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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Lun 17 Oct 2011, 10:31 pm

nuevaa lectoraaa .!!
no esperes subee cap!! :D
:grupo:
☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por Lisy Mar 18 Oct 2011, 12:39 pm

O.o jajajaja
EN VDD ME GUSTA MUCHO ESTA NOVELA
es d emis favoritas & tienes qe seguirla jajaja
me da risa cuando digo salvajee xd pero ps es la vdd :P
dddd jaja xd okei no. sigue en cuanto puedas n.n :scratch: no mejor lo mas rapido qe s epuedaa jajaja
naaa ntc cdte
Lisy
Lisy


http://www.twitter.com/regiolerman

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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por SandyJonas Mar 18 Oct 2011, 2:56 pm

SIGUELAA!!! :affraid:
SandyJonas
SandyJonas


http://twitter.com/ItsSandyJonas

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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por #Fire Rouge..* Mar 18 Oct 2011, 5:53 pm

no no no
no la puedes dejar alli
que haces quiero saber
si se lo dice o noo plis
:( sube mass :)
#Fire Rouge..*
#Fire Rouge..*


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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por LittleThings Miér 19 Oct 2011, 3:24 pm

Sigue!!!
LittleThings
LittleThings


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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por #Fire Rouge..* Miér 19 Oct 2011, 7:50 pm

si
#Fire Rouge..*
#Fire Rouge..*


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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por JB&1D2 Jue 20 Oct 2011, 6:41 pm

siguelaaaaa
JB&1D2
JB&1D2


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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Jue 20 Oct 2011, 8:26 pm

CHICAS!!!!!
NO ME MATEN POR FAVOR Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 167695056 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 167695056 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 167695056 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 167695056
Es que estos dias no pude tener la compu ya que mi hermano la tenia :¬¬: :¬¬:
Por eso no les pude subir sus capis pero aqui les dejo nada mas y nada menos que..................... :¬w¬: :¬w¬: :¬w¬: ...........................UNA MARATON!!!!!!!! Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 88550944 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 88550944 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 88550944 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 88550944
♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Jue 20 Oct 2011, 8:32 pm

Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Sinttuloeve

Capitulo 10

Incómodo y tenso por el vasto desierto barrido por el viento que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, Jimmy Cadenas miraba sombrío por el cristal de la cabina mientras esperaba que cogieran el teléfono.

—Eh, jefe, soy yo —saludó sin entusiasmo cuando Hector Sanchez respondió por fin—. Estoy aquí en Alamierda,

Wyoming, como me dijiste.

—Arabesque —le corrigió Hector.

Cadenas se encogió de hombros; no se le ocurrió pensar que Sanchez no podía verle a través de la línea telefónica.

—Lo que sea. Es uno de los sitios más horrorosos que he visto en mi vida. Jamás había estado en ninguna parte donde uno pudiera ver hasta el infinito. Bueno, quitando el mar, que por lo menos es azul. —Un escalofrío involuntario lo sacudió—. Me pone los pelos de punta, jefe. Aquí no hay nada más que artemisa. Echo de menos el barrio.

Sanchez ignoró la queja.

—¿Has contactado ya con Kaylee?

—No. Por aquí de momento solo ha pasado un autobús, y en ese no iba. —Al ver su reflejo en el cristal, se sacó un pañuelo del bolsillo para limpiar sus cadenas. Se sintió algo mejor al ver que comenzaban a brillar—. Joder, la de polvo que hay aquí —rezongó—. El viento no para nunca.

—A ver si nos concentramos —le ordenó la voz impaciente de Hector—. ¿Has inspeccionado ya el territorio para controlar la situación cuando llegue Kaylee?

—Sí. Hay una nave refrigeradora detrás del motel, donde puedo meter al cazarrecompensas mientras la saco de aquí. Y luego hay tropecientas mil hectáreas de terreno para elegir dónde dejo el cuerpo. —Jimmy frunció el ceño mirando su tenue reflejo en el cristal—. ¿Estás seguro de que tengo que matarla, jefe? ¿No podría solo darle un susto? La chica siempre me ha caído bien...

—Ya te lo he explicado muchas veces —le interrumpió Hector con el tono tenso y frío que indicaba que estaba perdiendo la paciencia. El Cadenas se enderezó—. Te lo voy a decir otra vez, pero quiero que prestes atención, porque es la última. ¿Me estás escuchando?

El Cadenas asintió, concentrado en la necesidad de asimilar cada palabra.

—¡Jimmy! ¿Me estás escuchando?

—Sí, jefe.

—Kaylee sabe que te pagué para que te encargaras de Alice —explicó Hector, despacio y vocalizando—. Eso significa que estamos cubiertos de *******, Jimmy, pero hasta arriba. La única forma de salir del lío es que Kaylee no pueda testificar.

—Ya, pero seguramente ella no diría nada.

—¿Estás dispuesto a apostar tu libertad?

Jimmy Cadenas se tomó su tiempo para pensarlo.

—No —contestó por fin—. Supongo que no. —Porque el jefe solía tener razón. Era un tío listo.

—Ya, eso pensaba. Ya sabía que eras demasiado inteligente para eso.

El orgullo hinchó el corazón del Cadenas. Pero las siguientes palabras del jefe arruinaron por completo su momentánea euforia.

—¿Te has cambiado el traje de seda por ropa del Oeste, como te dije?

Jimmy contempló con disgusto su camisa de cuadros y sus Levi's nuevos y tiesos. *******, la camisa ni siquiera estaba bien planchada. Todavía conservaba en las mangas cortas las marcas de haber estado doblada. Alzó la mano para tocar lo único que le gustaba de su atuendo: los brillantes eslabones plateados y turquesa que formaban la banda en torno a su nuevo sombrero Stetson.

—Sí —contestó taciturno—. Parezco un puto nativo. Todavía no he visto a ninguno que sepa vestir como es debido.

—Es necesario, Cadenas. Tienes que pasar desapercibido.

—Ya. —Vio que el polvo ensuciaba la punta de su zapato de cocodrilo y alzó el pie para limpiarlo contra la pernera del pantalón. Se quedó un momento admirando el restaurado brillo y el sutil dibujo de sus calcetines de seda. Una vez restablecido su sentido de la elegancia, volvió a alzar la cabeza.

Y se encontró de narices con unos ojos castaños que le miraban a pocos centímetros del cristal polvoriento de la cabina.

—¡Joder! —Golpeó con la espalda la puerta de la cabina en un involuntario intento de poner el máximo espacio posible entre aquella criatura y él.

—¿Cadenas? —chilló la voz de Hector a través del teléfono. El auricular rebotó en la repisa metálica y quedó colgando de su cordón umbilical plateado—. ¡Cadenas! ¿Qué ******* pasa ahí?

—¡Eh! —Jimmy Cadenas exhaló una bocanada de aire mientras se enderezaba poco a poco. Cogió el auricular de nuevo y contestó—: Es un caballo.

Miró al animal con recelo. Este había alzado la cabera de manchas marrones, asustado por el súbito movimiento de Jimmy y el estrépito que lo siguió, pero ahora extendía el cuello para acercar la cara de nuevo al cristal.

—Joder, es enorme. —Haciendo un esfuerzo por esbozar un razonable amago de sonrisa, habló con dulzura—: Anda, caballito. Vete a casa. —Y entonces vio las riendas atadas al poste junto a la cabina—. ¡*******, algún hijo de puta lo ha atado aquí a mi lado!

—¿Quieres olvidarte del jodido caballo un momento?

—Lo único que me separa de ese ******* es un cristal muy fino, jefe. No es tan fácil olvidarse. —Cadenas apartó la vista del musculoso animal marrón y blanco para mirar el paisaje infinito—. Joder, no solo no tienen palmeras, sino que no hay ni un árbol. Todo es marrón. Y en todo este estado de ******* no hay ni un solo edificio de más de dos pisos. Esto es deprimente.

—Mira, voy a decirte una cosa —replicó Hector en un tono seco. El Cadenas se preguntó cuál sería el problema: no era el jefe el que estaba metido en aquel agujero de *******—. Tú haz el trabajo que tienes que hacer, y en cuanto termines, te traemos de vuelta a casa.

—De vuelta al paraíso —dijo el Cadenas con voz soñadora—. Donde puedo ponerme de nuevo ropa decente, y los únicos caballos que tengo que ver están al otro lado de la valla de Hialeah.

—Exacto. Lo único que tienes que hacer es solucionar el problema de Kaylee. Luego coges el primer avión de vuelta.

Jimmy Cadenas sonrió imaginándoselo. Volver a casa. Cielos azules y palmeras, verdes de día y siluetas negras recortadas de noche contra los atardeceres rojo sangre de Miami. Luces de neón y edificios de color pastel. Tíos que sabían vestir y chicas cubanas de dientes muy blancos que embutían los cuerpos en vistosos vestidos de verano. La idea de volver a casa le inundó de renovada confianza.

—Es pan comido, jefe —aseguró—. Ya puede reservarme el billete, porque el trabajo está hecho.

Hector Sanchez colgó el teléfono y se arrellanó en la silla, frotándose las sienes doloridas.

—Está hecho —masculló para sí.

La idea de tener a Jimmy Cadenas suelto por ahí sin nadie que lo guiara, y lo que era peor —que Dios les ayudara a todos— un Jimmy Cadenas gallito, era como una lanza gélida de hielo clavada en sus entrañas. «El trabajo está hecho.» Las palabras alzaban un desagradable y resonante clamor en su cabeza.

«El trabajo está hecho, desde luego.» Que Dios le oyera.

O estarían los dos de ******* hasta el cuello.

Por tercera vez en menos de media hora, Bobby pisó el acelerador a fondo y adelantó a otro motorista de las Montañas Rocosas. El seco exabrupto que masculló expresaba su opinión.

Kaylee dejó de mirar, indiferente, el paisaje que veía por la ventanilla, se arrellanó en el asiento del coche de alquiler y se quedó mirando a Bobby.

—¿Sabes? Antes de empezar este viaje contigo, jamás imaginé que hubiera tantos conductores en Estados Unidos que se llamaran *******.

Bobby la miró un instante antes de volver a concentrarse en la carretera. Estaba disgustado, pero no se arrepentía de sus arranques de mal genio, que por alguna razón se sucedían con mayor frecuencia cuanto más tiempo pasaba en compañía de Kaylee.

—Ya. Pero, joder, ¿dónde les han dado a estos idiotas el carnet de conducir? ¿En una feria de tractores? No se puede ir a setenta kilómetros por hora en una autopista. ¡Es para matarse!

Kaylee alzó una ceja.

—Y un infarto no mata, ¿verdad? Si te parece una forma de morir mejor que la feria de tractores, yo te aseguro que de una manera u otra uno se queda muerto y bien muerto.

—Kaylee, cariño, los infartos vienen cuando uno no desahoga su rabia. Lo que yo estoy haciendo es reducir los riesgos para mantenerme sano.

—¡Venga ya! ¿No esperarás que me trague esas chorradas, verdad? Mantenerte sano... ¡Y una *******! Ya mismo te veo haciéndoles cortes de manga y contándome que es un método aprobado por la Organización Mundial de la Salud para controlar la tensión sanguínea.

Bobby esbozó una sonrisa y a Kaylee le dio un brinco el corazón. Mirándole con los ojos entornados, intentó ignorar aquella parte de sí misma que gritaba: «¡Por Dios! ¡Está buenísimo! Qué manos más bonitas. Una sonrisa preciosa». Porque aquello no hacía más que debilitar su firme propósito de Nada de Sexo Hasta que Encontremos a ______. Vamos a ver... ¿Por qué le había parecido una buena idea? Bueno, fuera cual fuese la razón, Kaylee sí se acordaba de que en su momento le había parecido una decisión estupenda. Y pensaba respetarla, joder, o por lo menos no sería ella la que tomase la iniciativa.

Porque con eso no solo traicionaría cualesquiera que fueran sus razones, sino que además quedaría como una ******* sin personalidad.

Lo más inteligente era lograr que él violara la regla. Sí, aquella sería la solución perfecta, porque así podría disfrutar de los beneficios sin lo desagradable de las responsabilidades. Y además, eso no podía ser tan difícil. De todos era sabido que los tíos piensan con el pene, y Bobby desde luego no era ninguna excepción. Kaylee había desarrollado con los años ciertas estrategias con las que cualquier hombre adulto acabaría suplicando. A lo mejor, si empleaba astutamente alguno de sus trucos con Bobby, acabaría tan harto de aguantarse que la arrojaría sobre la cama más cercana o cualquier otra superficie horizontal razonable, y se emplearía a fondo con ella.

Sentía calor solo de pensarlo. Lo de emplearse a fondo era una idea estupenda.

Claro que por otra parte a Kaylee nunca le habían hecho mucha gracia las mujeres que usaban esos trucos para salirse con la suya. Y Bobby tenía esa vena de caballero en lo referente a las chicas, de manera que la idea de verlo utilizando la más mínima fuerza para lograr que pasara algo entre ellos era tan improbable que podía descartarlo.

El estilo de Bobby era más bien la seducción. Desde que le conocía, siempre se había mostrado gentil y encantador con todas las mujeres con las que había tratado. Y había que reconocerlo, en el lote se incluían una o dos verdaderamente desagradables a las que había tenido que echar del club. Pero Bobby jamás había perdido sus modales encantadores.

Bueno, menos con ella. Se volvió para mirarlo detenidamente y se preguntó cuál sería el motivo. Con la vista fija en su hermoso perfil, intentó dilucidarlo.

—¿Qué? —ladró él de pronto, y Kaylee dio un respingo y se llevó la mano al pecho para calmar el martilleo de su corazón.

—¡Joderrr, Boby! ¡Me has dado un susto de muerte! ¿Qué pasa?

—¿Por qué me estás mirando así?

—¿Te estaba mirando? Vaya. No me había dado cuenta.

Bobby guardó silencio unos instantes, y cuando quedó claro que ella no pensaba dar más explicaciones, le espetó:

—¿Y bien?

Kaylee parpadeó.

—¿Y bien, qué?

—¡Que por qué me mirabas así!

—Ya te he dicho que no me he dado cuenta. Estaba pensando en cómo tratas a las mujeres.

Bobby la miró con gesto receloso.

—Las mujeres —repitió, con cuidado de no dar ninguna inflexión a su voz—. ¿Y estabas... esto... estabas pensando en alguna en particular?

—Pues no, la verdad. Pensaba en cómo nos tratas a todas.

—¿Y cómo os trato?

Kaylee esbozó una sonrisa tierna, porque era evidente que Bobby esperaba una trampa. ¿Por qué era siempre tan suspicaz?

—Siempre eres encantador. Simpático. Sereno. —De pronto se quedó callada, mirándole con la boca abierta—. ¡Vaya, Bobby LaBon! ¡Te estás poniendo colorado!

—De eso nada. —Bobby le clavó la mirada para acallarla. El rubor que invadía sus mejillas hacía destacar el azul de sus ojos.

Kaylee decidió ser magnánima y darle un poco de cuartel.

—Bueno, si tú lo dices... —Se mordió una cutícula y luego hizo un esfuerzo por bajar la mano al regazo—. Escucha, ¿te acuerdas de la chica a la que tuviste que echar del Tropicana el invierno pasado? ¿La que quería meterse entre las gogós del escenario?

—Joder, claro que me acuerdo. Me arrancó media cara a arañazos antes de que por fin consiguiera echarla fuera.

—Siempre me he preguntado por qué no la tumbaste en cuanto te atacó.

Bobby volvió bruscamente la cabeza y la miró con auténtica expresión de horror.

—¡Era una mujer!

—Bobby, estaba borracha y tenía muy mala leche, y tuviste la cara infectada más de una semana por la roña que tenía en las uñas. De haber sido un hombre, la habrías tumbado al instante.

—Ya. A ver, cariño, ¿dónde quieres ir a parar? Es evidente que no voy a permitir que un tío se largue de rositas después de una ******* así. Es hasta divertido y todo liarla un poco. Así se saca la agresividad. —Bobby volvió a centrarse en la carretera, pero no sin antes clavarle una mirada de desaprobación—. Pero un hombre no puede ir por ahí pegándole a una mujer, por mucho que se lo merezca.

—¡Pues a mí me apuntaste con una pistola!

—¡Pero no iba a disparar! Era solo para conseguir que cooperaras, cuando todavía pensaba que eras tu hermana.

—Hablando de eso, todavía tenemos que aclarar una cosa. —Kaylee de pronto entornó los ojos—. ¿Qué era la ******* aquella de las piernas de ________?

—¿Eh?

—No te hagas el tonto, Bobby. Cuando estaba intentando demostrar que yo era ___*, me miraste las piernas, pensando que eran las de ella. Y dijiste: preciosas. —Kaylee pronunció la palabra con el mismo tono profundo y sexual que él había utilizado.

—¿Estás celosa por un cumplido de nada?

—¡Yo no estoy celosa!

—Ya. —Bobby sonrió—. Bueno, pues son muy bonitas. —Le miró las piernas, largas y esbeltas, enmarcadas entre su minifalda y los altos tacones, y su mirada se oscureció un momento antes de volver a centrarse en la carretera—. Muy bonitas. Así que yo solo le dije, te dije, la verdad.

—¡Estabas tonteando con ella!

—De haber estado tonteando con alguien, nena, y no estoy admitiendo que lo hiciera, habría sido contigo.

—Ya, perfecto. Solo que tú entonces no sabías que era yo. Tú pensabas que yo me había largado y desde luego no tardaste ni un momento en empezar a coquetear con mi hermana.

—¡No estaba coqueteando! Solo estaba apreciando sus piernas. ¡Qué demonios, las tuyas! —Bobby se frotó la cabeza—. Las tuyas, las suyas, las suyas, las tuyas. ¡Joder, me está entrando dolor de cabeza! Eran unas piernas bonitas y lo dije. ¿Qué piensas hacer? ¿Pegarme un tiro? A las mujeres os gusta que os digan esas cosas.

Kaylee resopló.

—Es evidente que no sabes tanto de mujeres como crees. Sí, a algunas les gusta que les digan esas cosas. A la mayoría, puede ser. Pero si de verdad hubiera sido __*, te habría arrancado la piel a tiras.

—¿Por qué? ¿No le gustan los piropos?

—No le gusta que los desconocidos irrumpan en su casa y luego se pongan a babear mirándole las piernas, eso seguro.

—¿Ah, sí? ¿Y qué habría hecho ________, eh? ¿Me habría pegado? Porque entonces se parecería más a ti de lo que tú me has hecho creer.

—¡Maldito seas! ¡Ahora incluso estás fantaseando con pelearte con mi hermana! ¡Pues ya puedes soñar, pringado! ________ te habría hecho pedazos con esa lengua que tiene. Te habría dejado helado. Te habrías quedado balbuceando como un *******.

Bobby se volvió hacia ella alzando las cejas.

—Pues entonces qué suerte que fueras tú y no _______, ¿eh? Gemelas de fuego y hielo, y yo tengo la de fuego. —De pronto frunció el ceño—. Por lo menos antes de que decidieras dejarme a dos velas. Ahora lo único que tengo son los huevos morados.

—Ay, pobre. ¿Quieres que les dé un besito para que se curen?

—Sí —gruñó él.

De pronto el ambiente en el coche se cargó de tensión, y los dos guardaron silencio. Hasta que Kaylee respiró hondo y cogió el mapa de carreteras.

—¿Cómo se llamaba el pueblo donde Scott dijo que podríamos alcanzarles?

—Arabesque.

—¿Tendrán allí manicura? __* se ha llevado todas mis cosas, y yo necesito una manicura como el comer. Tengo las uñas hechas polvo. —Kaylee pasó un dedo por el mapa y lo detuvo en el pueblo en cuestión, frunciendo el ceño—. Pero si no es más que un puntito de nada...

—Sí, supongo que lo único que necesita el autobús para la parada del almuerzo es que haya un bar.

—¡Joder, mira! En todo el estado no hay más que uno, dos, tres, cuatro pueblos de cierto tamaño. ¿Qué hará la gente por aquí para divertirse?

Siguieron en silencio un rato, hasta que por fin Bobby se volvió hacia ella.

—¿Has pensado en lo que vamos a hacer cuando demos con tu hermana?

Kaylee le miró con gesto inexpresivo.

—Pues claro. Rescatarla.

—Ya. ¿Cómo?

Kaylee parpadeó.

—No es tan fácil, Kaylee. _________ va hacia Miami escoltada por un cazarrecompensas. Y el tío no nos la va a entregar así sin más, ya te lo digo yo. Seguro que va armado hasta los dientes.

—Tú tienes una pistola.

—Sí, pero seguro que él está dispuesto a usar la suya.

Kaylee meneó los hombros con gesto pensativo.

—Bueno, pues le cogeremos por sorpresa.

—Vale, digamos que sí. Como te vea, puede que hasta se dé cuenta de que se ha equivocado de hermana. —Bobby tendió la mano para ponerla sobre su muslo, justo por encima de la rodilla. Apartó la vista de la carretera el tiempo suficiente para dejar a Kaylee clavada en el asiento con la intensidad de su mirada—. Pero ¿por qué crees que el tío va a rendirse sin más?

Es su trabajo. Se gana la vida con esto. Y puedes estar segura de que vendrá a por nosotros con todas sus ganas.

—Bueno, entonces podemos atarle y alejarnos todo lo posible antes de que se suelte. ¡Ay, yo qué sé, Bobby! —gimió desesperada—. La inteligente es __*...

Él le dio un apretón en la pierna.

—¿Quieres dejar de decir esas cosas? —rugió.

—¿El qué? ¿Qué he dicho? —Kaylee le dio una palmada en el brazo y luego intentó apartarle la mano—. ¡Bobby! ¡Me estás haciendo daño!

—Deja de decir que eres tonta —gritó él. Pero le soltó la pierna y volvió a aferrarse al volante, con tanta fuerza que se le quedaron los nudillos blancos. Luego volvió a clavarle una mirada fiera—. El hecho de que no hayas ido a la universidad como tu preciosa hermana no significa que no seas tan inteligente como ella.

—Pues no lo soy.

Bobby volvió a mirarla furioso, y ella le acarició el muslo con gesto conciliador.

—Es la verdad, Bobby. Eso no quiere decir que yo sea tonta, porque no lo soy. No soy tonta. Pero ________ es la más rápida, la más ingeniosa. Tenía que serlo. A mí eso no me importa, excepto tal vez cuando me meto en algún lío ******* del que no sé cómo salir y recurro a ella. Yo siempre fui la que sabía relacionarme mejor. Puedo hacer amigos mejor que ella.

Qué demonios, sé que soy mucho más divertida que ella. Pero ___* es más lista, o por lo menos es más rápida pensando. Es un hecho, como el que yo sea pelirroja o que tenga unas tetas de miedo. —Kaylee trazaba con los dedos dibujos abstractos por el duro muslo de Bobby.

Él miró un instante sus tetas de miedo.

—A lo mejor lo que pasa es que no has ejercitado tu inteligencia natural.

—¿Eh?

—Bueno, me imagino que es como un músculo. Si no lo trabajas, no se desarrolla. Tú nunca has tenido que ejercitar tu capacidad para pensar porque siempre tenías a tu hermana que pensaba por ti. Pero si queremos seguir adelante con esto, cariño, más vale que pensemos un poco y tengamos claro lo que vamos a hacer cuando demos con _______ y el cazarrecompensas.

—¿Y no podríamos sencillamente avisarla de que estoy aquí, dispuesta a ayudarla, y dejar que ella dé con la manera de escapar?

—No. Tenemos dos opciones. Lo dejamos ahora mismo y salvamos el pellejo, que es lo que yo voto por hacer, o decidimos hacer las cosas bien.

¿Depender de su propia inteligencia? La sola idea la aterrorizaba. Se mordió el labio, tentada de apoyar el voto de Bobby y darse por vencida. Pero respiró hondo, exhaló despacio y dijo:

—De acuerdo. Lo haremos bien.

—¡Maldita sea! —exclamó Bobby, dándole un golpe al volante—. ¡Ya me temía yo que ibas a decir eso!

♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Empty Re: Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA]

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Jue 20 Oct 2011, 8:39 pm

Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 Sinttuloeve

Capitulo 11
Eran apenas las ocho de la mañana y ya hacía un bochorno sofocante. Las ondas de calor comenzaban a relumbrar sobre la negra superficie de la autopista por la que caminaban ______ y Joe.

______ aún no había digerido el pesado desayuno que había tomado, y maldijo el capricho que le había llevado esa mañana a ponerse unos tacones altos de Kaylee. Tenía que dejar de ceder a esos impulsos infantiles para fastidiar a Joe, porque invariablemente redundaban en perjuicio de ella. Avanzando a trompicones, intentando mantener el paso de sus largas zancadas, apartando la licra húmeda y pegajosa de su pecho sudoroso, __________ soñaba con ropas sueltas que permitieran el aire circular por su piel. Frescas camisas de algodón y pantalones cortos y anchos. Vestidos largos que se limitaran a cubrir su cuerpo, en lugar de pegarse a cada centímetro. Si alguna vez volvía al mundo real, pensaba ponerse la ropa más amplia que tuviera para no volver a quitársela jamás.

De todas formas, ¿por qué intentaba mantener la velocidad de Jonas? ________ aminoró el paso de inmediato. No era a ella a quien le convenía llegar a tiempo a la estación de autobuses.

Joe dio tres zancadas más por la cuneta antes de darse cuenta de que _______- ya no caminaba a su lado.

Entonces se volvió impaciente.

—¿Y ahora qué pasa, pelirroja?

—¿Además de que tengo calor, me duelen los pies y que estoy harta de andar trotando detrás de ti como un caniche? Nada en absoluto, Jonas.

Con un paso de gigante, Joe se acercó a ella y se quedó mirando sus piernas largas y desnudas.

—Oye, a mí no me eches la culpa de que te duelan los pies. Si te hubieras puesto las Keds en lugar de esos estúpidos tacones, tal como te sugerí... —Pero Joe no iba por buen camino, porque aquello le trajo a la mente una visión de inquietante claridad de la pelirroja esa mañana, dando pasitos con aquellos malditos tacones, con su camisa de paño blanco abrochada hasta el cuello encima del vestidito rosa que llevaba ahora. La camisa le había cubierto por entero el ceñido vestido, lo cual debería de haber supuesto un alivio. Pero en vez de ello, daba la sensación de que bajo la camisa estaba desnuda, y entre eso y el recuerdo de aquellas piernas blancas y tersas en torno a su cintura, Joe estuvo a punto de empezar a aullar.

—¿Que me lo sugeriste? Y una m*ierda. ¡Me lo ordenaste!

Vale, Joe lo admitía... aunque solo para sus adentros. Aquello probablemente había sido un error, porque ella al instante alzó esa naricita suya y volvió a fustigarle con el látigo de su silencio.

Y los sugerentes tacones habían seguido firmemente pegados a sus pies.

—Además —saltó ella, alzando un brazo para enjugarse el sudor de la frente—, si no fueras tan tacaño, a lo mejor podríamos coger algún taxi para ir a la estación, en lugar de tenernos que pasar la vida pateándonos la carretera.

—¡Si tú no comieras como un camionero, a lo mejor me lo podría permitir!

Ella avanzó un paso furiosa en su dirección.

—¡Ni se te ocurra empezar otra vez a llamarme gorda!

—¡Maldita sea, pelirroja! —En su desesperación, se acercó a ella de una zancada, y se quedó tan encima que ______ tuvo que echarse hacia atrás doblándose por la cintura solo para verle la cara—. ¡Yo no he dicho que estés gorda! ¡No lo he dicho ni una sola vez! Comenté que algunos, al verte, dirían que estás bien alimentada, pues bien, hazme caso, guapa: lo estás. Y siendo yo el que he pagado tus comidas, puedo asegurarlo.

Retrocedió un paso y cogió mejor las bolsas, mientras ella se enderezaba—. Y ahora ya puedes mover el cul*o —añadió entre dientes—. Tenemos que coger el autobús. —Dio media vuelta y echó a andar de nuevo por el arcén.

_________ avanzaba detrás de él, a un ritmo más pausado.

Un coche pasó a toda velocidad, levantando una nube de polvo. ________ se detuvo tosiendo para esperar a que el aire se despejara, dando manotazos para dispersar la tierra que revoloteaba en torno a su cabeza.

Joe se volvió hacia ella y lanzó una frase tan obscena que ____________ retrocedió un paso. Jonas se acercó con furiosas zancadas, pasándose las dos bolsas a una sola mano, y sin detenerse un instante se agachó, le hundió el hombro en la cintura y volvió a levantarse con ella cargándola como si fuera un bombero que le estuviera salvando la vida. Agarrándola con la manaza en el muslo, dio media vuelta y echó a andar de nuevo.

—¡Maldita sea, Joe! ¡Hace demasiado calor para esto! —________ le dio un puñetazo en la espalda y notó que el sudor empezaba a pegar sus cuerpos allí donde se tocaban—. ¡Suéltame! —Otro coche pasó tocando la bocina con entusiasmo. En el aire cargado de calor flotaron los gritos burlones de lo que parecían adolescentes—. ¡Que me sueltes, Joe! ¡Seguro que con esta falda me están viendo hasta las intenciones!

—¿Y tengo que creerme que eso le preocupa a una exhibicionista como tú?

—¡Joseph!

—¿Te vas a poner las Keds como una buena chica y vas a dejar de dar la tabarra?

El estómago de ________ daba tumbos sobre el duro hombro con cada zancada, y el desayuno que había tomado no hacía mucho amenazaba con hacer una súbita aparición. Las palabras de Jonas bastaron para hacerle apretar los dientes, pero se tragó su rabia y contestó:

—Sí. Y ahora suéltame.

Joe se inclinó para dejarla en el suelo. Luego soltó la maleta y se agachó delante de ella. Al cabo de un momento le tendió las zapatillas deportivas.

—Entrega esos tacones.

_________ se los dio y se ató las zapatillas de deporte. Cuando alzó la vista, se encontró a Joe con las sandalias rosas de tacones en una mano, contemplando pensativo un matorral más allá de la carretera.

—Ni lo pienses, capullo —advirtió ella—. A menos que estés dispuesto a gastar tu precioso dinero para comprarme otros.

Joe gruñó, pero metió los tacones en la maleta. Luego la agarró a ella de la muñeca y echó a andar de nuevo.

—Vamos. No pienso perder ese autobús.

_________ estaba acalorada y de mal humor cuando llegaron a la estación donde había aire acondicionado. Se agarró a los faldones de la camisa de Joe, que llevaba por fuera de los téjanos para ocultar la pistola, y los alzó para enjugarse el sudor del cuello. Él dio un respingo, con el estómago al descubierto hasta la primera costilla. Con el movimiento quedó a centímetros de ella, y antes de que pudiera imaginar lo que iba a hacer,

_________ se había metido la mano con los faldones de la camisa por el escote de su minivestido rosa. Cuando volvió a sacarla, la camisa estaba húmeda y arrugada. ________ la apartó con fastidio de su cuerpo agarrándola con la punta del índice y el pulgar y la soltó como si fuera un pañuelo usado.

—Estoy harta de mirar el paisaje todo el santo día —comentó malhumorada. Y con estas palabras se bajó las faldas del vestido y dio un discreto meneo para ajustárselo bien—. Quiero leer algo.

Joe, que miraba desconcertado las faldas de su camisa arrugada, alzó la vista.

—No creo que aquí tengan revistas de culebrones, pelirroja.

—Qué gracioso. Vamos. —Le agarró de la huesuda muñeca y le arrastró hasta el quiosco de libros y revistas.

Joe contempló las ofertas y cogió una novela rosa con la cubierta más morbosa que había visto nunca.

—Toma. Seguro que esto es lo tuyo.

________ abrió el libro para leer la solapa. Luego leyó también la sinopsis en la primera página.

—¡Uau! Esto tiene buena pinta. Me lo llevo.

Joe miró el precio.

—¿Siete con cincuenta por un libro de bolsillo? —exclamó, devolviendo el libro a su sitio—. Elige otra cosa.

Sacó una revista, Confesiones verídicas, y se la tendió—. Toma. ¿Qué te parece esto?

—Dios mío —suspiró ella—. Mira que eres agarrado. Y tus gustos literarios dejan muchísimo que desear. —Sin hacer caso de la revista que Jonas le ofrecía, cogió el último número del Time—. Me llevo esta. —Y lo miró con disgusto—. Debería parecerte bien, Jonas, puesto que cuando yo termine podrás leerla tú. O a lo mejor prefieres que me lleve el Playboy.

—Sí, claro. Yo puedo leer los artículos y tú miras las fotos.

—Muy gracioso. Bueno, sea como sea, esto tranquilizará tu corazoncito miserable, puesto que solo tendrás que pagar una revista.

Joe la miró ceñudo y volvió a coger la novela rosa, las bolsas y la revista que _________ había elegido. Se acercó al mostrador a pagar y a continuación le puso el libro en las manos.

—Toma. Lee y calla.

Ella parpadeó. Algo en su expresión le dio un pellizco en el corazón. ¿Había herido sus sentimientos con sus comentarios? Pero, no... Aquello era ridículo. Sencillamente se mostraba tan contradictorio como siempre. Miró a hurtadillas sus cejas ceñudas, sus ojos dorados que evitaban mirarla, el gesto hosco de su boca. Luego bajó la vista a su mano, que apretaba la revista enrollada con tanta fuerza que la blancura de sus nudillos destacaba contra su piel bronceada.

—Gracias por el libro —se oyó decir con suavidad, y tuvo que hacer incluso un esfuerzo por no acariciarle la mano.

¡Maldición! Se había convertido en un claro caso del síndrome de Estocolmo. ¿Cómo explicar si no el súbito deseo de aplacar a su captor?

Pero no podía permitírselo. _______ miró a su alrededor, decidida a volver al buen camino. Lo que se imponía en ese momento era complicarle de nuevo la situación, y lo que era más importante, encontrar una idea para lograr su objetivo último: seguir retrasando la preciosa agenda de Joe y hacer un agujero en su adorada cartera.

Al principio las posibilidades parecían mínimas. Todo el mundo iba a lo suyo. Aquello le parecía fatal, lo que decía mucho de su deterioro moral de los últimos días. Pero de pronto vio a un joven sentado en un banco al otro lado de la sala, que le miraba los pechos con ojos vidriosos. _______- se animó al instante, pensando que con él la cosa podría funcionar. Para probar su teoría, echó un poco los hombros hacia atrás, respiró hondo y vio que el joven se quedaba con la boca abierta.

______ suspiró. Tenía que explotar de nuevo su exuberante cuerpo. Tal vez su madre tenía razón. Si una mujer exponía demasiadas curvas, los hombres parecían perder toda capacidad de raciocinio.

Y seguramente su deseo de explotar aquella característica era pecaminoso.

Pero ¿qué podía hacer al respecto? Se veía obligada a ello. Y si un pobre baboso era incapaz de ver más allá de un par de tetas y de unas piernas largas, bueno...

Por ella, perfecto.

Joe estaba decidido a impedir como fuese que ese día la pelirroja lograse que los echaran del autobús. Y con ese fin, mantuvo sobre ella una secreta vigilancia. Durante un largo rato tan solo la vio leer. En el momento en que el autobús salió de la estación, enterró la nariz en el libro y no volvió a alzarla para respirar hasta al cabo de dos largas horas. Estaba a punto de concluir que posiblemente eran los ocho pavos mejor empleados en toda su vida, cuando ella hizo el primer movimiento.

El deseo que Joe sentía por _______ estaba en su apogeo al igual que su frustración, y cuando ella le pasó los dedos por la pierna, su reacción instintiva fue apartarle la mano. Eso, o agarrársela para que aquellos dedos blancos presionaran sobre la parte que él realmente deseaba que le tocara, y desde luego eso no contribuiría a dar una imagen muy profesional. De manera que le cogió la mano con brusquedad y se la devolvió a su lado del reposabrazos.

Desconocía lo que se proponía la pelirroja, pero sí supo que había caído en la trampa cuando vio que ella daba un respingo como si él hubiera aplicado a su gesto mucha más presión de la que en realidad había sido. «Ah, joder. ¿Para quién estará interpretando ahora?» Joe echó un subrepticio vistazo alrededor.

Su vista se frenó en seco al llegar al joven sentado al otro lado del pasillo. El chico le miró furioso. ¡Mier*da!

Desde luego la pelirroja sabía elegir a sus víctimas. El muchacho seguramente sería lo bastante joven y estúpido para provocar un enfrentamiento sin pensárselo dos veces, y estaría sin duda rebosante de testosterona. Un gallito dispuesto a disparar indiscriminadamente sin mucha discusión preliminar. Joe desvió la mirada, buscando a la desesperada una manera de neutralizar la situación antes de que llegara la sangre al río y volvieran a echarlos del autobús.

Se volvió a tiempo de ver que _______ dirigía al muchacho una sonrisa trémula de valentía. Genial. Con dos sencillos movimientos había convencido al muchacho de que estaban maltratándola. Una cosa sí debía reconocer: la mujer tenía talento.

Esta vez tuvo cuidado de mantener las manos quietas, a pesar de que la pelirroja hizo otro intento de provocarle. Pero cuando le tocó ya por tercera vez, Joe había tenido tiempo de meditar el problema, y le cubrió la mano con la suya para frotarla por su muslo arriba y abajo. Volvió la cabeza y le dedicó una sonrisa somnolienta y carnal. __________- entornó los ojos y él frunció los labios para soplarle un beso. Jonas no se atrevió a mirar al otro lado del pasillo, pero esperaba que el chico estuviera por lo menos confuso.

Una hora más tarde, el joven se levantó y se dirigió al fondo del autobús. Un instante después _______ le dio un codazo.

—Perdona —murmuró—, pero tengo que ir al servicio.

Joe se levantó sin decir una palabra y retrocedió para dejarle paso. ________ se contoneó por el pasillo como si tuviera las caderas ensambladas por rodamientos bien engrasados. Se detuvo detrás del joven, que esperaba su turno para entrar en el servicio, y Joe vio que el chico se volvía en respuesta a algo que ella había dicho. Respiró hondo, y echó a andar por el pasillo en dirección a ellos.

Se acercó a __________ por la espalda, le echó los brazos en torno a la cintura y le dio un beso en el cuello.

—Eh, cariño —dijo con voz grave contra la piel cálida y perfumada, estrechándola más entre sus brazos—. Siento el mal genio de antes. —Apretando todavía más su cuerpo rígido, murmuró—: ¿Me perdonas? Por favor, cariño

Estaba muy tenso, pero me he dado cuenta de que tanta caricia era para decirme que por fin la penicilina ha hecho efecto y que ese problemilla que tenías ha desaparecido.

_________ miraba directamente el rostro del joven, de manera que no pudo evitar ver la cara de horror que ponía al comprender lo que pasaba. _______ notó que le ardían las mejillas e intentó hundir el codo en el costado de Joe, pero él la tenía tan apretada que no consiguió hacerle ningún daño. Así que optó por clavarle las uñas en el cálido y peludo antebrazo

—¡Cerdo!

—¡Ay, cariño! —murmuró Joe, todavía en su cuello—, no te enfades conmigo. —Le frotó la mejilla afeitada por el lado del cuello, y a _________ le dio un brinco el estómago—. Ya sé que no debería haber hablado de tu infección en público, pero es que ha durado tanto... Y cuando por fin entendí lo que estabas intentando decirme, me dio tanta alegría.

De pronto se quedó callado. _________ volvió la cabeza a tiempo de ver que Joe clavaba en el joven una mirada de hombre a hombre.

—No quería ser insensible, pero seguro que este chico entiende que haya sido tan impulsivo, ¿verdad, hijo?

—¿Eh? —La mirada del muchacho parecía atascada en las voluptuosas curvas de _________, pero cuando empezó a comprender que le hablaban a él, se puso colorado como un tomate—. Eh... sí, sí, claro.

El servicio quedó libre justo en ese momento, y el chico exhaló un largo suspiro de alivio

—Eh... perdonen. —Desapareció en el interior y cerró la puerta con tanta fuerza que rebotó contra el marco y tuvo que volver a agarrarla para cerrarla de nuevo, esta vez con más cuidado.

—Parada para almorzar en Arabesque, Wyoming. Dentro de cuarenta y cinco minutos —anunció el conductor.

Joe aflojó el abrazo un poco.

—¿Quieres sacarme ya las garras del brazo, pelirroja?

—Mira, más te vale no preguntarme lo que quiero en este momento, Jonas. —Pero de todas formas dejó de clavarle las uñas.

Él esbozó una sonrisa malévola y la soltó, y por más enfadada que estuviera, ella tuvo que hacer un esfuerzo por no devolverle la sonrisa. Se sentía humillada de la cabeza a las uñas recién pintadas de los pies con solo pensar que una persona de este mundo creyera que _______ MacPherson había contraído una enfermedad de transmisión sexual. Pero a pesar de todo no podía evitar sentir una secreta admiración por el ardid de Joe. Ella lo habría utilizado sin pensárselo un instante si la situación hubiera sido al revés y se le hubiera ocurrido la idea. Había algo en aquel duelo de ingenio que le resultaba peligrosamente estimulante.

Pero así no iba por buen camino, de modo que asumió su gesto más estricto de profesora.

—Diviértete mientras puedas, guapo —aconsejó con frialdad, mientras le empujaba para volver a su sitio.Porque seré yo la que se ría la última

—Ah, eso crees, ¿eh? —Joe echó a andar detrás de ella sin disimular su diversión.

—No es que lo crea, Jonas, es que lo sé. —Su venganza era que sabía que cuando el autobús llegara a su destino y se terminaran por fin las escaramuzas, sus huellas dactilares no coincidirían con las de su hermana. Y el gran cazarrecompensas Joe Jonas iba a quedarse con un palmo de narices.

Tendría que meterse a monje, como había prometido el primer día. _______ se encogió de hombros. El caso es que iba a disfrutar viéndole morder el polvo.

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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Jue 20 Oct 2011, 8:41 pm

Hay estan sus dos capis chicas
COMPLETITOS!!!!!!!!!!!
Muchas grax por sus comments, ellos me inspiran a seguir con la nove :D
Cuidense chicas
Ah y recuerden COMPREN FAST LIFE Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 88550944 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 88550944 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 88550944 Soy toda tuya (Joe y tu) [TERMINADA] - Página 11 88550944
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Mensaje por jamileth Jue 20 Oct 2011, 9:06 pm

me enknto el cap....

siguela....

al fin pusiste cap..

fiesta de 5 segundos.. :grupo:

https://onlywn.activoforo.com/t7470-asi-lo-quiso-el-destino-un-jonas-y-tu
jamileth
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