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Pasión (Larry Stylinson)

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Pasión (Larry Stylinson)  - Página 3 Empty Re: Pasión (Larry Stylinson)

Mensaje por Invitado Lun 05 Mayo 2014, 10:43 pm

Debby escribió:Esa fue una coincidencia demasiado desafortunada. Bah obvio que no, pero Harry, por ahora cree que si. JAJAJ
Esa Gina infumable le va a traer problemas por ser tan estúpida :S
"Escogió su blanco: William. Sería un placer dispararle al hijo de perra." JAJAJAJ ya quisiera. 
Seguila pronto por favor! bye ♥
ahahahaha, demás.
Uh, se muere por dispararle pero otras cosas.
La sigo
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Pasión (Larry Stylinson)  - Página 3 Empty Re: Pasión (Larry Stylinson)

Mensaje por Invitado Lun 05 Mayo 2014, 10:45 pm

Mra. De Horan escribió:Se quieren pero no lo admiten se quieren pero no lo admiten*la escribi cantando*
Ademas se desean *cara picara* aunque ya lo han hecho,pero quieren mas!!!!! *hemorragia nasal*
Continuala!!!
Ah, se quieren comer de nuevo!!!
La sigoo
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Pasión (Larry Stylinson)  - Página 3 Empty Capitulo 3.

Mensaje por Invitado Lun 05 Mayo 2014, 10:51 pm

—¡Quiero Bailar!
Varias horas después, los músicos habían tocado ‘La Bamba’ seis veces, los arreglos florales empezaban a marchitarse, y la mayoría de los invitados más importantes, los indígenas por lo menos, ya se habían marchado.
Extendiendo la mano para apoyar a su hermana, Botelli encontró la mirada de Harry. Éste se incorporó de la pared en la cual estaba apoyado e hizo su camino hacia al lado de Botelli presto para hacer cualquier cosa que éste necesitara que hiciera, incluso evitar que su hermana dejara el salón.
Gina osciló, apoyándose en el brazo de su hermano volviendo sus expertos ojos suplicantes hacia él. —Ricco, ¿me oíste?
Dio palmaditas a su mejilla. —Hay músicos aquí, ve y baila.
Ella hizo un mohín. —Quiero música de verdad, Ricco, no el ruido de un ascensor. ¡Quiero celebrar mi maravilloso compromiso con mis amigos maravillosos! —Hizo un gesto con su brazo abarcando a una docena, más o menos, de jóvenes de veinte-tantos costosamente vestidos, descendientes de las familias más ricas de la ciudad, cuyo propósito principal en la vida consistía aparentemente en conservar en el negocio de las drogas a proveedores como Ricco Botelli y Don Jesús Sánchez.
—Sí, pero quizás tu novio objete. —Botelli lanzó una mirada cuestionable a Sánchez quien estaba silenciosamente de pie observando las bufonadas de su novia con serios ojos color ámbar. Era fácil adivinar la opinión de Sánchez acerca del método de Botelli para ocuparse de Gina, el cual consistía básicamente en darle todo lo que ella pidiera y luego dejar que otros corrieran con las consecuencias. Justo como intentaba hacerlo en el momento.
Gina osciló hacia Sánchez, moviendo sus ojos a él. —No te importa, ¿verdad, Jesús?
Harry  no tuvo la impresión de que Sánchez se sintiera inseguro, sin embargo miró a Gina un momento largo antes de estudiar a la pandilla achispada de jóvenes sofisticados que se reía estúpidamente. La mayoría eran mujeres y los pocos chicos no parecían mostrar un interés indebido en Gina. Harry  había estado atento en caso de necesitar intervenir si algún patán joven intentará desviar su actitud.
Inesperadamente, Sánchez sonrió una desconcertante sonrisa rapaz. —¿Por qué no? Tu hermano y yo tenemos algunos asuntos que discutir, Chiquita. Quizás sea mejor que pases algún tiempo con tus amigos.
Deshaciéndose de Botelli, Gina chispeó alegremente a Don Sánchez. Su sonrisa estaba llena de promesas y misterios y, en opinión de Harry, de mucho licor fino. —Sabía que no te importaría. —Lanzó una mirada victoriosa en dirección de su hermano—. Eres un hombre de mundo. Alguien que sabe que una mujer no puede simplemente sentarse y tejer mientras su esposo trabaja.
¿Tejer? ¿A qué jugaba? Ella no era tonta, honestamente, ¿Entonces por qué estaba tirando de la cola del tigre deliberadamente? Sánchez la miró ausente, acariciando la cremosa piel de raso de sus pechos semi-desnudos, la piedra de su anillo relució en su mano con las miles de diminutas luces dispuestas alrededor del techo del salón.
—Creo que serás un marido maravilloso, Jesús. —Gina murmuró, meneando ridículamente sus pestañas.
A Harry  no le preocupó la curva débil de los labios de Sánchez. Sospechó que Sánchez no tenía problema alguno en intuir que Gina pretendía manipularlo descaradamente con sus encantos, permaneció quieto, incluso entretenido. Sánchez miró cada movimiento y expresión de Gina como si ella fuera un manjar deleitable en una bandeja de postres.
—¡Bien, entonces que así sea! —Dijo Botelli jovialmente—. Gina y sus amigos pueden irse a bailar mientras nosotros hablamos. —Hizo además un gesto hacia Harry  con su cabeza—. Edward, ve y dile a Paulo que conduzca para Gina. No quiero que suba a cualquier automóvil con chóferes bebidos.
Sánchez se interpuso sedosamente. —No habrá necesidad. Mi esposa, mi futura esposa, está ahora bajo mi protección. Mis hombres la escoltarán y garantizarán su seguridad.
Gina pestañeó hacia él. —Paulo puede conducir, —dijo— o E.
Incluso Botelli pareció incómodo a la expresión yerma que Sánchez le dedicó a Harry. El capo mexicano no pronunció palabra. Harry  no se inmutó.
Mierda.
Felizmente ajena de la tensión, Gina sonrió brillantemente en un gesto de apaciguar la expresión áspera en el rostro de su novio. —E es toda la protección que necesito. Él salvó mi vida, ¿sabes? Un loco maníaco me atacó el año pasado justo a las afueras de la Galería de joyas y E, que casualmente caminaba por allí, vino a mi rescate.
Pobre e incauta Gina. El DPSF organizó ese ataque a las afueras de la Galería de Joyas para que Harry  tuviera la oportunidad de ganar la confianza de Botelli, demás está decir que la artimaña había funcionado de maravilla.
Gina realmente no podía ser tan boba para no comprender en la posición comprometedora en que estaba poniéndolo por lo que debía estar más ebria de lo que Harry  había comprendido. Botelli lo debe haber comprendido también. Le dio a Harry  una palmada en la espalda y sostuvo su nuca, agitándolo ligeramente en una exhibición de dominación indulgente. —No permitas que su cara de ‘niño lindo’ te engañe, Don Sánchez. Edward es uno de mis mejores hombres. Digno de plena confianza. Él sabe lo que le pasaría si no pudiera confiar en él. —Botelli rió ruidosamente. Harry  logró esbozar una sonrisa débil cuando los otros presentes, a excepción de Don Sánchez, se unieron a la risa tardíamente. Estaba suficientemente claro que Harry  sería la última persona en este cuarto con quien Don Sánchez dejaría salir a Gina. Lo cual le satisfizo de maravilla puesto que no quería desperdiciar la noche siendo la niñera de Gina, por otra parte sería la pérdida de una gran oportunidad.
—Estoy seguro que así es. —Serio, Don Sánchez se enderezó despidiendo la idea de Harry  como escolta—. Sin embargo, como yo mismo no tengo tiempo para acompañarla, mi novia irá con mi hombre de mayor confianza. ¡William!
Harry  no había notado el acercamiento de William  ni lo había visto durante la última hora o dos, excepto de alguna distancia, pero de repente, el hombre estaba de pie justo a su lado, la fragancia lima de su loción de afeitar lo alertó de su presencia incluso antes de voltear.
—Sí. —Los ojos de William  se encontraron fríamente los de Harry.
—Gina desea visitar Clubes de baile esta noche. La acompañarás en mi lugar, amigo.
—Será un honor. —William respondió.
—¡Wow! —Gina burbujeó—. En ese caso, ¿por qué no vamos todos juntos?
Harry  lanzó una mirada a William  quien la devolvió.
William, en tono perezoso y apacible dijo—: Ah, por todos los santos, si eso hace a la Señorita sentirse cómoda, permítanle venir.
Su respuesta no debió ser necesaria, no obstante Harry habló tiesamente. —Lo que el Señor Botelli quiera.
—¿Y qué sobre lo que yo quiero? —Gina se quejó—. No conozco a estos hombres. No conozco a este Ricardo Montalban. —Hizo un mohín hacia William.
—Gina compórtate. —Botelli ordenó, la máscara de bondad complaciente se resbaló un momento. Gina le miró con desafío, entonces miró a Sánchez y rió tontamente.
Harry  no estaba seguro de lo qué encontró tan divertido. Sánchez estaba mirándola, una sonrisa genial que envió un escalofrío a través de su espina. No era porque pareciera molesto, porque no lo estaba. Una vez más parecía un poco entretenido por los malos modales de Gina.
De nuevo, Gina osciló y Harry  extendió la mano para apoyarla en un intento de evitar que cayera de bruces. —Estoy perdiéndome mi fiesta. —Le informó a su hermano—. Se supone que esta es mi noche. ¿No?
—Gina, es mejor que muestres respeto al Señor William. —Botelli dijo sucintamente—. Toma el Ferrari, Ed.
Harry  asintió.
—Asegúrate de traerla de vuelta en la misma condición en la que sale, ¿capisce?
¿Borracha hasta los tuétanos? Ese no será un problema. Harry asintió de nuevo, tanteando la pistolera de hombro bajo su chaqueta en un gesto que dijo mi-arma-está-a-tu-servicio. A Botelli le fascinaba toda esa parafernalia Hollywoodense.
Gina enganchó su brazo y con el otro a William. —¿Y cómo debo llamarte, Ricardo? ¿O? ¿Gran O? —Rió tontamente de nuevo. William murmuró algo liso y evasivo.
Oh sí, sería una larga noche.
Botelli rió su típica risa resbaladiza. —¡Las mujeres italianas! —Le dio una copa de Champaña a Sánchez mientras levantaba la suya en gesto de brindis.
Cuando Gina arrastró a William  y Harry  hacia las puertas del salón de baile, éste pudo oír a Botelli decir: —Mi hermana es una muchacha apasionada, pero será una buena esposa, Don Sánchez. No tenga de eso la menor duda.
Y Sánchez contestó—: Conozco a las mujeres italianas, amigo. Mi primera esposa era italiana.
¿Primera esposa? Ésa era nueva. No había mención alguna de esposas anteriores en el expediente de Sánchez. Harry  estaba fuera de rango para escuchar nada más, pero hizo una nota mental para chequearlo la próxima vez que se contactara con su capitán.
El estacionamiento frente a la mansión Botelli estaba congestionado con costosos autos deportivos e híbridos.
Un par de idiotas habían descubierto sus cláxones y decidieron destruirlos en la noche brumosa. Los humos de los tubos de escape y el alcohol flotaron en la brisa.
—¡Gina, ven! ¡Sube con nosotros! —Chilló la hija pelirroja de una familia de la prominente Colina Snob, ondeando hacia su Lamborghini amarillo.
Riéndose, Gina se deshizo de Harry y William, empezando a caminar hacia la puerta abierta de un Audi TT.
—No, no, Señorita Botelli. —William cogió su brazo y la trajo hacia atrás—. E ya requirió su automóvil.
—¿Uh? —Gina pestañeó hacia él y entonces hacia Harry —. ¡Oh, sí! —Ondeó la mano a sus inquietos amigos, emitiendo comentarios de cosa inevitables.
El Ferrari negro de Botelli vino, rugiendo y deslizándose en una abrupta parada a escasa pulgadas de un Mercedes cuyos limpia parabrisas estaban encendidos para el histérico entretenimiento de sus pasajeros.
El chofer de Botelli salió del carro echándole las llaves a Harry  quien las cogió con una mano.
—¿Estás seguro que no estás sobre el límite legal?
Harry  le lanzó la mirada que heló a los pervertidos en sus huellas. Pero no parecía tener efecto en William  quien meramente hizo un gesto displicente con su hombro.
—Don Sánchez no tolera el abuso de alcohol o el uso de sustancias ilegales dentro de su organización.
Harry  resopló. Don Sánchez iba a tener un cruel despertar una vez que se casara con la Señorita Botelli. Todo lo que respondió fue. —No trabajo para Don Sánchez.
—¿No? —William  estaba sonriendo.
Qué placer tendría al poner a este idiota arrogante tras las rejas.
Dichosamente ajena a la hostilidad en el subtexto, o en el texto para el caso, Gina inquirió, —¿Te gusta bailar, Señor William?
Caminaban hacia el Ferrari por la grama lujosa, William hizo bien su papel de soldado de caballería impidiendo que Gina se atascara en el césped con sus tacones puntiagudos. —Me gusta, sí.
—Porque a E, no le gusta. —Gina parecía confesar una de las grandes tragedias de su vida juvenil—. Da la impresión que no, pero realmente él es muy tímido –
Y como un sabueso tras la pista correcta, se deslizó más suave que Dean Martin en sábanas de seda, William respondió. —Los hombres jóvenes a menudos son tímidos ante la presencia de una mujer tan hermosa.
—Entonces, bailaré contigo toda la noche. —Gina sonrió afectadamente hacia Harry que pretendió ignorar todo el intercambio.
—El cinturón, Gina. —Pidió Harry.
Ella suspiró con longanimidad y obedeció.
—Nadie conduce para E. Jamás. —Ella le informó a William.
—¿Nunca?
—Nunca. A Edward le gusta tener siempre el control.
William rió.
Harry abrió la boca para responder, pero justo antes de poder hacerlo, el Lamborghini a la cabeza de la hilera de vehículos rugió a la vida, los neumáticos echaron humo contra el pavimento. El Audi lo siguió así como el resto de los vehículos imitando la estupidez de sus predecesores.
—Cristo Todopoderoso. —Murmuró.
—Atrápalos, E. —Gina chilló—. Tenemos que estar al frente.
Ella no se equivocaba pues por la manera que sus cabrones amigos maniobraran ebriamente para ganar dicha posición ocasionaría un choque incluso antes de alcanzar las verjas de las propiedad.
—Sujétate —Harry murmuró por lo bajo, acelerando el Ferrari para alcanzar la línea de coches. En segundos estaba al lado del último automóvil, desviándose para evitar al chofer del Mercerdes que conducía en zigzag entre el césped y el pavimento.
Cambiando la velocidad, rebasó a ambos automóviles y entonces aceleró frente al Audi que mostró señales de empezar a colearse. Harry pisó el gas y volaron al frente.
Del asiento trasero oyó la risa suave de William.
—Ahora pasa a esa perra de Amarilis. —Gina pidió cuando se acercaron al Lamborghini.
Las altas verjas negras de hierro de la propiedad se revelaron a sólo unos patios a la luz de sus faros.
Harry enlosó, acelerando con furia delante del Lamborghini. Amarilis aceleró también, pero Harry mantuvo su pie en el acelerador, y pronto pasaron al frente, pasando a través de las verjas y poniéndose indiscutiblemente a la cabeza del tren de vehículos.
Gina chirrió con placer.
Cuando llegaron a la carretera principal, Harry bajó la velocidad a respetables sesenta, el Ferrari abrazó las curvas del camino fácilmente.
—¿Dónde aprendiste a manejar así, Edward? —William preguntó. Había tono distinto en su voz.
—Con Meteoro. —Dijo y sus compañeros se rieron.
Gina Botelli era bien conocida en Ruby Blue, después de toda había estado frecuentando el lugar desde que era una mocosa menor de edad, pero muy rica. Ese era el tipo de club que era Ruby Blue. Los administradores se hacían de la vista gorda hacia el menor poderosamente conectado o el ocasional tráfico de coca distribuida bajo cuerda en el salón de descanso. Si eras suficientemente rico-suficientemente bien vestido, había una multitud de pecados que se pasarían por alto en Ruby Blue.
No era la primera vez que Harry acompañaba a Gina al club, y el guardia de seguridad fornido de la puerta no movió ni una pestaña cuando dejó ver fugazmente su pistolera y arma. De hecho, el matón sonrió ampliamente como si estuviera esperando que algo emocionante pasara para alegrar su noche.
William, por otra parte, recibió una revisión completa hasta que Gina, muerta de risa, le informó al guardia de seguridad que era parte de su séquito. Inexpresivamente, el jefe de los idiotas a Harry quien regresó blandamente la mirada. En realidad, Harry estaba profundamente agitado por la ola de lujuria que experimentó al observar las manos carnosas del guardia arrastrarse encima del torso delgado y las caderas de William.
Ruby Blue tenía tres áreas bien definidas: la barra principal donde hermosos camareros sirvieron cócteles exclusivos de la casa; la pista de baile donde el nacionalmente conocido DJs mezcló música ecléctica en un sistema súper innovador, y la sala VIP y con unos cojines de cuero azul pálido en los cual los famosos e infames podían relajarse y cotillar con sus amigos o enemigos de moda. Cuarenta y cinco mil metros cuadrados de consuelo y servicio de comida.
—Vamos, E, baila conmigo. —Gina y su mimada y hermosa disposición no bien entró al club ya estaban arrastrando el brazo de Harry con ambas manos, un sexy mohín en su cara y labios y un brillo exigente en sus ojos cuando intentó llevarlo a la pista de baile.
—Vamos, Gina. Estoy de servicio. Busquemos una mesa. —Intentó dirigir al grupo entero a través del club atestado, todo el tiempo manteniendo a Gina en medio de la horda y usando a sus amigos como escudos humanos involuntarios.
—Necesitas una bebida, E. Necesitas muchas bebidas. —Apoyándose cerca, Gina exhaló alcohol y chicle en el rostro de Harry. Él marcó su nivel de alcohol en 3 y subiendo, si fuera desafortunado, ella vomitaría.
Gina osciló ampliamente y Harry la apoyó. Ella extendió sus brazos y rodeó su cuello, mientras contoneándose y frotándose contra él en una parodia de baile seductor, ignorando completamente el ritmo de la música que vibró a través de los amplificadores.
—Bailemos, E. —Susurró calurosamente en su oreja—. Sé que quieres.
Ella apoyó todo su peso contra él y Harry se tambaleó un poco. Manos en sus caderas lo sostuvieron. Manos grandes. Manos masculinas. Mierda. Recuperó su equilibrio, mientras poniendo a Gina de nuevo en sus pies. Cuando dio un paso para alejarse, una palma grande resbaló apreciativamente encima de su culo, acunándolo íntimamente por un momento.
Bien, él no pensó que mano perteneciera a cualquiera de los compañeros de Gina, así que sólo dejó a un posible sospechoso. Y Harry ni siquiera iba a darse la vuelta para satisfacer a cabrón con una reacción.
Empujando a su carga, nada amablemente a través de los pisos de madera zebra resbaladiza, Harry  puso tanto espacio entre él y William como era posible.
Que resultó no ser suficiente porque empujar a Gina a través de la multitud de personas era como intentar maniobra una carretilla. La calurosa respiración de William calentó su nuca cuando el hombre dijo en tono interactivo que logró pasar encima de la música. —Es fácil ver porque te considera un hermano.
Lanzando una mirada gélida sobre su hombro, Harry empujó a Gina hacia los escalones que llevaron al salón VIP, sin embargo, ella descubrió a una amiga entre los bailarines y se volvió en su dirección uniéndose a la fiesta en la pista.
Harry le permitió marcharse. Por esto estaban en el club, supuestamente, aunque estaba empezando a preguntarse si su objetivo real era evitar que se matara. Ella ciertamente estaba haciendo méritos en esa dirección. Resbalándose lejos, a una distancia respetuosa, miró cínicamente como Gina procedió a mostrar su piedra de compromiso a cualquiera que cruzó su camino.
Una hora después. Harry pasó la mayoría de ese tiempo observando a la muchedumbre circundante, fijando sus rostros, mientras comprobándolos automáticamente con su base de datos interna de sujetos requeridos y con fianzas. Notó a William en la pista de baile con la rubia espectacular con quien había pasado mucho tiempo hablando en la mansión Botelli. Harry los observó oscilando en las sombras al ritmo de las música bochornosa, una melodía lenta, sexy que era puro calor y ritmo sensual.
E irritantemente, sintió una ola de celos cuando la mujer abrochó sus brazos alrededor de los hombros anchos de William, incitando el encierro, amoldándose contra su cuerpo. Por la causa de Dios, este tipo era uno de los malos. La mano derecha del infame capo mexicano. Sólo podía imaginarse qué cosas atroces debió hacer William para ganar esa posición.
Sánchez tuvo reputación de emplear las técnicas más violentas y moralmente corruptas. El prontuario de William debía ser mucho más largo que el suyo… bien, era probablemente largo. Y empapado en sangre. El pensamiento de leerlo hizo a Harry sentirse nauseabundo. Él no obtuvo ninguna pista de la verdadera naturaleza del hombre durante su encuentro sexual. Ni la más diminuta pista.
De hecho, esas eran las cosas que los civiles no entendieron. Los bribones de los comics eran malos las 24 horas del día, los siete días de la semana. La mayoría de las personas se deslizaban entre las sombras infinitas de grises. Se habían conocido a sociópatas que alimentaban a gatos perdidos y gustaban de enviar tarjetas el día de la madre.
Pensativo, miró a William manipular a su pareja sutilmente fuera de su brazo del arma. El bastardo incluso se movió como un sueño.
Miró a William guiar a la rubia a través de algunos pasos de bailes intrincados. Ese sostenimiento suelto y elegante recordó a Harry a las películas en blanco y negro con Fred Astaire y Ginger Rogers. Él no podía ni imaginar moviéndose con ese tipo de fluida confianza alrededor de la pista de baile. En algún momento en su vida, William debió recibir clases de baile de salón. Ahora, ¿qué tipo de perverso distribuidor de drogas toma clases de baile de salón?
¿Era cómico, cierto? ¿Entonces porque Harry no se sentía risueño? Amargamente observó a William susurrando a la oreja de la rubia mientras bailaron. La mujer asintió y William  la giró alrededor en un movimiento casi profesional. La rubia tiró la cabeza hacia atrás, riéndose.
Harry deseó dispararles a ambos. Era como… ¡Jesús! Era como estar de nuevo en la escuela secundaria. Siendo el niño flaco, frágil y raro del baile, preguntándose por qué diantre estaba allí. O mejor aún, por qué estaba en el condenado mundo.
Harry forzó su atención de nuevo hacia su trabajo, examinando la pista de baile en busca de Gina. Ella no estaba allí, pero la descubrió rápidamente en su grupo usual de admiradores, bebiendo tragos de Amaretto y hablando a un ritmo que Harry no podía oír. Su anillo de compromiso brilló en los reflectores como la almenara de un faro, llamando indudablemente la atención de cada basura a cinco millas de radio.
Estudio la muchedumbre y esta vez un rostro familiar atrapó su visión. Varios rostros de hecho, y ninguno pertenecieron a estos ambientes refinados. La horda de Rocky Scarborough estaba haciendo caminó a través de las puertas exclusivas de Ruby Blue, empujando a los guardianes claramente en desventaja y derribando a las personas bonitas en el camino. Scarborough era la mayor competencia de Botella para la alianza de Sanchez, y Harry no creyó en las coincidencias.
Miró hacia la pista de baile, y para su sorpresa, William estaba caminando hacia él, encontrándose con sus celestes ojos los de Harry. Podría necesitar la ayuda.
—¿Qué ocurre? Te ves infeliz, Edward. —Dijo William localizándolo.
Harry ya estaba moviendo a través de la muchedumbre hacia Gina quien permanecía de pie ignorante del peligro. Lanzó las palabras encima de su hombro. —Los hombres de Rocky Scarborough están aquí. No creo que sea una coincidencia. Creo que Scarborough es suficientemente estúpido para creer que si algo le pasara a Gina, tu Jefe podría contemplar más favorablemente su red de distribución.
—Entonces es verdaderamente estúpido. —William respondió serenamente, su voz baja rebanó eficaz a través de la música.
Estúpido y vicioso. Eso resumió a Rocky Scarborough. Harry podía sentir a William  próximo a su espalda, sintió en calor del hombre y su sólida presencia, era tranquilizador. William sonó calmado, incluso resignado, claramente acostumbrado a la violencia y Harry  supo que si las cosas se pudieran feas, William se aseguraría de sacar a Gina del lugar. Eso era todo lo que importaba. Gina podía tener la inteligencia de un perico, pero ella era la inocente aquí.
Sus ojos barrieron la habitación cuando escogió la ruta de escape. Un juego de puertas de emergencia llevaban a la calleja trasera. Otra salida llevaba al lado del estrado para la música, estaba más cerca pero las luces estroboscopicas y la muchedumbre en movimiento le impidieron determinar si era segura.
Desabotonó su chaqueta, alcanzando a aliviar su arma en la pistolera, asegurándose que podría desenfundarla fácilmente si la necesidad debe presentarse.
—Donald Franco está aquí —William dijo y Harry le dio una rápida mirada.
—¿Dónde?
William hizo gesto con su cabeza hacia la salida lateral. Efectivamente el agente de Scarborough estaba posicionado cerca de la puerta. O Harry lo había pasado por alto en su primera evaluación del lugar o los hombres de Scarborough estaban ubicándose alrededor del sitio. Nada bueno.
Y por las líneas tensas en la cara guapa de William pudo decir que éste concurrió con su opinión.
Brevemente Harry se preguntó cómo un segundo al mando Mexicano conoció a un agente a la vista. ¿Sánchez había considerado su asociación con Scarborough inestable?
Entonces alcanzó el lado de Gina y no hubo más tiempo para reflexiones.
—Hora de irse, muchacha de la fiesta. —Agarró su brazo y ella casi se cayó.
—¿Qué estás haciendo, E? —Ella demando, intentando enderezarse—. ¡Acabamos de llegar!
—Sí, pero ya se pasó mi hora de dormir. —La impulsó hacia delante, fuera de sus compañeros defraudados y Gina escogió ese momento para ser obstinada.
—No quiero ir a casa. ¡Quiero bailar! Quiero bailar contigo, E. —Le sonrió a través de sus ojos vítreos—. Te amo, E.
Como si las cosas no estuvieran lo suficientemente aterradoras.
—No, no es verdad. No lo digas. —Lanzó una mirada alrededor de cuarto y se perturbó al comprender que ya no podía ubicar a los hombres de Scarborough. Malas noticias. Apretó el asimiento en la muñeca delgada de Gina, una de sus pulseras con rubíes cortó su palma—. Gina, ahora.
Con lo impredecible de todo borracho, su afecto diezmó y se convirtió en cólera directamente. —Ya dije, ¡No estoy lista! —Ella intentó deshacerse de él.
Harry la sujetó a su lado y empezó a caminar hacia la puerta principal. Los tacones de Gina resbalaron por el suelo lustroso cuando intentó conseguir su fundamento.
William alcanzó el otro lado de Gina, tomando parte de su peso. Su mano libre descansó ligeramente dentro de la chaqueta de su esmoquin.
Juntos, la sacaron del club mientras ignorando las objeciones y palabras.
Harry sacó su teléfono móvil abriéndolo. Tomó algunos momentos preciosos hacerse oír encima del fragor de música y voces y otros tantos convencer al despachador al otro lado de la línea que no estaba de broma.
—La salida trasera. —Le gritó a William encima de la cabeza oscilante de Gina.
William giró a Gina cambiando la dirección tan sutilmente que Harry se preguntó si después de todo, las clases de baile de salón no tuvieran su uso.
—¿A quién llamaste? —William preguntó.
—Un taxi.
William se rió.
—No estoy bromeando. Llamé a una compañía de taxi y prometí como propina cinco mil dólares si el chofer logra llegar a la parte de atrás de este club en cinco minutos.
Las cejas elegantes subieron. —Si nuestros amigos están concientes de haber sido burlados, estarán esperando que usemos la puerta posterior.
—Creo que no. Pienso que se apostarán con el Ferrari. Sin embargo, no tenemos muchas opciones.
Dos de las amigas de Gina, una rubia y una trigueña, notaron el éxodo y se unieron a la línea detrás de ellos. Brevemente Harry consideró usarlas como señuelos, pero abandonó la idea. Reemplazado a un inocente por otro en la línea de fuego no de era la solución, aunque Edward lo habría hecho en un latido de corazón.
Una cara hostil se acercó por su derecha. Extendió su brazo cogiendo al gamberro bajo la barbilla con el talón de su mano, arrojándolo al suelo. Hubo chillidos de protesta y voces enfadadas detrás de ellos, pero continuaron moviéndose hacia la salida.
—Voy a acusarte con Ricco, E. —Gina se quejó—. Vas a estar en tantos problemas… —Su cabeza colgó en el hombro de Harry. Él esperó que ella lograra mantenerse de pie el tiempo suficiente para llegar al automóvil. No tenía dudas de que la noche no acabaría pacíficamente.
La barra de la salida de emergencia resbaló fácilmente y el metal pesado de la puerta giró hacia el apacible aire nocturno y una larga calleja vacía. Ningún taxi.
—¡Joder! —Harry  maldijo mientras sacando su arma.
Se concentró en una entrada de arcos a diez pies calleja abajo y le lanzó una mirada a William. El otro hombre también se había fijado en el mismo punto. Asintió hacia Harry  y cambió a su brazo, tomando más de su peso. Se apresuraron por el asfalto roto, los tacones de las dos muchachas resonaron como cascos de caballo.
—¿Qué estamos haciendo? —Una de ellas preguntó mustiamente.
Harry casi se había olvidado de ellas. —Necesitan regresar, entren —Les dijo. William le tiró una mirada extraña.
—¿Por qué? —Preguntó la otra—. ¿Qué estás haciendo?
—Reporteros, lo apuesto. —Su amiga asintió con sabiduría.
—Pero no hay razón para dispararle a los reporteros. —La primera muchacha objetó—. Por lo menos no hasta que hayan escrito la historia.
—Miren, hay personas que quieren ocasionarnos problemas — Harry  dijo—. ¿Podrían simplemente regresar al Club?
Se puso al día con William quien había alcanzado la entrada de arcos de ladrillo y estaba intentado sostener a Gina contra la pared. Tan poco fiable como resultaba el provisional resguardo, era la única cubierta disponible mientras esperaron por el taxi.
—¿Estás seguro que la compañía de taxi te creyó? —William preguntó severamente.
Harry se encogió de hombros. Ya no estaba seguro de algo pero ¿Cuáles eran sus opciones a estas alturas?
Las otras dos muchachas, aún disputando, se unieron a ellos en el pequeño espacio.—¡Madre mía! —William murmuró. Sus ojos en la luz escasa de la calleja cuando su mirada encontró la de Harry.
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Pasión (Larry Stylinson)  - Página 3 Empty Re: Pasión (Larry Stylinson)

Mensaje por Invitado Lun 05 Mayo 2014, 10:57 pm

—¡No eres mi E! —Gina rió pueril, torciendo sus brazos alrededor del cuello de William —. Pero eres guapo. —Atando sus dedos a través del pelo castaño espero, acercó a William  hacia ella, sus labios escasamente lejos de los suyos—. Tu jefe es muy feo. —Ella le informó seriamente.
—¡Gina! —Harry  expresó categóricamente—. Cierra la jodida boca.
Gina rodó la cabeza en su dirección. —Podríamos tener un trío, E. Tú y yo y el señor O. El señor Gran O. El señor Gran O es agradable. Huele muy bueno…
—Tienes un exquisito gusto en hombres —Harry murmuró, sus ojos investigando la boca de la calleja. ¿Ese fue un movimiento por el contenedor de basura?
—Oh, no lo sé, Edward. —Dijo William —. No más exquisito que el tuyo.
Harry mordió su réplica instintiva, Gina podría estar fuera de servicio, pero las otras dos muchachas estaban suficientemente sobrias para recordar esta conversación. Asumiendo que sobrevivieran los próximos diez minutos.
—Si ella se desmaya, tendrás que cargarla. —Harry empujó a Gina completamente en los brazos de William  Con el teléfono móvil en mano llamó a la compañía de taxis.
Esperó que William argumentara, pero el hombre más grande no dijo nada. De mala gana, Harry le otorgó puntos por práctico.
La compañía de taxi respondió. —¿Dónde coño están? —Harry escuchó la respuesta por tres segundos—. Escúcheme, la propina baja por mil cada minuto que esperamos aquí.
Colgó.
—Intentemos regresar. Atajaremos a través del club y llegaremos al parque de estacionamiento lateral al edificio —William dijo—. Somos blancos perfectos quedándonos inmóviles aquí.
Él tenía razón, pero eran igualmente blancos en una galería de tiro caminando de vuelta por la calleja.
—Pienso que debemos quedarnos.
Pero William ya había cargado en sus brazos a Gina, quien ahora estaba mascullando y protestando incoherentemente, y llevándola rápidamente callejón abajo, regateando los guijarros y agujeros a través del asfalto roto.
Harry  lo persiguió, su arma lista.
— ¡Maldición! te dije que debíamos sostener nuestra posición.
—Como tu superior…
—¿Mi superior? ni siquiera trabajamos para el mismo hombre.
—Para quienquiera que trabajes, espero que sepas disparar —William izó a Gina hacia su hombro, sujetándola con un brazo y sacando su arma.
Harry lanzó una mirada distraída encima de su hombre a las dos mujeres taconeando tras ellos. Al final del callejón podía ver el tráfico en un arroyo firme atravesando las calles de un lado al otro. Los faros de un automóvil encendieron brevemente el lugar, iluminado el escape de incendio y los cubos de basura, revelando a las figuras furtivas que se colocaban en posición.
—Muévanse delante de mi, —les dijo a las mujeres y ellas se apresuraron más allá de él, sus faldas rozando y tacones sonando en el pavimento.
Cuando desanduvieron sus pasos, el ruido fuerte de la música se filtró a través de las paredes del edificio.
Una puerta se abrió frente a ellos. Harry  y William  apuntaron sus armas hacia una mujer joven que salía del club. Ella se tambaleó contra la puerta, las rayas de lágrimas teñidas de rimel mancharon sus mejillas.
Simultáneamente, los hombres bajaron sus armas. Harry exhaló una respiración afilada de alivio.
Hubo un chillido de neumáticos detrás de ellos y un taxi verde y blanco llegó, lanzándose a través de la calleja hacia ellos derrapando a una parada apenas a tiempo. En dos pasos, Harry tenía la puerta trasera abierta y empujando a las amigas de Gina, con protestas y todo, dentro, justo en el mismo momento que un sedán negro bordeó la esquina y se apresuró hacia ellos.
—Métela en el taxi. —Le gritó a William, mientras sintiendo la familiar ola de miedo y excitación. No más huida ahora, el momento había llegado y él le dio la bienvenida.
Los hombres escondidos calleja abajo corrieron mientras el sedán bloqueó eficazmente esa salida. Las puertas del sedán volaron abiertas. Harry se lanzó al suelo y lanzó dos rondas hacia el parabrisas oscurecido.
Notó un movimiento tras él pero no podía arriesgarse dándose la vuelta. Dos hombres salieron del sedán disparando y pronto se les unieron los que habían estado acechando a la boca de la calleja. Un cuerpo resbaló del lado del chofer y cayó al asfalto.
Los disparos cercaron en las paredes de cinder block y los edificios de estuco. Con su corazón bombeando puro adrenalina, Harry disparó firmemente en respuesta, extendiendo una barrera de balas. No tenía vía de disparo y la luz era escasa para permitirle el lujo de objetivos genuinos. Su única esperanza era repeler tan seriamente como posible un acercamiento directo.
¡Joder! Una bala golpeó el asfalto junto a Harry y rebotó hacia la izquierda, sobresaltando una risa insegura de él. Bueno, no jodas. Nadie vive para siempre…
A su lado, la puerta del automóvil se cerró de golpe y el taxi derrapó en dirección opuesta, una bala falló apenas un pie de Harry. El guardabarros del taxi raspó la pared de cemento, haciendo volar chispas. La próxima salida estaba a un bloque de distancia más o menos, pero por lo menos se dirigían hacia el tráfico. Gina y sus amigas tenían el camino libre para llegar a casa. La tensión de Harry se alivió un poco. Relajándose se enfocó en disparar a algo y todo lo que se moviera. El chillido de los neumáticos del taxi alejándose proporcionó una consoladora música de fondo para recompensar sus esfuerzos.
Estrechando los ojos, vio a su blanco, apretó el gatillo. La bala estrelló en la ventana de una puerta del sedán.
Harry había dado por hecho que William iría con Gina y las mujeres. Él era un lugarteniente importante del cartel y él un simple peón. No había lugar a preguntas de a quien le correspondía quedarse y cubrir el escape de Gina. Así que fue con asombro total con que oyó una Glock 22 abrir fuego tras él.
Salvó una mirada rápida. William estaba pegado contra la pared, disparando con fría deliberación hacia el sedán. En la puerta tras él, la muchacha del club aún estaba de pie, helada en el lugar.
—Regresa. —Harry  le gritó—. Regresa al interior –
En su visión periférica cogió el movimiento bajo el sedán. Disparó y oyó un grito. Un hombre cayó detrás de la puerta abierta y yació inmóvil en la calleja.
A su lado, la Glock continuó disparando pausada y firmemente. Los tiros hicieron eco de arriba abajo en la calleja, en respuesta serena a la destrucción errática de los gamberros de Scarborough.
La puerta de pasajero más cercana fue cerrada y alguien corrió encima del cuerpo caido por el lado del chofer para subir detrás del volante. Hubo gritos y maldiciones. Los pistoleros se amontonaron detrás del automóvil, las puertas se cerraron con un fuerte golpe y el sedán retrocedió en reversa, sus neumáticos se quemaron contra el asfalto cuando se tambaleó en zigzag ebrio calleja abajo, arrojando cubos de basura y echando a volar cajas de cartón.
El sedán negro salió disparado fuera de la calleja. Los cuernos sonaron. El sedán se enderezó, tambaleándose violentamente y fue chirriando boulevard abajo.
Un inexplicable silencio procedió el escape de los gamberros de Scarborough. Harry  miro alrededor, arma fija en los hombres que había disparado. El chofer había caído boca abajo, la oscuridad se extendió como una piscina bajo él. A unos metros de distancia, otro hombre quedaba en su espalda, gimiendo. Más oscuridad se agrupo alrededor de su pierna estrellada. El olor de pólvora y caucho quemado era fuerte.
Harry  escuchó el clic del arma de William cuando éste le puso la seguridad.
Ése era un alivio. No estaba seguro de lo que habría hecho si William quisiera sumariamente ejecutar a cualquier sobreviviente. Lanzó una mirada alrededor. Los ojos azules de William sostuvieron los suyos niveladamente. Ninguno habló.
Si William hubiera salido con las mujeres probablemente sería Harry quien estaría quedando boca abajo en la calleja. No tenía idea alguna de qué decir. Gracias parecía inadecuado. O quizás simplemente no quiso sentirse agradecido con un tipo que planeó poner detrás de las rejas.
Cuando el silencio se extendió entre ambos, fue capaz de escuchar el tintineo de los dijes en la pulsera de la muchacha que se estremecía en la puerta detrás de ellos.
Fue hasta después de las cinco de la mañana cuando Harry  regresó al cuarto que había alquilado durante los últimos dos años en el distrito de Tenderloin. Se puso una bebida y fumó un cigarrillo, mientras revisó los eventos de la noche una vez más. La comida estaba fuera de pregunta; todavía estaba con adrenalina y cólera a tope para lograr digerir algo. Lo que más necesitó era dormir, pero eso tendría que esperar.
Estirándose en el colchón arrugado de su cama, Harry excavó un segundo celular del cajón de su mesa de noche. Marcó un número de memoria, ojos cerrados, mientras esperó por su receptor.
Alguien había tatuado la imagen de William detrás de sus párpados, porque cada vez que cerró los ojos podía ver la cara de William con detalle asombroso: esos bochornosos, voluptuosos ojos, la sensual y suave torcedura de su boca…
Un asesino de sangre fría, eso es lo que era, a William no se le había movido ni un pelo por la violencia del callejón.
—Sugiero que hagamos nuestro mutis, amigo. —Había dicho cuando escucharon las sirenas a la distancia.
Y sin preguntas, regresaron al Ferrari y aceleraron a la propiedad Botelli para encontrar que Gina y sus amigas habían regresado a salvo una media hora antes. Botelli estaba furioso, como si Harry hubiera sido responsable por el asalto organizado por los hombres de Scarborough.
William no dijo nada, se dedicó a quedarse silenciosamente de pie mientras Harry  consiguió su culo masticado. Don Sánchez se mantuvo impasible y silencioso, como un monolito precolombino.
Una voz ruda al otro lado de la línea obligó la atención de Harry  a pestañear y la imagen de la sonrisa burlona de William desapareció.
—O’Brien.
—Soy yo.
O’Brien habló. —Ya era hora. Tienes cuatro horas de retraso –
—Ni me digas. Hubo un tiroteo en Ruby Blue…
—¿Eras tú?
—Rocky Scarborough intentó matar a Gina esta noche. Creo que el plan era quitar del medio el principal motivo para la fusión de Botelli.
—¿Habría funcionado?
—No. Si ellos la hubieran matado, Sánchez habría buscado venganza, para decir la verdad, creo que lo hará de todos modos. Él tiene… debilidad por Gina.
—¿Debilidad?
—Está loco por ella.
—De acuerdo, vi el informe. ¿Eres responsable por disparar a Bobby Itchi y Ralph Cuomo?
—No tenía opción. Nos emboscaron en la calleja detrás del club. ¿Itchi y Cuomo vivirán?
—Cuomo fue declarado muerto en el sitio. Itchi sobrevivirá. Aunque tendrá que dejar su carrera en el ballet.
—El lugarteniente de Sánchez, William Ortega  me salvó el culo esta noche. ¿Puedes conseguirme alguna premisa acerca de él?
—¿Oryega? ¿Por qué no me suena ese nombre?
—No lo sé. Él no es como nuestros sospechosos usuales, pero está firmemente ubicado dentro de la organización de Sánchez. De hecho, parece ser el segundo hombre al mando.
—Cristo. ¿Cómo lo pasamos por alto? De acuerdo, lo chequearé –
—Otra cosa. Sánchez mencionó a una primera esposa.
—¿Ah, sí?
—Sí. Le dijo a Botelli que su primera esposa era italiana.
—De acuerdo. Haremos alguna comprobación. —Había satisfacción en la en la voz de O’Brien—. Así que los Mexicanos aterrizaron.
—Yep.
—¿Y estás seguro que tu cubierta no se ha visto comprometida?
Eso le obligó a hacer una pausa. —Sí, estoy seguro. ¿Por qué?
—Quizás no sea nada. Pero de cualquier manera… simplemente cuídate la espalda. Algo puede estar pasando. Uno de tus informantes premiados mordió en polvo hace dos noches.
Harry  sintió un frío que no tenía nada que ver con la falta de calefacción en el basurero que llamó la casa Edward.
—¿Quién?
—Benny Barbosa.
Harry tragó duró. —¿Benny? ¡Joder! Se suponía que nos encontraríamos anteayer por la noche. Nunca llegó. Supongo que eso explica por qué.
—Eso lo explicaría. Fue encontrado muerto boca abajo detrás del Club Madrone en la Calle Misión. Al estilo de asalto armado. Limpio y rápido.
Harry  tomó un momento para absorber eso. —¿Detrás del… club Madrone?
—Eso es correcto.
Era difícil formular las palabras. Un asalto armado en el club Madrone, y adivinen qué tipo de muchedumbre armada estuvo por los alrededores. Concedido, había estado ocupado parte de la tarde jodiendo de lo lindo mientras ejercía su trabajo como oficial de policía encubierto Harry Styles. ¿Acaso no iba a sonar espectacular en la corte? Hablando de movimientos estúpidos que arruinan una carrera.
—¿Alguna pista? —Logro decir.
—Barbosa era un informante. Lo que significa que no era un tipo popular y el Club Madrone no es exactamente una iglesia social. Por otra parte él era estrictamente de poca monta. Una paliza lo habría escarmentado. Es difícil imaginar que alguien perdería su tiempo y esfuerzo con él. Y, cómo te dije, éste fue un trabajo profesional.
—De acuerdo. Gracias por la actualización.
¿Qué diablos había querido decirle Benny? Ciertamente era algo más que las noticias que los Mexicanos habían llegado a la ciudad; ciertamente Benny no fue asesinado mientras intentaba decirle a Harry lo que éste ya supo.
—Estamos acercándonos a algo. No te pongas torpe. Ni te sientas arrogante. Estás en el camino correcto, niño. Estamos contando contigo.
Niño. Los labios de Harry se encorvaron en una sonrisa acre. —Eso es correcto. Todos mis sueños están haciéndose realidad. —Dijo. Y todas sus pesadillas también.
O’Brien resopló. —Simplemente cuídate el culo. Quédate alerta. Enfocado. No confíes en nadie. Aunque claro, sé que no tengo que decírtelo.
—No, no necesitas decírmelo.


La línea fue muerta. Harry echó el teléfono de nuevo en el cajón y lo cerró de golpe.
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Mensaje por Invitado Vie 09 Mayo 2014, 3:31 pm

William no aparece en los registros de ellos porque basicamente William no existe ¿?¿?¿ es como Edward? ah
Que lindo, se quedo a cubrirlo, podria bien haberse ido al carajo y Harry estaria mas que muerto, eso fue casi tierno, aw. JAJAJ
Seguila pronto por favor, bye!
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Mensaje por Invitado Sáb 17 Mayo 2014, 11:59 pm

Lo siento, pero ya no seguiré esta historia acá en el foro. 
Acá les dejo el link por si quieren leerla, muchas gracias por sus comentarios y así:)))))
http://www.wattpad.com/50169449-pasi%C3%B3n-larry-stylinson
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