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"Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
CAPITULO TRES
Sentada de nuevo ante su escritorio del periódico, _______ pensaba en sus breves vacaciones y le parecían un sueño. Como de costumbre, la redacción era un hervidero de actividad y confusión. Dan Harvey, el director del periódico, era la única persona que trabajaba poniendo en juego toda su capacidad. Quizá porque él conseguía milagrosamente salvarse de la locura, tenía aquel empeño por provocarla a su alrededor.
Harvey presidía la redacción y repartía las noticias entre sus redactores como si estuviera montando una delicada coreografía. Dentro de la jerarquía, estaba en primer lugar el director de noticias nacionales, que se encargaba de controlar los hechos producidos fuera de la ciudad mediante contactos y corresponsales del periódico. Luego estaban el director de artículos, el encargado del télex, el director de las notas sociales y muchos más, todos ellos, incluido Harvey, a las órdenes del director ejecutivo, Morgan Winthrop. Este era un veterano reportero que se había ganado su puesto después de largos años de experiencia, empezando desde abajo. Él era el hombre principal en la estructura de poder del periódico después del presidente, James Harris, y del editor.
En aquel momento, _______ se encontraba terminando con mucho esfuerzo las últimas líneas de un artículo sobre un concejal de la ciudad, el cual había saltado a la fama tras su decisión de vivir una semana en un barrio conocido por la alta incidencia de delincuencia. Resultaba verdaderamente difícil trabajar teniendo delante de la mesa a un hombre que no hacía más que mirar el reloj y golpear el suelo con el pie, en un gesto de impaciencia.
Finalmente, con un suspiro de alivio, se hizo a un lado y le mostró a su jefe la pantalla de la computadora.
—Ya está.
—Vete pasándolo —le dijo él, mientras iba leyendo en la pantalla.
______ accionó la tecla para que fueran surgiendo las líneas en la impresora. Mientras leía, Harvey apretaba los labios, murmuraba algo ininteligible y asentía.
—De acuerdo, hazlo —dijo secamente, dejándola sola sin ninguna palabra de elogio,
—Gracias, _______, has hecho un buen trabajo —se dijo ______ en voz baja, mientras iba registrando lo escrito en la memoria—. Eres una periodista sensacional, estamos contentísimos de tenerte con nosotros y no estamos dispuestos a dejarte marchar aunque eso suponga un aumento de diez mil dólares en tu sueldo.
Sentada de nuevo ante su escritorio del periódico, _______ pensaba en sus breves vacaciones y le parecían un sueño. Como de costumbre, la redacción era un hervidero de actividad y confusión. Dan Harvey, el director del periódico, era la única persona que trabajaba poniendo en juego toda su capacidad. Quizá porque él conseguía milagrosamente salvarse de la locura, tenía aquel empeño por provocarla a su alrededor.
Harvey presidía la redacción y repartía las noticias entre sus redactores como si estuviera montando una delicada coreografía. Dentro de la jerarquía, estaba en primer lugar el director de noticias nacionales, que se encargaba de controlar los hechos producidos fuera de la ciudad mediante contactos y corresponsales del periódico. Luego estaban el director de artículos, el encargado del télex, el director de las notas sociales y muchos más, todos ellos, incluido Harvey, a las órdenes del director ejecutivo, Morgan Winthrop. Este era un veterano reportero que se había ganado su puesto después de largos años de experiencia, empezando desde abajo. Él era el hombre principal en la estructura de poder del periódico después del presidente, James Harris, y del editor.
En aquel momento, _______ se encontraba terminando con mucho esfuerzo las últimas líneas de un artículo sobre un concejal de la ciudad, el cual había saltado a la fama tras su decisión de vivir una semana en un barrio conocido por la alta incidencia de delincuencia. Resultaba verdaderamente difícil trabajar teniendo delante de la mesa a un hombre que no hacía más que mirar el reloj y golpear el suelo con el pie, en un gesto de impaciencia.
Finalmente, con un suspiro de alivio, se hizo a un lado y le mostró a su jefe la pantalla de la computadora.
—Ya está.
—Vete pasándolo —le dijo él, mientras iba leyendo en la pantalla.
______ accionó la tecla para que fueran surgiendo las líneas en la impresora. Mientras leía, Harvey apretaba los labios, murmuraba algo ininteligible y asentía.
—De acuerdo, hazlo —dijo secamente, dejándola sola sin ninguna palabra de elogio,
—Gracias, _______, has hecho un buen trabajo —se dijo ______ en voz baja, mientras iba registrando lo escrito en la memoria—. Eres una periodista sensacional, estamos contentísimos de tenerte con nosotros y no estamos dispuestos a dejarte marchar aunque eso suponga un aumento de diez mil dólares en tu sueldo.
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
—¡A _____ le van a subir el sueldo diez mil dólares! —exclamó Dorie Blake desde el otro extremo de la redacción, dirigiéndose a Harvey—. ¿No me lo podrías subir a mi también?
—Los redactores de la sección de sociedad no tienen aumentos —respondió Harvey haciendo gala de su seco sentido del humor, sin mirarla siquiera—. Date cuenta de que te estamos pagando por asistir a bodas.
—¿Qué? —exclamó Dorie.
—Te hartas de comer pasteles de boda, canapés y de beber champaña. Y eso es un beneficio extra.
Dorie le hizo una mueca sacándole la lengua.
—¡Esta juventud! —murmuró Harvey metiéndose en su despacho.
Dile al señor Winthrop que Harvey ha estado espiándote desde detrás de la máquina de linotipia —le sugirió Bud Schuman, que pasaba por allí en dirección al lavabo.
Era un hombre casi tan calvo como Harvey, encorvado, con las gafas apoyadas casi en la punta de la nariz.
Dorie le lanzó una mirada centelleante.
—Bub, hace años que retiraron la máquina de linotipia. Y el director ejecutivo nunca presta oídos a nuestras quejas; está demasiado ocupado procurando que el periódico obtenga beneficios.
—¿Entonces se han llevado la máquina de linotipia? Ahora me explico por qué no tengo sitio para poner mi cenicero —respondió Bud.
—Este hombre es increíble. Cualquier día perderá su coche porque no se acordará de dónde lo ha dejado estacionado —murmuró la mujer meneando la cabeza.
—Pero sigue siendo el mejor reportero de sucesos que tenemos —le respondió ______—. Lleva veinticinco años en ello y no hay quien le gane. Figúrate, un día que me invitó a comer me estuvo contando que la policía descubrió aquí un negocio de trata de blancas. Se dedicaban a vender chicas...
—La verdad es que a mí no me importaría que me vendieran a Sylvester Stallone o a Arnold Schwarzenegger —dijo Dorie con un suspiro.
Con la suerte que tú tienes, no me extrañaría que te vendieran a un restaurante y que te pasaras los años de tu decadencia lavando platos —murmuró Bud alejándose,
—¡Eres un sádico! —exclamó Dorie.
—Los redactores de la sección de sociedad no tienen aumentos —respondió Harvey haciendo gala de su seco sentido del humor, sin mirarla siquiera—. Date cuenta de que te estamos pagando por asistir a bodas.
—¿Qué? —exclamó Dorie.
—Te hartas de comer pasteles de boda, canapés y de beber champaña. Y eso es un beneficio extra.
Dorie le hizo una mueca sacándole la lengua.
—¡Esta juventud! —murmuró Harvey metiéndose en su despacho.
Dile al señor Winthrop que Harvey ha estado espiándote desde detrás de la máquina de linotipia —le sugirió Bud Schuman, que pasaba por allí en dirección al lavabo.
Era un hombre casi tan calvo como Harvey, encorvado, con las gafas apoyadas casi en la punta de la nariz.
Dorie le lanzó una mirada centelleante.
—Bub, hace años que retiraron la máquina de linotipia. Y el director ejecutivo nunca presta oídos a nuestras quejas; está demasiado ocupado procurando que el periódico obtenga beneficios.
—¿Entonces se han llevado la máquina de linotipia? Ahora me explico por qué no tengo sitio para poner mi cenicero —respondió Bud.
—Este hombre es increíble. Cualquier día perderá su coche porque no se acordará de dónde lo ha dejado estacionado —murmuró la mujer meneando la cabeza.
—Pero sigue siendo el mejor reportero de sucesos que tenemos —le respondió ______—. Lleva veinticinco años en ello y no hay quien le gane. Figúrate, un día que me invitó a comer me estuvo contando que la policía descubrió aquí un negocio de trata de blancas. Se dedicaban a vender chicas...
—La verdad es que a mí no me importaría que me vendieran a Sylvester Stallone o a Arnold Schwarzenegger —dijo Dorie con un suspiro.
Con la suerte que tú tienes, no me extrañaría que te vendieran a un restaurante y que te pasaras los años de tu decadencia lavando platos —murmuró Bud alejándose,
—¡Eres un sádico! —exclamó Dorie.
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
—Hoy tengo tres reuniones del comité y una conferencia de prensa en el centro —dijo ______ mientras revolvía el escritorio buscando su cámara—. El concejal James vuelve a estar en la brecha. Después de pasar una semana en ese barrio, va a informar a los periodistas de sus propuestas para resolver el problema de la delincuencia. Con un poco de suerte tendré el reportaje listo para pasarlo a la impresora a tiempo para cenar a una hora respetable.
—¿Tú crees que ese hombre está consiguiendo algo de verdad o se trata de una estrategia política para mantener en vilo a los periodistas? —preguntó Dorie.
—Yo creo que se preocupa de verdad —respondió ______—. Una vez me hizo salir de una reunión del ayuntamiento y me apuntó para ayudar a una familia negra de su distrito que se había quedado sin dinero. ¿No te acuerdas que hice un reportaje sobre ellos? Se trataba de un error de la computadora del banco, pero se encontraban en unas condiciones deplorables, sin un céntimo y con un enfermo...
—Sí que me acuerdo —dijo Dorie con una sonrisa—. Eres la única persona que conozco que se atreve a internarse por esos barrios de noche sin que nadie la moleste. Los vecinos serían capaces de matar a quien se atreviera a tocarte.
—Por eso me encanta el trabajo de reportera —dijo ______ pensativa—. Podemos perjudicar mucho a la gente, pero también hacer cosas buenas. Prefiero ayudar a la gente con problemas antes que brillar en mi profesión. Bueno, ahora tengo que irme. Hasta luego.
______ agarró la cámara y la pequeña computadora portátil, un aparato maravilloso en el que tomaba las notas de la conferencia de prensa y que le permitía enviar directamente la información a la central de datos del periódico, ahorrándole así la molestia de tomar el teléfono y contárselo todo de viva voz al redactor nocturno.
Pero tuvo la mala fortuna de que el aparato se le estropeara en la reunión del comité, justo antes de la conferencia de prensa del concejal. Como andaba muy apurada de tiempo, tampoco tenía la posibilidad de volver al periódico por otro, así que no le quedaba más remedio que tomar las notas a mano, si es que alguien le prestaba un papel y un bolígrafo, porque daba la casualidad de que no llevaba ninguna de las dos cosas en el bolso.
Con aquellas perspectivas se adentró en el tráfico del centro de la ciudad. Aprovechando la pausa de un embotellamiento, tuvo tiempo para buscar un poco por el coche, y pudo encontrar unos cuantos sobres viejos metidos en la guantera. Como sucedía con frecuencia últimamente, se preguntó si no habría estado Joe en la ciudad y ella no se habría enterado, lo cual era muy posible, ya que en aquellos últimos días se había quedado trabajando hasta tarde. Estaba tan emocionada ante la perspectiva de que Joe la llamara, que había llegado incluso a pensar en la posibilidad de instalar un contestador automático. No obstante, pronto había abandonado la idea, porque sabía que la mayoría de la gente que ella conocía y que podía llamarla, probablemente colgaría al encontrarse con el contestador. Así que se pasaba el tiempo libre sentada junto al teléfono, mirando por la ventana o buscando en el buzón alguna carta con el matasellos de Dakota del Sur.
Cuando se cansaba de esperar inútilmente, se decía a sí misma que aquello era una locura; que Joe le había tomado el pelo y que no tenía ninguna intención de llamarla. Sin embargo, no podía terminar de creer aquello por una razón muy sencilla, y era que Joe no gastaba nunca bromas.
Entre unas cosas y otras, ______ llegó al estacionamiento del ayuntamiento. Antes de marcharse, miró con desolación las abolladuras de los parachoques de su pequeño coche naranja.
—Pobrecito —murmuró fijándose en los impresionantes coches que lo rodeaban—. Pero no te preocupes, algún día de estos tendré dinero suficiente para llevarte a un taller y que te arreglen esos golpes.
Sí, algún día, quizá cuando cumpliera noventa años. Por muy emocionante que fuera, la profesión de periodista no era ni mucho menos la mejor pagada del mundo. Tenía que poner el máximo de sí misma, con perjuicio de sus nervios y a veces hasta de su salud, y ni siquiera recibía un pago por las horas extra que le dedicaba.
Cuando llegó a la sala de reuniones atestada, el concejal Barkley H. James ya estaba hablando con algunas personas. Los miembros de la prensa escrita y los profesionales de otros medios de comunicación habían empezado a acomodarse en los asientos, todos ellos con la expresión impasible y algo aburrida que caracterizaba a los miembros de la profesión. Más que el aburrimiento, su mal era el del cansancio por repetición, porque la mayoría de ellos eran reporteros veteranos que a lo largo de su carrera lo habían visto todo y habían perdido la capacidad de asombrarse ante nada. Se habían vuelto duros porque no les quedaba otro remedio, lo que no quería decir que no pudieran emocionarse. Se emocionaban, sí, pero habían aprendido a disimularlo .
_______ ocupó un asiento vacío junto a Roger Dean, corresponsal de una revista semanal de la ciudad. Roger andaba cerca de los cuarenta años y había dejado su trabajo en el periódico, tomándose el semanario como una especie de retiro.
—Hola, Roger, ¿qué tal? —saludó ______ mientras ponía a punto su cámara—. Ayer te vi en la reunión del comité directivo de aprovechamiento de los desechos sólidos, ¿eras tú, verdad?
—Sí. Era un trabajo estúpido, pero alguien tenía que hacerlo —respondió Roger—. ¿Cómo es que siempre te mandan a ti a cubrir esas noticias?
—Siempre que se presenta un trabajo de ese tipo, todos los de la redacción nos encerramos en el cuarto de baño hasta que Harvey elige a una víctima.
—¿Tú crees que ese hombre está consiguiendo algo de verdad o se trata de una estrategia política para mantener en vilo a los periodistas? —preguntó Dorie.
—Yo creo que se preocupa de verdad —respondió ______—. Una vez me hizo salir de una reunión del ayuntamiento y me apuntó para ayudar a una familia negra de su distrito que se había quedado sin dinero. ¿No te acuerdas que hice un reportaje sobre ellos? Se trataba de un error de la computadora del banco, pero se encontraban en unas condiciones deplorables, sin un céntimo y con un enfermo...
—Sí que me acuerdo —dijo Dorie con una sonrisa—. Eres la única persona que conozco que se atreve a internarse por esos barrios de noche sin que nadie la moleste. Los vecinos serían capaces de matar a quien se atreviera a tocarte.
—Por eso me encanta el trabajo de reportera —dijo ______ pensativa—. Podemos perjudicar mucho a la gente, pero también hacer cosas buenas. Prefiero ayudar a la gente con problemas antes que brillar en mi profesión. Bueno, ahora tengo que irme. Hasta luego.
______ agarró la cámara y la pequeña computadora portátil, un aparato maravilloso en el que tomaba las notas de la conferencia de prensa y que le permitía enviar directamente la información a la central de datos del periódico, ahorrándole así la molestia de tomar el teléfono y contárselo todo de viva voz al redactor nocturno.
Pero tuvo la mala fortuna de que el aparato se le estropeara en la reunión del comité, justo antes de la conferencia de prensa del concejal. Como andaba muy apurada de tiempo, tampoco tenía la posibilidad de volver al periódico por otro, así que no le quedaba más remedio que tomar las notas a mano, si es que alguien le prestaba un papel y un bolígrafo, porque daba la casualidad de que no llevaba ninguna de las dos cosas en el bolso.
Con aquellas perspectivas se adentró en el tráfico del centro de la ciudad. Aprovechando la pausa de un embotellamiento, tuvo tiempo para buscar un poco por el coche, y pudo encontrar unos cuantos sobres viejos metidos en la guantera. Como sucedía con frecuencia últimamente, se preguntó si no habría estado Joe en la ciudad y ella no se habría enterado, lo cual era muy posible, ya que en aquellos últimos días se había quedado trabajando hasta tarde. Estaba tan emocionada ante la perspectiva de que Joe la llamara, que había llegado incluso a pensar en la posibilidad de instalar un contestador automático. No obstante, pronto había abandonado la idea, porque sabía que la mayoría de la gente que ella conocía y que podía llamarla, probablemente colgaría al encontrarse con el contestador. Así que se pasaba el tiempo libre sentada junto al teléfono, mirando por la ventana o buscando en el buzón alguna carta con el matasellos de Dakota del Sur.
Cuando se cansaba de esperar inútilmente, se decía a sí misma que aquello era una locura; que Joe le había tomado el pelo y que no tenía ninguna intención de llamarla. Sin embargo, no podía terminar de creer aquello por una razón muy sencilla, y era que Joe no gastaba nunca bromas.
Entre unas cosas y otras, ______ llegó al estacionamiento del ayuntamiento. Antes de marcharse, miró con desolación las abolladuras de los parachoques de su pequeño coche naranja.
—Pobrecito —murmuró fijándose en los impresionantes coches que lo rodeaban—. Pero no te preocupes, algún día de estos tendré dinero suficiente para llevarte a un taller y que te arreglen esos golpes.
Sí, algún día, quizá cuando cumpliera noventa años. Por muy emocionante que fuera, la profesión de periodista no era ni mucho menos la mejor pagada del mundo. Tenía que poner el máximo de sí misma, con perjuicio de sus nervios y a veces hasta de su salud, y ni siquiera recibía un pago por las horas extra que le dedicaba.
Cuando llegó a la sala de reuniones atestada, el concejal Barkley H. James ya estaba hablando con algunas personas. Los miembros de la prensa escrita y los profesionales de otros medios de comunicación habían empezado a acomodarse en los asientos, todos ellos con la expresión impasible y algo aburrida que caracterizaba a los miembros de la profesión. Más que el aburrimiento, su mal era el del cansancio por repetición, porque la mayoría de ellos eran reporteros veteranos que a lo largo de su carrera lo habían visto todo y habían perdido la capacidad de asombrarse ante nada. Se habían vuelto duros porque no les quedaba otro remedio, lo que no quería decir que no pudieran emocionarse. Se emocionaban, sí, pero habían aprendido a disimularlo .
_______ ocupó un asiento vacío junto a Roger Dean, corresponsal de una revista semanal de la ciudad. Roger andaba cerca de los cuarenta años y había dejado su trabajo en el periódico, tomándose el semanario como una especie de retiro.
—Hola, Roger, ¿qué tal? —saludó ______ mientras ponía a punto su cámara—. Ayer te vi en la reunión del comité directivo de aprovechamiento de los desechos sólidos, ¿eras tú, verdad?
—Sí. Era un trabajo estúpido, pero alguien tenía que hacerlo —respondió Roger—. ¿Cómo es que siempre te mandan a ti a cubrir esas noticias?
—Siempre que se presenta un trabajo de ese tipo, todos los de la redacción nos encerramos en el cuarto de baño hasta que Harvey elige a una víctima.
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
—Una vez a mí me tocó cubrir la información de un acto público en el que se anunciaba la apertura de un depósito de basuras en un barrio de la periferia. Aquello fue terrible; la gente tenía pistolas, cuchillos y no hacía más que gritar.
______ sonrió.
—Pues yo ya he sobrevivido a dos como esa. En la primera hubo una pelea terrible, y en la segunda un hombre estuvo a punto de tirar a otro por la ventana. Yo me vi envuelta en el tumulto y recuerdo haber recibido más de un pellizco malintencionado.
En aquel punto su conversación quedó interrumpida porque el concejal empezó a hablar. Comenzó describiendo la situación de su distrito; las elevadas cotas de desempleo y los grados intolerables de pobreza. Según él, los barrios deprimidos como aquel no tenían razón de existir en el siglo veinte. Antes que él comenzara a interesarse, el alcalde ya había emprendido un programa de revitalización, que él pensaba seguir a pies juntillas para mejorar las condiciones de aquel barrio azotado por la delincuencia.
Ya se había ocupado de interesar a varias empresas que estaban dispuestas a emprender la reforma de las casas del vecindario. Existían estadísticas que demostraban que la mejora de los barrios bajos se encontraba en relación directa con el descenso de la delincuencia. A continuación lanzó un auténtico bombardeo de datos estadísticos y terminó haciendo un rápido resumen de su plan de acción.
Al término de la rueda de prensa hubo la habitual estampida de periodistas para acaparar los teléfonos y llamar a sus respectivas redacciones, emisoras de radio y televisión con las noticias. Tanta expectación era debida a que la historia del concejal era actualidad desde hacía una semana, y todo el mundo seguía su desarrollo con interés
Después de aguantar empujones y pisotones durante un buen rato, ______ consiguió por fin llegar a un teléfono que funcionara. Telefoneó rápidamente y contó un somero resumen de la conferencia, justo a tiempo para que lo incluyeran en la siguiente edición.
Cuando hubo terminado, se apoyó en la pared, completamente agotada, observando a Roger, quien se acercaba a ella con toda tranquilidad.
—Sí, pero hoy precisamente se le ocurrió descomponerse. Odio las computadoras, casi tanto como a los reporteros de semanarios —murmuró ______—. Ustedes no tienen que salir disparados al teléfono y volver luego a su escritorio para redactar el reportaje ampliado...
-Sí, claro, nosotros llevamos una vida cómoda, sin agitaciones. No sabes cómo te equivocas. Mira, para tu información, te diré que el trabajo de los reporteros de semanarios es mucho más agotador que el de los periódicos. Ustedes no tienen que pegar su artículo, y volverlo a pegar si no cuadra bien, y volverlo a probar, y hacer líneas enteras para que se adapte al formato, y hacer anuncios y contestar el teléfono, y hacer trabajo comercial en la librería de detrás de la imprenta, y vender artículos de oficina y conseguir suscripciones...
—¡Por favor, para ya!
Roger se encogió de hombros.
—Lo único que hacía era recordarte la suerte que tienes. Bueno—añadió guardando un bolígrafo el enbolsillo de la camisa—, me voy. Me alegro mucho de haberte visto, ______.
—Lo mismo digo.
Él la miró con una sonrisa.
—Si te vienes a cenar conmigo, a lo mejor consigo convencerte de que cambies de trabajo y todo. Vamos, ______, te invito a una pizza.
_________ estuvo a punto de aceptar, pues aunque Roger no era ni mucho menos un príncipe encantador, le resultaba muy simpático, y le hubiera agradado desahogarse con él de las frustraciones de su trabajo. Sin embargo, tenía la casa sin recoger desde hacía días, y no podía retrasar más una pequeña limpieza.
—Te lo agradezco, Roger, pero tengo la casa hecha un desastre y hoy ya no me queda más remedio que recogerla un poco. ¿Lo dejamos para otro día?
—Está bien, si me sonríes así, no puedo negarme. Otro día será. Hasta luego, preciosa.
Roger le guiñó un ojo y se alejó, mientras ______ lo contemplaba alejarse pensando cómo una persona en su sano juicio podía haber rechazado la oportunidad de cenar gratis, tal y como estaban las cosas.
_________ llegó a su casa completamente agotada; lo único que deseaba era sumergirse en un baño de espuma y dormir. Cuando llegó a la puerta, oyó que el teléfono estaba sonando dentro. Entró corriendo y consiguió tomarlo antes que colgaran.
—¿Dígame?—contestó casi sin aliento—. Si eres tú, Dan Harvey, te advierto que no voy a cubrir ninguna información más por hoy, así que puedes ir buscando a la gente que ande escondida por el cuarto de baño...
—No soy Harvey —le interrumpió una voz profunda y familiar.
________ sintió que el corazón le daba un vuelco.
—¿Joe? ¿Eres tú?
______ sonrió.
—Pues yo ya he sobrevivido a dos como esa. En la primera hubo una pelea terrible, y en la segunda un hombre estuvo a punto de tirar a otro por la ventana. Yo me vi envuelta en el tumulto y recuerdo haber recibido más de un pellizco malintencionado.
En aquel punto su conversación quedó interrumpida porque el concejal empezó a hablar. Comenzó describiendo la situación de su distrito; las elevadas cotas de desempleo y los grados intolerables de pobreza. Según él, los barrios deprimidos como aquel no tenían razón de existir en el siglo veinte. Antes que él comenzara a interesarse, el alcalde ya había emprendido un programa de revitalización, que él pensaba seguir a pies juntillas para mejorar las condiciones de aquel barrio azotado por la delincuencia.
Ya se había ocupado de interesar a varias empresas que estaban dispuestas a emprender la reforma de las casas del vecindario. Existían estadísticas que demostraban que la mejora de los barrios bajos se encontraba en relación directa con el descenso de la delincuencia. A continuación lanzó un auténtico bombardeo de datos estadísticos y terminó haciendo un rápido resumen de su plan de acción.
Al término de la rueda de prensa hubo la habitual estampida de periodistas para acaparar los teléfonos y llamar a sus respectivas redacciones, emisoras de radio y televisión con las noticias. Tanta expectación era debida a que la historia del concejal era actualidad desde hacía una semana, y todo el mundo seguía su desarrollo con interés
Después de aguantar empujones y pisotones durante un buen rato, ______ consiguió por fin llegar a un teléfono que funcionara. Telefoneó rápidamente y contó un somero resumen de la conferencia, justo a tiempo para que lo incluyeran en la siguiente edición.
Cuando hubo terminado, se apoyó en la pared, completamente agotada, observando a Roger, quien se acercaba a ella con toda tranquilidad.
—Sí, pero hoy precisamente se le ocurrió descomponerse. Odio las computadoras, casi tanto como a los reporteros de semanarios —murmuró ______—. Ustedes no tienen que salir disparados al teléfono y volver luego a su escritorio para redactar el reportaje ampliado...
-Sí, claro, nosotros llevamos una vida cómoda, sin agitaciones. No sabes cómo te equivocas. Mira, para tu información, te diré que el trabajo de los reporteros de semanarios es mucho más agotador que el de los periódicos. Ustedes no tienen que pegar su artículo, y volverlo a pegar si no cuadra bien, y volverlo a probar, y hacer líneas enteras para que se adapte al formato, y hacer anuncios y contestar el teléfono, y hacer trabajo comercial en la librería de detrás de la imprenta, y vender artículos de oficina y conseguir suscripciones...
—¡Por favor, para ya!
Roger se encogió de hombros.
—Lo único que hacía era recordarte la suerte que tienes. Bueno—añadió guardando un bolígrafo el enbolsillo de la camisa—, me voy. Me alegro mucho de haberte visto, ______.
—Lo mismo digo.
Él la miró con una sonrisa.
—Si te vienes a cenar conmigo, a lo mejor consigo convencerte de que cambies de trabajo y todo. Vamos, ______, te invito a una pizza.
_________ estuvo a punto de aceptar, pues aunque Roger no era ni mucho menos un príncipe encantador, le resultaba muy simpático, y le hubiera agradado desahogarse con él de las frustraciones de su trabajo. Sin embargo, tenía la casa sin recoger desde hacía días, y no podía retrasar más una pequeña limpieza.
—Te lo agradezco, Roger, pero tengo la casa hecha un desastre y hoy ya no me queda más remedio que recogerla un poco. ¿Lo dejamos para otro día?
—Está bien, si me sonríes así, no puedo negarme. Otro día será. Hasta luego, preciosa.
Roger le guiñó un ojo y se alejó, mientras ______ lo contemplaba alejarse pensando cómo una persona en su sano juicio podía haber rechazado la oportunidad de cenar gratis, tal y como estaban las cosas.
_________ llegó a su casa completamente agotada; lo único que deseaba era sumergirse en un baño de espuma y dormir. Cuando llegó a la puerta, oyó que el teléfono estaba sonando dentro. Entró corriendo y consiguió tomarlo antes que colgaran.
—¿Dígame?—contestó casi sin aliento—. Si eres tú, Dan Harvey, te advierto que no voy a cubrir ninguna información más por hoy, así que puedes ir buscando a la gente que ande escondida por el cuarto de baño...
—No soy Harvey —le interrumpió una voz profunda y familiar.
________ sintió que el corazón le daba un vuelco.
—¿Joe? ¿Eres tú?
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
HASTA AHI! perdon si son cortitoos pero no tengo mucho tiempo adiosiin!
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
:O Se murio tu abuela?
a mi se me murio mi abuelo :c
my Pesame para tu familia :c
Esto que se no valla un familiar .... :/
Pero centrandome...
aaaaaaaaaaaah!
LA LLAMO?
:O
Siguela! ><
a mi se me murio mi abuelo :c
my Pesame para tu familia :c
Esto que se no valla un familiar .... :/
Pero centrandome...
aaaaaaaaaaaah!
LA LLAMO?
:O
Siguela! ><
Feer :)x.
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
Awuaaa aleee cuanto lo siento, lo de tu abuela! Espero que este en el cielo disfrutando!!!
Besoss y espero q pronte seas la misma feliz de antes!!!
En cuanto a los capiss! Ps sii algo cortoss pero te entiendo, mas bien hiciste mucho por nosotras!
Todos los capos me encantaron! Aunq no hubo mucho relevancia!
Igual meee muero por saber q sigue!!!
Ahhhhh muero x q la invitee a salir!
Y pss todasss sabemos q Joe quiere mas q una aventura con la rayiss!!!
Ahhh se enamorara!!! :P
Siguelaaa con caracter de urgencia!
Siguelaaa
#SIGUELA
Amoooo como escribes!!!!!
Att: tu siempree fiel y megaaa superr adicta lectoraaa!!!!!! Besosss
Besoss y espero q pronte seas la misma feliz de antes!!!
En cuanto a los capiss! Ps sii algo cortoss pero te entiendo, mas bien hiciste mucho por nosotras!
Todos los capos me encantaron! Aunq no hubo mucho relevancia!
Igual meee muero por saber q sigue!!!
Ahhhhh muero x q la invitee a salir!
Y pss todasss sabemos q Joe quiere mas q una aventura con la rayiss!!!
Ahhh se enamorara!!! :P
Siguelaaa con caracter de urgencia!
Siguelaaa
#SIGUELA
Amoooo como escribes!!!!!
Att: tu siempree fiel y megaaa superr adicta lectoraaa!!!!!! Besosss
Yhosdaly
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
Ale.. Siento mucho lo de tu abuela.. en serio.. Lo siento muchisimo, yo nunca he perdido a alguien tan cercano de mi familia como lo es una abuela, y no lo quiero ni imaginar... No te preocupes nosotras podemos esperar..
-Gracias por subir cap de todas formas :)
Por cierto Nueva lectora!.. y no sobra decir qe me encanta xD
#Síguela SIN APUROS ;)
-Gracias por subir cap de todas formas :)
Por cierto Nueva lectora!.. y no sobra decir qe me encanta xD
#Síguela SIN APUROS ;)
Bubu ✌
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
Awuaaa aleee cuanto lo siento, lo de tu abuela! Espero que este en el cielo disfrutando!!!
Besoss y espero q pronte seas la misma feliz de antes!!!
En cuanto a los capiss! Ps sii algo cortoss pero te entiendo, mas bien hiciste mucho por nosotras!
Todos los capos me encantaron! Aunq no hubo mucho relevancia!
Igual meee muero por saber q sigue!!!
Ahhhhh muero x q la invitee a salir!
Y pss todasss sabemos q Joe quiere mas q una aventura con la rayiss!!!
Ahhh se enamorara!!! :P
Siguelaaa con caracter de urgencia!
Siguelaaa
#SIGUELA
Amoooo como escribes!!!!!
Att: tu siempree fiel y megaaa superr adicta lectoraaa!!!!!! Besosss
Besoss y espero q pronte seas la misma feliz de antes!!!
En cuanto a los capiss! Ps sii algo cortoss pero te entiendo, mas bien hiciste mucho por nosotras!
Todos los capos me encantaron! Aunq no hubo mucho relevancia!
Igual meee muero por saber q sigue!!!
Ahhhhh muero x q la invitee a salir!
Y pss todasss sabemos q Joe quiere mas q una aventura con la rayiss!!!
Ahhh se enamorara!!! :P
Siguelaaa con caracter de urgencia!
Siguelaaa
#SIGUELA
Amoooo como escribes!!!!!
Att: tu siempree fiel y megaaa superr adicta lectoraaa!!!!!! Besosss
Yhosdaly
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
A _______ casi le parecía escuchar su sonrisa.
—Llevo una hora llamándote. Pensé que salías a las cinco.
_______, que tenía un nudo en la garganta, se dejó caer en una silla haciendo un esfuerzo por no temblar demasiado. Habían transcurrido dos semanas desde la boda de Margo, pero a ella le parecía que llevaba años sin verlo.
—Sí, salgo a esa hora, pero hoy tuve que asistir a una conferencia de prensa en el ayuntamiento y el tráfico estaba imposible.
—¿Quieres cenar esta noche conmigo? —le preguntó él a bocajarro, empleando un tono que nunca había utilizado con ella antes.
________ estuvo a punto de morirse al recordar lo poco que había faltado para que se marchara con Roger.
—Ahora son las seis y media —respondió mirando su reloj.
—¿Puedes arreglarte en media hora?
—¡Por supuesto!
Joe se echó a reír.
—Entonces paso a buscarte a las siete.
—Espera un momento. Tú no sabes dónde vivo
—Sí lo sé —respondió él lacónicamente, y colgó sin mediar más palabra.
________ tardó diez minutos en ducharse y secarse el pelo, pero la elección del vestido apropiado para la ocasión le costó un cuarto de hora de profundas reflexiones. Uno le parecía demasiado serio, el otro excesivamente descocado, y el tercero tristemente viejo. El único que podía pasar era su favorito, un vestido negro de seda con un pronunciado escote y falda estrecha que le llegaba por mitad de la rodilla. Resultaba sencillo y a la vez elegante, con el complemento de los zapatos altos de terciopelo negro y la gargantilla dorada. Se dejó el largo pelo negro suelto y no se maquilló demasiado, porque sabía que a Joe no le gustaban las mujeres demasiado sofisticadas.
Llegó puntual; cuando daban las siete, llamó al timbre, y _____ accionó el botón del portero automático con manos temblorosas. Minutos después, le abrió la puerta temblando de pies a cabeza, aunque estaba haciendo todo lo posible por fingir que estaba tranquila.
—Llevo una hora llamándote. Pensé que salías a las cinco.
_______, que tenía un nudo en la garganta, se dejó caer en una silla haciendo un esfuerzo por no temblar demasiado. Habían transcurrido dos semanas desde la boda de Margo, pero a ella le parecía que llevaba años sin verlo.
—Sí, salgo a esa hora, pero hoy tuve que asistir a una conferencia de prensa en el ayuntamiento y el tráfico estaba imposible.
—¿Quieres cenar esta noche conmigo? —le preguntó él a bocajarro, empleando un tono que nunca había utilizado con ella antes.
________ estuvo a punto de morirse al recordar lo poco que había faltado para que se marchara con Roger.
—Ahora son las seis y media —respondió mirando su reloj.
—¿Puedes arreglarte en media hora?
—¡Por supuesto!
Joe se echó a reír.
—Entonces paso a buscarte a las siete.
—Espera un momento. Tú no sabes dónde vivo
—Sí lo sé —respondió él lacónicamente, y colgó sin mediar más palabra.
________ tardó diez minutos en ducharse y secarse el pelo, pero la elección del vestido apropiado para la ocasión le costó un cuarto de hora de profundas reflexiones. Uno le parecía demasiado serio, el otro excesivamente descocado, y el tercero tristemente viejo. El único que podía pasar era su favorito, un vestido negro de seda con un pronunciado escote y falda estrecha que le llegaba por mitad de la rodilla. Resultaba sencillo y a la vez elegante, con el complemento de los zapatos altos de terciopelo negro y la gargantilla dorada. Se dejó el largo pelo negro suelto y no se maquilló demasiado, porque sabía que a Joe no le gustaban las mujeres demasiado sofisticadas.
Llegó puntual; cuando daban las siete, llamó al timbre, y _____ accionó el botón del portero automático con manos temblorosas. Minutos después, le abrió la puerta temblando de pies a cabeza, aunque estaba haciendo todo lo posible por fingir que estaba tranquila.
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
—Estás muy guapa —le dijo al verla, fijándose en el vestido—. Me alegro de que no hayas pensado que iba a llevarte a comer una hamburguesa.
______ se sonrojó.
—Yo...
—Toma el bolso y vámonos. He reservado mesa para las siete y media.
Ella obedeció sin decir nada, cerró la puerta con llave y lo siguió hasta el ascensor.
—La verdad es que no me avisaste de lo que me debía poner.
______ no iba a admitir que se había vestido de aquella manera sólo para gustarle.
Una vez dentro del ascensor, ______ se sintió observada, y con cierto sobresalto cayó en la cuenta de que era la primera vez que se encontraba a solas con él. Para ______ era una novedad sentirse mirada por él como una mujer, y no como la niña amiga de su sobrina. De pronto todo se le antojaba diferente, y quizá por eso, el corazón le latía alocadamente.
—Te noto nerviosa conmigo... ¿por qué?
_______ se encogió de hombros.
—Tú siempre me pones nerviosa... no sé, consigues intimidarme.
—Ya no eres una niña. Hazte a la idea de que esta noche eres mi pareja, no la mejor amiga de Margo. Espero no tener que ponerte el babero cuando nos sentemos a la mesa.
Aquello era pasarse de la raya. En un arranque de orgullo, _______ le advirtió:
—Oye, si prefieres cenar solo...
— Desde luego, como sigas haciéndote la tímida conmigo, me arrepentiré de no haber salido a cenar solo. Para tu información, si hubiera querido la compañía de una jovencita virgen, me habría buscado una...
______ estuvo a punto de gritarle que ella era eso ni más ni menos, pero se contuvo a tiempo porque sabía que semejante confesión sólo serviría para echar a perder la velada de antemano. Se había pasado años soñando con aquella noche y ahora no podía estropearla con una indiscreción.
Así que en lugar de contestarle como hubiera querido, se las arregló para esbozar una sonrisa coqueta y dijo:
—Perdona, es que hoy he tenido un día de mucho trabajo.
Joe aceptó sus disculpas con una simple mirada. Cuando llegaron a la planta baja, la tomó del brazo y la condujo hasta un flamante Mercedes plateado de alquiler.
______ se sonrojó.
—Yo...
—Toma el bolso y vámonos. He reservado mesa para las siete y media.
Ella obedeció sin decir nada, cerró la puerta con llave y lo siguió hasta el ascensor.
—La verdad es que no me avisaste de lo que me debía poner.
______ no iba a admitir que se había vestido de aquella manera sólo para gustarle.
Una vez dentro del ascensor, ______ se sintió observada, y con cierto sobresalto cayó en la cuenta de que era la primera vez que se encontraba a solas con él. Para ______ era una novedad sentirse mirada por él como una mujer, y no como la niña amiga de su sobrina. De pronto todo se le antojaba diferente, y quizá por eso, el corazón le latía alocadamente.
—Te noto nerviosa conmigo... ¿por qué?
_______ se encogió de hombros.
—Tú siempre me pones nerviosa... no sé, consigues intimidarme.
—Ya no eres una niña. Hazte a la idea de que esta noche eres mi pareja, no la mejor amiga de Margo. Espero no tener que ponerte el babero cuando nos sentemos a la mesa.
Aquello era pasarse de la raya. En un arranque de orgullo, _______ le advirtió:
—Oye, si prefieres cenar solo...
— Desde luego, como sigas haciéndote la tímida conmigo, me arrepentiré de no haber salido a cenar solo. Para tu información, si hubiera querido la compañía de una jovencita virgen, me habría buscado una...
______ estuvo a punto de gritarle que ella era eso ni más ni menos, pero se contuvo a tiempo porque sabía que semejante confesión sólo serviría para echar a perder la velada de antemano. Se había pasado años soñando con aquella noche y ahora no podía estropearla con una indiscreción.
Así que en lugar de contestarle como hubiera querido, se las arregló para esbozar una sonrisa coqueta y dijo:
—Perdona, es que hoy he tenido un día de mucho trabajo.
Joe aceptó sus disculpas con una simple mirada. Cuando llegaron a la planta baja, la tomó del brazo y la condujo hasta un flamante Mercedes plateado de alquiler.
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
—Es como el tuyo —comentó ______ al subirse.
En efecto, los Jonas tenían dos coches: un Lincoln negro y un Mercedes plateado exactamente igual que aquel, además del resto de los vehículos del rancho.
—Es que es el mío, ______. Ya sabes que no me gustan nada los aviones, así que me vine en coche.
—Habrás tardado por lo menos un día entero —observó _______.
—He hecho el viaje en dos días, porque me paré en Wisconsin. Tenía que hablar con un granjero de allí.
Resultaba sorprendente que hubiera llegado hasta Chicago sin matarse, sabiendo cómo conducía.
—¿No te han puesto ninguna multa por exceso de velocidad?
—Perdona, ¿cómo dices? —preguntó fríamente.
_____ bajó los ojos, obstinada.
—¿Cuántos coches destrozaste mientras estabas en la universidad?
—Yo no soy un mal conductor —en el momento en que decía aquello, salió a la carretera, sin darse cuenta de que en aquel momento pasaba un vehículo, que tuvo que frenar para no chocar por detrás—. Idiotas —murmuró—. En esta maldita ciudad nadie sabe conducir como es debido. Van como locos. Esta noche he tenido ya cinco amenazas de encontronazo.
_____ no dijo nada, porque estaba demasiado concentrada haciendo grandes esfuerzos para no echarse a reír.
—Está bien, está bien. Pero que quede claro que no fueron tres coches los que dejé inservibles, como todo el mundo dice, sino dos.
Se miraron, sonrientes, y _______ se sonrojó un poco al darse cuenta de que se fijaba en sus labios.
—Dime, _______, ¿con quién me has confundido esta tarde cuando te llamé por teléfono?
— Con el jefe de redacción del periódico. Tengo una habilidad especial para que me den las peores tareas, porque el resto de la gente se escabulle.
— Me dijiste que estuviste en una conferencia de prensa. ¿De quién? —preguntó él sacando un cigarrillo.
________ le contó la historia del concejal, sus planes para la barriada y las reformas que con tanto éxito estaba llevando a cabo el alcalde.
—Las ciudades grandes como ésta cada vez están más deshumanizadas, y siempre es positivo que se intenten soluciones para los barrios más conflictivos. A mí también me alegra porque me gusta Chicago.
Joe la miró con curiosidad, pero no dijo nada. Hubo un silencio, al cabo del cual, ________ dijo:
—Nunca habías querido salir conmigo. De hecho, yo estaba convencida de que me odiabas.
Acababan de llegar al restaurante. Joe detuvo el coche, puso el freno de mano y la miró.
—El odio y el deseo son las dos caras de una misma moneda. Yo no podía seducir a la mejor amiga de mi sobrina.
________ tuvo la sensación de que el corazón quería salírsele del pecho.
—Yo... no me había dado cuenta.
—Porque yo me he preocupado siempre de disimular —respondió Joe con voz suave, recorriéndola con una mirada intensa—. Mi mayor preocupación era mantener a Margo al margen de esas cosas. Por eso no he llevado nunca mujeres a casa. Tú eras la posibilidad más difícil, de hecho la primera mujer de mi vida que estaba completamente fuera de mi alcance.
________ lo escuchaba sin dejar de pensar ni un momento en que Joe estaba hablando en términos de deseo y no de amor. Tal y como le había aconsejado su hermano Tom, más le valía andarse con cuidado. Pero era inútil, porque ya no podía hacer nada; Joe se había introducido en su corazón, lo amaba demasiado como para dar marcha atrás.
—Pero ahora Margo se ha casado —añadió él con voz cálida, acariciándole el pelo de una manera que la hizo temblar—, y ya no tengo por qué disimular durante más tiempo. Ya tienes casi veinticinco años, eres una mujer independiente y responsable, y vives en la ciudad. Ya no tengo que tratarte como a una niña, ¿verdad, ________?
A ________ no le importaba en absoluto cómo la tratara, y ahí residía el problema. Por una parte hubiera deseado decirle que se equivocaba al juzgarla; hablarle de su niñez y de la severísima educación que había recibido de su padre, pero también temía que al saber la verdad él regresara a Dakota del Sur y no volviera a acercarse a ella. Por eso se mordió la lengua y no le dijo que estaba equivocado.
Joe terminó de fumar su cigarro lentamente, y al inclinarse a apagarlo se acercó mucho a ella, tanto que casi la rozaba. _______ sintió que se perdía en la profundidad de sus ojos, en su olor. Sintió que el corazón le daba un vuelco cuando él posó la mano en su mejilla y comenzó a acariciarla lentamente, pasando los dedos por sus labios.
—No llevas maquillaje —comentó suavemente —. Me gusta. Además, vas vestida como una señora —añadió fijándose en su vestido —. Dime, ¿llevas algo debajo del vestido?
Sonrojándose, ________ apartó la vista, luchando para no mostrarse como la niña inocente que era.
En efecto, los Jonas tenían dos coches: un Lincoln negro y un Mercedes plateado exactamente igual que aquel, además del resto de los vehículos del rancho.
—Es que es el mío, ______. Ya sabes que no me gustan nada los aviones, así que me vine en coche.
—Habrás tardado por lo menos un día entero —observó _______.
—He hecho el viaje en dos días, porque me paré en Wisconsin. Tenía que hablar con un granjero de allí.
Resultaba sorprendente que hubiera llegado hasta Chicago sin matarse, sabiendo cómo conducía.
—¿No te han puesto ninguna multa por exceso de velocidad?
—Perdona, ¿cómo dices? —preguntó fríamente.
_____ bajó los ojos, obstinada.
—¿Cuántos coches destrozaste mientras estabas en la universidad?
—Yo no soy un mal conductor —en el momento en que decía aquello, salió a la carretera, sin darse cuenta de que en aquel momento pasaba un vehículo, que tuvo que frenar para no chocar por detrás—. Idiotas —murmuró—. En esta maldita ciudad nadie sabe conducir como es debido. Van como locos. Esta noche he tenido ya cinco amenazas de encontronazo.
_____ no dijo nada, porque estaba demasiado concentrada haciendo grandes esfuerzos para no echarse a reír.
—Está bien, está bien. Pero que quede claro que no fueron tres coches los que dejé inservibles, como todo el mundo dice, sino dos.
Se miraron, sonrientes, y _______ se sonrojó un poco al darse cuenta de que se fijaba en sus labios.
—Dime, _______, ¿con quién me has confundido esta tarde cuando te llamé por teléfono?
— Con el jefe de redacción del periódico. Tengo una habilidad especial para que me den las peores tareas, porque el resto de la gente se escabulle.
— Me dijiste que estuviste en una conferencia de prensa. ¿De quién? —preguntó él sacando un cigarrillo.
________ le contó la historia del concejal, sus planes para la barriada y las reformas que con tanto éxito estaba llevando a cabo el alcalde.
—Las ciudades grandes como ésta cada vez están más deshumanizadas, y siempre es positivo que se intenten soluciones para los barrios más conflictivos. A mí también me alegra porque me gusta Chicago.
Joe la miró con curiosidad, pero no dijo nada. Hubo un silencio, al cabo del cual, ________ dijo:
—Nunca habías querido salir conmigo. De hecho, yo estaba convencida de que me odiabas.
Acababan de llegar al restaurante. Joe detuvo el coche, puso el freno de mano y la miró.
—El odio y el deseo son las dos caras de una misma moneda. Yo no podía seducir a la mejor amiga de mi sobrina.
________ tuvo la sensación de que el corazón quería salírsele del pecho.
—Yo... no me había dado cuenta.
—Porque yo me he preocupado siempre de disimular —respondió Joe con voz suave, recorriéndola con una mirada intensa—. Mi mayor preocupación era mantener a Margo al margen de esas cosas. Por eso no he llevado nunca mujeres a casa. Tú eras la posibilidad más difícil, de hecho la primera mujer de mi vida que estaba completamente fuera de mi alcance.
________ lo escuchaba sin dejar de pensar ni un momento en que Joe estaba hablando en términos de deseo y no de amor. Tal y como le había aconsejado su hermano Tom, más le valía andarse con cuidado. Pero era inútil, porque ya no podía hacer nada; Joe se había introducido en su corazón, lo amaba demasiado como para dar marcha atrás.
—Pero ahora Margo se ha casado —añadió él con voz cálida, acariciándole el pelo de una manera que la hizo temblar—, y ya no tengo por qué disimular durante más tiempo. Ya tienes casi veinticinco años, eres una mujer independiente y responsable, y vives en la ciudad. Ya no tengo que tratarte como a una niña, ¿verdad, ________?
A ________ no le importaba en absoluto cómo la tratara, y ahí residía el problema. Por una parte hubiera deseado decirle que se equivocaba al juzgarla; hablarle de su niñez y de la severísima educación que había recibido de su padre, pero también temía que al saber la verdad él regresara a Dakota del Sur y no volviera a acercarse a ella. Por eso se mordió la lengua y no le dijo que estaba equivocado.
Joe terminó de fumar su cigarro lentamente, y al inclinarse a apagarlo se acercó mucho a ella, tanto que casi la rozaba. _______ sintió que se perdía en la profundidad de sus ojos, en su olor. Sintió que el corazón le daba un vuelco cuando él posó la mano en su mejilla y comenzó a acariciarla lentamente, pasando los dedos por sus labios.
—No llevas maquillaje —comentó suavemente —. Me gusta. Además, vas vestida como una señora —añadió fijándose en su vestido —. Dime, ¿llevas algo debajo del vestido?
Sonrojándose, ________ apartó la vista, luchando para no mostrarse como la niña inocente que era.
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
—¿Por qué no entramos a cenar?
Joe se echó a reír.
—Muy bien. Lo haremos a tu manera, si eso es lo que quieres.
________ no sabía a qué se refería con aquella frase, pero prefirió no preguntar, porque era más seguro.
El restaurante estaba prácticamente lleno, pero a ellos les dieron una mesa en el piso superior. El ambiente era tan exquisito, que ______ no pudo evitar sentirse un tanto fuera de lugar, a pesar del elegante vestido que llevaba. Ella habría tenido que ahorrar durante meses para poder permitirse una cena en un sitio como aquel, mientras que todas las mujeres que veía a su alrededor olían a dinero y abundancia.
—No pongas esa cara, mujer —dijo Joe, advirtiendo su turbación —. Al fin y al cabo son personas, como tú y como yo.
______ se echó a reír, nerviosa.
—Si tú supieras cómo me he criado yo
—Lo sé. Conozco la casa de tu abuela. Era un viejo edificio Victoriano, pero elegante a su manera.
—Yo pasé mi niñez en Nebraska. En una granja. Mi padre era pobre, y mi madre se fue de casa cuando Tom y yo éramos unos bebés. Después seguimos viviendo con mi padre hasta que murió.
Lo que no dijo es que había muerto de un tumor cerebral que lo hizo enloquecer. Se estremeció imperceptiblemente al evocar tantos recuerdos dolorosos. Después de lo que había pasado con su padre, todavía sentía miedo a la autoridad masculina. Todavía le parecía escuchar los gritos de su padre, y sentía los correazos que le propinaba cada vez que se producía uno de sus frecuentes ataques de ira.
—Yo siempre he sido rico —contestó Joe—. Heredamos el dinero de mi bisabuelo, que hizo su fortuna por el año 1880, cuando los temporales acabaron con más de la mitad del ganado del oeste. El viejo diablo debía tener una habilidad especial para prever el mal tiempo, y se las arregló para trasladar su ganado al este antes que llegara el temporal de nieve. Así hizo su fortuna.
—Pero el dinero trae consigo quebraderos de cabeza —comentó ______, estudiándolo con atención—. Tú, por ejemplo, apenas dispones de tiempo para dedicarlo a ti mismo.
Joe torció la boca.
—¿Tú crees?
_______ bajó la vista, fijándola en el mantel. Por un momento sólo se escuchó la melodía romántica de fondo y el ruido mitigado de las conversaciones a su alrededor.
—Por lo menos durante el día. Cuando Margo y yo éramos pequeñas y yo pasaba temporadas en el rancho, recuerdo que tú siempre estabas ocupado con algo.
—Cuando se tienen negocios entre manos, uno no puede estar con los brazos cruzados, _______. Yo no podría soportar una vida inactiva.
Y era cierto. ______ no podía imaginarse a un hombre de su constitución y fuerza física sentado todo el día detrás de un escritorio.
—Yo tampoco soportaría estar sin hacer nada. Aunque mi trabajo es a veces desagradable, también tiene muchas compensaciones.
—En eso te creo. Trabajas rodeada de hombres, ¿verdad?
Era evidente el doble sentido de su pregunta. Pero ______ no estaba dispuesta a dejarse avasallar, y lo miró directamente, sin vacilar.
—Sí, trabajo con muchos hombres, y no sólo en la redacción del periódico. También conozco policías, miembros de equipos de rescate, políticos... ya sabes. Yo soy como cualquiera de los compañeros.
—Ya lo veo —respondió él con marcada ironía, fijándose en el escote de su vestido.
—Para tu información, cuando voy a trabajar no me pongo vestidos provocativos, ni me dedico a mirar a hombres casados... ¡y si sigues haciendo alusiones veladas sobre lo que sorprendiste en la caseta de baño hace seis años, me iré ahora mismo de aquí!
—Siéntate.
Se lo dijo con tanta frialdad, que ______ se sintió enferma. Casi inconscientemente, quizá intimidada por su manera de mirarla, se sentó, temblando de furia. A su alrededor, la gente se volvía, quizá interesada por lo que debía parecer una pelea de enamorados.
Sé muy bien lo que pensaste aquel día, y te vuelvo a repetir que estabas equivocado.
—Lo que vi era demasiado evidente para que ahora vengas tú a negármelo. Si en vez de ser tú hubiera encontrado allí a mi sobrina, le habría partido la cara sin dudarlo, aunque ella lo hubiera provocado.
Así era su carácter; luchaba por lo que era suyo como un tigre, pero no por _______, porque de ella pensaba que era una muchachita ligera de cascos que no necesitaba la protección de nadie. Resultaba incluso sorprendente que se inclinara de tal modo a creer siempre lo peor de ella, aun cuando las evidencias apuntaban lo contrario. Después de conocerla durante años, y de ser encantador con ella, en un solo día había cambiado por completo de opinión. La verdad era que _______ nunca había comprendido el porqué.
—Qué afortunada era Margo al tenerte a ti para que la mimaras —murmuró amargamente—. Tom y yo nunca hemos tenido ese problema, desde luego.
Joe se echó a reír.
—Muy bien. Lo haremos a tu manera, si eso es lo que quieres.
________ no sabía a qué se refería con aquella frase, pero prefirió no preguntar, porque era más seguro.
El restaurante estaba prácticamente lleno, pero a ellos les dieron una mesa en el piso superior. El ambiente era tan exquisito, que ______ no pudo evitar sentirse un tanto fuera de lugar, a pesar del elegante vestido que llevaba. Ella habría tenido que ahorrar durante meses para poder permitirse una cena en un sitio como aquel, mientras que todas las mujeres que veía a su alrededor olían a dinero y abundancia.
—No pongas esa cara, mujer —dijo Joe, advirtiendo su turbación —. Al fin y al cabo son personas, como tú y como yo.
______ se echó a reír, nerviosa.
—Si tú supieras cómo me he criado yo
—Lo sé. Conozco la casa de tu abuela. Era un viejo edificio Victoriano, pero elegante a su manera.
—Yo pasé mi niñez en Nebraska. En una granja. Mi padre era pobre, y mi madre se fue de casa cuando Tom y yo éramos unos bebés. Después seguimos viviendo con mi padre hasta que murió.
Lo que no dijo es que había muerto de un tumor cerebral que lo hizo enloquecer. Se estremeció imperceptiblemente al evocar tantos recuerdos dolorosos. Después de lo que había pasado con su padre, todavía sentía miedo a la autoridad masculina. Todavía le parecía escuchar los gritos de su padre, y sentía los correazos que le propinaba cada vez que se producía uno de sus frecuentes ataques de ira.
—Yo siempre he sido rico —contestó Joe—. Heredamos el dinero de mi bisabuelo, que hizo su fortuna por el año 1880, cuando los temporales acabaron con más de la mitad del ganado del oeste. El viejo diablo debía tener una habilidad especial para prever el mal tiempo, y se las arregló para trasladar su ganado al este antes que llegara el temporal de nieve. Así hizo su fortuna.
—Pero el dinero trae consigo quebraderos de cabeza —comentó ______, estudiándolo con atención—. Tú, por ejemplo, apenas dispones de tiempo para dedicarlo a ti mismo.
Joe torció la boca.
—¿Tú crees?
_______ bajó la vista, fijándola en el mantel. Por un momento sólo se escuchó la melodía romántica de fondo y el ruido mitigado de las conversaciones a su alrededor.
—Por lo menos durante el día. Cuando Margo y yo éramos pequeñas y yo pasaba temporadas en el rancho, recuerdo que tú siempre estabas ocupado con algo.
—Cuando se tienen negocios entre manos, uno no puede estar con los brazos cruzados, _______. Yo no podría soportar una vida inactiva.
Y era cierto. ______ no podía imaginarse a un hombre de su constitución y fuerza física sentado todo el día detrás de un escritorio.
—Yo tampoco soportaría estar sin hacer nada. Aunque mi trabajo es a veces desagradable, también tiene muchas compensaciones.
—En eso te creo. Trabajas rodeada de hombres, ¿verdad?
Era evidente el doble sentido de su pregunta. Pero ______ no estaba dispuesta a dejarse avasallar, y lo miró directamente, sin vacilar.
—Sí, trabajo con muchos hombres, y no sólo en la redacción del periódico. También conozco policías, miembros de equipos de rescate, políticos... ya sabes. Yo soy como cualquiera de los compañeros.
—Ya lo veo —respondió él con marcada ironía, fijándose en el escote de su vestido.
—Para tu información, cuando voy a trabajar no me pongo vestidos provocativos, ni me dedico a mirar a hombres casados... ¡y si sigues haciendo alusiones veladas sobre lo que sorprendiste en la caseta de baño hace seis años, me iré ahora mismo de aquí!
—Siéntate.
Se lo dijo con tanta frialdad, que ______ se sintió enferma. Casi inconscientemente, quizá intimidada por su manera de mirarla, se sentó, temblando de furia. A su alrededor, la gente se volvía, quizá interesada por lo que debía parecer una pelea de enamorados.
Sé muy bien lo que pensaste aquel día, y te vuelvo a repetir que estabas equivocado.
—Lo que vi era demasiado evidente para que ahora vengas tú a negármelo. Si en vez de ser tú hubiera encontrado allí a mi sobrina, le habría partido la cara sin dudarlo, aunque ella lo hubiera provocado.
Así era su carácter; luchaba por lo que era suyo como un tigre, pero no por _______, porque de ella pensaba que era una muchachita ligera de cascos que no necesitaba la protección de nadie. Resultaba incluso sorprendente que se inclinara de tal modo a creer siempre lo peor de ella, aun cuando las evidencias apuntaban lo contrario. Después de conocerla durante años, y de ser encantador con ella, en un solo día había cambiado por completo de opinión. La verdad era que _______ nunca había comprendido el porqué.
—Qué afortunada era Margo al tenerte a ti para que la mimaras —murmuró amargamente—. Tom y yo nunca hemos tenido ese problema, desde luego.
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
—Tu abuela no era pobre —arguyó Joe.
—No me estaba refiriendo al dinero.
Lo que les había faltado a Tom y a ella había sido un poco de amor. La abuela ______** nunca había sido una persona demasiado afectiva, y no había renunciado a nada por ellos; por el contrario, estaba obsesionada con la idea de que a los niños no había que mimarlos demasiado.
En aquel momento se presentó el camarero con las cartas, y ______ estudió la suya sin el menor interés. Aquella conversación había terminado del todo con su apetito.
—¿Qué quieres? —preguntó Joe en tono indiferente.
________ se limitó a responderle con una mirada que no requería palabras adicionales. La reacción de Joe fue romper a reír con todas sus ganas.
—Es cierto eso de que hay miradas que matan... ¿estabas pensando que te gustaría verme a mí incluido en el menú?
—Te odio —replicó ________ con toda su alma—. Ha sido un tremendo error por mi parte acceder a salir contigo. No, no quiero comer nada; me quiero ir. Tú quédate y disfruta de tu cena. Yo voy a tomar un taxi y me voy a casa...
—Como no te sientes ahora mismo, aquí va a haber algo más que palabras. Detesto las escenitas de este tipo.
—Pues qué casualidad, porque hasta esta noche no había tenido que hacer nunca alguna —replicó ______ secamente.
Joe se quedó mirándola, envuelto en un tumulto de sentimientos contradictorios, de los cuales, el más intenso era el deseo. Aquella mujer era la más apetecible que había conocido, y se había pasado años y años haciéndose reproches y tratando de mitigar la pasión que lo consumía cada vez que la tenía cerca. Y ahora que las barreras habían desaparecido, no conseguía hacerse a la idea de que la tenía a su alcance, y se veía sumido en un mar de confusión. Era una mujer deliciosa; en ella se resumían todos sus sueños de seducción y dulzura, y lo peor era que no podía dejar de pensar en cuántos hombres la habrían deseado de la misma forma enloquecida que él, y cuántos la habrían poseído... llegado a ese punto, los celos lo atormentaban y no le dejaban en paz. Sin embargo, no le importaba; estaba dispuesto a tragarse toda la rabia con tal de poseerla una vez, aunque sólo fuera por una noche, el tiempo suficiente para conocer aquel cuerpo suave e insinuante encendido por la pasión. Después la fiebre se apagaría y se liberaría de su hechizo.
—No me estaba refiriendo al dinero.
Lo que les había faltado a Tom y a ella había sido un poco de amor. La abuela ______** nunca había sido una persona demasiado afectiva, y no había renunciado a nada por ellos; por el contrario, estaba obsesionada con la idea de que a los niños no había que mimarlos demasiado.
En aquel momento se presentó el camarero con las cartas, y ______ estudió la suya sin el menor interés. Aquella conversación había terminado del todo con su apetito.
—¿Qué quieres? —preguntó Joe en tono indiferente.
________ se limitó a responderle con una mirada que no requería palabras adicionales. La reacción de Joe fue romper a reír con todas sus ganas.
—Es cierto eso de que hay miradas que matan... ¿estabas pensando que te gustaría verme a mí incluido en el menú?
—Te odio —replicó ________ con toda su alma—. Ha sido un tremendo error por mi parte acceder a salir contigo. No, no quiero comer nada; me quiero ir. Tú quédate y disfruta de tu cena. Yo voy a tomar un taxi y me voy a casa...
—Como no te sientes ahora mismo, aquí va a haber algo más que palabras. Detesto las escenitas de este tipo.
—Pues qué casualidad, porque hasta esta noche no había tenido que hacer nunca alguna —replicó ______ secamente.
Joe se quedó mirándola, envuelto en un tumulto de sentimientos contradictorios, de los cuales, el más intenso era el deseo. Aquella mujer era la más apetecible que había conocido, y se había pasado años y años haciéndose reproches y tratando de mitigar la pasión que lo consumía cada vez que la tenía cerca. Y ahora que las barreras habían desaparecido, no conseguía hacerse a la idea de que la tenía a su alcance, y se veía sumido en un mar de confusión. Era una mujer deliciosa; en ella se resumían todos sus sueños de seducción y dulzura, y lo peor era que no podía dejar de pensar en cuántos hombres la habrían deseado de la misma forma enloquecida que él, y cuántos la habrían poseído... llegado a ese punto, los celos lo atormentaban y no le dejaban en paz. Sin embargo, no le importaba; estaba dispuesto a tragarse toda la rabia con tal de poseerla una vez, aunque sólo fuera por una noche, el tiempo suficiente para conocer aquel cuerpo suave e insinuante encendido por la pasión. Después la fiebre se apagaría y se liberaría de su hechizo.
#Alejandra
Re: "Traicionados por el Amor" (Joe y tu)TERMINADA
_____ no se podía imaginar que Joe había empezado a mirarla como una mujer desde el momento en que la vio besando a aquel muchacho en la piscina, presa de apasionamiento, pero cuando su deseo se manifestó con más brutalidad fue al sorprenderla desnuda en la caseta de baño. La impresión había sido tan fuerte, que estalló.
Joe ni siquiera quería salir con ella aquella noche, pero el deseo había terminado por vencer a la voluntad. Era una fuerza irresistible que no podía detener. Por eso se alegraba en el fondo de que ______ fuera una mujer experimentada en cuestiones sexuales; así no tendría que superar los escrúpulos de seducir a una inocente. Él pensaba, con su mentalidad un tanto anticuada, que el día que le hiciera el amor a una mujer virgen, tendría que casarse con ella.
_______ parecía triste, y él la miraba irritado consigo mismo. El deseo era tan fuerte que ya lo sentía como algo vivo en su cuerpo cuando ni siquiera la había tocado aún. Aquella mujer era una tentación. No importaba que no fuera inocente, porque si hubiera sido virgen, jamás se habría atrevido a ponerle una mano encima.
Joe se recostó en su asiento y paseó la mirada por el escote del vestido.
—Mírame.
Así lo hizo _______, temblorosa de furia. Lo había estropeado todo. Cuando ella habló, tenía la voz trémula.
—No debería haber venido contigo. Roger Dean quería invitarme a una pizza. Debería haber aceptado.
—¿De quién hablas?
—Roger Dean —repitió ______, aprovechándose de su irritación—. Es un reportero de otra revista. Un hombre muy guapo y muy simpático. A él le gusto tal como soy.
Entonces era cierto que había otros hombres. Aquella certeza lo hirió en lo más profundo, despertando un sentimiento que no tenía previsto.
Joe ni siquiera quería salir con ella aquella noche, pero el deseo había terminado por vencer a la voluntad. Era una fuerza irresistible que no podía detener. Por eso se alegraba en el fondo de que ______ fuera una mujer experimentada en cuestiones sexuales; así no tendría que superar los escrúpulos de seducir a una inocente. Él pensaba, con su mentalidad un tanto anticuada, que el día que le hiciera el amor a una mujer virgen, tendría que casarse con ella.
_______ parecía triste, y él la miraba irritado consigo mismo. El deseo era tan fuerte que ya lo sentía como algo vivo en su cuerpo cuando ni siquiera la había tocado aún. Aquella mujer era una tentación. No importaba que no fuera inocente, porque si hubiera sido virgen, jamás se habría atrevido a ponerle una mano encima.
Joe se recostó en su asiento y paseó la mirada por el escote del vestido.
—Mírame.
Así lo hizo _______, temblorosa de furia. Lo había estropeado todo. Cuando ella habló, tenía la voz trémula.
—No debería haber venido contigo. Roger Dean quería invitarme a una pizza. Debería haber aceptado.
—¿De quién hablas?
—Roger Dean —repitió ______, aprovechándose de su irritación—. Es un reportero de otra revista. Un hombre muy guapo y muy simpático. A él le gusto tal como soy.
Entonces era cierto que había otros hombres. Aquella certeza lo hirió en lo más profundo, despertando un sentimiento que no tenía previsto.
#Alejandra
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