La Estación 《 Larry Stylinson 》

Me dispuse a barrer el estacionamiento de el lugar donde trabajaba, el cual era una fabrica de textiles y una vez terminado el trabajo, recogí la basura con ayuda del recogedor y me dirigí hacia la parte trasera para tirar la basura, entonces fue cuando sentí que alguien me rodeaba, pensé que iban a asaltarme o algo así, pero eran dos hombres del grupo ese que se había alejado de mí. Por sus miradas sabía que iban a hacer algo.



 



—Ya nos dijeron, ¿eh?  y yo que pensé que eras normal pero no, bien dicen que las apariencias engañan —dijo el más grande y se acercaban lentamente hacia mí. Yo tenía miedo, el corazón empezó a latirme de una forma estrepitosamente horrible. Traté de calmarme, les di la espalda, pero fue peor porque sin darme cuenta el mismo tipo de repente ya estaba al lado mío, recargándose en un bote de basura.





—Oye, ¿es cierto lo que dicen?



    

—No sé de qué me hablas —traté de decir normal, pero sentía que mi garganta se pasmaba.



    

—Pues que ya nos dijeron que andas de puto en el metro, ¿Es verdad? —La sensación de ser golpeado por detrás, eso fue lo que sentí en ese momento, ¿Cómo carajos sabía él eso? Quería morirme y huir de ahí, pero ambos me tenían acorralado, y si no respondía rápido, iban a acabarme.



    

—Estás loco —Fruncí el entrecejo y traté de actuar con naturalidad.



    

—No, no, no Harry ya dinos la verdad, ¿Enserio te andas cogiendo con cualquiera en el metro? Qué asco —dijo el otro hombre que se había puesto frente a mí y me miraba amenazadoramente.



    

—¡Yo no pienso discutir estupideses con ustedes, quítate! —contesté fúrico, empujando a aquel tipo.



    

—¿Qué idiota, quieres te demos una lección o qué? Basura de maricón



    

—¡Yo no sé quién carajos les dijo eso, pero son puras mierdas! —contesté retador.



    

—Pues nos dijo Kevin,  con el que antes te juntabas mucho, que un día te vio entrando en el vagón gay y.... bueno, qué asco, al menos nosotros dos no vamos a tratar con maricones, así que mejor vete largando.



    

—¡Jode a tu madre idiota, ya parece que voy a hacerte caso! —seguí contestando enérgico y algo violento, sentía que me salían chispas por los ojos.



 



Kevin, sí recordaba a ese imbécil, hubo un tiempo en que me había acosado hasta que un día cedí y tuvimos sexo, pero él quería repetir aquello y yo me negué, así que esto lo tomé como su venganza. Quería matarlo.



 



    

—¿Qué? —se acercó el segundo empujándome e incitándome a que le golpeara— A ver demuéstranos que eres hombrecito, ¡ vamos cabrón! —siguió empujándome mientras el otro decía cosas ofensivas hacia mí. No pude contenerme más y le di un golpe en la cara. Así empezó la pelea, y claro, como ellos eran dos, obviamente empezaron a darme una paliza, afortunadamente alguien llegó.



 



—Ya dejen al puto en paz —dijeron. Era Kevin. Ellos le reclamaron unos segundos hasta que los convenció de que me soltaran.



 



Me habían golpeado en el ojo  izquierdo, así que no podía abrirlo y me habían sacado el aire del estómago.  Además de que me sangraba el labio, o la nariz. Y todo eso me lo hubiera evitado si no hubiera contestado a sus provocaciones, pero me sentía mucha rabia. Aquellos tipos se largaron y Kevin se acercó a mí como si nada.



     

—Oye, perdón, yo sólo les dije que te había visto en el metro ligándote a los señores del metro. Aun no me cabe en la cabeza hayas sido tú, primero pensé que te había confundido, pero no, te he visto ahí más de dos veces. Puto....



     

—Ve…vete a la mierda Kevin.



      

—Eso te pasa por ignorarme, ¡prefieres hacérselo a esos que ni conoces que a mí! Yo sólo quería que te dieran una lección, no pensé que se pusieran tan agresivos. Pero bueno, la verdad me vale, ojala te hubieran cortado los huevos. —dijo eso último dándome la espalda y alejándose hacia la tienda, como aun era algo temprano para que estuvieran todos los trabajadores, habían aprovechado para hacerme pedazos.



 



Me sentía una completa mierda. No podía creer que la gente fuera tan intolerante para llegar eso. Y que la gente fuera tan resentida para hacer lo que Kevin hizo. Lo peor de todo es que me sentía culpable, por ser un maldito inútil que usaba como refugio el metro para prostituirse, porque era lo único más o menos bueno que sabía hacer, no servía para nada más que para coger, eso era la verdad.Permanecí sentado junto a algún bote de basura, me punzaba horrible el ojo, al menos la sangre había dejado de salir. A veces quería morirme, mi vida era una porquería, más de una vez me había propuesto dejar de prostituirme, pero simplemente no podía dejarlo, era una especie de veneno que poco a poco se apoderaba de todo mi cuerpo y lo controlaba a su antojo. Miré hacia el cielo y solté un largo suspiro.... Louis, quería verlo, quería que llegara y me protegiera, claro que no iba venir sólo me conformé con mantener en mi mente su presencia, para así sentirme un poco mejor. 











Ese día, después de haber conocido a mí.... sobrino y saber que Diana estaba muerta, llegué a mi casa como un zombie, con la mirada perdida y las ideas revueltas, sentía una sensación extraña en el pecho y aun no podía terminar de tragarme la idea de que ese chico llamado Harry que había cocido en circunstancias muy extrañas en el metro fuera el hijo de Diana. Era un pobre chico descarriado, y empezaba a sentirme en cierta forma culpable de su comportamiento. Y además tenía la enorme duda de cómo había muerto y de qué mi amada Diana, nunca  iba a volverla a ver, y eso me llenada de impotencia el corazón. Nunca iba a poder decirle cuánto sentía haberla abandonado en una situación tan crítica como fue aquella.







Después de aquella pelea que tuve con Diana por haberme enterado de que estaba embarazada, yo no le dirigí la palabra y al día siguiente se fue de la casa. Ella intentó hablar conmigo para decirme a dónde iba a irse, pero la ignoré por completo. Estaba muy dolido, y era un niño de catorce años que no era lo suficiente maduro como para analizar la situación razonablemente. Sólo me sentía traicionado, y quería que ahora ella sufriera las consecuencias.



 



En cuanto llegó mi esposa le conté la situación, que Diana estaba muerta y su hijo vivía en situaciones desfavorables. Por primera vez en mucho tiempo, ella me escuchó atenta y no dejó de prestarme atención ni un solo segundo.



 



    

—¿Entonces se llama Harry? —dijo después de haberle contado todo.



    

—Sí, y me dijo que estaba viviendo con una señora más grande que él... pero no sé, siento que algo anda mal ahí.



    

—Humm



    

—Creo que mañana iré a verlo.



    

—Oye no te sientas con la obligación de cuidarlo, ya tiene dieciocho y ni si quiera lo conoces—Y tenía que empezar con sus cosas, ¿qué no entendía que me sentía mal y con la responsabilidad de estar al pendiente de él?



    

—Bueno, voy a salir a caminar —dije en tono molesto y salí de la casa.



 



Cuando regresé ella estaba arreglándose para salir supuestamente con una amiga. Yo sospechaba que se veía con alguien, pero la verdad ya no me importaba. De verdad ya no sentía nada por ella, sólo que a veces deseaba tener a una persona al lado, una persona que de verdad disfrutara de mi compañía, y no la fingiera.



 



Susan estaba viendo la televisión, le pregunté en dónde estaba su hermano.



     

—Fue con un amigo a hacer no sé qué cosa —dijo sin voltearme a ver pues al parecer el programa estaba muy interesante.



 



Tenía ganas de contarles a mis hijos sobre su primo, pero no sé por qué no me salían las palabras. Primero quería ir y conocerlo un poco más y después hablarles de ello a mis hijos, porque sabía que si le decía en ese momento a Susan, iba a querer ir conmigo en la próxima ocasión, y yo no quería.



 



     

—Oye papi, ¿cuándo veré a mi tía y a mi primo? —me preguntó en cuanto comenzaron los comerciales en la televisión. Sentí que me desmoronaba, ¿cómo iba a decirle que su tía estaba muerta?



     

—No sé hija, no sé. Mejor sigue viendo tu programa Susan que yo tengo cosas del trabajo que hacer. —Le pasé mi mano por su cabello para alborotárselo un poco. No podía dejar de pensar en ese chico. Me preocupaba.



 



Al día siguiente, eran aproximadamente las doce del día cuando recibí un mensaje de texto de un número desconocido pero que con leer el contenido del mensaje, supe que era Harry. Algo en ese mensaje me decía que algo andaba mal, pero no podía salirme antes, pues ya había pedido muchas faltas en el año, y si seguía así iban a despedirme, así que tuve que esperarme hasta la hora de salida, que era a las cinco de la tarde.



 



Con las 5:00 p.m en punto salí rápidamente del trabajo, me subí en mi carro y me dirigí lo más rápido que pude a la casa de Harry. Me tardé más de lo esperado en llegar, había muchísimo tráfico.



Por fin después de casi una hora llegué, aun recordaba la calle y la casa, toqué ligeramente la puerta. Abrieron, era una mujer.



 



—¡Oh! ?... ¿Usted es Louis? —dijo casi sin abrir del todo la puerta, algo desconfiada.



    

—Sí, ¿le pasó algo a Harry?



    

—Humm, sí, pero nada grave, bueno... eso parece. Pase —aquella mujer por fin abrió la puerta completamente y me hizo pasar.





Era una mujer que le calculé mi edad o un poco más, pero tenía ya muchas marcas en el rostro, aun así pensé que era bonita. Harry estaba sentado en un pequeño sillón mullido, con la cabeza baja, cubriéndose un ojo con una mano, en cuanto notó mi presencia alzó la mirada, y pude ver que la mano que cubría su ojo estaba deteniendo una bolsa con hielo.



    

—¡Hola! —trató de decir contento.



    

—¿Qué rayos te pasó? —dije acercándome a él para apartar su mano con la bolsa de hielo. Tenía el ojo completamente hinchado y no podía abrirlo. Al ver que no me respondía nada volví a preguntarle.



    

—¿Me golpearon? —contestó él.



    

—Eso es obvio, pero por qué —dije serio.



    

—Hummm—volvió a bajar la cabeza y a colocarse la bolsa de hielo en el ojo.





—Me dijo que lo empezaron a molestar unos compañeros del trabajo, y él cometió el error de responder a sus insultos. —intervino aquella mujer al ver que Harry no me contestaba.



    

—Entonces fue eso, no debiste hacer caso, ve cómo quedaste, y de seguro eran más de uno.



    

—Fueron dos los hijos de puta —Me senté a su lado y volví a retirarle la bolsa con los hielos ya derritiéndose, le alcé la cabeza para tratar de ver mejor el golpe.



    

—Tenemos que llevarte con un doctor a ver si no pasó algo más grave.



    

—Por eso te dije que vinieras. —Soltó una risita e hizo su cuerpo hacia atrás. Entonces aquella mujer se acercó a nosotros y se sentó en el brazo del sillón que estaba junto a Harry.



 

—Él me dijo que usted podría prestarnos dinero para llevarlo con un doctor, le prometo que se lo pagaré. —Tomó la mano libre de Harry nerviosa esperando a que les respondiera.



     

—No se preocupen, yo lo pago, es mi sobrino, ¿no? Por cierto no sé su nombre —Ésas últimas palabras las dirigí a ella.



    

—Cierto, soy Elizabeth—Sonrió y nos extendimos la mano—, ¿puedo hablarte de tú?



    

—Claro. Bueno hay que llevarlo, yo conozco un buen oftalmólogo. —Elizabeth se adelantó, Harry me dijo que lo perdonara por molestarlo.



    

—No es nada, pero después tendrás que contarme bien qué pasó.— y con eso nos dirijimos hacía la salida para llevar a Harry al doctor.

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Ok, verán tuve como un golpe de inspiración y esto fue  lo que salió, comenten y digan me que les pareció 

bueno besos y abrazos las quiere Charlotte!!!  :(L):