The Roadtrip

Había momento en los que Fauna no entendía nada de lo que sucedía. Este era uno de ellos.

Solo comprendía que 1) había chicos nuevos 2) había peleas por todos lados 3) todo lo anterior la hizo darse cuenta de lo aburrida que ella era. No es que quería meterse en problemas, mucho menos tenia dificultades para socializar. Pasaba que veía tanta acción que empezaba a cuestionarse que era lo que realmente la había llevado hacía este lugar, cual era su finalidad en el grupo, o ¿acaso podía hacer algo para ayudar a la situación? Al final solo pensaba que se complicaba demasiado. Era mejor ser el ente del grupo a traer mas conflictos. Tal vez ese era su sitio ideal, tener primera final para las cosas que pasaban.

Muchos pensaban que solo era una mosquita muerta, al contrario, Fauna lo que menos quería era una mala imagen sobre ella. Solo se quedaba a un lado, sonriendo. Charlando, sonriendo. Aconsejando, sonriendo. Consolando y, sonriendo.

— Tierra llamando a Murs — de pronto sonó por detrás de ella.
— ¡¿Qué?!
— Cálmate.
— Myra, lo siento. No te veía venir.
— Te ves perturbada.
— Estaba pensando —apoyo su cabeza entre sus manos—, ¿crees que soy aburrida?
— Eres energética, siempre estas de buen humor. No te veo aburrida, ¿a que viene la pregunta?
— Es que todo es tan dramático últimamente, me refiero a que,  ¡quiero mi drama!
— Fau, no sabes lo que haría por ser tu y librarme de los problemas. No busques la mala hierba.
— Si, lo se. Hablo sin pensar.

Exhalo frustrada, ¿desde cuando le importaba tanto su reputación en el viaje? Tal vez era algo típico de adolescente, no lo sabía. Era claro que en viaje estaban las clásicas chicas, la lides, la sexy, la ruda, etc. Aunque eran muchas, adjetivos sobraban para denominarlas. A Fauna le carcomía la idea de saber quien era, tal vez, ¿la callada? No, no era callada a pesar de todo, ¿la tranquila? tampoco, ¿la dulce? no lo veía así, Violet o Diane era unos panquesitos. Tal vez si era aburrida y Myra solo queria ser buena amiga.

— Cambiando de tema, ¿al final que paso con Sam? —hablo de pronto su compañera.
— Bueno, me pidió que le alcanzará algo el otro día. Se podría decir que es un avance. Pero no puedo dejar de sentirme terrible.
— Fauna, no debes estar así. Solo fuiste sincera con él, a ti no te gusta.
— Si, lo se —renegó—. Pero se veía tan desánimo, saber que en parte es por causa mía me esta comiendo por dentro.
— No exageres, verás que se pasará. Luego volverán a ser amigos —le confiaba Myralli. La rubia tenia dudas, pero aun así Samuel no dejaba de ocupar un lugar importante en su corazon, había sido su confidente de haces semanas, era diferente no estar sin él.
— Eso espero —alejo esperanzada.

Su vista viajo vagamente por el horizonte, donde solo estaban todo el resto de adolescente, balbuciente, tomando, charlando, discutiendo. Su nueva rutina, día tras día. Pero claro, entre todo eso se destacaba un rubio de ojos celeste, uno en particular. Fauna estaba segura de que no estaba locamente enamorada de Jeremy pero no podía negar su atracción visual hacía él. Parecía mágico, siempre haciendo reír al resto y tratando de calmar las aguas, a pesar de todo Jeremy era un buen compañero de rutas. Y eso era lo que le atraía a la oji azul, ¿como podía caber tanta facilidad para la felicidad en una persona? Jeremy era un alma llena de vida, la kryptonita de la pequeña Fauna.  

— ¿A quien miras de esa manera, eh? —pregunto Myra al percatarse de las miradas de su amiga.
— No seas boba.
— ¿Te gusta Drew?
— ¡Claro que no!
— Bueno, bueno. A ver... ¡ya! ¿te gusta Beau?
— No, Myralli.
— ¿..., Mason?
— No.
— ¿..., Sebastian?
— ¡No!
— ¿Alguno de los nuevos?
— Myra...
— ¡¿Mi hermano?!
— ¡Basta! Que no, no me gusta ninguno de ellos.

Pero claro, tenia que llegar el momento en el que Jeremy miro hacía las chicas y con una sonrisa las saludo. La cara de Fauna estaba de todos colores, ¿por que tenia que ser tan chiquilla y obvia? se renegaba a si misma.

— Discúlpame. Oh no, como no me di cuenta antes.
— ¿De que?  —se hizo la desentendida.
— ¡A ti te gusta Jeremy!
— ¡Tonterías!
— Mira, no puedes evitar sonreír. A ti te trae loca —la codeo—. Bueno, harían linda pareja aunque Jeremy es muy... él —soltó sin más, la muchacha de al lado la miro confundida. Lo estaba.
— Define “muy él”.
— Fauna, Jeremy es simpático y gracioso —ella asintió—. Pero es un adicto con buena fachada, ¿sabes a lo que me refiero? Es un chico increíble, pero es algo extraño. Y siendo honesta, sabemos poco y nada de su vida.
— ¿Y que con eso? Será reservado no lo hace mala persona.
— No estoy diciendo eso, al contrario. Pero al mismo tiempo, hay algo que no termina por cerrarme sobre él.
— No soy la única dramática al parecer.
— Sólo digo, no todo lo que brilla es oro. Pero por mi ve y hazle lo que quieras.
— No es eso, es que...
— Fauna, a veces eres muy inocente.

***

El consejo de Myralli había sido ‹‹ve por él, despues de todo con intentarlo no pierdes nada››, bien, si Fauna queria dejar se ser la inocente del grupo, algo debía de hacer ¿verdad? Claro, no iba a ir a drogarse o emborracharse, tampoco a tener sexo, en cambio debía empezar por algo pequeño. Y esperaba no cometer el mismo error que con Samuel, no de nuevo.

Ahora, Fauna solo hacía lo suyo. Estaba realmente cansada de ser la que se quedaba mirando por la ventanilla de la camioneta, aunque en este caso no era la única en ese lugar.

— Lindo, ¿no es así?
— Si. Me gusta mucho la manera en la que el sol hace el reflejo de las rocas a la perfección, las sombras son calcos perfectos.
— Supongo. ¿Cerveza?
— Am, no gracias.
— Más para mi.

Silencio. Parecería extraño para cualquiera ver a Fauna y Jeremy juntos, en silencio. Pero ella era una muchacha que mantenía la calma, él era un muchacho que queria dar una buena impresión, casi. A decir verdad, el corazon de la rubia latía a unos mil por segundo, como si hubiera comido un montón de brillantina y ahora dentro de ella se encontraba una correr tras correr de arco iris.

Fauna quería ver él chico más allá de Jeremy. Fauna era curiosa, ella queria conocerlo.

— ¿Que te apasiona? —indago de repente.
— ¿Perdón?
— Ya sabes, ¿que es lo que te da ganas de seguir?
— ¿Te refieres a un sueño? —ella asintió—. Bueno, no lo pensé con certeza.  
— Mi sueño era ser maestra. Ahora no lo se, seria lindo ser azafata —se confeso.
— Wow, ¿como pasaste de maestra hacia azafata?
— Si fuera azafata viajaría mucho —respondió con honestidad.
— Es verdad. Pero si viajaras mucho no tendrías tiempo para tus cosas. Tu familia y eso.
— ¿Está en tus planes tener una familia? — él rubio pensó un poco antes de responder.
— Creo que si —movió nervioso la lata de cerveza en su mano—. Podría ser mejor padre de lo que fueron conmigo, aunque no quiero dar malos ejemplos  —se sincero.
— Serias un buen padre, Jeremy. No te atormentes por tu pasado.
— Árbol que nace torcido nunca se endereza.

Fauna vacilo un poco antes de animarse, al fin, a mirar a Jeremy a los ojos. Ambos azules chocaron, parecían una mezcla infinita, casi como si estuvieran contándose una historia. Parecía que temían pestañear por perderse algún detalle del otro. Poco a poco, Fauna se acerco a hasta lograr tener a milímetro el rostro del chico, las respiraciones se chocaron. ¿Esto estaba pasando? Los rubios dudaban de la realidad de sus actos. Ella estaba decidida, él se sentia inseguro.

Pero entonces cuando sus labios se conocieron en un toque, los miedos se esfumaron y cerrado los ojos, emprendieron un viaje a través de un beso. No pasional, no dudoso, era dulce y cálido. Ahí estaban, los fuegos artificiales, vale, eran cohetes. Era luces y señales, como si estarían conociendo despues de años, como si los hubieran separados décadas. Tocando muy de cerca un beso perfecto.

Entonces, Fauna se separo, pero no estaba asustada. Estaba feliz, se sentia segura, pero al ver la cara de Jeremy se encontraba consigo misma algo avergonzada.

— Lo siento —se disculpo rápidamente, poniendo un brazo de distancia entre ellos.
— No, no. Esta bien.
— Realmente lo siento.
— Fauna —la llamo con voz calmada.
— ¿Que?
— ¿Lo has echo porque querías o hay otra razón?
— Yo, bueno, yo realmente quería hacerlo.
— Entonces no hay nada por lo cual preocuparte.
— ¿No te gustó, verdad? —se preocupo, era su casi segundo beso, pero se sentia como el primero y único.
— No dije eso, solo me tomo por sorpresa.
— Oh.
— Bueno puedes avisarme la próxima vez.
— ¿Próxima vez?
— Em, bueno —el rubio se percato de sus palabras—. Si tu aceptas claro.
— Si.
— ¿Si?
— Me gustaría mucho volver a darte un beso, Jeremy.