Son campanas las que oigo? (Niall y Katie)

“K y N”. “K y N”. “K y N”.
Mi cuaderno debería estar lleno de apuntes, no de letras. Las mismas letras, una y otra vez. Oigo al profesor hablar sin descanso, pero no tengo idea de lo que dice, no presto suficiente atención.
¿Por qué las clases son necesarias? Maldita escuela, quiero vacaciones. Poder salir todos los días con Katie…sí, eso es mejor. Katie, sólo Katie, ella sola.
Pasa el tiempo. No me doy cuenta de que el profesor ha dejado de hablar y el timbre ha tocado.
—Nialler
Cierro el cuaderno inmediatamente y levanto la mirada, asustado.
—Katie—digo, con una inevitable sonrisa en el rostro.
— ¿Aún eres del planeta Tierra? ¿Seguro que no llegaste a Marte?
—Creo que ya llegué a Júpiter.
Ella ríe. Yo me limito a sonreír. No me siento digno de tapar su angelical risa con la mía. Me levanto, tomo mis cosas y las guardo en mi mochila.
— ¿Lista? —pregunto al terminar.
—Sip—me contesta, con la misma alegría de siempre, esa que ilumina a todos.
Salimos del salón y comenzamos a recorrer los pasillos de la escuela, uno al lado del otro. Todos creían que debíamos estar juntos. Pero Katie siempre contestaba: “Somos mejores amigos, ¿qué más podría querer?”. Bueno Katie, yo sí deseo estar juntos. Desgraciadamente, ese deseo no es mutuo, así que debo conformarme con ser su mejor amigo.
La tengo a mi lado, hablándome. Sé que debería escucharla, pero no puedo. Se me hace imposible concentrarme en ella con la locura que son los pasillos de la escuela. En realidad sí podría escucharla, pero no quiero enterarme cómo es que Ray, el chico del que ella siempre ha estado enamorada, le dijo a un amigo que le dijo a su novia que le dijo a su amiga que le dijo a su prima que Katie le parecía linda.
— ¿Entonces Niall? ¿Qué piensas?
Oh no. Problemas. Piensa Niall, piensa.
— ¿Eh?
Ah sí, el muy inteligente “eh”. Que, por cierto, ¡nunca funciona!
— ¿Qué es lo que piensas de todo lo que te dije?
Yo me quedo en silencio y ella no es tonta.
— ¿Escuchaste algo de todo lo que te dije siquiera?
—Claro que sí—le contesto, demostrando obviedad. —Escuché que me preguntaste qué pensaba.
Sentí un suave golpe en mi brazo, seguido de un pequeño empujón.
— ¿Así de tedioso es tener que escucharme? —me pregunta, mitad verdad mitad broma.
—No—contesto sinceramente. —Simplemente no me gusta ese tal Ray para ti, te mereces algo mejor.
Algo como yo, pensaba por dentro.
—Ya hablamos de esto y…
—Sí, lo sé Kate.
—Además, nunca voy a cambiarte Niall. Siempre vas a ser mi mejor amigo.
Abraza mi brazo por unos segundos, hasta que lo suelta, y los dos nos detenemos en el medio del corredor, al ver que Sandy, la mejor amiga de Katie, viene corriendo hacia ella.
— ¡Katie! Tengo algo que decirte. ¡Ahora!
Veo como Sandy se la lleva lo más rápido que sus pies le permiten. Kate voltea un segundo, saluda con la mano y sigue su camino. Suspiro.
Llego a mi casillero, ingreso la combinación y lo abro. Saco dos libros, guardo tres y lo cierro. Cierro, también, mi mochila, y estoy listo para irme a casa. Otro día rutinario que acaba. Recorro nuevamente los pasillos, esta vez solo, aunque saludo ocasionalmente a algún que otro conocido, hasta llegar a la salida. Finalmente.
Abandono el establecimiento. A mi derecha, se encuentra Zayn, uno de mis mejores amigos, apoyado en una pared, con los brazos cruzados. Deja su lugar y se acerca a mí. Arroja su cigarrillo a la calle en el camino. Veo en su expresión que lo que tiene para decirme no es bueno. Aunque podía estar seguro de que Zayn no tendría filtros, sería estrictamente directo.
Conozco a Zayn desde que tengo 8 años. La primaria fue nuestro lugar de encuentro, y desde entonces somos los mejores amigos. Somos bastante parecidos en cuanto a la personalidad, pero somos totalmente opuestos en cuanto a físico. Quiero decir, sí, ambos somos delgados y altos, pero él tiene su cabello y sus ojos oscuros, con una mirada misteriosa. Yo, en cambio, tengo el cabello rubio y los ojos celestes, y con sólo una mirada puedo demostrar más de lo que mi boca dice. Ahora, con 17 años, nuestra confianza es muchísimo mayor. Él sabe todo sobre lo que siento por Katie, e intenta ayudarme en lo que puede.
— ¿Qué pasa? —le pregunto, aparentando normalidad, pero con los nervios viajando por todo mi cuerpo entero, al punto de que tuve que mover mis manos para que éstas no se durmieran.
Un hormigueo me recorre de punta a punta la columna vertebral.
Frío y serio, me dice:
—No quieres saberlo
—No puede ser tan malo Zayn, ¿qué pasa?
Los dos comenzamos a caminar rumbo a nuestras casas, distanciadas sólo por 2 cuadras.
—Katie y Ray. Esta tarde. Toda la escuela lo sabe.
Con el tiempo, había aprendido a descifrar lo que Zayn decía. Y esta vez, no era bueno. Nada bueno.
— ¿Ya están juntos entonces?
Mi amigo asintió a mi lado. Yo imité su gesto, desilusionado.
— ¿Te molesta si me adelanto? Necesito pensar un poco—le dije, luego de un momento.
—Claro que no Niall. Dime cuando quieras hablar.
—Está bien
Aceleré el paso. El nudo en mi garganta se hacía cada vez más grande y más difícil de deshacer. Al llegar a mi casa, la llave giró en la cerradura y la puerta se abrió. Mi madre estaba adentro, con Katie a su lado, charlando animadamente.
—Oh Niall, ahí estás. Katie te estaba esperando. Tiene algo muy importante que contarte. —dijo mi mamá emocionada.
Las dos sonreían. Yo, en cambio, para nada. Mi mejor amiga se acercó a mí.
—No estoy de humor Kate—le dije, frío y seco.
Me alejé de ella con la mochila al hombro y comencé a subir las escaleras, con los pies que me pesaban toneladas. Sabía que estaba sorprendida, tal vez hasta decepcionada. Pero no quería escucharla hablar del estúpido de Ray. No sabiendo que no podría contestarle siendo honesto. Llegué hasta mi habitación, y fue cuando me di cuenta de que me estaba siguiendo. Estaba de pie a mi puerta, expectante. Tuve el impulso de cerrarle la puerta en la cara. No lo hice.
— ¿Qué pasa Niall?
—Nada Kate, quiero estar solo
—Nialler, sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad?
—Lo sé
— ¿Y por qué no lo haces? ¿No confías en mí?
—Claro que lo hago, es sólo…—pasé mi mano por mi cabello, incapaz de explicarle—no esto.
Me miró fijo por unos segundos.
— ¿Esto es por Ray?
Suspiré y bajé la mirada. Me conocía tan bien.
—Voy a estar bien. Él me gusta. Mucho. Y yo le gusto a él. ¿Qué tiene de malo?
“Que ese hombre a tu lado no soy yo”, pensé.
—En serio Kate, necesito pensar—dije, sin mirarla.
Me empujó dentro de la habitación y cerró la puerta.
—No me voy a ir hasta que me expliques qué es lo que pasa
—No te irás nunca, entonces—contesté.
Me acerqué a uno de los muebles, sobre el cual tenía una foto de nosotros dos, de hace sólo un par de meses.
— ¿Qué es lo que pasa? Puedes contármelo Niall. Por favor, odio verte así.
—Lo necesito Kate, necesito pensar. Estando solo.
—No, no voy a…
— ¡Kate! ¡Necesito estar solo! ¡Qué parte es la que no entiendes! ¡Deja de ser tan malditamente buena por una vez y déjame solo! —le grité, acercándome a ella más de lo normal.
No me arrepentí de lo que le dije, hasta que noté que había retrocedido y un par de lágrimas escaparon de sus ojos. La había asustado.
Me quedé en silencio por unos segundos, mirándola. Suspiré.
—Katie, lo siento, no…
—E-está bien. Lo entiendo. Quieres que te deje solo, de acuerdo.
Tanteó el picaporte de espaldas a la puerta, hasta que lo encontró y, más rápida que un rayo, la abrió y salió. Me acerqué a la puerta despacio y tranquilo, hasta que di el mayor portazo de mi vida y golpeé con el puño la pared. Me miré los nudillos. Rojos y un pequeño corte en uno de ellos. Dolería mañana.
La rabia me recorría al saber que la había asustado y hecho llorar. ¿Por qué lo hice? Ella sólo intentaba ayudar. No es su culpa que sienta algo por ella. No es su culpa que odie a Ray por haber logrado lo que yo no logré en años. No es su culpa. Nada de esto lo es. No se merecía lo que hice. Pensé en llamarla para disculparme. Deserté de la idea y me fui a acostar. Había sido un largo día. Pero esta batalla aún no terminaba. Ray no ganaría.


***
Bueno, qué piensan? :) Agradezco comentarios, me incitan a seguir!

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Al otro día, ya me sentía mucho mejor. Había descansado y estaba listo para disculparme con Katie. Me alisté y caminé hasta la escuela. En la entrada, Kate y Ray estaban cariñosos. Genial. Sarcasmo, claramente.
Me acerqué a ellos con mi mejor sonrisa fingida e intentando no arrojarme encima de Ray.
—Kate, ¿podemos hablar?
—Está ocupada, ¿qué no lo ves, idiota?
Contuve mis ganas de golpearlo. Sólo lo miré. Volví mi mirada a mi mejor amiga.
— ¿Katie?
—Lo siento Niall, tal vez luego
Me alejé, oyendo de fondo la risa burlona de Ray, acompañada de la de Katie. Ya, era demasiado.
— ¡Antes de ser tu novia fue mi mejor amiga, idiota!
Cerré mi mano en puño y lo golpeé lo más fuerte que pude. Oí el grito de horror de Katie y vi cómo Ray yacía en el suelo, un hilo de líquido rojo emergiendo del lado izquierdo de su boca. Mis nudillos estaban rojos y los cortes que me había hecho el día anterior, ahora eran más grandes y sangraban.
La miré. Y esperé. Esperé a que ella se decidiera por acudir a mí, a su mejor amigo, al chico que conocía desde siempre, al que sabía que tenía razones para hacer lo que hizo. Sin embargo, eligió a su novio. Hasta asco me daba pensarlo. Se agachó a su lado y revisó que estuviera bien. Volteó para mirarme.
— ¡¿Estás loco?! —Me gritó, aunque no respondí— ¡James!
Bajé la mirada. Varias personas se habían acercado, y otro tanto miraba de lejos. Dejé la escena a paso lento. Me odiaba. Sólo una vez en toda su vida me había llamado James, y luego de eso, no me habló por una semana. Ahora eran dos las veces que lo había hecho. No quería ni pensar en las consecuencias que esto tendría.
El día en la escuela pasó relativamente rápido. Al volver a mi casa, me encerré en mi cuarto sin siquiera saludar a mis padres. Debía hacer algo. Llamé a Katie a su celular. No obtuve respuesta, aunque era lógico. La llamé diez veces más y le mandé quince mensajes. Notaría que de verdad me interesaba arreglar mis errores. Le escribí a todas las redes sociales que pude, también. Además, llamé a su casa. Me atendió su madre. Me dijo que ella no estaba en casa, pero pude escuchar perfectamente su voz cuando le pidió que me informara de eso. Agradecí y corté la llamada. Dejé mi cuarto, agarré mis llaves y salí de la casa. No dejaría las cosas así.
Al llegar a la puerta de su casa, toqué el timbre. Su madre me recibió, cortés como siempre, pero distante.
—Niall, cariño, este no es el mejor momento.
—En serio necesito hablar con Katie. Necesito explicarle. —Bajé la mirada y levanté los hombros—Necesito que me perdone.
Su madre puso su mano sobre mi hombro. La miré y me sonrió.
—Pasa, la llamaré
Entré y me senté en el sofá de siempre a esperar. Los minutos pasaron, y ni madre ni hija aparecían. Comencé a impacientarme, inquieto. Luego de unos minutos más, Kate apareció frente a mí, cautelosa. Me puse de pie de un salto. Ella retrocedió un paso. Me lamenté por eso.
—Katie, yo…
—No digas nada, Niall. Sé lo que vas a decir. No puedo creer que me gritaras así y después golpearas a Ray de esa manera. De cualquier otra persona lo habría esperado, pero no de ti. Me decepcionaste.
—Entiéndeme, no quise…
—Sí quisiste, pero no pensaste en las consecuencias. Eso es diferente.
—Está bien, tienes razón. Puedo asegurarte que no fue mi intención asustarte la otra noche, en serio lo siento. No me arrepiento de haber golpeado a Ray, pero sí me arrepiento de que eso te haya lastimado a ti. No quiero alejarme de ti, créeme. No quiero que tú te alejes de mí tampoco. Quiero que todo vuelva a ser como antes. —Me acerqué a ella y abrí mis brazos— ¿Abrazo?
Vi la duda en sus ojos por un momento, pero sonrió y me abrazó. Rodeé su pequeño cuerpo con mis brazos y la sostuve, más fuerte de lo que había planeado.
—Nialler, me estás ahogando—dijo, entre mis brazos.
Reí un poco y la solté. Le sonreí, con la sonrisa más amplia y sincera que jamás había usado.
—No quiero perder a mi mejor amigo
—Yo no quiero perder a mi mejor amiga
La abracé de nuevo, más suave que la última vez, y dejándole espacio suficiente para respirar.
—Katherine Sheills, te quiero
—Niall Horan, yo también te quiero
Sabía que ella no lo decía en el mismo sentido en que yo lo hacía, pero me bastaba. Por ahora.
—Ahora, ¿qué dices? ¿Noche de películas en mi casa? —le pregunté, juguetón.
—Es viernes por la noche
—Lo sé, lo hacemos siempre Kate. ¿No lo recuerdas?
—Claro que sí tonto. Es sólo que tengo planes.
—Pero… nosotros nunca… siempre…
—Lo siento Nialler, sólo será esta vez. Saldré con Ray.
Cerré mis puños y apreté mi mandíbula, pero me las arreglé para asentir.
—D-de acuerdo. Nos vemos el lunes en la escuela. —contesté y dispuse a salir.
Estaba ya a dos pasos de la puerta cuando ella me detuvo.
—Vamos, ¿qué pasa ahora?
—Ya lo sabes. No me gusta Ray. Aunque es obvio que él te hace feliz. Así que prometo dejarlo en paz. Pero si llega a lastimarte, juro que le romperé la cara.
Ella sonrió y me dio un corto abrazo.
—Eres el mejor
La saludé y dejé la casa. Caminé en el silencio de la noche, de vuelta hasta mi casa.
— ¿Qué pasó con la noche de películas? —preguntó mi madre cuando llegué.
—Katie canceló
—Eso nunca pasa. ¿Qué ocurrió?
—Va a salir con su novio—hice una mueca que hizo reír a mi madre. —No es gracioso.
—Será solo una vez, estoy segura
—Eso espero
— ¿Quieres ver películas conmigo? Hace mucho no lo haces
Dudé un segundo. Luego pensé, ¿por qué no? Es mi madre, después de todo.
—Claro
Después de una hora y media, en las que pasé varias incomodidades, la película Solo Amigos terminó. Los créditos estaban ya avanzados, entonces mi madre habló:
— ¿Qué te pareció la película?
El tema principal era la friendzone.
—Lo hiciste a propósito, ¿cierto?
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
Sí, lo había hecho.
—Mamá, ¿qué te hace pensar que Katie me gusta?
—Niall, eres mi hijo, y veo cómo la miras y la cuidas. ¿Por qué reaccionarías así al saber que tenía novio, además?
—Ella no siente lo mismo, eso es bastante obvio
—Pero puedes cambiarlo
—No, mamá, no puedo. Solo déjalo, ¿de acuerdo? Nos vemos mañana
Me levanté del sofá y subí las escaleras hasta mi habitación. Me acosté, mirando el techo. Respiré hondo. Tomé mi celular de mi mesa de noche.
“¿Cómo va tu cita?”
Presioné enviar. Esperé su contestación con mi mirada en la pantalla. Un minuto, dos minutos, tres. Comencé a pensar que no me contestaría porque aún estaba en ella, demasiado ocupada con Ray como para contestar.
“Fue maravillosa. Aunque terminó temprano, Ray dijo que debía cuidar a su hermanita. ¿Qué tan tierno es eso?”
Estuve tentado de contestar un “No mucho”, pero me contuve.
“Me alegro. Tuve que mirar películas con mi madre. Nunca me vuelvas a dejar plantado, ¿está bien? NUNCA.”
“Exageras Nialler. No puede haber sido tan malo.”
“Oh créeme, lo fue. La amo, pero no vuelvas a dejarme solo con ella.”
“Es tu madre, ¿cómo podría evitarlo?”
“Dormiré en tu patio”
“Niall”
“De acuerdo, ¿en la calle?”
“¡Niall!”
“Sabes que no hablo en serio. ¿Quieres ir a desayunar mañana?”
“Estoy cansada. Tal vez otro día, ¿sí?”
“Claro”
Ella no contestó más, supuse que se había ido a dormir. Dejé mi celular en su lugar y me levanté. Me deshice de mis jeans y de mi camiseta y me acosté. Me dormí unas horas después.
Escuché unos golpes en la puerta de mi habitación, pero no le di importancia, preferí fingir que aún estaba dormido. Oí la puerta abrirse y cerrarse. Sentí que el colchón se hundía bajo el peso de otra persona. Si fuera mi madre, ya hubiera hablado. Escuché un suspiro. Katie.
Estaba casi desnudo frente a sus ojos. Yo, se suponía, estaba dormido. ¿Pero ella? No intentó hacer nada para taparme o despertarme o irse y golpear la puerta más fuerte o, no lo sé, algo. La sentí más cerca de mí. Y, sin advertencia alguna, sentí su tacto sobre mi pecho. No me moví. Intenté disimular los latidos de mi corazón, cada vez más rápidos. Su pequeña mano fue descendiendo lentamente por mi torso, llegando más lejos de lo que me imaginé que llegaría. No quería que Katie notara mi excitación frente a su toque, pero me fue imposible evitarlo. Se mantuvo unos segundos más allí, y volvió a subir. Llegó hasta mi cuello, luego a mis mejillas y, por último, a mis labios. Pasó su pulgar por ellos. Por un momento, creí que me besaría. Sin embargo, se alejo precipitadamente y se levantó de su lugar. La escuché susurrar:
— ¿Qué haces Kate, qué haces? Solo despiértalo e invítalo a desayunar, no lo violes
Casi río. Tuve que morder mi lengua con todas mis fuerzas para evitarlo
—De acuerdo, puedes hacerlo Kate, ¡tienes novio, por el amor de Dios!
Era cómico oírla reprenderse a sí misma por un deseo que emergía en ella. Fue ahí cuando empecé a sentir su mano en mi brazo, sacudiéndolo levemente.
— ¿Niall? Niall. ¡Niall! ¡NIALL!
Abrí los ojos lentamente, como si recién despertara. Los abrí aún más cuando la vi y giré en la cama, pretendiendo taparme con lo que fuera que encontrara, y acabé en el suelo. Escuché su risa. “Buena actuación Niall”, me felicité a mí mismo. Tomé la sábana de mi cama y me cubrí con ella.
— ¿Qué haces aquí?
—Pensé que sería bueno que saliéramos a desayunar. No estoy tan cansada como pensé que estaría.
— ¿Hace cuánto estás aquí?
Sus mejillas se pusieron rosadas rápidamente.
—N-no mucho.
—Pequeña traviesa, ¿admirando mi cuerpo?
Lo dije en tono de broma, pero solo quería incomodarla, ver cómo reaccionaba. Y lo hizo justo como esperaba.
— ¿Qué? ¡No!
—Oye, no hacen falta tantos nervios. Está bien si lo haces, pero no le digas a mi madre, se enojará contigo y no te dejará volver a entrar.
Rió, pero sabía que estaba avergonzada. Me levanté de mi cama y, a propósito, dejé la sábana sobre mi cama, mientras tomaba mi ropa de unos cajones. Me di vuelta para encontrarme a Katie mirando muy debajo de mi cabeza, pero en cuanto se dio cuenta, levantó la mirada rápidamente.
— ¿Así que no te basta verme casi desnudo, también admiras mi trasero?
—Esperaré afuera—y salió, mientras yo me reía.
Fue divertido, debo decir. Verla incómoda, avergonzada y con sus mejillas cerca de explotar por lo rojas que estaban, trajo a mí un sentimiento inexplicable. Como si necesitara esas situaciones a diario.
Acabé de ponerme mis jeans y mis Vans y salí con mi camiseta a medio pasar por mi cabeza. Oh sí, la seguiría torturando. Terminé de acomodarla estando frente a ella. Sabía perfectamente que había estado observando mis abdominales, sin alardear, bien marcados.
— ¿Lista? —le dije.
—Claro—dijo en un suspiro.
Sonreí.