La Estación 《 Larry Stylinson 》

16° Capítulo 

No me gustaba que llegara el 14 de febrero, se me hacía una fecha que sólo servía para derrochar el dinero a lo estúpido y además, me ponía bastante nostálgico. Me acordaba de Diana, de ése catorce de febrero en el que a mis doce años, mi primer beso fue para ella, ése catorce en el que ya no pudimos ocultar el amor que nos teníamos, más allá de un amor fraternal. Creo que desde que fuimos pequeños nos dimos cuenta de que nos queríamos de una forma un tanto "peculiar", sólo que éramos demasiado inocentes para entenderlo, bueno, yo, porque Diana al llevarme dos años comprendía muchas más cosas que yo. Yo siempre le decía que cuando fuéramos grandes, nos casaríamos, y ella sólo se reía y sonrojada me decía que si se pudiera, lo haría, pero era imposible y me llenaba el rostro con tiernos besos.



Ahora en este catorce de febrero aquellos recuerdos se reproducían en mi mente de forma tan detallada, como nunca antes me había pasado. Bajé a desayunar, para unirme con mi hija que comía somnolienta su cereal. Mery también se encontraba ahí, lavando algunos trastes. Le dije un "buenos días" y ella sólo contestó con un frío "hola".

 

—Hoy llegaré tarde, pero vendré a comer con Susan porque no creo que Mark y Harry lleguen temprano.

 
—¿A dónde irás? —pregunté al tiempo que Susan nos examinaba a ambos minuciosamente.

 
—Veré a una amiga.

 
—Está bien.

 

Susan sólo nos miró como extraño, si bien ya se había acostumbrado a que nosotros no éramos de darnos regalos o salir a algún lado esos días, era muy extraño que nos habláramos como simples conocidos frente a ella. Pero qué podíamos hacer, ya sólo nos hablábamos porque no nos quedaba de otra. La miraba y me daban tantas ganas de pedirle el divorcio, pero entonces volteaba a ver a Susan, que se preocupaba por vernos así de distantes, ahora si nos separáramos, creo que sería muy duro para ella, por eso seguía ahí. Y también ella.

 

Arregló unas cuantas cosas más para después despedirse de Susan, le dijo que se regresara con cuidado, y luego se despidió de mí. Me dio un beso en la mejilla casi imperceptible para mí. Unos minutos después de que se fuera, entró Harry a la cocina; se me hizo bastante extraño que no llevara, ni unos chocolates, ni un globo, nada. Pensé que le regalaría algo a su... novio. Yo no lo había visto en todo ese tiempo que llevaba saliendo con él, tampoco era que tuviera ganas de conocerlo, no sé. Desde que había empezado a salir con aquel tipo, nos habíamos distanciado bastante, aunque él a veces quería hablarme o algo, yo me hacía el desentendido; yo sabía que Harry seguía resentido conmigo y yo simplemente no sabía qué hacer porque ya ni yo sabía por qué lo había hecho.

 

Traté de evitar su mirada en todo ese rato. Es cierto que había tratado de buscar en Harry a Diana, pero entonces recordaba tantas cosas y empezaba a dudar si en verdad había dejado que me besara sólo por eso, entonces pensaba en que solamente lo había hecho por lástima, porque me preocupaba.

 

Unos minutos después salí junto con Susan para llevarla a la escuela, y de ahí al trabajo. Ella llevaba unos chocolates para regalarle a una amiga por lo que me había comentado. Camino al trabajo pude ver cómo más jóvenes y niños llevaban peluches, globos enormes, flores para dárselas a alguna amistad, o a su pareja. Lo cual me dio una idea.

 

No fue hasta que yo tuve doce años y ella catorce que me di cuenta de que eso que sentía por ella era mucho más fuerte de lo que creía. Ese día comenzamos nuestra relación como algo más que hermanos, que para muchos habría sido enfermizo y anormal, pero para nosotros era todo lo que necesitábamos para ser en esos momentos felices. Y aunque ella me llevara dos años pronto comencé a madurar y a comportarme en algunos aspectos como una personas más grande.

 

Saliendo del trabajo, pasé a comprar un ramo de flores, tal fue mi alegría cuando lo compré que el vendedor pensó que se lo regalaría a mi esposa o a mi pareja. Anduve hasta el panteón donde estaba enterrada Diana. Para mi sorpresa, había una que otra persona en el lugar, supongo que para lo mismo que yo.

 

Dejé el ramo en su tumba, que miré melancólico. No apartaba los ojos de su nombre, como si con eso pudiera comunicarme con ella. Entonces de repente me sentí tonto, un completo idiota, al seguir a ferrado a alguien que ya nunca volvería a ver. Antes de que mi vista se nublara por completo abandoné aquel lugar (además de que ya casi estaban por cerrarlo), para pronto llegar a mi casa.

 

Todo el trayecto a casa fui conduciendo sin fijarme a ciencia cierta por dónde iba, estaba teniendo un desorden descomunal en mis pensamientos, y tenía que arreglarlo. Antes de llegar a la casa, decidí que sería bueno, dar una vuelta por la manzana. Estaba a unas cuántas casas de llegar a la mía cuando divisé a Harry con el que, supuse, era su novio, sentados en la acera. Casi como por inercia, me detuve un poco antes de llegar donde ellos, al fin que casi no pasaban carros por ahí.

 

Al parecer estaban conversando, aquel tipo le sujetaba una mano y acercaba su rostro cada vez más al de Harry, como si no le oyera del todo bien. Honestamente aquel tipo no era feo, y tenía el cabello lacio, pelirrojo lo que hacía más llamativo. Pronto me sentí como un acosador así que me apresuré a poner en marcha el auto, aprovechando que aquel tomaba su rostro con la otra mano. Sentí un hormigueo extraño en la nuca y un nudo en el estómago ¿no podía ser posible, o sí? No, claro que no.

 

Llegué a la casa, aturdido ante lo que había acabado de ver. Nunca había visto, y tampoco nunca me había imaginado a Harry comportándose así con un hombre "¿cómo me veré yo con él cuando me besa?" Me sentí tan estúpido al pensar eso que me auto-insulté.

 

Claro que me parecía perfecto que saliera con alguien, y que se olvidara de la tontería de que le gustaba y eso, pero entonces empezaba a preguntarme una sarta de preguntas que bien podrían ser dignas de un adolescente, no de un hombre que andaba ya en sus treinta y tantos. Entré a la casa, Susan se encontraba en la sala viendo la televisión, la saludé y pregunté por su hermano.

 

—Vino un rato, comió conmigo y con mi mamá, pero hace poquito que se fue me dijo que iría con su novia a cenar, que volvía como a las diez.

 
—Ok.

 
—Mark se enojó con mi mamá de que iba a salir con su amiga —giré sobre mis talones, pues ya estaba camino hacia las escaleras.

 
—¿Por? —pregunté frunciendo las cejas.

 
—No sé, yo creo que quería se quedara aquí contigo. Yo también pienso lo mismo, pero no le dije nada—contestó inocentemente. Solté un suspiro y le dije que no se preocupara por eso.

 
—¿Y Harry? —Por unos segundos me quedé en silencio, pues volví a sentir ese hormigueo en la nuca al imaginármelo en la acera al lado de su novio pelirrojo.

 
—Supongo que llega al rato—Susan pareció conforme con la respuesta, así que siguió viendo la televisión. Le dije que dejaría mis cosas y en un momento bajaría con ella.

 

Subí a dejar mis cosas, y me tiré en la cama. Maldita sea, ¿por qué seguía sintiendo esa sensación? Tan sólo de recodar cómo estaba Harry con su novio, me hormigueaba la nuca, todo el cuerpo, me sentía molesto. Carajo, qué diablos me pasaba, no era como si él fuera mío como para ponerme así.

 
Bajé un momento con mi hija para preguntarle sobre su día, pero aun así no podía tranquilizarme, había en mí una guerra interna de emociones y sentimientos contradichos. Por fin estaba tratando de darme una tregua platicándole anécdotas a Susan cuando Harry llegó a la casa, con un semblante bastante serio, como si viniera de un funeral.

 

—¡Qué bueno que ya llegaste primo!

 
—Hola —dijo saludando a Susan como si estuviera fuera de sí, intentando no mirarme a los ojos, y qué bueno porque yo no sé qué hubiera hecho en esos momentos si se encontraban nuestras miradas.


 

Me levanté tratando de ignorar su presencia, argumentando que tenía que acabar unas cosas para mañana. Un gran alivio sentí al refugiarme en el estudio, arremolinado en el sillón, tratando de poner paz en mi interior, pero pronto se acabó la tranquilidad pues entró Harry, al parecer se dio cuenta de que estaba algo extraño.

 

—¿Puedo? —preguntó cuando ya estaba medio cuerpo dentro del cuarto.

 

—Sí— entró cerrando la puerta a sus espaldas y mirándome preocupado.

 
Estoy seguro de que iba a preguntarme si estaba bien, pero me le adelanté y hablé primero:

 
—¿Ese chico de cabello rojo, era tu novio no?

 

—¿Eh? ¡Sí, sí él era! ¿nos viste? —preguntó sonrojado y vacilando un poco.

 

—Si, pero eso no importa, el punto es que no quiero que vuelvas a traerlo por acá—comenté bastante serio, aunque bien los latidos truculentos de mi corazón me pudieron haber delatado. Harry hizo gestos en forma de protesta, pero no decía nada.

 

—¿Po... por qué? ¿Qué te hizo? ¡No estábamos haciendo nada!

 
—¡No quiero volver a verlo y punto! —espeté molesto levantándome del sillón, casi a punto de perder el control. Fue como si una pequeña voz en mi interior me dijera "¿pero qué estás haciendo?" que me hizo reaccionar. Harry estaba perplejo, como si tuviera a un desconocido al frente a él, yo mismo me sentí desconocido al reaccionar de esa forma, por qué, por qué me irritaba tanto.

 
—Yo no sé por qué no quieras verlo, pero no te preocupes, ya no volverá a venir.

 

—Yo, perdón, sólo.

 
—Ya terminé con él... hace un rato.

 
—¿Terminaron? —pregunté sorprendido mientras trataba de recrear la escena que había presenciado.

 
—Sí, sólo lo estaba lastimando, supongo que debes de tener una idea del porqué —espetó mirándome con gran atención. Después salió del estudio cuando no dije nada. 



Me sentí un idiota. Tenía tanto tiempo que no me sentía de esa forma, con tanta molestia, malditos celos,  ¿de verdad estaba celoso sólo porque había visto a Harry con aquel tipo? "Bueno, es normal, es mi sobrino"  pero no, claro que, no era normal. Ya había tenido estos síntomas antes, no era precisamente porque fuera mi sobrino y me preocupara por él. Cuando Diana empezó a salir supuestamente como amigos con el que es (o fue) el padre de Harry, empecé a sentirme muy inseguro y comencé a dudar mucho acerca de nuestra relación ultra secreta. Me sentía tan molesto con tan sólo verlos platicar, sentía un hormigueo en la nuca, que después se extendía a todo el cuerpo.


 
Me llevé una mano a la cabeza como si con eso pudiera poner en orden todos mis pensamientos. No, no, es que no podría ser por eso, ¿no, verdad? Tengo que admitir que al principio sólo dejaba que Harry me besara por lástima, ¿pero después? ¿Después qué pasó? ¿Dónde fue que me dejé llevar y me adentré en un laberinto del cuál ahora estaba completamente perdido? No podía ser posible que por Harry sintiera algo más que un simple amor fraternal, claro que no pero a estas alturas, ¿qué podía hacer? Había dejado que las cosas pasaran sin darles la importancia que se merecían. ¿Qué es lo que realmente siento por ti, Harry?.