La Estación 《 Larry Stylinson 》

La siguiente semana se fue despacio, como si no quisiera irse, inscribimos a Harry en una preparatoria abierta que estaba cerca de la casa y empezó a ir esa misma semana. Además había recibido una "Buena" noticia.
 

Estábamos en mi estudio. Era jueves por la noche, yo estaba terminando unas cuentas y él mientras estaba ahí platicándome cosas. Me incomodaba un poco estar a solas con él. Harry  se encontraba sentado en un pequeño sillón que había ahí cambiándole una y otra vez de canal a la televisión, después de no encontrara nada de su interés, optó por apagarla.
 
 
—Me habló Caro en la mañana, y me dijo que fue a  ver a la casa y ya no estaba la ropa de Elizabeth — Comentó
 
    
—Oh
 
    
—Creo que tenías razón, tal vez sólo estaba esperando a que me fuera para ir por sus cosas —dijo bastante afligido.
 
 
 
Se levantó del sillón y se acercó a mí sentándose en mi escritorio cínicamente. Alcé la mirada y lo vi con desaprobación.
 
 
 —Quítate, esto no es para sentarse.
 
     
—No seas amargado
 
     
—Me obstruyes la luz —contesté molesto. Harry sólo hizo caso omiso de mis quejas y siguió ahí sentado. Hubo un momento de silencio.
 
    
—Oye.
 
    
—¿Sí?
 
    
—¿Ya no vas ahí, cierto? —Su sonrisita retadora se desvaneció con aquella pregunta y cambió su expresión a una completamente seria.
 
    
—Dejé de ir cuando pasó lo de Elizabeth
 
    
—Ya —contesté sin verle a la cara pues seguía con las cuentas y el papeleo.
 
    
—Pero, el viernes pasado estaba muy aburrido y fui. —Cuando alcé la mirada sus ojos me miraban fijamente como si fuera una fotografía, su rostro era inexpresivo por lo que no sabía si eso era malo o bueno para él. Al ver que no contestaba nada, prosiguió—. Sí, había un tipo muy guapo y pues ya sabes... me dio dinero y lo hicimos ahí en un vagón, otro tipo nos miraba y fue muy...
 
    
 
—¡Cállate! ¡No quiero saberlo! —lo interrumpí contestándole bastante enérgico, por lo que él se sobresaltó y se levantó de un salto del escritorio. Yo también estaba sorprendido de mi reacción—. Ya te dije que no quiero que vuelvas a hacer eso no hay razones. ¡Dinero! aquí te lo daremos así que deja de hacer eso —le reproché tranquilo como para tratar de compensar lo anterior. Harry me miraba con el ceño fruncido.
 
 
—No lo hago primordialmente por el dinero, tonto.
 
     
—¿Entonces? —Esperé a su respuesta, la cual sólo fue encogerse de hombros.
 
     
—Pero sólo porque tú me los has pedido, dejaré de ir.
 
     
—No lo hagas por mí, hazlo por ti idiota. —empezó a reírse.
 
     
—Hace mucho que no me decías alguna grosería, me acuerdo cuando en el...
 
     
—Si no tienes nada más que decirme, adiós, que estoy ocupado —volví a interrumpirle.
 

Ya sabía que era lo que iba a mencionar, y no quería que me lo recordara, tan sólo con esas palabras pronunciadas sentí una sensación de nervios horrible en mi estómago.
 
    
—Bueno, cuéntame de mi mamá —me quedé inmóvil un momento.
 
    
—¿Tu mamá?
 
    
—Sí, no sé muchas cosas de ella, y tú sí, bueno más que yo, sí —soltó una leve sonrisa.
 
    
—Pues—suspiré—no sé qué quieras saber.
 
    
—Humm, lo que quieras decirme está bien— me puse algo nostálgico al recordar aquellos días de nuestras adolescencias, cuando todo era lindo y bello en nuestra relación, tanto de hermanos como algo más que hermanos
 
    
—Pues tu mamá y yo siempre nos llevamos muy bien, nos teníamos mucha confianza, así que nos contábamos todo—dije y me torné melancólico. Harry se percató así que dejó así las cosas y salió del estudio.
 
 
 
 
 
Pasaron rápidamente tres semanas y todo avanzó con aparente tranquilidad. Poco a poco todos nos fuimos acostumbrando a vivir con Harry que realmente no causaba ningún problema, era bastante tranquilo realmente. También poco a poco, Harry se fue percatando de la poca comunicación que había entre mi esposa y yo, que, más que ser esposos, parecíamos conocidos compartiendo el techo.
Claro que siempre tratábamos de fingir cuando estábamos con nuestros hijos, más con Susan, pues Mark casi no estaba en la casa por la escuela y su novia. Además de que en esos últimos días había empezado a comportarse raro con nosotros no sé, lo sentía distante. Le preguntaba qué le pasaba y sólo decía "nada" encogiéndose de hombros, y con su madre casi no le dirigía la palabra y eso era bastante raro en él, pues amaba a su madre, le tenía una veneración a veces exagerada.



Era un domingo, y mi esposa en las tardes se iba con sus amigas. Yo por lo general me quedaba en la casa. No era muy sociable, y no tenía amigos, claro que no era un maldito ermitaño alejado de la sociedad, pues con mis compañeros de trabajo me llevaba muy bien, a veces íbamos a tomar algunos tragos después del trabajo y cosas por el estilo; pero no al punto de considerarlos mis amigos. Se supone que aun amigo puedes confiarle todo, y estar ahí en las buenas y en las malas, pero yo me guardaba todo, le ponía candado a mis emociones y era realmente extraño que alguien pudiera entrar en ellos, supongo que no todos nacemos para estar rodeados de gente, habemos quienes disfrutamos más estando solos, aunque a veces sentía que me faltaba alguien con quién hablar mis inquietudes, aunque sea un poco.



Cuando estaba sentado en la cosina tomando agua, vi a Mery entrar peleandose con su blusa azul que llevaba por lo que entendi que este domingo también saldría y yo aprobeche para poder tocar el tema de Mark. 

 
—¿Te ha dicho algo Mark?
 
    
—No, no sé qué le pasa, nunca se había portado así —respondió Mery.
 
    
—No sé, pero algo me dice que está sólo enojado contigo, conmigo habla, muy poco, pero me dice cosas —Dejó de entretenerse con su blusa para dirigirme una mirada molesta.
 
    
—¿Ahora yo tengo la culpa, no?
 
    
—Yo no dije eso
 
    
—Sí lo dijiste, claro siempre mi culpa, como si tú fueras perfecto —espetó molesta. Y así empezó nuestro pleito diario.
 
 
 
Me levanté y me largué a otro lado, cualquiera donde no tuviera que soportar sus quejas y su horrible rostro amargado y cansado de todo. Subí las escaleras tan despreocupadamente que choqué con Harry quien iba bajando junto con Susan.
 
    
—Cuidado papi —dijo Susan
 
    
—Sí, perdón, ¿A dónde van?
 
    
—Me dijo que si caminábamos por ahí —contestó Harry sonriéndome de forma extraña.
 
    
—Ah, ok.
 
    
—Papi, ¿mi hermano dónde está?
 
    
—No sé hija, salió — respondí titubeante, pues se había ido desde temprano sin decirnos a dónde iba. Bajaron las escaleras y oí que le comentaban algo a mi esposa. Entré a mi habitación y me asomé por la ventana.
 
 
 Susan le había tomado mucho cariño a su primo, eso era bueno. Y al parecer yo también empezaba a tomarle cariño. Me agradaba cuando entraba a mi estudio en las noches después de cenar y  me preguntaba cosas sobre su madre; se ponía a contarme cualquier trivialidad, nunca nada personal, pero aun así me gustaba escuchar sus tonterías, no eran como las pláticas con Mery que cada vez eran más insoportables. Con él era todo muy a gusto, amenos de que a veces me veía extraño y me insinuaba cosas que tenían que ver con aquella vez del metro. Cuando llege a la habitación me quedé dormido como por un rato, tal vez una hora pues ese recuerdo del metro me atormentaba. Cuando desperté, ya había regresado Mark que se estaba muy silencioso en su habitación usando la computadora.
 
  
 —¿Mi mamá? —me preguntó pues se percató de mi presencia en el umbral de la puerta.
 
    
—Salió, ya sabes que siempre lo hace los domingos.
 
    
—Sí, claro —En ningún momento de aquella conversación me había dirigido la mirada, seguía afanosamente concentrado en la pantalla de la computadora.
 
    
—¿Estás enojado conmigo o con tu madre? —suspiró y sin dejar de ver la pantalla me respondió.
 
    
—Estoy ocupado... pero, si quieres saber, la verdad no sé, no lo sé. —Le miré  esperando a que tuviera otra reacción, pero era como si realmente yo no estuviera ahí, trataba de ignorarme para dejarle solo en cuanto antes. Y así lo hice.
 
 
 
Afortunadamente en el transcurso de esa semana nos volvió a hablar casi como normalmente lo hacía, pero seguía sintiéndolo distante. Su cuerpo estaba ahí, pero su alma no del todo. Pero volviendo a ese domingo, cerré cautelosamente la puerta del cuarto de Mark y bajé las escaleras pues escuché las risas de Susan y Harry
Estaban en la sala viendo la televisión. Iba a pasarme desapercibido pero Harry me vio y me dijo que me uniera a ellos.
 
 
 
—Papi, siéntate aquí. —Se deslizó hacia su izquierda para hacerme espacio en el sillón y sentarme en medio de ambos.
 
    
—¿Qué vas a querer de regalo? —me preguntó Susan—. Harry ya me dijo, también mi mamá y Mark, sólo faltas tú.
 
    
—Pues—contesté vacilante. Cierto, estábamos a semanas de Navidad y yo no había pensado mucho en eso pues por lo general siempre organizábamos las cosas a la mera hora y tampoco me gustaba celebrar mi cumpleaños — no sé hija, lo que tú quieras —contesté al fin regresándole la sonrisa.
 
    
—¿Entonces Yo también puedo darte lo que quiera? —dijo Harry metiéndose en la conversación.
 
    
—Ah... sí. No se preocupen por eso, si quieren no pueden darme nada, no importa,  ¿Tú qué vas a querer? —dirigí esto para mi hija.
 
    
—Pues  yo quiero un celular, pero dicen que no porque aun soy muy pequeña.
 
    
—Sí, tienes nueve años, casi diez, no lo veo necesario.
 
    
—Ash—refunfuñó—¡Entonces alguna muñeca!
 
    
—Lo pensaré hija ¿Y tú qué quieres? —Giré hacia el lado de Harry el cual me miró un poco perplejo.
 
    
—Ah pues, no lo sé —En esto Susan se paró del sillón argumentando que iría al baño.
 
    
—¿No sabes? ¿Y eso?
 
    
—Bueno sí sé, pero es algo muy fantasioso  —Soltó una risita nerviosa.
 
    
—Dime, también me quiero reír—contesté animándole un poco.
 
    
—Un... un beso—contestó con el rostro completamente rojo. Yo solté una carcajada, vaya regalo que quería— sí, un beso tuyo por supuesto. —Su mirada era retadora, aunque el rostro completamente rojo hasta las orejas. Yo me transfiguré enseguida al escuchar eso.
 
    
—No digas idioteces —dije levantándome del sillón y alejándome rápidamente de aquella mirada retadora e incitante, pero a la vez con mucha timidez. Ese chico decía cada cosa.