Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
JOSEPH - JOE Y _____
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 23 de 71. • Comparte
Página 23 de 71. • 1 ... 13 ... 22, 23, 24 ... 47 ... 71
Re: JOSEPH - JOE Y _____
28 de Enero, 9528 A.C.
Ryssa estaba en la sala del trono de su padre mientras, Nick, Apolo y él se reían juntos, ignorándola. Lo cual era habitual. Pero lo que ella odiaba era el hecho de que Apolo la quisiera para él desde el primer momento de su llegada. Él la trataba como a una posesión cuyo único objeto era sonreír y adular su presencia. Y esto la hizo preguntarse si así fue como Joseph se había sentido en la casa de Estes.
¿Y qué si el dios era excepcionalmente hermoso? Aborrecía el modo en que él la trataba, como si ella fuera insignificante. La única peor cosa de ese tratamiento hacia ella, era la insistencia de su padre en que estaba bendecida al estar en presencia del dios.
Si esto era estar bendecida, odiaría verse maldita.
Volvió la cabeza cuando vislumbró a una criada que vacilaba en la entrada. Bonita y tímida, la muchacha era un año o dos más joven que Nick.
—¿Pasa algo, Hestia? —preguntó a la criada.
Hestia miró a los hombres tímidamente antes de dirigirse al lado de Ryssa a fin de poder hablarle en un tono suave.
—Su Majestad quería que yo le informara si... —la mirada de Hestia regresó al rey antes de terminar la oración— el prisionero real dejaba de comer.
El prisionero real. Joseph. El corazón de Ryssa palpitó atemorizado.
—¿Está enfermo?
Ella se aclaró la garganta.
—No que yo sepa, Su Alteza. No lo he visto en días. Yo dejo la comida y cuando vuelvo está sin tocar. Y nadie dormido en la cama.
—¿Qué? —el rugido de su padre las hizo a ambas brincar—. ¡Guardias! Seguidme. —Bramó desde la sala en su dirección.
Atemorizada por su hermano, Ryssa corrió tras él.
—¿Qué sucede aquí? —preguntó Apolo a Nick mientras los dos seguían su estela.
Nick hizo un sonido de profundo disgusto en la cavidad de su garganta.
—Eso es Joseph. Es un esclavo sin valor que solía ser un tsoulus. Lamentablemente su vida está atada a la mía, así que tenemos que mantenerlo sano. Aunque yo me siento bien, así que estoy seguro de que él hace esto sólo para llamar la atención. Que los dioses no nos permitan alguna vez dejarnos olvidar su presencia aquí por un solo día.
Ryssa apretó los dientes. La última cosa que Joseph quería era cualquier tipo de atención por parte de Nick o de su padre. Pero en la mente egoísta de Nick él no podía comprender el deseo de Joseph por esconderse de sus gloriosas presencias.
Su padre entró enfurecido en el cuarto de Joseph, luego se detuvo en seco. Ella entró detrás de él e hizo un alto para explorar el interior vacío. No había señal alguna de Joseph.
Su padre se volvió hacia ella con un furioso ceño fruncido.
—Te dije que no podías confiar en él.
Ryssa le ignoró mientras iba a un lugar que su hermano frecuentaba. El balcón.
Al principio no lo vio, pero cuando se adelanto bajo la marquesina que la protegía de la tormenta pasajera, vio una figura fuera de su visión periférica. Era Joseph sentado en el lateral con las rodillas plegadas y sus brazos doblados sobre ellas. Completamente desnudo, él miraba fijamente al espacio como si no fuera consciente del frío glaciar y la lluvia que chorreaba por su cuerpo. El pelo estaba pegado a la cabeza y la barba crecida de al menos dos días espolvoreaba sus mejillas…
Procurando quedarse fuera de la lluvia, se acercó lentamente a él.
—¿Joseph?
Él no respondió. Había algo en él que no estaba bien. Era como si hubiera muerto, pero su alma no hubiese abandonado su cuerpo todavía.
Ella se arrodilló a su lado.
—¿Hermanito?
Él volvió aquellos ojos sobre ella con una furia que no había visto desde la mañana en la que la había echado fuera del burdel.
—Déjame —gruñó en un tono tan feroz que realmente la asustó.
Por el rabillo del ojo, vio la furia de su padre.
—No te atrevas a hablarle de ese modo.
—Que te jodan, bastardo.
Nick dejó escapar un profundo gruñido mientras se precipitaba hacia Joseph.
Ryssa cayó hacia atrás cuando Joseph se puso en pie y corrió hacia Nick con la misma furia. Ella se cubrió la boca cuando los dos chocaron bajo la torrencial lluvia. Ni una sola vez había visto a Joseph golpear a otra alma viviente. Pero peleaba con Nick con todo lo que tenía.
Apolo tiró de ella hacia atrás para evitar que ellos la hirieran accidentalmente.
Nick había sido entrenando para luchar desde los cinco años por los mejores instructores que su padre pudo contratar. Y le estaba dando una paliza a Joseph bajo la lluvia. Incluso así, Joseph luchaba con tanta fuerza como podía.
Pero a la larga no era rival para su gemelo. Nick le pateó en las costillas.
—Eres patético.
Joseph rodó en el agua y se puso en pie. Cuando fue de nuevo por Nick, éste le golpeó otra vez. La lluvia rodaba por su cara, mezclándose con la sangre que corría desde su ojo, nariz y boca. A pesar de eso corrió hacia Nick, una y otra vez como si pensase que su voluntad era suficiente para vencer a su hermano gemelo.
—Guardias, cogedle —ordenó el padre.
Joseph intentó luchar con ellos cuando se acercaron para someterlo, pero ya estaba debilitado por Nick. Lo arrastraron de vuelta al cuarto donde su padre esperaba.
Su padre enterró la mano en el pelo mojado de Joseph y tiró de su cabeza hacia atrás de modo que Joseph pudiera ver el completo desprecio que guardaba el rey a su hijo mayor.
—Golpeadle hasta que no le quede piel en la espalda. Si se desmaya, despertadle y golpeadle de nuevo.
Joseph rió desapasionadamente.
—Yo también te quiero, Padre.
Su padre le golpeó con el dorso de la mano.
—Sacadle de aquí.
—¿Padre? —preguntó Apolo con una mirada asombrada, enarcando las cejas.
Su padre se burló:
—Él me llama así, pero no es hijo mío. Mi anterior reina se prostituyó y engendró esa abominación.
Ryssa sintió caer las lágrimas ante la condena de su padre.
—Él es humano, padre.
Todos se rieron de ella. Incapaz de permanecer ante sus burlas, siguió a los guardias para ofrecer consuelo a Joseph.
Para cuando llegó al patio donde lo estaban golpeando, él ya estaba ensangrentado. Pero al contrario que otras veces que lo castigaban, él luchaba contra sus atacantes.
—¡Golpéame otra vez! —le chilló al guardia—. ¡Con fuerza!
La desenfrenada rabia en él la impactó completamente. Él realmente se estaba riendo de los guardias como si le resultara placentero lo que le estaban haciendo.
¿Se había vuelto loco?
¿Qué le había sucedido?
Joseph los incitó hasta que se desmayó por la paliza. Los guardias intercambiaron una cautelosa mirada unos con otros antes de que el más alto de ellos alcanzara un cubo de agua para revivirlo.
Ryssa le puso la mano sobre el hombro.
—Por favor, no —rogó ella.
—Alteza… su padre se enfadará si descubre que no cumplimos sus órdenes.
—Yo no se lo diré si tú no lo haces. Por favor. Él ya ha pasado por bastante.
El guardia asintió, entonces lo bajó. Ella vio la compasión en los ojos de ambos cuando llevaron a Joseph de regreso a la habitación, bajo su dirección, dejándolo boca abajo sobre la cama. Se dieron media vuelta y la dejaron sola con su hermano tan patéticamente vulnerable tendido sobre la cama, sangrando.
Ryssa no tenía idea de hacia dónde se habían marchado Apolo, su hermano y su padre. Y para ser sinceros, no le importaba. Todos ellos podían pudrirse por su crueldad.
Con mano temblorosa debido a la pena por su hermano, apartó el pelo de la mejilla de Joseph. Él estaba ardiendo de fiebre.
—No te preocupes, Joseph. Yo cuidaré de ti.
—Bueno, eso fue realmente entretenido.
Artemisa apartó la mirada de sus koris que estaban bañándose en la fuente fuera del templo para fijarla en su hermano a su lado.
—¿El qué?
—Mi favorita tiene un hermano ilegítimo al que odian.
Su corazón dio un salto ante la mención de Joseph.
—¿De veras? —dijo ella, esperando que no detectara el tono entrecortado de su voz.
Él asintió antes de tomar asiento cerca de ella.
—Nunca había visto nada igual a aquello. Él estaba sentado desnudo bajo la lluvia completamente quieto, sin molestar a un alma, y ellos lo golpearon con saña, entonces se lo llevaron arrastras para azotarlo.
Artemisa se forzó a no reaccionar en la más mínima forma ante las noticias.
—¿Por qué?
—Ni idea. Pero juraría que el príncipe heredero tuvo una erección cuando lo inmovilizó en el suelo y lo golpeó.
Artemisa apartó la mirada mientras recordaba cuantas veces Apolo la había tratado de manera muy similar. Era extraño que no viera sus propias acciones reflejadas en los humanos. Su pobre Joseph. Quería ir con él, pero no se atrevía.
Apolo se rió.
—Sin embargo le concedo el mérito al humano, luchó contra ellos igual que un león. Incluso les retó a golpearlo con más fuerza.
Las lágrimas se acumularon estrangulándola. Artemisa parpadeó rápidamente para dispersarlas.
—Nunca entenderé a los humanos.
—Eso es por lo que mis Apolitas los someterán un día. Los humanos son demasiado defectuosos.
Ella sacudió la cabeza ante el plan de su hermano para derrocar a la gente que su padre había creado.
—¿Los humanos griegos saben que no vas a respaldarles en su guerra contra los Atlantes y los Apolitas?
—¿Estás loca? Por supuesto que no. Déjales que me ofrezcan a sus hijas y hagan sacrificios. ¿Qué me importa?
Artemisa arqueó una ceja ante esto.
—Te importa tu favorita, ¿no es cierto?
Él se encogió despreocupadamente de hombros.
—Me entretiene por el momento. Pero hay muchas más mujeres exquisitas en el mundo. Además al final envejecerá y me desharé de ella.
—Ellos envejecen demasiado rápido. —Eso era más para su beneficio que para el de él. Seguramente Joseph no la atraería una vez se esfumara su belleza.
Apolo no dijo nada.
Artemisa se preguntó sobre su presencia en el jardín de su templo.
—¿Por qué no estás con tu favorita?
—Está con el esclavo, atendiéndole. Una vez que lo golpearon, se volvió demasiado malhumorada para mi gusto.
—¿Y tú lo toleras?
Él se encogió de nuevo de hombros.
—Creo que su hermano ilegitimo debe haberle aconsejado sobre como agradarme. Se ha conducido de una manera demasiado conocedora y sumisa para una virgen. Nick me contó que solían vender al bastardo a los humanos para sexo. Por lo visto es una tradición familiar.
Las noticias la sorprendieron. Normalmente su hermano rehuía a cualquiera que fuese impúdica.
—¿Ryssa ha estado con otros?
—No. La hubiera matado. Cuando no estoy por ahí, la mantienen bien guardada. Pero encuentro fascinante que me la ofrezcan a mí de tal manera. Nunca haré eso con mi hija.
Artemisa echó un vistazo a Satara, la joven hija de Apolo la cual estaba bailando en la fuente con otras de sus koris.
—No, tú sólo me diste a tu hija para que fuera sirvienta.
—Te di a mi hija para que te alimentaras cuando yo no ando por aquí y te mantuvieras alejada de los humanos. Ella nunca será tocada por ningún hombre.
—Aún es joven. ¿Qué pasará cuando crezca y decida tomar un consorte?
Los ojos de Apolo brillaron con furia.
—Los mataré a ambos.
Artemisa estaba espantada por sus palabras.
—¿Matarías a tu propia hija?
La mirada de él la atravesó.
—Mataría a mi propia gemela si se prostituyese a sí misma con un hombre. Satara es una de los muchos niños que tengo. Pero ninguno de ellos me avergonzará sin sentir todo el peso de mi ira.
—¿Incluso si ella lo ama?
Él curvó los labios con disgusto.
—¿Qué eres tú? ¿Afrodita? No me hables de amor. Eres una diosa. No hay amor para nosotros. Sólo lujuria la cual se desvanece. Un hombre puede buscar amantes, pero para una mujer hacer tal cosa…
La convertía en una puta. Ella conocía la postura de su hermano sobre esto.
Como si pudiera oír lo que se decía de ella, Satara dejó de jugar para mirar a su padre.
—Me voy. —Apolo se desvaneció.
Artemisa no se perdió la mirada de desilusión en la cara de Satara porque su padre no se había molestado en hablar con ella. Un instante después, empujó a la kori más cercana a ella y se marchó airadamente.
Artemisa sacudió la cabeza. Aparentemente la violencia corría intensamente por sus genes.
Sus pensamientos volvieron a Joseph y la culpa la embistió. Lo que le había hecho había estado mal y lo sabía. ¿Pero como podía enfrentarse a él después de la forma en que había actuado?
Eres una diosa. Él debería estar agradecido de que siquiera te fijes en él.
Esa era la manera en que había sido criada. Aún así Joseph era diferente. Él no había sido sólo otro humano. Habían sido amigos.
Y ella lo había herido por miedo. Le había hecho muchas cosas que había jurado que nunca haría. Cosas que ella sabía que lo herían y humillaban.
¿Por qué?
Cerrando los ojos, pudo verle persiguiéndola a través del bosque. Oír su risa mientras bromeaba con ella.
Nadie la había hecho sentirse así. Nadie.
Y lo había echado a perder por ser estúpida.
Él es humano, ¿A quién le importa? Esa sería la postura de Apolo. Si tan sólo pudiera compartirla. Pero profundamente en su corazón sabía la verdad. Le extrañaba y le dolía el pensar que él había sido herido otra vez por su padre.
Ni siquiera lo pienses…
Era demasiado tarde. Ya se había desmaterializado del jardín a la habitación de él. Flotó en las sombras desde donde vio a su hermana inclinada sobre él.
—Por favor come,Joseph —susurró Ryssa—. No quiero que te hagan más daño. Padre dice que si te niegas a comer hará que te alimenten a la fuerza. —Ella sostuvo un trozo de pan ante su boca.
Él volvió la cabeza de lado.
Artemisa vio el crudo dolor en la cara de Ryssa.
—Bien. No quiero que te hagan más daño. —La princesa se llevó el pan a la boca y lo tragó entero. Después de eso, se comió toda su comida.
Con los ojos llenos de pena, Ryssa se levantó.
—Les diré que te lo has comido. —Cuando ella estiró una mano hacia Joseph, éste la agarró y la apartó de él.
Con gesto afligido, ella suspiró.
—Duerme en paz, hermanito. Me aseguraré de que nadie te moleste.
Artemisa no se movió hasta que Ryssa los hubo dejado solos. Materializándose en una forma sólida, salió de las sombras.
Joseph hizo una mueca ante ella.
—Déjame.
—No deberías usar ese tono conmigo.
Él soltó una carcajada, entonces contrajo la cara como si le doliera algo.
—¿Tengo aspecto de que me preocupe lo que puedas hacerme? Saca tu culo fuera de aquí y déjame solo.
—Joseph…
—¡Vete! —espetó él, entonces siseó como si el dolor fuera severo—. Me has dejado claro que ya no existo para ti. Como puedes ver, no te necesito para apalearme o golpearme. Hay muchos otros que compiten por ese honor.
Ella se arrodilló cerca de la cama con su corazón partiéndose ante las contusiones en su cara... ante las heridas que desfiguraban su espalda.
—Puedo curarte.
—No quiero tu curación. No quiero nada de ti salvo tu ausencia.
—No hagas esto, Joseph.
Joseph maldijo.
—Estoy por suplicar misericordia. De todos modos, nadie presta atención cuando lo hago. Mejor debería morir de pie con toda la dignidad que una puta pueda lograr, que arrastrarme sobre mi vientre como un esclavo sin valor.
Ella sacudió la cabeza mientras intentaba explicarle lo que había pasado.
—Estaba asustada por lo que habíamos hecho.
La mirada de él la atravesó como una daga.
—Y estoy harto de ser el arrepentimiento de todo el mundo. Mi madre murió avergonzada porque me había dado a luz. Mi padre y hermano me desprecian y mi hermana apenas puede mirarme a los ojos. Y tú... tú me hiciste realmente creer en algo. Confié en ti y me mentiste.
—Lo sé y lo siento. —Ella colocó la mano en la mejilla sin rasurar, esperando hacerlo entender verdaderamente lo sincera que era—. Estoy aquí ahora, no como una diosa, sino como tu amiga. Te echo de menos cuando no estás a mí alrededor.
Joseph quiso apartarla de un empujón, pero la verdad era que no podía. No importaba lo mucho que necesitaba odiarla, él no sabía cómo.
Los ojos de ella lo atormentaron antes de que ésta los cerrara y curase su cuerpo dolorido.
Él soltó una exhalación cansada mientras el dolor se desvanecía y lo abandonaba totalmente de nuevo.
—No esperes que te lo agradezca.
—No es de esa manera. No pido perdón a los humanos. Nunca. Aún así te lo he pedido a ti...
Él entendió lo que le estaba diciendo, pero esto no alivió el dolor dentro de su corazón donde ella lo había apuñalado.
—No quiero más tu amistad, Artie. Tendrás que encontrar otra puta que te entretenga.
Antes incluso de que él pudiera parpadear, ella se puso sobre él y lo empujó de vuelta a la cama. Acheron inhaló bruscamente cuando ella hundió los dientes en su cuello. Esta vez no hubo ningún placer para él. Sólo el dolor lo sacudió con cada gota que ella drenaba. Aún peor, lo mantuvo paralizado de modo que él no pudiera moverse o luchar en su contra.
Este era un acto de violación y él lo sabía. Lo habían agredido suficientes personas en un despliegue de poder como para no reconocerlo cuando pasaba.
Ruégame piedad, puta. Dime cuánto disfrutas.
Joseph luchó por permanecer consciente mientras las voces del pasado hacían eco en su cabeza. El dolor y la frustración se erigían dentro de él mientras la rabia impotente hervía profundamente.
Finalmente Artemisa se apartó con brusquedad. Por la expresión perpleja en su cara podría decirse que estaba sorprendida de verlo todavía consciente.
Joseph tragó saliva mientras la miraba desde abajo con desprecio.
—¿Estamos en paz ahora? ¿O quieres violar mi cuerpo tanto como has violado mi alma?
El dolor cortó a través de él cuando todas sus heridas y contusiones de la paliza reaparecieron. Gritó ante la intensidad cuando éste aumentó incluso más de lo que había sido antes.
Artemisa permaneció de pie fulminándole con la mirada desde arriba.
—No te burlarás de mí, humano. Ya he tenido bastante de tu ridiculez. —Y con esto desapareció.
Joseph cerró los ojos mientras el alivio discurría por él. Tal vez ahora le dejarían en paz.
Pero cuando él buscó el bienestar en su mente, en vez del huerto en el que él había jugado en el palacio de verano aquél día de primavera, fue una imagen de Artemisa la que se le apareció. Una imagen de su breve amistad antes de que se hubiera vuelto una depravada.
Él añoró aquel momento de calma.
—Se acabó —dijo en voz baja. Había terminado siendo su juguete. Su vida había sido controlada por otros por demasiado tiempo. Era el momento de que dejara de tratar de complacer a todos los demás y aprendiera a vivir por sí mismo. Jamás permitiría de nuevo que nadie tuviera poder sobre él.
Especialmente los dioses.
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
Maldito Apolo y artemisa y su desgraciado padre!!!!!!.... Pero lo pagarán!!!!.... Aaaarrrggg como los odioooo
chelis
Re: JOSEPH - JOE Y _____
Ojala Joe maté a Apolo. No sé, yo digo y de paso a Nick y su padre y de pilón a Artemisa, todos son unos HP hahaha
Síguela!!!!!!!
Síguela!!!!!!!
Monse_Jonas
Página 23 de 71. • 1 ... 13 ... 22, 23, 24 ... 47 ... 71
Temas similares
» |The Time Is Runnig Out|♥ [Joseph&Tú]
» El infierno de Joseph Joe y tu
» Cuidado que muerdo en todos los sentidos(draco y tu mui hot)
» The Last Kiss (Joseph &Tu)
» Just friends. {Joseph Jonas}
» El infierno de Joseph Joe y tu
» Cuidado que muerdo en todos los sentidos(draco y tu mui hot)
» The Last Kiss (Joseph &Tu)
» Just friends. {Joseph Jonas}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 23 de 71.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.