se acercaba con cautela hacia ella, al mismo tiempo en que ésta retrocedía.
— Vete a hablar con tu querida Juliette si tanto quieres "platicar". Largarte —pronuncio señalándole el camino de regreso—. Déjame sola.
— Cait... tranquilízate.
— Para ti es muy fácil decirlo ¿verdad? No fue a ti a quien acaban de pisotear públicamente y arruinar la poca seguridad que tenías —en cada palabra se podía identificar el dolor que contenía dentro suyo.
— Lo sé.
— ¿Lo sabes? Eres un maldito traidor, Robenson. ¡Simplemente te quedaste observando como todo el mundo, viendo como la estúpida de "Jules" me despedazaba, y sin hacer nada!
— Cait —intentaba tranquilizarla, pero sabía que en parte ella tenía razón: no hizo nada para evitar que la lastimaran, cuando se había prometido que no permitiría aquello mientras él estuviera con vida.
— Vaya mejor amigo que tengo. ¿Sabes algo, Holder? Vete tú, Juliette y todos a la mierda —hablo elevando la voz con cada palabra que pronunciaba—. No los necesito y ¿sabes qué más? tampoco te necesito a ti —finalizó con voz ahogada, sabiendo de más que lo último no era más que una mentira... por supuesto que necesitaba a Holder, necesitaba alguien que la sostuviera para no caer en el profundo abismo del dolor, desesperación y rencor que se aproximaba cada día más; pero el sentirse traicionada de alguna forma la cegaba demasiado como para darse cuenta de lo que decía.
Al ver que su amigo se quedó callado ante sus palabras, dio media vuelta, continuando su camino y sintiendo como la soledad sería su única amiga hasta los últimos días de su vida.
— ¿Qué cosa? —la pregunta de Mason lo había tomado completamente desprevenido como para saber que responder en ese momento.
— Escuchaste bien —insistió con la mirada fija en él.
— Si, pero tu pregunta es algo extraña —frunció el entrecejo ya que no le encontraba sentido a la pregunta que había hecho Mason.
— Se ve que ella te quiere... —susurro para sí mismo el peli castaño.
— Mason.
— Y tú a ella... –continuó, como si aquello lo repitiera para terminar de creerlo— Además, se merece a alguien que la cuide, como lo has estado haciendo, tengo la intuición de que tú no la lastimarás como Daniel lo hizo.
— Mason…, Caitlin es como una hermana para mí —aseguro Holder colocando una mano sobre el hombro de Cardiggan.
— Pero si apenas la conoces.
— Tal vez, pero dime ¿no te enamoraste de ella desde el primer momento en que la viste? —interrogó elevando sus hombros y tomando por sorpresa al oji azul número dos.
— No sé de qué me hablas.
— Lo sabes muy bien —insistió el peli negro, aunque sabía de más la respuesta.
— Nos vemos luego, Holder —dijo para después retirarse.
Se comenzaba a preguntar si era tan obvio para los demás sus verdaderos sentimientos hacia Caitlin, es decir, si Holder que recién llegaba ya tenía una vasta idea de que tan importante era ella para Mason, posiblemente los demás también lo hubiesen notado. Claro, todos excepto la morena.
— Tierra llamando a Mason, ¿hola? ¿Se encuentra mi amigo ahí? —el castaño salió de sus pensamientos al distinguir la voz de Myra. Sonrió, no le quedaba más que mostrar que se encontraba bien, cuando por dentro la tristeza se incrementaba con el paso del tiempo.
— Lo siento, pensaba en…
— No te molestes, sé en que estabas pensando. No tienes por qué inmutarte para hablar conmigo de ese tema, Mason. Soy tu amiga, recuérdalo.
— Lo sé, y te agradezco la oferta, pero no quiero hablar del tema en estos momentos.
— Tranquilo, cuando gustes, acá tendrás un hombro donde llorar y oídos que te escuchen sin alguna queja —la oji marrón lo había dicho en modo de broma, pero en estos momentos, Mason no le encontrado alguna gracia.
— Lo tendré en mente.
— Oh dios, se armará la grande —Myra tenía sus ojos fijos hacia un punto por detrás de su amigo. Mason siguió su mirada, para saber a lo que se estaba refiriendo.
Juliette se había puesto en frente de Caitlin, con los brazos cruzados y en actitud desafiante. Todo el mundo tenía la sospecha que nada bueno saldría de la conversación que tuvieran ambas. Aunque a Mason no le importará lo que Catlin le dijera a Jules, si no lo que la rubia fuera capaz de decir antes de medir de forma razonable sus palabras. Caitlin se encontraba en un estado deprimente en estos momentos, y lo último que él quería para ella, es que la molestarán aún más. Se acercó, para poder escuchar mejor el enfrentamiento que se avecinaba.
— ¿Se te ofrece algo? —Habló la morena con voz seca, sin ánimos de sonar dura o desafiante— Oh, ya sé, vienes a pedirme permiso de poder besar a mi… —la palabra novio se había quedado atascada en su garganta, sintiendo un sabor amargo ante la posibilidad de no decirla otra vez en voz alta—, a Daniel.
— No necesito tu permiso para hacerlo —contesto con algo de frialdad la oji verde. Caitlin solo atino a fruncir sus cejas, claramente en señal de confusión.
— ¿Qué vienes a decirme ahora? ¿A charlar o a que te propine otra cachetada? No me vendría mal hacerlo, ¿sabes? Tengo ganas de descargar mi odio con alguien, y pareces ser la candidata perfecta.
— Vengo a dejarte en claro la verdad de quién eres.
— ¿Disculpa? —ante el comentario de Juliette, la morena no le faltaban ganas de echarse a reír por la estupidez que había mencionado. ¿Decirle quién era ella? Lo tenía bastante claro desde hace tiempo.
— ¿Es muy difícil para tu cerebro entenderlo, Cait? —se paró, poniéndose enfrente de la rubia en modo amenazante.
— Mira, estúpida… —ni siquiera término de hablar cuando la voz de Juliette la interrumpió.
— No, mira tú. Tal vez te satisface mucho arruinar el buen ánimo de los demás, decir cosas hirientes sin la menor pena de lo que tus palabras puedan ocasionar. Y yo no permitiré que me trates como basura, Young.
— No resultaste tan miedosa como pensaba —no le habían gustado las palabras que dijo la chica, pero solo atinó a endurecer sus palabras, al igual que sus facciones.
— Dime, ¿te gustarían que te tratarán de la misma manera en que tú tratas a las personas? Lo dudo mucho. Simplemente, solo abres la boca para burlarte, reírte o para sentirte superior ante alguien, cuando no eres nadie, absolutamente nadie.
— Mide tus palabras Jules —habló usando un tono de voz cauteloso y firme.
— Jules… —se interpuso Mason en la plática, tratando de que esto acabará de una vez por todas.
— Me vale mierda lo que digas, Caitlin. Supongo que nadie te había hablado de esta manera antes, ¿verdad? Bueno, pues me alegra ser la primera en hacerlo. No estoy dispuesta a seguir soportando tus burlas, tus palabras duras y toda la mierda que me lances, o a los demás. En lo único que eres buena, es en lastimar a los demás, supongo que solo así te sientes bien contigo misma y olvidas lo sola que estás. Pero, a la larga, terminarás peor, sola, todos odiándote y nadie a tu lado para escucharte cuando lo necesites.
— Cállate —esperaba que su voz solo se hubiese escuchado tan rota en su mente.
— No. Tú no quieres a nadie, nadie aquí te importa, simplemente usas a las personas para que te hagan compañía en tu soledad. Me pregunto porque habrás huido de casa, tal vez tus padres no te querían, te menospreciaban, no lo sé. Tener a una hija como tú no era algo por lo cual sentirse muy orgullo, ¿verdad? —se dibujó una sonrisa sarcástica en el rostro de la rubia al terminar de hablar.
— Juliette, basta —Mason dio un paso al frente, elevando la voz. Él podía sentir el dolor que le causaban esas palabras a Caitlin.
— Dije que cerrarás la boca, Jules —todo lo que había escuchado era la gota que rebalsó el vaso. Caitlin sintió como se alojaba un líquido en sus ojos, quemándolos, pero no se permitiría llorar…, no en frente de Juliette, no enfrente de ninguna persona.
— Y ahora date cuenta que nadie vino para salvarte —la morena cayó en cuenta de aquello hasta que lo menciono. Volteo, notando a todos a su alrededor viéndolas. Probablemente disfrutaban que Juliette le hubiera dicho aquello.
Trago duro. Diferencio entre todos los rostros el de Holder y el Daniel; darse cuenta de que no trataron de intervenir la puso de por estado. Mason había sido el único que se interpuso. Decepción y traición, eran las únicas palabras que aparecían en su mente cuando trataba de identificar aquel dolor que le oprimía tanto el pecho.
Se tragó las palabras y las lágrimas para ella sola. Dio vuelta, atravesando los cuerpos que se cruzaban en su camino, para alejarse lo más que pudiera de todos. Quería estar sola y tratar de calmar la tristeza que sentía.
Escuchaba pasos tras su espalda, pero no se detuvo. Aceleró su paso, para alejarse de quién quiera que la estuviera siguiendo.
— Caitlin detente —la voz de su mejor amigo la detuvo, pero no se inmuto, simplemente se quedó estática... con la mirada hacia el frente—. Date la vuelta —demando el peli negro y como si hubiese presionado un botón, el cuerpo de la morena obedeció.
— ¿Qué quieres, Holder? —cuestiono con voz tangente y dura. No quería ver a nadie en estos momentos... y verdaderamente, no deseaba ver a su amigo ni ahora ni nunca.
— Hablar —respondió sin más mientras se acercaba con cautela hacia ella, al mismo tiempo en que ésta retrocedía.
— Vete a hablar con tu querida Juliette si tanto quieres "platicar". Largarte —pronuncio señalándole el camino de regreso—. Déjame sola.
— Cait... tranquilízate.
— Para ti es muy fácil decirlo ¿verdad? No fue a ti a quien acaban de pisotear públicamente y arruinar la poca seguridad que tenías —en cada palabra se podía identificar el dolor que contenía dentro suyo.
— Lo sé.
— ¿Lo sabes? Eres un maldito traidor, Robenson. ¡Simplemente te quedaste observando como todo el mundo, viendo como la estúpida de "Jules" me despedazaba, y sin hacer nada!
— Cait —intentaba tranquilizarla, pero sabía que en parte ella tenía razón: no hizo nada para evitar que la lastimaran, cuando se había prometido que no permitiría aquello mientras él estuviera con vida.
— Vaya mejor amigo que tengo. ¿Sabes algo, Holder? Vete tú, Juliette y todos a la mierda —hablo elevando la voz con cada palabra que pronunciaba—. No los necesito y ¿sabes qué más? tampoco te necesito a ti —finalizó con voz ahogada, sabiendo de más que lo último no era más que una mentira... por supuesto que necesitaba a Holder, necesitaba alguien que la sostuviera para no caer en el profundo abismo del dolor, desesperación y rencor que se aproximaba cada día más; pero el sentirse traicionada de alguna forma la cegaba demasiado como para darse cuenta de lo que decía.
Al ver que su amigo se quedó callado ante sus palabras, dio media vuelta, continuando su camino y sintiendo como la soledad sería su única amiga hasta los últimos días de su vida.
±±±
— Hey, hermano, ¿todo bien? —la voz de Damen lo hizo volver a la realidad— Dime que no te hemos perdido, entraría en una depresión si eso pasara. Solo imagínate: una vida sin el buen Mason Cardiggan no es vida —ambos largaron una carcajada.
Damen le agradaba. Debía admitir que, aparte de sentir aquella peculiar conexión entre ambos, el chico lograba ponerlo de buen humor cuando se encontraba decaído, el oji verde lograba que con algún comentario sarcástico, alguna broma o chiste, dejara de pensar en lo que se estaba convirtiendo su vida: la sombra de lo que alguna vez fue.
— Muy gracioso. Ahora sí puedo decir en voz alta que te has convertido en el payaso oficial del viaje.
— Oh dios, me alagas, hermano —la última palabra retumbo en los oídos del castaño, adentrándose en su cabeza y haciendo eco dentro de ésta.
"Hermano". La sola palabra proviniendo de los labios del rubio lo llevó a otra parte. A un momento de su pasado que siempre recordaba durante las noches: el día en que descubrió que era adoptado. No entendía que tenía una cosa que ver con la otra. Es decir, Damen era un hijo de familia, de padres que lo querían desde antes de nacer, en cuanto a él... Era el caso del niño que regalaron y al que le mintieron por 17 años sobre su origen. No comprendía porque se sentía tan bien acompañado de Damen..., como si, ambos se comprendieran de una forma excelente con apenas decir unas palabras.
Meneo la cabeza, acallando sus pensamientos tan ilógicos que comenzaban a formarse.
— De acuerdo, ahora sí puedo asegurar que te perdimos —reacciono ante las palabras de su amigo, y se rio, sin saber exactamente qué hacer.
— Aun no. No te puedes deshacer tan fácilmente de mí, Damen.
— Ja, lo último que quiero es deshacerme de ti, hermano. Pero dime: ¿todo bien dentro de esa cabecita?
— Supongo.
— ¿Supones? Eso me sonó a un claro no tratando de no ser muy obvio. A ver, cuéntale a tu buen amigo qué te tiene tan abatido.
— Caitlin —se dio cuenta de lo que había dicho al terminar de pronunciar ese nombre.
— Si es por lo que le dijo Juliette...
— Exactamente. No solo fueron las palabras que le dijo, si no, la reacción que tuvo después.
— ¿A qué te refieres?
— Nunca había visto a Caitlin con un rostro tan neutral... no sé, la vi a las ojos y...
— ¿Y...?
— Nunca había visto tanta tristeza alojada en ellos.
— ¿Me estás diciendo que nunca habias visto a Caitlin en un estado deprimente?
— Si, bueno... te habrás dado cuenta de que ella no es la clase de persona que sabe expresar sus sentimientos.
— Claro desde el primer momento en que cruce palabra con ella.
— A lo que me refiero, es que... Ella nunca había dejado que alguien le hablara de esa manera. Llevo conociéndola de meses o aproximadamente de un año, y ella nunca había bajado la guardia.
— Entiendo.
— Puede que nadie entienda las razones que la orillaron a convertirse en la persona que es ahora, pero yo sí. Después del pasado traumático que tuvo, es normal que haya habido consecuencias. Entiendo sus razones de comportarse de esa manera con todo el mundo. Pero odio el simple hecho de que nadie se pregunte el porqué de su humor o que la hizo salir de su hogar.
— Woao.
— ¿Qué? ¿Te aburrió mi plática acaso?
— No es eso, pero cualquiera que se detuviera a ver como la defiendes y la proteges, o la forma en la que hablas sobre ella, esa persona se daría cuenta de lo mucho que significa Cait para ti y lo mucho que la amas.
— ¿Es tan obvio? —pregunto rindiéndose ante su fallido intento de no hacer tan notorios los verdaderos sentimientos que tenía por ella.
— Algo así.
— Genial, deberé parecer un estúpido hablando y hablando sobre ella quien sabe cuánto tiempo, peor aún, de seguro parezco un imbécil aun creyendo que podría pasar algo entre ambos.
— Ninguna de las dos cosas —el rubio meneo la cabeza, negando lo que él decía— ¿Sabes que pienso?
— No leo las mentes de los demás, Damen.
— Cierto. Lo que pienso es que eres valiente.
— ¿Valiente?
— Valiente en el sentido de sincerarte tanto ante lo que sientes por alguien. Créeme, no todas las personas tenemos esa capacidad, menos los hombres.
— Si tú lo dices.
— Además, no creo que hayan falsas ilusiones.
— ¿Disculpa?
— Digo. Conoces a Cait de hace rato, la conoces mejor que cualquiera en este estúpido viaje de libertad. Al igual que ella se convirtió en un pilar se tu vida, doy por sentado y sin exagerar, que tú también te volviste un pilar en la vida de ella.
— No lo sé... ultimadamente, no lo siento de esa manera. Bueno, siendo sincero, jamás lo había sentido de esa manera.
— Deja de ser tan negativo, hermano. Y ten en cuenta que esta podría ser tu oportunidad. Recuerda que Daniel y ella han tenido, verdaderamente, un gran pleito. Y siendo sincero, me inclino a tu favor de que seas el próximo hombre en la vida de Caitlin Young.
— Verdaderamente, y sin exagerar, sabes cómo subirle el ánimo a alguien, Damen.
— ¿Que te puedo decir, hermano? Mi cabello de un rubio oxidado, mi escultural cuerpo de Dios Griego —Mason revoleo los ojos con diversión ante los halagos que se hacia el oji verde de sí mismo—, combinados junto con mi irresistible encanto y mi buen humor, pueden mejorar un día nublado y triste en un día soleado y alegre.
— Concordamos en algo, verdaderamente eres irresistiblemente ególatra.
— Algo es algo, hermano —elevo los hombros con diversión para después echarse a reír junto con Mason.
Damen le agradaba. Debía admitir que, aparte de sentir aquella peculiar conexión entre ambos, el chico lograba ponerlo de buen humor cuando se encontraba decaído, el oji verde lograba que con algún comentario sarcástico, alguna broma o chiste, dejara de pensar en lo que se estaba convirtiendo su vida: la sombra de lo que alguna vez fue.
— Muy gracioso. Ahora sí puedo decir en voz alta que te has convertido en el payaso oficial del viaje.
— Oh dios, me alagas, hermano —la última palabra retumbo en los oídos del castaño, adentrándose en su cabeza y haciendo eco dentro de ésta.
"Hermano". La sola palabra proviniendo de los labios del rubio lo llevó a otra parte. A un momento de su pasado que siempre recordaba durante las noches: el día en que descubrió que era adoptado. No entendía que tenía una cosa que ver con la otra. Es decir, Damen era un hijo de familia, de padres que lo querían desde antes de nacer, en cuanto a él... Era el caso del niño que regalaron y al que le mintieron por 17 años sobre su origen. No comprendía porque se sentía tan bien acompañado de Damen..., como si, ambos se comprendieran de una forma excelente con apenas decir unas palabras.
Meneo la cabeza, acallando sus pensamientos tan ilógicos que comenzaban a formarse.
— De acuerdo, ahora sí puedo asegurar que te perdimos —reacciono ante las palabras de su amigo, y se rio, sin saber exactamente qué hacer.
— Aun no. No te puedes deshacer tan fácilmente de mí, Damen.
— Ja, lo último que quiero es deshacerme de ti, hermano. Pero dime: ¿todo bien dentro de esa cabecita?
— Supongo.
— ¿Supones? Eso me sonó a un claro no tratando de no ser muy obvio. A ver, cuéntale a tu buen amigo qué te tiene tan abatido.
— Caitlin —se dio cuenta de lo que había dicho al terminar de pronunciar ese nombre.
— Si es por lo que le dijo Juliette...
— Exactamente. No solo fueron las palabras que le dijo, si no, la reacción que tuvo después.
— ¿A qué te refieres?
— Nunca había visto a Caitlin con un rostro tan neutral... no sé, la vi a las ojos y...
— ¿Y...?
— Nunca había visto tanta tristeza alojada en ellos.
— ¿Me estás diciendo que nunca habias visto a Caitlin en un estado deprimente?
— Si, bueno... te habrás dado cuenta de que ella no es la clase de persona que sabe expresar sus sentimientos.
— Claro desde el primer momento en que cruce palabra con ella.
— A lo que me refiero, es que... Ella nunca había dejado que alguien le hablara de esa manera. Llevo conociéndola de meses o aproximadamente de un año, y ella nunca había bajado la guardia.
— Entiendo.
— Puede que nadie entienda las razones que la orillaron a convertirse en la persona que es ahora, pero yo sí. Después del pasado traumático que tuvo, es normal que haya habido consecuencias. Entiendo sus razones de comportarse de esa manera con todo el mundo. Pero odio el simple hecho de que nadie se pregunte el porqué de su humor o que la hizo salir de su hogar.
— Woao.
— ¿Qué? ¿Te aburrió mi plática acaso?
— No es eso, pero cualquiera que se detuviera a ver como la defiendes y la proteges, o la forma en la que hablas sobre ella, esa persona se daría cuenta de lo mucho que significa Cait para ti y lo mucho que la amas.
— ¿Es tan obvio? —pregunto rindiéndose ante su fallido intento de no hacer tan notorios los verdaderos sentimientos que tenía por ella.
— Algo así.
— Genial, deberé parecer un estúpido hablando y hablando sobre ella quien sabe cuánto tiempo, peor aún, de seguro parezco un imbécil aun creyendo que podría pasar algo entre ambos.
— Ninguna de las dos cosas —el rubio meneo la cabeza, negando lo que él decía— ¿Sabes que pienso?
— No leo las mentes de los demás, Damen.
— Cierto. Lo que pienso es que eres valiente.
— ¿Valiente?
— Valiente en el sentido de sincerarte tanto ante lo que sientes por alguien. Créeme, no todas las personas tenemos esa capacidad, menos los hombres.
— Si tú lo dices.
— Además, no creo que hayan falsas ilusiones.
— ¿Disculpa?
— Digo. Conoces a Cait de hace rato, la conoces mejor que cualquiera en este estúpido viaje de libertad. Al igual que ella se convirtió en un pilar se tu vida, doy por sentado y sin exagerar, que tú también te volviste un pilar en la vida de ella.
— No lo sé... ultimadamente, no lo siento de esa manera. Bueno, siendo sincero, jamás lo había sentido de esa manera.
— Deja de ser tan negativo, hermano. Y ten en cuenta que esta podría ser tu oportunidad. Recuerda que Daniel y ella han tenido, verdaderamente, un gran pleito. Y siendo sincero, me inclino a tu favor de que seas el próximo hombre en la vida de Caitlin Young.
— Verdaderamente, y sin exagerar, sabes cómo subirle el ánimo a alguien, Damen.
— ¿Que te puedo decir, hermano? Mi cabello de un rubio oxidado, mi escultural cuerpo de Dios Griego —Mason revoleo los ojos con diversión ante los halagos que se hacia el oji verde de sí mismo—, combinados junto con mi irresistible encanto y mi buen humor, pueden mejorar un día nublado y triste en un día soleado y alegre.
— Concordamos en algo, verdaderamente eres irresistiblemente ególatra.
— Algo es algo, hermano —elevo los hombros con diversión para después echarse a reír junto con Mason.
±±±
Quería llorar, realmente quería hacerlo. Así que se permitió hacerlo en cuanto sintió que por fin estaba sola. Sola, acompañada del viento fresco, del silencio alrededor suyo, de lo humedad del piso al sentar y de todos sus pensamientos.
Maldecía internamente a cada uno de los del campamento, sobre todo a Juliette. Sin embargo, reconocía, muy en el fondo, que había dicho la verdad: no era absolutamente nadie y todo el mundo la odiaba. Seco con la palma de su mano el rastro de lágrimas en su rostro. Se levantó del suelo para seguir caminando. Quería alejarse de todos. Llegó hasta lo que sería la orilla de la carretera y prosiguió con su caminar sobre ésta. No veía por donde caminaba, ni el paisaje que la rodeaba, su mirada estaba perdida en algún punto mirando al frente. Reacciono en cuanto escucho la bocina de un carro y el sentir como su cuerpo chocaba con el piso.
Intento regular su respiración antes de darse cuenta de lo que había pasado. Se levantó del pasto húmedo que estaba por debajo de su cuerpo y volteo a un lado, encontrándose con Myra que se paraba del piso y le tendía la mano para ayudarla.
— Lo bueno que te seguí, quién sabe qué hubiera pasado si no lo hacía. Dios, Caitlin… ¡pudieron haberte arrollado y dejarte tirada como un saco de papa!
— Me doy cuenta… —no sabía que decir. Ella había salvado su vida—, pero gracias. Me salvaste la vida, Myra.
— No te preocupes, es lo que haría una chica por su mejor amiga, ¿no? —Comento la morena menor levantando la comisura de sus labios para forma una sonrisa sincera— ¿Todo bien dentro de tu cabeza o tu corazón?
— Sí… supongo que se me pasará en un rato, o en un par de días —elevó sus hombros, sin saber que más agregar.
— Ya lo verás, además, no hay nada que Caitlin Young permita para derrumbarse, ¿o sí?
— ¿Sabes? —empezó la morena mayor, captando la atención de Myralli.
— ¿Qué cosa?
— Extrañaba esto, Myra —habló con sinceridad Caitlin y aquello sorprendió gratamente a la menor de los Turner—. Extrañaba a mi mejor amiga —sonrió de medio lado a la vez que volteaba su cabeza a otro lugar. El expresar sus sentimientos no era algo que se le daba de la mejor manera a la joven Young, sin embargo aquella pequeña, pero significativa confesión mejoro el día de oji marrón menor de una forma asombrosa.
— Yo también extrañaba a mi bruja favorita —añadió su compañera, logrando que Caitlin sintiera que verdaderamente si tenía a un amigo incondicional en todo este viaje.
— Bueno, ahora que nos contentamos…
— ¿Esto es hacer las paces?
— Como decía… —Caitlin volvió a tomar la palabra ante la interrupción de Myra— háblame de tu dilema que tienes entre dos hombres.
— ¿De qué hablas?
— Vamos, Myra, te conozco, sé perfectamente que te mueres de los celos al ver a Sebastien tan pegado con Penny, o con la chica nueva, la cual no recuerdo el nombre, pero no importa.
— Myralli Turner no tiene celos de las demás…
— Las demás tienen celos de Myralli Turner —prosiguió Cait con burla—. ¿Sabes? Por una vez en tu vida deberías admitir cuando te importa alguien.
— Mira quién habla —la morena menor se cruzó de brazos, viendo con seriedad a su amiga.
— ¿Disculpa? Pero cuando una chica no me agrada, se lo dejo muy en claro.
— Por supuesto, Caitlin. Tenemos a Juliette como ejemplo.
— No me recuerdes a esa zorra, por favor.
— Te recuerdo que fue mi hermano fue quién la beso, no ella a él.
— Lo sé, eso lo sé perfectamente, no hace falta que me lo recuerdes. De hecho, no hace falta que me recuerdes lo insignificante que soy para tu hermano o para los demás, lo tengo en mente cada puto minuto del día, Myra.
— De acuerdo, mejor cambiemos de tema antes de que nos peleemos otra vez —propuso Myra levantando las manos.
Caitlin no dijo nada o hizo algún gesto para confirma, simplemente siguió caminando, estando segura de que Myra estaba detrás de ella en todo momento. La distancia entre ambas era de un par de metros y ninguna tenía con certeza hacia donde se dirigían. Caitlin sentía una presencia más, aparte de la Myra, pero cuando volteaba a ver a su alrededor, solo veía árboles y un camino recto a un lado.
Meneo la cabeza. Todo era parte de su imaginación. No podía ser que un ladrón o un psicópata asesino, deambulará por los confines de un bosque, tras dos chicas. El solo pensar en eso le causo gracia, pero algo hizo clic en su cabeza llevándola a otro momento en el pasado. Recordó cuando Holder y ella se habían conocido. Evito pensar en la tristeza que sentía en estos momentos, aunque debía ser honesta, quería volver al campamento y arreglar las cosas con su mejor amigo… si aún lo seguía siendo.
— Caitlin… —escuchaba la voz de Myra lejana, pero no hizo caso y siguió sumida entre sus pensamientos y averiguando por sí misma que haría de ahora en adelante.
— Caitlin —sentía las palabras a modo de alerta. Se detuvo, pero no volteo.
— ¡Caitlin, voltea! —reacciono, girando su cuerpo, y encontrándose con su mejor amiga aprisionada por alguien… alguien que apuntaba su cabeza con una pistola.
Avanzó un par de pasos, hasta que alguien apareció de entre los árboles, con una pistola apuntándole a ella. No sabía que decir, estaba estupefacta de lo irracional que se había vuelto el escenario. Simplemente atino a mirar a su amiga a los ojos con miedo, con pavor y terror, mismo sentimientos que Myra estaba sintiendo en estos momentos.
— No te muevas o le volaré la cabeza a tu amiga y después te disparará mi compañero —advirtió el chico calvo que tenía sujeta a su compañera.
— Hazlo y yo mismo te volaré la cabeza. La tuya y la de tu estúpido amigo rizado —Caitlin reconoció la voz grave de Daniel y supo que saldrían de estás con vida… o al menos eso quería pensar.
— Suelta a las chicas, idiota —la voz de Sebastien hizo presencia y aquello la tranquilizó aún más.
— No haré caso a lo que unos estúpidos niños como ustedes digan. ¿Escucharon? Hagan un movimiento en falso y sus noviecitas sufrirán las consecuencias —nadie digo nada y un silencio sepulcral se instaló en el ambiente. Estaban jodidos.
No supo cuánto tiempo había pasado, pero sus pies ya estaban cansados de no moverse y su cuerpo de permanecer en pie. No cruzó mirada con nadie, ni con Daniel, no con Sebastien, ni con Myra o con alguno de sus agresores. Los cuatros hombres apuntaban sus armas, cada uno con una víctima diferente. Una idea se cruzó en su mente y dirigió su vista hacia Myra, tratando de transmitir el mensaje a través de la mirada. Lo que pensaba estaba loco, probablemente ambas saldrían heridas, pero era la única manera que tenía para salir de esto. Afortunadamente, la morena número dos captó el mensaje. Caitlin no dejo pasar otro segundo, levanto su codo y asestó un golpe a su atacante… la misma acción la hizo Myra.
— ¡Corre! —después de eso, Cait escucho como varios disparos rasgaron el aire. Un dolor insoportable la ataco en su hombro derecho, y para apaciguarlo, su mente se durmió cayendo en un estado de inconciencia.
Maldecía internamente a cada uno de los del campamento, sobre todo a Juliette. Sin embargo, reconocía, muy en el fondo, que había dicho la verdad: no era absolutamente nadie y todo el mundo la odiaba. Seco con la palma de su mano el rastro de lágrimas en su rostro. Se levantó del suelo para seguir caminando. Quería alejarse de todos. Llegó hasta lo que sería la orilla de la carretera y prosiguió con su caminar sobre ésta. No veía por donde caminaba, ni el paisaje que la rodeaba, su mirada estaba perdida en algún punto mirando al frente. Reacciono en cuanto escucho la bocina de un carro y el sentir como su cuerpo chocaba con el piso.
Intento regular su respiración antes de darse cuenta de lo que había pasado. Se levantó del pasto húmedo que estaba por debajo de su cuerpo y volteo a un lado, encontrándose con Myra que se paraba del piso y le tendía la mano para ayudarla.
— Lo bueno que te seguí, quién sabe qué hubiera pasado si no lo hacía. Dios, Caitlin… ¡pudieron haberte arrollado y dejarte tirada como un saco de papa!
— Me doy cuenta… —no sabía que decir. Ella había salvado su vida—, pero gracias. Me salvaste la vida, Myra.
— No te preocupes, es lo que haría una chica por su mejor amiga, ¿no? —Comento la morena menor levantando la comisura de sus labios para forma una sonrisa sincera— ¿Todo bien dentro de tu cabeza o tu corazón?
— Sí… supongo que se me pasará en un rato, o en un par de días —elevó sus hombros, sin saber que más agregar.
— Ya lo verás, además, no hay nada que Caitlin Young permita para derrumbarse, ¿o sí?
— ¿Sabes? —empezó la morena mayor, captando la atención de Myralli.
— ¿Qué cosa?
— Extrañaba esto, Myra —habló con sinceridad Caitlin y aquello sorprendió gratamente a la menor de los Turner—. Extrañaba a mi mejor amiga —sonrió de medio lado a la vez que volteaba su cabeza a otro lugar. El expresar sus sentimientos no era algo que se le daba de la mejor manera a la joven Young, sin embargo aquella pequeña, pero significativa confesión mejoro el día de oji marrón menor de una forma asombrosa.
— Yo también extrañaba a mi bruja favorita —añadió su compañera, logrando que Caitlin sintiera que verdaderamente si tenía a un amigo incondicional en todo este viaje.
— Bueno, ahora que nos contentamos…
— ¿Esto es hacer las paces?
— Como decía… —Caitlin volvió a tomar la palabra ante la interrupción de Myra— háblame de tu dilema que tienes entre dos hombres.
— ¿De qué hablas?
— Vamos, Myra, te conozco, sé perfectamente que te mueres de los celos al ver a Sebastien tan pegado con Penny, o con la chica nueva, la cual no recuerdo el nombre, pero no importa.
— Myralli Turner no tiene celos de las demás…
— Las demás tienen celos de Myralli Turner —prosiguió Cait con burla—. ¿Sabes? Por una vez en tu vida deberías admitir cuando te importa alguien.
— Mira quién habla —la morena menor se cruzó de brazos, viendo con seriedad a su amiga.
— ¿Disculpa? Pero cuando una chica no me agrada, se lo dejo muy en claro.
— Por supuesto, Caitlin. Tenemos a Juliette como ejemplo.
— No me recuerdes a esa zorra, por favor.
— Te recuerdo que fue mi hermano fue quién la beso, no ella a él.
— Lo sé, eso lo sé perfectamente, no hace falta que me lo recuerdes. De hecho, no hace falta que me recuerdes lo insignificante que soy para tu hermano o para los demás, lo tengo en mente cada puto minuto del día, Myra.
— De acuerdo, mejor cambiemos de tema antes de que nos peleemos otra vez —propuso Myra levantando las manos.
Caitlin no dijo nada o hizo algún gesto para confirma, simplemente siguió caminando, estando segura de que Myra estaba detrás de ella en todo momento. La distancia entre ambas era de un par de metros y ninguna tenía con certeza hacia donde se dirigían. Caitlin sentía una presencia más, aparte de la Myra, pero cuando volteaba a ver a su alrededor, solo veía árboles y un camino recto a un lado.
Meneo la cabeza. Todo era parte de su imaginación. No podía ser que un ladrón o un psicópata asesino, deambulará por los confines de un bosque, tras dos chicas. El solo pensar en eso le causo gracia, pero algo hizo clic en su cabeza llevándola a otro momento en el pasado. Recordó cuando Holder y ella se habían conocido. Evito pensar en la tristeza que sentía en estos momentos, aunque debía ser honesta, quería volver al campamento y arreglar las cosas con su mejor amigo… si aún lo seguía siendo.
— Caitlin… —escuchaba la voz de Myra lejana, pero no hizo caso y siguió sumida entre sus pensamientos y averiguando por sí misma que haría de ahora en adelante.
— Caitlin —sentía las palabras a modo de alerta. Se detuvo, pero no volteo.
— ¡Caitlin, voltea! —reacciono, girando su cuerpo, y encontrándose con su mejor amiga aprisionada por alguien… alguien que apuntaba su cabeza con una pistola.
Avanzó un par de pasos, hasta que alguien apareció de entre los árboles, con una pistola apuntándole a ella. No sabía que decir, estaba estupefacta de lo irracional que se había vuelto el escenario. Simplemente atino a mirar a su amiga a los ojos con miedo, con pavor y terror, mismo sentimientos que Myra estaba sintiendo en estos momentos.
— No te muevas o le volaré la cabeza a tu amiga y después te disparará mi compañero —advirtió el chico calvo que tenía sujeta a su compañera.
— Hazlo y yo mismo te volaré la cabeza. La tuya y la de tu estúpido amigo rizado —Caitlin reconoció la voz grave de Daniel y supo que saldrían de estás con vida… o al menos eso quería pensar.
— Suelta a las chicas, idiota —la voz de Sebastien hizo presencia y aquello la tranquilizó aún más.
— No haré caso a lo que unos estúpidos niños como ustedes digan. ¿Escucharon? Hagan un movimiento en falso y sus noviecitas sufrirán las consecuencias —nadie digo nada y un silencio sepulcral se instaló en el ambiente. Estaban jodidos.
No supo cuánto tiempo había pasado, pero sus pies ya estaban cansados de no moverse y su cuerpo de permanecer en pie. No cruzó mirada con nadie, ni con Daniel, no con Sebastien, ni con Myra o con alguno de sus agresores. Los cuatros hombres apuntaban sus armas, cada uno con una víctima diferente. Una idea se cruzó en su mente y dirigió su vista hacia Myra, tratando de transmitir el mensaje a través de la mirada. Lo que pensaba estaba loco, probablemente ambas saldrían heridas, pero era la única manera que tenía para salir de esto. Afortunadamente, la morena número dos captó el mensaje. Caitlin no dejo pasar otro segundo, levanto su codo y asestó un golpe a su atacante… la misma acción la hizo Myra.
— ¡Corre! —después de eso, Cait escucho como varios disparos rasgaron el aire. Un dolor insoportable la ataco en su hombro derecho, y para apaciguarlo, su mente se durmió cayendo en un estado de inconciencia.
±±±
Mason vio interrumpida la charla que tenía con Damen ante los gritos de sorpresa de los demás. Se levantó para ver qué pasaba y sintió que su corazón se detenía por varios segundos al darse cuenta de lo que estaba pasando. Ante sus ojos pasaron Sebastien y Daniela toda velocidad, ambos con Caitlin y Myra sobre sus brazos. Estaban heridas. Alguien las atacó y el dolor lo contrajo con tanta fuerza que no podía respirar.
— ¿Mason? —la voz de Damien se escuchaba tan lejana, que no sabía si en verdad había hablado o fue solo su imaginación. Tal vez y todo esto era solo una cruel pesadilla.
Sí, eso debe ser. Caitlin y Myra no habían recibido un disparo, y ambas se encontraban en perfecto estado. Pero al notar la cara de preocupación de todos, simplemente cayó en la realidad. Tomo la bolsa transparente de los hongos especiales de Zuzu, los cuales Myra había dejado antes de marcharse tras Caitlin. Cogió una botella de alcohol que encontró en una de las furgonetas y se sentó dentro. Alejados de todos he intentado que la angustia que sentía se fuera lejos de su organismo con cada trago de líquido que tomaba de esa botella de vidrio.
— ¿Mason? —la voz de Damien se escuchaba tan lejana, que no sabía si en verdad había hablado o fue solo su imaginación. Tal vez y todo esto era solo una cruel pesadilla.
Sí, eso debe ser. Caitlin y Myra no habían recibido un disparo, y ambas se encontraban en perfecto estado. Pero al notar la cara de preocupación de todos, simplemente cayó en la realidad. Tomo la bolsa transparente de los hongos especiales de Zuzu, los cuales Myra había dejado antes de marcharse tras Caitlin. Cogió una botella de alcohol que encontró en una de las furgonetas y se sentó dentro. Alejados de todos he intentado que la angustia que sentía se fuera lejos de su organismo con cada trago de líquido que tomaba de esa botella de vidrio.
±±±
Caitlin se encontraba cómodamente sentada en un sillón individual, las piernas encima y recargadas hacia un costado del mueble. Estaba leyendo un libro peculiar de como dos personas de clases diferentes caían rendidas entre ambos... una historia de amor tan pura y hermosa, pero con un final trágico y sorprendente para cualquiera que lo leyera. Era la tercera vez que lo leía y no perdía los sentimientos que le causaban página tras página leídas.
— Caitlin, ¿ya llego tu madre? —la voz de su Padre interrumpió su cómoda lectura.
Puso un separador en donde se había quedado su lectura antes de cerrar el libro. Camino hacia el vestíbulo, de donde provenía la voz grave y arrastrada de su Padre. Su cara representaba el cansancio mismo, tenía unas grandes bolsas, acompañadas de notables ojeras, por debajo de sus ojos azules. Vio directamente a ese par de esferas azules que siempre lograban calmarla, pero en ese preciso momento no identifico nada, más que confusión y cansancio.
— No, no ha llegado, mama. Por cierto, ¿dónde estabas?
— Por ahí, tenía mucho trabajo en la oficina.
Mentía. Era jefe de un bufete de abogados prestigios, siendo el quien lo lideraba, pero nunca había llegado después de comer para pasar la tarde con su hija y esperar a la llegada de su amada esposa tras un largo día de trabajo. La palabra nunca se sentía tan lejana para Caitlin en esos momentos. Durante el último mes, cuando Dylan, su padre, llegaba más tarde de la hora fijada, era porque se había quedado en un bar, bebiendo de más. Odiaba que tomara, aborrecía a los borrachos, pero no podía decirle nada a su padre. Lo amaba demasiado, a pesar del carácter duro y de mierda que tenía estando con copas de más.
— De acuerdo —vacilo, encaminándose nuevamente al sofá en el que se hallaba para poder seguir con su lectura.
— Solo avísame cuando llegue tu madre, tesoro.
— Lo hare, papa.
— ¿Sabes que te amo mucho, vedad princesa? —se detuvo en seco ante el tono dulce de Dylan. Sonrió para sus adentros, acercándose a él para rodearlo en un fuerte abrazo.
— Yo también te amo, papa.
— Estaré en mi oficina —se despidió besando la frente de su hija por unos largos segundos.
Volvió a encimar sus piernas sobre el respaldo del sillón para continuar con su lectura. Una hora más tarde, escucho como se abría la puerta principal. Se levantó para saludar a su madre y cuando se acercó identifico en los ojos oscuros de ella un nerviosismo, mismo que tenía la sonrisa que había dibujado.
— Papa dijo que te avisara que está en su oficina —se cruzó de brazos después de saludarla con un abrazo. Todo ese comportamiento, más su padre en estado de ebriedad la ponían de los pelos de punta y a modo de alerta... como si algo estuviera pasando y ella fuera la única que no conocía los detalles.
— Oh, claro. Gracias, cariño —su madre se encamino hacia las escaleras para dirigirse a donde se encontraba su esposo.
— Mama... —la voz de su hija la detuvo, volteándose como reacción y proporcionando una sonrisa dulce, pero que resultaba algo inquietante para Cait en estos momentos— ¿todo bien?
— Todo está perfecto. Ahora, si me permites, iré a ver de qué quiere que hablemos tu padre.
— De acuerdo —uso el mismo tono vacilante que había tenido con Dylan.
Se dejó caer en el sillón, retomando la lectura, pero teniendo una extraña sensación alojada en su interior.
— ¡Cómo es posible que me hayas hecho eso a mí, Raquel! —los gritos de su padre la congelaron. Se levantó y se dirigió con rapidez a las escaleras, subiendo con sigilo cada una, y mientras avanzaba, el paso aumentaba de lentitud. Era como si tuviera miedo de lo que se encontraría adentro de aquella oficina.
— ¡Deja de llorar y comienza a explicar las estúpidas razones por las que me hiciste eso! —Caitlin identificaba en aquellos gritos el dolor que traían las palabras, y como le costaban a su padre pronunciarlas. Estaba llorando, o intentaba evitar hacerlo— ¡Me engañaste y no solo con cualquier hombre! ¡Me pusiste los cuernos con mi mejor amigo! Ve tú a saber por cuánto tiempo se estaban revolcando —se detuvo en seco estando en frente de las puertas que llevaban a la oficina.
Su mente se encontraba en estado de shock, tratando de procesar lo que escucho. No lo creía, no podía creer lo había dicho su padre. Se negaba a hacerlo, pero el tono de voz tan doloroso que empleo él, la hizo reaccionar.
Ahora entendía la razón de los retrasos de su madre que había tenido varios días. Comprendía el porqué de que su padre se tuviera que emborrachar: solo así se olvidaba de lo que había hecho su esposa. Ahora todo cuadraba, como si las piezas de un rompecabezas se hubieran unido, completando el misterio.
— Papa... —se adentró en la oficina, deteniéndose ante la imagen que había enfrente de ella.
— Caitlin, mi amor, retírate por favor —hablo con voz calmada su padre.
— No lo hare —sentenció. Esperaba que solo estuviera soñando y que nada de esto pasara en realidad: el engaño de su madre y como su padre la apuntaba con un arma—. Papa, baja la pistola, por favor.
— Caitlin, te estoy pidiendo de favor que te vayas. Déjame a solas con tu madre, princesa.
— Papa, por favor, solo baja esa arma y hablemos como personas civilizadas, no estás pensando las cosas con claridad.
— ¿Personas civilizadas? —escupió con enojo, llevando la mirada hacia ella, pero aun manteniendo la pistola señalando a Raquel, que simplemente estaba sollozando—. ¿Crees que fue civilizado por parte de tu madre haberme puesto el cuerno y con mi mejor amigo?
— No, pero tú no tienes por qué actuar de la misma manera..., por favor, papa, baja el arma —un sollozo se le escapo y las lágrimas comenzaron a alojarse en sus ojos.
— ¡Te dije que te largaras! —cerro los ojos con fuerza ante el dolor que le producía la imagen y las palabras de su padre.
— No me iré. Ahora vas a bajar esa maldita pistola, nos vamos a calmar y a solucionar esto —se encontró a si misma enfrente de él. Su padre tenía una cara de sorpresa en el rostro, pero no se inmuto en ningún momento ante las palabras de su hija.
— No lo creo —Caitlin escucho como quitaba el seguro de la pistola y se abalanzó hacia él para impedir que ocurriera una tragedia.
Su padre, al ser más alto que ella, elevaba la mano donde tenía sujeta el arma. Un disparo se presentó, pero la morena no perdió tiempo y siguió estirando, empujando a su padre para que dejara el arma en el suelo. Escucho otro disparo en seco, como una explosión que retumbo en sus oídos y sintió como un dolor le desgarró el hombro izquierdo. Cayó al piso y cuando distinguió lo que había pasado, otro disparo rompió el aire que había. Al escuchar el grito de su madre dirigió su mirada a esta… su cuerpo yacía en el piso. Inmóvil.
— ¡Mama! —sintió como su garganta se desgarro ante el esfuerzo que hizo en gritar, debido al dolor que le punzaba el hombro izquierdo.
Se levantó, apoyando su peso en su brazo sano. Tropezó al tiempo en que llegaba al cuerpo sin vida de Raquel. Le agarro el rostro tratando, en vano, de hacer que reaccionará. Gotas saladas comenzaron a deslizarse por su rostro con velocidad, tratando de sacar el dolor tan horrendo que oprimía su corazón.
— ¡¿Qué hiciste, papa?! ¡La mataste! ¡Mataste a mama! —Grito entre los sollozos que se le escapaban— Eres un asesino… —no sabía ni siquiera lo que decía. No estaba pensando bien las cosas. La imagen del rostro sin vida de su madre era demasiado como para pensar en algo más.
— Yo no…, yo no quería… yo… —escuchaba entre su propio llanto los sollozos provenientes de Dylan— Perdóname, cariño… Caitlin, perdóname. Yo no…, nunca olvides cuanto te amo, princesa —quito la mirada de su madre para dirigirla a su padre, a tiempo en que veía como este posicionaba el arma a un costado de su cabeza. Apretando el gatillo y terminando con su vida.
— ¡Papa, no! —se levantó de súbito, volviendo al presente.
Sentía la espalda sudada de frío. Su pulso iba muy rápido y los latidos de su corazón estaban avanzando a un ritmo frenético…, sentía que se le saldría del pecho si no se tranquilizaba. Había soñado con el recuerdo de aquella tarde que cambio por completo su vida.
— Hey, tranquila, solo fue una pesadilla —la voz se escuchaba tan lejana a comparación del recuerdo de ver a sus padres sin vida—. Caitlin, tranquila —sintió como alguien acariciaba su rostro, tomándolo y haciendo que viera a los ojos a la persona poseedora de esa voz calmada.
— ¿Daniel? —estaba confundida, no sabía si seguía sumida en un sueño o si estaba despierta.
— ¿Esperaba a alguien más? —cuestiono con voz suave, acariciando su mejilla. Caitlin sintió como los músculos de su cuerpo se relajaban ante el tacto y como la pesadilla, junto con el dolor del recuerdo se iban alejando.
— No te esperaba a ti para ser sincera —agarro la mano que él tenía sobre su mejilla y la apretó. Tratando de olvidar todo su pasado.
— Me gusta sorprenderte de vez en cuando… ¿una pesadilla? —indago con cautela, al tiempo en que la morena ponía su peso sobre el pecho del peli negro, recargándose en el hombro izquierdo.
— Digamos que recordé algo que no quiero recordar.
— Gritaste el nombre de tu padre —hablo con suavidad, colocando un mechón oscuro detrás de la oreja de ella.
— Soñé con la tarde en la que ellos murieron frente a mis ojos, y no pude hacer nada para evitarlo —pensaba que se pondría a llorar al nombrar aquello, pero se dio cuenta que se encontraba en un estado tan neutral que no sabía que sentir en estos momentos.
— Caitlin…, fue Jeremy quién suturo la herida de tu hombro derecho, y también la herida en la rodilla de Myra.
— ¿Ah sí? Bueno, después le daré las gracias —elevo las comisuras de sus labios para formar una sonrisa, aunque sabía que había fallado en el intento.
— No te lo decía por eso —sintió como el pecho de Daniel se elevaba, dándose cuenta que había inhalado un gran bocado de aire—. Te lo decía por lo que él me dijo que noto.
— ¿Qué noto?
— Tenías una cicatriz en tu hombro izquierdo… también hecha por una bala. ¿Cait?
— Mi padre mato a mi mama frente a mis ojos, intente detenerlo y recibí una herida de bala como consecuencia. Él se suicidio en frente de mi al no soportar lo que había hecho.
— ¿Esa es la razón de porque huiste de tu casa? —entrelazo sus dedos con los de ella.
— Sí. Sabía que la policía iba a llegar para interrogarme y saber que había sucedido. Me altere, no sabía qué hacer y antes de que pasaran más horas cogí una gran mochila con varias mudadas de ropa, dinero y comida. Corrí de mi casa antes de que alguien pudiera preguntar.
— Lo siento. Lamento lo que les sucedió a tus padres, Cait… y lo que te sucedió a ti.
— No te preocupes, de eso ya tiene rato.
— Pero sigues soñando con eso y no te hace bien.
— Supongo que algún día dejaré de hacerlo.
— Lamento haberte defraudado, Cait —detuvo sus pensamientos ante el cambio repentino de conversación.
— ¿A qué te refieres?
— No sabía lo que hacía cuando bese a Juliette. Te juro que vi tu rostro, y cuando me separe… me di cuenta que no eras tú. No era mi Caitlin a la que había besado.
— Daniel… —se vio interrumpida ante él.
— ¿Podrías perdonarme? Me sentí una basura cuando me di cuenta de lo que había hecho.
— Turner.
— Se mi Caitlin de nuevo…
— Hey —cogió el rostro del moreno con la mano derecha, intentando no mover el hombro herido que tenía—. No tengo nada de que perdonarte, ¿de acuerdo?
— ¿Eso qué significa?
— Digamos que me tendrás aún para pasar el tiempo —no le beso en los labios y aquello lo había agradecido en sus adentros. Si no que beso su frente con ternura, dejando sus labios sobre su piel por un largo rato.
Aquel gesto le recordó a su padre. Aquella tarde en la que todo cambio para ella. Pero no se alteró y simplemente se dejó llevar, tratando de recordar solo las cosas buenas de ese señor y de su madre.
— Caitlin, ¿ya llego tu madre? —la voz de su Padre interrumpió su cómoda lectura.
Puso un separador en donde se había quedado su lectura antes de cerrar el libro. Camino hacia el vestíbulo, de donde provenía la voz grave y arrastrada de su Padre. Su cara representaba el cansancio mismo, tenía unas grandes bolsas, acompañadas de notables ojeras, por debajo de sus ojos azules. Vio directamente a ese par de esferas azules que siempre lograban calmarla, pero en ese preciso momento no identifico nada, más que confusión y cansancio.
— No, no ha llegado, mama. Por cierto, ¿dónde estabas?
— Por ahí, tenía mucho trabajo en la oficina.
Mentía. Era jefe de un bufete de abogados prestigios, siendo el quien lo lideraba, pero nunca había llegado después de comer para pasar la tarde con su hija y esperar a la llegada de su amada esposa tras un largo día de trabajo. La palabra nunca se sentía tan lejana para Caitlin en esos momentos. Durante el último mes, cuando Dylan, su padre, llegaba más tarde de la hora fijada, era porque se había quedado en un bar, bebiendo de más. Odiaba que tomara, aborrecía a los borrachos, pero no podía decirle nada a su padre. Lo amaba demasiado, a pesar del carácter duro y de mierda que tenía estando con copas de más.
— De acuerdo —vacilo, encaminándose nuevamente al sofá en el que se hallaba para poder seguir con su lectura.
— Solo avísame cuando llegue tu madre, tesoro.
— Lo hare, papa.
— ¿Sabes que te amo mucho, vedad princesa? —se detuvo en seco ante el tono dulce de Dylan. Sonrió para sus adentros, acercándose a él para rodearlo en un fuerte abrazo.
— Yo también te amo, papa.
— Estaré en mi oficina —se despidió besando la frente de su hija por unos largos segundos.
Volvió a encimar sus piernas sobre el respaldo del sillón para continuar con su lectura. Una hora más tarde, escucho como se abría la puerta principal. Se levantó para saludar a su madre y cuando se acercó identifico en los ojos oscuros de ella un nerviosismo, mismo que tenía la sonrisa que había dibujado.
— Papa dijo que te avisara que está en su oficina —se cruzó de brazos después de saludarla con un abrazo. Todo ese comportamiento, más su padre en estado de ebriedad la ponían de los pelos de punta y a modo de alerta... como si algo estuviera pasando y ella fuera la única que no conocía los detalles.
— Oh, claro. Gracias, cariño —su madre se encamino hacia las escaleras para dirigirse a donde se encontraba su esposo.
— Mama... —la voz de su hija la detuvo, volteándose como reacción y proporcionando una sonrisa dulce, pero que resultaba algo inquietante para Cait en estos momentos— ¿todo bien?
— Todo está perfecto. Ahora, si me permites, iré a ver de qué quiere que hablemos tu padre.
— De acuerdo —uso el mismo tono vacilante que había tenido con Dylan.
Se dejó caer en el sillón, retomando la lectura, pero teniendo una extraña sensación alojada en su interior.
— ¡Cómo es posible que me hayas hecho eso a mí, Raquel! —los gritos de su padre la congelaron. Se levantó y se dirigió con rapidez a las escaleras, subiendo con sigilo cada una, y mientras avanzaba, el paso aumentaba de lentitud. Era como si tuviera miedo de lo que se encontraría adentro de aquella oficina.
— ¡Deja de llorar y comienza a explicar las estúpidas razones por las que me hiciste eso! —Caitlin identificaba en aquellos gritos el dolor que traían las palabras, y como le costaban a su padre pronunciarlas. Estaba llorando, o intentaba evitar hacerlo— ¡Me engañaste y no solo con cualquier hombre! ¡Me pusiste los cuernos con mi mejor amigo! Ve tú a saber por cuánto tiempo se estaban revolcando —se detuvo en seco estando en frente de las puertas que llevaban a la oficina.
Su mente se encontraba en estado de shock, tratando de procesar lo que escucho. No lo creía, no podía creer lo había dicho su padre. Se negaba a hacerlo, pero el tono de voz tan doloroso que empleo él, la hizo reaccionar.
Ahora entendía la razón de los retrasos de su madre que había tenido varios días. Comprendía el porqué de que su padre se tuviera que emborrachar: solo así se olvidaba de lo que había hecho su esposa. Ahora todo cuadraba, como si las piezas de un rompecabezas se hubieran unido, completando el misterio.
— Papa... —se adentró en la oficina, deteniéndose ante la imagen que había enfrente de ella.
— Caitlin, mi amor, retírate por favor —hablo con voz calmada su padre.
— No lo hare —sentenció. Esperaba que solo estuviera soñando y que nada de esto pasara en realidad: el engaño de su madre y como su padre la apuntaba con un arma—. Papa, baja la pistola, por favor.
— Caitlin, te estoy pidiendo de favor que te vayas. Déjame a solas con tu madre, princesa.
— Papa, por favor, solo baja esa arma y hablemos como personas civilizadas, no estás pensando las cosas con claridad.
— ¿Personas civilizadas? —escupió con enojo, llevando la mirada hacia ella, pero aun manteniendo la pistola señalando a Raquel, que simplemente estaba sollozando—. ¿Crees que fue civilizado por parte de tu madre haberme puesto el cuerno y con mi mejor amigo?
— No, pero tú no tienes por qué actuar de la misma manera..., por favor, papa, baja el arma —un sollozo se le escapo y las lágrimas comenzaron a alojarse en sus ojos.
— ¡Te dije que te largaras! —cerro los ojos con fuerza ante el dolor que le producía la imagen y las palabras de su padre.
— No me iré. Ahora vas a bajar esa maldita pistola, nos vamos a calmar y a solucionar esto —se encontró a si misma enfrente de él. Su padre tenía una cara de sorpresa en el rostro, pero no se inmuto en ningún momento ante las palabras de su hija.
— No lo creo —Caitlin escucho como quitaba el seguro de la pistola y se abalanzó hacia él para impedir que ocurriera una tragedia.
Su padre, al ser más alto que ella, elevaba la mano donde tenía sujeta el arma. Un disparo se presentó, pero la morena no perdió tiempo y siguió estirando, empujando a su padre para que dejara el arma en el suelo. Escucho otro disparo en seco, como una explosión que retumbo en sus oídos y sintió como un dolor le desgarró el hombro izquierdo. Cayó al piso y cuando distinguió lo que había pasado, otro disparo rompió el aire que había. Al escuchar el grito de su madre dirigió su mirada a esta… su cuerpo yacía en el piso. Inmóvil.
— ¡Mama! —sintió como su garganta se desgarro ante el esfuerzo que hizo en gritar, debido al dolor que le punzaba el hombro izquierdo.
Se levantó, apoyando su peso en su brazo sano. Tropezó al tiempo en que llegaba al cuerpo sin vida de Raquel. Le agarro el rostro tratando, en vano, de hacer que reaccionará. Gotas saladas comenzaron a deslizarse por su rostro con velocidad, tratando de sacar el dolor tan horrendo que oprimía su corazón.
— ¡¿Qué hiciste, papa?! ¡La mataste! ¡Mataste a mama! —Grito entre los sollozos que se le escapaban— Eres un asesino… —no sabía ni siquiera lo que decía. No estaba pensando bien las cosas. La imagen del rostro sin vida de su madre era demasiado como para pensar en algo más.
— Yo no…, yo no quería… yo… —escuchaba entre su propio llanto los sollozos provenientes de Dylan— Perdóname, cariño… Caitlin, perdóname. Yo no…, nunca olvides cuanto te amo, princesa —quito la mirada de su madre para dirigirla a su padre, a tiempo en que veía como este posicionaba el arma a un costado de su cabeza. Apretando el gatillo y terminando con su vida.
— ¡Papa, no! —se levantó de súbito, volviendo al presente.
Sentía la espalda sudada de frío. Su pulso iba muy rápido y los latidos de su corazón estaban avanzando a un ritmo frenético…, sentía que se le saldría del pecho si no se tranquilizaba. Había soñado con el recuerdo de aquella tarde que cambio por completo su vida.
— Hey, tranquila, solo fue una pesadilla —la voz se escuchaba tan lejana a comparación del recuerdo de ver a sus padres sin vida—. Caitlin, tranquila —sintió como alguien acariciaba su rostro, tomándolo y haciendo que viera a los ojos a la persona poseedora de esa voz calmada.
— ¿Daniel? —estaba confundida, no sabía si seguía sumida en un sueño o si estaba despierta.
— ¿Esperaba a alguien más? —cuestiono con voz suave, acariciando su mejilla. Caitlin sintió como los músculos de su cuerpo se relajaban ante el tacto y como la pesadilla, junto con el dolor del recuerdo se iban alejando.
— No te esperaba a ti para ser sincera —agarro la mano que él tenía sobre su mejilla y la apretó. Tratando de olvidar todo su pasado.
— Me gusta sorprenderte de vez en cuando… ¿una pesadilla? —indago con cautela, al tiempo en que la morena ponía su peso sobre el pecho del peli negro, recargándose en el hombro izquierdo.
— Digamos que recordé algo que no quiero recordar.
— Gritaste el nombre de tu padre —hablo con suavidad, colocando un mechón oscuro detrás de la oreja de ella.
— Soñé con la tarde en la que ellos murieron frente a mis ojos, y no pude hacer nada para evitarlo —pensaba que se pondría a llorar al nombrar aquello, pero se dio cuenta que se encontraba en un estado tan neutral que no sabía que sentir en estos momentos.
— Caitlin…, fue Jeremy quién suturo la herida de tu hombro derecho, y también la herida en la rodilla de Myra.
— ¿Ah sí? Bueno, después le daré las gracias —elevo las comisuras de sus labios para formar una sonrisa, aunque sabía que había fallado en el intento.
— No te lo decía por eso —sintió como el pecho de Daniel se elevaba, dándose cuenta que había inhalado un gran bocado de aire—. Te lo decía por lo que él me dijo que noto.
— ¿Qué noto?
— Tenías una cicatriz en tu hombro izquierdo… también hecha por una bala. ¿Cait?
— Mi padre mato a mi mama frente a mis ojos, intente detenerlo y recibí una herida de bala como consecuencia. Él se suicidio en frente de mi al no soportar lo que había hecho.
— ¿Esa es la razón de porque huiste de tu casa? —entrelazo sus dedos con los de ella.
— Sí. Sabía que la policía iba a llegar para interrogarme y saber que había sucedido. Me altere, no sabía qué hacer y antes de que pasaran más horas cogí una gran mochila con varias mudadas de ropa, dinero y comida. Corrí de mi casa antes de que alguien pudiera preguntar.
— Lo siento. Lamento lo que les sucedió a tus padres, Cait… y lo que te sucedió a ti.
— No te preocupes, de eso ya tiene rato.
— Pero sigues soñando con eso y no te hace bien.
— Supongo que algún día dejaré de hacerlo.
— Lamento haberte defraudado, Cait —detuvo sus pensamientos ante el cambio repentino de conversación.
— ¿A qué te refieres?
— No sabía lo que hacía cuando bese a Juliette. Te juro que vi tu rostro, y cuando me separe… me di cuenta que no eras tú. No era mi Caitlin a la que había besado.
— Daniel… —se vio interrumpida ante él.
— ¿Podrías perdonarme? Me sentí una basura cuando me di cuenta de lo que había hecho.
— Turner.
— Se mi Caitlin de nuevo…
— Hey —cogió el rostro del moreno con la mano derecha, intentando no mover el hombro herido que tenía—. No tengo nada de que perdonarte, ¿de acuerdo?
— ¿Eso qué significa?
— Digamos que me tendrás aún para pasar el tiempo —no le beso en los labios y aquello lo había agradecido en sus adentros. Si no que beso su frente con ternura, dejando sus labios sobre su piel por un largo rato.
Aquel gesto le recordó a su padre. Aquella tarde en la que todo cambio para ella. Pero no se alteró y simplemente se dejó llevar, tratando de recordar solo las cosas buenas de ese señor y de su madre.
Atenea.
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Re: The Roadtrip
No es el más largo que he hecho, de verdad ._.
y ni hablemos de mily kajsdajsndjas
y ni hablemos de mily kajsdajsndjas
Atenea.
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Re: The Roadtrip
MIS FEELS OMG GINA TE ODIO TANTO POR TU HERMOSO CAPÍTULO Y EDITARÉ CUANDO LLEGUÉ A MI CASA PORQUE YA ME VOY PERO ;_, LA ULTIMA PARTE ZAYLENA DIOS ;_;
espero el comentario de mi cap ;_; eso, te amo
espero el comentario de mi cap ;_; eso, te amo
peralta.
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Re: The Roadtrip
JAJAJAJAJA, culpa al libro de Prueba de Fuego, me ayudo a escribir ;___;
releeré tu cap para comentar, te amo también
releeré tu cap para comentar, te amo también
Atenea.
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Re: The Roadtrip
mañana me siento a comentar gin pero que sepas que ame el capitulo y si me hiciste sufrir como te dije ): desgraciada u_u ya vas a ver en mi capitulo pero lo ame <3333
dejo este gif pq me gusto
nayeon.
Re: The Roadtrip
bueno, a comentar esto como se debe
¿te fijas que casi siempre soy la primera en comentar tus capítulos?
cuando leí los primeros diálogos del capítulo me estaba preparando para lo peor, PERO NO HABIA NADA QUE ME PREPARARA PARA LA ESCENA FINAL WEONA.
Mason y Holder me reí bastante en esa escena porque Mason bien de que "oh te gusta Caitlin, sé que si " y la peLEA DE JULES CON CAITLIN, POR DIOS QUE TE PASA CAITLIN, O SEA NO TE DEJABAS CON PENNY PERO SI CON JULIETTE?!?!?!? #JUSTICIAPARATODOS
pero lo que me encanta de todo esto, es que Holder se quedará con Juliette al final de todo xD
MasonxDamen broship broship 5evah (eso me recuerda que le debo un mp a Valu)
Y EL ASALTO DE LAS CHICAS AMBAS APUNTADAS CON PISTOLAS DANIEL Y SEBASTIEN LLEGAN A SALVARLAS WEONA NO ME ESPERABA NADA DE ESO, TE LO JURO, Y LUEGO LLEGARON AL CAMPAMENTO Y MASON, EN LUGAR DE AYUDAR A SU QUERIDA AMADA SE PONE A DROGARSE Y TOMAR ESO NO SE HACE, MASON me quede con cara de " enserio Mason? ENSERIO? COMO SE TE OCURRE HACER ESO" y la historia de Caitlin ;_; ha sido una de las más tristes que haya leído ;_;
NO HAY Necesidad de decir lo que siento por tu capítulo, lo amé ;_;
¿te fijas que casi siempre soy la primera en comentar tus capítulos?
cuando leí los primeros diálogos del capítulo me estaba preparando para lo peor, PERO NO HABIA NADA QUE ME PREPARARA PARA LA ESCENA FINAL WEONA.
en primera, amo a Mason y a todo lo que siente respecto a Caitlin. Amo la trama que tienes entre ellos dos pero lo que más amo, es que Caitlin no se da cuenta de eso ;_; o sea, todo el mundo en el campamento sabe de los sentimientos de Mason pero ella no .-.[...]y en cuanto a Daniel, de alguna forma, él logro pasar esos muros y hacerme creer que puedo querer a alguien, a pesar de haber caído en un abismo de odio, resentimiento y dolor —esas palabras fueron como un balde de agua fría para Mason, fue lo que necesitaba para caer en la cruel realidad, aquella que se había negado a aceptar hasta ahora.[...]
EXACCCCTO, CAITLIN NO SE PUEDE HACER LA VÍCTIMA EN TODO ESTO PORQUE ELLA TAMBIÉN HABÍA HECHO LO MISMO ;_; #defendiendoamibebeDaniel¿Acaso ella no había hecho lo mismo hace una aproximadamente una semana o más, y de igual manera en las mismas condiciones que Daniel? Ambos habían estado drogados o con bebidas de más dentro de su organismo. Ninguno había pensado con racionalidad lo que habían hecho, hasta unos segundos después de besar a alguien más que no fuera su pareja.
Mason y Holder me reí bastante en esa escena porque Mason bien de que "oh te gusta Caitlin, sé que si " y la peLEA DE JULES CON CAITLIN, POR DIOS QUE TE PASA CAITLIN, O SEA NO TE DEJABAS CON PENNY PERO SI CON JULIETTE?!?!?!? #JUSTICIAPARATODOS
yo sé que mi bebé si la defendería, pero estaba en un estado de shock que no sabía que hacer en esos momentos, YO LO SÉTrago duro. Diferencio entre todos los rostros el de Holder y el Daniel; darse cuenta de que no trataron de intervenir la puso de por estado.
pero lo que me encanta de todo esto, es que Holder se quedará con Juliette al final de todo xD
MasonxDamen broship broship 5evah (eso me recuerda que le debo un mp a Valu)
Y EL ASALTO DE LAS CHICAS AMBAS APUNTADAS CON PISTOLAS DANIEL Y SEBASTIEN LLEGAN A SALVARLAS WEONA NO ME ESPERABA NADA DE ESO, TE LO JURO, Y LUEGO LLEGARON AL CAMPAMENTO Y MASON, EN LUGAR DE AYUDAR A SU QUERIDA AMADA SE PONE A DROGARSE Y TOMAR ESO NO SE HACE, MASON me quede con cara de " enserio Mason? ENSERIO? COMO SE TE OCURRE HACER ESO" y la historia de Caitlin ;_; ha sido una de las más tristes que haya leído ;_;
ME IMAGINE LA ESCENA COMO LA PUSISTE Y MYS FEELS Y FUE MUCHO PARA MI— Hey, tranquila, solo fue una pesadilla —la voz se escuchaba tan lejana a comparación del recuerdo de ver a sus padres sin vida—. Caitlin, tranquila —sintió como alguien acariciaba su rostro, tomándolo y haciendo que viera a los ojos a la persona poseedora de esa voz calmada.
— No te lo decía por eso —sintió como el pecho de Daniel se elevaba, dándose cuenta que había inhalado un gran bocado de aire—. Te lo decía por lo que él me dijo que noto.
— Digamos que me tendrás aún para pasar el tiempo —no le beso en los labios y aquello lo había agradecido en sus adentros. Si no que beso su frente con ternura, dejando sus labios sobre su piel por un largo rato.
Aquel gesto le recordó a su padre. Aquella tarde en la que todo cambio para ella. Pero no se alteró y simplemente se dejó llevar, tratando de recordar solo las cosas buenas de ese señor y de su madre.
NO HAY Necesidad de decir lo que siento por tu capítulo, lo amé ;_;
peralta.
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Re: The Roadtrip
no has comentado mi cap, anto ); puedes subur, vale todavia no se aparece c:
peralta.
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Re: The Roadtrip
si, perdón steph ): tengo que ponerme las pilas. termino de escribir y subo pq después voy a estar ausente seguroHook. escribió:no has comentado mi cap, anto ); puedes subur, vale todavia no se aparece c:
bhavi.
Re: The Roadtrip
- Spoiler:
- holaaa, bueno ): quería escribir mas pero tengo que ir a estudiar bc mañana rindo matemática y no estudié nada espero que les guste y no sé ):
CAPITULO 45
BY KITTY SYKES 2014.
Varios días habían pasado desde aquella conversación con Caitlin, y todavía las palabras de la castaña rondaban en la mente de Juliette como un disco rallado. Nunca había odiado a nadie, pero ese sentimiento— rabia, angustia, dolor, impotencia— la atormentaba. No quería admitirlo, pero al fin y al cabo, odiaba a Caitlin Young. ¡Y cuánto! Estaba herida, Caitlin había abierto una cicatriz que hace tiempo se encargaba en ocultar. Lo había logrado, o al menos eso creía. Ya que por séptima vez en la semana se encontraba llorando en silencio, se sentía estúpida e inofensiva— de todos modos, así era ella—, la odiaba. La odiaba como nunca imagino que podría llegar a odiar a alguien. Sus palabras eran puñales y dolían como tales. Odiaba saber que Caitlin había logrado lo que quería, joderle la vida. ¿Qué había hecho mal para ganarse esas palabras? Si bien sabía que tenía una boca grande, y cuando tuvo la oportunidad de quedarse callada, no lo hizo. ¿Tanto la odiaba? El sentimiento no era mutuo hace no más de unos días, ahora ambas se odiaban a muerte.
Se levantó de su lugar y dirigió sus manos hacía su cara, ocultando cualquier rastro de lagrimas. Juliette no iba a tenerle miedo a Caitlin. Pensaba que todos merecían una segunda oportunidad, pero personas como Young estaban fuera de esa lista. Se había dado cuenta de que todos los rumores acerca de ella eran ciertos. Ella era una perra sin sentimientos, le habló sin ningún tipo de remordimiento y sabía— mejor que nadie— cuánto sus palabras la habían afectado. Estaba cansada de que todos la consideraran una niñita. Estaba decidida a demostrar que se equivocaban.
Y lo había hecho. Les había demostrado a todos que ella no era ninguna niña idiota. Y aun no podía creerlo. Media o tal vez, una hora había pasado desde que se enfrentó a Young. Y no se arrepentía de ninguna de sus palabras, a pesar de saber que el hecho de meterse con sus padres había estado mal, Juliette no se arrepentía. Ella se lo merecía, ¿verdad? Suspiró, caminando sumida en sus pensamientos. No tenía ganas de hablar con nadie, no en esos momentos. Pero no todo es como queremos que sea.
— ¿Qué crees que has hecho, Juliette?— Holder alzó la voz tomando a la rubia del brazo— ¿Estas loca, o qué?
— Suéltame— exigió Juliette mirando con rabia al chico. Estaba cargada de coraje, nunca hubiese pensado -hasta ahora-, que alguna vez en su vida le hablaría a una persona como lo hizo con Caitlin—. Holder, hablo en serio. Suéltame.
— ¿Puedes, acaso, pensarlo un segundo? Te has jodido sola, rubia. Escúchame una puta vez en tu vida.
— ¡No! Tú no entiendes nada, tú no fuiste el que tuvo que escuchar cada una de sus palabras. ¡Ella sabía cuánto me estaba lastimando y nadie la paro! — los ojos se le llenaron de lagrimas, no quería llorar. Trataba de pensar en otras cosas. Su respiración estaba agitada, temía hablar y que su voz se rompiera— ¡No la has escuchado! Mis palabras no valieron nada comparado con todo lo que me ha dicho ella a mí. No entiendes.
Y en efecto, pasó. Se encontraba hundida en el pecho de la persona menos esperada, pero la única que le brindaba su compañía en estos momentos. Los brazos de Holder rodearon la cintura de la rubia, mientras esta mantenía sus manos en el pecho del chico. A simple vista podías verlo, ellos eran el día y la noche. Sus mundos eran distintos, sus formas de ser también lo eran, pero ambos encajaban el uno con el otro... perfectamente.
— ¿Por qué lloras?— cuestionó el pelinegro luego de unos minutos.
— Holder...— suspiró Jules, levantando su cabeza para mirar a Holder, quien retiro sus manos del cuerpo de la chica, para ahora limpiarse las lágrimas, sus movimientos eran cautelosos. En cuento notó que la chica no oponía resistencia, sonrió— yo debo ir a hablar con Daniel.
Los ojos de Robbenson la miraron confundidos— Deja de jugar con fuego, Juliette.
— ¿Eres mi conciencia ahora, eh?— la rubia rió, pero no había una pizca de gracia en su risa.
— Solo trato de cuidarte— murmuró lo suficientemente alto como para que Jules pudiera oírlo.
— ¿Cuidarme? ¿Hablas en serio? Aléjate de mi si eso es lo que quieres hacer, no vaya a ser que tu mejor amiga nos vea y me asesine mientras duermo, tendría un motivo mas por el cual hacerlo— expresó cínicamente, sin medir sus palabras. Holder no respondió, se limitó a mirar hacia otro lado, tenía la mandíbula tensa. Fue entonces cuando el rostro de la chica se suavizó, había sido cruel, y ella no era ese tipo de persona— Hey, lo siento, ¿si? No quise sonar así, es que tú principalmente no me caes del todo bien y toda esta situación me parece tan extraña…— divagó.
— Como digas— Holder se encogió de hombros, estaba enojado, decepcionado, y en su cabeza sabía que estaba haciendo las cosas mal. Él debería estar con Caitlin. Se supone que es su amigo.
— Yo… uhm, nos vemos. Y eh… gracias— se despidió girando sobre sus talones.
— ¡Jules! — gritó Holder cuando la chica se había alejado.
— ¿Qué? — respondió de la misma manera, cruzando los brazos.
— Bonito trasero, amor— y ahí esta él, sonriendo con autosuficiencia, mientras la rubia le mostraba el dedo medio. Esos eran ellos, Juliette y Holder. Quienes tenían una relación una tanto extraña. Cuando Jules dio la vuelta, no pudo evitar sonreír. Maldito Holder Robbenson.
Entendería el hecho de que ahora Caitlin llegase a odiarlo. La comprendería totalmente. Él no hizo nada para parar a Juliette. En su cabeza la pregunta “¿por qué no lo había hecho?” se repetía como una cinta desgastada. Dejó de pensar en la pequeña castaña que en estos momentos debía de estar maldiciéndolo como nunca nadie podría hacerlo. Sus pensamientos fueron hacia la –extraña- charla que había tenido con Mason. A decir verdad, nunca imaginó que el castaño se tomara la molestia de hablarle, ya que sabía que no era de su agrado. Luego la extraña pregunta, ¿a él le gustaba Caitlin? No, claro que no. De eso estaba seguro, es más, podría afirmar que le gustaba aquella chica de cabello rubio, ojos penetrantes y una sonrisa encantadora. ¡Maldición! Le encanta Juliette y era algo obvio. Volviendo al tema de Mason, él sabía mejor que nadie que aquel ojiazul moría por su amiga (¿o tal vez ex?). Le gustaba la idea de que alguien amara tanto a Cait como Mason lo hacía. De hecho, Mason era más obvio que él con Jules.
Daniel. Daniel no le caía muy bien, aunque estaba agradecido con él por dejarlo entrar al viaje. De todos modos, el moreno no le terminaba de cerrar, y mucho menos cuando besó a Juliette, pero eso es otro tema. Él no debía estar con Caitlin, era algo insana su relación y últimamente lo único que hacían era sufrir. Cait había besado a Jeremy. Luego Daniel a Juliette (ugh), ¿por qué siguen con una relación que no va a ningún lado? Se querían, de eso no había duda. Pero no se amaban. Él no era quien para meterse en relaciones ajenas, pero Cait estaba metida en el tema. Y no quería verla sufrir. Se arrepentía de no haber detenido a Jules, si que lo hacia.
Caminó decidido hasta donde la pelinegra se hallaba, sola. Se sentó a su lado sin omitir ninguna palabra. Caitlin lo miró, su ceja izquierda se elevó, en señal de interrogación. Vamos, Holder, se autoalentó.
— Lo siento, Cait. En serio, no sabes cuánto. Debí haberla parado, sin embargo, me quedé ahí parado como el idiota que soy— hablaba rápidamente, atropellándose con sus propias palabras. Sonaba desesperado, y fue cuando Caitlin se dio cuenta de que su mejor amigo estaba siendo sincero—, lo siento tanto.
— Lo sé, Holder, lo sé— la voz de la morena era suave, el chico la tomó de la cintura levantándola en el aire y haciéndola girar, repitiendo “gracias, gracias” — ¡Idiota! ¡Bájame! — el pelinegro sonrió satisfecho. Había conseguido su objetivo: había hecho reír a su mejor amiga.
— ¡Lo conseguí! — festejó sonriendo.
— ¿De qué hablas? — frunció el ceño, confundida.
— Has reído, Cait. He conseguido que rías, cariño. No sabes cuán feliz me hace eso.
— Eres un idiota.
— Idiota y todo, te he sacado una sonrisa.
Caitlin volvió a sonreír— Pensaba que… era el final, ¿sabes?
— No vas a deshacerte tan fácilmente de mi, no dejaré que lo hagas.
— Te quiero.
— Yo te quiero a ti también, Cait.
Juliette se encontraba junto a Harry y Apple, ambos comenzaron a bombardearla de preguntas en el momento se acercó a ellos. Se sentía un tanto incómoda, cosa que sus amigos comprendieron.
— He visto a Myra hablando con Caitlin— comentó Harry, la mirada de la rubia subió encontrándose con los ojos verdes de su amigo.
— Es comprensible, supongo— se encogió de hombros, restándole importancia.
— ¿Comprensible? — inquirió Apple frunciendo el ceño.
— Después de todo, eran mejor amigas, ¿o no? — ambos asintieron—. Eso, Myra quiere a Caitlin, y supongo que ella también quiere a Myra. Después de todo, se conocen mucho más de lo que yo podría hacerlo en este viaje.
— Eso debería ofenderme y ponerme bastante celosa, Juliette— acusó la castaña.
— ¿Sabes que te amo, verdad? — Jules puso su mejor sonrisa.
— Oh maldita. No todo se arregla con un te amo. Pero, de todos modos, yo te amo más.
— ¡Mujeres! — exclamó Harold sumándose a la conversación—. ¿Quién las entiende?
En el momento que Juliette iba a replicarle a su amigo, su mirada se pierde en Daniel. Solo. Sin Caitlin, ni nadie cerca. Se despidió de sus amigos, rápidamente se dirigió hacia el moreno. Casi sin pensarlo. Casi sin recordar las palabras de Holder. Estaba jodida con Young, un poco más, ¿qué cambiaría?
— Eh… ¿hola? — no sabía qué decir en esos momentos. Él la había besado. Y luego, ignorado. ¿Acaso no tienes orgullo?, se reprochó.
— Jules— dijo en forma de saludo, antes de que la rubia pudiera decir algo, él la interrumpió— Siento lo del beso, fue una confusión, Jules, yo no quería besarte. Maldición eso sonó mal, pero…
Y en eso momento, Jules dejó de escucharlo. ¡Claro! ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? ¿Cómo habría podido pensar que Daniel la besó porque él quería hacerlo? En esos momentos se sentía la persona más insignificante del mundo. Quería, simplemente, desaparecer. Después de todo, Caitlin no estaba tan errada. Sin darse cuenta, las lágrimas comenzaron a caer.
— No, Jules, no llores— las palabras de Daniel la sacaron de su trance—. Lo siento, no quería lastimarte. Yo no sabía que tu… mierda.
— Está bien, Daniel— respondió con voz ahogada—. Tú no tienes que disculparte, hablo en serio.
— Pero yo…
— Tú me besaste, y fue una equivocación. No hubo tiempo de que me dieras una explicación y yo, como una estúpida, me hice ilusiones. No es tu culpa.
— Eres hermosa, Juliette, mas yo…
— No hace falta que digas nada. Tranquilo— sin más, la rubia le dedicó una sonrisa al mayor de los Turner y se alejó.
Ahora si, necesitaba estar sola. ¿Cómo pudo haber pensado tal estupidez? Daniel nunca se fijaría en alguien como ella. Era un idiota, a fin de cuentas. Caitlin no se equivocaba. “Solo abre los ojos, pequeña ilusa… no significas absolutamente nada para Daniel, es más… ni siquiera sabía quién eras hace un par de días; y para Myra, bueno, trata de buscar una suplente para mi lugar… no eres nadie, Juliette.”
Se recostó sobre el pasto. No había hablado con Myra desde hace días… Juliette le había tomado un gran cariño a la morena, sin embargo, parece que no era mutuo. Al menos así lo notaba. Cerró los ojos y soltó el aire contenido. No la estaba pasando para nada bien. Por lo menos has logrado enfrentar a Caitlin Young, pensó. Si, lo había hecho. Pero eso no la había hecho sentir mejor consigo misma. Sentía que debía pedirle disculpas, ¡pero vamos! No lo haría. Nunca.
— July— Harry se recostó a su lado, sin mirarla.
— ¿Y Apple? — cuestionó.
— Dijo que iría a dar una vuelta, le dije si quería que la acompañara y me ha dicho que quería estar sola. Quizá debas hablar con ella luego, digo… son mujeres y se entienden y toda esa mierda.
— Ten por seguro que lo haré— suspiró, y por fin, miró a su amigo—. Harry creo que deberías hablar con App, acerca de tus sentimientos. Es decir, no puedes ocultárselo.
— Si puedo, Jules, es lo que estoy haciendo. De todos modos, no tiene caso. Ella no me quiere de la misma forma.
— ¿Cómo estas tan seguro de eso? — elevó una ceja, mientras sonreía.
— ¿Sabes algo que yo no?
— No— negó en un susurró—. Quiero tirarme a un pozo. Y si es posible, no salir nunca.
— ¿Qué te detiene, mi querida amiga blonda? — comentó el chico de rulos divertido.
Ambos rieron, el ánimo de Juliette había cambiado radicalmente, gracias a Harry. Él y Apple poseían esa capacidad de hacerla sonreír en los peores momentos. Esa era una de las tantas razones por la cual los amaba.
— Oye, ¿no has notado la actitud que tiene Holder contigo? — se animó a preguntar el ruloso luego de un silencio.
— Si, es un maldito idiota conmigo— dijo indignada.
— ¿Hablas en serio, July? Oh vamos, le gustas— ¿qué?
— Deja de decir idioteces, Hazz. ¡Nunca podría gustarle a él! Somos dos personas completamente distintas.
— Nunca has escuchado la frase “los opuestos se atraen.”
— Es una ley de la física. Y Holder no me atrae, en lo más mínimo.
Holder. Holder no es la clase de chico que querrás presentarle a tus padres, sobretodo a los de Juliette. Había que admitirlo, aquel pelinegro lleno de tatuajes de actitud desafiante, le atraía. Pero nunca iba a aceptarlo. Y luego estaba Daniel. Ella seguía “enamorada” de él. Le encantaría poder sacarlo de su cabeza, pero, ¿a quién quiere engañar? Si seguía pensando en él, nunca iba a lograrlo.
Quizá debería intentar hablar con Robberson. La irritaba tanto, pero hoy habían logrado tener una conversación normal (sin contar el final, obviamente). Pero esa idea se esfumó tan pronto como llego al verlo pasar junto a Caitlin. Abrazados. Ya no quería provocar a aquella chica, no. Y comenzar a relacionarse más de lo que debería con su mejor amigo, sería algo así como un conseguir un boleto gratis directo al infierno.
Se levantó de su lugar y dirigió sus manos hacía su cara, ocultando cualquier rastro de lagrimas. Juliette no iba a tenerle miedo a Caitlin. Pensaba que todos merecían una segunda oportunidad, pero personas como Young estaban fuera de esa lista. Se había dado cuenta de que todos los rumores acerca de ella eran ciertos. Ella era una perra sin sentimientos, le habló sin ningún tipo de remordimiento y sabía— mejor que nadie— cuánto sus palabras la habían afectado. Estaba cansada de que todos la consideraran una niñita. Estaba decidida a demostrar que se equivocaban.
Y lo había hecho. Les había demostrado a todos que ella no era ninguna niña idiota. Y aun no podía creerlo. Media o tal vez, una hora había pasado desde que se enfrentó a Young. Y no se arrepentía de ninguna de sus palabras, a pesar de saber que el hecho de meterse con sus padres había estado mal, Juliette no se arrepentía. Ella se lo merecía, ¿verdad? Suspiró, caminando sumida en sus pensamientos. No tenía ganas de hablar con nadie, no en esos momentos. Pero no todo es como queremos que sea.
— ¿Qué crees que has hecho, Juliette?— Holder alzó la voz tomando a la rubia del brazo— ¿Estas loca, o qué?
— Suéltame— exigió Juliette mirando con rabia al chico. Estaba cargada de coraje, nunca hubiese pensado -hasta ahora-, que alguna vez en su vida le hablaría a una persona como lo hizo con Caitlin—. Holder, hablo en serio. Suéltame.
— ¿Puedes, acaso, pensarlo un segundo? Te has jodido sola, rubia. Escúchame una puta vez en tu vida.
— ¡No! Tú no entiendes nada, tú no fuiste el que tuvo que escuchar cada una de sus palabras. ¡Ella sabía cuánto me estaba lastimando y nadie la paro! — los ojos se le llenaron de lagrimas, no quería llorar. Trataba de pensar en otras cosas. Su respiración estaba agitada, temía hablar y que su voz se rompiera— ¡No la has escuchado! Mis palabras no valieron nada comparado con todo lo que me ha dicho ella a mí. No entiendes.
Y en efecto, pasó. Se encontraba hundida en el pecho de la persona menos esperada, pero la única que le brindaba su compañía en estos momentos. Los brazos de Holder rodearon la cintura de la rubia, mientras esta mantenía sus manos en el pecho del chico. A simple vista podías verlo, ellos eran el día y la noche. Sus mundos eran distintos, sus formas de ser también lo eran, pero ambos encajaban el uno con el otro... perfectamente.
— ¿Por qué lloras?— cuestionó el pelinegro luego de unos minutos.
— Holder...— suspiró Jules, levantando su cabeza para mirar a Holder, quien retiro sus manos del cuerpo de la chica, para ahora limpiarse las lágrimas, sus movimientos eran cautelosos. En cuento notó que la chica no oponía resistencia, sonrió— yo debo ir a hablar con Daniel.
Los ojos de Robbenson la miraron confundidos— Deja de jugar con fuego, Juliette.
— ¿Eres mi conciencia ahora, eh?— la rubia rió, pero no había una pizca de gracia en su risa.
— Solo trato de cuidarte— murmuró lo suficientemente alto como para que Jules pudiera oírlo.
— ¿Cuidarme? ¿Hablas en serio? Aléjate de mi si eso es lo que quieres hacer, no vaya a ser que tu mejor amiga nos vea y me asesine mientras duermo, tendría un motivo mas por el cual hacerlo— expresó cínicamente, sin medir sus palabras. Holder no respondió, se limitó a mirar hacia otro lado, tenía la mandíbula tensa. Fue entonces cuando el rostro de la chica se suavizó, había sido cruel, y ella no era ese tipo de persona— Hey, lo siento, ¿si? No quise sonar así, es que tú principalmente no me caes del todo bien y toda esta situación me parece tan extraña…— divagó.
— Como digas— Holder se encogió de hombros, estaba enojado, decepcionado, y en su cabeza sabía que estaba haciendo las cosas mal. Él debería estar con Caitlin. Se supone que es su amigo.
— Yo… uhm, nos vemos. Y eh… gracias— se despidió girando sobre sus talones.
— ¡Jules! — gritó Holder cuando la chica se había alejado.
— ¿Qué? — respondió de la misma manera, cruzando los brazos.
— Bonito trasero, amor— y ahí esta él, sonriendo con autosuficiencia, mientras la rubia le mostraba el dedo medio. Esos eran ellos, Juliette y Holder. Quienes tenían una relación una tanto extraña. Cuando Jules dio la vuelta, no pudo evitar sonreír. Maldito Holder Robbenson.
***
Entendería el hecho de que ahora Caitlin llegase a odiarlo. La comprendería totalmente. Él no hizo nada para parar a Juliette. En su cabeza la pregunta “¿por qué no lo había hecho?” se repetía como una cinta desgastada. Dejó de pensar en la pequeña castaña que en estos momentos debía de estar maldiciéndolo como nunca nadie podría hacerlo. Sus pensamientos fueron hacia la –extraña- charla que había tenido con Mason. A decir verdad, nunca imaginó que el castaño se tomara la molestia de hablarle, ya que sabía que no era de su agrado. Luego la extraña pregunta, ¿a él le gustaba Caitlin? No, claro que no. De eso estaba seguro, es más, podría afirmar que le gustaba aquella chica de cabello rubio, ojos penetrantes y una sonrisa encantadora. ¡Maldición! Le encanta Juliette y era algo obvio. Volviendo al tema de Mason, él sabía mejor que nadie que aquel ojiazul moría por su amiga (¿o tal vez ex?). Le gustaba la idea de que alguien amara tanto a Cait como Mason lo hacía. De hecho, Mason era más obvio que él con Jules.
Daniel. Daniel no le caía muy bien, aunque estaba agradecido con él por dejarlo entrar al viaje. De todos modos, el moreno no le terminaba de cerrar, y mucho menos cuando besó a Juliette, pero eso es otro tema. Él no debía estar con Caitlin, era algo insana su relación y últimamente lo único que hacían era sufrir. Cait había besado a Jeremy. Luego Daniel a Juliette (ugh), ¿por qué siguen con una relación que no va a ningún lado? Se querían, de eso no había duda. Pero no se amaban. Él no era quien para meterse en relaciones ajenas, pero Cait estaba metida en el tema. Y no quería verla sufrir. Se arrepentía de no haber detenido a Jules, si que lo hacia.
Caminó decidido hasta donde la pelinegra se hallaba, sola. Se sentó a su lado sin omitir ninguna palabra. Caitlin lo miró, su ceja izquierda se elevó, en señal de interrogación. Vamos, Holder, se autoalentó.
— Lo siento, Cait. En serio, no sabes cuánto. Debí haberla parado, sin embargo, me quedé ahí parado como el idiota que soy— hablaba rápidamente, atropellándose con sus propias palabras. Sonaba desesperado, y fue cuando Caitlin se dio cuenta de que su mejor amigo estaba siendo sincero—, lo siento tanto.
— Lo sé, Holder, lo sé— la voz de la morena era suave, el chico la tomó de la cintura levantándola en el aire y haciéndola girar, repitiendo “gracias, gracias” — ¡Idiota! ¡Bájame! — el pelinegro sonrió satisfecho. Había conseguido su objetivo: había hecho reír a su mejor amiga.
— ¡Lo conseguí! — festejó sonriendo.
— ¿De qué hablas? — frunció el ceño, confundida.
— Has reído, Cait. He conseguido que rías, cariño. No sabes cuán feliz me hace eso.
— Eres un idiota.
— Idiota y todo, te he sacado una sonrisa.
Caitlin volvió a sonreír— Pensaba que… era el final, ¿sabes?
— No vas a deshacerte tan fácilmente de mi, no dejaré que lo hagas.
— Te quiero.
— Yo te quiero a ti también, Cait.
***
Juliette se encontraba junto a Harry y Apple, ambos comenzaron a bombardearla de preguntas en el momento se acercó a ellos. Se sentía un tanto incómoda, cosa que sus amigos comprendieron.
— He visto a Myra hablando con Caitlin— comentó Harry, la mirada de la rubia subió encontrándose con los ojos verdes de su amigo.
— Es comprensible, supongo— se encogió de hombros, restándole importancia.
— ¿Comprensible? — inquirió Apple frunciendo el ceño.
— Después de todo, eran mejor amigas, ¿o no? — ambos asintieron—. Eso, Myra quiere a Caitlin, y supongo que ella también quiere a Myra. Después de todo, se conocen mucho más de lo que yo podría hacerlo en este viaje.
— Eso debería ofenderme y ponerme bastante celosa, Juliette— acusó la castaña.
— ¿Sabes que te amo, verdad? — Jules puso su mejor sonrisa.
— Oh maldita. No todo se arregla con un te amo. Pero, de todos modos, yo te amo más.
— ¡Mujeres! — exclamó Harold sumándose a la conversación—. ¿Quién las entiende?
En el momento que Juliette iba a replicarle a su amigo, su mirada se pierde en Daniel. Solo. Sin Caitlin, ni nadie cerca. Se despidió de sus amigos, rápidamente se dirigió hacia el moreno. Casi sin pensarlo. Casi sin recordar las palabras de Holder. Estaba jodida con Young, un poco más, ¿qué cambiaría?
— Eh… ¿hola? — no sabía qué decir en esos momentos. Él la había besado. Y luego, ignorado. ¿Acaso no tienes orgullo?, se reprochó.
— Jules— dijo en forma de saludo, antes de que la rubia pudiera decir algo, él la interrumpió— Siento lo del beso, fue una confusión, Jules, yo no quería besarte. Maldición eso sonó mal, pero…
Y en eso momento, Jules dejó de escucharlo. ¡Claro! ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? ¿Cómo habría podido pensar que Daniel la besó porque él quería hacerlo? En esos momentos se sentía la persona más insignificante del mundo. Quería, simplemente, desaparecer. Después de todo, Caitlin no estaba tan errada. Sin darse cuenta, las lágrimas comenzaron a caer.
— No, Jules, no llores— las palabras de Daniel la sacaron de su trance—. Lo siento, no quería lastimarte. Yo no sabía que tu… mierda.
— Está bien, Daniel— respondió con voz ahogada—. Tú no tienes que disculparte, hablo en serio.
— Pero yo…
— Tú me besaste, y fue una equivocación. No hubo tiempo de que me dieras una explicación y yo, como una estúpida, me hice ilusiones. No es tu culpa.
— Eres hermosa, Juliette, mas yo…
— No hace falta que digas nada. Tranquilo— sin más, la rubia le dedicó una sonrisa al mayor de los Turner y se alejó.
Ahora si, necesitaba estar sola. ¿Cómo pudo haber pensado tal estupidez? Daniel nunca se fijaría en alguien como ella. Era un idiota, a fin de cuentas. Caitlin no se equivocaba. “Solo abre los ojos, pequeña ilusa… no significas absolutamente nada para Daniel, es más… ni siquiera sabía quién eras hace un par de días; y para Myra, bueno, trata de buscar una suplente para mi lugar… no eres nadie, Juliette.”
Se recostó sobre el pasto. No había hablado con Myra desde hace días… Juliette le había tomado un gran cariño a la morena, sin embargo, parece que no era mutuo. Al menos así lo notaba. Cerró los ojos y soltó el aire contenido. No la estaba pasando para nada bien. Por lo menos has logrado enfrentar a Caitlin Young, pensó. Si, lo había hecho. Pero eso no la había hecho sentir mejor consigo misma. Sentía que debía pedirle disculpas, ¡pero vamos! No lo haría. Nunca.
— July— Harry se recostó a su lado, sin mirarla.
— ¿Y Apple? — cuestionó.
— Dijo que iría a dar una vuelta, le dije si quería que la acompañara y me ha dicho que quería estar sola. Quizá debas hablar con ella luego, digo… son mujeres y se entienden y toda esa mierda.
— Ten por seguro que lo haré— suspiró, y por fin, miró a su amigo—. Harry creo que deberías hablar con App, acerca de tus sentimientos. Es decir, no puedes ocultárselo.
— Si puedo, Jules, es lo que estoy haciendo. De todos modos, no tiene caso. Ella no me quiere de la misma forma.
— ¿Cómo estas tan seguro de eso? — elevó una ceja, mientras sonreía.
— ¿Sabes algo que yo no?
— No— negó en un susurró—. Quiero tirarme a un pozo. Y si es posible, no salir nunca.
— ¿Qué te detiene, mi querida amiga blonda? — comentó el chico de rulos divertido.
Ambos rieron, el ánimo de Juliette había cambiado radicalmente, gracias a Harry. Él y Apple poseían esa capacidad de hacerla sonreír en los peores momentos. Esa era una de las tantas razones por la cual los amaba.
— Oye, ¿no has notado la actitud que tiene Holder contigo? — se animó a preguntar el ruloso luego de un silencio.
— Si, es un maldito idiota conmigo— dijo indignada.
— ¿Hablas en serio, July? Oh vamos, le gustas— ¿qué?
— Deja de decir idioteces, Hazz. ¡Nunca podría gustarle a él! Somos dos personas completamente distintas.
— Nunca has escuchado la frase “los opuestos se atraen.”
— Es una ley de la física. Y Holder no me atrae, en lo más mínimo.
Holder. Holder no es la clase de chico que querrás presentarle a tus padres, sobretodo a los de Juliette. Había que admitirlo, aquel pelinegro lleno de tatuajes de actitud desafiante, le atraía. Pero nunca iba a aceptarlo. Y luego estaba Daniel. Ella seguía “enamorada” de él. Le encantaría poder sacarlo de su cabeza, pero, ¿a quién quiere engañar? Si seguía pensando en él, nunca iba a lograrlo.
Quizá debería intentar hablar con Robberson. La irritaba tanto, pero hoy habían logrado tener una conversación normal (sin contar el final, obviamente). Pero esa idea se esfumó tan pronto como llego al verlo pasar junto a Caitlin. Abrazados. Ya no quería provocar a aquella chica, no. Y comenzar a relacionarse más de lo que debería con su mejor amigo, sería algo así como un conseguir un boleto gratis directo al infierno.
bhavi.
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