If We Were Boys ||N.C||One Direction||

El tacto de sus labios seguía latentes en los míos. Quemaban cada vez que el recuerdo invadía mi mente. Quería palmear mi cara por continuar en aquel laberinto sin salida, pues yo me encontraba en esta escuela solo para que mi banda favorita volviera a unirse artísticamente, no para caer en las redes del amor. Después de todo, él solo me miraba como lo que no era, me miraba atreves de mi máscara. Me miraba como un chico.

Llevaba un largo tiempo tratando de ocultar mis emociones hacia las chicas, y ciertamente podría haber tomado el camino más simple y socorrer por su ayuda. ¿Pero a quién estaría engañando? Pedir ayuda nunca fue mi más grande fuerte. Y por el aspecto en sus caras, por no decir que las conocía hace casi media década, podía notar que mi gran dilema era una pequeña roca en sus zapatos.

Me aislaba con más fuerza a cada instante. Existía una leve posibilidad que aquello me terminara destruyendo como lo había hecho la mitad de mi vida. No me preocupaba caer con la misma piedra, lo que me aterraba era no volver a levantarme como la última vez. De solo pensarlo, temblaba cual gelatina.

En un intento desesperado de borrar los pensamientos negativos de mi mente, tomé mi dije y lo besé con cuidado, observando a mi alrededor para no terminar catalogada como el-niño-idiota-que-besa-una-joya. Los muchachos aquí eran aún más idiotas que lo que acostumbraba ver con frecuencia, ellos no podrían comprender que aquel objeto de valor tenía un grado inmenso de sentimentalismo: lo último que me quedaba de mi mejor amiga. Mi ángel y la razón por la que cayera enamorada de los idiotas de las escaleras.

De no ser porque estaba completamente metida en el plan, probablemente ya hubiese revelado mi identidad al instante de pisar el campus para evitar continuar con nuestra farsa. La sinceridad era mi segundo nombre, pensar meticulosamente todo lo que me sucedía, mi hobbie preferido.

— ¿Podrías moverte? — el deje de fastidio en su voz pasaba de ser semi-evidente a sumamente evidente cuando habla conmigo. Harry no era buen actor después de todo.

— Lo siento, no te había visto — contesté sin preámbulo. Que tuviese una parte de mi corazón en sus manos no le daba el derecho a humillarme, pero él no tenía conocimiento de la primera parte, y curiosamente adoraba realizar lo último de la oración, sin pena, como al resto de los chicos de este establecimiento.

Había ocasiones, escasas por cierto, en las que miraba fijamente sus acciones solo para encontrar el motivo de su forma de ser. No había indicio, o razón lógica, hasta el momento que explicara en toda su gracia la razón por la cual el mismísimo Harry Styles era un completo gilipollas sin sentimientos.  

<< Ególatra sin motivo>> pensé al instante. Parecía algo tan obvio pero sin sentido al mismo tiempo que aquello me frustraba hasta los pelos.

— ¿Qué has dicho? — cuestionó, no sin antes regalarme otra de sus miradas severas.

— No he dicho nada — contesté.

Tomé mis apuntes de canto para meterlos con cuidado dentro del único cajón que por ley Harry tuvo que cederme.  El tumulto de papeles hizo abrir mis ojos de sorpresa. No había posibilidad alguna de que yo haya desordenado de tal manera mis pertenencias. Volteé indignada al posible sospechoso. La línea en su frente juntaba sus cejas de forma chistosa. Un chiste que carecía de broma cuando llegabas a sus ojos verdes y fríos.

— Vuelvo a preguntar— robó diez centímetros de mi espacio personal sin despegar su mirada de la mía— ¿Qué has dicho? — cuestionó nuevamente, esta vez, modulando más de lo necesario las palabras.

— Yo no he hablado— me defendí sin entender muy bien la causa de mi acusación.

Quería gritarle una barbaridad de cosas, las cuales venía acumulando hace rato y no me atrevía a reclamarle. ¡Es más! Hasta quería tirarle aquellos preciosos risos hasta el cansancio por haber revisado mis cosas personales. ¿Qué hubiese sucedido si me hubiese descubierto? Hoy solo fue mi cajón, pero si confiaba demasiado y dejaba pasar este incidente, en dos días las chicas y yo estaríamos de patitas a la calle por mi desliz.

— ¿Por qué has tocado mis cosas? —

Me tardé dos segundos procesar que aquella voz era la mía. ¿Desde cuándo digo lo que pienso, sin saberlo?

— ¿De qué rayos hablas? —

Trataba de encontrar alguna pizca de mentira en su mirada, algún indicio de que solo estaba jugando conmigo para irritarme. Sentí cierta ansiedad con él al estar tan cerca observándonos de aquella manera, había una línea invisible que nos dividía. De un lado, Harry tratando de intimidarme, y del otro, yo haciendo lo mismo. Había una diferencia, y es que solo uno de nosotros estaba saliendo victorioso. Él.

— Alguien ha tocado mis cosas— susurré. No podía saber si había captado mi mensaje pues había bajado mi vista al momento en que encontré cierto desconcierto en su mirada — además de otros sentimientos como lo ira.

— ¿Y me culpas por ello? — contestó sarcástico.

Mis músculos estaban tan tensos como el ambiente entero entre ambos. Las paredes parecían achicarse con cada respiro sin ninguna intención de detenerse. Me removí incómoda en mi lugar, sin saber cómo realmente continuar con la conversación. Un suspiro cansado se escuchó de repente.

— ¿Ahora te callas? — Harry estaba enfadado, cualquier idiota podría sentirlo.

Caminó por mi costado golpeando intencionalmente mi hombro. Logré equilibrarme después de casi caerme en la cama detrás. Debía verme patética. Deseaba salir corriendo del lugar, no había mas que incomodidad entre nosotros y no podía soportarlo.

— Para tu información— habló a mis espaldas, estaba segura que frente a la puerta ya que el indiscutible click del pomo me lo indicó — este ególatra sin motivo trató de evitar que los idiotas del campus encontraran algo para humillarte.

Volteé anonada por sus palabras.

<< Él no podría estar hablando en serio. >>

— Deberías saberlo antes de hablar— y sin más dejó el lugar conmigo detrás.

<< Charlotte, eres definitivamente la chica más estúpida del planeta. >>

ene cé no olvidada