La Chica de los Tatuajes |Harry Styles|

—¡No sé que ponerme! Ayuda —dijo Celes, desesperada.
—Cálmate. Encontrarás algo, nosotras te ayudaremos.
—Chicas, estoy muy nerviosa. Saben que me gusta Michael desde que teníamos diez años. Esto es como un sueño cumplido para mí.
—Sé lo que se siente, créeme —le dijo Mar.

Abrí el enorme armario de Celes, encontrándome así con variados tipos de ropa. ¿No tiene nada? Creo que tiene una ropa diferente para cada día del año. Reí y comencé a buscar algo apropiado para la cita de Celes y Michael. Ella gusta de él desde que tenía diez años. Hace poco Michael había entrado a la pista y venía cada día. Los dos pasaban mucho tiempo juntos. Ninguno sabía de los sentimientos del otro. Era un secreto que teníamos bien guardado. Es una regla, nuestros secretos no salen de nuestro círculo. Y, al parecer ellos también lo tenían muy bien guardado.

Ayer, Michael le había declarado a Celes su amor. Dijo que la amaba ya desde hace unos años, y la invitó a una cita.

Ahora estamos aquí con una Celeste desesperada por "no tener ropa que ponerse".

—¿Qué te parece este? —dije mostrando un vestido rosa pastel. Muy hermoso.
—Ahora que lo pienso, ese vestido es nuevo y nunca me lo he puesto. Sí, definitivamente me pondré ese. ¡Gracias!
—Además, los zapatos que elegiste combinan a la perfección, y esos accesorios te harán ver mucho mejor. Sin contar el peinado que te hará Andrea —dije sonriendo.

Pasamos horas sentadas en la gran alfombra blanca que Celes tenía en su habitación. Su madre venía cada treinta minutos para asegurarse de que su hija estuviera hermosa para su primera cita. 

Cuatro horas que pasaron rápido. Celes estaba lista para su cita, y en verdad estaba muy hermosa. Captará la atención de muchos chicos.

—Chicas, debo irme, tengo que estar en casa para las 19:00 porque Liam y yo iremos a pasear por la ciudad —dijo Dulce con una sonrisa. Nosotras reímos—. ¿No quieren acompañarnos? Claro, con los chicos también. Liam los ha invitado.
—Yo me anoto —dije.
—Creo que nosotras también —respondieron las chicas.

El timbre de la casa comenzó a sonar y Celes se puso nerviosa. Reímos porque Celes hacía muecas divertidas y muchas preguntas. Daniela apoyó sus manos en los hombros de Celes y la miró a los ojos. Le dijo unas palabras que no alcanzamos a escuchar, pero Celes sólo asintió un poco más calmada.

Bajamos las escaleras lentamente con cuidado de no empujar a Celes, ya que ella llevaba unos tacones muy altos y nosotras bajábamos más emocionadas que ella. 

Abrimos la puerta dejando ver a un Michael casi irreconocible. Llevaba un traje negro y una camisa blanca desabrochada en el cuello debajo. Tenía pinta de un chico "malo" pero a la vez era muy elegante. 

Cuando vio a Celes abrió levemente la boca para decir algo, pero sólo sonrió como enamorado. Luego de unos segundos de observarla haciendo que ella se sonroje dijo: —Estás muy hermosa. Y le entregó un ramo de rosas azules. Muy hermosas, y muy difíciles de conseguir aquí en Londres. Luego sin más que decir, se la llevó. 

Las chicas y yo nos despedimos de la familia de Celes y cada una fue a su casa para alistarse e ir a caminar por la ciudad.

El cielo estaba cubierto por nubes grises, lo que indicaba perfectamente que llovería, quizá dentro de unas cuatro horas. Aferré mi bolso y mirando al suelo seguía caminando. Decidí cambiar un poco de dirección y pasar por el viejo muelle. Unos minutos después, me encontraba circulando por el muelle apenas transitado, observando las grandes olas que se producían en el agua, ahora de un color gris combinado con blanco. El viento chocaba contra mi cara. Mi cabello volaba y las ondas en el se hacían  cada vez más pronunciadas.

Acomodé la gorra de lana que llevaba puesta y con ojos entrecerrados por la fuerza del viento me dediqué a mirar el agua nuevamente. Bajé la cabeza y me quedé observando las botas marrones que traía. Los recuerdos vinieron a mí de a poco. He vivido muchas cosas aquí... Definitivamente.

Siento una respiración lenta en mi cuello. Levantó la mano y sin mirar acaricio la mejilla de la persona que tengo atrás.

—¿Qué haces?
—Iba a casa.
—¿Por qué no llamaste para que pase a recogerte?
—No lo sé. Quería caminar.

Harry se colocó a mi lado y tomó mi mano. Suspiré. Empecé a cantar suavemente "Without You" de Lana Del Rey. El camino era silencioso, hasta que por fin llegué a mi casa. Ambos entramos, aún tomados de la mano. Subíamos lentamente las escaleras cuando siento un dolor muy fuerte en las piernas. Aprieto la mano de Harry con fuerza.

—Princesa, ¿estás bien?

Me senté en un escalón y con mis manos cubrí mi rostro. Negué suavemente e intenté mover las piernas, cosa que sólo me hacía sentir más y más dolor.

—Me duelen las piernas. Especialmente en la que me hice el tatuaje ayer.

Las moví lentamente y el dolor comenzó a cesar. Me sentía más aliviada. Suspiré algo molesta y me levanté con un poco de ayuda de Harry. Subimos lo que quedaba de las escaleras y nos adentramos en la habitación. 
Nos sentamos en la cama y Harry comenzó a masajear mis piernas, cosa que me causaba mucha risa.

—Dulce nos invitó a pasear por la ciudad con los chicos —dije sonriendo—. ¿Quieres venir?
—Claro. Pero mamá no estará en casa esta noche y Gemma irá con ella. Ellas llevarían la llave de la casa y si salgo no podré entrar.
—Puedes quedarte aquí. Vamos, ¡di que sí! Hace mucho tiempo que no te quedas a dormir conmigo. Te extraño. Todo el día estoy sola en esta casa. Zayn tiene sus fiestas nocturnas, estamos en la pista todo el día y mis padres... ya sabes.
—Sí. Está bien. Acompáñame. Iré a avisarle a mamá.

[***]

—¡No! ¡No! No fue así, Zayn. Yo te había empujado pero no caíste a la laguna. En esa parte corriste de mí, tropezaste y caíste. No fui yo.
—¡Jajajaja!
—Es la verdad. Zayn miente. ¡Jajaja!

El mesero vino hacia nuestras mesas y retiró nuestras órdenes.

—Oigan, ayer estaba mirando las noticias con mi mamá y dijeron que esta semana harían un recorrido por la ciudad para cerrar todos los lugares que no tienen permiso especial. Por ejemplo, si alguien tiene un bar sin el permiso, lo cerrarán. También están incluidos los callejones usados como pistas de carreras clandestinas, y las pistas de patinaje sin autorización. Y todo el día habrá seguridad asegurándose de que los jóvenes no puedan volver a utilizarlas —dijo Mar.

Miré a Zayn y empecé a negar. En un susurro dije:

—Pero nuestra pista no está en la ciudad. Está muy escondida en ese viejo bosque. Además, la pista se usaba como basurero, supongo que tiene una autorización, así que, estamos en terreno autorizado, sólo que sin tener la autorización en manos —dije.
—Tienes razón, no creo que... —el mesero vino con nuestras órdenes y agradecimos. Luego Niall siguió—. No creo que descubran la pista, está realmente muy bien escondida. Además no está en la ciudad y no molesta a nadie. Tenemos nuestras reglas y todas las respetan. No tomamos y no fumamos. Nadie se podría quejar, porque no hacemos nada malo.
—Sí. Estás en lo correcto. ¿Y qué pasará con los que tienen los locales sin autorización? —preguntó Louis.
—No lo dijeron.
—No creo que nos hagan algo por tener un lugar sin autorización. 
—No harán nada. Pero me preocupan que cierren el lugar —dije.
—No lo harán. Créeme, no lo encontrarán. 

Cambiamos de tema y hablábamos de diferentes cosas mientras comíamos la deliciosa comida de uno de los restaurantes más famosos de Londres. Sacábamos fotos y las subíamos a Instagram. Y de vez en cuando 
preguntábamos como estaría la cita de Celes y Michael. Era una duda que cada uno de nosotros tenía.
Zayn y María pagaron su cuenta y fueron a caminar. Cada uno hizo lo mismo. Pero Harry y yo sólo fuimos a casa.

[***]

—No me gustó la película —dije.
—A mi tampoco.
—¿Dónde estaba la sangre?
—En otra película mejor —asentí.

Harry me miró y sonrió, dejando a la vista sus hermosos hoyuelos. 

—Te diré algo... pero primero... —palmeó sus piernas. 

Me senté en ellas, lo abracé y besé su mejilla.

—¿Qué me dirás?

En el techo comenzamos a escuchar como las gotas de lluvia caían sobre el, provocando un agradable sonido.

—Bueno, escucha. No me interrumpas...
—Está bien.
—Iré a casa de mi padre en Manchester...
—Harry, no... No puedes irte allá.
—Es sólo por dos meses. Le ofrecieron un trabajo en California, y debe ir hasta allá para arreglar los papeles, ya que quiere tener su propia oficina allí, en Manchester y me encargó cuidar la casa allá por los dos meses que él se va. Volveré pronto.
—¿Cuándo te vas?
—En dos días.