Trapped.

Ficha de la serie

Introducción

Todos lo apodaron 'el llamador' ¿por qué le dicen así? simple, antes de cada secuestro su celular o teléfono sonaba y, extrañamente, una grabación con voz de bebé les susurraba 'te voy a atrapar' y antes de que siquiera puedan cortar la llamada estaban en sus garras. Dos meses fueron los que pasaron allí sus victimas y después las mató, pero en realidad, para él eran ensayos, sádicos ensayos para cuando atrape a su real presa, la cual ya lleva casi un año acechándola, cada minúsculo detalle para que cuando aquel día llegue sea todo perfecto; y falta cada vez menos. Ella, una mañana abrirá sus ojos y nada volverá a ser igual

Prólogo

Una noche lluviosa era lo que predecían las nubes grisáceas, las temperaturas a esas alturas del año eran un poco bajas y las rutas eran peligrosamente un caos. Pero nada impedía las rutinas diarias de la personas; y tampoco la de los asesinos. A Nikolina ni las más fuertes ráfagas de viento gélido impedían sus trotes matutinos, pero aquella mañana había sucedido algo que varias personas quedaron en shock: ella había desaparecido, después haber salido a correr no había vuelto al motel donde se hospedaba. El amanecer se aproximaba y no había siquiera un pequeño rastro de dónde fue secuestrada. Carteles pegados -hasta donde ni se imaginan- pidiendo una pista o preguntando dónde la vieron por última vez, pero nada, nadie se había atrevido a tocar su celular. Los investigadores se estaban volviendo, literalmente, locos. Sabían quién era el sudes, pero eso era otra historia, además que era el mismo modus operandi de asesinatos anteriores. Una pequeña idea asomaba en las mentes de aquello investigadores: un policía encubierto, ¿y quién mejor para ese papel? Tanner Lakker. Aunque a ninguno de los investigadores sea de su agrado él era su última opción.
Minutos más tarde un auto negro con vidrios polarizados estacionó frente a ellos, y sí, señores y señoras Tanner había llegado.

—¿Para qué soy bueno?—se acercó a ellos en pasos silenciosos.
—¿Ya sabes sobre este caso, no?— preguntó uno de ellos de mala gana.
—Sí, ¿qué necesitan que hagan?—cruzó sus brazos sobre su fornido pecho.
—Que trates de infiltrarte—Tanner soltó una carcajada.
—¿Y cómo lo haré?—preguntó volviendo a su semblante serio—si ni ustedes saben quién es—rodó sus ojos.
—En realidad, tenemos unas leves sospechas de... Edward—Tanner se puso pálido—no te dijeron a quién secuestro, ¿verdad?—él negó y el investigador tragó duramente—, Nikolina.
—¿Nikolina Vittoria?—podría notarse a kilómetros cómo la sangre le hervía en esos momentos, uno de los investigadores asintió—ésto no es una jodida coincidencia, ¿no?—gritó dándose la vuelta y pateando su auto—lo voy a encontrar— gruñó y se subió al auto mientras arrancaba hacía un destino que nadie más sabía a excepción Tanner.  

Él siguió conduciendo por un par de horas. Ya era de mañana cuando estacionó frente a un galpón o algo similar. Bajó cautelosamente y golpeteo en la puerta de una manera especial, ésta se abrió despacio dando a ver un hombre un poco joven quizás unos veinticinco años o por ahí rondaba. Al ver a Tanner sonrió maliciosamente y lo dejo pasar.

—¿Qué te trae por aquí?—preguntó con esa sonrisa en su rostro.
—Escuché que has secuestrado a una tal... Nikolina—la sonrisa de aquel hombre se ensanchó más y un escalofrío recorrió a Tanner.
—Sí, Nikolina Vittoria—hizo un ademán con la cabeza para que lo siguiera—. Tengo el presentimiento que la conoces—exclamó y se volteo para mirarlo—, ¿o miento?—elevó su ceja derecho.
Tanner tomó una larga bocanada de aire y afirmó—: tienes razón, la conozco y tú también, Edward— ésta vez fue Tanner el que obtuvo un punto a su favor.

Caminaron un poco más y llegaron a lo que parecía ser un cuarto, en el medio se encontraba Nikolina: sus manos y pies atados; su postura derecha; su pelo de color rosa sedoso caía sobre sus hombros y ella estaba perfectamente intacta.

—¿Hola?— fue lo único que sus pequeños labios soltaron al escuchar nuestro pasos, Edward se acercó a ella y Tanner se fue a la esperar de Edward en la entrada principal.

Habrían pasado unos cinco minutos y el nerviosismo de Tanner era demasiado elevado, cuando iba a dar un paso hacía aquel cuarto Edward salió.

—Había olvidado lo charlatana que era, joder—pasó su mano por el pelo exasperado.  
—Te la vas a tener que aguantar— se encogió de hombros mostrando indiferencia pero los dos sabían que le importaba demasiado.
—Cómo digas—pensó unos momentos—, ve tú a hablar con ella.
—¿Estás loco?—rió irónicamente—sabes que me reconocerá y después de lo que sucedió jamás volveré a ser de agrado—bufó enojado.
—No me importa si te reconoce, ve— le indicó con tono autoritario— o sabes lo que puedo hacer—amenazó y Tanner de mala gana caminó de vuelta hacía aquel cuarto donde se iniciaría la tercera guerra mundial o quizá la paz mundial, quién sabe.