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Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Amo tu nove y el maratón me encantó ay esa madame Herbert que atrevida jajajajahahajaha pero bueno es la verdad!!! Siguela por favor!!!!!
Invitado
Invitado
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Sigueeeeeeeeee please
Eu^_^
AleMoralesT3
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
hace tiempo que no me psaba dios
cuanto me perdi todos lo capis
fueron increiblees
joe es tonto como se va a disculpar :caliente:
a mi me caia mal natasia pero no fue
mala... plis siguelaaaaaaaaaaaaa
cuanto me perdi todos lo capis
fueron increiblees
joe es tonto como se va a disculpar :caliente:
a mi me caia mal natasia pero no fue
mala... plis siguelaaaaaaaaaaaaa
#Fire Rouge..*
Eu^_^
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAY me pone muy feliz entrar al foro y ver sus lindos comentarios :')
Ahora me pongo a editar un cap y lo subo ;)
Muchos beeeeeeeeeeeeeesos
Ahora me pongo a editar un cap y lo subo ;)
Muchos beeeeeeeeeeeeeesos
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Capítulo 21
__________ y Mariana observaban la llegada de los invitados al baile de los condes de Salisbury desde un lado del salón. La amplia estancia estaba bañada con la luz dorada de miles de velas que oscilaban en enormes lámparas de araña. El espacio se veía reflejado en una pared de espejo, dando la impresión de ser el doble de grande y de que todo Londres estaba presente. Algo que, por supuesto, era cierto. El salón de baile estaba a rebosar; repleto de mujeres con vestidos de seda y raso de todos los colores imaginables, reunidas en pequeños corros, y hombres con trajes negros de etiqueta hablando de política y de las sesiones del Parlamento.
_________ se puso de puntillas y miró a su alrededor, convencida de que no habían visto entrar a Juliana. Empezaba a hacerse tarde, y lo último que necesitaba la joven era ser recordada por haber llegado tarde a su primer baile. «Sin duda alguna, Joe tiene que saberlo», pensó para sus adentros, mientras seguía buscando con la vista a la muchacha.
No tenía la más leve duda de que aquel baile era el lugar ideal para presentar a Juliana en sociedad. Ese acontecimiento anual, uno de los más populares de la temporada, era ofrecido por los muy estimados y amables condes de Salisbury, a los que ella siempre había considerado una de las parejas más agradables de Londres. Cuando falleció su padre habían sido el mayor apoyo de la familia, sobre todo para su desolada madre y para un jovencísimo y mal preparado Kevin, que tenía una terrible necesidad de la tutela que el conde le había ofrecido. Los condes de Salisbury eran sus amigos y le darían la bienvenida a Juliana y a Joe sin dudar. _________ estaba segura de ello.
«Suponiendo, por supuesto, que aparezcan en algún momento.»
__________ suspiró. Estaba tan nerviosa como el día de su propia presentación en sociedad.
—Llegarán —dijo Mariana con tranquilidad—. Puede que no conozca a Joe tan bien como tú, pero sí lo suficiente como para tener la certeza de que no se perderán esta velada. —Clavó en _________ una mirada traviesa—. Y cuando te vea con este vestido, se alegrará de haber venido.
_________ puso los ojos en blanco.
—Estás yendo demasiado lejos, Mari, incluso para ser tú —le reprendió secamente.
Mariana se rió y encogió los hombros.
—Quizá… pero no por ello es menos cierto. Hebert se ha superado. Es un vestido sensacional.
_________ miró la drapeada seda azul que cubría el corpiño y la falda ahuecada que se contoneaba cuando caminaba. La tela, que solo había visto bajo la luz diurna, cobraba un brillo diferente bajo la iluminación de las velas. Centelleaba y emitía iridiscencias como si estuviera viva, como el más azul de los océanos. Esbozó una sonrisa al recordar su imagen en el espejo antes de salir de casa. Aquel vestido la había transformado; ya no era la solterona que asistía a los bailes con una vieja cofia de encaje.
—Ahí están.
__________ fue arrancada bruscamente de su ensueño por el susurro de Mariana. Miró con rapidez hacia la entrada al salón de baile, una ancha escalinata lo suficientemente larga como para que los asistentes pudieran mirar y recrearse en la gente que accedía por ella. Había muchas personas junto a las barandillas y en la plataforma superior, pero era imposible no percibir a las tres personas que acababan de llegar.
Juliana se quitó la nívea capa y permaneció quieta y perfectamente erguida, con su vestido entallado de corte imperio de suave color rosado. Era el modelo perfecto; hermoso sin resultar llamativo, caro sin ser ostentoso. Detrás de ella, moviéndose casi al unísono, estaban Joe y Nick, que se despojaron de los abrigos para flanquear a su hermana.
Dos copias exactas de determinación, parecían soldados dispuestos para la lucha. _________ curvó la boca, divertida. Era posible que la sociedad londinense estuviera más próxima a entrar en batalla de lo que creía.
Clavó la mirada en Joe con el corazón desbocado en el pecho, notando la rigidez de su mandíbula y la fría determinación en sus ojos, tan ámbar que los veía brillar desde donde estaba, casi en el otro lado de la estancia. Y entonces él la miró. En ese momento se sintió atravesada por una cálida sensación. Suspiró inconscientemente, un suspiro largo y hondo, y Mariana le dio un suave codazo.
—_________, intenta que no se te note mucho lo chiflada que estás por ese hombre, ¿de acuerdo?
__________ volvió la cabeza hacia su hermana.
—¡No estoy chiflada por él! —siseó.
—Si claro, ¡y yo soy la reina de Saba! —respondió Mariana irónica, ignorando la mirada irritada de su hermana antes de añadir—. Así que ponte manos a la obra.
_________ siguió la mirada de Mariana y observó cómo Juliana era presentada a los condes. Se fijó en que la joven hacía una reverencia perfecta y que sonreía como debía, con una serenidad apabullante. Inclinó el cuello con la gracia de un cisne, envidiada seguramente por cada mujer presente.
Mariana emitió un ronroneo de satisfacción al oído de su hermana.
—¡Le ha salido mejor que nunca!
__________ ignoró a la muchacha y estudió el resto de la estancia, advirtiendo las miradas que se clavaban en Juliana desde todas las direcciones.
Aquello no iba a resultar fácil.
—He oído decir que es ilegítima… Ya sabes, por la madre. —Aquel susurro llegó desde la izquierda, y _________ volvió hacia allí la cabeza. Vio al duque de Leighton y a su madre, la duquesa viuda, con los ojos fijos en la debutante. Contuvo el aliento al notar una expresión de desdén en la bien parecida cara del duque mientras su madre seguía hablando—: No entiendo por qué Salisbury permite la entrada de alguien así. Claro que no es que la reputación de Joseph sea mucho mejor. Estoy segura de que él también ha engendrado a unos cuantos bastardos donde no debía.
Aquellas palabras, tan absolutamente impropias y, al mismo tiempo, tan esperadas, fueron como un jarro de agua fría. __________ clavó una mirada airada en la duquesa… una mirada que quería decir que se iba a enterar.
El duque de Leighton la vio.
—Escuchar a escondidas es un hábito horrible, lady _________ —señaló el hombre con voz gélida.
Un año antes, _________ no hubiera tenido valor para responder.
—Creo que hay hábitos mucho peores, excelencia —respondió, lanzándole una mirada de desprecio a la duquesa viuda.
Dicho eso, atravesó el salón de baile, dispuesta a salvar a Juliana de esas víboras.
Mariana la siguió, pisándole los talones.
—¡Bien hecho, hermanita! —Mariana aplaudió su intrepidez—. ¡Tenías que haberles visto las caras! ¡No tenían precio!
—Se lo merecían, por tontos—aseguró _________ con aire distraído, centrada en llegar cuanto antes al lado de Juliana y acogerla bajo el ala protectora del nombre de Allendale durante el resto de la velada. No contendría las murmuraciones, pero ayudaría bastante.
Mientras se abrían camino entre la multitud, las dos jóvenes se encontraron con Rivington, y Mari puso la mano con rapidez en el brazo de su prometido.
—Ven a conocer a Juliana, Riv —dijo en un susurro que solo pudo oír él. Por supuesto, Rivington ya había sido presentado a la chica, pero el duque comprendió al instante lo que Mariana quería decir realmente: «Ven y protégela con tu título.» Las acompañó sin pensárselo dos veces.
__________ atravesó el último grupo de personas y se reunió con Juliana en una zona despejada, a varios metros de diversos corrillos que parecían tan cautivados con sus conversaciones que no soportarían verse interrumpidos para saludar a Juliana. _________ sabía de sobra lo que ocurría. Igual que lo sabían todos los demás. Joe y Nick permanecían junto a su hermana, dispuestos a vérselas con la mitad de Londres si hiciera falta. _________ observó a Joe brevemente y notó la cólera que lo embargaba ante aquella sociedad que rechazaba con tanta facilidad a los que no encajaban. ¿Cuántas veces se había sentido ella exactamente igual que él en ese momento?
Sin embargo, no era el momento de mostrar simpatía por él. Su hermana la necesitaba.
—¡Juliana! —exclamó en voz clara y alta, perfectamente audible para los que estaban cerca, sin perder detalle—. ¡Qué contenta estoy de verte aquí! ¡Mariana y yo estábamos esperándote!
—¡Lo mismo digo! —aseguró Mari, cogiendo a la joven de las manos—. ¡La tarde ha estado aburridísima sin ti! —Le lanzó a su prometido una mirada de ansiedad—. ¿No estás de acuerdo, Rivington?
El duque de Rivington hizo una reverencia sobre la mano de Juliana.
—En efecto. Señorita Fiori, me encantaría que me concediera el siguiente baile —dijo, en tono cálido y más alto de lo habitual—. Es decir, suponiendo que no lo tenga ya comprometido.
Juliana negó con la cabeza, cada vez más abrumada.
—No, excelencia.
Mariana le lanzó una mirada encandilada a su futuro marido.
—Creo que es una idea maravillosa. —Entonces se inclinó hacia Juliana y le susurró conspiratoriamente—: Vigila que no te pise.
Los cuatro se rieron de la broma de Mari, y Juliana se dirigió con Rivington al centro de la pista. Mariana y __________ observaron cómo ocupaban su lugar a fin de que Juliana recibiera la aceptación en público al bailar con uno de los hombres más poderosos de Inglaterra. Luego, las dos hermanas se miraron, incapaces de contener unas amplias sonrisas de orgullo.
—Creo que yo también debería bailar —dijo una voz tras ellas. Se volvieron y encontraron a Nick sonriéndoles—. Lady Mariana, dígame que no le ha prometido este baile a otro hombre.
Mari examinó su carnet de baile y se rió.
—Sí, lo había hecho, milord —le confió en un susurro—, pero parece que mi pareja ha elegido bailar con su hermana.
Nick negó con la cabeza y frunció el ceño con fingida preocupación.
—Intentaré resarcirle, milady.
—Muy caballeroso de su parte —afirmó Mari, con una amplia sonrisa, y dejó que la condujera a la pista.
__________ los observó partir, divertida. Casi llegó a olvidarse de que la habían dejado a solas con Joe. Casi.
Sin saber qué decir por culpa de su última conversación, _________ se dio la vuelta y se obligó a mirar aquellos ojos ilegibles. Nerviosa, pensó que lo mejor sería abordar un tema seguro.
—Lord Joseph, parece que Juliana ha empezado con buen pie.
—En efecto. Gracias a ti y a tu familia.
—Rivington está demostrando que será un excelente miembro de nuestra heterogénea familia. —_________ curvó los labios serenamente mientras observaba a las parejas bailar.
Joe alzó la comisura de la boca.
—Estoy en deuda con él. —La miró, clavando en ella sus penetrantes ojos marrones—. Y contigo.
Luego la observó de arriba abajo con los párpados entreabiertos y las pupilas dilatadas, y _________ detectó en él un leve cambio de actitud. Fue cuando supo que él había percibido su vestido. «Pídeme que baile contigo.» Sabía que era una idea terrible, que no debía bailar con él después de haber rechazado su propuesta de matrimonio y decidido que debía permanecer alejada de él. Sabía que lo último que debería permitir era que Joe la dejara devastada esa noche. «Pídeme que baile contigo mi primer vals con este vestido.» Silenció aquella vocecita, y resolvió en ese mismo momento que debía detener aquellas fantasías tan estúpidas. Bailar con Joe era, definitivamente, una pésima idea.
—Lady _________, ¿quiere bailar conmigo?
Al principio, _________ se quedó realmente confundida por las palabras, aquellas que había deseado que Joe dijera, pero que en lugar de haberlas pronunciado él, provenían de una dirección distinta… Concretamente, le habían llegado por encima de su hombro derecho. Parpadeó, despistada, sin notar apenas la expresión atronadora de Joe antes de entender lo que sucedía y volverse para mirar al barón de Oxford.
«¡No!» Contuvo el deseo de golpear el suelo con el pie.
No podía negarse; hacerlo no solo sería el colmo de la descortesía, sino que además __________ no se encontraba en posición de rechazar ninguna oferta para bailar. Los pensamientos atravesaban su mente a toda velocidad. Miró brevemente a Joe, preguntándose por qué él no reclamaba el baile para sí mismo. Desde luego, ella no negaría que había sido el primero en pedírselo.
Pero él no dijo nada y se limitó a mirarla de una manera fría e ilegible.
—Me encantará bailar con usted, milord —respondió, volviéndose hacia él—. Gracias.
Él barón le tendió la mano y ella puso la suya encima.
Cuando sus manos se tocaron, Oxford le dirigió una amplia sonrisa que no se reflejó en sus ojos.
—Excelente.
Joe observó cómo el dandi guiaba a __________ hacia la pista mientras unas oleadas de furia lo atravesaban al ver que eran los brazos de otro hombre los que la rodeaban… que era otro el que la tocaba. Solo años de contención impidieron que entrara como un vendaval en la pista y la arrancara de las garras de aquel cazadotes.
«Debería ser yo quien estuviera bailando con ella, por el amor de Dios», se recriminó a sí mismo mientras rodeaba la pista siguiendo con la vista las evoluciones de Oxford y __________ al compás de la música, convertidos en un remolino azul. Por si no hubiera sido suficiente que ella rechazara su oferta de matrimonio, ahora tenía que verla en brazos de Oxford vestida como un ángel.
¿De dónde diablos había sacado __________ ese vestido? Era un homenaje a su belleza, ensalzaba su exuberante figura, resaltaba sus preciosos pechos, la sutil curva de sus caderas, su cuerpo voluptuoso. Era un vestido diseñado para realzar y provocar, para volver locos a los hombres. Era un vestido que solo tenía un propósito… tentar a cualquiera a quitárselo.
En ese momento, Oxford y _________ giraron hasta que ella quedó frente a él. Joe le sostuvo la mirada durante un momento y se estremeció ante la tristeza que vio en sus ojos. Había algo diferente en ella esa noche, algo mucho más trágico que otras veces. Joe supo instintivamente que él era la razón de su desolación, que lo había estropeado todo con aquella miserable propuesta de matrimonio haciéndole creer, de cierta forma, que no quería casarse con ella.
Contuvo una maldición cuando Oxford y _________ fueron tragados de golpe por el resto de los bailarines. Pudo ver fugaces y vibrantes atisbos de color azul cuando la marea de parejas fluyó siguiendo su propio ritmo, y su estado de ánimo se fue volviendo más sombrío al verlos bailar cada vez más lejos.
Comenzó a recorrer el borde de la pista, renuente a perderlos de vista por completo. Pasó ante varios grupos, personas a las que fue saludando con la cabeza sin demasiado entusiasmo, tratando de moverse con la suficiente lentitud para no dar pie a despertar su curiosidad, pero con la rapidez necesaria para seguir el ritmo de los bailarines.
—Lord Joseph, es un placer verlo asistir a este baile —ronroneó la condesa de Marsden cuando pasó ante ella.
Joe se detuvo, incapaz de mostrarse grosero a pesar de la mirada depredadora de la mujer. No le habría sorprendido que ella le mostrara la punta de la lengua entre los labios pintados.
—Lady Marsden —saludó en un tono aburrido que sabía que irritaría a la condesa—. Encantado de haberla complacido. Me gustaría presentarle mis respetos a su marido —continuó con mordacidad—. ¿Está por aquí?
La condesa entrecerró los ojos, y él supo que había logrado su objetivo.
—No, no ha venido.
—Ah —dijo él, alejándose ya—. Una lástima. Transmítale mis más afectuosos saludos.
Volvió la mirada hacia la pista y se encontró a Juliana riéndose mientras Rivington la hacía girar sin cesar, mostrando a todo Londres que, hermanastra o no, extranjera o no, Juliana Fiori era tan buena pareja de baile como cualquier dama del salón. Notó una emoción en el pecho al observar a su hermana sonriéndole a un duque —esa nueva hermana que había encontrado el camino a su corazón con tanta facilidad—, como si fuera la cosa más natural del mundo para ella bailar con uno de los más reverenciados miembros de la aristocracia. La sociedad se apresuraría a encontrarle defectos, aunque sería mejor que no lo hicieran. Con el apoyo que le proporcionarían Nick y él, y las familias Allendale y Rivington, Juliana no podría estar mejor protegida. Formar una alianza con __________ había sido una de las mejores decisiones que podría haber tomado para asegurar la aceptación de Juliana en la sociedad.
__________.
Era extraordinaria. Incluso a pesar de haber rechazado su petición de matrimonio, había cumplido su promesa convirtiendo a Juliana en una debutante de la que estaría orgulloso cualquier hermano. Bien sabía Dios que él no lo habría conseguido ni siquiera haciendo gala de sus mejores intenciones. Juliana estaba allí esa noche gracias a __________. Era una parte fundamental del éxito de su hermana. Y, de alguna manera se había convertido también en una parte muy importante de su vida.
Aquel pensamiento lo atravesó; de repente, supo que tenía que volver a hablar a solas con ella. Ya no se trataba de que tuvieran que casarse por respeto a la moralidad y porque se sintiera responsable, ¡es que quería casarse con esa mujer! Era irónico, cuanto más lo rechazaba ella, más quería casarse él, pensó exasperado. Y ahora, además, tendría que convencerla de que era también lo que ella quería.
Examinó la multitud lleno de frustración, buscándola entre aquellos cuerpos en movimiento, ansioso por vislumbrar el raso azul; porque acabara aquel baile eterno para poder llevársela a algún sitio donde hablar a solas.
La música finalizó en un crescendo envolvente, y las parejas giraron con rapidez antes de detenerse. Joe observó cómo comenzaba a abandonar la pista mientras la orquesta hacía un descanso. Vio que Juliana y Rivington se reunían con Mariana y Nick y reanudaban su anterior conversación, pero no había señales de Oxford y _________.
«¿Dónde demonios se habían metido?»
__________ y Mariana observaban la llegada de los invitados al baile de los condes de Salisbury desde un lado del salón. La amplia estancia estaba bañada con la luz dorada de miles de velas que oscilaban en enormes lámparas de araña. El espacio se veía reflejado en una pared de espejo, dando la impresión de ser el doble de grande y de que todo Londres estaba presente. Algo que, por supuesto, era cierto. El salón de baile estaba a rebosar; repleto de mujeres con vestidos de seda y raso de todos los colores imaginables, reunidas en pequeños corros, y hombres con trajes negros de etiqueta hablando de política y de las sesiones del Parlamento.
_________ se puso de puntillas y miró a su alrededor, convencida de que no habían visto entrar a Juliana. Empezaba a hacerse tarde, y lo último que necesitaba la joven era ser recordada por haber llegado tarde a su primer baile. «Sin duda alguna, Joe tiene que saberlo», pensó para sus adentros, mientras seguía buscando con la vista a la muchacha.
No tenía la más leve duda de que aquel baile era el lugar ideal para presentar a Juliana en sociedad. Ese acontecimiento anual, uno de los más populares de la temporada, era ofrecido por los muy estimados y amables condes de Salisbury, a los que ella siempre había considerado una de las parejas más agradables de Londres. Cuando falleció su padre habían sido el mayor apoyo de la familia, sobre todo para su desolada madre y para un jovencísimo y mal preparado Kevin, que tenía una terrible necesidad de la tutela que el conde le había ofrecido. Los condes de Salisbury eran sus amigos y le darían la bienvenida a Juliana y a Joe sin dudar. _________ estaba segura de ello.
«Suponiendo, por supuesto, que aparezcan en algún momento.»
__________ suspiró. Estaba tan nerviosa como el día de su propia presentación en sociedad.
—Llegarán —dijo Mariana con tranquilidad—. Puede que no conozca a Joe tan bien como tú, pero sí lo suficiente como para tener la certeza de que no se perderán esta velada. —Clavó en _________ una mirada traviesa—. Y cuando te vea con este vestido, se alegrará de haber venido.
_________ puso los ojos en blanco.
—Estás yendo demasiado lejos, Mari, incluso para ser tú —le reprendió secamente.
Mariana se rió y encogió los hombros.
—Quizá… pero no por ello es menos cierto. Hebert se ha superado. Es un vestido sensacional.
_________ miró la drapeada seda azul que cubría el corpiño y la falda ahuecada que se contoneaba cuando caminaba. La tela, que solo había visto bajo la luz diurna, cobraba un brillo diferente bajo la iluminación de las velas. Centelleaba y emitía iridiscencias como si estuviera viva, como el más azul de los océanos. Esbozó una sonrisa al recordar su imagen en el espejo antes de salir de casa. Aquel vestido la había transformado; ya no era la solterona que asistía a los bailes con una vieja cofia de encaje.
—Ahí están.
__________ fue arrancada bruscamente de su ensueño por el susurro de Mariana. Miró con rapidez hacia la entrada al salón de baile, una ancha escalinata lo suficientemente larga como para que los asistentes pudieran mirar y recrearse en la gente que accedía por ella. Había muchas personas junto a las barandillas y en la plataforma superior, pero era imposible no percibir a las tres personas que acababan de llegar.
Juliana se quitó la nívea capa y permaneció quieta y perfectamente erguida, con su vestido entallado de corte imperio de suave color rosado. Era el modelo perfecto; hermoso sin resultar llamativo, caro sin ser ostentoso. Detrás de ella, moviéndose casi al unísono, estaban Joe y Nick, que se despojaron de los abrigos para flanquear a su hermana.
Dos copias exactas de determinación, parecían soldados dispuestos para la lucha. _________ curvó la boca, divertida. Era posible que la sociedad londinense estuviera más próxima a entrar en batalla de lo que creía.
Clavó la mirada en Joe con el corazón desbocado en el pecho, notando la rigidez de su mandíbula y la fría determinación en sus ojos, tan ámbar que los veía brillar desde donde estaba, casi en el otro lado de la estancia. Y entonces él la miró. En ese momento se sintió atravesada por una cálida sensación. Suspiró inconscientemente, un suspiro largo y hondo, y Mariana le dio un suave codazo.
—_________, intenta que no se te note mucho lo chiflada que estás por ese hombre, ¿de acuerdo?
__________ volvió la cabeza hacia su hermana.
—¡No estoy chiflada por él! —siseó.
—Si claro, ¡y yo soy la reina de Saba! —respondió Mariana irónica, ignorando la mirada irritada de su hermana antes de añadir—. Así que ponte manos a la obra.
_________ siguió la mirada de Mariana y observó cómo Juliana era presentada a los condes. Se fijó en que la joven hacía una reverencia perfecta y que sonreía como debía, con una serenidad apabullante. Inclinó el cuello con la gracia de un cisne, envidiada seguramente por cada mujer presente.
Mariana emitió un ronroneo de satisfacción al oído de su hermana.
—¡Le ha salido mejor que nunca!
__________ ignoró a la muchacha y estudió el resto de la estancia, advirtiendo las miradas que se clavaban en Juliana desde todas las direcciones.
Aquello no iba a resultar fácil.
—He oído decir que es ilegítima… Ya sabes, por la madre. —Aquel susurro llegó desde la izquierda, y _________ volvió hacia allí la cabeza. Vio al duque de Leighton y a su madre, la duquesa viuda, con los ojos fijos en la debutante. Contuvo el aliento al notar una expresión de desdén en la bien parecida cara del duque mientras su madre seguía hablando—: No entiendo por qué Salisbury permite la entrada de alguien así. Claro que no es que la reputación de Joseph sea mucho mejor. Estoy segura de que él también ha engendrado a unos cuantos bastardos donde no debía.
Aquellas palabras, tan absolutamente impropias y, al mismo tiempo, tan esperadas, fueron como un jarro de agua fría. __________ clavó una mirada airada en la duquesa… una mirada que quería decir que se iba a enterar.
El duque de Leighton la vio.
—Escuchar a escondidas es un hábito horrible, lady _________ —señaló el hombre con voz gélida.
Un año antes, _________ no hubiera tenido valor para responder.
—Creo que hay hábitos mucho peores, excelencia —respondió, lanzándole una mirada de desprecio a la duquesa viuda.
Dicho eso, atravesó el salón de baile, dispuesta a salvar a Juliana de esas víboras.
Mariana la siguió, pisándole los talones.
—¡Bien hecho, hermanita! —Mariana aplaudió su intrepidez—. ¡Tenías que haberles visto las caras! ¡No tenían precio!
—Se lo merecían, por tontos—aseguró _________ con aire distraído, centrada en llegar cuanto antes al lado de Juliana y acogerla bajo el ala protectora del nombre de Allendale durante el resto de la velada. No contendría las murmuraciones, pero ayudaría bastante.
Mientras se abrían camino entre la multitud, las dos jóvenes se encontraron con Rivington, y Mari puso la mano con rapidez en el brazo de su prometido.
—Ven a conocer a Juliana, Riv —dijo en un susurro que solo pudo oír él. Por supuesto, Rivington ya había sido presentado a la chica, pero el duque comprendió al instante lo que Mariana quería decir realmente: «Ven y protégela con tu título.» Las acompañó sin pensárselo dos veces.
__________ atravesó el último grupo de personas y se reunió con Juliana en una zona despejada, a varios metros de diversos corrillos que parecían tan cautivados con sus conversaciones que no soportarían verse interrumpidos para saludar a Juliana. _________ sabía de sobra lo que ocurría. Igual que lo sabían todos los demás. Joe y Nick permanecían junto a su hermana, dispuestos a vérselas con la mitad de Londres si hiciera falta. _________ observó a Joe brevemente y notó la cólera que lo embargaba ante aquella sociedad que rechazaba con tanta facilidad a los que no encajaban. ¿Cuántas veces se había sentido ella exactamente igual que él en ese momento?
Sin embargo, no era el momento de mostrar simpatía por él. Su hermana la necesitaba.
—¡Juliana! —exclamó en voz clara y alta, perfectamente audible para los que estaban cerca, sin perder detalle—. ¡Qué contenta estoy de verte aquí! ¡Mariana y yo estábamos esperándote!
—¡Lo mismo digo! —aseguró Mari, cogiendo a la joven de las manos—. ¡La tarde ha estado aburridísima sin ti! —Le lanzó a su prometido una mirada de ansiedad—. ¿No estás de acuerdo, Rivington?
El duque de Rivington hizo una reverencia sobre la mano de Juliana.
—En efecto. Señorita Fiori, me encantaría que me concediera el siguiente baile —dijo, en tono cálido y más alto de lo habitual—. Es decir, suponiendo que no lo tenga ya comprometido.
Juliana negó con la cabeza, cada vez más abrumada.
—No, excelencia.
Mariana le lanzó una mirada encandilada a su futuro marido.
—Creo que es una idea maravillosa. —Entonces se inclinó hacia Juliana y le susurró conspiratoriamente—: Vigila que no te pise.
Los cuatro se rieron de la broma de Mari, y Juliana se dirigió con Rivington al centro de la pista. Mariana y __________ observaron cómo ocupaban su lugar a fin de que Juliana recibiera la aceptación en público al bailar con uno de los hombres más poderosos de Inglaterra. Luego, las dos hermanas se miraron, incapaces de contener unas amplias sonrisas de orgullo.
—Creo que yo también debería bailar —dijo una voz tras ellas. Se volvieron y encontraron a Nick sonriéndoles—. Lady Mariana, dígame que no le ha prometido este baile a otro hombre.
Mari examinó su carnet de baile y se rió.
—Sí, lo había hecho, milord —le confió en un susurro—, pero parece que mi pareja ha elegido bailar con su hermana.
Nick negó con la cabeza y frunció el ceño con fingida preocupación.
—Intentaré resarcirle, milady.
—Muy caballeroso de su parte —afirmó Mari, con una amplia sonrisa, y dejó que la condujera a la pista.
__________ los observó partir, divertida. Casi llegó a olvidarse de que la habían dejado a solas con Joe. Casi.
Sin saber qué decir por culpa de su última conversación, _________ se dio la vuelta y se obligó a mirar aquellos ojos ilegibles. Nerviosa, pensó que lo mejor sería abordar un tema seguro.
—Lord Joseph, parece que Juliana ha empezado con buen pie.
—En efecto. Gracias a ti y a tu familia.
—Rivington está demostrando que será un excelente miembro de nuestra heterogénea familia. —_________ curvó los labios serenamente mientras observaba a las parejas bailar.
Joe alzó la comisura de la boca.
—Estoy en deuda con él. —La miró, clavando en ella sus penetrantes ojos marrones—. Y contigo.
Luego la observó de arriba abajo con los párpados entreabiertos y las pupilas dilatadas, y _________ detectó en él un leve cambio de actitud. Fue cuando supo que él había percibido su vestido. «Pídeme que baile contigo.» Sabía que era una idea terrible, que no debía bailar con él después de haber rechazado su propuesta de matrimonio y decidido que debía permanecer alejada de él. Sabía que lo último que debería permitir era que Joe la dejara devastada esa noche. «Pídeme que baile contigo mi primer vals con este vestido.» Silenció aquella vocecita, y resolvió en ese mismo momento que debía detener aquellas fantasías tan estúpidas. Bailar con Joe era, definitivamente, una pésima idea.
—Lady _________, ¿quiere bailar conmigo?
Al principio, _________ se quedó realmente confundida por las palabras, aquellas que había deseado que Joe dijera, pero que en lugar de haberlas pronunciado él, provenían de una dirección distinta… Concretamente, le habían llegado por encima de su hombro derecho. Parpadeó, despistada, sin notar apenas la expresión atronadora de Joe antes de entender lo que sucedía y volverse para mirar al barón de Oxford.
«¡No!» Contuvo el deseo de golpear el suelo con el pie.
No podía negarse; hacerlo no solo sería el colmo de la descortesía, sino que además __________ no se encontraba en posición de rechazar ninguna oferta para bailar. Los pensamientos atravesaban su mente a toda velocidad. Miró brevemente a Joe, preguntándose por qué él no reclamaba el baile para sí mismo. Desde luego, ella no negaría que había sido el primero en pedírselo.
Pero él no dijo nada y se limitó a mirarla de una manera fría e ilegible.
—Me encantará bailar con usted, milord —respondió, volviéndose hacia él—. Gracias.
Él barón le tendió la mano y ella puso la suya encima.
Cuando sus manos se tocaron, Oxford le dirigió una amplia sonrisa que no se reflejó en sus ojos.
—Excelente.
Joe observó cómo el dandi guiaba a __________ hacia la pista mientras unas oleadas de furia lo atravesaban al ver que eran los brazos de otro hombre los que la rodeaban… que era otro el que la tocaba. Solo años de contención impidieron que entrara como un vendaval en la pista y la arrancara de las garras de aquel cazadotes.
«Debería ser yo quien estuviera bailando con ella, por el amor de Dios», se recriminó a sí mismo mientras rodeaba la pista siguiendo con la vista las evoluciones de Oxford y __________ al compás de la música, convertidos en un remolino azul. Por si no hubiera sido suficiente que ella rechazara su oferta de matrimonio, ahora tenía que verla en brazos de Oxford vestida como un ángel.
¿De dónde diablos había sacado __________ ese vestido? Era un homenaje a su belleza, ensalzaba su exuberante figura, resaltaba sus preciosos pechos, la sutil curva de sus caderas, su cuerpo voluptuoso. Era un vestido diseñado para realzar y provocar, para volver locos a los hombres. Era un vestido que solo tenía un propósito… tentar a cualquiera a quitárselo.
En ese momento, Oxford y _________ giraron hasta que ella quedó frente a él. Joe le sostuvo la mirada durante un momento y se estremeció ante la tristeza que vio en sus ojos. Había algo diferente en ella esa noche, algo mucho más trágico que otras veces. Joe supo instintivamente que él era la razón de su desolación, que lo había estropeado todo con aquella miserable propuesta de matrimonio haciéndole creer, de cierta forma, que no quería casarse con ella.
Contuvo una maldición cuando Oxford y _________ fueron tragados de golpe por el resto de los bailarines. Pudo ver fugaces y vibrantes atisbos de color azul cuando la marea de parejas fluyó siguiendo su propio ritmo, y su estado de ánimo se fue volviendo más sombrío al verlos bailar cada vez más lejos.
Comenzó a recorrer el borde de la pista, renuente a perderlos de vista por completo. Pasó ante varios grupos, personas a las que fue saludando con la cabeza sin demasiado entusiasmo, tratando de moverse con la suficiente lentitud para no dar pie a despertar su curiosidad, pero con la rapidez necesaria para seguir el ritmo de los bailarines.
—Lord Joseph, es un placer verlo asistir a este baile —ronroneó la condesa de Marsden cuando pasó ante ella.
Joe se detuvo, incapaz de mostrarse grosero a pesar de la mirada depredadora de la mujer. No le habría sorprendido que ella le mostrara la punta de la lengua entre los labios pintados.
—Lady Marsden —saludó en un tono aburrido que sabía que irritaría a la condesa—. Encantado de haberla complacido. Me gustaría presentarle mis respetos a su marido —continuó con mordacidad—. ¿Está por aquí?
La condesa entrecerró los ojos, y él supo que había logrado su objetivo.
—No, no ha venido.
—Ah —dijo él, alejándose ya—. Una lástima. Transmítale mis más afectuosos saludos.
Volvió la mirada hacia la pista y se encontró a Juliana riéndose mientras Rivington la hacía girar sin cesar, mostrando a todo Londres que, hermanastra o no, extranjera o no, Juliana Fiori era tan buena pareja de baile como cualquier dama del salón. Notó una emoción en el pecho al observar a su hermana sonriéndole a un duque —esa nueva hermana que había encontrado el camino a su corazón con tanta facilidad—, como si fuera la cosa más natural del mundo para ella bailar con uno de los más reverenciados miembros de la aristocracia. La sociedad se apresuraría a encontrarle defectos, aunque sería mejor que no lo hicieran. Con el apoyo que le proporcionarían Nick y él, y las familias Allendale y Rivington, Juliana no podría estar mejor protegida. Formar una alianza con __________ había sido una de las mejores decisiones que podría haber tomado para asegurar la aceptación de Juliana en la sociedad.
__________.
Era extraordinaria. Incluso a pesar de haber rechazado su petición de matrimonio, había cumplido su promesa convirtiendo a Juliana en una debutante de la que estaría orgulloso cualquier hermano. Bien sabía Dios que él no lo habría conseguido ni siquiera haciendo gala de sus mejores intenciones. Juliana estaba allí esa noche gracias a __________. Era una parte fundamental del éxito de su hermana. Y, de alguna manera se había convertido también en una parte muy importante de su vida.
Aquel pensamiento lo atravesó; de repente, supo que tenía que volver a hablar a solas con ella. Ya no se trataba de que tuvieran que casarse por respeto a la moralidad y porque se sintiera responsable, ¡es que quería casarse con esa mujer! Era irónico, cuanto más lo rechazaba ella, más quería casarse él, pensó exasperado. Y ahora, además, tendría que convencerla de que era también lo que ella quería.
Examinó la multitud lleno de frustración, buscándola entre aquellos cuerpos en movimiento, ansioso por vislumbrar el raso azul; porque acabara aquel baile eterno para poder llevársela a algún sitio donde hablar a solas.
La música finalizó en un crescendo envolvente, y las parejas giraron con rapidez antes de detenerse. Joe observó cómo comenzaba a abandonar la pista mientras la orquesta hacía un descanso. Vio que Juliana y Rivington se reunían con Mariana y Nick y reanudaban su anterior conversación, pero no había señales de Oxford y _________.
«¿Dónde demonios se habían metido?»
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
dios no... espero que oxford asqueroso no se
la haya llevadooo
plis siguelaaaaa
la haya llevadooo
plis siguelaaaaa
#Fire Rouge..*
Eu^_^
#Fire Rouge..*
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
aaaiii joeeee tienes que encontrarlooss rapido porfaaaaa
siguel PORFAAA
chelis
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Que el dandi no le proponga matrimonio!! NOOOOD:
Creadora
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
grr! mugre jooe como no inviito a la rayiiz a dormir en el primer valss?
oseaa tiiene algo mall!
bueenooo amigaa miiaa!
siguellaa!!!
lalalalalala(8_
jejeje
SIGUELLA LA AMO!
oseaa tiiene algo mall!
bueenooo amigaa miiaa!
siguellaa!!!
lalalalalala(8_
jejeje
SIGUELLA LA AMO!
AleMoralesT3
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
no con Oxford no :(
joe la tiene q encontrar rapido...por que la dejaste ahi siguela que me muero de intriga
joe la tiene q encontrar rapido...por que la dejaste ahi siguela que me muero de intriga
zai
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