Unpredictable | 5 Seconds of Summer

— ¡Michael para! – exclamó la rubia después de soltar una sonora carcajada. Ambos estaban corriendo a través del parque, con la fresca brisa primaveral acariciando los rostros de los dos jóvenes. Los mechones rubios de la chica, descendían por su cara y danzaban grácilmente a cada costado de ésta. Al fin, el chico atrapó a la chica, agarrándola suavemente por la cintura. Ari rió echando su cabeza hacia atrás, apoyándola en el hombro de Michael, y éste besó con dulzura el hombro de la rubia. Ariadne se giró, y ambos quedaron cara a cara. El rostro de de Michael estaba algo inclinado, ya que la chica era algo más baja que él. Mike acercó lentamente su rostro al de Ari, para así quedar a unos pocos centímetros de distancia. Finalmente, los labios acabaron por rozarse levemente, pero no más que eso. La rubia separó rápidamente su rostro del del chico, y observó divertida como a éste se le había quedado una cara de atontado graciosísima.
— Eh, ¿y eso? – protestó Mike, que se había quedado con ganas de más.
— Deberás ganártelo. – lo desafió la chica con una sonrisa juguetona.
— ¿Cómo, si se puede saber señorita Carter? – al momento en que Michael terminó de articular la frase, la chica echó a correr, de nuevo.
— ¡Oh, vamos! ¿No te cansas nunca? – reprochó Michael alzando los brazos en forma de protesta. La chica alzó su dedo medio en el aire hacia la dirección de Michael. – Me lo tomaré como un no.
El chico siguió persiguiendo a Ariadne, hasta que en un pequeño bosque, la perdió entre las hojas verdosas de los árboles y los frutos rojizos de los arbustos.
— ¡Ari! ¿Se puede saber dónde estás? – preguntó Michael apoyando ambos brazos en sus rodillas, exhausto. De repente, notó unas cálidas y pequeñas manos tapar sus ojos. – Sé que eres tú, huelo tu perfume.
La chica liberó a Mike de su “ceguera temporal” y besó los labios del chico apasionadamente.
— Te lo has ganado, Usain Bolt. – rió Ariadne, encima de los labios de su novio.
La dulce voz de la chica se fue distorsionando, y acabó convirtiéndose en la irritante alarma del despertador. Michael tardó varios segundos en reaccionar, y asimilar que todo eso, solo había sido un sueño. Un estúpido y perfecto sueño.
— Joder.- farfulló tapando con ambas manos su rostro. Miró el reloj en un vistazo rápido. ¡Las ocho menos diez! – Mierda, mierda, mierda, mierda. – No tenía tiempo para ducharse, se vistió rápidamente con la primera camiseta limpia que encontró y roció su cuerpo con el desodorante Axe. Bajó las escaleras tan rápido como sus piernas le permitieron y voló hacia la parada del autobús, por suerte, cuando llegó, Calum y Nicole seguían sentados en sus respectivos sitios de cada mañana. Pero, había algo diferente en el ambiente, había mucha tensión, tanta, que se podía cortar con un cuchillo.
Los tres jóvenes subieron al autobús cuando llegó. Sería un largo, largo día.
Angie y Ari, caminaban tranquilamente por la calle de camino al instituto.
— Para saber cuánta presión es ejercida sobre un superficie se debe calcular…
— Eh, eh. Ari, déjalo, te lo sabes bien. Vas a sacar sobresaliente, como siempre. – cortó Angie a su amiga.
— ¿Tú crees? – preguntó Ariadne mordiendo su labio.
— Por supuesto. Lo que debes hacer es relajarte y no preocuparte tanto. Búscate un novio, sal por ahí, ¡yo qué sé! Necesitas desconectar. – habló Angie sacando su teléfono móvil de su mochila.
— No, nada de novios. Sabes que desde lo de Noah… - Ari no pudo continuar. Su voz se quebró y la inmensa sensación de humillación y traición regresaron a su ser. Noah la había engañado con una de las chicas más populares y plásticas del instituto.
— Oh, vamos Ari. Sabes que no todos los hombres son así. Solo debes buscarlos bien. – le aconsejó su mejor amiga.
— ¡He dicho que no! – respondió la rubia con brusquedad. - Además, si quisiera tener uno, no habría candidatos. No hay nadie que me interese o que me llame la atención.
— Claro que sí… - respondió Angie. Entonces puso su habitual cara de reflexionar. - ¿Qué tal Josh? ¿Peter? Oh… ¡Ya sé! ¡Michael!
— ¡¿Qué?! ¿Uno de los amigotes de Luke? No, gracias. ¿No has oído hablar nunca de su fama de mujeriego? – preguntó Ari frunciendo el ceño. – precisamente, ése, es el tipo de tío que no me gusta.
— Está bien, está bien… Pero si cambias de opinión…
— ¡Angie!
— Vale, vale. – respondió Angie rindiéndose.
Y las dos amigas siguieron caminando hacia el instituto. Ari tenía muy claro que no quería amor en su vida, pero la vida da vueltas y vueltas…
Michael caminaba por los blanquecinos pasillos del instituto, llenos de taquillas y más taquillas. Llegó a su clase correspondiente. Matemáticas. Se sentó en la última fila, como siempre, y esperó con desgana a que llegara el profesor. Entonces, entró Ariadne por la puerta, con su radiante y habitual sonrisa. Se sentó delante de Michael, quizá algo desplazada hacia la derecha, ya que, no había más sitios libres. La clase transcurrió muy lentamente. Pero, cuando faltaba tan solo un cuarto de hora para que la clase llegara a su fin, a Ari se le calló un bolígrafo al suelo. Rápidamente la chica se agachó a recogerlo, dejando a la vista su trasero, bastante cerca de la pierna derecha de Michael. El chico intentó contenerse y pensar en otras cosas, pero el intento fue en vano, ya que sin querer movió su pierna, rozándola con las nalgas de Ari. Rápidamente palideció. ¿Por qué le pasaba eso? Como si no hubiera tocado traseros nunca… Ariadne parecía no notarlo, así que siguió con lo suyo. La chica se levantó, y al hacerlo inconscientemente deslizó su trasero subiendo hasta la rodilla de Michael, entonces tomó asiento de nuevo. Y Michael lo agradeció, pero un pequeño bulto se le estaba formando en la entrepierna, y aquello no era bueno. Al cabo de diez minutos, el timbre sonó y un rumor de voces aliviadas resonó por todo el lugar. Michael se levantó apresuradamente, necesitaba salir de ahí en cuanto antes. Con tanta prisa, no vio que se le habían caído unos papeles al suelo, apuntes de ecuaciones de tercer grado. Pero Ari sí lo hizo.
— Eh, Michael. – el chico giró sobre sus tobillos. – se te ha caído esto.
La chica se inclinó para recoger los apuntes de Mike, mostrando sin querer su escote. Michael tragó saliva. Mil ideas pasaban por su cabeza en esos instantes. Ari le otorgó los papeles a su compañero, y éste salió en menos de cinco segundos de la clase, después de decir un rápido “gracias”. Ari, lo vio como un acto grosero y descortés, pero qué se le va a hacer, siendo un chico que juega con las mujeres y solo las quiere por una semana. El chico voló por los pasillos. No podía dejar de pensar en Ari, en Ari y solamente Ari. Llegó al baño de caballeros, y se encerró dentro de uno de los cuadriláteros. Se sentó en la taza del váter, intentando pensar en cosas decentes, y poder calmarse. Nada. Las imágenes permanecían intactas en su cabeza. Hasta se imaginó como sería hacerlo con Ariadne en ése mismo sitio, en un baño público. ¿Qué coño le sucedía? ¿Por qué actuaba así?
— ¿Por qué me haces esto? – susurró Michael apoyando ambas manos en su cabeza. Y de ese modo, Michael pasaba de ser el jugador, a ser el juguete.