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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
Zayn Javadd Mailk de Branfordamia. Es el típico príncipe del siglo XII que todos conocemos: atractivo, hábil, valiente y caballeroso. Pero tiene un gran defecto que él considera su mayor virtud : su amor incondicional hacia todas las mujeres. Gracias a esta actitud, es hechizado y enviado a Londres del 2014, en donde conoce a Rebecca Trutman, una chica sarcástica y de carácter fuerte que detesta los cuentos de hadas. A esta historia se suma Louis, su primo, Hanna de Jamesgard, la hermosa princesa candidata a romper el hechizo, y Nicole Horan y Niall, los amigos de Rebecca con quienes vive.
Género: Romance/Humor/Aventura/Fantasía.
Capítulos: ???
Parejas : Zayn/Rebecca. Harry/Nicole. Niall/Hanna.
Se necesitan chicas: Si, una para Liam y Louis.
Anahi1D16
Re: El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
Puedo estar con alguno? Necesitas mi ficha?
AgustinaMGallardo
Re: El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
Claro.AgustinaMGallardo escribió:Puedo estar con alguno? Necesitas mi ficha?
Anahi1D16
Re: El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
Introducción:
Todo Comienza con un Estúpido Hechizo.
Todo Comienza con un Estúpido Hechizo.
En un reino muy lejano, en donde las torres de los castillos se elevaban hasta topar con el cielo, los dragones se escondían en las cuevas, las hadas luchaban contra las brujas y los príncipes rescataban princesas, vivía Zayn Javadd Mailk de Branfordamia.
De ojos chocolate y mirada sagaz, era el príncipe más apuesto que podía habitar aquellos lares; gallardo, alto y valiente, siempre permanecía a la espera de nuevas aventuras que lo llevarían a tomar su negro corcel para cabalgar a toda velocidad por los frondosos bosques, hasta llegar a su objetivo: Una dulce y hermosa damisela que se arrojaría a sus brazos en cuanto la rescatase de un cruel destino...
-¡Alteza, Alteza! ¡Vuestro padre os reclama, Alteza!
La voz del sirviente le despertó de su sueño.sueño. Zayn abrió los ojos, lentamente, con suma pereza. Revolviéndose entre las espesas sábanas de su lecho, el cual estaba adornado por una rubia y desnuda mujer que dormía a su costado.
-¿Qué sucede?
-¡Hay intrusos en el castillo, Alteza! ¡Hay intrusos que solicitan la presencia de Vuestra Merced en el Salón del Trono!
El príncipe suspiró con desgana. Aquello era el colmo. ¿Y ahora qué ocurría? ¡Era apenas de madrugada! Aún así, se calzó sus prendas y le indicó al apresurado muchacho que enseguida se presentaría.
La joven doncella se despertó en ese momento.
-Mi príncipe, ¿a qué se debe tanto apremio?
-Mi padre me solicita de manera urgente.
-¿Vuestro padre? ¿Acaso ya es conocedor el Rey de nuestra relación? No sabía que nuestro compromiso iba a ser anunciado tan rápido... No creo estar preparada para ser una princesa.
Y otra vez con lo mismo, suspiró él con frustración.
-Mi padre no sabe de lo nuestro, Jessenia.
-Alteza, mi nombre es Jessica – corrigió la muchacha.
Él frunció los labios. Era pésimo para los nombres y siempre solía cometer el mismo error.
-Pero, mi preciosa dama, ¿Qué importan los títulos cuando vuestro rostro sigue siendo el mismo adorable escenario de ángeles que adornan el cielo?
Sabía que eso nunca fallaba. Sólo era necesario agregar una pequeña sonrisa retorcida y ella dejaría de discutir para aceptar todas sus condiciones.
Ahh... Sí. El príncipe Zayn amaba rescatar doncellas de los peligros del bosque para poder pasar las noches con ellas. Eran su delirio. Su pasión. Y es que, ¿para qué malgastar el tiempo con una sola, cuando podía tener varias a la vez?
-Entonces, mi pequeña doncella, ¿es importante un simple nombre o no? – insistió, con voz persuasiva, paseando la punta de sus dedos sobre la suave mejilla femenina.
-N-no... Por supuesto que no.
-Bien – acordó él – Ahora, si me lo permitís, iré a averiguar para qué me llama mi padre. Vos, mientras tanto, podéis regresar a la cabaña del bosque.
-¿No me quedaré a vivir en vuestro castillo?
-No, no. ¿Para qué querría un alma libre, como la vuestra, permanecer recluida entre estas lujosas paredes?
-Pero pensé que viviríamos juntos... que me presentaríais ante vuestros padres y nos casaríamos... y tendríamos muchos hijos.
Edward luchó arduamente para no hacer un gesto raro que, sabía, lastimaría el sensible corazón de la muchacha. Pero vaya que si fue una tarea complicada de llevar a cabo. Y es que, con sus apenas dieciocho años cumplidos, el matrimonio y todo ese tipo de compromisos pesados le erizaban la piel.
Un violento toque de nudillos, llamando a la puerta, le salvó.
-¡Alteza, Alteza! ¡Daos prisa por favor! ¡Es urgente que acudáis con vuestro padre!
-Enseguida voy – anunció, dándole un ligero beso a Jessica sobre su frente y saliendo a grandes zancadas de la enorme habitación. Al abrir la puerta, se encontró con el joven vasallo y le indicó – Acompaña a la señorita a las afueras del castillo y asegúrale que pronto iré a verla.
Su promesa era cierta. De todas las damas que había rescatado, a ni una sola había abandonado. Las frecuentaba cada poco y ellas, con el tiempo, aprendían a conformarse con eso.
¿Quién decía que los príncipes tenían que ser perfectos? Edward era guapo, ágil y valiente, pero tenía corazón de condominio. No era el típico hombre que dejaba de lado a las mujeres después de haberlas llevado a la cama, pero si el bien conocido hombre que decía poseer suficiente corazón para "amar" a todas.
Entró al Salón del Trono con pasos decididos y seguros, siendo recibido por un perturbable silencio.
-¿Me llamabais, Padre?
-Acércate, hijo – anunció el Rey.
Zayn obedeció, inquietado por todas las miradas que sentía posadas sobre sus hombros. Pero lo que más fuerte le pegó fue ver el rostro de su madre que era la viva imagen de la angustia.
-¿Qué sucede?
-La señorita Heidi de Artomesi, hija del Marqués Ken de Artomesi, ha venido al castillo, exigiendo verte.
El muchacho repasó una y otra y otra vez el complicado nombre de la chica, sabiendo, desde el principio, que sería inútil.
Heidi Artomesi. Heidi Artomesi. Heidi Artomesi...
-Lo siento Padre, pero no recuerdo conocerla...
Un sonoro llanto le interrumpió y llamó su atención. Entonces, fijó su mirada en la chica que tenía al frente. Se acercó a ella, conmovido por su lamento, y, con un movimiento gentil de sus manos, despejó el húmedo rostro para verle mejor.
¡Ah! Entonces recordó. Pegó un brinco hacia atrás, de manera inconsciente, al tener claro las imágenes del pasado. La chica clavó su azul mirada en él. El odio más intenso bañaba sus pupilas.
-¿La conoces, Hijo? – preguntó el Rey
-¡Claro que la conoce! – Contestó una colérica y gruesa voz – ¡Le partió el corazón a mi hija la primavera pasada!
Todos en el Salón giraron el rostro para ver al cabizbajo príncipe que, sin saber cómo, había quedado plantado justo a la mitad.
Oh, sí. Esa historia sería la única que, probablemente, jamás olvidaría. El cómo, esa mañana cuando había salido en busca de aventuras, el aclamado grito de una femenina voz le había llevado al interior de los oscuros espesos del bosque y ahí se había encontrado con la princesa más fea que haya podido ver en toda su vida.
Y es que su corazón era débil con las mujeres, pero existían sus pequeñas excepciones en el asunto. Excepciones que tenían el nombre de Heidi de Artomesi.
Aún así, como valiente caballero, la había salvado de manera heroica. ¡Ahora era cuando supo que lo mejor hubiera sido dejado atorada entre las lianas!
-¡Oh, Príncipe! – El chico hizo una mueca. ODIABA que le dijeran "Príncipe" – ¡Pensé que vuestro corazón era puro y veraz al decir que me amabais!
-Pero yo nunca dije eso...
-¡Ah! – El rugido del viejo marqués le volvió a interrumpir – ¡¿Cómo osáis afirmar que las palabras de mi hija son una calumnia?!
-Con todo respeto, Excelencia. Os puedo asegurar que jamás le hablé de amor a vuestra hija. A lo único que me limité, fue a salvarla cuando su vida pendía de las raíces de un árbol (literalmente).
-¡Miente, Padre!
-¡Por supuesto que no miento! – Se defendió Zayn y, efectivamente, él decía la verdad - ¡Quisiera creer que afirmáis tal despropósito impulsada por el despecho que sentís al rechazar yo la petición de matrimonio que me hicisteis...!
-¡Ahhh! – sí. Otra vez, fue atajado por el Marqués Artomesi – ¿Pero qué decís, muchacho insolente? ¡Os atrevéis a mancillar el honor de mi hija, diciendo que fue ella quien estaba dispuesta a entregarse a vos! ¡Vuestra blasfemia merece un castigo! ¡Lo exijo! Aunque puedo concederos una oportunidad que tomaréis si sois inteligente. Pedid disculpas humildemente y aceptad casaros con mi hija...
–¡Eso jamás!
Craso error. Los ojos del marqués enrojecieron ante la ira. La condena del Príncipe estaba firmada con sangre.
–¡Luciooo! ¿Dónde está Lucio?
– Excelencia, os pido, por favor, que os tranquilicéis y le permitáis a mi hijo expresar su versión de los hechos – intentó razonar el Rey Carlisle, de manera inútil, pues el marqués desgastaba su garganta llamando al viejo mago que apareció a los pocos segundos.
La Reina corrió hacia Zayn y lo cogió entre sus brazos, temiendo lo peor.
– Os advierto que si intentáis impedir que se cumpla mi castigo, vuestro reino tendrá que lidiar con el ataque de mis hombres. Así que, tenéis la oportunidad de escoged, Majestades. O es vuestro hijo quien repare semejante afrenta o se derramará sangre de gente inocente.
-Piedad, Excelencia. Es sólo un muchacho – suplicó la hermosa reina.
-Un muchacho sin razón, Majestad – bramó el marqués – ¡He investigado a vuestro hijo y tengo bien entendido que es un hombre de alma débil para los rostros femeninos! Por todos los alrededores, a orillas del bosque, en las cimas de las montañas, detrás de los lagos, tiene a mujeres esperando por él. Su nombre está impregnado en el corazón de toda doncella que se ha encontrado. Y no podrá Vuestra Merced contradecirme cuando me atreva a sostener que esa actitud no es digna de un heredero al trono.
– Pero es muy joven para morir... – susurró la Reina, con las lágrimas bañando sus ojos.
–¿Y quién ha dicho que él morirá?
–¿Ah, no? – se sorprendió Zayn .
Eso hacía todo más fácil para él, que, desde hacía ya varios minutos, había elegido qué opción tomar. Y es que él podía ser todo lo anteriormente dicho, pero amaba a su familia y a su reino. Jamás permitiría que éstos expiaran sus faltas.
–¡No! La muerte no es ningún castigo – se justificó el viejo – Su pago por la falta de palabra al hablarle al corazón de una mujer, y, peor aún, por ser una de ellas mi adorada hija, será el exilio.
–¡¿El exilio?! – repitieron todos.
–¡Sí, el Exilio! Lucio lo mandará a tierras lejanas y desconocidas y jamás podrá regresar a este reino.
–¡Oh, por favor! ¡No!
–Esperad, Madre – interrumpió, llamando la atención de todos – Os suplico que no hagáis nada para impedir la voluntad del Marqués.
–Pero hijo...
–Os amo. A ti y a mi padre. A mi reino... Vosotros no tenéis la culpa de mis errores y, por lo tanto, no tenéis que pagar por ello.
– ¡Al fin algo coherente! Pensé que carecíais de cerebro.
Zayn ignoró las despectivas palabras del carcamal y besó la frente de su madre.
–Lucio, ¡empieza con el ritual! Manda a este mequetrefe lejos de aquí.
El mago comenzó a decir las palabras de un conjuro y el pánico abordó a cada uno de quienes se encontraban en la estancia.
-¡Un hada! – Exclamó entonces una inesperada voz. – ¿Dónde hay un Hada Madrina?
–¿Hada Madrina?
–¡Sí! ¡Necesitamos una para que contrarrestare el hechizo!
Todas las miradas que le fueron dedicadas al enorme que acababa de aparecer, en medio de grandes zancadas, estaban cargadas de apática incredibilidad.
– Harry, las Hadas Madrinas sólo cuidan a las princesas – recordó Zayn
¡Maldición!
– Podrá no haber un Hada Madrina para ti, primo, pero, ¿Quién ha dicho que no puedes tener un Hado Padrino?
Edward se lamentó por haber abierto la boca. Ahora, realmente estaba perdido. Más que perdido, estaba acabado, muerto... pisoteado. ¿En qué momento había entrado Harry a esa sala?
-¡No os preocupéis, Tía, he ideado un plan para que nuestro príncipe no sucumba ante las maldades de este hombre! ¡Yo desharé el conjuro, transformándolo en otro mucho más conveniente!
– Harry, ¿Qué haces aquí? ¡Tú no sabes nada de magia! – exclamó el atormentando muchacho, mientras el hechizo seguía siendo invocado por el viejo mago y una espesa neblina comenzaba a bañar sus pies.
–Tal vez no tengo los mismos conocimientos de un gran hechicero – reconoció el fornido príncipe, con gesto apenado – pero creo que algo podré hacer para que tengas una manera de regresar con nosotros.
–¡Si él regresa, será únicamente para ir a la horca!
–Eso sólo pasaría si, por algún motivo, llegase a pisar las tierras de vuestro reino, Excelencia – recordó el rey.
– Harry, por favor, haz lo que puedas para salvarlo – pidió la desesperada reina, al ver que la neblina comenzaba a cubrir las rodillas de su hijo
El chico asintió y, tocando el hombro de Zayn (que tembló de miedo por lo que se le fuera a ocurrir a su primo), comenzó a decir, con voz exageradamente seria.
No, por favor, no...
-,Zayn y todos tus apellidos irás a una era desconocida, sí, efectivamente. Pero, en lugar de quedarte atrapado en ella, podrás regresar a tu hogar justo en el momento en que te le declares, sinceramente, a una hermosa doncella y ella te responda de igual manera y con el mismo sentimiento...
¿Pero qué diantres...?
–¿Qué has dicho?
–Sin tantas palabras, que tendrás que encontrar al "Amor Verdadero"
–De todos los malditos hechizos que hay para contrarrestar un embrujo ¿Tenías que elegir precisamente el que pone como condición que me tengo que "ENAMORAR"?
–Todas las Hadas hacen lo mismo, ¿por qué yo no?
Zayn puso los ojos en blanco. Su frustración era tanta, que apenas sí se daba cuenta que la espesa bruma ya le cubría hasta el pecho.
–Falta poco – susurró alguien.
Harry salió corriendo y regresó casi al segundo después.
–Lleva esto contigo, primo – recomendó, mientras alargaba su mano para que éste tomara una bolsa llena de monedas de oro, un morral con agua y pan y una espada, así como una pequeña piedra en forma de triangulo.
–¿Y esta piedra qué?
–Es el objeto que reaccionara cuando el conjuro se haya roto. Ella misma te traerá de vuelta.
–¿Por qué una piedra? – exigió saber él.
–No lo sé. Tú... solo llévala y guárdala bien.
Zayn suspiró con resignación. ¿Por qué se preocupaba? Seguramente el supuesto sortilegio de su primo ni siquiera surtiría efecto... La neblina le envolvió por completo. Harry sostuvo su mano y le dio un apretón, antes de que sintiera los parpados pesados y las rodillas sin fuerzas.
Y así fue como nuestro joven príncipe cayó en un profundo letargo, sin saber siquiera que su cuerpo ya yacía en otra época, en la cual, todo daría comienzo...
Anahi1D16
Re: El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
Hello, necesito chicas par Liam y Louis, ¿Quien se apunta?
Anahi1D16
Re: El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
Capítulo 2: Encuentro con una... ¿Damisela?
Zayn POVMe desperté remisamente, temeroso a abrir los ojos, pues sabía que, al hacerlo, encontraría una nueva realidad. "Vamos, ¿Qué tan malo puede ser?" me alenté. Suspiré valerosamente, con esa forma digna de mí, y despejé mis pupilas.
Una mueca extraña, de disgusto, cruzó por mi rostro y chasqueé la lengua. "Qué horrible cielo". Estaba más gris que la armadura oxidada de un caballero. Pareciera como si fuera a llover.
Me incorporé lentamente de la tierra húmeda, con la espalda un poco adolorida, y viajé mi vista alrededor. Mis cejas se enaltecieron al ver que me encontraba completamente rodeado de frondosos árboles y pinos, que goteaban las aguas cristalinas que bañaban sus hojas. Ladeé la cabeza un poco a la izquierda, interesado y temeroso. No había nadie alrededor. Estaba prácticamente solo.
¿Me habrían desterrado a un Reino completamente deshabitado?, temí, ¿Sería ese mi castigo, el permanecer toda mi vida en manos de la soledad, errando hasta ser un viejo acompañado solamente de su sombra?
Recargué mi espalda sobre un grueso árbol y mi desorientada mirada buscó alguna prueba que me demostrara todo lo contrario. Me sentí desesperado. ¿Qué iba a hacer? Empuñé mis manos y recordé que aún tenía la piedra que mi primo me había dado antes de abandonar el Reino. ¡Ah! ¡Ahora sus ocurrencias se presentaban como un anhelado recuerdo!
– Harry – susurré, con melancolía. ¿Y si ya nunca le veía a él y a mi familia?
–¿Primo?
¡Ahh! Hasta podía escuchar su voz hablarme. Suspiré cabizbajamente, repitiéndome que un príncipe no debía de llorar por muy fuerte y fría que la tormenta le golpeara.
–¡Cielo Santo! ¡¿Pero qué me ha pasado?!
Fruncí el ceño. ¿Por qué seguía escuchando la voz de Emmett con tanta claridad? Aquello ya era extraño. El morral que llevaba colgado brincó, llamando mi atención. ¿Qué había ahí? Metí mi mano y, sin ver, palpé una pequeña masa saltarina, que extraje al instante.
Mis ojos se dilataron al divisar lo que en ellas había.
–¡¿Harry?!
–¡¿Zayn?!
Sí. Definitivamente, esa minúscula figura era él... Mi primo.
–¿Qué te sucedió? –Inquirí – Luces muy… pequeño.
–Lo sé – admitió el moreno, con gesto desconcertado y apenado – Hasta tengo alitas – señaló, agitando las dos ligeras y finas capas que salía de su espalda.
Reprimí una carcajada.
–Parece que has tomado el papel de "Hado Padrino" muy en serio – apunté, sin poderme contener.
me miró de manera venenosa.
–Lo siento – me disculpé, recobrando la seriedad – ¿A qué crees que se deba que tú...?
–Seguramente fue por el apretón que te di antes de que desaparecieras – contestó el moreno – ¿No crees que hubiera sido más sencillo decirme que te acompañara porque no puedes vivir sin mí? – agregó, tranquilizando mi consciencia, pues no me agradaba la idea de causar problemas a la gente que amaba.
–¿No estás molesto por verte obligado a estar lejos del Reino, en un lugar que ni si quiera intimamos?
–¡Bah! ¡Actúas como si no nos conociéramos desde niños! ¿Te tengo que recordar que mi pasión son las desconocidas aventuras?
–Pero ahora tú estás en esta forma...
–El ser pequeño y tener alas debe tener sus ventajas – interrumpió, desinteresadamente.
Sonreí, agradecido con aquel joven a quien veía como un hermano. Entonces recordé un importante detalle.
–Si estás aquí, eso significa que, tal vez, tu conjuro haya funcionado, ¿no?
Emmett asintió –Es muy probable, habría que averiguarlo.
–¿Cómo?
–Lo primero que debemos hacer es investigar en qué reino estamos, con qué tipo de gente tratamos y buscar al soberano de estas tierras para solicitar su ayuda.
Asentí, completamente de acuerdo, y, después de depositar a Emmett en su morral, comencé a avanzar por aquel frondoso bosque, con las esperanzas renovadas y gran optimismo.
¡JA! ¡Pobre iluso! Caminé hasta el cansancio y no hallé más que raídas y musgosas raíces de árboles. Ni una sola persona. Estaba ya abandonando los ánimos cuando lo escuché: a aquel grito suplicante que pedía ayuda.
–¡Jake! ¡Suéltame, me estás lastimando!
Ignoré la forma tan extraña de hablar y comencé a correr, siendo fielmente guiado por el femenino clamor que, ahora más que nunca, me resultaba especialmente mágico. Sonreí, mientras mis pies esquivaban los obstáculos que aparecían en el camino. ¡Ni pensar que hacía poco creí estar en un sitio completamente aburrido! ¡Había que mirarme ahora! Corriendo al encuentro de mi preciosa damisela – que, por cierto, si el hechizo de Harry resultaba ser cierto, sería quien nos regresaría a nuestro amado Reino.
Ahh... Ya casi podía mirarla, sentir su dulce olor, presenciar su melancólica y atrayente mirada, que me enamoraría al instante. Si. Todo estaría perfecto después de este pasional encuentro que el destino nos había deparado para estar ella y yo, juntos, para siempre...
Detuve mi marcha al llegar al nacimiento de los gritos. Mis pupilas se dilataron al ver a la enorme bestia peluda que aplastaba – y cubría por completo – a la doncella que gemía por auxilio. Jamás había visto algo tan monstruosamente similar en toda mi vida. Era peor que un dragón o cualquier otro ser. La adrenalina bombeó mi sangre, desenvainé la espada y la agité por el viento, con gesto valiente y heroico.
–¡Deteneos, bestia del mal! – exclamé. La enorme masa de pelos se giró para verme y gruñó en mi dirección.
Sabía que no tenía tiempo. Debía atacar inmediatamente. Era muy probable que la señorita se encontrara lastimada, esperando a que yo la recogiese entre mis brazos para sanar sus heridas con dulces besos. Corrí entonces – motivado por esta afable ensoñación – con el filo de mi espada apuntando directamente hacia el enemigo; sin embargo, cuando apenas había dado tres pasos, "algo" se interpuso en mi camino.
–¡¿Pero qué te pasa, animal?!
¡Oh! ¡Esa voz! Era la misma melodía que me había llevado hasta ahí... Pero... ¿Qué era lo que tenía al frente? Esa mujer de cabello trigueño – y las ropas que portaba – no parecía ser una D.E.P (Damisela En Peligro) Es más, ¿por qué se encontraba sosteniendo una piedra?
La bestia salvaje gruñó otra vez (Con mucha más fuerza), haciéndome reaccionar.
–Moveos, por favor – pedí, preocupado – no temáis por mí. Estaré bien en cuanto aniquile a esta criatura...
–¿Aniquilar a esta "criatura"? – Explotó la castaña – ¿Me podrías explicar por qué quieres matar a mi PERRO?
Su perro...
–¿Acaso no estáis en peligro?
–No – contestó ella, con obviedad – Estaba jugando con mi mascota, no creo que a eso se le pueda considerar peligroso.
Bajé la espada; desconcertado.
–¿Quién eres? – me preguntó, observándome con recelo.
Sonreí, antes de presentarme.
–Soy el Príncipe Zayn Jabadd Mailk de ....
..
..
Bien...La castaña sabía lo que tenía que hacer en ese tipo de casos. Asintió, dándole la razón con una forzada sonrisa amable, dio media vuelta y comenzó a caminar lejos de ahí.
–¡Esperad! ¡Esperad, por favor!
Apretó el paso, pero, gracias a su "hábil destreza", no pasó mucho tiempo para ser alcanzada.
–¿Qué quieres? – exigió saber, intentando lucir agresiva. ¿Y si era un psicópata? ¡Sabía que no debía adentrarse tanto al bosque!
–Preciso de vuestra ayuda. Sois la única persona que he encontrado desde que llegué a este lugar – contestó él, de manera atropellada, atormentado.
Y es que todo era tan anormal que hasta comenzaba a sentirse asustado. Y no era para menos, empezando con esa mujer que no lucía como una (pero era una) y secundando con aquel animal, que no era bestia (Pero que sí parecía una bestia). ¿Cómo no podían considerar como un monstruo a esa... cosa que gruñía y babeaba todo el tiempo? Además, estaba la forma de hablar que esa muchacha tenía. Jamás antes se habían dirigido a él de una manera tan... irreverente. ¿Acaso no era obvio que era de Sangre Real? ¡Nada más había que mirar sus ropas, su porte... o algo!
–Lo siento, pero yo no te puedo ayudar...
–Claro que podéis – tajó firmemente. Ya había soportado suficientes desplantes – Tenéis que hacerlo porque soy un príncipe y, por lo que aprecio, vos no sois más que una plebeya.
Una vocecita interior le advirtió de su error, al ver cómo el rostro de la castaña se enrojecía y sus manos apretaban la piedra, al mismo tiempo que sus pupilas adquirían un brillo despiadado.
¿Estaría pensando en agredirle? Quizá sí. Después de todo, ella no parecía tener ni el más mínimo miramiento por él. Era como si no hubiera creído el título de su nobleza. La situación era desesperante. El silencio se levantaba entre ambos – solo la bestia peluda no había dejado de gruñir en su dirección – Tal vez necesitaba explicarse mejor, en lugar de exasperarse.
Respiró hondo, implorando por que la piedra no se incrustara, de un momento a otro, en alguna parte de su cabeza.
–De acuerdo, acepto vuestras disculpas – dijo. Estaba empezando bien ¿no? Se estaba comportando como un soberano piadoso y comprensivo, ¿Qué más pedía la muchacha? – y, pese a vuestro ofensivo comportamiento, estoy dispuesto a daros una nueva oportunidad para que me sirváis. Es más –agregó, al notar que su elocuencia, fuera de tener un efecto positivo, estaba ocasionando que el rostro de la castaña se encendiera aún más – prometo que os gratificaré en cuanto esté de regreso en mi reino. Sé que es extraño; pero permitidme explicaros – sus palabras se enredaban en su lengua de tan rápido que hablaba – Fui hechizado, gracias a un malvado marqués, solo porque no accedí a casarme con su hija. Su brujo me mandó a estas tierras, estoy condenado a vagar por ellas y nunca volver; pero mi primo, el príncipe Emmett, asegura haber cambiado el hechizo y, ahora, se supone debo encontrar a una mujer a quien ame y me corresponda, para que esta maldición se anule y pueda regresar a mi reino, con mi familia... Por favor, ¡ayudadme!– soltó, con el último aliento que le restaba a su apremiado discurso – os aseguro que seréis recompensada.
–¡Es más! – Recordó – para convenceros de que mis palabras son ciertas, os presento a mi primo. Él, desgraciadamente, también se encuentra sufriendo las consecuencias de este desdichado hechizo, pues miradlo – se lo enseñó, exagerando en lamento, pero Harry había quedado profundamente dormido desde hacía ya varios minutos (aletargado por todo su discurso) y se mostraba más bien como un muñequito muy bien elaborado – su cuerpo se ha reducido a este minúsculo tamaño cuando él, fácilmente, doblegaba mi grosor y estatura. – ¿Ahora me creéis, verdad?
El perro ladró.
Hubo un momento de incomodo mutismo antes de que la castaña se obligara a sonreír y asentir, inspeccionando, por segunda vez y con mayor detenimiento, las ropas que portaba.
"¿Qué hice yo para encontrarme con este enfermo?" – se lamentó mentalmente.
Y es que ese chico estaba más que chiflado. Pero perder la calma podía ser peligroso, había que recordar que tenía una espada en mano. Lo mejor era seguirle la corriente.
–¿Me ayudaréis? – insistió él, con una sonrisa esperanzada. Ella no pudo evitar respingar. Estaba asustada, debía admitirlo. Ni en sus más desvariados sueños se imaginó el encontrarse con un psicópata mata perros con delirios de príncipe de la edad media.
–S-sí – contestó al fin. Ocultando sus manos para que él no notara el temblor de éstas –Veréis, yo no puedo ser de mucha ayuda; pero os llevaré a un lugar en donde os auxiliarán...
–¿Un castillo?
–¡Si! – Asintió ella, sabía que a ese tipo de personas había que darles siempre la razón – Un castillo. Venid – se sentía como estúpida tratando de hablar de esa misma y extraña manera – tenemos que darnos prisa, me imagino que vuestra "Alteza" estará muy cansado de viajar a través del tiempo y el espacio...
Edward casi juró que aquel brumoso cielo se iluminaba por un instante. Metió a Emmett en su morral y siguió los pasos de la castaña.
–¿Podéis decidme vuestro nombre? – preguntó, mientras caminaban, para romper el tormentoso silencio que, de nuevo, se había alzado entre ambos.
– Rebel...
– Rebel – repitió – ¿Hay doncellas en este reino? Digo, aparte de vos.
–Eh... Sí... ¡No os imagináis cuántas!
–¿Y todas se encuentran vestidas con este tipo de prendas?
–Eh... no, no. Ellas lucen hermosos vestidos...
¡Menos mal!
–Hemos llegado – anunció la castaña.
Edward alzó la mirada y frunció el ceño al descifrar la extraña caligrafía dorada que adornaban a una inmensa muralla blanca.
–Centro... Psiquiátrico... de... Londres – leyó lentamente – ¿Qué es eso?
Anahi1D16
Re: El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
ahahahahhahaha me encantaaaaaaaa !! siguelaa pronto
Dubrek.
Re: El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
Capítulo 3: Proposiciones Indecorosas…
Rebecca Trudman.—¡Esto es inexcusable! – Escupieron en mi dirección – ¡Sois una insolente! ¡Si estuviera en mi reino os mandaría al calabozo!
Puse los ojos en blanco y bostecé. Escuchar a ese tipo estaba resultando más que aburrido.
—¡Osada!
—Primo, tranquilízate –fijé mi mirada en la pequeña criatura que se encontraba en el hombro del loco ese y que había despertado justo un segundo antes de que lo entregara al centro psiquiátrico.. Parecía un muchacho, sólo que era demasiado pequeño y tenía dos ridículas alas – mi gentil doncella – voló hasta quedar frente a mis ojos. Hice viscos para apreciarle mejor – Por favor, escúchanos. No os intentamos aceros daño. Sólo os pedimos vuestra ayuda. Estamos perdidos y, como podéis comprobar, las palabras de mi primo son ciertas. Un malvado marqués nos ha hechizado, mandándonos lejos de nuestro reino. ¿Acaso no os parece prueba suficiente mi deplorable condición?
Le dediqué otra mirada y después volví a examinar al joven que se encontraba sentado en una roca, vistiendo una extensa capa negra sobre su sencillo, pero peculiar, vestuario de manta obscura y recargando su barbilla sobre el mango de su espada.
Parpadeé.
—Estoy soñando – musité al fin
—¿Un sueño? – repitió el moreno
—Una pesadilla – confirmé, convencida de ello. Me empecé a carcajear
—¿Qué sucede? ¿Por qué os reís?
—¿Es que acaso os estáis burlando de nosotros? – exigió saber el "príncipe" de ojos obscuros.
Le miré con el más puro de los escarnios.
—¿Qué estás esperando, eh? – le pregunté
—¿Esperando? ¿A qué os referís? – se confundió
—¿No te vas a convertir en Mickey Mouse?
Volví a carcajearme. Él torció el rostro.
—Os advierto, jovencita – me apuntó con un dedo – Cuida tus palabras. Desconozco quién sea el señor Mickey Mouse, pero no os permito que me comparéis con él.
Recuperé la seriedad y, tras examinar tres segundos más la sensatez de su rostro, caí en la cuenta. No… desgraciadamente, no estaba soñando. Por muy ridículo, poco posible y loco que pareciera, ambos tipos eran cien por ciento REALES. ¿Asombroso? ¡Para nada! No me interesaba, en absoluto, vincularme con dos seres que parecían haber sido extraído de un estúpido cuento de hadas.
—Por vuestra expresión, deduzco que finalmente nos has creído – habló el moreno con alas.
—S-si – tartamudeé
—¡Al fin! – exclamó el otro muchacho
Le dediqué una mirada asesina; pero, en lugar de seguir discutiendo con él, preferí dar media vuelta y marcharme
—¿Pero qué hacéis? – me alcanzó sin dificultad.
—Irme a casa, ¿Qué más? – contesté.
—No podéis hacer eso – se plantó y me bloqueó el paso.
Empuñé las manos. Ya había soportado suficiente. ¿Qué esperaba él? ¿Qué me dejara impresionar por algo que, para cualquiera, resultaría ser una experiencia mágica? ¡Una mierda, mejor! Odiaba los cuentos de hadas y todo lo relacionado con ellos. Odiaba a Walt Disney, a los hermanos Grimm, a las absurdas historias en las que todo se soluciona por un "milagro de amor"… Y por nada, POR NADA, ayudaría a un estúpido y arrogante príncipe perdido en el tiempo.
—Muévete – ordené. No lo hizo, así que recurrí a mi última y más fiable opción – ¡¡Jakee!!
Y mi fiel amigo no tardó en lanzársele, tirándole al suelo y atrapándole entre las patas. Estaba a punto de echarme a correr (aunque lo más probable es que no hubiera avanzado más de unos siete metros), para cuando noté que algo había salido volando de entre sus ropas y se regaba por la tierra.
Mi mirada se dilató.
—¿Oro? – sí, lo era. Mucho oro…
Bueno, dicen que para la vida siempre hay excepciones, ¿no?
..
..
..
—Vivís en una cabaña, he de imaginar – dijo Zayn, mientras caminaba detrás de la huraña muchacha que les guiaba.—Imaginas mal – sisearon en su dirección. Hizo una mueca, ¿Y ahora qué había hecho? Parecía que todo le ofendía… Amargada.
—¿Entonces? ¿Trabajas en un castillo?
La castaña frenó sus pasos y le encaró con violencia, empuñando las manos a sus costados. Otra vez, una vocecita interior le advirtió "Si dices una sola palabra más, te golpeará", así que calló y permaneció quieto.
—Ya te dije que aquí no hay castillos. Vivo en algo que se llaman departamentos – le explicaron
—¿Departamentos?
Ambos extraños jóvenes lucían confundidos. Rebecca resopló, alzando en el acto un mechón de cabello
—Dentro de poco sabrán de qué les hablo
—¿Vivís sola? – quiso saber Zayn
—No – contestó – vivo con unos amigos.
Se mordió los labios con nerviosismo. ¿Qué dirían Niall y Nicki ante todo esto? El primero no le preocupaba tanto, era gentil y bondadoso; pero Nicki, su Nicki, era una chica de carácter difícil. No creía que se tomara tan bien la noticia de que dos extraños, provenientes de una época muy pasada, estarían viviendo por algún tiempo con ellos. La única esperanza que tenía para no terminar muerta era tener el tiempo necesario para explicarle la enorme suma de oro que estaban dispuestos a darle si lograban revertir aquel hechizo que les mantenía atados a Londres.
Echó una discreta mirada a la bolsita que colgaba del cinturón de tela de aquel engreído príncipe. Con tal suma de dinero, seguramente podrían comprar una casa, pagar estudios y hasta cambiar sus viejos instrumentos de música por unos nuevos y mejores. Sí… valía la pena soportarlos por todo eso.
—¿Es que aquí no hay más que árboles? – le preguntó el muchacho.
—No pensaba llevarte por las avenidas principales – explicó, mientras le miraba de arriba hacia abajo, con insultante obviedad – Aunque no lo creas, aquí no es muy "común" ver a un tipo vestido como tú. Y mucho menos portando una espada y hablando de esa manera tan… "única" que tú tienes.
No sabía por qué… pero Zayn se sintió ofendido.
—Hemos llegado – anunció la castaña – ¡Date prisa! Métete ahí
no movió ni un solo pie. Aquella pequeña puerta de acero no le daba ni la más mínima confianza. Y todo empeoró cuando ésta se abrió y apreció el diminuto espacio que había dentro.
—¿Qué sucede?
—¿Aquí vivís?
La morena casi quiso llorar de desesperación
—Claro que no, ¡Esto es un elevador! Tenemos que meternos ahí para llegar al departamento.
Finalmente, el príncipe accedió. Las puertas se cerraron y, ¡Pum! El piso "se movió". Inmediatamente, desenfundó la espada y optó una posición de ataque.
—Hay que tener cuidado ¡Esté lugar está hechizado! – Juró – Puedo sentir presencias extrañas a mí alrededor. No os mováis…
Un golpe sobre su cabeza le silenció.
—Presencias extrañas – repitió Beca –Aquí no existe nada de eso. ¡Envaina esa espada ahora mismo! – ordenó y la expresión de su rostro no le dejó otra opción a Zayn, quien, como perrito regañado, accedió de inmediato.
Las puertas del elevador se abrieron en ese instante. Becca dio un paso hacia el frente y, con una fría mirada, le indicó que hiciera lo mismo.
—Esta mujer me da miedo – confesó el príncipe a su primo que venía colgado sobre su hombro.
Harry asintió, completamente de acuerdo.
Otra puerta, mucho más grande, pero no por eso menos extraña, fue abierta ante sus ojos.
—Esté es un departamento – señaló Becca – Esperen un momento aquí, mientras que yo…
—¿Ves esto, Harry? – preguntó Zayn, asombrado, ignorándola con facilidad, pasando a su lado, fascinado con cada insignificante rincón de la pequeña estancia – Jamás había contemplado cosas tan insólitas como estas…
—¡Un momento! – le frenó ella – Aún no pueden pasar…
—¿Por qué no? – exigió saber él. ¿Desde cuándo las puertas se cerraban ante la presencia de un Sangre Real?
—Te dije que no vivía sola… Tengo que hablar antes con mis amigos para explicarles quiénes son…
—¿Rebecca? – interrumpió una voz tranquila y masculina, justo detrás de ella.
La castaña palideció
—¿Sucede algo? ¿Quién es este muchacho que te acompaña?
Lentamente, dio media vuelta. Fijó sus brillantes ojos color chocolate en el joven de cabellos color miel y su corazón se aceleró de inmediato.
—Niall, yo… - tosió un poco para recuperar el habla – Este… bueno, la historia que te voy a contar puede que te parezca un poco ilógica; pero te juro que no estoy loca. Verás, los chicos que miras aquí son… personas de otra época que han sido enviados a Londres y necesitan de nuestra ayuda para regresar a su mundo repleto de dragones, brujas y ese tipo de cosas épicas…
—¿Chicos? – repitió Niall, con curiosidad – ¿Y quién es el otro?
—Ah, bueno, es que el otro… El otro es un poco….pequeño.
—Permítame presentarme, caballero – intercedió – Soy el príncipe Zayn Jabbad de Branfordamia y este es mi primo, el principe Harry Edward de Stylesnamia... ¿Eh? – parpadeó, confundido – ¿Dónde está Harry?
Rebecca jadeó al notar que el aludido no se encontraba por ahí.
—¿A dónde se fue? – pidió saber, angustiada. ¿Y si Niallr creía que estaba loca?
—N-no lo sé… Estaba conmigo hace poco…
¡Kyaaaaaaaaaaaaaaaaa!
—¡Nicki!
—¡Una damisela en peligro!
Susurraron Zayn y Niall al unísono, corriendo hacia el lugar de donde había provenido el escandaloso grito. Bella les siguió lo más hábilmente posible.
—Hermana, ¿Qué sucede? – preguntó Niall al traspasar la puerta de la cocina.
—¡Una cucaracha! – Contestó la rubia de ojos azules, que sostenía entre las manos una pala para guisar – ¡Una cucaracha que vuela!
—¡Harry! – Reconoció al diminuto cuerpo embarrado contra la mesa – ¡Primo! ¿Qué te ha ocurrido? – lo único que tuvo como respuesta fue un lastimero gemido.
—¿Y él quién es? – inquirió la muchacha al verlo.
Rebecca tragó saliva antes de responder.
—Nicki, aquello que acabas de aplastar… no es una cucaracha…
..
..
—Estás bromeando, ¿no? – Resopló NIcki – ¿Cómo pretendes que yo crea que este... hombre es un príncipe de la edad media que, gracias a un hechizo, ha sido enviado a Londres?—¿No te parece prueba suficiente de que el chico al que aplastaste en la cocina sea real?
La rubia enmudeció. No lo podía creer…
—Aún así… ¿Qué hacen aquí?
—Tienen una enorme bolsa de oro – explicó la castaña – Me han prometido que nos la darán si les ayudamos a regresar a su época.
—No me digas, para ello él tiene que encontrar al "amor verdadero"
—¡Exacto!
—Oh, por Dios – rió – Esto está peor que un cuento barato de Walt Disney.
—NIcki, por favor – suplicó Bella – hagamos el intento. Necesitamos ese dinero.
—¿Dices que es mucho?
—Haríamos maravillas con él – aseguró
—De acuerdo – accedió la rubia, tras pensarlo dos minutos, con un resignado suspiro – Pero, de una vez te advierto, no quiero problemas. Y tú te encargarás de casi todo, yo no tengo tiempo para resolverles la vida a los demás.
—Verás que sólo es cuestión de días. El tipo se ve que es un idiota, bastará con presentarle un par de chicas con poca ropa y te aseguro que creerá haberse enamorado. Así como todos los hombres.
—Más te vale – le advirtieron – El departamento es pequeño, apenas y cabemos Niall tú y yo. No los quiero aquí después de haber pasado un mes, cuando mucho.
—De acuerdo – asintió, con solemnidad – un mes, ni un día más, ni un día menos.
..
..
..
Zayn ...—Tu… primo, ¿Cómo se encuentra? – preguntó el joven que se hacía llamar Niallr.
—Supongo que mejor. Es un hombre fuerte – aseguré, en un intento de rescatar la poca dignidad que le restaba.
¿Quién lo diría? Él aplastado por una mujer y confundido con un insecto.
—Así que… dices que vives en un lugar muy distinto a este
—Así es. Demasiado distinto, diría yo...
—Ey, tú – me interrumpieron – ven acá.
Aflojé la mandíbula, ofendido, ¿Quién se creía aquella chiquilla como para hablarme de esa manera? Aún así, no tuve el valor para ignorarla o contestarle como se merecía. Debía admitirlo, las mujeres de Forks eran aterradoras y agresivas.
—No le tengas miedo – me alentó (no quería ni imaginar cuál había sido mi expresión como para que él lo notara) – Parece un poco ruda, pero la verdad es que es una persona muy gentil.
—Creo que tenemos un concepto de gentileza muy distinto, amigo – declaré, mientras me ponía de pie y me dirigía hacia la castaña que me esperaba, cruzada brazos.
Me acerqué. Sus ojos se clavaron en mí durante tres minutos, examinándome con detenimiento de arriba hacia abajo. Luego, sin decirme nada, dio media vuelta y se internó en una pequeña habitación. Le seguí (algo en mí sabía que si no lo hacía lo pagaría muy caro). Llegamos a un lugar muy extraño…
—Debes darte un baño y quitarte esas ropas
La idea me parecía bien. Me sentía cansado y nada me haría mejor que lavar mi cuerpo con un poco de agua caliente. Asentí, totalmente de acuerdo.
—¿Qué me miras? – preguntó, al notar que no me movía.
—Estoy esperando – contesté, ¿Acaso no era obvio?
—¿Esperando a qué?
—A que me desvistas – mi sonrisa se desvaneció al ver la terrible y escalofriante expresión de su rostro.
¿Y ahora qué había hecho?
—¡Eres un maldito cerdo depravado!
Esas fueron las últimas palabras que escuché, antes de que algo se impactara contra mi cara y todo se volviera obscuro…
..
Anahi1D16
Re: El Rey León y la Oveja Negra - Zayn Mailk -
Ya esta, y gracias por leervaleriekehrhahn03 escribió:SIGUELAAAAA
Anahi1D16
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