fear and loathing {spencer reid}

—    ¿Las Vegas, Arizona, Palm Spring?— preguntó Morgan tomando un sorbo de su café.

—    Miami— espetó Brooklyn.

—    Exacto, bueno el caso es que se han encontrado un par de cuerpos bastante elaborados con respecto a otros asesinatos.

Una sensación de nauseas apareció en mi boca; —Conchas en los ojos, eso no es muy habitual. Tres víctimas y la última junto a un gato decapitado.

—    Aparecieron en un radio de un kilometro. Primero Eduardo Guzmán, un indigente,  luego Yanida Espinal que era prostituta y hace tres días Victor Cabrera un portero de la escuela local.

—    Teniendo en cuenta de que Eduardo era un vagabundo, cada víctima fue asesinada en su casa. Además no tiene pudor, asesinó en la calle al primer hombre.

—    Las conchas de cauri en los sacrificios son habituales en religiones afro-caribeñas.

—    Pero la cruz boca abajo es satanismo— dijo JJ.

—    Las dos primeras víctimas no tenían dedos, pero la ultima no tenía manos— Rossi acercó la imagen de su aparato. Demasiado espeluznante como para mirarlo.

—    ¿Se trata de un ritual religioso?— preguntó Brooklyn mirando a Spencer.

—    Podría serlo o podría ser la firma del sujeto.

—    Tenemos poco tiempo antes de que la policía de Miami encuentre otro cuerpo, los espero en 15.

Me levanté para ir por mi bolso. Me tambaleé un poco pero logre equilibrarme, al salir me apoyé en la pared y respiré fuertemente. Me recuperé al cabo de unos segundos.

Busqué unas pastillas para el vértigo las que tragué con un vaso de agua. Las alturas me afectaban un poco y no arruinaría todo por un simple dolor de estomago, me harían efecto en poco rato por lo que decidí quedarme callada.
Cerré los ojos un momento para descansar, me sentía fatigada. Creo que la sangre no me corría bien por las venas. Reí por mi comentario, pero quedé como una loca que habla sola, nuevamente no me importó. Pensé y pensé hasta que de un momento a otro me sentí observada ¿abro o no los ojos?, si lo hacía podía encontrarme con algo lindo o quizá algo malo.

Un parpado primero y otro después, la mirada se cruzó con la de Reid y los demás… pero más la de Spencer. Le sonreí para no ser tan descortés, en realidad solo mostré mis dientes y abrí los labios. No disfrutaba hace bastante tiempo una carcajada con alguien que de verdad me importara.

—    Brooks, vamos— Alex me tomó del brazo y junto a ella caminé hacia el avión. Me senté junto a Morgan que me entregó la carpeta y al momento comenzó el análisis del caso. Ahora sí que extraño estar sentada en mi oficina como antes.

—    La primera víctima era un blanco fácil, aun así le disparo por la espalda. Con la segunda fue un poco más personal, no utilizó arma. Con la tercera se sentía más cómodo y atacó con un machete.

—    Pero es inseguro y se abalanzó al igual por detrás, no desea ver el sufrimiento de sus víctimas— comenté— según los análisis, las mutilaciones fueron post mortem,  entonces podría ser un ritual.

—    Reid, ¿algo que opinar?, haz estado muy callado— JJ lo observaba igual que yo; desconfiada. Según mi tía Alex me había comentado, el era bastante parlanchín y era el que aportaba más información.

—    Las religiones sincréticas comenzaron cuando sus esclavos mezclaron lo tradicional con el catolicismo para camuflarlas. Los elementos que hay en este altar son propios de la santería es una religión de origen yoruba. Las conchas son un tributo a Hécate, la deidad de las encrucijadas.

—    ¿El SUDES estará sacrificando victimas para ella?— preguntó Hotch.

—    Estás religiones no exigen sacrificios humanos. Solo de animales.

—    Tenemos que averiguar si es parte de un ritual o para esconder una conducta de psicopatología.

Me levanté para tomar un vaso de agua cuando sentí que el mundo se me venía encima, mierda me elevé demasiado fuerte y la sangre se subió a mi cabeza. Mis mejillas ardían así que entré al baño a mirarme al espejo.

Tenía el rostro fogoso y unos granos me habían aparecido. Amarré mi cabello a una coleta tratando de que el calor se calmara pero no ocurrió nada, exceptuando el hecho de que las cicatrices del brazo me ardían. Una lágrima cayó por mi ojo izquierdo, la sequé rápidamente y salí del cuarto.

—    ¿Estás bien?— preguntó Reid cuando me vio salir a lo que todos reaccionaron y observaron mi rostro.

—    Claro, solo me ha dado alergia al… al chocolate— respondí rápidamente.

Todos se convencieron, excepto Jennifer que me miró por el resto del viaje.

No le incumbía nada sobre mí, ni siquiera me interesaba ser más que su colega.

—    Utiliza algún tipo de lazo religioso para conectar con sus víctimas, quizá la santería o el palo mayombe. Puede ser que sea una persona a la que todos acuden o piden apoyo.

—    Utiliza la vulnerabilidad de las victimas para matarlas. Además la compulsión es el motivo de asesinato.

—    Esa compulsión ha cambiado poco a poco su modo de matar y su concurrencia. Se ha vuelto más eficaz y violento.

El celular de Morgan sonó, al parecer García le había dado información bastante relevante. Me observó moviendo la cabeza, yo le seguí un tanto insegura.

—    García me ha llamado diciendo que el comedor donde habíamos estado, era un lugar de recurrencia para las víctimas.

—    Espera— lo detuve— detente un poco, me duele la cabeza.

Respiro, respiro, respiro y la estabilidad vuelve a mí. Ahora estoy mejor… creo.

Entramos al lugar, cuando nos damos cuenta de que precisamente no es un comedor, un ritual se lleva a cabo. Un hombre moreno se encuentra recitando el mantra que Reid había comentado, con la diferencia de que todos lo repetían en coro y salpicaban a una mujer con sangre de gallina.

—    Definitivamente yo no vendría a comer acá— hablé demasiado fuerte, lo suficiente para que todos me observaran.

—    Somos del FBI, no queremos causar alboroto, pero por favor tire el cuchillo.

El hombre se acercó a nosotros con notable enojo, esta vez no temí y me quedé en la misma posición; —esta es la casa de dios, no pueden estar aquí.

—    Solo queremos hacerle un par de preguntas, no queremos causar un espectáculo— le dije.

—    Iré con usted— me miró— usted necesita de mi ayuda…

Me quedé en silencio y asustada, salí antes que Derek y fijé mi vista en la reja de una casa ‘tic, tac, tic, tac’ sonaba el seguro. Un nuevo dolor de cabeza invadió mi cuerpo e hizo que me diera un espasmo. Continué hacia la camioneta con el paso apurado.

Morgan condujo hasta la central de policías, al bajar sentí como se me tapaban los oídos; — ¿Estás bien?

—    Es por la alergia, me descompongo un poco pero no es nada importante— Derek desvío la mirada. Mientras, el hombre que traíamos me puso una mano en la cabeza.

—    Tienes demasiados demonios dentro, Brooklyn— sus dedos rozaron mi nuca y el alivio fue instantáneo. Cosa del destino o santería, de los dos modos me asustaba igualmente.

Me encontré con el equipo completo, excepto por Penélope que hablaba por altavoz.

—    Nuestro chico malo se crío en un orfanato, estuvo quince años en la correccional de Apalachi por intentar asesinar a un policía y fue parte de una banda llamada Los Machetes.

—    Que sutil— comentó JJ.

—    Mierda— el comisario Ramírez maldijo al cielo— les gustaba cortar manos y dedos, en algunas ocasiones cabezas.

—    ¿Puede conseguirnos algunas fotografías?— el hombre salió del cuarto— sigue García.

—    Al parecer Julio cumplió su condena sin incidentes, salió en 2003 y acató las normas de la libertad condicional. No hay nada que reprocharle desde que salió.

—    Gracias García— JJ cortó la llamada— no ha dejado de mirar al vidrio, deberíamos interrogarlo.

—    Voy yo— dije sacando mi valiente interior— en el centro comunitario dijo que vendría conmigo.

—    ¿Segura Brooklyn?— asentí con respecto a la pregunta de Blake, Hotch accedió— ¿Quieres que Morgan te acompañe?

—    No hace falta— tomé la carpeta con los archivos— gracias— entre confiada en mi misma, pero una parte de mi decía que salir de allí era lo correcto. Callé los pensamientos cuando me di cuenta de que estaba en juego la confianza de Hotch. Cerré la puerta tras mi espalda— Soy la Agente Brooklyn Adams— dije mientras colocaba las fotografías en la mesa— ¿Conocía a algunas de esas tres personas?

—    Son mis ahijados. Fueron para que los curara.

—     ¿Y los curaste?

—    ¿Crees que yo los maté?— tragué saliva— los santos no quieren sacrificios humanos.

—    Pueden que no sean sacrificios, si no que estén intentando hacer un nganga.

—    ¿Qué sabes del Palo Monte?— de vuelta al nerviosismo— ahora dígame, ¿las cicatrices no son suficientes para usted?

Iba a responder, pero Morgan se me adelantó entrando con una fotografía de una extremidad; — ¿Te recuerda a tu juventud? Estuviste metido en cosas horribles, ahora dime tu ¿ayudabas? ¿O solo mirabas?

Su mano comenzó a golpearse lentamente contra la mesa, nuevamente el mantra, ahora cada vez más fuerte. Sus ojos seguían fijos en mi, los tenía rojos.

—    Vamos Brook— Morgan salió junto a mí, traté de parecer lo menos asustada pero creo que no lo logré. Todos mantuvieron la vista fija en mí excepto Spencer que seguía hablando.

—    Acabamos de presenciar a un hombre en estado de trance, una especie de histeria religiosa. Cree sinceramente que le ha poseído una deidad.

—    ¿No estaba fingiendo?— Reid negó y JJ volvió a cruzar sus brazos.

—    Recuerdo las palabras, puedo pedir que me las traduzca.

—    Espera, Brooklyn debe ir contigo.

Caminé junto a él y me dejó el camino libre. Me senté frente a Julio nuevamente.

—    ¿Qué te ha dicho mi santo?

—    Egun burukunniki oriballeni, icheparaldo te, te, te, te— Reid respondió por mí.

—    Tienes un mal, algo que te afecta los brazos, solo míralos. Debes hacerte una limpieza.

—    Por qué… ¿Por qué ha dicho tu santo que me dañan los brazos?— subió las mangas de mis camisetas dejando a la vista unas pequeñas cicatrices.

—    Solo tú puedes responder a eso.

Las cubrí nuevamente cuando Morgan entró hablando sobre el chico, el ayudante de Julio. Elián había escapado y habían encontrado un nganga acompañado por heroína en su cuarto

—    ¿Crees que Elián puede ser el palero?— pregunté.

—    No, claro, que no. El es un buen chico, déjenme ir por favor. Tengo que encontrarlo cuanto antes. Solo yo puedo buscarlo y conseguir hallarlo.

—    Espera, antes dinos algo sobre las fotografías.

Comenzó a analizar una por una hasta que se detuvo en la cabeza de la ultima victima; — ¿se llevó el cerebro?— asentí— eso no es del palo monte, un palero no se llevaría el cerebro y dejaría la cabeza.

—    También dejó la lengua.

—    Eso no tiene que ver con ninguna religión si no está pinchada con agujas. Ahora déjenme ir por Elián.

Morgan asintió y yo le hice igual; —muchas gracias por tu ayuda.

—    Los brazos seguirán así, detente o los fantasmas estarán a tu lado. No puedes seguir con esta vida sin que esté llena de dolor, no todos están afuera para hacerte daño. Te devora el alma— me dijo antes de que saliera junto a Spencer, de nuevo estaba asustada.

Julio salió corriendo a buscar a Elián.

Yo por más que quisiera no podía hacerlo.

—    Bien, tenemos demasiadas pruebas que inculpan al muchacho.

—    Las huellas que hay son de una zapatilla— Dijo JJ mientras se agarraba el cabello en una coleta— y esa zapatilla estaba en su cuarto.

—    Quizá intentan incriminarlo, pero quién. Alguien muy listo como para dejar pruebas convincentes, alguien que conocemos y que nos ha estado siguiendo de cerca.

—    Está llamando la atención, eso es lo que quiere. La atención de nosotros y de los medios.

—    La atención de los medios, ¡claro!, quiere que se centren en la religión y el profesor Walker iba a publicar un libro sobre el Palo Monte. Quiere que creamos que Elián es el culpable.

—    Prentiss y Rossi, a la oficina, yo y los demás iremos al comedor.

{***}

—    Arriba no hay nada, Brooklyn está revisando el cuarto de Julio— alcancé a escuchar antes de que otra puntada invadiera mi cabeza. Logré sentarme en la cama. Froté mis ojos mil y un veces antes de poder ‘estabilizarme’ un poco.

‘Tic, tac, tic, tac’ sonó en mi cabeza nuevamente, ¡claro!, la casa del profesor Walker. Esa es la clave.

Miré por la ventana hacia abajo, y solo salté. Caí como un gato, sin ningún rasguño y abrí el portón. Entré a la casa con el piso de madera chirriante curiosa de explorar. Lo único que me reflejaba era la luz de la luna y el brillo que se colaba entre unos huecos de algo así como una ‘pared’ del mismo material del suelo. Estaban Elian y Julio.

Me di vuelta para avisar a los demás, pero lo único que observé fue una pistola en mi cabeza.

—    Date vuelta— me dijo— Ahora sígueme.

Tomó mis brazos atándolos con sus manos, el más mínimo movimiento y me fracturaba en un par de segundos; —No creo que un hombre tan inteligente como usted quiera hacer esto. Yo no creo que haya sido capaz de matar a tanta gente por vender un libro.

—    A los policías les bastará con decir que Elián está obsesionado con el palo monte. Además está con una sobredosis de heroína, nadie podrá negarme la versión.

—    ¿Cómo explicará lo mío?

—    Les diré lo que vi cuando estaba atado y Elián tomó bruscamente la pistola y le disparó, señorita.

—    No creo que esto sea por el libro, creo que…— mierda otro dolor de cabeza, apreté mis ojos contra las manos— dios, esto duele demasiado.

—    ¡¿Qué le pasa?!

—    Demasiada luz para mí, me duele.

Giró la cabeza un momento y lo primero que vi fue un fierro, con eso logré noquearlo lo suficiente para desatarlos.

—    ¡Llamen una ambulancia!— grité mientras entraban— tiene una sobredosis de heroína.

—    Sentiste mi llamado— me dijo Julio— ahora debes usar esto, te protegerá— me entregó una pulsera con flores secas— estás demasiado sola, necesitas a alguien a tu lado— me dijo esto antes de caminar hacia Elián que ya se encontraba en la camilla.

—    ¿Estás bien?— preguntó Reid a mis espaldas— tienes un corte muy grande en la cabeza— sus dedos tocaron mi frente, ahora comenzaba a sentir el ardor.

—    Sí, estoy bien, solo fue un golpecito de la caída.

—    Saltaste tres metros, ¿Segura que no te has roto nada?— miré por la ventana y parpadeé un par de veces. Había saltado algo que no todos se hubieran atrevido.

—    No lo había visto de esa altura— me toqué la cabeza— auch.

—    Deberías ir para que te curen la herida.

—    ¿Me acompañas?— el asintió. Quizá tener un ‘amigo’ no era tan difícil, quizá no todos querían hacerme daño…