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Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Capitulo 2
El Pecado
2/3
Sería una locura, una total falta de cordura, no aceptar dicha proposición, y todos lo sabían.
Pero yo no estaba suficientemente cuerdo, seguro por el accidente, así que me aventuré a negarme.
-Agradezco tal muestra de generosidad, pero sepa su merced, que Harold no está en venta, así que debo declinar tan generosa proposición-
Vi como la luz retornaba a los ojos de Harold, como mis hermanas respiraban cierto alivio y tranquilidad, en especial, Marry.
Padre, madre, los demás no daban crédito a lo sucedido, la tía se mostró inconforme con mi respuesta.
La mujer se volvió hacia padre
-¿Cree su merced que su hijo obra con cordura?-
-El esclavo es propiedad de mi hijo Sir. William y como mayor de edad confió en el criterio de sus decisiones- me respaldó padre.
Doña Eleanor se dirigió a mí.
-Pídame su merced lo que desee, tase usted mismo el precio por su esclavo-
-Señora Doña Eleanor, de nuevo declino su ofrecimiento y le recuerdo que hay cosas que no tienen precio- respondí
La señora quedó desarmada y luego se rió
-Que ímpetus los de la juventud, acepto su negativa, pero a cambio prométame usted, señor Sir. William, que me honrará visitándome en Cartagena de Indias, tan pronto tenga la oportunidad-
Yo afirmé, cortésmente.
-Ahora debemos partir, cuatro leguas nos restan de camino- afirmó Doña Eleanor levantándose
Todos hicieron lo propio.
Los sirvientes de la pareja ayudaron al Señor Don Max a retirarse.
La mujer se despidió y agradeció a mis padres por su hospitalidad, felicitó a mi hermana Marry Anne, por su compromiso, se despidió de los demás, luego se me acercó y de una forma insinuante me dijo:
-Espero con ansias poder recibirlo en mi casa-
Le agradecí su atención y cortésmente la escolte a la salida, Harold nos acompañó detrás, el abrió la puerta de su carruaje y la ayudó a entrar.
-Tienes fortuna, es muy alto el aprecio que siente por ti tu amo- le dijo al despedirse.
De inmediato partieron.
Cuando regresé a la estancia todos hablaban en torno a la visita de nuestros extravagantes visitantes.
-Es una pena. No haber aceptado tan inmejorable propuesta- afirmó mi tía al verme
-Creo que mi hermano hizo lo adecuado- afirmó Marry
-Eso ya no importa, vieron su capa, nunca había visto atuendo semejante- señaló mi hermana Marry Anne -debe valer lo que todo mi ajuar-
-Escandalosa- aseguró la tía.
- Demasiado llamativa, que falta de mesura- recalcó mi madre
Creo que la mesura era su palabra favorita.
-Y de humildad- intervino de nuevo Doña Caroline.
- Y sus pendientes habrá otros así en el mundo, que pesados, que grandes perlas-
-Buscaré unos similares si son de su deseo mi señora respondió Sir. Phillip, cortejando y consintiendo a mi hermana.
Ella le sonrió tiernamente.
-No podría colocarme unos tan grandes, pero algunos de esmeralda serían encantadores- Mi padre le lanzó una mirada de reproche al pedir las cosas en forma tan desvergonzada.
-Son muy ricas estas gentes- afirmó el señor Cristhian.
-A pesar de su dinero esa mujer tiene la condena como marca, es desvergonzada, altanera, sin recato alguno, pasea por las calles de la ciudad con esa escandalosa capa, viste sus esclavos con seda, a pesar de la prohibición, organiza fiestas y tertulias de muy mala fama, es una mujer de indecoroso comportamiento reveló mi tía.
-¿Y las autoridades, no la amonestan?- preguntó madre
-El poder, prestigio y dinero de su esposo permite que le sean perdonadas sus extravagancias- intervino el tío.
-Extravagancias, querrá decir pecados- afirmó de nuevo Doña Caroline
-Lo que se considera pecado, para los criollos, es solo extravagancias para los peninsulares- intervino Sir. Phillip
-Cuidado joven, tales afirmaciones, podrían causarle dificultades con la autoridad y no quiero exponer a mi familia a tales percances- recriminó padre.
-Usted disculpe Sir. John , tendré precaución- se disculpó el joven.
-Y usted sobrino, no acuda a reuniones, con esa señora Doña Eleanor, esa mujer bien podría ser el
mismo diablo- me interpeló Doña Caroline.
Mi madre se persignó.
Luego me retiré, me sentía cansado y dolía un poco mi herida.
Harold me acompañó a la habitación, me quitó las botas y ayudó a recostarme.
-¿Está usted bien, señorito?-
-Sí, solo me duele un poco la cabeza, siento la herida húmeda-
Harold se acercó, retiró el vendaje y revisó la lesión, la limpió con agua y me dijo:
-Dejemos que la herida tome aire, se ve acalorada-
Me recosté de nuevo intentando descansar.
El me interrumpió.
-Gracias, señorito Sir. William.
Lo miré con extrañeza, no supe a qué se refería, el prosiguió
-Por no venderme a la señor Doña Eleanor, le ofrecieron más de lo que valgo-
-Harold no tienes precio para mí, ya lo he dicho- Entonces él me sonrió y yo me dormí.
Pasaron los días, me recuperé por completo y solo una pequeña cicatriz en la frente sobre mi ceja izquierda daba cuenta de lo ocurrido, mi padre, madre y hermanas habían viajado a Cartagena de Indias a quedarse unos días en casa de los tíos, querían finiquitar todos los detalles de la boda de mi hermana que estaba próxima, el señor Cristhian había encargado unas telas que ellas querían revisar y escoger para sus ajuares, tardarían unos días fuera de casa, yo por mi parte quedé al frente de las tierras, encargándome de todo, con la ayuda de Harold y Mark, era la primera responsabilidad que asumía y no quería defraudar a Padre.
Trabajé sin descanso, supervisando las labores de los esclavos, la producción en el trapiche, el arriado de las mulas, la recolección de siembras y fruta, Harold era un hábil capataz, aun superior que el negro Mark, trabajábamos grandes jornadas desde la madrugada hasta entrada la tarde, cuando finalizábamos el día, nos aseábamos, Karol nos atendía y daba de comer, al tiempo ya estábamos rendidos durmiendo en la habitación.
El viernes el señor Sir. Phillip, envió un recado con uno de sus negros, me esperaba para pasar la noche, compartir una cena y beber algunas copas de vino, acepté y envié de vuelta el mensajero, en la tarde al terminar los jornales, me asee y junto con Harold nos encaminamos a las tierras de nuestro anfitrión.
La casa estaba a una legua de distancia y era una de las plantaciones vecinas, al llegar pudimos observar la construcción de una enorme casa, elegante y amplia, la cual estaban finalizando, a su lado una edificación más modesta y sencilla con un zaguán amplio de donde colgaban los chinchorros, Sir. Phillip, nos esperaba en compañía del joven señor Cristhian, me sorprendió verlo, lo imaginaba en compañía de mis hermanas.
Se acercaron a darme la bienvenida, me recibieron con la primera copa de licor, una vez estuve instalado, pregunté al joven Cristhian con extrañeza por qué no se hallaba con mi familia en la selección de telas en Cartagena.
-Pensé señor Cristhian que vuestra merced se hallaba con mis hermanas en Cartagena- pregunté intrigado.
-Estuve con ellas, con el señor Sir. John y la señora Doña Johanna, les he dejado un muestrario con más de cincuenta piezas de telas, para que se deleiten escogiendo, sin embargo cuando recibí la invitación de Sir. Phillip, no titubee en aceptar la oportunidad de pasar una agradable velada , espero que no le incomode-
-Por el contrario Señor Cristhian, me alegra volver a reunirnos, vuestra compañía es muy grata- respondí
-Caballeros a su salud, por vuestras mercedes, por vuestra hermana la señorita Doña Marry Anne, mi futura esposa- brindó emocionado Sir. Phillip.
Bebimos sin parar, hablamos de todo y de nada, cosas intrascendentes, luego el tópico de nuestra charla fue Doña Eleanor y su belleza, casada con semejante esperpento, senil y anciano, hablamos de señoritas, de cortejos y batallas, éramos tres grandes amigos desde aquel momento , Harold sentado a unos metros escuchaba atento nuestras conversaciones, ya el licor causaba estragos en nuestras mentes y estábamos más felices que de costumbre, incluso el señor Cristhian estaba desinhibido, sin timidez.
-Señor Sir. William, me alegra emparentar con tan prestigiosa y hermosa familia sépase usted afortunado por sus padres y hermanas- aseguró Don Phillip.
-Le agradezco, sus palabras y me place darle la bienvenida a la familia, como un hermano, más señalé
Estrechamos las manos.
-Y usted señor Cristhian- preguntó Sir. Phillip -Veo que tiene predilección por la señorita Marry.
-Vuestras mercedes me permiten hablar con franqueza, sin catalogarme de imprudente o abusivo – intervino el joven holandés.
-Hable pues señor Cristhian, que sus palabras no serán juzgadas- le aseguré.
-Tengo afecto e intenciones con su hermana la señorita Doña Marry, estoy reuniendo el coraje de solicitarle al señor Sir. John , me permita cortejarla, si la señorita lo desea- nos confesó.
-Lo apruebo, contesté, pero este usted seguro que mi padre no negará sus pretensiones y yo con gusto las alentaré- dije.
El joven sonrió con felicidad.
-Aunque debo advertirle- intervine de nuevo –Que amando profundamente a mi hermana María
Valentina, ella es una muchacha de temperamento fuerte, tosco y decidido-
-Precisamente son aquellas muestras de energía y decisión, además de su belleza, lo que más me atrae de la señorita- respondió totalmente enamorado.
-Señores sean ustedes mis hermanos entonces, que yo seré el vuestro- dije -Aunque en mis bellas hermanas no encontraran mujeres sumisas u obedientes, sino por el contrario mujeres de carácter fuerte y decidido-
-Qué no son esos los dones que más nos han enamorado, fue aquella fuerza e ímpetu de Doña Marry Anne los que me rindieron a sus pies agregó Sir. Phillip.
-Solo deseo que La señorita Marry, me halle digno de ella- suspiró el señor Cristhian.
-Esté usted seguro, que no le es indiferente a mi hermana, se lo digo porque la conozco- contesté calmando su ansiedad y despejando sus dudas.
-Brindemos entonces queridos hermanos- de nuevo lleno las copas Sir. Phillip.
Todos bebimos
-Además celebremos por la salud del Sir. Wlilliam y su recuperación del accidente- agregó el anfitrión.
-Y por su esclavo Harold que salvó su vida- dijo el joven rubio.
Sir. Phillip se giró buscando a Harold y me dijo:
-Sir. William permita usted que su esclavo, celebre con nosotros-
-Creo que es bien merecido– respondí
Me giré y lo llamé, el joven obedeció y se acercó de inmediato
-Harold comparte con nosotros los tragos, siéntate aquí a mi lado- ordené
El dudó, por si no era correcto
Sir. Phillip lo alentó.
-Acompáñenos pardo, obedezca a su señor.
Harold se sentó a mi lado y yo le pasé un trago.
-Por la lealtad de Harold- brindó Sir. Phillip
-Salud- todos bebimos.
Pasada la media noche, habíamos bebido muchísimo, el joven Señor Cristhian, se había dormido en un chinchorro y el anfitrión quería retirase.
-Quédese usted Sir. William, viaje en la mañana - propuso Sir. Phillip
-Le agradezco mi amigo, pero tengo compromisos, soy responsable de la hacienda y no veo conveniente dejarla sola, estoy a una legua, cabalgaré despacio y Harold que no ha sido alcanzado por los tragos velará por mi seguridad-
-Que así sea entonces- respondió el anfitrión.
Estrechamos manos y luego me despidió, recomendándole a Harold mi seguridad.
-Pierda cuidado Señor Sir. Phillip, yo lo llevo con bien-
Traté de montar, pero no lo logré, Harold tuvo que prácticamente subirme al animal, me dio risa, no había estado tan ebrio, el montó su caballo y amarró las bestias una con otra para poder conducir ambos animales, yo me sujeté de las riendas y me dediqué a contemplar el paisaje riéndome de tonterías u ocurrencias que recordaba de la reunión con mis nuevos hermanos.
Sentí muy corto el trayecto y al llegar, desmontamos, Harold me condujo a la habitación, los esclavos dormían todo estaba en silencio. Cuando entramos en mis aposentos, el me sentó en el lecho, quitó mis botas, parecía sonreír de verme en tal estado.
Traté infructuosamente de zafar mi camisa, no lo logré, el comenzó a desabrocharla, me la retiró, quedamos mirándonos frente a frente en silencio, solo contemplándonos de nuevo esa sensación ese sentimiento, que parecía tener vida propia.
Miré sus ojos verdes, su hermosura, sus labios y sin darme cuenta me acerqué hasta besarlo, el intentó retirar su boca, sorprendido por mis intenciones, pero lo sujeté suavemente pasando mi mano por detrás de la cabeza y de nuevo lo besé, esta vez el me correspondió, sin darnos cuenta nos fundimos en abrazos y besos, no podía controlarme, luego me retiré pausadamente, me recosté en el lecho, el hizo lo mismo en la estera, no se dijo palabra alguna y me dormí.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Hola :)
Perdón por tardar tanto :(
Quise hacerlo mas rápido pero no pude bc salida de amigas y para que mi mama me deje salir todo el día es difícil así que disfrute :3
¿Que les pareció?
Aww el primer beso y tan simple que i can't
Les gusto el capitulo? Comenten pls
Ok ya me voy, bye.
AndySophy
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
"-Harold no tienes precio para mí, ya lo he dicho- "moriiiiiiiii en esa parte & despues lo del beso... Este fue uno de mis capitulos favoritos. enserio!!!!! ahhh se que tienes que ir ala escuela y blabla pero ojala subas pronto (yo se que subes pronto y que haces tu mayor esfuerzo) lose bien? bien lose! pero es que me gusta mucho esta historia bc no se que pasara con harold y sr william ya lo beso...
ojala se repita, sin más preámbulos.
buenas noches & gracias por el capitulo!
E
julyALC
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
Awwwww, son super tiernos, ojalá se repita pronto y que Louis no aparezca con eso de que por estar tan borracho al otro día no se acuerda de nada.
Seguila pronto!
Saludos :hug:
Seguila pronto!
Saludos :hug:
I'mLarryShipper
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
Descuida, no tardaste en nada, a demas tu publicas rapido ;)
Que puedo decir, estoy mas que anciosa por el beso *0* y louis con la iniciativa ahh muero
Muchos besos.
Que puedo decir, estoy mas que anciosa por el beso *0* y louis con la iniciativa ahh muero
Muchos besos.
Nelshipper
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
si me encantooo no lo vendio haaa
auque. lo besooo
que va a pasar ahora???
no quiero que lo trate mal a haaz ahora
larold !!!!!!
seguila**
auque. lo besooo
que va a pasar ahora???
no quiero que lo trate mal a haaz ahora
larold !!!!!!
seguila**
ayludanae
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
Hola Chicas,
Tengo algo así como malas noticias...
No se si sabrán pero mi laptop es nueva por consecuente el word que estaba usando era el de prueba pero se me venció y no me deja hacer nada :(
Estoy viendo donde puedo comprar el word y seguir adaptando el libro pero no se cuanto tratare (esta semana mas tardar)
Lo lamento en serio :( Quiero subir ya pero me es imposible, prometo tenerles cap esta semana pero entiendanme pls.
Gracias por leer y les juro que subiere rápido, escribir esto me dio una idea :D
Bye, Xx
AndySophy
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
Me gustan las ideas jajaja descuida espero ;)
Nelshipper
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
julyALC escribió:"-Harold no tienes precio para mí, ya lo he dicho- "moriiiiiiiii en esa parte & despues lo del beso... Este fue uno de mis capitulos favoritos. enserio!!!!! ahhh se que tienes que ir ala escuela y blabla pero ojala subas pronto (yo se que subes pronto y que haces tu mayor esfuerzo) lose bien? bien lose! pero es que me gusta mucho esta historia bc no se que pasara con harold y sr william ya lo beso...ojala se repita, sin más preámbulos.buenas noches & gracias por el capitulo!
E
Lo sé July yo estaba igual cuando la leí por primera vez me quede como O.O y mis amigos estaban aquí porque fue un día que mis papa no estaban y mi amiga se había quedado a dormir en mi casa y no podía leer fue como asdfghjkl pero en la noche prendí la lap y seguí leyendo y fue el mejor sentimiento de la vida aww
Es tan simple el beso pero tan lindo que me da algo... i can't
Por fin la voy a seguir y gracias a ti!!! Si chicas july fue la que me ayudo con mi problemas de no word :))
Espero que te guste bye, xx
AndySophy
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
I'mLarryShipper escribió:Awwwww, son super tiernos, ojalá se repita pronto y que Louis no aparezca con eso de que por estar tan borracho al otro día no se acuerda de nada.
Seguila pronto!
Saludos :hug:
Emm si seria malo que Louis saliera con eso :/
Lo se me encana porque se cuidan tanto y Louis que debería ser tan "y to que?" es muy lindo con Harry aww
La sigo hoy (por fin) espero que la leas :)
Saludos.
AndySophy
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
Nelshipper escribió:Descuida, no tardaste en nada, a demas tu publicas rapido ;)
Que puedo decir, estoy mas que anciosa por el beso *0* y louis con la iniciativa ahh muero
Muchos besos.
Siento si te defraude quería subir lo mas pronto posible pero me fue imposible bc el maldito Word :( Gracias a los santos July - una de las lectoras- me ayudo a editar el cap y lo voy a poder subir hoy :D
Ya se Louis teniendo la iniciativa me mata lentamente.
Bye, xx
AndySophy
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
ayludanae escribió:si me encantooo no lo vendio haaa
auque. lo besooo
que va a pasar ahora???
no quiero que lo trate mal a haaz ahora
larold !!!!!!
seguila**
Louis nunca trataría mal a Harry eso es obvio bc lo defiende aww
Ya la seguiré :)
AndySophy
Re: Sin Lugar En Este Mundo - Larry Stylinson
Nelshipper escribió:Me gustan las ideas jajaja descuida espero ;)
Hahaha bueno mi idea se fue al carajo cuando mi computadora de escritorio no prendió :/ ((no se por que bc es computadora tiene que prender... pero si tomo el hecho de que no la he usado en 3 meses estaba arrinconada emm hahaha))
Gracias a los santos July me ayudo y ahora tengo el capitulo!!! Denle las gracias :3
Gracias por esperar :D
AndySophy
Capitulo 2
El Pecado
3/3
A la mañana siguiente desperté, él había corrido las contrapuertas, abierto las ventanas lo miré mientras llenaba de agua fresca el aguamanil.
-Tengo resaca, dolor de cabeza y mucha sed -
-Ya le digo a karol que le prepare limonada o aguamiel-
-Prefiero limonada – Él se dirigió a la puerta del aposento, pero antes se volvió -Señorito, de lo que sucedió anoche-
-No recuerdo que sucedió- mentí, pues perfectamente lo sabía.
- Nada señorito, nada, voy por la limonada, ya vengo a ayudarlo a asear y vestir- Harold salió de la habitación y yo me quedé absorto en mis pensamientos.
Cómo era que esto había pasado, recordaba el calor de sus labios y la sola idea me causo excitación, no era correcto que pecado ignominioso habíamos cometido y que mal consejero era el alcohol que alentaba estos - impuros deseos.
Debía confesarme con un fraile, no era propio ni correcto lo sucedido, la culpa me atormentaba, no sentía responsable a Harold , yo había tomado la iniciativa y él siempre me obedecía, era mi responsabilidad, me condenaría en el infierno, sería este beso el peor de los pecados.
Me angustie, sentí miedo, no podía controlar lo que sentía, la razón me señalaba este acto impuro como algo sucio e imperdonable, pero mi sentimiento real era otro, no quería admitirlo, pero ese beso, marcado como la perdición, ese beso no podía dejar de disfrutarlo y estremecerme con tan solo recordarlo.
Mi rutina continuó como de costumbre, revisando las jornadas de los sirvientes, supervisando los sembrados y todo lo concerniente a la hacienda. Permanecí en compañía de Harold, ninguno conversaba a cerca de lo sucedido, incluso evitamos instantes a solas, no podía ceder ante estos pecaminosos hechos, en las noches cuando compartíamos el aposento, terminábamos exhaustos y dormíamos sin conversar, cuando él se prestaba a ponerme las botas o ayudar a vestirme en las mañanas existía un silencio incómodo entre los dos, pero en silencio nos mirábamos como queriendo gritar lo ocurrido.
Recibí un recado de padre permanecerían una semana más en casa de los tíos, se encontraban atareados con los preparativos del casamiento. Asumí correctamente todas mis obligaciones con ahínco y esfuerzo, vi que se remendara la cerca de piedra, supervisé el marcado de las bestias, aumenté la producción del trapiche, terminaba muy tarde cansado, sudado, solo comía alguna vianda
liviana y me echaba a dormir.
Esa noche Harold solicitó mi permiso para ausentarse y dormir en los establos, lo concedí, no quería permanecer a su lado, su sola presencia me torturaba, la culpa, el pecado, podría acaso tener redención, luchaba día por día contra mi propia persona, contra mis deseos más ocultos. Durante los siguientes días, Harold me despertaba en la mañana, ayudaba a vestir y asear, me acompañaba durante el día en los oficios y jornales, en la noche, descalzaba mis botas, preparaba mi lecho y se retiraba a las barracas. Yo dormía sobresaltado, sudoroso, pensaba en sus ojos, color vida, que me condenaban al infierno, recordaba nuestros labios fundiéndose y mi cuerpo se estremecía, sentía como calambres en mi estómago, y cuando le veía entrar al día siguiente para despertarme y abrir mis ventanas, de nuevo me retorcía, un hormigueo me recorría, me placía verlo, pero de nuevo la culpa me invadía.
En la tarde, al finalizar la jornada Harold me pidió autorización para ausentarse e ir a nadar al pozo, yo lo concedí, me retiré a la casa grande a comer en compañía de Karol.
La negra me brindó un sudado de gallina, yo apenas si lo probaba, solo me debatía en mis tormentosos pensamientos.
-¿Está usted bien, niño Sr. William?- preguntó la mujer que me conocía más profundamente que madre.
- No lo estoy negra, tengo un tormento que no permite reposo a mi alma- respondí
-Será acaso un tormento de amor- preguntó o afirmó no descifré su intención
-¿Qué sabes del amor?, negra, siempre has estado sola le dije -Sé que duele, que es cosa bonita, amargo como el limón o dulce como un mango, si se está distante de esa persona, temes, cuando te hayas próximo, casi unido a la persona, temes que se vaya, cuando uno lo mira siente que el cuerpo da vueltas, solo se quiere estar allí con esa persona que lo prenda a uno respondió,
sorprendiéndome.
Mi cara de asombro, me delató, tenían sentido para mí sus palabras, eran similares sentimientos. La negra Karol continuó hablando:
-Cuando era joven, una muchacha, de la edad que tiene la Señorita María Valentina, antes de ser - comprada por su padre, el señor Don Juan Gregorio, yo era esclava de otros amos en una quinta cerca de la ciudad de Santa Marta, vivía con mi madre una esclava dominicana de nacimiento, la negra Augusta le decían, en la hacienda compraron un cargamento nuevo de negros y entre ellos un joven que venía desde África, del Senegal, Nkkuva era su nombre de origen, pero el nombre cristiano que le dieron fue el de Leopoldo, era diferente a los negros que yo conocía, hermoso, altivo, indoblegable, negro brillante, más que el cuero de un caballo, brillaba como la noche y sus ojos se veían como estrellas, en el firmamento--la negra hizo una pausa, miraba al vacío recordando, contando por primera vez su historia.
-Cuando yo veía al negro Leopoldo, mi corazón se agitaba, las palmas de las manos sudaban, me temblaban las piernas y yo no le era indiferente– La negra me miró, sonriendo y prosiguió su relato:
-Sabe amo, yo era una negra bonita, toda apretada-
Ambos reímos
-Mi madre se dio cuenta, de la situación, me advirtió, me dijo que Leopoldo era un negro rebelde que solo me traería dolor, que no enlazara mis sentimientos con él, me dijo que como esclava uno no debe querer si no al amo, porque los hijos o los maridos, te los pueden quitar en cualquier momento, no son tuyos, ni uno en de uno, todo es de al amo, nos entregamos, yacimos juntos, fueron días de felicidad, me preñé y el negro Leopoldo se sintió orgulloso de tener su vástago, pero a la vez triste y acongojado de que naciera esclavo, había historias entre los negros de un palenque de negros cimarrones dirigido por la negra Leonor en los bosques de María en 1633 y se hablaba de un nuevo palenque el de San Basilio cerca a Cartagena, escapamos sin más, corrimos, nos escondimos, pero yo estaba pesada, enfermé en las ciénagas, nos dieron alcance, el negro Leopoldo fue latigado y ajusticiado
hasta morir, yo corrí mejor suerte, como estaba por termino, el amo considero que mi hijo compensaría la pérdida por su padre, cuando nació me lo quitaron, se lo dieron a mi madre para que lo criara y a mí me vendieron, Sir. John me compró para su madre la señora Johanna
Las lágrimas escurrieron por sus mejillas.
Yo me levanté y la abracé
-¿Por qué nuca me contaste, negra?- consolé tratando de aliviar su carga. Ella encogió los hombros
-Fue en otra vida, además solo lo sabe su madre Doña Johanna, quien me brindó consuelo, e incluso trató de localizar a mi hijo para comprarlo, pero no se pudo él y mi madre habían sido vendidos, fue hace tanto.
-¿Y no te arrepientes de haber amado al negro Leopoldo, tanto dolor, tanta pena lo vale?- inquirí.
-Bien lo vale, por poco tiempo que sea el amor, siempre lo vale, afortunados niño Sir. William, los que tenemos la fortuna de conocerlo- Sentí admiración por mi negra.
Ella continuó:
-Y luego la vida, me permitió verlo nacer a usted mi niño, criarlo, atenderlo, después su padre me entregó a Harold, después nacieron sus hermanas las Señoritas, y de nuevo pude criar, soy una negra afortunada y agradecida- De nuevo la apreté en mis brazos y le di un beso en la frente, no sabía lo que significábamos para ella.
-¿Negra y si el amor es prohibido, sucio?- pregunté atormentado
- No hay amor sucio, ni malo, solo amor- respondió decidida
- Pero si Dios lo condena- pregunté de nuevo
-¿Cuál Dios el de los blancos?, el mío no es así, no condena, solo libera- Me sentí reconfortado, liviano.
-Gracias- le dije con emoción, luego salí y me dirigí al establo, tomé montura, encaminándome veloz al pozo, quería hablar con Harold de lo sucedido noches atrás.
Al llegar lo hallé recostado en la orilla del pozo, mirando las estrellas, solo llevaba sus pantalones, Desmonté y seguí a su encuentro.
-Harold - llamé
Él se sobre saltó
-Señorito ¿qué se le ofrece, ha pasado algo?-
-Descuida, nada raro ha acontecido, es menester que Hablemos- Harold se puso atento
Me acerqué a él y lo miré a los ojos
-Si recuerdo lo acontecido entre nosotros- dije sin mirar, se avergonzó.
-Discúlpeme señorito, no debí permitirlo, usted tenía copas encima, soy el único responsable, disponga de mí, castígueme o véndame, dejo a su criterio, el castigo a mi fal….- No le permití terminar, lo besé, con fuerza, con ímpetu, como si quisiera fundirme a él, se sorprendió, sin embargo no separó sus labios, me rodeó con sus brazos y me apretó contra su cuerpo. Lo hicimos durante mucho tiempo, luego nos miramos, ambos sonreímos, traté de desvestirme torpemente, el me ayudó, descalzó mis pies, retiró mi camisa, quedamos solo en pantalón uno junto al otro tocando nuestros torsos, juntando nuestros labios.
Jamás había tenido experiencia alguna, trato carnal con mujer y mucho menos con un hombre, la sensación fue abrumadora, nuestras pieles se rozaban, mi miembro respondió con prontitud creciendo bajo mis pantalones, pude notar, que ha Harold le sucedía lo mismo, estábamos a reventar, sin mayor habilidad, nos desprendimos del resto de vestiduras nuestros cuerpos desnudos se entrelazaron, por instinto, sin conocimiento nos recorrimos con nuestros labios, lenguas, cada centímetro, pensé que moriría de placer, él jadeaba desesperado, yacimos juntos, el placer mutuo fue en aumento, nuestros miembros parecían estallar, una explosión, el clímax.
¿Qué sensaciones han sido estas?
Sin duda alguna el éxtasis, fue algo extraordinario ¿Cómo pude vivir ignorante de estos placeres? Que tiempo tan desperdiciado.
De nuevo los besos, nos recostamos uno al lado del otro, si este era el pecado quería ser pecador, si era la condenación estaba dispuesto a condenarme, no quería la salvación, solo lo quería a él, nunca más seriamos amo y esclavo, desde esa noche fuimos uno.
No me sentí avergonzado, la culpa había desaparecido, algo tan intenso y hermoso, no tenía duda en mi corazón, esperaba que tampoco en el de mi amante.
-¿Te ha sido grato?- le pregunté
-Ha sido lo mejor que me ha acontecido - respondió
-Sabes que es un pecado condenable que dos hombres tengan trato- le informé
-Si lo es, soy pecador y no busco perdón alguno contestó besándome de nuevo
-Será nuestro secreto señorito, por mi boca jamás alguien sabrá lo que ha sucedido, si antes usted era mi amo, mi señor, ahora hasta mi sangre le pertenece- Lo besé yo esta vez
-Nunca había tenido trato carnal alguno- revelé
- Yo tampoco, señorito, había visto a los animales, pero yo era ignorante de esto-
Repetimos la faena, un par de veces más, como niños encaprichados con un nuevo juguete, cansados, satisfechos y felices nos abrazamos, dormimos allí, junto al pozo cubiertos por la noche, uno junto al otro.
Continuamos, realizando los jornales de la hacienda, esperando refugiarnos en mi lecho por las noches, trancando la puerta y los postigos, a solas y en silencio, debíamos ser cuidadosos, ocultar nuestras pasiones, si alguien se enterara sabíamos sería el fin, además no quería arrastrar con ignominia el nombre familiar.
Era nuestro secreto y velábamos con celo, su confidencia.
Los días pasan rápido cuando se es dichoso, padre, madre y mis hermanas regresaron con todo dispuesto para boda, preparativos, ajuar, vestidos, banquetes, partimos en comitiva antes del alba, Harold, Karol y el viejo Mark nos acompañaron, mi amigo estaba realmente dichoso, nunca había salido de la hacienda y no recordaba Cartagena pues fue enviado a las tierras de padre cuando contaba un año de edad, disfrutó todo el trayecto y miraba extasiado, la gran urbe que era esta ciudad, calles empedradas, construcciones amplias, los puertos, el mar, sobre todo el mar del que tanto había oído, sin siquiera pensar en conocerlo, solo pudo observarlo pues teníamos una apretada empresa, en casa de los tíos se desayunó, aseamos y ataviamos correctamente, mi hermana Marry Anne, estaba nerviosa, sin embargo con el vestido cosido por Madre, la tía y karol era la novia más bonita que jamás hubiera visto; la ceremonia se realizó en la capilla de los dominicos en Cartagena, allí nos encontramos con Don Phillip Salvatore y el señor Cristhian. El novio estaba muy ansioso y al ver entrar a mi hermana con su vestido de casamiento, le flaquearon las piernas, se rendía ante su hermosura.
La ceremonia en latín, los votos en castellano, la bendición y ya eran marido y mujer, partimos hacia la hacienda, mis padres daban una recepción en honor del casamiento, Don Phillip Salvatore dispuso lujosos coches para los novios, padre, madre, mi hermana la menor y los tíos, el resto cabalgábamos escoltándolos.
Al llegar, nos refrescamos, los esclavos recibieron con flores a la nueva esposa y luego la celebración, como nos divertimos, padre había dispuesto que todos los esclavos, tuvieran libre el día siguiente, que se les repartiera guarapo, carne y dulces, sus cánticos retumbaban en las baracas, entre tanto nosotros celebrábamos en la casa grande. En medio de la celebración observé al joven Cristhian conversar aparte con padre, se veía nervioso, seguramente solicitaba permiso para cortejar a María Valentina, por la cara del joven supe que le había sido concedido, padre luego cruzó palabras con madre y llamaron a mi hermana, ella se dirigió hacia mí con cara de dicha
-¿Y esa sonrisa hermana?- pregunté
- El señor Cristhian, ha pedido autorización para el cortejo- respondió entusiasta
- ¿Y está usted complacida, con tal noticia?-
-Por supuesto, no podría estar más satisfecha, es un buen joven, ilustrado, en Cartagena hemos podido hablar de lecturas, de arte y ciencias, tenemos intereses en común, hemos caminado por la bahía, realmente me he divertido en su compañía-
-¿Solo eso?-
Ella se sonrojó
-No me es indiferente, ha visto sus ojos tan hermosos, o lo dulce de su sonrisa- afirmó Marry sucumbiendo también al romance -Además debo confesarle que permití que me tomara la mano en nuestra caminata- confesó su falta
-Me alegra, por usted-
Ella me agradeció y partió a contárselo a nuestra Hermana.
Harold se colocó a mi lado, nos miramos y compartimos nuestros secretos en silencio.
Cuando se acercó la partida de mi hermana, madre se entristeció, la despedimos al anochecer para que marchara a su nueva casa, recientemente terminada de construir por Sir. Phillip Salvatore.
-Felicidades, prosperidad y amor- le desee a Sir. Phillip Salvatore.
Me acerqué a mi hermana nos abrazamos y le di un afectuoso beso
-Sea muy feliz- casi ordené
-Ya los soy y espero que usted hermano encuentre prontamente también su dicha- me respondió
-Así sea- contesté sin revelar que ya lo había hecho.
Madre y karol lloraron al despedirse, mi hermana las abrazó ambas.
Luego se marchó.
Madre lloraba desconsolada, mi hermana la menor permanecía a unos metros de pie con su pretendiente, padre se acercó a mi madre y le dijo:
-Está solo a una legua de distancia, esposa y va con un buen caballero-
Mi madre asintió, pero no cesó el llanto, estaba afligida por la perdida, de su niña como ella decía, una mezcla de satisfacción por su boda y dolor por su partida.
Cuando todo terminó y las gentes dormían, Harold y yo nos escapamos hasta el pozo allí de nuevo, nos entregamos el uno al otro en un incesante frenesí, que solo culminó entrada el alba, luego regresamos a la casa grande.
Solo un par de semanas después mi hermana, Marry se comprometía con el señor Cristhian otra noticia regocijaba nuestra familia, padre decidió como dote otorgar unas parcelas de nuestra tierra, esclavos y bestias a los novios, todos estuvimos de acuerdo, el no deseaba que mi hermana partiera a vivir a Cartagena y confiaba en poder instruir al señor Cristhian en el manejo de sus tierras, yo estuve de acuerdo y me comprometí a ayudarle en la instrucción del prometido de mi hermana.
El señor Cristhian a solicitud de mi padre y de Sir. Phillip Salvatore, dejó el trabajo con mi tío, para aprender el manejo de lo relacionado con el trapiche, las mulas y las tierras, yo le colaboré para tal efecto y el joven resultó ser un diestro aprendiz, adicionalmente con su visión para el comercio celebró tratados y contratos que representaban importantes ganancias, para los negocios de padre y del marido de mi hermana Marry Anne, durante su aprendizaje y entrenamiento se hospedó en la casa vieja de Don Phillip Salvatore, ya que madre no consideraba prudente que se instalara en casa de su prometida hasta el matrimonio.
Se inició entonces la construcción de una nueva casa en la parte sur de la propiedad, también de establos, barracas y se extendieron los sembrados, todo esto nos mantuvo a padre, al señor Cristhian, a Harold y a mí mismo atareados en exceso, sin embargo las cosas funcionaban de maravilla.
Fui enviado por mi padre a Cartagena con el objeto de entregar unas mulas y recoger un pago que adeudaba el señor Barend, llevé a Harold y otros dos esclavos conmigo, al llegar a casa de los tíos, surgió un contratiempo no calculado, mi tía Doña Caroline no permitió el ingreso de Harold a los aposentos de su casa, este debía permanecer en la cocina y las barracas de esclavos, durante esas noches, no pudimos compartir como era nuestro mutuo deseo, tan solo nos limitábamos al trabajo, pero una noche antes de regresar a casa de los tíos, lo llevé hasta una playa distante del puerto, nos adentramos en el mar, parecía de nuevo un infante estaba totalmente complacido,saboreó el agua salada, jugueteó con las olas y luego nos sentamos en la playa, la luna brillaba sobre las oscuras aguas del océano.
-¿Te complace, te agrada?- pregunté
-Es maravilloso, lo más grande que han visto mis ojos, no tiene orilla, no termina, se confunde con el cielo - me respondió -El traerme aquí ha sido el mejor presente que me ha dado señorito-
Yo le sonreí, y discretamente rocé mi mano con la suya, el correspondió el gesto.
-Sabes Harold, nunca en mi corazón tuve tanta dicha como hoy, aquí, ahora y en tu compañía, cada vez que veo tus ojos, veo el océano, el mar la inmensidad- le confesé
-Se lo regalo señorito- me dijo no entendí a qué se refería
-Le regalo el mar, le regalo mis ojos son mi presente para usted, estos ojos que lo contemplarán siempre, para recordarle que mi corazón solo late por vuestra merced- ese explicó
Quise besarlo pero era imprudente, nos abstuvimos, sin embargo no era necesario cada vez que cruzábamos nuestras miradas, en silencio entendíamos todo lo que sentíamos, no había necesidad de tocarnos o de hablar, en silencio lo decíamos todo.
-¡Entremos al agua! - exclamó
-A esta hora, no sé si sería prudente - respondí
-Señorito, acompáñeme - rogó -No hay nadie alrededor, estamos solos, tenemos todo el mar para nosotros- Acepté, nos desvestimos hasta quedar solo en pantalón ningún caballero, osaría cometer tan desmesurado acto, nadar de noche y en compañía de su sirviente, pero el generaba en mi la intención de complacerlo.
Nos internamos en el agua, chapoteando en la oscuridad de las olas, solo la blanca espuma que parecía brillar, nos iluminaba, jugueteamos, nos hundimos, salpicamos y bromeamos como era nuestra costumbre, luego permanecimos uno al frente del otro, nuestras piernas se rozaron, debajo del agua, en complicidad, después nos tomamos la mano, por debajo de la superficie.
Nadie podía Vernos. Nos mantuvimos así, tocándonos, contemplándonos absortos el uno en el otro, pero luego dimos paso a un acto impropio y riesgoso, dejando nos llevar por el momento nos dimos un corto beso.
Ambos reímos como niños que comparten una travesura. Imprudentes seguro, este era el apelativo menor con que podíamos calificar nuestros actos, pero esa noche fue mágica.
-Señorito-
-Dime-
-Prométame, que no me va usted a apartar de su vida, que no va usted a cansarse de mi compañía, dígame que es para el resto de nuestras vidas-
-Qué cosas pides Harold-
-Necesito oírlo de su boca, si no es verdad miéntame, pero déjeme escucharlo-
-Harold, jamás me cansaré de ti- Eso le dije, pero en realidad no estaba seguro de mis palabras, pues el tipo de relación que vivamos, claramente estaba condenada como podría este afecto tan hermoso perdurar, en el tiempo.
Rumbo a casa de los tíos, me topé con la señora Eleanor, caminaba por las calles amuralladas, con su característica e inconfundible capa roja, la capucha puesta no permitía que le viera el rostro, pero la ciudad entera sabia de quien se trataba, iba en compañía de cuatro esclavos, se acercó, despejó de su cabeza la capucha de la capa y me saludó gentil.
-Pláceme verlo tan recuperado, señor Sir. William-
-Mis respetos y saludos, señora Doña Eleonor-
-Qué lo aleja a usted de la hacienda y trae tan grata visita a nuestra ciudad- indagó
- He venido por negocios de mi padre, pero parto en breve-
-No sin aceptar mi hospitalidad, cosa que si mal no recuerdo tiene en deuda para conmigo- aseguró la mujer
-Agradezco su invitación, pero como le digo el día de mañana regreso a las tierras de mi padre-
-Retrase usted un día su partida y permítame compartir la cena de mañana en mi casa, no me hará usted un
desaire, recibo algunos amigos y quisiera que nos acompañara- Accedí de mala gana
-Deme usted las señas y allí estaré.
La mujer dio las indicaciones, antes de retirarse me dijo:
-Puede usted traer su esclavo, será bienvenido en mi casa-
Harold y yo retomamos nuestro rumbo a casa de los tíos.
La residencia de Eleanor, se ubicaba en el barrio Santa Catalina de la ciudad, lugar de palacetes estilo andaluz y donde se alzaba la catedral, sitio de las gentes nobles e ilustres, los otros cuatro barrios que la componían eran Santo Toribio residencia de la
burguesía, donde residían mis tíos, la Merced localidad donde se ubicaba el batallón, San Sebastián lugar de casas modestas de un solo piso y los arrabales en Getsemaní, además la ciudad contaba con fortificaciones y murallas que la convertían en bastión resguardado de la corona, la fortificación más completa de américa del sur.
La vivienda del señor Max y su esposa Eleanor, era una edificación de dos pisos lujosamente decorada, al entrar una esclava nos dirigió hasta un gran salón, Harold me acompañaba.
La señora Eleanor, salió a mi encuentro.
-Pláceme que haya usted aceptado mi invitación- me dijo
-Soy yo el que agradece tan gentil atención-
Con un gesto de su mano me indicó que siguiera adelante, pero antes se volvió a su esclava y le ordenó:
-Magnolia, acomode usted al sirviente, del señor Sir. William, que se le dé de comer y lo que desee de beber, que descanse mientras su amo, me acompaña- Yo le agradecí, Harold se retiró a la zona de esclavos en compañía de la negra.
La señora no se encontraba sola, otros invitados la acompañaban, un caballero ilustre que rondaba los cincuenta, finamente ataviado y obeso en exceso, aún más que el señor Styles, el otro un oficial de veinte y tantos años,con mirada burlona, de jos negros vivos, llamativos, estampa imponente y recio aunque finos modales, la tercera una dama encopetada tal vez de la edad de mi tía, una mujer de mediana edad, muy blanca, de cabellos negros que recogidos en moña alta en la parte posterior, ataviada con gran cantidad de joyas, una mujer rolliza que me miraba interesadamente.
Fuimos introducidos cortésmente por la dueña de casa.
La mujer Doña Ruth Viuda de Johnson una mujer madura, solitaria que de acuerdo a la usanza y su condición vestía de negro, a pesar de que su marido había muerto hacer varios años, vivía de los réditos de sus propiedades y de un estipendio que le enviaba su hijo quien vivía en la Capitanía General de Venezuela.
No me agradó, se veía como una mujer mal intencionada y algo en ella me provocó reservas.
El hombre rollizo era el señor Don Eliot Sáenz, criollo de ilustre cuna, dueño de barcos y astilleros, prestamista, comerciante de oro y joyas cuya fama era conocida en la región, durante mi estadía, el hombre poco participó de la tertulia, comía y engullía los bocadillos y canapés ofrecidos.
El tercero un ilustre militar peninsular el alférez Sir. Cole Andreson, comisario del Santo Oficio un hombre interesante y conocedor de atrapante charla, vivaz, altivo, de tono sarcástico, gran agilidad mental, se desempeñaba como comisario menor de la ciudad,
había arribado hace tres años a esta y por lo que decía, solo deseaba regresar a la madre patria.
-Sir.William, tendrá usted que disculpar a mi esposo, pues el señor Max se retira temprano, no esta para estas lidias- me informó
Eleanor.
-Pierda cuidado vuestra merced- respondí
-Aunque mi querida señora, déjeme decirle que su esposo, no se encuentra, ni para estas lidias, ni para ninguna otra- intervino Sir. Cole
Todos rieron
-Tendrá usted que disculpar a mis invitados, nos une estrecha amistad y conocimiento, por lo cual hablamos con franqueza, a veces en forma impropia- se disculpó la anfitriona
-Pierdan ustedes cuidado, siéntanse libres de expresar las cosas como es su costumbre- contesté
-Tenga por seguro, que yo me sentiré libre con su beneplácito o sin el- interpeló Sir. Cole
De nuevo todos rieron, yo lo hice forzadamente.
-¿Y cómo es que un señorito de tan corta edad viaja solo a esta ciudad, cuál es su menester entre nosotros?- preguntó Doña Ruth
-Vengo por negocios de mi padre e incluso soy yo quien representa sus intereses, mi distinguida señora he cumplido veintiún años y soy mayor de edad aclaré con cierto aire de molestia - Ya era un adulto y debía ser tratado como tal
-No dudo de sus capacidades como gestor y emisario de su padre- intervino Eleanor, en tono conciliador y lisonjero
-Entonces Sir. William, es usted un burgués intervino Sir. Cole con tono que no pude descifrar, no sé cuál fue su intención ante tal
afirmación
-Supongo- respondí
-No se sienta usted ofendido, me agrada la burguesía, obtienen lo que desean y luchan por ello- remató Sir. Cole mirándome con sorna -Además con su estampa debe usted obtener favores inimaginables- Todos rieron
-Sir. Cole , que asusta usted al muchacho- señaló Doña Ruth.
-Pero por los diablos que lo que digo es cierto, es un joven de bella estampa- respondió sin decoro alguno el comisario
-Además, posee el don de la juventud- añadió Doña Eleanor.
-La juventud, época de tonterías e imprudencias, de arrebatos irreflexivos- participó Don Eliot alzando la cara de la comida -Pero también, la juventud es la época de bellas locuras, de pasiones desenfrenadas, de pecados inconfesables, de ímpetus- añadió de nuevo Sir. Cole.
-¿Cuáles son sus pecados inconfesables?- preguntó mofándose Eleanor -¿Qué señoritas acaloran su cuerpo?-
Todos rieron y me miraron fijamente.
Me sentí incomodo, fuera de lugar, como estos ilustres caballeros y respetadas damas se pronunciaban de forma que incluso mentaban a los diablos, todos parecían condenados, bueno lo pensé un poco más, seguramente yo era el mayor pecador en este grupo pues mis pasiones secretas eran más que inconfesables.
¿Cómo estaría Harold?
La conversación continuó, con tópicos que no son propios de hablar en público y sin embargo al calor de los vinos, comencé a relajarme a sentirme cómodo con estas personas que no juzgaban, ni señalaban pecados, más bien parecían regocijarse de ellos, me sentí aliviado por mi secreto, aunque jamás lo revelaría.
Durante la tertulia Eleanor, se acomodó de tal forma que me permitía ver en ocasiones sus enaguas bajo su falda y de cuando en vez colocaba su mano cerca de mi pierna cuando me hablaba, estaba coqueteándome, de tal forma, que pensé en mi
hermana Marry Anne y como no la habíamos tildado de coqueta, comparada con esta señora, mi hermana era una monja de claustro.
Sir. Cole hablaba de temas interesantes, de política, de sociedad, de Europa, de batallas, era un hombre interesante, escucharlo una vez uno se acostumbraba a su tono descarado era enormemente grato e interesante.
-No os he dicho amigos, que debemos la fortuna de estar con Don William a su esclavo que lo salvó de perecer en un accidente de equitación- reveló Eleanor
-Que interesante, exclamó Don Miguel, si fuera por mis esclavos, me mirarían morir y les complacería-
-A muchos, complacería tal evento, no solo a sus esclavos- señaló Sir. Cole
Todos rieron de nuevo
-Que leal su negro, ni siquiera he tenido perros tan fieles- aseguró Doña Ruth
-No es negro, es un pardo claro, de ojos color esmeralda y facciones de europeo- intervino Eleanor con conocimiento -Y dónde está ese bello espécimen, complácenos déjanos verlo-
Yo dudé, me desagradaba como se referían a Harold, por primera vez me daba cuenta que la gente trataba a sus esclavos como bestias, cuando en realidad creo que eran como nosotros, o por lo menos Harold lo era y tal vez karol estaba confundida al respecto.
-Descansa con los sirvientes Eleonor - respondí evitando llamarlo
-Hazlo venir, queremos verlo– insistió Doña Ruth, con tono infantil
No tuve remedio y accedí
-Si le place- fueron mis palabras
La señora Eleanor, indicó a su esclava Magnolia que lo trajera, ella regresó acompañada de Harold, quien no sabía que esperar.
Cuando entró todos lo miraron como si se tratara de ganado, de una bestia de exhibición, yo moría de rabia, cólera e impotencia, sin embargo lo permití, el permaneció de pie, mientras lo escudriñaban.
-Ciertamente es diferente, a mi todos los negros se me parecen, pero este no es negro, que extraño color
podría decirse que ni es mulato- afirmó Sir. Eliot revisándolo detenidamente
-Ya quisiera cualquier peninsular tener por ojos los que tiene este- agregó Doña Ruth
Harold parecía ajeno como si no los escuchara.
-Que bestia tan exótica posee usted Sr. William , déjeme felicitarlo- comentó Sir. Cole
-No es una bestia- interpelé molesto –Harold se ha criado conmigo y goza de mi estima-
-Por supuesto que si- concilió de nuevo Doña Eleanor -A tan particular bien, yo también le tendría estima-
-No lo dudo, querida señora- remató cínicamente Sir. Cole.
Todos rieron
-Don William ordénele usted que quite su camisa- solicitó mal intencionadamente, Doña Ruth
Observé como Harold, se tensionaba.
-No creo que sea menester hacerlo- afirmé tajante.
-Va usted a tener tal desaire con vuestros nuevos amigos- señaló de nuevo la mujer
Miré a Eleanor, como pidiendo ayuda, para evitar tan incómoda petición.
-Es solo un capricho, que puede usted conceder solicitó mi anfitriona respaldando a su amiga
-Quítate la camisa Harold -
El obedeció, sin contrariar, yo me sentí avergonzado ante mi falta de carácter.
Ante ellos quedó su torso desnudo, con sus músculos marcados, lo miraron lujuriosamente, sentí celos, estaba pronto a estallar en cólera, no quería permitir humillaciones a mi Harold, sin embargo disimulé mi molestia.
-¿Será qué este pardo, tendrá los atributos, de los negros entre las piernas?- intervino con descaro Doña Ruth
-Si quiere usted mi querida señora, podemos comprobarlo- aseguró Sir. Eliot -¡Pardo desnúdate, para nosotros, quítate toda vestimenta!- le ordenó.
Harold avergonzado, se dispuso a bajar sus pantalones.
Mis manos se risparon de ira y creo que fue imposible disimularla, sin embargo no fui capaz de pronunciar palaba para impedir semejante oprobio.
Algo notó Don Joaquín quien les dijo a los demás:
-Suficiente, incomodamos a Sr William, seguro el afecto por su esclavo es mayor de lo que ha confesado- Harold se vistió y pude ordenar que se retirara, me sentí nervioso, creo que me había puesto en evidencia, pasaron solo unos instantes y me despedí con la excusa de mi partida en la mañana, agradecí la invitación, de Doña Eleonor quien me recalcó, la importancia de volveros a ver, Don Joaquín por su parte me dijo secretamente al oído:
-Seguro, nos volveremos a encontrar, sepa usted Don William que nuestros intereses son más comunes de lo que usted imagina-
Partí con Harold como si escapara del mismísimo infierno, nos dirigimos a casa de mis tíos caminando.
-Mis disculpas, Harold, no debí permitir semejante situación- le dije realmente acongojado
Era la primera vez que le ofrecía disculpas a Harold o a un esclavo.
-No podía usted evitarlo, Señorito- fue indulgente conmigo- Además vuestra merced no debe solicitar mi perdón, usted tiene los derechos sobre mí -Pero, no fue correcto lo acontecido-
-Señorito, no es la primera vez que me miran o examinan, he terminado por tolerarlo-
-No es correcto y me avergüenza haberlo permitido, pero además sospecho que Sir. Cole ha notado algo – Harold me miró inquieto.
-Eso no es bueno señorito -
-Lo sé, solo espero no volverlos a ver- aseguré en verdad.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Hola :)
De entrada siento mucho no haber subido en tanto tiempo pero espero que hayan leído el escrito donde les digo mis razones y que lo siento mucho.
Ahora, espero que sepan que este capitulo es de suma importancia, no se si es prudente decirlo pero desde aquí ya nada va a ser color de rosa...
¿Que les pareció el capitulo? Me encantan los celos de William pero idk me da algo en el estomago cuando leo que se pone celoso y no puede hacer nada :((((
Can you feel me? I'm sad
Su primera vez también estuvo en el capitulo!!! I can't
Espero sus comentarios sobre el capitulo porque aunque tardo estuvo largo y pues nada que recuerden que pronto are una especie de maratón de no se cuantos capítulos así que estén pendientes :D
Bye, xx.
AndySophy
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