La Estación 《 Larry Stylinson 》

13° Capítulo 

Ya había pasado poco más de un mes desde que había empezado a vivir con Louis y toda su familia, lo que era un tanto agradable.
Me llevaba muy bien con su hija Susan era una niña realmente linda y amable con todos. Su esposa me trataba bien, pero no había hecho muchos esfuerzos por ganarse por completo mi empatía. Aunque quisieran ocultarlo, y tal vez los demás les creyeran, yo sabía perfectamente que entre ella y Louis ya no había nada, ni un milímetro de amor. Nunca los había visto mirarse o hablarse como si se amaran o se tuvieran cariño, sus conversaciones siempre eran como de conocidos, y a veces ni conocidos, parecían dos completos extraños.
En cuanto a Mark bueno pues no había platicado mucho con él, y nuestras pláticas siempre eran bastante formales, lo único que sabía bien de él era que estudiaba geografia y tenía una novia, pero casi no me llevaba con él.

 
Por fin era 24 de Diciembre, noche buena. La casa estaba adornada de pies a cabeza de rojo, dorado, plateado, verde y blanco. En la sala estaba el árbol de navidad, bastante grande y artificial, pues estaban en contra de usar pinos naturales. Estaba adornado con figurillas navideñas y series luminosas de diferentes colores. Podía escucharse el timbre de los villancicos navideños si querías, pero después de unos momentos era algo hartante.

 
En las ventanas había escarcha y luces y en cada puerta había un adorno navideño. Todo era bastante alegre, además en la mañana había recibido una llamada de Caro la cual me decía que iba a irse a cenar con su comadre. Eso me alegraba pues siempre cenábamos juntos en noche buena con Elizabeth que quién sabe qué sería de ella en esos momentos.

 
Eran aproximadamente las siete de la noche, estábamos todos en la sala viendo un concierto de villancicos. Yo me encontraba en el sillón pequeño de la sala haciendo intentos por no quedarme dormido, para despertarme un poco de vez en cuando le echaba una miradita discreta a Louis que se veía realmente guapo de suéter. Desde ese día que le había dicho que quería como regalo un beso suyo, había tratado por todos los medios de no quedarse a solas conmigo, lo cual me provocaba mucha gracia.
A veces podía ser un tonto, ¿pensaba que iba ir y lanzarme sobre él? Por favor, él era más fuerte que yo así que podría soltarse de mi ataque cuando quisiera. Claro que si las fuerzas se invirtieran, no lo dudaría ni un segundo.
 
    
—¿Qué pasó? —preguntó Louis a su esposa que entraba en la sala dejando el teléfono en una pequeña mesa y tenía puesto un vestido rojo que le llegaba hasta las rodillas y unos zapatos del mismo color, su pelo, largo lo llevaba suelto y sólo con dos prendedores de adorno. Me recordó tanto a mi madre, se veía muy hermosa.
  
   
—Ah, era mi hermana.
   

—Oh.
     

—Me dijo que por qué no íbamos a ir—hubo un gran silencio, sólo seguía oyéndose en la televisión "silent night". Al ver que nadie decía nada, prosiguió— Creo que deberíamos de ir aunque sea un rato, unas dos horas.
    

—Podemos ir otro día. No quiero verle la cara a tu hermana ella es muy entrometida en todo, es una chismosa —contestó con voz un tanto molesta Louis. Me sorprendió cómo podía decirlo tan tranquilo.
    

—Sí mamá, ahí yo me aburro mucho, ¡al menos aquí es mi casa! —se le unió Susan. Mark sólo se alzaba de hombros. Le daba igual cualquier cosa pues días atrás había expresado las ganas de pasar la navidad con su novia y su familia, pero no lo habían dejado. Y Yo sólo observaba.
 
    
—No seas grosero Louis—vociferó su esposa que por su expresión no estaba nada contenta con aquel comentario. Se quedó parada junto a la tele como para imponer su autoridad y que todos le pusiéramos atención.
    

—Es la verdad Mery, me cae mal tu hermanita esa —contestó Louis firme.
    

—¿Ahora te vas a poner a criticar a mi familia? ¿Qué te han hecho ellos? ¡Nada! Deberías de agradecerles —siguió hablando en su tono enérgico. Esto me olía mal.
    

—Ya Mery, deja de pelear por todo. —Susan, Mark y yo sólo observábamos silenciosos aquella escena. Después de eso siguieron más quejas y reclamos, hasta que Mark los interrumpió.
    

—¡¿Para esto querían que me quedara?! ¡Siempre es lo mismo con ustedes, de cualquier estupides pelean! —gritó molesto, lo que causó que Susan comenzara a llorar diciendo que era navidad y se echó a correr a su cuarto. Yo me sentía bastante incómodo ahí, no sabía si irme o quedarme ahí callado y observar como lo había estado haciendo. Con que así peleaban siempre, vaya, qué molestia.
 
    
—¡Y siempre es mi culpa, ¿no?! ¡Ya cállate, me hartas con tus quejas! —soltó Louis exasperado de las reclamaciones que le hacía su esposa ahora de que él era el culpable de arruinar la noche.
    

—¡Bueno yo me largo! —espetó Mark colérico pero al parecer no le escucharon estaban encerrados en su burbuja de pleitos, reclamaciones y quejas tontas.

 
No fue hasta que Mark salió azotando la puerta que se percataron de que su hijo se había ido.
   

—¿Ves lo que haces?
   

—Yo, todo yo, ¡¿no?! —gritó Louis que deambulada de un extremo a otro de la sala, mientras que Mery seguía de pie junto a la tele que continuaba con el concierto de villancicos.


Por fin se callaron, creo que ya no tenían nada más que inculparse.
Mery se pasó la mano izquierda por su cabello soltando un largo suspiro, se notaba fatigada, Louis asomó el rostro por la ventana, yo seguía inmóvil en mi lugar tratando de hacerme chiquito en el sillón como para pasar desapercibido.
   
    
—Entonces yo voy a ir —soltó hoscamente Mery, entonces por fin se dio cuenta de que yo también me encontraba ahí— Oh querido, lo siento tanto, ¿quieres ir conmigo? También le preguntaré a Susan si quiere ir... tú quédate solo. —Dirigió una mirada de enojo a Louis.
    

—Yo... no, preferiría quedarme aquí.
    

—Entiendo —contestó inexpresiva—, entonces iré a ver si Susan quiere acompañarme. Ya les inventaré algo allá —Se fue dando grandes zancadas hacia el cuarto de su hija, Louis ni se inmutó en decirle algo, solo seguía mirando por la ventana. Enseguida volvió a bajar Mery con un saco negro en mano.
    

—Ya que nadie me quiere acompañar, iré yo. Me llevo el carro.
    

—¿A qué hora regresas? —preguntó Louis que seguía mirando por la ventana.
    

—Mañana... nos vemos Harry, perdona pero realmente quiero ver a mi familia —me dijo Mery mirándome suplicante.
    

—No importa —contesté tratando de sonar comprensivo. Salió de la casa haciendo lo mismo que Mark, dando un gran portazo.

 
Louis sacó de sus bolsillos un cigarro y un encendedor. Comenzó a darle largas caladas a su cigarro.
  
    
—Perdona que hayas tenido que ver esta escena.
    

—Voy a ver a Susan —contesté en tono desilusionado.

 
Me sentía mal y no era mi culpa, por una tontería habían empezado a pelear y ahora habían arruinado la noche en que se suponía, era para estar con la familia, unida y dejando atrás los rencores. Pero más que triste me había molestado con Mery y Louis, ¿Por qué si ya no se amaban, seguían juntos? No lo entendía. Ni quería hacerlo.
 

Toqué la puerta del cuarto de Susan pero no contestaba.
 
    
—¿Suu? ¿Puedo pasar?
    

—Sí—contestó con voz triste.
 
Entré, estaba tumbada en la cama boca abajo viendo la televisión. Tenía los ojos rojos. Me senté en una esquina de la cama.
 
    
—¿Estás bien? —Claro que no estaba bien pero no sabía qué decirle.
    

—¡Se supone que íbamos a cenar todos juntos! —dijo cabizbaja.
    

—Ya lo sé, pero....
    

—¡Me choca que se peleen y más hoy! —le brotaron de nuevo las lágrimas. ¿Cómo pudieron hacerle eso? Me sentí molesto e impotente.
    

—A veces los papás se pelean Suus, a veces de muchas tonterías, como hoy— Susan volteó a verme interesada tratando de parara el llanto—. Pero siempre terminan haciendo las pases, ¿no? Tú no les hagas caso, son cosas de adultos. Mira, es mejor así tu mamá llegará con mejor ánimo —dije tratando de sonar convincente. Susan se incorporó para aproximarse a mí y recargar su cabeza en mi hombro.
 
    
—Yo por eso seré siempre niña... los adultos son feos —solté una risotada.
    

—Sí, a veces—seguí riendo—. Ya no estés triste. No dejes que te afecten sus peleas, están locos. —Le guiñé un ojo y por fin sonrió un poco.
 
Entonces ella me abrazó muy fuerte y me dijo que le alegraba que estuviera ahí, me sentí muy feliz por eso. Al menos ese día había hecho algo productivo, alegrar un poco a mi prima.
   
    
—¿Quieres ir a ver mi regalo que tengo para ti?

    
—Sí, sí —contestó un poco más animada.

 
Volvimos a bajar a la sala. Por los ruidos que se escuchaban, Louis estaba en la cocina. Susan se acercó al árbol y trató de adivinar cuál era mi regalo. Se supone que abriríamos los regalos hasta después de cenar, pero bueno, ya habían movido todos los planes, así que qué más daba ya.
    
     
—¿Es este? —señaló con su manita. Asentí, por fin le había atinado, después no sé cuántos intentos. Con cuidado quitó la envoltura de color azul metálico y el moño plateado.
     

—¡Gracias primo, está muy bonita! —dijo al ver que era una barbie "Basics"
     

—De nada, creo que fue la más pasable que vi. Ahora todas parecen hombres vestidos de mujer o algo extraño, y ésta como es de colección tiene la cara más bonita, sólo que tiene cuerpo de anoréxica.
     

—Sí, pero no importa, yo sé que eso es malo.
     

—Qué bueno —dije sonriente.
     

—¡Mira papá! —le mostró la barbie en cuanto entró en la sala.
     

—Oh, mira  parece anoréxica —dijo mientras observaba a la muñeca.
     

—Es lo mismo que dije yo —solté una risita.

 
Se sentó en el sillón grande mientras observaba a su hija buscando sus regalos para darnoslos. A ambos nos dio una bufanda con chocolates, a Él una negra y a mí una azul marino. Además también le dio a su papá una corbata a rayas.
   
    
—Gracias hija.
    

—Gracias.
    

—Por cierto Susan perdón por arruinar el día —dijo Louis con expresión de arrepentimiento.
    

—Ah... me dijo Hazz que no me preocupara por sus pleitos tontos. —Sonrió sacando la lengua y él volteó a verme. Creo que era una expresión de agradecimiento.

 
Ahora yo le di su regalo a Louis. Me sentí un poco nervioso al dárselo, mis manos temblaron un poco, tenía una angustia de no saber si iba a gustarle o no mi regalo. Me sentía como adolescente.
Abrió su regalo y vio que era un libro.
    
     
—¿Es el libro del que me habías halado la otra vez, no? —Asentí—. Gracias, lo leeré pronto, a ver qué que tal.
 
Después Louis le dio su regalo a Suus, la cual se puso muy contenta. Ahora era mi turno, me dio una caja mediana envuelta de rojo.
   
    
—Es mío y de Mery, pensamos que necesitabas una, por eso de la escuela.- Abrí el regalo y era una computadora.
   
     
—¡Gracias! Pero lo que yo quería pudo haberte salido gratis —dije completamente enajenado abriendo la caja del aparato, así que no vi la expresión que puso Louis.
    

—¿Qué habías pedido Hazz? —Entonces toda la estancia se quedó en silencio. De repente me quedé sin habla y Louis me observaba amenazador, atento a cualquier cosa  " Rara" que pudiera salir de mi boca.
    

—Ah... bueno, yo quería...—Empecé a sentir que mis mejillas hervían. Mi mente estaba sólo pensando en el beso que le había dado aquella vez a Louis. Susan me miraba extrañada.
    

—¡Dime primo!
    

—Quería que... no hiciera tanto ruido en las noches en su estudio—dije al fin. Vaya regalo más estúpido. Ella empezó a reír y Louis sólo se llevó una mano a la cabeza—. Sí, Suu suena tonto pero luego hace mucho ruido. —Ella seguía riéndose, bueno al menos la había hecho reír. Dirigí mi mirada a Louis que me miraba en forma de reproche, pero también quería reírse por mi respuesta tan tonta. Yo le sonreí y él enseguida desvió la mirada. Carajo, ¡me gustaba tanto!

 
Decidimos cenar antes, pues no aguantaríamos hasta las doce de la noche.  Tal vez sea malo, pero la vibra que se sentía en aquella mesa sólo con Suu y Louis era bastante agradable, que la que se sentía cuando estaba su esposa. Se sentía una especie de tensión muy abrumante. Mientras cenábamos, Louis nos contaba cómo eran las cenas de navidad cuando era niño, y vivía aun con mi mamá.
   
    
—Tu mamá odiaba el pavo, así que a escondidas me pasaba su ración, y yo terminaba muy lleno —dijo. Susan y yo reímos con sus anécdotas de la comida y de una tía que según él, siempre terminaba borracha en las cenas e iba con cada uno de los invitados a "aconsejarles"

 
Una vez terminada la cena, salimos al patio para que Susan prendiera algunas luces de bengala gigantes. Estaba un poco oscuro afuera, y de vez en cuando pasaban carros. La casa de enfrente parecía tener muchos invitados pues había tres carros estacionados y muchas luces se veían encendidas.

 
Por momentos sentía la mirada de Louis sobre mí, pero cuando yo volteaba a verle él la tenía en otro lugar, así que ya no supe si sólo estaba imaginando las cosas. Tras encender unas cuatro luces de bengala, regresamos dentro para ver una película, y una vez terminada ésta, todos nos fuimos a nuestros respectivos cuartos.

 
Yo estaba muy entretenido con mi nuevo regalo que no me di cuenta de que se pasó el tiempo aprisa y cuando me fijé a ver la hora ya eran casi las dos de la mañana. Decidí bajar a la sala no sin antes asomarme al cuarto de Susan la cual estaba durmiendo profundamente. Pensé en asomarme también en el cuarto de Louis pero no estaba ahí. Bajé impaciente las escaleras y ahí estaba sentado en el suelo de la sala, recargado en el sillón grande.

 
Junto a su mano derecha tenía un cenicero y con la mano izquierda sostenía un cigarro, su pierna derecha estaba extendida en el suelo mientras que la otra la mantenía flexionada. La luz que entraba por la ventana hacía que se viera algo afligido. Estaba completamente perdido en sus pensamientos, aun así me decidí a irrumpir en la sala. No se dio cuenta de mi presencia hasta que me senté a su lado izquierdo y se sobresaltó un poco.
  
    
—Ah, eres tú.
    

—¿No puedes dormir? —pregunté mirando hacia el frente.
    

—No, se supone que hoy deberíamos de habernos dormido muy tarde y ve...
    

—Sí, lo sé —reí para mis adentros.

 
Estaba completamente oscuro ahí, solo de repente entraba una pequeña luz del exterior, me acordé de aquel día en que Louis se quedó conmigo, y trató de consolarme diciéndome que no era mi culpa que Louis se hubiera ido. También recordé ese beso que la había dado, aun recordaba el rose de sus labios con los míos, aceptándolos sin poner resistencia alguna. Tenía tantas ganas de volver a hacerlo. Louis le dio una calada a su cigarro y fue soltando lentamente el humo de su boca, tosí un poco.
  
    
—Lo siento.
    

—Apaga esa cosa productora de cancer, ya. — Louis soltó una risita y lo apagó. Por lo que vi en el cenicero era el tercero que fumaba.
    

—¿Y mi regalo? —pregunté con voz nerviosa.
    

—Ya te lo di, ¿no? —dijo haciéndose el desentendido.
    

—Tú sabes a qué me refiero. —volteé a verle, pero él siguió viendo al frente.
    

—Ah, sí, prometo ya no hacer ruido en el estudio —dijo en tono triunfal.
    

—¡No, tú sabes a qué me refiero! —me giré hacia él como queriéndome ponerme de pie y le contesté desesperado—. ¡Quiero un beso tuyo! —Por fin había volteado a verme y, gracias a la poca luz que entraba por la ventana pude ver la cara que puso, como si le hubieran dado una mala noticia.

 
Le miraba con insistencia pero no dijo nada. Ahora me veía como si tratara de decirme que dejara de decir estupideces, iba a buscar dentro de sus bolsillos otro cigarro, pero yo le detuve y rodeándole con uno de mis brazos su cuello, lo atraje hacia mí de forma que quedó su cabeza en mi hombro derecho.
  
     
—La verdad, es que me gustas—le dije. Total, ya no perdía nada, ya le había pedido un beso, ¿qué más daba si le decía que me gustaba? Eso sí, me latía el corazón como loco y mis palabras sonaron débiles y temblorosas.

 
Pensé que Louis saldría huyendo pero se quedó quieto, sin decir nada, sólo se escuchaba su respiración tranquila.
Aferré mi brazo con más fuerza a su cuello.
 
    
—Es en serio, ¿eh? — Le advertí
    

—Pues no puede ser en serio, soy tu tío.
    

—¿Y qué? —Louis seguía sin moverse mientras que mi pulso cada ve se aceleraba más—. Por eso sólo pido un beso —murmuré avergonzado y Louis por fin se movió un poco safándose un poco de mi agarre. Inhaló y exhaló con lentitud.
    

—Eres muy extraño—murmuró—, haz lo que quieras. Pero no vuelvas molestarme con estas tonterías. —Lo dijo con tanta tranquilidad que me puse aun más nervioso y apenado.
En el día iba a estar completamente arrepentido de todo esto, pero no era algo que pudiera controlar tan fácil, cada vez me gustaba más, lo quería más, me agradaba mucho su forma de ser y sobre todo la forma en cómo me trataba. Era un hombre que aparentaba ser fuerte, pero debajo de ese cascarón era alguien sensible, que necesitaba del cariño de otros para poder seguir, sólo que él aun no estaba consciente de eso y eso me tenía cautivado. Muy cautivado.


 
En todo ese lapso de tiempo Louis permaneció con la misma posición, con su cabeza recargada en mi hombro, mientras que mi brazo seguía alrededor de su cuello. En vista de que no se alejaba y no ponía resistencia, con mi otra mano le tomé del mentón y giré un poco su cabeza. Me incliné un poco y volví a besarle. Y como la vez anterior, volvió a aceptar mi beso. Un beso lento y que duró demasiado, al menos así lo percibí yo. No sé en qué momento yo coloqué mis manos sobre su rostro, el cual se sentía tibio mientras seguían uniéndose y separándose nuestros labios. Louis seguía teniendo sus manos en el suelo, pero cuando bajé una de mis manos a su pecho, supe que su corazón latía de forma acelerada.

 
Por fin nos separamos, y cuando lo hicimos nuestros ojos se encontraron furtivamente en aquella sala oscura.

 
—¿Estás duro? —pregunté pues bajé mi mano y sentí un pequeño bulto entre sus piernas.
    

—Vete al diablo —contestó con voz extraña.
    

—No te preocupes, es algo normal, ¿no?
    

—¡No, claro que no! —alzó la voz a regañadientes apartando mi mano y bajando la cabeza.
    

—Cállate y déjame ayudarte con eso... somos adultos, así que no me salgas con berrinches.
    

—Maldito mocoso...  ¡haz lo que quieras! —Creo que cerró los ojos e inclinó su cabeza hacia atrás.

 
Mis manos fueron a dar en aquel lugar de entre sus piernas y lentamente empecé a deslizarlas en aquel miembro duro y cálido.
De repente una mano de Louis se unió a las mías, tratando de guiar el movimiento, haciéndolo más rápido.
 
   
—No, mejor ayúdame a mí —dije llevándome una de sus manos a mi miembro.
   

—¡¿Qu... qué?! No, eso hazlo tú. —Ignoré aquellas palabras.

 
Me senté a horcajadas sobre sus piernas extendidas en el suelo y liberando mi miembro con destreza, llevé una de sus manos deslizándola lentamente, hasta que lo hizo sin mi ayuda.
Su rostro por momentos lograba verlo, y tenía los ojos cerrados, ansioso porque esto pronto acabara. Sus manos  se sentían cálidas en mí lo que me hacía soltar gemidos roncos. Sus dedos se deslizaban de forma lenta pero desesperada, mientras que mis dedos eran más ágiles y rápidos. Aun así yo llegué primero, gimiedo alto y unos segundos después, él. Mi mano se manchó de su líquido, y él con el mío, pero pronto sacó lo que creo era un pañuelo desechable y se limpió la mano pronto. Le arrebaté el pañuelo para hacer lo mismo.


En la sala sólo se escuchaban nuestras respiraciones agitadas. Louis me hizo a un lado lentamente, para ponerse de pie y acomodarse el pantalón, tomó el cenicero y se fue sin decirme nada o reprocharme algo. Una terrible sensación de adrenalina y culpa me invadió pero permanecí unos minutos más ahí, estrujando entre mis manos aquel pañuelo que era la prueba del delito.



Ok en toda esta tarde no tuve que hacer nada por lo que decidí subir este capítulo que ya estaba terminado y Rebe espero termines tu indignación y huelga con migo después de esto jejejjeje  bueno espero les guste, besos.