This city is contagious- Larry Stylinson (one shot)

  

Parte II

(...)
 
La mañana hizo acto de presencia y no quise levantarme al momento en el que el sol chocó contra mi rostro. Me cubrí por sobre la cabeza con lo primero que hallé sobre la cama, tratando de disipar la molesta luz natural, a pesar de haberme acostumbrado a la tan famosa contaminación lumínica de Las Vegas. No duré más de cinco minutos en mi refugio improvisado cuando un par de golpes en la puerta me hicieron saltar de mi reposo. No esperaba a nadie ni tampoco que me fueran a quitar la habitación tan temprano, tomando en cuenta que mi estadía ahí sería por lo menos una semana. Me levanté con poco ánimo, pensando que quizás sería de extrema importancia. Había pagado por adelantado toda más de la mitad de los días y no había motivo para echarme si a eso era a lo que venían. Intenté arreglar el desastre que era mi cabello en mi camino hacia la puerta, pero al ver que era más que imposible, abrí la puerta. Debí haber arreglado más mi atuendo o mi rostro con, seguramente, ojeras antes de haberlo hecho. No debí haber sido tan confiado. No debí haber abierto esa puerta. Louis estaba con una sonrisa tras ella.
 
-Oh…uh hola.- sonrió. Delante de él, un carro con lo que supuse, era el desayuno, comenzó a abrirse paso a mi habitación.- servició a la habitación.- dijo con su típico tono cantarín que hizo que los vellos de mi brazo se erizaran.- siento si te interrumpí…o desperté…pero…- negó con la cabeza y bajó la cabeza.
 
-¿Pero?.- lo insté a seguir. Por algún motivo, ignoré las mariposas revoloteando, el rubor en mi rostro y lo desaliñado que seguramente me veía con el traje de la noche anterior.
 
-No lo sé…quise traerlo yo y compensar el dejarte sólo con Eleanor…es buena chica…algo coqueta a veces…me comentó que…- y había comenzado a divagar nuevamente. La ternura me invadía cuando intentaba cambiar el tema, irse por las ramas o simplemente explicar algo que quedaba claro o inexplicable.
 
-Ajam…- asentí sin saber en verdad que era lo que decía.- no te preocupes…era linda, pero le dejé en claro mis preferencias.- y nuevamente me dejaba en evidencia solo.
 
-¿Ah si?...eso explica mucho…-rió.- llegó indignada a mi lado…dijo que no podía tener más mala suerte….primero yo y luego…- y se calló repentinamente. Supuse que su silencio algo tenía que ver con lo que la chica había mencionado el día anterior.- ¿quieres comer?.- cambió el tema drásticamente y asentí. Él sonrió en mi dirección y comenzó a caminar de vuelta a la puerta con la intención de irse. Quizás sería mi única oportunidad para poder conversar de verdad con él y conocerlo mejor, y definitivamente no la iba a desperdiciar.
 
-Uh…¿Louis?.- y como si él esperara mi llamado, giró con una sonrisa.
 
-¿Si?.- preguntó iluminando el cuarto con sus dientes brillantes.
 
-Eh…uh…podrías quedarte…si quieres.- dije con la mirada puesta en cualquier otro lugar que no fuera su cuerpo.
 
-Claro…- aceptó con más entusiasmo del que esperaba. No pensé que se quedaría, no pensé que no tenía que insistirle y me alegró saber que él si lo quería. Sin que yo se lo pidiera, se sentó en la cama casi hecha y yo sonreí por la imagen. Estaría bien ver esa imagen todos los días, pero sabía que esa fantasía jamás sucedería. Me acerqué a su lado junto con la bandeja.
 
-¿Quieres algo?.- pregunté mirando todo el contenido.
 
-Si…- murmuró. Esperé por su respuesta, esperé por que eligiera algo de lo que teníamos en frente, mas eso nunca llegó. Al contrario, levanté la mirada y me encontré con sus orbes celestes fijas en mi.
 
-¿Y bien?.- murmuré tragando el nudo en mi garganta.
 
-Si, si quiero algo.- volvió a repetir sin despegar su mirada de mi. Con nerviosismo pasé una mano por mi cabello tratando de quitar su atención de mi.
 
-¿Qué quieres?.- susurré pinchando la piña cortada perfectamente en cuadrados con el tenedor destinado a ello.
 
-Tu número de celular…o algo con lo que me pueda contactar contigo…- murmuró en un tono tan bajo que juré que podría tener una erección con sólo escucharlo. Dejé que el tenedor cayera sobre la mesa, que mis ojos se abrieran y mi pulso se detuviera.
 
-Yo…uh…- el nerviosismo se apoderó de mi y comencé a dejar de medir las palabras que salían de mi boca.- no…no lo sé…creo…no creo que… no creo que quieras algo…no lo sé…no soy la gran cosa…Dios…tampoco sirvo para amigo…soy un muy mal consejero…yo…uh….- cubrí mi rostro con las manos, impidiendo que el notara lo mal que me ponía que pidiera algo tan simple como un número de celular.
 
-Confía en mi…sé que es difícil, nos conocemos hace menos de 24 horas…pero prometo no hacer nada indebido… es sólo que me pareces alguien espectacular y no me gustaría perder contacto contigo…- rió. Rió. Se rió de mi y no pude evitar seguirle a pesar de estarme avergonzando frente a él de la manera en lo que lo hacía.
 
-Bien…- tomé el celular que me extendió y marqué mi celular en él. Luego le siguió el contacto entre nuestros hombros mientras comíamos en silencio, disfrutando de ese inocente toque. 
 
A la hora siguiente, estaba solo en el cuarto de hotel. No volví a saber de él hasta la noche cuando me decidí a bajar al casino por necesidad. Había quemando varias neuronas tratando de analizar mi situación, que de un día para otro, cambió drásticamente.
 
 
(…)
 
La semana pasó con más rapidez de la que yo hubiera querido. Había visto a Louis por la mañana, cuando adoptó la rara manía de llevarme el desayuno, y por la noche, cuando lo veía dándole la bienvenida a los nuevos miembros el casino. Me había llamado una que otra vez durante la tarde, pero nada más allá. Jamás me gustaron los polvos de una vez, pero en esos momentos, lo único que quería, era que Louis me regalara una noche, mi última noche en el Strathosphere.
 
La suerte, nuevamente me hizo compañía a la hora de las apuestas, a la hora de haber conocido formalmente al señor Robert Hamilton, jefe de Louis, y a la hora de haber ligado con el lindo barman, Luke. No, no estaba contento con esto último, pero un coqueteo inocente con el chico no le hacía mal a nadie. Pero no conté que cierta persona me observara a la distancia.
 
Y la suerte siguió estando de mi lado…
 
El ascensor aún no llegaba. La chaqueta ya la llevaba en el brazo y la corbata a medio desatar. Estaba cansado, quería dormir y esperar a la mañana para ver a Louis en la privacidad de mi cuarto, para luego tomar mis cosas y marcharme. Intenté acercarme a él de todas las formas posibles durante la última semana, dejando atrás mi timidez y dándole propuestas incluso indecentes de forma directa; bien, mediante mensaje de texto, mensajes que jamás fueron contestados y que pasaron como que no hubiesen existido.
 
-Hola.- su voz a mi lado. Era un poco más que un gruñido y eso me confundió.
 
-Hola…- le respondí girando con una sonrisa.
 
-Te acompaño…- asentí. Su tono de voz era duro en comparación con el que utilizaba siempre conmigo o cuando daba las bienvenidas. El ascensor se abrió e ingresé a él seguido de Louis. Los segundos pasaban más lentos que de costumbre y el aire comenzó a tornarse caliente. La tensión se sentía en el ambiente. Podía sentir su mirada de soslayo. Podía sentir que quería algo, no sabía que, pero lo hacía. Tampoco entendía bien como era que el ascensor comenzó a subir más lento. Íbamos recién en el piso número 3 y faltaban aún varios por recorrer. No sabía si iba a resistir todo ese tiempo con ese presentimiento raro en mi interior.
 
-Hace calor, ¿no crees?.- dije tratando de romper el ambiente. 5to piso…
 
De un momento a otro, estaba arrinconado contra el espejo del ascensor, con Louis presionándome firmemente contra éste.
 
-Louis…- susurré con los ojos abiertos de par en par, observando como su rostro se perdía en mi cuello, absorbiendo mi aroma. – Lou…Louis- no podía mantener la respiración normal con él respirando fuerte sobre mi oído.
 
-¿Te gustó como te trató Luke?...¿uh?.- murmuró acercándose a mi otro oído, dejando un beso por donde pasaba. Así que de eso se trataba…- sé como es él en la cama Harry…no te lo recomiendo…-murmuraba entre besos en mi cuello. 9º piso…-soy mucho mejor…- 11º piso…- y te lo puedo demostrar…- 13 º piso… no podía hablar bien. Era lo que estaba esperando desde que lo vi en aquella escalera y dado que era mi última noche en ese lugar, ¿por qué no aprovecharla?.
 
-Ha…hazlo.- logré pronunciar entre un gemido que se las arregló para escapar. 17º piso…sentí su sonrisa y luego volvió su vista a mi.
 
-Déjame besarte Harry…- murmuró a milímetros de mi. 20º piso…¿Cómo podría negarme a semejante petición si llevaba días imaginando como sería sentir esa parte de su cuerpo sobre mi?...- no sabes como lo deseo…- susurró de nuevo comenzando un lento vaivén sobre mis caderas, haciéndome jadear y arquearme contra él..- déjame probarte…- asentí repetidas veces. No iba a aguantar hasta el piso 82 cuando íbamos recién en el 25.  Sus labios chocaron con los míos en una búsqueda hambrienta por poseer la boca del otro. Sus manos se paseaban por toda mis espalda, pasando por mi cintura posesivamente…32º piso…su cuerpo se presionó contra el mío una vez más y pude notar su orgullosamente erguido miembro entre sus pantalones. Suspiré contra su cabello…36º piso…
 
-Louis…- jadeé cuando su mano se coló por dentro de mi camisa y el sentido común me dio la alerta…cámaras.- Lou…Louis para…- le ordené sin quererlo realmente. Él no se alejó ni dos milímetros sólo para volver hacia mi clavícula y clavar sus dientes ahí. 40º piso…quedaban más de la mitad de los pisos y ya sentía que explotaría.- Louis…-volví a decir y sentí que bufó cuando lo empujé levemente.- ¿no te sientes observado?...- murmuré. Pude notar el oscurecimiento en sus ojos y no dudé que los míos se dilataran aún más ante tal erótica imagen de un Louis jadeando, con las mejillas rojas y los ojos casi negros por la lujuria, por el deseo…el deseo que yo le provocaba.
 
-No me importa…quiero hacerte mío aquí mismo…- dijo en un susurro cerca de mis labios.
 
-No quiero que nos vean.- agregué acortando la distancia para regalarle un exigente beso.
 
-¿Qué tal algo rápido?.- sonrió ladinamente, poniéndome al mil por ciento. 45º piso…quizás no era buena idea tomando en cuenta el cargo de Louis en la empresa y mi fama adquirida por ser de las personas más codiciadas en el mundo de las apuestas, pero ¿qué nos iba a importar?...ambos excitados, en un ascensor…no nos podía importar menos…No sabía con exactitud lo que pasaba por la cabeza de Louis, pero podía apostar todo lo que tenía a que me iba a gustar. Volvió a atacar mis labios y sus manos fueron más allá…
 
Faltaban aún cerca de 30 pisos y ya sentía que me correría. Una de sus manos atacó mi pantalón. Abrió en menos de lo esperado la hebilla y la introdujo, palpando por encima de la ropa interior. Gemí sonoramente ante la inesperada intromisión. Me relajé en su hombro y la respiración se me cortó. Era el mejor manual que había recibido en toda mi vida… No me di cuenta cuando quedaban sólo 5 pisos para llegar a nuestro destino; mi habitación. Lo necesitaba como jamás necesite a alguien en mi vida, ni siquiera al primer chico que me llamó la atención en la escuela, el que hizo que me diera cuenta de mi preferencia. Perdí la noción de todo a mi alrededor cuando su mano hizo contacto con mi piel. Pasaba de arriba a bajo a lo largo de mi longitud, disfrutándolo casi tanto como yo. El esperado timbre sonó. Guardó mi notable erección como pudo dentro del pantalón y me tomó de la mano para correr conmigo a través de los pasillos hasta la habitación. Me dio el pase para abrirla. Las manos me temblaban y él no hacía nada por ayudar. Al contrario, se posicionó tras de mi, pegando su cuerpo al mío, besando la parte baja del cuello, mandando estremecimientos a lo largo de la espina dorsal. Mi mano tomó la tarjeta guardada en el bolsillo del pantalón por inercia y la introdujo como pudo en la ranura. Conseguí hacerlo y no me dio tiempo ni para entrar cuando su mano volvió a la carga dentro de mi pantalón. Gemí en voz alta antes de poder detenerme e ingresé rápidamente a la habitación oscura. No encendí la luz, por que al fin y al cabo, ¿quién la necesita cuando se va a tener sexo?. Cerró la puerta con el pie y me tumbó en la cama. Suspiros tras suspiros salían de mi boca que ansiaban volver a tener la suya. Quitó mi ropa en menos de dos minutos y yo comencé con mi tarea de quitar la suya. La desesperación, el deseo, la lujuria se reflejaba claramente en nuestro actos tocos y rápidos. No sabía que pasaría al otro día cuando todo acabara, cuando yo tuviera que ordenar mis cosas e ir, si volveríamos a vernos o no, lo único que tenía claro era que esa noche, jamás la olvidaría y las inminentes marcas que aparecerían en mi cuerpo a la mañana siguiente. Sentía la temperatura emanando de sus poros, la urgencia por llenarme, mi propia urgencia por ser llenado.
Y pasó…finalmente había llegado la hora que ambos ansiábamos. Después de haber tocado, besado, manoseado todo lo que quisimos, sus dedos estaban en mi interior dilatando, preparándome para recibirlo.
 
-Louis…hazlo ya…demuéstrame que no estaba equivocado cuando me fijé en ti el primer día…- murmuré.
 
-Te voy a demostrar eso y mucho más…- respondió apretando los dientes. Me retorcía bajo su cuerpo buscando más contacto, necesitando más de su cercanía. Le di la señal de que estaba listo, de que lo anhelaba con mi ser, por lo que el se posicionó. Abrí mis piernas lo más que pude, facilitando así su trabajo. Escuché el sonido conocido del paquete plateado romperse. Segundos después, lo sentí deslizarse en mi interior. Dolió como la primera vez, dolió por que llevaba meses sin hacerlo, dolió por su longitud, dolió por que me gustaba, dolió por que a mi mente llegó la idea de que jamás lo volvería a ver. Sentí sus labios regresarme a la realidad, llenándome de alegría y supe que había notado mi cambio de humor, la pena que se instaló en mi corazón cuando ese pensamiento cruzo mi cabeza.- No pienses en mañana…- murmuró juntando su frente a la mía, apoyándose en sus codos para descansar su peso.- no pienses en lo que va a pasar en unas horas más…- me besó lentamente, esperando a cuando de verdad estuviera listo para él poder moverse.- piensa en el ahora…en lo que estamos haciendo ahora…- y comenzó a salir.
 
-Yo…¡ah!.- el gemido salió de mi labios cuando la primera embestida me removió y él rió.
 
-Eso es…- sus dientes estaban apretados, sus labios eran una línea fina, quizás por el esfuerzo de no partirme a la mitad o por que la misma idea atravesó su cerebro. Era algo que ambos buscábamos en el otro cuando nos vimos la primera vez, algo que ambos necesitábamos para poder sentirnos completos; finalmente pude comprender que él sentía y pensaba lo mismo que yo. Me aferré a su espalda con miedo, con miedo a que nada de eso fuera real, con miedo a despertarme si se trataba de un sueño, con miedo de nunca volver a tenerlo así. No era de los que se enamoraban con facilidad. Tampoco me sentía enamorado de él, pero la relación que habíamos desarrollado en esa semana había influido en mi decisión de comenzar a visitar más seguido el casino. ¿Por qué no me quedaba ahí?...era una respuesta simple con gran importancia…si lo hacía, podía salir mal. En primer lugar, ser uno de los jugadores de póker más reconocidos del mundo de las apuestas no era de gran ayuda; habían personas que no sabían perder y me acusaban de fraude, de hacer trampa, lo que llevaba a que fuera perseguido. Y en segundo lugar, nada me garantizaba que el calentón momentáneo de Louis fuera a durar mucho y no quería salir lastimado.
 
Volví al presente cuando sentí su mano deslizarse en mi parte baja y el cosquilleo del próximo orgasmo se hizo presente. Él gemía en mi oído; él acariciaba mi cuerpo como nadie; él me llenaba -tanto física como mentalmente- como nadie lo hizo; él hizo que llegara a la cúspide del placer como nadie jamás lo hizo.
 
Se derrumbó sobre mi a cuerpo muerto. Pesaba pero no me molestaba, era grato tenerlo en esa posición aún dentro mío. Se me pasó por la cabeza quedarme para siempre con él, mas sabía que era un sueño imposible de realizar. No podía creer que había malgastado el mejor sexo de mi vida pensando en un futuro incierto, perdiéndome el haber experimentado como él recorría mi cuerpo como si fuera suyo, como tocaba en mi interior ese punto que sabía, me daba satisfacción. Cuando se decidió a salir, sentí el vacío. Cuando se acostó a mi lado, sentí que era lo mejor. Cuando me abrazó por la cintura acercándome a él, sentí que no me podría ir tan fácil. Me acurruqué en su pecho, despejando mi mente, reemplazando los malos pensamientos de lo que pasaría en las próximas horas por pensamientos acerca del calor que desprendía la persona recostada a mi lado.  En minutos, estaba dormido.
 
 

¿cuantas partes son???
O no me digas que acaba aquí
Jahwhhwjws

Parte III.

  

Fin