The Other ||N.C||

– ¿Todo fue idea de Kevin? – preguntó con una pequeña sonrisa en sus labios, al verme asentir, su suave sonrisa fue remplazada por sonoras carcajadas, qué, a pesar de la opresión en mi pecho, logró formar el intento de una sonrisa en mis labios. – ¿Y aceptaste por?
– Tengo que hacer un trabajo teórico para la universidad, le pedí un libro, el salió con toda esta idea. – hice un movimiento con las manos para enfatizar mis palabras.

Llevábamos un largo rato sentados en el sillón. Al principio no hablábamos absolutamente de nada, pero más adelante salió el tema de mi vestimenta de hace unas horas. Eso pareció haberlo distraído, desgraciadamente conmigo la conversación no surgió el mismo efecto.

– Fue algo nuevo verte en tacones y maquillaje.
– ¿Te gusto más así? – pregunté tratando que mi voz destilara aunque sea un poco de diversión.
– No. Natural y con zapatillas. Esa es la muchacha de la cual me enamoré. – Se acercó y besó suavemente mis labios. Sonreí tímidamente y sentí mis mejillas marcarse por un color carmesí.

Antes de responder, su celular vibró contra la mesa. De nuevo. No se había detenido desde que Joe llegó a mi apartamento, pero este se encontraba reacio a contestarlo. Escuché su bufido y se acercó al teléfono pero únicamente con la intención de apagarlo.

– Contesta. – me miró dudoso. Le di una pequeña sonrisa para asegurar mis palabras. Volvió los ojos pero contestó de todas maneras.
– ¿Qué quieres? – respondió un poco más brusco de lo que debería. – Sí, lo sé, lo que sucede es que no me interesa. – bufó de nuevo y revolvió su cabello. – Lo firmaré, mañana. Hoy quiero que dejes de molestarme. – sentí como mi corazón se encogía de nuevo. Me negué a sobrepensarlo y darle un motivo a las lágrimas para que salieran, en lugar de ello, sonreí en lugar de llorar, al momento en el que Joe fijó sus ojos con los míos. – Te hablo como quiera Alex y ciertamente en este momento no tienes ni el más mínimo derecho de reclamarme.

Lo siguiente que hizo fue cortar el teléfono y tirarlo al otro lado de la habitación. Me sobresalté un poco, pero al ver que apoyaba sus brazos en sus rodillas y su cabeza en sus manos pude ver la tensión que sus hombros habían estado guardado todo este tiempo. Dudosa y aún un poco sobresaltada por la conversación telefónica que mantuvo con su agente, me acerqué más a él en el sillón y lo abrasé por detrás. Apoyando mi cabeza en su espalda. Al sentirme con él, se acomodó para dejarme entre sus brazos.

– Lo siento. – besó mi cabello. Mi rostro estaba oculto en su cuello, pero al denotar el dolor de sus palabras, levanté la mirada para fijarla con la suya.
– Te amo Joe. – besé su cuello y dejé que mi cabeza reposara en su hombro de nuevo. Lo escuché suspirar.
– Y yo a ti nena.


Podrían haber pasado unos veinte minutos desde que Joe se había quedado profundamente dormido en el sillón mas yo no conseguí conciliar el sueño. Mi cabeza estaba más que bulliciosa. Salí de los brazos de mi novio y caminé los cortos pasos hacia la pequeña cocina por un vaso de agua. En el camino de vuelta al sillón, miré la luz tintineante de su celular a pocos centímetros de la pared. Me acerqué con el único objetivo de recogerlo y dejarlo en la mesa de la sala. Pero el pequeño texto que alumbraba la pantalla llamó mi atención.


Miré a Joe de nuevo, estaba profundamente dormido en el sillón. Por pura curiosidad, desbloqueé el teléfono y abrí el mensaje. Miré por unos segundos a la chica, luego el texto debajo de la imagen.


Era más que hermosa. Sentí mis mejillas humedecerse y antes de siquiera registrar lo que hacía ya estaba llorando. Dejé el celular en la mesas y dediqué una mirada a la persona que yacía ignorante de lo que sucedía en el sillón. Corrí la poca distancia hacia mi habitación y cambié mi buzo por unos pantalones de mezclilla, me coloqué un abrigo negro delgado y quitando las medias me coloqué las primeras sandalias bajas que encontré.

Tomé mi bolso y salí del apartamento rápidamente sin que Joe se diera cuenta. Bajé los seis pisos del edificio por las escaleras – ya que el ascensor no funcionaba –  me despedí del viejo portero.

Ya en la calle, no sabía adónde ir. Aún no era tan tarde, no eran un poco más de las seis de la tarde. Corrí sin rumbo con el único objetivo de alejarme del edificio.


Me encontraba en uno de los parques de la ciudad. Nunca había venido aquí por lo que Joe tampoco lo conocería. Necesitaba alejarme un momento de él y de todo lo que le rodeaba. Sabía que no era su culpa, pero me lastimaba de todas maneras.

Ella era hermosa. Sabía que Joe no duraría más de una semana de obsesionarse con ella y dejarme de lado. ¿Qué sería de mí? A partir de los años, Joe había sido mi soporte, toda mi vida la había apoyado en él y ahora entendía por qué mamá decía que no debía depender de un hombre, por más bueno que llegara a parecer.

Aunque ella se refiriera a la dependencia económica – la cual yo no necesitaba – funcionaba de la misma manera para la dependencia emocional, con la única diferencia de que duele mucho más cuando te sientes inestable con respecto a ella.

– Eres la novia de Joe ¿cierto? – levanté la cabeza para ver quién era la que me había hablado. Al levantar la mirada, sabía que su rostro se me hacía conocido de esta tarde, pero no lograba identificar quien era.
– Supongo – respondí encogiéndome de hombros. Se sentó en el espacio a mi lado de la banca y me miró de arriba abajo.
– Te ves diferente. – estaba cruzada de brazos y sus ojos me miraban con enojo y suspicacia.
– Soy diferente. – respondí con una muy leve sonrisa. Ella levantó una ceja y yo suspiré. – La de la tarde, bueno, era más cómo un papel de actuación. Necesitaba hacer un proyecto, mi mejor amigo me convenció de hacerme pasar por alguien que no era, y bueno – suspiré – en fin. Esta soy yo. – Moví mis manos señalándome.
– Fue una estupidez.
– Lo fue. –  asentí.
– Pudiste salir lastimada.
– En ese momento créeme que lo quería. – ambas reímos y vi cómo un poco del enojo desaparecía de sus ojos.
– Anne – extendió su mano esperando que la tomara.
– Bailey – estreché su mano. – Una pregunta ¿cómo me encontraste?
– Vivo en ese edificio – señaló hacia atrás. – Miré por la ventana. El color de tu cabello no es tan difícil de olvidar. – asentí aliviada al saber que Joe no me encontraría tan fácilmente. – ¿Y qué haces tú acá?
– Escapo de mi novio y de todo lo que le rodea. – ella asintió entendiendo mi situación.
– ¿Ya la conociste? –  Preguntó luego de unos minutos de silencio.
– No personalmente, la vi por foto. Es hermosa. – suspiré sintiendo la opresión en mi pecho de nuevo.
– Louis la llevó a mi lugar de trabajo.  – la miré incrédula por unos segundos, ella simplemente asintió. Negué sorprendida, yo no creía poder tener la resistencia suficiente para conocerla.

Bajé la mirada aprovechando que ella había quedado con la vista fija al frente. Una nueva lágrima escapó de mis ojos. La mirada de Ann se suavizó y sus brazos cayeron encima de sus piernas.

– ¿Duele cierto? – dejó su vista fija en mí. Yo le devolví la mirada.
– Más de lo que llegué a imaginar.  

Un terrible dolor de cabeza me despierta. Miro al reloj en la mesa de noche y el reloj marca las 20:08.

Suspiro y me levanto poco a poco. Me llevo la mano a la cabeza cuando se produce una punzada terrible. Cierro los ojos y espero que el dolor pase. Y entonces recuerdo la razón por la cual terminé dormida. Harry.

Imágenes de lo sucedido vienen a mi cabeza. Las chicas y yo reunidas. Los chicos llegando. Contrato. Yo saliendo de la sala dando un portazo. Harry viniendo detrás de mí. Harry suplicando. Yo huyendo.

Sacudo la cabeza y al instante me arrepiento cuando el dolor vuelve. ¡Mierda! Maldigo y me levanto para ir al cuarto de baño. Al entrar veo frente al espejo a una chica. Una chica desaliñada con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. Esa chica la cual ayer estaba fresca y radiante, feliz gracias al amor de su vida. Harry.

Ahora ya no hay nada de aquella chica. Ahora sólo hay tristeza y melancolía en sus ojos. Abro el grifo y dejo correr el agua. Si hay algo que me tranquiliza es el escuchar el agua correr. Tomo un poco y lavo mi cara. Pero cuando vuelvo a mirar en el espejo. Sigo siendo la misma chica con ojos vacíos.

Mi celular suena en alerta de un nuevo mensaje. Dejo de mirar mi reflejo en el espejo y salgo en busca del teléfono. Cuando lo encuentro me arrepiento de venir en su busca. Un número desconocido ha mandado una foto de Harry con una de las hermanas pequeñas de las Kardashian y un pequeño mensaje.


Las lágrimas se avecinan. Esta vez no las reprimo, lloro porque quien sea que me ha mandado el mensaje tiene razón. Yo no soy lo mejor para él.

Me dispongo a hacer mis maletas e irme. Tengo que irme de aquí, no puedo estar en un lugar donde lo único que tengo son recuerdos de él. No puedo hacerme daño de esa manera. Necesito salir de aquí ahora mismo.

Corro hacia mi recámara y saco la maleta que guardo debajo de la cama. Voy hacia el armario y tiro de toda mi ropa, la meto a la maleta hasta que me es imposible cerrarla. Me siento en ella y lucho contra el cierre hasta que lo logro.

Cuando tengo todas mis pertenencias guardadas me dispongo a salir. El sonido de una llave en la cerradura hace que pare en seco. La puerta se abre y veo al hombre que tiene mi corazón por completo. Harry.

--Vicki—su voz es un susurro. Cierro los ojos y cuando los abro veo en su mirada pánico.--¿Qué haces?—sus ojos se desvían hacia mi equipaje.

--Creo que es obvio—bajo la mirada y muerdo mi labio inferior.

--No, no puedes dejarme nena, sabes que te necesito—en dos zancadas esta frente a mí y por instinto retrocedo unos pasos.

--Así que…--levanto la mirada y lo veo directo a esos pozos profundos que amo intensamente--¿Ella hará que tengas más popularidad?—pregunto irónica. Harry no puede ser más popular de lo que ya es.

--¿Sabes quién es?—pregunta. Asiento con la cabeza--¿Cómo…cómo lo sabes?

--Eso no importa—respondo porque es cierto. La manera en la cual me enteré de ella no es importante.

--Bueno… pues, es hermana de las Kardashian—titubea

--Pues, perdóname por no tener una hermana que se haga famosa por un maldito vídeo porno…

--Victoria

--Si lo deseas, le puedo decir a mi hermano que haga uno, quizás así, él se haga famoso y yo pueda estar a tu maldita altura…

--Nena

--Pero bueno, no creo que funcione ya que James no tiene un culo del tamaño de un puto globo terráqueo…

--¡Victoria!—Harry grita y callo—Perdóname.

Puedo oír lo que queda de mi corazón romperse. Nada hará que Harry cambie de opinión. Tengo unas ganas terribles de llorar, pero me contengo. No debo hacerlo o pareceré una tonta blandengue.

Por eso sonrió, le doy un beso y con todo el dolor de mi corazón digo

--Adiós Harry—le doy la espalda y salgo de la casa

--Amor—oigo su llamado, pero él se ha olvidado de algo. Yo ya no soy su amor.

{**}

Cansada y agotada por la tristeza que me embarga camino hasta el departamento de mi hermano. En el camino encuentro a gente la cual pasea alegre y triste. Gente con familia y gente sola. Como yo.

Cuando estoy frente a la puerta de mi hermano tengo que tocar tres veces antes de que James abra la puerta

--Vic…--calla en cuanto ve mi rostro--¿Qué pasa?—pregunta preocupado mientras mira mi equipaje

--¿Puedo entrar?—pregunto mientras lágrimas recorren mis mejillas.
Asiente rápidamente y me ayuda con mis maletas. Me lleva hacia el sillón y deja la sala con un “Ahora vuelvo”

No comprendo cómo es que mi vida cambió tanto en tan sólo unas horas. Con tan sólo una palabra. “Contrato”. Pero en el fondo siempre supe que algo como esto pasaría. Harry me dejaría para irse con una mujer más atractiva, con una mujer que estaría en la vida de la farándula.

Es sólo que el haberlo pensado no hace que el dolor disminuya, al contrario aumenta al saber lo estúpida que fui al creer que con Harry tendría mi “y vivieron felices por siempre”

Nadie vive feliz por siempre.

Siento que un brazo que no es mío pasa por mis hombros. Reconozco el olor de mi hermano y recargo mi cabeza en su pecho. Por unos minutos no dice nada. Sólo estamos él y yo.

--Creo que debes escucharlo—aconseja rompiendo el silencio y sé que Harry tuvo que haberlo llamado.

--Ya lo hice—su pecho vibra por su risa—Bueno, quizás solamente me dediqué a gritarle

--Lo sé, te conozco muy bien y estoy seguro que el pobre ha de estar destrozado por todo lo que salía de tu boca

--¿Destrozado él?—me incorporo para mirarlo a los ojos—No creo que esté más destrozado de lo que yo lo estoy James—asiente al ver la furia en mis ojos

--Tienes que comprender que es su sueño—no puedo creer que mi hermano, MI hermano esté de su lado.

--Tú lo has dicho James. Su sueño, no el mío—me pongo de pie—Yo no me sacrificaré por un sueño que no es mío—harta de toda esta situación camino hacia la recámara en la que duermo siempre que lo
visito—He terminado con todo esto James

Simplemente, he terminado.