Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 33. • Comparte
Página 5 de 33. • 1, 2, 3, 4, 5, 6 ... 19 ... 33
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
aijuechu su pink ! JAJAJAJA me encanto, JURO QUE REGRESARE A LEER. termine el primer & su continuacion nono
hermosa *.* & hot :p jaja NEW READER ! ♥
hermosa *.* & hot :p jaja NEW READER ! ♥
Lisy
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
aaaaaaaaaaaiiiiiiiiiiii
ese es joeeeeeeeeeeeeeeee
no lo puedo creeerrr
siguela porfaaaaaaa
ese es joeeeeeeeeeeeeeeee
no lo puedo creeerrr
siguela porfaaaaaaa
chelis
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
HOLA CHICAS :D
BIENVENIDAS ~ c l a u d i a Y †StayStrong† A LA NOVE :happy:
MÁS TARDE VA A HABER CAP!
BESOS
BIENVENIDAS ~ c l a u d i a Y †StayStrong† A LA NOVE :happy:
MÁS TARDE VA A HABER CAP!
BESOS
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Capítulo 6
________ creía que esa noche sería diferente. Había esperado que el baile del compromiso de Mariana y Rivington fuera perfecto. Y lo era. Cada rincón de la estancia había sido encerado y abrillantado, incluyendo suelos y ventanas. Miles de velas centelleaban en las enormes lámparas de araña y en los candelabros de las paredes. Y también relucían las columnas de mármol que resaltaban la altitud del lugar y sostenían la característica más impresionante del salón de baile de Allendale House, un corredor superior que servía para que los invitados que necesitaran un respiro lo encontraran sin necesidad de abandonar la estancia.
_________ había querido que Mariana brillara con luz propia. Y lo hacía. Una brillante gema en el brazo de Rivington mientras giraban entre otras docenas de parejas en un baile enternecedor. Todos los invitados parecían estar de acuerdo con ella; se mostraban impresionados por estar allí, en el primer acontecimiento importante de la temporada, siendo testigos del compromiso entre Mariana y su duque. La sociedad lucía sus mejores galas, siguiendo a pies juntillas los dictados de la moda, ansiosos por ver y ser vistos por aquellos que habían pasado fuera de Londres los meses de invierno.
Sin embargo, ________ había pensado que ese baile sería especial para las dos hermanas.
Pero allí estaba ella, sentada en los márgenes de la pista de baile, con las solteronas. Como siempre.
Debería estar acostumbrada a ser ignorada y desechada junto con el resto de las féminas que se habían quedado para vestir santos. De hecho, era donde más le gustaba estar. Aquellas mujeres la habían aceptado en su seno sin pedirle explicaciones de por qué buscaba refugio entre ellas. ________ encontraba bastante más agradable observar el desarrollo de la temporada con las matronas que permanecer de pie esperando pacientemente alguna invitación de un caballero elegible.
Tras ser perseguida durante dos temporadas por cazadotes y viejos viudos, _________ había dado la bienvenida al cálido compañerismo de las solteronas.
Y poco después… se había convertido en una de ellas.
No había sabido nunca cuándo o por qué había ocurrido, pero así había sucedido. Y ahora, ya no tenía mucho que decir al respecto.
Sin embargo, esa era la noche del compromiso de Mariana. Era su primer baile desde que había escrito la lista. Y realmente había pensado que las cosas podrían ser diferentes. Después de todo, como dama de honor de la novia, ¿no tenía derecho a un reconocimiento especial en un acontecimiento ofrecido para celebrar las futuras nupcias?
Dejó escapar un pequeño suspiro mientras observaba a los bailarines. Evidentemente, no.
—Oh, ________. —La señorita Genevieve Hetherington, una solterona de edad madura con ojos amables y absoluta falta de sensibilidad, palmeó la rodilla de ________ suavemente con una mano enguantada—. Debes asumirlo, querida, algunas no estamos hechas para bailar.
—En efecto —dijo ________, que aprovechó la oportunidad para levantarse y excusarse. Suponía que era mejor eso que estrangular a una de las solteronas más queridas de la sociedad.
Manteniendo la cabeza gacha para no tener que ver a personas con las que estaría obligada a pararse, ________ se dirigió al comedor.
A solo unos metros de su destino fue abordada por el barón de Oxford.
—¡Milady!
________ compuso una sonrisa brillante y se giró hacia el barón, que le correspondió con la sonrisa más llena de dientes que ella hubiera visto nunca. Dio un paso atrás y se alejó de aquel hombre tan caballuno sin poder evitarlo.
—Barón de Oxford, ¡qué sorpresa!
—Sí, supongo que sí. —La sonrisa no vaciló.
Ella se mantuvo en silencio, esperando que él continuara.
—Me alegro de que haya podido unirse a nosotros esta noche —dijo ________ finalmente, al ver que él no hablaba.
—No tanto como yo por haber podido hablar con usted, milady.
El énfasis que mostró el hombre le provocó una oleada de confusión. ¿Por qué el barón había dado un aire tan sugestivo a sus palabras? Tenía que haberle entendido mal. Ni siquiera recordaba la última vez que había hablado con aquel petimetre insoportable.
—Bueno. Gracias. —Se aclaró la voz con delicadeza.
—Está usted preciosa esta noche. —Oxford ladeó la cabeza y ensanchó la sonrisa.
«¿Sería posible que aquel hombre tuviera más dientes de lo normal?»
—Oh. —Demasiado tarde, ________ se acordó de inclinar la cabeza y dar la sensación de sentirse halagada y desconcertada—. Gracias, milord.
Oxford pareció muy orgulloso de sí mismo.
—¿Quizá me haría el honor de bailar conmigo? —Como ella no respondió, él se llevó la mano de _________ a los labios y añadió en un susurro—: Llevo toda noche deseando bailar con usted.
Aquella inesperada proposición puso a ________ en guardia. «¿Estará borracho?»
Mientras consideraba aceptar o no aquella ansiosa invitación, oyó cómo la orquesta afinaba los instrumentos con las primeras notas de un vals, y de inmediato fue reticente a bailarlo con Oxford. El vals no se había puesto de moda en Inglaterra hasta después de que _________ fuera considerada una solterona, por lo que jamás había tenido oportunidad de bailarlo, al menos con alguien que no fuera Kevin y en la intimidad de su casa. No quería que su primer vals en público fuera con Oxford y aquella sonrisa repleta de dientes. Lanzó una rápida mirada al buffet y consideró que lo mejor sería escapar.
—Oh, bueno… Yo… —se excusó.
—¡________! ¡Aquí estás! —La señorita Heloise Parkthwaite, una cincuentona corta de vista, surgió de la nada y oprimió con firmeza el brazo de ________—. ¡Te he buscado por todos lados! ¿Podrías ser tan amable de acompañarme a arreglarme el dobladillo?
________ sintió una oleada de alivio; estaba salvada.
—Por supuesto, Heloise, querida —dijo. Arrancó la mano del agarre de Oxford y le brindó una sonrisa de consuelo—. ¿Quizá en otra ocasión, milord?
—¡Por supuesto! No dejaré que se libre de mí con tanta facilidad la próxima vez. —Oxford acompañó las frases con una ancha sonrisa, y ella le respondió con una risita ahogada, que contuvo antes de darse la vuelta para acompañar a Heloise al salón de las damas.
_________ tomó a Heloise del brazo y la mujer comenzó a charlar sobre los atrevidos corpiños que estaban de moda ese año. Al asentir con la cabeza y murmurar lo que se esperaba que dijera, la joven pareció intrigada y entretenida y se dispuso a dejar vagar su mente, olvidándose del extraño encuentro con Oxford para pensar en la lista.
Decidió al momento que si debía sufrir otra tarde de pesadas conversaciones con las solteronas, bien se merecía otra aventura. De hecho, sintió la enorme tentación de empujar a Heloise al salón de damas y aprovechar la oportunidad para escapar y llevar a cabo alguno de los puntos de su lista.
Si, por supuesto, llegaban en algún momento al salón de damas. La mujer se había detenido en medio de la estancia y observaba a la multitud con los ojos entrecerrados.
—¿Es Joseph aquel que veo allí? ¡Qué extraño!
El corazón de ________ se saltó un latido ante esas palabras, y miró en la dirección que señalaba Heloise, pero dada su falta de altura no pudo ver nada más que a las personas que la rodeaban. Al momento negó con la cabeza y dejó de buscar, recordando lo horrible que era la vista de su amiga. No podía tratarse de Joe.
—No, no puede ser Joseph —afirmó Heloise al mismo tiempo—. Rara vez asiste a los bailes. Debe de ser Nicholas.
________ soltó el aire que no sabía que retenía. Por supuesto. Sería lord Nicholas. «Por favor, que sea lord Nicholas.»
—Sin embargo, me resulta extraño que se dirija hacia nosotras.
La joven ya no fue capaz de contenerse, giró bruscamente la cabeza justo a tiempo de ver a un alto y magnífico caballero que, con los ojos marrones llenos de determinación, se acercaba a ellas con elegantes pasos.
No se trataba de lord Nicholas.
________ lo habría sabido incluso aunque la falta de la cicatriz no hubiera revelado su identidad. Los hombros de Nicholas no eran tan anchos, su mandíbula no era tan fuerte y sus ojos no eran tan voraces como los de su hermano. Nick jamás le había hecho contener la respiración ni acelerado el corazón; no le había provocado pensamientos absolutamente inconcebibles.
No, el hombre que se acercaba a ellas no era Nicholas Jonas.
Pero ¡oh, cómo deseó que lo fuera!
________ miró con rapidez hacia todos los lados, buscando la ruta más rápida y menos abarrotada para escapar y evitar un encuentro con Joe. La multitud parecía bloquear todas las salidas, con excepción, claro está, de aquella por donde él se acercaba. Entonces lo miró fijamente y le observó arquear una ceja oscura.
Estaba atrapada. Atrapada con una efervescente Heloise que farfullaba de tal manera que parecía que hacía años que no se le acercaba un caballero tan bien parecido.
Tampoco era algo que le ocurriera a ________ con frecuencia.
—¡Lord Nicholas! —dijo Heloise con voz aguda y demasiado alta—. ¡Cómo me alegro de verlo!
—Heloise, querida —susurró _________ a su compañera—. Es Joseph.
—¡Oh, por supuesto! Discúlpeme, lord Joseph. —Hizo una rápida reverencia.
—No es necesario disculparse, señorita Parkthwaite. —Se inclinó sobre la mano enguantada de Heloise antes de añadir—. Le aseguro que lo considero un gran elogio, mi hermano es, con creces, el mejor de los dos.
—Oh, no, milord. —Heloise se rió disimuladamente, sonrojándose con agitación como un colibrí borracho—. ¡Claro que no!
Joe le guiñó un ojo antes de hablar.
—Bueno, Dios me libre de mostrarme en desacuerdo con una dama.
Las palabras provocaron en Heloise un ataque de risa mientras Joe miraba a _________, que le tendió la mano. Él se inclinó sobre su brazo, provocándole un escalofrío por la espalda.
—Lady ________, esperaba que me concediera el primer baile que tuviera disponible.
Heloise contuvo el aliento, sorprendida.
—¿Perdón? —farfulló _________.
—El primer baile disponible —repitió Joe, pasando la mirada de una mujer a otra como si las dos se hubieran vuelto locas—. Admito que ya no asisto a tantos bailes como debiera, pero la gente todavía baila, ¿verdad?
—¡Oh, sí! En efecto, milord —aseguró Heloise servicialmente.
—En ese caso —los ojos de Joe chispearon divertidos—, ¿puede dejarme su carnet de baile, lady _________?
—No tengo. —Bailaba en tan raras ocasiones que no lo necesitaba.
Él tardó un momento en asimilar sus palabras.
—Excelente. Eso simplifica mucho las cosas, ¿no cree? —Joe se volvió hacia Heloise—. ¿Le importa que le robe a su compañera?
—¡En absoluto! —farfulló Heloise, que apenas podía negar con la cabeza.
________ se mantuvo inmóvil, como si los pies le hubieran echado raíces, negándose a ser conducida a la pista de baile. No podía bailar el vals con Joe. No su primer vals. Aquello la arruinaría para bailar con cualquier otro.
«Los hombres como Joseph no son para las mujeres como tú, ________.»
No. Claro que no lo eran. En especial no lo eran cuando amenazaban con bailar el vals con ella. El instinto de supervivencia hizo que ________ negara con la cabeza.
—Oh, no es posible, milord. Le he prometido a Heloise que la acompañaría a…
—¡Tonterías! —dijo la mujer con la voz aguda y jadeante—. ¡Estaré bien! Debes ir a bailar con él, ________. —Por último, Heloise señaló a Joe antes de asentir vigorosamente.
Y la decisión quedó tomada.
Joe la arrastró al centro de la pista para bailar con ella su primer vals.
Cuando él la hizo girar entre la gente, vio que su madre y su radiante hermana la observaban desde el otro lado del salón. La condesa viuda parecía horrorizada. ________ la saludó con una inclinación de cabeza aparentando naturalidad. ¡Como si los marqueses apuestos se acercaran a ella en cada baile al que asistía!
—Ciertamente ha dado algo de lo que hablar a todo el mundo, milord —dijo, desesperada por quitarle importancia al asunto por su propio bien.
—Supongo que se refiere a mi asistencia. Bueno, he pensado que, con Juliana a punto de debutar, debería comenzar a congraciarme con la sociedad. —Tras una larga pausa añadió—: ¿Por qué no suele bailar?
_________ consideró la pregunta durante un momento antes de responder.
—Lo hice durante varios años. Luego… dejé de hacerlo.
—¿Por qué? —presionó él, insatisfecho con la respuesta.
—Las parejas no me gustaban —le confesó con una sonrisa—. Los que no eran cazadotes, eran demasiado viejos, o aburridos o… simplemente desagradables. Comenzó a resultarme más fácil evitar las invitaciones que soportar su compañía.
—Espero que no considere desagradable bailar conmigo.
Ella se permitió mirarlo a los ojos. Observó que parecía divertido. No. Joe no era desagradable ni por asomo.
—No, milord —aseguró ella. La suavidad de su tono traicionó sus pensamientos antes de añadir—: Ni tampoco se lo parece a la señorita Heloise. Estaba realmente encantada con usted.
—Uno debe utilizar en su propio beneficio todos los dones que Dios le ha dado, lady ________.
—Estoy segura de que usted lo hace bastante bien.
—Le aseguro que lo hago muy bien —afirmó con la voz más ronca.
—Su reputación le precede, milord —dijo ella, negándose a sentirse cohibida en su presencia. No percibió el doble sentido de sus palabras hasta que las hubo dicho.
Él arqueó una ceja.
—¿De veras?
A ________ comenzaron a arderle las mejillas y clavó la mirada en el elaborado nudo de la corbata, deseando ser tan desenvuelta y atractiva como las mujeres con las que él acostumbraba a bailar. Ellas sabrían, por supuesto, cómo coquetear.
—Vamos, lady ________ —bromeó él—, ¿a cuál de las reprobables acciones de mi pasado se refiere ahora?
Buscó de nuevo su mirada y supo que le estaba lanzando un reto.
—Oh, a muchas de ellas, milord —señaló con ligereza, como si estuviera pasando el rato—. ¿Es cierto que en una ocasión saltó desde el balcón de una desafortunada condesa y cayó sobre el acebo que había debajo?
Joe agrandó los ojos un poco al escuchar aquella pregunta antes de que estos brillaran de diversión.
—Un caballero no puede confirmar ni negar tal cosa.
________ se rió.
—Al contrario, milord. Un caballero lo negaría.
Él sonrió. Una sonrisa amplia y atractiva, y ________ agradeció el silencio que cayó entre ellos, pues no estaba segura de que pudiera encontrar palabras que hicieran frente a tan extraña sonrisa. Se concentró en el baile, en el sonido de la música, en el balanceo de sus cuerpos. Si ese iba a ser su primer y único vals, quería recordar cada instante. Cerró los ojos y permitió que Joe la guiara alrededor de la pista, consciente de la mano enguantada que él había puesto en su cintura, del roce de la larga pierna musculosa contra la suya mientras giraban sobre el suelo. Tras varios momentos, se desorientó y abrió los ojos, sin saber si su leve mareo era debido al baile o al hombre en sí. Cuando clavó la mirada en los ojos de Joe, aceptó la verdad.
Era, por supuesto, debido al hombre.
________ creía que esa noche sería diferente. Había esperado que el baile del compromiso de Mariana y Rivington fuera perfecto. Y lo era. Cada rincón de la estancia había sido encerado y abrillantado, incluyendo suelos y ventanas. Miles de velas centelleaban en las enormes lámparas de araña y en los candelabros de las paredes. Y también relucían las columnas de mármol que resaltaban la altitud del lugar y sostenían la característica más impresionante del salón de baile de Allendale House, un corredor superior que servía para que los invitados que necesitaran un respiro lo encontraran sin necesidad de abandonar la estancia.
_________ había querido que Mariana brillara con luz propia. Y lo hacía. Una brillante gema en el brazo de Rivington mientras giraban entre otras docenas de parejas en un baile enternecedor. Todos los invitados parecían estar de acuerdo con ella; se mostraban impresionados por estar allí, en el primer acontecimiento importante de la temporada, siendo testigos del compromiso entre Mariana y su duque. La sociedad lucía sus mejores galas, siguiendo a pies juntillas los dictados de la moda, ansiosos por ver y ser vistos por aquellos que habían pasado fuera de Londres los meses de invierno.
Sin embargo, ________ había pensado que ese baile sería especial para las dos hermanas.
Pero allí estaba ella, sentada en los márgenes de la pista de baile, con las solteronas. Como siempre.
Debería estar acostumbrada a ser ignorada y desechada junto con el resto de las féminas que se habían quedado para vestir santos. De hecho, era donde más le gustaba estar. Aquellas mujeres la habían aceptado en su seno sin pedirle explicaciones de por qué buscaba refugio entre ellas. ________ encontraba bastante más agradable observar el desarrollo de la temporada con las matronas que permanecer de pie esperando pacientemente alguna invitación de un caballero elegible.
Tras ser perseguida durante dos temporadas por cazadotes y viejos viudos, _________ había dado la bienvenida al cálido compañerismo de las solteronas.
Y poco después… se había convertido en una de ellas.
No había sabido nunca cuándo o por qué había ocurrido, pero así había sucedido. Y ahora, ya no tenía mucho que decir al respecto.
Sin embargo, esa era la noche del compromiso de Mariana. Era su primer baile desde que había escrito la lista. Y realmente había pensado que las cosas podrían ser diferentes. Después de todo, como dama de honor de la novia, ¿no tenía derecho a un reconocimiento especial en un acontecimiento ofrecido para celebrar las futuras nupcias?
Dejó escapar un pequeño suspiro mientras observaba a los bailarines. Evidentemente, no.
—Oh, ________. —La señorita Genevieve Hetherington, una solterona de edad madura con ojos amables y absoluta falta de sensibilidad, palmeó la rodilla de ________ suavemente con una mano enguantada—. Debes asumirlo, querida, algunas no estamos hechas para bailar.
—En efecto —dijo ________, que aprovechó la oportunidad para levantarse y excusarse. Suponía que era mejor eso que estrangular a una de las solteronas más queridas de la sociedad.
Manteniendo la cabeza gacha para no tener que ver a personas con las que estaría obligada a pararse, ________ se dirigió al comedor.
A solo unos metros de su destino fue abordada por el barón de Oxford.
—¡Milady!
________ compuso una sonrisa brillante y se giró hacia el barón, que le correspondió con la sonrisa más llena de dientes que ella hubiera visto nunca. Dio un paso atrás y se alejó de aquel hombre tan caballuno sin poder evitarlo.
—Barón de Oxford, ¡qué sorpresa!
—Sí, supongo que sí. —La sonrisa no vaciló.
Ella se mantuvo en silencio, esperando que él continuara.
—Me alegro de que haya podido unirse a nosotros esta noche —dijo ________ finalmente, al ver que él no hablaba.
—No tanto como yo por haber podido hablar con usted, milady.
El énfasis que mostró el hombre le provocó una oleada de confusión. ¿Por qué el barón había dado un aire tan sugestivo a sus palabras? Tenía que haberle entendido mal. Ni siquiera recordaba la última vez que había hablado con aquel petimetre insoportable.
—Bueno. Gracias. —Se aclaró la voz con delicadeza.
—Está usted preciosa esta noche. —Oxford ladeó la cabeza y ensanchó la sonrisa.
«¿Sería posible que aquel hombre tuviera más dientes de lo normal?»
—Oh. —Demasiado tarde, ________ se acordó de inclinar la cabeza y dar la sensación de sentirse halagada y desconcertada—. Gracias, milord.
Oxford pareció muy orgulloso de sí mismo.
—¿Quizá me haría el honor de bailar conmigo? —Como ella no respondió, él se llevó la mano de _________ a los labios y añadió en un susurro—: Llevo toda noche deseando bailar con usted.
Aquella inesperada proposición puso a ________ en guardia. «¿Estará borracho?»
Mientras consideraba aceptar o no aquella ansiosa invitación, oyó cómo la orquesta afinaba los instrumentos con las primeras notas de un vals, y de inmediato fue reticente a bailarlo con Oxford. El vals no se había puesto de moda en Inglaterra hasta después de que _________ fuera considerada una solterona, por lo que jamás había tenido oportunidad de bailarlo, al menos con alguien que no fuera Kevin y en la intimidad de su casa. No quería que su primer vals en público fuera con Oxford y aquella sonrisa repleta de dientes. Lanzó una rápida mirada al buffet y consideró que lo mejor sería escapar.
—Oh, bueno… Yo… —se excusó.
—¡________! ¡Aquí estás! —La señorita Heloise Parkthwaite, una cincuentona corta de vista, surgió de la nada y oprimió con firmeza el brazo de ________—. ¡Te he buscado por todos lados! ¿Podrías ser tan amable de acompañarme a arreglarme el dobladillo?
________ sintió una oleada de alivio; estaba salvada.
—Por supuesto, Heloise, querida —dijo. Arrancó la mano del agarre de Oxford y le brindó una sonrisa de consuelo—. ¿Quizá en otra ocasión, milord?
—¡Por supuesto! No dejaré que se libre de mí con tanta facilidad la próxima vez. —Oxford acompañó las frases con una ancha sonrisa, y ella le respondió con una risita ahogada, que contuvo antes de darse la vuelta para acompañar a Heloise al salón de las damas.
_________ tomó a Heloise del brazo y la mujer comenzó a charlar sobre los atrevidos corpiños que estaban de moda ese año. Al asentir con la cabeza y murmurar lo que se esperaba que dijera, la joven pareció intrigada y entretenida y se dispuso a dejar vagar su mente, olvidándose del extraño encuentro con Oxford para pensar en la lista.
Decidió al momento que si debía sufrir otra tarde de pesadas conversaciones con las solteronas, bien se merecía otra aventura. De hecho, sintió la enorme tentación de empujar a Heloise al salón de damas y aprovechar la oportunidad para escapar y llevar a cabo alguno de los puntos de su lista.
Si, por supuesto, llegaban en algún momento al salón de damas. La mujer se había detenido en medio de la estancia y observaba a la multitud con los ojos entrecerrados.
—¿Es Joseph aquel que veo allí? ¡Qué extraño!
El corazón de ________ se saltó un latido ante esas palabras, y miró en la dirección que señalaba Heloise, pero dada su falta de altura no pudo ver nada más que a las personas que la rodeaban. Al momento negó con la cabeza y dejó de buscar, recordando lo horrible que era la vista de su amiga. No podía tratarse de Joe.
—No, no puede ser Joseph —afirmó Heloise al mismo tiempo—. Rara vez asiste a los bailes. Debe de ser Nicholas.
________ soltó el aire que no sabía que retenía. Por supuesto. Sería lord Nicholas. «Por favor, que sea lord Nicholas.»
—Sin embargo, me resulta extraño que se dirija hacia nosotras.
La joven ya no fue capaz de contenerse, giró bruscamente la cabeza justo a tiempo de ver a un alto y magnífico caballero que, con los ojos marrones llenos de determinación, se acercaba a ellas con elegantes pasos.
No se trataba de lord Nicholas.
________ lo habría sabido incluso aunque la falta de la cicatriz no hubiera revelado su identidad. Los hombros de Nicholas no eran tan anchos, su mandíbula no era tan fuerte y sus ojos no eran tan voraces como los de su hermano. Nick jamás le había hecho contener la respiración ni acelerado el corazón; no le había provocado pensamientos absolutamente inconcebibles.
No, el hombre que se acercaba a ellas no era Nicholas Jonas.
Pero ¡oh, cómo deseó que lo fuera!
________ miró con rapidez hacia todos los lados, buscando la ruta más rápida y menos abarrotada para escapar y evitar un encuentro con Joe. La multitud parecía bloquear todas las salidas, con excepción, claro está, de aquella por donde él se acercaba. Entonces lo miró fijamente y le observó arquear una ceja oscura.
Estaba atrapada. Atrapada con una efervescente Heloise que farfullaba de tal manera que parecía que hacía años que no se le acercaba un caballero tan bien parecido.
Tampoco era algo que le ocurriera a ________ con frecuencia.
—¡Lord Nicholas! —dijo Heloise con voz aguda y demasiado alta—. ¡Cómo me alegro de verlo!
—Heloise, querida —susurró _________ a su compañera—. Es Joseph.
—¡Oh, por supuesto! Discúlpeme, lord Joseph. —Hizo una rápida reverencia.
—No es necesario disculparse, señorita Parkthwaite. —Se inclinó sobre la mano enguantada de Heloise antes de añadir—. Le aseguro que lo considero un gran elogio, mi hermano es, con creces, el mejor de los dos.
—Oh, no, milord. —Heloise se rió disimuladamente, sonrojándose con agitación como un colibrí borracho—. ¡Claro que no!
Joe le guiñó un ojo antes de hablar.
—Bueno, Dios me libre de mostrarme en desacuerdo con una dama.
Las palabras provocaron en Heloise un ataque de risa mientras Joe miraba a _________, que le tendió la mano. Él se inclinó sobre su brazo, provocándole un escalofrío por la espalda.
—Lady ________, esperaba que me concediera el primer baile que tuviera disponible.
Heloise contuvo el aliento, sorprendida.
—¿Perdón? —farfulló _________.
—El primer baile disponible —repitió Joe, pasando la mirada de una mujer a otra como si las dos se hubieran vuelto locas—. Admito que ya no asisto a tantos bailes como debiera, pero la gente todavía baila, ¿verdad?
—¡Oh, sí! En efecto, milord —aseguró Heloise servicialmente.
—En ese caso —los ojos de Joe chispearon divertidos—, ¿puede dejarme su carnet de baile, lady _________?
—No tengo. —Bailaba en tan raras ocasiones que no lo necesitaba.
Él tardó un momento en asimilar sus palabras.
—Excelente. Eso simplifica mucho las cosas, ¿no cree? —Joe se volvió hacia Heloise—. ¿Le importa que le robe a su compañera?
—¡En absoluto! —farfulló Heloise, que apenas podía negar con la cabeza.
________ se mantuvo inmóvil, como si los pies le hubieran echado raíces, negándose a ser conducida a la pista de baile. No podía bailar el vals con Joe. No su primer vals. Aquello la arruinaría para bailar con cualquier otro.
«Los hombres como Joseph no son para las mujeres como tú, ________.»
No. Claro que no lo eran. En especial no lo eran cuando amenazaban con bailar el vals con ella. El instinto de supervivencia hizo que ________ negara con la cabeza.
—Oh, no es posible, milord. Le he prometido a Heloise que la acompañaría a…
—¡Tonterías! —dijo la mujer con la voz aguda y jadeante—. ¡Estaré bien! Debes ir a bailar con él, ________. —Por último, Heloise señaló a Joe antes de asentir vigorosamente.
Y la decisión quedó tomada.
Joe la arrastró al centro de la pista para bailar con ella su primer vals.
Cuando él la hizo girar entre la gente, vio que su madre y su radiante hermana la observaban desde el otro lado del salón. La condesa viuda parecía horrorizada. ________ la saludó con una inclinación de cabeza aparentando naturalidad. ¡Como si los marqueses apuestos se acercaran a ella en cada baile al que asistía!
—Ciertamente ha dado algo de lo que hablar a todo el mundo, milord —dijo, desesperada por quitarle importancia al asunto por su propio bien.
—Supongo que se refiere a mi asistencia. Bueno, he pensado que, con Juliana a punto de debutar, debería comenzar a congraciarme con la sociedad. —Tras una larga pausa añadió—: ¿Por qué no suele bailar?
_________ consideró la pregunta durante un momento antes de responder.
—Lo hice durante varios años. Luego… dejé de hacerlo.
—¿Por qué? —presionó él, insatisfecho con la respuesta.
—Las parejas no me gustaban —le confesó con una sonrisa—. Los que no eran cazadotes, eran demasiado viejos, o aburridos o… simplemente desagradables. Comenzó a resultarme más fácil evitar las invitaciones que soportar su compañía.
—Espero que no considere desagradable bailar conmigo.
Ella se permitió mirarlo a los ojos. Observó que parecía divertido. No. Joe no era desagradable ni por asomo.
—No, milord —aseguró ella. La suavidad de su tono traicionó sus pensamientos antes de añadir—: Ni tampoco se lo parece a la señorita Heloise. Estaba realmente encantada con usted.
—Uno debe utilizar en su propio beneficio todos los dones que Dios le ha dado, lady ________.
—Estoy segura de que usted lo hace bastante bien.
—Le aseguro que lo hago muy bien —afirmó con la voz más ronca.
—Su reputación le precede, milord —dijo ella, negándose a sentirse cohibida en su presencia. No percibió el doble sentido de sus palabras hasta que las hubo dicho.
Él arqueó una ceja.
—¿De veras?
A ________ comenzaron a arderle las mejillas y clavó la mirada en el elaborado nudo de la corbata, deseando ser tan desenvuelta y atractiva como las mujeres con las que él acostumbraba a bailar. Ellas sabrían, por supuesto, cómo coquetear.
—Vamos, lady ________ —bromeó él—, ¿a cuál de las reprobables acciones de mi pasado se refiere ahora?
Buscó de nuevo su mirada y supo que le estaba lanzando un reto.
—Oh, a muchas de ellas, milord —señaló con ligereza, como si estuviera pasando el rato—. ¿Es cierto que en una ocasión saltó desde el balcón de una desafortunada condesa y cayó sobre el acebo que había debajo?
Joe agrandó los ojos un poco al escuchar aquella pregunta antes de que estos brillaran de diversión.
—Un caballero no puede confirmar ni negar tal cosa.
________ se rió.
—Al contrario, milord. Un caballero lo negaría.
Él sonrió. Una sonrisa amplia y atractiva, y ________ agradeció el silencio que cayó entre ellos, pues no estaba segura de que pudiera encontrar palabras que hicieran frente a tan extraña sonrisa. Se concentró en el baile, en el sonido de la música, en el balanceo de sus cuerpos. Si ese iba a ser su primer y único vals, quería recordar cada instante. Cerró los ojos y permitió que Joe la guiara alrededor de la pista, consciente de la mano enguantada que él había puesto en su cintura, del roce de la larga pierna musculosa contra la suya mientras giraban sobre el suelo. Tras varios momentos, se desorientó y abrió los ojos, sin saber si su leve mareo era debido al baile o al hombre en sí. Cuando clavó la mirada en los ojos de Joe, aceptó la verdad.
Era, por supuesto, debido al hombre.
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
:suspect: :suspect: :suspect: :suspect: :suspect:
que se creeee ese oxfor???
bailar con el???
jejejejejej
lo bueno que nos salvaron a tiempo
y
aaaaaiiii
joeeeeee
bailamos nuestro primer vals con eeeellllll:oops: :oops: :oops:
siguela porfaaaaa
que se creeee ese oxfor???
bailar con el???
jejejejejej
lo bueno que nos salvaron a tiempo
y
aaaaaiiii
joeeeeee
bailamos nuestro primer vals con eeeellllll:oops: :oops: :oops:
siguela porfaaaaa
chelis
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
chelis escribió::suspect: :suspect: :suspect: :suspect: :suspect:
que se creeee ese oxfor???
bailar con el???
jejejejejej
lo bueno que nos salvaron a tiempo
y
aaaaaiiii
joeeeeee
bailamos nuestro primer vals con eeeellllll:oops: :oops: :oops:
siguela porfaaaaa
AJAJAJA OXFORD VA A SER UNO DE LOS PERSONAJES MENOS QUERIBLES DE LA NOVE, CON EL PASO DE LOS CAPITULOS SE VAN A DAR CUENTA :/
Y SI JOE ES UN AMOOOOOOOOOR ♥
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
CHICAS SI ALGUNA TIENE TUMBLR ME PUEDEN SEGUIR EN HTTP://NEXTOYOU.TUMBLR.COM O EN TWITTER HTTP://TWITTER.COM/#!/FLORDEJONAS ;)
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
F l r e n c i a. escribió:chelis escribió::suspect: :suspect: :suspect: :suspect: :suspect:
que se creeee ese oxfor???
bailar con el???
jejejejejej
lo bueno que nos salvaron a tiempo
y
aaaaaiiii
joeeeeee
bailamos nuestro primer vals con eeeellllll:oops: :oops: :oops:
siguela porfaaaaa
AJAJAJA OXFORD VA A SER UNO DE LOS PERSONAJES MENOS QUERIBLES DE LA NOVE, CON EL PASO DE LOS CAPITULOS SE VAN A DAR CUENTA :/
Y SI JOE ES UN AMOOOOOOOOOR ♥
en seriooooo????
aaaiiii
entonces siguela porfaaaaa
aaaandaaaaaaaaa
chelis
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Hola aqi nueva lectora me gusta mucho tu nove
siguela plis
siguela plis
Nani Jonas
chelis
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
HOLA CHICAS :D
MUCHISIMAS GRACIAS POR SUS COMENTS
BIENVENIDA Nani Jonas A LA NOVE :happy:
YA MISMO ESTOY SUBIENDO UN CAP!
BEEEEEEEEESOS
MUCHISIMAS GRACIAS POR SUS COMENTS
BIENVENIDA Nani Jonas A LA NOVE :happy:
YA MISMO ESTOY SUBIENDO UN CAP!
BEEEEEEEEESOS
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Cerró los ojos y permitió que Joe la guiara alrededor de la pista, consciente de la mano enguantada que él había puesto en su cintura, del roce de la larga pierna musculosa contra la suya mientras giraban sobre el suelo. Tras varios momentos, se desorientó y abrió los ojos, sin saber si su leve mareo era debido al baile o al hombre en sí. Cuando clavó la mirada en los ojos de Joe, aceptó la verdad.
Era, por supuesto, debido al hombre.
Continuación del capítulo nº 6
—Esperaba que pudiéramos hablar sobre mi hermana.
________ se tragó la decepción. A pesar de haber estado en compañía de Juliana tres veces esa semana, no había visto a Joe durante las visitas, lo que probablemente fuera lo mejor, considerando que se convertía en una cabeza hueca cuando él estaba cerca.
—Me pregunto cuándo cree que mi hermana estará preparada para pisar los salones de baile de Londres —continuó él, ignorando los pensamientos de la joven.
—Creo que dentro de una semana más o menos. Juliana es una alumna muy avezada, milord. Dentro de poco, tanto su hermano como usted notarán sus progresos.
—Le agradecería que fuera de compras con ella —solicitó él, asintiendo con la cabeza, satisfecho con la respuesta—. Necesita vestidos nuevos.
La sorpresa de ________ fue mayúscula.
—No estoy segura de que yo sea la compañía más adecuada para ir de compras, milord.
—A mí sí me lo parece.
—Debería pedírselo a alguien que estuviera al tanto de la última moda —intentó ella.
—Quiero que sea usted —las palabras fueron claras y taxativas.
________ sabía cuándo no tenía las de ganar. Tras una pausa, asintió con la cabeza, mostrando su acuerdo.
—Tendré que echarle un vistazo a su armario para saber lo que necesita.
—No. Necesita de todo. Quiero un ajuar completo. Lo mejor y a la última moda. —Su tono no dejaba lugar a dudas—. No permitiré que esté en inferioridad de condiciones.
—Pero si apenas se quedará aquí dos meses…
—¿De verdad piensa que permitiré que regrese a Italia?
—Pues… —________ notó la determinación en su voz—. No, supongo que no. Pero, milord… —dijo con delicadeza, sin saber cómo indicar el gasto que supondría una petición tan extravagante.
—No importa lo que cueste. Quiero que mi hermana tenga lo mejor.
—De acuerdo. —Accedió ella en un susurro, decidiendo que, sin duda, era mucho mejor disfrutar del baile que discutir con él.
Joe le permitió seguir los movimientos en silencio unos momentos antes de volver a hablar.
—También me gustaría discutir con usted los requisitos necesarios para obtener una invitación para Almack's.
_________ abrió los ojos como platos. No respondió al instante, sopesando la respuesta.
—Es posible que Almack's no sea el mejor lugar para la presentación de Juliana, milord.
—¿Por qué no? Una vez que sea aceptada allí será mucho más fácil que la admita el resto de la sociedad, ¿no es cierto?
—En efecto —convino ________—. Sin embargo, las patrocinadoras no reparten invitaciones sin ton ni son. Hay que cumplir una serie de requisitos.
Joe entrecerró los ojos.
—¿Está diciéndome que no cree que Juliana cumpla los requisitos para recibir una invitación?
—Creo que las damas de Almack's —dijo ________ tras pensar bien sus palabras—, encontrarán que su hermana posee unos modales impecables y…
—Ah, pero los modales impecables no son suficiente para ellas, ¿verdad, lady ________?
Ella lo miró a los ojos.
—No, milord.
—¿Es por mí? ¿O quizá por mi madre?
—Este no es el mejor lugar para discutir…
—Tonterías. Estamos en sociedad. ¿No se discuten todos los temas importantes en los salones de baile? —Su tono rezumaba sarcasmo.
Si ________ no estuviera al tanto de la frustración que le provocaba la situación, se habría sentido ofendida por su frivolidad.
Él apartó la vista y miró sin ver por encima de su cabeza. La joven se mantuvo callada, meditando cuidadosamente qué decir.
—Si Juliana tuviera un título de nobleza… o si no viviera en Ralston House… —Cambió de táctica—. Podría resultar mucho más fácil que Juliana fuera aceptada si evitamos Almack's.
Joe se quedó callado, pero ella notó el cambio que se había operado en él. Los brazos con que la sostenía denotaban una fuerte tensión. Tras varios momentos, la miró a los ojos.
—No quiero hacerle daño.
—Ni yo. —Era cierto.
Él hizo una pausa, como si pensara que le podía leer los pensamientos.
—¿Funcionará?
—Lo intentaré con todas mis fuerzas. —Y lo haría.
Él curvó los labios con tanta rapidez que si ella no hubiera estado mirándolo, no lo habría percibido.
—Qué segura de sí misma.
—Una no se pasa la vida en los márgenes de los salones de baile sin aprender un par de cosas sobre qué se requiere para ser la incomparable de la temporada, milord.
—Si alguien puede ayudar a Juliana a navegar por estas aguas infestadas de tiburones, creo que será usted, lady ________. —Las palabras, pronunciadas con respeto, provocaron una cálida sensación en su interior, que ella intentó ignorar sin éxito.
El vals terminó, y las faldas se arremolinaron en torno a sus piernas.
—¿Puedo pedirle que me escolte junto a mi madre? —se arriesgó a preguntar _________.
Él reconoció de inmediato la lógica en sus palabras.
—¿Cree que una sola conversación con su madre los convencerá de que me he reformado?
—Le aseguro que no dolerá. —Ella le sonrió mientras recorrían el borde de la pista—. Se está olvidando de una de las premisas más importantes de la sociedad londinense.
—¿Cuál?
—Los marqueses ricos y solteros siempre son recibidos con los brazos abiertos cuando ven de nuevo la luz.
Él se detuvo y le pasó un dedo por los nudillos lentamente mientras se inclinaba para hablarle al oído.
—¿Y si no estoy seguro de querer salir de la oscuridad?
A ella le bajó un escalofrío por la espalda ante esas palabras, más por el roce de su respiración que por el sonido en sí.
—Me temo que es ya demasiado tarde —dijo ella con una tosecilla para aclararse la voz.
—¡Lord Joseph! —La aguda y excitada voz de la condesa viuda precedió la presencia de Mariana y su madre, quienes parecían haberlos observado durante todo el vals esperando el momento de que terminara—. Qué afortunados somos de contar con su presencia.
Joe le ofreció una reverencia.
—Yo soy el afortunado por haber sido invitado, milady. Lady Mariana, está usted radiante. ¿Puedo ofrecerle mis mejores deseos de felicidad por su próximo enlace?
Mariana esbozó una cálida sonrisa ante los halagos de Joe y le tendió la mano.
—Gracias, milord. Por cierto, ¿puedo decirle que estoy ansiosa por conocer a su hermana? ________ solo ha contado maravillas de ella.
—Lady _________ ha sido la mejor amiga que Juliana podría haber encontrado desde que llegó. —Miró hacia ________ y añadió—: Opino que nadie mejor que ella para asegurar el éxito de mi hermana.
—Está en lo cierto, por supuesto, milord —dijo lady Allendale—. La reputación de ________ es impecable y, considerando su edad y situación, será la madrina ideal para la señorita Juliana.
________ dio un respingo interior ante las palabras de su madre, las cuales —ya fueran intencionadas o no— hacían hincapié en su estatus de solterona intocable. El auténtico significado de la declaración de lady Allendale no podría haber sido más obvio si hubiera anunciado que ________ había tomado los hábitos de monja.
Lady Allendale se inclinó hacia delante.
—¿Puedo preguntarle, milord, cómo es que ________ y usted llegaron a ponerse de acuerdo para colaborar en la presentación de su hermana en sociedad?
________ miró a Joe fijamente con el corazón en un puño. ¿Cómo evitaría decir la verdad?
—Le confieso, lady Allendale, que fue idea mía —confesó él con serenidad—. Tuve la extraordinaria fortuna de que lady ________ estuviera en el lugar correcto en el momento adecuado. No sé cómo podré recompensarla por sus esfuerzos.
_________ agrandó los ojos al oír tal respuesta, ¿había detectado un tono provocador en sus palabras? Volvió la atención hacia su madre, que parecía totalmente apaciguada por la respuesta del marqués, como si fuera normal que los libertinos pidieran ayuda a su hija solterona con unos propósitos no demasiado claros.
Tenía que terminar con esa farsa de inmediato.
Antes de que su madre hiciera algo realmente mortificante. Como si no bastara con estar vestida de seda color berenjena adornada con plumas de pavo real. Con demasiadas plumas, por cierto.
—Mamá, lord Joseph se ha ofrecido a escoltarme al buffet —dijo, evitando la mirada de Joe mientras mentía con la misma facilidad que él—. ¿Deseas que te traigamos algo?
—Oh, no, gracias. —La condesa viuda agitó el abanico en el aire despectivamente antes de poner la mano en el brazo del marqués y mirarlo fijamente—. Milord, espero poder conocer a su hermana muy pronto. ¿Quizá podría traerla a almorzar? —No era una pregunta.
Joe inclinó la cabeza con elegancia, aceptando la oferta de la condesa.
—Estoy seguro de que Juliana disfrutará de tal acontecimiento, lady Allendale.
—Excelente —confirmó la madre de ________ con firmeza.
Dicho eso, lady Allendale se alejó con la pobre Mariana a remolque, para saludar a más invitados. Joe le ofreció el brazo a ________.
—Estaré encantado de escoltarla hasta el buffet, lady ________ —dijo con una mueca.
Ella se apoyó en su brazo.
—Perdone la mentira.
—Tranquila. —Caminaron en silencio durante varios momentos antes de añadir—: Gracias. —Con aquella sencilla palabra, reconocía tácitamente que la intervención de su familia y la invitación de su madre eran de vital importancia para la aceptación de Juliana en sociedad.
_________ no le respondió, sus pensamientos estaban centrados en el sorprendente giro que habían dado los acontecimientos aquella noche. Consciente del calor que despedía el brazo de Joe bajo su mano y de los ojos de toda la aristocracia de Londres clavados en ellos mientras recorrían el salón de baile, no pudo dejar de preguntarse lo diferente que se había vuelto aquella velada en particular.
—No me dé las gracias con tanta rapidez, milord —recomendó ________ con prudencia—. Después de todo, como usted ha indicado con tanto tacto, aún no he reclamado mi pago.
Joe bajó la mirada hacia ella.
—Ya lo había notado. Supongo que me lo indicará ahora, ¿qué se le ha ocurrido?
—Me temo que nada aún. Pero sin embargo, tengo una pregunta más bien extraña y me gustaría que me diera una respuesta.
—Por supuesto. Estaré encantado de complacerla.
La joven tragó saliva y se armó de valor, tratando de sonar lo más casual posible.
—¿Podría recomendarme una buena taberna en Londres? —preguntó.
Desde luego, no era ni la más discreta ni la más delicada de las preguntas, pero _________ esperaba la respuesta con demasiada ansia como para andarse con rodeos e intentar algo que no fuera un acercamiento directo.
Joe no debió de dar crédito a lo que había oído, pero ocultó perfectamente la sorpresa que sintió. De hecho, salvo una rápida mirada de reojo en su dirección, continuó caminando entre las parejas que bloqueaban su camino sin pausa y con habilidad.
—¿Perdón? ¿Ha dicho una taberna?
—Sí. Una taberna. —Ella asintió con la cabeza al tiempo que le brindaba una sonrisa, esperando que él no la presionara.
—¿Para qué?
Esperaba su curiosidad e intentó inventarse una explicación.
—Pues… milord. —Se interrumpió, pensando—. Mi hermano, Kevin —esperó la inclinación de cabeza de Joe antes de continuar—, pues bien… Kevin anda buscando un nuevo lugar que frecuentar… y pensé que usted podría conocer la respuesta a su problema.
—Seguro que puedo recomendarle alguna. Lo comentaré con él.
—¡No!
Él arqueó una ceja ante aquella impetuosa respuesta.
—¿No?
________ se aclaró la voz con rapidez.
—No, milord. —Se detuvo, buscando inspiración—. Es que mi hermano… no apreciaría que yo hubiera hablado con usted de este tema.
—Tampoco él debería haberlo tratado con usted.
—Cierto. —________ intentó mostrarse realmente abochornada—. Así que será mejor que me facilite el nombre de un lugar adecuado… para un caballero, por supuesto… y yo se lo recomendaré con disimulo. Cuando se presente la ocasión oportuna.
________ se había concentrado tanto en tramar aquella historia que no se había dado cuenta de que se habían detenido. Joe la había conducido hacia uno de los nichos que había en el extremo más alejado del salón, donde quedaban ocultos de las miradas de los invitados.
—Es usted una mentirosa horrible —dijo él, girándose hacia ella.
_________ abrió los ojos como platos, sin tener que fingir sorpresa.
—¿Milord?
—Miente. Incluso si sus palabras hubieran parecido ciertas, y no me lo han parecido, no es capaz de disimular sus pensamientos.
Ella abrió la boca para responderle, pero no se le ocurrió nada para rebatirle y la volvió a cerrar.
—Lo que pensaba. No sé por qué o para quién busca una taberna y me parece una petición muy extraña, en especial tratándose de una dama… —Ella abrió la boca otra vez, pero él levantó una mano para que no hablara—. Sin embargo, me siento bastante magnánimo esta noche… y satisfaré su petición.
Ella no pudo evitar una sonrisa.
—Gracias, milord.
—No me dé las gracias con tanta rapidez.
_________ entrecerró los ojos al reconocer las mismas palabras que ella le había dicho solo unos momentos antes.
—¿Qué es lo que quiere?
Esperaba cualquier cosa de él en ese momento, otra petición con respecto a las lecciones de Juliana, una invitación para Almack's, para una cena en casa de su madre, o incluso en la de la madre de Rivington. Estaba de acuerdo. En ese momento, cualquiera de ellas le parecía una solicitud justa a cambio del nombre de una taberna en la que poder continuar sus aventuras.
Sin embargo, no esperaba verle sonreír. Y bueno, cuando lo hizo, cuando esbozó aquella amplia, ladina y lobuna sonrisa que le hizo estremecerse de los pies a la cabeza, no estaba preparada. Un ramalazo de calor se extendió por todo su cuerpo y se le desbocó el corazón. No pudo evitar clavar los ojos en los dientes blancos, ni en los labios plenos y suaves.
«Jamás me había parecido tan guapo.»
Joe se aprovechó de su estado indefenso y se acercó a ella hasta que la obligó a apoyar la espalda contra la pared. _________ se dio cuenta entonces de que el pequeño nicho era un mar en calma comparado con el bullicio de la multitud que había en el salón de baile. Había elegido un rincón que quedaba casi oculto por una maciza columna y un grupo de helechos enormes, donde podían encontrar un poco de intimidad.
A él no parecía importarle que lo más granado de la sociedad estuviera a solo unos pasos.
Se puso nerviosa.
Joe alargó la mano y le pasó un dedo por el brazo, dejando un rastro de fuego en el recorrido que siguió hasta su mano enguantada, que tomó en la de él y giró, descubriendo la muñeca ante su vista. Le rozó la delicada piel de la zona con el pulgar, haciendo que se le disparara el pulso. Todo su mundo se redujo a ese momento, a esa caricia. No podía apartar la mirada del punto donde la tocaba. El calor de su mano y el roce constante del pulgar la consumían y amenazaban con privarla de la cordura.
No supo durante cuánto tiempo permaneció haciéndole aquello ni durante cuánto le acarició los dedos antes de llevárselos a los labios y presionar su boca contra la piel desnuda de la muñeca. Ella cerró los ojos para hacer frente a la oleada de sensaciones que acompañó al gesto; la suavidad de sus labios, que estaban lo suficientemente separados como para darle un beso caliente y húmedo antes de que le rozara con los dientes aquel sensible lugar. ________ se oyó gemir y abrió los ojos a tiempo de ver cómo le lamía la piel, tranquilizándola. Entonces, Joe le sostuvo la mirada mientras seguía haciendo estragos en sus sentidos, y ella no pudo sino observarlo, segura de que él sabía exactamente lo que estaba provocándole.
Con un último beso, el marqués le soltó la mano, pero le sostuvo la mirada mientras se inclinaba sobre ella. Cuando habló, sus palabras fueron apenas una brisa y no un sonido, que le rozó suavemente la piel de la sien.
—El perro y la paloma.
Al principio _________ se sintió confusa. A pesar de que no había estado segura de lo que él le diría, no esperaba eso. Entonces, en el interior de la espesa neblina de sensualidad que él había creado a su alrededor, comprendió. Agrandó los ojos. Pero antes de que pudiera decir nada, él se había ido, dejándola a solas para que recobrara el juicio.
Sin embargo, le había dado el nombre de una taberna.
Era, por supuesto, debido al hombre.
Continuación del capítulo nº 6
—Esperaba que pudiéramos hablar sobre mi hermana.
________ se tragó la decepción. A pesar de haber estado en compañía de Juliana tres veces esa semana, no había visto a Joe durante las visitas, lo que probablemente fuera lo mejor, considerando que se convertía en una cabeza hueca cuando él estaba cerca.
—Me pregunto cuándo cree que mi hermana estará preparada para pisar los salones de baile de Londres —continuó él, ignorando los pensamientos de la joven.
—Creo que dentro de una semana más o menos. Juliana es una alumna muy avezada, milord. Dentro de poco, tanto su hermano como usted notarán sus progresos.
—Le agradecería que fuera de compras con ella —solicitó él, asintiendo con la cabeza, satisfecho con la respuesta—. Necesita vestidos nuevos.
La sorpresa de ________ fue mayúscula.
—No estoy segura de que yo sea la compañía más adecuada para ir de compras, milord.
—A mí sí me lo parece.
—Debería pedírselo a alguien que estuviera al tanto de la última moda —intentó ella.
—Quiero que sea usted —las palabras fueron claras y taxativas.
________ sabía cuándo no tenía las de ganar. Tras una pausa, asintió con la cabeza, mostrando su acuerdo.
—Tendré que echarle un vistazo a su armario para saber lo que necesita.
—No. Necesita de todo. Quiero un ajuar completo. Lo mejor y a la última moda. —Su tono no dejaba lugar a dudas—. No permitiré que esté en inferioridad de condiciones.
—Pero si apenas se quedará aquí dos meses…
—¿De verdad piensa que permitiré que regrese a Italia?
—Pues… —________ notó la determinación en su voz—. No, supongo que no. Pero, milord… —dijo con delicadeza, sin saber cómo indicar el gasto que supondría una petición tan extravagante.
—No importa lo que cueste. Quiero que mi hermana tenga lo mejor.
—De acuerdo. —Accedió ella en un susurro, decidiendo que, sin duda, era mucho mejor disfrutar del baile que discutir con él.
Joe le permitió seguir los movimientos en silencio unos momentos antes de volver a hablar.
—También me gustaría discutir con usted los requisitos necesarios para obtener una invitación para Almack's.
_________ abrió los ojos como platos. No respondió al instante, sopesando la respuesta.
—Es posible que Almack's no sea el mejor lugar para la presentación de Juliana, milord.
—¿Por qué no? Una vez que sea aceptada allí será mucho más fácil que la admita el resto de la sociedad, ¿no es cierto?
—En efecto —convino ________—. Sin embargo, las patrocinadoras no reparten invitaciones sin ton ni son. Hay que cumplir una serie de requisitos.
Joe entrecerró los ojos.
—¿Está diciéndome que no cree que Juliana cumpla los requisitos para recibir una invitación?
—Creo que las damas de Almack's —dijo ________ tras pensar bien sus palabras—, encontrarán que su hermana posee unos modales impecables y…
—Ah, pero los modales impecables no son suficiente para ellas, ¿verdad, lady ________?
Ella lo miró a los ojos.
—No, milord.
—¿Es por mí? ¿O quizá por mi madre?
—Este no es el mejor lugar para discutir…
—Tonterías. Estamos en sociedad. ¿No se discuten todos los temas importantes en los salones de baile? —Su tono rezumaba sarcasmo.
Si ________ no estuviera al tanto de la frustración que le provocaba la situación, se habría sentido ofendida por su frivolidad.
Él apartó la vista y miró sin ver por encima de su cabeza. La joven se mantuvo callada, meditando cuidadosamente qué decir.
—Si Juliana tuviera un título de nobleza… o si no viviera en Ralston House… —Cambió de táctica—. Podría resultar mucho más fácil que Juliana fuera aceptada si evitamos Almack's.
Joe se quedó callado, pero ella notó el cambio que se había operado en él. Los brazos con que la sostenía denotaban una fuerte tensión. Tras varios momentos, la miró a los ojos.
—No quiero hacerle daño.
—Ni yo. —Era cierto.
Él hizo una pausa, como si pensara que le podía leer los pensamientos.
—¿Funcionará?
—Lo intentaré con todas mis fuerzas. —Y lo haría.
Él curvó los labios con tanta rapidez que si ella no hubiera estado mirándolo, no lo habría percibido.
—Qué segura de sí misma.
—Una no se pasa la vida en los márgenes de los salones de baile sin aprender un par de cosas sobre qué se requiere para ser la incomparable de la temporada, milord.
—Si alguien puede ayudar a Juliana a navegar por estas aguas infestadas de tiburones, creo que será usted, lady ________. —Las palabras, pronunciadas con respeto, provocaron una cálida sensación en su interior, que ella intentó ignorar sin éxito.
El vals terminó, y las faldas se arremolinaron en torno a sus piernas.
—¿Puedo pedirle que me escolte junto a mi madre? —se arriesgó a preguntar _________.
Él reconoció de inmediato la lógica en sus palabras.
—¿Cree que una sola conversación con su madre los convencerá de que me he reformado?
—Le aseguro que no dolerá. —Ella le sonrió mientras recorrían el borde de la pista—. Se está olvidando de una de las premisas más importantes de la sociedad londinense.
—¿Cuál?
—Los marqueses ricos y solteros siempre son recibidos con los brazos abiertos cuando ven de nuevo la luz.
Él se detuvo y le pasó un dedo por los nudillos lentamente mientras se inclinaba para hablarle al oído.
—¿Y si no estoy seguro de querer salir de la oscuridad?
A ella le bajó un escalofrío por la espalda ante esas palabras, más por el roce de su respiración que por el sonido en sí.
—Me temo que es ya demasiado tarde —dijo ella con una tosecilla para aclararse la voz.
—¡Lord Joseph! —La aguda y excitada voz de la condesa viuda precedió la presencia de Mariana y su madre, quienes parecían haberlos observado durante todo el vals esperando el momento de que terminara—. Qué afortunados somos de contar con su presencia.
Joe le ofreció una reverencia.
—Yo soy el afortunado por haber sido invitado, milady. Lady Mariana, está usted radiante. ¿Puedo ofrecerle mis mejores deseos de felicidad por su próximo enlace?
Mariana esbozó una cálida sonrisa ante los halagos de Joe y le tendió la mano.
—Gracias, milord. Por cierto, ¿puedo decirle que estoy ansiosa por conocer a su hermana? ________ solo ha contado maravillas de ella.
—Lady _________ ha sido la mejor amiga que Juliana podría haber encontrado desde que llegó. —Miró hacia ________ y añadió—: Opino que nadie mejor que ella para asegurar el éxito de mi hermana.
—Está en lo cierto, por supuesto, milord —dijo lady Allendale—. La reputación de ________ es impecable y, considerando su edad y situación, será la madrina ideal para la señorita Juliana.
________ dio un respingo interior ante las palabras de su madre, las cuales —ya fueran intencionadas o no— hacían hincapié en su estatus de solterona intocable. El auténtico significado de la declaración de lady Allendale no podría haber sido más obvio si hubiera anunciado que ________ había tomado los hábitos de monja.
Lady Allendale se inclinó hacia delante.
—¿Puedo preguntarle, milord, cómo es que ________ y usted llegaron a ponerse de acuerdo para colaborar en la presentación de su hermana en sociedad?
________ miró a Joe fijamente con el corazón en un puño. ¿Cómo evitaría decir la verdad?
—Le confieso, lady Allendale, que fue idea mía —confesó él con serenidad—. Tuve la extraordinaria fortuna de que lady ________ estuviera en el lugar correcto en el momento adecuado. No sé cómo podré recompensarla por sus esfuerzos.
_________ agrandó los ojos al oír tal respuesta, ¿había detectado un tono provocador en sus palabras? Volvió la atención hacia su madre, que parecía totalmente apaciguada por la respuesta del marqués, como si fuera normal que los libertinos pidieran ayuda a su hija solterona con unos propósitos no demasiado claros.
Tenía que terminar con esa farsa de inmediato.
Antes de que su madre hiciera algo realmente mortificante. Como si no bastara con estar vestida de seda color berenjena adornada con plumas de pavo real. Con demasiadas plumas, por cierto.
—Mamá, lord Joseph se ha ofrecido a escoltarme al buffet —dijo, evitando la mirada de Joe mientras mentía con la misma facilidad que él—. ¿Deseas que te traigamos algo?
—Oh, no, gracias. —La condesa viuda agitó el abanico en el aire despectivamente antes de poner la mano en el brazo del marqués y mirarlo fijamente—. Milord, espero poder conocer a su hermana muy pronto. ¿Quizá podría traerla a almorzar? —No era una pregunta.
Joe inclinó la cabeza con elegancia, aceptando la oferta de la condesa.
—Estoy seguro de que Juliana disfrutará de tal acontecimiento, lady Allendale.
—Excelente —confirmó la madre de ________ con firmeza.
Dicho eso, lady Allendale se alejó con la pobre Mariana a remolque, para saludar a más invitados. Joe le ofreció el brazo a ________.
—Estaré encantado de escoltarla hasta el buffet, lady ________ —dijo con una mueca.
Ella se apoyó en su brazo.
—Perdone la mentira.
—Tranquila. —Caminaron en silencio durante varios momentos antes de añadir—: Gracias. —Con aquella sencilla palabra, reconocía tácitamente que la intervención de su familia y la invitación de su madre eran de vital importancia para la aceptación de Juliana en sociedad.
_________ no le respondió, sus pensamientos estaban centrados en el sorprendente giro que habían dado los acontecimientos aquella noche. Consciente del calor que despedía el brazo de Joe bajo su mano y de los ojos de toda la aristocracia de Londres clavados en ellos mientras recorrían el salón de baile, no pudo dejar de preguntarse lo diferente que se había vuelto aquella velada en particular.
—No me dé las gracias con tanta rapidez, milord —recomendó ________ con prudencia—. Después de todo, como usted ha indicado con tanto tacto, aún no he reclamado mi pago.
Joe bajó la mirada hacia ella.
—Ya lo había notado. Supongo que me lo indicará ahora, ¿qué se le ha ocurrido?
—Me temo que nada aún. Pero sin embargo, tengo una pregunta más bien extraña y me gustaría que me diera una respuesta.
—Por supuesto. Estaré encantado de complacerla.
La joven tragó saliva y se armó de valor, tratando de sonar lo más casual posible.
—¿Podría recomendarme una buena taberna en Londres? —preguntó.
Desde luego, no era ni la más discreta ni la más delicada de las preguntas, pero _________ esperaba la respuesta con demasiada ansia como para andarse con rodeos e intentar algo que no fuera un acercamiento directo.
Joe no debió de dar crédito a lo que había oído, pero ocultó perfectamente la sorpresa que sintió. De hecho, salvo una rápida mirada de reojo en su dirección, continuó caminando entre las parejas que bloqueaban su camino sin pausa y con habilidad.
—¿Perdón? ¿Ha dicho una taberna?
—Sí. Una taberna. —Ella asintió con la cabeza al tiempo que le brindaba una sonrisa, esperando que él no la presionara.
—¿Para qué?
Esperaba su curiosidad e intentó inventarse una explicación.
—Pues… milord. —Se interrumpió, pensando—. Mi hermano, Kevin —esperó la inclinación de cabeza de Joe antes de continuar—, pues bien… Kevin anda buscando un nuevo lugar que frecuentar… y pensé que usted podría conocer la respuesta a su problema.
—Seguro que puedo recomendarle alguna. Lo comentaré con él.
—¡No!
Él arqueó una ceja ante aquella impetuosa respuesta.
—¿No?
________ se aclaró la voz con rapidez.
—No, milord. —Se detuvo, buscando inspiración—. Es que mi hermano… no apreciaría que yo hubiera hablado con usted de este tema.
—Tampoco él debería haberlo tratado con usted.
—Cierto. —________ intentó mostrarse realmente abochornada—. Así que será mejor que me facilite el nombre de un lugar adecuado… para un caballero, por supuesto… y yo se lo recomendaré con disimulo. Cuando se presente la ocasión oportuna.
________ se había concentrado tanto en tramar aquella historia que no se había dado cuenta de que se habían detenido. Joe la había conducido hacia uno de los nichos que había en el extremo más alejado del salón, donde quedaban ocultos de las miradas de los invitados.
—Es usted una mentirosa horrible —dijo él, girándose hacia ella.
_________ abrió los ojos como platos, sin tener que fingir sorpresa.
—¿Milord?
—Miente. Incluso si sus palabras hubieran parecido ciertas, y no me lo han parecido, no es capaz de disimular sus pensamientos.
Ella abrió la boca para responderle, pero no se le ocurrió nada para rebatirle y la volvió a cerrar.
—Lo que pensaba. No sé por qué o para quién busca una taberna y me parece una petición muy extraña, en especial tratándose de una dama… —Ella abrió la boca otra vez, pero él levantó una mano para que no hablara—. Sin embargo, me siento bastante magnánimo esta noche… y satisfaré su petición.
Ella no pudo evitar una sonrisa.
—Gracias, milord.
—No me dé las gracias con tanta rapidez.
_________ entrecerró los ojos al reconocer las mismas palabras que ella le había dicho solo unos momentos antes.
—¿Qué es lo que quiere?
Esperaba cualquier cosa de él en ese momento, otra petición con respecto a las lecciones de Juliana, una invitación para Almack's, para una cena en casa de su madre, o incluso en la de la madre de Rivington. Estaba de acuerdo. En ese momento, cualquiera de ellas le parecía una solicitud justa a cambio del nombre de una taberna en la que poder continuar sus aventuras.
Sin embargo, no esperaba verle sonreír. Y bueno, cuando lo hizo, cuando esbozó aquella amplia, ladina y lobuna sonrisa que le hizo estremecerse de los pies a la cabeza, no estaba preparada. Un ramalazo de calor se extendió por todo su cuerpo y se le desbocó el corazón. No pudo evitar clavar los ojos en los dientes blancos, ni en los labios plenos y suaves.
«Jamás me había parecido tan guapo.»
Joe se aprovechó de su estado indefenso y se acercó a ella hasta que la obligó a apoyar la espalda contra la pared. _________ se dio cuenta entonces de que el pequeño nicho era un mar en calma comparado con el bullicio de la multitud que había en el salón de baile. Había elegido un rincón que quedaba casi oculto por una maciza columna y un grupo de helechos enormes, donde podían encontrar un poco de intimidad.
A él no parecía importarle que lo más granado de la sociedad estuviera a solo unos pasos.
Se puso nerviosa.
Joe alargó la mano y le pasó un dedo por el brazo, dejando un rastro de fuego en el recorrido que siguió hasta su mano enguantada, que tomó en la de él y giró, descubriendo la muñeca ante su vista. Le rozó la delicada piel de la zona con el pulgar, haciendo que se le disparara el pulso. Todo su mundo se redujo a ese momento, a esa caricia. No podía apartar la mirada del punto donde la tocaba. El calor de su mano y el roce constante del pulgar la consumían y amenazaban con privarla de la cordura.
No supo durante cuánto tiempo permaneció haciéndole aquello ni durante cuánto le acarició los dedos antes de llevárselos a los labios y presionar su boca contra la piel desnuda de la muñeca. Ella cerró los ojos para hacer frente a la oleada de sensaciones que acompañó al gesto; la suavidad de sus labios, que estaban lo suficientemente separados como para darle un beso caliente y húmedo antes de que le rozara con los dientes aquel sensible lugar. ________ se oyó gemir y abrió los ojos a tiempo de ver cómo le lamía la piel, tranquilizándola. Entonces, Joe le sostuvo la mirada mientras seguía haciendo estragos en sus sentidos, y ella no pudo sino observarlo, segura de que él sabía exactamente lo que estaba provocándole.
Con un último beso, el marqués le soltó la mano, pero le sostuvo la mirada mientras se inclinaba sobre ella. Cuando habló, sus palabras fueron apenas una brisa y no un sonido, que le rozó suavemente la piel de la sien.
—El perro y la paloma.
Al principio _________ se sintió confusa. A pesar de que no había estado segura de lo que él le diría, no esperaba eso. Entonces, en el interior de la espesa neblina de sensualidad que él había creado a su alrededor, comprendió. Agrandó los ojos. Pero antes de que pudiera decir nada, él se había ido, dejándola a solas para que recobrara el juicio.
Sin embargo, le había dado el nombre de una taberna.
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
gracias por la bienvenida y me gusto mucho el cap
eh leido TODAS tu noves y me encantan sobre todo
promesas al anocheser y diario rojo son hermosas
siguela porfavor
eh leido TODAS tu noves y me encantan sobre todo
promesas al anocheser y diario rojo son hermosas
siguela porfavor
Nani Jonas
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
ESE JOE NOS DESCONCENTRA A MORIR
JEJEJEJEJEJE
8) 8) 8) 8) :P PERO NOS DIO EL NOMBRE DE UNA TABERNAAAA
AAAAIIIII
SIGUELA PORFAAAA
chelis
Contenido patrocinado
Página 5 de 33. • 1, 2, 3, 4, 5, 6 ... 19 ... 33
Temas similares
» ♥ Nueve Reglas que Romper Para Conquistar a un Granuja ♥ (Joe & Tu)...ADAPTACION
» ººLas Reglas Para Decir: Te Amoºº (Novela Ziall) TERMINADA
» 7 Pasos para conquistar ( Zayn Malik y tu )
» Las reglas para ser novios.
» amor de nueve a cinco (nick&tu) [TERMINADA]
» ººLas Reglas Para Decir: Te Amoºº (Novela Ziall) TERMINADA
» 7 Pasos para conquistar ( Zayn Malik y tu )
» Las reglas para ser novios.
» amor de nueve a cinco (nick&tu) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 33.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.