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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Somewhere after the death |n.c
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Re: Somewhere after the death |n.c
omg lo acabo de leer y me encantó;<333. ¿quién mierda sacó a lauren de ahí?, esa es la cuestión (?). idk, ¡gene sube!
Invitado
Invitado
Re: Somewhere after the death |n.c
Osea hello, todas escriben súper cúl aquí(?). ¡Vicky! No puedo..., yo no puedo ;-; Tu capítulo me ha gustado tanto que simplemente no tengo palabras. Estoy igual que Conny: ¿quién sacó a Lauren? Duda existencial(?). Ajakfas, escribes muy lindo, Vicky. ¿Sigo yo? Bueno, bueno, trataré de subir entre mañana y el martes bc tengo vacaciones(?). Besos<3
rutherford.
Re: Somewhere after the death |n.c
Capítulo 003
Ese día, más que ninguno, parecía no tener fin. Las nubes grisáceas se colaban en el cielo y cada vez el celeste se hacía menos notorio. Mis pestañas revoloteaban al ver como una tempestad se desataba y yo, varada en una calle desconocida, veía que no podía hacer nada. ¿Cómo es que había llegado hasta ese lugar?
Los recuerdos vagaban en mi mente y se condensaban hasta formar un insoportable dolor de cabeza; un dolor de corazón, más que nada. Me aferraba a la idea de que simplemente lo había soñado, pero, ¿por qué, en ese caso, no podía despertar? Entonces me daba de cara contra la realidad y lo aceptaba amargamente.
Había ido a la casa de mi novio, Mathew. Estaba cien por ciento convencida de que él era la única persona en el mundo que me quería; que me demostraba amor; que le importaba. Sin embargo, una vez más, me equivocaba.
Entré a hurtadillas, con la copia de la llave que él me dio, y procuré hacer el menor ruido. Generalmente Matt me decía que no lo llamase a partir de las tres de la tarde, debido a que era su horario de siesta y yo lo respetaba. No obstante, quería sentir su calor y que él me reconfortase de la única manera en la que sabía hacerlo. Había reprobado tres materias en la universidad y sentí, claramente, cómo mi futuro se venía abajo. No sabía a dónde ir y no cabía posibilidad de que corriera a mi mini-departamento a llorar desenfrenadamente. Me sentiría más sola y agobiada que nunca.
Al abrir la puerta de su dormitorio lo encontré semidesnudo con una rubia; una rubia que yo conocía; una rubia que se decía mi mejor amiga.
— ¿Qué es lo qué está sucediendo aquí? —dije; las manos apretadas en duros puños—. Matt, ¿así se supone que pasas tu «hora de siesta»? ¿Por eso no querías que te llamara o molestara en las tardes?
—Crystal, no. Es decir, lo siento —se levantó únicamente en bóxer mientras Jacqueline nos miraba con gracia—. No esperaba ésto y… no es lo que…
— ¿Vas a decirme que «no es lo que parece»? ¿No tienes idea de cuán gastada está esa frase y que hoy en día nadie se la come? —grité.
—Pero yo…—siseó—. Crystal, no sé qué estaba pensando y…
—Vamos, déjalo, Matt. De todas formas algún día tenía que enterarse, ¿no? —habló Jacqueline—. Crystal, lo siento pero fuiste muy estúpida. ¿No sospechaste ni un poquito de Matt alguna vez? ¿Estabas tan segura de que él te amaba con locura? Porque, déjame romper esa burbuja en la que estás viviendo; aquello llamado «amor» nunca existió entre ustedes dos. Y lo sé, de sobremanera.
— ¿No tienes al menos un poquito de vergüenza? —Inquirí hacia Jacqueline—. ¿Te parece correcto acostarte con el ex novio de tu mejor amiga? Porque, aclaro, Matt; entre tú y yo, desde este instante, ya no hay nada.
Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras el escaso maquillaje que usaba se consolidaba en mis pómulos haciendo que me vieran con lástima; una lástima que no necesitaba.
— ¿Por qué no va a haber nada? —dijo—. ¿Planeas, acaso, dejarme? —respondió, tomándonos por sorpresa tanto a Jacqueline como a mí.
— ¿Y siquiera te dignas en preguntar? —crucé los brazos en modo de defensa y, lentamente, pensaba que lo mejor sería salir de allí—. Matt, ¿qué es lo que pasó? ¿Qué sucedió? ¿No fue suficiente todo lo que teníamos? —suspiré pesadamente—. ¿Qué hice mal?
—Son preguntas que ni siquiera yo sé responder, Crys. Duele reconocerlo pero mi amor por ti acabó desde hace mucho tiempo y no tenía idea de cómo exponértelo. Lo siento.
Jacqueline hacía gestos de lloriqueo y éso me enfurecía más. ¿Cómo podía ella atreverse a hacerme tanto daño en un instante y no sentir mayor remordimiento? ¿Y cómo podía yo seguir viendo aquello sin hacer algo para tratar de componer mi poca dignidad sobrante?
—Deberías sentirlo y mucho. ¿Por qué simplemente no me lo dijiste, por más duro que fuera? Hubiera sido mejor, mucho mejor para los dos, ¿no crees? Ninguno hubiera resultado herido —Miré a Matt despectivamente y luego hacia Jacqueline—. Sin embargo, creo que la que resultó herida, de esa forma, he sido yo. Supongo que te encantaría saber, Jacqueline, que, a pesar de todo, seré la única que se encerrará en su cuarto a llorar—. ¡No! ¿Por qué te haces tan diminuta ante ellos? —. Espero estén orgullosos.
Giré, di un gran portazo y comencé a caminar hasta salir de aquella casa que, en algún momento, me trajo tantos buenos recuerdos que hoy, sin embargo, se habían roto en fragmentos y todos ellos se incrustaron en mi corazón. Y nada era más doloroso que tratar de sacarlos.
Porque lo hacía.
Caminando, vagando por las calles, recordaba todas y cada una de las veces que yo había pasado allí. Recordé los muchos «te amo» que él me había dicho mientras entrelazaba sus piernas a las mías, en aquella cama. Lástima que todo había sido una mentira.
Recordé que, incluso, llegamos a pensar que lo nuestro era un «hogar» y que, muy pronto, a pesar de las circunstancias, nosotros íbamos a encontrar la manera de que todo saliera adelante y tener, de ese modo, una familia. Aquello me hacía tan feliz y no había forma de que mi amor redujese; éste, en cambio, se hacía más fuerte que llegaba a asustarme.
¿Cómo no lo haría? Muchas veces pensé que nuestra relación sólo se convertiría en una bomba a punto de estallar y la persona más aferrada a ella sería quién se quemaría; quién recibiría todo ese daño almacenado. Me advertí; todos lo hicieron, no hice caso y yo resulté ser la víctima del detonante.
Llegué a mi casa, con pocas ganas. Tomé en cuenta que no solucionaría nada al estar caminando sin rumbo en calles desconocidas. Y que, por otro lado, alguien podría herirme. Pero, ¿ese daño se compararía al que sentía en ese instante? No. Sin embargo, estaba tan cansada de que la tristeza, la melancolía, el pesimismo y la soledad sean los sentimientos predominantes en mi vida.
Una vez en mi departamento me lancé fuertemente a la cama y sentí cómo algunas tablas se caían. ¿Qué importaría, de cualquier manera? Ya nada tenía sentido y dudaba que alguna vez todo volviese a cobrar el poco color que tenía mi vida.
Mientras lloraba sin control, con la cabeza enterrada en las almohadas, me puse a pensar en lo estúpida que fui—sí, Jacqueline tenía razón—. ¿Cómo no pude ver las señales? Dado que, cada vez que, de una u otra forma, planeaba invitar a Matt, él dormía, y Jacqueline estaba ocupada, ya sea con su madre, sus hermanos u otros amigos. Y no dudé nada de ello. ¿Cómo me podrían mentir? Hasta ese punto no tuve ni una mínima idea de lo podría estar sucediendo y, simplemente, me acomodaba en el sillón de mi departamento, en tanto la soledad, como siempre, tan cruel, se apoderaba de mí.
Tantas veces que, cuando los dos aceptaban, se enviaban miradas coquetas y hubo una ocasión en la que desaparecieron y su excusa fue que «a Jacqueline se le dañó el carro para regresar», y claro, Matt, como buen amigo que era, le ayudó. Además de estúpida, ingenua.
Matt era la única persona que, sin importar lo que sucediera, me hacía sentir bien; me hacía sentir querida, amada, hermosa. La mujer que reencarnaba la perfección. Éso era lo que amaba de él.
Pero, ¿qué le gustaba de mí? Era pesimista, desesperanzada, melancólica y una completa aguafiestas. Deprimida y con una mueca envés de sonrisa. Y no había nada que yo pudiese hacer en contra.
Pensando en lo tan trágica que había sido mi vida, el sentimiento de «déjalo todo y sé libre de una buena vez» me inundó. No obstante, ¿cómo realizaría aquello?
Lentamente me di la vuelta y me asenté en el espaldar de la cama. Con la vista registré toda la habitación y sólo una idea vino a mi mente. La navaja, Crystal.
La saqué del pequeño cajoncito de la mesa de noche negra que se encontraba alado mío. Tanto tiempo y ella había sido mi única compañía durante un largo tiempo. Cuando nadie estaba y me sentía pésimamente no deseaba algo más que sentir el dulce ardor de un corte. De a poco se volvió una rutina que no podía dejar y, sin embargo, no hacía algo al respecto. No porque no podía, sino porque no quería.
Diminutas líneas rojizas brotaban de mis muñecas y a medida que recordaba todo lo que me hacía sentir mal intensificaba los cortes. Haciéndolos más profundos; como los de mi alma. Haciéndolos más extensos; cómo la tristeza que siempre sentía.
Cerré los ojos, perdiéndome en el mar de sentimientos y soñando en una vida mejor, donde yo tuviera todo lo que alguna vez hubiese deseado y más.
Mi móvil sonó, haciéndome saltar y aquel tono, aquella canción, me importaba más que quién estaba llamando. A pesar de que sabía que era Matt.
I could stay awake just to hear you breathin'
Watch you smile while you are sleeping
While you're far away and dreaming
I could spend my life in this sweet surrender
I could stay lost in this moment forever
Cause every moment spent with you is a moment I treasure
Watch you smile while you are sleeping
While you're far away and dreaming
I could spend my life in this sweet surrender
I could stay lost in this moment forever
Cause every moment spent with you is a moment I treasure
Las lágrimas caían ferozmente al escuchar aquella canción. El celular había dejado de sonar pero yo ya tenía la canción en la mente; I don’t wanna miss a thing, Aerosmith. Matt me la había dedicado el día en que cumplimos tres meses. Un mes, supongo yo, de su relación con Jacqueline. Puesto que todas las situaciones sospechosas iniciaron pronto, en cuanto él la conoció.
Don't wanna close my eyes
I don't wanna fall asleep
Cause I'd miss you babe
And I don't wanna miss a thing
Cause even when I dream of you
The sweetest dream will never do
I'd still miss you babe
And I don't wanna miss a thing
I don't wanna fall asleep
Cause I'd miss you babe
And I don't wanna miss a thing
Cause even when I dream of you
The sweetest dream will never do
I'd still miss you babe
And I don't wanna miss a thing
No podía seguir con ello. Porque sabía que no lo superaría. Entonces, ¿por que vivía así? No lo hacía sólo por el engaño de Matt, sino porque todos mis sentimientos suicidas se habían almacenado precavidamente en un baúl que estallaría al ser llenado de más. Y ya era tiempo de que ello sucediera.
Reuní fuerzas y, con la navaja aún en las manos, corté furiosamente mis muñecas, dándoles una simple herida que sabía que me llevaría al desangro y, así, finalmente, podría abandonar aquel mundo que nunca me había tratado bien, incluso cuando yo me esmeraba.
Pasaron los minutos y las cobijas se encontraban manchadas de un rojo vivaz con un olor que, particularmente, lo conocía tan bien y no se me hacía extraño. Los ojos me pesaban cada vez más y las fuerzas se esfumaban de mi cuerpo. Cerré los ojos, atrapando unas cuantas lágrimas, y me dediqué en buscar algún punto que me hiciera llegar más rápido a mi cometido. Respiré una vez más y simplemente sentí caer a un vacío del que no quería salir.
Recordé, a duras penas, lo que Matt una vez me dijo: Eres tan fácil de romper como un cristal.
- c:
- Adgbjasd, holi So, este es el capítulo de la Geni(?). Espero que les guste, estoy muy orgullosa de él bc está medio decente ;-; Ah, y no me salió una completa biblia(?) Sigue: sweetheart. Creo que aún no sé tu nombre, pls, dímelo(?). xd. Besos a todas c:
rutherford.
Re: Somewhere after the death |n.c
OMG GENI, AMÉ TU CAPÍTULO, SHIT. Quedó perfecto, el comienzo, el final... omg, narras hermoso Geni. Te juro que lo amé, por Dios. Está perfecto, idk. Lo amo. Simplemente lo amo. ¡Matt hijo de puta! Jacqueline hija de puta. Ay dios, los odio. Te juro que los odio, estúpidos. ¡Encima Jacqueline era la mejor amiga de Crystal (amo ese nombre ) y le hace eso! Ay ta, los odio a los dos.
Sigue Pushi (de ahora en adelante te diré así, sweetheart, bc es muy dulce ese user y lo amo, ah).
Sigue Pushi (de ahora en adelante te diré así, sweetheart, bc es muy dulce ese user y lo amo, ah).
Invitado
Invitado
Re: Somewhere after the death |n.c
Dios, dios y dios. Narras genial y has hecho que me meta en la historia como si la estuviera viviendo. Has hecho que odie a Matt muchísimo.
No aguanto al siguiente, sube sweet. Te llamo sweet porque sweetheart me parece largo, idk.
No aguanto al siguiente, sube sweet. Te llamo sweet porque sweetheart me parece largo, idk.
heartcore.
Re: Somewhere after the death |n.c
Por Dios, no puedo explicarte de cuánto amé el capítulo Gene. Escribís tan bien que pude meterme en la historia y entender a la perfección a Crystal y sus sentimientos. Detesto con todo mi ser al idiota de Matt y a Jacqueline, y me dio demasiada pena que ella llegara a ese extremo. En fin, fue un capítulo increíble y me dejaste casi sin palabras, srsly.
Bien, sigue Pushi cc:
Bien, sigue Pushi cc:
Diamandis.
Re: Somewhere after the death |n.c
ay, sigo yo. juro que venía con intenciones de matar a quien no seguía la nc y vi que era yo. omg. xdddddddd en fin, lo bueno es que ya tenía el capítulo comenzado, así que para hoy tienen un pobre escrito mío ;-; y... y pueden decirme como quieran ;-; pushi, sweet, idk <3
ily.<3
ily.<3
khaleesi.
---
Re: Somewhere after the death |n.c
Capítulo 004
✈La mañana mantenía la misma costumbre que había adquirido hace semanas. Las gotas matutinas empezaban a hacer acto de presencia, mientras que unos cuantos truenos componían el combo preparado para el lunes. La molestia se incrementó en el momento que mi despertador decidió ponerse en marcha e indicar el inicio de un tormentoso día.
Observé el techo y su pintura bastante deteriorada. "Una remodelación no vendría mal" pensé. Las ganas escaseaban, no obstante, estaba lista para empezar a disfrutar el comienzo de semana.
Decidí tomar una ducha para refrescarme; un buen baño era primordial para mi estado de ánimo. Sin embargo, los planes no iban a ir más allá de eso puesto que las diez de las mañana ya era un horario bastante tardío.
El cansancio reconsideró acompañarme por la mañana una vez que terminé de asearme.
'Hoy va a ser un buen día' Me dije.
Bajé las escaleras con trotes intercalados y llegué a el sitio que deseaba visitar ni bien abrí los ojos.
—La cocina— Susurré. Caminé con cautela y pronto me entregué una nota mental de que estaba sola. Mamá ya había salido a trabajar, al igual que papá. Y Mason de seguro ya había sido recogido por sus amigos y llevado a la escuela.
De la nada, un empujón se me es proporcionado en la parte baja de la espalda. La sorpresa me invadió e inmediatamente dirigí la mirada hacia donde el misterioso y repentino golpe es liberado. Estupefacta y anonada, me dí cuenta que no había nada. Entre pensamientos y recuerdos, y dejando la paranoica idea de que había un ente paranormal en mi casa, llegó a la conclusión de que no es nadie más ni nadie menos que mi perro Buster.
—¡Buster!— Exclamé. Bóxer, dos años y medio; juguetón e increíblemente molesto -buen sentido-; ese era mi perro. —Buster — Llamé nuevamente. Comencé a rodear con recato la mesada en forma de isla que había y aproveché ésto para alcanzar a aquel que tanto se ocultaba de mí.
—¡Te tengo!— Sentencié, saltando hacia el lado opuesto de donde me encontraba y esperando encontrar al travieso. Sin embargo, no fue así. No estaba.
—Pero... ¡Ay, mierda!— Buster salió de la nada -exactamente detrás del sillón— y saltó hacia mis brazos. Sin prevención alguna, calló sobre mi cuerpo, que -por supuesto- ante semejante monstruo no pudo soportar el peso y el impacto.
Finalmente, después de un pequeño juego de busca-encuentra, yo terminé tirada en el suelo y Buster encima mío, desparramando saliva espesa y resbalosa sobre mi cara.
—¡Buster! Chico malo, ay, que asco— Me quejaba. —Buster, fuera— El animal no se movía, ni parecía tener planes de siquiera pensar en correrse. Supongo que un poco de cariño no le vendría mal. Sus travesuras causaban que cualquiera que entrara a esa casa tuvieran recelo de su compañía.
El sonido matutino constataba un silencio abstracto por toda la casa. El piso, constituido de madera, se encontraba limpio y frío. Temporalmente, me mantuve tirada y mirando el techo, que no tenía nada interesante, pero era una buena distracción. Eventualmente, Buster se quedó quieto y se dedicó a descansar al lado mío mientras le acariciaba el lomo con mi palma.
El descanso tuvo una durabilidad mínima, ya que mis pensamientos se redirigieron hacia otro lugar, otro momento y otros propósitos.
—¡Mierda!— Me levanté vagamente, pero solo porque no quería molestar a mi perro. Miré la hora y faltaban veinte minutos para que cerrara la librería. 'Si corro la maratón de mi vida es posible que llegue a tiempo' pensé. Agarré un saco, me puse las botas de lluvia y tomé el paraguas. Estaba dispuesta a salir en ese momento, más me acordé de la nota inexistente para mis padres. No podía salir sin avisarles, quizás llevaría tiempo; no tenía ni idea. Tomé una notita con pegatina y el marcador.
"Mamá y papá, fui a la librería. Quizás voy al parque a leer, no sé exactamente. Volveré pronto"
Extendí la mano y la pegué en la heladera. Ahora si estaba lista.
La mueca en mi cara ante la lluvia eventualmente se transformó en una intocable sonrisa. Al fin lo tenía.La segunda parte de mi web-novela favorita estaba impresa y en mis manos. El éxito también de mi escritora-modelo a seguir era indispensable para mi felicidad. Pensar que hace unos años estaba recién iniciada en un sitio por internet y hoy, finalmente, su obra era distribuida masivamente.
Con una mano sostuve el paraguas y con la otra el libro, que ya estaba ojeando. Las ansias se me eran imposibles de tratar y mi casa estaba relativamente lejos. La única posibilidad de llegar remotamente a la tranquilidad era leer un poco, al menos el primer capítulo. Entusiasmada y cegada por tal escritura impecable, abrí con delicadeza las primeras hojas y me salteé las dedicatorias y el índice.
Mis ojos se encendieron apenas las primeras frases modelaban ante ellos. Las gotas llegaban a salpicar los límites de mis hombros, pero ésto no me distraía para nada.
Las calles junto a la distancia se hacían mínimas y mi atención se encontraba completamente puesta en el texto presente. El día poco a poco se tornaba negro, sin embargo yo me encontraba iluminada por el libro. La espesura de las nubes era más que notoria y las gotas provenientes de ella cada vez eran más notorias y difíciles de ignorar.
Mis pasos eran apresurados pero tranquilos. No me urgía tanto llegar a mi hogar.
Sentí una frenada a mi costado, no obstante, mi conciencia no percibió la alerta de ésto. Seguí con mi caminata y con la vista aún sin apartarse de aquellas hojas primordiales y significativas. Mis pies contactaron con el cemento húmedo y a pesar de poseer una distracción evidente, sabía que había pisado algo.
—Que asco— Pronuncié, mientras observaba el chicle pegando en la suela de mi bota. Me detuve y me dediqué a separar con el simple uso de la fuerza ese estúpido comestible.
Lo siguiente, pasó todo en cámara lenta. La frenada, los gritos, el impacto y luego... todo.
Sentí el golpe contra la acera y me quedé allí, tirada como una insignificante muñeca de trapos. Veía la gente que venía corriendo, asombrada y en pánico. Los toqueteos en mi cuerpo, para saber si estaba bien. Pero no estaba bien. Quería tener esperanzas, sin embargo presentía el final. Mi final.
Mi visión eventualmente se tornó borrosa; un sabor metálico y acerbo inundando mi boca. La ambulancia llegó minutos después, me hablaban pero yo no escuchaba, ni mucho menos pensaba responder. Sentía todo adentro mío, sentía que dejaba de funcionar, de vivir. Si éste era mi momento, entonces no debía combatirlo. Llamémosle destino, mala suerte o pura casualidad, pero sabía que éste era el tiempo de irme.
Pensé en mamá, papá, Mason y mis pocos amigos. Sabía que no les estaba haciendo un favor, les estaba destruyendo los próximos meses; si es que tenían suerte. Su duelo podía durar más tiempo, no tenía idea del futuro. Como no vi éste futuro que se me había preparado.
Así que luego de pensamientos contradictorios y un dolor abstracto y casi transparente, dejé de luchar. Silenciosamente, me despedí de todos; aquellos que conocí y que nunca llegué a conocer.
Todo se fue tornando negro azabache. Sentí una abulia enorme y la astenia inundándome.
Y a pesar de que tenía miedo sobre lo que me esperaba, simplemente me dejé ir.
perdonen por la demora): pero acá está el capítulo. es un poco tedioso y sinceramente para mi no valió la espera. pero en fin. ángel es toda así inocente y dulce, todo un amor<3 y quise narrar así -o acercarme- su muerteD: espero que al menos haya sido un poquiiiito de su agrado(?)
sigue: sersh.
Observé el techo y su pintura bastante deteriorada. "Una remodelación no vendría mal" pensé. Las ganas escaseaban, no obstante, estaba lista para empezar a disfrutar el comienzo de semana.
Decidí tomar una ducha para refrescarme; un buen baño era primordial para mi estado de ánimo. Sin embargo, los planes no iban a ir más allá de eso puesto que las diez de las mañana ya era un horario bastante tardío.
El cansancio reconsideró acompañarme por la mañana una vez que terminé de asearme.
'Hoy va a ser un buen día' Me dije.
Bajé las escaleras con trotes intercalados y llegué a el sitio que deseaba visitar ni bien abrí los ojos.
—La cocina— Susurré. Caminé con cautela y pronto me entregué una nota mental de que estaba sola. Mamá ya había salido a trabajar, al igual que papá. Y Mason de seguro ya había sido recogido por sus amigos y llevado a la escuela.
De la nada, un empujón se me es proporcionado en la parte baja de la espalda. La sorpresa me invadió e inmediatamente dirigí la mirada hacia donde el misterioso y repentino golpe es liberado. Estupefacta y anonada, me dí cuenta que no había nada. Entre pensamientos y recuerdos, y dejando la paranoica idea de que había un ente paranormal en mi casa, llegó a la conclusión de que no es nadie más ni nadie menos que mi perro Buster.
—¡Buster!— Exclamé. Bóxer, dos años y medio; juguetón e increíblemente molesto -buen sentido-; ese era mi perro. —Buster — Llamé nuevamente. Comencé a rodear con recato la mesada en forma de isla que había y aproveché ésto para alcanzar a aquel que tanto se ocultaba de mí.
—¡Te tengo!— Sentencié, saltando hacia el lado opuesto de donde me encontraba y esperando encontrar al travieso. Sin embargo, no fue así. No estaba.
—Pero... ¡Ay, mierda!— Buster salió de la nada -exactamente detrás del sillón— y saltó hacia mis brazos. Sin prevención alguna, calló sobre mi cuerpo, que -por supuesto- ante semejante monstruo no pudo soportar el peso y el impacto.
Finalmente, después de un pequeño juego de busca-encuentra, yo terminé tirada en el suelo y Buster encima mío, desparramando saliva espesa y resbalosa sobre mi cara.
—¡Buster! Chico malo, ay, que asco— Me quejaba. —Buster, fuera— El animal no se movía, ni parecía tener planes de siquiera pensar en correrse. Supongo que un poco de cariño no le vendría mal. Sus travesuras causaban que cualquiera que entrara a esa casa tuvieran recelo de su compañía.
El sonido matutino constataba un silencio abstracto por toda la casa. El piso, constituido de madera, se encontraba limpio y frío. Temporalmente, me mantuve tirada y mirando el techo, que no tenía nada interesante, pero era una buena distracción. Eventualmente, Buster se quedó quieto y se dedicó a descansar al lado mío mientras le acariciaba el lomo con mi palma.
El descanso tuvo una durabilidad mínima, ya que mis pensamientos se redirigieron hacia otro lugar, otro momento y otros propósitos.
—¡Mierda!— Me levanté vagamente, pero solo porque no quería molestar a mi perro. Miré la hora y faltaban veinte minutos para que cerrara la librería. 'Si corro la maratón de mi vida es posible que llegue a tiempo' pensé. Agarré un saco, me puse las botas de lluvia y tomé el paraguas. Estaba dispuesta a salir en ese momento, más me acordé de la nota inexistente para mis padres. No podía salir sin avisarles, quizás llevaría tiempo; no tenía ni idea. Tomé una notita con pegatina y el marcador.
"Mamá y papá, fui a la librería. Quizás voy al parque a leer, no sé exactamente. Volveré pronto"
Extendí la mano y la pegué en la heladera. Ahora si estaba lista.
♡♡♡
La mueca en mi cara ante la lluvia eventualmente se transformó en una intocable sonrisa. Al fin lo tenía.La segunda parte de mi web-novela favorita estaba impresa y en mis manos. El éxito también de mi escritora-modelo a seguir era indispensable para mi felicidad. Pensar que hace unos años estaba recién iniciada en un sitio por internet y hoy, finalmente, su obra era distribuida masivamente.
Con una mano sostuve el paraguas y con la otra el libro, que ya estaba ojeando. Las ansias se me eran imposibles de tratar y mi casa estaba relativamente lejos. La única posibilidad de llegar remotamente a la tranquilidad era leer un poco, al menos el primer capítulo. Entusiasmada y cegada por tal escritura impecable, abrí con delicadeza las primeras hojas y me salteé las dedicatorias y el índice.
Mis ojos se encendieron apenas las primeras frases modelaban ante ellos. Las gotas llegaban a salpicar los límites de mis hombros, pero ésto no me distraía para nada.
Las calles junto a la distancia se hacían mínimas y mi atención se encontraba completamente puesta en el texto presente. El día poco a poco se tornaba negro, sin embargo yo me encontraba iluminada por el libro. La espesura de las nubes era más que notoria y las gotas provenientes de ella cada vez eran más notorias y difíciles de ignorar.
Mis pasos eran apresurados pero tranquilos. No me urgía tanto llegar a mi hogar.
Sentí una frenada a mi costado, no obstante, mi conciencia no percibió la alerta de ésto. Seguí con mi caminata y con la vista aún sin apartarse de aquellas hojas primordiales y significativas. Mis pies contactaron con el cemento húmedo y a pesar de poseer una distracción evidente, sabía que había pisado algo.
—Que asco— Pronuncié, mientras observaba el chicle pegando en la suela de mi bota. Me detuve y me dediqué a separar con el simple uso de la fuerza ese estúpido comestible.
Lo siguiente, pasó todo en cámara lenta. La frenada, los gritos, el impacto y luego... todo.
Sentí el golpe contra la acera y me quedé allí, tirada como una insignificante muñeca de trapos. Veía la gente que venía corriendo, asombrada y en pánico. Los toqueteos en mi cuerpo, para saber si estaba bien. Pero no estaba bien. Quería tener esperanzas, sin embargo presentía el final. Mi final.
Mi visión eventualmente se tornó borrosa; un sabor metálico y acerbo inundando mi boca. La ambulancia llegó minutos después, me hablaban pero yo no escuchaba, ni mucho menos pensaba responder. Sentía todo adentro mío, sentía que dejaba de funcionar, de vivir. Si éste era mi momento, entonces no debía combatirlo. Llamémosle destino, mala suerte o pura casualidad, pero sabía que éste era el tiempo de irme.
Pensé en mamá, papá, Mason y mis pocos amigos. Sabía que no les estaba haciendo un favor, les estaba destruyendo los próximos meses; si es que tenían suerte. Su duelo podía durar más tiempo, no tenía idea del futuro. Como no vi éste futuro que se me había preparado.
Así que luego de pensamientos contradictorios y un dolor abstracto y casi transparente, dejé de luchar. Silenciosamente, me despedí de todos; aquellos que conocí y que nunca llegué a conocer.
Todo se fue tornando negro azabache. Sentí una abulia enorme y la astenia inundándome.
Y a pesar de que tenía miedo sobre lo que me esperaba, simplemente me dejé ir.
perdonen por la demora): pero acá está el capítulo. es un poco tedioso y sinceramente para mi no valió la espera. pero en fin. ángel es toda así inocente y dulce, todo un amor<3 y quise narrar así -o acercarme- su muerteD: espero que al menos haya sido un poquiiiito de su agrado(?)
sigue: sersh.
khaleesi.
---
Re: Somewhere after the death |n.c
por cierto, amé el capítulo de gene<3 crystal es tan cute. matt es un imbécil, y juro que quería matar jacqueline): tu forma de narrar me ha encantado, muy completa y hermosa.<3
khaleesi.
---
Re: Somewhere after the death |n.c
Aww, escribes genial, me ha encantado. Qué muerte más rápida, pensaba que iba a morir de sobredosis porque cuando has puesto cocina yo he entendido cocaína, xddddddd vale ya.
heartcore.
Re: Somewhere after the death |n.c
¡Pushi! omg, omg, Tu capítulo, pls ;-; Me encantó muchísimo<33 bc, primero que nada, escribes y narras hermoso. Además tienes un léxico bastante amplio y le da un toque tan anskfasnf que no sé cómo describir exactamente qué sentí al leer el capítulo. Al inicio pensé que Ángel moriría de un incendio bc la cocina(?). Luego recordé que había leído tu ficha y que pensé: "¿Valdría la pena morir por un libro?" ;-; Y ahora que lo pienso, si lo hubiera terminado de leer entonces creo que uno podría morir en paz(?) Anyways, ahbsjda, te diré Pushi bc sí<33 Bueno, no aburro más. Me gustó mucho tu capítulo, Pushi<333 Besos c:
rutherford.
Re: Somewhere after the death |n.c
Gad, Pushi tu capítulo fue tan pero tan perfecto En serio, de veras lo amé Me encanta tu forma de narrar, y Ángel... es simplemente un amor<3 qué lástima lo que le pasó por un libro D: En fin, todo fue muy bello c: Espero a la próxima :)
Diamandis.
Re: Somewhere after the death |n.c
Capítulo 005
✈—Lo mejor sería que dejaras de decir esas cosas. —murmuró Alice, observando en mi dirección.
—Lo mejor sería que yo no existiera.
—Basta, Suzanne.
A Alice nunca le había agradado lo mucho que yo hablaba de la muerte, o quizás lo que realmente le molestaba es que lo hiciera de manera simple y bromeando con ella. Pero Alice no sabía que quizás yo si me había cuestionado muchas veces que sería ese sentimiento. Había deseado experimentarlo, que yo quería morir en algún momento y dejar este mundo que está lleno de sufrimiento.
—Ojala te mueras. —me dijo la castaña Riley en tono bromista, pero yo no era tonta, lo decía en serio.
Alice rió por su broma y yo fingí hacerlo.
Esa chica me odiaba, realmente lo hacía y Alice era tan inocente que no se daba cuenta.
—Espero que tu también. —le dije con un sarcasmo escondido, Alice soltó otra carcajada y Riley me miró sonriendo falsamente.
—Veremos.
Me despedí de ellas y me dirigí a uno de los talleres electivos que me tocaban ese día; curiosidades sociales.
Me senté en la penúltima fila y comencé a escribir en mi cuaderno lo primero que se me viniera a la mente. Solía escribir en mis momentos de aburrimientos, no de amor y esas cosas, más que cualquier cosa sobre suspenso, depresión y pensamientos de una persona.
El profesor entró a la sala minutos después y todos se quedaron en silencio.
—Hoy hablaremos de lo que está atormentando a la sociedad este último tiempo; la muerte.
Parecía que hoy todo estuviera mandando un mensaje secreto. Muertes, muertes, muertes. Era todo lo que parecía importar.
Debo admitir que siempre tuve —aunque suene horrible— la extraña ilusión de matar a alguien. No a alguien bueno, por supuesto. Alguien que hiciera daño a los demás, y ver que serán sus últimos momentos de vida. Quería ver como la luz se iba de sus ojos y el alma de su cuerpo.
—Mucha gente muere hoy en día. —murmuró el hombre. —Y por variadas razones. Accidentes, deportes extremos, asesinatos, suicidios, sobredosis, enfermedades, vejez. En fin. ¿Qué opinan ustedes sobre esto?
Nadie habló, pero yo levanté mi mano.
—Señorita Loveless. —asintió mirándome. —¿Qué piensa usted de esto?
—No creo en el destino. —mi voz resonó por la silenciosa sala de clases. —Creo que si la gente muere es por decisión propia o decisión de alguien más. Para vivir, hay que luchar. Para morir, rendirse. El camino a la vida o a la muerte depende de cada uno de nosotros.
El profesor y mis compañeros me miraron asombrados, no sabía si era por lo que dije o porque participé en clases por primera vez.
—Muy bien. —me felicitó. —Puede irse a casa.
Todos comenzaron a quejarse ya que eso no estaba permitido, siempre me agradó ese profesor. Comencé a guardar mis cosas en mis mochilas sonriendo por los insultos de mis compañeros hacia mi persona, me daba tanto placer escuchar sus quejas.
—La señorita Loveless ha ido más allá de la clase y nos ha expresado una respuesta completa y que demuestra sus habilidades del pensamiento y analización, si ustedes lograran eso los dejaría largarse.
Me volví a reír y salí del salón. Este día parecía ser el mejor de todos.
El instituto en el cual estudiaba parecía estar más vacío que nunca, no había ni una sola persona en todo el campus y eso lo hacía parecer pacífico; algo que nunca había pensado.
Sin saber qué hacer, me dirigí al comedor del lugar, ya que mi estómago rugía debido al hambre.
—Martha. —saludé a la cocinera. Ella me miró desaprobatoriamente.
—¿Otra vez escapándote de clases, Susie? Eso está muy mal. —me regañó. Yo solté una pequeña risa.
—No, no. Esta vez no. —le aclaré, logrando que sus rasgos faciales se relajaran. —Me dejaron salir antes. Me preguntaba si podías darme algo para comer.
Ella hizo una cara triunfadora.
—Sí, claro. En un momento te traigo algo.
Se adentró en la cocina y yo me senté en una de las mesas cercanas. Sin saber que hacer, comencé a jugar con mis manos y mirar el techo.
—Suzanne. —escuché una voz masculina desde la entrada a la cafetería. Ryan.
—Hey. —lo saludé y le indiqué que se sentara a mi lado. Me dedicó una mirada de duda y eso me hizo pensar que estaba extraño ya que él y yo siempre hemos sido amigos y nos tenemos bastante confianza. —¿Qué pasa?
—Nada, ¿Cómo estás? —no me miraba a los ojos, pero no le reclamé.
—Todo va bien, supongo. Connor está aprendiendo a dibujar, ¿Puedes creer que el otro día le pidieron que dibujara a su familia y también te puso a ti? Es un buen niño. —le sonreí, recordando ese momento.
Connor era mi hermano, prácticamente mi vida. Era un pequeño tan alegre y risueño que podía hacerme sonreír hasta a mí, que me había derretido el corazón y me había ayudado a ser un poco más amable con la gente.
Ryan se sorprendió y pude ver algo parecido a dolor cruzar por sus ojos.
—Dime la verdad, ¿qué sucede? —ya no soportaba a ver a mi mejor amigo así, no podía.
—Solo…solo…Lo siento mucho. —me abrazó y comenzó a llorar, ¿qué estaba sucediendo? No entendía nada. Ryan nunca había llorado y ahora lo estaba haciendo sin razón aparente, como si algo muy malo fuera a pasar. —Lo siento mucho, Susie.
—Tranquilo. —le acaricié la espalda, intentando darle consuelo. —Nada va a pasar. Todo está bien, ¿okay? —lo agarré por los hombros para que me mirara. No lo hizo.
—Lo siento, lo siento, lo siento. —seguía llorando, por lo que lo volví a atraer a mi cuerpo.
Estuvimos allí unos veinte minutos y Martha no volvió, pero vi un plato de comida junto a la cocina. Supongo que nos vio y pensó que era mejor no interrumpir.
Ryan no paraba de llorar, hasta que en un momento se paró y decidió mirarme a los ojos.
—Te quiero mucho, Susie. —me dijo para luego besarme la frente.
No pude dejar de pensar en eso toda la tarde, en el camino y en mi casa sus palabras y gestos no lograban escaparse de mi mente. Todo permanecía allí, como si fuera un momento eterno.
Miré la hora en el reloj que se encontraba junto a mi cama y me di cuenta de que si me iba alcanzaría a recoger a Connor a su escuela, aunque sería una sorpresa.
Me coloqué mi bolso y salí caminando, ya que no quedaba muy lejos.
El cielo parecía más azul y que nunca, las nubes estaban transformándose a un tono grizáceo y me di cuenta de que se desataría una tormenta, pero no me detuve.
Pensé en que a Connor le encantaba comer pastel cuando llovía o había tormentas, así que me desvié a la pastelería donde siempre comprábamos las cosas.
Cuando llegué, ya estaba lloviendo, por lo que me quedé unos minutos dentro del local y luego salí.
Por alguna razón, el lugar me causaba escalofríos y nunca antes lo había hecho. El letrero de “Callejón sin salida” me dio un mareo tan grande que sentía que vomitaría.
A veces tenía ciertos presentimientos y la mayor parte del tiempo no fallaban, por lo que decidí que debía escapar de allí rápido.
—¿Por qué te estás yendo, Suzanne? —una voz conocida para mí aparece de la nada y su figura se posa en el medio de la calle. —Tenemos mucho de que hablar.
—Tú. —murmuré sorprendida, no me esperaba eso.
—¡Sí, yo! —gritó. —¡A la que le arruinaste la vida, esa soy yo!
—Cállate, Riley. Tú sola te ganaste lo que está sucediendo. —le dije, intentando calmarla.
—¡No, todo es tu culpa! —chilló, con la lluvia cayéndole sobre la cara! —¡Tú quieres alejar a Alice de mí!
—¡No es cierto! ¡Tú traicionas a Alice acostándote con su novio! —su cara casi cayó al piso de la sorpresa, sus manos temblaban notablemente pero de repente una expresión maliciosa cruzo por su rostro y parecía más segura que en cualquier otro momento.
—Y como tú sabes eso, tendré que matarte. —dos figuras aparecieron detrás de ella y para mi fue imposible no reconocer una de ellas.
—¿Ryan? —mi voz salió quebrada y en ese momento me di cuenta de que al verlo había comenzado a llorar. No podía ser él, no podía.
Pero sí lo era.
Busqué en mi bolso un cuchillo que siempre llevaba y pensé que en ese momento me serviría más que nunca. Pero no lo hizo.
Cuando Ryan y la otra persona me agarraron de ambos brazos yo lo miré a él, a mi mejor amigo. Lloraba también. ¿Por qué lloraba? ¡Él quería matarme!
—Te odio. —le dije, y luego no pude hablar más. Riley comenzó a golpearme y cuando sacó un cuchillo todo había terminado.
Nunca había sentido tanto dolor, y vi las tres figuras correr para luego desaparecer. Mi cuerpo se sentía cada vez más débil y no podía levantarme del frío y mojado piso, donde veía como se esparcía mi sangre.
Tenía que decidir si vivir o morir. Luchar o rendirse.
Y allí me di cuenta de que quizás la gente se rendía por el dolor que sentían, querían apagar todo e irse.
Entonces me fui.
—Lo mejor sería que yo no existiera.
—Basta, Suzanne.
A Alice nunca le había agradado lo mucho que yo hablaba de la muerte, o quizás lo que realmente le molestaba es que lo hiciera de manera simple y bromeando con ella. Pero Alice no sabía que quizás yo si me había cuestionado muchas veces que sería ese sentimiento. Había deseado experimentarlo, que yo quería morir en algún momento y dejar este mundo que está lleno de sufrimiento.
—Ojala te mueras. —me dijo la castaña Riley en tono bromista, pero yo no era tonta, lo decía en serio.
Alice rió por su broma y yo fingí hacerlo.
Esa chica me odiaba, realmente lo hacía y Alice era tan inocente que no se daba cuenta.
—Espero que tu también. —le dije con un sarcasmo escondido, Alice soltó otra carcajada y Riley me miró sonriendo falsamente.
—Veremos.
Me despedí de ellas y me dirigí a uno de los talleres electivos que me tocaban ese día; curiosidades sociales.
Me senté en la penúltima fila y comencé a escribir en mi cuaderno lo primero que se me viniera a la mente. Solía escribir en mis momentos de aburrimientos, no de amor y esas cosas, más que cualquier cosa sobre suspenso, depresión y pensamientos de una persona.
El profesor entró a la sala minutos después y todos se quedaron en silencio.
—Hoy hablaremos de lo que está atormentando a la sociedad este último tiempo; la muerte.
Parecía que hoy todo estuviera mandando un mensaje secreto. Muertes, muertes, muertes. Era todo lo que parecía importar.
Debo admitir que siempre tuve —aunque suene horrible— la extraña ilusión de matar a alguien. No a alguien bueno, por supuesto. Alguien que hiciera daño a los demás, y ver que serán sus últimos momentos de vida. Quería ver como la luz se iba de sus ojos y el alma de su cuerpo.
—Mucha gente muere hoy en día. —murmuró el hombre. —Y por variadas razones. Accidentes, deportes extremos, asesinatos, suicidios, sobredosis, enfermedades, vejez. En fin. ¿Qué opinan ustedes sobre esto?
Nadie habló, pero yo levanté mi mano.
—Señorita Loveless. —asintió mirándome. —¿Qué piensa usted de esto?
—No creo en el destino. —mi voz resonó por la silenciosa sala de clases. —Creo que si la gente muere es por decisión propia o decisión de alguien más. Para vivir, hay que luchar. Para morir, rendirse. El camino a la vida o a la muerte depende de cada uno de nosotros.
El profesor y mis compañeros me miraron asombrados, no sabía si era por lo que dije o porque participé en clases por primera vez.
—Muy bien. —me felicitó. —Puede irse a casa.
Todos comenzaron a quejarse ya que eso no estaba permitido, siempre me agradó ese profesor. Comencé a guardar mis cosas en mis mochilas sonriendo por los insultos de mis compañeros hacia mi persona, me daba tanto placer escuchar sus quejas.
—La señorita Loveless ha ido más allá de la clase y nos ha expresado una respuesta completa y que demuestra sus habilidades del pensamiento y analización, si ustedes lograran eso los dejaría largarse.
Me volví a reír y salí del salón. Este día parecía ser el mejor de todos.
El instituto en el cual estudiaba parecía estar más vacío que nunca, no había ni una sola persona en todo el campus y eso lo hacía parecer pacífico; algo que nunca había pensado.
Sin saber qué hacer, me dirigí al comedor del lugar, ya que mi estómago rugía debido al hambre.
—Martha. —saludé a la cocinera. Ella me miró desaprobatoriamente.
—¿Otra vez escapándote de clases, Susie? Eso está muy mal. —me regañó. Yo solté una pequeña risa.
—No, no. Esta vez no. —le aclaré, logrando que sus rasgos faciales se relajaran. —Me dejaron salir antes. Me preguntaba si podías darme algo para comer.
Ella hizo una cara triunfadora.
—Sí, claro. En un momento te traigo algo.
Se adentró en la cocina y yo me senté en una de las mesas cercanas. Sin saber que hacer, comencé a jugar con mis manos y mirar el techo.
—Suzanne. —escuché una voz masculina desde la entrada a la cafetería. Ryan.
—Hey. —lo saludé y le indiqué que se sentara a mi lado. Me dedicó una mirada de duda y eso me hizo pensar que estaba extraño ya que él y yo siempre hemos sido amigos y nos tenemos bastante confianza. —¿Qué pasa?
—Nada, ¿Cómo estás? —no me miraba a los ojos, pero no le reclamé.
—Todo va bien, supongo. Connor está aprendiendo a dibujar, ¿Puedes creer que el otro día le pidieron que dibujara a su familia y también te puso a ti? Es un buen niño. —le sonreí, recordando ese momento.
Connor era mi hermano, prácticamente mi vida. Era un pequeño tan alegre y risueño que podía hacerme sonreír hasta a mí, que me había derretido el corazón y me había ayudado a ser un poco más amable con la gente.
Ryan se sorprendió y pude ver algo parecido a dolor cruzar por sus ojos.
—Dime la verdad, ¿qué sucede? —ya no soportaba a ver a mi mejor amigo así, no podía.
—Solo…solo…Lo siento mucho. —me abrazó y comenzó a llorar, ¿qué estaba sucediendo? No entendía nada. Ryan nunca había llorado y ahora lo estaba haciendo sin razón aparente, como si algo muy malo fuera a pasar. —Lo siento mucho, Susie.
—Tranquilo. —le acaricié la espalda, intentando darle consuelo. —Nada va a pasar. Todo está bien, ¿okay? —lo agarré por los hombros para que me mirara. No lo hizo.
—Lo siento, lo siento, lo siento. —seguía llorando, por lo que lo volví a atraer a mi cuerpo.
Estuvimos allí unos veinte minutos y Martha no volvió, pero vi un plato de comida junto a la cocina. Supongo que nos vio y pensó que era mejor no interrumpir.
Ryan no paraba de llorar, hasta que en un momento se paró y decidió mirarme a los ojos.
—Te quiero mucho, Susie. —me dijo para luego besarme la frente.
No pude dejar de pensar en eso toda la tarde, en el camino y en mi casa sus palabras y gestos no lograban escaparse de mi mente. Todo permanecía allí, como si fuera un momento eterno.
Miré la hora en el reloj que se encontraba junto a mi cama y me di cuenta de que si me iba alcanzaría a recoger a Connor a su escuela, aunque sería una sorpresa.
Me coloqué mi bolso y salí caminando, ya que no quedaba muy lejos.
El cielo parecía más azul y que nunca, las nubes estaban transformándose a un tono grizáceo y me di cuenta de que se desataría una tormenta, pero no me detuve.
Pensé en que a Connor le encantaba comer pastel cuando llovía o había tormentas, así que me desvié a la pastelería donde siempre comprábamos las cosas.
Cuando llegué, ya estaba lloviendo, por lo que me quedé unos minutos dentro del local y luego salí.
Por alguna razón, el lugar me causaba escalofríos y nunca antes lo había hecho. El letrero de “Callejón sin salida” me dio un mareo tan grande que sentía que vomitaría.
A veces tenía ciertos presentimientos y la mayor parte del tiempo no fallaban, por lo que decidí que debía escapar de allí rápido.
—¿Por qué te estás yendo, Suzanne? —una voz conocida para mí aparece de la nada y su figura se posa en el medio de la calle. —Tenemos mucho de que hablar.
—Tú. —murmuré sorprendida, no me esperaba eso.
—¡Sí, yo! —gritó. —¡A la que le arruinaste la vida, esa soy yo!
—Cállate, Riley. Tú sola te ganaste lo que está sucediendo. —le dije, intentando calmarla.
—¡No, todo es tu culpa! —chilló, con la lluvia cayéndole sobre la cara! —¡Tú quieres alejar a Alice de mí!
—¡No es cierto! ¡Tú traicionas a Alice acostándote con su novio! —su cara casi cayó al piso de la sorpresa, sus manos temblaban notablemente pero de repente una expresión maliciosa cruzo por su rostro y parecía más segura que en cualquier otro momento.
—Y como tú sabes eso, tendré que matarte. —dos figuras aparecieron detrás de ella y para mi fue imposible no reconocer una de ellas.
—¿Ryan? —mi voz salió quebrada y en ese momento me di cuenta de que al verlo había comenzado a llorar. No podía ser él, no podía.
Pero sí lo era.
Busqué en mi bolso un cuchillo que siempre llevaba y pensé que en ese momento me serviría más que nunca. Pero no lo hizo.
Cuando Ryan y la otra persona me agarraron de ambos brazos yo lo miré a él, a mi mejor amigo. Lloraba también. ¿Por qué lloraba? ¡Él quería matarme!
—Te odio. —le dije, y luego no pude hablar más. Riley comenzó a golpearme y cuando sacó un cuchillo todo había terminado.
Nunca había sentido tanto dolor, y vi las tres figuras correr para luego desaparecer. Mi cuerpo se sentía cada vez más débil y no podía levantarme del frío y mojado piso, donde veía como se esparcía mi sangre.
Tenía que decidir si vivir o morir. Luchar o rendirse.
Y allí me di cuenta de que quizás la gente se rendía por el dolor que sentían, querían apagar todo e irse.
Entonces me fui.
taeyong.
Re: Somewhere after the death |n.c
no pude hacer nada mejor, lo siento ;-; por cierto, amé sus caps ;-;
taeyong.
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