Somewhere after the death |n.c

Yo no era de esas personas que consideran que una mujer debe depender de un hombre y viceversa, pero había dejado que el amor me tapara un poco los ojos y ahora estaba completamente ciega de amor. Cuatro meses después y habiendo usado más condones de los que puedo contar con la mano, nuestra relación había terminado. Quise tomármelo bien, quiero decir; sólo es un chico. Todo sigue en su sitio y nada ha cambiado. Salvo los innumerables rollos de una noche de Angeline, esa chica es una zorra, con mayúsculas, subrayado, en negrita, en cursiva y puesto en una valla publicitaria. Zorra.
Increíblemente, nuestra historia pasó de ser una simple historia de dos enamorados que se quieren y demuestran su amor en los pasillos del instituto a una historia que ni siquiera yo, que estaba en esa relación, conocía.
Empezaron rumores de que él no me satisfacía en la cama, de que yo estaba con otro, de que él en realidad era gay… Hasta dijeron que yo mantenía una relación a escondidas con mi profesor de arte dramático. Profesor con el que, por cierto, todas babean. Pero al parecer sólo yo había conseguido meterle en mi cama. Estúpido.
Lo divertido de esta historia es que dos semanas después de una relación y más de veinte rumores circulando, yo aún le seguía queriendo. La verdadera historia (no la que se contaba por ahí) fue mucho más romántica. Nos conocimos en un foro, lo que no suena muy romántico, pero justo cuando quisimos quedar y vernos en persona, nos dimos cuenta de que íbamos al mismo instituto. Las cosas florecieron en Octubre y en Diciembre éramos oficialmente una pareja que había perdido la virginidad. Pero él era muy posesivo. Me acusaron de haberle engañado, de nunca haberle querido y de ser la zorra más guarra de todo el instituto. Me acabé creyendo eso último.
Dos semanas después, mis dos mejores amigas (las cuales también dudaron si realmente era todo lo guarra que los rumores decían, y una de ellas se creyó que yo estaba con mi profesor de arte dramático) me prometido una noche perfecta.
—Una fiesta en casa de Richie, mucho vodka, mucho topless, ¿qué me dices?
—No — contesté bastante segura de que mi respuesta daría por finalizada la conversación.
—Vale, míralo planteado así: estará él.
—¿Quién es él?
Ambas nos habíamos prometido no mencionar su nombre hasta después de seis meses, creíamos que ese sería el tiempo suficiente para haberle olvidado o haber encontrado a otro. Yo sabía a quién se refería, pero quería dejarlo claro.
—No te hagas la idiota — me dijo dándome en el hombro —. Te explico: él te verá con Tom, ambos cogidos de la mano, y dirá "oh dios mío, ya me ha olvidado, voy a llorar a un rincón en cuanto vaya a mi casa, pero aquí no porque quiero parecer un hombre, cosa que en realidad no soy porque la tengo pequeña" — dijo imitando su voz. Yo me reí, no sabía si por el hecho de que odiaba a mi ex novio o porque realmente me hacía gracia.
—Tom es tu hermano — contesté después de recuperar el aliento.
—¿Y qué?
—Que él sabe que es tu hermano y que lo has preparado todo tú.
—Mierda — se quejó.

La conversación terminó ahí, yo tuve que ir a esa dichosa fiesta con su traje rojo que me hacía más escote del que tenía y ella tuvo que ahorrarse el plan de llevar a su hermano.
Conducí yo hasta la fiesta, pero unas manzanas antes de llegar hasta allí me di cuenta de que el coche no aguantaría un viaje de vuelta. Aparqué el coche en una gasolinera y salí.
—¡No tardes! ¡Un montón de chicos y litros de vodka nos esperan! — gritó mi amiga desde el coche. La otra se sólo me miró y sonrió. No me hacía feliz la idea del vodka, siempre había sido una chica ejemplar, una chica que no se mete en líos. El vodka te quema la garganta, o al menos a mí, una vez que te lo tragas, y sientes cómo se va deslizando hasta acabar en tu estómago. A mí eso me hace sentir culpable. Ni siquiera lo encontraba divertido. Pensé que no tenía por qué ir y beber, podía excusarme con un "yo conduzco" y nadie me serviría nada.
Entré en la gasolinera y pregunté a cuánto estaba la gasolina, la chica me contestó y me indicó el precio en un cartel que estaba colgado justo encima de la caja registradora. Sonreí y cogí un paquete de chicles, si no iba a beber al menos quería tener algo en la boca y no parecer una amarga-fiestas. Pagué el paquete y me giré justo en el momento en el que entraba una familia irrumpiendo en la tranquilidad que otorgaba una gasolinera a las nueve de la noche.
—¡Te digo que en Frasier sólo hay un personaje principal: Frasier! — chilló el hombre.
—¿Y Niles? — replicó la esposa, cogiendo de la mano a su hijo.
—Niles no es un personaje principal.
—Es el hermano de Frasier.
—Eso no le convierte en personaje principal.
—¡Dios! Este matrimonio me produce ganas de suicidarme.
Salí de la gasolinera hacia mi coche volviendo a mis pensamientos deprimentes sobre lo que pasaría esa noche. Miré hacia mi coche, donde mis dos mejores amigas ya habían empezado la fiesta poniendo mi CD favorito y habían sacado una botella destinada a la fiesta. Mis pensamientos me envolvían tanto que ni siquiera me importó.
Justo cuando pisé el asfalto para ir a llenar de gasolina el coche, oí un disparo. Luego otro, otro y otro. Sentí el último como si me hubiera atravesado la piel y me llevé la mano al hombro. Me había atravesado la piel, literalmente. Mucha gente visualiza recibir un disparo como una bala metiéndose dentro de tu cuerpo y rompiéndote los huesos por dentro. Es algo así como un millón de dolores menstruales y un parto todo en uno, pero en mi brazo. Miré la sangre que salía de mi brazo e intenté tapar la hemorragia, ni siquiera sé si pensaba salvarme, lo hice por instinto. Pude ver a mi agresor correr hacia otro hombre, no se habían fijado en la chica a la que habían matado por error. Su víctima me miró y salió corriendo, pronunciando en voz casi inaudible un "gracias". El agresor no pudo identificarlo y se marchó. Acababa de dar la vida por una persona que ni conocía, llamadme egocéntrica, pero si pudiera volver unos segundos más atrás nunca hubiera pisado ese asfalto.
Había visto Spring Breakers, sabía que Cotty sobrevive después de que una bala le atravesara el brazo. Pero eso era una película, una película que nunca le enseñaría a mi madre, pero una película. Me tiré al suelo e intenté gritar y pedir ayuda. Mis amigas se giraron y me vieron, una de ellas abrió la ventanilla del coche, paralizada. Cerré los ojos pensando en lo que tardarían en llamar a alguien, en lo que tardarían en salvarme. Pero el dolor se hizo insoportable y ninguno de mis deseos sobre salir de allí se estaba cumpliendo.
Noté cómo mi cuerpo entero luchaba por sobrevivir, lo vi todo pasar a cámara rápida. Otro de los errores de las películas, esas cosas no pasan a cámara lenta, dejando al espectador con las lágrimas cayéndole de las mejillas, pasa todo muy rápido, y a los dos segundos estás muerta. Pensé en mi familia, en lo mucho que me habían aguantado y en que ya nunca me aguantarían más. Pero mi familia pasó muy rápido por mi cabeza y otra persona ocupó mi mente: mi ex novio. Me dolía seguir queriéndole y hubiera querido arreglarlo todo, hace una semana hubiera dicho que ya era demasiado tarde, me hubiera equivocado, ahora sí que era demasiado tarde.
Pensé sobretodo en mí, en qué pasaría a continuación, en cómo había pasado todo tan rápido y, sobretodo, en por qué me había pasado a mí. No me hacía a la idea, porque estaba demasiado ocupada intentando no llorar ni sangrar demasiado, pero me estaba muriendo. Mierda, me estaba muriendo a los diecisiete años. Y todo por estar en el lugar y momento inadecuados.
Susurré un último "adiós" porque realmente no sabía cómo suelen acabar estas cosas, si la gente dice unas últimas palabras o si simplemente lloran y maldicen de forma incomprensible.
Fue la última vez que mi corazón bombeaba, y entonces fue cuando me di cuenta de que era muy posible que la bala hubiera llegado hasta mi corazón. Fue la última vez que mis pulmones funcionaban y la última vez que pude ejercer presión en el brazo. Porque ya era demasiado tarde.
Y lo último que dije fue un simple y estúpido "adiós".
Que nadie oyó.
Antes de morir.

jai: