Enemigos Extraños [Logan Lerman]

Summer estaba ansiosa por empezar el sexto grado. Se estaba vistiendo y cuidando cada detalle de su mochila. No quería olvidarse de absolutamente nada. Era su primer día y estaba segura de que iba a ser fantástico. Ya había extrañado a sus amigos luego de un largo tiempo de no haberlos visto. Brenda, Jennifer, Nathan y Erik eran sus mejores amigos desde que ella tenía memoria. NUNCA, se había podido imaginar lo que sucedería si es que perdiera a alguno.
Bajó con rapidez las escaleras y se sentó en el desayunador de su casa. Su madrastra había preparado un gran desayuno que se veía delicioso. Al instante bajó su hermano con su hermanita más pequeña y su papá atrás. Todos empezaron a desayunar en silencio mientras Summer fantaseaba con su año escolar y no comía.
— Summer—dijo Debbie, su madrastra, y posó una mano en la espalda de su hija—. Debes desayunar.
— Si. Lo siento—agarró la tostada y la llenó de mermelada. Luego todos se levantaron con apuro y se despidieron con un corto beso en la mejilla de su madrastra.
Al llegar al colegio Summer sonrió y miro de un lado al otro con emoción. Entró por las gigantes puertas cruzando a través del montón de gente. Agarró un folletito donde mostraba el mapa del colegio y caminó hasta llegar a su clase. Vio a sus amigos a lo lejos de la clase y sonrió ampliamente, luego se acercó a ellos. Cuando llegó, puso una mano en el hombro de Erik, pero no hubo respuesta por parte del rubio. Luego hizo lo mismo con Brenda pero ella solo seguía concentrada en hablar. Entonces apartó a ambos con un brusco movimiento y por fin vio lo que les despertaba tanto interés a sus amigos. Vio a un chico de cabello liso con unos enormes lentes y la camisa bajo los pantalones. La camisa era a cuadros rojos y estaba abotonada al máximo. La primera impresión de Summer fue que ese chico era un nerd.

— ¿Quién es él?—le preguntó a sus amigos quienes sonrieron al percatarse que había llegado.
— ¡Summer!—exclamó Jennifer acercándose y abrazando a Summer con fuerza—. No me di cuenta que habías llegado.
— Lo había notado—anunció ella fulminando al niño nuevo con la mirada—. Oye, nunca te había visto antes por aquí. ¿Eres nuevo?
— En realidad no lo soy. Estoy aquí desde hace 3 años.
— Ah sí. Logan ¿no?
— Aja—el sonrió y estiró su mano para saludarla.
— ¡Siéntense todos!—exclamó la Profesora Smith y ella le sonrió fingidamente a Logan, estrechó su mano con él y ambos se sentaron.
Durante toda la clase Summer sintió la mirada de Logan sobre ella y cuando quiso comprobarlo, se percató de que efectivamente si la miraba de una forma rara y tenebrosa pero de alguna forma también le había parecido algo tierna. Decidió que luego de que la clase terminara le preguntaría porqué la miraba tanto. Una vez que sonó el timbre, Summer agarró a Logan por el brazo y lo llevó hasta un costado del pasillo. El estaba sonriendo y mirándola fijamente mientras se ponía un poco nervioso. Sacó su inhalador por su asma y lo aspiró antes de que ella le hablara. Ella simplemente frunció un poco el cejo y sonrió.
— Quería preguntarte…
— ¿aja?—dijo el sonriendo y ella notó que su sonrisa era resplandeciente. Era como si debajo de ese niño raro había alguien diferente. Se percató de que el niño parecía un poco ansioso y la miraba fijamente a los ojos.
— En la clase…, te vi—el sonrió aun más—, te vi mirándome demasiado—su sonrisa desapareció e hizo un gesto de desentendido.
— Eh, eso. Solo estaba pensando…
— Pensando algo sobre mí—interrumpió ella.
— Si. No—se contrarió al momento y ella se cruzó de brazos con la cara seria.
— ¿Qué pensabas de mi?—lo miró seria hasta que él se quitó los lentes y frotó sus ojos con nerviosismo. Ella dirigió su mirada al chico y vio unos hermosos ojos que se escondían debajo de esos lentes.
— No pensaba nada en especial—replicó nervioso mientras limpiaba sus lentes contra su camisa a la vez.
— Dímelo—ordenó.
— Pues—dirigió sus ojos hacia los de ella y luego volvió a bajar su mirada. Soltó un resoplido tímido con una sonrisa y susurró algo inentendible.
— ¿Qué dijiste?
— Me parece que eres muy linda—ella lo miró por un momento y no pudo evitar soltar un risa.
— Ja. Perdóname Logan, pero no seré nada tuyo.
— No te lo estaba pidiendo—se colocó los lentes de nuevo luego de haberlos limpiado.
— Nunca seré nada que alguna vez tu pequeño cerebro pueda llegar a ensamblar sobre mi—puso el dedo índice en el pecho mientras decía eso y lo fulminaba directo a los ojos—. Me caes mal, Logan Lerman.
— Sentimiento mutuo—afirmó el mientras se volteaba para irse.
— Eres un tarado. Nunca serás nadie.
— No tiene sentido nada de lo que hablas—preguntó antes de salir por la puerta y ella se dio cuenta de todo lo que había salido de su boca.

Una Summer de 24 años de edad se despertó con una inmensa sonrisa al saber que mañana se reuniría con sus mejores amigos de toda la vida. Se levantó con ánimos de su cama y fue hasta el espejo, donde se miró el rostro. Empezó a recordar a sus amigos y luego recordó al niño con el que siempre había peleado. Se habían odiado desde los 12 años hasta que ya no se quisieron ver nunca más luego de la graduación. Sintió un poco de vergüenza por su comportamiento pero sabía que él tal vez lo había dejado atrás tanto como ella lo había hecho. Entró al baño para darse una ducha mientras aun pensaba en Logan.
— ¡Sé que lo hiciste a propósito, idiota!—exclamaba una enojada Summer de 15 años mirando al chico de anteojos que tenía el vaso vacío en sus manos. Accidentalmente habían chocado y a Logan se le había caído su jugo. Desafortunadamente; se había derramado sobre la hermosa remera de Summer.
— Summer, te juro que no lo hice a propósito. Lo siento. En verdad lo lamento—agarró una servilleta y estiró el brazo con intención de limpiarle pero al darse cuenta de donde había caído el jugo, se lo paso a ella y la chica dio una sonrisa falsa.
— Ni tus lentes con el aumento feroz que tienen, te sirven. Mira por donde caminas, tarado—dijo Austin, el novio de Summer y arrojó toda su bebida energética sobre el pobre Logan. El chico solo miró a Austin con coraje y pena, mientras el otro solamente se reía. Summer miró a Logan apenada y también le pasó una servilleta.
— No te metas, Austin—susurró Summer mientras se seguía limpiando la remera.
— ¿Qué?—preguntó sin entender.
— ¡Que no te metas en mis cosas!—salió de la escena dando grandes zancadas.
Estaba totalmente enojada con su novio por ser tan abusivo. Es cierto que odiaba a Logan pero ¿por qué tenía que hacer esas cosas? Caminó hasta el baño abandonado del colegio y se dejó caer en el suelo mientras lloraba. Le había perdonado demasiadas cosas a Austin. Hasta le había perdonado que la engañara, pero ya no tenía más ganas de tener una responsabilidad como Austin. Porque de verdad que había que cuidarlo mucho.
La campana sonó pero ella simplemente siguió llorando en ese baño mientras la gente retornaba a sus clases. Mientras ella lloraba, alguien la había visto pues la puerta estaba levemente abierta. Logan tenía su casillero en frente a ese baño, ya que le habían quitado el suyo los abusivos del colegio. Pero le gustaba más allí porque aunque esos casilleros estaban viejos cuando los recibió, el simplemente le hizo algunos arreglos y ahora era un lugar bastante decente para estar. Era como un lugar olvidado por el resto del colegio. Un callejón que no era peligroso y donde podías tener tu lugar.
Logan se fijó para asegurarse de que era la persona que pensaba y ciertamente era Summer. No entendía por qué lloraba pero no tenía intenciones de preguntar. Cerró su casillero con fuerza para que Summer se diera cuenta de su presencia.
— Vete a clases, Summer—ordenó y salió de aquel lugar.


Sus recuerdos se detuvieron cuando su prometido tocó la puerta preguntando por qué tardaba tanto. Ella solamente cerró el grifo y se colocó la bata. Se acercó a la puerta y la abrió un poco. Vio a William vestido como para jugar golf y sonriéndole.
— ¿vienes a jugar?
— Claro. Ya bajo—le dio un pequeño beso y cerró la puerta.
Una vez que estaba lista, se preparó para bajar a jugar golf con su prometido y se encontró con que había un grupo de ocho amigos que planeaban pasar la mañana en la casa de Will. En vez de ir al campo de golf, fue a la cocina y preparó bebidas para todos.
William era un director de cine muy talentoso. Había dirigido películas muy taquilleras y ahora era productor de películas que tenían mucho futuro. Su mansión era ridículamente cara y hermosa. Tenía las cosas más modernas y como Will amaba la tecnología, tenían muchas maquinas último modelo.
Summer siempre había querido ser arquitecta, y había estudiado para cumplir su sueño. Una amiga suya, que se había metido a la industria del cine, le había comentado que el director de la película en la que ella estaba, estaba planeando mudarse a una casa aun más grande y luego de eso pueden imaginarse el resto. Una reunión planeada por su amiga, Brenda, quien presentó a William y Summer. Ellos dos empezaron a hacer reuniones en las que ella le mostraba los planos de su nueva y moderna mansión y luego esas reuniones profesionales se convirtieron en citas a Starbucks1 y luego citas en restaurantes como Olive Garden2.
Luego de veintitrés meses de relación, William había decidido que era hora de hacer a Summer su esposa. Se lo había propuesto hace tres meses en la casa de verano que tenían y ella había aceptado con felicidad y emoción. Luego llamó a Nathan, uno de sus mejores amigos, para contarle a él y a Jennifer sobre su compromiso. Sus amigos, quienes por cierto estaban casados, habían mencionado como la extrañaban y a ella se le había ocurrido que podían pasar un mes completo en esa misma casa de verano, cuando las vacaciones estuviesen por terminar.