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Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
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Re: Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
Avalon Martin
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Nombre Completo: Avalon Lydia Martin Mchale.
Representantes: Roden. | Irons.
Pareja: Visiones & Creación de Luz
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Representantes: Roden. | Irons.
Pareja: Visiones & Creación de Luz
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- Capítulo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Era una mañana cualquiera. No había comenzado bien, pero eso era normal. Harry despertó de sus pesadillas y se llevo las manos a la cabeza, intentando alejar todos esos malos pensamientos. Respiró hondo, tratando de calmar el bombeo de su pecho y cerró los ojos por un momento; un momento para decirse que todo estaría bien. Aún sentía el calido aliento de Lydia al borde de sus labios. Tuvo la oportunidad de besarla, pero no lo hizo, no podría hacerlo en el estado en que ella se encontraba.
Varias noches antes, Harry decidió confesarle a su mejor amiga sus sentimientos, pero ella tan sólo no escuchó y se emborrachó. En este preciso momento debería de estar dándole el beso del buen día a Liam. Mi Lydia, pensó. Siempre había tenido ese sentimiento por la castaña, sólo que nunca había tenido el valor para decírselo. Y ahora se arrepentía por no haberlo hecho.
Hasta se imaginaba lo que harían hoy. Irían a tiendas, comprarían flores, harían las decoraciones y listo; para este martes ya se habrían casado. Y él asistiría. ¿Qué peor que ver al amor de tu vida casándose con otra persona? Liam no era malo para Lydia, era uno de los hombres más amables y atentos que había conocido, y eso lo hacía peor.
Prendió la televisión para ver las noticias y recordó que la noche anterior el meteorólogo había dicho que ese día habría una gran tormenta, pero el cielo azul con ese sol brillante se encontraba en el cielo. Este no se tornaba para nada gris y Harry no tenía ninguna duda de que el sol no lo dejaría solo hoy.
Salió de la gran y solitaria casa, saludando a la nada. Porqué sin contarlo a él, no había nada. Todo había pasado tan rápido… El hoy se convirtió en ayer y apenas cerró los ojos, cuando se había quedado solo; completamente solo.
Tenía a Louis, su mejor amigo, pero este estaba muy ocupado en sus pequeñas vacaciones con Alice, su prometida. Sabía que Tomlinson se lo merecía más que nada y tampoco es que iba a reprocharle, ya que el día después de que Louis se fue, su abuela Beatrice había fallecido. Buena suerte la mía, se dijo a sí mismo.
Comenzó a caminar hacia su cafetería favorita, tratando de esquivar el agua de los charcos que yacía en las calles de Londres. El día anterior había lloviznado, y supuso que ese día nada caería del cielo. Metió las manos en los bolsillos de su gran abrigo, no nevaba ni llovía, pero el viento soplaba fuerte en la gran ciudad.
Escuchó el sonido de una pequeña campana detrás de él, era de esas de las pequeñas bicicletas y giró la cabeza hacia atrás para encontrarse con una niña de cabellos rubios tratando de pasar. Harry se hizo a un lado, para dejar pasar a la niña y esta le sonrió.
Llego a la cafetería y se hundió en el olor a café. Respiró hondo ese aroma tan exquisito que siempre le había gustado y ya podía escuchar ese pequeño timbre que sonaba cada vez que estaba el hecho pedido.
En aquella cafetería, frecuentaba mucha gente la mayoría del tiempo. Hoy, al ser domingo, no había tantas personas, pero le habría gustado algo más de intimidad. Sacó un número y se enfiló atrás de una pareja que parecía estar muy feliz. La fila no avanzaba con mucha rapidez, pero valía la pena esperar. Se dispuso a mirar por la ventana cómo la gente caminaba por delante de sus ojos y seguían sus vidas.
Luego miró hacia las personas dentro del café. Había personas acompañadas, hablando animadamente con su compañía, algunos estaban sumidos en sus pensamientos, un par perdidos en las páginas de sus libros y otros sonreían torpemente escribiendo textos en su teléfono móvil.
Distraídamente volvió su vista hacia la ventana otra vez, pero había algo diferente. En el portabicicletas había bicicleta celeste con una pequeña canasta de mimbre.
La gran puerta se abrió y por el rabillo del ojo a una pequeña mano que se acercaba al marcador y sacaba el número cuarenta. Algo le llamó la atención en aquel brazo, que lo dejo algo anonado. Había marcas, eran oscuras y por un momento, Harry pudo detectar el olor a sangre.
Sintió que algo cayó al suelo; una cadena de oro sin ningún dije en especial. La muchacha –o por lo menos eso creía que era- no se molestó en levantarla, así que Harry se agachó para tomarla y estiró el brazo hacia aquella persona.
Y ahí estaba ella. Hermosa. El sol haciendo notar sus ojos oscuros con un brillo peculiar en ellos que alumbraba toda ella y su melena anaranjada estaba desordenada. Ella sonrió al instante, haciendo que las rodillas del castaño se volvieran débiles y los dragones en su estomago comenzarán a rugir y lanzar llamas. ¿Acaso había encontrado una sonrisa tan hermosa que hasta lo hacía feliz?
—Creo que se te cayó —dijo el haciendo notar la cadena que dedujo que era un brazalete. La pelirroja bajó la mirada hasta él y lo tomó, rozando con sus delicados dedos la mano de Harry y este sintió algo inexplicable al hacer conexión con ella.
—Gracias —murmuró con una timidez tan inocente que Harry casi se derrite, literalmente. La muchacha notó lo embobado que estaba él y largo una pequeña risa, mientras las mejillas de Styles tomaban un color rosa.
—L-Lo siento —se disculpó torpemente.
—Descuida, ojala los chicos cómo tú me miraran así frecuentemente —no dejó de sonreír en ningún momento. ¿Estaba siendo amable? Debería, porqué si un chico no se diera cuenta de lo hermosa que era sin duda estaba ciego o quizás loco.
—Soy Harry, número treinta y nueve —dijo de la nada. Hasta eso lo sorprendió a él mismo, pero la pelirroja no se vio sorprendida.
—Lennon, cuarenta —respondió con sutileza. Hasta su nombre era hermoso, peculiar, pero aún así hermoso.
—¡El que sigue! —gritaron desde la barra. Harry giró en sí y se dio cuenta de que toda la fila se había dispersado y él era el siguiente.
—¿Quieres ser tú la cuarenta? —preguntó.
—¿Me dejarías serlo?
—Si es que te sientas conmigo sí.
Lennon pasó por su lado y Harry respiró hondo su perfume. Era exquisito, más que el aroma de aquel café. Hicieron su pedidojuntos y se sentaron en una mesa al lado del ventanal. Los dos hablaban animadamente, congeniaban muy bien juntos; les gustaba las mismas cosas, eran muy parecidos entre sí. Las risas de Lennon no paraban, y cada vez que ella sonreía a Harry se le aceleraba el corazón.
Pero él tenía preguntárselo, necesitaba hacerlo. ¿Por qué tenía esas marcas en sus débiles brazos?, ¿Qué podía ser tan malo cómo para lastimarse de esa forma?
—Lennon, dime, ¿porqué tienes esas marcas y que puedo hacer para curarlas?
La pelirroja se sorprendió por la pregunta. Sus hombros se encogieron y la mirada se le volvió vacía. Cómo si recordara algo muy triste.
—No lo quieres saber, Harry —tomó un sorbo de su taza.
—Está bien, no hablaremos del tema, pero prométeme que ya no lo harás —la miró directamente a los ojos y tomó su mano. Esto tomó de sorpresa a Lennon, pero hizo lo que pudo para que dejara eso atrás.
—Lo prometo —dijo al fin —. Está será la última vez, Harry —el castaño sonrió, pensando que dejaría ese mal habito. Y lo hizo, lo dejó para siempre.{…}
Harry estaba más que emocionado. Se levantó con una boba sonrisa en la cara, ni el feo clima lo detendría, hoy la volvería a ver. Se puso su sweater color beige y al abrir la puerta se encontró con una Maggie toda empapada.
—¿Maggie? —indagó extrañado. Ella casi nunca lo venía a ver a casa ya que siempre estaba trabajando en la cafetería y el frecuentaba ese lugar.
—Tienes que acompañarme —dijo ella simplemente. Tomó su chaqueta y cerró la puerta detrás de él. Corrieron bajo las gotas que caían del cielo, tratando de pasar lo más rápido para dejar de mojarse. A varias cuadras antes del café se metieron a un vecindario privado y la puerta de una gran y calida casa estaba abierta.
Se adentraron al hogar y todos estaban vestidos de negro. La mayoría lloraba, otros yacían en silencio. Todos los sabían, pero nadie decía nada. ¿Y cómo iba él saberlo?, ¿cómo iba a darse cuenta? Ni siquiera entendía porqué estaba ahí y ya no había tiempo para decir lo que sentía. Maggie no dijo nada, pero apunto con la mirada a un cajón sin cobertura. Harry fue acercándose lentamente al hermoso cuerpo dentro de él.
Y ahí estaba ella, cómo siempre hermosa. Sólo que sus ojos ya no brillaban, ella ya no sonreía.
Última edición por Sunrise. el Mar 01 Abr 2014, 5:05 pm, editado 1 vez
Sunrise.
Re: Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
lemon. escribió:No sé qué escrito dejar trataré de colocar la ficha mañana y esop ;-;
DDD: No te preocupes esperamos :33
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Re: Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
Sunrise. escribió:Avalon Martin
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Nombre Completo: Avalon Lydia Martin Mchale.
Representantes: Roden. | Irons.
Pareja: Dallas Deutch.
Link: No entiendo ._.
- Capítulo:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Era una mañana cualquiera. No había comenzado bien, pero eso era normal. Harry despertó de sus pesadillas y se llevo las manos a la cabeza, intentando alejar todos esos malos pensamientos. Respiró hondo, tratando de calmar el bombeo de su pecho y cerró los ojos por un momento; un momento para decirse que todo estaría bien. Aún sentía el calido aliento de Lydia al borde de sus labios. Tuvo la oportunidad de besarla, pero no lo hizo, no podría hacerlo en el estado en que ella se encontraba.
Varias noches antes, Harry decidió confesarle a su mejor amiga sus sentimientos, pero ella tan sólo no escuchó y se emborrachó. En este preciso momento debería de estar dándole el beso del buen día a Liam. Mi Lydia, pensó. Siempre había tenido ese sentimiento por la castaña, sólo que nunca había tenido el valor para decírselo. Y ahora se arrepentía por no haberlo hecho.
Hasta se imaginaba lo que harían hoy. Irían a tiendas, comprarían flores, harían las decoraciones y listo; para este martes ya se habrían casado. Y él asistiría. ¿Qué peor que ver al amor de tu vida casándose con otra persona? Liam no era malo para Lydia, era uno de los hombres más amables y atentos que había conocido, y eso lo hacía peor.
Prendió la televisión para ver las noticias y recordó que la noche anterior el meteorólogo había dicho que ese día habría una gran tormenta, pero el cielo azul con ese sol brillante se encontraba en el cielo. Este no se tornaba para nada gris y Harry no tenía ninguna duda de que el sol no lo dejaría solo hoy.
Salió de la gran y solitaria casa, saludando a la nada. Porqué sin contarlo a él, no había nada. Todo había pasado tan rápido… El hoy se convirtió en ayer y apenas cerró los ojos, cuando se había quedado solo; completamente solo.
Tenía a Louis, su mejor amigo, pero este estaba muy ocupado en sus pequeñas vacaciones con Alice, su prometida. Sabía que Tomlinson se lo merecía más que nada y tampoco es que iba a reprocharle, ya que el día después de que Louis se fue, su abuela Beatrice había fallecido. Buena suerte la mía, se dijo a sí mismo.
Comenzó a caminar hacia su cafetería favorita, tratando de esquivar el agua de los charcos que yacía en las calles de Londres. El día anterior había lloviznado, y supuso que ese día nada caería del cielo. Metió las manos en los bolsillos de su gran abrigo, no nevaba ni llovía, pero el viento soplaba fuerte en la gran ciudad.
Escuchó el sonido de una pequeña campana detrás de él, era de esas de las pequeñas bicicletas y giró la cabeza hacia atrás para encontrarse con una niña de cabellos rubios tratando de pasar. Harry se hizo a un lado, para dejar pasar a la niña y esta le sonrió.
Llego a la cafetería y se hundió en el olor a café. Respiró hondo ese aroma tan exquisito que siempre le había gustado y ya podía escuchar ese pequeño timbre que sonaba cada vez que estaba el hecho pedido.
En aquella cafetería, frecuentaba mucha gente la mayoría del tiempo. Hoy, al ser domingo, no había tantas personas, pero le habría gustado algo más de intimidad. Sacó un número y se enfiló atrás de una pareja que parecía estar muy feliz. La fila no avanzaba con mucha rapidez, pero valía la pena esperar. Se dispuso a mirar por la ventana cómo la gente caminaba por delante de sus ojos y seguían sus vidas.
Luego miró hacia las personas dentro del café. Había personas acompañadas, hablando animadamente con su compañía, algunos estaban sumidos en sus pensamientos, un par perdidos en las páginas de sus libros y otros sonreían torpemente escribiendo textos en su teléfono móvil.
Distraídamente volvió su vista hacia la ventana otra vez, pero había algo diferente. En el portabicicletas había bicicleta celeste con una pequeña canasta de mimbre.
La gran puerta se abrió y por el rabillo del ojo a una pequeña mano que se acercaba al marcador y sacaba el número cuarenta. Algo le llamó la atención en aquel brazo, que lo dejo algo anonado. Había marcas, eran oscuras y por un momento, Harry pudo detectar el olor a sangre.
Sintió que algo cayó al suelo; una cadena de oro sin ningún dije en especial. La muchacha –o por lo menos eso creía que era- no se molestó en levantarla, así que Harry se agachó para tomarla y estiró el brazo hacia aquella persona.
Y ahí estaba ella. Hermosa. El sol haciendo notar sus ojos oscuros con un brillo peculiar en ellos que alumbraba toda ella y su melena anaranjada estaba desordenada. Ella sonrió al instante, haciendo que las rodillas del castaño se volvieran débiles y los dragones en su estomago comenzarán a rugir y lanzar llamas. ¿Acaso había encontrado una sonrisa tan hermosa que hasta lo hacía feliz?
—Creo que se te cayó —dijo el haciendo notar la cadena que dedujo que era un brazalete. La pelirroja bajó la mirada hasta él y lo tomó, rozando con sus delicados dedos la mano de Harry y este sintió algo inexplicable al hacer conexión con ella.
—Gracias —murmuró con una timidez tan inocente que Harry casi se derrite, literalmente. La muchacha notó lo embobado que estaba él y largo una pequeña risa, mientras las mejillas de Styles tomaban un color rosa.
—L-Lo siento —se disculpó torpemente.
—Descuida, ojala los chicos cómo tú me miraran así frecuentemente —no dejó de sonreír en ningún momento. ¿Estaba siendo amable? Debería, porqué si un chico no se diera cuenta de lo hermosa que era sin duda estaba ciego o quizás loco.
—Soy Harry, número treinta y nueve —dijo de la nada. Hasta eso lo sorprendió a él mismo, pero la pelirroja no se vio sorprendida.
—Lennon, cuarenta —respondió con sutileza. Hasta su nombre era hermoso, peculiar, pero aún así hermoso.
—¡El que sigue! —gritaron desde la barra. Harry giró en sí y se dio cuenta de que toda la fila se había dispersado y él era el siguiente.
—¿Quieres ser tú la cuarenta? —preguntó.
—¿Me dejarías serlo?
—Si es que te sientas conmigo sí.
Lennon pasó por su lado y Harry respiró hondo su perfume. Era exquisito, más que el aroma de aquel café. Hicieron su pedidojuntos y se sentaron en una mesa al lado del ventanal. Los dos hablaban animadamente, congeniaban muy bien juntos; les gustaba las mismas cosas, eran muy parecidos entre sí. Las risas de Lennon no paraban, y cada vez que ella sonreía a Harry se le aceleraba el corazón.
Pero él tenía preguntárselo, necesitaba hacerlo. ¿Por qué tenía esas marcas en sus débiles brazos?, ¿Qué podía ser tan malo cómo para lastimarse de esa forma?
—Lennon, dime, ¿porqué tienes esas marcas y que puedo hacer para curarlas?
La pelirroja se sorprendió por la pregunta. Sus hombros se encogieron y la mirada se le volvió vacía. Cómo si recordara algo muy triste.
—No lo quieres saber, Harry —tomó un sorbo de su taza.
—Está bien, no hablaremos del tema, pero prométeme que ya no lo harás —la miró directamente a los ojos y tomó su mano. Esto tomó de sorpresa a Lennon, pero hizo lo que pudo para que dejara eso atrás.
—Lo prometo —dijo al fin —. Está será la última vez, Harry —el castaño sonrió, pensando que dejaría ese mal habito. Y lo hizo, lo dejó para siempre.{…}
Harry estaba más que emocionado. Se levantó con una boba sonrisa en la cara, ni el feo clima lo detendría, hoy la volvería a ver. Se puso su sweater color beige y al abrir la puerta se encontró con una Maggie toda empapada.
—¿Maggie? —indagó extrañado. Ella casi nunca lo venía a ver a casa ya que siempre estaba trabajando en la cafetería y el frecuentaba ese lugar.
—Tienes que acompañarme —dijo ella simplemente. Tomó su chaqueta y cerró la puerta detrás de él. Corrieron bajo las gotas que caían del cielo, tratando de pasar lo más rápido para dejar de mojarse. A varias cuadras antes del café se metieron a un vecindario privado y la puerta de una gran y calida casa estaba abierta.
Se adentraron al hogar y todos estaban vestidos de negro. La mayoría lloraba, otros yacían en silencio. Todos los sabían, pero nadie decía nada. ¿Y cómo iba él saberlo?, ¿cómo iba a darse cuenta? Ni siquiera entendía porqué estaba ahí y ya no había tiempo para decir lo que sentía. Maggie no dijo nada, pero apunto con la mirada a un cajón sin cobertura. Harry fue acercándose lentamente al hermoso cuerpo dentro de él.
Y ahí estaba ella, cómo siempre hermosa. Sólo que sus ojos ya no brillaban, ella ya no sonreía.
Ficha aceptada
No te preocupes por lo de link Milo :3333 just, en parejas va el rol de cada uno :3333 es lo único que falta y estas aceptada, amo como escribes :333
Última edición por mille. el Mar 01 Abr 2014, 5:08 pm, editado 1 vez
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Re: Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
ya lo edité, cam ;-;
creo que es mi computadora, pero el icon del chico no aparece. shoro ;-;
creo que es mi computadora, pero el icon del chico no aparece. shoro ;-;
Sunrise.
Re: Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
Sunrise. escribió:ya lo edité, cam ;-;creo que es mi computadora, pero el icon del chico no aparece. shoro ;-;
;-; no importa Milo ;-; idk, igual estas aceptada :3 mucha suerte
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Re: Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
claro, esperamos ansiosas xxMelissa escribió:Holi, audicionaré :3
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Re: Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
Jude
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Nombre Completo: Jude Marie Stone.
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- Capítulo:
- El concierto comenzaba, los cinco jóvenes estaban en el escenario, la arena estaba llena de jóvenes hermosas que gritaban sus nombre, sin embargo uno de ellos no estaba feliz, uno de ellos solo tocaba lo que le decían y no hacia bromas con sus demás compañeros.
— Luke amigo, despierta. — le susurro su castaño amigo.
— Estoy despierto, solo quiero que esto termine. — sin decir nada su amigo se retiró al otro lado del escenario.
El concierto acabo y el rubio no dio ni una señal de diversión.
En otra parte de la arena había dos chicas, una castaña y una pelinegra, la pelinegra estaba emocionada mientras que su amiga bailaba extrañamente.
— ¿Qué tienes Alaska?
— Lo que tengo son ganas de ir al baño.
— Mira el concierto ya va a terminar ¿Por qué no te esperas?
— Mierda, está bien, no entiendo porque te quieres quedar, desde este lugar no se ven nada más que puntitos moviéndose.
— Ay no se ni para que te traje, a ti ni te gustan.
— Quizá sea porque Kendall no quiso venir y si me gustan, tocan bien, solo que el punto de la guitarra, parece un poco apático.
— ¿Y tú como sabes eso?
— Simple, no se mueve. — dicho esto la dicción termino y Alaska empleo todas sus fuerzas en no pensar en el baño.
Los cuatro desconocidos para ella dieron las gracias y se retiraron del escenario.
— Listo, el concierto termino, me largo al baño, espérame a la salida — la castaña no espero la contestación de su amiga para salir corriendo a donde creía estaría el baño.
Como era de esperarse de una persona tan despistada como lo era Alaska, se perdió, pero encontró un baño muy lejano de donde se esperó estaría los baños para el público, entro por la puerta sin fijarse en el letrero que colgaba de la puerta.
Se encerró en el cubículo donde pensó en sus problemas mientras terminaba sus necesidades, para empezar su madre no tenía trabajo y el tratamiento de su enfermedad no era barato, si a eso le sumabas las cuentas de la casa, bueno se iban a quedar en la calle pronto, muchas chicas en su lugar se hubieran deprimido, pero ella no. Sabía que las cosas iban a funcionar, tenía que ser así. Termino y salió del baño para lavase las manos y mientras lo hacía escucho un ruido salir de uno de los baños continuos, un hombre o a decir verdad un adolescente salía del cubículo.
— ¿Tú que haces aquí? — pregunto el joven de una manera brusca.
— Podría hacerte la misma pregunta. — fue en ese momento que Luke o el joven se dio cuenta que no lo reconocía
— Este es al baño de hombres — la cara de Alaska se puso de mil colores diferentes.
— Mi madre me lo advirtió, Alaska te tienes que fijar más en por donde vas, un día te caerás a un río.
— Alaska es un lindo nombre.
— ¿Pensaba en voz alta cierto?
— Sí.
— Bueno, estamos en desventaja, tú sabes mi nombre y yo te conozco como el pervertido del baño.
— Llámame Robert. — Alaska estrecho la mano del muchacho mirándolo de frente, en definitiva era muy guapo, sus ojos eran azul cielo y sus rubios cabellos lo hacían como un príncipe azul, era mucho más alto que ella, por lo que tenía que mirar hacia arriba para poder verle la cara.
En el momento que la vio Luke sintió algo raro, era muy pequeña y su cabello adulado le caía a ambos lados de la cara, cosa que le enmarcaba perfectamente sus grandes ojos miel, la veía tan pequeña, tan frágil y tan hermosa.
{***}
El despertador hizo que la joven se cayera al suelo, después de todo había dormido hasta tarde y todo por la culpa de Phoebe, bueno ella y los idiotas que se les ocurrió hacer un concierto en miércoles. Con una mirada perezosa recorrió la habitación para darse cuenta que estaba en el suelo – mierda – susurro a sus adentros. Se levantó precipitadamente y volvió a caer al suelo, si sus amigos la vieran seguramente se reirían de ella, pero claro eso siempre lo hacían.
De nuevo se puso de pie ayudándose de las azules cobijas que caían de su cama tamaño King size que su madre le había dejado puesto que había sido muy grande para ella, Alaska era la única persona en todo el mundo que podía caerse de una cama de ese tamaño, sentándose a la orilla busco perezosamente sus pantuflas con sus pies desnudos, ella había jurado que se había acostado con los calcetines puestos, no habían pasado ni dos minutos cuando su madre fue a su cuarto a prender la luz.
— Demonios mujer, hubieras tocado la puerta. — reclamó la castaña mientras se tapaba la cara con las cobijas.
— Perdón, pero ayer se me olvido avisarte que vamos a ir al doctor por lo que no vas a ir a la escuela y puedes dormir hasta tarde.
— No pusiste avisarme eso ayer. — exclamo la castaña irritada desde su cama
— Perdón, pero ¿te quiero?
— Al menos eso se supone. — su madre se despido de ella y apago la luz.
Amaba a su madre, eso era algo seguro, el problema era que a veces podía ser muy despistada, ellas tenían una relación especial y Alaska la admiraba. Se quitó las cobijas de enzima pues se empezaba a ahogar y miro su cuarto, ella tenía el cuarto más grande de toda la casa, puesto que su madre se lo había dado apenas nació, pocos cambios se habían hecho desde entonces, las paredes seguían siendo azul cielo y la cenefa de pingüinos seguía puesta, algunos posters decoraban sus paredes, las cuales antes tenían cuadros para un bebé, su cuna ya no estaba ahí, en su lugar había puesto su material de pintura, en la otra esquina tenía su guitarra apoyada, la vieja mecedora en la que la arrullaba su madre seguía ahí siendo ocupada por la ropa que se había quitado el día anterior, justo en frente de ella se encontraba la amenazadora puerta del ropero, esa puerta blanca con la pintura cayéndose que aun teniendo sus 16 años le daba miedo que estuviera abierta, tenía un pequeño secretero apoyado en la pared con cajones en los que guardaba su ropa y arriba de este se encontraban las fotos con sus amigos, sus cartas, sus perfumes y mil otras cosas que guardaba como recuerdo.
Gateo hasta el otro extremo de su cama en donde estaba uno de sus dos buros, busco su iPod y se puso a leer sus mensajes, al no encontrar nada interesante y estar careciente de sueño gracias a su bella madre, decidió ponerse a pintar, por lo que abrió el primer cajón y busco a tientas sus lápices, al no encontrarlos abrió el cajón de abajo y siguió buscando su cuaderno y lápices, cuando los hubo encontrado agarro su iPod y gateo hacia el otro extremo en donde se encontraban sus audífonos, bajo los pies y sintió el contacto de algo caliente y peludo, al fin había encontrado sus pantuflas, apoyo sus cosas en la cama y se puso las botas que usaba de pantuflas, levanto la cabeza para encontrarse con el espejo de cuerpo completo, su cabello era una maraña de ondas y lacios castaños por todas partes, su piel blanca se notaba más pálida a la luz de la luna y su camiseta negra se le levantaba justo arriba del ombligo. Dejo de mirarse en el espejo y metió sus pantalones de pijama blancos a las botas, tomo sus cosas y camino hacia su ventana.
Se sentó en el sofá bajo que tenía y levanto solo un poco las cortinas, miró por la ventana y comenzó a dibujar, lo que se supone sería un paisaje de campo se terminó convirtiendo en Robert, el extraño que había conocido afuera del baño del concierto.
{***}
Su madre llego a despertarla a las diez en punto y solo así se dio cuenta que se había dormido en el sofá bajo con los dedos manchados de él carboncillo que había usado en la madrugada.
— Tomate un baño, hueles feo. — bromeo su madre cuando la despertó.
— ¿Pero me haces de desayunar? — puso su famosa cara de perrito y miro a su madre con sus grandes ojos miel.
— ¿Hot cakes con tocino está bien?
— Sí.
Su madre salió de su cuarto y ella camino hasta su ropero, lo abrió esperando que este le explotara en la cara, pero no fue así, por lo que hizo sus cuentas mentales. Era jueves, la mucama venia los miércoles. Entro en el cambiador y busco algo de ropa, no lo pensó demasiado y agarro su playera negra de Ramones, unos jeans entubados y sus converse negras.
Dejo toda su ropa en la cama y paso el espejo sin hacerle caso hasta llegar al pequeño pasillo de dos puertas, la puerta de la derecha era su baño y la de enfrente era donde guardaba sus cremas, maquillajes, toallas y ropa sucia.
Entro en el baño y jalo la cortina blanca de puntos negros levemente para poder abrir la ducha, pensó por un momento en darse un baño de burbujas, pero eso mejor lo haría en la noche. Dejo el agua caliente recorrer su cuerpo y dejo a la espuma hacer su parte, su baño fue rápido y cuando acabo alargo su blanco brazo hasta toparse con su toalla azul, camino-corrió a su cuarto dejando pequeños círculos de agua detrás de ella.
Rápidamente se cambió y regreso al baño por su cepillo de cabello, Alaska no era una chica de peinarse tres horas, por lo que nada más se cepillo y se puso crema para peinar, fue por su delineador y rímel al armario antes mencionado, fueron unos simples trazos en sus ojos y listo.
Tomo un morral abandonado en el escritorio junto a la puerta en donde metió su celular, su iPod y su cartera, salió del cuarto cerrando su puerta y bajo la escalera cuidando de no caer hasta llegar a la cocina en donde su madre ya tenía su desayuno listo.
Ambas se sentaron en la barra que separaba la cocina del comedor y comenzaron a desayunar.
— Después de él doctor te invito a comer, hay algo que debo de contarte.
{***}
Madre e hija salieron del doctor felices, no habían sido buenas noticas, pero definitivamente no eran malas, juntas se dirigieron al restaurante al que acostumbraban a ir después de una consulta y se sentaron en su habitual mesa.
— ¿Ya sabes que vas a pedir? — preguntó Gabrielle a su hija.
— Pizza, papás a la francesa, refresco, Nuggets, mejor dos órdenes de papas, un elote dulce, una malteada y helado de oreo para el postre.
— ¿Planeas alimentar a todo el mundo?
— No, planeo comer mi comida y después pensar en algo para los niños del mundo. — dicho esto madre e hija rieron, su comida llego un poco después. — ahora si ¿Qué era lo que me querías contar?
— Bueno. No grites, conseguí un trabajo como asistente de producción para Ticketmaster.
— ¿Y eso en qué consiste? — pregunto la castaña emocionada y feliz por su madre.
— Pues todo lo que los artistas necesiten soy la encargada de conseguirlos y supervisar que la función sea adecuada y no exista ningún error, por lo que voy a tener boletos gratis para muchos de tus conciertos.
— ¡Estoy muy feliz por ti mami!
{***}
Luke no se había podido sacar a Alaska de la cabeza, pero no iba a dejar que esos ojos llegaran a su corazón, lo más probable es que se lo rompiera en mil pedazos. A parte que lo más probable es que no la volviera a ver en toda su vida. Tenía que superarla y concentrarse en el concierto de mañana.
No pongo imagen bc no me gusta como queda toda grande
Última edición por Wallflower. el Jue 03 Abr 2014, 3:04 pm, editado 1 vez
wasteland
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Wallflower. escribió:Jude
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- Capítulo:
Termino de editar mañana que me mandan a dormir
Casi aceptada
Estas aceptada pero aún así falta el escrito y el link de una de tus novelas o OS. Sin embargo, vuelvo a recalcar que estas aceptada. ¡Suerte!
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Victoria Diermissen
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- Capítulo 011Me habían convertido en una rata de laboratorio...[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]-¡Grace, cariño, Penny se ha escapado! –Gritó mi padre desde el primer piso. Cerré el libro y lo lancé a un lado de la cama con violencia levantándome con una velocidad impresionante de mi cama. Era segunda vez que Penny, mi cachorra, se escapaba de casa. Lo que más me preocupaba, es que con papá vivíamos en un lugar campestre y nuestros vecinos se ubicaban a poco más de un kilómetro de distancia. Aunque el lo niegue, era inevitable negar el porqué nos habíamos mudado a vivir a esta parcela en donde pudiera tener el menor contacto posible con la gente. Aunque él se hubiera escusado detrás de el pretexto de “necesitar paz”, yo sabía perfectamente que no era así y que el verdadero motivo era que quería ocultar mi extraño sexto sentido de la multitud. Controlar mi “don” –como lo llama papá – resulta excesivamente difícil, créanme, alterar el clima con tus cambios de humor no es nada agradable.
-¿por donde se fue, papi? – le pregunté entrando a la cocina a toda velocidad.
-se introdujo al bosque, no pudo haber ido muy lejos, estoy seguro que sabrás como encontrarla – dijo guiñándome un ojo.
-ni lo sueñes, la ultima vez que intenté agudizar el oído para escuchar sus pasitos en las hojas del bosque, casi pierdo la cabeza por completo con tantos ruidos invadiendo mi cabeza – contesté mientras salía al patio por la puerta de la cocina para luego correr hacia el bosque aventurándome en él. -¡Penny¡ - grité con todas mis fuerzas -¡Penny, ven aquí chica buena! – grité nuevamente mientras avanzaba. Amaba aventurarme en el bosque, sobre cuando las hojas de los árboles caían secas al suelo y al aplastarlas crujían bajo mis pies.
Caminé tanto tiempo que al mirar hacia atrás, ya no podía ver mi casa, solo una hilera de arboles alzándose majestuosos hacia el cielo, que por cierto, ya comenzaba a tornarse de un tono anaranjado anunciando la plenitud del crepúsculo.
-¡Vamos Penny! Se oscurece – grité frotándome los brazos con las manos para entrar en calor. Caminé un poco más a hacia el interior del bosque y no había rastro de Penny. Estaba a punto de agudizar el oído cuando siento un llanto de cachorro. -¡Pennyweather! – grité mientras caminaba en dirección del llanto.
Mientras caminaba hacia donde provenía el llanto de Penny, el crujido de las hojas a mi lado derecho me hizo detenerme en seco para comprobar que no eran mis pisadas. Me mantuve un instante en silencio. Nada. Me dispuse a dar otro paso, pero antes de que pusiera mi pie en el suelo, el crujido volvió a sonar a mi lado derecho y luego a mi lado izquierdo haciéndome sobresaltar.
-Penny… - susurré. El llanto de la cachorra se hizo más fuerte por lo que seguí avanzando hasta que divisé a la pequeña cachorra Westie atascada en una raíz se un árbol. –hey chica traviesa, que haces aquí en el bosque nuevamente… - le hablé dulcemente. Comencé a desenredarla con delicadeza hasta que sentía el crujido de la hojas aún más cerca. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y la sensación térmica comenzó a bajar a mi alrededor gracias al miedo que sentía. Tomé a Penny en mis brazos y comencé a tirar de su correa para que se soltara rápidamente. Las pisadas cada vez estaban más cerca.
- Vamos, suéltate maldita correa – Mi miedo fue creciendo aún más. No era común que hubiera gente en mi bosque, y me refiero a MÍ bosque porque se supone que hasta cierto punto, esto era recinto privado. A medida que me sentía mas aterrada al sentir las pisadas cada vez más cerca, el invierno fue haciendo acto de presencia en mi periferia hasta que los pequeños copos de nieve comenzaron a caer.
-…. ¿qué mierda es esto? – dijo la voz de un hombre entre los árboles. Mi pánico aumentó aún más y la maldita cuerda no se soltaba. Tiré con todas mis fuerzas de la cuerda haciendo que cayéramos al piso pero al menos sirvió para que la cuerda se soltara, tampoco dejaría a mi cachorra allí. Me levanté rápidamente y comencé a correr a todo lo que mis piernas daban. Mientras corría, el invierno se movía conmigo, o más bien, avanzaba conmigo, pues al mirar hacia atrás, me di cuenta que por donde había pasado, iba dejando una rastro de escarchas en el piso.
-¡allí está! – gritó la voz de otro hombre, una voz más grave. Miré hacia atrás y ví a cuatro hombres correr tras de mí. Me giré rápidamente y comencé a correr otra vez. Mientras corría, quise verificar si acaso los hombres estaban más ceca de mí y al girarme, mi pié derecho se enredó en una raíz de un árbol haciendo que fuera a parar al piso y que Penny volara por los aires y luego se fuera corriendo hacia casa. Me dispuse a levantarme nuevamente pero una mano capturó mi tobillo devolviéndome al piso.
-te tengo – dijo el hombre. Lancé un grito y le di una patada en la nariz con el pie que me quedaba libre. – ¡pequeña sabandija! –gritó. Me puse de pie y corrí nuevamente. Al pasar por un pequeño riachuelo que atravesaba el terreno, me agaché y tomé un poco de agua la cuál, debido a mi temperatura, se convirtió en hielo moldeado con filosas puntas por mis manos, las cuales lancé con fuerza hacia el suelo al otro lado del riachuelo haciéndolas revotar. Cerré mis ojos y me concentré en el viento. Puse mis brazos a cada lado de mi cuerpo con las palmas mirando hacia el suelo, el aire se fue acumulando en el espacio que quedaba entre mis manos y el suelo formando remolinos. Moví mis palmas frente a mi cuerpo y el viento salió disparado hacia los hombres de blanco, haciendo que las hojas del suelo y los trozos de hielo volaran en la misma dirección. Me giré y seguí corriendo.
-¡Papá! – grité cuando las primera imágenes de la casa comenzaban a aparecer entre la oscuridad del bosque. -¡Papá, ayúdame! – grité nuevamente.
-¡Gracie! – gritó mi padre desde el jardín de la casa.
-¡Papá! – grité al borde de las lágrimas. Aumenté la rapidez de mi carrera aunque mis pulmones iban a explotar debido a la falta de aire hasta que por fin atravesé el bosque y llegué a los brazos de papá.
-¿Qué sucede, nena? Dios mío, estas congelada – dijo frotando sus manos con mis brazos para hacerme entrar en calor, sin embargo, eso era lo que menos me importaba, mi cuerpo so sufría las consecuencias del clima, mi cuerpo ERA el clima, así es que por mas frío que hiciera o por más calor que sintiera, no iba a llegar a volverme loca.
-hombres, hombres de blanco – dije en estado de shock comenzando a llorar.
-Grace, cariño, relájate por favor, tienes que controlarte – dijo mi padre estremeciéndose mientras sus dientes chocaban entre sí indicando que sentía mucho frío. Allí recordé que mi padre no era como yo y que el frío le afectaba. La nieve que seguía cayendo, cayó en masa al piso y se detuvo. Los hombres de blanco –cuya vestimenta ya no era completamente blanca – llegaron al patio.
-Señor Grigori, tenemos ordenes de llevarnos a su hija – dijo uno de ellos.
Luego de negarse y gritarles groserías por un buen rato, mi padre accedió a hablar con ellos dentro de la casa. Los invitó a pasar a su oficina y me dejó a mí “fuera del asunto”. Pasaban los minutos y mi padre no salía. Me encontraba sentada en la ventana mirando como mi angustia y desesperación hacían que las pocas hojas de los árboles cayeran al piso y que las corrientes de viento se alteraran. Después de más de dos horas, la puerta del despacho de papá se abrió. Papá salió derrotado.
-Lo siento cariño, debes irte con ellos, ordenes del estado – me dijo con la voz cortada.
-me estás entregando… tú también me ves como un monstruo… - dije entre lágrimas.
-no, cariño – comenzó a acercar.
-no te acerques, no me toques – le escupí con rabia.
-ellos te van a ayudar con tu “Don” – explicó dolido.
-¡esto no es un Don! – le grité. – ¡Es una maldición! – sollocé.
-debemos irnos ya, señorita Grigori, la otra bandada debe estar ya de camino al laboratorio – dijo uno de los hombres.
-¿laboratorio? – pregunté aún más confundida. –entonces van a experimentar conmigo – afirmé.
-no podemos darle información, señorita Grigori, apenas lleguemos le explicaran el programa. – me tomaron de los brazos. –por favor, señor Grigori, envíe el equipaje de la Señorita a la dirección indicada – le explicó a mi padre.
-suéltame, puedo caminar sola – le dije al sujeto.
Me sacaron de mi casa y me metieron en una furgoneta color blanca que contenía el escudo del estado Estadounidense. A partir de este momento me había convertido en una rata de laboratorio…
- Ed <3:
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Mess.
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Melissa escribió:Victoria Diermissen
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Nombre Completo:Victoria Denisse Diermissen
Representantes:Amber Heard & Jeremy Irvine
Pareja:Visiones {Chica & Creación de Luz {Chico
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- Capítulo:
Capítulo 011Me habían convertido en una rata de laboratorio...[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]-¡Grace, cariño, Penny se ha escapado! –Gritó mi padre desde el primer piso. Cerré el libro y lo lancé a un lado de la cama con violencia levantándome con una velocidad impresionante de mi cama. Era segunda vez que Penny, mi cachorra, se escapaba de casa. Lo que más me preocupaba, es que con papá vivíamos en un lugar campestre y nuestros vecinos se ubicaban a poco más de un kilómetro de distancia. Aunque el lo niegue, era inevitable negar el porqué nos habíamos mudado a vivir a esta parcela en donde pudiera tener el menor contacto posible con la gente. Aunque él se hubiera escusado detrás de el pretexto de “necesitar paz”, yo sabía perfectamente que no era así y que el verdadero motivo era que quería ocultar mi extraño sexto sentido de la multitud. Controlar mi “don” –como lo llama papá – resulta excesivamente difícil, créanme, alterar el clima con tus cambios de humor no es nada agradable.
-¿por donde se fue, papi? – le pregunté entrando a la cocina a toda velocidad.
-se introdujo al bosque, no pudo haber ido muy lejos, estoy seguro que sabrás como encontrarla – dijo guiñándome un ojo.
-ni lo sueñes, la ultima vez que intenté agudizar el oído para escuchar sus pasitos en las hojas del bosque, casi pierdo la cabeza por completo con tantos ruidos invadiendo mi cabeza – contesté mientras salía al patio por la puerta de la cocina para luego correr hacia el bosque aventurándome en él. -¡Penny¡ - grité con todas mis fuerzas -¡Penny, ven aquí chica buena! – grité nuevamente mientras avanzaba. Amaba aventurarme en el bosque, sobre cuando las hojas de los árboles caían secas al suelo y al aplastarlas crujían bajo mis pies.
Caminé tanto tiempo que al mirar hacia atrás, ya no podía ver mi casa, solo una hilera de arboles alzándose majestuosos hacia el cielo, que por cierto, ya comenzaba a tornarse de un tono anaranjado anunciando la plenitud del crepúsculo.
-¡Vamos Penny! Se oscurece – grité frotándome los brazos con las manos para entrar en calor. Caminé un poco más a hacia el interior del bosque y no había rastro de Penny. Estaba a punto de agudizar el oído cuando siento un llanto de cachorro. -¡Pennyweather! – grité mientras caminaba en dirección del llanto.
Mientras caminaba hacia donde provenía el llanto de Penny, el crujido de las hojas a mi lado derecho me hizo detenerme en seco para comprobar que no eran mis pisadas. Me mantuve un instante en silencio. Nada. Me dispuse a dar otro paso, pero antes de que pusiera mi pie en el suelo, el crujido volvió a sonar a mi lado derecho y luego a mi lado izquierdo haciéndome sobresaltar.
-Penny… - susurré. El llanto de la cachorra se hizo más fuerte por lo que seguí avanzando hasta que divisé a la pequeña cachorra Westie atascada en una raíz se un árbol. –hey chica traviesa, que haces aquí en el bosque nuevamente… - le hablé dulcemente. Comencé a desenredarla con delicadeza hasta que sentía el crujido de la hojas aún más cerca. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y la sensación térmica comenzó a bajar a mi alrededor gracias al miedo que sentía. Tomé a Penny en mis brazos y comencé a tirar de su correa para que se soltara rápidamente. Las pisadas cada vez estaban más cerca.
- Vamos, suéltate maldita correa – Mi miedo fue creciendo aún más. No era común que hubiera gente en mi bosque, y me refiero a MÍ bosque porque se supone que hasta cierto punto, esto era recinto privado. A medida que me sentía mas aterrada al sentir las pisadas cada vez más cerca, el invierno fue haciendo acto de presencia en mi periferia hasta que los pequeños copos de nieve comenzaron a caer.
-…. ¿qué mierda es esto? – dijo la voz de un hombre entre los árboles. Mi pánico aumentó aún más y la maldita cuerda no se soltaba. Tiré con todas mis fuerzas de la cuerda haciendo que cayéramos al piso pero al menos sirvió para que la cuerda se soltara, tampoco dejaría a mi cachorra allí. Me levanté rápidamente y comencé a correr a todo lo que mis piernas daban. Mientras corría, el invierno se movía conmigo, o más bien, avanzaba conmigo, pues al mirar hacia atrás, me di cuenta que por donde había pasado, iba dejando una rastro de escarchas en el piso.
-¡allí está! – gritó la voz de otro hombre, una voz más grave. Miré hacia atrás y ví a cuatro hombres correr tras de mí. Me giré rápidamente y comencé a correr otra vez. Mientras corría, quise verificar si acaso los hombres estaban más ceca de mí y al girarme, mi pié derecho se enredó en una raíz de un árbol haciendo que fuera a parar al piso y que Penny volara por los aires y luego se fuera corriendo hacia casa. Me dispuse a levantarme nuevamente pero una mano capturó mi tobillo devolviéndome al piso.
-te tengo – dijo el hombre. Lancé un grito y le di una patada en la nariz con el pie que me quedaba libre. – ¡pequeña sabandija! –gritó. Me puse de pie y corrí nuevamente. Al pasar por un pequeño riachuelo que atravesaba el terreno, me agaché y tomé un poco de agua la cuál, debido a mi temperatura, se convirtió en hielo moldeado con filosas puntas por mis manos, las cuales lancé con fuerza hacia el suelo al otro lado del riachuelo haciéndolas revotar. Cerré mis ojos y me concentré en el viento. Puse mis brazos a cada lado de mi cuerpo con las palmas mirando hacia el suelo, el aire se fue acumulando en el espacio que quedaba entre mis manos y el suelo formando remolinos. Moví mis palmas frente a mi cuerpo y el viento salió disparado hacia los hombres de blanco, haciendo que las hojas del suelo y los trozos de hielo volaran en la misma dirección. Me giré y seguí corriendo.
-¡Papá! – grité cuando las primera imágenes de la casa comenzaban a aparecer entre la oscuridad del bosque. -¡Papá, ayúdame! – grité nuevamente.
-¡Gracie! – gritó mi padre desde el jardín de la casa.
-¡Papá! – grité al borde de las lágrimas. Aumenté la rapidez de mi carrera aunque mis pulmones iban a explotar debido a la falta de aire hasta que por fin atravesé el bosque y llegué a los brazos de papá.
-¿Qué sucede, nena? Dios mío, estas congelada – dijo frotando sus manos con mis brazos para hacerme entrar en calor, sin embargo, eso era lo que menos me importaba, mi cuerpo so sufría las consecuencias del clima, mi cuerpo ERA el clima, así es que por mas frío que hiciera o por más calor que sintiera, no iba a llegar a volverme loca.
-hombres, hombres de blanco – dije en estado de shock comenzando a llorar.
-Grace, cariño, relájate por favor, tienes que controlarte – dijo mi padre estremeciéndose mientras sus dientes chocaban entre sí indicando que sentía mucho frío. Allí recordé que mi padre no era como yo y que el frío le afectaba. La nieve que seguía cayendo, cayó en masa al piso y se detuvo. Los hombres de blanco –cuya vestimenta ya no era completamente blanca – llegaron al patio.
-Señor Grigori, tenemos ordenes de llevarnos a su hija – dijo uno de ellos.
Luego de negarse y gritarles groserías por un buen rato, mi padre accedió a hablar con ellos dentro de la casa. Los invitó a pasar a su oficina y me dejó a mí “fuera del asunto”. Pasaban los minutos y mi padre no salía. Me encontraba sentada en la ventana mirando como mi angustia y desesperación hacían que las pocas hojas de los árboles cayeran al piso y que las corrientes de viento se alteraran. Después de más de dos horas, la puerta del despacho de papá se abrió. Papá salió derrotado.
-Lo siento cariño, debes irte con ellos, ordenes del estado – me dijo con la voz cortada.
-me estás entregando… tú también me ves como un monstruo… - dije entre lágrimas.
-no, cariño – comenzó a acercar.
-no te acerques, no me toques – le escupí con rabia.
-ellos te van a ayudar con tu “Don” – explicó dolido.
-¡esto no es un Don! – le grité. – ¡Es una maldición! – sollocé.
-debemos irnos ya, señorita Grigori, la otra bandada debe estar ya de camino al laboratorio – dijo uno de los hombres.
-¿laboratorio? – pregunté aún más confundida. –entonces van a experimentar conmigo – afirmé.
-no podemos darle información, señorita Grigori, apenas lleguemos le explicaran el programa. – me tomaron de los brazos. –por favor, señor Grigori, envíe el equipaje de la Señorita a la dirección indicada – le explicó a mi padre.
-suéltame, puedo caminar sola – le dije al sujeto.
Me sacaron de mi casa y me metieron en una furgoneta color blanca que contenía el escudo del estado Estadounidense. A partir de este momento me había convertido en una rata de laboratorio…
- Ed <3:
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Ficha Aceptada
Estas aceptada, sin embargo, tienes unos pequeños errores con tu escritura, ya que en los signos de exclamación colocaste los mismos y no hiciste un cambio. Igualmente con la separación de párrafos pero no es nada muy importante. Me gustó tu escritura al igual que el capítulo.En fin, aceptada y mucha suerte.
Invitado
Invitado
Re: Shadows into Light {audiciones cerradas} resultados puestos
Listo edite, es que me mandaban a dormir y etc.
Gracias por aceptarme (si leí)
Gracias por aceptarme (si leí)
wasteland
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