Safe & Sound (Larry Stylinson - THG)

Nombre: Safe & Sound (Larry Stylinson)
Autor: Yo
Adaptación: Si. Más bien esta basada en los libros de Suzanne Collins y quiero aclarar que los primeros capítulos están muy apegados a lo escrito en el primer libro y de este son tomados fragmentos para poder explicar algunos términos de la novela. Conforme pasen los capítulos, la novela se torna más independiente del la saga.
Genero:Drama, Romance, tragedia y acción.
Advertencias: Escenas de violencia muy explícita, contenido homesexual, lenguaje obseno. 



PROLOGO
"Es la hora. Ya no hay vuelta atrás. Los juegos van a comenzar. Los tributos deben salir a la arena y luchar por sobrevivir.
Ganar significa fama y riqueza, perder significa la muerte segura.
¡Que empiecen los vigésimo quintos juegos el hambre!"

El sonido del cañón me indicó que alguien más había muerto, sujeté la mano de Louis quien ahora permanecía a mi lado.
-Louis, tu prometiste que siempre estarías a mi lado.
-Y lo estaré... Porque te amo.








CAPITULO 1   

Cuando me despierto, abro los ojos y miro a la otra cama, esperado ver a Niall acurrucado entre las delgadas sábanas que dejan entrar el frío, pero no encuentro más que la sábana hecha un nudo sobre el colchón. Seguro que ha tenido pesadillas y se ha metido en la cama de nuestra abuela; claro que sí, porque hoy es el dia de la cosecha. 

Me apoyo en un codo y me levanto un poco; en el dormitorio entra algo de luz, así que puedo verlos. Mi hermano menor, Niall, acurrucado a su lado, protegido por el cuerpo de mi abuela. Mi abuela es tan tierna mientras duerme aun con todas sus arrugas y años en su cara. La cara de Niall es tan fresca, igual de tierno pero apuesto.  Mi abuela también fue muy guapa, he visto en fotos que mi madre era igual que ella.

Me bajo de la cama y me pongo unas botas impermeables para entrar al vivero, unos vaqueros y una camisa con cuello y manga corta. Meto los vaqueros en las botas para que no se mojen, la camisa la dejo así pues no me gusta fajarla, camino hacia un pequeño perchero y cojo una bata blanca, tan relavada y llena de olores que me recuerdan al vivero y a los frascos en los que ponemos todos los menjurges y hojas que cosechamos de las plantas que tenemos.  

Vivimos en la zona de comerciantes, aquí hay muchos comercios y las casas de sus dueños, nosotros vivimos justo al lado de la botica y atrás de la casa esta el vivero.  Servimos a los funcionarios, los agentes de la paz y algún que otro cliente de la Veta.  No somos ricos, pero al menos no sufrimos como la gente de la Veta, la zona más pobre del Distrito 12. Sin emabargo todos tenemos que aportar a la manutención de la casa, ya que mi abuela casi no puede valerse por si sola, Niall va al Quemador todos los días a vender algunos frutos o medicinas pero no siempre llega a la casa con dinero en sus bolsillos. El Quemador, el mercado negro que funciona en un almacén abandonado en el que antes se guardaba carbón. Cuando descubrieron un sistema más eficaz que transportaba el carbón directamente de las minas a los trenes, el Quemador fue quedándose con el espacio. Yo por mi parte me la paso despachando en la botica o ayudándole a mi abuela a preparar medicinas, aunque a veces se aferra y no me deja ayudarle, sin embargo he aprendido muchas de sus técnicas así que estos últimos años me ha dejado ayudarle.

Voy a la cocina antes de salir, sobre la mesa esta una cesta tejida, de mimbre para ser exactos, me acerco y tomo una nota que se encontraba adentro de la cesta. La letra es fina, como la que se pone en las recetas que da la abuela, así que de inmediato sé que se trata de ella.

“Harry…”

En realidad me llamo Harold, pero todos me dicen Harry.

“… Le he encomendado a Niall que fuera a traer unos cuantos pétalos de Manzanilla y hojas del tallo de las Camelias, pero sé que te levantarás más temprano debido a que como hoy es el dia de la cosecha quizá querías caminar, puedes comprar unos caramelos de regreso. Me iba a ir al vivero pero decidí quedarme a dormir un poco con Niall, hoy es un dia muy difícil para él.
Con amor, tu abuela.”

Sonrío, doblo la carta y la pongo sobre la mesa. Voy al cuarto para dejar la bata sobre el perchero y los veo ahí, Niall parece un niño pequeño, y para mí lo es, un pequeño al cual debo de cuidar de todo mal.
Caminé por las escuetas calles de la zona de casas con la canasta en la mano. Todo era silencio, incluso al pasar por la Veta, que a estas horas está siempre llena de mineros del carbón que se dirigen al turno de mañana. Hombres y mujeres de hombros caídos y nudillos hinchados, muchos de los cuales ya ni siquiera intentan limpiarse el polvo de carbón de las uñas rotas y las arrugas de sus rostros hundidos. Sin embargo, hoy las calles manchadas de carboncillo están vacías y las contraventanas de las achaparradas casas grises permanecen cerradas. La cosecha no empieza hasta las dos, así que todos prefieren dormir hasta entonces... si pueden.

Después de la última casa de la Veta llego al campo incólume al que llaman la Pradera. Lo que separa la Pradera de los bosques y, de hecho, lo que rodea todo el Distrito 12, es una alta alambrada metálica rematada con bucles de alambre de espino. La cerca está electrificada las veinticuatro horas para disuadir a los depredadores que viven en los bosques y antes recorrían nuestras calles (jaurías de perros salvajes, pumas solitarios y osos). Un zumbido me indica que está electrificada, no tengo nada que hacer ahí así que no le doy importancia. Veo a las Camelias bailando al son de la leve briza de la mañana, a no ser por la preocupación de la cosecha, me alegraría estar aquí, disfrutando del cálido sol y los colores que me brindan las flores.  De hecho voy a hacerlo, voy a dejar que los problemas fluyan como el riachuelo que está a unos cuantos metros de mí, voy a recostarme y disfrutar de este día como si nada de esto existiera.

Tendido en el suelo y cansado de encontrarle formas a las nubes, mis ojos comienzan a vencerse, cuando una sombra me priva de la luz del sol. Es alguien, pero está a contraluz y no logro verle el rostro. Trae unas botas parecidas a las mías y una camisa de franela.

-¡Hezriett!- Exclamo de la alegría que me da al ver a mi amigo. Él trabaja también en la botica, es un gran amigo de la familia, su compañía me alegra en cualquier momento. Hezriett Raleigh, un gran experto en botánica y herbolaria, él se ha ganado todo el aprecio que mi abuela le tiene debido a sus habilidades, él ama a las plantas, incluso está haciendo un libro en donde pone el dibujo de la planta y sus propiedades, aunque casi no tiene tiempo para eso. Amo ver como su mente se pierde mientras esta preparando desde una simple infusión hasta un remedio muy especial. Sus ojos azules, tan característicos de la zona de comerciantes, se funden en el verde de las plantas y sus manos finas se mueven con una rapidez y precisión que me cautivan. Adoro mover sus mechones de cabello pegados a su frente debido al sudor casi tanto como adoro ver su sonrisa después de ver como ha quedado su dibujo, todo en él es tan perfecto.
Me apoyó en los codos y me levanto un poco, él se recuesta sobre el césped y se acomoda su bolso de cuero, el cual trae colgado de un hombro. El aire mueve su hermosa cabellera dorada y los rayos del sol hacen brillar sus ojos azules.
-¿Cómo estas?- Rompe después de un rato cruzando miradas.
-Tan feliz que podría apuntarme voluntario en los Juegos.- Ríe un poco ante mi notorio sarcasmo.
-Como sea, te tengo algo que vas a amar- Se giró un poco para hurgar en su bolso de cuero, tenia una sonrisa de oreja a oreja, la cual me contagió.- Cierra los ojos- Me dijo y le hice caso, cerré los ojos y después de unos segundos, sentí como sus manos rodeaban mi cuello y se detuvieron en mi nuca.- Ya puedes abrir los ojos.- Dijo alegre e inmediatamente al abrir los ojos miré hacia mi pecho y de mi cuello colgaba un hermoso collar con cinco hojas marrones, una grande en el centro y dos pequeñas al  los costados de esta. Cinco cuentas de diferentes colores unían a cada hoja del hilo grueso y café que las sostenía, simplemente una preciosa joya y sin ninguna ostentosa decoración cara como las que tienen las joyas que se fabrican en el Distrito 1.
-Por Dios, ¡Es precioso!- Exclamo lleno de jubilo y sin dejar de admirar la pieza.
-Te dije que lo ibas  a amar.- Lo abrazo y suelta un leve quejido que rápido es reemplazado por una risita encantadora.
-Esto te debió de costar una fortuna, en serio no debiste.- Miro de nuevo los finos detalles tan precisos, casi podría jurar que es obra de… - ¿Tu lo hiciste?- El solo sonríe pícaramente confirmándome que el lo hizo. -¡Eres un tonto!- Rio y el también,  obviamente no lo insulto. Me le abalanzo en un abrazo logrando tumbarlo y quedar yo arriba de él, tan cerca que nuestras respiraciones chocan.
-¿Por qué?-
-¿Qué?-
-¿Por qué me llamas tonto?- Finge un puchero para demostrar que según esta ofendido.
-Pues porque gastaste tiempo en hacerme esto.-
-Tú te mereces eso y más,  Además…- Me sujeta de la espalda y giramos para quedar él sobre mí.- Hoy es el día de la cosecha y tu cumpleaños es en una semana, y no sé si mi nombre vaya a…- Me levanté y el rodó a un lado.
-No digas eso-
-Harry…- Se levantó y me sujetó del hombro.- Mi nombre va a salir muchas veces y tenemos que afrontar la realidad.-
-No quiero, no soportaría que tu nombre saliera, o que el nombre de Niall saliera.- Las lagrimas pueden más que yo, y salen de mis ojos haciendo un húmedo camino en mis mejillas, él las limpia con sus finos dedos y levanta mi mentón.
-Saldremos de esta.- Trata de animarme, pero no funciona, con un movimiento rápido, safo mi cabeza de su mano y no le dirijo la mirada, mirando fijamente al horizonte, viendo a la Veta y sus casas llenas de polvo y tristeza, toda esa gente muriéndose de hambre y aun así corren el riesgo de ir a los juegos.
-Los odio- Rompo el silencio.
-¿A quienes?
-A toda la gente del Capitolio que no tiene que asistir a los juegos.- El sistema de la cosecha es injusto y los pobres se llevan la peor parte. Te conviertes en elegible para la cosecha cuando cumples los doce años; ese año, tu nombre entra una vez en el sorteo.
A los trece, dos veces; y así hasta que llegas a los dieciocho, el último año de elegibilidad, y tu nombre entra en la urna siete veces. El sistema incluye a todos los ciudadanos de los doce distritos de Panem.
Sin embargo, hay gato encerrado. Digamos que eres pobre y te estás muriendo de hambre, como les pasa a mucha gente aquí en la Veta. Tienes la posibilidad de añadir tu nombre más veces a cambio de teselas; cada tesela vale por un exiguo suministro anual de cereales y aceite para una persona. También puedes hacer ese intercambio por cada miembro de tu familia. Gracias a Dios, yo nunca he tenido que pedir teselas, pero aún así mi nombre lleva apareciendo vairos años, y ahora, a los dieciséis años, mi nombre entrará cinco veces en el sorteo de la cosecha, mientras que Hez, quién tiene diecisiete años, su nombre aparecerá veinte veces,  seis veces por su edad y catorce por el numero de teselas que él ha pedido, ya que hubo un tiempo en el que su hermano enfermó y tubo que limitarse a unas horas en la botica y a pedir teselas.
-Yo siempre estaré contigo, pase lo que pase.- Le volteo a ver y me sujeta en sus brazos, tan fuertes a pesar de no trabajar en las minas. Su olor, es suave,  a tierra mojada, un olor predilecto para mis fosas nasales, algo que me hace recordar a mi madre a pesar de no haberla conocido, pero siento esa esencia en las plantas, en cada vez que riego todas y cada una de las plantas del vivero, en cada vez que acerco mi nariz a las rosas, pero el aroma de Hez esta mezclado con algo más, tal vez con un toque de pino.- Vez, ya esta, no más tristeza, ¿Si?- Me separo de él y asiento con una sonrisa, él también sonríe, pero luego frunce ligeramente el ceño.
-¿Qué sucede?
-Es tu collar, espera…- Acerca sus manos a mi pecho y comienza a desabrochar los tres primeros botones de la camisa, dejando mi pecho al descubierto, después coloca el collar por debajo de la camisa y la cierra.- Listo- Sonrió, pero no ha bajado una mano que aun sigue en mi pecho. Al cabo de unos segundos, se da cuanta de la situación y sus mejillas se tornan carmesí como el color de algunas de las flores que se encuentran bailando con el viento en esta verde pradera.
-Tal vez tu si sobrevivas a los juegos, mírate, eres fuerte.- Es verdad, el tiene más posibilidades de sobrevivir que yo, más fuerza y experiencia.
-Tú también podrías.
-Ah, ¡claro! Puedo untarles un ungüento hasta hacerlos morir.- Reímos ante mi chiste, a veces es bueno un poco de humor en este mar de tristeza.
-Y yo podría hacerles collares hasta que me supliquen piedad.-
- Es hermoso.- El me agradece y agacha la mirada- ¿Cómo lo has hecho?- Pregunto con referencia al collar.
-Pues… Dejé a secar algunas hojas y compre la cuerda en el Quemador, y las cuentas… Me las dio tu abuela.- Sonrío y recuerdo la encomienda de mi abuela, solo he visto las hojas del tallo de las Camelias, me faltan los pétalos de manzanilla.
-Hablando de mi abuela, tengo que irle a dejar unas cuantas cosas a la botica y regar las plantas.- Recojo la canasta y veo a Hezriett quién me mira sonriendo con los brazos cruzados.- ¿Qué?- Rio y le doy un leve empujón amistoso pero sigue riendo.
-Harry, hoy no se abre la botica-
-Pero tengo que regar…- Me interrumpe.
-Ya fui en la mañana.-
-Aun así, tengo que hacer el encargo de mi abuela.-
-Está bien. Por cierto, me tengo que ir, me arreglaré para la cosecha.
-Yo también- Digo agachado mientras arranco algunas hojas verdes del tallo de una Camelia.
-¡Casi se me olvida!.- Dice un poco alejado de mí.- ¡No te olvides de ponerte algo lindo, querido!- De repente, se pone a imitar el acento del Capitolio y los ademanes de Crousta Gramiolet, la mujer optimista hasta la demencia que viene una vez al año para leer los nombres de la cosecha. Yo solo agito la cabeza riendo un poco.- ¡Felices Juegos del Hambre! –Retrocede unos cuanto pasos para alejarse-. Y que la suerte... –empieza, y se aleja más para tomar su camino de regreso a su casa en la zona de comerciantes.
-¡... esté siempre, siempre de vuestra parte! -concluyo, con el mismo brío.
Tenemos que bromear sobre el tema, porque la alternativa es morirse de miedo. Además, el acento del Capitolio es tan afectado que casi todo suena gracioso con él.

Observo a Hezriett mientras se aleja y se pierde entre la distancia y la altura de la hierba; podría ser hermano de Niall: cabello rubio, sus ojos azules y una piel que parece ser transparente. Pero no son familia, al menos, no cercana. Casi todos los que viven en la zona comercial tienen un aspecto familiar. Por otro lado, casi todos los que trabajan en las minas tienen un aspecto similar. Pelo negro liso, piel aceitunada, incluso tienen los mismos ojos grises.
Por eso yo, con mi pelo castaño con rizos, ojos verdes y piel más bronceada, parezco siempre fuera de lugar; porque lo estoy. Mi padre era un minero de la Veta, con pelo liso, piel aceitunada, con ojos grises, un aspecto que casi todos en la Veta lo tienen. En cambio mi madre, con su pelo largo y rubio, ojos azules y piel blanca, al igual que sus padres (con quienes ahora vivo, bueno solo con mi abuela). Es por eso que yo no me parezco mucho a mi hermano. Mi padre murió cuando yo tena ocho años de edad y Niall cinco, mientras que mi madre murió cuando nació Niall, de mi abuelo no tengo muchos recuerdos pero sé que murió después de que yo naciera.

Junto unas cuantas flores de Manzanilla que encontré cerca del riachuelo y las pongo en la canasta y emprendo mi camino hacia la casa, aún necesito bañarme y el sol que se esta poniendo más abrazador no ayuda mucho pues siento el sudor en mi frente y en las plantas de los pies debido a las botas que no permiten la ventilación.

En casa, encuentro a mi abuela y a Niall preparados para salir. Mi abuela lleva un vestido elegante como los que usaba en sus días de juventud y Niall viste mi primer traje de cosecha: una camisa blanca con tirantes y un pantalón gris. A Niall le queda un poco largo, pero mi abuela se lo ha sujetado con alfileres.
Me espera una bañera llena de agua caliente. Me restriego para quitarme el sudor, e incluso me lavo el pelo. Veo, sorprendido, que mi abuela me ha sacado una chaqueta de cuero color marrón que perteneció a mi padre, un cinto y botas del mismo material y color.
-¿Estás segura? -le pregunto, porque aun no me siento lo suficientemente hombre para portar algo de mi padre. Se trata de algo especial, porque el hecho de que fuese de mi padre, eso le da mucho valor sentimental.
-Claro que sí. -me responde. Apenas me reconozco en el espejo agrietado que tenemos apoyado en la pared.
-Estás muy guapo -dice Niall, en un susurro.
-No tanto como tú -respondo.
Lo abrazo, porque sé que las horas que nos esperan serán terribles para él. No es su primera cosecha, pero él se pone un muy nervioso aunque se muestre muy seguro, su nombre aparecerá solo tres veces en la urna; nunca ha pedido ninguna tesela. Sin embargo, está preocupado por mí y por Hez, le preocupa que ocurra lo inimaginable.

Protejo a Niall de todas las formas que me es posible, pero nada puedo hacer contra la cosecha. Le he prometido a mi padre, antes de que muriera de una fuerte pulmonía, que yo cuidaría de Niall ante todo.
A la una en punto nos dirigimos a la plaza. La asistencia es obligatoria, a no ser que estés a las puertas de la muerte. Esta noche los funcionarios recorrerán las casas para comprobarlo. Si alguien ha mentido, lo meterán en la cárcel.

Es una verdadera pena que la ceremonia de la cosecha se celebre en la plaza, uno de los pocos lugares agradables del Distrito 12. La plaza está rodeada de tiendas y, en los días de mercado, sobre todo si hace buen tiempo, parece que es fiesta. Sin embargo, hoy, a pesar de los banderines de colores que cuelgan de los edificios, se respira un ambiente de tristeza. Las cámaras de televisión, encaramadas como águilas ratoneras en los tejados, sólo sirven para acentuar la sensación.
La gente entra en silencio y ficha; la cosecha también es la oportunidad perfecta para que el Capitolio lleve la cuenta de la población. Conducen a los chicos de entre doce y dieciocho años a las áreas delimitadas con cuerdas y divididas por edades, con los mayores delante y los jóvenes, como Niall, detrás. Los familiares se ponen en fila alrededor del perímetro, todos cogidos con fuerza de la mano. También hay otros, los que no tienen a nadie que perder o ya no les importa, que se cuelan entre la multitud para apostar por quiénes serán los dos chicos elegidos. Se apuesta por la edad que tendrán, por si serán de la Veta o comerciantes, o por si se derrumbarán y se echarán a llorar. La mayoría se niega a hacer tratos con los mañosos, salvo con mucha precaución; esas mismas personas suelen ser informadores, y ¿quién no ha infringido la ley alguna vez?

La plaza se va llenando, y se vuelve más claustrofóbica conforme llega la gente. A pesar de su tamaño, no es lo bastante grande para dar cabida a toda la población del Distrito 12, que es de unos ocho mil habitantes. Los que llegan los últimos tienen que quedarse en las calles adyacentes, desde donde podrán ver el acontecimiento en las pantallas, ya que el Estado lo televisa en directo.
Me encuentro de pie, en un grupo de chicos de dieciséis años de la zona de comerciantes. Intercambiamos tensos saludos con la cabeza y centramos nuestra atención en el escenario provisional que han construido delante del Edificio de Justicia. Allí hay tres sillas, un podio y dos grandes urnas redondas de cristal, una para los chicos y otra para las chicas. Me quedo mirando los trozos de papel de la bola de los chicos: veinte de ellos tienen escrito con sumo cuidado el nombre de Hezriett Everdeen.
Dos de las tres sillas están ocupadas por el alcalde Undersee (quién tiene un hijo pequeño) y Crousta Gramiolet, la acompañante del Distrito 12, recién llegada del Capitolio, con su aterradora sonrisa blanca, el pelo café y un traje café, todo en ella es café. Los dos murmuran entre sí y miran con preocupación el asiento vacío.

Justo cuando el reloj da las dos, el alcalde sube al podio y empieza a leer. Es la misma historia de todos los años, en la que habla de la creación de Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica. Enumera la lista de desastres, las sequías, las tormentas, los incendios, los mares que subieron y se tragaron gran parte de la tierra, y la brutal guerra por hacerse con los pocos recursos que quedaron. El resultado fue Panem, un reluciente Capitolio rodeado por trece distritos, que llevó la paz y la prosperidad a sus ciudadanos. Entonces llegaron los Días Oscuros, la rebelión de los distritos contra el Capitolio. Derrotaron a doce de ellos y aniquilaron al decimotercero. El Tratado de la Traición nos dio unas nuevas leyes para garantizar la paz y, como recordatorio anual de que los Días Oscuros no deben volver a repetirse, nos dio también los Juegos del Hambre.
Las reglas de los Juegos del Hambre son sencillas: en castigo por la rebelión, cada uno de los doce distritos debe entregar a un chico y una chica, llamados tributos, para que participen. Los veinticuatro tributos se encierran en un enorme estadio al aire libre en la que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrasador hasta un páramo helado. Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas; el que quede vivo, gana.
Coger a los chicos de nuestros distritos y obligarlos a matarse entre ellos mientras los demás observamos; así nos recuerda el Capitolio que estamos completamente a su merced, y que tendríamos muy pocas posibilidades de sobrevivir a otra rebelión. Da igual las palabras que utilicen, porque el verdadero mensaje queda claro: «Mirad cómo nos llevamos a vuestros hijos y los sacrificamos sin que podáis hacer nada al respecto. Si levantáis un solo dedo, os destrozaremos a todos, igual que hicimos con el Distrito 13».
Para que resulte humillante además de una tortura, el Capitolio exige que tratemos los Juegos del Hambre como una festividad, un acontecimiento deportivo en el que los distritos compiten entre sí. Al último tributo vivo se le recompensa con una vida fácil, y su distrito recibe premios, sobre todo comida. El Capitolio regala cereales y aceite al distrito ganador durante todo el año, e incluso algunos manjares como azúcar, mientras el resto de nosotros luchamos por no morir de hambre.
-Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias -recita el alcalde.
Después lee la lista de los habitantes del Distrito 12 que han ganado en anteriores ediciones. En veinte y cinco años hemos tenido solo una ganadora, Klinda Hermawill , una mujer de un juicio no muy confiable, de mediana edad que, en estos momentos, aparece con un gran abrigo con este sol tan abrazador sobre nosotros, se sienta en la silla vacía, cruza las piernas y se ajusta un sombrero borsalino negro y se baja un poco las gafas de sol exageradamente grandes.
El alcalde presenta a Crousta Gramiolet. La mujer, tan alegre y vivaracha como siempre, sube a trote ligero al podio y saluda con su habitual:
-¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!
Seguro que su pelo larguísimo es una peluca, porque no he conocido a alguien con una cabellera tan larga y brillante. Empieza a hablar sobre el honor que supone estar allí, aunque todos saben lo mucho que desea una promoción a un distrito mejor, con ganadores de verdad, en vez de locas que usan abrigos en días de sol.
Localizo a Hez entre la multitud, y él me devuelve la mirada con la sombra de una sonrisa en los labios. Para ser una cosecha, al menos estaba resultando un poquito divertida por la actitud de Klinda quien parece incomodar al presidente haciéndole sentir calor. Pero, de repente, empiezo a pensar en Hez y en las veinte veces que aparece su nombre en esa gran bola de cristal, y en cómo la suerte no está siempre de su parte, sobre todo comparado con muchos de los chicos. Y quizá él esté pensando lo mismo sobre mí, porque se pone serio y aparta la vista.
«No te preocupes, hay mil papeletas», desearía poder decirle.
Ha llegado el momento del sorteo, pero Crousta Gramiolet para.
-Antes del sorteo, me avisan que tenemos un importante aviso desde el Capitolio, guardemos silencio para escuchar las palabras que nuestro apreciado presidente nos dará a conocer.- Todos se miran entre sí desconcertados, esto casi nunca sucede, de hecho nunca me ha sucedido. De pronto las enormes pantallas que están sobre el edificio de justicia se encienden, suena el himno a Panem, y en mi garganta se forma un nudo de nerviosismo cuando el Presidente Snow sube al escenario. Está seguido de un niño pequeño vestido en un traje blanco y sosteniendo una sencilla caja de madera. El himno termina, y el Presidente Snow empieza a hablar, para recordarnos a todos los Días Oscuros de los cuales nacieron los Juegos del Hambre.
-Cuando se establecieron las leyes de los Juegos- empieza, con un aire de misticismo - el consejo, acordamó que para conmemorar a los muertos en la rebelión de los distritos, cada veinticinco años, se celebraría el aniversario con un Quarter Quell (un vasallaje de los veinticinco), una celebración especial y con un significado como lo tienen en sí lo juegos. El consejo dictaminó esto, y redactó las diferentes celebraciones y las puso en esta caja- señala a la caja y el  niño de blanco se adelanta un paso, alzando la caja a la vez que el presidente levanta la tapa. Podemos ver las ordenadas filas en vertical de sobre amarilleados. Quien sea que concibió el sistema del Quarter Quell se había preparado para siglos de Juegos del Hambre. El presidente saca un sobre claramente marcado con un 25.  Pasa el dedo por la solapa y saca un pequeño cuadrado de papel. Sin vacilación, lee.-  En el vigésimo quinto aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que sus hijos morían por su decisión de iniciar la violencia, cada distrito debe celebrar unas elecciones y votar a los tributos hombre y mujer que lo representarán.- Unas enormes ganas de vomitar me invaden, mientras mis piernas no me ayudan mucho a sostenerme. Veo que el presidente habla pero no escucho nada, me he bloqueado. Las pantallas se apagan. Crousta Gramiolet se acerca al micrófono y dice:
-Hagan una fila de hombres y otra de mujeres, así todos votaran por su tributo favorito.- Dice con un entusiasmo que solo alguien del Capitolio podría tener en estos momentos.

Ya  todos los hombres y mujeres formados en filas, nos pasaron uno por uno a firmar en unas hojas. Con forme la fila se iba haciendo más pequeña mis nervios aumentaban, ¿Por quién votaría? No odio a nadie como para hacerle esto, nadie se lo merece.
Llegó mi turno, tengo una papeleta en blanco frente a mí  y un bolígrafo alado de esta. Temblorosamente sujeto el bolígrafo y pongo la punta en el papel, esperando que no salga tinta y así no tenga que votar.
-Rápido- Me ordena una agente de la paz que esta sentada para atender la mesa, la misma quien toma nuestras huellas para registrar nuestra asistencia. Muevo el bolígrafo para escribir: Harold Everard.
No tuve más opción, no podía hacerle eso alguien, sin duda elegir a los tributos es mucho peor que tu nombre salga sorteado de la urna.

Después de que todos hemos firmado, tanto adultos y niños de doce años en adelante, esperamos en los mismos lugares el resultado. Crousta Gramiolet se acerca de nuevo al micrófono y dice lo de siempre «¡las damas primero!», y un agente de la paz le alcanza un sobre, lo abre, alisa el papel que estaba dentro del sobre y lee el nombre con voz clara: Eleanor Ahrem. Una chica bella, poseedora de una cabellera café y un cuerpo escultural sube al podio con el rostro deshecho, la comprendo. Me pregunto como una joven bella, que parece no matar a una mosca, ha terminado electa para los Juegos del Hambre. Eleanor se queda parada atrás de Crousta, y esta última se acerca al micrófono de nuevo. Un cosquilleo nada cómodo me invade. No recuerdo haberle dado motivos a alguien para que me odiase lo suficiente como para poner mi nombre en una papeleta. De hecho no creo que alguien en la escuela siquiera sepa mi nombre.
-Ahora los caballeros.- Exclama la mujer aplaudiendo y sonriendo de alegría. Otro agente de la paz se acerca con un sobre, ella lo sujeta con sus manos cubiertas por unos guantes café, por supuesto.  Abre el sobre. La multitud contiene el aliento, se podría oír un alfiler caer, y yo empiezo a sentir náuseas y a desear desesperadamente que no sea yo, que no sea yo, que no sea yo.

Crousta Gramiolet desdobla el papel y lee el nombre con voz clara.

Es Harold Everard.




Escribí esto porque soy un gran fan de los juegos del hambre y soy LarryShipper así que decidí juntar ambas cosas y salió esta novela, trato de adaptarme demasiado a la historia lo cual me cuesta tiempo, espero  y sí  es leída, puedan entenderle, si no es así, pueden leer los libros, los cuales  recomiendo o preguntarme aqui en el foro. Gracias.

Me encanta
Amo The Hunger Games
Y este inspirado en los libros ( te adoro )
Síguela pronto
Love You

sofi16_1999 escribió:Me encanta
Amo The Hunger Games
Y este inspirado en los libros ( te adoro )
Síguela pronto
Love You

Ya somos dos los que amamos The Hunger Games! (bueno, en realidad somo muchos jaja:D)
No te preocupes, la semana que viene salgo de vacaciones de verano y voy a seguirla.

Oh my gaaaad
Lo ameee <3
De verdad, esta muy bueno :333
Entiendo que tome tiempo adaptar un libro tan complicado :)
Así que sube cuando pueds
Muchos saludos xx

Bravery* escribió:Oh my gaaaad
Lo ameee <3
De verdad, esta muy bueno :333
Entiendo que tome tiempo adaptar un libro tan complicado :)
Así que sube cuando pueds
Muchos saludos xx

Gracias por leer. Y que bueno que te gustó.
Trataré de subir seguido. Muchos saludos:D

Hola!
Muy buena adaptación me gusto mucho muero por saber cuando aparecerá el sexy louis! Oh esto me intriga! Gracias por la novela!
Saludoss

lizethstylinson escribió:Hola!
Muy buena adaptación me gusto mucho muero por saber cuando aparecerá el sexy louis! Oh esto me intriga! Gracias por la novela!
Saludoss

Que bueno que te gustó! pronto aparecerá el sexy Louis y estará más sexy que nunca jajajajaja. Gracias por leer:D Saludos

Oh dios hola! :D ame esto! AMO THG Y LARRY Y AHORA ESTÁN LAS DOS :D
Haha me encanta! :D siguelaaaa'
Por cierto...
Soy Pony :3
Xx

moonstone escribió:Oh dios hola! :D ame esto! AMO THG Y LARRY Y AHORA ESTÁN LAS DOS :D
Haha me encanta! :D siguelaaaa'
Por cierto...
Soy Pony :3
Xx

Hola Pony:D soy Luis. Pudes llamarme Tony, o Toño, o como sea (mi segundo nombre es Antonio jaja) Que bueno que te gustó. Estoy trabajando en el segundo capitulo así que pronto la seguiré. Saludos

Mis queridas lectoras. Lamento informarles que el siguiente capítulo tardará más de lo pensé. Se borró el documento, ya casi estaba listo. Siento tanto coraje por el retraso, pero no se preocupen, en menos de lo que canta gallo se los tendré listo.

:3 Hola de nuevo... :D
Sabes... ME ENCANTA TU NOMBREE! :D
Idk... Es qe siempre me gustaron esos nombres... Y más el de Luis... Y no... No es por que es como Louis... PARA NADA! No se... Tiene un no s que que me gusta :D
Así que... :D
Que mal que tardará... Pero eso NO IMPORTA! Por qué yo esperare! Es decir si espere un año a comprar un libro puedo esperar para capítulo :D y seré feliz! :D
Así que SIGUELA! Me encaaantaaaaaa! :D

moonstone escribió::3 Hola de nuevo... :D
Sabes... ME ENCANTA TU NOMBREE! :D
Idk... Es qe siempre me gustaron esos nombres... Y más el de Luis... Y no... No es por que es como Louis... PARA NADA! No se... Tiene un no s que que me gusta :D
Así que... :D
Que mal que tardará... Pero eso NO IMPORTA! Por qué yo esperare! Es decir si espere un año a comprar un libro puedo esperar para capítulo :D y seré feliz! :D
Así que SIGUELA! Me encaaantaaaaaa! :D

 Te gustan mis nombres? yo los odio, con muy no sé, askadoaskadkjladj:c 
Bueno, ya está el cap. Así que no más espera, por cierto me he pasado por tu novela, y me encantó.

Isa_Echizen escribió:¡Hooola! asjkdhasfas hace como un mes leí la Saga de los Juegos del hambre en dos días ._. Me gustó muchísimo. Estoy ansiosa por seguirte leyendo n.n

 Qué bueno que te haya gustado. También me he pasado por tu novela y creo que ya no has subido:c pero no tengo cara con que reclamarte pues yo tampoco he subido jejeje Ya está el cap. 2!!! :DDD Saludos.