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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
Te informo que tu novela se encuentra en una sección incorrecta establecida en las reglas del foro. Publica la petición para que muevan tu tema en "Mover y borrar temas" en un plazo de 48 horas, o nos veremos en la obligación de eliminar el tema. Cualquier duda, queja, o sugerencia, contáctame por mp. Además, tu novela tiene la ficha reglamentaria incompleta. Pasa por las reglas y edita el primer mensaje o correrás el riesgo de que borremos tu historia sin aviso previo. Posees un plazo de 48 horas para cambiar lo requerido.
holiscrayolis
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
chicas a partir del próximo cap pondré con el código para k aparezca sus nombres
josy style
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
Hola
Soy nueva lectora, me gustó la novela y la idea y si necesitas chicas me gustaría estar con Niall
PD: me llamo Alitzel pero puedes decirme Ali, espero tu respuesta y espero capítulo pronto
Soy nueva lectora, me gustó la novela y la idea y si necesitas chicas me gustaría estar con Niall
PD: me llamo Alitzel pero puedes decirme Ali, espero tu respuesta y espero capítulo pronto
^_^pocitoLatigable:33
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
HOLA! nueva lectora amo tu nove seguila pronto porfas
BESOS!
joseee
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
HOLAAA y bienvenida :gochamp:joseee escribió:HOLA! nueva lectora amo tu nove seguila pronto porfasBESOS!
josy style
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
Hola nueva lectora, siguela me encanta tu nove.
Un saludo
Pasaros por mi nove:
https://onlywn.activoforo.com/t89821-my-love-vampire-harry-styles-y-tu
Un saludo
Pasaros por mi nove:
https://onlywn.activoforo.com/t89821-my-love-vampire-harry-styles-y-tu
Jeca
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
Nueva lectora aquí me encanta la saga
Sigue la pronto
Sigue la pronto
Invitado
Invitado
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
holis soy nueva lectora me encanto tu nove siguela porfis
guadalupe rmz
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
holas holas...... se que me he ausentado mucho tiempo.... y les pido perdón por eso... pero mañana les subo maratón mil disculpas...... las quiero...... nos leemos
josy style
Re: AMANTE OSCURO (Harry Styles Y Tu) ADAPTADA
Hola¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡josy style escribió:holas holas...... se que me he ausentado mucho tiempo.... y les pido perdón por eso... pero mañana les subo maratón mil disculpas...... las quiero...... nos leemos
Tranquila no pasa nada:)
Espero con ganas la maratoooon
SIGUELAAAA
Fiel lectora
Jeca
AMANTE OSCURO (HARRY STYLES Y TU) ADAPTADA
Capitulo 18
Al principio, no comprendía muy bien cómo se producía este proceso. En la
sangre había oxígeno. Por esa razón era roja al salir de los pulmones. Aquella
discrepancia lo había conducido a algunos fascinantes descubrimientos sobre el
funcionamiento pulmonar de los vampiros, pero no lo había aproximado a su
objetivo. Había tratado de extraer sangre y canalizarla inmediatamente en un
recipiente hermético. Esta solución, aunque fuese la más obvia, no funcionó. La
desintegración era inevitable igualmente, pero a un ritmo menos acelerado. Eso le
había sugerido la existencia de otro factor, algo inherente al entorno corporal que
faltaba cuando la sangre era extraída del cuerpo. Trató de aislar muestras en calor
y en frío, en suspensiones salinas o de plasma humano.
Un sentimiento de frustración le había ido carcomiendo a medida que hacía
cambios en sus experimentos. Realizó más pruebas e intentó diferentes enfoques.
A veces abandonaba el proyecto, pero siempre regresaba a él.
Pasaron varias décadas.
Y después, una tragedia personal le proporcionó una razón para resolver el
problema. Tras la muerte de su shellan y de su hijo durante el parto hacía unos
dos años, se había obsesionado y empezado desde el principio.
Su propia necesidad de alimentarse lo había estimulado. Por regla general,
sólo necesitaba beber cada seis meses, porque su linaje era muy fuerte. Al morir
su hermosa Evangeline, esperó todo lo que pudo, hasta que quedó postrado en la
cama a causa del dolor del hambre. Cuando pidió ayuda, se obsesionó con el
hecho de sentir tantas ansias de vivir como para beber de otra hembra. E incluso
llegó a pensar que tenía que alimentarse sólo para experimentar y cerciorarse de
que no sería lo mismo que con Evangeline. Estaba convencido de que no
obtendría ningún placer en la sangre de otra y así no traicionaría su memoria.
Había ayudado a tantas hembras, que no le resultó difícil encontrar a una
dispuesta a ofrecerse. Escogió a una amiga que no tenía compañero, y mantuvo la
esperanza de poder conservar su propia tristeza y humillación.
Fue una auténtica pesadilla. Había aguantado tanto tiempo que en cuanto
olió la sangre, el depredador que había en él reapareció. Atacó a su amiga y bebió
con tanta fuerza que, posteriormente, tuvo que coserle la herida de la muñeca.
Casi le arranca la mano del mordisco.
Aquella reacción le hizo recapacitar sobre el concepto que tenía de sí
mismo. Siempre había sido un caballero, un erudito, alguien dedicado a curar, un
macho no sujeto a los deseos más primarios de su raza.
Pero, claro, siempre había estado bien alimentado.
Y la terrible verdad era que le había deleitado el sabor de esa sangre. El
suave y cálido flujo que pasó por su garganta, y la descomunal fuerza que vino
después.
Había sentido placer, y quiso más.
La vergüenza le hizo sentir arcadas, y juró que nunca más bebería de otra
vena.
Había cumplido aquella promesa, aunque como resultado se había vuelto
débil, tan débil que concentrarse era como tratar de encerrar un banco de niebla.
Su inanición era la causa de un constante dolor en el estómago. Y su cuerpo,
ansioso por un sustento que el alimento no podía darle, se había canibalizado a sí
mismo para mantenerse vivo. Había perdido tanto peso que sus ropas le colgaban
por todos lados y tenía la cara demacrada y gris.
Pero el estado en el que se encontraba le había mostrado el camino.
La solución era obvia.
Había que alimentar aquello que tenía hambre.
Un proceso hermético unido a una cantidad suficiente de sangre humana, y
ya tenía sus células sanguíneas vivas.
Bajo el microscopio, observó como los glóbulos de los vampiros, más
grandes y de forma más irregular comparados con los humanos, consumían
lentamente lo que se les había dado. El recuento humano disminuyó en esa
muestra, y cuando éste se extinguió, casi estaba dispuesto a apostar que la
viabilidad del componente vampiro se reduciría hasta llegar a cero.
Sólo tenía que realizar una prueba clínica. Extraería un litro de una hembra,
lo mezclaría con una proporción adecuada de sangre humana, y luego se haría él
mismo una transfusión.
Si todo salía bien, establecería un programa de donación y almacenamiento.
Se salvarían muchos pacientes. Y aquellos que habían decidido renunciar a la
intimidad de beber podrían vivir su vida en paz.
Havers alzó la vista del microscopio, percatándose de que había estado
observando los glóbulos durante veinte minutos. El plato de ensalada de la cena
estaría esperándolo sobre la mesa.
Se quitó la bata blanca y atravesó la clínica, haciendo una pausa para hablar
con algunos miembros de su personal de enfermería y un par de pacientes. Las
instalaciones eran bastante amplias y estaban ocultas en las profundidades de la
tierra bajo su mansión. Había tres quirófanos, varias salas de examen y reanimación,
el laboratorio, su oficina y una sala de espera con acceso
independiente que daba a la calle. Veía cerca de mil pacientes al año y hacía visitas
a domicilio para partos y otras emergencias según las necesidades.
Aunque su actividad había disminuido últimamente a causa de un descenso
de la población.
Comparados con los humanos, los vampiros contaban con tremendas
ventajas en lo referente a la salud. Su cuerpo sanaba in as rápido. No sufrían
enfermedades como el cáncer, la diabetes o el sida. Pero que Dios los ayudara si
tenían un accidente a plena luz del día. Nadie podía prestarles ayuda. Los
vampiros también morían durante su transición o momentos después. Y la
fertilidad constituía otro tremendo problema. A pesar de que la concepción fuese
exitosa, con frecuencia las hembras no sobrevivían al parto, ya fuera por las
hemorragias o por alguna infección. Los abortos eran habituales, y la mortalidad
infantil excedía cualquier límite.
Para los enfermos, heridos o moribundos, los médicos humanos no
constituían una buena opción, aunque las dos especies compartían en gran medida
la misma anatomía. Si un médico humano llegaba a solicitar un análisis de sangre a
un vampiro, encontraría toda clase de anomalías y creería tener algo digno de
publicarse en el Diario Médico de Nueva Inglaterra. Lo mejor era evitar esa clase
de tentaciones.
En ocasiones, sin embargo, algún paciente terminaba en algún hospital
humano, un problema que iba en aumento desde que había empezado a funcionar
el 911 y las ambulancias llegaban de inmediato. Si un vampiro quedaba tan
malherido que perdía el conocimiento lejos de su casa, corría el peligro de ser recogido
y llevado a una sala de urgencias humana. Sacarlo de allí sin permiso
médico siempre había sido muy difícil.
Havers no era arrogante, pero sabía que era el mejor médico con que contaba
su especie. Había asistido a la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard
dos veces, una a finales de 1800 y luego en la década de 1980. En ambos casos
declaró en su formulario de matrícula que era inválido, y la universidad le permitió
concesiones especiales. No había podido asistir a las conferencias porque éstas se
realizaban durante el día, pero le habían permitido a su doggen tomar notas y
entregar sus exámenes. Havers había leído todos los textos, mantenido
correspondencia con los profesores, e incluso asistido a seminarios y charlas
programadas en horas nocturnas.
Siempre le había fascinado la Academia.
Cuando llegó al primer piso, no le sorprendió ver que Marissa no había
bajado al comedor, aunque la cena se sirviera a la una de la madrugada todas
las noches.
Se dirigió a las habitaciones de la hembra.
-¿Marissa? -dijo en la puerta, tocando suavemente una vez-. Marissa, es
la hora de cenar.
Havers asomó la cabeza. La luz del candelabro del vestíbulo se filtró,
creando un rayo dorado que atravesó las tinieblas. Las cortinas aún cubrían las
ventanas, y ella no había encendido ninguna de las lámparas.
-¿Marissa, querida? -No tengo hambre.
Havers cruzó el umbral. Distinguió la cama con dosel y el pequeño bulto
que formaba su cuerpo bajo las mantas.
-Pero tampoco comiste nada anoche. Ni cenaste. -Bajaré más tarde.
Él cerró los ojos, llegó a la conclusión de que le habían suministrado
alimento la noche anterior. Cada vez que veía a Harry, se encerraba en sí
misma durante varios días.
Pensó en los glóbulos vivos de su laboratorio.
Harry podía ser el rey de su raza por nacimiento y tener la sangre más
pura de todos, pero aquel guerrero era un completo bastardo. No parecía
preocuparle lo que le estaba haciendo a Marissa. O quizá ni siquiera sabía
cuánto le afectaba su crueldad.
Era difícil decidir cuál de los dos crímenes era peor. -He hecho un
progreso importante -dijo Havers, acercándose a la cama para sentarse en el
borde-. Voy a liberarte. -¿De qué?
-De ese... asesino. -No hables así de él. Havers rechinó los dientes. -
Marissa...
-No quiero liberarme de él.
-¿Cómo puedes decir eso? Te trata sin ningún respeto. Detesto pensar en
ese bruto alimentándose de ti en cualquier callejón...
-Vamos a casa de Darius. Tiene una habitación allí.
La idea de que ella estuviera expuesta a otro de los guerreros no lo
tranquilizaba precisamente. Todos eran aterradores, y algunos francamente
pavorosos.
Sabía que la Hermandad de la Daga Negra era un mal necesario para
defender la raza, y tenía que estar agradecido por su protección, pero sólo
podía sentir temor ante ellos. El hecho de que el mundo fuera tan peligroso y
los enemigos de la raza tan poderosos como para hacer imprescindible la
existencia de tales guerreros, era trágico.
-No debes hacerte esto a ti misma.
Marissa dio media vuelta, dándole la espalda. -Vete.
Havers se llevó las manos a las rodillas y se levantó. Sus recuerdos de
Marissa antes de que empezara a prestar servicio a su terrible rey eran muy
difusos. Sólo podía recordar algunas una 7enes y breves momentos de su
existencia anterior, y temía que no quedara va nada de la alegre y sonriente
joven.
¿Y en qué se había convertido? En una sombra sumisa que flotaba por la
casa, languideciendo por un macho que la trataba sin ninguna consideración.
-Espero que recapacites Y vengas a comer -dijo Havers suavemente-. Me
encantaría contar con tu compañía.
Cerró la puerta en silencio y se dirigió a la tallarla escalera curva. La
mesa del comedor estaba dispuesta como a él le gustaba, con el servicio
completo de porcelana, cristal y plata. Se sentó a la cabecera de la reluciente
mesa, y uno de sus doggens apareció para servirle vino.
Al bajar la vista para mirar el plato de lechuga, forzó una sonrisa.
-Karolyn, esta ensalada tiene un aspecto estupendo.
La mujer inclinó la cabeza y los ojos le brillaron ante aquella alabanza.
-Hoy he ido a una granja sólo para buscar la lechuga que a usted le
gusta.
-Bien, aprecio tu esfuerzo. -Havers se dedicó a cortar las delicadas
verduras en cuanto se quedó solo en la hermosa estancia. Pensó en su hermana,
encogida en la cama.
Havers era médico por naturaleza y profesión, un macho que había
dedicado su vida entera al servicio a los demás.
Pero si alguna vez Harry resultaba tan malherido como para necesitar su
ayuda, se sentiría tentado de dejar desangrarse a ese monstruo. O de matarlo en el
quirófano con un tajo de bisturí.
Capitulo 19
____ recobró la conciencia lentamente. Fue como salir a la superficie
después de un salto de trampolín perfectamente realizado. Había un resplandor
en su cuerpo, una cierta satisfacción mientras resurgía del nebuloso mundo del
sueño.
Sintió algo en la frente.
Sus párpados se abrieron. Unos largos dedos masculinos se movían bajo el
puente de su nariz, pasaron por su mejilla y descendieron a su barbilla.
Había suficiente luz natural procedente de la cocina, de modo que podía
distinguir en la penumbra al hombre que estaba tendido a su lado.
Estaba totalmente concentrado en explorar su rostro. Tenía los ojos
cerrados, el entrecejo fruncido, las gruesas pestañas contra sus pómulos altos y
firmes. Estaba a su lado, sus hombros gigantescos le tapaban la vista de la puerta
de vidrio.
Dios Santo, era enorme. Y macizo.
Sus antebrazos eran del tamaño de los muslos de ella. En su abdomen
estaban resaltados los músculos de una forma espectacular. Sus piernas, gruesas
y musculosas. Y su sexo era tan grande y magnífico como el resto de su cuerpo.
La primera vez que se había acercado a ella desnudo y tuvo oportunidad
de tocarlo, quedó impresionada. No tenía ni rastro de vello en el torso ni en los
brazos o piernas. Sólo piel lisa encima de músculos de acero.
Se preguntó por qué se afeitaría completamente, incluso allí abajo. A lo
mejor se trataba de un culturista.
Aunque la razón de hacer el Full Mona, con una navaja de afeitar era un
misterio.
Las imágenes de lo que había pasado entre ellos le resultaban un tanto
imprecisas. No podía recordar exactamente cómo había entrado en su
apartamento, o lo que le había dicho. Pero todo lo que habían hecho en posición
horizontal era endiabladamente vívido.
Lo cual tenía sentido, ya que él le había hecho experimentar los primeros
orgasmos de su vida.
Las yemas de los dedos giraron sobre su barbilla y subieron a sus labios.
Le acarició el labio inferior con el dedo pulgar. -Eres hermosa -le susurró. Su
ligero acento le hacía arrastrar las erres, casi como si estuviera ronroneando.
Bien, eso es razonable, pensó ella. Cuando él la tocaba, ella se sentía
hermosa.
La boca de él se posó sobre la suya, pero no estaba buscando nada. El beso
no era una petición, sino un gesto de agradecimiento.
En alguna parte de la habitación, sonó un móvil. El timbre no
correspondía al suyo.
Él se movió tan rápidamente que ella dio un respingo. En un instante
estaba a su lado, y al siguiente junto a su chaqueta, abriendo la tapa del teléfono.
-¿Sí? -La voz que antes le había dicho que era hermosa había
desaparecido. Ahora gruñía.
____ se cubrió el pecho con la sábana.
-Nos reuniremos en casa de D dentro de diez minutos. Colgó el teléfono,
volvió a dejarlo en la chaqueta y recogió sus pantalones. Aquel intento de
vestirse la hizo volver un poco a la realidad.
Dios, ¿realmente había tenido relaciones sexuales, verdaderamente
alucinantes, con un completo extraño?
-¿Cómo te llamas? -le preguntó.
Cuando se estaba subiendo el pantalón de cuero negro, tuvo una
magnífica visión de su trasero.
-Harry. -Se dirigió a la mesa para recoger sus gafas. Cuando se sentó
junto a ella, va las tenía puestas-. Tengo que irme. Tal vez no pueda volver esta
noche, pero lo intentaré.
Ella no quería que se fuera. Le gustaba la sensación de su cuerpo
ocupando la mayor parte de su cama.
Extendió las manos hacia él, pero las retiró. No quería parecer
necesitada.
-No, tócame -dijo él, doblándose hacia abajo, exponiendo con placer su
cuerpo hacia ella.
____ colocó la palma de la mano en su pecho. Su piel era cálida, su
corazón latía de forma regular y acompasada. Notó que tenía una cicatriz
redonda en el pectoral izquierdo.
-Necesito saber algo, Harry. -Su nombre sonaba bien, aunque le
resultaba ligeramente extraño-. ¿Qué diablos estás haciendo aquí?
Él sonrió un poco, como si le gustara su recelo. -Estoy aquí para cuidar
de ti, ________(TNC). Bueno, se podía decir que lo había hecho. -____. Me llaman
____.
Él inclinó la cabeza. -____.
Se puso de pie y alcanzó su camisa. Recorrió con las manos la parte
delantera, como si buscara los botones.
Ella pensó que no iba a encontrar muchos. La mayor parte se
encontraban desperdigados por el suelo.
-¿Tienes una papelera? -preguntó él, como si se percatara de lo mismo.
-Allí. En el rincón. -¿Dónde?
Ella se levantó, sosteniendo la sábana a su alrededor, y cogió la camisa.
Arrojarla a la basura le pareció un desperdicio. Cuando lo miró de nuevo, él se
había colocado una funda negra sobre la piel desnuda, en la que se veían dos
dagas entrecruzadas en medio del pecho, con la empuñadura hacia abajo.
Curiosamente, al mirar sus armas se tranquilizó. La idea de que hubiera
una explicación lógica para su aparición era un alivio.
-¿Ha sido Butch?
-¿Butch?
-El que te ha enviado a vigilarme.
Él se puso la chaqueta, cuyo volumen le ensanchó los hombros aún más.
El cuero era tan oscuro como su cabello y una de las solapas tenía repujado un
intrincado dibujo en hilo negro. -El hombre que te atacó anoche -dijo-. ¿Era un
extraño?
-Sí. -Se rodeó con sus propios brazos. -¿La policía se ha portado bien
contigo? -Siempre lo hacen.
-¿Te dijeron su nombre? Ella asintió.
-Yo tampoco podía creerlo. Cuando Butch me lo dijo pensé que era una
broma. Billy Riddle parece más un personaje de Barrio Sésamo que un
violador-, pero estaba claro que tenía un modus operandi y algo de práctica.
Se detuvo. El rostro de Harry tenía un aspecto tan feroz, que retrocedió
un paso.
Jesús, si Butch era duro con los delincuentes, este tipo era mucho más
que mortífero, pensó.
Pero entonces su expresión cambió, como si ocultara sus emociones
porque sabía que podían asustarla. Se dirigió al baño y abrió la puerta. Boo
saltó a sus brazos, y un ronroneo bajo y rítmico resonó en el denso aire.
Con toda seguridad no procedía de su gato.
Capitulo 20
El sonido gutural provenía del hombre mientras sostenía a su mascota en
brazos. Boo aceptó gustoso aquella atención, frotando su cabeza contra la
ancha palma que lo estaba acariciando.
-Te daré el número de mi móvil, ____. Tienes que llamarme si te sientes
amenazada de alguna forma. -Soltó al gato y recitó unos cuantos dígitos. Le
hizo repetirlos hasta que los hubo memorizado-. Si no te veo esta noche, quiero
que vayas por la mañana al 816 de la avenida Wallace. Te lo explicaré todo. -Y
luego simplemente la miró-. Ven aquí -dijo.
Su cuerpo obedeció antes de que su mente registrara la orden de
moverse.
Cuando se le acercó, él le pasó un brazo alrededor de la cintura y la atrajo
contra su duro cuerpo. Posó sus labios calientes y hambrientos sobre los de ella
mientras hundía la otra mano en su cabello. A través de sus pantalones de cuero,
ella pudo sentir que estaba nuevamente listo para el sexo.
Y ella estaba preparada para él.
Cuando él alzó la cabeza, deslizó la mano lentamente por su clavícula.
-Esto no formaba parte del plan.
-¿Harry es tu primer nombre o tu apellido?
-Ambos. -Le dio un beso a un lado del cuello, chupándole la piel. Ella dejó
caer un poco la cabeza, mientras su lengua la recorría-. ¿____?
-¿Hmm?
-No te preocupes por Billy Riddle. Tendrá lo que se merece.
La besó rápidamente y luego salió por la puerta de cristal. Ella se pasó la
mano por el lugar donde él la había lamido. Sintió escozor.
Corrió a la ventana y levantó la cortina. Él ya se había ido.
Harry se materializó en el salón de Darius.
No había esperado que la noche transcurriera de esa forma, y aquella
circunstancia adicional podía complicar la situación.
Ella era la hija de Darius. Estaba a punto de ver cómo todo su mundo se
transformaba y se volvía del revés. Y peor aún, había sido víctima de un asalto
sexual la noche anterior, por el amor de Dios.
Si hubiera sido un caballero, la habría dejado en paz.
Sí, ¿y cuándo fue la última vez que se había comportado de acuerdo con
su linaje?
Rhage apareció frente a él. El vampiro llevaba una larga gabardina negra
de corte militar encima de su ropa de cuero y, sin duda, el contraste con su
belleza rubia era impresionante. Sabía perfectamente que el hermano usaba su
físico de una forma implacable con el sexo opuesto y que, después de una noche
de combate, su manera favorita de tranquilizarse era con una hembra. O con
dos.
Si el sexo fuera comida, Rhage habría sido enfermizamente obeso.
Pero no era sólo una cara bonita. El guerrero era el mejor combatiente que
la Hermandad tenía, el más fuerte, el más rápido, el más seguro. Nacido con un
exceso de poder físico, pretería enfrentarse a los restrictores con las manos
desnudas, guardando las dagas sólo para el final. Sostenía que era la única
manera de conseguir alguna satisfacción con el trabajo. De lo contrario, los
combates no duraban lo suficiente.
De todos los hermanos, Hollywood era el único del que hablaban los
varones jóvenes de la especie, el venerado, al que todos querían emular. Pero eso
era debido a que su club de ad miradores únicamente veía la brillante superficie
y los suaves movimientos.
Rhage estaba maldito. Literalmente. Se había metido en algún problema
grave justo después de su transición. Y la Virgen Escriba, esa fuerza mística de la
naturaleza que supervisaba a la especie desde el Fade, le había dado un castigo
infernal. Doscientos años de terapia de aversión que aparecía siempre que él no
conservaba la calma.
Había que sentir compasión por el pobre bastardo. -¿Cómo te sientes esta
noche? -preguntó Rhage. Harry cerró los ojos brevemente. Una borrosa imagen
del cuerpo arqueado de ____, captada mientras miraba hacia arriba desde el
interior de sus piernas, lo invadió. Mientras fantaseaba saboreándola de nuevo,
cerró los puños, haciendo crujir sus nudillos. Tengo hambre, pensó.
-Estoy listo -dijo.
-Un momento. ¿Qué es eso? -preguntó Rhage. -¿Qué es qué?
-Esa expresión en tu cara. Y por Cristo, ¿dónde está tu camisa?
-Cállate.
-¿Qué...? Por todos los diablos. -Rhage soltó una risita-. Anoche tuviste
algo de acción, ¿no es así?
____ no era acción. De ninguna manera, y no sólo porque era la hija de
Darius.
-Olvídalo, Rhage. No estoy de humor.
-Oye, soy el último en criticar. Pero tengo que preguntar: ¿era buena?
Porque no pareces especialmente relajado, hermano. Quizá pueda enseñarle
algunas cosas y después hacer que la pruebes otra vez.
Harry arrinconó con lentitud a Rhage contra la pared, haciendo tambalear
un espejo con los hombros del macho. -Cierra el pico, o te lo cerraré yo de un
puñetazo. Tú eliges, Hollywood.
Su hermano sólo estaba bromeando, pero había algo irrespetuoso en
comparar su experiencia con ____, aunque fuera remotamente, con la vida sexual
de Rhage.
Y quizás Harry empezaba a sentirse un poco posesivo. -¿Me has entendido?
-dijo, arrastrando las palabras. -Perfectamente. -El otro vampiro sonrió de oreja a
oreja, sus dientes mostraron un destello blanco en su impresionante rostro-. Pero
tranquilízate. Normalmente no pierdes el tiempo con las hembras, y yo me alegro
de saber que has echado una cana al aire, eso es todo. -Harry lo soltó-. Aunque,
por Dios, no es posible que te haya...
Harry desenfundó una daga y la hundió en la pared a escasos milímetros
del cráneo de Rhage. Pensó que el ruido del acero al atravesar el yeso sonaba bien.
-No insistas con el tema. ¿Has entendido?-
El hermano a sintió despacio mientras el mango de la daga vibraba al lado
de su oreja.
-Ah, sí. Creo que todo ha quedado muy claro. La voz de Tohrment diluyó la
tensión:
-¡Hey! Rhage, ¿la has cagado otra vez?
Harry se quedó quieto un instante más, sólo para cerciorarse de que el
mensaje había sido recibido. Luego arrancó el cuchillo de la pared y dio un paso
atrás, rondando por la habitación mientras llegaban los otros hermanos.
Cuando entró Vishous, Harry llevó al guerrero a un lado. -Quiero que me
hagas un favor.
-Dime.
-Un macho humano. Billy Riddle. Quiero que apliques tu magia
computerizada. Necesito saber dónde vive.
V se acarició la perilla.
-¿Está en la ciudad? -Creo que sí. -Considéralo hecho, mi señor.
Cuando todos estuvieron presentes, incluido Zsadist, que les había hecho
el honor de llegar a tiempo, Harry dio comienzo a la reunión.
-¿Qué sabemos del teléfono de Strauss, V?
Vishous se quitó su gorra de los Red Sox y se pasó una mano por el oscuro
cabello. Habló mientras se volvía a colocarse la gorra.
-A nuestro muchacho le gustaba codearse con tipos musculosos, de tipo
militar, y fanáticos de Jackie Chan. Tenemos llamadas al Gold's Gyni, a un
campo de paint-ball y a dos centros de artes marciales. Ah, y le gustaban los
automóviles. También había un taller mecánico en el registro.
-¿Y llamadas personales?
-Un par. Una a una línea fija desconectada hace dos días. Las otras a
móviles, imposibles de rastrear, no locales. Llamé a todos los números
repetidamente, pero nadie respondió. Esos identificadores de llamadas son una
mierda.
-¿Has revisado sus antecedentes en Internet?
-Sí. Típico delincuente juvenil con gusto por lo violento. Encaja-
perfectamente en el perfil del restrictor.
Capitulo 21
-¿Qué sabemos de su casa? -Harry miró por encima del hombro a los
gemelos.
Phury miró de reojo a su hermano y luego empezó a hablar:
-Apartamento de tres habitaciones sobre el río. Vivía solo. Sin demasiadas
pertenencias. Un par de armas bajo la carea, algunas municiones de plata y
chalecos antibalas. Y una colección de porno que obviamente va no usaba.
-¿Has cogido su frasco?
-Sí. Lo guardé en mi casa. Lo llevaré a la Tumba esta noche.
-Bien- Harry miró al grupo. -Nos dividiremos. Preparad todo lo necesario.
Quiero entrar en esos edificios. Buscaremos su centro de operaciones en esa
zona.
Dispuso a los guerreros en parejas, y él se quedó con Vishous. Les dijo a
los gemelos que fueran al Gold's Gym y al campo de paint-ball. Tohr y Rhage se
encargarían de las academias de artes marciales. Él y Vishous irían a echar un
vistazo al taller mecánico, y esperaba tener suerte.
Porque si alguien quisiera conectar una bomba a un automóvil, ¿no habría
que tener a mano un elevador hidráulico? Antes de que todos salieran,
Hollywood se acercó, con una seriedad que no era habitual en él.
-Hombre, Harry, ya sabes que hago muchas idioteces -dijo Rhage-. No
quise ofenderte. No lo mencionaré nunca más. Harry sonrió. Rhage era
demasiado impulsivo, lo que explicaba tanto su fama de bocazas como su afición
al sexo.
Y el problema ya era bastante grave cuando era normal, por no mencionar
el momento en que la maldición le trastornó el interruptor de la psique y la bestia
cobró vida rugiendo. -Hablo en serio, hombre -dijo el vampiro.
Harry palmoteó a su hermano en el hombro. En términos generales, aquel
hijo de perra era todo un camarada. -Perdonado y olvidado.
-Siéntete libre de golpearme cuando quieras. -Lo haré, créeme.
El señor X condujo hasta un callejón del centro de la ciudad oscuro y con
una entrada en ambos extremos. Después de aparcar la camioneta frente a un
montón de contenedores de basura, cargó a Cherry Pie sobre su hombro y se alejó
casi veinte metros. Ella gimió un poco al rozar contra su espalda, como si no quiAmante
siera que el movimiento perturbara el éxtasis causado por las drogas.
La tendió en el suelo, y no ofreció ninguna resistencia cuando le dio un tajo
en la garganta. La observó un momento mientras de su cuello manaba la sangre
brillante. En la oscuridad parecía aceite de motor. Humedeció la punta de uno de
sus dedos en el líquido vital que salía a borbotones. Su olfato detectó la presencia
de una enfermedad. Se preguntó si ella estaría enterada de que su hepatitis C
estaba en un estadio muy avanzado. Al fin y al cabo, le estaba haciendo un favor
ahorrándole un desagradable viaje hacia la muerte.
Aunque tampoco le hubiera importado matarla si gozara de buena salud.
Se limpió el dedo con el borde de la falda de la mujer y luego se dirigió
hacia un montón de escombros. Un colchón viejo le serviría a la perfección.
Apoyándolo contra los ladrillos, se parapeto detrás de él, sin notar el olor fétido
que desprendía. Sacó su arma de dardos y esperó.
La sangre fresca atraía a los vampiros civiles como cuervos a un maizal.
Y tal como había supuesto, al poco rato apareció una figura al final del
callejón. Miró a izquierda y derecha, y luego avanzó. El señor X sabía que el que
se acercaba tenía que ser un vampiro. Cherry estaba bien disimulada en la
oscuridad. No podía atraer la atención de nadie, salvo por el olor sutil de su
sangre, algo que el olfato humano nunca podría captar.
El macho joven se apresuró a calmar su sed con avidez, cayendo sobre
Cherry como si alguien hubiera preparado un banquete para él. Ocupado en
beber, fue cogido por sorpresa cuando el primer dardo salió del arma e impactó
en su hombro. Su instinto inmediato fue proteger su comida, de modo que
arrastró el cuerpo de Cherry detrás de unos cubos de basura aplastados.
Cuando sintió el segundo dardo, giró y dio un salto, con los ojos puestos en
el colchón.
El cuerpo del señor X se puso tenso, pero el macho avanzó de una forma
más agresiva que eficaz. Los movimientos de su cuerpo estaban ligeramente
descoordinados, lo que sugería que todavía estaba aprendiendo a controlar sus
miembros después de su transición.
Dos dardos más no lograron reducirlo. Resultaba evidente que el
Demosedan, un tranquilizante para caballos, no era suficientemente efectivo.
Obligado a luchar contra el macho, el señor X lo aturdió fácilmente dándole
puntapiés en la cabeza, haciéndolo caer al sucio asfalto con un aullido de dolor.
El alboroto no pasó inadvertido.
Afortunadamente, se trataba de dos restrictores, y de algún humano
curioso o de la policía, lo que sería todavía más fastidioso. Los restrictores se
detuvieron al final del callejón y, después de intercambiar impresiones entre ellos
un instante, avanzaron para investigar.
El señor X soltó una maldición. No estaba preparado para darse a conocer o
descubrir lo que estaba haciendo. Necesitaba todavía engrasar la maquinaria de
su estrategia de recopilación de información antes de implantarla y asignar
misiones a los restrictores. Después de todo, un líder no debe ordenar nunca algo
que no haya hecho antes, v- con éxito.
También se trataba de una cuestión de interés propio. Alguien podía
intentar saltarse la cadena de mando y dirigirse directamente al Omega, ya fuese
presentando la idea como propia, o argumentando fracasos preliminares. El
Omega siempre recibía con satisfacción las iniciativas y las orientaciones
novedosas. Y tratándose de lealtad, no la tenía con nadie.
Además, la impresión que el Omega podía tener ante un pequeño fracaso
era apresurada y terrible. El anterior jefe del señor X lo había experimentado
perfectamente hacía tres noches.
Extrajo los dardos del cuerpo. Habría preferido matar al vampiro, pero no
tenía suficiente tiempo. Con el macho todavía gimiendo en el suelo, el señor X
corrió a toda velocidad hacia la otra salida del callejón, sin despegarse de la
pared. Después mantuvo apagadas las luces de la camioneta hasta que se perdió
entre el tráfico.
Capitulo 22
El despertador de ____ interrumpió sus pensamientos, y ella se apresuró a
silenciarlo. No lo necesitaba. Llevaba despierta al menos una hora, con la mente
zumbando como una cortadora de césped. Con la llegada del alba toda la magia y
el misterio de la ardiente noche se habían desvanecido, y se veía obligada a
enfrentarse a lo que había hecho.
El sexo sin protección con un extraño resultaba ser un despertar infernal.
¿En qué demonios estaría pensando? Jamás había hecho nada semejante.
Siempre había sido muy sana, y gracias a Dios tomaba la píldora anticonceptiva
para regular sus esporádicos períodos, pero en cuanto a las otras implicaciones, el
estómago le dio un vuelco sólo de pensarlo.
Cuando se encontrara con él de nuevo le preguntaría si estaba sano, y
rezaría para oír la respuesta que esperaba. Y también para que fuera sincera.
Tal vez si hubiera sido más experta en aquellas cuestiones, habría tenido
preparada alguna protección. ¿Pero cuándo había sido la última vez que había
dormido con alguien? Hacía mucho tiempo. Mucho más que la fecha de
caducidad de una caja de preservativos.
La ausencia de vida sexual se debía más a su desinterés que a cualquier tipo
de barrera moral. Los hombres, simplemente, no ocupaban un lugar destacado en
su escala de prioridades. Se encontraban en algún sitio entre limpiarse los dientes
y mantener su coche en buen estado. Y va no tenía coche.
A menudo se preguntaba si le ocurría algo malo, sobre todo cuando veía a
las parejas de la mano por la calle. La mayoría de las personas de su edad salían
con muchísima frecuencia, in tentando buscar a alguien para casarse. Pero ella no.
Hasta ahora no había sentido el deseo ardiente de estar con un hombre, e incluso
había barajado la posibilidad de que fuese lesbiana. El problema era que no le
atraían las mujeres.
De modo que la noche anterior había sido un auténtico descubrimiento.
Se desperezó, sintiendo una deliciosa tirantez en los muslos. Cerrando los
ojos, lo sintió dentro de ella, su grueso miembro entrando y saliendo hasta ese
momento final cuando su cuerpo se había convulsionado dentro del de ella en un
poderoso arrebato, con sus brazos aplastándola contra él.
Su cuerpo se arqueó involuntariamente; la fantasía era lo suficientemente
fuerte para sentir palpitaciones entre las piernas. Los ecos de esos orgasmos le
hicieron morderse los labios.
Con un gemido se puso en pie y se dirigió hacia el baño. Cuando vio la
camisa que él había rasgado y arrancado para arrojarla al cesto, la recogió y se la
acercó a la nariz. La tela negra estaba impregnada con su olor.
Sus palpitaciones se hicieron más intensas. ¿Cómo se habían conocido él y
Butch?
¿También pertenecía a la policía? Nunca lo había visto, pero no conocía a
todos los miembros de la comisaría.
Drogas, pensó. Debía de ser un policía de la brigada de estupefacientes. O
quizás un jefe del equipo SWAT.
Porque definitivamente parecía un tipo duro que buscaba problemas.
Sintiéndose corno si tuviera dieciséis años, deslizó la camisa bajo la
almohada, y entonces vio en el suelo el sujetador que él le había quitado. Santo
Dios, la parte delantera había sido cortada con algún objeto afilado.
Extraño.
Después de una ducha rápida y un desayuno todavía más rápido
compuesto por dos galletas de avena, un puñado de cereales y un vaso de zumo,
fue caminando hasta la oficina. Llevaba media hora en su mesa mirando
fijamente el protector de pantalla como una idiota cuando sonó el teléfono. Era
José. -Hemos tenido otra noche ajetreada -dijo él, bostezando. -¿Otra bomba?
-No. Un cadáver. Una prostituta fue hallada con el cuello cortado entre la
Tercera y Trade. Si vienes a la comisaría podrás ver las fotografías y leer los
informes. Extraoficialmente, claro está.
Tardó dos minutos en llegar a la calle después de haber colgado el
teléfono. Decidió ir primero a la comisaría y luego a la dirección de la avenida
Wallace.
No podía negar que ardía en deseos de ver de nuevo a su visitante
nocturno.
Mientras caminaba hacia la comisaría, el sol matutino le resultó
despiadadamente brillante. Buscó en su bolso las gafas de sol, aunque no fueron
suficientes para mitigar la luz, así que tuvo que colocar su mano sobre los ojos a
modo de visera. Se sintió aliviada al entrar en la fresca y oscura comisaría de
policía. José no estaba en su oficina, pero encontró a Butch, que salía de la suya.
Él le sonrió secamente, haciendo que se formaran arrugas en torno a sus
ojos.
-Tenemos que dejar de encontrarnos así. -He oído que tienes un nuevo caso.
-Estoy seguro de que va estás enterada de los detalles. -¿Algún comentario,
detective?
-Ya hemos hecho una declaración esta mañana.
-En la que, sin duda, no habéis aclarado absolutamente nada. Vamos, ¿no
puedes añadir algunas palabras para mí? -No si es oficial.
-¿Y si es extraoficial?
Él sacó un chicle del bolsillo, le quitó la envoltura maquinalmente v,
doblándolo en la boca, empezó a masticar. Ella sabía que antes era un fumador
empedernido, pero hacía algún tiempo que no lo veía con un cigarrillo.
Probablemente, eso explicaría que estuviera continuamente mascando chicle. -
Extraoficialmente, O'Neal -lo urgió-. Lo juro.
Él asintió con la cabeza.
-Entonces necesitamos un lugar tranquilo en donde no puedan oírnos.
Su oficina era aproximadamente del tamaño del cubículo en donde ella
trabajaba en el periódico, pero al menos tenía puerta y una ventana. Sin embargo,
su mobiliario no era tan bueno como el de ella. Su escritorio de madera estaba tan
deteriorado que parecía haber sido utilizado como banco de trabajo de un carpintero.
Había trozos desprendidos en la superficie, y la pintura estaba tan rayada
que absorbía la luz fluorescente como si estuviera sedienta.
Él le arrojó un archivo antes de sentarse.
-Fue encontrada detrás de un montón de cubos de basura. La mayor parte
de su sangre terminó en la cloaca, pero el forense ha encontrado restos de heroína
en su organismo. Tuvo relaciones sexuales esa noche, pero eso no es precisamente
una novedad.
-Oh, Dios mío, es Mary -dijo ____ mientras miraba una horrenda fotografía
y se hundía en una silla.
-Veintiún años. -Butch soltó una maldición por lo halo-. Qué maldito
desperdicio.
-Yo la conozco. -¿De la comisaría?
-Cuando éramos niñas. Estuvimos en la misma casa de acogida durante
algún tiempo. Después, me he encontrado con ella algunas veces, casi siempre
aquí.
Mary Mulcahy había sido una niña hermosa. Sólo había estado en la casa de
acogida con ____ durante un año antes de que la enviaran de nuevo con su madre
biológica. Dos años después regresó a la custodia estatal tras haber permanecido
sola durante una semana cuando tenía siete años. Dijo que se había mantenido
con harina cuando el resto de la comida se le acabó.
-Ya había oído que viviste en hogares adoptivos -dijo Butch pensativo
mientras la miraba-. ¿Te molesta si te pregunto por qué?
-¿A ti que te parece? No tenía padres. -Cerró el archivo y lo deslizó por- el
escritorio-. ¿Se ha encontrado algún arma? Los ojos del detective se entrecerraron,
pero no con dureza. Parecía estar calibrando si seguirle la corriente o cambiar de
tema.
-¿El arma? -apuró ella.
-Otra estrella arrojadiza. Tenía rastros de sangre, pero no suya. También
encontramos residuos pulverizados en dos lugares diferentes, como si alguien
hubiera encendido señales luminosas y las hubiera puesto en el suelo. Aunque es
difícil imaginar que el asesino quisiera atraer la atención hacia el cuerpo. -¿Crees
que lo que le ha pasado a Mary está relacionado con la bomba de ayer por la
noche?
Él se encogió de hombros, un leve movimiento involuntario en la ancha
espalda.
Hola hola...... aqui esta lo que les prometi perdon por el atraso......... y por si se olvidaron _____( tn es tu nombre) ya q ustedes son las protagonistas con el papacito de Harry ya que esta novela es adaptada _____________(tnc es tu nombre completo) gracias por seguir apoyándome y leyendo esta adaptación....... y esperar tanto q suba unos capitulos........... lo lamento mucho por no subir continuamnete.
Al principio, no comprendía muy bien cómo se producía este proceso. En la
sangre había oxígeno. Por esa razón era roja al salir de los pulmones. Aquella
discrepancia lo había conducido a algunos fascinantes descubrimientos sobre el
funcionamiento pulmonar de los vampiros, pero no lo había aproximado a su
objetivo. Había tratado de extraer sangre y canalizarla inmediatamente en un
recipiente hermético. Esta solución, aunque fuese la más obvia, no funcionó. La
desintegración era inevitable igualmente, pero a un ritmo menos acelerado. Eso le
había sugerido la existencia de otro factor, algo inherente al entorno corporal que
faltaba cuando la sangre era extraída del cuerpo. Trató de aislar muestras en calor
y en frío, en suspensiones salinas o de plasma humano.
Un sentimiento de frustración le había ido carcomiendo a medida que hacía
cambios en sus experimentos. Realizó más pruebas e intentó diferentes enfoques.
A veces abandonaba el proyecto, pero siempre regresaba a él.
Pasaron varias décadas.
Y después, una tragedia personal le proporcionó una razón para resolver el
problema. Tras la muerte de su shellan y de su hijo durante el parto hacía unos
dos años, se había obsesionado y empezado desde el principio.
Su propia necesidad de alimentarse lo había estimulado. Por regla general,
sólo necesitaba beber cada seis meses, porque su linaje era muy fuerte. Al morir
su hermosa Evangeline, esperó todo lo que pudo, hasta que quedó postrado en la
cama a causa del dolor del hambre. Cuando pidió ayuda, se obsesionó con el
hecho de sentir tantas ansias de vivir como para beber de otra hembra. E incluso
llegó a pensar que tenía que alimentarse sólo para experimentar y cerciorarse de
que no sería lo mismo que con Evangeline. Estaba convencido de que no
obtendría ningún placer en la sangre de otra y así no traicionaría su memoria.
Había ayudado a tantas hembras, que no le resultó difícil encontrar a una
dispuesta a ofrecerse. Escogió a una amiga que no tenía compañero, y mantuvo la
esperanza de poder conservar su propia tristeza y humillación.
Fue una auténtica pesadilla. Había aguantado tanto tiempo que en cuanto
olió la sangre, el depredador que había en él reapareció. Atacó a su amiga y bebió
con tanta fuerza que, posteriormente, tuvo que coserle la herida de la muñeca.
Casi le arranca la mano del mordisco.
Aquella reacción le hizo recapacitar sobre el concepto que tenía de sí
mismo. Siempre había sido un caballero, un erudito, alguien dedicado a curar, un
macho no sujeto a los deseos más primarios de su raza.
Pero, claro, siempre había estado bien alimentado.
Y la terrible verdad era que le había deleitado el sabor de esa sangre. El
suave y cálido flujo que pasó por su garganta, y la descomunal fuerza que vino
después.
Había sentido placer, y quiso más.
La vergüenza le hizo sentir arcadas, y juró que nunca más bebería de otra
vena.
Había cumplido aquella promesa, aunque como resultado se había vuelto
débil, tan débil que concentrarse era como tratar de encerrar un banco de niebla.
Su inanición era la causa de un constante dolor en el estómago. Y su cuerpo,
ansioso por un sustento que el alimento no podía darle, se había canibalizado a sí
mismo para mantenerse vivo. Había perdido tanto peso que sus ropas le colgaban
por todos lados y tenía la cara demacrada y gris.
Pero el estado en el que se encontraba le había mostrado el camino.
La solución era obvia.
Había que alimentar aquello que tenía hambre.
Un proceso hermético unido a una cantidad suficiente de sangre humana, y
ya tenía sus células sanguíneas vivas.
Bajo el microscopio, observó como los glóbulos de los vampiros, más
grandes y de forma más irregular comparados con los humanos, consumían
lentamente lo que se les había dado. El recuento humano disminuyó en esa
muestra, y cuando éste se extinguió, casi estaba dispuesto a apostar que la
viabilidad del componente vampiro se reduciría hasta llegar a cero.
Sólo tenía que realizar una prueba clínica. Extraería un litro de una hembra,
lo mezclaría con una proporción adecuada de sangre humana, y luego se haría él
mismo una transfusión.
Si todo salía bien, establecería un programa de donación y almacenamiento.
Se salvarían muchos pacientes. Y aquellos que habían decidido renunciar a la
intimidad de beber podrían vivir su vida en paz.
Havers alzó la vista del microscopio, percatándose de que había estado
observando los glóbulos durante veinte minutos. El plato de ensalada de la cena
estaría esperándolo sobre la mesa.
Se quitó la bata blanca y atravesó la clínica, haciendo una pausa para hablar
con algunos miembros de su personal de enfermería y un par de pacientes. Las
instalaciones eran bastante amplias y estaban ocultas en las profundidades de la
tierra bajo su mansión. Había tres quirófanos, varias salas de examen y reanimación,
el laboratorio, su oficina y una sala de espera con acceso
independiente que daba a la calle. Veía cerca de mil pacientes al año y hacía visitas
a domicilio para partos y otras emergencias según las necesidades.
Aunque su actividad había disminuido últimamente a causa de un descenso
de la población.
Comparados con los humanos, los vampiros contaban con tremendas
ventajas en lo referente a la salud. Su cuerpo sanaba in as rápido. No sufrían
enfermedades como el cáncer, la diabetes o el sida. Pero que Dios los ayudara si
tenían un accidente a plena luz del día. Nadie podía prestarles ayuda. Los
vampiros también morían durante su transición o momentos después. Y la
fertilidad constituía otro tremendo problema. A pesar de que la concepción fuese
exitosa, con frecuencia las hembras no sobrevivían al parto, ya fuera por las
hemorragias o por alguna infección. Los abortos eran habituales, y la mortalidad
infantil excedía cualquier límite.
Para los enfermos, heridos o moribundos, los médicos humanos no
constituían una buena opción, aunque las dos especies compartían en gran medida
la misma anatomía. Si un médico humano llegaba a solicitar un análisis de sangre a
un vampiro, encontraría toda clase de anomalías y creería tener algo digno de
publicarse en el Diario Médico de Nueva Inglaterra. Lo mejor era evitar esa clase
de tentaciones.
En ocasiones, sin embargo, algún paciente terminaba en algún hospital
humano, un problema que iba en aumento desde que había empezado a funcionar
el 911 y las ambulancias llegaban de inmediato. Si un vampiro quedaba tan
malherido que perdía el conocimiento lejos de su casa, corría el peligro de ser recogido
y llevado a una sala de urgencias humana. Sacarlo de allí sin permiso
médico siempre había sido muy difícil.
Havers no era arrogante, pero sabía que era el mejor médico con que contaba
su especie. Había asistido a la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard
dos veces, una a finales de 1800 y luego en la década de 1980. En ambos casos
declaró en su formulario de matrícula que era inválido, y la universidad le permitió
concesiones especiales. No había podido asistir a las conferencias porque éstas se
realizaban durante el día, pero le habían permitido a su doggen tomar notas y
entregar sus exámenes. Havers había leído todos los textos, mantenido
correspondencia con los profesores, e incluso asistido a seminarios y charlas
programadas en horas nocturnas.
Siempre le había fascinado la Academia.
Cuando llegó al primer piso, no le sorprendió ver que Marissa no había
bajado al comedor, aunque la cena se sirviera a la una de la madrugada todas
las noches.
Se dirigió a las habitaciones de la hembra.
-¿Marissa? -dijo en la puerta, tocando suavemente una vez-. Marissa, es
la hora de cenar.
Havers asomó la cabeza. La luz del candelabro del vestíbulo se filtró,
creando un rayo dorado que atravesó las tinieblas. Las cortinas aún cubrían las
ventanas, y ella no había encendido ninguna de las lámparas.
-¿Marissa, querida? -No tengo hambre.
Havers cruzó el umbral. Distinguió la cama con dosel y el pequeño bulto
que formaba su cuerpo bajo las mantas.
-Pero tampoco comiste nada anoche. Ni cenaste. -Bajaré más tarde.
Él cerró los ojos, llegó a la conclusión de que le habían suministrado
alimento la noche anterior. Cada vez que veía a Harry, se encerraba en sí
misma durante varios días.
Pensó en los glóbulos vivos de su laboratorio.
Harry podía ser el rey de su raza por nacimiento y tener la sangre más
pura de todos, pero aquel guerrero era un completo bastardo. No parecía
preocuparle lo que le estaba haciendo a Marissa. O quizá ni siquiera sabía
cuánto le afectaba su crueldad.
Era difícil decidir cuál de los dos crímenes era peor. -He hecho un
progreso importante -dijo Havers, acercándose a la cama para sentarse en el
borde-. Voy a liberarte. -¿De qué?
-De ese... asesino. -No hables así de él. Havers rechinó los dientes. -
Marissa...
-No quiero liberarme de él.
-¿Cómo puedes decir eso? Te trata sin ningún respeto. Detesto pensar en
ese bruto alimentándose de ti en cualquier callejón...
-Vamos a casa de Darius. Tiene una habitación allí.
La idea de que ella estuviera expuesta a otro de los guerreros no lo
tranquilizaba precisamente. Todos eran aterradores, y algunos francamente
pavorosos.
Sabía que la Hermandad de la Daga Negra era un mal necesario para
defender la raza, y tenía que estar agradecido por su protección, pero sólo
podía sentir temor ante ellos. El hecho de que el mundo fuera tan peligroso y
los enemigos de la raza tan poderosos como para hacer imprescindible la
existencia de tales guerreros, era trágico.
-No debes hacerte esto a ti misma.
Marissa dio media vuelta, dándole la espalda. -Vete.
Havers se llevó las manos a las rodillas y se levantó. Sus recuerdos de
Marissa antes de que empezara a prestar servicio a su terrible rey eran muy
difusos. Sólo podía recordar algunas una 7enes y breves momentos de su
existencia anterior, y temía que no quedara va nada de la alegre y sonriente
joven.
¿Y en qué se había convertido? En una sombra sumisa que flotaba por la
casa, languideciendo por un macho que la trataba sin ninguna consideración.
-Espero que recapacites Y vengas a comer -dijo Havers suavemente-. Me
encantaría contar con tu compañía.
Cerró la puerta en silencio y se dirigió a la tallarla escalera curva. La
mesa del comedor estaba dispuesta como a él le gustaba, con el servicio
completo de porcelana, cristal y plata. Se sentó a la cabecera de la reluciente
mesa, y uno de sus doggens apareció para servirle vino.
Al bajar la vista para mirar el plato de lechuga, forzó una sonrisa.
-Karolyn, esta ensalada tiene un aspecto estupendo.
La mujer inclinó la cabeza y los ojos le brillaron ante aquella alabanza.
-Hoy he ido a una granja sólo para buscar la lechuga que a usted le
gusta.
-Bien, aprecio tu esfuerzo. -Havers se dedicó a cortar las delicadas
verduras en cuanto se quedó solo en la hermosa estancia. Pensó en su hermana,
encogida en la cama.
Havers era médico por naturaleza y profesión, un macho que había
dedicado su vida entera al servicio a los demás.
Pero si alguna vez Harry resultaba tan malherido como para necesitar su
ayuda, se sentiría tentado de dejar desangrarse a ese monstruo. O de matarlo en el
quirófano con un tajo de bisturí.
Capitulo 19
____ recobró la conciencia lentamente. Fue como salir a la superficie
después de un salto de trampolín perfectamente realizado. Había un resplandor
en su cuerpo, una cierta satisfacción mientras resurgía del nebuloso mundo del
sueño.
Sintió algo en la frente.
Sus párpados se abrieron. Unos largos dedos masculinos se movían bajo el
puente de su nariz, pasaron por su mejilla y descendieron a su barbilla.
Había suficiente luz natural procedente de la cocina, de modo que podía
distinguir en la penumbra al hombre que estaba tendido a su lado.
Estaba totalmente concentrado en explorar su rostro. Tenía los ojos
cerrados, el entrecejo fruncido, las gruesas pestañas contra sus pómulos altos y
firmes. Estaba a su lado, sus hombros gigantescos le tapaban la vista de la puerta
de vidrio.
Dios Santo, era enorme. Y macizo.
Sus antebrazos eran del tamaño de los muslos de ella. En su abdomen
estaban resaltados los músculos de una forma espectacular. Sus piernas, gruesas
y musculosas. Y su sexo era tan grande y magnífico como el resto de su cuerpo.
La primera vez que se había acercado a ella desnudo y tuvo oportunidad
de tocarlo, quedó impresionada. No tenía ni rastro de vello en el torso ni en los
brazos o piernas. Sólo piel lisa encima de músculos de acero.
Se preguntó por qué se afeitaría completamente, incluso allí abajo. A lo
mejor se trataba de un culturista.
Aunque la razón de hacer el Full Mona, con una navaja de afeitar era un
misterio.
Las imágenes de lo que había pasado entre ellos le resultaban un tanto
imprecisas. No podía recordar exactamente cómo había entrado en su
apartamento, o lo que le había dicho. Pero todo lo que habían hecho en posición
horizontal era endiabladamente vívido.
Lo cual tenía sentido, ya que él le había hecho experimentar los primeros
orgasmos de su vida.
Las yemas de los dedos giraron sobre su barbilla y subieron a sus labios.
Le acarició el labio inferior con el dedo pulgar. -Eres hermosa -le susurró. Su
ligero acento le hacía arrastrar las erres, casi como si estuviera ronroneando.
Bien, eso es razonable, pensó ella. Cuando él la tocaba, ella se sentía
hermosa.
La boca de él se posó sobre la suya, pero no estaba buscando nada. El beso
no era una petición, sino un gesto de agradecimiento.
En alguna parte de la habitación, sonó un móvil. El timbre no
correspondía al suyo.
Él se movió tan rápidamente que ella dio un respingo. En un instante
estaba a su lado, y al siguiente junto a su chaqueta, abriendo la tapa del teléfono.
-¿Sí? -La voz que antes le había dicho que era hermosa había
desaparecido. Ahora gruñía.
____ se cubrió el pecho con la sábana.
-Nos reuniremos en casa de D dentro de diez minutos. Colgó el teléfono,
volvió a dejarlo en la chaqueta y recogió sus pantalones. Aquel intento de
vestirse la hizo volver un poco a la realidad.
Dios, ¿realmente había tenido relaciones sexuales, verdaderamente
alucinantes, con un completo extraño?
-¿Cómo te llamas? -le preguntó.
Cuando se estaba subiendo el pantalón de cuero negro, tuvo una
magnífica visión de su trasero.
-Harry. -Se dirigió a la mesa para recoger sus gafas. Cuando se sentó
junto a ella, va las tenía puestas-. Tengo que irme. Tal vez no pueda volver esta
noche, pero lo intentaré.
Ella no quería que se fuera. Le gustaba la sensación de su cuerpo
ocupando la mayor parte de su cama.
Extendió las manos hacia él, pero las retiró. No quería parecer
necesitada.
-No, tócame -dijo él, doblándose hacia abajo, exponiendo con placer su
cuerpo hacia ella.
____ colocó la palma de la mano en su pecho. Su piel era cálida, su
corazón latía de forma regular y acompasada. Notó que tenía una cicatriz
redonda en el pectoral izquierdo.
-Necesito saber algo, Harry. -Su nombre sonaba bien, aunque le
resultaba ligeramente extraño-. ¿Qué diablos estás haciendo aquí?
Él sonrió un poco, como si le gustara su recelo. -Estoy aquí para cuidar
de ti, ________(TNC). Bueno, se podía decir que lo había hecho. -____. Me llaman
____.
Él inclinó la cabeza. -____.
Se puso de pie y alcanzó su camisa. Recorrió con las manos la parte
delantera, como si buscara los botones.
Ella pensó que no iba a encontrar muchos. La mayor parte se
encontraban desperdigados por el suelo.
-¿Tienes una papelera? -preguntó él, como si se percatara de lo mismo.
-Allí. En el rincón. -¿Dónde?
Ella se levantó, sosteniendo la sábana a su alrededor, y cogió la camisa.
Arrojarla a la basura le pareció un desperdicio. Cuando lo miró de nuevo, él se
había colocado una funda negra sobre la piel desnuda, en la que se veían dos
dagas entrecruzadas en medio del pecho, con la empuñadura hacia abajo.
Curiosamente, al mirar sus armas se tranquilizó. La idea de que hubiera
una explicación lógica para su aparición era un alivio.
-¿Ha sido Butch?
-¿Butch?
-El que te ha enviado a vigilarme.
Él se puso la chaqueta, cuyo volumen le ensanchó los hombros aún más.
El cuero era tan oscuro como su cabello y una de las solapas tenía repujado un
intrincado dibujo en hilo negro. -El hombre que te atacó anoche -dijo-. ¿Era un
extraño?
-Sí. -Se rodeó con sus propios brazos. -¿La policía se ha portado bien
contigo? -Siempre lo hacen.
-¿Te dijeron su nombre? Ella asintió.
-Yo tampoco podía creerlo. Cuando Butch me lo dijo pensé que era una
broma. Billy Riddle parece más un personaje de Barrio Sésamo que un
violador-, pero estaba claro que tenía un modus operandi y algo de práctica.
Se detuvo. El rostro de Harry tenía un aspecto tan feroz, que retrocedió
un paso.
Jesús, si Butch era duro con los delincuentes, este tipo era mucho más
que mortífero, pensó.
Pero entonces su expresión cambió, como si ocultara sus emociones
porque sabía que podían asustarla. Se dirigió al baño y abrió la puerta. Boo
saltó a sus brazos, y un ronroneo bajo y rítmico resonó en el denso aire.
Con toda seguridad no procedía de su gato.
Capitulo 20
El sonido gutural provenía del hombre mientras sostenía a su mascota en
brazos. Boo aceptó gustoso aquella atención, frotando su cabeza contra la
ancha palma que lo estaba acariciando.
-Te daré el número de mi móvil, ____. Tienes que llamarme si te sientes
amenazada de alguna forma. -Soltó al gato y recitó unos cuantos dígitos. Le
hizo repetirlos hasta que los hubo memorizado-. Si no te veo esta noche, quiero
que vayas por la mañana al 816 de la avenida Wallace. Te lo explicaré todo. -Y
luego simplemente la miró-. Ven aquí -dijo.
Su cuerpo obedeció antes de que su mente registrara la orden de
moverse.
Cuando se le acercó, él le pasó un brazo alrededor de la cintura y la atrajo
contra su duro cuerpo. Posó sus labios calientes y hambrientos sobre los de ella
mientras hundía la otra mano en su cabello. A través de sus pantalones de cuero,
ella pudo sentir que estaba nuevamente listo para el sexo.
Y ella estaba preparada para él.
Cuando él alzó la cabeza, deslizó la mano lentamente por su clavícula.
-Esto no formaba parte del plan.
-¿Harry es tu primer nombre o tu apellido?
-Ambos. -Le dio un beso a un lado del cuello, chupándole la piel. Ella dejó
caer un poco la cabeza, mientras su lengua la recorría-. ¿____?
-¿Hmm?
-No te preocupes por Billy Riddle. Tendrá lo que se merece.
La besó rápidamente y luego salió por la puerta de cristal. Ella se pasó la
mano por el lugar donde él la había lamido. Sintió escozor.
Corrió a la ventana y levantó la cortina. Él ya se había ido.
Harry se materializó en el salón de Darius.
No había esperado que la noche transcurriera de esa forma, y aquella
circunstancia adicional podía complicar la situación.
Ella era la hija de Darius. Estaba a punto de ver cómo todo su mundo se
transformaba y se volvía del revés. Y peor aún, había sido víctima de un asalto
sexual la noche anterior, por el amor de Dios.
Si hubiera sido un caballero, la habría dejado en paz.
Sí, ¿y cuándo fue la última vez que se había comportado de acuerdo con
su linaje?
Rhage apareció frente a él. El vampiro llevaba una larga gabardina negra
de corte militar encima de su ropa de cuero y, sin duda, el contraste con su
belleza rubia era impresionante. Sabía perfectamente que el hermano usaba su
físico de una forma implacable con el sexo opuesto y que, después de una noche
de combate, su manera favorita de tranquilizarse era con una hembra. O con
dos.
Si el sexo fuera comida, Rhage habría sido enfermizamente obeso.
Pero no era sólo una cara bonita. El guerrero era el mejor combatiente que
la Hermandad tenía, el más fuerte, el más rápido, el más seguro. Nacido con un
exceso de poder físico, pretería enfrentarse a los restrictores con las manos
desnudas, guardando las dagas sólo para el final. Sostenía que era la única
manera de conseguir alguna satisfacción con el trabajo. De lo contrario, los
combates no duraban lo suficiente.
De todos los hermanos, Hollywood era el único del que hablaban los
varones jóvenes de la especie, el venerado, al que todos querían emular. Pero eso
era debido a que su club de ad miradores únicamente veía la brillante superficie
y los suaves movimientos.
Rhage estaba maldito. Literalmente. Se había metido en algún problema
grave justo después de su transición. Y la Virgen Escriba, esa fuerza mística de la
naturaleza que supervisaba a la especie desde el Fade, le había dado un castigo
infernal. Doscientos años de terapia de aversión que aparecía siempre que él no
conservaba la calma.
Había que sentir compasión por el pobre bastardo. -¿Cómo te sientes esta
noche? -preguntó Rhage. Harry cerró los ojos brevemente. Una borrosa imagen
del cuerpo arqueado de ____, captada mientras miraba hacia arriba desde el
interior de sus piernas, lo invadió. Mientras fantaseaba saboreándola de nuevo,
cerró los puños, haciendo crujir sus nudillos. Tengo hambre, pensó.
-Estoy listo -dijo.
-Un momento. ¿Qué es eso? -preguntó Rhage. -¿Qué es qué?
-Esa expresión en tu cara. Y por Cristo, ¿dónde está tu camisa?
-Cállate.
-¿Qué...? Por todos los diablos. -Rhage soltó una risita-. Anoche tuviste
algo de acción, ¿no es así?
____ no era acción. De ninguna manera, y no sólo porque era la hija de
Darius.
-Olvídalo, Rhage. No estoy de humor.
-Oye, soy el último en criticar. Pero tengo que preguntar: ¿era buena?
Porque no pareces especialmente relajado, hermano. Quizá pueda enseñarle
algunas cosas y después hacer que la pruebes otra vez.
Harry arrinconó con lentitud a Rhage contra la pared, haciendo tambalear
un espejo con los hombros del macho. -Cierra el pico, o te lo cerraré yo de un
puñetazo. Tú eliges, Hollywood.
Su hermano sólo estaba bromeando, pero había algo irrespetuoso en
comparar su experiencia con ____, aunque fuera remotamente, con la vida sexual
de Rhage.
Y quizás Harry empezaba a sentirse un poco posesivo. -¿Me has entendido?
-dijo, arrastrando las palabras. -Perfectamente. -El otro vampiro sonrió de oreja a
oreja, sus dientes mostraron un destello blanco en su impresionante rostro-. Pero
tranquilízate. Normalmente no pierdes el tiempo con las hembras, y yo me alegro
de saber que has echado una cana al aire, eso es todo. -Harry lo soltó-. Aunque,
por Dios, no es posible que te haya...
Harry desenfundó una daga y la hundió en la pared a escasos milímetros
del cráneo de Rhage. Pensó que el ruido del acero al atravesar el yeso sonaba bien.
-No insistas con el tema. ¿Has entendido?-
El hermano a sintió despacio mientras el mango de la daga vibraba al lado
de su oreja.
-Ah, sí. Creo que todo ha quedado muy claro. La voz de Tohrment diluyó la
tensión:
-¡Hey! Rhage, ¿la has cagado otra vez?
Harry se quedó quieto un instante más, sólo para cerciorarse de que el
mensaje había sido recibido. Luego arrancó el cuchillo de la pared y dio un paso
atrás, rondando por la habitación mientras llegaban los otros hermanos.
Cuando entró Vishous, Harry llevó al guerrero a un lado. -Quiero que me
hagas un favor.
-Dime.
-Un macho humano. Billy Riddle. Quiero que apliques tu magia
computerizada. Necesito saber dónde vive.
V se acarició la perilla.
-¿Está en la ciudad? -Creo que sí. -Considéralo hecho, mi señor.
Cuando todos estuvieron presentes, incluido Zsadist, que les había hecho
el honor de llegar a tiempo, Harry dio comienzo a la reunión.
-¿Qué sabemos del teléfono de Strauss, V?
Vishous se quitó su gorra de los Red Sox y se pasó una mano por el oscuro
cabello. Habló mientras se volvía a colocarse la gorra.
-A nuestro muchacho le gustaba codearse con tipos musculosos, de tipo
militar, y fanáticos de Jackie Chan. Tenemos llamadas al Gold's Gyni, a un
campo de paint-ball y a dos centros de artes marciales. Ah, y le gustaban los
automóviles. También había un taller mecánico en el registro.
-¿Y llamadas personales?
-Un par. Una a una línea fija desconectada hace dos días. Las otras a
móviles, imposibles de rastrear, no locales. Llamé a todos los números
repetidamente, pero nadie respondió. Esos identificadores de llamadas son una
mierda.
-¿Has revisado sus antecedentes en Internet?
-Sí. Típico delincuente juvenil con gusto por lo violento. Encaja-
perfectamente en el perfil del restrictor.
Capitulo 21
-¿Qué sabemos de su casa? -Harry miró por encima del hombro a los
gemelos.
Phury miró de reojo a su hermano y luego empezó a hablar:
-Apartamento de tres habitaciones sobre el río. Vivía solo. Sin demasiadas
pertenencias. Un par de armas bajo la carea, algunas municiones de plata y
chalecos antibalas. Y una colección de porno que obviamente va no usaba.
-¿Has cogido su frasco?
-Sí. Lo guardé en mi casa. Lo llevaré a la Tumba esta noche.
-Bien- Harry miró al grupo. -Nos dividiremos. Preparad todo lo necesario.
Quiero entrar en esos edificios. Buscaremos su centro de operaciones en esa
zona.
Dispuso a los guerreros en parejas, y él se quedó con Vishous. Les dijo a
los gemelos que fueran al Gold's Gym y al campo de paint-ball. Tohr y Rhage se
encargarían de las academias de artes marciales. Él y Vishous irían a echar un
vistazo al taller mecánico, y esperaba tener suerte.
Porque si alguien quisiera conectar una bomba a un automóvil, ¿no habría
que tener a mano un elevador hidráulico? Antes de que todos salieran,
Hollywood se acercó, con una seriedad que no era habitual en él.
-Hombre, Harry, ya sabes que hago muchas idioteces -dijo Rhage-. No
quise ofenderte. No lo mencionaré nunca más. Harry sonrió. Rhage era
demasiado impulsivo, lo que explicaba tanto su fama de bocazas como su afición
al sexo.
Y el problema ya era bastante grave cuando era normal, por no mencionar
el momento en que la maldición le trastornó el interruptor de la psique y la bestia
cobró vida rugiendo. -Hablo en serio, hombre -dijo el vampiro.
Harry palmoteó a su hermano en el hombro. En términos generales, aquel
hijo de perra era todo un camarada. -Perdonado y olvidado.
-Siéntete libre de golpearme cuando quieras. -Lo haré, créeme.
El señor X condujo hasta un callejón del centro de la ciudad oscuro y con
una entrada en ambos extremos. Después de aparcar la camioneta frente a un
montón de contenedores de basura, cargó a Cherry Pie sobre su hombro y se alejó
casi veinte metros. Ella gimió un poco al rozar contra su espalda, como si no quiAmante
siera que el movimiento perturbara el éxtasis causado por las drogas.
La tendió en el suelo, y no ofreció ninguna resistencia cuando le dio un tajo
en la garganta. La observó un momento mientras de su cuello manaba la sangre
brillante. En la oscuridad parecía aceite de motor. Humedeció la punta de uno de
sus dedos en el líquido vital que salía a borbotones. Su olfato detectó la presencia
de una enfermedad. Se preguntó si ella estaría enterada de que su hepatitis C
estaba en un estadio muy avanzado. Al fin y al cabo, le estaba haciendo un favor
ahorrándole un desagradable viaje hacia la muerte.
Aunque tampoco le hubiera importado matarla si gozara de buena salud.
Se limpió el dedo con el borde de la falda de la mujer y luego se dirigió
hacia un montón de escombros. Un colchón viejo le serviría a la perfección.
Apoyándolo contra los ladrillos, se parapeto detrás de él, sin notar el olor fétido
que desprendía. Sacó su arma de dardos y esperó.
La sangre fresca atraía a los vampiros civiles como cuervos a un maizal.
Y tal como había supuesto, al poco rato apareció una figura al final del
callejón. Miró a izquierda y derecha, y luego avanzó. El señor X sabía que el que
se acercaba tenía que ser un vampiro. Cherry estaba bien disimulada en la
oscuridad. No podía atraer la atención de nadie, salvo por el olor sutil de su
sangre, algo que el olfato humano nunca podría captar.
El macho joven se apresuró a calmar su sed con avidez, cayendo sobre
Cherry como si alguien hubiera preparado un banquete para él. Ocupado en
beber, fue cogido por sorpresa cuando el primer dardo salió del arma e impactó
en su hombro. Su instinto inmediato fue proteger su comida, de modo que
arrastró el cuerpo de Cherry detrás de unos cubos de basura aplastados.
Cuando sintió el segundo dardo, giró y dio un salto, con los ojos puestos en
el colchón.
El cuerpo del señor X se puso tenso, pero el macho avanzó de una forma
más agresiva que eficaz. Los movimientos de su cuerpo estaban ligeramente
descoordinados, lo que sugería que todavía estaba aprendiendo a controlar sus
miembros después de su transición.
Dos dardos más no lograron reducirlo. Resultaba evidente que el
Demosedan, un tranquilizante para caballos, no era suficientemente efectivo.
Obligado a luchar contra el macho, el señor X lo aturdió fácilmente dándole
puntapiés en la cabeza, haciéndolo caer al sucio asfalto con un aullido de dolor.
El alboroto no pasó inadvertido.
Afortunadamente, se trataba de dos restrictores, y de algún humano
curioso o de la policía, lo que sería todavía más fastidioso. Los restrictores se
detuvieron al final del callejón y, después de intercambiar impresiones entre ellos
un instante, avanzaron para investigar.
El señor X soltó una maldición. No estaba preparado para darse a conocer o
descubrir lo que estaba haciendo. Necesitaba todavía engrasar la maquinaria de
su estrategia de recopilación de información antes de implantarla y asignar
misiones a los restrictores. Después de todo, un líder no debe ordenar nunca algo
que no haya hecho antes, v- con éxito.
También se trataba de una cuestión de interés propio. Alguien podía
intentar saltarse la cadena de mando y dirigirse directamente al Omega, ya fuese
presentando la idea como propia, o argumentando fracasos preliminares. El
Omega siempre recibía con satisfacción las iniciativas y las orientaciones
novedosas. Y tratándose de lealtad, no la tenía con nadie.
Además, la impresión que el Omega podía tener ante un pequeño fracaso
era apresurada y terrible. El anterior jefe del señor X lo había experimentado
perfectamente hacía tres noches.
Extrajo los dardos del cuerpo. Habría preferido matar al vampiro, pero no
tenía suficiente tiempo. Con el macho todavía gimiendo en el suelo, el señor X
corrió a toda velocidad hacia la otra salida del callejón, sin despegarse de la
pared. Después mantuvo apagadas las luces de la camioneta hasta que se perdió
entre el tráfico.
Capitulo 22
El despertador de ____ interrumpió sus pensamientos, y ella se apresuró a
silenciarlo. No lo necesitaba. Llevaba despierta al menos una hora, con la mente
zumbando como una cortadora de césped. Con la llegada del alba toda la magia y
el misterio de la ardiente noche se habían desvanecido, y se veía obligada a
enfrentarse a lo que había hecho.
El sexo sin protección con un extraño resultaba ser un despertar infernal.
¿En qué demonios estaría pensando? Jamás había hecho nada semejante.
Siempre había sido muy sana, y gracias a Dios tomaba la píldora anticonceptiva
para regular sus esporádicos períodos, pero en cuanto a las otras implicaciones, el
estómago le dio un vuelco sólo de pensarlo.
Cuando se encontrara con él de nuevo le preguntaría si estaba sano, y
rezaría para oír la respuesta que esperaba. Y también para que fuera sincera.
Tal vez si hubiera sido más experta en aquellas cuestiones, habría tenido
preparada alguna protección. ¿Pero cuándo había sido la última vez que había
dormido con alguien? Hacía mucho tiempo. Mucho más que la fecha de
caducidad de una caja de preservativos.
La ausencia de vida sexual se debía más a su desinterés que a cualquier tipo
de barrera moral. Los hombres, simplemente, no ocupaban un lugar destacado en
su escala de prioridades. Se encontraban en algún sitio entre limpiarse los dientes
y mantener su coche en buen estado. Y va no tenía coche.
A menudo se preguntaba si le ocurría algo malo, sobre todo cuando veía a
las parejas de la mano por la calle. La mayoría de las personas de su edad salían
con muchísima frecuencia, in tentando buscar a alguien para casarse. Pero ella no.
Hasta ahora no había sentido el deseo ardiente de estar con un hombre, e incluso
había barajado la posibilidad de que fuese lesbiana. El problema era que no le
atraían las mujeres.
De modo que la noche anterior había sido un auténtico descubrimiento.
Se desperezó, sintiendo una deliciosa tirantez en los muslos. Cerrando los
ojos, lo sintió dentro de ella, su grueso miembro entrando y saliendo hasta ese
momento final cuando su cuerpo se había convulsionado dentro del de ella en un
poderoso arrebato, con sus brazos aplastándola contra él.
Su cuerpo se arqueó involuntariamente; la fantasía era lo suficientemente
fuerte para sentir palpitaciones entre las piernas. Los ecos de esos orgasmos le
hicieron morderse los labios.
Con un gemido se puso en pie y se dirigió hacia el baño. Cuando vio la
camisa que él había rasgado y arrancado para arrojarla al cesto, la recogió y se la
acercó a la nariz. La tela negra estaba impregnada con su olor.
Sus palpitaciones se hicieron más intensas. ¿Cómo se habían conocido él y
Butch?
¿También pertenecía a la policía? Nunca lo había visto, pero no conocía a
todos los miembros de la comisaría.
Drogas, pensó. Debía de ser un policía de la brigada de estupefacientes. O
quizás un jefe del equipo SWAT.
Porque definitivamente parecía un tipo duro que buscaba problemas.
Sintiéndose corno si tuviera dieciséis años, deslizó la camisa bajo la
almohada, y entonces vio en el suelo el sujetador que él le había quitado. Santo
Dios, la parte delantera había sido cortada con algún objeto afilado.
Extraño.
Después de una ducha rápida y un desayuno todavía más rápido
compuesto por dos galletas de avena, un puñado de cereales y un vaso de zumo,
fue caminando hasta la oficina. Llevaba media hora en su mesa mirando
fijamente el protector de pantalla como una idiota cuando sonó el teléfono. Era
José. -Hemos tenido otra noche ajetreada -dijo él, bostezando. -¿Otra bomba?
-No. Un cadáver. Una prostituta fue hallada con el cuello cortado entre la
Tercera y Trade. Si vienes a la comisaría podrás ver las fotografías y leer los
informes. Extraoficialmente, claro está.
Tardó dos minutos en llegar a la calle después de haber colgado el
teléfono. Decidió ir primero a la comisaría y luego a la dirección de la avenida
Wallace.
No podía negar que ardía en deseos de ver de nuevo a su visitante
nocturno.
Mientras caminaba hacia la comisaría, el sol matutino le resultó
despiadadamente brillante. Buscó en su bolso las gafas de sol, aunque no fueron
suficientes para mitigar la luz, así que tuvo que colocar su mano sobre los ojos a
modo de visera. Se sintió aliviada al entrar en la fresca y oscura comisaría de
policía. José no estaba en su oficina, pero encontró a Butch, que salía de la suya.
Él le sonrió secamente, haciendo que se formaran arrugas en torno a sus
ojos.
-Tenemos que dejar de encontrarnos así. -He oído que tienes un nuevo caso.
-Estoy seguro de que va estás enterada de los detalles. -¿Algún comentario,
detective?
-Ya hemos hecho una declaración esta mañana.
-En la que, sin duda, no habéis aclarado absolutamente nada. Vamos, ¿no
puedes añadir algunas palabras para mí? -No si es oficial.
-¿Y si es extraoficial?
Él sacó un chicle del bolsillo, le quitó la envoltura maquinalmente v,
doblándolo en la boca, empezó a masticar. Ella sabía que antes era un fumador
empedernido, pero hacía algún tiempo que no lo veía con un cigarrillo.
Probablemente, eso explicaría que estuviera continuamente mascando chicle. -
Extraoficialmente, O'Neal -lo urgió-. Lo juro.
Él asintió con la cabeza.
-Entonces necesitamos un lugar tranquilo en donde no puedan oírnos.
Su oficina era aproximadamente del tamaño del cubículo en donde ella
trabajaba en el periódico, pero al menos tenía puerta y una ventana. Sin embargo,
su mobiliario no era tan bueno como el de ella. Su escritorio de madera estaba tan
deteriorado que parecía haber sido utilizado como banco de trabajo de un carpintero.
Había trozos desprendidos en la superficie, y la pintura estaba tan rayada
que absorbía la luz fluorescente como si estuviera sedienta.
Él le arrojó un archivo antes de sentarse.
-Fue encontrada detrás de un montón de cubos de basura. La mayor parte
de su sangre terminó en la cloaca, pero el forense ha encontrado restos de heroína
en su organismo. Tuvo relaciones sexuales esa noche, pero eso no es precisamente
una novedad.
-Oh, Dios mío, es Mary -dijo ____ mientras miraba una horrenda fotografía
y se hundía en una silla.
-Veintiún años. -Butch soltó una maldición por lo halo-. Qué maldito
desperdicio.
-Yo la conozco. -¿De la comisaría?
-Cuando éramos niñas. Estuvimos en la misma casa de acogida durante
algún tiempo. Después, me he encontrado con ella algunas veces, casi siempre
aquí.
Mary Mulcahy había sido una niña hermosa. Sólo había estado en la casa de
acogida con ____ durante un año antes de que la enviaran de nuevo con su madre
biológica. Dos años después regresó a la custodia estatal tras haber permanecido
sola durante una semana cuando tenía siete años. Dijo que se había mantenido
con harina cuando el resto de la comida se le acabó.
-Ya había oído que viviste en hogares adoptivos -dijo Butch pensativo
mientras la miraba-. ¿Te molesta si te pregunto por qué?
-¿A ti que te parece? No tenía padres. -Cerró el archivo y lo deslizó por- el
escritorio-. ¿Se ha encontrado algún arma? Los ojos del detective se entrecerraron,
pero no con dureza. Parecía estar calibrando si seguirle la corriente o cambiar de
tema.
-¿El arma? -apuró ella.
-Otra estrella arrojadiza. Tenía rastros de sangre, pero no suya. También
encontramos residuos pulverizados en dos lugares diferentes, como si alguien
hubiera encendido señales luminosas y las hubiera puesto en el suelo. Aunque es
difícil imaginar que el asesino quisiera atraer la atención hacia el cuerpo. -¿Crees
que lo que le ha pasado a Mary está relacionado con la bomba de ayer por la
noche?
Él se encogió de hombros, un leve movimiento involuntario en la ancha
espalda.
Hola hola...... aqui esta lo que les prometi perdon por el atraso......... y por si se olvidaron _____( tn es tu nombre) ya q ustedes son las protagonistas con el papacito de Harry ya que esta novela es adaptada _____________(tnc es tu nombre completo) gracias por seguir apoyándome y leyendo esta adaptación....... y esperar tanto q suba unos capitulos........... lo lamento mucho por no subir continuamnete.
josy style
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