You gonna love me [James S. Potter & Tú]

por **C.J. Potter** Vie 22 Nov 2013, 8:07 am

Ficha

• Titulo: You gonna love me.
• Autor: Quien les escribe.
• Adaptación: Adaptada a los personajes, hechos, y lugares creados por la magnífica Jota ká Rowling, pero la trama y algunos personajes son míos.
• Género: Hot (erótica), romance, drama.
• Contenido: Algunas palabras mal sonantes y escenas eróticas (¿leyeron eso? ¡Pues están advertidas de las monstruosidades que puedan llegar a leer de mí!)
• Advertencias: Um... Es una historia corta. Creo que sólo eso.
• Otras páginas: Fanfiction.

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Sinopsis

Paris Jenkins conoce a los Potter desde que nació y, para ella, Lily, James, y Albus son como sus hermanos. O era así con todos ellos hasta que se encontró enamorada del mayor, quien además de comportarse como si fuese en verdad su hermano grande (sólo por tener dos años más), es el típico rompecorazones que no conoce el amor, ni pretende conocerlo jamás.

Cuando el Potter regresa tras dos años de internarse en la Academia de Aurores, no se encuentra con la pequeña niña que había dejado atrás. Paris ya es adulta, y está totalmente decidida a tener algo de él, lo que sea, pues está harta de ser tan resueltamente ignorada. Así que cuando él anuncia que hará el camino hacia Francia para encontrarse con el resto de los Weasley en coche, ella no duda en acompañarlo.

Sólo ellos saben los vaivenes que su relación dio a partir de entonces, y de lo peligrosa que se torna la creciente atracción mutua. Amistad y sexo no van de la mano, pero Paris se encargará de que sea así, no importa qué tengo que hacer para conseguirlo.

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¿Por qué, oh, por qué, dígame alguien, apesto tanto en las Sinopsis?

Hola queridas. Para las que no me conocen, soy Camila, tengo 14, y soy de Argentina (me pueden decir Julie; larga historia). Para las que me conocen: JAJAAJAJAJAJ, sí, otra novela más de James.
Esta vez les traigo algo nuevo. Quería cambiar de género, y me metí un poco en lo erótico (EH, hay que ampliar horizontes! Ya me abrí hacia aventura y fantasía con Destiny, esto es algo necesario...). A decir verdad, esta novela no pretendía publicarla en absoluto; tiene muchos errores, y cosas absurdas, porque la escribía para divertirme, pero estoy casi terminándola y sería una lástima dejarla archivada y ya. Así que decidí compartirla con ustedes, a ver qué resulta.

Para las que ya me leyeron antes, James y Paris son diferentes a todos los demás (hablando de Camille/James, Arabella/James, y Adhara/James). Nada de amor/odio, por primera vez, ni tampoco la inocencia de Ara, ni la bipolaridad de Camille. Paris es más... Umm... Bueno, ya se darán cuenta.

En fin. Ahora mismo subo el prólogo, y luego esperaré a ver qué piensan para el primer capítulo. Repito: es una historia corta, supongamos doce o catorce capítulos.

Eso es todo, queridas. Saludos, abrazos, besos, ¡y que los rapiñadores no los ataquen por la espalda!

por **C.J. Potter** Vie 22 Nov 2013, 8:10 am

Prólogo

“El amor es ciego, estúpido, bipolar, asesino, maquiavélico, cruel, insensible..., pero a fin de cuentas hermoso.”

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Paris Jenkins era alumna de último año de la casa de Gryffindor, en Hogwarts. La muchacha de diecisiete años tenía cabellos anaranjados por herencia irlandesa, un par de cautivantes y enormes ojos grises, y unas pronunciadas curvas que despertaban el interés de la población masculina. Sin lugar a dudas, su título como “la chica más caliente de Hogwarts” no eran meras palabras. Aunque, Paris era de una esas tantas que no sabía cuán hermosa era, que los chicos la deseaban y que las mujeres la envidiaban. Era una muchacha en absoluto superficial, y pocas eran las ocaciones en las que buscaba lucir espectacular; esas veces se debían a una sola persona, la única fuera de su alcance, James Sirius Potter.

Diecisiete años atrás, cuando Paris contaba con tan sólo un año y una alborotada melena que siempre iba acompañada de un ceño fruncido, ella había conocido a James. El mujeriego y extremadamente guapo James. Quien jamás la vio como algo más que una insoportable hermanita menor. Y tenía sus motivos.
La niña Paris era totalmente diferente a la adulta-joven Paris, sin lugar a dudas. De pequeña, la Jenkins lucía figura escuálida, enormes gafas negras, y una coleta de la que el cabello rizado escapaba como un enorme pompón domado. Si bien tenía aún así cierto encanto, el hecho de que su personalidad fuera tan aventurera y poco sofisticada para una niña, además de terriblemente terca a la hora de aceptar que no podía acompañar a los varones a todas sus travesuras, la volvían lo que bien podría ser un jovencito más. Solía pasar horas correteando por ahí con Albus, Scorpius, Fred, James, Matt y Gabe. Todas sus compañeras decían que era un “niño más”, y la ignoraban garrafalmente. Pero no Lily.

Lily Luna Potter, mejor amiga de Paris desde el primer momento en el que se vieron, una vez hacía diecisiete años. Y sí, quizás es exageración.
Ambas compartían una cabellera resaltante y un carácter impropio para una mujer, lo cual las hacía de lo más afines e inseparables que pudiera existir. No había momento en el que no estuvieran juntas, pues además de compartir dormitorio se habían anotado –y quedado- en el equipo de quidditch de su casa al mismo tiempo. Ambas cazadoras, excepcionales cazadoras cabe decir.

Y como todos saben, Lillian es nada más y nada menos que la hermana menor de James. Son dos años los que difieren entre ellos, dos años que difieren entre él y Paris, dos tortuosos años.

Desde pequeña, ella creía que James era genial, pero no lo decía sino que era su más grande secreto. Lo que sí decía –y de manera para nada sutil-, es que él era un idiota. Y en parte así era. Paris nunca había conocido a un muchacho tan… arrogante, petulante, altanero, egocéntrico y por sobre todo insoportable. Desde que tenía uso del conocimiento –pues James, lamentablemente, era su vecino desde ese entonces-, él se había empeñado en molestarla. Con todo y todos. Incluso solía burlarse de sus gafas o las marañas que llevaba de cabello… o, pero por sobre todo, de su altura. Paris siempre había sido más pequeña que la gente de su edad, hasta sus catorce años al menos –cuando su figura se volvió desgarbada hasta finalmente poder conseguir rellenarse-; el apodo preferido para ella era “Pequeña pelirroja”, o algunas pocas veces “revoltijo miniatura”. No es necesario especificar cómo reaccionaba la testaruda y orgullosa Paris a estos insultos –pues para ella eso eran-, pero sus quejas y golpes incentivaban aún más al Potter.

A pesar de todo eso, eran amigos. Los mejores amigos, de hecho. James podía burlarse de su apariencia, pero era el único que entendía y aceptaba –junto con Lily-, que ella prefería pasarse nadando en el lago, escalando árboles o jugando a los piratas, que tomando el té de mentiritas y vistiendo muñecas, como el resto de la población de el Valle de Godric esperaba que hiciera. Él la había consolado cada vez que su madre le gritó por atraparla en la copa de un árbol, cada vez que oyó a sus tías decir el poco prometedor futuro que le aguardaba, a su padre diciéndole que era una pérdida de tiempo, a su hermana mayor burlándose de ella. Él siempre había estado allí con los brazos abiertos, dejando su humor sarcástico de lado junto con las bromas para hacer del perfecto hermano mayor.

Y todo empeoró cuando resultó ser ella una maga, cuando llegó su carta de Hogwarts.

Sus padres, al igual que el resto del pueblo, eran sumamente tradicionales y conservadores. Su madre aún usaba falda y tacones hasta en invierno, y su padre consideraba que las mujeres debían ocupar su “papel como sirvientas en la casa”. Repugnante, pero así era. Enterarse que su hija menor, de la cual ya de por sí tenían bajas expectativas, era un fenómeno, los escandalizó.
Y fue entonces que, como un ángel guardián, apareció James con Lily a su lado, diciendo que ya que sólo debía estar en casa para vacaciones, Paris podía permanecer en su hogar hasta terminar la escuela. Nunca, jamás, Paris se sintió tan feliz y con tantas ganas de abrazar a sus dos amigos. Desde ese momento juró que estaría siempre para ambos cuando lo necesitaran.

No fue duro para los Jenkins decidir deshacerse de la hija problema. Un sí limpio, una maleta cerrada, y al día siguiente la pelirroja ya vivía con sus dos mejores amigos.
Allí, Paris conoció más a Albus, quien usualmente se la pasaba leyendo o con su mejor amigo Gabe en lugar de explorando por ahí con James, Lily, Ted y Paris. Albus era sin duda un Potter; bondadoso hasta lo más profundo. Uno de los chicos más dulces que conocía.

Y así pasó el tiempo con los Potter; los años en Hogwarts, entre risas, travesuras y discusiones. Pues, claro que James jamás dejó de ser… James. Él siempre parecía estar ahí, preparado para soltar algún comentario mal intencionado o a hacer alguna fea broma sobre las gafas gruesas de Paris. Y Paris siempre estaba ahí para responderle sarcásticamente o enviarle un buen puñetazo al ya acostumbrado brazo del muchacho.
Hasta cuarto año. La peor época para Paris, sin dudas –y no sólo por su aspecto desgarbado que no mejoró hasta sus dieciséis. Fue en aquel año, (cuando James estaba en sexto), que apareció la estúpida, estúpida, estúpida (tómese en cuenta la enfatización) Bárbara Finnigan. Aquella muchacha rubia de ojos irónicamente azules, que probablemente ya había estado en la cama de todo aquel chico que pasara por algún equipo de quidditch. Paris tuvo que soportar tres meses enteros de verlos en la Sala común intercambiando saliva, sin poder decir ni “ah” al respecto. Agradeció que durara poco tiempo, pero fue entonces que se dio cuenta de que aquel afecto que sentía por el Potter era mucho mayor al que sentiría por un hermano. Se dio cuenta de que lo amaba, como a nadie más.

Pero no podía decirlo. Tenía que guardarse aquel enorme secreto, y ni siquiera Lily podía sospechar. Porque a ella le aterraba la idea de estar enamorada de James, porque ella ya sabía que tan poco comprometido era el ojimiel, porque sabía también, que ni bien se enterara, él se alejaría de ella recordándole que sólo la quería como a una hermanita. Y Paris no resistiría una ruptura de corazón más. Por eso, aunque estaba sumamente triste, casi agradeció que el Potter se graduara mientras ella finalizaba su quinto año, pues así no sería más un problema para ninguno de los dos.

por **#Morgenstern** Vie 22 Nov 2013, 9:42 am

¡PRIMERA LECTORA! ¡PRIMERA LECTORA!
~~si nadie se me adelanta .-.~~
Todavía no he leído nada, pero se que me va a encantar porque la has escrito tú so...
PD: Ahora te escribo un comentario en condiciones

por **#Morgenstern** Vie 22 Nov 2013, 10:03 am

Hola Julie! ¿Qué tal? ¿Cómo estas?
KSHGDFJHKGSDJFHGSDJHFGHSD *__________* ¡OTRA NOVELA CON JAMES! Haces que mi obsesión por él aumente.
Me acabo de dar cuenta que en el primer comentario parecía un poco desesperada (?) Nah, pero en el fondo sé que me amas :/
Parezco tu stalkeadora, pero es que ah, amo como escribes :33
Y la novela tiene pinta de ser muy buena, además habrá escenas eróticas skjhfkjsdhkjhsdf *babas, muuuuuchas babas*
Odio a la familia de Paris c:
Según una amiga mía esta carita: "c:" es de psicópata (?)
Well, espero que subas el primer capítulo pronto, cielo.
XOXO<3

por **roronoa.** Vie 22 Nov 2013, 1:14 pm

Helou Julie

New Reader

Asdfghjklñ x__X

Me llamo Sara (no se si lo saabías, por eso te lo digo <3)

Con James. Es. Tan. ~~Sersi. Pornoso.~~ Él.

No comento mucho, lo sé. La inspiración se va...

Síguela prontis.

Besis

por **tobias.** Vie 22 Nov 2013, 2:11 pm

¡JULIE! ¿CÓMO TE ATREVES A HACER NOVELA TAN PERFECTA? Amé la idea, además es con el hermoso y sensual James, ah, dan ganas de ponerlo contra la pared y :fosforitos: no lo sé, hoy ando tan pervertida, traume a una tipa que me cae mal de lo cual me alegro es demasiado... ¿cómo decirlo? Idiota. Amo a Potter, lo amo, amo, amo pero cada día me frustro más porque el hijo de ~~puta~~ no es real. Bueno me encanta, síguela antes de que muera.

Besos.

por **C.J. Potter** Vie 22 Nov 2013, 9:33 pm

#Morgenstern escribió:
Hola Julie! ¿Qué tal? ¿Cómo estas?
KSHGDFJHKGSDJFHGSDJHFGHSD *__________* ¡OTRA NOVELA CON JAMES! Haces que mi obsesión por él aumente.
Me acabo de dar cuenta que en el primer comentario parecía un poco desesperada (?) Nah, pero en el fondo sé que me amas :/
Parezco tu stalkeadora, pero es que ah, amo como escribes :33
Y la novela tiene pinta de ser muy buena, además habrá escenas eróticas skjhfkjsdhkjhsdf *babas, muuuuuchas babas*
Odio a la familia de Paris c:
Según una amiga mía esta carita: "c:" es de psicópata (?)
Well, espero que subas el primer capítulo pronto, cielo.
XOXO<3

JAJAAJAJAJAJAJAJA, holiwis Kath. Muy bien, ¿y tú?
LO SÉ!! Estoy tan enamorada del muy jodido de Jamie. Acompáñenme en este fangirleo muchachas, para eso hago estas novelas.
AJAJJAJAAJAJAJAJAJ,morí de risa con tu primer comentario "Todavía no he leído nada, pero se que me va a encantar porque lo has escrito tú" AJAJAJAJAJAJAJ, me siento re halgada (?) Tengo fans! :aah:
Obvio querida, las amoadoro, ya saben. Además me cago de risa con sus comentarios, JAAJAJJAJAJAJ.
Ahh, sí! 1313 con James. You gonna love me [James S. Potter & Tú] 1244184562

You gonna love me [James S. Potter & Tú] 1244184562

JAAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJA

Paris tiene una historia complicada... más adelante lo voy a profundizar un poquito, ya verán. JAJAJAJAAJAJAJAJA, sí, yo uso la carita "c:" cuando quiero quedar psicópata. Tipo "Dobby murió. Gracias JK c: ".Ves? Es como un toque especial, la creme de la creme del psicopatismo (?)

Enseguida lo subo my dear. Me copé con los "JAJAAJAJAJAJAJ", like always.

Abrazos psicológicos Kath c:

por **C.J. Potter** Vie 22 Nov 2013, 9:35 pm

Saru Stark Weasley escribió:
Helou Julie
New Reader
Asdfghjklñ x__X
Me llamo Sara (no se si lo saabías, por eso te lo digo <3)
Con James. Es. Tan. ~~Sersi. Pornoso.~~ Él.
No comento mucho, lo sé. La inspiración se va...
Síguela prontis.
Besis

Holanda Sara! :3 Bienvenida por estos lares.

Jajajajajaajajajaj, no podría definirlo mejor. James tiene algo que... idk, es latigable (?

Bah, yo soy igual. Gracias por comentar dear :)

Nos leemos pronto! Kisses :3

por **C.J. Potter** Vie 22 Nov 2013, 9:39 pm

AnaPaulaHoran escribió:
¡JULIE! ¿CÓMO TE ATREVES A HACER NOVELA TAN PERFECTA? Amé la idea, además es con el hermoso y sensual James, ah, dan ganas de ponerlo contra la pared y :fosforitos: no lo sé, hoy ando tan pervertida, traume a una tipa que me cae mal de lo cual me alegro es demasiado... ¿cómo decirlo? Idiota. Amo a Potter, lo amo, amo, amo pero cada día me frustro más porque el hijo de ~~puta~~ no es real. Bueno me encanta, síguela antes de que muera.
Besos.

ANA! Lo siento, no era mi intensión :c JAJAAJAJAJAJAAJAJA, gracias cielo. OH, JAMES, hace que todo sea perfecto, pls.

AJAJAJAJAJAJAJAJAJJAAJAJAJAJJA, no sabía que existiera ese gif. AJAJAJJAJAAJAJAJAJA, muy gráfico y acertado. Lo sé, yo también tengo esos momentos de perersión (en los cuales me pongo a escribir esta noela, por cierto). Ugh, odio a la gente.... idiota. Es decir, los que tienen ESE tipo de idiotez que hacen que te den ganas de darles una palmadita... en la cara... con un silla.
Cierto, no? Con James como ideal me voy a quedar sola, con muchos gatos, y 45345345 fanfics de él... JAjajaajajajajaj

Enseguida querida! Besos.

por **C.J. Potter** Vie 22 Nov 2013, 9:58 pm

Capítulo 1

“Las personas que verdaderamente son importantes para nosotros, hacen que el tiempo de su ausencia sea tan sólo un vago recuerdo de una vida incompleta”

Anónimo.

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La Sala Común de Gryffindor estaba llena aquella tarde, pero no se trataba de alumnos entusiasmados por algún nuevo anuncio. No, esta vez, eran adultos –en su mayoría, todos emocionados y sonrientes.

Siendo finales de mayo, la escuela ya había quedado vacía de cualquier niño o adolescente. Los exámenes habían terminado, los baúles habían sido llenados, y los alumnos habían regresado en el Expreso de Hogwarts a la tranquilidad y despreocupación de sus hogares. Ahora, era turno de los nuevos egresados y sus familias para marcharse también.

— ¡Oh, cariño! — Chilló la voz de Molly Weasley, quien se dirigió correteando con piernas regordetas hasta su pelirroja nieta, aprisionándola en un estrangulador abrazo. — ¡No puedo creerlo! ¡Mi pequeña Lily ya es toda una mujer! ¡Una mujer graduada y premio anual, además! — Por el tono congestionado de su voz, era fácil saber que había estado llorando como un bebé toda la ceremonia, y por el sorbido que se oyó a continuación, también podía saberse que volvía a llorar.
Lily le devolvió el gesto a su abuela, con una risa. Tras la anciana, Paris hizo una mueca como de “sobrevive al riachuelo andante”, antes de hundirse en un abrazo por parte de Ginny, quien ya había abrazado a su otra hija para todo una vida. Ginny era como una madre para Paris también.

— Pequeña, no puedo creerlo. Y sé que no es original lo que digo, pero realmente no puedo. — Ambas rieron con cierta pena —. Parece que fue sólo ayer que me llegabas a las rodillas y llorabas con la boca llena de chocolate porque James te había dicho que parecías un cerdo— rememoró con cierta gracia nostálgica, generando una sonrisa en la chica con la simple mención de aquel nombre.

James. James se había marchado a la escuela de Aurores apenas había terminado la escuela. Según sabía Paris, él ya había terminado sus estudios y ahora era todo un hombre trabajador; un profesor de los nuevos cadetes gracias a su excepcional cursado. Lo que más deseaba era, sin lugar a dudas, verlo aparecerse allí en su graduación, con alguna de sus usuales frases y la infaltable sonrisa burlona que ella tanto amaba y odiaba a la vez. Pero eso no sucedería, lo sabía de antemano, e ilusionarse era meramente masoquista. Aunque no podía evitarlo. No lo veía desde hacía ya dos años, y le parecía toda una eternidad.

— ¡Huracán rojo! — Exclamó una voz masculina a sus espaldas, provocándole una sonrisa instantánea. La chica fue soltada por Ginny, y al voltear se encontró con un par de ojos violetas bajo una cabellera castaña. Paris soltó un chillido infantil antes de echarse en los brazos de su queridísimo amigo Ted Lupin, el cambiante metamorfomago que la última vez que lo había visto era peliceleste.
— ¡Teddy! ¡Oh Merlín, te he echado tanto de menos! ¿¡Dónde demonios te metiste para navidad!? ¡Tú y Victoire me deben una explicación! ¿No te parece? — Espetó, soltándose un poco para mirarlo al rostro con ceño fruncido. Tras el Lupin una angelical voz hizo que se le cayera la mandíbula.
— Lo sentimos bebé, te juro que esta niña es terriblemente parecida a su padre, y no pudimos ni sopesar la idea de viajar con ella a una casa llena de adolescentes alborotados. — Efectivamente, cuando Paris dio un paso al costado, se encontró con una rubia despampanante y sonriente, que llevaba al bebé más hermoso del planeta en brazos. Paris sintió la exclamación ahogada en su garganta, acompañada del empañamiento de su mirada. Llevó una mano a su boca, estupefacta, y tras asimilarlo se lanzó sobre su amiga, dándole un medio abrazo para no lastimar a la pequeña Nimphadora.

— Por todos los santos, Vicky. Estás hermosa, y ni hablar de Dora— articuló finalmente, soltándola para mirar con anhelo al bebé. Victoire y Ted se habían casado apenas la rubia terminó sus estudios como sanadora y se unió a San Mungo. Paris fue dama de honor en la boda, junto con Rose, Lily y Dominique. Hacía rato que la Weasley había finalizado sus estudios en Hogwarts –cuando Paris comenzó primer año ella iba a su último. Pero aún así siguieron en contacto. Ellas se conocían desde mucho antes de Hogwarts, y su partida no afectaría su relación. Vic era para Paris como una hermana mayor, así como Ted era como un hermano. Y ahora ambos tenían una hermosa hija blonda con ojos… Un momento.

— ¡Merlín! ¡Tiene ojos rosados! — Apuntó con ingenuidad, ganándose una mala mirada de la niña, como si esta supiera lo que había dicho. Vic y Ted rieron al unísono.
— ¡Sorpresa! Es metamorfomaga como este galán— anunció Ted con cierta arrogancia que escondía el orgullo que sentía. Paris sonrío, tomando en brazos al bebé.
— ¿Y hasta ahora me dicen? — Cuestionó admirando a la niña, sonando ligeramente ofendida.
— Es parte de tu regalo de graduación— dijo Vic, misteriosamente. — Son cuatro hermosas partes, para compensar haber faltado a la cena de navidad.
— ¿A sí? Eso me gusta. ¿Cuál es la otra parte? — Preguntó entusiasmada, olvidando verse molesta.
— Serás la madrina. Y, ¿adivina quién será el padrino? — Antes de poder chillar de la emoción, Paris se detuvo para abrir los ojos de par en par. No necesitaba oír a Ted decirlo, pues lo sabía antes de que sus labios pronunciaran un: — ¡James!

***

La madriguera era como un punto clave de encuentro entre los seis hijos de Molly y Arthur, con familias y allegados incluidos. Es por esto que se habían hecho muchas modificaciones con el transcurso de los años; muchas habitaciones añadidas, otras ampliadas, todas uniéndose a la rara estructura de la casa. No se sabía con precisión cómo se las habían ingeniado, pero ya podían albergar a sus seis hijos, sus doce nietos, su bisnieta, y sus otros dos nietos que no lo eran por sangre. Merecían un premio.

Aquella noche, el nuevo comedor estaba más abarrotado que nunca. Era un caos de gritos y voces, mezcladas con varias risas cada vez que George se lucía contando uno de sus chistes; al ser tan grande la mesa, los presentes se envolvían en sus propias charlas, paralelas a las del resto. Uno de esos grupos estaba conformado por tres excitadas pelirrojas, dos rubias y una morena, cuyo tema de habla era la reciente graduación de tres de ellas.

— ¿Qué piensas estudiar tú, Rox? — Inquirió Dominique, quien junto con Rose había terminado la escuela un año atrás. Rose, al igual que su madre, trabajaba en el ministerio, sólo que en el Departamento de Asuntos Internacionales, y Dominique se dedicaba a curar criaturas mágicas en la Reserva Newt Scamander junto a su novio Lysander. La morena sonrío.
— Me dedicaré a las finanzas. Ya sabes, tanto estudiar Aritmancia sirvió de algo. Papá ha dicho que puedo encargarme de las transacciones de la tienda, y luego planeo abrir mi propia empresa de contables— contó, llevándose a los labios su vaso con cerveza de mantequilla.
— Eso es fantástico Rox— afirmó Paris, terminando de tragar su propia bebida. Pasó una mano por su frente para correr aquel mechón de cabello que siempre se escapaba, poniéndolo tras su oreja.
— Ciertamente. La tía Ángela debe estar encantada— comentó Dom, con una sonrisita. Ángela era una ex jugadora de quidditch de las arpías, que ahora se dedicaba a enseñar vuelo en Hogwarts, y era un amor de persona; lo más probable es que se sintiera sumamente feliz de saber que su hija podría hacer lo que le gustaba hacer —. ¿Qué hay de ti, Lily?

La pelirroja puso una cara sugerente, con la sonrisa más ancha que le habían visto esbozar. Paris y Roxanne ya sabían de qué se trataba, pero habían prometido no decir nada hasta que Lily se lo contara a todos.

— Ya me he anotado para las pruebas de las arpías. La tía Ángela ha conseguido que me consideraran antes de aceptarme, al parecer necesitan una nueva cazadora con todo ese lío que hubo con Diane Watts. — Añadió eso último para hacer parecer todo casual, pero sus amigas no lo creyeron ni un segundo. Apenas hubo levantado la mirada de su plato vacío y, cuando ésta se encontró con la de sus primas, las cinco soltaron un chillido ensordecedor que llamó la atención de todos en la mesa. Los demás vieron en silencio cómo las nuevas “adultas” daban saltitos sobre sus asientos, sacudiendo exageradamente las manos.

— ¿Lily? ¿Están bien? — Cuestionó Ginevra, con ojos entrecerrados. Las muchachas se detuvieron de golpe, avergonzadas –especialmente la mayor, Victoire, quien ya tenía veintiséis años y una hija.
— Um, ejem, sí— carraspeó, lanzándoles a las chicas una mirada divertida. De a poco, tras comprobar que ninguna volvía a hacer un escándalo digno de una banshee a punto de ser atrapada, todos regresaron a lo suyo hasta hundir el comedor otra vez en su usual bullicio.

Entonces soltaron risitas tontas, mientras felicitaban a Lillian por su oportunidad. Todos sabían que le apasionaba el quidditch tal como a sus hermanos, sólo que James había optado por ser auror, y Albus a trabajar en el Ministerio al igual que su novia Clarisse.

— ¿Y tú, Paris? — Cuestionó de pronto Victoire, aún sonriente. Paris tuvo que contenerse para no soltar una exclamación ahogada.
— Seré Auror— confesó, alzando las cejas para enfatizar. Todas intercambiaron miradas pícaras a su costa, y Paris sospechó qué camino tomarían.
— Tendrás que soportar a James… como tu profesor. ¿Lo sabes, verdad? — Apuntó Rose, con cierta gracia. Ella se llevó su vaso de cerveza de mantequilla con indudable amargura al pensar en aquello, antes de asentir solemnemente.
— Terminarán destruyendo el lugar estando juntos. Quisiera ver ese espectáculo— admitió Rox, entre risas. Las chicas asintieron con ganas uniéndose a sus carcajadas, mientras Paris pensaba que de hecho ella terminaría cometiendo alguna estupidez mucho peor si es que él seguía causando el mismo efecto que siempre sobre ella.

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Bueno, primer capítulo. Hasta el momento es pura introducción; ya les dije que empecé esto para divertirme, así que la historia empieza lenta, pero ya en el próximo capítulo aparece Jamie... Y sé que les a a gustar e.e

Gracias por comentar chicas! No pensé que fuera a gustarles la idea, y de verdad las amodoro por apoyarme tanto! Son geniales, idk.

Besos!

por **#Morgenstern** Sáb 23 Nov 2013, 1:05 am

Holaaaaaaaaap :3
NHSGDKFJHGKSJKHSDKFJHSKDJFHJSDHF *-* Quiero que el ~~sensualviolableperfectodjbfkjdf~~ James ¡APAREZCA!
Teddy y Vic son amo, sip, siempre me han gustado mucho y son tan awesome (:
Ay,ay,ay que Paris quiere ser auror. Y creo que van a pasar cosas pervertidas con James ksjhdfkjsf
Yo si estuviese con él también lo pensaría (?)
Espero con ansias el próximo capítulo, cielo :3
XOXO <3

por **Lucile Malfoy Finnigan** Sáb 23 Nov 2013, 5:43 am

Oh Dios meo!!!! Amo la historia, no quiero esperar hasta que James la vea!!!!!!!!!!!
Ps: Me llamo Lucia y siguela

por **tobias.** Sáb 23 Nov 2013, 10:06 am

Yo sé que soy genial (?) ah, yo quiero que aparezca James, el hdp es tan... Idk, tu sabes cómo es. Me encantó el capítulo en verdad, pero quiero ver el siguiente porque James estará ahí y el maldito es hermosamente sensual. Síguela pronto por favor.

Besos.

por **C.J. Potter** Sáb 23 Nov 2013, 3:17 pm

Capítulo 2

“La mujer sonríe. La mujer observa. La mujer ríe. La mujer acaricia. La mujer cautiva. La mujer seduce”

Anónimo.

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Cuando Paris despertó aquella mañana, no encontró a nadie en la casa. Ella compartía habitación con Lily y Rox, y el no verlas allí durmiendo le provocaba un mal presentimiento. Al menos uno que indicaba que si sus dos perezosas amigas no estaban, nadie estaría.
Efectivamente, así era.
Caminó aún en piyama hasta la cocina. El camisón que usaba era uno de los regalos de Victoire por su graduación; de fina tela blanca que se transparentaba lo suficiente como para que el encaje de su nuevo brasier también se viera, llegando hasta mitad del muslo y regulando el escote con botones –que en ese momento se encontraba desabrochado dejando ver únicamente el inicio de sus senos. Definitivamente le daría vergüenza andar con aquel modelito por la casa si hubiera alguien allí, pero como no era así podía usarlo con tranquilidad, disfrutando el contacto de sus pies descalzos contra la madera del suelo.

Al acercarse a la mesa, se encontró con que había un pedazo de pergamino escrito. Tomó la nota en sus manos y la leyó casi oyendo la voz de Fleur con su acento francés al pasar la mirada por su pulcra letra:

“Rys: Hemos salido rumbo a casa de Victoire y Ted, en Francia. Sabes aparición, así que ni bien puedas te esperamos. No te despertamos porque parecías cómoda, y no necesitabas de nosotros para llegar.
Disculpa si no querías quedarte sola, cariño, pensamos que quizás querías tiempo para ti después de tanto. Te queremos,

-Fleur.

P.D: Llegarán visitas. Recíbelo y explícale la situación, se nos ha pasado al salir tan deprisa…”

Con cierta suspicacia, releyó la nota desde el principio, confundida. No es que quisiera hacer un berrinche de niña pequeña, pero le habría gustado que la incluyeran en una salida tan apurada. ¿Acaso ahora que era mayor la harían a un lado? No, no. Los Weasley no eran así, ellos eran la mejor gente que había en el planeta. Se avergonzó de sólo pensar en esa posibilidad.

Arrugó la nota y la arrojó al tacho de basura, antes de volverse hacia las alacenas. Al menos había comida dentro.

Con la melena anaranjada toda despeinada, se hizo dos omelettes y unos cuantos tocinos. Le gustaba cocinar sin magia cuando era en pocas cantidades, y nunca entendería cómo es que Molly sobrevivía cocinando para tal regimiento desde tan joven y hasta ahora.
Tomó un plato mientras la sartén chisporroteaba aceite, con el último trozo de carne de cerdo encima, y cuando se acercaba a depositarlo sobre la mesa, oyó un ruido desde el vestíbulo. Se paralizó, y agudizó el oído, pretendiendo escuchar alguna voz familiar anunciar su llegada. Pero no hubo ninguna voz, sino que en cambio la sorprendió el crujido que hacía el tercer escalón de las escaleras que llevaban al primer piso cuando alguien pasaba encima. Su pulso se aceleró a mil. ¿Un ladrón, quizás? Los Weasley siempre anunciaban su llegada cuando entraban, tan acostumbrados a que hubiese montones de personas entrando y saliendo constantemente.

¿Qué hacer? ¿Salir corriendo en busca de ayuda? ¿Enfrentar al intruso?

La idea de huir era tentadora, pero ella era una Gryffindor. Valiente por sobre todo. Así que con ese pensamiento alentador, comenzó a caminar de puntillas hasta el vestíbulo, con el plato en manos como única arma. Deseó haber traído la varita consigo, pero siempre la dejaba en su mesita de luz antes de irse a dormir.

Cuando asomó la cabeza al vestíbulo, pudo ver el último atisbo de una gran sombra perderse en el pasillo del primer piso. Tragó con fuerza, y comenzó a subir las escaleras evitando el tercer escalón con magistral costumbre. Dobló en el pasillo por el mismo lugar que la sombra, y lo siguió escaleras arriba, guiándose por el sonido de sus pisadas. Por éstas últimas, logró saber que se trataba de un hombre; de un hombre de fuerte contextura, además. Necesitó recuperar el valor antes de subir al segundo piso.
Y así continuó subiendo escaleras con sigilo, hasta llegar al séptimo piso. Lo único que había allí era la Sala de Televisión (nueva adquisición de Arthur Weasley hacía ya cinco años, como regalo de navidad), y la vieja habitación de James. Aquel hecho la puso nerviosa. ¿Pretendía el intruso llevarse algo de su mejor amigo? ¿Robar acaso? ¿Qué buscaba allí?

Vio, con pánico, que la puerta de aquella misma habitación estaba abierta. Tomó una bocanada de aire para infundirse valor, y se asomó al umbral. Se encontró con un hombre, como imaginó, de anchas espaldas luciendo unos jeans viejos, una chaqueta de cuero, y una gorra de los Chudleys que ocultaba su cabello, delatando que era mago. Frunció el ceño, sin reconocerlo, y con un grito de guerra se lanzó corriendo en su dirección, con el plato alzado en lo alto preparado para estrellarlo con su cabeza.
Con unos reflejos excepcionales, el muchacho volteó sorprendido en el último segundo, y Paris detuvo su ataque con el plato, pero no pudo frenarse el avance pesado de su cuerpo, así que chocó contra su pecho, y ambos terminaron aterrizando en la extensa cama del Potter mayor, ella encima del chico.

— ¿James? — Soltó sin aliento, con los ojos bien abiertos. El ojimiel también estaba sumamente sorprendido, con la mirada incluso aún más ensanchada examinando a su mejor amiga. No sabía que era Paris hasta que ella pronunció su nombre.

Estaba estupefacto. Paris no era ni por asomo la niña de quince años que había dejado atrás al graduarse. Ni siquiera usaba esas gafas gigantes, ni tenía el pelo hecho un enorme pompón. Examinó con anonades el escote que lucía la muchacha, abriendo aún más los ojos al encontrarse con tremendo… cambio. Sintiendo su cuerpo reaccionar a tener semejante mujer encima de él, volvió a mirarla a los ojos, aliviado de saber que al menos éstos seguían siendo los mismos enormes e inocentes orbes grisáceos.

— ¿Paris? — Murmuró él, sin poder esconder su perplejidad en la voz.

La Jenkins también estaba sorprendida; James parecía estar incluso aún más guapo que la última vez que lo había visto. Tal parecía que en la escuela de Aurores había ganado más fibra muscular, y al tener una de sus manos apoyadas contra su fuerte hombro podía comprobarlo. El cabello, que siempre estaba despeinado de una manera endiabladamente sexy, lo llevaba un poco más corto oculto bajo la gorra de su equipo favorito. Y su sonrisa, esa que esbozó luego de pronunciar su nombre, actuó sobre ella como la mismísima primera vez que fue consciente del revolotear de mariposas en su estómago. Y sus ojos, no, sus ojos seguían siendo igual de hipnotizantes que siempre, los mismos círculos similares al oro fundido.

No podía creer que él estuviera allí.

Y aquel extraño momento mágico fue interrumpido cuando el plato resbaló de su mano izquierda, y rodó por la cama hasta estrellarse en el suelo y hacerse añicos. Ambos separaron el contacto visual para ver el accidente, y recién entonces James reaccionó. Ella era su pequeña mejor amiga, su hermanita. No una mujer.
Sosteniéndola por la cintura hizo que Paris se incorporara, siguiendo su camino hasta que ambos estuvieron parados. El Potter estaba avergonzado por ver a la pequeña pelirroja de esa manera, pero no pudo evitar dar un veloz recorrido a su cuerpo, alterándose al comprobar que aquel relieve que sobresalía bajo semejante fina tela era su ropa interior de encaje. Encaje. ¿Desde cuándo Paris usaba encaje? ¿Desde cuándo Paris tenía qué para cubrirse con encaje?

— Merlín…— murmuró la chica, que no era consciente de la inspección del chico, pues en cambio ella miraba el desastre de pedazos de porcelana esparcidos por el sueño de madera. Entonces sí volvió su mirada a los ojos miel, y éstos ya la miraban al rostro con un extraño brillo que no supo reconocer. — ¡Merlín! — Repitió alegremente, y echó los brazos alrededor del cuello del pelinegro quien le devolvió el gesto con una sonrisa. No, ella sí seguía siendo Paris. ¿Cierto?
— Te he echado mucho de menos, revoltijo— confesó, hundiendo su rostro en la melena despeinada de la chica. Ella seguía siendo una niña, sí. Una niña entusiasta y despeinada.
— ¡Yo igual, Potter! No ha sido lo mismo desde que te marchaste— replicó Paris, sin poder contener la emoción de tenerlo de vuelta. Lo soltó ligeramente, sólo para verlo al rostro. — ¿Cómo ha sido la Academia?
— Aburrida. Tampoco ha sido lo mismo sin ti. ¿Sabes qué horrible es tener que autorecordarme estudiar? No tenía a mi agenda chillona— bromeó, ganándose un leve golpe de la “agenda chillona”.
— Yo no tenía mi estúpido chico sobreprotector— dijo ella con un medio suspiro dramático, llevándose una mano a la frente con notable exageración —. He tenido que soportar ser una adolescente normal que sale con muchachos que no tienen miedo de su mejor amigo. Una tragedia.

De pronto la sonrisa de James se borró, siendo reemplazada por un ceño fruncido. Paris, en cambio, ensanchó su sonrisa, pues sabía que a él le molestaría saber que ella había tenido unos cuantos novios durante su ausencia en Hogwarts.

— ¿Qué? No me digas que has salido con alguno de esos muchachos idiotas. Creí que los odiabas a todos— se quejó con cierto recelo, soltándola del todo para cruzarse de brazos con aires de padre molesto. Ella también se cruzó de brazos, a la defensiva, dando un paso atrás para que sus brazos dejaran de rozarse.
— No son idiotas. Bueno, sí, la mayor parte sí. Pero no todos. Y jamás dije que odiara a todos los muchachos en Hogwarts. Sólo a Tim y Paul.
— Oh claro. Entonces, ¿con quién saliste? ¿Con Gabe? — Cuestionó irónico, con burla. Ella, para su sorpresa, asintió con cejas alzadas.
— Sí, salí con Gabe en sexto. Y fue uno de los mejores. Duramos cuatro meses y, ¿sabes? Besa excelente— enfatizó lo último, generando exactamente lo que esperaba: James bufó. Gabe era amigo de ambos desde el primer año de Paris. Él iba a Gryffindor al mismo año que Rose, y era muy bien parecido; cabello castaño y ojos azulados; Gabe Longbottom era sin dudas un buen partido.
— Dudo eso. Y no sabía que ahora te gustaran tus amigos. — Paris se encogió de hombros con desinterés, aunque su pulso se aceleró. Si supiera…— Además, ¿cuatro meses? Pff, ¿han sido novios? ¿Tú y Gabe? Mataré a ese estúpido, lo juro. ¿No han hecho nada… raro, cierto? Porque si se ha atrevido a quitarte tu inocencia yo…

Paris, abochornada, estiró su mano para taparle la boca de su amigo y evitar que dijera alguna estupidez. Él la miro con el ceño fruncido, terminando la amenaza con la mirada, y la pelirroja no pudo más que soltar una carcajada.

— Eres un tonto— soltó divertida, para luego plantar un beso en su mejilla como cuando eran niños. Sólo que ahora no eran niños, y a ambos les resultó diferente. Ella quitó su mano y se echó para atrás, incómoda. Carraspeó para saltear aquello —. No he hecho cosas raras con Gabe. Punto.
— ¿Con quién más ha salido? Debo armar mi lista para próximas víctimas, ya sabes— convino James, salteando también el asunto del beso. Paris rodó los ojos.
— No te diré si te atreves a amenazar a alguno de ellos.
— De acuerdo, nada de amenazas. Sólo dime. — Alzó las palmas en señal de rendición.
— Más te vale… Um… Salí con Gabe en primer lugar, luego con Albus por como un mes y…— James la interrumpió, con los ojos bien abiertos.
— ¿CON ALBUS? ¡VOY A MATARLO! — Exclamó exaltado, mirando alrededor como si allí obtuviera la respuesta para aliviar su necesidad de golpear al ojiverde. Paris rodó los ojos y lo sostuvo de los hombros para que se tranquilizara.
— ¿Puedes calmarte? Sólo estuvimos juntos dos semanas, y él ahora tiene novia y es probable que se casen. Fue en sexto, además.
— ¿Te enamoraste de Albus? No puedo creerlo. ¿Desde cuándo tú te enamoras? ¿Qué sigue? ¿Esperar un día entero mientras decides qué tono de blanco queda mejor en tus zapatos? — Se quejó, algo histérico. Le aterraba la idea de una…Paris tan… tan chica. Aunque lo que más le asustaba era imaginarla besando a Albus, abrazando a Albus, acostada con Albus.

Ella era suya. Su Paris, su hermanita, su mejor amiga. Suya. No de Albus o de Gabe o de ningún otro estúpido que quisiera aprovecharse de ella o algo así. Se alejaba dos años y ya estuvo a punto de perderla; ¡qué catastrófico hubiese sido si ella hubiese seguido con Albus!

— Soy una mujer, James. Las mujeres nos enamoramos— espetó Paris primeramente, con rostro ensombrecido. Había olvidado la tendencia del Potter a recordar en voz alta a cada instante que ella era “Paris”, lo cual era como sinónimo de muchachita escuálida que se comportaba como varón y lo golpeaba por burlarse de sus gafas —. Y no, no me he enamorado de Albus. Es por eso que terminamos; nos dimos cuenta de que sólo nos queríamos como amigos. Y no, tampoco me he vuelto una chica rosa. Sólo crecí, ¿de acuerdo?
— Crecer— susurró el Potter, quitándose la gorra para pasarse la mano por el cabello, como hacía siempre que estaba nervioso —. No me gusta esa palabra.

Y cuando Paris estaba a punto de reponer algo, un fuerte pitido llenó la casa. Le tomó medio segundo comprender de qué se trataba, y cuando lo hizo salió corriendo escaleras abajo dejando a James confundido antes de que decidiera seguirla. Paris prácticamente se lanzó sobre el horno, apagándolo rápidamente y tomando la sartén con carne quemada con otra mano. Con un tenedor que había sobre la mesada pinchó la masa negruzca y la depositó sobre un plato, entrecerrando los ojos por culpa del humo, abriendo la canilla y metiendo debajo la sartén, oyendo el ruido provocado al condensarse el aceite hirviendo.

Tras ella se oyó una risa.

— Dotes culinarias innatas, según veo— burló James, acercándose hasta quedar a su lado, observado la carne quemada y abanicando con su mano el humo. Paris le dedicó una mala mirada dejando en el lavabo la sartén, llevando el plato con el tocino hasta el tacho de basura y arrojándolo allí.

— Esos eran los últimos, y fue por tu culpa que se quemaron— excusó, dejando el plato junto a la sartén, caminando hasta la ventana para abrirla y que se aireara el lugar—. Creí que eras un ladrón o algo.
— ¿Qué comeremos entonces? Dime por favor que hay cereales— rogó el ojimiel, viéndola acercarse hasta la mesada de granito, ignorando la última parte para atender las necesidades primordiales. Trató de mantener su mirada en su rostro para que su revelador piyama no volviera a incordiarlo, aunque le costó bastante. Esa cosa transparentaba demasiado.
— He preparado mucho hoy, así que tienes suerte esta vez, Potter— masculló la pelirroja, quitando la tapa a una hoya, dejando ver unos cuantos omelettes dentro. A James se le agrandaron los ojos mientras veía a su amiga servir en dos platos tocino y huevos en cantidades iguales.
— ¿Tú lo cocinaste? — Preguntó sorprendido, sentándose en la mesa a la espera de su desayuno. Ella le lanzó una mirada obvia.
— No, ha sido Chessy — ironizó, haciendo referencia a su lechuza. James rodó los ojos, mientras que Paris depositaba frente a él un plato, para luego sentarse del lado contrario con el suyo propio.
— No sabía que ahora cocinabas, pelirroja— comentó, contemplando con deleite el desayuno frente a él, sin perder más tiempo en tomar el tenedor y engullir los huevos revueltos. Paris río.

— Créeme, en esta casa las mujeres deben saber cocinar. Son mil pelirrojos que alimentar, no puede hacerlo todo una sola persona… ni dos, ni cinco…, de hecho, se necesita un batallón de cocineros— explicó, comenzando a comer su omelette ella también —. Además, me gusta cocinar sin magia, cuando es sólo para mí— añadió tras tragar, bebiendo un sorbo del jugo que se había servido antes de la intervención de Potter.

— Hablando de mil pelirrojos, ¿dónde están todos? — Cuestionó el ojimiel, por primera vez consciente de la falta de los gritos de sus primos y los chillidos de su abuela. Luego de ver a Paris en semejante piyama, totalmente cambiada, y tras dos años de no hablarle, se había distraído bastante. Oh, y hay que considerar que además tenía hambre.

— Se han ido todos a Francia por la mañana. Yo, obviamente, estaba durmiendo, así que al parecer decidieron dejar que vaya para allí cuando quisiera— contó Rys tranquilamente, encogiéndose de hombros. Evitó mencionar que eso le hacía querer volver a ser una niña —. Aunque ahora que lo pienso, creo que querían que fuera yo quien te recibiera. Fleur mencionó un invitado en su nota— agregó tras meditarlo. Ya había terminado su primer omelette, y James había acabado con todos ellos, dedicándose ahora al tocino. Lo vio entrecerrar los ojos.
— ¿Y por qué dejarían la casa sola únicamente por eso? Podrían, simplemente, haberte pedido que abrieras tú la puerta o algo así— razonó James, bebiendo un poco del vaso de Paris sin permiso.

— Pues, no lo sé. Han actuado raro ayer por la noche, preparando cosas y…— Pero la pelirroja dejó la frase inconclusa, terminando mentalmente con un “y convenciéndome de usar uno de los piyamas nuevos”. Merlín. Sus ojos se abrieron varios centímetros en comprensión, mientras dejaba caer el tenedor sobre su plato. Milagrosamente, James detuvo su desayuno para mirarla curioso.

— ¿Y qué? — Incitó. Ella meneó la cabeza con un largo suspiro de negación.
— Están locas. Tus primas están locas— determinó firmemente, indignada. James lucía más desconcertado aún —. ¡Tienen aún la estúpida y loca idea de hacerme de celestinas! — Exclamó cada vez más molesta. Dio un bufido, ignorando que el Potter estaba sinceramente desorientado, y se puso de pie de golpe, caminando de lado a lado por la cocina.

Si lo que buscaba era desquitarse de alguna manera, lo estaba logrando. Pero también conseguía que su amigo pudiera apreciar aún más su esbelta figura, y las favorecedoras transparencias de su camisón. James notó que Paris ya no usaba bragas deportivas, sino que una cosa delgada y negra cubría la división de su…
‘Maldición, ¿qué estoy pensando?’ Masculló para sus adentros, apartando la mirada del cuerpo de la enfurruñada pelirroja. Se sentía un pervertido; ella tenía suficiente confianza como para andar así, y él se aprovechaba. Qué estúpido.
De pronto ya no tenía hambre… de comida. Debatió si podía pasar por casa de la siempre dispuesta Michelle luego del desayuno, hasta que la voz de la Jenkins detuvo sus pensamientos lascivos en seco.

— ¡Querían que tú me vieras así! — Exclamó, aunque parecía ser algo más para ella que para que él lo escuchara. James entornó una ceja.
— ¿Eh?

Paris se volteó hacia él, frenando en seco justo del otro lado de la mesa en el que él se sentaba. Estaba ceñuda.

— ¿No lo ves? Ayer insistieron con que me probara uno de los conjuntos que Vic me regaló por mi graduación. Este, precisamente. — Apuntó con el índice su propia figura, y James tuvo que morderse la mejilla interna para resistirse a mirar qué señalaba. Rys pasó aquello por alto, y siguió explicándose: — También se encargaron especialmente de que la casa quedara sola, pues sabían que me despertaría tarde, y que entonces cuando tú llegaras yo estaría aún en piyama. A solas. ¿No lo ves? Están cada vez peores... ¡Merlín!

De pronto James comprendió, (difícil no hacerlo con tal explicación), y pestañeó repetidas veces para asimilarlo.

— ¿Mis primas querían que estuviéramos a solas contigo semidesnuda? ¿Qué pretendían? ¿Qué tuviéramos sexo? Por las barbas de Merlín. Debes estar muy frustrada, y por lo tanto muy irritante con ellas, como para que hagan algo así, pelirroja— comentó fingiendo desinterés. Realmente no estaba siendo casual, sino que moría por saber qué motivos habría tras semejante plan.

Paris se sonrojó hasta las raíces, camuflando las pecas espolvoreadas en su nariz y alrededores. Que su amor-platónico-de-toda-la-vida tan sólo ironizara sobre tener sexo era muy abrumador.

— ¡James! — Reprochó apenada, viéndolo reír ante su exagerada reacción. Torció el gesto y se sacudió el bochorno con orgullo. — Pues de hecho eso mismo buscan. Y no estoy sexualmente frustrada, ni irritable con ellas. Sólo que no tengo novio serio desde lo de Albus, y ellas creen que está mal. Están agotando recursos. Tienen la estúpida idea de que tú podrías interesarte en mí. Pero tranquilo, sólo ignóralas, como siempre— farfulló cruzada de brazos. Mala acción para alguien que lucía un camisón semitransparente y un brasier de encaje, pues acentuaban aquel hecho; pero James ya no estaba baboseando por ella, sino que pensaba en sus palabras.

— Claro que voy a ignorarlas. Yo no podría estar interesado en ti. Eres como mi hermanita, por el amor de Dios. Sólo lo decía en broma, pelirroja— soltó, dando un bufido para añadirle veracidad. Realmente, quizás se había perdido un poquito en las nuevas curvas de Paris, pero no era para tanto. Aunque ella, en lugar de aliviarse con tal confirmación, se sintió desinflada.

— ¿Qué? ¿No soy lo suficientemente atractiva para ti, Potter? — Espetó la pelirroja casi sin premeditarlo, totalmente ofendida. James quedó pasmado unos segundos con su pregunta antes de responder.
— ¿Eh? No dije eso, pelirroja. Sólo digo que es imposible que tú y yo… Creí que mis primas lo sabían. No entiendo por qué planean algo así, al igual que toda mi familia— explicó, tratando de suavizar las cosas. Paris se molestó aún más.
— Aha. Es imposible porque yo no soy una chica para ti, ¿verdad? ¡Tendría que haberlo imaginado! ¿Acaso debo ser rubia teñida como para entrar en tus estándares? — medio gritó la pelirroja.

James se dijo que definitivamente Paris se había convertido en una mujer. Con todo el significado de la palabra, y todas sus ventajas y desventajas. Dio un suspiro exasperado ante tal malentendido, y trató de menear la cabeza para parar con sus estúpidas teorías.

— No, no. Escucha revoltijo, tú eres hermosa, ¿sí? Sólo que no… Tú no… Eres Paris, no puedo verte de esa manera. Es como si fueras Lily— ejemplificó, pero eso sólo empeoró la situación, porque Paris gruñó.
— ¡No debo ser “hermosa”! ¡Suenas como si fueras mi hermano! ¡Se supone que una mujer es sexy y atractiva! ¿¡Por qué no puedo serlo!? — Paris quiso añadir un “para ti” a la última pregunta, pero algo de cordura le quedaba. Tampoco se fijó en que estaba haciendo una verdadera rabieta de niña enfurruñada.
— Rys— suplicó James algo histérico, sin saber ya qué decir, — ¿por qué te molesta que no quiera acostarme contigo? ¿Eso quieres?

Oh, quizás ella había ido demasiado lejos. Se sonrojó profundamente, y meneó con la cabeza, aunque quizás era mentira; realmente ella no sabía con exactitud qué quería de Potter, ni si sentía lujuria por él o algo así. Ella era demasiado virgen como para siquiera pensarlo.

— No. No es eso, no malinterpretes mis palabras— murmuró abochornada —. Sólo estoy cansada de que me veas como a una niña. Creí que cuando llegaras te darías cuenta de que crecí— confesó más calmada que antes, encogiéndose de hombros. James la miró atentamente, con ojos entornados. ¿De verdad ella creía que él no lo notaba? Que no lo aceptara era otra cosa.
— Paris… Esto es…— Potter no encontraba la palabra indicada, así que terminó suspirando resignado —. Es algo incómodo de hablar— soltó por fin, aunque no era lo que quería decir en un comienzo. Ella lo miró dolida, y él habría preferido mil veces no haber preguntado por su familia y haber seguido comiendo en el silencio entusiasta de su reencuentro. No quería discutir con ella, menos por algo así, menos si ella iba a poner esa mirada.

— James… ¿De veras sigues viéndome como a una niña? — Preguntó ella lentamente, de manera que al chico le gustó muy poco. El tonito indulgente de Paris nunca era buen augurio.
— ¿Importa? — Atajó él desinteresadamente.
— Contesta, Sirius— punzó la pelirroja, acercándose a él ceñuda. Parecía muy decidida.
— Sí. Sigo viéndote como una niña, y siempre será así. No entiendo por qué quieres que yo…— Pero Paris no permitió a James terminar su frase, porque lo dejó en shock cuando comenzó a deslizarse el fino camisón hacia abajo, hasta que éste quedó en el suelo y ella en ropa interior de encaje resaltado todo su esplendor. No sonreía, no se ruborizaba, no nada. Sólo permanecía seria, sin apartar sus ojos de los de su amigo. Estaba sinceramente harta del asunto desde que tenía catorce. Era momento de darle fin al complejo de James.
Además, Paris no podía sentir pudor con su mejor amigo de toda la vida. Y ella siempre pensó que la ropa interior era como una bikini de tela no impermeable, ¿qué más daba? Una mujer ofendida por el chico que ama nunca se detiene en escrúpulos. De hecho, ninguna mujer lo hace, con tan sólo estar enamorada.

— Mírame y dime si ves a una niña— desafió Paris, haciendo reaccionar al Potter. El ojimiel parpadeó varias veces, anonado, y enseguida giró la cabeza hasta clavar su mirada en las alacenas, con la respiración agitada. La Jenkins gruñó frustrada.
— Pelirroja, vístete, ¿quieres? Esto es verdaderamente incómodo— farfulló James, prontamente acalorado. Ella sin embargo no se dio por vencida. Nunca lo hacía.
— Mírame— insistió, y se atrevió a avanzar hasta él para tomar su barbilla y girarle el rostro—. ¿Ves una niña? — Repitió persistente, y él parpadeó largamente con un suspiro.
— Paris. No hagas esto— pidió exasperado. Ella lo ignoró, y soltó su rostro para dar un paso hacia atrás. Levantó sus brazos ligeramente hacia sus costados, como queriendo resaltar aún más su cuerpo semidesnudo. El Potter hizo esfuerzos inhumanos por mantener sus ojos en el rostro serio de su amiga.

Eso disgustó a Paris, provocándola aún más. Y cuando Paris se proponía algo, lo lograba.

— No me obligues a quedar totalmente desnuda— amenazó, y eso consiguió la atención alarmada del Potter.
— No. Lo. Hagas. ¿Qué quieres? ¿Qué te mire? Ya lo hice. ¿Listo? — Casi sonaba a ruego. Sin embargo, a Rys no le apenó que rogara por que se vistiera. Ella le demostraría que no por nada había tenido a media escuela babeando. Había sacado autoestima y valor de algún recóndito lugar de su mente para hacer aquello, y lo aprovecharía. Hacía dos años que soñaba con el momento en que él finalmente la viera de la misma manera que veía a todas las demás mujeres, y estaba ciertamente algo cansada de esperar. Mejor tarde que nunca.

— Bien. Entonces, ¿ves a una niña? — Volvió a preguntar. — Vamos, esto es muy terapéutico. Además, tú lo dijiste; sólo me ves como a una hermana, así que no debería importarte que esté en ropa interior. — James podría jurar que ella estaba siendo sarcástica. No se equivocaba.
— Paris. Ya basta. Lo digo en serio, te estás comportando como una niña en plena rabieta— advirtió Potter, tomando cartas en el asunto. Se puso de pie severamente, usando toda la vibra de profesor-de-Aurores que había adquirido durante las prácticas. No obstante, Rys no se acobardó, sino que de hecho tomó más coraje.

Insolentemente tomó una de las manos de su amigo por la muñeca, y la llevó directamente a su seno, sorprendiendo totalmente a ambos. A ella misma, porque no esperaba que le afectara tanto, ni que le gustara. A él, porque repentinamente tenía en su agarre el busto de su mejor amiga, que estaba semidesnuda intentando demostrarle que había crecido. De repente, James sintió cierto problemita bajo florecer, y eso no era muy conveniente.

— ¿Qué…?— Comenzó a preguntar él con voz ronca, sin poder juntar la voluntad suficiente como para apartar la mano. Paris la mantenía en su lugar, con fiera decisión de pelirroja.
— ¿Me sientes como una niña? — Desafío de nuevo, sorprendiéndolo con su pregunta, luciendo las mejillas más rojas nunca-antes-vistas.
— Sí. Como una niña impúdica y algo atrevida. No creí que fueras así— admitió él, fingiendo ser indiferente, aunque su voz seguía ronca—. ¿No es así siempre, cierto? — añadió, ahora sí sinceramente preocupado.

Frustrada, Paris soltó la mano de su amigo bruscamente, relajando a James, y enterró sus dedos entre sus cabellos pelirrojos sin saber qué más hacer.

— Sólo contigo, imbécil— musitó entonces, en respuesta a su pregunta. Dio un suspiro resignado, y giró sobre sí, sopesando rendirse —. Eres tan terco, Sirius. ¿Por qué no sólo aceptas que ya crecí?
— ¿Por qué no sólo aceptas que no puedo? Merlín Paris, deja ya de hacer esto— se quejó el Potter, dando pasos hacia atrás por si las dudas. Eso, sin dudas, ofendió a la chica.
— Soy una adulta, Potter. Ambos somos adultos. Podemos hacer esto y mucho más— gruñó severamente —. Y no me rendiré hasta que lo aceptes— añadió determinada. Y dicho esto juntó su camisón del suelo, para luego marcharse escaleras arriba enfurruñada.

James suspiró aliviado, buscando calmarse y disipar la tensión que había abrazado todo su cuerpo. ‘Necesito una ducha bien fría’ pensó, asqueado de sí mismo por reaccionar así ante su Paris. Ella sólo era una niña que estaba empecinada en parecer grande, como todos los niños. Sólo que sus métodos eran poco convencionales, como todo lo que ella hacía.

Con un último gruñido al comprobar que la comida ya estaba fría, James subió escaleras arriba hasta su habitación. Tomó una toalla y se metió en el baño, abriendo hasta el tope la canilla de la derecha, provocando que comenzara a caer agua helada.

_______________________

Bienvenida Lucía! Y gracias Ana y Kath por comentar :3

Bueeeeeeeeeeeno, a esto me refería con que les iba a gustar. James apareció y ya todo comienza; avanza rápido, por eso es una novela corta. Es totalmente diferente a lo que acostumbro, so idk, espero les guste.

Besos!!

por **tobias.** Sáb 23 Nov 2013, 8:41 pm

Fuck, fuck, fuck, fuck. Vi el capítulo desde antes y lo iba a leer pero fui a ver En Llamas, ¡debí leerlo! Ah, Potter, Potter, Potter, ¿por qué no aceptas que quieres violarla? Todos sabemos que quiere hacerlo, lo intentó seducir, yo en lugar de eso lo hubiera besado, idk, deseo hacerlo y él desea que lo haga, mentira, ojalá así fuera. Me encantó el capítulo, síguela pronto, linda.

Besos.

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