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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por next to you Vie 28 Oct 2011, 10:55 pm

nueva lectoraa
sigueeeeeeeeeeee
next to you
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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por aranzhitha Sáb 29 Oct 2011, 12:35 pm

me encanto el capi sigue pronto :D
aranzhitha
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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por jamileth Sáb 29 Oct 2011, 9:31 pm

siguela...
jamileth
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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por ForJoeJonas Dom 30 Oct 2011, 2:13 pm

Bienvenidas mis nuevas lectoras! Gracias por tomarse su tiempo y leer la nove :)

Ahora mismo les subo capi!!
ForJoeJonas
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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por ForJoeJonas Dom 30 Oct 2011, 2:21 pm



Joe observó en silencio, y divertido, cómo Alaistair lo guiaba hasta el grupo de MacRoth pelirrojos y luego se llevaba a sus cuatro hijos pequeños sin ninguna sutileza.
Miró a la chica. Era una mujer menuda y bonita que ni siquiera ahora disimulaba su atracción hacia él. Joe no podía controlar por completo los buenos sentimientos que despertaba en él. Si se deshiciera de la fría y dura coraza emocional que se había autoimpuesto desde la muerte de Catalina, podría intentar obtener con facilidad todo lo que había querido antes, todo lo que su hermano había encontrado con Storm y que podía perfectamente matar a la chica que le sonreía con tanta dulzura. E intentaría evitarlo con todas sus fuerzas.



—¿Puedo sentarme, señorita? —le preguntó y, cuando ella asintió, se sentó a su lado frente a la ventana.
________ lo observó con detenimiento. Su padre había dejado muy claro por qué Joe deseaba hablar con ella, aunque no se atrevía a creérselo. La severa mirada que reconoció en sus ojos no era demasiado alentadora. Si iba a proponerle matrimonio, estaba segura de que no era por voluntad propia y aquello le despertaba un dilema, porque ella quería ser su mujer por encima de todas las cosas pero también ansiaba que él no detestara la idea.
Sin embargo, si él no tenía otra opción, seguramente ella tampoco. Y, aunque la tuviera, se dio cuenta de que prefería ser la mujer con quien se veía obligado a casarse que ver cómo se casaba con otra. Aunque se mostrara tan abiertamente reticente, ella tenía la oportunidad de sacar algo bueno del matrimonio pero, si lo rechazaba, no tendría ninguna posibilidad. Lo perdería para siempre y se dijo que aquello sería más difícil que cualquier otra cosa.
—¿Sabe de qué quiero hablarle?
—Si sé interpretar bien las señales de mi padre, quiere proponerme matrimonio, a pesar de que su cara no sea la de un pretendiente.
—Sí, quiero hablarle de matrimonio. El rey sospecha que una unión entre nosotros sería algo muy positivo.
—No es la proposición soñada por cualquier chica —dijo, en voz baja, pero, en voz alta, respondió—. Entonces, está hecho.
Joe se miró las manos y luego la miró.
—Sí, está hecho. ¿Podrás soportarlo, jovencita?
—Por supuesto. ¿Por qué no iba a poder? —Vio cómo Joe acercaba la mano a la cicatriz de la cara—. Eso no es nada. No te deforma la cara ni nada. ¿Puedo preguntarte cómo te lo hiciste? No tienes por qué responderme.
Joe estuvo a punto de sonreír. Nunca se había considerado vanidoso, pero algunas de las reacciones a la cicatriz le habían hecho mucho daño, casi tanto como el cuchillo que lo había cortado. Sin embargo, en los ojos de _________ sólo veía la sinceridad de sus palabras. Notó una familiar fuerza en la entrepierna, aunque hacía tiempo que la ignoraba, y se maldijo por dentro.
—Fue un ataque frente a la tumba de mi mujer por parte de un hombre que creía que le había robado y asesinado a la mujer que quería.
—Oh. ¿Se la robaste?
—No. Fue un matrimonio acordado entre las dos familias. Yo no sabía nada de ese hombre hasta que estuve casado —frunció el ceño—. No sé por qué hablo con tanta libertad contigo.
—No se lo diré a nadie y creo que es correcto que, como tu esposa, sepa si hay algún hombre agazapado en algún lugar esperando a clavarte una daga. Me parece una información bastante útil.
Los ojos de Joe reflejaron un destello de diversión.
—Sí, bastante.
«Peligrosa», se dijo. Tenía un sentido del humor pícaro y hablaba abiertamente de todo. Y él admiraba ambas cosas. En sus dos breves encuentros, le había dejado más huella que las más experimentadas mujeres que habían flirteado con él, sonsacándole información muy a su pesar. Tendría que ser más precavido. Esa chica podría ir abriendo grietas en su muro hasta derribarlo por completo.
—¿Había alguien a quien quisieras? —le preguntó ella con suavidad.
—Sí, pero fue entregada a otro antes de que yo me comprometiera.
—¿Y sigue casada?
—No —respondió él, muy despacio, mientras veía hacia dónde iba la conversación—. Pero ya no la quiero.
Ella se sonrojó.
—Lo siento. A menudo, mi lengua va más deprisa que mis pensamientos y que mis modales.
—No pasa nada. Seré sincero aunque no sea de buena educación. No quería volver a casarme. Haber enterrado a una esposa ha sido suficiente para mí. Pero el rey no quiere que te cases con ninguno de tus demás pretendientes, porque no quiere que se queden con tus tierras en aquella zona tan problemática. Nuestras familias son leales y obedientes con la corona. Quiere que unamos nuestras fuerzas y que la tierra permanezca en manos leales.
«Qué romántico», se dijo __________, aunque tampoco esperaba más. Tenía que haber algún motivo para que un hombre como él hiciera algo que estaba tan claro que no quería hacer. Y no era de extrañar que ese motivo fuera el rey. Cosa que le confirmaba, como ya había sospechado, que ella tenía tan poco que decir en el asunto como él.
—Ah, un baluarte contra las preocupaciones, un punto de la frontera que no le traerá dolores de cabeza. En definitiva, tres casas leales.
Joe asintió.
—Pero todo eso no significa que vaya a ser un mal marido. Como le he dicho a tu padre, no pego a las mujeres ni las engaño con otras.
—Me alegro. Esas cosas pueden provocar muchos conflictos familiares —dijo, mientras ponía los ojos en blanco, y se alegró de comprobar cómo los ojos de Joe sonreían por unos segundos—. Me temo que lord Fraser es un mujeriego.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo lo has adivinado?
—Te reirás pero le he visto lamerse los labios y tenía la palma de la mano sudada.
—Una señal inequívoca de hombre mujeriego —dijo Joe, con la voz ahogada y, para sorpresa de todos, se rió, aunque levemente.
La pareja se convirtió en el centro de todas las miradas a medida que la noticia de su compromiso empezó a circular por el salón. El anuncio oficial se produciría después de la cena, pero, en cuanto sirvieron la comida, dejó de ser necesario. Como tampoco era ningún secreto que había sido una unión promovida por el rey, ________ no sabía si estar avergonzada, enfadada o divertida cuando la sentaron junto a Joe en la mesa del rey. No estaba acostumbrada a que nadie le prestara tanta atención.
Sin embargo, alguna de aquella atención no era bienintencionada. Muchas mujeres pensaban y susurraban cosas horribles acerca de ella. Daba igual que el promotor de la unión hubiera sido el rey. Todas veían que una chica menuda, sin curvas y con un aspecto nada espectacular se había llevado lo que ellas llevaban tiempo intentando conseguir. Verse adelantadas por una cualquiera llegada de la frontera y que no parecía nada del otro mundo era un trago muy amargo de superar. La intervención del rey operó una especie de bálsamo, pero poco adecuado. Muchas mujeres decidieron aumentar sus esfuerzos por establecer un vínculo con Joe. Estaban seguras de que cuando volviera a estar abierto al amor y descubriera que su mujer no le servía, lo buscaría en otro sitio. Y saber que su marido iba con otras pondría a _________ MacRoth en su sitio.
_________ lo percibió y lo vio en varias caras. La complacía y la preocupaba. Se enorgullecía de convertirse en la esposa de un hombre al que tantas mujeres deseaban. Y estaba preocupada por no ser suficiente para él. A pesar de que le había dicho que no la engañaría con otras, dudaba de que realmente fuera consciente de la fuerza de voluntad que necesitaría para resistirse a la tentación que se le vendría encima. De hecho, leía la amenaza en numerosas caras femeninas.
También le molestaba que no pudieran dejarlos tranquilos, que planearan hacer lo que ella jamás soñaría con hacerle a nadie. Estaba claro que los vínculos y los votos sagrados del matrimonio no significaban nada para esas mujeres. Suponía que necesitaban satisfacer su vanidad y sintió lástima por ellas. La esperaba una batalla y la temía, porque no estaba segura de poder salir victoriosa.
El descontento también era palpable en dos figuras masculinas. Ronald MacDubh y lord Fraser no podían esconder su rabia. En ambos casos, necesitaban el dinero que ella habría aportado al matrimonio. La vida que ambos llevaban, muy parecida, era costosa. Tenían deudas con gente que no tendría demasiada paciencia a la hora de cobrarlas. La oportunidad de conseguir una novia con una buena dote no era habitual y más para hombres que gozaban cada vez de peor reputación. MacRoth no los conocía demasiado bien. Y les dolía ver cómo un premio así iba a parar a manos de un hombre que no lo necesitaba ni lo quería. Y aquello los golpeó donde más les dolía: en el bolsillo.
Y también anhelaban las tierras que MacLagan conseguiría. La frontera era una zona donde podían surgir muchas oportunidades. La mano del rey era incapaz de cubrir toda la zona. Allí las lealtades desaparecían, convirtiéndola en una tierra ideal para un hombre que sólo era leal a sí mismo. Para alguien ajeno a los clanes y a los aliados de la zona, las oportunidades de casarse con alguien de allí y hacerse con la tierra eran escasas. Ver cómo esa oportunidad se les escapaba de las manos e iba a parar a otro, con tierras en la frontera también, era demasiado. El resentimiento, dirigido hacia Joe MacLagan, les hizo hervir la sangre y fermentó en sus cuerpos al tiempo que florecía en planes, vagos aunque cada vez más decididos, para una venganza satisfactoria.
Joe no era ajeno a todas aquellas reacciones. Las de las mujeres no le interesaban, puesto que llevaba más o menos tiempo ajeno a ellas. Su atención se centraba en los pretendientes despechados. El dinero y las tierras podían despertar emociones, igual que el amor, cuando se perdían en favor de otro. El hecho de que ambos pretendientes necesitaran tanto el dinero como las tierras sólo aumentaba la posibilidad de tener problemas.
Lo frustrante era no estar seguro de cómo reaccionarían ante su fracaso. Por el momento, parecían cerca de unirse en su rabia por haber perdido un premio tan grande. Una unión así podría ser mortal. Además, no estaba preocupado por él. A pesar de que _________ era el premio que ambos anhelaban, era muy fácil que acabara herida con cualquier venganza que planearan. Tendría que vigilarlos de cerca.
De repente pensó que, para ser tan poca cosa, _________ MacRoth provocaba muchos problemas. Varios de sus hermanos ya le habían insinuado que si su hermana sufría algún daño, se lo devolverían aumentado. Por lo tanto, se preguntó si el rey se imaginaba con qué facilidad la fuerte alianza que pretendía podía convertirse en la lucha más sangrienta que la frontera había visto en años. Y a eso había que añadir el resentimiento de dos hombres que no eran famosos por su buen carácter ni por su sentido común. Por ahí también podía esperar que alguien desenvainara la espada.
Cuando recordó que sobre su cabeza ya colgaba una espada de Damocles, casi se echó a reír. Mientras él temía que ________ se quedara embarazada, había más de una persona dispuesta a dejarla viuda antes de que ni una gota de su semilla llegara a su matriz. Sabía que habría quien considerara que su sentido del humor era algo retorcido, pero aquellas cosas lo hicieron reír justo cuando el rey levantó su copa y brindó por su compromiso.
Desconcertada por la sonrisa de Joe, _________ respondió a las felicitaciones con actitud ausente. Se preguntó, con algo de amargura, por qué la felicitaban. No se había ganado la mano ni el corazón de aquel hombre; el rey lo había obligado a casarse con ella, y lo había hecho para solucionar sus propios problemas.
_________ dejó de lado la amargura con firmeza. Era un sentimiento que sólo traía problemas o dolor. Y lo había visto más a menudo de lo que le habría gustado. No pretendía envenenar su vida ni su matrimonio. Además, a regañadientes tuvo que admitir que seguramente ya se encontraría más problemas en su matrimonio de los que podría esperar. Cuando la sonrisa de Joe desapareció, ella se preguntó si, de repente, había sido consciente de las dificultades que los esperaban.
La sonrisa de Joe desapareció cuando el rey anunció que él mismo asistiría a la boda. Eso significaba que la noche de bodas tendría lugar en palacio, con lo que cualquier esperanza que tuviera de no consumar el matrimonio se esfumó. Sus protestas por el hecho de que su familia no pudiera asistir sólo provocaron compasión, pero ningún cambio de planes. Ahora tendría que utilizar uno de los varios métodos para prevenir la concepción y esperar que _________ no se lo tomara como una ofensa personal.
Después del anuncio del rey, ella notó cómo Joe se encerraba en sí mismo. La sorprendió que le resultara tan fácil percibir sus sentimientos. Esperaba no estar engañándose a sí misma, viendo cosas que no eran o malinterpretando las que sí que eran. A pesar de advertirse sobre aquella posibilidad, estaba segura de que se había encerrado en sí mismo, en su coraza fría y dura y ella no sabía cómo evitarlo. No tenía ninguna experiencia, porque en su familia todos eran muy abiertos y nadie ocultaba lo que sentía o pensaba. También comprobó lo complicado que sería establecer cualquier tipo de vínculo con él cuando le resultaba tan fácil alejarse de ella.
________ se dio cuenta de que su camino iba a estar lleno de obstáculos. Ella buscaba el amor, pero su practicismo gobernaba su existencia. Esperar amor era llamar al dolor. Intentaría conseguir una relación agradable. Intentaría ganar importancia en la vida de Joe como sólo una esposa podía hacerlo. Observando a las mujeres de sus hermanos había aprendido a hacerlo, a ver cómo un hombre acababa acudiendo a esa mujer sin pensar si entre ellos había amor o no. La costumbre era un arma poderosa. Dependiendo de lo exigente que fuera en la cama o de si su comentado celibato era debido al desinterés o a un rígido control, ella aprendería a darle todo lo que necesitara hasta que ninguna otra mujer pudiera hacerlo igual de bien. Quizá no consiguiera el matrimonio perfecto, pero estaba decidida a tener el matrimonio más perfecto posible.
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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)

Mensaje por ForJoeJonas Dom 30 Oct 2011, 2:48 pm


· Capítulo 3


Maldiciendo en voz baja, ________ intentaba seguir el paso de los hombres. Joe y el rey caminaban varios pasos por delante de ella. Sus tres hermanos, Calum, Nathan y Donald, iban deteniéndose para no dejarla atrás. Deseó con todas sus fuerzas no haber intentado ir tan a la moda. La hopalanda que llevaba le impedía andar con su habitual gracia y rapidez.
«La vanidad es algo problemático», pensó. Quería que Joe viera que podía ir tan bien vestida como cualquier otra mujer de la corte, mujeres que estaban haciendo obvios e intensos esfuerzos por llamar su atención. Pero, en lugar de eso, avanzaba con la inseguridad de un bebé que da sus primeros pasos. Puede que fuera a la moda, pero estaba lejos de ser elegante.
—¿Por qué diablos te has puesto esa cosa si no sabes caminar con ella?
Miró a Nathan.
—Podía caminar perfectamente en mis aposentos. Aquí el suelo es irregular.
Calum se rió burlón de sus excusas.
—Caminas peor que el hijo pequeño de Colin.
Enfurecida, ________ se alejó de sus hermanos. Tropezó con la dichosa prenda y, con un pequeño grito, empezó a caer. Nathan intentó cogerla, pero ella lo arrastró consigo. Como estaban justo en lo alto de una pendiente, empezaron a rodar cuesta abajo. ________ intentó apartarse del camino de Nathan pero él le pasó por encima, y luego ella pasó por encima de él. Cuando llegaron a los pies de la pendiente, Nathan quedó encima de ella. ________ tardó unos segundos en recuperar el aliento. Y entonces empezó a maldecir a su hermano, que se estaba riendo, mientras intentaba quitárselo de encima.
Cuando él se apartó, se quedó tendido a su lado, todavía riendo. Oía que sus otros hermanos también se estaban riendo, y supo que cada vez estaban más cerca. Cuando oyó que Joe la llamaba, cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas que, por arte de magia, pudiera desaparecer. Se dijo que era una lástima que una vergüenza tan profunda no pudiera ser inmediatamente letal.
Joe no se había dado cuenta de nada hasta que la voz del rey, temblorosa por la risa, se lo dijo. Observó boquiabierto cómo su prometida rodaba pendiente abajo, enseñando a todos sus piernas cubiertas con las medias. Cuando su hermano se apartó de encima de _________, Joe ya estaba corriendo hacia ella. Tuvo que reprimir las ganas de reírse, algo complicado teniendo en cuenta la risa del rey y la hilaridad de sus hermanos. Por un segundo, la inmovilidad de la chica lo preocupó, pero entonces vio con qué fuerza tenía cerrados los ojos y las manos. Se agachó y la tomó del brazo, dispuesto a ayudarla a levantarse.
—Venga, ________, no parece que hayas sufrido ninguna herida grave.
Al oír el tono jocoso que no podía esconder su voz, ________ se negó todavía más a mirarlo a la cara.
—No, creo que me quedaré aquí hasta que desaparezca.
—Sé cómo te sientes, pero eso no pasará.
—No, ya lo sé —murmuró ella, y abrió los ojos.
Mientras la ayudaba a levantarse pensó que, cuando sonreía, tenía unos ojos preciosos. Se quedó quieta mientras él le colocaba bien la ropa, como si fuera una niña pequeña, y se preguntó si sería capaz de iluminarle así la mirada más a menudo, preferiblemente sin tener que hacer el ridículo.
—¿Por qué te has caído? —le preguntó él.
—Porque se ha puesto esa dichosa hopalanda —respondió Nathan, mientras le daba uno de los zapatos que había perdido.
—Y si te causa tantos problemas, ¿por qué te la pones?
Después de mirar a Nathan, ________ se calzó, apoyada en Joe, y respondió en voz baja.
—Me la he puesto para ti.
—¿Para mí?
—Sí. Es la moda y quería demostrarte que voy tan a la última como las mujeres que te persiguen todo el día.
—Vaya, no las he visto, pero no tienes por qué hacerlo, __________ —bromeó y le quitó la hopalanda, que ya llevaba colgando de los brazos—. Estas cosas me traen sin cuidado.
—Oh. ¿Quieres decir que casi me rompo el cuello por nada? —Se sonrojó cuando hasta el mismísimo rey se echó a reír, porque ella creía que había hablado en voz baja y que nadie la había oído.
Joe tuvo que hacer un esfuerzo muy grande por no reírse. Era un halago que _________ intentara parecer una dama a la moda y no quería recompensarla con una risa, una risa que ella podía malinterpretar como burlona. También le hacía gracia que hubiera admitido su plan tan abiertamente, por muy inocente que fuera. Era sincera casi hasta el límite.
Cuando regresaron al castillo, Joe vio cómo Meg se llevaba a __________ a toda prisa y suspiró. Se sentía atraído por todo lo que esa chica desprendía. Parecía prometerle todo lo que siempre había soñado en una compañera. Intentar mantener las distancias con ella iba a ser difícil, pero tenía que hacerlo. Mientras se preguntaba por qué aquella idea lo deprimía, de repente se vio rodeado por los hermanos de la chica.
Después de observar aquellas siete cabezas pelirrojas un segundo, preguntó:
—¿Queréis hablar conmigo?
Duncan, el mayor de los siete, con sus veintisiete años, gruñó:
—Sí, acerca de nuestra hermana.
—Menuda sorpresa.
—No tenemos mucho que decir —continuó Duncan, ignorando el sarcasmo de Joe—, pero lo diremos igualmente.
—Sí —asintió Malcolm, un joven de veinticuatro años increíblemente apuesto—. Ya sabes que queremos mucho a __________.
—Sí, ya me había dado cuenta.
—Eres un hombre frío, Joe MacLagan —dijo Robert, de veintiséis años, sin un ápice de crítica en la voz—, e _________ no está acostumbrada a eso. Nos dolería mucho que le hicieras daño con tu naturaleza distante.
—O de cualquier otra forma —gruñó Duncan.
Todos los hermanos asintieron uno a uno, y luego se marcharon. Joe se quedó allí solo. Mientras avanzaba hacia su habitación, sopesó la advertencia que acababa de recibir. No le habían especificado qué harían, pero se dijo que no importaba. Tampoco habían dicho que lo estarían vigilando constantemente, pero la implicación de que lo harían estaba clara. No necesitaba demasiada imaginación para entender la amenaza. Cualquier cosa que le hiciera a _________ le sería devuelta doce veces, porque estaba seguro que los once hermanos y el padre secundaban la amenaza.
Mientras seguía caminando, comprobó los muchos preparativos que se estaban haciendo para su boda. Durante un breve instante, sintió el resentimiento propio de un hombre atrapado, pero enseguida se olvidó de él. Era muy fácil echarle la culpa a _________ y ella no se lo merecía. Estaba tan atrapada como él. Se preguntó cómo se sentiría ella.


—¿Por qué te has puesto esta dichosa cosa si sabes lo mal que te mueves con ella? —le riñó Meg mientras intentaba limpiar las manchas de hierba de la hopalanda.
—Quería impresionar a sir Joe.
—No te está cortejando, hija. La boda es un hecho.
—Sí, y seguro que siente que le han puesto la soga al cuello. Sólo pretendía aliviar el picor del cáñamo demostrándole que puedo ser tan refinada como todas esas mujeres que lo miran con ojos lascivos.
—Mujerzuelas. No tienes que preocuparte por ellas. Tú serás su esposa y nadie podrá cambiarlo.
________ decidió que no tenía sentido intentar explicar sus pensamientos y sentimientos a Meg. Cuando se trataba de hombres y de asuntos del corazón, nunca se ponían de acuerdo.
Lo que _________ había pretendido era demostrarle que no había aceptado un trato tan malo. A la mañana siguiente, tuvo otra idea. Mientras esperaba pacientemente a que le probaran el vestido de novia, decidió demostrarle que podía hablar con ella de casi todo, que podía ser su mejor confidente. Estaba segura de que solía contar con sus hermanos para esas labores, pero ellos tenían sus propias vidas y quizá no siempre estarían ahí para su hermano. Su mujer siempre estaría a su lado.
Joe saludó con educación a _________ cuando se sentó a su lado en la cena, pero, por dentro, frunció el ceño. Sus preciosos ojos tenían un brillo especial que él ya empezaba a reconocer. Los intentos de ________ por impresionarlo no habían terminado a pesar del fracaso de haber querido ir vestida a la moda.
Mientras comían, empezó a ver su juego. Era peligroso, aunque sabía que ella no lo veía igual. Si le permitía ser su confidente, pronto se convertiría en algo más. Sólo podía resistirse al señuelo que le presentaba y esperar no hacerle demasiado daño con ello.
Maldiciendo en silencio, __________ decidió que Joe no se estaba mostrando demasiado colaborador. Tenía la sensación de estar dándose golpes con la cabeza contra la pared. Y aunque no era maleducado ni rudo, tampoco le decía nada. En cuanto se separaron, _________ sintió un fuerte dolor de cabeza. Se retiró a un banco un poco apartado del gentío del salón e intentó aliviar el dolor mientras se preguntaba qué estaba haciendo mal, si quizás estaba siendo demasiado sutil.
—¿Sola, señorita MacRoth?
__________ se tragó un improperio y miró a su inoportuna visita. Lord Donald Fraser era un hombre cuyo rostro y cuerpo revelaban su tendencia a los excesos. Su intento por seguir la moda sólo conseguía dejar claro que su corpulenta figura estaba formada cada vez por más grasa y menos músculo. Lo que realmente la inquietaba era la mirada de sus pequeños ojos grises. Reflejaban su lujuria. Cuando, sin que nadie lo invitara, se sentó a su lado, _________ también descubrió que no era muy amigo del agua y el jabón.
—Buscaba un momento de tranquilidad. —No le sorprendió que él no respetara su voluntad de estar sola.
—Sí, hay demasiada gente en la corte. En su boda habrá muchos invitados, y testigos.
Ella asintió e intentó ser educada.
—Es una lástima que la familia de sir MacLagan no pueda estar presente.
—Lo que es una lástima es que el rey la haya sacrificado a un hombre sin corazón.
—Habla con palabras ofensivas de un hombre que pronto será mi marido —respondió ella, con frialdad.
—Ah, jovencita, es valiente y le honra que intente defenderlo, pero todo el mundo sabe la verdad.
—No sé qué verdad todos creen saber —respondió ella y se alejó de él al tiempo que se preguntaba cómo era posible que, aunque no lo había visto moverse, cada vez lo tuviera más cerca—. La gente se preocupa por cosas que no les incumben.
—Nadie puede evitar preocuparse cuando ve a una joven de su belleza entregada a un hombre que no piensa en ninguna mujer. Todos saben que su corazón está enterrado con su difunta esposa. Eso y la calidez que toda mujer necesita. Hay muchos hombres que están dispuestos a darle lo que un hombre frío como MacLagan no podrá darle nunca. Yo sólo soy uno de ellos, pero espero que me tenga en mejor consideración que a los demás —dijo, con voz ronca, mientras miraba fijamente la boca entreabierta de __________.
Cuando la rodeó con el brazo, ella tensó el cuerpo ante la sorpresa. Y al comprender lo que quería decir, se quedó sin aliento. No creía que fuera capaz de cortejarla delante de toda la corte y a escasos metros de su prometido y sus hermanos. Y en cuanto descubrió que iba a besarla, emitió un pequeño grito de repulsión y se levantó mientras lo empujaba.
Sorprendido por aquel gesto repentino, lord Fraser cayó al suelo por culpa del empujón. _________ lanzó una breve mirada a su maduro pretendiente, que estaba maldiciendo en voz baja, antes de salir corriendo. En busca de la seguridad ofrecida por el más cercano de sus protectores, se alegró de que fuera Joe. Saludó con educación a las tres personas con las que estaba hablando, se aferró al brazo de su prometido y se quedó a su lado. Entonces, cuando se volvió otra vez hacia lord Fraser, el hombre ya estaba de pie. Éste le lanzó una mirada que le congeló la sangre, y ella se aferró con más fuerzas a Joe.
Por un segundo, se lamentó de su cobardía, pero luego se dijo que no debía permitir que el orgullo la convirtiera en una estúpida. Una vez sus hermanos le confesaron que sólo los estúpidos no tienen miedo, que los hombres se limitaban a esconderlo la mayor parte del tiempo. Era una estupidez creer que ella sola podía enfrentarse a alguien del tamaño de lord Fraser. Una persona de su estatura tenía que saber aceptar sus limitaciones. Si Fraser la arrinconaba, sólo la suerte la salvaría. Lo cierto era que no tenía la fuerza para luchar contra un hombre tan corpulento. Sus mejores armas eran el ingenio y la velocidad de sus piernas, pero eso también tenía sus limitaciones. Sin embargo, no le explicaría a Joe lo que había pasado, porque quería evitar los posibles problemas.
Sus pensamientos acerca de lord Fraser se esfumaron en cuanto vio a una de las mujeres con las que Joe estaba hablando. Lady Constance era efusiva y encantadora. Y también estaba flirteando con él abiertamente. Una rápida mirada a su prometido no le reveló nada. Si Joe era consciente de las atenciones de la mujer, lo disimulaba perfectamente. Sin embargo, a ella le resultaban muy molestas. No obstante, su mirada sólo provocó un gesto condescendiente de la mujer. Entonces se dijo que ojalá pudiera alejar a Joe del resto del mundo. Cuando la mujer aprovechó la menor excusa para tocarlo como si nada, ella contuvo las ganas de apartarle la mano y decidió aprovechar la primera oportunidad que tuviera para alejar a su prometido de aquella mujer.
En ese momento Joe notó que los brazos de ________ se aferraban al suyo con más fuerza, y la miró.
—Pareces un poco alterada, _________.
Teniendo en cuenta lo furiosa que estaba con la aduladora lady Constance, no le sorprendió el comentario. Y también vio la oportunidad de separar a Joe del grupo. Apoyó la mejilla en su brazo y lo miró con los párpados caídos.
—Es que lo estoy. ¿Puedes acompañarme a mis aposentos, sir MacLagan? —preguntó en un tono que esperaba que pareciera débil—. Creo que necesito descansar un rato.
—Por supuesto, querida.
La expresión de cariño la sorprendió, pero intentó ocultar su sorpresa mientras Joe se excusaba por los dos. Vio que lady Constance también se había dado cuenta y no quería que la mujer creyera que era algo excepcional.
Al cabo de un momento, Joe la estaba acompañando a su habitación. Poco acostumbrada a fingir, ________ se olvidó de lo que se suponía que tenía que hacer y caminó con su agilidad habitual. De repente, fue consciente de la mirada fija de Joe y lo miró, entendiendo perfectamente por qué lady Constance lo perseguía con tanta insistencia.
—Creía que estabas agotada —murmuró mientras se preguntaba si ________ tenía idea de lo preciosos que eran sus ojos.
No se había creído que se encontrara mal. Cuando se había colocado a su lado, no sólo había percibido su agitación sino también que había corrido hasta él. A pesar de que su humor había cambiado por completo, seguía preguntándose por qué había hecho eso. Estaba claro que le había pasado algo y se preguntaba si conseguiría que se lo explicara. Sospechaba que tenía que ver con lord Fraser, porque había visto cómo se le acercaba.
—Ah, sí —suspiró ella—. Bueno, no. Es que ya estaba harta de ver cómo lady Constance babeaba por ti y quería terminar con todo eso. —Frunció el ceño cuando le pareció reconocer una sonrisa en sus ojos, pero desapareció igual de deprisa y, por lo tanto, no podía estar segura.
Joe intentó que la diversión no se reflejara en su voz.
—¿Babeando?
—No me creo que no te dieras cuenta de que la mujer te estaba mirando. Has tenido que verlo.
—Bueno, sé que estaba flirteando un poco.
—Sí, claro. Un poco —refunfuñó ella—. Ha estado a punto de arrancarse la ropa y tirarse encima tuyo.
—De eso me habría dado cuenta. Seguro.
ForJoeJonas
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Mensaje por ForJoeJonas Lun 31 Oct 2011, 5:53 am

En la tarde subo la parte que falta del capítulo 3 y si comentan mucho les subo el capítulo 4 completo!
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Mensaje por pau D jonas parthenopaeus Lun 31 Oct 2011, 7:33 am

ohhh siiii!
sube porfaaa me encanta la noveee!!! :D
pau D jonas parthenopaeus
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Mensaje por jamileth Lun 31 Oct 2011, 8:00 am

sube.....
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Mensaje por NiinnyJonas Lun 31 Oct 2011, 2:57 pm

Uy siguela me encanta!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
NiinnyJonas
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Mensaje por CrazyxJonas Lun 31 Oct 2011, 4:57 pm

Holaaaa!! wsjakja
Aqui nueva lectoraa c:
Tienes qe seguirlaaa...
Se pone muy buena la novee...
Ya quiero qe se casen! *-*
Asi qe... siguelaaa pleasee!! (:
CrazyxJonas
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Mensaje por ForJoeJonas Lun 31 Oct 2011, 5:48 pm

CrazyxJonas escribió:Holaaaa!! wsjakja
Aqui nueva lectoraa c:
Tienes qe seguirlaaa...
Se pone muy buena la novee...
Ya quiero qe se casen! *-*
Asi qe... siguelaaa pleasee!! (:

Bienvenida a la noveeee! Me alegro mucho de que te guste!
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Mensaje por ForJoeJonas Lun 31 Oct 2011, 6:00 pm

—Creía que estabas agotada —murmuró mientras se preguntaba si ________ tenía idea de lo preciosos que eran sus ojos.
No se había creído que se encontrara mal. Cuando se había colocado a su lado, no sólo había percibido su agitación sino también que había corrido hasta él. A pesar de que su humor había cambiado por completo, seguía preguntándose por qué había hecho eso. Estaba claro que le había pasado algo y se preguntaba si conseguiría que se lo explicara. Sospechaba que tenía que ver con lord Fraser, porque había visto cómo se le acercaba.
—Ah, sí —suspiró ella—. Bueno, no. Es que ya estaba harta de ver cómo lady Constance babeaba por ti y quería terminar con todo eso. —Frunció el ceño cuando le pareció reconocer una sonrisa en sus ojos, pero desapareció igual de deprisa y, por lo tanto, no podía estar segura.
Joe intentó que la diversión no se reflejara en su voz.
—¿Babeando?
—No me creo que no te dieras cuenta de que la mujer te estaba mirando. Has tenido que verlo.
—Bueno, sé que estaba flirteando un poco.
—Sí, claro. Un poco —refunfuñó ella—. Ha estado a punto de arrancarse la ropa y tirarse encima tuyo.
—De eso me habría dado cuenta. Seguro.







—Tú ríete, pero es verdad —meneó la cabeza—. No logro entenderlo.
—Gracias —murmuró él.
—No, entiendo que babeara por ti. Lo que me desconcierta es que lo haya hecho ante mi cara. Las costumbres de la corte me desconciertan. ¿Acaso no se rigen por ninguna norma?
—Sólo las que quieren. ¿Han sido las costumbres de la corte las que te han traído corriendo a mi lado?
________ apartó la mirada con la esperanza de que, si tenía que mentir, al menos él no se lo viera en la cara. No quería mentir, pero tampoco quería provocar ninguna confrontación entre Joe y lord Fraser. En una pelea limpia, sabía que Joe ganaría siempre, pero el instinto le decía que lord Fraser no era de los que aceptaban una pelea así. Parecía de los que clavaban una daga en la espalda de su enemigo mientras dormía.
—Bueno, sí, quizás. Es mi primera visita a la corte.
Divertido, Joe se dijo que era muy fácil saber cuándo _________ mentía.
—¿Acaso no has entendido algo que lord Fraser ha dicho? ¿O hecho? —añadió.
Maldiciendo en silencio por la perspicacia de Joe, respondió con una tranquilidad fingida.
—Es que no estoy acostumbrada a las actitudes de los cortesanos, nada más.
—Me ha dado la sensación de que estabas muy alterada.
—Pero eso no significa que tuviera motivos para estarlo.
Joe supo que no iba a explicarle lo que había pasado entre lord Fraser y ella. Y se preguntó por qué apenas unos segundos. Ella no era una cobarde, lo sabía de forma instintiva, de modo que lo que la había hecho acudir corriendo a su lado, ligeramente temblorosa, había tenido que ser serio. Estaba seguro de que no decía nada porque no quería causar ningún problema.
La idea de que lord Fraser la forzara, aunque fuera lo más mínimo, lo enfurecía. Estuvo a punto de echarse a reír porque, a pesar de que no deseaba aquel matrimonio, ya se sentía tremendamente posesivo respecto a ella. Puede que las acciones de ________ hubieran bastado para evitar que lord Fraser fuera más lejos, pero Joe se decidió a vigilar de cerca a ese hombre.
Con un suspiro de alivio, __________ entró en su habitación cuando Joe se detuvo frente a la puerta. Era consciente de que, con sus respuestas elusivas, no lo había engañado acerca de lo que había pasado entre lord Fraser y ella, pero, por suerte, no había insistido más. Si a partir de ahora vigilaba más de cerca a ese hombre ya sería bastante. Decidió olvidarse de lord Fraser y concentrarse en su irregular campaña para impresionar a sir Joe MacLagan con lo buena esposa que sería.


Estudiando el movimiento que dejaría en jaque mate a Joe, __________ se preguntó si debería hacerlo. Estaba claro que lo había impresionado con su habilidad en el ajedrez, un juego que a él le gustaba mucho, pero se preguntó si ganarlo sería demasiado. A sus hermanos nunca les había gustado. Lo último que quería era herir su orgullo.
—_________, te juro que no me enfadaré.
Al oír la risa de su voz, ella hizo una mueca, avanzó la pieza y dijo entre dientes:
—Jaque mate.
Al ver su mirada de dolor, Joe no pudo evitar una pequeña sonrisa.
—Creo que te ha dolido más a ti que a mí.
—Sí, parece muy dolida —dijo una grave y seductora voz.
_________ levantó la mirada cuando Joe se puso en pie para saludar al hombre y se quedó sin aliento. Nunca había visto a un hombre tan guapo. Desde el grueso pelo dorado hasta el cuerpo esbelto, elegante y grácil, parecía perfecto. Ya no la sorprendió aquello que decían de que una voz podía hacer que te estremecieras de arriba abajo. Cuando su prometido le presentó a Alexander MacDubh, ella decidió que aquella voz encajaba a la perfección con alguien como Alexander.
Mientras observaba con sutileza la reacción de __________ ante Alexander, de repente entendió por qué su hermano Tavis, incluso después de diez años de matrimonio, odiaba que ese hombre estuviera a menos de tres metros de Storm. _________ lo miraba como si la fascinara. Le resultó muy contradictorio que no quisiera casarse pero, al mismo tiempo, no quería que ella se sintiera atraída por ningún otro hombre. Ignorando la sonrisa de Alexander, estuvo de acuerdo con Meg cuando ésta apareció para decirle a ___________ que debería tomarse un tiempo para supervisar los preparativos de la boda.
—He oído que el rey ha concertado el matrimonio —comentó Alexander en cuanto __________ se marchó.
—Igual que concertó el tuyo.
—Cierto, pero creo que tú has salido ganando. Sin embargo, he oído que hay mucha gente que quiere romper la unión antes incluso de que sea legal.
—Has oído muchas cosas teniendo en cuenta que acabas de llegar.
—Bueno, es que he tenido una charla con lady Constance.
—¿Una charla?
—Una charla breve seguida del consuelo de una amable dama hacia un solitario viudo.
—Hace dos años que eres viudo. Esa excusa ya huele.
—Y tú no me explicas nada. ¿No tienes nada que decir sobre la boda o la niña que se convertirá en tu mujer?
—La niña tiene diecinueve años. —Casi sonrió ante la sorpresa de Alexander—. Lord Fraser y tu primo Ronald MacDubh ansiaban su mano, y ninguno de los dos está contento de que me haya quedado con la dote que tanto deseaban. Sí, y con la chica. Tiene once hermanos y un padre que me matarían al instante si no la mantengo contenta y feliz. Sí, me caso, pero no levantes tu copa por mí a menos que sea para desearme la suerte de poder llegar vivo a final de año.
—Sobre todo con MacLennon todavía amenazándote. Te has metido en un buen berenjenal, ¿no?
—Sí, y me hundo muy deprisa.
—Parece una chica dulce. Podría traerte cosas buenas.
—Sí, podría, pero no pienso buscarlas. Un día, podría levantarse siendo viuda a las pocas horas de haberse casado. Sería cruel jugar con sus emociones mientras mi vida corra este peligro.
—Es cierto, pero quizás huyes de lo que no debes, amigo.
—Sé perfectamente de lo que huyo, Alexander.
—¿Y sabes lo que puedes perder? Yo no tuve ninguna opción durante mi breve matrimonio. Me casé con una mujer cuyo corazón no pertenecía a nadie, pero cuyo cuerpo se entregaba a todos. Lo único bueno que saqué fue mi hija. Te niegas cualquier posibilidad de ser feliz. A ti y a la chica.
—Lo único que le niego es dolor —respondió Joe con frialdad, y cambió de tema.
No volvió a pensar en las palabras de Alexander hasta más tarde, mientras acompañaba a _________ al salón para la cena. La forma en que tenía planeado organizar sus vidas era injusta para ella, pero no se le ocurría nada para cambiarlo. Casi estuvo agradecido de la compañía de Alexander durante la cena, porque su amigo evitó que ___________ estuviera demasiado pendiente de la frialdad de su prometido. Era un sentimiento que chocaba con algo que incluso él reconocía como celos, porque Alexander entretenía a _________, la halagaba y flirteaba con ella. Cuando la acompañó hasta su habitación, no estaba seguro de si su amigo había resultado una bendición o una maldición.
—¿Qué te ha parecido Alexander? —le preguntó, de golpe, cuando se detuvieron frente a la puerta de su habitación.
Algo sorprendida por la pregunta, así como por el hecho de que rompiera de repente el absoluto silencio que había mantenido durante toda la noche, le respondió:
—Es muy amable.
—¿Muy amable? Un agasajador profesional de mujeres.
—Sí, por supuesto. Para un hombre como él, agasajar a las mujeres debe de ser algo tan natural como un bebé buscando el pecho de su madre. ¿Y sabes por qué es tan bueno? Porque puede hacerlo sin que te sientas nerviosa, patosa ni nada.
Con una sonrisa ladeada, Joe preguntó:
—¿Nerviosa o patosa?
—Sí. Creo que es su voz. Es tranquilizadora como la nana de una niñera. Debe de estar cansado de que la gente lo mire todo el tiempo.
—¿De veras lo crees? —Aquellos inocentes comentarios sobre Alexander le estaban resultando bastante divertidos.
—Sí. Sabe lo apuesto que es pero no me ha parecido vanidoso. Si perdiera la belleza, quizá lamentaría que las mujeres no cayeran rendidas a sus pies como ahora, pero poco más. Quizás hasta le gustaría, porque entonces la gente dejaría de verlo únicamente por su aspecto y verían el hombre que es. A mí no me gustaría ser tan guapa.
—Pero ___________, tú eres encantadora.
—No —objetó ella, sonrojándose ligeramente ante aquel halago—: tengo pecas y el pelo demasiado chillón.
—A mí no me parece chillón.
—Bueno, quizá pienses de otra forma cuando lo veas suelto. —Se sonrojó abiertamente cuando se dio cuenta de cuándo sería eso—. Sólo has visto unos mechones sueltos, porque a veces mi pelo puede ser muy rebelde.
—__________, a veces te esfuerzas demasiado en ser sincera.
Ella le dio las buenas noches con un hilo de voz. Cuando entró en la habitación, se apoyó en la puerta y suspiró. Se sentía culpable. A pesar de que lo había intentado varías veces, no había sido totalmente sincera con él. Sin embargo, las palabras se le atragantaban. Tenía que confesarle algo y se le acababa el tiempo. Si no lo hacía pronto, él se sorprendería de lo mentirosa que podía llegar a ser.
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Mensaje por StayMemiFaither Lun 31 Oct 2011, 6:01 pm

Nuevo lectora!!!!! Haha amo la noveeee!!
SIGUELA!!!
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Mensaje por NiinnyJonas Mar 01 Nov 2011, 1:08 pm

Siguelaaaaaaaaaaa plis
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